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Entrevista
a Ángel
González
Humo
de
Sartre
Nuevas
ediciones
Editorial
tiempo las palabras embriagan. Entonces es casi
inevitable sentarse, como ahora, en la tarde de un
viernes de resaca, y decir algo parecido a "la literatu-
ra apesta".
Vaya a contarle al tipo que se ha quedado colgado
en un alambre de espino a cuatro metros del suelo,
cómo lo arrebatan a usted las palabras, el poder de
la subversión que ejerce la ficción literaria en algu-
nos caracteres un tanto patológicos que siempre
andan buscando algo, sin saber muy bien el qué.
Lo achacaré a la resaca, es lo mejor en estos casos.
Me doy cuenta de que ni siquiera ahora soy capaz de
renunciar a contarlo. Pero, ¿a quién se lo estoy con-
tando?: ése es el problema. Desde luego, sin una
dosis considerable de insensatez, no se entendería
que Cuadernos del Tábano siguiese insistiendo en
acumular palabras entre dos tapas de cartulina. Pero
hemos venido observando que -sin mediar coacción
alguna por nuestra parte- últimamente son cada vez
más los insensatos que se incorporan a nuestro pro-
yecto. De modo que aquí va otro número -y van
nueve-.
Me niego a pensar que no estemos haciendo algo
bien. Así que van a tener que aguantarnos un tiem-
po más.
Nos escucharán aquí, como siempre, hablar de
aquello que consideramos importante y que rara vez
coincide con las cuestiones al uso (miren: estatutos,
unidades nacionales, y otros esencialismos, nos son
profundamente indiferentes.) ¿Posicionarnos?,
¿tomar partido? Claro: estamos con aquellos que,
cuando escuchan "¿blanco o negro?", esbozan una
sonrisa y plantean una nueva pregunta.
Le atribuyen a Niestzche haber dicho que todo
gran escritor se ha sentido culpable por escribir en
algún momento. No sabemos si culpables o inocen-
tes; nosotros seguimos con esta tarea que nos asig-
namos cada día. Decir (como se suele decir) que "las
palabras no cambian nada", es utilizar las palabras
para que nada cambie.
Pasen y lean; al fondo, se ve el mar.
E NSAYO
El arte de concepto
y el concepto de arte
POR ESTEBAN JANIOT
Ilustraciones: Esteban Janiot
Debemos aceptar que existe un quehacer lla- vancia- le otorgaron con el difuso, ridículo y
mado "arte conceptual". contradictorio nombre de "arte conceptual".
Ahora bien, W. F. Hegel sentenció: "todo lo Por supuesto, no puede discutirse la libertad
que es; es necesario". del artista para buscar y producir la imagen que
Comprendemos esto en un estricto sentido le plazca.
filosófico. O sea, todo lo que acontece tuvo una Sin libertad no existe arte. Pero me inquieta
causa que lo produjo. Por lo tanto, la causa ya una pregunta: ¿puede haber artistas sin arte? ¿Es
instalada justifica el efecto. Entendido así debe- en verdad arte toda esa barahunda de esperpen-
mos admitir como cierta esta actualidad llamada tos plásticos y acumulaciones híbridas de obje-
"arte conceptual" que, debido al devenir de la tos estrafalarios? ¿Es artista porque se cuelgue
historia, convive con nosotros. Pero admitir que un cartel que así lo diga, como el británico Keit
algo existe no nos obliga también a aceptarlo Arnatt; o se encierre en un círculo de tiza y se
como bueno para nosotros. Hay de por medio ofrezca en plena calle como una obra en sí
un planteo axiológico. mismo, como lo hizo Alberto Greco?
Si aceptamos la existencia de un arte llamado Alguna de estas "obras" nos dejan ver algo así
"conceptual", podríamos por inversión hablar como alegorías ingeniosas -en el mejor de los
de una lógica artística, o sea, una filosofía que casos-, otras son algo tontas y llegan a ser a
produce perceptos bellos y conmovedores en veces repugnantes. En el "arte conceptual" se
lugar de conceptos racionales y lógicos, lo cual valora, en primer lugar, el mérito de la idea; en
es tan ridículo que no es menester referirse más cambio, la realización completa no incidirá en la
a ello. Ocurre, sin embargo, que creo sano y valoración de la obra. Cito a Lucie-Smith en su
necesario llamar a las cosas por su nombre; es el libro Movimientos en el arte: "Cuando la gente
caso de estos emprendimientos que se instala- usa la frase arte conceptual surgen dos significa-
ron hace un tiempo en el territorio del arte, pero dos principales: primero: aquello que entende-
con pasaporte falso. Considero que tienen que mos como concepto de "arte"; segundo: el pro-
asumir su verdadera identidad que, a mi juicio, pio concepto como arte, modelos intelectuales
no es la que muchos críticos -algunos de rele- separados de cualquier interés por la concre-
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E NSAYO
sentar el objeto "campo de batalla" sino la batalla en decadencia de esta civilización. Pero volva-
sí misma, o descubrir la condición expresiva de ese mos al "urinario" y los "ready-made" de
lugar. Puedo encontrar poesía en las frases de la Duchamp; ellos con su antigüedad le sus-
comentarista, pero no en una o cuarenta y ocho trajeron el carácter de novedad y vanguar-
camas exhibidas aunque tengan mapas y planos dismo a las esperpénticas y frívolas
impresos en sus colchones. Me sugiere más bien la demostraciones de hoy. O sea, que no
búsqueda de extravagancias y chocanzas. aportan ni la audacia de ser transgresores.
Evidentemente es más escandaloso pero más fácil Entonces, siendo la mayoría de los críticos
pintar unos bigotes a la Gioconda que pintarla. Es muy conocedores de su profesión, ¿qué
bueno reverdecer cada tanto aquella frase famosa: impide que se llame a las cosas por su
nombre? ¿Qué impudicia se globalizó en
todo el mundo contaminando el territorio
del arte? ¿No hay quien se atreva a decirle
al rey que está desnudo? Ahora bien, este
fenómeno cultural -que se pretende arte-
tiene, como quiera que fuere, un lugar en
este mundo mercantilizado, y por eso sería
necio ignorarlo. Vale -por tanto- ir desar-
mando el juguete para saber cómo está
armado. Ya vimos que el nombre "arte
conceptual" es en sí contradictorio.
