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A fines de 1910 ya tenía puesta una meta más alta: seguir estudios de
Medicina en Lima. En 1911 partió a la capital del Perú y obtuvo matrícula
en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, la decana de América. Una vez más no pudo sostenerse por
motivos económicos y al cabo de unos meses tuvo que abandonar las aulas
universitarias, a cuya rutina de asistencia tampoco pudo acostumbrarse. Es
posible que también se desilusionara de la medicina y decidiera tomar otro
rumbo. Alentado por un contrato de trabajo, viajó a Tarma y Acobamba
(Junin, sierra central peruana), a unos 200 kilómetros de Lima, en calidad
de preceptor privado de los hijos de Domingo Sotil, un rico hacendado de
la zona. Labor terriblemente aburrida para su temperamento, pero en la que
se mantuvo durante siete meses.
Pero como es natural, se ganó las críticas y envidias en una ciudad como
Trujillo, donde -se decía sarcásticamente- todos presumían ser poetas. Su
lenguaje poético solía ser rechazado por los críticos academicistas o
conservadores. Tiempo después, Vallejo logró abatir a sus menguados infa-
madores ganándoles olímpicamente en un torneo literario convocado por la
Municipalidad por el centenario de la proclamación de la independencia de
Trujillo (1920). Su poema premiado se titulaba Fabla de Gesta (Elogio al
Marqués de Torre Tagle)"3 y estaba dedicado al noble limeño libertador de
Trujillo. El poema terminaba así:
sus versos entonces exóticos. Por su parte, Vallejo correspondió a tal afecto y en una celebración
estudiantil con motivo de haber obtenido Haya la elección de Secretario del centro universitario, le dedicó
estos versos:
Yo poeta, brindo mi copa por este pichón de cóndor;
Yo profeta, anuncio que volarás muy alto y serás grande,
grande.
Por su parte Juan Espejo Asturrizaga ha sido el biógrafo del poeta de su primera etapa, peruana (1892-
1923), con su obra “César Vallejo: Itinerario del hombre''. Lima, Librería Editorial Juan Mejía Baca,
1965,
3
Lo notable de este episodio, contado por Espejo Asturrizaga, es que César Vallejo había entregado dicho
trabajo encubriéndose bajo la identidad de su amigo Julio Gálvez Orrego. Al día siguiente de la entrega
del premio, cuenta Antenor Orrego que como director del diario “Reforma” publicó una nota de Julio
Gálvez en donde aclaraba a la comunidad que la composición ganadora no le pertenecía y que en realidad
era creación del poeta César Vallejo Mendoza, habiendo actuado él solo como un sustituto a fin de darle
imparcialidad al evento.
en velas de coraje, pecho de par en par,
tú regresaste al fondo de la gran raza hispana
valor cuajado en bronce y amor en libertad.
Vallejo joven.
Vallejo en 1920.
6
Hace poco, a fines del 2007, el Poder Judicial de Perú decidió desagraviar a Vallejo, con una muestra
documental, por la injusta prisión que sufrió entre 1920 y 1921. El escritor peruano Eduardo González
Viaña, autor de “Vallejo en los infiernos” (2008) -primera novela de corte biográfico sobre el célebre
poeta peruano-, ha demostrado que el juez encargado de la investigación de ese entonces fue comprado
por los enemigos del poeta, al punto de que "falsificó documentos y firmas".
Durante esta nueva estancia en Lima estuvo alojado en el actual Jr.
Quilca 273, altos, casa de la familia Vásquez Díaz, para pasar luego a
Acequia Alta 422 altos (hoy 526 del jirón Cailloma). En Octubre de 1922
apareció en Lima su libro de poemas "Trilce", impreso en los Talleres
Tipográficos de la Penitenciaría, con prólogo de Antenor Orrego, su
admirador y consejero de muchos años, quien al respecto dijo del poeta que
"a partir de este sembrador se inicia una nueva época de la libertad, de la
autonomía poética, de la vernácula articulación verbal". Fue el único
comentario entusiasta hacia dicha publicación; en el resto de críticos
produjo en cambio desconcierto. Luis Alberto Sánchez, por ejemplo, se
preguntaba por qué Vallejo escribiría una obra tan extraña e
incomprensible7. "El libro ha nacido en el mayor vacío” reconoció
entonces Vallejo al mismo Orrego. Y agregó estas bellísimas palabras:
7
Sin embargo, tiempo después, L.A.S. se declararía ferviente admirador de la poética vallejiana y
escribiría un epílogo de sus Poemas humanos, editados póstumamente.
