La Llave Para Enfrentar Crisis

La llave para

enfrentar crisis

Cecilio Ulloa

Copyright © 2013 por Cecilio Ulloa.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2013919564

ISBN: Tapa Dura 978-1-4633-6905-7

Tapa Blanda 978-1-4633-6906-4

Libro Electrónico 978-1-4633-6907-1

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Este libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

Fecha de revisión: 29/10/2013

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Indice

Introducción

Capítulo 1

Muerto antes de nacer

Capítulo 2

Nacido fuera de tiempo

Capítulo 3

La almohada y el cuchillo

Capítulo 4

Dos problemas

Capítulo 5

Nunca me besaron

Capítulo 6

¡Qué enredo!

Capítulo 7

El silencio tiene un precio

Capítulo 8

El centro de la tormenta

Capítulo 9

Una historia misteriosa

Capítulo 10

Mis vivencias

Capítulo 11

Lo positivo de lo negativo

Introducción

Vivimos en una época de crisis mundial: Crisis económica, social, ecológica, política, de salud, matrimonial, familiar y religiosa. Cada puerta de todo hogar está siendo tocada por alguna situación de ésta índole.

En la actualidad cada país, incluyendo las grandes naciones, se enfrentan a una de las crisis económicas mayores de nuestra historia. Los grandes economistas del planeta no ven la salida para esta grave enfermedad. ¡Es un momento sumamente delicado y difícil! Esta es una hora de profunda reflexión para cada ser humano que vive en el planeta, pues cada uno enfrenta o enfrentará lo suyo, sin importar su clase social. ¡A todos nos llegará el momento de encarar lo inesperado!

Por otro lado, los grandes científicos temen lo que están viendo y a la vez, desarrollando en el mundo de la ciencia. No ven una salida a esta situación tan complicada. Es como un juego de ajedréz que está por detenerse. Los sociólogos también están dando la voz de alarma por una explosión demográfica que no tiene solución inmediata. Ellos ponen como ejemplo a México: En el año 2000, este país tenía 97,5 millones de personas, pero en el 2010 se aumentó a 112 millones de mexicanos. A esto le llaman, un problema sin solución.

¿Pero cuál realmente será la crisis número uno del Planeta? Alguien puede decir: la situación ecológica actual. Otro, quizás argumente diciendo: la economía en decadencia. Algunos pueden decir: ¡El planeta va a coger fuego! Otros señalan la explosión demográfica, hay quienes apuntan a la política como la culpable por la corrupción. No faltarán los que dicen: ¡El problema número uno es la inmoralidad de la sociedad! Sea cual sea, la realidad es que estamos en crisis global y ¡tú eres parte de eso! Nuestro mundo está que no soporta más, pareciera que volará en pedazos.

Si al leer este libro analizas que a ti no te ha tocado vivir ninguna crisis, aquí encontrarás la clave para prepararte para enfrentar una visita futura de una situación inesperada. O si estás atravesando por la peor de las crisis, aquí encontrarás el alivio y apoyo para levantárte y seguir adelante.

La pregunta más importante de esta hora es: ¿Cómo enfrentaremos esta grave situación? El libro que tienes en tus manos te brinda la única llave que existe para abrir la puerta de la solución. Advierto que el uso de la misma es exclusivamente individual. Búsquela en este libro y lea como otros la encontraron para enfrentar la mayor crisis de todas.

Capítulo 1

Muerto antes de nacer

Vivía en uno de los muchos barrios de San Sebastián, Puerto Rico. Tenía veintidós años de edad y me encantaba estudiar. Ya estaba cursando mi cuarto año de universidad y me preparaba para casarme. Pero, por esas cosas de la vida, una noche salí con mi novio, y pasó lo que no debió haber ocurrido. No transcurrió mucho tiempo y comencé a notar que mi vientre estaba creciendo. Preocupada, empecé a buscar opiniones sobre lo que debía hacer con mi embarazo. ¡Nunca imaginé el precio que debí pagar por seguir los consejos de quienes, según creía, estaban interesados en mi bienestar!