Sabemos que el vocablo "concepto" es, o
equivale a juicio, pertenece, a la esfera de la
lógica; pero el conocimiento lógico se
ordena en juicios o conceptos universales
del ser, y el arte, en cambio, es intuición
irreflexiva del ser. Ahora bien, se dice -
según B. Croce- que el arte no puede con-
ducirse de forma irracional ni prescindir
de la lógica; y ciertamente ello no es ni
irracional ni ilógico, sólo que su razón y su
lógica son completamente distintas de
"Para originales: los clásicos". aquella dialéctico-conceptual. Para realzar
Es obvio que algunos críticos especializados su peculiaridad se halló el nombre de
temen perder el tren del post-modernismo, o como "ESTÉTICA".
quieran llamar a esta etapa de la sociedad de consu- Sabemos que el valor de un concepto
mo y facilismo. La decadencia es tan evidente que no no reside en la forma o expresión que lo
hay más que observar cómo se repiten modelos comunique sino en el rigor lógico con que
pseudotransgresores ya perimidos. haya sido planteado. A la inversa, el valor
EL llamado "arte conceptual" se desarrolló y del arte no lo hallaremos nunca en el veris-
extendió en el mundo por todos los mercados de mo que pueda o no tener (o sea, en su con-
arte. Pero ello no es algo nuevo. Desde Duchamp tenido). Dice Raymond Bayer en la histo-
hasta hoy ya pasaron más de ochenta años, dos gue- ria de la estética refiriéndose al Giotto: "El
rras mundiales, conocimos durante setenta años un arte del Giotto es un arte de síntesis, no de
estado marxista que alcanzó el nivel de gran poten- verismo; no pintó las imágenes de las
cia, el hombre conquistó el espacio exterior y comen- cosas sino el signo de éstas". Porque el arte
zó a envenenar el espacio interior del planeta, además es esencialmente forma y no contenido. Es
de muchos acontecimientos que van señalando la la expresión de un sentimiento y no de un
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pensamiento lógico. La intuición no nece- permite una clara exégesis de ellas. No hay concep-
sita de la lógica para resolverse; aunque al to donde no haya universalidad y rigor especulativo.
revés, la lógica necesitará siempre de la No habrá arte donde no exista una definición clara
intuición para convertirse en expresión que conmueva emocionalmente. Sin rigor no hay
(apuntó el filósofo español Ferrater Mora concepto y sin sentimiento no hay arte; sólo queda
en su diccionario de filosofía: "Lo discur- la sospecha de que la gran mayoría de lo que se auto-
sivo es como un pensar que se apoya últi- titula "arte conceptual" se trata de eventos y juegos
mamente en un pensar intuitivo. Aquél de moda, extravagancia y ensayos para aparentar un
proporciona el contenido, éste la forma."). vanguardismo trasnochado y decadente, espejo de la
Una obra de arte puede estar llena de actual civilización mercantilista. Acomodo aquí un
concepto y aún más que una disertación párrafo feliz de El sitio de la mirada, de Eduardo
filosófica, así como una disertación puede Gruner, que se refiere a que en el capitalismo hay
estar, a su vez, plena de intuiciones y des- algo irresistiblemente grotesco: "Cómica -es decir,
cripciones. Pero a pesar de aquellos con- repetición de lo trágico bajo la forma de parodia- es
ceptos el resultado de la obra de arte será la pretensión del capitalismo de ser un época seria y
una intuición. Y a pesar de aquellas intui-
ciones, el resultado de la disertación filo-
sófica será un concepto. Porque siempre
es el todo lo que determina la cualidad de
las partes.
Esto está bien graficado en un pasaje de
la obra de B. Croce: "El conocimiento
conceptual es el conocimiento de las rela-
ciones de las cosas, y las cosas son intui-
ciones. Sin las intuiciones no son posibles
los conceptos, como sin la materia de las
impresiones no es posible la intuición
misma. Las intuiciones son este río, este
lago, este arroyo, aquella lluvia, este vaso
de agua. El concepto es el agua. Materia de
variaciones infinitas (nube, hielo, lluvia),
pero de un concepto único y constante".
Siempre la misma materia pero con dife-
rente imagen, queda bien claro el ser de la
intuición y el ser del concepto.
Por todo ello, en mi opinión, las exposi-
ciones del llamado "arte conceptual" no profunda, cuando está basada en (son palabras de
son conceptuales, porque precisamente lo Marx) la banalidad del fetichismo superficial de la
conceptual aquí no pasa de ser un juego mercancía". Y sigue en otra parte: "¿Puede el arte, en
alegórico en el cual se convocan construc- definitiva, atrapado como está en la religión de la
ciones o instalaciones o eventos que remi- mercancía, entre los fetichismos complementarios
ten a una idea-remisión casi siempre frus- del concepto y de la imagen, recuperar el recuerdo
trada por lo hermético o indirecto de los (no de su origen sino) de su comienzo, recuperarlo
símbolos-idea, que termina, la mayor parte tal como relampaguea en un momento de peligro,
de las veces, en una particular y antojadiza que es el nuestro?"
banalidad y cuya finalidad y funcionalidad Es cierto que el hombre es una unidad y que en
debe ser explicada por el lenguaje cotidia- cada acto humano se encuentra el sentimiento, el
no; porque el lenguaje de esas formas no pensamiento, y la volición. No lo ignoramos en nin-
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E NSAYO
gún momento. Esto demuestra, ciertamente, pocas obras muy conocidas donde el contenido-
que en el acto estético podemos hallar un sedi- concepto alcanzó su forma y se nos manifiesta
mento conceptual. Repetimos: aquello que lo como intuición, sin dejar su contenido por el
determina como obra de arte será la forma que camino, sino transmitiéndolo por la emoción,
asuma el contenido y no el contenido de la por la contemplación del sentimiento (Tolstoi
forma. Tampoco aumentará su valor estético el aconsejaba: "Pinta tu aldea y serás universal").
que, por ejemplo, dé saltos el ejecutante o se No es lo universal de concepto como decir:
embadurne, o arroje pintura desde lo alto, o dis- todo triángulo tiene tres lados, sino la universa-
pare balazos a recipientes o vidrios. Será esa lidad que puede alcanzar la expresión que parte
totalidad que llamamos la obra, la que en sí de un sentimiento particular y trasciende su par-
misma quede sola y expuesta con su dignidad ticularismo para que cualquier contemplador se
ante el tribunal de la historia y la vida. emocione por la imagen de la aldea como "su
Pero en fin, si quisiéramos justificar el arte idea".
por su contenido conceptual, hecho contradic- Dejemos atrás nada menos que Asiria,
torio si los hay, podemos tomarnos una licencia Egipto, Grecia, Roma, el gótico, etcétera, y pre-
y buscar en la historia del arte. Tomamos unas cisemos algunos ejemplos concretos más con-
temporáneos: concepto de
dulzura y de misterio: la
Gioconda; concepto de
soledad y desesperación
del hombre: Goya y sus
pinturas negras; concepto
de sensualidad y desafío
femenino: la Olimpia de
Manet; el infinito poder de
la naturaleza: allí está W.
Turner; una austeridad casi
religiosa: Piet Mondrian;
concepto de la alegría de
vivir: Henri Matisse; con-
cepto de barbarie y hom-
bre actual: Guernica de P.
Picasso. El concepto bar-
barie tiene un sentido de
universalidad -como con-
viene a un ente lógico-
pero se particulariza en la
intuición estética de
Picasso y es su forma la
que, cargada de emoción,
vuelve a universalizarse
como expresión formada,
como arte. Así, como arte,
sin otro aditamento que la
auténtica dignidad que la
historia reconoce a las
obras que trascienden la
frívola mezquindad de la
moda.
