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Pedagogía de la verdad y la razón. Los límites del Relativismo.

Aldeafuente, 16 de enero de 2009


Esquema/resumen:
Introducción. El lema que dice: Enséñale a navegar, muestra una estrategia educativa.
Para aprender a navegar en sentido estricto se necesita conocer al menos: Tecnología
naval, maniobras, seguridad en el mar, navegación, meteorología, comunicaciones,
propulsión dinámicas, reglamentos y señales, y prácticas de seguridad y navegación.
Además de tener un amigo que tenga un barco, una Brujula, carta de navegación, y
saber leer las estrellas en el caso que falle el GPS. En suma, la obtención del Título de
patrón de embarcación de recreo exige esfuerzo y tiempo, como cualquier actividad
humana. Enseñar a navegar a nuestros hijos por la mar procelosa de la Sociedad del
conocimiento y la información requiere reflexionar acerca del conocimiento, y cuando
el programa de formación considere la importancia de los valores sustantivos,
esenciales, se debe aprender: La Pedagogía de la verdad y la razón. La verdad es la
carta de navegación, y la brújula la razón universal humana.

Propósito: La finalidad que me propongo es solamente despertar la inquietud, crear la


necesidad de que los padres, sea cual sea su profesión, deben reflexionar acerca de la
verdad y los límites del relativismo. Mi ofrecimiento es de ayuda, ofrecerme como
coachig desde ahora y en el futuro. En el entorno empresarial y personal se conoce por
coaching al proceso interactivo y transparente mediante el cual el coach o entrenador y
la persona o grupo implicados en dicho proceso buscan el camino más eficaz para
alcanzar los objetivos fijados usando sus propios recursos y habilidades. Hoy nosotros
iniciamos esta tarea de la búsqueda de la verdad, que además debe hacerse en conjunto,
en equipo, como los marinos hacen en la mar. Necesitamos la ayuda, y dedicar tiempo,
volver al “entrenamiento” algunos días más, como, por ejemplo, en el aprendizaje del
juego corto en el golf, que no se alcanza el dominio de lo aprendido en unas horas.

La verdad y la realidad. El ser humano busca la verdad. Pero el impulso hacia la


búsqueda de la realidad y la verdad no significa que esté determinado el objeto
conclusivo de la búsqueda. El camino es áspero y a veces difícil, pero merece la pena el
esfuerzo y el tiempo, más que el dedicado para ser handicap 5 en el juego del golf. ¿Por
qué es necesario el aprendizaje de la pedagogía de la verdad y la razón? La felicidad es
el fin de la educación; la felicidad esta relacionada con el conocimiento del bien y la
verdad, y de éstos surge, como en un manantial, el amor. El aprendizaje ayuda a roturar,
a reconocer el camino, con seguridad, la senda alegre de la vida, y evita “salirse de la
calle”, lo que facilita el progreso de una vida plena, como en el juego del golf.

Una cuestión de estratégica educativa que deben tener presente los educadores, padres o
profesores, no llevar la verdad como “posesión”, la verdad está ahí ante nosotros para
ser conocida. Demasiada rapidez e imprudencia en la pretensión de la verdad, hace que
uno se instale demasiado pronto tranquilo y relajado, y no solo puede, en este supuesto,
uno volverse despótico sino etiquetar con demasiada facilidad que es verdad algo que,
en realidad, es secundario y pasajero. Cuando suprimimos la verdad, por propia
definición, lo que queda es decisión nuestra, por tanto una acción arbitraria. La verdad,
sin embargo, es la adecuación del entendimiento con las cosas, no la adecuación del
entendimiento con los objetos, que sería solo la propia representación mental. La verdad
no es una construcción social, la verdad no se inventa, se descubre. La verdad es
hallazgo, no “creación” arbitraria. La verdad salvaguarda el camino, que diferencia

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entre la senda del bien y el mal. Las verdades pueden ser naturales, aquellas que se
alcanzan por el ejercicio de la racionalidad, como por ejemplo, la existencia de Dios, y,
para los creyentes, además las verdades sobrenaturales. Las verdades naturales han de
ser coherentes con las verdades sobrenaturales. La razón universal que todas las
personas tienen impulsa: el deseo de creer lo que se sabe, y saber lo que se cree.

