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Conversaciones con Enrique Bunbury

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Prólogo
Diván, del árabe diwan y del persa dewan, significa colección de poemas. O
de canciones, o sea. Pero también llamamos así a ese asiento largo y
mullido en el que se puede estar cómodamente tumbado y que generalmente
se asocia con el mobiliario de la consulta de los exploradores del
subconsciente. Diván, igualmente y desde ahora, es el título de este libro,
una serie de conversaciones con Enrique Bunbury. Y sólo a los recién
llegados habrá que explicarles que el tal Bunbury fue la voz ( y la jeta) de
Héroes del Silencio, banda española que, como el náufrago del que escribió
García Márquez, fue aclamada, si no por las reinas de la belleza, sí por un
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elevado número de seguidores en Europa y América. La crítica española,
por su parte, no mostró tan encendido fervor, pero ése es otro mambo que
entonaremos en las páginas que siguen.
Bunbury, cerrado el capítulo de Héroes, inició carrera en solitario y la
búsqueda de una identidad sonora, bañándose en ríos de muy diversa
procedencia cuyas fuentes guardaba en la recámara de su memoria. Y en
eso está; por ahora, con un par de apuestas en la calle. De manera que,
hechas las presentaciones, pasemos a las conversaciones.
Varias fueron las que él y yo mantuvimos para elaborar este libro. Yo, con la
voluntad de un psicoanalista que hurga sin piedad en todos los pliegues de
la personalidad de su cliente; él, con la resignación de un paciente que
acude consentido aunque no entretenido a las sesiones. No respondió a las
preguntas tumbado en un confortable diván, sino sentado en silla de tijera.
De diseño, pero de tijera, a fin de cuentas. Con todo, durante los encuentros
siempre tuvo la sensación, y así se lo hizo saber a sus amigos, de que estaba
asistiendo al psicólogo. Elemental parecía, pues, llamar a este libro como se
llama. Y más si tenemos en cuenta la natural inclinación de Bunbury hacia
la cultura árabe.
Conversaciones que, dicho sea ya para evitar frustraciones, no configuran
una biografía del autor de Radical sonora y Pequeño, tarea que para ser
rigurosa habría necesitado de prolijas investigaciones y de informaciones
debidamente contrastadas. Aquí lo que se propone es sólo lo apuntado:
conversaciones. Más exactamente: preguntas y respuestas. Y se el
entrevistado miente en la parte que le toca, pues mala suerte. No obstante, y
dado que Bunbury no supo del cuestionario hasta los momentos e
contestarlo, hay bastantes probabilidades de que diga la verdad. Es más:
tiene uno la sensación de que incluso ha dicho verdades que pueden resultar
molestas.
El psicoanalista no obvió preguntas (cuando menos, conscientemente); el
paciente no eludió respuestas (cuando menos, inconscientemente). Y el
resultado es un paseo por la infancia y la adolescencia del músico; por sus
encuentros y desencuentros con las religiones y las drogas; por sus
querencias políticas, sus viajes y sus aficiones; por su visión del negocio del
rocanrol, su universo musical y la avalancha y posterior retirada de Héroes.
También por sus devaneos sexuales, claro. Diríase, resumiendo, que no hay
pecado capital del que no hayamos hablado.
Imposible ha sido, evidentemente, transcribir en las respuestas el tono y la
intención d su voz, así que sus ironías o enfados habrán de entenderse en el
contexto. De cualquier forma, aunque aligerándolas para evitar la fatiga al

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lector, he respetado en la medida de lo posible determinadas cadencias de
su expresión. Por lo demás, debo anotar que Carles Benavent, Abdel Halim
Hafez, Khaled, Charly Musselwhite, Martirio, Joji Hirota, Rizwan Muazzan
Qawwali y Uri Cane pusieron banda sonora a las conversaciones que
siguen. Ellos aportaron la música. Bunbury, claro está, la letra. El firmante
ejerció modestamente de arreglista.

Javier Losilla
Zaragoza
Primavera de 2000

Capítulo
Diván/conversaciones con Enrique Bunbury

Pequeño
Like A Rolling Stone. Como un canto rodado, de aula
en aula. Rebelde, no sé si con causa, pero sí sin pausa,
Bunbury confiesa que tuvo feliz infancia y desgraciada
adolescencia.
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Parece que todos los intentos de que fuese un chico recto
y ordenado fracasaron. Incluso tuvo que enfrentarse a
una falsa acusación colegial de tráfico de drogas.
Blandas, por supuesto.
Estudiante de inglés en Irlanda a los nueve años, montó
su primer grupo a los trece.
Precoz escuchador de Beatles, Rolling Stones y Santana
y devorador de las aventuras de Verne y Salgari, gastó
sus primeros duros musicales comprando el álbum It´s
Only Rock´N´Roll. Sacaba buenas notas en religión, y
jura que nunca fue miembro de Parchís.

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- N aciste en 1967. Ese año tiene lugar la guerra de los seis días entre
árabes e israelíes; el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias
recibe el premio Nobel de literatura; el doctor Barnad realiza su
primer transplante de corazón; mueren el Che Guevara, Otis Redding
y Woodie Guthrie; Gabriel García Márquez publica Cien años de
soledad; los Beatles editan Sgt. Pepper´s y se forman los grupos Blood
Sweat And Tears, Bee Gees, Pink Floyd y Traffic. ¿Cuál de estos
acontecimientos te interesa más?
- El premio Nobel de Miguel Ángel Asturias.

- ¿Por qué?
- Primero, por mi pasión por Guatemala. He visitado muchas veces el país,
interesándome por la cultura maya. Para mí, Miguel Ángel Asturias
representa la corriente conciliadora que aparece en el siglo xx, con un pie
en el indigenismo. Sobre todo, libros como Tres de cuatro soles y esa faceta
revisionista que tiene Leyendas de Guatemala, más que novelas como El
señor presidente u Hombres de maíz. Estas novelas, la verdad, no me
gustaron tanto; pero las leyendas y la revisión que hace del Popol Vuh 1a
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Libro sagrado de los indios quiché de Guatemala, que contiene la historia de la
creación. El nombre Popol Vuh quiere decir <<memoria de la comunidad>> y su
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través de Tres de cuatro soles me marcó mucho. Es un escritor muy
importante para mí, sobre todo por su forma tan poética de escribir.

- Dejemos la mitología indígena y vayamos con tu infancia. ¿Cómo


fue?, que decía el bolero.
- Creo que tuve una infancia muy feliz y una adolescencia muy desgraciada.
No sé si fui el típico rebelde sin causa, pero me enfrenté a todo y a todos.
También me marcó mucho porque estiré demasiado la adolescencia.
Realmente, hasta muy entrados Héroes seguí siendo un adolescente. La
verdad es que de la infancia no recuerdo nada, salvo cosas como una pelea
con un amigo en el colegio o que desatornillaba los asientos en la guardería.
Nada más. Era un niño sonriente y feliz.

- Centrémonos, pues, en la adolescencia.


- Cambios de colegio constantes. Estuve en Marianistas, en la Academia
Cima, en la Sagrada Familia, en Montearagón, en el Colegio Británico…
Cada año, en un colegio. Eso me hizo estar enfrentándome a unas
circunstancias, quizás porque yo estaba aislado en esos colegios; nunca
tenía unos amigos fijos y lo único que me podía unir a la gente del colegio
en el que estaba era encontrarme con un pendejo músico, como yo. En
todos los colegios me encontraba con el melenas y con él era con quien me
juntaba. Era como mi tabla de salvación.

- O sea, que fuiste eso que llaman un chico problemático.


- Muy, muy problemático. Y sé, además, viéndolo con la distancia, que les
hice pasar a mis padres un calvario.

- Calvarios al margen, ¿te llevabas bien con el resto de tu familia?


- No. En esos momentos sé que no fue un tipo fácil de tratar. Tuve como
aliado a Rafael, mi hermano mayor; ambos nos iniciamos deforma paralela
en la música y coincidimos en varios grupos: Rebel Waltz, Sidaharta,
Proceso Entrópico, La Censura de los Cuentos…

- ¿Cuántos hermanos erais?


- Tres hermanos y mi hermana pequeña. Mi hermano mayor, que murió
hace cinco años, era con quien compartía aficiones, pero se las hice pasar

traducción literal es Libro de la estera. En lengua quiché pop o popol es una estera
de hojas trenzadas en la que se sienta toda la familia; y vuh o uuh significa papel o
libro (uoch) para escribir.
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canutas. Para la música siempre fue un pasatiempo, y a mí eso me parecía
un insulto. Era mucho más responsable que yo, y buen estudiante. Para mí
la música era vital, la vida entera dedicada a la música… Un pasatiempo es
coleccionar sellos, por ejemplo; pero algo que me llenaba de vida como la
música…
Pero bueno; por otra parte, mi hermano fue mucho más adelantado que yo a
la hora de descubrir cosas. el jazz, el flamenco, todo el blues, Nueva
Orleáns, las raíces en general… Mi hermano ya estaba profundamente en
todo eso mientras yo estaba con el rocanrol de los cincuenta, sesenta y
setenta, que es en lo que me centré durante muchísimo tiempo.

- Retomemos tu faceta estudiantil. Un bala y un ¿mal? estudiante.


- Era muy mal estudiante, y me enfrentaba constantemente al sistema
educativo. Eso era lo que más les jodía a mis padres y a mis profesores,
porque estaba siempre un poco defendiendo la postura del estudio en casa y
del aprendizaje personal según tus propias inclinaciones. Ha habido, por
ejemplo, muchos libros de literatura que en clase me obligaban a leerlos y
por el hecho de ser una obligación no los leí en su momento y
posteriormente sí que he leído muchos de ellos. En aquel momento era: <<
¡No!, no puedo leer esto>>. Y entonces buscaba lecturas alternativas; y a
ser posible, todo lo que pudiera irritar al profesor.
En Marianistas, por ejemplo, que era un poco fachas, pues leer a Alberti fue
para mí un signo de rebelión. O a García Lorca. Bueno, no, Lorca estaba
aceptado, pero Alberti era un poeta demasiado rojo. Con Lorca supongo
que, aunque de izquierdas, no podían sino rendirse ante la evidencia. Pero
se saltaban algunos autores, y ésos eran los que a mí me gustaban. Buero
Vallejo fue uno de ellos, del que por eso leí absolutamente todo en otra
época. Era el autor de teatro un poco incordión. Por otro lado, algunas
asignaturas se me daban bien, como el latín, la filosofía o la religión. Se me
daban bien las cosas así como etéreas, las que no servían para nada. Eso les
ponía del hígado a mis padres, a mi padre sobre todo. Le ponía nervioso que
yo quisiera estudiar filosofía pura. Decía: << ¿Qué vas a hacer con eso?,
¿para qué sirve la filosofía pura? tienes dos opciones: ser filósofo y
dedicarte a escribir libros y si suena la flauta quizás puedas venderlos y dar
conferencias o ser profesor de filosofía>>. Pero bueno, tampoco llegué a ser
filósofo.

- ¿Eras, pese a todo lo que cuentas, el líder de la clase?

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- En el único colegio que estuve bastante tiempo, que era Marianistas,
donde aguanté hasta segundo de BUP, llegué a ser delegado. Eso se hacía
por votación. Pero salí elegido una vez y los profesores se unieron para que
no pudiera ejercer, porque me dedicaba sólo a cambiar exámenes y a hacer
cosas para putear. Pero no, no era popular. Había alguna gente a la que le
caía simpático el rebelde, pero siempre me encontraba con alguien que
decía: <<ay, Enrique, si es que vas por un camino muy negro y no vas a
llegar a ningún lado>>.

- Todos los colegios por los que pasas son religiosos. ¿Cómo te marca
eso?
- Religiosos de línea dura. El colegio Sagrada Familia simpatizaba con el
Opus Dei, y el Montearagón era directamente del Opus. Lo que pasa es que
como yo estaba casi de paso no hacían mucho hincapié en la religión;
sabían que iba a durar cuatro días. Y no me trataron en Montearagón como
yo imaginaba, pero en Marianistas, que es donde más estuve, me marcó
mucho encontrarme con una serie de individuos que enseñaban la religión a
palos. Y eso que siempre he tenido una atracción natural por esos temas,
aunque a nivel de estudio y no de practicante. De hecho, hacía unos trabajos
de religión magníficos. Sacaba buenas notas por mi interés, pero ponían:
<<Sobresaliente; actitud: negativa>>.

- De ese vía crucis colegial, ¿qué recuerdas con mayor agrado, y qué
con más fastidio?
- Con agrado, determinados profesores: los de filosofía de Cima y
Montearagón, el que me daba química y religión en Marianistas… Con
algunos profesores tuve muy buena relación: a nivel personal y en el
aspecto de sentir mucha admiración por lo que ellos me transmitían. Ya en
la Sagrada Familia, mi último colegio, realmente me dedicaba a componer.
Me iba al parque, a los pinos, y me llevaba la guitarra. Llegaba tarde a
clase, me dormía, estaba trabajando de DJ en El Bandido… Bueno, también
recuerdo con agrado haber hecho algunos amigos que aún conservo. Es
gente que nada tiene que ver con la música y que me ha hecho en algún
momento tener un pie en el suelo. Nunca he sido demasiado práctico y me
ha venido bien tener una visión de las cosas más mundanas. Además, mis
primeros grupos los monté en el colegio.

- Te dejas lo negativo…

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- Hay sucesos determinados… Del primer colegio al que fui me echaron; en
teoría, por tráfico de drogas. Fue una cosa muy dura, porque tuve que
enfrentarme en una reunión con un cura del colegio y con mis padres. El
cura decía que yo había estado pasando hachís a los críos de la clase y yo
les decía a mis padres que no, que era mentira, que ese tío estaba mintiendo.
Por supuesto, le creyeron a él. Fue una situación desagradable, porque te
sientes como cabeza de turco de determinada situación y no cuentas con el
apoyo de tus padres.

- ¿Había en tu familia antecedentes artísticos?


- Sí. El padre de mi abuelo materno fue manager de Raquel Meller 2. Y por
la rama de ese abuelo hay una inclinación hacia la pintura. Mi tío no se
dedica profesionalmente a eso, pero ha expuesto y me parece un pintor
grandísimo. Mi abuelo, de hecho, se fue a París para no hacer la mili, con
dieciocho años, y se codeó con Fujita, un pintor japonés, con Picasso…
Estuvo en el círculo de pintores y se dedicó durante mucho tiempo a pintar.
Incluso ha restaurado obras de Goya y alguna cúpula en la catedral de
Burgos. Estuvo prisionero en la guerra civil y se libró de ciertos rigores de
la cárcel por ser buen pintor.
Y mi madre, pues la verdad es que es muy manitas. Por ahí puede venirme
la vena artística. Desde luego, no por el lado de mi padre. Aunque bueno,
mi tío, el hermano de mi padre, fue batería cuando era muy crío y siempre
le ha gustado mucho el rock y la música progresiva de los 70. Cuando yo
tenía ocho años, él me pasaba cintas de Beatles, Rolling, Santana, America,
Crosby, Stills, Nash And Young… Desde esa edad hasta que tuve más o
menos doce años, que empecé a comprar mis propios discos, esa colección
de casetes me introdujo en la música. Luego ya empezó a pasarme cosas
como Gentle Giant y Family. Nunca entendí cómo podía gustarle ese último
grupo.

- Ésa no era la música que escuchaban tus padres, claro.


- No, para nada. Nunca escucharon rock mis padres. Lo que he oído cantar a
mi madre y a mi abuela tiene que ver mucho más con la copla y con
canciones populares. Las canciones que sonaban en la radio.

- Hablaremos más delante de os viajes, que suponen un elemento


importante en tu vida, pero quiero saber si la de viajar es una
costumbre que adquieres de crío.
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Cupletista y tonadillera (Tarazona, 1888-Barcelona, 1962)
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- Empecé a viajar a los nueve años porque mis padres me mandaron a
Irlanda para aprender inglés, con unos intercambios que hacían con niños
de ese país. Me fui con mi hermano mayor y estábamos en casas diferentes.
Ahí descubrimos lo que se estaba fraguando con el punk, porque
empezamos a conocer grupos que nos traíamos y que nadie de mi círculo
conocía aquí, como Police o The Clash. Y, además, coincidió que mi
hermano era vecino de Adam Clayton, de U2. Él los veía ensayar y para los
dos era como el grupo de nuestros amigos de Irlanda, aunque yo nunca los
conocí. Ésa fue mi introducción en la música de los ochenta, porque hasta
entonces yo era sesenta y setenta.
Ésos viajes los hice durante tres años, y era curioso estar en Irlanda siendo
tan joven y descubrir toda esa música. Y creo también que en los viajes me
han influido mucho las lecturas de la infancia, aunque ésta es una reflexión
posterior. Pero creo que novelas como las de Emilio Salgari o Julio Verne,
de los que leí todo, en cierto modo han marcado mi afición por viajar y
sobre todo por países exóticos; porque empecé viajando a la India, no a
Almería, por ejemplo.

- ¿Recuerdas cuál fue el primer disco que compraste?


- Creo que fue It´s Only Rock ´N´ And Roll, de los Stones. Recuerdo que
estaba tan enamorado de ese disco que me aprendí los créditos de memoria.
No sé por qué, pensaba que era obligatorio saberse los créditos de los discos
si te gustaba la música. Y a partir de ahí, de los siguientes discos que
compré, por lo menos de diez de ellos, me aprendía todos los créditos.
Luego lo dejé, afortunadamente.

- ¿Qué haces cuando dejas el colegio? ¿Te dedicas de lleno a la música?


- Monté mi primer grupo en 1980, estando todavía en el colegio. Tenía
entonces trece años. Me compré una guitarra eléctrica, monté el grupo, y a
tocar. Antes, con nueve años, en una especie de emisora de radio que había
en el colegio, canté con un grupo que tenía. Éramos tres: dos guitarristas y
un cantante, aunque los tres hacíamos voces. Era tipo Simon y Garfunkel.
Hasta ensayábamos. Allí cantamos un tema que era muy erótico para el
colegio y nos echaron. Pero durante dos o tres meses actuamos todos los
viernes en la radio del colegio.

- ¿Cómo se llamaba ese trío tan precoz?


- No me acuerdo del nombre, pero sí de que hacíamos canciones sobre la
comida del colegio. Canciones ridículas, con estribillos facilotes. Luego, ya

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a los trece años, monté el grupo con guitarra eléctrica y todo eso, que se
llamaba Apocalipsis. Como ves, ya desde el principio, negativo.

- ¿Ya tenías claro entonces que querías cantar o sólo tocabas un


instrumento?
- Era guitarra solista y o cantaba. Realmente no pensaba qué es lo que
quería hacer, simplemente quería estar en un grupo, y me pareció que tocar
la guitarra eléctrica era lo normal. Empecé a cantar cuatro o cinco grupos
después de ése. Estuve en uno con mi hermano, que se llamaba Rebel
Waltz, como una canción de los Clash, y ahí cantábamos varios. Yo tocaba
la batería. Luego, en Proceso Entrópico, toqué el bajo, y cuando entré en
Zumo de Vidrio, con Juan3, canté porque me lo pidió él. Fue la primera vez
que lo hice un poco en serio.

- ¿Cuál fue la primera canción que compusiste, de manera más o menos


profesional?
- No sé si fue Héroe de leyenda u Olvidado. Realmente es que muchas
cosas las empecé a hacer con Héroes. Bueno, no, en Proceso Entrópico hice
casi todas canciones y eran… muy malas. Era todo muy pretencioso;
íbamos con máscaras, nos basábamos en el cómic underground
norteamericano, proyectábamos diapositivas… Las letras tenían mucho que
ver con el espectáculo. Hicimos una especie de ópera-rock.

- Acaba de publicarse no hace mucho que durante un tiempo estuviste


en Parchís, sustituyendo a uno de los componentes del grupo.
- Bueno. Es falso, claro. ¿Tú crees que a estas alturas, de ser cierto, no lo
sabría toda Zaragoza?

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Juan Valdivia, guitarrista de Héroes del Silencio
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13
Capítulo
DIVÁN / Conversaciones con Enrique Bunbury

Contracorriente
Héroes del Silencio o el buque que nunca se
detenía. Había que subirse a él en marcha,
recuerda Bunbury. Un carguero que recogía frutos
en Europa y Latinoamérica, pero también un
crucero para saborear los placeres del éxito. Sin
medida, como las grandes estrellas del rocanrol. El
camino del exceso conduce al palacio de la
sabiduría, sentenció William Blake, de quien algo
sabe el que fue el timonel del barco que nos ocupa.
Días de vino, rosas y algún que otro escupitajo en
Chile. Pero toda borrachera tiene su resaca, y toda
luna de miel, su despertar cansino. Y Bunbury se
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plantó. Fue, y cito literalmente, <<un jarro de agua
fría>> para el resto de la tripulación. Y para la
facción fundamentalista de los fans del grupo.
Bunbury asume el legado, pero muestra su lado
crítico: <<La verdad es que no me gusta ningún
disco de Héroes>>. ¿Contracorriente?

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-¿ C ómo surge Héroes del Silencio?
- Creo que fue un poco a través de la Muestra,4 en el año 1984. Nos
presentamos por separado todos los miembros de Héroes. Joaquín 5 tocó con
Tres de Ellos y Edición Fría; yo estaba con Proceso Entrópico, y Juan, con
Zumo de Vidrio. En una fiesta de cumpleaños me encontré con Juan y me
dijo: <<Ah, tú tocabas en la Muestra con un grupo muy raro en el que ibais
disfrazados de ranas. ¿Tocas el bajo, no? Pues mira, yo estoy en Zumo de
vidrio, que conseguimos muy buenas críticas>>. Yo no tenía ni idea de
quiénes era. Me invitó a tocar con ellos y aparecí al día siguiente con el
bajo y el amplificador.
En aquella época nos parecía la hostia que un guitarrista tuviera guitarra y
amplificador. Juan pensó, entonces. <<¡Ya tenemos bajista!>>. Nos
enchufábamos todos en un amplificador, como hacían todos los grupos.
Bueno, el hecho es que me metí con Zumo de Vidrio, donde el cantante era
el primo de Juan, que se tomaba la cosa como un entretenimiento. Un día
que no apareció por los ensayos nos pusimos a improvisar un poco.
Enseguida grabamos una primera maqueta en el local y luego hicimos
Olvidado, Héroe de leyenda y Sindicato del riesgo. Estábamos Juan, su
hermano Pedro y yo. Vimos que esas canciones no podían formar parte de
Zumo de Vidrio, porque no se parecían en nada a las que tenía el grupo.
Musicalmente eran más oscuras. Las de Zumo eran más joviales, más pop,
en la onda de los primeros Secretos. Así que decidimos que esas canciones
eran para un grupo paralelo y las grabamos en un estudio. La maqueta nos
costó 15.000 pesetas.

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Muestra de pop, rock y otros rollos. Maratón musical y artístico celebrado en
Zaragoza los días 23, 24 y 25 de marzo de 1984.
5
Joaquín Cardiel. Bajista de Héroes del Silencio
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- ¿Qué pasó con esa maqueta?- Beatriz, la hermana de Juan, nos dijo que
conocía a Cachi6, que para nosotros era el tótem. <<¡Dios mío, Cachi>>,
dijimos. Fuimos a verlo, le llevamos la maqueta y no nos hizo ni caso. Pero
más tarde llamó a Beatriz para que fuésemos a su programa. Y mientras
íbamos hacia la radio tuvimos que pensar qué nombre poníamos al grupo.
Lo tomamos de Héroe de leyenda, una canción que al principio se llamaba
Héroe del silencio. Se nos ocurrió justo en la puerta de Radio Zaragoza. Ahí
empezó Cachi a apoyarnos. Estamos hablando de 1985.

- ¿Cuánto tiempo pasa hasta que Héroes se configura definitivamente?


- Pues menos de un año, pero para nosotros cada movimiento era una
eternidad. La primera actuación que hicimos en directo fue en las Matinales
del cine Pax, en Zaragoza, con Alphabille y Boda de Rubias. Recuerdo de
ese concierto una escena fabulosa. Antonio Tenas7 era el manager de Boda
de Rubias, grupo zaragozano que había participado en el disco La única
alternativa y que en ese concierto se jugaba mucho porque Servando
Carballar, del sello DRO, había venido a verlo. Bueno, pues su actuación
fue una catástrofe: se les cayó el Revox y el teclista se marchó sin terminar
la actuación. Habían llegado borrachos de Martín, que era lo que bebían
entonces.
La gracia para mí estaba en que el teclista hubiese abandonado el escenario
a mitad de la actuación, llevándose el instrumento. Antonio Tenas se enfadó
muchísimo y creo que ese día Boda de Rubias perdió la oportunidad de
grabar con DRO, como habían hecho Duncan Dhu y La Dama se Esconde.
Servando se fue pensando que era una mierda de grupo. Por lo que respecta
a nosotros, ese día comenzamos a tener los primeros fans.

- ¿Qué grupos escuchabas en esa época?


- The Cure, Joy Division, Bauhaus, The Cult… Ese tipo de música. Juan
estaba más por los Smiths y a los dos nos gustaban U2. También
Escuchaba a Big Country e incluso Waterboys. Era la música que ponía
Cachi en la radio.

- ¿Héroes ya sabía entonces qué música quería hacer?

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Julián Torres “Cachi”. Comentarista musical y DJ. En la época de la que habla
Bunbury, Cachi realizaba en Radio Zaragoza el espacio Sangre española. Había
empezado en esa emisora dirigiendo y presentando El selector.
7
Además de ser manager, Antonio Tenas ejerció de músico u creó el grupo de
tecno-pop Vocover.
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- No. Creo que no sabíamos lo que estábamos haciendo. Tocábamos lo que
nos salía: unas guitarras limpias, con los pedales que tenía Juan, que eran un
Delay y un Chorus. Y mi forma de cantar y de tocar el bajo, que era más
oscura. Y Pedro Valdivia, que tocaba la batería, hacía lo que podía. Desde el
momento en el que compusimos las primeras canciones me dio la impresión
de que por primera vez en los cuatro años que llevaba haciendo música
tenía algo que ofrecer. Algo diferente, sin necesidad de emular o de copiar a
alguien. Me parecía algo personal.

- ¿Cuándo dejas de tocar el bajo?


- Le dije a Juan que me gustaría dejar de tocar el bajo y salir al escenario a
pecho descubierto a enfrentarme con el público y manejar más la situación.
El bajo me condicionaba mucho y además, conforme íbamos haciendo
canciones más complejas, me empezaba a costar más tocar y cantar a la vez.
Y como Joaquín ensayaba con Edición Fría al lado de donde estábamos
nosotros, le llamamos para que tocara el bajo con nosotros. No fue un
fichaje, porque entonces era muy normal estar en dos o tres grupos.
Por otra parte, un día me cabreé porque Pedro, el hermano de Juan, no se
tomaba muy en serio lo de ser batería e intenté coaccionarle para que
pusiera más interés, diciendo que íbamos a grabar un disco y que no podía
faltar a los ensayos. Pero en vez de tomárselo en serio lo dejó. Así que nos
quedamos sin batería y tuve que tocarla yo durante un tiempo. Hasta que le
dijimos a Pedro Andreu,8 que estaba en Modos, que se viniera a ensayar con
su grupo a nuestro local. Vino y le propusimos tocar con nosotros hasta que
encontráramos un batería, aunque le dejamos claro que él no iba a ser el
elegido. Le gustó la idea y ahí se quedó definitivamente.

- Héroes rompe en Zaragoza con una costumbre muy arraigada en esa


época en los grupos de la ciudad: esperar a que un cazatalentos llegase
con un contrato en la mano. Vosotros empezáis a mover el culo desde el
principio, dando guerra por las compañías de discos.
- Recuerdo que escuchábamos lo que habíamos hecho y decíamos:
<<Tenemos que hacer un disco con estas canciones; esto le gusta a la gente
y cada vez hay más espectadores en los conciertos>>. Había como una
especie de plan que íbamos improvisando, pero estaba claro que teníamos
que hacer las cosas por nosotros. Incluso manejábamos una vaga idea de
pasos a seguir, como buscar un manager. Conseguimos uno, que se
8
Pedro Andreu, batería de Héroes, ha cambiado de instrumento y es hoy cantante y
guitarrista de Puravida, grupo que lidera.
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dedicaba a las orquestas de baile y que nos hizo carteles. Pero no consiguió
ni un bolo. Y yo copié de los discos que tenía las direcciones de las
compañías y mandamos las canciones a todas las que había; algunas incluso
habían desaparecido cuando enviamos el material. Recibimos carta de Sony,
por ejemplo, donde nos decía que por el momento no entrábamos en los
planes de la compañía, aunque se nos invitaba a que siguiésemos mandando
cosas.

- ¿Y cómo llegáis a EMI?


- Creo que fue Cachi quien le dio una maqueta nuestra a Gustavo
Montesano, de EMI, en un concierto de los Enfermos Mentales en Madrid,
cuando fueron allí con la pasta el ayuntamiento de Zaragoza para que les
viesen las compañías discográficas.