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Humo de
Sartre
POR JUAN M. AGULLES
Dicen que Sartre sostenía no haber abusado artículos en suplementos literarios sobre la
nunca del poder y argüía como prueba lo inmoralidad o la perversidad sexual de Sartre y
siguiente: "Jamás impedí fumar en clase". Simon de Beauvoir; como si sirviese para algo
Hoy, la Biblioteca Nacional de París, en su más que para delatar a la autora del pasquín
catálogo de la exposición con la que celebra el como la temerosa puritana que es.
centenario del nacimiento de Sartre, ha suprimi- Y en realidad, lo que a mi parecer sucedió
do de las fotos del filósofo su eterno cigarrillo siempre es precisamente eso: que Sartre da
encajado en los dedos -al modo de las desapari- miedo. Hoy apenas se lo cita, no entra en los
ciones fotográficas estalinistas-, por cuestiones planes de estudio, los intelectuales orgánicos -de
de higiene moral. Cínicas vueltas de tuerca. un color y de otro- esbozan una taimada sonri-
Uno imagina esa mano humeante en su sa cuando escuchan mencionar su nombre. Me
extremo fijada sobre el escritorio, junto a la otra atrevería a decir que no han acometido el tre-
que movía la estilográfica para dar algunas de las mendo horror de leer El ser y la nada. A mí me
páginas más bellas de la filosofía y la literatura llevó dos años, con la inconsciencia del autodi-
del siglo XX. Uno piensa eso y no puede evitar dacta que no sabe dónde se mete. Más de una
ver en el trucaje de su imagen cierto parecido a vez pensé en arrojar el libro por la ventana.
lo que ha sucedido con su obra. Constantemente me pregunté: ¿qué sentido
Muy temprano, aún en vida, Sartre pasó al tiene escribir algo semejante? Y, sobre todo,
desván de los muebles viejos. La izquierda inte- ¿para qué lo estoy leyendo? Y, al mismo tiempo,
lectual cambió de dioses, la retórica sustituyó a asistía a la construcción de un edificio soberbio,
la política, el hipertexto y la lingüística a la lite- de una forma de elegirse en el mundo que me
ratura. Se sostiene que la Historia quitó la razón iba a cambiar la mirada. Sin duda, allí estaba
a Sartre y se la dio a Aron; o en esas divagacio- Marx y Heiddeguer y Hegel; pero había más
nes anda Vargas Llosa, por ejemplo. Libertad cosas: una actitud, un lenguaje que "estallaba
Digital vitupera al filósofo francés desde su tro- hacia el mundo". Su afán de totalización, de
nera internáutica. Literatas de folletín escriben esbozar una teoría del conocimiento que se vol-
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viese carne, que huyese del sabor rancio de la el mundo, acapara y enrarece el ambiente en
academia, que llevase el ejercicio de la crítica ocasiones. Nos abruma con frecuencia.
hasta sus últimas consecuencias y, sobre todo, Por eso Sartre no está de moda. Por eso nadie
hasta la calle, terminaron por ganarme. lo reedita en este país. El mundo del Ser-en-sí,
Sin ser un sartreano devoto, no puedo evitar de aquello que es-lo-que-es, se fortalece cada
cierta estupefacción cuando, de un plumazo, se día. Los discursos esencialistas han vuelto con
lo envía al olvido porque "fue un estalinista". renovada fuerza apoyados en el miedo, en la
Parece ser que, quienes sostienen esto, no se lógica del terror. Hoy "los hombres son cosas"
tomaron nunca la molestia de leer la Crítica de más que nunca, pero además reclaman con ira
la razón dialéctica. Es normal, entonces, que esa condición para eludir la única condena que
hayan pasado inadvertidos algunos pasajes, es cierta: la de ser libres.
como por ejemplo: Sartre se convirtió en humo. Cayó el muro y
llegó la fiesta liberal. Los sacerdotes de la última
"En el mundo stalinista el acontecimiento es hora declararon el final de la historia y, sin
un mito edificante: ahí encuentran las confesio- saberlo, le daban la razón. Porque si la historia
nes engañosas su base teórica; el que dice: "he había terminado era, en realidad, porque
cometido un crimen, tal traición, etcétera", hace Occidente, el Centro del Imperio, ya no era el
un relato mítico y estereotipado, sin ninguna sujeto, sino el objeto de la historia que se está
preocupación por la verosimilitud, porque se le haciendo, aquella que desde las Periferias des-
pide que presente sus pretendidos crímenes bordaría la barbarie imperial. Así lo decía en
como la expresión simbólica de una esencia 1961 en el prólogo al libro de Fanon Los conde-
eterna. […] Lo que más nos llama la atención es nados de la tierra:
que las contradicciones y los errores de fechas
de las confesiones de Rajk nunca hayan desper- "Qué decadencia la nuestra: para sus padres,
tado en los comunistas ni la más vaga sospe- éramos los únicos interlocutores; los hijos no
cha." (Crítica de la razón dialéctica, pags. 101- nos consideran ni siquiera interlocutores váli-
102.) dos: somos los objetos del razonamiento."
Como figura pública Sartre fue contradicto- Lo que ha terminado, entonces -y el olvido
rio, apasionado, practicante de la desmesura, de de Sartre es una de las muchas pruebas-, es el
la opinión sin ambages. Así, por participar de la sujeto histórico en el Centro, la crítica como
historia de su tiempo, por negarse a ser ecuáni- arma, el compromiso, la honestidad, la desme-
me, conciliador y "tolerante", por no callarse sura, la inteligencia. Ése es el cadáver que nos
una, hoy los gendarmes del fin de la historia lo corresponde, ésa la tarea ingrata que tenemos
tiran por el sumidero junto a ella. Viendo quié- por delante: volver a tensar el arco para dispa-
nes son sus enemigos, bastaría para acercarse a rarnos, sean cuales sean las consecuencias. Sea
su obra. aquí o en las "tierras quemadas" de hoy y siem-
Pero hay que tener ganas. Si algo no es Sartre pre. No renunciar a conocer el mundo, a desve-
es complaciente. No es una lectura fácil, diga- lar sus mecanismos, a ponerlo patas arriba o
mos que no entretiene en absoluto. Muy lejos prenderle fuego. Podríamos empezar leyendo
de lo que se ha pretendido caricaturizar, difícil- bien a Sartre, adoptar con su obra una actitud
mente se encontrarán eslóganes a la manera crítica, volverla carne en nuestros días, utilizar la
seseintayochista, panfletos políticos o concesio- inteligencia de la manera más arriesgada, a la
nes al maniqueísmo. La respiración de la inteli- manera de aquél que a través de una mirada
gencia que quiere convertir el mundo en pala- extraviada y certera, se equivocó con tanto
bras, que quiere para sí no un pedazo sino todo acierto.
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del Nobel
aislado, aunque tenga opinio- maligno: sabe que no provo-
nes "extremistas" se lo recu- cará ningún escándalo. Si
pera necesariamente de un hubiera distribuido ese dinero
de literatura
cierto modo, coronándolo. habría chocado más a la
Es una manera de decir: gente. Rechazarlo es inadmisi-
"Finalmente es de los nues- ble. Un norteamericano ha
tros". Yo no podía aceptar escrito: "Si me dan 100 dóla-
eso. res y los rechazo, no soy un
La mayoría de los diarios hombre".
me han atribuido razones per- Y, además, está la idea de
En 1964 Jean-Paul Sartre sonales: estaría herido porque que un escritor no merece ese
rechazó el Premio Nobel de Camus lo había obtenido dinero. El escritor es un per-
literatura. Las razones de la antes que yo... tendría miedo sonaje sospechoso. No traba-
Academia Sueca para conce- que Simone de Beauvoir se ja, gana dinero y puede ser
derle el galardón fueron las sintiera celosa, a lo mejor era recibido, si lo quiere, por un
siguientes: un alma bella que rechazaba rey de Suecia. Eso ya es
" Por su obra que, rica en todos los honores por orgu- escandaloso. Si, además, re-
ideas y alentada por el espíritu llo. Tengo una respuesta muy chaza el dinero que no ha
de la libertad y la búsqueda de simple: si tuviéramos un merecido, es el colmo. Se con-
la verdad, ha ejercido una gobierno de Frente Popular y sidera natural que un banque-
influencia trascendental en que me hubiera hecho el ro tenga dinero y no lo dé.
nuestro tiempo." honor de discernirme un pre- Pero que un escritor pueda
Las razones de Sartre para mio, lo habría aceptado con rechazarlo, eso no pasa.
rechazarlo fueron explicadas placer. No pienso para nada Todo esto es el mundo del
por él mismo y aparecieron que los escritores deban ser dinero y las relaciones con el
publicadas ese mismo año en caballeros solitarios, por el dinero son siempre falsas.
