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Si me quieres, dímelo
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Si me quieres, dímelo

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El amor es tan importante que basta con decir que es una de las fuerzas que mueven el mundo. Hesíodo, en su Cosmogonía, dice que en el principio existió el Caos. Y luego la Tierra, asiento firme de los Inmortales que habitan el Olimpo. Y, en lo más profundo de la Tierra, el sombrío Tártaro. Y Eros, el más bello entre los dioses, el que somete la mente y la conducta prudente de dioses y hombres.
Diego Jaramillo, en este segundo libro sobre el Matrimonio, escribe fundamentalmente acerca del amor. Y además lo hace, para mi regocijo, con la sencillez, ternura y claridad de una persona enamorada que conoce con integridad y armonía la consistencia del arte de amar. Cuando se comienza a leer el texto, deseas no parar porque su lectura es rápida, sugestiva y marinada de anécdotas de la vida real. Sucesos vividos, amados, queridos, sufridos, reídos; descubiertos, interiorizados e incorporados a la esencia personal, de la que siempre han formado parte.
LanguageEspañol
Release dateJul 1, 2016
ISBN9789942758019
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    Si me quieres, dímelo - Diego Alejandro Jaramillo

    Si me quieres, dímelo...

    Diego Alejandro Jaramillo

    ______________________________

    Si me quieres Dímelo

    ISBN papel: 978-9942-907-93-6

    ISBN ebook: 978-9942-758-01-9

    No. Derecho de Autor: 048997

    © CODEU

    © Autor: Diego Alejandro Jaramillo

    Editorial © CODEU - www.codeu.org.ec

    Fecha de publicación: Julio 2016

    RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transcripción por ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecanico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

    DISEÑO

    Foto Portada: Coté Jaramillo

    Diseño Portada: Leonardo Alvarado

    IMPRESIÓN

    Solugraf color

    Telfs: 2902184 / 0992449367

    E-mail: solugrafcolor@gmail.com

    Para pedidos favor dirigirse a:

    CODEU - Telfs.: 59322507383 / 2236975

    www.cedisalibros.com

    Quito-Ecuador

    ______________________________

    Índice

    Prólogo 5

    A modo de pretexto 11

    Preludio 13

    La familia es nuestra primera escuela de amor 15

    El compañerismo 21

    La amistad 24

    Trece líneas para vivir 28

    El enamoramiento 29

    El noviazgo 46

    Hasta que la muerte nos separe 59

    Matrimonio y educación 72

    ¿Y los hijos? 75

    Etapas críticas en el matrimonio 90

    Causas de conflictos 98

    ¿Y si llega la crisis? 100

    Sobre suegras y nueras… 103

    Dímelo… 109

    Última recomendación 111

    Bibliografía 114

    ______________________________

    Prólogo

    El amor es tan importante que basta con decir que es una de las fuerzas que mueven el mundo. Hesíodo, en su Cosmogonía, dice que en el principio existió el Caos. Y luego la Tierra, asiento firme de los Inmortales que habitan el Olimpo. Y, en lo más profundo de la Tierra, el sombrío Tártaro. Y Eros, el más bello entre los dioses, el que somete la mente y la conducta prudente de dioses y hombres.

    Diego Jaramillo, en este segundo libro sobre el Matrimonio,

    escribe fundamentalmente acerca del amor. Y además lo hace, para mi regocijo, con la sencillez, ternura y claridad de una persona

    enamorada que conoce con integridad y armonía la consistencia del arte de amar.

    Cuando se comienza a leer el texto, deseas no parar porque su

    lectura es rápida, sugestiva y marinada de anécdotas de la vida real. Sucesos vividos, amados, queridos, sufridos, reídos; descubiertos,

    interiorizados e incorporados a la esencia personal, de la que siempre han formado parte.

    Sabemos por experiencia que es el amor el que mejor hace vibrar las fibras profundas del ser humano. Platón, en El Banquete, constata

    que estamos hechos para la belleza, e intuye que la belleza es una llamada de otro mundo para despertarnos, desperezarnos y rescatarnos de la oscuridad de la caverna en la que vivimos.