-¿Estabais convencidos de que el grupo podía funcionar?


- Sí, sí. Nos lo creíamos de una forma insultante. Pensábamos que era el
grupo que iba a salir. Además existía una rivalidad entre Enfermos Mentales
y nosotros, o cuando menos nos lo parecía, porque también pensábamos que
estábamos contra todo el mundo. Pero sí: la cosa estaba entre Enfermos y
nosotros; no veíamos otra opción en Zaragoza en ese momento.

- ¿Había un límite para la ambición?


- Para nosotros sacar un disco era ya una meta. De hecho, cuando grabamos
el primer elepé decíamos: <<Ya nos podemos morir>>. Era como si lo
hubiésemos conseguido todo en la vida. En la Zaragoza de ese momento, en
la que salvo Vocoder y Van Cyborg nadie había grabado un elepé, no
podíamos imaginar algo más allá de ese disco. Luego puedes soñar con ser
Mick Jagger y todo eso, pero son sueños. El objetivo del grupo era el disco,
que era un fin en sí mismo, y todo lo demás venía después de grabarlo. O
sea: pensábamos que no se podía grabar un álbum y que no pasara nada.
Éramos muy críos. Por Bocono tuvo que firmar mi padre el contrato. Yo
tenía dieciocho años recién cumplidos.

- Empezáis con un maxi (Héroe de leyenda). Parece que la compañía no


se fiaba mucho.
- recuerdo que a Ricardo Ortiz, director de marketing de EMI en ese
momento, le dije: <<Bueno, sacamos un maxi, pero pase lo que pase va a
haber un elepé, aunque no vendamos 5.000 ejemplares>>. La respuesta fue:
<<No, si no vendéis 5.000 copias no hay elepé>>. Nos quedamos todos

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como diciendo: <<¡Hostias!, ahora resulta que hay que vender 5.000, y si
no, nos echan de la compañía>>. Nos quedamos chafados. Igual eran menos
copias, pero vaya… El hecho es que la cifra que fuera se vendió concretes.
Creo que llegamos a las 30 o 40.000 copias, que era un hito.

- ¿Fue relativamente fácil conseguir grabar ese maxi?


- Tardamos casi tres años en grabar. Fue un proceso de trabajo duro en
Zaragoza: hacer conciertos periódicamente y maquetas. Cada vez
grabábamos maquetas con más temas, como preparándonos para tener un
repertorio. También intentábamos siempre talonear a grupos naciones: lo
hicimos con Alphaville, 091 y La Unión. Con el último de ellos nos dimos
cuenta de que teníamos público, porque mucha gente vino a vernos a
nosotros. Hicimos un bis, que era algo muy raro para unos teloneros.
Después tocamos en el campo de fútbol de la Romareda, con El Último de
la Fila y Battiato, sin tener disco aún. Y el último concierto antes de salir el
maxi fue en el paseo de la Independencia, de Zaragoza, con Puturrú de fuá.

- Buen rodaje.
- La verdad es que durante unos cuantos conciertos nos estuvimos curtiendo
en todo tipo de escenarios. Creo que fue en 1987 cuando tocamos en la sala
En Bruto y entonces firmamos con Gustavo Montesano. Con ese concierto
convencimos a la compañía de discos. Creo recordar que fue dentro de un
ciclo llamado Zaragoza sobre el escenario, organizado por Mariano Chueca,
de Distrito 14.
Y bueno, en el 86 fue lo del concurso de Salamanca. En la final zaragozana,
que se celebró en el Rincón de Goya, además de nosotros estaban Distrito
14, que entonces se llamaban Pékora Harris; Los Modos y alguien más que
no recuerdo. Ganamos, fuimos a Salamanca y nos quedamos los terceros.
Pero también ahí nos vio gente de EMI.

- Vayamos a asuntos concretos del trabajo de Héroes. Tu forma de


escribir, por ejemplo. ¿De dónde vienen esos textos tan enrevesados que
tienen las canciones? ¿Manejas entonces, a la manera de Jim Morrison,
referencias de poetas simbolistas como Mallarmé, Verlaine, Rimbaud o
Valéry?
- Pensaba entonces en autores extranjeros que me gustaban. Un poco por lo
que entendía en inglés, que tampoco era demasiado. Pensaba en Leonard
Cohen y en Dylan. En gente así, que consideraba grandes escritores de
canciones y que no me parecían fáciles de comprender. Así que creía que

20
había dos formas de escribir: cosas como She loves you, yeah, yeah, yeah…
o Tutti fruti orruti o, por el contrario, acercarse un poco a la poesía culta, a
la literatura. Y en cierto modo provoqué, sin grandes conocimientos, que las
letras de Héroes fueran así. La verdad es que no sabía escribir letras; ni de
una forma, ni de otra. Pero me salió naturalmente hacerlas así.

- Nada de influencias poéticas, pues.


- Bueno, siempre me ha gustado mucho leer poesía. Entonces los primeros
poetas que me interesaron fueron los simbolistas y las vanguardias.
Recuerdo leer cosas de Apollinaire. De los simbolistas, el que más me ha
gustado y que más tarde he leído profundamente ha sido Verlaine. No tenía
ninguna intención de seguir los pasos de Jim Morrison; de hecho, en ese
momento no sabía que a Morrison le habían influido esos autores.
El simbolismos y posteriormente la mística de ciertas religiones orientales
me influyeron, sí. Pero creo que los dos primeros discos de Héroes no eran
tan simbolistas. Quizás no fueran excesivamente claros, porque siempre he
pensado que estaba hablando de sentimientos y con eso no construyes una
historia. Y utilizaba frases que parecían inconexas porque me recordaban a
determinadas personas o fueron dichas por ellas en un determinado
momento. O una palabra o un símbolo. Usaba esas cosas y un poco de
escritura automática.
Donde sí ya hay letras simbolistas, muy, muy complejas, es en El espíritu
del Vino. Es el disco por el que mataperros me llamaron. Es el único que
realmente es difícil de comprender, porque hay mucho metido ahí.

- El espíritu del poeta y visionario William Blake, por ejemplo.


- Sí. Es cuando me metí mucho en escribir sueños inconexos. Y me daba
igual que fueran así. De hecho, hay canciones que no sé qué quieren decir.
Pero no me importaba en ese momento. Ahora sí que me preocuparía hacer
canciones así. Incluso está el uso de las drogas. Eran mitos del rocanrol. No
sé. Pensaba en Lucy In The Sky With Diamonds: John Lennon escribiendo a
partir del dibujo de su hijo todo lo que se le pudiera ocurrir, influido por el
LSD. Todo eso me parecía válido en aquel momento.
Y por supuesto, escribir bajo los efectos de las drogas y hacerlo de manera
inconexa. Algo que me recordara un sentimiento determinado: azúcar en la
sangre, por ejemplo. Cualquier cosa servía. Por supuesto, con mucha
influencia de los poetas que estaba leyendo en aquel momento, que no
recuerdo cuáles eran. Quizás Neruda. También fue la época en la que me
introduje en Arrabal, que es un escritor muy complejo. Mucha filosofía del

21
absurdo. Además en ese momento también aparece todo lo místico y todo lo
oriental. Cuando hicimos El espíritu del vino acababa de llegar de un viaje
de dos meses por India y Nepal. Quería que todo eso estuviese ahí.

- Entre 1988 y 1995 grabáis un maxi, cuatro discos de estudio y tres en


directo. ¿Es una discografía suficiente, o escasa?
- Siempre pensé que íbamos muy lentos. Lo que pasa es que las giras de
Héroes desde el principio influyeron mucho a la hora de estar en las nubes.
Porque siendo tan críos hacíamos giras larguísimas, y, además, enseguida
empezamos a tocar por el extranjero. Y veníamos de tocar con éxito por
otros países, llegábamos aquí y éramos estrellas del rock. Y vivimos como
estrellas del rock durante mucho tiempo. En todos los aspectos. Fue la
locura y el no darse cuenta de que en el fondo éramos personas normales y
corrientes.

- ¿Cómo iba evolucionando musicalmente el grupo?


- Creo que en los dos primeros discos básicamente hacíamos pop y, un poco
a raíz del éxito de Senderos de traición en Europa, empezamos a enroquizar
el sonido del grupo. Supongo que eso vino dado también por la
revitalización del rocanrol en los primeros noventa. Gente como Aerosmith
o Guns´N´Roses hace los mejores discos de sus carreras. Metallica saca el
álbum negro, Iggy Pop vuelve a sacar discos de rock y en América aparecen
cientos de grupos que devuelven el pulso a una música denostada durante
una década. Aparece el grunge con Nirvana, Peral Jam, Alice In Chains,
Soundgarden y Mudhoney al frente; el noise neoyorquino de Sonic Youth…
Todo eso ayuda a sanear el rock, y en la Europa comunitaria empieza a
sentirse la necesidad de reflejar lo que ocurre a través de las diferentes
lenguas de los distintos países. De repente, la MTV, las radios comerciales y
los medios e comunicación en general radian rocanrol, algo nada habitual
antes y después del boom.

- Así que os echáis en brazos del rock.


- Vemos que nuestra evolución lógica pasa por ese endurecimiento
razonable de una banda que entronca con ese lado oscuro que nace con el
blues del Mississipi en los años cuarenta; que continúa con Elvis y Roy
Orbison en los cincuenta; que retoman Hendrix, Led Zeppelin y los Doors;
que revisan en el afterpunk The Cure, Bauhaus, Killing Joke y otros, y que
llega en los noventa, muy cabreado, a través de Danzig o Alice In Chains.

22
Ahí nos metimos de cabeza. Empezamos con El espíritu del vino y
continuamos en Avalancha, enroquizándonos cada vez más.

- Tú siempre has sido la imagen, la cara, de Héroes, de tal forma que


había una clara identificación grupo-Bunbury. ¿Cómo llevaba ese
detalle el resto de la banda?
- Creo que no lo llevamos bien ninguno: ni ellos, ni yo. Por un lado, porque
yo nunca quise que fuera así. Y de hecho, siempre provoqué ante la
compañía y ante los fotógrafos que bajo ningún concepto se hiciesen fotos
mías en solitario. Eso era así hasta límites en los que ya era una postura
artificial: no aceptamos hacer nada en lo que yo pudiera salir solo. La
postura normal hubiese sido asumir que estaba ocurriendo algo, que en
cierto modo es lógico y que es lo habitual en cualquier grupo: que
destaquen al cantante. Quizás si lo hubiésemos llevado con naturalidad, eso
no hubiese hecho tanta mella en el grupo, tanto daño.

- ¿Resultados de ese artificio?


- Por un lado, pretendía demostrarle a mis compañeros que quería ser parte
del grupo, y, por otro, ellos sentían que yo destacaba demasiado. Luego en
el escenario yo no hacía nada para evitarlo, porque no me parecía que lo
tuviera que hacer. Hubiese sido ridículo poner la batería delante y cantar yo
detrás. Sí, creo que eso preocupaba mucho al grupo. Por eso pienso que en
un momento dado, en El espíritu del vino, se hace hincapié en que el grupo
no salga en la portada. Y al principio tampoco íbamos a salir en Avalancha.
Y es que cuando hacían fotos del grupo a mí siempre me ponían delante.
Pero yo también entendía al fotógrafo, ¿no? Me parecía normal, en cierto
modo, porque a él le exigían que el cantante estuviese delante. Y más
tratándose de un grupo que en directo cometía todos los excesos el rock.
Eso es algo que no ocurre ahora con la música dance: da igual quién es
quién; todo es como más impersonal. Incluso los mismos músicos intentan
no ser conocidos para evitar el concepto de estrella. Pero en el rock era lo
habitual.

- ¿La entrada de Alan Boguslavsky9 en Héroes se produce en medio de


un consenso general o es algo que tú impones?

9
Guitarrista de Héroes. Se incorporó al grupo cuando ya éste estaba en el cenit de
su carrera. Actualmente, tras pasar por la banda de Bunbury, lidera su propia
formación: Bogusflow.
23
- fue cosa de Juan, porque estaba cada vez más interesado en grabar mil
guitarras en los discos (ya en Senderos de traición había dos guitarras y en
El espíritu del vino había muchas más) y se plantea que él no puede hacerlo
todo. Además, cada vez las estructuras eran más complejas, con mucho
desarrollo instrumental, y propone buscar otro guitarrista. Entró a través de
Pito, nuestro manager, y de Pedro. Ellos recordaban haber estado con un tío
mexicano y lo proponen.

- ¿Sólo porque era mexicano?


- La verdad es que no sé por qué mexicano. Bueno, sí sé: nos parecía
imposible coger a alguien de Zaragoza, y Héroes siempre tuvo una actitud
muy anti-Madrid. Todo lo que ocurría ahí nos parecía como el enemigo y
creíamos que si metíamos a alguien de Madrid iba a pervertir al grupo. Y
pensábamos que alguien de Zaragoza no podría comprender el mundo en el
que lo íbamos a meter. Y es que éramos un buque; así nos llamaban en la
compañía de discos.
Estábamos siempre en marcha, y si alguien quería hablar con nosotros se
tenía que montar en el buque. Si quería estar tres días con nosotros, eso
suponía estar dispuesto a viajar durante ese tiempo a Suiza, Austria y
Almería, por ejemplo. Nunca parábamos; todo el rato estábamos en
movimiento. Así que nos parecía imposible que a un chaval de Zaragoza lo
pudiéramos subir al buque y que de repente no vomitara. Íbamos a toda
hostia. La prueba que hizo Alan para entrar en el grupo fue aguantar una
borrachera de Juan y una partida de ajedrez. La superó.

- Has mencionado que vivíais como estrellas del rock. Cuenta los
detalles para envidia del resto de los mortales.
- Antes de El espíritu del vino empezamos a vender burradas en Europa.
Senderos de traición vende un millón y medio de discos; de ellos, 500.000,
en Alemania, que es muchísimo. Pero en Italia vendemos 200.000; en
México, otros 200.000… En casi todos los países es disco de oro. En
Bélgica y en Suiza también íbamos muy bien. Y de que Ricardo Ortiz nos
diga que si no vendemos 50… copias nos echa, pasamos a hablar con los
megacapos en Inglaterra y Estados Unidos y somos objetivo principal de la
compañía, a nivel internacional.
Empezamos a vivir una situación que nos parece normal y que creo que es
el primer error. Pensamos que todo lo que nos ocurre es porque somos
buenísimos. En esos momentos no tenemos una vida ajena al rock; todos los
días somos estrellas del rock y vestimos como tales. Nos compramos la

24
ropa en Londres y en Nueva Cork para vestir el uniforme de las estrellas. Y
junto a eso, todos los tópicos: las drogas, el sexo… Realmente no tenemos
momentos en los que vivamos una situación normal, ni nadie tiene entonces
novias. Todo lo que hacemos es para el grupo.

- Ejemplos, ejemplos…
- Vamos a grabar el tercer álbum y no tenemos canciones. Pero nos
metemos en el estudio. Decimos: <<Bueno, entramos y ya saldremos con
un elepé>>. Y la primera decisión que tomamos en el estudio es: <<Como
no tenemos canciones vamos a hacer un disco doble>>. Era una forma de
pensar que ahora me parece muy rara, ¿no? Nos quedábamos solos en el
estudio y queríamos experimentar condromas y componer canciones bajo
sus efectos. Y todos juntos tomábamos drogas. Nos atiborramos de éxtasis
grabando. Además coincidió que estábamos en Navidad y Phil Manzanera10
se iba con su familia. Lo mismo hizo el ingeniero de sonido y nos
quedamos solos, grabando canciones que no existían.
Era una época en la que las drogas estaban incluidas en el presupuesto de
grabación. No sé, lo veíamos como algo normal. No pensábamos que
pudiera ser de otra forma. <<Somos estrellas del rock y por supuesto que la
compañía nos tiene que pagar las drogas>>. Esa era nuestra forma de
pensar.

- Así las cosas no es difícil imaginar que las giras serían


enloquecedoras.
- Lo que pasa es que por otro lado teníamos un lado muy profesional.
Entonces, ni siquiera hubo que poner una norma que era no salir borracho a
un concierto. Creo que durante toda la carrera de Héroes sólo una vez me
emborraché antes de un concierto. Y Juan, con todo lo que él ha sido, a lo
mejor, dos; no más. En ese sentido, éramos superprofesionales. Nunca nos
emborrachábamos o tomábamos drogas antes de un concierto.

- Las cifras de ventas de los discos de Héroes en Europa de las que


hablabas antes permiten calibrar el impacto del grupo entre nuestros
vecinos; sin embargo, ese éxito se puso a menudo en cuarentena desde
España.

10
Guitarrista y productor. Ex Quiet y ex Roxy Music. Productor de los discos
Senderos de traición y El espíritu del vino, de Héroes, y de Radical sonora, el
primer álbum en solitario de Bunbury.
25
- Creo que fue muy, muy fuerte el impacto, sobre todo si lo comparamos
con lo que ha pasado con otros grupos. Posteriormente, ya ha empezado a
haber cosas reales con otras bandas: una gira de treinta bolos de Celtas
Cortos por Francia; Tomatito, que hace giras europeas; Hevia, que ha
actuado por ahí, o Luz Casal, que también he tenido éxito en Francia. Pero
hasta entonces, exceptuando el éxito de Mujer contra mujer, de Mecano,
cantada en francés, lo que salía en la radio, sobre todo a través de Los 40
Principales y de Joaquín Luque, eran cosas como: <<El no va más de
Duncan Dhu en su gira norteamericana>>. Que luego era todo mentira, o al
menos eran datos inflados, y todos os periodistas lo sabían.
Eso hizo que cuando nosotros tuvimos éxito y empezaron a decirlo algunos
medios, nadie se lo creía. De hecho, pasó mucho tiempo hasta que se
creyeron que Héroes estaba vendiendo lo que estaba vendiendo. Y todavía
me siguen diciendo: <<Vosotros tuvisteis mucho éxito en Alemania>>.
Como si realmente Héroes sólo fuera Alemania. Héroes tocaba en Paría y
llenaba el local. Y en Bélgica y en Luxemburgo. Tocábamos prácticamente
en toda Europa. Exceptuando Inglaterra, donde no se publicaban nuestros
discos, vendíamos muy bien en el resto de Europa, y, sobre todo, en Europa
Central.

- ¿Había una correspondencia entre la respuesta del público y la


apreciación de la crítica?
- Creo que sí. El primer disco que empezaron a poner un poco mal fue
Avalancha. Con Senderos de traición leí buenas críticas en Europa. Con el
espíritu del vino nos dieron muy fuerte en Grecia. Visto con la perspec5iva
del tiempo, creo que teníamos una serie de canciones que la crítica
apreciaba más o pensaba que tenía más valor y que quizás eran las menos
roqueras. Daban más valor a canciones como Maldito duende o Sirena
varada, posteriormente, en las que veían que el grupo no era exactamente
una copia de tal o cual banda. Y sen otras canciones, cuando hacíamos rock,
se nos veía más el plumero. Es cuando nos metían en el saco de The Cult,
Led Zeppelin o The Mission, que era un grupo que no nos gustaba pero que
aparecía citado muchas veces.

- Y por lo que respecta al público, ¿qué le motivaba de Héroes?


- Gustábamos porque nos veían mucho más latinos de lo que nos
consideraban en España. Creo que apreciaban una pasión en nuestros
conciertos que les gustaba. Veían a un grupo de rock, algo que en Europa
Central estaba muy institucionalizado, digamos. Allí siempre ha funcionado

26
muy bien el rocanrol, desde Elvis y los Beatles. A la vez veían en nosotros
algo de lo que ellos carecen: cuando ellos hacen rocanrol son muy fríos,
muy secos. Y nosotros éramos para ellos un grupo apasionado, emocional.
Trabajamos en todos los clubs de Europa mil veces; no parábamos de tocar.
El buque, de que hablaba. En un año hacíamos tres giras por Europa, más
dos en España.

- ¿Qué aportó Héroes al patio nacional del rock?


- La verdad es que no estoy muy seguro de eso. Creo que no éramos tan
buenos como pensaban nuestros fans. Para mí, desde luego, no lo éramos.
Me parece un grupo absolutamente imperfecto. Nuestros errores eran muy
gordos. Y, además, esos errores están en nuestros discos, en nuestros
directos, en nuestras declaraciones y en todas partes. Quizás fuimos lo
suficientemente convincentes como para que nuestros fans incluso supieran
alabar los errores. Pero tampoco éramos un grupo tan malo como la crítica
española pensó en su momento o sigue pensando todavía. No me parece un
grupo clave en español. Para nada. No sé. Soy muy crítico con Héroes y con
todo lo que he hecho yo.

- ¡Viva la autocrítica!
- Pero hay una cosa en Héroes del Silencio que es muy importante y es que
con ellos se apasionó de manera ilógica una serie de gente de su generación.
Luego imagino que algo verían en nosotros. Pero es lo único que puedo
decir en nuestra defensa; algo de bien. Y creo que esa es nuestra arma para
que dentro de cinco años nos recuerden quienes nos siguieron. Supongo que
cuando reflexionen sobre su vida nos considerarán una parte importante de
su juventud.

- No pasemos por alto las siempre tortuosas relaciones entre la prensa


española y Héroes. ¿Por qué nunca os tomó muy en serio?
- El único piropo que nos soltaron fue que éramos un grupo muy trabajador.
Era la forma de hablar bien de Héroes del Silencio. Que a mí me irritaba
porque pensaba: <<¡Joder!, no creo que seamos sólo trabajadores; supongo
que habrá algo más. Y si no, ¿por qué compran los chavales nuestros
discos?>>. Y, de hecho, alguna canción respaldaría de todo lo que hemos
grabado. Pero no sé, no gustábamos absolutamente nada a la crítica.
Supongo que porque le hacíamos un daño que, por ejemplo, no le ha hecho
La Oreja de Van Gogh, que ha vendido más que nosotros. Y no he leído
críticas negativas de ese grupo. O bandas de esa época que también

27
vendían, como La Unión, con las cuales no se ensañaba tanto. Vaya, había
muchos casos. Grupos que considero peores que nosotros. No creo que lo
hiciera con Héroes porque pensara que éramos especialmente malos; creo
que a la crítica parecíamos especialmente estúpidos.

- O chulos.
- Pero una chulería estúpida.

- Descartada la luna de miel con la prensa, ¿qué me dices de las


relaciones de Héroes con los músicos españoles?
- Eran mucho menores de las que tengo actualmente, pero a través de la
oficina en la que estábamos, que era la de Pito, Diez/10 Management, había
un poco de clan, de gueto, porque tocábamos mucho juntos: Gabinete
Caligari con Héroes o con Loquillo, incluso con Alaska y Dinarama. Con
esos grupos había mucha relación. Además, en la oficina estaban también
Niños del Brasil y El Norte, que era el grupo con el que todos nos metíamos
un poco. ¡Pobrecillo! Con Gabinete y con Loquillo la relación ha durado
hasta hoy.

- Especialmente con Gabinete.


- Y con el Loco. Con él tengo muy buena relación.

- ¿Algún encontronazo sonoro?


- El más famoso es el de Siniestro Total. Pero nunca llegué a hablar
personalmente con ellos. Juan sí que habló una vez con Julián, de Siniestro,
y creo que cogieron una buena y se lo pasaron muy bien. Pero la verdad es
que incluso esa historia me hacía gracia. He sido muy mitómano en mi
formación musical y aquello me recordaba a las peleas que habían tenido a
través de la prensa los grupos anglosajones y me parecía divertido el hecho
de que pudiéramos entretener a la gente metiéndonos los unos con los otros.
Y la prensa entraba al juego: siempre preguntaban a Siniestro por Héroes y
al revés. Y un buen día, no sé por qué, acabó. Creo que fue gracias, o por
culpa, de Juan y de Julián, que debieron de aclarar términos en esa fiesta. Y
yo lo eché de menos durante una temporada.

- ¿Y con grupos extranjeros, con los que coincidisteis en festivales por


Europa, hubo alguna relación especial?
- Había una serie de grupos, o de artistas, a los que yo me acercaba con una
devoción especial. Me acercaba muy, muy fan. Cuando conocí a Leonard

28
Cohen me temblaba el pulso y no sabía qué decirle. Era para mí una figura
venerable. Además, era un individuo de casi sesenta años y yo, un crío, y
pensé: <<¿Qué coño voy a decirle a este hombre?>>.
Sin embargo, con otros hubo más relación porque coincidíamos más veces.
Es el caso de Robert Plant, con el que estábamos alucinados porque nos
tomaba como los chavalillos que empiezan, un poco apadrinándonos. Y
cada vez que nosotros íbamos a su concierto y él venía al nuestro. Así que
terminábamos hablando en los camerinos y fue para nosotros algo especial.
Obviamente, empezamos por pedirle un autógrafo, pero el hecho de
comenzar a hablar nos llevó a otra relación.
Luego hay cosas más esporádicas en cuanto a coincidir con grupos. Con
Black Crowes, que nos invitaron a una fiesta, o con Aerosmith, con los que
nos pasó algo gracioso, porque Beatriz Valdivia, la hermana de Juan, era
muy fan de Aerosmith y se vino con nosotros al concierto de Finlandia,
donde tocábamos con ellos. Y cuando estábamos juntos en el camerino no
nos atrevíamos a acercarnos. Además, iban con guardaespaldas. Bueno,
pues la única que lo hizo fue Beatriz, que agarró del cuello a Steven Tyler,
el cantante, y casi le obligó a hacerse una foto con nosotros.
Posteriormente, Steven salió en la MTV con una camiseta de Héroes. Si no
llega a ser por el desparpajo de Beatriz aún estaríamos paralizados en el
camerino.

- ¿Quién tomaba las decisiones en Héroes?


- Depende de qué estemos hablando.

- Decisiones sobre qué hacer, qué tipo de giras, qué canciones meter en
los discos y en los repertorios de directo.
- La mayor parte de las decisiones eran consensuadas. También hubo un
momento en la carrera del grupo, que creo que fue clave, cuando ocurrió lo
que ocurrió con nuestro manager: Y, de hecho, el último año y medio
funcionamos así. Ahí tomábamos todos las decisiones, pero creo que yo
asumí más parte de peso. Pero en la época de Pito tomábamos decisiones
conjuntas. Siempre.
Hombre, había cosas que las hacía yo, como el repertorio, pero si al grupo
le parecía algo mal, pues lo cambiábamos. Pero otros asuntos los
llevábamos Juan y yo: decisiones de tipo artístico como con quién hacer el
disco, cómo hacerlo, en qué condiciones o dónde lo grabamos.

- ¿Qué quieres decir con <<ocurrió lo que ocurrió con el manager>>?

29
- Todos nos metimos en una vorágine peligrosa de drogas y Pito la llevó a
un extremo que le hizo descuidar todos sus asuntos; no sólo los que tenían
que ver con nosotros. Y en un momento dado le fui a ver para decirle:
<<Oye, no podemos estar constantemente con fallos o con faltas. Estamos
en el buque y el buque no puede frenar>>. Le comenté que sería mejor no
contar con él de momento y que cuando estuviese recuperado que me
llamara.
Con Pito tuve muy buena relación, ya no sólo a nivel de manager y pupilo,
sino que además nos retroalimentábamos mucho intelectualmente,
pasándonos discos y libros. Incluso el mundo de la experimentación con las
drogas, lo de llevar al límite el uso y no el abuso, fue una época que
vivimos juntos. Lo del abuso lo vivimos cada uno por separado.

- Más relaciones de Héroes. Con la compañía de discos, por ejemplo.


Libertad para hacer las cosas, presiones… En fin, ya sabes.
- Una anécdota graciosa: mientras grabábamos El mar no cesa, nos
enteramos de que por la noche habían metido trompetas en el disco, sin que
nos diéramos cuenta. Unas trompetas de tecladillo. Fuimos, las escuchamos
y me entró la risa cuando las oí. Pensaba: <<Esto no puede estar
sucediendo>>. Creo que ese fue un momento clave. Estábamos grabando en
el estudio de Hispavox, subí al despacho del capo y le dije: <<Bueno,
habéis metido esas trompetas, que son una puta mierda, y no quiero que
estén en el disco. Prefiero que el disco no se edite, me vuelvo a Zaragoza y
me dedico a la carpintería, pero no quiero que salga eso>>.
Y vieron que realmente teníamos las cosas lo suficientemente claras para
dejarnos decidir. Porque aunque el primer álbum no quedó como
queríamos, cuando el segundo, la compañía ni apareció por el estudio. Y
así, el resto. No escuchaban ni las maquetas. Creo que era una mezcla de
confianza y miedo. Confiaban porque el grupo vendía, pero también porque
éramos… ¡uf!