Le Nouvel Observateur*: contrario. Pero no deben me- Rechazo 26 millones y me lo
"¿Por qué rechacé ese pre- terse en un avispero. reprochan, pero al mismo
mio? Porque estimo que Lo que más me ha molesta- tiempo me explican que mis
desde hace cierto tiempo do en este asunto son las car- libros se venderán más por-
tiene un color político. Si tas de los pobres. Los pobres que la gente va a decirse:
hubiera aceptado el Nobel para mí son las personas que "¿Quién es este atropellado
-y aunque hubiera hecho no tienen dinero pero que que escupe sobre semejante
un discurso insolente en están suficientemente mistifi- suma?". Mi gesto va pues a
Estocolmo, lo que hubiera cadas para aceptar el mundo reportarme dinero. Es absur-
sido absurdo- habría sido tal cual es. Esa gente forma do pero no puedo hacer nada.
recuperado. Si hubiera sido legión. Me han escrito cartas La paradoja es que recha-
miembro de un partido, del dolorosas: "Déme a mí el zando el premio no he hecho
partido comunista, por ejem- dinero que rechaza". nada. Aceptándolo hubiera
plo, la situación hubiera sido En el fondo lo que escan- hecho algo que me habría
diferente. Indirectamente hu- daliza es que ese dinero no dejado recuperar por el siste-
biera sido a mi partido que el ya sido gastado. Cuando ma."
premio habría sido discerni- Mauriac escribe en su agenda:
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Nuevas publicaciones
La ternura Los sonidos del
y la rabia niño roto
(Cuentos)
Juan M. Agulles
Menelo Curti
Ediciones del Tábano Ediciones del Tábano
pag. 12
NUEVAS PUBLICACIONE S
De L o s s o n i d o s d e l n i ñ o r o t o
Menelo Curti
Mi mirada es nueva,
milenaria,
a veces halla en la palabra mar
una gigantesca boca de espumas
tragando barcos
y digiriendo atardeceres,
otras sólo
un charco
que no salpica
ni los pies del universo.
En mi mirada está tu cuerpo
cuando la penumbra
lo humedece,
cuando el vuelo,
más que alto o rastrero,
es simplemente vuelo,
cuando cambian de color
tus ojos
y se mezclan y se afiebran.
Mi mirada
observa cada tanto
la paciencia de los montes
y se arroja
más allá de la distancia.
Quién sabe,
quién tiene un por qué u otra respuesta,
todo es cierto si la luna
eyacula su luz
en los olivos,
si se enreda entre las moscas
y va como un zumbido
por el tiempo.
Mi mirada es tímida,
incalculable,
se fuga cada tanto
y no quiere comprender ni ser herida.
Es ancha,
fugaz,
cierta
a la manera de la luna,
que ensaya su pirueta
sobre la boca de un abismo.
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A PIE DE ESCENA
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A PIE DE ESCENA
Lalo
Cappelletti
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BIBLIOTECA POPULAR
Con la intención de ir impulsando una biblioteca popular en la sede social de nuestro colectivo
(C/ del Pozo, 94, Alicante), estamos recogiendo libros de literatura y arte. Si queréis pasar a ver el
lugar y traer ese par de libros que os apetece donar, podéis hacerlo los viernes a partir de las
17:00 hs. Si os viene mejor que pasemos a buscarlos por algún lugar, podéis poneros en contacto
con nosotros en los siguientes números: 687.56.55.12 (Juanma) o 687.34.69.11 (Juanma). O por
correo electrónico a: editabano@hotmail.com
Según una vecina del barrio San Antón, los viernes, a partir de las 22:00 hs, en el núme-
ro 94 de la Calle del Pozo, tienen lugar extranos sucesos. Discusiones interminables, can-
ciones intempestivas, y algún libro que se precipita desde una azotea donde muchas veces
quedan poetas, botellas, vasos y otros desperdicios tendidos a la intemperie.
Esta viñeta es una aproxi- esta revista. Llevamos tamos a escritores, músicos
mación bastante fiel al nuestros trabajos, pero tam- y dibujantes con ganas de
ambiente de nuestras reu- bién nuestro hastío sema- participar en un proyecto
niones. Cada viernes, en nal. Se buscan víctimas pro- t a n descabellado como
nuestro local, nos vemos piciatorias o ejecutores re- cierto.
con el fin de sacar adelante sueltos. También invi-
pag. 16
A PIE DE ESCENA
Ultimátum
Los días 6, 7 y 8 de octubre, entre la
Sede de la universidad y la del Tábano,
llevamos a cabo las I Jornadas de
Ediciones Independientes.
El jueves, tras presentar nuestro
nuevo proyecto editorial y la revista
Papyrus, Óscar Mora nos puso en jaque
a carcajadas con sus "Historias ladra-
das".
Al día siguiente la canción y la poesía
se marearon para mezclarse en la Sede
de la universidad, y por la noche, en Carlos Coiro
nuestro local, Juan Antonio Ramírez y Tito Sayes.
proyectó su documental Gitanos de Noche de tango
Kosovo, desencajando las caras de algu-
nos que sólo se beben los viernes con
risa. Seguidamente proyectamos los tra-
bajos de Fernando Alonso y Frías Nadie en el mundo y Residuarte.
El sábado, ya anocheciendo, Crazy y Paco Alonso resquebrajaron el silencio con un recital "mano
a mano" de poesía. Luego, ya para terminar (para no olvidar), Carlos Coiro y Tito Sayes nos llenaron
de tango y chacarera hasta las 27:00hs.
Pero este comunicado se dirige principalmente a las gentes distraídas que ese fin de semana bebie-
ron un buen whisky, cenaron el mejor plato de sus vidas, probaron el cuerpo más atractivo de la tie-
rra y, en definitiva, se divirtieron más que nosotros.