    La antropología nos dice que cualquier hombre, nunca ve a los demás como cuerpos neutros, sino como personas con una riqueza subjetiva que se capta mediante los afectos. Y que el conocimiento de los demás está siempre coloreado por sentimientos diversos: aprecio o desprecio, amistad o indiferencia, admiración o envidia. Y que la tipología de los afectos es variada, pero hay uno que es experimentado como el más radical y esencial de todos: el amor.

    En el lenguaje ordinario designa principalmente un tipo especial de relación entre hombre y mujer, aunque también se usa para designar relaciones entre padres e hijos, entre el hombre y Dios, entre un hombre y sus ideales, su tierra, la naturaleza, etc.

    J. Pieper dice que amar es aprobar, dar por bueno, ser capaz de decir: «es bueno que existas, que estés en el mundo» y, por tanto,

    «yo quiero que existas». Por eso, el amor protesta siempre contra la muerte. Además de existir, lo que necesitamos es amar y ser amados por otra persona. Solo sabiéndose amado consigue el ser humano existir del todo, sentirse arropado en el mundo.

    El amor aparece así como un principio intrínsecamente constitutivo de la personalidad humana, origen de la tendencia natural a una realización vital recíproca. Por esa reciprocidad se dice que no se puede vivir sin la persona amada, y que ella es más que la propia vida.

    El enamoramiento está certeramente caracterizado por Ortega y Gasset como una alteración «patológica» de la atención, porque el conocimiento y la voluntad del amante se concentran en el amado

    hasta llegar a ver el mundo por los ojos del otro. Un estudio

    comparativo de las innumerables caras que presenta el fenómeno del amor, desde Platón hasta el psicoanálisis, pone de manifiesto el rasgo común de la preferencia: el amor es siempre un preferir.

    La realidad aparece entonces como lo que gusta o no gusta al ser amado, como lo que le favorece o perjudica. Tal situación no puede mantenerse mucho tiempo, porque la vida humana implica una pluralidad de actividades que impide el arrebato permanente,

    y porque la plenitud anunciada es un programa que debe ser

    realizado en el tiempo.

    En la realización de ese programa lleva la voz cantante la voluntad,

    que toma el relevo del sentimiento. Solo así puede ser el amor

    objeto de regulación jurídica y de prescripciones morales. Cuando se quiere expresar jurídicamente la relación conyugal, se considera que aquello es un acto de voluntad expresamente manifiesto (el consentimiento). Ello es así porque un sentimiento es algo que no obliga a nada.

    En el enamoramiento somos sujetos agentes de un proyecto

    voluntario, capaces de compromiso libre, esfuerzo y sacrificio. Al ir más allá del sentimiento, la fórmula del amor tampoco es sentimental:

    no dice «yo te quiero porque eres así, mientras seas así», pues todo el mundo estará de acuerdo en que si un amor termina en el

    momento en el que desaparecen ciertas cualidades (belleza,

    juventud, éxitos), quiere decir que no existió nunca. El amor suele nacer al ver en una persona las mencionadas cualidades, pero luego se afianza en el centro de la persona que posee esas

    cualidades, y permanece como un acto de voluntad cuando esos irresistibles adornos han desaparecido.

    Platón, ha determinado que el auténtico arrebato amoroso nos transporta por encima del espacio y del tiempo, de tal modo que el conmovido por la belleza desearía que el instante fuera eterno, y querría abandonar el camino que suelen seguir los hombres.

    Por eso, los dioses se refieren a Eros como el que proporciona alas. Esto quiere decir que, cuando recibimos la belleza rectamente,

    encontramos una satisfacción incompleta, un sabor agridulce en el que la felicidad se mezcla con el sinsabor de una espera, de una promesa que posiblemente no pueda realizarse en el ámbito de la existencia corporal.

    Así define Paul Claudel a la mujer: «la promesa que no puede ser cumplida». Esa promesa excita en el alma –así lo interpreta Platón- el recuerdo de su origen y la nostalgia de una felicidad perdida. Entonces le crecen alas para volver a la compañía de los dioses

    aún antes de terminar el exilio infligido, y el alma se aficiona a

    contemplar y disfrutar lo divino.

