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Mysore: Helena Brandywine, #8
Mysore: Helena Brandywine, #8
Mysore: Helena Brandywine, #8
Ebook192 pages2 hours

Mysore: Helena Brandywine, #8

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About this ebook

Una joven mujer busca a su familia en un mágico 1899 en California.

¿La verdad te liberará?

La verdad sólo le ha traído miseria a Helena. Su viaje a China y su cita con el fin del mundo se han puesto en espera.

Ser disparado desde el cielo tiende a poner un freno a los planes de una mujer.

Antes de que ella pueda considerar viajar hacia el Lejano Este, necesita entregar un huevo de dragón al país de Mysore.

¿Qué es peor? ¿Desierto o pantano?

Lee Mysore, octavo libro en la serie de Helena Brandywine.

LanguageEspañol
PublisherBadPress
Release dateApr 14, 2021
ISBN9781071596791
Mysore: Helena Brandywine, #8

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    Mysore - Greg Alldredge

    CAPÍTULO 1

    Mientras la tripulación trabajaba en reparar el barco, Helena estudiaba. En menos de un día, hicieron un trabajo increíble rearmando el Leyenda. Gin y Rock trabajaron horas extra calentando y doblando el metal a su forma original, o tanto como si fuese posible doblarlo. Hoyos fueron parchados con paneles de sobra, y hasta la red de seguridad favorita de Helena fue colgada debajo del bauprés.

    El fuego que consumió el dirigible alemán ardía durante la noche y para la mañana se había consumido. El Capitán Cox envió dos tripulantes en busca de sobrevivientes pero no encontraron ninguno. Helena no estaba sorprendida, el hidrógeno en las bolsas de elevación explotaron en el impacto, ningún humano podría haberlo sobrevivido.

    Alexei y el barco ruso deberían estar repostando ahora. Si tenían suerte, el Leyenda debería estar reparado pronto, y todos podrían dirigirse hacia el Este tan pronto como regresaran. Los vientos secos del desierto deprimieron a Helena. La hicieron añorar las colinas verdes que rodeaban San Francisco.

    Helena aprendió que algunas Criaturas Legendarias podían... su madre, Colleen, lo llamaba caminando con el viento. Podían, casi instantáneamente, moverse ellos mismos y a otros a través del espacio. La idea parecía ridícula. Necesitaría discutirlo con el Señor Wizard y Rosa ni bien tuviese la oportunidad. Su madre describía su búsqueda de un hechizo que pudiera llevarla cuándo y dónde ella necesitara ir. La búsqueda la había llevado a Napa y a muchos magos cuestionables en el área de la bahía. Quizás así fue cómo y porqué desapareció de su estudio sin testigos.

    Eso golpeó aún más a Helena en su corazón. El modo en el que Colleen describía el hechizo, sonaba como lo que ella había hecho para viajar a La Tierra de los Inmortales. Quizás, por accidente, Helena había encontrado el secreto que su madre había estado buscando.

    Desafortunadamente, el diario de Colleen indicaba que quizás ambos, su madre y su padre, no habían estado estables, posiblemente dementes. Su madre temía que su padre perdiera el control de la realidad cuando descubrieran que el fin del mundo había sido predicado para el 1 de enero de 1900. Helena estaba preocupada de perder su sujeción a la realidad si creía que el fin estaba cerca. Necesitaba mantener la esperanza o caer en la profunda desesperación.

    Las investigaciones de su madre sobre antiguos hechizos arcanos probablemente hicieron que su cordura sufriera. De todas formas, para Helena estaba claro que ambos creían que el mundo iba a terminar en menos de dos meses. ¿Cómo podría vivir una persona con ese conocimiento? ¿Con quién podría compartir Helena esta revelación?

    Si sus padres ya habían escapado hacia el pasado, Helena dudaba que pudiera encontrarlos. Buscar por el mundo sonaba intrépido, buscar por todo el tiempo... odiaba usar la palabra, pero demente fue lo que le vino a la cabeza. Necesitaba una brújula de padres que apuntara la dirección correcta.

    Si sus padres habían viajado al pasado y salvado el futuro, Helena podría incluso saberlo antes de enero de 1900. ¿Le llegaría una señal de la prehistoria? Viajar en el tiempo le hacía doler la cabeza, peor que la magia. Los puntos en su cuero cabelludo aún palpitaban.

    La única oportunidad era que hubiesen viajado a alguna ubicación remota y aún lucharan por construir la máquina del tiempo y reunir el poder necesario para hacerla funcionar. Helena quizás podría unirse a ellos o intentar detenerlos. Su madre tenía el miedo constante de que el padre de Helena, Aiden, de alguna manera volviera en el tiempo y causara una destrucción total del tiempo con su intromisión. Otra vez, los viajes en el tiempo le hacían palpitar la cabeza aún más.

    Dos de las cuatro lágrimas del Dragón habían sido localizadas y guardadas de forma segura con las Hadas encima, más por casualidad que por cualquier habilidad. No tenían pistas sobre las dos restantes. Nunca las encontrarían si no podían reparar el barco y dejar este lugar desolado. Como le gustaba recordarle Doyle, el tiempo era corto.