- ¿Qué te interesaba, en la época de Héroes, de lo que estaba


sucediendo en España, musicalmente hablando?
- Siempre he sentido admiración y respeto por Santiago Auserón, que ha
sido para mí una figura clave y muy influyente en el hecho de que yo
tomara la decisión de cantar en español y en el aspecto de introducir temas
filosóficos y metafísicos en los textos. O sea que la culpa de mis textos la
tiene Santiago Auserón. Y luego está Gabinete Caligari, un grupo que me
había gustado mucho por una primera etapa que creo que tenía conexión

30
con nosotros; una etapa más oscura en la que supongo que tenían
influencias de Killing Joke y de The Cure. Unos de los grupos que nos
gustaban mucho era Parálisis Permanente, aunque ahora estamos hablando
de un tiempo en el que Parálisis ya no existe.
Y Loquillo también era una influencia muy importante. Era como el gran
trabajador del mundo del espectáculo en España. Era un tipo que, pasara lo
que pasara con sus discos, era carretera y manta; siempre estaba currando.
Durante todo el año lo veías tocar Y ésa era un poco nuestra filosofía. Era el
ejemplo de la gran empresa de Bruce Springsteen, con la responsabilidad de
mantener a una banda, a unos técnicos y todo eso. Y luego, de grupos de los
ochenta, nos gustaban a todos Golpes Bajos y Décima Víctima. Pero de
finales de los ochenta y principios de los noventa, pocas cosas más de las
que te he dicho. Ni siquiera Los Rodríguez, un grupo que no he escuchado
demasiado. De hecho me gusta más Calamaro en solitario. Coincide
también que en ese momento vamos a Latinoamérica y comienzo a
empaparme de todo lo que sucede ahí. Y descubro a grupos que me parecen
básicos. Grupos, ahora veteranos, como Café Tacaba, Fabulosos Cadillacs,
Fito Páez, Spinetta o Charly García, que era la historia del rock argentino.

- ¿Sabes cuántos discos he vendido Héroes durante toda su carrera?


- Pues las últimas cifras que tengo sitúan las ventas entre cuatro y cinco
millones de ejemplares.

- Un grupo rentable.
- Era rentable aguantarnos. Creo que hemos dado muchísimos dinero a la
compañía, y más teniendo en cuenta que alguno de los contratos –creo que
tuvimos tantos como discos- era <<contrato de lentejas>>. Y un contrato de
lentejas que pega el petardazo que dio Senderos de traición tuvo que ser
muy rentable para la compañía.

- Rentabilidad que también benefició al grupo.


- Obviamente.

- ¿Cómo medías el éxito con Héroes del Silencio?


- No he reflexionado sobre Héroes hasta que me bajé del buque. Bueno, nos
bajamos todos. Creo que en aquel momento no había una reflexión sobre el
pasado ni sobre el presente. Simplemente, enderezábamos el timón o
mirábamos la hoja de ruta. Era más mirar hacia un futuro que sabíamos que

31
era el mega stardom de las grandes figuras del rock; además, con una
ambición internacional clarísima.

- ¿Alguna anécdota especial en la carrera del grupo?


- De Héroes, muchas; la mayoría de ellas This Is Spinal Tap11. No sé si
conoces la película de ese nombre. Es una cinta clave para cualquier grupo
de rock. Salió en los ochenta y cuenta, a través de una serie de sketches, la
vida de un grupo inglés que va a la conquista de los Estados Unidos. Es un
grupo que hace todo tipo de idioteces. Así que si tienes una banda te ves
reflejado en esa película, en esas idioteces: el cantante, en el camerino,
quejándose al manager porque el queso no tiene la forma del pan y eso le va
a afectar en el concierto; el guitarrista que ha inventado un amplificador que
tiene 11 puntos en el volumen en vez de 10, para que se pueda subir más…
Bueno, todo ridículo. Cosas de ésas, dignas de Spinal Tap, nos han ocurrido
muchísimas. Algunas mejores y otras peores. La de Chile, taloneando a Iron
Maiden, un cartel un poco raro, por ejemplo: fue uno de los conciertos más
cortos e la historia de la música, porque creo que no llegó al medio minuto.
Nos dijeron: <<Aquí en Chile, si os escupen, tranquilos que es algo
habitual>>. Al medio minuto de estar en el escenario yo era todo un
escupitajo, pero además empezaron a tirar de todo al escenario y le dieron
con algo a Pedro en la cabeza. Se cayó redondo, con la cabeza abierta y se
lo llevaron al hospital. Fin del concierto. Esa fue la última vez que estuve
en Chile… tocando. De Latinoamérica hay muchas anécdotas. También,
alguna brutalidad de las que hemos hecho, que creo que fue en Guadalajara.

- ¿Guadalajara, España, o Guadalajara, México?


- Guadalajara, México. Se armó una especie de batalla campal, le di a uno
con el pie del micro en la cara y le partí un diente. Resultó que herido era el
hijo del gobernador del estado y se armó una bien gorda.

- En el diario que escribiste durante la gira Avalancha, en 1995, anotas:


<<Me doy cuenta de que cada vez me aíslo más en el autobús, en las
decisiones que tomo junto a Tomás12… la verdad es que no me veo
formando una banda tipo Rolling Stones, que dure una eternidad. Soy

11
Película dirigida en 1984 por Rob Reiner. Spinal Tap (sin <<This Is>>) es
también el nombre de una banda inglesa, formada por David St Hubbins y Nigel
Tufnell en 1967, cuyas influencias iban de The Troggs a Black Sabbath.
12
Tomás Mateos. Último manager de Héroes y actual representante de Bunbury.
32
un culo inquieto, necesito movimiento>>. ¿Era el principio del fin de
Héroes?
- Sí. Tengo un recuerdo muy claro de ese concierto, que fue en Sevilla. Me
acuerdo hasta de la fecha, 6 de diciembre, algo raro en mí. Fue el día que
empecé a pensar que no quería estar más en el grupo. Aparte de que se
daban una serie de circunstancias que a todos nos hacían infelices. Quizás
porque nunca llegamos a parar y a tomarnos las cosas con calma. El caso es
que llegó un momento en el que musical y personalmente yo no estaba
contento, y pienso que habíamos creado una especie de monstruo: lo que
representaba Héroes y el público tipo secta que habíamos creado, algo con
lo que he tenido que enfrentarme en estos años que llevo de carrera en
solitario. Ese público cerril y fundamentalista que cree que Héroes tiene que
ser de una forma muy concreta.
En fin, sobre todo se trataba de que el rocanrol tenía sentido para mí como
una música que me ha acompañado a los veinte años y que incluso ahora, a
mis treinta, podría acompañarme, por lo menos algunas cosas; pero no me
gustaría verme con cincuenta años haciendo rocanrol dentro de unos
parámetros estrictos. Creo que dentro del rocanrol hay una serie de
connotaciones de tipo erótico-sexual y de rebeldía, que si no las eliminas a
determinada edad eres un fantoche. Es un poco contra lo que tiene que estar
luchando constantemente Mick Jagger. Por eso se mantiene en forma y
sigue siendo tan atlético. Perfecto. Pero yo no quiero tener esa lucha
conmigo mismo; no quiero ser juvenil ni atractivo con 56 años. A esa edad
no tienes que ser juvenil. Entonces, tengo otra serie de ídolos que creo que
han envejecido más según mis criterios y pienso en Van Morrison, que es
gordo, calvo y viejo.

- Y malhumorado.
- Y malhumorado. Y me veo más con ese aspecto. Bueno, ojalá no tenga ese
aspecto. Pero quiero decir que existe una forma de hacer rock adulto, una
forma de desviarse lo suficiente como para no depender de la rebeldía y del
erotismo. Y eso es lo que me gustaría hacer, porque creo que hay otras
fórmulas; me gusta más la rebeldía de un buen letrista. El Lou Reed de
Magic And Loss o el Dylan de los discos fantásticos de los noventa.
Prefiero ser así. Incluso salirme de esa vía de <<tengo que sonar en 40
Principales y tengo que conseguir una esponsorización de Nike para mi
gira>>. Porque ése era el futuro de Héroes. El futuro era stadium rock,
espónsor de Nike y McDonald´s, o de San Miguel y Telefónica, y gira
internacional. Y todos vestidos por Jesús del Pozo.

33
- ¿Fuiste el único del grupo que hizo esa reflexión?
- No hago esa reflexión en voz alta. Es algo que creo que he madurado más
con el tiempo. En ese momento el planteamiento era: <<No sé qué me pasa,
pero no quiero llegar a ser un artista viejo del rocanrol>>.

- ¿Pero eso sólo te ocurría a ti?


- Espero que sí, porque para mí la actitud de no quiero ser un músico de
cincuenta años, como Mick Jagger, encima de un escenario, suponía que
tenía que empezar a partir de ese momento a hacer ciertos cambios en mi
música; enfocarla hacia otro lado, hacia el estudio de grabación, hacia la
búsqueda, la investigación, la experimentación… Estaba más concienciado
respecto a la música que con lo de Nike.

- ¿Fuerzas la separación de Héroes como único camino u ofreces otras


alternativas al grupo?
- Después de ese día conflictivo, que creo que fue el del último concierto,
me fui a Guatemala y estuve pensando durante un tiempo. Reflexioné
mucho a través de un diario que escribí ahí y cuando volví ya tenía claro
que dejaba el grupo, porque además coincidió con la enfermedad de Pedro,
que lo operaron, y teníamos que ir de gira con otro batería. Era todo muy
incómodo. Pedro siempre ha sido el gran conciliador del grupo.
Entonces le comenté esto a Antonio Estación13, que fue un poco la bisagra,
y me dijo: <<Hombre, creo que deberías darles una oportunidad, reunirte
con ellos y comentarles las preocupaciones que tienes, las musicales y las
otras>>. Musicales tenía muchas, pero también de forma de actuar: quería
frenar el buque y tomar una serie de decisiones. Hice una reunión en
México, que fue donde empezamos la gira, y propuse todo esto. Y cayó
como un jarro de agua fría. Hubo quien lo aceptó mejor, pero en definitiva
no hubo entusiasmo. Y a partir de ahí todo fue de mal en peor. Creo que fue
en Tijuana donde dije que no quería continuar y que cogía un avión de
vuelta a España. Me parece que fue Tomás quien me convenció para
continuar la gira.

- Estamos hablando del recorrido americano de la gira de Avalancha.


13
Propietario junto con Bosch, del bar zaragozano La Estación del Silencio, lugar
de reunión de músicos y faranduleros varios. Antonio , que fue bajista del grupo
Niños del Brasil, ha puesto en marcha el sello discográfico EDS Sound Station, que
ha editado los álbumes de Malamente y El Alquimista.
34
- Sí, de Avalancha y de enero de 1996. Continuamos hasta septiembre. O
sea, que cuando yo estaba ya hasta los huevos aún tuve que continuar ocho
meses más.

- Nunca se comentó, a raíz de la separación de Héroes, un detalle que


me parece interesante: los compromisos discográficos que tiene el
grupo en el momento de la ruptura. ¿Cómo quedó ese asunto?
- Para añadirle guindas al pavo, mientras sucedía todo lo que contaba
estábamos negociando un contrato que incluía el disco Avalancha, que
había salido bajo condiciones especiales. Así que negociábamos mientras el
grupo se estaba separando. No llegamos a un acuerdo con el presidente que
en esos momentos dejaba la compañía, pero sí con el nuevo. Un acuerdo
por el que más o menos redondeábamos la situación con el disco doble en
directo – que era una petición de la compañía- , con Avalancha, con un
<<rarezas>> y con un disco de grandes éxitos que aparecerá próximamente.
Y dejando las puertas abiertas para nuestros discos en solitario.
Yo, con un contrato especial, porque quería estar en Chrysalis y trabajar en
unas condiciones determinadas, y lo que el resto de los miembros del grupo
pactaran con sus carreras en solitario. Ese contrato era muy amplio, en
cierto modo, e incluía muchas posibilidades; entre ellas, la e que en un
futuro incierto nos volviéramos a reunir, cosa que posteriormente no va a
ocurrir, y de ahí el álbum de grandes éxitos.

- Hablando de esos compromisos: pese a estar prevista en el contrato la


edición de Rarezas, me parece que no te hizo mucha ilusión ese disco.
De hecho, no participaste en su promoción.
- Ofrecí un disco de rarezas que no es el que salió. El problema es que se
fraguó mientras estaba en Estados Unidos de gira con Radical sonora y la
comunicación era muy compleja. No me llegaban ni las carátulas, ni el
diseño del disco. Recibí un listado que no coincidía con el que había
mandado, vuelvo a enviarlo, me dicen que no iba a ir ese listado…
Entonces empiezo a dudar sobre qué decisión tomar: si ponerme firme o
dejar que salga cualquier cosa porque sabía que no iba a hacer promoción
de ese disco, ya que estaba en otros asuntos. La verdad es que podía haber
peleado un poco más por mi idea, pero eso habría supuesto un
enfrentamiento serio con la compañía y quizás con el resto del grupo, y
preferí desentenderme porque de todas formas iba a hacerlo. Habría sido un
poco extraño pelear por una idea que luego no iba a defender.

35
- En una entrevista que hicimos en 1997, a propósito de la posible
vuelta de Héroes, dijiste una frase realmente contundente: <<Sólo un
milagro puede reunir a Héroes y yo no creo en los milagros>>.
¿Continúas con esa incredulidad?
- La verdad es que creo más en los milagros que en la resurrección de los
Héroes.

- ¿Te han presionado tus compañeros para que esa resurrección se


produzca?
- A mí nadie me ha llamado para juntar a Héroes; ni la compañía ni el
grupo. Quizás porque soy muy claro en declaraciones como la que
mencionabas. Y porque supongo que no hay una dirección a tomar, un qué
hace exactamente con Héroes en el caso de que nos juntásemos.

- Sin embargo, tus compañeros nunca han dado el asunto por zanjado.
A raíz de la promoción de Rarezas, tuve la impresión de que mantenían
cierta esperanza en la vuelta.
- De esa promoción me pareció mal que jugaran con la esperanza de los
chavales. Creo que dejaron la puerta muy abierta a esa posibilidad y la
realidad es que se necesitan muchas llaves y ganzúas para abrirla.

- Me consta que mantienes buenas relaciones con Pedro Andreu. Lo ves


habitualmente y lo has invitado a participar en alguno de tus
conciertos. ¿Cómo van las cosas con los demás héroes?
- Con Juan nos vemos de Pascuas a Ramos. La verdad es que ahora no
tenemos ningún problema, ya que el que teníamos se llamaba Héroes del
Silencio. Al no formar parte de ese proyecto común no tenemos nada sobre
lo que discutir. Bueno, podemos hablar de música o sobre los pañales y la
educación de su crío, ¿no? Y a Joaquín le quiero muchísimo, lo que pasa es
que lleva una vida muy retirada. En definitiva, creo que Joaquín y Juan
echaban de menos una vida casera, más reposada, más con sus mujeres. Y
creo que una vez disuelto el grupo cada uno ha hecho lo que quería hacer.

- ¿Qué están haciendo Juan Valdivia y Joaquín Cardiel?


- Juan está aprendiendo a tocar el piano, estudiando muchísimo. Sé que ha
grabado cosas, de las que me ha pasado varias maquetas, pero no es un
proyecto concreto. Y Joaquín ha estado muy ocupado con su casa, porque lo
ha hecho todo y también estuvo muy enrollado con los indios en Estados
Unidos. Hizo la música para La carta del indio, que pedía la liberación de

36
Leonard Peltnier, y a raíz de eso estuvo en varias reservas. La última vez
que lo vi fue para preparar uno de los juicios que tenemos pendientes por
mal comportamiento.

- ¿Juicios pendientes por mal comportamiento?


- Bueno, sólo tenemos uno. Fue por un concierto del año 1991. Es un juicio
muy extraño. Suspendimos el concierto porque uno de nuestros técnicos,
antes de montar nada, se hundió en el escenario y pensamos que si había
ocurrido eso con un tipo que pesaba 60 kilos, era imposible que el escenario
resistiese un equipo de varias toneladas. Así que suspendimos porque no
quisieron cambiar el escenario. Pero para redondear la cosa tuvimos una
fiesta muy importante la noche anterior y Juan acabó en comisaría, jugando
con las pistolas de los policías. Y parece que ésa fue la excusa que utilizó el
empresario, diciendo que estábamos completamente drogados y
alcoholizados.

- ¿Dónde era ese no-concierto?


- Creo que en Algeciras.

- Tengo que preguntarte por los proyectos en solitario de Pedro Andreu


(Puravida) y de Alan Boguslavsky (Bogusflow). ¿Qué te parecen sus
debuts discográficos?
- No puedo evitar oír un disco de mis compañeros y pensar cómo lo hubiera
hecho yo. El disco de Bogusflow me encanta, es un gran disco. Pero le
pongo dos pegas: es demasiado corto y está cantado en inglés. Esto último,
aunque no sabría decir muy bien por qué, para mí es un handicap en España
y en Latinoamérica. Y el hecho de cantar en inglés le acerca demasiado a
las influencias, que creo que quedarían más ocultas si cantara en español.
Con lo cual ganaría en personalidad.
Y en el caso de Pedro creo que había material para hacer un disco mejor.
Quizás tenía que haber trabajado más. Tanto la producción como la
instrumentación no tienen el suficiente grado de riesgo. Eso quizás venga
porque a Pedro hay un cierto tipo de rock americano con raíces que creo
que le ha influido demasiado. Suena demasiado estándar americano para un
país como España. Yo habría hecho ese disco con mucho más riesgo. Un
disco más complejo, instrumental y rítmicamente.

- Cuando inicias carrera en solitario, tras la disolución de Héroes, Alan


trabaja contigo como músico. Luego forma Bogusflow, donde cuenta

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con Copi y Ramón Gacías, dos e tus instrumentistas, y abandona tu
banda. ¿Le presionaste para que eligiera estar en un sitio o en otro?
- No, todo lo contrario. Creo que tanto Alan como Copi y Ramón se ponen
ellos solos entre la espada y la pared. Yo no les puse en Bogusflow; en todo
caso les abro una ventana. Les digo: <<Mirad, aquí tenéis una baza. Estoy
encantado con vosotros. No sólo aquí tenéis una banda, sino que vamos a
ensayar durante meses, lego grabaré el disco y querré salir de gira>>. Y son
ellos los que, al sacar el disco en unas fechas coincidentes con mi trabajo,
estuviera previsto o no sacarlo entonces, se colocan en una disyuntiva. Por
supuesto que puedo retrasar mi disco, pero no puedo retrasar mi carrera
porque ellos estén haciendo eso.
Entonces son ellos los que tienen que tomar una decisión y es Alan quien
decide abandonar Pequeño. De hecho, Copi y Ramón han compatibilizado
los dos proyectos. También porque Bogusflow no les da tanto trabajo. Yo
les digo: <<Tenemos estos conciertos>>. Y son ellos quienes tienen que
decidir si vienen o no. Y en el caso de que no vengan a lo mejor tengo que
tomar yo la decisión de buscar a otros, ¿no?

- ¿Cómo se lleva el paso de estar en un grupo donde las decisiones se


toman de una manera más o menos compartida a ser el jefe y tener
músicos asalariados?
- Al principio me costó mucho con Radical sonora. Quizás por eso monté
una banda y el disco suena a banda. Por supuesto que he dejado a los
músicos un terreno para respirar. Y esa comunicación está muy bien. Pero
ya con Pequeño las cosas cambiaron mucho y asimilé más el papel de jefe
que me toca. Más que nada, porque es mi carrera. En el disco pone Bunbury
y Bunbury soy yo. Y el material viene fundamentalmente de un trabajo
personal, aunque haya una serie de canciones en las que existe una apuesta
común con la anda. Pero el proyecto, la dirección y la producción pasan por
mis manos, y, en ese sentido, Pequeño ha estado cerca de la tiranía más
absoluta. Y es posible que siga por esos derroteros.

- O sea, que los músicos en una carrera en solitario son


intercambiables.
- Por supuesto. Eso no quita para que yo tenga mis preferencias. Prefiero
tener una banda que me pueda dar un sonido más personal que buscar
músicos que no se involucren lo suficiente en el proyecto. Pero está claro
que si ahora hago un disco en el que tocan otros músicos, puede seguir
poniendo Bunbury en portada igual que antes. Pero bueno, no es el caso.

38
Estoy muy contento con la banda que tengo. De hecho, en Pequeño tocó
gente distinta de la que llevo en directo: en los metales, en las cuerdas.
Incluso hay algunas guitarras que no tocó Rafa Domínguez porque las toqué
yo o Phil Manzanera. Ya estamos un poco trabajando de esa manera:
primero es el disco y luego lo adaptamos al directo.

- Qué ganas y qué pierdes cuando Héroes del silencio se disuelve?


- Pierdo en cierto modo el apoyo de la secta de fans; el apoyo incondicional
y con fe ciega que tenía; pierdo sentirme respaldado por una banda; pierdo
el compartir responsabilidades, sobre todo promocionales, ya que es mas
cansado hacerlo todo tú. Y gano todo loo demás. Ahora mismo es mi
carrera, es mi vida… Los discos que estoy haciendo son mucho más
personales y estoy más orgulloso de ellos; sobre todo del último.
Gano en una libertad y en una rapidez de movimientos que no tenía Héroes.
Héroes era un dinosaurio con una maquinaria ya muy pesada y todos los
movimientos eran muy torpes y lentos: tomar una decisión del tipo vamos a
tocar en México suponía mucho tiempo, gira estructurada, todo
perfectamente hecho.. Eran decisiones que se tomaban con dos o tres meses
de antelación. Yo puedo decidir ahora mismo que mañana me voy a
México. No me cuesta nada tomar decisiones. Incluso puedo decidir en un
momento si acepto o no el ofrecimiento de participar en un concierto con
Los Panchos. Sólo me tengo que poner de acuerdo conmigo. Antes era una
maquinaria lenta porque no hacíamos cosas por separado. En teoría, claro,
porque yo siempre las he hecho. Pero bueno, gracias a esa libertad de
movimientos he realizado un montón de colaboraciones desde que estoy
fuera de Héroes y por eso tengo tantas caras B en los maxis. Esta situación
me permite ser mucho más creativo y trabajar mucho más, que es lo que me
gusta.

- Al margen de esa facción fundamentalista de los fans que has


mencionado, en general, ¿cómo asumen los seguidores del grupo la
ruptura de Héroes?
- Creo que cualquier persona racional asume que un grupo se separe,
aunque sienta más o menos pena. Pero, desde luego, hay un grupúsculo que
empieza a buscar culpables y que quiere una cabeza de turco, que, por
supuesto, soy yo. Porque soy el primero que abre la boca, porque soy el
primero que hace declaraciones y porque soy el primero que hace un disco.
Y, encima, diferente de lo que era Héroes. Así que para ellos queda
absolutamente claro quién es el culpable: <<Bunbury, que ahora quiere ser

39
Spaceboy, quería que nuestro grupo idolatrado se convirtiera en una
mariconada tecno>>.
Tenían clarísimo contra quién ir. Y, de hecho, aparecieron en nuestras
páginas de internet llamadas al boicot de Radical sonora, con frases del tipo
<<cuanto antes se arruine Enrique, antes volverá con Héroes>>. Menos mal
que mucha gente no les hizo caso. Pero sí que me encontré con parte de ese
boicot en conciertos. En el de Zaragoza, principalmente, donde una serie de
gente no aceptaba que tocase canciones de Héroes del Silencio, algo que me
resultó extrañísimo. Pero en ese concierto tomé la decisión de no tocar más
esas canciones en los conciertos por España. Fuera, sí, con una respuesta
mucho más positiva, que es lo lógico y que era lo que yo pensaba que tenía
que ocurrir: que observaran ese guiño hacia el pasado, hacia un grupo que
les gustaba y que lo tomaran como algo para agradecer en vez de algo para
criticar.

- Si te parece, para cerrar el capítulo Héroes, ejerce de autocrítico


musical en un repaso sucinto a la discografía del grupo. Comenzamos,
lógicamente, por El mar no cesa.
- Es un disco adolescente, con una producción que es la que más nota el
paso del tiempo, entre otras cosas porque es muy de los ochenta. Pero tiene
algunas de las canciones que más me gustan de la carrera de Héroes. Y creo
que en esas canciones está definida la que para mí ha silo la mejor
aportación de Héroes: aquello en lo que yo contribuyo melódicamente y en
los textos, y la forma de tocar la guitarra de Juan. Es un disco que no puedo
oír porque parece que tengo voz de pito.

- Senderos de traición
- Es un disco que refleja exactamente cómo éramos en ese momento y, en
ese sentido, creo que es perfecto. Un disco que no tiene más ambiciones: lo
que conseguimos es lo que queríamos hacer. No es El mar no cesa, que nos
habría gustado que sonara de otra manera, ni El espíritu del vino, que en
otras circunstancias habría sido mejor disco. En Senderos de traición están
las canciones más emblemáticas de nuestra carrera –Maldito duende y
Entre dos tierras-, y es un disco que nos ha dado muchas satisfacciones.
Precisamente por Entre dos tierras, que en Europa ha vendido muchos
singles y muchos elepés, y que hoy todavía se sigue escuchando en
discotecas y clubs de Europa Central. La saben cantar hasta los alemanes.

- El espíritu del vino

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- Como ocurre con la mayoría de los discos dobles, sencillo habría quedado
mucho mejor, sobre todo si hubiésemos sabido contenernos y hacer un poco
de autocrítica. Creo que hay canciones excesivamente largas y que tienen
estructuras equivocadas. Y que muchas piezas tienen mezclas
absolutamente erróneas. En ese disco hay suficiente material para haber
hecho el mejor álbum de nuestra carrera. Pero no lo es, por desgracia.
Aunque le tengo especial cariño, precisamente por su imperfección.
Por la forma de hacerlo y por cómo estábamos nosotros es de alguna forma
como el White Album, de los Beatles, en el sentido de que cada uno
empezamos a desarrollar inquietudes dentro de un disco. Hay canciones que
son muy Bunbury, hay canciones que son muy Juan, hay canciones que son
muy Joaquín y hay cositas que son muy de Pedro. Ante la confusión en la
que estábamos, permitimos todo eso. En ese sentido, también es muy
definitorio de la banda, de lo diferentes que éramos.

- Avalancha.
- Es lo opuesto a El espíritu del vino. En vez de hacer un disco amplio de
miras y apuntando a diferentes terrenos musicales, concretamos. Frente a la
discrepancia musical que existía en el grupo, buscamos esa área común
donde trabajar a gusto, que era lo que nos gustaba a todos en conjunto: el
rocanrol. Era el único islote en el que podíamos coincidir. Por eso salió un
disco tan ortodoxo. También, en cierto modo, el hecho de que lo produjese
Bob Ezrin eliminó ese sonido europeo que tenía Héroes y nos americanizó
demasiado. Fue el disco con el que entramos definitivamente en
Latinoamérica.

- No repasamos los álbumes en directo.


- No me gustan los discos en directo. Ni los míos ni los de los demás, salvo
algunas excepciones. No obstante grabamos tres.

- ¿Asumes totalmente el legado de Héroes?


- La verdad es que no me gusta ningún disco de Héroes. Completo, quizás
el que más me gusta es Senderos de traición. Siempre he querido crear, esas
obras que se pueden escuchar de principio a fin, que apetece escucharlas
así. Pero creo que todos los discos que he hecho, con y sin Héroes, al final
tienen unas canciones que me gustan más y otras que no aguantan el paso
del tiempo o, al menos, el paso de mi forma de ver el tiempo y la música.

41
Capítulo
DIVÁN / Conversaciones con Enrique Bunbury

Big Bang
Productor por accidente, editor de una revista que
sólo publicó un número, circunstancial empresario
discográfico, compañero de viaje en álbumes
colectivos, director de sus propios videoclips…
Bunbury, entre la urgencia de no poder estarse
quieto y la necesidad de tener todo bajo control,
aprovecha el tiempo como si el día tuviese
cuarenta y ocho horas. Y junto al recuento de esas
actividades, una mirada al Wilde de La
importancia de llamarse… Bunbury; el recuerdo
de una oferta cinematográfica que nunca consumó,
con Ana Álvarez como protagonista, y los
encuentros en El Escorial con Albert Hofmann, a
quien debemos el LSD, y Alexander Shulguin,
descubridor del éxtasis. Fue Hofmann,
precisamente, quien regaló en esas jornadas un
ácido al cantante, que éste nunca tomó y que
guarda como un trofeo. Un poco seco, claro.
Mitómano que es el muchacho.
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43
-A notemos, antes de pasar a otras cosas, en el haber de un tipo que
no puede estar sin hacer algo, tu faceta como productor. ¿Qué te
impulsa a esa actividad?
- Fui a un concierto de Las Novias, en la sala Heaven, de Zaragoza, y me
había tomado un ácido. Y cuando el grupo tocó El novio de la muerte pensé
que esa canción era una bomba, aluciné muchísimo y dije: <<Quiero
producir a este grupo, quiero sacarlo adelante>>. Y bueno, gracias a Pito
conseguí un contrato para Las Novias en Polygram y nos metimos en la
producción del disco. En ese momento estábamos haciendo la gira de
Senderos de traición y teníamos más de cien conciertos en España. Pues en
medio de esos conciertos iba a los estudios donde podía grabar a Las
Novias. Así quedó… Realmente no se puede grabar un disco en esas
condiciones. Tres días hoy, otros tres dentro de un mes…Aunque no
vendieron mal; creo que unas 15.000 copias. Pero era una época en la que si
no pasabas de 40.000 o 50.000 ejemplares no eras nadie.
Luego intenté vender el segundo disco de Las Novias, que lo grabamos
antes de ofrecerlo a una compañía, y no lo conseguí. Así que monté un sello
para editarlo.