    Parafraseando a Pascal, diríamos que el amor supera infinitamente al amor, pues despierta una sed que no puede calmarse. «¿Eres la sed o el agua en mi camino?», se preguntaba Antonio Machado. Sospechamos que el amor es ambas cosas, sed y agua: una gustosa ansiedad. Pero experimentar lo realmente gustoso de esa ansiedad solo es posible –sigue diciendo Platón- cuando se respeta una condición previa: conservar puro el impulso amoroso, protegerlo de las posibilidades de falseamiento o corrupción que nacen de confundir el arrebato por la belleza con el mero deseo de placer.

    Es importante ver la diferencia entre deseo y amor. El que desea sabe exactamente lo que quiere, es un calculador. Pero desear no es amar: «En rigor, no es amado quien es deseado, sino aquel para quien se desea algo», afirma Pieper.

    C.S. Lewis, uno de los escritores ingleses más perspicaces, trata este asunto con una sorprendente clarividencia. Confiesa que, al perseguir la felicidad en la experiencia erótica, perdía siempre el rastro, «y el deseo real se marchaba diciendo: ¿qué tiene que ver esto conmigo?»¹ . Durante muchos años buscó la felicidad en el placer, «pero al final terminé de construir el templo y descubrí que el dios se había ido».

    Diego nos lleva de la mano a la realidad más profunda del amor verdadero con sinceridad, demostrando que es un hombre de su tiempo que no añora el pasado y que quiere construir el futuro señoreando y cariñeando su presente.

    Nos hace amigos de la pubertad y la adolescencia sin miedos, con respeto pero sin parada final. Paseamos junto al enamoramiento y nos sentamos con él bajo el árbol del noviazgo. Seguimos caminando

    del brazo del matrimonio con sus dulzuras y sinsabores.

    Y vivimos con el darse en vez de dar. Y nos preparamos para recibir el fruto de los hijos que nos recuerda que son de los hijos mismos y que se nos entregan como donación. La familia crece junta y aprende a alegrarse y entristecerse. A partir y a compartir.

    Y todo lo que Diego escribe, destila razón iluminada por la fe. Por la fe en un Dios vivo, enamorado del hombre, que en su infinita misericordia vela por cada uno. Y por esa fe, se manifiesta en cada párrafo, en cada frase, en cada idea del libro, el Diego de los tres amores: Paty, Coté y Lala.

    Platón sabía que el hombre está destinado al amor profundo, pero también era consciente de que lo verdaderamente humano no se da nunca en la mayoría de las personas. Por eso, Sócrates, después de hablar con Fedro de estos temas, eleva una oración a Pan y a todos los demás dioses: «Otórgame la belleza interior y haz que mi exterior trabe amistad con ella».

    Gracias Diego por el honor que me has concedido al permitirme prologar tu libro.

    Un fuerte abrazo de tu amigo,

    Vicente Gimeno Bustos ²

    A Paty, mi esposa, la mejor compañera de viaje.

    ______________________________

    A modo de pretexto

    Este es otro libro de amor. Uno más de tantos que circulan en librerías y a través del Internet. La gran diferencia es que éste no cuenta ninguna historia ajena, les prepara para vivir la suya, para construir su propia historia de amor. Y por si no lo saben todavía, amar y ser amado es lo más maravilloso que le puede pasar a un ser humano, y que desde el momento de la concepción hasta la muerte, lo buscamos desesperadamente.

    Es fácil comprender entonces que el amor es la esencia del ser

    humano y en su acción se funde lo físico y lo espiritual, no en vano todas las religiones lo ponen como fundamento de su filosofía.

    Pero si es algo tan importante, entonces significa que debemos prepararnos para amar, para aprender amar, un aprendizaje que durará toda la vida y en el que podremos crecer en la medida en que seamos cuidadosos.

    Como ha sucedido antes con mis libros sobre temas de formación, éste lo escribo bajo la presión de mi esposa. Con su capacidad para que yo haga cosas que no quiero hacer, fue lanzándome indirectas, frases, temas, y diciendo: ya seguirás escribiendo literatura algún día, por ahora debes ayudarles a otras personas a que sean tan felices como lo somos nosotros.

    Entonces cedo a sus encantos y también a su capacidad de insistencia

    y escribo sobre un tema que hemos tratado muchas veces con parejas que buscaban nuestra ayuda como consejeros matrimoniales,

    o en charlas que dábamos a grupos de personas que buscaban formarse y mejorar sus relaciones.

    Así que básicamente este libro habla de felicidad

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