RENNES-LE-CHÂTEAU LA CONEXIÓN TEMPLARIA
Rennes-le-Château todavía se alza como una atalaya sobre el departamento del Aude, al sur de Francia, en un territorio extenso y poco poblado en cuyas cumbres señorean desvencijados castillos. Delaimportanciaquepudotener, nada nos dice a simple vista su única calle empinada que desemboca en una explanada polvorienta y desde la que se reconocen en la distancia algunas elevaciones señeras, como la enigmática montaña de Bugarach que tuvo su hora de gloria en el año 2012, como una especie de isla indemne al “Armagedón” anunciado por las profecías mayas.
En otros tiempos la aldea fue poblada por los galos, por los visigodos –que fundaron el reino Septimania–, incluso por los musulmanes en su carrera de conquista hasta que fueron detenidos, cerca de Poitiers, por Carlos Martel en el año 732. Después de esa fecha, y conjurado el peligro de la islamización, la región fue protagonista durante el Medievo de los grandes acontecimientos que, en defensa de la fe, tenían que definir la idiosincracia de Europa con templarios, cruzados y cátaros como protagonistas.
UNA LLEGADA QUE LO CAMBIÓ TODO
El sentido común nos dice que en el siglo XIX la aldea de Rennes-le-Château debió de ser un lugar poco accesible, mal comunicado por una red de caminos vecinales, de escasa población y, sin embargo, en su parroquia de Sainte-Marie-Madeleine se invirtieron recursos sin par para satisfacción de unos pocos parroquianos. En el año 1885 llegó como párroco a la misma , un joven de 33 años que nombró como gobernanta. La antigua edificación era entonces un edifico semiderruido que ocupaba el solar de un antiguo palacio visigodo fortificado, próximo al castillo de Hautpaul, señor de Rennes.
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