- Hablaremos de ese sello, pero insisto en tus motivaciones como


productor, al margen de cuándo surgen. El impulso, que te decía.
- No me impulsa nada. Eso es lo que quería decir. Porque luego he
colaborado en las producciones de Niños del Brasil sencillamente porque
me pidieron que les echara una mano. Así que en un caso fue por el tripi y
en otro, por amistad. Y cuando surgió colaborar con Amaral fue porque me
gustaba lo que hacían. Todo un poco accidental, vaya. Y ahora con Los
Elefantes, de los que ya era amigo antes de estar interesado en producirles,
porque los vi un día en directo y me gustaron las canciones.
Y es que realmente nunca he tenido la aspiración de producir a otros
músicos. En cierto modo, como me decía mi padre cuando hice lo de Las
Novias, era como un master. Y así me lo he tomado siempre, como una
forma de aprender.

- Que no quieres ser productor, vaya.


- No, no quiero ser productor. De hecho, aunque me han ofrecido algunas,
nunca he aceptado una producción de encargo y no creo que vaya a hacerlo.

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- Pero sí produces tus discos. ¿Has llegado a la conclusión de que uno es
el mejor productor de sí mismo?
- No creo que sea el mejor productor para mis discos. Es posible, incluso,
que hacerlo no sea lo más conveniente. Quiero decir que sé que estoy
perdiendo determinados aspectos de calidad sonora, pero lo prefiero así
porque sé que estoy ganando personalidad. Y creo que en Pequeño, que hay
una dirección mucho más mía, se ven más claramente que en Radical
sonora cuáles son mis gustos estéticos. En el primer disco hay una
influencia exterior excesiva. Y no sólo por culpa de Phil Manzanera, ya que
creo que yo también soy responsable de eso. Pero es un disco de mirada
exterior. Sin embargo, el segundo, que produzco totalmente, está más
centrado en mis gustos personales. De hecho, no hay ni una nota que no
coincida con esos gustos. Luego, las canciones, el sonido y las mezclas
serán mejores o peores. Pero musicalmente estoy absolutamente conforme
con el resultado. Aunque creo que puedo hacer producciones mejores.

- Más allá de producciones no buscabas pero sí encontradas están las


colaboraciones en discos colectivos (homenaje a Police, tributos a
Rubén Darío y a la copla…). Supongo que las peticiones para
participar en esos álbumes son numerosas. ¿Con qué criterios las
seleccionas?
-Durante mi época con Héroes tuvimos muchos ofrecimientos y no
participamos en ninguno porque mover el buque era complicadísimo.
Primero, no teníamos tiempo para grabar; segundo, para ponernos de
acuerdo se necesitaban días y días de conversaciones. Y utilizábamos la
democracia dictatorial: todos tenemos voto y todos tenemos veto. Podíamos
haber participado en el tributo latinoamericano a Queen, en el homenaje a
Tequila… Este último lo retomé más tarde en solitario, pero finalmente la
canción que hice del grupo. Es sólo un día más, no salió por problemas con
la compañía y porque consideré que podría confundir, ya que el álbum se
iba a publicar un poco antes que Radical sonora y no quería que pareciese
que eso es lo que yo iba a hacer en solitario. Luego he pensado que me
excedí con las precauciones.
Pero la verdad es que me gustan ese tipo e discos. Me gustan incluso
proyectos que en principio no me entusiasmaban. Me parece
interesantísimo meterse con el repertorio de un individuo, aunque no sea tu
artista favorito. Nadie me ha propuesto hacer una canción de Iggy Pop o de
Leonard Cohen. Nadie quiere hacer tributos a la gente que me entusiasma.
Pero aún así me gusta. Es hacer cosas de encargo, pero a la vez, personales.

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- También está tu incursión en las bandas sonoras de películas. En la de
Shacky Carmine colocas la canción Nada.
- Leí el guión y no tuve una idea clara de cómo iba a ser la película, pero
me apetecía porque era un director joven y me lo pidió personalmente.
Aunque el guión no me hubiese gustado nada creo que lo hubiera hecho. En
definitiva pensé: <<Yo no voy a ser responsable de la película, voy a ser
responsable de la canción. Si la película es mala, es cosa del director>>.

- Pues ya que estamos con tus relaciones profesionales con el cine,


aunque sean breves y a través de la música, obligado parece
preguntarte si han tenido ofertas para trabajar como actor.
- La respuesta es sí.

- ¿Y te las planteaste seriamente?


- Claro que me las planteé seriamente. Y la conclusión es que no tenía
ningún interés en ser actor. No me gusta. Creo que no va con mi carácter.
Me siento más cercano a…

- ¿La dirección?
- Sí, a aspectos en los que controles más el producto final. En definitiva, es
lo que más me jode del actor, aunque quizás haya que tener una vocación
que yo obviamente no tengo, pero creo que el actor tiene tan poco control
sobre el producto final que no me interesa ese trabajo. Además, conforme
va pasando el tiempo cada vez tengo menos interés en ser famoso
físicamente, en ser reconocido por la calle. Y creo que para ser actor hay
que tener cierta vanidad… física.

- ¿De qué película hablamos cuando hablamos de las ofertas que te


hicieron para actuar?
- Me ofrecieron trabajar en Dile a Laura que la quiero. Y una forma de
negarme fue decir: <<Bueno, sólo aparecería en la película si tengo escenas
de cama con Ana Álvarez>>. Me dijeron que no estaba previsto que ella
participase en la película. Pero pasó el tiempo, porque la película se rodó
varios años después, y apareció Ana Álvarez. No he visto la película, pero
creo que sí hay alguna escena de cama… que me hubiese tocado. Tuve
también tres o cuatro propuestas más para películas que no sé como se
llamaban ni sé si llegaron a rodarse.

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- No eres actor ni realizas todavía películas, pero sí has decidido
recientemente ser el director de los videoclips de tus canciones. Habrá
que convenir que, entre unas cosas y otras, eres más artista que
Raphael.
- También es algo accidental. No hace mucho, el presidente de la compañía
de discos me decía que no sabía si era bueno que yo tuviese tanto afán por
controlar mi carrera. Bueno, dijo <<mi producto>>. Y yo le decía: <<No,
no es que tenga ese afán, es que cuando se me escapa algo de las manos
acaba por disgustarme. Y lo hago porque las cosas queden con una estética
acorde con la que yo tengo>>. La verdad es que me gustaría que los
videoclips los rodara otro, porque yo no tengo los conocimientos para
hacerlo, pero otra persona que tuviera un sentimiento afín. Admiro los casos
de The Cure, Bowie o Marilyn Manson. Gente que consigue crear una
estética personal a través de una relación cercana con un director. Me
encantaría que eso me ocurriera. De hecho, es lo que perseguí con mi
hermano, pero por circunstancias ajenas a mi voluntad, y creo que incluso
también a la suya, no ha podido ser. Total, que al final me estoy metiendo
en berenjenales en los que no sé si continuaré, porque no tengo tanta ilusión
por ese trabajo.

- O sea que algunas cosas las haces más por una necesidad de tener el
control que por un afán de demostrar que sabes hacer de todo.
- Es que soy antirrenacentista. Creo que soy limitado y me gustaría
concentrarme en lo que creo que hago mejor. Eso y tener alrededor un
equipo de gente que pudiera suplir todas esas carencias que tengo. Pero me
estoy metiendo en todos los lados.

- Decías que montaste un sello discográfico (A la inversa) para editar el


segundo álbum del grupo zaragozano Las Novias. ¿Qué tal fue la
experiencia como empresario?
- En cierto modo, fue como cometer los errores que cometen todos los
músicos que tienen una carrera suficientemente larga. Yo estoy ya muy
cerca de cometer casi todos. Montar un sello es un error porque es un
marrón, a no ser que tengas vocación de empresario, que no es mi caso. Un
poco por rentabilizar, se me ocurrió editar el disco Zaragoza vive, pensando
que era una idea que alguien debería haber tenido antes. Es más: siempre
pensé que es un trabajo que debía tener continuación.
Ese primer disco era una forma retrospectiva de dar a conocer toda una
serie de grupos que en un momento dado había en Zaragoza, que merecían

47
una consideración. Era también una forma de aportar mi granito de arena a
la memoria histórica, que me parece que es una de las grandes carencias
que existen en España a la hora de juzgar a cualquier músico. Creo que no
se valora a un músico por lo que ha hecho, sino por su último disco. Es
más: se alaba a muchos grupos sin tener idea de dónde vienen. Bueno, el
caso es que creo que hace falta un segundo volumen, e incluso un tercero,
de Zaragoza vive.

- Discos que no editarás tú, me parece.


- No, no, no. He vuelto a pensar en montar un sello discográfico, pero bajo
otra perspectiva. Lo que me interesaría es montar un subsello en alguna
compañía donde yo tuviese un puesto de AR14 y poder fichar a grupos e
incluso producir a algunos de ellos. Eso, con un equipo de marketing propio
para hacer un trabajo de campo que no hacen las compañías grandes. Pero
meter mi dinero, ser un empresario y tener que estar pensando en
distribuidoras, radios y todo eso, no; me aburre. Sólo pensarlo ahora ya
estoy bostezando.

- Otra aventura fue la edición de la revista monográfica Avalancha


Magacine, de la que sólo se editó un número. ¿Cómo se te ocurre
hacerte editor… literario?
- Bueno, Avalancha fue para mí un disco muy reivindicativo. Es más: diría
político y social. Era un momento en el que me parecía imprescindible la
acción. Me parecía legítimo que el músico, a través de todas sus
actividades, pudiera despertar inquietudes en su público. Me parecía
positivo. Ahora no estoy tan convencido pero entonces pensaba que un
disco lo podía redondear de alguna forma mostrando lecturas o autores que
me habían influido para llegar a escribir cosas como Avalancha o Iberia
sumergida.
No lo hice directamente con los autores que me habían inspirado, pero sí
tratamos unos temas que estaban en el disco; por eso la revista se llamaba
Avalancha. Se trataba de decir a los chavales: <<No os quedéis en Héroes,
descubrid que Héroes hemos escuchado a todos estos grupos>>. Si
podíamos hacer eso, estábamos ejerciendo una influencia positiva. Una
influencia que era individualista: edúcate a ti mismo, busca por ti mismo a
través de la curiosidad, que creo que es el motor de la sabiduría. Y

14
Artista y repertorio. Persona que decide en una compañía de discos a quién se
graba y a quién no, vaya.
48
buscamos a una serie de colaboradores para hablar de temas que nos
interesaban en ese momento.
Me interesaba especialmente la política, pero es de lo que menos se habla
en la revista. También estaba el asunto de las drogas, aunque para entonces
ya se había dicho todo en ese terreno porque se habían celebrado los cursos
de El Escorial con Sánchez Dragó y Antonio Escohotado, a los que había
asistido; había tenido charlas con Hofmann, el descubridor del LSD, que
murió poco después, y con Shulguin, el descubridor del éxtasis. Todo eso
me había satisfecho lo suficiente y no quería seguir con el tema, pero aún
así lo introdujimos como un resumen.

- Detengámonos en esos encuentros con Hofmann y Shulguin.


- Fue durante un curso que se llamaba Desobediencia civil y estado
alterados de conciencia. Era un curso que organizaban Sánchez Dragó y
Escohotado. Y paradójicamente se intercambiaron los papeles: Sánchez
Dragó llevaba el tema de los estados alterados de conciencia y Escohotado,
el de desobediencia civil.
Yo estaba con Silvia Grijalva15, Copi y Olvido16. Éramos la cuadrilla de fans
y hablábamos con quien podíamos. Y una noche, en una terraza, nos
sentamos en una mesa a charlar con Escotado, Hofmann y Shulguin. La
verdad es que no hablamos del contenido de los cursos, sino de que
habíamos conseguido opio y de que íbamos a probarlo. Y Shulguin, que
estaba con su mujer, una anciana venerable, se quería ir porque decía que
había muy mala energía en El Escorial. Estaba muy concienciado con las
energías y utilizaba las drogas para captar energía positiva o negativa en
lugares y personas. Escotado también contó sus propias teorías sobre cómo
descubrir tu estado de salud a través del estado del cabello. Y Hofmann me
dio un ácido que nunca llegué a tomar. Lo guardé así como en una vitrina y
ahí debe de seguir. Un poco seco.

- Avalancha Magacine fue una publicación que no tuvo continuidad…


- Creo que en ese número explicábamos que era monográfico y único.
Aunque luego, con Radical sonora, pensé en hacer otra revista más musical,
pero no tuve tiempo.

15
Periodista musical. Escribe en el diario El Mundo.
16
Olvido Gara. Alaska, o sea.
49
- Has mencionado el individualismo como impulsor de búsqueda,
filosofía que propugnabas hace unos años. ¿Todavía es tu motor de
arranque?
- Digamos que soy muy… bipolar. Veo en el individualismo una serie de
inquietudes y creo que hay ciertos aspectos en los que se debe trabajar en
comunidad. Dependiendo del momento en el que me encuentre, tiendo más
hacia uno u otro lado. Cuando Avalancha, estaba en una época muy, muy
individualista. Era como: <<Quien quiera peces que se moje el culo. No
espero absolutamente nada del estado ni de las instituciones; lo único que
puedo aportar para que las cosas cambien es mi propio impulso. No confío
ni en el gobierno ni en ONGs>>. Radical sonora es un disco
megaindividualista.
Pequeño, en cambio, no lo es en absoluto. Para hacer este disco viajé por
España, por primera vez en años, moviéndome por pueblecitos.
Fue una forma de reconciliación con el pueblo, de ver que, efectivamente
hay muchas cosas en común con el humilde, aunque nuestras formas de
vida difieran.

- Antes de seguir con otros asuntos, y ya que hemos mencionado


Avalancha Magacine, quiero conocer tu opinión acerca de la
bibliografía que habéis generado Héroes y tú: los dos libros sobre el
grupo, escritos respectivamente por Patricia Godes y Arturo Blay, y el
volumen que también Blay elaboró sobre ti.
- No los he leído. Bueno, hace poco leí un capítulo del libro de Blay sobre
mí, justo el que habla de la disolución del grupo. Y de los dos de Héroes
también he leído sólo fragmentos. La verdad es que no estoy tan interesado
en mí mismo.

- Pero seguro que con esos fragmentos te has formado una opinión.
- Sí. El libro de Patricia Godes me sentó mal en principio porque estaba
muy centrado en los fans y en cómo vestirse como un Héroe del Silencio.
Me parecía un poco frívolo. Aunque ahora le veo la gracia. Y los de Arturo
Blay, no sé; no tengo una opinión muy clara.

- Cito a Herman Melvilla: <<Llamadme Ishmael>>. Si digo llamadme


Bunbury, ¿a quién cito?
- Viene de una chica que se llamaba Eva Bunbury y de una serie de
circunstancias que rodearon ese momento de mi vida. Estoy hablando de
cuando tenía catorce años. Era un momento en el que con las personas que

50
trataba tenía conversaciones en torno a que quería montar un grupo o a que
ya tenía uno y quería tener otro y alguien sugirió nombres. Vivía también
una <<época Oscar Wilde>>, estaba leyendo sus obras de teatro, y en La
importancia de llamarse Ernesto estaba ese personaje que utiliza el nombre
de Bunbury para ocultar una vida paralela que lleva. Y en cierto modo me
pareció un buen seudónimo. Pero en principio iba a ser el nombre de un
grupo. La verdad es que no tiene más misterio.

- Mas pareces partidario de que un artista busque un nombre que


marque las distancias entre la persona y el creador.
- En aquel momento, quizás más inteligentemente que en la época de
Héroes, me parecía que un músico debía tener una doble vida; una cara
pública y una vida privada que consistiría en las cosas que todo el mundo
hacemos: comer, comprar, vestirse, ir al cine o ir al campo. Entonces veía
lógico diferenciar ya desde el principio esas dos facetas, quizás incluso para
no confundirme. Aunque la realidad fue muy distinta, porque la verdad es
que en la época de Héroes estuve muy confuso durante mucho tiempo y
realmente vivía como una persona pública constantemente; como Enrique
Bunbury, la estrella del rock. No existía el Enrique Ortiz de Landázuri que
yo pensaba que debía existir. Más tarde ha ocurrido un poco al revés:
Enrique Ortiz de Landázuri es el que también se sube al escenario, pero
porque Bunbury se acerca más al tipo de la calle.

- Bien, hablemos de Radical sonora, tu primer disco en solitario. Tengo


la impresión de que tenías escritas las canciones de ese álbum mucho
tiempo antes del anuncio formal de la disolución de Héroes.
- Había muchas que estaban escritas en la gira de Avalancha. Quizás eso es
lo que me salvó de no volverme loco en esa gira, porque, como te he dicho
antes, en enero o febrero estaba decidido que el grupo se separaba, y hasta
septiembre, cuando presentamos el disco en directo, no lo anunciamos.
Entonces, durante ese tiempo, mi única diversión era trabajar en un nuevo
proyecto, que maduraba pensando y reflexionando sobre la música. Hacía
mi diario en el ordenador y, a la vez que componía canciones, pensaba en la
producción del disco. Y fui grabando canciones en estudios de Los Ángeles,
Guatemala y Puerto Rico. De ahí salió el grueso del disco: Alicia,
Encadenados, Servidor de nadie, Salomé…

- No entonces, porque obviamente tienes que defender tu trabajo, pero


sí a raíz de la publicación de Pequeño, reconoces que Radical sonora no

51
reflejó con fidelidad las apuestas que pretendías mostrar en solitario.
¿Qué le faltó o qué le sobró a ese álbum para aproximarse al ideal
buscado?
- Cuando terminé Radical sonora estaba convencido de que el disco era
como yo quería. Pero es que pensaba en aquel momento que era un disco
más árabe de lo que ahora veo que es. De hecho, toda la promoción iba por
ahí: filmación en Marruecos, fotos hechas durante un recorrido entre Tánger
y el Sáhara… Incluso la presentación iba a ser en Marrakech y estuvimos
hablando con varios músicos de allí para que colaboraran y tocásemos las
canciones con una sección de cuerda y una percusionista. Luego no lo
presentamos allí, pero vaya.
En fin, que ahora veo que el peso de lo árabe en Radical sonora no era tanto
como pensaba, teniendo en cuenta que para mí era como una característica
esencial. Porque lo que pretendía con ese disco era aproximar el rock a la
música electrónica, pero no desde la perspectiva anglosajona, porque eso
era imitación de U2, de Bowie o de Depeche Mode; o un acercamiento a
Prodigy o a Chemical Brothers. Lo que tenía muy claro era que quería hacer
eso, pero con una fuerte carga de cultura española, mezclando lo árabe y lo
andalusí. Al final eso se diluyó y me quedó el cóctel mucho más tecno-rock
de lo que creía.

- Actualmente, ¿cuál es tu interés por la música electrónica?


- La música electrónica me sigue gustando para escucharla, como hago con
otos muchos estilos que luego no incluyo en mis discos. Pero a raíz de
Radical sonora me he quitado el miedo hacia la utilización de la tecnología
y de las máquinas en la música; sobre todo, de determinadas máquinas
como el ordenador. De hecho, en Pequeño hay mucho más ordenador de lo
que la gente cree. En todas las canciones hay ordenador. Y es un
instrumento que voy a seguir utilizando. Me gusta mucho trabajar con él.
Incluso para hacer música que no sea electrónica. Ahora mismo, para mi
carrera futura la música electrónica me interesa menos como género que
como instrumentación: desde las cajas de ritmos de los ochenta hasta el
ordenador, pasando por secuenciadotes y sintetizadores.

- En qué nivel sitúas la ruptura que supone la oferta de Radical sonora


respecto a las propuestas de Héroes?
- Pensaba que era un disco rupturista, pero ahora lo veo como un disco de
Héroes. Primero, porque suena a grupo; no me parece disco de autor. Por
otro lado, me parece que hay aspectos muy rockistas en ese disco que creo

52
haber abandonado en Pequeño; cuando menos la mayor parte de ellos. Hay
también una forma de cantar que está muy cercana a Héroes y que ahora he
dejado. Pero tiene una serie de elementos que han hecho posible Pequeño y
los discos que haga en el futuro. Creo que es un disco de transición, como
todo, pero más claramente, porque tiene un pie en el rock, otro en el mundo
árabe, otro en la música electrónica y una clara intención de búsqueda,
experimentación y aprendizaje. Ése es uno de los pilares básicos para seguir
adelante.

- Radical sonora es también un primer ejercicio de búsqueda de nuevas


formas de escritura, más directas y menos barrocas, que luego se
muestran más explícitas en Pequeño.
- Creo que esa forma de escritura empieza en Avalancha. Los dos primeros
discos de Héroes no son especialmente complejos; hablan de relaciones.
Quizás fuera necesario conocer a la persona de la que hablo, pero tampoco
lo veo estrictamente fundamental. Hay, como dije, un disco especialmente
complejo que es El espíritu del vino, con referencias a libros en los que me
había sumergido, sueños, referencias a culturas asiáticas, escritura
automática, drogas… Realmente confuso.
Y a partir de ahí comienza una bajada a tierra con Avalancha, un disco más
claro, social y político. En Radical sonora, creo que la concreción es más
clara aún, y Pequeño carece de toda metáfora y simbolismo. Creo que es un
disco claro y desnudo, aunque espero que no obvio.

- Y argumentalmente, respecto a los asuntos de los que tratan las


canciones, ¿Radical sonora supones un corte con el imaginario de
Héroes?
- No. Avalancha es un disco social, pero tiene esos toques de
individualismo que aparecen luego en Radical sonora. Y Pequeño no tiene
nada que ver con ninguno de los dos: es la toma de conciencia de las cosas
que tengo en común con el resto de los mortales.

53
Capítulo
DIVAN / Conversaciones con Enrique Bunbury

Alicia…
en el país de las maravillas
Política, religión, drogas y sexo. Cuatro patas para
una mesa sobre la que hablar sin pelos en la lengua. Se
autoafirma Bunbury en un cierto yo libertario contra lo
establecido, mientras aporta una reflexión, no por
peculiar menos valiente, sobre un componente social
que a él le arrebató un hermano: la violencia. En la que
fue su aproximación a las religiones (las orientales
sobre todo) no descarta un cierto sentimiento de
culpabilidad por ser uno de los privilegiados en un
negocio que considera, y anoto sus palabras, una de las
mayores trampas capitalistas: el del rocanrol.
Búsqueda espiritual y divertimento se conjugaron en
su relación con las drogas, cuya legalización defiende.
¿Y el sexo?
Enrolado en su época de Héroes en un maratón erótico
juvenil que repasa ahora a regañadientes, el músico
apunta que actualmente ya no está en oferta en el
supermercado de la testosterona. Ver para creer.

54
55
- B
ien. Partamos de los textos de Radical sonora para adentrarnos en
algunas de tus posturas vitales, como la afirmación de un cierto yo
libertario contra lo establecido. ¿Cuándo desarrollas esa actitud?
- Empieza con El espíritu del vino. Leí el libro Hacia una historia sin
estado, de David Friedman, y el de Fernando Arrabal, Cartas a José María
Aznar (con copia a Felipe González). Ambos defendían posturas cercanas a
un anarquismo liberal, proponiendo la desamortización del estado. Desde el
reproche hacia la corrupción y la picaresca naturales del ser humano,
pretendían, y lo suscribo, desarticular el gran poder que se les otorga a los
hombres de estado y convertirlos en administradores de la riqueza del país.
Algunas de sus ideas no acabo de aceptarlas, como su defensa del sufragio
censitario17, retomando la concepción platónica de la democracia:
determinadas cabezas serían las que tomarían las decisiones en nombre del
pueblo. De todas formas me parecía interesante cuestionar las bases del
sistema de gobierno, sobre todo en un momento clave en España, que
coincide con el máximo nivel de corrupción y robo del PSOE; un momento
en el que me parecía determinante la acción. Felipe González se
conformaba con satisfacer las necesidades de sus grandes grupos de
votantes: pensionistas, agricultores y funcionarios.

- ¿Sigues manteniendo esa postura, aunque sea con matices?


- Sí, por supuesto. Lo que pasa es que entonces pensaba que había que
actuar, que era una obligación hacerlo. Y sigo pensando que defender esa
libertad de opciones es parte del deber de los artistas o de los creadores.
Pasé también por una época en la que pensaba que hablar de política o de
asuntos sociales era un rollo macabeo, digno de cantautores de la transición
política española. Pero en el momento del que estamos hablando tenía
políticamente como objetivo echar al PSOE del gobierno para que se
normalizase la situación.

- La leyenda dice que te comprometes hasta el punto de apoyar


públicamente al Partido Popular.
- Eso no es verdad. Eso apareció recientemente en El Periódico de
Cataluña, pero no por ello es cierto. Nunca apoyé abiertamente al PP.
Desgraciadamente, en este país se tiende cada vez más al bipartidismo y
desear que el PSOE fuera derrotado en las urnas y abandonara el gobierno
se interpretó como un apoyo al PP. La verdad es que a día de hoy no
17
Derecho al voto, ejercido en función de las propiedades que se poseen.
56
diferencio tanto las políticas de uno y otro partido. Supongo que coincido
en algunas cosas, sobre todo en lo social, con la izquierda, y en materia
económica, más con el PP.

- No obstante, parece que te sitúas fuera del ámbito de los partidos


políticos.
- Sí, porque ningún partido comulga con la desamortización del estado. Que
bueno… Fernando Arrabal llegaba en ese sentido a proponer vender el
Palacio de la Zarzuela, sacar a subasta La Moncloa, que ningún mandatario
viviese en casas que pagara el estado y, por supuesto, que los miembros de
la familia real tengan su sueldo como diplomáticos y se paguen con él su
casa. Arrabal también quería vender el Ministerio de Cultura y ahí sí que
estoy en cierto modo de acuerdo, porque la verdad es que me horrorizan las
subvenciones. ¿Por qué la cultura la debe subvencionar y dirigir el estado?
Se trata de evitar que la cultura sea partidista. Sólo los artistas que les
chupan el culo a los políticos, los pasilleros, se benefician del sistema. Los
demás siempre salimos perjudicados; con el PSOE y con el PP.

- Siguiendo con los asuntos políticos, lo que no puedes negar, porque lo


has hecho público en entrevistas, es un a postura crítica con eso que
llamamos democracia formal. ¿Cuál es tu ideal, más o menos posible,
de organización política?
- Es algo complejo. Antes ya hablaba de posturas, y algunas, como el
sufragio censitario, me parecen realmente fascistas. Pero sí creí durante una
época, aunque ahora no lo tengo tan claro, en las grandes posibilidades de
Internet a la hora de crear una hiperdemocracia, que fue uno de los primeros
temores de los Estados Unidos cuando se creó Internet. Consiste,
básicamente, en que los abonados a la red, algo que podía facilitar el estado,
podríamos asistir a las sesiones parlamentarias y votar cualquier proyecto
de ley. La verdad es que fue una posibilidad que me pareció muy
interesante, pero no tengo las cosas muy claras.
Sé que la democracia es el mejor de los sistemas políticos y desde luego es
preferible vivir en paz que vivir en una rebelión constante, en una dictadura
o en un sistema comunista. Pero también pienso, por otro lado, que el
sistema capitalista tiende a anular al individuo para convertirlo en algo
productivo. O produces o se te margina; tienes que enfocar tu vida a la
producción. Eso me parece inhumano. No obstante, pienso que a partir de la
democracia se podían investigar y cuestionar muchas cosas de nuestros
sistemas de vida.

57
- Uno de los elementos consustanciales a cualquier sociedad es la
violencia. Con la muerte, absurda y violenta, de uno de tus hermanos
viviste muy de cerca esa situación. ¿Has reflexionado sobre el hecho de
la violencia?
- Creo que la sociedad nos presiona tanto para crear ese hombre productivo
de que hablaba antes, que realmente en cuanto llegas a la marginación te
ves sometido a una presión peor todavía, que es el saberte fuera y saber que
no puedes alcanzar esos estados de bienestar que te prometen si entras
dentro del juego. En ese sentido, llego incluso a entender la desesperación y
la crisis del individuo, pero pienso también que el hecho de que el estado
promueva la producción masiva y el modelo publicitario que vemos por la
televisión anula unos sistemas éticos y morales que en cierto modo el
hombre del campo, el hombre anterior a la revolución industrial tenía
mucho más claros, unos sistemas morales que en todo el mundo tenían una
conexión con la naturaleza.
Esa conexión se ha pedido y nos ha hecho perder ciertos valores éticos y
morales. Y es lo que nos hace llegar a que un individuo no piense en
positivo, no valore su vida. Por eso no valora la de los demás.

