Historia de la Iglesia: Una guía fascinante sobre la historia de la Iglesia cristiana, incluidos los eventos de las cruzadas, los viajes misioneros de Pablo, la conversión de Constantino y mucho más

© Copyright 2021

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida de ninguna forma sin el permiso escrito del autor. Los revisores pueden citar breves pasajes en las reseñas.

Descargo de responsabilidad: Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida de ninguna forma o por ningún medio, mecánico o electrónico, incluyendo fotocopias o grabaciones, o por ningún sistema de almacenamiento y recuperación de información, o transmitida por correo electrónico sin permiso escrito del editor.

Si bien se ha hecho todo lo posible por verificar la información proporcionada en esta publicación, ni el autor ni el editor asumen responsabilidad alguna por los errores, omisiones o interpretaciones contrarias al tema aquí tratado.

Este libro es solo para fines de entretenimiento. Las opiniones expresadas son únicamente las del autor y no deben tomarse como instrucciones u órdenes de expertos. El lector es responsable de sus propias acciones.

La adhesión a todas las leyes y regulaciones aplicables, incluyendo las leyes internacionales, federales, estatales y locales que rigen la concesión de licencias profesionales, las prácticas comerciales, la publicidad y todos los demás aspectos de la realización de negocios en los EE. UU., Canadá, Reino Unido o cualquier otra jurisdicción es responsabilidad exclusiva del comprador o del lector.

Ni el autor ni el editor asumen responsabilidad alguna en nombre del comprador o lector de estos materiales. Cualquier desaire percibido de cualquier individuo u organización es puramente involuntario.

Introducción

La historia de la Iglesia cristiana es un relato complejo de disputas teológicas, controversias litúrgicas sobre la forma de adoración e intrigas organizativas. Es la historia de la evolución del pensamiento, las prácticas de adoración y la formación de instituciones dirigidas a preservar, difundir e interpretar las enseñanzas de Jesucristo, sus seguidores y los textos judíos que pronosticaban la aparición del Mesías cristiano.

La Iglesia cristiana evolucionó desde su forma desorganizada temprana hasta convertirse en una institución social altamente estructurada. Creó un pilar para la civilización en torno al cual se establecieron las normas sociales. Se convirtió en la institución principal que enmarcó las interacciones humanas estableciendo el calendario para las actividades y festividades para finalmente situarse en la cúspide de las obligaciones de una clase social con otra. La Iglesia nunca fue estática. Incluso en el apogeo de su poder, no era un monolito eclesiástico ni una fuerza singular en la evolución de la cultura del mundo secular. Desde el principio, las diferentes prácticas y las diferentes interpretaciones de las Sagradas Escrituras dieron lugar a creencias distintas, que a menudo condujeron a cismas. La continua fractura de la institución de la Iglesia cristiana a lo largo de su historia se debe tanto a la propensión humana de obtener poder como a aspectos más finos de los conceptos teológicos con respecto a la vida histórica de Cristo, la Trinidad y los propósitos de Dios. 

La historia de la Iglesia cristiana es una serie enrevesada y aparentemente perpetua de diálogos, discursos y disputas entre los fieles, que a menudo acabaron en serias y a menudo violentas disputas sobre el significado de cada término en lo que uno podría suponer que era la definición directa del cristianismo, una religión basada en la persona y las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Esta disputa sobre asuntos teológicos, particularmente sobre lo que Cristo dijo y cómo debía entenderse, ha evolucionado conjuntamente con la sociedad. Por lo tanto, las prácticas y creencias religiosas en el Imperio romano son distintas, por ejemplo, de las de la santería cubana moderna, una fusión de prácticas católicas y creencias populares africanas, o la austera Iglesia protestante holandesa del siglo XVII. De hecho, son tan diferentes que a menudo es difícil aceptar que provienen de la misma religión.

A lo largo de la historia del cristianismo, las formas y los medios de transmitir las palabras de Cristo, el hijo de Dios, han evolucionado y cambiado para satisfacer las necesidades de sociedades y culturas dispares, desde las de los campesinos del Cercano Oriente hasta las de las de los caballeros y reyes de la Europa medieval. La transformación de la Iglesia cristiana continúa hasta hoy, donde las formas regionales claramente diferenciadas de adoración y comprensión de lo divino incluyen muchas sectas evangélicas distintas. Entre ellas se encuentran algunas en los que los preceptos y las formas de adoración combinan desde religiones tribales o locales tradicionales a formas indígenas de gobierno. El mosaico de prácticas entre las innumerables sectas cristianas es el resultado de la divergencia de la comprensión de los textos divinos y de otro tipo que guían a los practicantes de una vida cristiana.