Un saludo
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RESEÑASS
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CUADERNO ABIERTO
Comenzó con la UHP. En las comidas fami- del motor no la despierta. Hay que controlar la
liares, (una para su cumpleaños y otra general- temperatura porque es un viaje demasiado
mente cerca del veinticinco de diciembre), largo para este pobre animal, que se queja cada
siempre acababa hablando de aquella historia, vez que le hundo el pie en el acelerador. Pero
de cuando tenía once años y de la guerra. sería bueno llegar temprano y poder volver
La escuchaba mientras los demás se dedica- antes de que todo se destape y empiecen a bus-
ban a charlar sobre hipotecas, enfermedades o carla y, seguro, a juntar las piezas y adivinar que
el último todo terreno que tío Ernesto había está conmigo y que no podía ser otro, el mismo
comprado en la feria del automóvil a un precio de siempre, quien se dejase llevar por sus locu-
irrisorio; cosa que, había que aceptarlo, lo deja- ras.
ba varios puntos por encima de la media de Aunque, al principio, ella misma no parecía
inteligencia del resto de los mortales. muy segura de si la iba a traicionar en el último
Mientras ella hablaba, cada cual aportaba un momento. Ha subido al coche y se ha reclinado
gramo más al montón de tonterías que se acu- en el asiento como para dormir. Después he
mulaban sobre la mesa. comprendido que estaba ocultándose y que
Y con todo eso alrededor, ella explicando su seguía despierta, vigilando la carretera y obser-
historia, sin mirar a nadie en concreto, sacando vándome con el rabillo del ojo.
la red del mar desordenado que fluía dentro de Cuando hemos salido de la ciudad, se ha
su cabeza. incorporado de nuevo, como si hubiese pasado
Más tarde, un invierno, llegaron los médicos, el peligro, ha fijado su cinturón y ha permane-
los neurólogos, los psiquiatras y las pastillas cido un rato mirando por la ventanilla. Todos
para curar el insomnio a las que se enganchó esos gestos, los momentos de lucidez en medio
como una adolescente. Las reuniones familia- de la locura, me hicieron dudar, desde el princi-
res, cuando ella no estaba, se convirtieron en pio.
consejos donde se decidía su futuro. No falta- No sé después de cuanto tiempo de viaje en
ban los ejemplos, las anécdotas, algunas casi silencio, ha preguntado:
cómicas, de su comportamiento trastornado. -¿Dónde vamos? -y me ha mirado con extra-
Como aquella vez que aseguró escuchar a ñeza, con una mirada limpia de niña que no
alguien hablando en inglés a través del respira- entiende nada.
dero del baño. -Vamos al pueblo.
Poco a poco se fue definiendo su locura, -¿Lo saben tus padres?
delimitada sobre todo por la capacidad de -No, no saben nada.
aguante de los demás. A pesar de todo, ella Ha aprobado mi respuesta con la cabeza y ha
parecía vivir a gusto en sus recuerdos, aferrada vuelto a hundir la mirada en el paisaje que íba-
a los Rohipnoles y a cierta obsesión inofensiva mos dejando atrás. Como otras veces he senti-
con cosas como la UHP. do que estaba jugando, que entre su enferme-
Ahora está dormida, hundida en el asiento, a dad, el desconcierto y la demencia, se abrían
mi lado, más confiada que al principio. El ruido espacios de lucidez que no era posible medir.
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-El huevo frito -ha dicho, señalando la esfera oramiento. Al contrario, todo era el sentirse
naranja que iba descendiendo sobre el horizon- bien, las partidas de mus con Remigia y Andrea,
te. Después se ha dormido. la película y el baile de los viernes por la tarde.
Es curioso que las cosas más divertidas, las Conseguía sembrar la duda y la mala con-
más insignificantes, fuesen para ellos cada vez ciencia, que duraba ese rato en la cafetería, al
una prueba más contundente. Cuando la escu- salir, cuando comentábamos su recuperación.
chaba defenderse, con sus razones, su propio Yo quise ver algo oculto en aquel cambio, cier-
sentido de lo lógico, cada vez más oblicuo, pen- to esfuerzo de su expresión por contener una
saba que, de alguna forma, todo aquello era una mueca de disgusto, el afán que la llevaba a
respuesta a su enfermedad tan inútil como cual- maquillarse y pasear ante nosotros, como si
quier otra, quizá más inofensiva. Claro que en estuviésemos visitándola en su club social y
eso la adicción a las pastillas para dormir tenía fuese la gran anfitriona de la fiesta. Algo que no
bastante que ver, y cuando un médico decidió sabría explicar de otro modo y que por eso
retirárselas, comenzaron los dolores ficticios, callaba, mientras sorbía el café y escuchaba los
las llamadas de madrugada angustiada, amena- argumentos que llegaban a la justificación pre-
zando con el suicidio, haciendo señales de vista, sin ninguna sorpresa: era lo mejor para
humo que los demás no podían, no querían todos.
entender.
Por supuesto, alguno mencionó la opción, Viéndola dormir en el coche, mientras avan-
quizá tras una de aquellas noches de llamadas y zamos, sólo puedo pensar que si no fuese por
llantos al otro lado del teléfono. Al principio Malraux, quizá no estaríamos aquí.
sólo como un comentario de sobremesa, entre Ahora ya sé más o menos como orientar el
sorbo y sorbo de café, pero sabiendo que que- morro del coche hacia el destino correcto; des-
daba ahí, nombrado, con forma, con la expre- pués de una parada para ir al baño y pedir indi-
sión que hasta ese momento ninguno se había caciones a través de la reja que protegía al chico
atrevido a darle. en la gasolinera.
Y, como no podía ser de otro modo, como Se ha despertado un momento al oír quejar-
estaba ya pactado de alguna forma, una maña- se el motor cuando arrancaba y me ha pregun-
na se la llevaron, porque iba a estar mejor y más tado la hora.
atendida, porque no nos podíamos hacer cargo -¿Llegaremos a tiempo?
y a esa edad, con su enfermedad, ya se sabe, -Depende -le he dicho.
podría hacer cualquier locura y después el Continuamente me interroga, de forma sutil,
remordimiento por no haber tomado la deci- para saber si estoy dentro del todo o si le sigo
sión a tiempo, si total entre todos una buena el juego por hacer las cosas más sencillas. Y
clínica no sale tan cara. tengo que estar dentro porque si no esto no se
Pero la cosa no terminaba ahí, no era sólo podría creer. Igual que no se podía creer que,
cuestión de alejarla y olvidarse, dejándola en después de todo, ella tuviese razón y a la vuelta
caída libre hacia su demencia hasta convertirla de una página de Malraux apareciese la UHP,
en un recuerdo amable. Era demasiado inteli- como una señal, como un faro alumbrando
gente y, como a través de una telaraña que le desde la escollera desolada.
tapase los ojos, ella entreveía su situación, el En aquel momento hubiese sido prudente
encierro incomprensible. De repente comenzó callar, no tratar de tenderle la mano que necesi-
a comportarse como una cándida abuelita de taba para volver donde realmente vivía desde
cuento, y en las visitas a la clínica, entre los hacía mucho tiempo. Era retornar a los peores
bombones y las flores, las instrucciones de las días y al mismo tiempo era mejor que verla
enfermeras y las sonrisas forzadas, nunca dejó consumirse.
escapar una alusión a sus historias, ni a las pas- -Unión de Hermanos Proletarios -le dije en
tillas ni a nada que hiciese sospechar un empe- voz baja, mientras tío Adolfo y su mujer Rosa
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tendrá que haber ayudado, de otra forma no se y que discutieron de política. Cada mañana
entiende. hace más calor y nos ponen zumo fresquito
Al detenernos en el área de descanso se ha para el desayuno, en un rato traerán la merien-
vuelto a despertar quejándose de las rodillas. da -pasaba una enfermera o un celador y ella,
-Es de tanto fregar los suelos. Total que des- sin apenas variar el tono de voz, volvía a con-
pués pasan con las botas llenas de barro y lo tarme de la clínica y las peleas por la medica-
pringan todo otra vez. Y vuelta a hincarme en ción.