- Es una reflexión que supongo que te produjo ciertas contradicciones


cuando ocurrió la muerte de tu hermano.
. No. Obviamente, no todos en mi familia pensaban igual, pero es que yo
estaba entonces en una época muy orientalista y por supuesto que tenía un
concepto del karma y del destino muy arraigado, cosa que creo seguir
teniendo. Y pensaba que el mayor castigo que le podía ocurrir a ese
individuo no era un castigo judicial o legal, no era perseguirlo hasta
hundirlo en la miseria y hacerle pasar la peor de sus pesadillas, sino que su
propia vida iba a ser un castigo.
Eso me hacía ver las cosas con más frialdad… O de una forma más clara,
no lo sé. Nunca he creído en el sistema judicial, nunca he creído que
realmente ése sea el camino para castigar a alguien que hace algo así.
Incluso a veces he pensado en aquello de ojo por ojo, diente por diente, que
creo que es la base del sistema judicial. Pero, sin embargo, ¡es tan injusto
que un individuo que ha cometido un crimen de esta magnitud o mayor,
como los terroristas que matan veinte o treinta personas, a los treinta años,
como máximo, salga de la cárcel! Como ese castigo me parece insuficiente,
prefiero pensar en uno realmente ejemplar: sus propias vidas van a ser
desgraciadas, horribles. Y los que creemos en que es posible la

58
reencarnación pensamos que van a tener un castigo suficiente y seguro,
como reencarnarse en cucarachas. Quiero decir: por mucho que el asesino
vaya a la cárcel, nadie me va a devolver a mi hermano.

- Por ese descreimiento en el sistema judicial, supongo, eludiste formar


parte del jurado en un proceso.
- ¿Quién soy yo para juzgar a los demás? Supongo, además, que este
modelo de jurado viene del modelo norteamericano, y ya ves en las
películas cómo trampean la situación. Imagino que eso ocurre también en
los juicios reales. Coger la ley y darle la vuelta. Mil posibilidades que
existen. ¿Son atenuantes ir drogado y borracho? No sé. Me hace incluso
más gracia lo de Salomón: que pudiera juzgar alguien realmente sabio o
justo.

- No abandonamos aún el terreno político-social, aunque visto ahora


desde una perspectiva de revista de la víscera: ¿qué me dices de aquella
audiencia que tuviste con el Príncipe?
- Cada vez tengo que responder menos a esto, pero hubo una época en la
que me lo preguntaban siempre. Y conforme ha ido pasando el tiempo, más
claro tengo que no era incoherente entrar en La Zarzuela, que nos diera un
premio el Príncipe y luego declarar a la salida: <<Bueno, yo soy
antimonárquico>>. El hecho de ser antimonárquico no me hace ser un
individuo que pone bombas en La Zarzuela, ni un maleducado;
simplemente no creo en la institución monárquica. El hecho de que no
piense de la misma forma… Me imagino que el Príncipe sí es
monárquico…

- Por la cuenta que le trae.


- Claro, claro. Pero imagino, decía, que el hecho de que mi forma de pensar
no coincida con la suya, no me impide hablar con él. Es más: me parece lo
lógico. Me gusta más hablar con personas que no coinciden del todo con mi
forma de ver las cosas, que con espejos de mi forma de pensar y reflexionar,
porque eso es un rollo. Y la verdad es que posteriormente se me invitó a una
comida con Aznar y me pensé muy mucho el ir. Pensé que, si aceptaba, la
gente iba a pensar que por el hecho de comer con él le voto. Era una comida
a la que íbamos varios autores con Teddy Bautista, el presidente del
Consejo de Dirección de la Sociedad de Autores, para reflexionar sobre el
mundo de la música, la propiedad intelectual y esas cosas. Hablar con un
apersona no significa coincidir ideológicamente con ella.

59
- ¿Comiste finalmente con Aznar?
- No fui porque hubo un atentado y se suspendió la comida, pero estuve
muchos días pensándolo. Incluso le dije a mi manager que si iba no quería
que hubiese ningún puto fotógrafo, porque la reunión con el Príncipe,
inocente de mí, pensaba que iba a ser algo íntimo e informal y nos
encontramos con todo el protocolo y veinte mil fotógrafos. Y claro: la
compañía de discos mandó una foto a todo el mundo. Pero aun así no creo
que cometiera ningún crimen.

- Más cotilleo: ¿manifestó el Príncipe alguna preferencia musical?


- Pues sí. Dijo que le gustaba mucho lo que hacíamos Héroes y que nos
había en un concierto en Estados Unidos, que le gustaban Led Zeppelín,
Dire Straïts… No recuerdo que dijera ni siquiera los Beatles. La verdad es
que fue un encuentro más corto de lo que me imaginaba.

- Siguiendo con los textos de Radical sonora y conectándolos con tu


propio estar en la vida, una canción como Despacio deja entrever una
filosofía de la existencia algo conectada con una cierta espiritualidad no
occidental. ¿Estoy en lo cierto?
- Bueno, hay cosas que me gustan de diferentes formas religiosas,
espirituales o éticas de ver la vida, pero a día de hoy con quien más conecto
es con los indios americanos: los indígenas, que siguen viviendo de ciertas
formas tanto en Bolivia como en el Amazonas o en Guatemala, e incluso
algunos pueblos indígenas de México. Todos tienen una inclinación hacia el
politeísmo y sostienen que los dioses están en la naturaleza y te rodean. Eso
lleva a una infravaloración del individuo que creo que es muy semejante a
lo que sentimos cuando de repente estamos en medio del océano, en un
desierto o en un bosque y nos vemos pequeños.
La naturaleza nos recuerda lo hormiguitas que somos. Y creo que es la gran
enseñanza que les ha dado a los indígenas el estar en contacto permanente
con la naturaleza y quizás también el hecho de consumir ciertas drogas.
Creo que les ha ayudado no sólo a ver el objeto físico, sino también a ver la
energía que lo rodea. Prácticas que pertenecen a pueblos distintos de
Latinoamérica. Con eso es con lo que más coincido, y Despacio tiene
mucho que ver con eso porque era una canción sobre el latino de la tierra.
Comenté incluso en una conversación que la tierra tiene una nota musical,
dentro de la escala cósmica.

60
Los orientales creen que hay una escala y que si pudiéramos oír la nota
gravísima que crea el movimiento de los planetas, a la Tierra le
correspondería una nota entre si y si bemol. Y ésas son notas curativas. Por
ejemplo, la mayoría de los ragas hindús están entre sí, sí bemol, do.
Entonces, la idea era crear un dub, una música obviamente relajante, en esa
nota, pensando que incluso íbamos a hacer una canción terapéutica, porque
dicen que el si cura los dolores de cabeza.

- Todo lo anterior nos lleva directamente al asunto de las religiones a


las que te has acercado. ¿Qué buscabas en el hinduismo, el budismo o
la santería cubana?
- La verdad es que no lo sé, pero es una inclinación que he tenido desde
siempre. Siempre me han influido las religiones, pero no desde una
perspectiva practicante, sino intelectual. Quizás fui haciendo mi
peregrinación vital por varias religiones para coger un poquito de cada una
y elaborar mi filosofía personal. Buscaba, creo, formas de entender la vida
que me parecían más satisfactorias que las que encontraba en la religión que
había recibido.
Una de mis grandes frustraciones es no haber podido ir a la universidad, y,
por eso, al no tener estudios superiores, he querido hacer mi propio
aprendizaje en la calle, en los viajes… Y eso me llevó primero a Nepal, país
hinduista y budista y luego a la India, donde no entendí nada hasta varios
viajes después, cuando he visto una relación con el politeísmo que me
interesa. La verdad es que del budismo me interesó muy poco. Hay un libro
para mí fundamental, que es Sidharta, de Hermann Hesse, que lo he leído
dieciocho o diecinueve veces y cada vez entendí una cosa. Pero con lo que
me he quedado de ese libro es que el budismo lo que predica es que cada
uno debemos seguir nuestro camino para encontrar la forma de llegar a
alcanzar el nirvana y que el budismo como religión organizada es ridículo y
no tiene ningún sentido.

- En el caso de la santería tuviste una aproximación… ligera.


-Sí. Y muy folclórica, además. Cuba tiene ese lado festivo y muy atrayente
para el español, pero también ofrece esa cara oscura de la santería. Lo que
pasa es que había muchas cosas que no entendía, como comprar santos para
tener uno propio. Y luego, siendo vegetariano, no entendía los sacrificios
bárbaros que hacían de animales. Ahora los entiendo más, pero entonces me
daba grima.

61
- Actualmente, ¿en qué posición te encuentras respecto a las religiones?
- Por un lado, veo que hay muchas conexiones entre todo lo que he vivido,
incluso con el cristianismo, del que salí con un rechazo absoluto y ahora me
interesa más. Quizás, porque muchas cosas del indigenismo aparecen ya en
el cristianismo y por todas las teorías sobre Cristo antes de que empezase a
predicar. La verdad es que a la gente le gusta más que hable del
indigenismo y de Latinoamérica que del cristianismo. Hablar del
cristianismo produce rechazo, porque al que es cristiano le parece una
herejía todo lo que digo, y al que no lo es, por la educación que hemos
recibido de críos, le repele. ¿A quién no le han dado una hostia los curas?

- No sé si me has respondido a la pregunta…


- Tengo un poco abandonado el asunto, coincidiendo con el inicio de mi
carrera en solitario, que me ha hecho concentrarme muchísimo en la
música. Aunque en un año o dos retomaré mi pasión por los estudios de las
religiones y por los viajes.

- Dado que la historia del rocanrol está llena de contactos entre los
artistas y las religiones orientales, es inevitable preguntarte cuánto
había de exotismo de estrella del rock en tu interés por esos asuntos.
- En otras cosas reconozco abiertamente una conexión con los mitos del
rocanrol, pero en el caso de las religiones no ha tenido nada que ver, ha sido
muy anterior a estar en la música.

- De cualquier forma, ¿tienes una explicación para esa tendencia


orientalista de los rockeros?
- No he reflexionado sobre eso, pero durante un tiempo, aunque no creo que
fuera la razón que me llevó a la India, con mi forma de ver las cosas y de
sentir la vida sentía culpabilidad por ganar tanto dinero. Y por hacer algo
que conecta con tu interior, con tu sensibilidad, pero que es una de las
mayores trampas capitalistas: el rocanrol. Es como estar pensando en una
dirección y, sin embargo, estar dirigiéndote a otra y siendo engullido por
aquello contra lo que estás luchando. En ese sentido, me hace mucha gracia
que Sony edite los discos de Rage Against The Machine. Es la
demostración de la capacidad del sistema para engullir a sus propios
detractores y sacar un beneficio de ello. Es algo fantástico; fantástico
porque es la mayor de las ironías.

62
- Durante la conversación ha ido saliendo el asunto de las drogas, pero
vamos a tratarlo ahora con algo más de perspectiva. ¿Te acercas a las
drogas de la misma manera que o haces a las religiones, desde
posiciones que podemos llamar intelectuales, o simplemente por el
deseo de pasarlo bien?
- Creo que por ambos motivos a la vez. Por untado, su consumo en
Occidente tiene una única utilidad, que es la vía lúdica, y en cierto modo es
posible que por ahí buscase una excusa para tomarlas de una forma en la
que tuviera una coartada intelectual. Eso me hizo interesarme por los
teóricos de las drogas. Pero lo que tengo muy claro es que las drogas no se
usan aquí de la misma manera que en las tribus, con las excusas que yo
considero válidas al día de hoy y que creo que van a seguir siendo válidas:
los usos terapéuticos y los religioso-espirituales de conexión con un más
allá que no somos capaces de ver con nuestros ojos. Ninguno de los dos se
utiliza en Occidente y ninguno de los dos los utilizamos los ciudadanos de a
pie. Y el que diga lo contrario miente.

- Y desde esa postura de consumidor occidental, ¿qué balance haces de


tu propia experiencia?
- Me lo he pasado muy bien. Hombre, he tenido otras experiencia, digamos
más introspectivas. Nunca he sido en una ciudad; siempre en un viaje. En
México casi todas. Y la verdad es que cada vez más voy reduciendo mi
campo de drogas, para utilizar sólo algunas y en circunstancias y lugares
muy concretos. El lugar, las personas que te acompañan y sus
circunstancias particulares son muy importantes a la hora de tomar drogas.
Cuando alguien en una discoteca intentaba venderme peyote, pensaba:
<<¿Qué haces en una puta discoteca tomando peyote?>> No entendía nada.

- ¿No estás por el uso de las drogas como estimulantes creativos?


Tomarlas antes de un concierto, por ejemplo.
- Nunca lo he hecho. Creo que alguna vez me emborraché en un concierto.
Antes de salir al escenario y una vez en él. Era mi cumpleaños y nos
bebimos entre Alan y yo una botella de coñac. Fue durísimo. Hicimos un
concierto de tres horas y me desmayé cuando terminamos. Fue extenuante
estar sudando y bebiendo coñac. Y otra vez, en un concierto que hicimos en
Madrid, vino Phil Manzanera y me tomé un éxtasis, que me subió casi al
final de todo. Justo cuando Phil entró en el escenario. Me daban ganas de
abrazarlo, de besarlo… <<tú eres mi hermano, brother…>> Una pasada. La
verdad es que no le veo mucho sentido.

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- ¿Apoyas la legalización de las drogas?
- Por supuesto. Y no sé si me va a salir bien el discurso, porque lo he
repetido muchas veces y otros lo explican mucho mejor que yo. Pero en
definitiva, creo que todos los grandes males que ocasionan las dogas, que
son obvios, se eliminarían con su legalización: la adulteración, la
delincuencia, el narcotráfico, el blanqueo de dinero y el sida. Es la
prohibición la que ocasiona todo este daño. Lo tengo clarísimo. Es más: con
la legalización creo que eliminaríamos otra de las causas de la masificación
de su consumo, que es la prohibición en sí misma; eso es algo que llama
mucho la atención a los más jóvenes.

- Cambio de tercio y vuelta a tus anotaciones en el diario de Avalancha.


Escribes: <<Tengo miedo, soy un cobarde. Salomé me lo decía: no se
enfrentarme a las relaciones interpersonales; a la hora de las
dificultades huyo>>. ¿Sigues tal cual o has cambiado?
- Supongo que afronto más determinadas circunstancias, sobre todo con las
personas cercanas, pero sigo pensando que no soy quién para juzgar ni para
enseñarle a vivir a nadie. Entonces, me cuesta mucho criticar a una persona
y plantarle cara y decirle que las cosas no son de una determinada manera.
Aunque a veces lo hago, sobre todo cuando creo que la otra persona está
poniéndose en peligro. Hablo de la relación con personas con las que no
tengo lazos profesionales.

- En el terreno profesional no te cortas un duro, vaya.


- Ahora con doble argumento, porque como soy jefe, independientemente
de que tenga razón, mando.

- No obstante, en ese aspecto profesional da la impresión de que, al


margen de que tengas que ejercer de jefe, se han suavizado las formas
en tu relación con algunos elementos del negocio. Ya no eres aquel chico
airado que necesitaba vomitar encima de los periodistas.
- No. Supongo que porque ya ha pasado esa época de mi vida en la que era
un rebelde que gritaba las cosas en vez de decirlas con buenas maneras.
Ahora no es que me calle más cosas; digo las mismas, pero de una forma
que molesta menos. Pensaba que lo que caía mal de mí antes era lo que yo
decía; pensaba que era un personaje incómodo y eso lo llevaría también a la
música de Héroes. Pero ahora estoy convencido de que lo que caía mal de
mí era cómo decía las cosas. Y eso se trasladó a una forma de cantar, a una

64
forma de estar en el escenario… A una arrogancia que molestaba más que la
misma música del grupo.

- Bien. Hurguemos un poco más en tu manera de enfrentarte a las


relaciones interpersonales. Regreso al diario, fuente que volverá a salir
en varias ocasiones: <<No quiero pasarme la vida como Frank Sinatra
y Ava Gardner, a jarronazo limpio, cuando no a tiros…>> Aquí ya
estamos en el terreno de la pareja. ¿Estabas reflexionando sobre un
hecho concreto o sobre tu punto de vista sobre la pareja?
- Era en la época en la que estaba con Benedetta, una chica italiana, hija de
la cantante Mina y presentadora de televisión. Dos estrellas, cada cual más,
enfrentándonos constantemente, viviendo en diferentes lugares, pero con
amor muy apasionado. Me recordaba mucho ese rollo de Frank Sinatra y
Ava Gardner, que no sé quién dependía más de quien, pero los dos querían
defender su territorio de libertad y de estrella.

- O sea, que no es tu punto de partida a la hora de liarte con alguien.


- No. De hecho cada vez me resulta más fácil vivir con la gente. La verdad
es que hubo una época en la que me resultaba difícil vivir incluso con los
amigos. Era como que necesitaba mucho espacio. Sigo necesitándolo, pero
ahora me lo puedo permitir. Espacio físico y de libertad.

- Más intimidades del diario: mencionas a Salomé, que más tarde daría
título a una canción de Radical sonora. Y justamente en ese disco hay
otra pieza en la que haces referencia a una chica de la que das medias
claves: Nueve es su nombre, dice el texto. ¿Salomé y Nueve (nona,
deduzco) son la misma persona?
- No. En el diario, Salomé era una forma de ocultar a una persona y la
Salomé de la canción es el mito femenino de lo que son capaces de pedirnos
las mujeres a los hombres, sabiendo, además que con sus maravillosos
encantos lo van a conseguir. Ahí está la Salomé judía, que le corta la cabeza
a Juan Bautista, siendo que le importan una mierda Juan Bautista y
Herodes. Es el mito. No me acuerdo a quién me refiero en el diario, pero
imagino, por la época, que puede ser Benedetta. Es que el disco es muy de
mujeres, pues además de Nona aparece alguien más. Debió de ser una
época en la que estaba saliendo de una y entrando en otra, en medio de una
promiscuidad… Y en el diario también aparecen más mujeres… Alguna de
la compañía de discos, creo recordar…

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- Sí, sobre una señorita de EMI en Hamburgo anotas: <<Sólo quiero
follármela>>. En fin… ¿Ya no entras y sales tanto en las chicas?¿Te has
calmado?
- La verdad es que sí. Venía de la época de Héroes, una etapa muy
promiscua en la que vivía el rocanrol a tope. Yo no vivía en Zaragoza; vivía
en gira, en el buque. Entonces, para tener un poco de satisfacción sexual y
amorosa, para tener un poco de cariño, tenías que subir al buque a alguna.
Que aguantaba en el buque hasta el siguiente puerto. Bueno, algunas
aguantaron más. Pero nos pasó a todos.

- ¿Están muy preocupadas tus fans por si tienes o dejas de tener novia?
- Creo que antes sí, pero ahora no. De cualquier forma, como nunca he
hecho manifestaciones públicas en ese sentido, ni aparezco en fiestas
acompañado, no creo que se sepa mucho de mi vida privada. Tampoco creo
que ahora mismo haya interés alguno en saber más. En otros momentos sí
que lo hubo. Llamaban por teléfono a mis padres, a mis abuelos, a mis
tíos… Supongo que hay ídolos juveniles más atractivos. Leonardo Di
Caprio, por ejemplo.

- Hombre, creo que Di Caprio les cae un poco más a trasmano que tú.
Sigo: ¿Estás por una relación monógama?
- Sí, pero no creo en contratos matrimoniales que no pueda cumplir. En
cierto modo, la historia de la fidelidad absoluta para toda la vida implica
que haya un cariño y un amor absolutos para toda la vida. Y es algo que me
parece ciertamente difícil. Otra cosa es que lo llegues a conseguir. Eso sería
algo muy bello y muy bonito, pero no tengo ninguna certeza absoluta y más
con mi forma de vida. Ya no lo digo por mí, sino porque por estar
constantemente viajando y moviéndome llegue un momento en que me
manden a la mierda.

- Estoy convirtiendo esta parte de la conversación en una casa de citas,


pero ahí va otra el diario: <<Apenas recuerdo las caras de las chicas
con las que he follado en mi pasado alcohólico>>. ¿La desmemoria es
por exceso de alcohol o por la abundancia de chicas?
- Bueno, creo que eso no es algo único en mí, creo que nos pasa…

- Ya, pero no hablamos de otro músico.


- Bueno… Era emborracharnos después de un concierto y de repente, a altas
horas de la mañana, consigues llevarte a alguna al hotel o que se te lleve

66
ella a su casa. No siempre eres tú el malvado que se aprovecha de las
mujeres; a veces ellas se aprovechan de ti. Y, obviamente, no me acuerdo de
las caras de muchas de ésas. De otras, sí.

- Creo que fue Umbral quien escribió que a las mujeres, como al
whisky, hay que ir bien comido, que si no marean y hacen contigo lo
que quieren.
- Bueno, depende del tipo de mujeres. Hay mujeres devorables y mujeres
devoradoras. Depende también de las circunstancias. Esas frases lapidarias
no son más que generalizaciones.

- En otra parte del diario describes un encuentro sexual, digno de las


mejores películas de Rocco Siffredi. Parece que te divertías mucho
después de los conciertos.
- Sí. Pero tampoco era el único. Creo que en cierto modo forma parte de esa
fascinación que crea el escenario, seas un mago, un cantante, un guitarrista
o un actor. Es la erótica del escenario. Porque no creo que ninguno de
nosotros fuera especialmente agraciado. Si no hubiéramos subido a un
escenario no hubiéramos tenido ni un cuarto del éxito que tuvimos con las
mujeres. Obviamente.

- Otra vuelta de tuerca de la mitología del rocanrol, vaya.


- Por supuesto. Y ahí entraban todo tipo de locuras que quieras imaginar.
Creo que casi todas han sido satisfechas.

- Y en esa vorágine sexual, ¿da tiempo a seleccionar o eso es lo de


menos?
- Que yo recuerde, siempre he seleccionado. Las que no recuerdo puede que
me hayan seleccionado o que ya no viese bien.

- Sigues en la carretera, sigues girando y sigues viajando. ¿Te has


retirado de esos maratones sexuales?
- Ya no estoy en oferta. Ahora tengo una banda de diez músicos y varios de
ellos entran en las subastas postconcierto.

- Y tú, ¿de rebajas?


- Yo… ya soy muy mayor.

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- Regreso a la casa de citas del diario. <<Me jodió follar con otra que
no fuera Salomé, pero luego pensé: Qué cojones, eso es sexo duro y
crudo…>> ¿Cómo llevaba Salomé tus excesos sexuales?
- Bueno, esta Salomé lo llevaba muy mal. Pero no porque lo supiera a
ciencia cierta, sino porque era especialmente celosa, como buena italiana.
Incluso se le ocurrió proponerme que dejara la música, ya que le parecía
horrible tener que enfrentarse a los celos sabiendo que yo iba por ahí y en
un momento que tenía muchas fans. Eso le molestaba muchísimo, pero no
creo que realmente supiera de la misa la media.

- ¿Ha terminado el sida con los buenos tiempos del sexo en el rocanrol?
- A mí me ha influido más el estar centrado, poner los pies en el suelo y ser
más consciente de mi carrera. También, no pasarme tanto en el terreno de
las drogas y del alcohol. Porque en esa época ya existía el sida y éramos
muy conscientes e ello. Pero en estado alterados de inconsciencia, la verdad
es que no tienes muy en cuenta ni la sífilis, ni la gonorrea, ni el sida.

-He observado que en alguna entrevista han hecho referencia a una


supuesta ambigüedad sexual. Tuya, claro.
- Nunca he entendido por qué han alimentado eso. Supongo que es
consecuencia de que no he tenido reparo en ningún momento en hacer
entrevistas para revistas gays, porque sí sé que en determinados ambientes,
más en México que en España, ha habido un círculo en el que había entrado
y gustaba. Un círculo en el que lo mismo entraban Camilo Sexto o Raphael,
que Enrique Bunbury. Imagino que es por la cosa del apasionamiento,
cuando Héroes, y todo eso. Incluso me consta que algunas canciones de
Radical sonora tuvieron éxito en círculos gays de México. Pero yo no es
que haya dado motivos para que alguien lo que pueda pensar. Creo que todo
lo contrario.

- Fin del acoso… sexual.


- ¡Uf!

68
Capítulo
DIVAN / Conversaciones con Enrique Bunbury

69
El viento a favor
Viene a decir Bunbury que la libertad del artista
en el negocio del rocanrol depende
fundamentalmente de él mismo. Niega que las
compañías de discos sean el enemigo a combatir,
cita a Van Morrison a la hora de equiparar
socialmente el trabajo de un músico con el de un
limpiador de ventanas, asume que el dinero no da
la felicidad pero aplaca los nervios y reclama para
los creadores un papel, aunque sea liviano, en el
escenario de la agitación social. Con todo, avisa de
que lleva camino de convertirse en un escéptico. Y
eso que ha tenido y tiene el viento a favor.

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- ¿Qué amas y que odias del negocio del rocanrol?
- Creo que hay dos formas de enfocar la pregunta. Por un lado, hay una
serie de obligaciones, digamos promocionales, por el hecho de publicar un
disco. Éstas son aceptadas por Perogrullo. Soy consciente de que si quiero
que mi disco llegue al mayor número de gente posible debo cumplir con un
plan de entrevistas y de televisiones. Aun así, estas obligaciones son las que
más me pueden fastidiar. Me explico: no quiero llegar a ser como Prince o
Michael Jackson; no quiero eliminar la promoción porque no me guste
hacer entrevistas. Sé que son importantes en el momento en que vivimos.

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Es más: al día de hoy, mucho más que hace unos años, si no apareces en
televisión, prácticamente no existes.
Lo que más me molesta de la industria es depender de los medios de
comunicación que ostentan el poder, que son los que ejercen de
intermediarios entre mis canciones y los chavales y deciden si sueno y
cuándo sueno, y nunca bajo condicionantes de calidad. Hace unos años el
enemigo de un músico era la discográfica. Podía se que desearan introducir
una dulzaina en determinada creación porque pensaban que así accederían a
mayor público. Ahora el gran enemigo de la música son los medios de
comunicación. Las radiofómulas y las telefórmulas no desean introducir
determinadas músicas porque la moda del momento determina que la franja
de edad que pretenden cubrir se supone que no está interesada. Los medio
que crean opinión, tres cuartos de lo mismo, pero bajo la dictadura de un
gusto individual y descalificador. Nos encontramos con un filtro –censura
que globaliza la música y hace que prácticamente en todos los países se
oiga la misma bazofia en los medios comerciales y que en los críticos te
miren por encima del hombro si vendes más de ciertas cifras.
Por otro lado, hay mecanismos internos e la industria, relaciones con
determinados directivos de la compañía discográfica, que no me molestan
en absoluto. Negociar con ellos mi continuidad dentro del mundo de la
música, las cláusulas de un contrato o las condiciones de cómo quiero
actuar dentro de esta monstruosa industria que tan fácilmente te devora, no
es algo que me desagrade; es más: me resulta sencillo hablar con los altos
cargos sobre estos temas, sean artísticos o económicos. Soy muy consciente
de que ambos están muy cercanos y en realidad es hablar de cómo quiero
vivir mi vida. No interesarme por eso sería una irresponsabilidad por mi
parte.

- Agarro al vuelo, de todo lo que has dicho, el asunto de los medios de


comunicación para recordarte que, pese a todo, tú necesitas a los
medios y ellos te necesitan a ti. En ese sentido, ¿qué pautas de relación
estableces?
- De todos los medios de comunicación existentes en cada momento que he
vivido como músico, siempre ha habido algunos con los que he conectado
más que con otros. Ahora no busco el enfrentamiento, aunque en el pasado
sí lo busqué. Mi gran problema es ahora mismo con los medios
comerciales, con los que no llego a tener un acuerdo claro, quizás porque
no entienden del todo lo que estoy haciendo. Me gustaría que la radio
comercial hablara en unos términos más razonables.

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- En el traído y llevado diario, reconoces que el rocanrol es un circo,
pero te preguntas si no habrán sido, y cito textualmente, <<los
periodistas destructores de la facción crítica los culpables de haber
dotado a la palabra circo de un sentido peyorativo>>
- Ocurre en el cine, y sobre todo en la música, que existen dos facciones que
a veces se encuentran y a veces se separan: entretenimiento y arte. Parece
que son dos formas de entender la música que no se deben encontrar en
ningún momento y a mí me parece bonito que se encuentren. Creo que no
debe plantearse la disyuntiva entre ser Rafaella Carra o Leonard Cohen y
que puede haber un lugar intermedio. De hecho, me gusta pensar que estoy
en ese lugar. Me gusta pensar que puedo ofrecer entretenimiento en los
conciertos y, a la vez, estimular intelectualmente. Ése creo que es el lugar
que no ha llegado a entender la crítica más especializada: que no todo es
blanco o negro, que hay zonas grises y que puede existir ese lugar en el que
confluyan estímulo y entretenimiento.