¿Qué es el bien, cual es la senda de la verdad, que “herramientas” pueden utilizarse? El


conocimiento de las verdades naturales ya nos sitúa en la senda del bien y la verdad.
Una verdad natural: haz a los demás lo que quieras que hagan contigo. La razón
universal que es la reflexión lógica, y que todos los hombres y mujeres tienen, nos
ayuda y nos permite a las personas corrientes aprender los principios primarios de la
lógica que son, a su vez, la ayuda, las “herramientas” metodológicas en la búsqueda del
bien y de la verdad.

Los principios del conocimiento lógico, que son “herramientas” útiles para orientar
nuestra reflexión son, entre otros, los siguientes: a) El principio de causalidad: Todo lo
que se mueve se mueve por otro; b) El principio de identidad: toda cosa es igual a sí
misma; c) Principio de no contradicción: una cosa y su contraria no pueden ser
simultáneamente ciertas, una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, bajo el
mismo aspecto, por ejemplo, no es posible que en un mismo instante llueva y no llueva
(en el mismo lugar); d) Principio de razón suficiente: no se produce ningún hecho sin
que haya una razón suficiente para que sea así y no de otro modo. Los eventos azarosos
o contingentes parecen tales porque no disponemos de un conocimiento acabado de las
causas que lo motivaron, el ejemplo clásico, “Cesar pasó el Rubicón”, significa que
tendría alguna razón cuando lo hizo; e) El principio de tercero excluido: una
proposición puede ser cierta o falsa, no hay más posibilidades. Entre dos proposiciones
que juntas forman una contradicción no hay tercera posibilidad, la tercera está excluida.

La Sociedad del Conocimiento y la información en la que vivimos, es hija de la


Modernidad. Tiene dos “caras” como el dios latino Jano, que aparece en la iconografía
sentando en actitud bifronte. Una cara de la modernidad, de la Sociedad del
Conocimiento, mira hacia el “mundo interior” y otra hacia el “mundo exterior físico”.
Estas dos “caras” han trabajado con dos “cajas de herramientas” qu son
respectivamente: el empirismo- positivismo, y, por el otro lado, el racionalismo-
idealismo.

Descartes inaugura la cara del racionalismo al anteponer el pensar al ser, primero es la


duda radical metódica, después constitutiva, se podría decir en términos coloquiales
que el pensamiento es la madre del ser, las cosas serían lo que yo pienso que son (esta
actitud de anteponer el pensar al ser recibe el nombre de inmanentismo, que es una de
las raíces del relativismo actual). Este impacto del conocimiento y la información en
nosotros, en nuestros hijos, en nuestros alumnos, ha ido permeabilizando durante varios
siglos a grupos reducidos de intelectuales, y hoy a todos nuestros ambientes, por obra de
los medios de comunicación e información, y gran parte del arte, que como siempre
“bebe” de la cultura dominante. Los padres y educadores, llegados a este punto,
deberíamos recordar el principio de no contradicción, frente al principio inmanente que
afirma, por propia definición, posiciones contradictorias, tantas cuantos individuos o
grupos sociales se pronuncien acerca de la realidad. Si mi pensamiento construye la
realidad, habrá tantas realidades cuantos individuos o grupos, por lo que muchas dichas
propuestas, por probabilidad, pueden ser contradictorias. Por ejemplo, no puede ser que

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llueva y no llueva en un instante en un lugar concreto. Si desaparecen las referencias
objetivas, universales, sin criterios estables hacia la realidad y la verdad, resultaría
difícil diferenciar entre: mujer y varón, verdugo y victima, heroísmo y crimen, ley justa
y violencia arbitraria, victoria y derrota, razón y locura, arte y payasada, conocimiento e
ignorancia, etc.
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La Modernidad, hemos de recordarlo, no obstante lo dicho, introduce reformas muy
valiosas, por ejemplo: El Estado de derecho, la división de poderes. La perspectiva de
inmanencia gnoseológica que hemos descrito, cuando se relaciona y se entrelaza con la
noción de evolucionismo radical, es decir de humanismo materialista, por propia
posición epistemológica, acaba definiendo la felicidad solo como bienestar. A partir de
ese momento, el bienestar material, solo puede ser suministrado por el placer, que
exigirá, al ser considerado meta última, cada vez mayores dosis para calmar la ansiedad,
y finalmente se llegará, como manifiesta la experiencia, a la adición que esclaviza. La
corriente de pensamiento del racionalismo moderno, y el idealismo que es “hijo
intelectual” natural, llegará a la negación de la posibilidad del conocimiento del
“mundo exterior”, de las cosas en si,(por un prejuicio kantiano acerca de la
percepción), que ocurren en nuestro entorno. Se considera, a partir de Kant, que la
percepción nunca es de las cosas, la intuición empírica no es inmediata y directa sino
fenoménica. Posición que refuerza el inmanentismo gnoseológico inaugurado por
Descartes. En la práctica esta voladura de la realidad del “mundo exterior”, esa
clausura arbitraria, lo es de la realidad, del puente que conduce al conocimiento del
cosmos, y, por tanto, se cierra con siete llaves, la senda que permite al ser humano el
conocimiento de la verdad. La verdad sin realidad sería algo solo abstracto, pura
fantasía.