8
Fragmento de una carta de César Vallejo a Antenor Orrego citada por José Carlos Mariátegui en: “7
ensayos de interpretación de la realidad peruana”. El proceso de la literatura. Lima, 1928.
9
El título correcto, tal como lo concibió el autor, es indudablemente Escalas, a secas. Lo de
melografiadas se debe a una lectura equívoca posterior. Sucede que en la cubierta de la edición príncipe
se lee con letras grandes Escalas, cerradas por un adorno o viñeta, y sólo luego de la viñeta figura en una
línea más abajo y con letras más pequeñas Melografiadas, palabra conectada con las líneas siguientes:
por / César A. Vallejo, de tal modo que debe leerse el conjunto como Escalas / melografiadas / por /
César A. Vallejo. Siendo la melografía la escritura musical, equivale pues a "Escalas escritas por César
Vallejo". Es lógico, pues, suponer que melografiadas no puede formar parte del título. En la página o
portada interior, aparece, para mayor claridad, solo ESCALAS.
publicada el 16 de mayo de 1923 por Pedro Barrantes Castro en su serie
“La novela peruana”.
10
Lévano, César: Cesar Vallejo: Los Pasos Perdidos. Publicado en el suplemento “Domingo” de “La
República”, Lima, 31 de enero de 1993.
11
Se dice que Julio Gálvez, quien tenía un pasaje de primera clase (que sus parientes le enviaron a cuenta
de la herencia paterna que acababan de recibir), cambió dicho pasaje por dos boletos de tercera para hacer
posible que viajara en el mismo barco su gran amigo César Vallejo.
los míos, por cuya suerte me voy inquietado acerbamente. Yo se lo
agradeceré con toda el alma.”
Bohemio César Vallejo en París con amiga Henriette y Carlos More en 1926.
14
Georgette Marie Philippart Travers, nació en París el 7 de enero de 1908. Sus padres fueron Alexandre
Jean Baptiste Philippart y Marie Travers. Realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio
Sevigné de Vitré, de la inspección académica de Rennes, los que culmina en 1922. Al término de sus
estudios, viaja a París a trabajar en el oficio de costura con su madre. “Desde mayo de 1926, recién
conozco a Vallejo -afirmó Georgette- solo de vista, pues nunca nos hablamos y ni siquiera ha buscado
entablar una conversación”. En pleno invierno parisino, febrero de 1927, al caer la noche, Georgette
conoció directamente al poeta. “Estamos en la calle Montpensier…Vallejo, quitándose el sombrero me
saluda y veo una gran luminosidad blanca-azul alrededor de su cabeza…”. Datos tomados de Georgette
Vallejo al fin de la batalla de Miguel Pachas Almeyda.
15
Lo dijo en una entrevista publicada en el suplemento literario El techo de la ballena, del diario La
República de Lima, en edición conmemorativa por los 50 años de la muerte de Vallejo, 10 de abril de
1988.
pasaje para retornar al Perú; le consiguieron el dinero, pero él, ya
recuperado, decidió emplearlo para un viaje a Rusia.
Y es que por esta época empezó a interesarse con más ahínco por las
cuestiones sociales. Desde 1925 pertenecía a la célula francesa de la
Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA, fundada por su gran
amigo y compañero de estudios Haya de la Torre. Pero se sintió atraído por
el comunismo y en Octubre de 1928 viajó a Rusia, llegando a Moscú el día
19. Fue con el propósito de no volver, pero en noviembre ya estaba de
vuelta en París. “Debemos unirnos todos los que sufrimos de la actual
estafa capitalista, para echar abajo este estado de cosas. Voy sintiéndome
revolucionario y revolucionario por experiencia vivida, más que por ideas
aprendidas”, le escribió el 27 de diciembre a Pablo Abril y al día siguiente
firmó un documento de ruptura con el APRA, debido a la “nueva
orientación contrarrevolucionaria” que, según él, le diera Haya. Casi de
inmediato fundó la célula marxista-leninista peruana en París cuyos
conspicuos representantes eran Eudocio Ravines (posteriormente renegado
del comunismo) y Armando Bazán. Su adhesión al Partido Socialista del
Perú (después llamado Partido Comunista Peruano), fundado poco antes
por su gran amigo y admirador, José Carlos Mariátegui, era ya una
realidad. A propósito, en 1928 Mariátegui publicó sus célebres “7 ensayos
de interpretación de la realidad peruana” y en el ensayo correspondiente a
la literatura, incluyó con especial relieve a Vallejo calificándolo de un “gran
poeta… precursor del nuevo espíritu, de la nueva conciencia” y cuyos
Heraldos Negros, según él, marcaban el inicio de una nueva poética en el
Perú.