- O sea, que hay circo, pero no se deben cargar las tintas ni en los
payasos ni en los domadores de fieras.
- Es que, por un lado, entiendo que el rocanrol no es arte; creo que lo que
estamos haciendo tiene más de entretenimiento que de otra cosa. Y creo que
dentro de ese entretenimiento lo que puedes hacer es estimular. Nada más.
Por eso pienso que hay gente que está exigiendo demasiado a la música en
general, por el hecho de que existen artistas más alternativos que Back
Streets Boys, por ejemplo. Y lo que defiendo son los lugares intermedios:
estímulo y circo. Ahí he visto siempre a David Bowie, a Elvis Presley o a
gente como El Vez o La Lupe. Incluso los Doors estarían ahí, aunque
seguramente Jim Morrison no lo aceptaría.
Y es que, por otra parte, es pretencioso intelectualizar el rocanrol. Lou Reed
es lo más intelectual; es más: lo mejor que ha hecho se encuentra en su
época cabaretera: Transformer, Berlin, Rock And Roll Animal… Y cuando
hace cosas como Magic And Loss, aunque los resultados me gusten, no es
realmente el Lou Reed magistral. Y cuando hace una gira con las letras en
el atril y las gafitas y hace un show soso, no es más que eso: un sosainas.

- ¿De qué depende el mayor o menor grado de libertad de un artista en


el negocio de la música?
- Desgraciadamente, creo que depende de uno mismo. Ho hay una única
vía, y somos nosotros los que tenemos que marcarnos el lugar donde

73
queremos estar. Y eso es lo más difícil de todo. Porque siempre existen las
presiones internas: podría llegar a más, podría llegar a tener una casa más
bonita, podría tener una aceptación mayor…O podría tener mejor opinión
por parte de los críticos… Pero normalmente la buena opinión de los
críticos lo que te otorga es una pobreza y una miseria vital y lo otro, una
pobreza artística.
Así que encontrar esa línea en la que diferencies perfectamente entre lo
grotesco y lo válido es cosa de cada uno. Escomo lo de los espónsores:
¿cuál es válido y cual es grotesco? En el fondo, cada uno toma la decisión.
Y esa decisión no debe ser consensuada por la opinión pública, sino algo
personal y duradero.

- Pero, ¿en la medida en que uno vende más discos, por ejemplo, tiene
más poder de decisión?
- Si, pero a la vez el que más vende s el que menos exige. Corrijo: es el que
menos se exige, porque está más interesado en el dinero. Y es que cuanto
más vendes y más conoces el negocio, más sabes por dónde se saca el
dinero. El dinero no siempre viene por unas ventas mayores, sino por una
mayor comprensión del negocio. Y es difícil que un artista que haya
vendido mucho llegue a la conclusión de que lo mejor es tener una carrera
de largo recorrido, manteniéndote en tu sitio.
Últimamente hasta entiendo a Prince, que es difícil. Quiero decir que Prince
ha tomado una decisión en la que está en un lugar de independencia, que no
la utiliza artísticamente, pero que a nivel económico le está resultando más
rentable que estar en una compañía multinacional. Lo ideal sería que
además hiciera unos discos que te cagas.

- ¿Las compañías de discos son tan tiranas como se dice?


- No. Es más: creo que las compañías de discos no son ahora el enemigo.
Vuelvo a lo que decía antes: en tiempos las compañías tenían el poder de
entrar en los medios de comunicación y apretarle los huevos a alguien para
tener a un artista dentro de un gran abanico promocional. Eran las grandes
campañas de publicidad. Ahora una gran campaña no sólo depende de una
compañía, también de que los medios la acepten. Y es más: hay
determinados medios que si aceptan entrar ahí lo hacen con una serie de
condiciones: que no se haga en varios medios a la vez. Y va en detrimento
de la difusión de tu obra.
Es ridículo que una radio, por ejemplo, se niegue a poner a un artista por el
hecho de que están sonando en otra. Nadie está considerando el hecho de

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que el disco sea bueno o malo; sólo están diciendo: << ¿Está en
determinada radio? Pues aquí no suena. ¿Haces una campaña conmigo?
Pues no suena en otro lado. ¿Es portada de ese periódico? De puta madre;
en éste, no>>. El perjudicado, como siempre, es el músico.

- Y en relación con el trabajo del artista, ¿qué me dices de esa tiranía?


Me refiero a cosas como atornillar para que un disco se haga de una
manera determinada, por ejemplo.
- He conocido a artistas que me han dicho que eso ocurre. Yo no le he
vivido nunca en carne propia. En ningún momento, salvo aquel detalle que
te comentaba de la pretensión de meter trompetas en el primer disco de
Héroes. Pero cuando solucionamos aquello, nunca la compañía se ha
entrometido en el repertorio, ni en la dirección; es más: en algún momento
he tenido ofertas de medio para hacer algo sobre lo que tenía dudas y ha
sido la compañía la que me ha aconsejado que dijese que no, porque no
sería bueno par mi carrera o mi imagen. Algo de lo que me he alegrado,
porque he visto que la compañía no quería vender mis discos a cualquier
precio.

- ¿Hablas de participar en algunos programas de televisión?


- No, hablo de salir en Cosmopolitan posando con ropa el diseñador equis.
Cosas que te hacen dudar, porque a veces son el camino para vender una
entrevista. Y es sorprendente que en ese momento fuese la compañía la que
me aconsejara que no lo hiciese, porque lo lógico es pensar que estaría
encantada de que me dieran diez páginas en la revista. Aunque, por otro
lado, también piensas que esas cosas son una chorrada, porque ahora mismo
nadie considera que tienes más o menos criterio si sales en una revista de
moda. Yo no lo hago porque no creo en eso, pero esas cosas ya no tienen
peso en los medios ni en la opinión pública.

- Otra supuesta tiranía: la de los managers.


- Sólo he tenido dos managers: Pito, que duró mucho tiempo y que, bueno,
hizo sus trapicheos, supongo, pero mucho de lo que conseguimos Héroes
fue gracias a él, y Tomás, mi manager actual, con el que ya llevo mucho
tiempo. Hacemos un tándem: dos personas y una única dirección. En
general no tengo quejas de ninguno de los dos. Quizás porque siempre ha
habido una compresión artística; tal vez más con Tomás que con Pito Y es
que a Pito le habría gustado que Héroes hubiéramos sido de otra manera,
ésa es la verdad. Cosa que no le echo en cara porque creo que a o mejor

75
podríamos haber conseguido otras cotas artísticas si le hubiéramos
escuchado más. Y Tomás me respeta mucho, pero en algunos momentos me
dice cosas que ninguna otra persona del mundo me diría: me dice no, algo
que no se atreve a hacer mucha gente.

- Forma parte de las funciones de un manager.


- Bueno, quizás las cosas son así porque Tomás sólo me lleva a mí; no tiene
una oficina con varios artistas. Una oficina con varios artistas funciona
ahora mucho en España y hace que los managers no piensen en una carrera
maratoniana del grupo. Es todo lo contrario de lo que le ocurre a Tomás,
que piensa que voy a se su artista durante… Siempre, hasta que me retire. Y
seguro que me retiro antes que él.

- ¿Y qué me dices e los empresarios, de quienes contratan los


conciertos?
- Los empresarios sufren en España y en Latinoamérica el gravísimo
problema de las salas intermedias. Que en Madrid no haya otro local de
aforo mediano que La Riviera, es alucinante. Que en el año 2000 todavía no
exista un amplio circuito de invierno, es un crimen. Que no se cedan los
teatros para conciertos de rock y los concejales exclamen <<vade retro,
Satanás>> ante una propuesta al respecto, dice muy poco del avance
cultural del país.
En el fondo, todo lleva a que las bandas sigan dependiendo del verano para
mostrar sus directos. O sea que seguimos en la feria, la verbena, el
calimocho y los peñistas. Esto provoca que los artistas inflen su cachet en
periodos estivales y les saquen a los concejales de los pueblos lo que no
pueden ganar de otra forma. La consecuencia es que después del descalabro
económico del año en que se contrata al artista, no se le vuelve a contratar
por los siglos de los siglos, amén.

- Retomo ese concepto de circo del que hablábamos antes, para


constatar que el artista tienen también ciertos caminos para dignificar
la parte más pedestre del negocio. Por ejemplo, en una ocasión te
negaste a cobrar tras una actuación porque pensaste que no habías
hecho un buen concierto. ¿Fue la única vez?
- Recientemente estuve a punto de hacerlo de nuevo en una conferencia que
di en Andalucía. En la ocasión que mencionas me quedó un sabor agridulce,
porque pensé que era lo correcto, lo que tenía que hacer; pero también dudé,
porque hubo gente que me dijo que ese concierto le había parecido la

76
hostia. Y es que a veces tengo una manera muy cerrada de ver los
conciertos y pienso que hago una mierda, cuando a la gente no le parece así.
Es una visión que está muy influida por las circunstancias vitales que me
rodean: algo que me haya ocurrido en días anteriores, lo que pasa en ese
momento por mi cabeza…
Hay veces que tengo esa sensación de haber hecho el peor concierto de mi
vida y sin embargo, en el peor de los casos siempre hago conciertos
profesionales. Aunque la profesionalidad es el nivel más bajo de
emotividad. Cumplir, vaya. Lo que me ocurrió con la conferencia es que no
estuve muy acertado, por falta de práctica, y pensé debería renunciar a mi
caché; pero a la vez me dije: <<Si no acepto el dinero, lo que va a pasar es
que el de la diputación se lo va a meter en el bolsillo; así que cobro, se lo
doy a una ONG y tengo conciencia tranquila; más que sabiendo que va a ir
a su bolsillo>>.

- No obstante, parece que actitudes como ésas no son muy habituales en


el negocio. Y no es mi intención presentarte como San Enrique
Bunbury.
- Es que, por un lado, me gustaría que cada concierto fuese la hostia y eso
me crea muchas frustraciones porque no puede ser así. Cuando estás
haciendo ochenta bolos en una gira, obviamente habrá diez que no te salgan
emotivos. Y estoy poniendo muy alto el listón. Sé que no es posible que los
ochenta sean estupendos, pero eso no significa que no me joda; me jode y
mucho. Pero no puedes contratar pensando en qué día la luna te va a influir
de una manera determinada. Creo, no obstante, que lo ideal sería hacer
menos actuaciones, porque entonces podría concentrarme para dar
conciertos que me salieran del alma. No sé… La verdad es que ya no tengo
idea de nada.

- Cito al capo Michael Corleone, en El Padrino: <<El desprecio de los


ricos por el dinero es sólo una excusa para privar de él a los pobres>>.
¿Asumes la afirmación?
- Van Morrison, en Clearing Windows, comparaba su trabajo con el de
limpiar ventanas. Y para él ambas cosas eran lo mismo: una forma de vida.
Incluso en una de las pocas entrevistas que ha concedido últimamente
comentaba que se toma la música como un trabajo de servicios. Cuando lo
leí por primera vez me pareció ofensivo, porque pensaba que no era posible
que un individuo que me estaba ofreciendo tanto llegara a su casa e hiciese
una canción como quien pone una baldosa. Pero reflexionando sobre eso

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pensé que tenía mucho mérito el hecho de que esa actitud diese resultados
tan maravillosos.
Ahora yo también me tomo así las cosas. Lo que hago es un trabajo; en el
que pongo quizás más emociones que el que pone una baldosa, pero no lo
valoro más. No creo que mi trabajo tanga que estar socialmente mejor visto.

- Te has zafado elegantemente de la pregunta, así que seré más directo:


¿Qué importancia das al dinero?
- Es importante porque cuando estoy reflexionando sobre el próximo disco
no hago giras y durante ese tiempo no puedo vivir del aire. Entonces, sí, es
importante conseguir que pueda mantener un ritmo creativo y que no tenga
que depende de meterme a pinchar discos en una discoteca. Eso me facilita
tener la mente serena y tranquila para hacer canciones sin otro tipo de
preocupaciones.
Pero tampoco aspiro a más. Me hubiera gustado, como decía Fernando
Fernán Gómez, tener una vida de lujo, con mayordomos y todo eso, pero
como no la he conseguido y soy consciente de ello, lo que intento es vivir
de una forma más o menos equilibrada. Me encantaría tener un palacio,
pero para conseguirlo tendría que hacer otro tipo de música. Lo que tengo
me hacer vivir muy bien y no aspiro a mucho más.

- Creo que fue Mistinguette quien dijo que el dinero no da la felicidad


pero aplaca los nervios.
- Exacto. Estás tranquilo para hacer lo que realmente te interesa. Además
tengo vicios caros; ése es mi gran problema. Me gusta comprar discos y son
muy caros. Y los instrumentos, también. Así que no puedo dejar de grabar.

- No sé si, sujeta como está a muchos avatares la duración de la carrera


e un artista, piensas en el futuro. Quiero decir que si te has ocupado,
como hacen algunos colegas tuyos, de hacer inversiones, jugar en bolsa,
comprar terrenos, montarte un hotel…
- La verdad es que a lo mejor estoy hablando muy modestamente, pero
siempre me ha llevado mi padre los asuntos económicos y realmente no
tengo ni puta idea de cuánto dinero tengo. Lo único que le he dicho a mi
padre es que si en algún momento tengo problemas, que levante la mano.
Afortunadamente no los tengo. Pero mi padre es empresario y tiene esa
visión de futuro, así que supongo que tengo dinero invertido en algún lado.
Pero no podría decirte en qué.

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- Cuando hablábamos de tu época de Héroes abordamos el asunto del
éxito y del fracaso. Ahora, con la experiencia acumulada, ¿cómo juzgas
ambas situaciones?
- El éxito tiene dos visiones: una personal y otra externa. La visión externa
es la impresión que tienen los demás de la recepción de tu trabajo. Parece
ser que a día de hoy es imprescindible que cuando publicitas un disco
tengas que decir cuántas copias lleva ya vendidas. Eso es el éxito para los
demás. Para mí, es conseguir una serie de objetivos artísticos. Y, en ese
sentido, creo que con algunos discos he tenido más éxito que con otros.
Además, cada vez que saco un disco me parece que el éxito ya está en
haberlo terminado, porque es el resultado de trabajar año y medio o dos
años con un objetivo.
Y fracaso sería que estuviese luchando durante muchísimo tiempo por un
disco y que no consiga los objetivos artísticos que considero necesarios. Lo
demás son juicios de valor que no dependen de mí. No puedo hacer nada
para que la gente compre el disco. Es algo que se me escapa de las manos.
También existe en esa opinión sobre un disco el juicio final que da el
tiempo; en ese sentido hay discos que en su momento me parecieron
muchísimo mejores de lo que me parecen ahora.

- Para llegar a esas conclusiones has ido dejando en el camino algunos


mitos propios del negocio del rocanrol, parece.
- Creo que hemos llegado a un buen equilibrio entre la industria y yo. Como
pensaba Buñuel, lo peor que puede ocurrir es hacer algo, un disco en este
caso, con el que hagas perder dinero a todo el mundo. Y eso lo tengo claro:
no me gusta hacer perder dinero a nadie. Ahora soy muy consciente de lo
que me gasto en un disco, sobre todo cuando el dinero no es mío. Quiero
hacer ganar dinero a la compañía; también porque sé que si ella gana
dinero, lo gano yo. Quiero que todo el mundo esté contento y así poder
seguir manteniendo mi ritmo creativo y pagarme las angulas y que mi
manager no me abandone.
En tiempos pensaba que el éxito consistía en vender miles de copias. Ahora
no creo tanto en eso, porque para una compañía independiente vender diez
mil copias puede ser un verdadero éxito, siempre y cuando no te hayas
gastado más de no sé cuánto dinero. Eso es aplicable a todo tipo de discos y
a cualquier clase de trabajo artístico.

- Otro elemento del circo es ese fenómeno a menudo denostado que son
los/las fans. ¿Qué papel cumplen para ti?

79
- He cambiado mucho con respecto a eso. En tiempos de Héroes me parecía
algo absolutamente necesario, quizás porque yo también era fan y
adolescente. Hoy valoro más cómo soy fan de otra gente y me gustaría que
los que puedan seguir mi música tuvieran esa actitud. En su momento fui un
fan dispuesto a robarle el kivi a David Bowie y actualmente soy un seguidor
que mantiene las distancias con el artista: siguiendo su carrera, siendo muy
consciente de dónde está, valorando su obra en general.

- <<Me gusta la vida en la carretera, aunque par algunos músicos es la


parte más dura del trabajo>>. Es otra anotación de tu diario.
¿Suscribes actualmente esa afirmación?
- Cuando no estoy en la carretera siempre digo que no voy a hacer giras.
Pero luego me meto en la furgoneta, me subo a un escenario y me vuelvo
loco. Me gusta mucho estar en un escenario, aunque actualmente aprecio
eso de manera distinta que hace unos años. Ahora me gusta más estar en un
estudio de grabación; me gusta más la parte creativa que la interpretativa.

- De las giras, lo peor son los viajes. ¿O no?


- No, no. La verdad es que eso me gusta. Antes lo veía más como una
pérdida de tiempo, pero he cambiado y pienso que todo ese camino hasta la
ciudad a la que tienes que ir me facilita pensar y leer. Me da una paz que no
tendría en casa. Cuando estoy de gira todo va encauzado a una hora y media
o dos horas de concierto. Y todo el tiempo anterior es de concentración y la
gente me molesta menos. Si no estoy de gira tengo más tiempo libre para
recibir influencia externa y me siento mucho menos tranquilo.

- Cuando se le pregunta a un músico sobre las sensaciones que tiene en


un escenario, frente a un buen número de personas, las respuestas no
pasan de una colección de sonoros tópicos. Dame pistas algo más
concretas de lo que pasa cuando estás ahí arriba.
- A lo mejor suena un poco despectivo para el público lo que voy a decir,
pero encima de un escenario en lo último que pienso es en los espectadores.
De hecho, la mayor parte de mis insatisfacciones encima de un escenario
son por culpa del público. Porque a veces me saca de mi estado… no voy a
decir de éxtasis o de orgasmo, pero sí de concentración. El escenario me
facilita interpretar los temas como más me gusta: en una sola toma; lo
contrario de cuando estoy grabando y tengo que repetir muchas veces para
conseguir que una canción quede bien.

80
El escenario me permite concentrarme de una manera total para intentar
lograr una versión definitiva de una canción. No sé como expresarlo…

- Pero supongo que a la vez que consigues esa concentración casi


extática, tienes que ejercer cierto control, digamos técnico. ¿Cómo se
logra el equilibrio?
- Dejarte influir por la forma de sentir única de ese momento es lo que te
permite cerrar una versión definitiva. Incluso aprovechando tu malestar o tu
bienestar. Las letras, por ejemplo, dependiendo de si estás enfadado o
contento, adquieren significados distintos. Utilizas lo que dices par
encauzar tu rabia o tu alegría.
En mi caso hay mucho de dejarme llevar y quizás ése haya sido uno de mis
problemas encima de un escenario. Tengo ese aspecto pasional de Raphael.
Hay además una anécdota suya muy buena: presentando su biografía le
preguntaban si ensayaba delante del espejo los movimientos que hace en
escena y respondía: <<¿Crees que si ensayara frente a un espejo haría lo
que hago?>>. En el fondo me pasa un poco eso. No hay nada de control. Es
dejarme llevar absolutamente, sabiendo que hay unos ensayos previos para
controlar una serie de cosas como el principio y el final de una canción.
Todo lo demás depende de unas circunstancias psicológicas.

- ¿Cómo se elabora uno la imagen de marca?


- Desde luego, me gustaría tener mayor control sobre la imagen que puedo
ofrecer a la gente. Y no me refiero a una imagen física, sino a esa que puedo
transmitir en las entrevistas, por ejemplo. Esa falta de control me ha
proporcionado, si no enemigos, un cierto rechazo por parte de alguna gente
y de algunos medios de comunicación. Y también sé que en momentos más
positivos de mi vida ha originado que la gente se acercase a mí con menos
miedo e incluso con aprecio y admiración.

- ¿Y el aspecto físico? ¿Un artista necesita de una imagen que lo haga


reconocible?¿Qué elementos proporcionan el retrato final?
- Me parece que todo va unido. La música me hace sentir de una forma a
nivel personal y estético. Creo que eso me exige subirme a un escenario y
ofrecer, digamos, el paquete completo.

- ¿Estás diciendo que es la música la que moldea la imagen?


- En mi caso, sí. También, por otro lado, siempre he comentado la historia
del vecino del quinto: me parece horrible que un artista sea tan natural y

81
campechano que pueda ser tu vecino. Existen muchos casos en este país que
me quitan la razón porque han tenido muchísimo éxito, pero no coincido
con eso. Incluso, dependiendo de mi estado de ánimo, me puede parecer
una falta de respeto hacia el público que un artista se suba al escenario con
una camiseta y unos vaqueros. Me parece que una entrada de dos mil
quinientas pesetas me da derecho a exigir cuando menos una indumentaria
digna. Me imagino a Salif Keita con una camiseta y en cierto modo me está
defraudando. Quiero verle con la túnica, el gorrito…
Quiero el pack completo.

-Insisto en un asunto que ya ha salido en otro momento de la


conversación: el del papel del artista. ¿Agitador, entretenedor, ángel,
demonio…?
- Tan exagerado es decir que una canción puede ocasionar una revolución
como afirmar que no cambia nada las cosas, infravalorando el pode de la
música. Creo que hay puntos intermedios, que la realidad nos ha mostrados,
y que existen canciones que por lo menos hacen reflexionar. Igual que una
película. De hecho, ha habido canciones que han logrado que mucha gente
reflexionara sobre algo y que pueblos enteros reaccionaran contra
determinadas situaciones políticas y sociales. Canciones de Dylan o de
Lennon han causado que la gente responda ante algunas cosas. O por lo
menos que tomara conciencia de ellas. Lo contrario sería infravalorar el
poder de la canción.
¿Pensar que una canción ha cambiado el mundo? Al día de hoy tenemos la
respuesta: no lo ha cambiado. Pero si ha obligado a reflexionar, ya es algo
positivo. ¿La obligación del artista? Allá cada uno. Yo pienso que si está en
mi mano hacer reflexionar a la gente sobre algo, lo voy a hacer.
¿Mesiánico? No tanto. Hay ejemplos en el cine, en la literatura y el arte,
con el Guernica, por ejemplo. Y existe el extremo, que es el panfleto, en el
que intentaré no caer.

- Abundemos en el papel del artista y en su relación con el receptor.


<<No creo que una actividad artística deba ser sopesada a cada
momento por la audiencia. ¿Dónde estamos dejando la creación?¿La
dejamos al servicio de la respetabilidad, la escucha fácil, cómoda,
universal?>> Son tus palabras.
- Es una época, con la que coincido ahora, en la que pensaba que no son los
políticos los que deben pensar en la utopía. Creo que somos los poetas, los
músicos o los pintores los que debemos ser utópicos e imaginar mundos

82
mejores. Y que debemos reflexionar sobre ello, planteando cuestiones que
pueden estar acordes o no con la sociedad que nos rodea. Y aunque siempre
estás expuesto a una manera de decir que no queremos gobernantes
faraónicos, que estén pensando en mundos mejores; queremos gobernantes
que sean pragmáticos y administradores. Y dejar que los artistas piensen
fórmulas para pinchar un poco.

- Pero hablando del hecho artístico, ¿es una manera de decir que más
allá de los intereses de la audiencia un creador debe responder por
encima de todo a sus impulsos?
- Ni lo he comentado, porque me parece obvio. La peor de las dictaduras
con respecto a un creador es la opinión pública. Estar siempre pendiente de
la respuesta que origina tu música hace que evites investigar en lugares en
los que nadie te ha llamado o en los que nadie espera que estés. Si hubiera
estado pendiente de eso, todavía andaría haciendo Entre dos tierras. Yo
habría perdido mucho, y, arrogantemente, pienso que los oyentes de mis
discos, también.

- ¿Puede permitirse un artista tener contradicciones?


- La duda y la curiosidad son armas fundamentales para avanzar
creativamente. Si no tienes ninguna de esas dos cosas te falta la bese del
aprendizaje y de la investigación que son características esenciales a la hora
de ofrecer una obra.

- ¿Tienes más dudas que certezas, o más certezas que dudas?


- Una buena certeza es la del filósofo:<<Sólo sé que no sé nada>>. Y dudas,
todas las demás. Cada vez tengo menos claro que haya llegado a algún sitio
o que sepa alguna cosa con respecto a algo, sobre todo de mi labor creativa.
Ya no te digo de la vida en general. Siempre he pensado que cuando llegas a
anciano es cuando tienes una mayor certeza en relación con aspectos
vitales. Pero cada vez pongo eso más en duda, porque cuanto más avanzo sé
menos cosas y ahora pienso: <<¡Joder!, si sigo así voy a llegar a abuelo y
no tendré ni puta idea de nada, de nada. Es más: voy a poner en duda todo.
Seré un completo escéptico>>. Y eso último es algo que no me gustaría.

83
84
Capítulo
DIVÁN / Conversaciones con Enrique Bunbury

Robinson
<< M e gusta estar dando bandazos>>, afirma
Bunbury frente a la crítica de que no sabe muy
85
bien qué está buscando. Dicho lo cual, reescribe el
concepto de corner, entra saco en sus muchas
músicas favoritas, se declara admirador de María
Callas y Calamaro y da pistas sobre cuántos discos
compra al año. Lector más compulsivo que
metódico, tiene a Fernando Arrabal en su Top 10
de ensayistas, y al Buñuel de las películas
mexicanas, en el de directores de cine. No le gusta
Tarantino. Sí le apasiona Carl Theodor Dreyer. Se
coloca en el saco de los vegetarianos éticos y echa
de menos las morcillas de transfusión. Así las
cosas creo que no hay que hacerle mucho caso
cuando en Robinson, una de sus canciones, dice
que sólo tres cosas se llevaría a una isla desierta.

86
-¿T e resulta fácil escribir canciones?
- Quizás por el hecho de no haber llegado a la universidad y no tener una
disciplina de trabajo, me exijo unos niveles e concentración que, por lo que
observo por ahí, no son habituales. Siempre que me pongo a componer
intento aislarme, me voy a algún lugar y no salgo de él hasta que no termino
el trabajo. Llego incluso a niveles tiránicos conmigo. Porque sé que soy
fácilmente despistable. Por otro lado, me gusta lo que hago y no entiendo la
vida sin ello.

- Pero ese nivel de disciplina no garantiza que las cosed te salgan de


una manera fluida. ¿Compones con rapidez?
- Creo que tengo facilidad para hacerlo, pero tengo que estar
suficientemente concentrado. La última vez que me puse a componer,
cuando Pequeño, hice veintidós canciones, además de una banda sonora,
que aún no ha salido. Supongo que eso significa que tengo facilidad par
componer. Pero creo también que es porque durante mucho tiempo estoy
recopilando datos y tomando notas. Acumulo mucho material: ideas,
armonías… Lo que más me cuesta últimamente es hacer letras. También
soy consciente de que componer una canción es un proceso complejo. Si
87
ahora me dices ponte y haz una canción, seguro que no me sale nada. Para
escribir canciones tengo que aislarme del mundo.

- Si con Radical sonora sólo te aproximas al trabajo que querías


desarrollar en solitario, con Pequeño el acercamiento es mayor. ¿Qué
proceso te ha llevado a mejorar los resultados?
- La reflexión que me ha hecho encauzar mi carrera en solitario hacia estos
derroteros parte de una frustración: no poder hacer determinadas cosas en
Héroes. Pero también es el resultado de que entonces ya sabía que tenía una
serie de inquietudes a las que debería darles salida. Esas inquietudes están
relacionadas con músicas que me entusiasmaban y que no entraban dentro
del proceso compositivo de Héroes. Músicas que llevaba escuchando desde
hacía muchísimo tiempo. No es que quisiera mimetizarme con esas
músicas, sino que creía que a través de ellas podía encontrar un lugar
personal, único y diferencial que me molestaba que no encontrásemos en
Héroes. Y eso que, mirándolo con distancia, creo que con Héroes
conseguimos algo interesante: ser un grupo personal dentro de un estilo
como el rocanrol, en el que es difícil lograr personalidad. De hecho, aunque
lo intentaron muchos, hay pocos grupos que hayan seguido el camino de
Héroes y de ésos casi ninguno ha conseguido reconocimiento.
Pero el hecho de haber salido tanto por ahí fuera con Héroes me hizo ver
que yo, como músico, podía ofrecer algo más. Y ese algo más dependía de
una reconciliación conmigo mismo, en todos los niveles. Una bajada a
tierra, por un lado, en lo que se refiere a los textos y a forma de cantar, y,
por otro lado, una asimilación de quién soy como músico español, con una
serie de influencias reales y no impostadas. Sí, vengo del rocanrol y me
interesa el rocanrol, pero tengo una serie de influencia muchísimo más
cercanas que nunca han salido a la luz. En algunos momentos, por
vergüenza, y en otros, porque no eran aceptadas en el grupo.

