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ORO Y SANGRE

JAMES L. FOUNTAIN Dossier Negro N 19

El camino, estrecho y rocoso, ascenda en suave pendiente por la desnuda y alta montaa. El gua se mostraba incansable, llevando del ronzal un pequeo y peludo caballejo sobre el que iba el viajero, casi dormido y fatigado por las largas horas de marcha. De vez en cuando, entreabra los ojos y contemplaba el desnudo paisaje. Con su mano derecha comprobaba si estaba bien cerrada la voluminosa cartera de cuero colgada de la rstica silla de montar y luego, tranquilizado, volva a cerrar los ojos para protegerlos del helado viento que azotaba con violencia su rostro. Miguel Donnaien era un hombre joven y fuerte, pero aquel largo viaje desde la ciudad de Kalofer, al pie de la cordillera balcnica, le haba fatigado y estaba deseando intensamente hallarse ante un buen fuego de chimenea, y una mesa con abundante comida. Hemos llegado. anunci el gua. Unas sombras oscuras que se recortaba contra el horizonte advirtieron al viajero que se hallaba ante un pueblo. Una luz amarillenta apareci tras lo que poda ser una ventana y el jinete se ape del animalejo que montaba. El gua, en cambio, permaneci inmvil y silencioso, como si creyera que, ya cumplido su trabajo, fuera intil toda conversacin. El viajero le .entreg un Lev de plata y el hombre, sin despedirse siquiera, se alej de all y desapareci en la oscuridad.

El recin llegado estir sus entumecidas piernas, cogi su cartera y se dirigi hacia la ventana iluminada. Era una vieja casucha de madera. Llam la puerta y grit:

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