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La jubilación deportiva

La semana pasada el mundo del deporte se sobrecogía por la triste noticia del fallecimiento de
Jesús Rollán, conocido deportista que lo había ganado todo con la selección española de
waterpolo. Este trágico hecho debe servir para realizar una profunda reflexión acerca de la
corta vida del deportista y de los medios que se dedican a la preparación y formación de los
deportistas una vez que abandonan la práctica deportiva.

Entre los deportistas existen 2 formas de retirarse: Una voluntaria, cuando el deportista siente
que no disfruta con lo que hace, le da pereza tener que entrenar, ha logrado los objetivos que
se había propuesto cuando empezó, pierde la ilusión por el día a día y dejar el deporte le
supone más un alivio que un esfuerzo. Este caso suele ser el menos habitual.

Generalmente, es más común que el deportista deba afrontar un retiro inesperado, por
sorpresa, un retiro involuntario. Un retiro que no desea, porque aún disfruta con el deporte,
porque sigue acudiendo con ilusión a la cita diaria del entrenamiento, le sigue emocionando la
competición... Pero llega el momento que alguien externo al deportista toma la decisión de dar
por terminada su trayectoria deportiva, un entrenador que ya no cuenta con él para el futuro, un
club o una federación deportiva que da por finalizada su vida deportiva y no le renueva el
contrato o la beca...En este segundo caso, puede darse que el deportista no esté
psicológicamente preparado para una jubilación tan temprana, para poner punto y final a su
carrera deportiva. El deportista sabe mejor que nadie que su vida profesional es muy corta y
que lega a su fin en algún momento, pero aun y todo, muchos deportistas no suelen estar
psicológicamente preparados para el final de la carrera deportiva, porque no es fácil decir
adiós.

La vida deportiva es muy corta, la duración de cada trayectoria deportiva dependerá de multitud
de factores pero habitualmente ésta suele durar entre 10 y 15 años. Durante la vida deportiva,
el deportista está centrado en su deporte de forma exclusiva, el deporte es toda su vida, el eje
central en el que gira su existencia profesional,. Además es una actividad profesional expuesta
al público, con relevancia a nivel de medios de comunicación y esto no diferencia entre buenos
y extraordinarios deportistas. Todo deportista profesional tiene su cuota de popularidad, sea
ésta a nivel provincial, en algunos casos, como a nivel mundial en otros. Los medios de
comunicación les convierte en personas conocidas, apreciadas por todo el mundo. La gente les
saluda por la calle, les adora y en muchas ocasiones, son invitados a todo tipo de eventos
sociales. El éxito deportivo les convierte en personas prestigiosas, modelos de comportamiento
en muchos casos.

Una vez que finaliza su trayectoria deportiva, los focos se apagan, el deportista debe afrontar
una nueva vida, debe reordenar su vida desde el anonimato. El deporte que hasta ahora había
sido eje central de su vida desaparece y debe aprender a adaptarse a una nueva situación.
Cuestiones tan habituales para el resto de personas como encontrar un empleo y dedicarle el
día a día puede convertirse en un enorme problema, debido a que algunos deportistas cometen
el error de dejar de estudiar y formarse, sin perspectiva a largo plazo, sin pensar que el deporte
será una pequeña etapa en su vida y que deben prepararse también para el futuro. Además, no
será fácil poder soportar el anonimato, deportistas que se acostumbran a ser parados en la
calle y son admirados por la gente, deberán aprender a interiorizar que son uno más, y eso, no
es nada fácil de digerir en algunas ocasiones.

Aritz Olagoi Olazábal


Responsable de KirolPsikologia.com

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