- ¿Es el hecho de desconocer ese interés que mantenías por


determinadas músicas lo que ha llevado a algunos colegas tuyos a decir
que estás dando bandazos, buscando no se sabe qué?
- Me gusta la palabra bandazos y me gusta estar dando bandazos. Eso
significa que estoy mirando por aquí y por allá y buscando algo que quizás
aún no he encontrado. Es más: lo reconozco; no lo he encontrado. Pero no
son bandazos sin sentido. Por otro lado, es posible que quien no conozca
mis gustos pueda pensar que todo esto es artificial. Pero si hay algo que me
repugna del arte, y es una manera de hablar, es que dependa de las

88
explicaciones: que un disco dependa de todo un discurso, que yo tenga que
decir todo esto para que Pequeño sea mejor que si no lo digo.
Creo que una obra se tiene que sostén por sí sola. Una canción es buena o es
mala y no depende de que yo tenga todo un discurso detrás. ¿Qué más da
cómo he llegado a la conclusión que es la canción? Lo importante es que la
conclusión te guste o no.

- Cuando inicias carrera en solitario, y sobre todo a partir de Pequeño,


dejas ser estrictamente un roquero para entrar más en el terreno del
intérprete de canciones, del crooner, dicho sea a lo anglo. ¿Cómo te
preparas para ese cambio que implica nuevas actitudes escénicas,
formas de interpretar distintas, etcétera?
- No creo que haya tenido una preparación artificial en el sentido de
obligarme a abandonar determinadas maneras de hacer las cosas. No ha
ocurrido así. Creo que después de doce años con Héroes, en los que durante
ocho no había parado y no tenía los pies en la tierra, pasó que empecé a
tener un pie en la tierra. Y eso me hizo cambiar la perspectiva respecto a la
música.
Lo que no me interesaba eran determinadas actitudes que había tomado: no
importaba menos la conquista del mundo mundial y del espacio exterior y
más la creación, hacer discos que me aportaran algo. Y empezó a
importarme mucho menos la exposición externa, algo que con Héroes era
pura sobreactuación. Eso me ha hecho llegar adonde estoy ahora y me
permitirá llegar más adelante, para lo que aún me falta mucho. Hay
reflexiones sobre la forma de cantar y de instrumentar los discos, y eso
significa, por lo que a la instrumentación se refiere, que no me interesan
determinadas fórmulas básicas, de las que no reniego pero que no me sirven
en estos momentos.
Son reflexiones que me llevan hacia la investigación: primero hacia la
electrónica, porque quería mirar hacia fuera, y luego, hacia algo más
orgánico, con referencias más cercanas. Pero no porque quisiera transmitir a
los demás una visión de mí, sino porque quería limar asperezas y concretar
respecto a lo que soy y siento. Necesito esa investigación, necesito esa
concreción, necesito esa sutileza y necesito esa ubicación de músicas.

- He mencionado el apelativo crooner, que el diccionario Webster aplica


a quien canta con un sentimiento exagerado. ¿Ofreces una revisión de
ese concepto?

89
- Otros diccionarios describen a un corner como un baladista. Hombre,
desde luego que es un cantante melódico-pasional. Pero exagerado… ¿Son
exagerados Bing Crosby o Sinatra? Son exagerados Scout Walter, Nick
Cave y Bunbury. ¿Pero lo es Leonard Cohen? Yo diría que no. Nino Bravo,
desde luego; Raphael, sin ninguna duda. No sé. Insisto en lo de melódico-
pasional, no necesariamente exagerado.

- Creo que Pequeño Cabaret Ambulante, el nombre que le has puesto a


la gira de presentación de tu segundo disco, define mejor que el título
del álbum el espíritu que impregna las canciones. ¿Cuál es tu idea del
cabaret?
- Café cantante-porteño-arrabalero. Porteño siempre nos lleva a Buenos
Aires, pero tenemos aquí el ejemplo de Barcelona. O podemos ir a Cádiz o
a Tánger, en Marruecos. Lugares que internacionalmente han sido un punto
de inflexión y que han recibido muchas influencias externas, de forma que
se han convertido en lugares bastardos, que no tienen una personalidad
concreta. Incluso tienen unos barrios que han acogido diferentes
grupúsculos étnicos, diferentes guetos que confieren a la ciudad una riqueza
especial. Hamburgo podría ser otro lugar. A eso me refiero cuando hablo de
cabaret: el lugar en el que se reúne el nómada soltero, interesado por recibir
influencia externa femenina y musical.
Es el lugar que tiene un pie en lo popular y otro en lo ideológico. Son los
sitios que más me interesan. Pero es por la confluencia de diferentes
culturas, que de repente nacen de esa ciudad un ente bastardo. Un ente con
personalidad ajena a lo que es el resto del país. Y, sin pertenecer a ninguna
de esas ciudades, me siento así.

- Me gustaría hacer un repaso sucinto a una serie de músicas y de


intérpretes cuya influencia es notoria en tu trabajo reciente; son
referencias que en muchas ocasiones no están conectadas con el rock.
La música árabe, por ejemplo.
- Sobre la música árabe hay mucho que hablar. Lo que primero me gustó
fue la música hindú, y a comienzos de los años noventa voy a la India y a
Nepal por primera vez, con el objetivo de comprar discos y de buscar
información. Luego fui a aprender a tocar el sitar y estuve un mes y medio
en Benarés con un profesor. Y me interesé más tarde por la música árabe, al
descubrir ciertas conexiones con la hindú. Lo hice a través de los clásicos

90
árabes de los años cincuenta y sesenta: gente como Oum Kalsoum18, Abdel
Halim Hafez 19o Farid El Atrache20. Principalmente la música egipcia, que
es la música digamos más clásicas; me interesa menos la música pop árabe.
Me pasa lo mismo con la música pop hindú, que me parece hortera,
directamente. Es esa faceta que también tienen los gitanos, que me encantan
cuanto más profundos son y tienen un nivel de introspección fabuloso, pero
cuando se ponen horteras son los más. Como los negros, que a la hora de
ser horteras se ponen los cadenones y son capaces de hacer las músicas más
festivas para bailar y pasar un buen rato, pero que son las que menos me
interesaron en un momento dado. Pero a lo que vamos: primero estuve en
Jordania, y luego, en Túnez y Marruecos, y empecé a interesarme poco a
poco por la música. Fui comprando discos… Y empecé a sentir que era
parte e mí. Es algo inexplicable, por mucho que busque excusas históricas
como que Zaragoza fue el último bastión del imperio árabe en España,
etcétera. Es algo más genético. La música me llega o no me llega y ésa me
llegó de una forma especial. Y desde entonces, dependiendo de la ocasión,
he ido a Marruecos hasta tres veces al año. Y es que creo que Marruecos ES
como un punto intermedio: el lugar donde la cultura árabe adquiere un
carácter más amable, donde conviven a la vez el fundamentalismo y la
democracia. Así como Túnez ha abrazado absolutamente el turismo, en
Marruecos existen los árabes que desprecian al turista y los que se quieren
aprovechar de él. Es una dualidad que me gusta, quizás por mi carácter. He
llegado, o casi, a disculpar el fundamentalismo árabe, a través de filósofos
como Roger Garaudy, que se hizo islamista.

- No hace mucho provocó en Francia una agria polémica.


- Sí. Ha escrito libros muy interesantes en torno al islamismo y a los
prejuicios que occidente tiene para con esa religión. Y lo haría igual un
católico con sus creencias. Garaudy distancia las acciones de gente que en
nombre del Islam ha hecho barbaridades, de lo que son los dictados de
Mahoma. Y diferencia también entre lo que Mahoma decía al pueblo árabe

18
Oum Kalsoum (1900-1975): cantante egipcia, madre de todas las batallas sonoras
en el país de los faraones.
19
Abdel Halim Hafez (1928-1978): cantante, también egipcio, conocido como El
ruiseñor del Nilo.
20
Farid El-Atrache (1915-1974): cantante druso sirio, educado en El Cairo. Las
producciones de estos tres artistas, aunque cercanas a la música clásica árabe
egipcia, de la que parten, en puridad hay que colorarlas en el apartado denominado
variedades.
91
de su tiempo y lo que son dogmas eternos para la humanidad entera. Bueno,
una serie de cosas que me hicieron comprender algo más un mundo que es
complejo y difícil de aceptar por lo que estamos leyendo cada día en los
periódicos.

- Sigamos. Bambino.
- Del pueblo gitano lo que menos me interesa es el lado más festivo, que
veo encuadrado en el mundo de la rumba, sobre todo. Quizás influido por la
rumba catalana y dentro de ella por la que, con todos los respetos, considero
más vacía y que es la de Peret y la de Antonio González. Y mi
descubrimiento de Bambino viene porque veo que se podía hacer rumba
con un carácter dramático, que es el que siempre me ha interesado dentro de
cualquier estilo musical. Y es más: que a través de una forma de hacer
música, que es la de Bambino, puedes recrear sonidos latinoamericanos. Es
mi forma de ver la música por encima del estilo del que proviene una
canción, que es lo que hace Bambino: toma canciones de autores españoles
o latinoamericanos, las transforma y crea su propio sonido. Su sello. Es la
rumba dramática.

- ¿Es esa dimensión dramática la que te lleva a la copla?


- Nunca me había interesado la copa y de repente vi que tenía una conexión
con el fado portugués y con el tango argentino. Es decir: está cercana a
músicas que me gustan. El único problema que le veo a la copla es el
mismo que tuvo par mí Carlos Gardel: que lo escuchaba y me sonaba la voz
a otro tiempo. Como las voces del No-Do. Unas voces y un sonido que no
comprendía. Y también, una relación con una época que nadie quiere
recordar en España.
Una vez que le das menos importancia al momento histórico en el que vivió
la copla su máximo esplendor y valoras la música, las canciones y los
arreglos, de repente te encuentras con que hay unas cosas que te gustan y
otras que no. Y así descubrí la grandeza de León y Quiroga y de canciones e
intérpretes. Y comencé a valorar a Concha Piquer, que ahora me parece una
gran intérprete.

- Los baladistas españoles: Nino Bravo, Raphael…


- Nino Bravo siempre me gustó muchísimo. Sus canciones, con las de
Cecilia o Jeanette, son las que oía de pequeño en la radio. Raphael nunca
me acabó de gustar y creo que me gusta desde hace tres meses, cuando leí
su autobiografía y me descubrió un Raphael con un sentido del humor del

92
que yo pensaba que carecía. Y Raphael con sentido del humor vale mil
veces más que sin él. Ahora veo que está por encima de sus críticos y de sus
imitadores; imitadores en el peor sentido de la palabra: Cruz y Raya,
etcétera.

- La música gitana en general y el flamenco en particular.


- Empecé por la India, llegué al mundo árabe y acabé en Andalucía. Es lo
último a lo que he llegado. Y a través del mundo árabe, me interesó el
universo gitano de Los Balcanes. Del mundo gitano me interesa casi todo.
Siempre, lo que más me ha gustado ha sido el cante jondo. Pero ahora le
puedo ver la grandeza hasta a la rumba. Hombre, el icono, por el que creo
que entremos todos, fue Camarón. Y Paco de Lucía. Y quizás incluso a
través de Pata Negra porque el disco Blues de la frontera fue muy fuerte
para mí. Lo compré en su momento y me dejó noqueado. De hecho, lo he
escuchado millones de veces. Es el disco que me llevó a La leyenda del
tiempo, de Camarón, por el que estaba influido, y más tarde a sus discos de
los ochenta.

- La canción italiana: Carosone, Celentano, Battisti…


- Me interesé en ella a través de mis viajes a Italia, porque estuve mucho
tiempo con un pie en Italia y otro en España. Tenía allí una conexión con un
escritor bohemio, que creo que nunca llegó a publicar, que me iba
presentando las obras de Battisti, Celentano y algunos discos de Mina. Me
gustan estos discos porque en todos ellos veo a David Bowie presentándose
en el Festival de San Remo.
Es un dato que poca gente conoce, pero Bowie se presentó con Space
Oddity en Italia, en San Remo, antes de que el disco tuviese éxito en
Inglaterra. Y siempre he visto en la forma de cantar de Bowie un ramalazo
italiano: algo lírico, entre la balada y la canción napolitana. Y eso me llevó
a los italianos. Sobre todo a Battisti, que creo que es con el que más tiene
que ve. Battisti tiene ese lado progresivo-folk del Bowie de The Man Who
Sold The World. Creo que los italianos han sabido adaptar todas las
corrientes por las que ha pasado la música: de lo progresivo al jazz-rock,
pasando por el hip-hop antes de que se hiciese en España. Habían adaptado
el idioma al rap. Su adelanto sobre los españoles siempre ha venido de esa
facilidad para adaptar el idioma a todas las corrientes musicales.

- Scott Walter.

93
- Me interesa a través de Marc Almond, de quien últimamente estoy
revisando alguno de sus discos. Y, bueno, Scout Walter es el cantante con
un pie en el cabaret, con un pie en Italia y con un pie en el pop y el rock.
En el fondo, estoy hablando de gente muy influida por Kart Weill.

- Tom Waits.
- Lo descubrí en 1987 con Frank´s Wild Years y de ahí pasé a lo anterior. O
sea que empecé por lo difícil, en teoría, porque Frank´s Wild Years, Rain
Dogs y Swordfishtrombones son como los tres discos más complejos de los
ochenta, de la etapa más complicada de Waits. Y me pareció asombrosa la
apuesta de vanguardia que tenían, pero sin perder de vista lo tradicional.
Incomprensible para los ochenta. Es una asimilación de la música
tradicional norteamericana, intentando verla desde una perspectiva europea.
Una visión intelectualizada de la música tradicional norteamericana.

- Leonard Cohen.
- Siempre lo he visto muy mediterráneo, por eso me llama la atención.
Quizás le influyó mucho el tiempo que pasó en Grecia. Su música es como
para bailarla con los brazos abiertos. Y luego me ha parecido siempre el
mejor letrista de la historia del pop, del rock o de lo que sea. Tenía el grado
de poesía, de ironía, de descripción y de narración ideal. Una mezcla
perfecta en un solo texto. Muy por encima de Dylan, de quien a veces
pienso que como letrista está sobrevalorado. Y que me perdonen los
dylanianos.

- Elvis Presley.
- Todo lo que es el rocanrol. Lo ha hecho todo: incluso ser mediterráneo
antes que nadie. Fue el primero que miró hacia Italia, cogió canciones
italianas y las adaptó. Fue el primer crooner del rock y el primero que fue
incluso étnico, con la mirada hacia Hawai. Luego, lo que más se le puede
echar en cara es la vacuidad de los textos. Pero también ésa era la grandeza
del rocanrol: una música sensual o animal para mover las caderas. Y por
otro lado es, incomprensiblemente, una música de rebelión. Elvis es lo que
yo entiendo por rocanrol: rebeldía y sensualidad. Habría cerrado el círculo
perfecto con unos textos maravillosos. Que luego los llega a tener, con
cosas como In The Ghetto, en las que empieza a haber una mayor
conciencia del texto.

94
Y como intérprete es único. Si tuviera que destacar tres voces del siglo xx,
serían las de Elvis, Frank Sinatra y María Callas. Bueno, también estarían
Camarón y Nusrat Fateh Ali Khan.

- Las músicas caribeña y latinoamericana.


- La música latinoamericana no me gustó hasta que pisé Latinoamérica por
primera vez. Por ejemplo nunca me había fijado en las rancheras, aunque sí
las cantaba mi madre en la cocina. De repente, llego a México y aparezco
en la plaza Garibaldi el primer día, me rodeo de mariachis y empiezo a
soltar pesos entusiasmado para que toquen canciones. Me arruino, pero me
voy fascinado pensando: <<A este mariachi lo tengo que fichar>>. Y era un
mariachi corriente, claro. Pero estaba alucinado.
Ésa era mi ignorancia. No conocía la grandeza de esa música, quizás por no
recibirla de una manera tan directa. Cerré el círculo con las rancheras
arrastradas, que para mí están por encima de los corridos. Luego descubrí
los tangos, el son cubano… Todo, conforme he ido pisando países.

- Y has seguido muy de cerca eso que aquí llamamos rock latino.
- De todos los países que he visitado en Latinoamérica, siempre he vuelto
con mil discos. He estado muy al tanto desde el primer disco de Café
Tacaba, de lo que estaban haciendo entonces Fabulosos Cadillacs… Estoy
hablando del año noventa y me quedaba alucinado al ver la poca respuesta
que tenía ese material en España. Nadie entendía ni jota. Incluso el discurso
que yo tenía entonces era que había que estar allí para entenderlo. Luego ha
empezado a entrar poco a poco todo ese material y la gente lo ha asumido
sin haber estado necesariamente en esos países. Pero me parecía
imprescindible haber estado en México para entender a Café Tacaba, por
ejemplo.
Esa pasión es la que me hizo intentar empezar a traer grupos para aquí, algo
que me resultaba dificilísimo. Convencer a los directivos de las compañías
discográficas que los editaban fue la primea dificultad. Y, de hecho,
trajimos a Aterciopelados, de Colombia.

- Has mencionado antes a María Callas. ¿Eres buen escuchador de


ópera y de música clásica en general?
- Soy un cateto de la música clásica. Lo que ocurre es que me apasiona
María Callas y tengo todos sus discos. Hombre, una ópera entera me cuesta
mucho tragarla, pero las arias sí las escucho. Y también me gusta mucho
Wagner. Sí, lo que más me gusta es la ópera.

95
- Más allá de las referencias que te he propuesto, y aunque sea de
manera telegráfica, dame algunos nombres más de músicos que estén
en tu lista de favoritos.
- ¡Uf! La verdad es que hablar e los Beatles es un poco tonto, pero es un
material que siempre viene bien revisar periódicamente. Sobre todo, los
discos que hicieron entre 1966 y 1970. De esos años puedo mencionar
también a Dylan, Led Zeppelin, Rolling Stones, Hendrix o Santana. Gente
básica para mí en un principio. De los setenta me quedo con Captain
Beefheart, Van Morrison, Tim Buckley, David Bowie, Black Sabbath,
Crutis Mayfield, James Brown, Frank Zappa, King Crimson, Miles Davis…
Bueno, en realidad, de Davis me gustan todas sus épocas. De los ochenta
destaco a Prince, el afterpunk, los Smiths, Cocteau Twins, Paolo Conte...

- ¿Con qué te quedas de lo más actual?


- De los noventa, con Massive Attack, Portishead, Jeff Buckley, P.J. Harvey,
Pascal Comelade, Nine Inch Nails, Amina Annaba, lo último de Radiohead,
Goran Bregovic… Lo cierto es que cada vez me interesan menos los
movimientos y me gustan más las obras de determinados músicos, porque
creo que todo va tomando cuerpo conforme vas haciendo discos. Calamaro,
por ejemplo, ha cobrado mayor importancia para mí a raíz de Honestidad
brutal. Lo mismo me parece que le ocurre a Manu Chao con Clandestino.
Santiago Auserón, por otra parte, tiene una importancia básica en el rock en
español y Jaime Urrutia me parece uno de los mejores compositores en
nuestra lengua; ha definido el rock genuinamente español. Y los hermanos
Amador, en Pata Negra. Con todos ellos podríamos tener los pilares básicos
de la evolución del rock hispano en los últimos tiempos. Los demás imitan.

- ¿Confías en que con el tiempo haya imitadores de Bunbury?


- Tendría que conseguir un pilar para que alguien tire de ese filón y creo que
todavía no lo tengo. Aunque creo que en Pequeño ya hay material para que
no se me incluya entre los imitadores de los pilares que mencionaba antes.

- Parece que no se te puede acusar de que no escuchas música.


¿Cuántos discos compras al año?
- Pues no lo sé, pero entre cuatrocientos y setecientos.

- Contemos también con que te regalan unos cuantos.


- Sí. Y cada vez más, afortunadamente.

96
- ¿Eres buscador de rarezas?
- Si por rarezas entiendes música antigua o de otros países, por supuesto
que sí; pero si te refieres a discos piratas o a ediciones extrañas con
portadas únicas, para nada. Me interesa el contenido y que lo que me
ofrezca el disco me pueda enriquecer.

- ¿Cuántos discos tienes?


- Ahora mismo no lo sé, porque estoy de mudanza y no tengo todo el
material junto. Pero bastantes. Y me gustaría tener muchos más. Conforme
descubro más músicas, veo más mis huecos culturales en la música.

- La tradición dice que, en general, los músicos de rock españoles no


compran música. O cuando menos que no la escuchan. ¿Compartes esa
apreciación?
- Hay veces que pienso que no es necesario escuchar tanta música como
escucho yo. Creo que la pasión por componer canciones y la pasión por
escuchar, que en mí confluyen, son diferentes y no tienen que ir juntas
obligatoriamente. Conozco a muchos músicos que no escuchan música o
que escuchan prácticamente lo mismo, que tienen una colección básica y a
ella van y vienen, comprando en compacto lo que ya tienen en vinilo. Y lo
llego a entender, porque hay gente que sobre eso puede componer grandes
canciones.

- ¿Lees revistas de música?


- Bueno, tuve mi época en la que compraba, además de las revistas
españolas, las anglosajonas. Ahora, anglosajonas sólo compro Q y Mojo; las
semanales ya no me interesan nada. Y españolas me compro todas, pero las
dos que realmente me gustan de verdad, que las leo con pasión y que
coincido con su contenido, son Efe Eme y Zona de Obras.

- Creo que ha quedado claro a lo largo de varias respuestas que la


lectura es una de tus aficiones. La pregunta del millón es si eres un
lector compulsivo o de método.
- Se puede decir que soy compulsivo, pero nada metódico. Tal vez lo que
menos lea sea novela; sobre todo, me interesan ensayos, lecturas sobre
música, poesía, biografías, teatro… También he comenzado con pintores,
pues me interesa el enfoque artístico, la forma de abordar su obra. Dentro
de mis escasos conocimientos de pintura, me apasionan los artistas

97
mexicanos: Diego Rivera, Frida Kahlo, Posada… También algunos
españoles, como Barceló y Sicilia, y la portuguesa Paula Rego. Raramente
leo novelas, aunque de vez en cuando aparece alguna pasión como Sábato,
Bukowsky, Miguel Ángel Asturias, Unamuno, Mircea Eliade o Arrabal.

- Arrabal es uno de los autores que mencionas en esa casa de citas,


como yo había llamado a tu diario de la gira Avalancha. De ese escritor
estabas leyendo entonces La torre herida por el rayo. También anotas
otra lectura: una biografía de Pablo Neruda.
- Arrabal es un autor del que creo que, exceptuando su penúltimo libro, he
leído todo. Cuando alguien me apasiona me meto a fondo con él. Y en el
caso de Neruda es que me ha resultado un poeta muy fácil de leer. Pero no
es de los que realmente me hayan apasionado. Me apasionó mucho más
Benedetti y en esta última etapa, Ángel González, Gil de Biedma, Miguel
Labordeta… La poesía de la experiencia, digamos.

- Fernando Sánchez Dragó también ha sido uno de tus favoritos. ¿Aún


está en tu lista?
- Creo que he leído todo lo que ha escrito y hay muchas cosas en las que
coincido con él. En otras no, claro. Es más: coincido hasta con sus
detractores. Pero, a diferencia de ellos, creo que entiendo lo que quiere
decir Sánchez dragó cuando se mete en esos terrenos pantanosos que
pueden herir susceptibilidades. He tenido ocasión de halar algunas veces
con él y la verdad es que me parece un tipo con el que tengo ciertas
conexiones; principalmente, la pasión por el viaje y una tendencia hacia lo
espiritual, desde la perspectiva académica. Y también creo que a través de
su interés por las religiones orientales ha hecho un camino de ida y vuelta y
ha retomado lo que más le interesa del cristianismo místico, algo que
actualmente también a mí me atrae.
También a nivel político… Dragó ha sido muy criticado, e incluso acusado
de facha y de apoyar a la derecha. Pero desde mi perspectiva, hubo un
momento en España en el que el voto útil era echar al PSOE y había que
tomar partido. Yo lo hice desde una actitud más libre, pidiendo a la gente
que votase a quien fuera, menos al Partido Socialista, y él quizás se enfocó
mucho más hacia el Partido Popular, que no me parece un partido facha en
estos momentos.
Pero vaya, todavía hoy hay gente que se echa para atrás cuando le comento
que me gusta Sánchez Dragó. Y Gárgoris y Habidis, su obra que más me
gusta, no es política en absoluto, como tampoco lo son el resto de sus obras

98
de ficción. Creo, además, que casi nadie de los que le critican conoce la
obra de Sánchez Dragó. Pienso que todo el mundo lo juzga por sus
opiniones televisivas y quizás por su arrogancia o egolatría, que creo que la
muestra abiertamente en algunos momentos, pero no creo que eso le haga
perder puntos intelectualmente.

- Deduzco por la lectura el muy mentado diario que has escrito poesía.
No sé si sigues haciéndolo.
- Sí, incluso llegué a presentarme a un concurso. Luego, cuando ha pasado
el tiempo, no me gustó nada lo que había escrito. Y tampoco tengo un
concepto muy bueno sobre mí como escritor. En definitiva, ahora prefiero
concentrarme en intentar ser tal vez un buen escritor de canciones. Y me
refiero ahora a los textos, algo que creo que no he conseguido y que espero
lograr en el futuro. Algún día haré un disco cuyos textos sean realmente
buenos. Pero la poesía la he desechado definitivamente.

- Que no vas a publicar un libro de poemas, vaya.


- No. Lo que he pensado en algún momento de euforia narcótica es que
debería escribir un ensayo. Un ensayo político.

- Has apuntado hace ya no sé cuántas respuestas que eres buen lector


de teatro. ¿También eres un espectador fiel?
- Me jode mucho el hecho de que desde hace dos o tres años sólo voy al
teatro esporádicamente... Casi voy más por obligación, porque son obras
que hace gente que conozco. Pero esa pasión que tenía a los dieciocho o
diecinueve años, que me llevaba al teatro todas las semanas como ahora voy
al cine, la he dejado bastante de lado. Me apena no ir al teatro tanto como
iba antes.

- Ya sabemos que Antonio Buero Vallejo está entre tus autores


preferidos. ¿Alguno más?
- Arrabal. De hecho, entré en Arrabal a través de su teatro. También, alguna
de las primeras obras de Antonio Gala, como Séneca o el beneficio de la
duda, que me impactó muchísimo, y Brecht, Artaud, Beckett, Ionesco,
Ibsen, Tagore y el teatro hindú. Incluso norteamericanos como Tennessee
Williams y Sam Shepard. Casi todo es teatro que hace referencia al
desorden psicológico, que es común denominador en Buero, en el teatro del
absurdo y en Williams.

99
- Pues ya que te he dado tanto la lata con el diario, la pregunta es
ineludible: ¿Sigues escribiendo diarios?
- No. Los he escrito en determinadas etapas. En giras, en vacaciones… Una
vez que hice la ruta maya escribí uno, aunque mejor lo llamaría cuaderno de
campo, donde hacía anotaciones y a la vez reflexionaba sobre mis propios
problemas. Eso lo he hecho en tres o cuatro ocasiones. Bueno, hice un
diario de la grabación de Avalancha, que por el bien de todos espero que no
se publique nunca. Ahora no escribo nada desde hace tiempo. Claro que salí
escarmentado cuando le pasé al club de fans parte del diario europeo. No sé
por qué lo hice, pero lo cierto es que luego me sentí un poco en pelotas.

- Te agradezco que lo hicieses, pese a la desnudez, porque me ha venido


muy bien. Por cierto: ¿Qué contiene ese diario de la grabación de
Avalancha que has mencionado?
- Es que esa grabación fue muy conflictiva. Y más por lo que rodeaba al
grupo que por su propia situación. Hubo muchos problemas con la
compañía y con el productor. Bueno, y con el manager, porque le habíamos
pedido a Pito que no siguiera llevando nuestros asuntos. Había muchas
cosas conflictivas. Es el tipo de diario con el que pueden saltar chispas,
porque hay mucha gente implicada y asuntos un tanto escabrosos.

- Te lo compro… En fin, hablemos de cine. ¿Qué películas o directores


te motivan más?
- Me gusta mucho el cine español, pero también soy consciente de que es
una actitud reciente. Cada vez detesto más cierto cine norteamericano. Me
gusta el cine europeo, aunque no el francés, y en ese sentido me gusta ir a
filmotecas y ver cosas de autores como Bergman, que sé que es un autor
que no debe mencionarse, porque no queda nada bien, pero que a mí me
dice mucho. Del cine norteamericano me gustan las películas
independientes, pero odio el cine que utiliza la violencia para epatar. No
me gusta Tarantino, por ejemplo.
Orson Welles es un director que me gusta mucho, porque creo que hace cine
reflexionando sobre la propia condición del cine; es lo que hacía también
Bresson. Y bueno, Woody Allen me vuelve loco. Casavettes es otro director
que me gusta. Y Carl Theodor Dreyer, un director danés que tiene la que
para mí es la mejor película de la historia: La palabra. Me gusta muchísimo
la época mexicana de Buñuel.

- ¿Por qué esa época de Buñuel, precisamente?

100
- Bueno, de Buñuel se pueden decir muchas boutades, pero lo cierto es que
es la etapa que más me llega. Sus películas españolas no me gustan, y las
que hizo en Francia tampoco. Hombre, la etapa surrealista me parece
interesante. La película que más me gusta de Buñuel es Simón del desierto.
Otras pasiones, más allá de Buñuel, son el cine negro y Ernst Lubitsch, al
que por su humor relaciono con Berlanga.

