NAZCA ¿SEÑALES PARA EL DIOS KON?
Lo que desde el cielo debiera atisbarse como un paisaje desolado de apariencia lunar, se desdibuja como una alfombra estampada de extrañas y sugerentes imágenes: desde pájaros que parecen extender sus formidables alas plegándose a las irregularidades del terreno hasta un mono cuya cola no terminaba de enrollarse en una espiral interminable. Esa misma acuarela árida, de surcos que zigzaguean entre arena y guijarros, debió sobrecoger al antropólogo Paul Kosok cuando en 1939, la sobrevoló por vez primera. Se trata de una meseta que se despliega unos 520 km2 (algo menos que la isla de Ibiza) y se sitúa a 400 km al sur de Lima (Perú), entre los ríos Ingenio y Nazca.
Algunos años antes que Kosok, el arqueólogo peruano Toribio Mejía Xesspe ya había informado de la existencia de estas líneas que podían avistarse desde algún altozano. No obstante, y a pesar de estas observaciones preliminares, se considera a.