las baldosas. El Damián se sonríe cuando pasa Ellos, poco a poco, se habían desentendido y
y me ve. A tita Andrea no le cae muy bien, cada vez le hacían visitas más cortas. "Si total,
pero… está la mar de bien y seguro que no es benefi-
-Por qué no duermes un rato. cioso que vayamos todos en manada a verla,
Me ha mirado con sus ojos brillantes de niña porque se aturde", diría alguno. "Sí", ratificaba
octogenaria, no entendiendo. Después ha Elisa, "el otro día al irnos me pareció como más
seguido hablando, sin importarle mucho que la triste, será que al vernos a todos juntos extra-
escuchase, obligándome a entrar de nuevo y ña". Claro.
olvidar el cansancio y los kilómetros, porque Pero yo tenía que seguir yendo y decirle tam-
era mejor estar despiertos y no descuidarse. bién que había una bomba de mano, con una
Seguro que estaban enterados y ya nos seguían. pequeña carga de pólvora y una mecha larga,
Quizá un grupo de ocho o nueve, comandados que se llamaba UHP. Y ella entonces caía en
por un italiano o un alemán; en el mejor de los que podría haber sido de ahí de donde le vinie-
casos un salmantino que por lo menos enten- se el recuerdo, porque la casa estaba siempre
dería el idioma, quién sabe. atestada, y alguno le habría enseñado, alguna
Me ha vuelto a hablar de Sebastián, del lugar vez una de esas bombas, quizá sin que el tito
donde nos esperaba, en la Calle de las Monjas, Paco se enterase; pero en cualquier caso era
escondido en el taller o bajo un árbol, fumando necesario hablar con Sebastián cuanto antes,
intranquilo. para advertirlo, para que no se dejase ver por la
-¿Y cómo lo vamos a encontrar? -le he pre- casa de la Calle de las Monjas esa noche.
guntado. Creo que por entonces llegaron las noticias
-¿A quién? sobre su salud, del irremediable descenso que
-A Sebastián. tendría lugar como pasaba en estos casos: rápi-
-Ah. No sé. damente, como la incandescencia del fogonazo
Mientras ella se adormecía, desde la carrete- de un disparo. Y ella, más consciente de que el
ra llegaba el rumor de los coches. A veces sólo tiempo se le acababa, transitaba ese otro tiem-
un murmullo sordo que iba aumentando en un po innegable, tangencial y perpetuo que la ale-
silbido prolongado, como un proyectil que se jaba de las enfermeras, de las visitas familiares
acercase amenazante. ahora más obligadas y tristes, del panteón en
vida al que la habíamos relegado.
-Él se levantó de la mesa: es muy alto, sabes, -Envió una carta a su hermana y a su madre,
y fuerte. Fíjate cómo será que apretó la copa de aunque sabía que era peligroso porque ya había
vino hasta que la hizo estallar. Le caían mezcla- caído Granada, pero en realidad no esperaba
dos desde la mano el vino y la sangre sobre el que lo encontrasen tan pronto. Ninguno creo
mantel, pero nadie dijo nada, ni Damián, ni el yo que lo esperaba. Eran tan jóvenes y sonreí-
otro más viejo que él, el de la barba como an tanto, los pobres. Y después se fueron, cada
estropajo, como te lo digo, todos callados. Y… uno por su lado, cuado se escucharon los tiros
bueno sí, entonces le dijo a tito Paco: "No le y llegaron noticias de que estaban en Guadix.
pego un tiro porque me cuesta cada bala uno Pero ayer, creo que fue ayer, nos dieron pollo
veinte." Yo no recuerdo qué le había dicho tito para comer y a mí no me gusta porque los hue-
Paco, pero es seguro que los dos habían bebido sos se astillan y me hacen sangrar las encías.
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Después supo (a veces tenía que hacerla lentejas. Y tito Paco, que no sabía nada, decía
regresar yo porque se distraía) que lo tenían que yo era una niña y que no podía entender de
preso en la plaza de toros de Granada, pero esas cosas, que no le cabía en la cabeza que
para entonces la casa de la Calle de las Monjas pensase que él era… Y entonces el sargento ha
había hospedado a los nuevos habitantes, con dicho: "la próxima noche lo voy a estar espe-
sus uniformes distintos, con sus registros y sus rando yo, a ver si tiene cojones para engatusar-
órdenes. Y entonces, una noche, mientras ella me como ha hecho con la niña."
cerraba la puerta del patio, apareció su sombra Esa noche es todas las noches, pueden ser
delgada, sus pómulos nutridos de hambre y ahora todas las noches, toda noche que aloje un
destierro y todo lo que había visto y no decía y silbido. Hasta la pasada en que salimos de la clí-
le hacía crecer una ciénaga en la boca del estó- nica, sin que nos viesen, y comenzó todo esto
mago. que tiene tanto de huida y de pesadilla. En
-Si se hubiese enterado el tito. Yo le dije que cualquier momento Sebastián va a llegar hasta
no volviese, que no se podía quedar allí y que si la puerta del patio de la casa, cansado y huesu-
lo veían lo iban a matar. Pero sólo me pidió un do, y va a silbar. Detrás van a estar el chusque-
trozo de pan y un poco de agua y me dijo que ro y los otros con las caras grises, esperándolo,
se iba al monte. Todos los días, a la misma hora, conteniendo la respiración para no delatarse,
baja y me silba desde la puerta del patio y yo le fumando ese tabaco negro de picadura.
dejo el hatillo para que se vaya sin hacer ruido. En ese segundo es necesario vivir ahora, y ya
Tita Andrea ya lo sabe y dice que si se entera el no hacer caso a la aguja de la temperatura, y
chusquero que duerme en la habitación de arri- sólo esperar que sea cierto, que aún estemos a
ba nos fusilarán a todos. Así que tenemos que tiempo y no se nos hayan adelantado y un
ir. Ayer Remigia tuvo un soplo y se murió: me grupo de ocho o nueve, con un italiano, un ale-
he quedado sin pareja de mus. mán o un salmantino al mando, nos espere a
nosotros también. Que Enrique y Elisa y
Ahora que ya estamos llegando, no importa Adolfo no hayan llegado antes y la estén espe-
demasiado lo que pase. Los demás ya estarán rando para devolverla al encierro de la clínica.
viniendo para acá, a toda velocidad, quizá en el -Están ahí, están ahí -me ha dicho al girar,
coche nuevo de Enrique. Discutirán eufóricos entrando ya en la Calle de las Monjas, y sólo he
los porqués y las razones, cosas que no podrán podido hincar el pie en el freno, saliéndome
entender, pero sobre las que giran tontamente. bruscamente de nuevo, tomando conciencia
Quizá el alemán haya tomado el mando defini- por un segundo, cuando la he mirado, de lo que
tivamente y nos estén esperando a las puertas iba a suceder; viendo como todos estaban allí,
del pueblo. Ella está empeñada en que llegare- aguardando.