Primero fui a un médico, quien me aconsejó abortar. Luego acudí a una amiga, y ésta también me aconsejó que me deshiciera del bebé. Una profesora me dijo que no permitiera que el problema tronchara mi carrera profesional. Poco después, un amigo de mi novio me preguntó, y al saber la noticia, respondió:-«Tienes que escoger entre tu profesión y el bebé. Esa decisión la tomas tú.» Por último, otra amiga me llevó a un centro espiritista, y en la bola de cristal me fue revelado lo que debía hacer: ¡Abortar lo más pronto posible!

El tiempo trascurrió sin estar segura qué decisión tomar con respecto a mi bebé, que ya para ese entonces tenía un mes y una semana de haber sido engendrado. -«¿Qué hago?» -me preguntaba constantemente a mi misma y presa de la incertidumbre, me echaba a llorar. Un mes y tres semanas más tarde, angustiada por mi cada vez más complicada situación, decidí comentarle a una de mis compañeras de estudio lo que me estaba pasando. Como resultado de esa conversación, tomé la triste decisión de abortar a mi hijito.

Sin pensarlo más, fui al médico. Le comuniqué al galeno que luego del procedimiento, deseaba llevarme al abortivo en un frasco de cristal, para conservarlo conmigo. Éste accedió. Entonces aborté.

Todo sucedió sin que nadie lo supiera. Sin embargo, una cosa era cierta: llevaba en mi conciencia un aborto y la evidencia del crimen en mi bolso. A veces pasaba hasta una semana sin que me acordara del bebé. Pero de vez en cuando, el recuerdo de la pérdida voluntaria de mi criatura me abrumaba de repente. Iba y abría el bolso en el que lo ocultaba… Con mucho cuidado sacaba el frasco, lo miraba, lo besaba y lo regresaba otra vez a su lugar. Esa conducta se repitió cada vez con mayor frecuencia. Así los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años.

No mucho tiempo después, me gradué de Ciencias Forenses. Por fin el día tan esperado había llegado. ¡Mi anhelada graduación! Sin embargo, no lo pasé tan feliz como esperaba, pues me mantuve pensando mucho en mi bebé. Al llegar la noche, y sin cruzar más que unas cuantas palabras con mis padres, se encerré en mi dormitorio. Estaba muy deprimida. Ni mi mamá, ni papá se enteraron de la razón. Para mis adentros me cuestionaba mucho sobre mi situación y analizaba amargamente la ironía de haber estudiado algo que se relacionaba a mi experiencia: La muerte, el asesinato, el fin de la vida. La profesión y mi vivencia, ¡casi se rompía mi cabeza! Todo lo complicaba el hecho de que llevaba al infortunado en un frasco. Mi existencia se hacía cada vez más insufrible. -«¡No hay paz en ningún lugar de la tierra!»- pensé.

El día de mi boda se acercaba a pasos agigantados. Y mientras hacía los preparativos, casi deliraba pensando sobre cómo podría regresar al bebé a mi vientre y darle vida, sin percatarme que la herida emocional que llevaba estaba amenazando mi equilibrio psicológico.

Llegó el tan esperado día. ¡Todo estaba listo! Aun así conservaba mi fatídico secreto en lo más recóndito de mi memoria, donde nadie tenía acceso. Hasta mi propio novio desconocía el dolor que atravesaba mi corazón, y que lo conservaba en un frasco. Gracias a Dios, la alegría de ese día tan especial no fue eclipsada por ningún recuerdo nebuloso. En ese día, aunque cargado del afán característico de las bodas, todo era bello y hermoso para mí. También mis familiares estaban muy felices, así como los de mi esposo.

La luna de miel transcurrió sin contratiempo alguno, salvo que el recuerdo de mi bebé encerrado en la tumba líquida, acudía ocasionalmente a mi memoria. Ya en el hogar, tan pronto regresamos, lo primero que hice fue buscar mi