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S.

E I

C O R T E

D E

P E L O

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Ya haban cado tres, o cuatro, o cinco gotas sobre su nuca. Era un lquido tibio. No se trataba del sudor del hombre. No haca calor, o casi haca fro. Las gotas salan de los ojos del hombre. Aquello resultaba desagradable, muy desagradable. Tendra que lavarse la cabeza en seguida de entrar a su casa. Tendra qu lavarse muy bien. El hombre continuaba hablando: * Adems, explot despus de muerta; ella, tan delicada y tan limpia, y se; llen de lquidos de mal olor. Horrible! Tuvieron que llevar}, al cementerio casi en seguida. El olor era inaguantable, y eso que haban trado muchas flores. Por qu tena qu explotar as? Por qu teija que reventar de ese modo? tan cuidadosa de todo, tan educada. Limpiaba hasta tres ve ees los muebles, en el da, y hasta cuatro, creo", Not que le ardja una oreja, y unas gotas de sangre ca| yeron sobre la toalla. "Me h^ cortado -se dijo-, pey no puedo decirte nada, no puedo quejarme. No se puede deci nada a un hombre en ese estado. Tendr paciencia/ V tuvo por pedirle que interrumpiera su labor; volvera al dial siguiente, o esperara a que lo atendiera otro operario, P se pontuvp. 1 hombre retiraba la tijera manchada con sangre p limpiarla, y le peda que lo disculpara. * 'Perdneme, iip lo que h^go", o "disculpe, no s lo que estoy haciendo 4 4estoy 019!". etctera, o algo semejante, eran las palabras del hombre. Termin su tarea. El corte era malo, o malo. . . . ; . ; * --s - ' ' ^ ' . ' ' ' , ' . . - . . Abandon el "local", y se meti en una farmacia p
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que le dieran algn producto con qu curar la herida. j~fijKffl)l2^ puesto tanto de s mismo en su mujer, y en s^^&a^ l haca, todo en su "obra", y se rea de las mujeres, jTde laTmlia, y de la casa y, etctera, etctera, no le sucedera nada, estara conforme, o casi alegre con su nuevo estado, y l no tendra la oreja estropeada y no se Habra asustado, mientras le cortaban el pelo. ~~~ Estuvo por decirle, creisllenc^go^^o pens decirle, que aprendiera de l, que se haba ocupado de su "obra", y de nada ms, y que darle mucha importancia a las otras cosas de la vida corriente no tena sentido, y que casi siempre eran cosasr sin valor. Pero el hombre estaba tan triste, o ms bien desesperado, que no le dijo nada. Tendra que usar un sombrero, hasta que el pelo nuevo cubriese los desniveles, y vigilar su oreja, y tendra tambin que cambiar de peluquera. Ese hombre ya no estaba en condiciones de hacer un buen corte.

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