Vallejo en Moscú.
En ese mismo año de 1931, por tercera y última vez se dirigió a Rusia,
para concurrir al Congreso Internacional de Escritores solidarios con el
régimen soviético (octubre). No le acompañó esta vez Georgette, tanto por
no haber sido invitada como por motivos de salud. Visitó varias ciudades
rusas y llegó hasta los Urales.
Fue en esos días de fragor y sangría que se desgarró su estro para dar
origen a ese gran poemario que es "España, aparta de mí este cáliz", que
sería publicado después de su muerte, en 1939. Vallejo presentía la caída de
España y la de él mismo también. Y este último presentimiento se patentizó
nítidamente en la profecía de estos versos, incluidos en su también póstumo
poemario titulado “Poemas humanos”:
BIBLIOGRAFÍA
*Basadre, Jorge: ''Historia de la República del Perú'', octava edición, tomo 14.
* ''César Vallejo. Poemas humanos. España, aparta de mi este cáliz''. Edición, introducción y notas de
Francisco Martínez García. Madrid, Ediciones Castalia, 1988.
*Cornejo Polar, Antonio: ''Historia de la literatura del Perú republicano''. Incluída en “Historia del
Perú, Tomo VIII. Perú Republicano”. Lima, Editorial Mejía Baca, 1980.
*Coyné, André: ''Medio siglo con Vallejo''. Lima, Fondo Editorial PUCP, 2000.
*''Enciclopedia Ilustrada del Perú.'' Alberto Tauro del Pino. Tercera Edición. Tomo 2. Lima,
PEISA, 2001.
*Espejo Asturrizaga, Juan: ''César Vallejo. Itinerario del hombre. 1892-1923'', Librería Editorial
Juan Mejía Baca, Lima, 1965.
*''Grandes Forjadores del Perú''. Lima, Lexus Editores , 2001.
*Mariátegui, José Carlos: ''7 ensayos de interpretación de la realidad peruana''. En: “El proceso
de la literatura”. Lima, Ediciones Cultura Peruana, 2004.
*Monguió, Luis: ''César Vallejo, vida y obra''. Lima, Editora Perú Nuevo, 1952.
*''Obra poética de César Vallejo''. Lima, Ediciones PEISA, 2002. Incluida en la Gran Biblioteca
Literatura Latinoamericana de ''El Comercio'', Tomo 2, con guía de lectura.
*Santonja, Gonzalo: ''César Vallejo, traductor''. Cuadernos hispanoamericanos, ISSN 0011-
250X, Nº 456-457, 1988 (Ejemplar dedicado a: Homenaje a César Vallejo), pags. 1011-1028.
ESQUEMA DE SU OBRA: POÉTICA, NARRATIVA,
DRAMÁTICA Y ENSAYÍSTICA
A) POÉTICA:
Los dos primeros poemarios fueron publicados en vida del poeta. Los
tres siguientes, de publicación póstuma, merecen una explicación. Según
Georgette, los Poemas en prosa fueron escritos entre 1923 y 1929; los
Poemas humanos, entre 1931 y 1937; y España, aparta de mi este cáliz,
nació dentro del conjunto anterior, en su último período, pero que el poeta
quiso que formara una unidad aparte, como homenaje a los combatientes
del bando republicano de la guerra civil.
LOS DOS SORAS.- Juncio y Analquer son dos jóvenes soras (indígenas) que
llegan a la aldea de Piquillacta, y recorren sus calles, contemplando asombrados las
casas y la gente, todo lo cual es nuevo para ellos pues hasta entonces no habían
salido de su tribu, circunscrita en una región muy alejada de la modernidad. Analquer
es el más equilibrado y Juncio el más atolondrado. Los pobladores sienten rechazo
por ellos y los llaman “salvajes”, entre otros calificativos despectivos. Los niños, en
cambio, les siguen con curiosidad. Los jóvenes soras ingresan a la Iglesia del pueblo,
donde se celebraba una ceremonia religiosa; los niños les siguen. Juncio se ríe a
carcajadas mientras que Analquer se limita a contemplar pasmado el ceremonial. La
risa de Juncio contagia a los niños. Los feligreses se llenan de ira por lo que
consideran un sacrilegio, y a la salida de la Iglesia se forma un tumulto. Llegan los
gendarmes y se llevan preso a los dos soras.