El inmanentismo moderno, causa del relativismo: caracterización y consecuencias.


Consecuencia de la actitud que supone el anteponer el pensar, el pensamiento, al ser, a
las cosas, se construye, lo que podríamos denominar: “El castillo del yo individual”. Si
solo es posible el conocimiento del “mundo interior”, si solamente son reales mis
representaciones mentales de las cosas, mi reflexión se hace solo inmanente, se
ensimisma en los pensamientos subjetivos, como mucho incentivados por es ciertos
fenómenos. Y, además, si no hay naturalis communis, algo común en la naturaleza
humana, si todo está sometido a una evolución biológica, histórica y cultural radicales,
los únicos valores comunes, universales, serán materiales, pero no existen, por ejemplo,
los valores de la libertad y la justicia, los valores universales que canta Sófocles en
boca de Antigona, por propia posición epistemológica y de método. Salvo claro está,
aquellos valores que estén recogidos en las declaraciones, las constituciones, y las leyes,
pero todos estos serán objeto de revisión generacional o podrán serlo, por tanto no son
permanentes, ni universales en sentido estricto. Y no por tanto no es posible el
conocimiento de verdades objetivas. Si no hay trascendencia ontológica, naturaleza
humana común, no hay valores permanentes que constituyan el bien, este será relativo a
cada cultura y a los intereses del grupo humano. Recuerdo aquel chiste que decía:
¿Cuánto debe ser el salario mínimo?, y alguien respondía: ¿para pagarlo o para
cobrarlo? El pequeño problema es que el grupo humano puede considerar por consenso
cultural, esta es la única salida posible al inmanentismo, por ejemplo que la ablación del
clítoris un bien para las hijas, como ocurre de hecho en ciertas culturas del África
subsahariana.

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Habrá que decir, que desde la otra cara del Jano moderno, de la epistemología de la
modernidad, desde la orilla positivista, que propia y desarrolla la ciencia moderna, se
recuerda que la ley de la gravedad, por solo señalar un ejemplo, que aunque nosotros no
existiéramos, seguiría siendo real, es decir, los cuerpos abandonados en el espacio de la
atmósfera serían atraídos por la tierra.

