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Una Teoría de la Corrupción
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Una Teoría de la Corrupción

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No hay mayor lacra que afecta al buen funcionamiento de cualquier sistema económico de la corrupción. Trágicamente, la corrupción es un fenómeno generalizado en los países en desarrollo. Se encuentra a menudo por parte de los funcionarios públicos que retrasan la emisión o elaboración de documentos públicos a menos que un incentivo monetario que se ofrece. Se encuentra en el típico mal manejo y la apropiación de los presupuestos nacionales hacia el beneficio personal de los dirigentes políticos. Y se encuentran en común las transacciones individuales en forma de fraude, manipulación de precios y el crimen organizado. Los efectos de la corrupción también tiene ramificaciones legales, a menudo socava el imperio de la ley. Pero fundamentalmente, la corrupción cae de lleno en el terreno moral, ya que es sintomático del pecado original que marca el corazón de cada persona. Esta monografía ofrece un examen teológico y económico que pone en tela de juicio muchos de los supuestos aceptados acríticamente que se tienen sobre la corrupción.

LanguageEspañol
Release dateNov 29, 2012
ISBN9781938948411
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    I wanna read it to know something more of the theme of my presentation. Thank you

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Una Teoría de la Corrupción - Osvaldo Schenone

Prólogo

Este último ensayo de la Serie de Pensamiento Social Cristiano del año 2003 está dedicado a la cuestión de la corrupción. Se centra, al igual que el anterior, Poblando la tierra (Inhabiting the Land)—sobre el tema de la inmigración— en los países en vías de desarrollo. Una de las causas principales de la emigración es la corrupción. Se da un estado de corrupción sistemática cuando se verifican, conjuntamente, todos estos síntomas: los ciudadanos están sujetos a la opresión política, sufren persecución política o religiosa, ya no pueden confiar en la protección de su seguridad o de su propiedad, toda la actividad económica está limitada y no rige el Estado de Derecho. Cuando reina un estado de corrupción sistemática en la sociedad no es posible servirla bien con los valores y vocación propios. Consideremos tres alternativas. La primera es tratar de cambiar las cosas, orientándolas hacia el bien común, la moralidad y el Estado de Derecho. Esta alternativa es siempre la preferible, en tanto uno pueda hacer y comprometerse con estos aportes en el largo plazo. Pero, desafortunadamente, no todos soportan vivir en el status quo de caos reinante, mientras se espera el cambio. La segunda alternativa es participar en una guerra revolucionaria. Pero la inutilidad de este camino ha sido demostrada por las guerrillas, las teologías de la liberación y las guerras civiles en los países en vías de desarrollo. El resultado de estos intentos revolucionarios parece ser siempre un caos aún mayor. La tercera alternativa es emigrar. Muchos piensan que ésta es la manera más eficiente de distanciar los buenos esfuerzos de la labor propia de la futilidad de un estado de corrupción. Aquí radica la relación entre corrupción e inmigración.

En este ensayo se une el trabajo de dos expertos. Osvaldo H. Schenone es un importante economista argentino que ha desarrollado una serie de trabajos sobre la corrupción institucional. Samuel Gregg es un experto en Pensamiento Social Católico y en ética de las políticas públicas, quien dejó su Australia natal para incorporarse al Instituto Acton. En este trabajo sus esfuerzos conjuntos aportan, por una parte, la teología cristiana como fundamento para entender la corrupción, y por la otra, la teoría económica como instrumento de análisis de los incentivos, costos y efectos de la corrupción.

La corrupción es particularmente difícil de erradicar ya que los costos que esto supondría son muy altos. Los autores sugieren que quizás deberíamos tratar de minimizarla mediante el compromiso personal e, institucionalmente, por medio de la limitación de los poderes discrecionales de las autoridades estatales. El primer medio pone la responsabilidad de la lucha contra la corrupción en cada individuo de la sociedad, especialmente en los que pertenecen a las sociedades en las que la corrupción está extendiéndose. El segundo apunta al Estado de Derecho y a la necesidad de controles y balances en las agencias estatales.

Los Fundadores de la Constitución de los Estados Unidos eran muy conscientes de que la tentación afecta a cada hombre, inclusive a los que ejercen el rol de autoridad estatal, ya que todos los hombres comparten las mismas fragilidades de la naturaleza humana caída. De hecho, suponen que hay que vigilar al guardián, aún más, quizás, que al ciudadano común. Tal como Lord Acton tan agudamente observa, el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por eso, son quienes detentan el poder los que están más sujetos al riesgo de caer en la tentación. Esto se aplica no sólo a las autoridades estatales con poder, sino también a los poderosos en las corporaciones, a las autoridades de organizaciones religiosas, a los altos funcionarios y directores de todo emprendimiento empresarial privado y a todos aquellos que detentan un poder sin necesidad de rendir cuentas a sus subordinados. Esto último queda claramente demostrado en el caso de la corrupción descubierta en empresas como Enron. Pero este caso también demuestra que la corrupción institucional privada no es sostenible a largo plazo. Las ganancias de la corporación caerán, los salarios de los empleados no reflejarán la valorización financiera de la empresa, los accionistas no recibirán dividendos justos, etc. Todos estos síntomas se notarán en el largo plazo y la solución del mercado es siempre sencilla: o perecer o ceder ante un comprador de la empresa.

Algunos piensan que este mecanismo es de sangre fría o darwininano. Sin embargo, debe reconocerse que el mecanismo de rendir cuentas, que es parte del mercado, también funciona como un control moral. En cambio, esto no sucede en el caso de naciones que sufren de corrupción institucional pública porque en ellas no existe, o sólo existe inadecuadamente, la obligación de rendir cuentas a los ciudadanos de las decisiones y acciones de los funcionarios públicos. Este ensayo ofrece, al menos, algunas aclaraciones y propuestas para minimizar este

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