C) ENSAYÍSTICO:
D) DRAMÁTICO:
- Entre las dos orillas corre el río (escrita por los años 1930) fue el
producto de un largo y difícil proceso. Entre los títulos de versiones
anteriores se encuentran Varona Polianova, Moscú contra Moscú, El juego
del amor, del odio y de la muerte y varias permutaciones de este último.
24
Sin embargo, se conocen unos fragmentos de dicha obra en su versión francesa bajo el título de Les
taupes, de la que también se hacen referencias en una carta crítica del productor Louis Jouvet. Fue escrita
entre 1929 y 1930 y trataba del conflicto de un esposo con su suegra.
- La piedra cansada (escrita en 1937), obra de tono poético
ambientada en la época incaica e influida por el Ollantay y las tragedias
griegas.
La piedra cansada:
César Vallejo. La piedra cansada
25
Es la tesis universitaria con la que se graduó de Bachiller en Letras en 1915 en la Universidad de
Trujillo.
- Poesía completa, (Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú. 4
vols. Edición de Ricardo Silva-Santisteban, 1997).
Entre los extranjeros también hay numerosos, pero basta citar a los
siguientes: Juan Larrea, José Bergamín, Concha Meléndez, André Coyné,
José María Valverde, Fernández Spencer, Andrés Iduarte y Luis Monguió.
CESAR VALLEJO Y SU OBRA LITERARIA por
Antonio Cornejo Polar.
En vida Vallejo publicó sólo dos libros de poesía: Los heraldos negros
(1918) y Trilce (1922); después de su muerte aparecieron España, aparta
de mí este cáliz (1939) y Poemas humanos (1939) que contenía España...,
Poemas en prosa y Poemas humanos, todo lo que ha sido recogido en
Obra poética completa (1968). En narrativa Vallejo editó Escalas
melografiadas (1923), Fabla salvaje (1923) y El tungsteno (1931). Este
material, más otros textos que no se habían publicado en libro e inéditos,
fue recopilado en Novelas y cuentos completos (1967). La prosa ensayística
y de reflexión está representada por Rusia en 1931 (1931) y los libros
póstumos Rusia ante el segundo plan quinquenal (1965), El arte y la
revolución (1973) y Contra el secreto profesional (1973). Queda todavía
algún material inédito, del que se tiene referencia generales o se conoce
sólo fragmentariamente, falta recopilar convenientemente su vasta
producción periodística y algunos textos, especialmente poemas tempranos
que no han sido recogidos en libro. Falta sobre todo una edición crítica de
su obra.
- TRILCE
EL NARRADOR
El varón sin tacha le arresta al bebedor diptongos de alerta; le endereza por la cintura, le
equilibra, le increpa sus heces vergonzantes:
–¡Anda! Esto te gusta. Tú ya no tienes remedio.
Un asalto de anónimos cuchillos. Y errado el blanco del ataque, no va la hoja a rayar la
carne del borracho, y al buen trabajador le toca por equívoco la puñalada mortal.
Este hombre es, pues, también un asesino. Pero los Tribunales, naturalmente, no sospechan
ni sospecharán jamás esta tercera mano del ladrón.26
El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad
de su estética. Hoy, y más que nunca quizás, siento gravitar sobre mí una hasta ahora desconocida
obligación sacratísima, de hombre y de artista –¡la de ser libre!–. Si no he de ser libre, no lo seré
jamás. Siento que gana el arco de mi frente su más imperativa fuerza de heroicidad. Me doy en la
forma más libre que puedo y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y
verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y
cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de
miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!27
Espíritu rebelde por naturaleza, alma en fermento sin tregua por los
golpes recibidos, incomprendido por los apoltronados, Vallejo arrastró una
existencia de luchador idealista, una pobreza mendicante, hasta el
desdichado y presentido fin, anunciado en el soneto “Piedra negra sobre
una piedra blanca”:
Es de madera mi paciencia,
sorda, vegetal.
