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Cristo nos pide equilibrar estos dos grandes mandamientos.

La persona que ama a Dios pero no ama a su prjimo est gravemente deficiente. Si alguno dice, Yo amo Dios, y aborrece su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama su hermano al cual ha visto, cmo puede amar Dios quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de l: Que el que ama Dios, ame tambin su hermano (1 Juan 4:20-21). Este lenguaje es duro por la dificultad que la mayora de nosotros experimenta en amar a ciertos colegas, vecinos, familiares, o miembros de la iglesia. Como figura en Levtico, el prjimo es un compaero judo. Sin embargo, en el Evangelio de Lucas, la parbola del Buen Samaritano (Lucas 10:29-37) sigue inmediatamente despus y expande el relato de Lucas acerca del mandamiento ms grande (Lucas 10:25-28). Esa parbola aumenta nuestra comprensin del prjimo, incluyendo aqullos que se encuentran fuera y lejos de nuestro crculo de amigos y conocidos. En otro lugar, Jess clama que amemos hasta nuestros enemigos y que oremos por los que nos persiguen (Mateo 5:44; Lucas 6:27-35).

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