mos a tiempo para avisarle, para que no llegue Entonces el vapor que ha empezado a salir
de noche, como siempre, y a su silbido le res- del radiador nos ha envuelto por un instante en
ponda una ráfaga atronadora desde el patio. El la bruma necesaria a todo final trágico, en la
pobre Sebastián, flaco y con ampollas en los cortina translúcida que permitía confundirlos y,
pies de andar por el monte con apenas unos de alguna manera, seguir dentro, como si fuese
hilos de esparto que le tapan los pies, cargado tristemente cierto que Sebastián había llegado
con ese fusil que hace semanas no aloja ni una antes, que había silbado como siempre espe-
bala. rando su respuesta y la noche se había inunda-
-Alguien del pueblo lo vería cruzar la calle, do de plomo, abriendo en dos de nuevo la heri-
digo yo, y la gente como es miedosa... Por eso da. Y que por eso ahora ellos avanzaban hacia
el chusquero sacó la pistola en la comida y dijo nosotros, tremendos e irremediables, seguros
que éramos unos rojos y que nos iba a pegar un de sí, casi marciales, con la determinación letal
tiro a cada uno antes de que nosotros se lo de un pelotón de fusilamiento.
pegásemos a él o le echásemos cianuro en las
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Ciudad. Teatro
Paco Granados
Todas las ciudades están en construcción. Grúas y ruido, remodelaciones, martillos contra pieles
endurecidas por los siglos. Las campanas apenas se entienden, ya sólo musitan cantos para las viejas
que van al mercado con sus carritos de plástico. Caminan lentas y con cicatrices en los ojos, con espe-
ranzas en sus rosarios, con rezos de madera y estampas. La muchedumbre atraviesa el estercolero de
máquinas y ladrillos, dejando rastros de sandalias en los escombros, tintándose el vestido, lastrando
el vuelo de la seda.
Entre casas torcidas, dos encapuchados dicen la verdad a gritos- en la garganta los pliegues del
silencio, las contorsiones del vacío-. Un beso en la esquina sabe a agua, -"bébeme la carne esta noche;
así no sé latir"-. La habitación de hotel entumecida por las uñas de unos brazos. Un orgasmo que
rasga su primera arruga en la cara adolescente. Yeso, rubor. Una penetración que no se entiende.
Entro y enciendo la luz; tablas de madera gimen al pisarlas. Encuentro objetos, lazos de pieles
secas, una maraña de latas meticulosamente expuestas, piedras, cal, arena, la brisa recogiendo leve-
mente lo sencillo. Una mecedora frente a la ventana, notas en blanco con rasguños de tinta. Mis ojos
desteñidos por el constante renacer. El velo rojo que manifiesta mi teatro.
La frase amarilla
Quirón Herrador
Me gustaría que ustedes lo entendieran todo a mi manera, como versión de aquello, ni están
con sólo una frase, que bastase con entreabrir de ningún otro lado que pudiera negar lo que
un poco esta puerta y eso les diese rabia o lásti- recuerdo fue un desastre, una farsa, un período
ma; que sin necesidad de continuar supieran ya largo de años dedicados a desperdiciar cualquier
que hay un otro lado donde lo que quiero con- posibilidad de aprender equivocándonos; jugan-
tar está desde hace tiempo dicho, palabra por do, si nos hubiesen dejado jugar, a romper las
palabra. Entonces si yo dijera la frase ustedes se reglas del juego en lugar de tragarlas sin derecho
acordarían inmediatamente de las otras tres, de al vómito.
los otros tantos colores que servirían, como el Tampoco es que tengan ustedes la culpa
amarillo, para contar esta historia desde cual- de no saber, de no recordar aquello, si es que
quier otro ángulo. alguno de los que ahora leen esto estuvo allí de
Pero no, ustedes no se acordarán. Quizá cualquiera de los otros lados. Pero no es caso.
ni están del lado de lo que aquí va empezando, Me da pena más que nada por lo incompleto
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que va a quedar esto si sólo lo cuento yo. Éra- pero después todo es descreer; y cada vez a uno
mos treinta y tantos y ya sólo me cruzo a uno o le quedan menos años, menos altura, menos
dos por la calle, muy de vez en cuando; eso fuerza, se van marchitando las capas de piel y la
cuando hay suerte o, en el peor de los casos, carne va cayéndose hasta que sólo queda un
cuando uno no se lo espera, cuestión de amigos corazón viejo, una semilla dudosa para la que la
comunes por intersecciones o pliegues del tiem- muerte va preparando ya un profundo hueco
po, y entonces vámonos al de la esquina o al de bajo tierra, un profundo silencio contra el que
más arriba, tomarnos un café que al final uno no sólo sirve la memoria, no la duda, la memoria,
se da cuenta y son cervezas, muchas. contarle esa batalla a algún niño que es todavía
A uno de ustedes me lo encontré no un hombre entero, un dios entero, confiar en
hace mucho; por un amigo común, como ya dije que aún no lo hayan educado y diga que no con
antes. Uno no lo sospecha y, claro, en el fondo la imaginación intacta, con el poder de todo lo
algunos están ahí, como escondidos, o porque que sabe, la convicción natural y antigua de que
las horas son distintas aunque aún vivamos en el ninguna muerte lo matará para siempre.
mismo barrio. Yo hace tiempo que quiero escri- Lo que digo: uno acaba dudando.
bir esto y le pregunté por los otros colores, las Lo que pasa es que hace poco volví a
otras frases. Nada. Le dije que yo recuerdo la escucharla gritando, y me acordé del día en que
amarilla: "Mi pollito usa zapatos y lazo". me llegaron las noticias de su marcha; cómo la
-Pues yo no me acuerdo de nada de eso. esquela en que encontré su nombre venía sin
Lo que yo quería era escribir esto. Pero color, algo tan absurdo. Creo que por aquellos
explicárselo a alguien que uno no ve desde hace años sólo tres o cuatro supimos enterarnos de
tanto tiempo, pretender no quedar como un su muerte. Yo porque ella vivía frente a mi casa
loco que se hace el interesante, como un idiota y como ya sabía leí aquel papel que me pareció
que no se da cuenta de que jugar a estas cosas ya tan raro; recuerdo que Madre me explicó que así
no es para la edad que uno tiene; eso hubiera escribían los adultos para anunciar esas cosas.
sido un movimiento torpe, un tropiezo que me Después vi el papel también en la puerta de la
habría alejado de esto y echado a rodar por la escuela.
pista del ridículo todo a un mismo tiempo. Ustedes no se acordarán, pero cuando
Así que continué llevándole la conversa- algo así como un mes y medio antes ocurrió en
ción por esos alrededores, preguntándole que si clase lo de que nadie sabía leer salvo tres o cua-
no se acordaba de la señorita Concha. Sí, se tro, la señorita Concha llamó a todas las madres
acordaba. Teníamos seis años y esa manera de para pedir explicaciones, aunque al final creo
gritar no se olvida, queda grabada en los tímpa- que fue ella la que tuvo que darlas.
nos más que en el recuerdo. Sí, eso sí; pero nada Cuando Madre vivía me contó muchas
más. Demasiado tiempo. Demasiadas otras veces que a ella y a las otras tres o cuatro las
cosas en la vida como para no olvidarse del miraban mal aquel día, que eso les parecía muy
resto, de lo que no importa. raro, sólo tres o cuatro niños. Madre me conta-
Y quizá no importe. ba, siempre riendo cuando explicaba esto, que
Lo que digo: uno acaba dudando. Y ante para cabrearlas les dijo: "Porque la señorita
eso la memoria no sirve. De niño uno cree que Concha es mi vecina, y con el mío está más pen-
cuando sea mayor tendrá más años, más altura, diente de que aprenda", y que, naturalmente, eso
más fuerza; que será libre todas las horas del día las enfurecía aún más.