Día que has sido puro, niño, intítil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriente sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
27
Cfr. Juan Carlos Mariátegui: Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (Lima: Amauta,
1928), cap. XIV.
en no se sabe qué últimos pañales...
Trajo Vallejo de sus breñas de Santiago de Chuco una sensibilidad poética incomparable.
Puede haber poetas más intensos; más vitales, no. En él afloraban resabios del Incario, el cholo de
ojos brujos y risas de hontanar –“Coraquenque ciego, corazón de brasa”– con su mentón agresivo,
su frente bombacha y esa boca que llevaba prendido un rictus de infierno. Que eso fue la vida
mucho tiempo, casi todo, para él.28
–¿Por qué haces siempre así? –le preguntó un sora a un obrero que tenía el oficio de aceitar
grúas.
–Es para levantar la cangalla.
–¿Y para qué levantas la cangalla?
–Para limpiar la veta y dejar libre el metal.
–¿Y qué vas a hacer con el metal?
–¿A ti no te gusta tener dinero? ¡Qué indio tan bruto!
El primero en operar sobre las tierras, con miras no sólo de obtener productos para su propia
subsistencia sino de enriquecerse a base de la cría y del cultivo, fue el dueño del bazar y contratista
exclusivo de peones de Quivilca, José Marino... Gordo y pequeño, de carácter socarrón y muy
avaro, el comerciante sabía envolver en sus negocios a las gentes, como el zorro a las gallinas. En
cambio, Baldomero Rubio era un manso, pese a su talle alto y un poco encorvado en los hombros,
que le daba un asombroso parecido de cóndor en acecho de un cordero. En cuanto a Leónidas
Benites, no pasaba de un asustadizo estudiante de la Escuela de Ingenieros, débil y mogigato,
cualidades completamente nulas y hasta contraproducentes en materia comercial... (p. 16).
Leónidas Benites no hacía más que expresar por medio de palabras lo que practicaba en la
realidad de su conducta cotidiana. Benites era la economía personificada y defendía el más
pequeño centavo, con un celo edificante. Vendrían días mejores, cuando se haya hecho de un
capitalito y se pueda salir de Quivilca, para emprender un negocio independiente en otra parte. Por
ahora había que trabajar y ahorrar, sin otro punto de vista que el porvenir. Benites no ignoraba que
en este mundo, el que tiene dinero es el más feliz, y que, en consecuencia, las mejores virtudes son
el trabajo y el ahorro, que procuran una existencia tranquila y justa, sin ataques a lo ajeno, sin
vituperables manejos de codicia y despecho y otras bajas inclinaciones que producen la corrupción
y ruina de personas y sociedades... (pp. 26-27).
Todos mostraban aire de viaje. Hasta el modo de andar, antes lento y dejativo, se hizo
rápido e impaciente. Transitaban los hombres vestidos de caqui, polainas y pantalón de montar,
hablando con voz que también había cambiado de timbre, sobre dólares, documentos, cheques,
sellos fiscales, minutas, cancelaciones, toneladas, herramientas. Las mozas de los arrabales salían a
verlos pasar, y una dulce zozobra las estremecía, pensando en los lejanos minerales, cuyo exótico
encanto las atraía de modo irresistible (p. 10).
Si no olvidamos que José no hacía más que engañar a Laura y que la caricia y la promesa
terminaban una vez saciados sus instintos se comprenderá fácilmente por qué José se alejase, unos
minutos más tarde, de Laura, diciéndole desdeñosamente y en voz baja:
LA TEMPORALIDAD EN TUNGSTENO
El doctor Ortega sufría de una forunculosis y, originario de Lima, llevaba ya en Colca unos
diez años de juez. Una historia macabra se contaba de él. Había tenido una querida, Domitila, a
quien parece llegó a querer con frenesí. La gente refería que el doctor Ortega no podía olvidar a
Domitila y que una noche, pocas semanas después del entierro, fue el juez en secreto y disfrazado,
al cementerio y exhumó el cadáver. Al doctor Ortega le acompañaron dos hombres de toda su
confianza. Eran éstos dos litigantes de un grave proceso criminal, a favor de los cuales falló
después el juez, en pago de sus servicios de esa noche. Mas, ¿para qué hizo el doctor Ortega
semejante exhumación? Se refería que, una vez sacado el cadáver, el juez ordenó a los dos
hombres que se alejasen, y se quedó a solas con Domitila. Se refería también que el acto solitario –
que nadie vio, pero del que todos hablaban– que el doctor Ortega practicara con el cuerpo de la
muerta, era una cosa horrible, espantosa... (p. 92).