La pedagogía de la verdad y la razón ha de hacer entender que los placeres son buenos,
por ejemplo, el vino, la comida, el sexo, la droga, etc., pero, éstos fuera del marco del
bien y la verdad, es decir, convertido el bienestar, el placer, en finalidad última, se
dinamizan factores negativos que configuran un círculo perverso, como hemos ya
señalado: mayores dosis, mayor ansiedad, mayores dosis, mayor ansiedad, adición,
esclavitud, mayores dosis.
La verdad, en el inmanentismo moderno, como mucho es coherencia: con el grupo de
sentencias que un ciudadano mantiene. También se suele entender como
constructivismo social: a través de procesos sociales, que se convierte también, por
propia definición del método, en circulo vicioso por contradictorio, ya que cada uno, en
términos de probabilidad, como hemos ya indicado: vive en un mundo de ideas, el
mundo es construido a través de ellas, negociación entre mundos de ideas, nuevas
situaciones y gentes, nueva negociación, mercado de ideas, y las nociones de “verdad”
redefinidas en forma de consenso, donde puede no haber nada objetivo, mejor ninguna
realidad objetiva, ningún bien para los ciudadanos. El consenso, por ejemplo, del
nacional socialismo alemán fue el exterminio de la raza semita en su dialéctica con la
raza aria. El consenso ciertamente evita el conflicto pero supone la “validez de
contexto”, de lo que ocurre en un contexto concreto, pero no la “validez de
justificación”, aquello que debería ocurrir en los grupos de animales racionales. En el
marco del inmanentismo, lo trascendente como mucho es lo extrasubjetivo, lo
supramundano. El inmanentismo es un humanismo radicalizado, y si tenemos en cuenta
la génesis material exclusiva del “homo sapiens”, sería antropocentrismo,
antihumanismo práctico o incluso teórico. La praxis moral no reconoce, bajo estos
supuestos, “referencias” sustantivas, esenciales. Por tanto no hay conceptos, acerca de la
realidad, sino ideas, representaciones mentales, fenómenos, por propia definición de la
posición epistemológica y de método. Se decreta el carácter subjetivo del espacio y el
tiempo. No es que no exista camino intelectual que conduzca a la ontología, por
ejemplo, al conocimiento racional de Dios, sino es que se sencillamente se ha cerrado,
se ha clausurado de forma arbitraria la posibilidad el conocimiento del “mundo
exterior”, donde anidan los indicios de los valores ontológicos, sustantivos, esenciales, y
los correspondientes al conocimiento racional de la existencia de Dios. No existe
camino intelectual que conduzca a la ontología de los valores, a la axiología de valores
permanentes, ni a Dios, no es que Dios no exista es que no se me “permite” pensar
acerca del camino racional propio de la intuición empírica e intelectual. El modernismo
recomienda, en lugar de la intuición empírica e intelectual, otro camino “mejor”, (como
el lobo a caperucita para ir a la casa de su abuela), el camino del sentimiento.
Olvidando que el sentimiento ya está tintado de conocimiento, y que si la razón
desaparece, se corre hacia los bienes sensibles, los placeres, que son lo inmediatamente
dado, su primer impulso.
La ciencia moderna. Por otra parte, la otra cara de Jano, la que corresponde a la ciencia
moderna, paradójicamente contraria a la anterior, aunque son “hermanas” de la
modernidad, solo considera real lo que puede ser sometido a control, contraste y
réplica. Por tanto la verdad, el bien, la libertad, la justicia, la solidaridad, en su

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significación universal, no serán objeto de su incumbencia, porque estos no pueden
traerse al laboratorio ni en una bandeja, ni en una caja, ni en una urna. La finalidad de
la ciencia es la explicación, por que ocurren los hechos físicos (establecer relaciones
entre variables). La razón, teniendo en cuenta el método propio y la finalidad, es
instrumental. El objeto de la investigación científica es el mundo físico, material, por
propia definición del método. Como las cosas no son siempre como parecen, se
considera necesario el control experimental. Ésta es la “herramienta” con la que trabaja
está “cara” del Jano de la modernidad. Indudablemente el papel de la ciencia moderna
es excelente en el mundo físico, pero tiene sus límites, por propia definición del método.
Habrá que decir, llegado a este punto, incluso que el arte junto con la ciencia es el
mayor don que Dios ha podido dar al género humano, junto, claro está, con la poesía.
La ciencia es la aventura maravillosa que Dios nos ha confiado, tanto a las mujeres
como los hombres, a los creyentes como a los agnósticos. La Revelación dice solo lo
que es esencial para vivir y para morir.

Las finalidades del diseño experimental son las siguientes: a) Maximizar la varianza
sistemática primaria. Esta varianza es la que se atribuye a los procedimientos, por
ejemplo, la varianza producida en un grupo de clase después de aplicar un método para
enseñar las Ciencias sociales durante un cierto tiempo. Maximizar esta varianza,
llamada sistemática primaria, en la práctica investigadora, aconseja introducir todos los
métodos conocidos (valores de la variable “métodos de las ciencias sociales) como
eficaces en la investigación, por ejemplo, si los métodos de enseñanza de las ciencias
sociales conocidos son el A, el B, el C, y el D, se deben incluir todos, para ver en ese
contexto concreto, en ese colegio concreto, con ese profesor, con esos alumnos, cual de
ellos resulta más interesante y estimula mejores resultados; b) Minimizar la varianza del
error. Trata, como su nombre indica, de conseguir que el error que siempre se introduce
en cualquier contraste, que sea el menor posible. Se consigue si se mejora las pruebas de
recogida de datos, y el grado de representatividad de los resultados obtenidos, la
muestra de alumnos, respecto de una población concreta; c) Controlar la varianza
sistemática secundaria. Esta finalidad es muy importante para el conocimiento
científico, ya que dicho control significa hacerlo de algunas “variables extrañas” que
puedan introducirse sin desearlo el investigador. Por ejemplo, un profesor está
comprobando que método de lectura resulta más eficaz con tres grupos homogéneos de
alumnos, grupos A, B, y C. En cada grupo, por ejemplo, hay 10 alumnos. Una variable
extraña puede ser el que los padres del grupo A están leyendo con sus hijos en casa, y el
profesor no lo sabe, por lo que atribuye el progreso de estos alumnos sólo al método A.
Si el conocimiento fuese sólo conocimiento científico, sería, por definición del método,
solo conocimiento de la realidad física, y la cultural si la entendemos como producto.
¿Qué consecuencias se derivan del inmanentismo y cientifismo modernos, que
configuran las sociedades modernas, como inciden dichas posiciones epistemológicas
en la pedagogía de la verdad y la razón?