    Mientras Helena tomaba notas en su propio diario, su concentración fue interrumpida por un suave golpe en la puerta. Cerró sus libros y escondió su colgante brillante de nuevo seguro alrededor de su cuello.

    Pasa, dijo suavemente hacia la puerta.

    La condesa rusa Ludmila Stroganov entró, cerrando la puerta detrás de ella. Algo está mal. Necesito que vengas conmigo

    Críptica como siempre. Había perdido el velo y se veía radiante, como antes. Probablemente había pasado la noche reparando el retrato que la contenía a ella y a su hermano Alexei cuando eran chicos. Le dijo a Helena que ambos habían nacido a finales del 1700, si es que podía creerle a la mujer que los había hecho de más de cien años de edad.

    Helena movió su brazo alrededor de la mesa de trabajo cubierta por libros. Lo siento, estoy en el medio de algo. ¿Podrías contarme?

    La impaciencia de Ludmila crecía mientras hablaban. Sería más fávil mostrarte... Estuve trabajando muchas horas reparando el retrato, pero no importa qué haga para arreglar a Alexei, aparecen nuevos daños. Se está haciendo viejo frente a mis ojos.

    Helena se paró y avanzó hacia Ludmila. lo siento, mi mente está en otro lado. Ven, muéstrame el problema, y decidiremos cómo arreglarlo.

    Ludmila guió el camino con Helena en sus tacones. La joven americana nunca había visto cómo funcionaba la magia de la pintura y se interesó por sus detalles finos.

    La habitación de La Rusa estaba a sólo un par de puertas de la habitación de Helena, lo que hizo que el viaje fuera corto. Dentro, la pintura en cuestión permanecía en un caballete con pinturas en una paleta al lado. Una lámpara de aceite cercana dio luz a la escena. El cuadro tenuemente iluminado parecía naturaleza muerta pintada por expertos.

    Mira esta cara. Ludmila se acercó y apuntó a la semejanza de su hermano.

    Se ve viejo... gris y quemado por el sol. ¿Puedes mantenerlo vivo? Helena estaba sorprendida por la diferencia entre los dos hermanos. Hermano y hermana, ambos de más de cien años de edad, pero la hermana parecía en sus veintes, mientras que su hermano en sus casi sesentas y envejeciendo frente a sus ojos.

    Haré lo posible. Si el sol está haciéndole daño, debería disminuir cuando anochezca. Si es algo más...

    Ludmila no necesitó terminar la frase, Helena sabía que si de alguna manera había sido capturado o algo peor, no habría manera de saber por cuánto tiempo más continuaría el daño. Alexei podría no morir nunca si Ludmila seguía reparando los daños de la pintura.

    Traeré a Doyle y a algunos otros. Nos pondremos en marcha de inmediato. Helena partió hacia la puerta. Tenía poco tiempo que perder.

    Gertrude necesitaría quedarse atrás y cuidar a Deidre. La tía de Helena no se había recuperado del shock por tocar las sombras guardianas de las catacumbas bajo Acre. Temía que su tía no recuperara la conciencia nunca, el daño era demasiado para su cuerpo. Recordar las moscas le dio escalofríos a Helena. Esa era la primera vez que el precio de la magia era más alto de lo que esperaba.

    Ahora necesitaba enfocarse en encontrar a Alexei. Helena no estaba segura de qué había pasado. El dirigible ruso debía ir delante de ellos y repostar en el puerto de Aqaba. La ruta debería haber estado limpia, sin obstáculos para llegar al puerto... a no ser que los alemanes de alguna manera supieran lo que había pasado. Si se corriera la voz de la batalla del dirigible, podrían estar en grave peligro. Sería suficientemente malo tener a los alemanes tratando de matar el Leyenda, si los otomanos estuviesen involucrados ahora, podrían no salir vivos del país.

    Demasiados tripulantes eran necesarios para las reparaciones. Si no fuera por esta excursión, todas las manos seguirían trabajando. Eso dejaba a Helena, Doyle y Phoebe como el equipo de búsqueda. Krushna podría haber venido también, pero se negó a abandonar su huevo de dragón. Helena estaba sorprendida de haber dejado su camarote en Acre. No pensó que eso sucedería hasta haber llegado a Mysore.

    Ni la bicicleta de vapor ni Bessie fueron hechos para viajes todoterrenos. Los ciento veinte kilómetros a Aqaba podrían tomar sólo unos minutos en dirigible o podría tomar un día por tierra. Con suerte, ellos no necesitarían viajar tan lejos.

    Insegura de la situación que podrían encontrarse y de la duración del viaje, la espalda de Bassie estaba llena de agua y comida. Cada persona llevaba una pistola larga modificada, cargada con perdigones que contenían gases de hada concentrados. Cuando estaba en Placerville, Helena había sido testigo de lo que el gas podía hacer a la mente. Ahora Rosa había destilado el vapor convirtiéndolo en un líquido y había creado ampollas que eran disparadas con una pistola larga de baja potencia. Los efectos no habían sido completamente comprobados, pero las armas le daban al grupo una alternativa no letal.