La marcha de estos forzados, para evitar encuentros azarosos en la ruta, se hizo en gran
parte por pequeños senderos apartados. Nadie dijo a estos indios nada. Ni a dónde se les llevaba ni
por cuánto tiempo, ni en qué condiciones. Ellos obedecieron sin proferir palabra. Se miraban entre
sí, sin comprender nada, y avanzaban a pie, lentamente, la cabeza baja y sumidos en un silencio
trágico. ¿A dónde se les estaba llevando? ¿Quién sabe; al Cuzco, para comparecer ante los jueces
por los muertos de Colca? Pero, ¡si ellos no habían hecho nada! ¡Pero, quién sabe! ¡Quién sabe! ¿O
tal vez los estaban llevando a ser conscriptos? ¿Pero también los viejos podían ser conscriptos?
¡Quién sabe! Y, entonces, ¿por qué iban con ellos los Marino y otros hombres particulares, sin
vestido militar? ¿Sería que estaban ayudando al subprefecto? ¿O acaso los estaban llevando a
botarlos lejos, en algún sitio espantoso, por haberlos agarrado en la plaza, a la hora de los tiros?
¿Pero, dónde estaría ese sitio y por qué esa idea de castigarlos botándolos lejos?... Cuando ya fue
de mañana y el sol empezó a quemar, muchos de ellos tuvieron sed... ¡Ya todo iba quedando
lejos!... ¿Hasta cuándo? ¡Quién sabe! ¡Quién sabe!... (p. 114).
29
José Carlos Mariátegui: “7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”.
En Tungsteno concurren tres elementos conformadores: el espíritu
indígena de la montaña, la resaca humana de la colonización y el nuevo
avasallamiento imperialista extranjero. Bien advirtió Jean Cassou –en el
apunte preliminar de la ya citada edición de Poemas humanos– que
Tungsteno es algo así como “la atroz historia de la servidumbre india, del
dominio del capital yanqui sobre el suelo americano y la gran traición de la
burguesía hispanoamericana”. Si Vallejo hubiera contado con las mínimas
condiciones ambientes, con cierta estabilidad del diario sustento, para
intentar una novela amplia y artísticamente abarcadora de la problemática
humana que le inquietaba; si no le hubiera compelido la necesidad
económica de entregar material, medido a espacio fijo, para recibir
paupérrima paga, es probable que hubiese comenzado Tungsteno con los
cuadros de infancia desvalida e injustamente atropellada, que bordó en
Paco Yunque. Tal es la estrecha relación que este cuento ofrece con aquélla;
relación, por lo demás, intuible en el hermoso poema que decidió debía
encabezar, alguna vez, Paco Yunque, compuesto en París, el 26 de octubre
de 1937.
Según los editores Juan Mejía Baca y Pablo L. Villanueva, este relato
fue conocido –y hasta que ellos lo reeditaron en 1957 no había llegado al
libro– en un número de la revista Letras peruanas. En 1967 lo publica
nuevamente Francisco Moncloa, editores, con asesoramiento de Georgette
Vallejo, y en la Noticia con que abren el volumen Novelas y cuentos
completos de César Vallejo, la viuda del poeta manifiesta que Paco Yunque
apareció por primera vez en la revista Apuntes del hombre (Perú, Año 1, Nº
1, julio 1951). Según Raúl Porras Barrenechea, Paco Yunque, escrito
también para la Editorial Cenit, de España, en 1931, fue rechazado por ésta
–como dije anteriormente– “porque es demasiado pesimista y
revolucionario”. Yo diría, en cambio, que no es cuento para niños, sino
sobre niños que padecen. Y agregaría: más que pesimista y revolucionario,
es sobrecogedor, indignante. Quien lo lee no puede menos que sentir en
carne propia las injusticias soportadas por el pobre cholito Paco, los abusos
de los compañeros en el primer día de clase, la pusilánime conducta del
maestro. Y no puede menos que sentir deseos de infligir ejemplar castigo a
Humberto Grieve, el hijo del inglés, patrón de los Yunque, gerente de
ferrocarriles y alcalde del pueblo.