La contradicción humana y la conciencia. La conciencia es la luz del alma, el faro del


alma. Pepito Grillo es el alma de Pinocho. La conciencia moderna, al anteponer el
pensar al ser, como hemos recordado, comete un error, ni el pensamiento ni la
conciencia pueden ser el fundamento del ser. Las cosas como la verdad son
independientemente de cómo las pensemos nosotros en un momento dado. La mala
conciencia es, contradiciendo a Nietzsche: Contravalor a todos los valores y valor a
todos los contravalores, es decir: si a las adiciones no a las virtudes. La formación de la
conciencia es adecuarla al conocimiento de la realidad del universo y del ser humano,

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para identificar correctamente el camino del bien y la verdad. Un error estratégico
pedagógico, político y social grave es: no reconocer la contradicción del corazón, y la
perturbación del universo, ya sea por la trasgresión personal o por el zar, y no reconocer
la tendencia humana natural hacia el mal, el reconocimiento de la naturaleza humana
herida. El deseo y poder, o el poder del deseo son las fuerzas negativas que actúan en
esta perturbación, lo que hace que exista tensión entre el hombre y la mujer, entre los
hermanos, entre los padres y los hijos, entre compañeros de trabajo, entre empresarios y
empleados, etc. Al restablecimiento del equilibrio ayuda, se hace necesaria la formación
de la conciencia, a través del conocimiento natural y sobrenatural. La soledad de la
conciencia, clausurada en el “Castillo del individualismo interior”, hace que se
obscurezca, que la persona moderna, en consecuencia, se encuentra desorientada, y más
tarde desolada, si además ha trasgredido de forma grave el camino del bien y la verdad,
que conduce a la felicidad, en diversos momentos críticos de la historia de su vida.

El problema del relativismo. El objetivismo dice: la verdad es independiente de las


personas o grupos que la piensan o formulan. Lo que no significa que las cosas sean
siempre como parecen, que sería la posición de un realismo ingenuo. Los antecedentes
que afirman lo contrario del objetivismo pueden situarse en Protágoras: el hombre es la
medida de todas las cosas. También puede considerarse antecedente Heráclito: Todo
fluye todo cambia. Okcán: lo real es lo particular, no hay naturaleza común. En suma,
algo más de una docena de personas 15 (Empiristas: Bacon, Lutero, Hobbes, Hume,
Locke, Berkeley y Hume; Racionalistas e idealistas: Ockán, Gassendi, Descartes,
Spinoza, Leibniz, Kant y Hegel, Marx) han desarrollado el fenomenismo del relativismo
al considerar de forma exclusiva la bondad de sus métodos respectivos: principalmente
método experimental y método dialéctico respectivamente. El relativismo afirma: la
verdad depende o está en relación con el sujeto, persona o grupo que la experimenta.
El relativismo mantiene que existen muchas verdades acerca de las cosas, tantas cuanta
personas creen tener conocimiento de ellas. Los principios de la lógica deben aplicarse
para rebatir dicha propuse, especialmente el principio de no contradicción. Las formas
de relativismo, que son derivadas, del relativismo gnoseológico, son: a) Relativismo
cognitivo: niega la verdad absoluta, por lo que no existe interés en buscarla. b)
Relativismo moral: niega la existencia de un bien objetivo, por lo que hay que borrar la
ética, la diferencia entre bien y mal es relativa); c) Relativismo cultural: no existe una
cultura mejor que otra, toda cultura tiene su propio criterio. El relativismo es
consecuencia, en cualquiera de sus formas, del inmanentismo moderno especialmente, y
a su vez el relativismo es la causa del agnosticismo, ya que grandes sectores filosóficos
y sociales se han quedado, hinchados como odres, en el supuesto: yo soy la medida de
todo. Han barrido los indicios racionales de la trascendencia y la existencia de Dios
que están en el “mundo exterior”, a pesar de que la cara científica de la modernidad
advierta que las leyes físicas se cumplen puntualmente en todos los sistemas inerciales
de referencia. Popper ya había advertido las consecuencias negativas que la dialéctica
hegeliana, al referirse al nacional socialismo. El escepticismo es un paso más: no es
posible conocer algún tipo de verdad. La clausura del conocimiento del “mundo
exterior” es la variable independiente.