    Helena aún lloraba por la pérdida de la espada de su madre. No era su única conexión con Colleen, pero como el primer regalo de Sigmund, el bastón representaba todo lo que había perdido. El entrenamiento en La Tierra de los Inmortales había incrementado su habilidad mientras empuñaba los machetes gemelos, tal como Sigmund le había enseñado. Los tres rescatistas llevaban más armas de las que podrían necesitar, pero Helena aprendió que rara vez la gente quería discutir sus diferencias de manera razonable. Era más probable que le dispararan antes de hablar.

    Con horas restantes de luz del día, el trío dejó el Leyenda y se encaminaron lentamente hacia el sur. Doyle tomó la delantera en la bicicleta de vapor. Más maniobrable, podía buscar la mejor ruta para ir hacia el sur. La primera tarea era tratar de salir del surco del río seco donde el Leyenda había quedado estancado.

    Helena estudió las cintas de color que decoraban las paredes de arenisca roja. Vio poca vegetación, maleza sana y aún menos vida animal. Era un lugar desolado para vivir. Estaba segura de que cualquier persona que sobreviviera allí, debía ser resistente a lo extremo.

    A menos de un kilómetro y medio del Leyenda, Doyle regresó en el ciclo, deteniéndose a su lado. Más adelante hay una ruta. Recorre el norte y el sur. Se ve bastante usada y vieja.

    Nos arriesgaremos. Toma el ciclo y adelántate. Seguiremos la ruta en cuanto la encontremos.

    Con sus manos llenas de controles de bicicleta, no pudo saludar sino asentir con la cabeza antes de marcharse, mientras la bicicleta levantaba piedras.

    Helena sabía que el ruso Kampfhund no necesitaba seguir caminos, pero los vehículos sí. Si no hubiesen perdido las mochilas propulsoras en Rhodes, podrían haberlas usado, pero ahora los otomanos en el castillo las tenían. Helena dudaba que las devolvieran, sin importar cuán amablemente se las pidiera.

    Dos curvas más en el cañón y llegaron a la ruta. Doyle tenía razón al decir que era vieja. Al observar las piedras incrustadas intrincadas Helena asumió que era un camino romano. Alguien la había estado manteniendo y dejándola limpia de arena. Yendo del norte hacia el sur, el camino debería llevarlos directamente a Aqaba. Ella pudo aumentar la velocidad. Al pasar las primeras columnas dóricas medio de pie confirmó su sospecha de que era un camino romano.

    Llegaron a una intersección en el camino y Doyle estaba sentado a horcajadas sobre la bicicleta, esperando. Su bicicleta estaba en el centro. Cubrió sus ojos con su mano mientras escrudiñaba el valle al que se dirigía la ruta lateral.

    Helena redujo la velocidad hasta detenerse junto a él. ¿Encontraste algo? preguntó Helena.

    Doyle tomó otro trago de agua antes de negar con su cabeza. Sólo este camino. No quería irme por las rutas laterales sin hablar con ustedes. Señaló el camino en el que estaban parados. Este camino pasa cerca de donde estuvimos antes de que los alemanes atacaran, pero no tenemos manera de saber si los rusos siguieron por la ruta original o se desviaron después del ataque. En teoría, podrían haber aterrizado en uno de esos valles, y nosotros nunca lo sabríamos.

    "No estamos tan lejos del Leyenda. Si ocurre algún ataque o algún choque, creo que el sonido habría invadido esos cañones. Lo que sea que haya sucedido, creo que tuvo que haber sido más al sur. Si para cuando lleguemos a Aqaba, no encontramos nada, regresaremos y buscaremos alguna de estas rutas laterales. Odio decir esto, pero existe la posibilidad de que nunca encontremos el barco si se estrelló, no a menos que el Leyenda esté en vuelo y podamos buscar desde el aire".

    Entonces seguiré avanzando hacia el sur. Me detendré de nuevo en una hora aproximadamente. O, si encuentro algo, volveré a buscarlos. Doyle bajó sus gafas y encendió la caldera. Colgó la bolsa de agua del manubrio y avanzó hacia el sur cuando consiguió una bocanada de vapor.

    Helena necesitó un descanso del desgarrador viaje. El set de descanso, caminó hacia el frente de Bessie, donde la bolsa de agua yacía colgada del lado del conductor del manubrio.

    Phoebe preguntó ¿crees que se estrellaron?

    No entiendo de qué otra manera Alexei podría haberse separado del barco. No sabemos qué fuerzas están buscando nuestros barcos. No puede haber tantas naves en esta área. Los alemanes ya demostraron ser capaces de disparar primero. Helena le dio el agua a Phoebe. ¿Tú qué piensas?.

    La joven mujer china tomó un trago. Cuando Gertrude cayó por el costado, sabía que estaba viva, pero... no siento nada con respecto al destino de Alexei. Quizás eso sea diferente. Siento una conexión con ella que no siento con el conde.

    "De cualquier forma, él estaba vivo cuando partió del Leyenda".

    Phoebe le devolvió el agua. ¿Cómo puedes estar tan segura?

    Helena no sabía si alguien más de la tripulación conocía la esencia de la

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