Es cierto que los temperamentos de Paco y Humberto están
polarizados en la configuración literaria: uno toda bondad pasiva, silencio
sufriente; otro, altanería, prepotencia, orgullo, maldad, despotismo. Es
cierto que los comportamientos de cada niño están presentados
retóricamente a la manera de “carácter”, viéndose a través del modo de ser
del primero todo el dolor indio y, a través del segundo, toda la saña
explotadora de los poderosos. Sin embargo, el friso escolar tallado por
Vallejo está logrado artística y psicológicamente: el lector se identifica con
el pobre Paco, protesta y asume su causa; sobre todo en el desenlace del
relato, cuando Humberto roba a Paco sus deberes, los firma y el maestro, a
sabiendas, lo premia, honrándolo ante la clase, asombrado testigo de la
injusticia; y estampa el nombre de Grieve en el Cuadro de Honor de la
semana, mientras Paco queda castigado por no cumplir con las obligaciones
escolares.
Las injusticias, escarnios y atropellos padecidos por el cholito son
anticipo de los que esperan al hombre y al conjunto humano explotado. La
causa de los “cholos” tiene un verdadero precurso literario en la redención
preanunciada por Vallejo. Lo señaló bien Luis Alberto Sánchez en uno de
los trabajos encabezadores de la edición francesa de Poemas humanos:
RAÚL H. CASTAGNINO
ANOTACIONES
Si bien la poesía representó para César Vallejo "los números del alma"
(según se desprende de una carta a su amigo Antenor Orrego), su prosa, y
en este caso las crónicas aparecidas entre 1915 y 1938, representaron
alternativamente, acaso, con el resto de su obra narrativa, un álgebra de las
ideas, es decir, un desiderátum en el que el tacto escribe, el oído selecciona
y el espíritu organiza el corpus de las ideas con recurrencia interior,
perspectiva deductora y aquella rigurosidad cuestionante que, no por
casualidad, se pusiera de manifiesto en su obra poética. En una palabra, en
un concierto y en un desconcierto a la vez, que sintetiza para el observador
una lucidez penetrante.
Podría decirse que Vallejo se redescubre en sus crónicas con un
temperamento incisivo acorde a su pensamiento crítico, que de alguna
manera va a traslucirse en obras de diversa índole que, también, escribiera
por aquellos años (Contra el secreto profesional, tal vez aludiendo a la obra
del poeta Jean Cocteau, El Arte y la Revolución, aparecido años después de
su muerte, etcétera), incorporando, de una vez por todas, una
correspondencia y un sentido de análisis en torno a la vigencia estética y al
valor de la poesía en sí como género cotidiano en la época moderna. "Mis
votos son siempre por la sensibilidad", dice, sintetizando su credo en un
artículo suyo aparecido en Mundial en enero de 1926.
Un antecedente brillante del autor de Trilce es el que había iniciado ya
con un célebre —aunque para muchos tempranamente realizado— estudio
sobre "El romanticismo en la poesía castellana", publicado como tesis para
optar al grado de Bachiller en la Facultad de Filosofía y Letras en la ciudad
peruana de Trujillo en 1915. De allí que aquella organización textual,
pienso, evidencia ya fuera de toda duda la fibra de un escritor al que le
preocupa tanto el oficio en el camino de las letras como las circunstancias
de compenetración con las mismas, en una consustanciación de "caos
primigenio" que prevalecerá durante toda su existencia.
En tanto que la escritura cobra en el cronista, una vez en Europa, un tono
y una afirmación correspondidos por una sensibilidad sobrecogedora por lo
reflexiva y reflexiva por lo sobrecogedora. Algunos de esos conceptos llega
a desarrollarlos tardíamente en "La responsabilidad del escritor", sin agotar
el tema (Revista El Mono Azul, N° 4, Madrid, 1939).
De modo que aquella escritura, ahora evaluada a través del tiempo de
"jornada entera" a la que se había entregado, llega a cumplir la función de
un lenguaje de serena introspección ante los acontecimientos de orden
internacional que, con mayor rigor, debería llamárseles notas de
pensamiento por la importancia que, como "crónicas", han ido tomando a
medida que pasan los años. Y en este sentido, el poeta es un intelectual de
hondura que concibe la actitud de informar más allá del sentido
periodístico, en efecto, al elaborar y reelaborar el texto en una conciencia
de la verdad en toda su dimensión. Así, por ejemplo, argumentó sobre el
proceso del fascismo en "Un millón de palabras pacifistas" (1927) y de la
misma forma analizó la situación de su país en la nota "¿Qué pasa en el
Perú?", aparecida en Germinal en junio de 1933.