Validez de contexto y justificación. La “validez de contexto” nos dice que ocurre en la


realidad, y en este sentido no falta razón a la descripción dialéctica, pero no dice lo que
debería o podría haber ocurrido, y desde luego, la “lucha de los contrarios” en sentido
estricto no solo no soluciona el problema sino que lo agrava. La verdad como
construcción social puede llegar a un nacionalismo radical, que considera el tiro en la

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nuca un acto patriótico, o a definirse una constitución integrista con metodología
democrática. La verdad establecida mediante la descripción dialéctica también es una
explicación insuficiente. La “verificación intersubjetiva” no garantiza ni la realidad, ni
la verdad ni la dignidad humana, por ejemplo, la lapidación por adulterio en los países
islámicos sería verificada de forma intersubjetiva.

¿Es posible un diálogo entre verdad, fe y razón? La pedagogía de la verdad y la razón


advierte que hay religiones que hacen la vida imposible a las personas, que no todas las
religiones, por tanto, son iguales. Que los cristianos también pueden caer en errores: la
quema de brujas es un dato histórico. Pero existen ejemplos admirables del diálogo
entre fe y razón, por ejemplo, en el judaísmo precristiano, que termino con la
destrucción de Jerusalén, año 70 d.C. El Helenismo con el Cristianismo también fue
otro ejemplo de convivencia pacifica. Pero en la modernidad se ha planteado el
problema de la necesidad de deshelenización del cristianismo, para ponerlo al día,
adaptándolo a la filosofía del racionalismo y el idealismo modernos. Tres oleadas
pueden identificarse en contra de la llamada “helenización del cristianismo”: a) La
Reforma del siglo XVI: despreocupación por la ontología, consecuencia del
inmanentismo moderno; b) la Teología liberal de los siglos XIX y XX: búsqueda de la
“armonía” con la razón moderna, que motivó la aparición del fundamentalismo, la
estricta literalidad, ante la aparición del evolucionismo, que hacia pensar que Dios
sobraba, y, c) irracionalismo y relativismo: el conocimiento es relativo al momento
biológico de la evolución, del momento histórico y el contexto cultural. El diálogo no
es posible, no solo con la verdad sino con ninguna verdad ontológica, dado que el
idealismo niega la premisa mayor: que es posible el conocimiento de la realidad del
“mundo exterior”, y por tanto la realidad del mismo, que es el puente de unión con la
verdad.

Conclusiones educativas: La pedagogía de la verdad y la razón defiende el realismo que


no sea ingenuo, es decir, que del hecho que las cosas sean siempre como parecen, no se
puede inferir que nunca lo sean. Se ha de reconocer la contradicción humana como
punto de partida del aprendizaje de la realidad humana. El respeto a la conciencia de los
demás, tiene la exigencia reciproca. La pedagogía de la verdad y la razón defiende con
ardor la cultura y su diversidad étnica y el derecho a la objeción de conciencia y de las
libertades de las conciencias, sin renunciar a la crítica de la libertad de conciencia
radical, que convierte al ser humano en un pequeño demiurgo. La secularización de la
sociedad moderna advierte de que: no pueden los creyentes imponer una cosmovisión a
los agnósticos, pero tampoco los agnósticos a los creyentes. Hemos de recuperar,
mediante una pedagogía activa, la confianza en la razón universal humana como
“herramienta” que permite conocer los valores sustantivos y esenciales, que son los
anclajes firmes de la vida, para encontrar y recorrer el camino de la verdad y el bien
que conduce a la felicidad, que en un a modo de señales de tráfico del camino, que
facilitan el “border line”, el límite del campo de juego, que nos puedan conducir al
Jardín del Edén, que es el del amor. Nada más.

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