- En un arranque de entusiasmo, anotaste en el diario que nos viene


ocupando, y que a partir de ahora llamaremos diario del
arrepentimiento, que el museo parisino D´Orsay era <<seguramente el
mejor museo del mundo>>. ¿Fascinado por los impresionistas?
- Son pasiones que surgen y con el D´Orsay he tenido esa pasión. En la
época que tuve la novia italiana muchas veces nos encontrábamos en París,
como terreno neutral, y me gustaba mucho ir a museos. Y además de la
pintura contemporánea, que me interesa, y de la escultura, que me interesa
aún más, porque la escultura me parece un milagro, había salas de artes
decorativas. Me gustaban mucho porque he tenido cierta pasión por la
carpintería. Son cosas que me llaman la atención porque soy muy manazas.

- Sé que pintas, pero desconozco qué y cuánto.


- Sí, he tenido periodos. En Guatemala pintaba árboles. Para las portadas de
los maxis de Radical sonora quería haber hecho una serie de cuadros, pero
al final los hizo Nona. Ahora estoy esperando a irme a vivir a la playa y ahí
creo que me resultará más fácil seguir pintando. Pero no soy muy bueno.
Nunca haría figuración; hago arte abstracto, que es como una excusa.

- ¿Coleccionas arte?
- Tengo cuadros, pero nunca me he tomado muy en serio lo de comprar
pintura; entre otras cosas, porque me molesta guardar objetos en casa y
porque cambio mucho de residencia.

- Bueno, pues ya que estamos con la cosa de las aficiones, hablemos de


deporte. Francamente, no te imagino en pantalón corto correteando
por un parque o jugando al tenis, pero, por otra parte, veo que te
mantienes en buena forma.
- Premeditadamente no hago deporte. Me gusta el senderismo y escalar
montañas y me gusta la natación. Pero son cosas que las hago por sí mismas
y no por mantenerme en forma. Y no practico todos los fines de semana,
por ejemplo. Las cosas que tienen que ver con el mar también me gustan.

101
En definitiva, cualquier deporte que tenga relación con la naturaleza,
aunque no planteado como obligación.

- No te preparas especialmente para las giras, pues.


- No. Quería buscar un profesor para aprender bailes de salón, porque me
gusta mucho bailar, pero al final no lo hice.

- ¿Y aguantas bien el tipo encima del escenario?


- Sí, porque no fumo. Y ahora ni siquiera porros.

- Tal vez tonifique el hecho de ser vegetariano.


- Todo lo contrario. Me he ido debilitando cada vez más. Ser vegetariano
me ha hecho comer muy mal; sobre todo en España. Creo que a través de
una dieta vegetariana puedes estar más sano si la llevas convenientemente y
concierta rigidez. Yo he llevado un desorden absoluto porque en España
paras en un restaurante de carretera y no puedes elegir. Termino muy rápido
de leer una carta, pues sólo me ofrece dos o tres cosas que pueda comer.

- ¿Por qué te hiciste vegetariano?


- Me gustan mucho los alimentos de origen animal, pero era una forma de
protesta personal contra la matanza y la tortura indiscriminadas de los
animales. Sobre todo, la que se practica en las grandes granjas. Incluso he
tenido discusiones con vegetarianos, porque no entendían que no me
pareciesen mal la caza y la pesca. Ambas cosas me parecen normales; lo
que no es normal son los abusos y la tortura a los pollos, a los cerdos, a las
vacas, a las ovejas… Que un ser humano se enfrente a un animal para
comérselo me parece ley de vida. Y no hablo de la caza deportiva, sino de la
de supervivencia. Yo me comeré un animal el día que tenga que cazarlo
para alimentarme.

- Hay quien distingue entre vegetarianos totales y parciales. ¿En qué


categoría te encuentras?
- Para mí, se es vegetariano o no se es. En todo caso, distinguiría la actitud
del vegetariano ético, que es como me considero, de la del vegetariano
dietético, que es quien no come animales por estar más sano o porque
considera que le viene bien en un determinado momento de su vida. Desde
luego, el vegetariano ético sólo tiene una directriz: no matar a ningún
animal. Así, es obvio que puedes comer huevos o beber leche.
Entran incluso las morcillas de transfusión.

102
- ¿Morcillas de transfusión?
- Lástima que no existan.

- Abandonaste la carne, pero te queda el mundo y el demonio. No es


poco, ¿no?
- Sí. Además, abandoné la carne animal, no la humana.

Capítulo
DIVÁN / Conversaciones con Enrique Bunbury

El extranjero
El escritor y nómada Bruce Chatwin nos informa
de un proverbio árabe: Quien no viaja no conoce el
valor de los hombres. Y Javier Reverte, otro
irreductible trotamundos y no menos apasionante
cronista, nos proporciona uno chichewa: Viajar es
bailar. Bunbury es viajero dispuesto tanto a conocer
el valor de sus semejantes como a danzar en las
montañas de Nepal, donde tiempo ha apadrinó a una
103
niña. Fascinado por México y devoto del Zagreb,
piensa en Antigua, Guatemala, como en su lugar de
retiro.
Pero mientras la jubilación llega, y parece que aún
tardaré, apunta a Cádiz como residencia transitoria,
reflexiona sobre la mala conciencia del rocanrol,
sitúa el valor de la comunicación por encima del
concepto de patria y elogia la jardinería municipal
que adorna las calles de la ciudad en la que nació y
vive. El amor es ciego, Ray Charles es ciego, Steve
Wonder es ciego… canta Caetano Veloso en El
Extranjero. Bunbury, extranjero en medio mundo, no
viaja con ojos anublados y observa, dice. Busca
argumentos para sus discos y para su vida.

104
- <<C uando me voy por ahí con la mochila es cuando más lejos me
siento del personaje Bunbury, y más cercano a lo que soy en el alma y
el corazón>>, me decías en una entrevista. ¿Son los viajes, y abordamos
una práctica fundamental para ti, una manera de buscarte o de
encontrarte a ti mismo?
- Me siento más yo mismo cuando estoy en movimiento y estoy viajando,
quizás porque elijo determinados países en los que no soy conocido y puedo
hacer lo que quiero en cada momento, sin pensar que alguien puede estar
observándome. Para un tipo como yo, al que le gusta observar, ser
observado es un lastre horrible. Por un lado, tomo los viajes como n placer
personal, como una búsqueda o una reconciliación conmigo mismo, y, por
otro, últimamente los hago con afán creativo; es decir: los discos los hago
en los viajes. Cuando me embarco en un nuevo proyecto, agarro la mochila
y me voy. Y hasta que no tengo pensado el disco no vuelvo. Los viajes me
facilitan mirar hacia dentro y me evitan mirar hacia fuera: la televisión, los
amigos, la radio… Si me voy a Marruecos, por ejemplo, tengo poco
contacto con lo que está ocurriendo en mi país, la industria musical me
parece como un monstruo lejanísimo.. Sólo me queda cerca la realidad
humana, aunque ésta no difiera mucho de un país a otro. Es el yo interno lo
que me impulsa a viajar, además, claro está, del hecho de conocer otras
culturas y todo eso.

- Viajar tiene también algo de huida.

105
- Sí, tal vez de algo que no me gusta. Por eso, siempre que viajo encuentro
algún lugar en el que digo: <<Me debería quedar a vivir aquí>>. En cada
país en que he estado he encontrado ese sitio. Pero, por otro lado, me ha
ocurrido lo que cuento en la canción El extranjero: siento que no pertenezco
a ningún lugar. Exceptuando Zaragoza, aunque me joda. Ya me gustaría
pertenecer a una isla abandonada en Indonesia.

- ¿Te atraen más las ciudades que los pueblos?


- Al revés. Exceptuando un viaje por Marruecos en el que
premeditadamente elegí las capitales, siempre que voy a un país lo que
menos me intensa es la capital. Estoy los dos o tres días de rigor, tras dejar
el avión, y después me organizo el viaje por los pueblos. Creo que, como
soy muy urbano, echo de menos un entorno natural que nunca he tenido.
Relacionarme con lugares paradisíacos ha supuesto suplir lo que nunca tuve
de pequeño. No he vivido cerca del mar, ni siquiera cerca de la montaña. Ni
he tenido animales a mi alrededor. Y, también, por mi ansia de búsqueda de
ciertos lugares mágicos, intento acercarme a lugares sagrados.

- Así que nada de turismo en el sentido más convencional.


- He hecho algún viaje así. Creo que a Túnez. Pero ha sido el único.

- Prácticamente has viajado por los cinco continentes, ¿no?


- Sí, pero me faltan muchos países por conocer. Mi abuelo, con el que tuve
muy buena relación, viajó a muchos países, pero le habría gustado estar en
todos. Y yo, en cierto modo, me propuse hacer lo que él no había podido.
Pero es complicado.

- Salvo que te dediques exclusivamente a viajar.


- Es algo que quiero hacer en algún momento: pillar un año sabático y dar la
vuelta al mundo.

- De los países que conoces, ¿cuáles te han calado más?


- México fue el primer país de Latinoamérica en el que tuve una sensación
déjà vu; era como si ya lo conociese e incluso como si hubiera vivido allí en
otra vida. Y sigo sintiéndolo cuando voy. Y lo he recorrido mucho. Oaxaca
ha sido una zona que siempre me ha encantado. Allí está San Agustinillo, un
pueblecito que me encanta; me gusta mucho toda la zona del Yucatán… La
zona maya, en definitiva. Y ese interés por la cultura maya me llevó a
Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras… Guatemala me llegó muy

106
profundamente. Ahí está la ciudad en la que me voy a jubilar, que es
Antigua.

- Siempre he creído que era una broma eso de jubilarte en Antigua,


pero parece que vas en serio. ¿Por qué esa ciudad?
- Tiene unas casas de tipo castellano, preciosas, cada una pintada de un
color, con patio interior y jardín. Es una ciudad que ha sido derruida por
terremotos varias veces en los últimos cinco siglos. Era la antigua capital de
Guatemala y es lo opuesto a la capital actual, Guatemala City, una de las
ciudades más feas que he visto en mi vida. Y Antigua ha quedado como una
ciudad dormitorio para artistas y gente que tiene una vida creativa e
interesada por cierto indigenismo. Hay mucho extranjero. Jetas de todo el
mundo, entre lo que quiero que me consideren. Es el lugar ideal para no
hacer nada y dedicarme a la contemplación o a escribir una novela que
nunca se vaya a publicar.

- ¿Te han enseñado los viajes a ser más tolerante?


- Creo que cualquier fundamentalista o nacionalista es un ignorante que no
ha viajado en su vida. Es un tipo que no ha salido de su cubículo. Por
supuesto que los viajes me han hecho más tolerante y comprender otras
formas de vida. De hecho, asimilar diferentes culturas me hace aspirar a
tener una cultura más global, menos localista y a entender mi propia obra
como un cóctel, como algo bastardo.

- En uno de tus viajes a Nepal apadrinaste a una niña.


- Sí, eso fue hace mucho. De hecho se ha casado ya y ahora estoy
apadrinando a otra, pero en India. Fui a verla a Nepal un par de veces, una
de ellas con Copi y Joaquín. Ése fue un viaje muy curioso, porque la niña,
que entonces tenía nueve años, vivía en un pueblo al que costaba llegar tres
días a pie, una vez dejado el coche en la falda de la montaña. Fue increíble
darse cuenta de hasta dónde estaba llegando el dinero que yo enviaba
mensualmente: no solamente estaba contribuyendo al desarrollo de la niña;
también servía para ayudar a cubrir determinadas necesidades colectivas.
Ahí te cambia el concepto de lo que realmente necesitas. Nos dijeron que
no le llevásemos regalos como vestidos o juguetes, porque eso podría crear
conflictos entre tribus e incluso dentro de la misma familia. Llevamos unas
tortas y se volvían locos. Y bueno, ya con lo que alucinaban era con una
cámara polaroid que llevé. Para ellos eso era magia, vudú occidental. Nunca
habían visto reflejada su imagen, porque no tenían espejos. Se me escapaba

107
todo eso, pero me hacía pensar sobre las necesidades que nos creamos y qué
es lo realmente importante en la vida.

- ¿Qué te impulsó a hacer una acción así? Me refiero a apadrinar a


alguien.
- Es posible que sea verdad eso que dicen de que los músicos hacemos
conciertos benéficos porque nos avergonzamos el dinero que ganamos.
En cierto modo, tal vez sea ese sentimiento de culpa judeocristiano que
tenemos inculcado. Sí, yo tengo eso arraigado. Pensar que puedes hacer
algo por los demás y que es muy egoísta estar todos los días trabajando para
ti. Realmente hacemos pocas cosas por la comunidad y cuando nos toca
hacer algo nos jode: desde pagar impuestos a asistir a las reuniones de
vecinos. Tenemos poca visión solidaria y comunitaria.
Así que es posible que lo de la niña de Nepal fuese una manera de hacer
algo por los demás. Fue una época en la que me metí en varias cosas, como
salvar a los osos del Pirineo. Es pensar que con lo que ganas y con todo tu
esfuerzo diario puedes hacer algo por los demás.

-Ese asunto de la solidaridad podemos enlazarlo con los viajes en el


sentido de que viendo mundo descubres grandes maravillas pero
también tremendas miserias. Frente a la hermosura mitológica, la
pobreza histórica.
- Estás hablando de una miseria económica, junto a una riqueza espiritual.
Es lo opuesto a lo que tenemos aquí. Por un lado, en el mundo rico, quien
más quien menos, aunque no tenga trabajo, dispone de un techo para
cobijarse; pero, por otro lado, por mucho que luchemos para conseguir
determinados elementos de bienestar, nunca alcanzamos esa riqueza
espiritual, esa alegría que tienen pueblos como el cubano o el nepalí.
Lugares en los que dices:<<¿Cómo pueden tener tanta alegría, viviendo en
esta miseria?>> Tienen un elemento espiritual en sus vidas que tiene un
valor muchos mayor del que nosotros le damos. Nuestra aspiración se
reduce a comprar cada vez más cosas, al consumo.

- Pero cabrea comprobar que no se hace nada por evitar la miseria.


Con la riqueza espiritual no se come.
- Me produce cabreo pensar que mientras hay gente que se muere de
hambre, nosotros podamos morir de gula. A veces alguien me dice que mis
canciones pueden ayudar a alguien que nos e encuentre muy bien en un

108
momento determinado, pero me parece que todo es muy egoísta en el
rocanrol y que es una vida de excesos. Ver un escenario de rocanrol es...

- El paradigma del exceso…


- Sí. Piensas lo que cuesta una gira de U2 y ves a Bono intentando paliar la
deuda externa de los países del Tercer Mundo y te preguntas si eso no es
una contradicción increíble. No es que culpe a Bono de nada; sólo
reflexiono, y eso me incluye a mí. Ya no te halo de lo que cuesta una
película de Steven Spielberg. Con lo que se gastó en Parque jurásico podría
comer un país entero. Y encima la película es una basura.

- El viaje nos lleva a tu canción El extranjero, donde cantas <<ni patria


ni bandera/ni raza ni condición>>. Albert Camus dijo que el idioma es
nuestra patria. ¿Es la tuya tu idioma?
- En el plano artístico asumo totalmente que mi patria es mi lengua. Pero
por otro lado, pienso que la lengua sólo es un vehículo de comunicación
que me sirve para intentar entenderme con el prójimo. Y si el prójimo no
entiende español y yo tengo que hablar euskera, pues hablo euskera, no
pasa nada. Bueno, sí que pasa, porque no tengo ni puta idea de euskera.
Pero pongamos inglés o incluso francés, que lo hablo mal, y que tengo que
utilizarlo cuando voy a pueblos de Marruecos en los que no hablan ni
español ni inglés:<<Oui, madame, monsieur…>>>Pero bueno, creo que, en
lo artístico, utilizando mi lengua puedo hablar mucho más de lo que me
rodea y de aquello a lo que pertenezco, porque es el resumen de todo lo que
soy.

- Yo iba un poco más allá…


- Si estamos hablando desde el punto de vista social y político, a mí me da
miedo decir mi patria es mi lengua, porque en cierto modo deberíamos
empezar a ser más tolerantes y deberíamos incluso crear una mezcla de
idiomas para poder comunicarnos. Me parece más importante la
comunicación que la patria, por supuesto.

- Siguiendo ese razonamiento, ¿cuál sería tu raza?


- Como español sólo puedo decir que mi raza es bastarda. Estamos en un
país que ha sido invadido por todo pueblo viviente. Entonces, hablar de
razas en España es un sinsentido. Cualquiera puede ser aquí descendiente
de judío, de moro, de visigodo, de romano, de ibero, de celta, de fenicio…

109
¿Qué coño somos? ¿Cómo puede alguien en El Ejido meterse con los
moros? No lo entiendo

- Es inevitable, en el punto en el que estamos, acudir a una estrofa de


El Extranjero: <<Los nacionalismos, qué miedo me dan>>. ¿De dónde
procede ese miedo?
- No me da miedo un nacionalismo cultural, de orgullo por tus cosas, de
aprecio de lo tuyo. Me da miedo el nacionalismo excluyente, y que no se
respete lo que ocurre fuera de unas fronteras culturales o geográficas. Me da
miedo todo lo que pueda llevar a una intolerancia que provoque una guerra.
Es lo de Yugoslavia, o lo de Israel con los jordanos.
Y en España me parece que estamos en lo mismo: cada día me acojono más
cuando escucho a Arzallus por la televisión. Y a lo mejor no debería hablar
de eso, pero me da… pavor oír a ese… ser humano…, a ese loco. Me
parece que dice cosas que o no las piensa o es que se ha caído en una
marmita de LSD. No sé. Creo que los nacionalismos violentos no llevan a
ningún lugar. Y me parece increíble que hay alguien que piense lo contrario.
Y me parece increíble que tenga que decir estas cosas como de puntillas.

- Ultima referencia al manoseado diario: <<Cada vez tengo más ganas


de irme a vivir a Los Ángeles>>, anotas. ¿Ya se te han ido las ganas?
- Los Ángeles es la única ciudad en los Estados Unidos en la que realmente
puedes llevar una vida anglosajona y una vida latina, por separado y
mezcladas. Allí, depende de dónde me meta, puedo llevar una vida como en
México DF: escuchar radios en español, comprar periódicos en español y
estar rodeado de gente que considero cercana a mí. Pero, por otro lado, creo
que Los Ángeles es una ciudad de oportunidades, en la que todo el mundo
está luchando por conseguir algo. Eso hace que la ciudad sea dura, pero
también que ofrezca muchos servicios.
Es el lugar donde el rock en español se ha hecho un hueco y desde donde
saldrá disparado si llega la ocasión. Eso es lo que me fascinó de Los
Ángeles. Fue en un mo9mento en el que Héroes estaba muy fuerte en toda
Latinoamérica y a punto de entrar en Estados Unidos, y si el grupo hubiera
continuado nos tendríamos que haber ido a Los Ángeles. Juan y yo
estábamos decididos. Había que estar ahí.

- ¿Otras intentonas de vivir fuera de España?

110
- Sí, también pensé en irme a México y hace dos años, a Marruecos. Fue un
viaje que hice con Bruno Galindo21. Un amigo suyo tenía una casa preciosa
en el centro de Tánger, en la zona de la Medina, desde la que se veía
Gibraltar. Y me la alquilaban superbarata. El único problema es que no me
la alquilaban todo el año. Pero estuve muy a punto. Y en México también
me ofrecieron una posibilidad. Hay una zona en México que me encanta,
que es Coyoacán, donde está la casa azul de Frida Kahlo, que es el
prototipo de casa que me gustaría tener.

- Al final, ni siquiera te has ido a Madrid o Barcelona y sigues en


Zaragoza.
- Tengo claro que de aquí ya no me voy. De hecho, acabo de realizar el
movimiento definitivo para tener un piso aquí y pasar temporadas en otros
sitios. En ese sentido, ahora estoy loco con Andalucía, con Cádiz. Alquilaré
algo allí y, como soy tan volátil, cuando me canse me iré a otro lado.

- ¿Por qué Cádiz?


- Empecé a tener contactos ahí con gente y a conocer a cantaores y
guitarristas y me he metido en todos los ajos. Cada vez que voy a Cádiz me
encuentro a las cinco de la mañana cantando Volando voy en un garito con
los gitanillos. Y estoy investigando en mi casa las posibilidades del
flamenco y la música gitana y las posibilidades de adaptarlo a lo mío.
Nunca voy a ser un cantaor, no lo pretendo, pero me gustan los palos
flamencos y creo que se puede investigar mucho por ahí.

- Volvemos a Zaragoza. Es una ciudad que defiendes, reivindicas e


incluso publicitas.
- Siempre he pensado que si Lou Reed ha hecho un disco que se llama New
York, por qué no voy a poder decir yo Zaragoza en mis canciones.
Tiene un encanto especial, quizás por el hecho de ser una ciudad
provinciana y que recibe bien a la gente que viene de fuera. También, por el
hecho de que me parece una ciudad segura. No tengo datos, pero me parece
que el índice de delincuencia es bajo respecto a otras ciudades. O por lo
menos no es una delincuencia que veas por la calle. No ves al yanqui tirado
en la calle, ni áreas duras de prostitución. Yo no lo veo, vaya. Cosa que sí
observo en pleno centro de Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla. Creo que
la seguridad es una parte importante de Zaragoza. Y, últimamente, aparte de
21
Periodista musical. Coordinador de El País de las Tentaciones. Además, colabora
en Zona de Obras.
111
las cosas que haya podido hacer mal la Rudi,22 la verdad es que ha puesto
muchas flores y muchas plantas. Creo que cuida la ciudad como su casa.

- <<Y en Zaragoza, un cañón>>, decía la jota, y La Estación del


Silencio, bar que es como tu casa y que muchos seguidores de Héroes
han pensado siempre que era propiedad del grupo.
- El nombre de La Estación del Silencio surgió antes de que nosotros
sacáramos el primer disco y en cierto modo pensamos que el bar iba a
ayudar a la carrera del grupo. Ha sido al revés, pero entonces creíamos que
un bar que se llamase así nos serviría de apoyo. Pero nunca ha sido nuestro.
Sí es un bar con cierto encanto, en el que se reúne un montón de gente
relacionada con la música.

- Ahora, gracias al desarrollo de las comunicaciones, parece que ya no


es necesario vivir en los centros e poder para hacer lo que quieres o
necesitas.
- Creo que estando en Zaragoza o en Bollillos del Condado puedes trabajar
en España si tienes un nombre hecho. Pero echo de menos no estar viviendo
temporadas en Latinoamérica, porque me gustaría trabajar mucho más ahí.
Y además sé que tengo la posibilidad; no es una utopía. Pero cada vez tengo
menos tiempo, menos ganas de hacer giras y más ganas de hacer discos. Es
también un momento muy bueno para trabajar en Latinoamérica y en
Estados Unidos, y creo que el público norteamericano tiene mucha memoria
y sabe quién eres, recuerda tu trayectoria, te tiene presente y no es tan
despectivo con un artista cuando éste crece y hace discos diferentes. Como
que no te juzga constantemente por tu último single.

22
Luisa Fernanda Rudi. Alcaldesa de Zaragoza (PP) y aficionada a la jardinería
urbana. Poco después de concluidos estos encuentros con Bunbury, Rudi fue
nombrada presidenta del Congreso de los Diputados.
112
Capítulo
DIVÁN / Conversaciones con Enrique Bunbury

De mayor
Fin del recorrido. Tiempo para pulsar el porvenir
inmediato. El futuro, dijo alguien, es sólo un
113
tiempo verbal. El futuro, maña, o sea, para
Bunbury es un disco de tangos. ¿Gardel redivivo?
¡Quia! Parece que pretende dar nueva visión
europea de la cosa porteña clásica. Avisa también
de un próximo álbum recopilatorio de Héroes,
pone en guardia respecto a cómo cambiará el
argumento textual de sus próximas canciones y
parafrasea a Pessoa con una autodefinición. Pasen,
lean y adiós. Muy buenas.

114
- H ablemos de proyectos a corto plazo, más allá de la salida de
Pequeño en Estados Unidos y Latinoamérica, donde ya está rodando
cuando este libro se publique. Creo que piensas editar dos álbumes
simultáneos en otoño de 2000.
- Sí, pero ha habido algún cambio de planes. En realidad, estoy manejando
varios proyectos que ya he ofrecido a la compañía de discos. Con toda
seguridad, antes del verano saldrá un álbum en directo, acompañado de un
documental sobre la gira Pequeño Cabaret Ambulante. Cuando vuelva de
las presentaciones por América me embarcaré en la producción del álbum
de Los Elefantes, un grupo magnífico de Barcelona. A partir de julio,
volveré a la carretera en España, tal vez Francia y Portugal. Y en
septiembre, otra vez a Latinoamérica. Además, Emi-Odeón planea sacar en
navidades un grandes éxitos de Héroes y aún me quedan colgados el
proyecto de tangos y mi próximo álbum con material propio.

- A ver, a ver, aclara un poco todo eso.


- El disco de tangos me parece un reto apasionante. La idea es ofrecer una
revisión muy española. Tengo claro el eje por el que me gustaría moverme:
Cádiz-Nueva Orleáns-Buenos Aires. Y sobre el disco en directo, en
principio hablamos de hacer un DVD. Quizás sea demasiado pronto para
ese formato, pero tenemos claro que queremos dejar constancia de todo lo
bueno que nos está ocurriendo en esta gira, desde el punto de vista sonoro y
visual.
115
- Así que si no tenemos en cuenta el disco de tangos, tu nuevo álbum
con material propio va a tener que esperar.
- Pues sí. Todavía no me lo quiero plantear, ya que para hacerlo tengo que
desaparecer del mapa, ubicarme en Andalucía y componer con calma.
Además, quiero concentrarme mucho en los textos, porque supondrán un
giro importante respecto a lo que he hecho hasta ahora. No creo que vayan a
tener mucho en común con los de mis dos discos en solitario.

- ¿Te refieres a la forma o al contenido?


- A la forma. Serán textos mucho más narrativos, mucho más extensos; más
cinematográficos, por decirlo de alguna manera. Y, en general, quiero hacer
un disco menos ecléctico que Pequeño, y más centrado. El álbum de tangos
que voy a hacer sentará los pilares de lo que será mi trabajo en el futuro

- Dame alguna pista más, payo.


- La verdad es que una de las razones por las que ahora me interesa más lo
narrativo es que quiero proponer una mirada más externa de las cosas.
Quiero utilizar otros protagonistas. Me gustaría que fuera un disco de
historias, de personajes que pudieran no tener nada que ver conmigo.

- Y dime, pibe, ¿por qué un disco de tangos?


- No son tangos muy clásicos. He elegido un repertorio no habitual dentro
de los tangos. Son textos que quiero sentir de una manera muy personal. De
hecho, han sido los textos los que han marcado la selección de las piezas. El
origen de este proyecto está en un disco de encargo que me hizo la
compañía, del que yo iba a ser el productor: tangos clásicos, interpretados
por artistas latinos no necesariamente cantantes. Luego dije: <<Vale, quiero
ser el productor, pero lo quiero hacer con mi banda>> y lo siguiente fue:
<<Soy el productor, lo hago con mi banda y los colaboradores, todos al
carajo; lo hago solo>>. Es lo que se llama un proceso de apropiación de un
proyecto ajeno.

- ¡Qué jeta!
- El proyecto es muy bonito, pero los artistas son un rollo y es muy
complicado trabajar con ellos. Me entusiasma tanto, que no quería que se
me fuera de las manos. Lo bonito está en abordar los tangos de una manera
no ortodoxa. Por ejemplo: no quiero oír un bandoneón por ningún lado. Me
interesan mucho el jazz, los conceptos de Piazzolla y lo que ha hecho Juan

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Carlos Cáceres con la instrumentación gitana. Lo que quiero es buscar
fórmulas diferentes de hacer el tango. Sé que es una música argentina, pero
Barcelona y Madrid, como París, enriquecieron el tango. Así que quiero dar
una visión española, sin utilizar dejes ni usar el lunfardo23. Aunque luego en
Argentina me tiren piedras y de todo. Me gustaría, modestamente, poner un
granito de arena para que el tango no se quede anquilosado en los cánones
des estereotipo del pasado.

- Y en medio de todos esos líos, para no aburrirte, has participado en


un disco colectivo de homenaje a Serge Gainsbourg.
- Sí. Es un álbum que saldrá en el mes de octubre. He hecho una versión de
Réquiem para un cabrón. Nick Cave, Pulp, Pizzicato Five y Najwajean,
entre otros, también están en ese disco.

- Despedida y cierre. <<No sé aún si soy un poeta o un sentimental>>,


escribió Pavese. ¿Qué dirías de ti?
- No sé si soy un mediocre o un apañao.

23
Jerga hablada en Buenos Aires (Argentina) y sus alrededores, originalmente
utilizada por <<gente maleante>> (la acotación procede del Diccionario de uso del
español, de María Moliner)
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