En resumidas cuentas, en la década de los treinta, la situación en España
había llegado a un punto tal de agravamiento por la situación interna, que
se precipitaba patéticamente en la Guerra Civil. Tal expectativa, Vallejo la
vivió en toda su dramaticidad, como también llegó a entrever el peligro
inminente de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias inmediatas
en el espectro internacional.
Asimismo, muchas otras páginas estremecedoras fueron condensadas en
Rusia en 1931. Reflexiones al pie del Kremlin, obra editada en Madrid por
ediciones Ulises. Un libro, es cierto, que concibe la historia de los
acontecimientos sociales con la certeza de que debe irse siempre "al pasado
para comprender el futuro". De tal manera que encontrar la libertad, para su
fuero íntimo, era una forma de salvar el alma, que, como en la poesía, es la
"oración verbal de la vida". O sea, por añadidura, la piedra fundamental del
vértigo en la naturaleza de los grandes temas, en la memoria del ser y la
palabra: "El artista no se circunscribe a cultivar nuevas vegetaciones en el
terreno político, ni a modificar geológicamente ese terreno, sino que debe
transformarlo química y naturalmente", dice en "Los artistas ante la
política", refiriéndose en su mayor parte a las conclusiones estéticas del
pintor mexicano Diego Rivera.
¡Qué universal aparece ahora el bosquejo de las horas, la irradiación de
las manifestaciones artísticas y la retórica, en esas páginas apenas habitadas
por la intranquilidad!... ¡Qué vocación secreta de mundo inspira su
pluma!...
LAS CRONICAS DEL INSOMNE
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Universidad de La Libertad, Trujillo, Tipografía "Olaya" —Progreso 511—, 1915.
pomo del vocablo? ¿Por qué el infierno, hecho sietes como espadas en los
siete satanes de la retina? ¿Por qué se nos aporrea así la sensibilidad? ¿Por
qué se nos grita y se nos da de piedras en el alma? ¿Acaso estamos sordos o
embotados? ¿Eso es acaso una sesión de vil piromanía? Una Luz, un atavío
brillante, de pedrerías y perlas como histéricas; un Tiempo, en albo traje de
plata, cana patilla padretérnica y yatagán hecho de 181 grados del
cuadrante; un Roble, en verde irredimible... ¿Por qué se nos aporrea así la
sensibilidad, chamuscándonos de color? Sí. La Luz. Sin duda. Pero no
basta que sea la Luz. Menester es que se vista de Luz. Y que cada velo suyo
clarinee a todas las orejas: ¡Luz! Ello mueve a volver a la comadre
escandalosa, y responderle, en acto medular, con una orden al lacayo, para
que nos la aparte enseguida".
Necesariamente, esta crónica ya pone en evidencia la capacidad crítica
de su autor, desafiando el ánimo y el temperamento europeo del
espectáculo y de la puesta en escena de la obra en sí. Una obra y un escritor
del calibre de Maeterlinck, al que Manuel González Prada hace reiteradas
alusiones por su influencia en las letras peruanas...
No. De ninguna manera Vallejo se postula como un reseñador más del
conjunto de reseñadores de la cultura del viejo mundo. El carácter de sus
notas está promovido por una sensibilidad inusual, de raro talento, de
descreimiento del acontecimiento fácil. Y esta sensibilidad de un hombre
que clama por la luz y por las coordenadas eternas de la sensualidad, no es
solamente la sensibilidad de un hombre atormentado por los parámetros de
una territorialidad intelectual proveniente del suelo americano. Porque es,
seguro, la razonada visión de un poeta condolido por la hipocresía y la
superficialidad en el decorado humano, en la hora veinticinco de todo ser.
Ni más ni menos. Y aquel interruptor sagaz de la mente permanecerá
encendido, acaso, en la dimensión real de la escritura: porque "el arte
descubre caminos, nunca metas".
LA BUSQUEDA IMPLACABLE
MANUEL RUANO
LA OBRA DE VALLEJO VISTA POR JORGE BASADRE