Desde su primera aparición entre los apóstoles de Jesucristo en el sigloI a. C. el número de adherentes a la nueva religión ha crecido exponencialmente. San Pablo (ca 5 a 10 d. C. – ca. 58-64 d. C), un misionero notable, se había convertido del judaísmo al cristianismo alrededor del año 33 d. C. En ese tiempo la Iglesia cristiana se había extendido desde Jerusalén a Asia Menor, Grecia y Roma. Al convertirse en una religión interregional en un mundo no homogéneo, el creciente número de congregaciones cristianas combinó las tradiciones religiosas paganas locales con sus conceptos de Cristo, el hijo de Dios, con sus prácticas de adoración a un solo dios. Esto presentó problemas y surgieron preguntas entre aquellos que se convirtieron de las creencias paganas politeístas al monoteísmo del cristianismo. En sus cartas a comunidades cristianas distantes, san Pablo trató de responder a las preguntas de los feligreses para alinearlos con el mensaje de Cristo como Pablo mismo lo entendió.

El cristianismo, al igual que su precursor, el judaísmo monoteísta, comenzó como una religión de un libro. Así lo evidencia el prólogo del Evangelio, que se atribuye a Juan el apóstol de Cristo: «En el principio era el verbo, y el verbo estaba con Dios, y el verbo era Dios». Por lo tanto, Logos, o la palabra es un concepto relacionado con Jesucristo. Al principio, se trataba de una colección de historias orales que relataban la vida de Cristo. Finalmente fueron editadas y difundidas gracias a la escritura. Por ejemplo, ahora se cree que el Evangelio de Mateo fue compuesto a finales del siglo I d. C., y su atribución al apóstol Mateo es rechazada por los eruditos bíblicos modernos. Del mismo modo, se cree que el Evangelio de Marcos fue escrito alrededor del año 70 d. C. por un autor que se basa en una serie de historias orales. Debido a que los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan se conservaron solo en copias posteriores, no estaban disponibles como textos canónicos para las primeras iglesias cristianas. Esto llevó al surgimiento de variaciones regionales en la comprensión de la vida y la naturaleza de Jesucristo.

Antes de que la Iglesia cristiana fuera aceptada por el emperador romano como una religión legítima y exenta de persecución, las diferencias en la teología y en la adoración eran comunes, y continuaron siendo omnipresentes a lo largo de toda la historia del cristianismo.

Capítulo 1 – La era apostólica y el cristianismo preniceno

La única religión organizada y la única que era interregional en el Imperio romano era el judaísmo. Esta fe monoteísta sobrevivió y creció lentamente en medio de un mundo dominado por el paganismo. La versión romana del paganismo era una religión sancionada por el Estado que se practicaba inconsistentemente de una región a otra. La población creaba dioses que estaban determinados por la tradición local. Incluían todas las formas de deidad, desde los doce dioses olímpicos de la antigua Grecia hasta los dioses griegos menores, desde las deidades persas y egipcias hasta los dioses domésticos romanos únicos. El judaísmo sobrevivió en este mundo más o menos caótico del paganismo porque generalmente era tratado como benigno por los emperadores romanos y los gobernadores regionales. Era raro que los emperadores hicieran el tipo de movimiento contundente contra los judíos como lo hizo Tito cuando saqueó y luego destruyó el Templo de Jerusalén en el año 70 d. C.

En las décadas posteriores a la crucifixión de Cristo, su entierro y su ascensión al cielo, sus seguidores, los apóstoles, alentaron a grupos de cristianos a rezar juntos en hogares y cementerios. Los cristianos transmitieron la palabra de Dios y el mensaje de su hijo terrenal a familias, amigos y vecinos. Esto ocurrió por primera vez en Jerusalén, donde los discípulos se reunieron después de establecer congregaciones cristianas rudimentarias en Galilea, ya que aquí fue donde Cristo pasó la mayor parte de su vida predicando. El objetivo era convencer a los judíos de que el Mesías había aparecido en la forma humana de Jesucristo. Esta figura había sido anticipada durante mucho tiempo por profetas y sus palabras se conservaron en lo que para los cristianos se conoció como el Antiguo Testamento. Los judíos estaban preparados para la conversión a la nueva fe cristiana porque, en esencia, el judaísmo era una religión apocalíptica. Es decir, se centró en la eventual revelación de verdades divinas que fueron los precursores necesarios del fin de los tiempos. Poco después de llevar el mensaje de que el