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Su cuerpo esta atrapado nuevamente entre esas cuatro paredes, el humo de vapor da

rubor a sus mejillas casi siempre palidas. Sus manos acarician su piel con suavidad y la
cubren de espuma. El olor fresco, citrico pero incoloro invade sus sentidos.
-¡ Valeria! – se escucha detrás de la puerta. Llevas horas ahí dentro –repite la voz detrás
de la puerta.
Esa voz tan conocida desde la infancia, desde el lamentar de la conciencia de las cosas.
-Ya voy, madre.
Valeria toma una toalla y la extiende a lo largo de su cuerpo. Seca ávidamente su
cabello, que le cae hasta mitad de la espalda y que hace una hermosa silueta por debajo
de sus hombros. Los risos se mueven al compás de las manos. Se mira al espejo de
manera involuntaria, varias veces ha intentado cambiar ese tono castaño y hacerlo lacio
para gustarle a alguien. Las mujeres las prefieren lacias, pensaba. Su amigo Rodrigo le
confesó que en una reunion de caballeros, al someterse a votacion la preferencia de la
cabellera femenina, los risos no fueron los vencedores, ademas, el color debia ser
oscuro, muy oscuro.
Este y otros secretos masculinos habian sido obsequiados a Valeria por un grupo de
hombres a los que siempre habia considerado ‘la alianza de los perdedores en el amor’
pero a quienes apreciaba y respetaba.
Al abrir la puerta, su madre ya la esperaba, frente a ella se encontraba una mano
extendida con un vestido negro y un par de zapatos altos.
-Pero madre, sabes bien que este vestido me queda muy justo. No haré el ridiculo otra
vez. Fue suficiente soportar las risotadas de toda la gente en el funeral del abuelo al
tropezar con el florero que la tonta de tia Gertrudis dejo detrás del sillon de la sala de
mama petra.
- De eso no tiene nadie mas la culpa que tu, jamas pones atención a lo que haces. Para ti
todo es inercia. ¿Cómo se te ocurre saltar un sillon, cuando llevas puesto un vestido? La
culpa la tengo yo por dejar que te vistas como hombre y peor aun como un hombre
pordiosero.
Valeria guarda silencio, sabe que discutir con su madre solo la llevara a ser comparada
con sus hermanas. Ellas si saben vestirse, son femeninas y saben comportarse –repetia
burlonamente Valeria para si. Jasmin es la mas joven de las tres, es tambien la que
heredo los ojos color almendra de Graciela –su madre- Linda por el contrario es el
retrato de Ramiro –su padre- ojos azules, cabello rubio y un andar presumido cuando se
siente observada por un hombre. Ella tambien es la razon de que sus padres contrajeran
matrimonio. Algunos años de idilio amoroso, los días de una niñez feliz, para terminar
en una separacion después del nacimiento de Isabel. Ramiro habia huido con la hija de
su jefe. La policia, aun llamaba a Graciela para saber si su esposo la habia llamado o
comunidado de alguna forma con ella.
-Pobre Graciela – se decia Valera- al verla con ojos brillosos tirarse a la cama que
alguna vez compartio con su esposo y sollozar hasta ahogar el dolor de estar sola, sin él.
Nos casamos muy jóvenes – contaba Graciela a las tres- su padre no es malo. EsA mujer
si lo es.
Ramiro era perseguido por secuestro de una menor. Mariana apenas tenia 16 años, solo
un año menor que Jasmin y uno mas que Valeria.
Con el vestido ceñido a su cuerpo y los zapatos en su lugar, Valeria se dirige hacia el
espejo que detesta mas que la idea de ver a su querida mama Petra dentro de un ataud.
Se mira sin querer observar sus ojos negros, rodeados por vestigios de la abuela. Jamas
le dijo abuela, preferia una palabra única, mas cercana, entonces escogió ‘mamá’.
Mama Petra le contaba historias fascinantes de su padre, de Ramiro el de la infancia, de
sus bromas y sin sentidos para decir frases serias y hacer que todos los que estaban a su
alrededor rieran sin parar. Pero todo eso se acabo, le oía decir, mi hijo ya no es mi hijo.

En su última visita a la casa grande, Valeria estuvo horas junto a ella, escuchandola
repetir muchas veces cómo le dolia su fracaso como madre al reconocer a Ramiro como
un miserable.

Retoco el moño ajustado a su cabello, tomo su bolsa y bajo las escaleras. Isabel estaba
sentada en el comedor, sus lagas y delgadas piernas se reposaban sobre dos sillas y sus
brazos extendidos en forma de oracion se abrieron para reclamarle su tardanza. Linda
repasaba su clase de frances, habia decidido que su segunda lengua seria la del amor. Al
darse cuenta que Valeria estaba detrás de ella, exclama ‘Tu es bete’. Conocer a un
frances, casarce con él y huir a europa, era el mayor deseo de la voz que pronuncio
aquella frase extranjera. Sin entender lo que le habia querido decir, Valeria se dio la
media vuelta y se dirige a la cocina en búsqueda de su madre.

Sus hermanas jamas la entenderían, nunca. Y una vez que no estuviera mas en esa casa
donde se ahogaba, entonces la extrañarian.

Al llegar a la casa de mama Petra, todo parece desordenado, una multitud de gente se
arremolina en la entrada, todo parece gris, aunque las rosas del jardin siguen ahí,
adornando el camino que lleva hacia los cuerpos ataviados con trajes oscuros.

Atravesar la casa no fue lo mas difícil y penoso, encontrase de frente con el papa de
Mariana, fue espantoso.

-Señor Ricardo, buenas tardes –la pequeña Jasmin dejo escapar de su boca.

Estaba segura de que vendria – penso Valeria

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