y que la noche no será únicamente un pozo para ¿No recuerdan ustedes a la señorita
el sueño. De niño uno cree que irá sumando, Concha? La que les enseñó a leer. Bueno, la que
que por encima de su piel poblará un chico creyó que les enseñaba; después quiso salir de la
joven y que después los dos se quedarán calla- vergüenza, pero se le acabó el tiempo. Supongo
dos bajo la corteza del hombre, aún vivos por si que otros muchos maestros, como ella, intenta-
alguna vez baja a preguntarles. De niño uno cree ron enseñarnos cómo ellos habían aprendido a
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no parecer ignorantes; y supongo que todos de tambor púrpura, con carambas y calamidades
nosotros aprendimos, sobre todo, a ignorarlos, a que se cernían sobre nuestras cabezas como tor-
buscar cada uno una manera de parecernos a lo mentas en boca de Yahvé. Ella era una montaña
que querían sin caer del todo en esa trampa. de cumbres en seminieve, preparada en todo
A ustedes no sé, pero a mí a leer me instante para ofrecernos los aludes y el derrum-
enseñaron Madre, Padre, que sabían leer muy barse de los cielos. Para el Apocalipsis bastaba
mal y muy poco. A escribir también me enseña- con un susurro.
ron ellos, no me explico aún cómo: "El lápiz se Con que hubiese un siseo entre dos al
sujeta así", me decían; y dos o tres trucos más. fondo de la clase, alguna risita desafortunada, ya
Más de lo que sabían. escuchábamos a la maestra vociferar el nombre
A ustedes no sé, y por eso ahora me pre- del blasfemo seccionado en golpes graves de
gunto si es como lo recuerdo, si fue así o si real- largo alcance, como si las sílabas le marcaran el
mente sí nos enseñó y yo lo he querido olvidar compás a una batería de cañonazos.
sin darme cuenta. No sé si el bombardearnos así los nom-
Quiero decir que si ustedes supieran de bres antes del castigo era alguno de sus recursos
aquellos otros lados entonces yo tendría el pedagógicos. Quizá fuera sólo una coincidencia
gusto, estaría tan contento de poder y querer que nos enseñara a leer del mismo modo,
escucharlos. ¿Qué me dicen? Ustedes tendrán ya haciéndonos dar una palmada por cada sílaba.
esta edad cobarde para pensar también otra ver- Ambas cosas eran casi lo mismo: los gritos con
sión de los hechos o para falsearlos en mi con- que nos señalaba para el castigo, los gritos con
tra. Además, estoy ansioso de que me echen en que daba la lección; los diferenciábamos única-
cara que miento; nada me gustaría tanto como mente por el repentino cambio en el color de
que me buscasen después de leer esto para sus ojos.
decirme que no, que no fue así o que fue de Leíamos todos juntos, incluida ella. Pero
otras muchas maneras. Pero para eso tendrían la señorita Concha gritaba tan fuerte que
que encontrarme, venir, contármelo; ustedes muchas veces a la clase entera le bastaba con
harían este viaje en mi lugar y yo les daría un mover los labios, o como mucho decir cualquier
cigarrillo, abriría las orejas, pondría los ojos en otra frase que se alargara hasta donde ella ter-
otra parte. minaba de relinchar.
Por alguna razón que prefiero continuar
ignorando, la maestra no quería que le viésemos
Que yo recuerde, la señorita Concha la cara a las paredes del aula, y las sepultaba bajo
tenía ronca la voz y gruesas las carnes; era ya cientos de dibujos de árboles que tenían ojos y
vieja o se preparaba para serlo, y vestía batas sonrisas. Luego, cuando los niños le rayaban a
anchas con estampados que combinaban el algún árbol del patio unos ojos y una boca sobre
marrón, el gris, el turquesa y otros colores de la corteza, los castigaba sin recreo al día siguien-
esa familia apagada a que se van acostumbrando te. Por eso nunca me fié mucho de lo que col-
los años. Su pelo era corto y rizado, parecido gaba en las paredes; más aún cuando ya sabía-
más bien a un herbazal tiempo después de las mos, por algunas tonterías, que su castigo más
llamas. habitual era ponernos de pie contra la pared.
A mí me gustaban muchísimo sus gritos, Lo más educativo de sus clases era olvi-
aunque sólo fuera porque iban dirigidos a nos- darse y mirar por la ventana; ahí estaba el
otros. Lo que más me ha molestado siempre mundo. Esos árboles sí que estaban vivos.
han sido esos profesores en voz baja, esos aspi- Repiqueteaban en el cristal con sus uñas cloro-
rantes a demiurgo que se apalancaban en su fílicas y eso quería decir que miráramos, que
trono y justificaban su autoridad con un discur- algún gorrión estaría seguramente a punto de
so. Esquizofrénicos; conferenciantes frustrados. posarse descalzo sobre la cornisa y que aquello
Ella no; ella nos hablaba con gritos profundos existiría sólo durante ese instante. Que mirára-
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De pequeño vi un caballo rojo. Incluso lo toqué. Quemaba al tacto. Le dije: "corre". Y galopó. Se
paró a la distancia justa para que yo lo alcanzase y, fatigado, volviese a acariciarlo. Pero no lo alcan-
cé. Me quedé quieto contemplando cómo una manzana partida le golpeaba y provocaba una sombra
majestuosa que podía tocar con sólo agachar mis manos.
Cuando era mono pinté un caballo rojo. Lo pinté sobre un prado con una hierba que me cre-
cía hasta las rodillas: cada brizna de hierba era una pierna mía. El mundo era una esfera mucho más
pequeña. Podríamos galoparla juntos antes de que me cansase. Había un río que hacía el movimien-
to inverso de la hierba. El lienzo quema todavía. La manzana seguía partida
Cuando me brotó la locura volví a ver aquel caballo rojo. Esta vez no estabas tú. Pero te intuía en
cada cosa que escribía. Ese deseo de ti y de quemarnos los dedos acariciando a nuestro caballo, dán-
dole las alas necesarias para recogerte de la luna o recogerme a mí, ya no lo recuerdo. Este trozo de
mi vida todavía es muy confuso. La memoria quedó totalmente olvidada en algún lugar poco habita-
ble de mi corazón. Pero siempre recordaré que una naranja partida regando tus pasos. Siempre me
recordaré, fatigado, escribiendo algo que tú nunca leíste, pero pudiste imaginar.
Ahora, todo me parece un poco más claro, tal vez todo fue pura invención y niño, mono y loco
estaban equivocados. De todas formas no importa nada, lo que queda de la naranja es ya un limón
podrido y ni tenerte a un palmo me hará reconocer el caballo, nuestra mentira, la hierba, el río, la luna,
que todo fue mentira.
Persecución
Se acerca a mí. Siento como traga aire y le dan arcadas intentando echar eso verde que se empon-
zoña en la garganta. Es otoño. El viento se lleva las hojas a morir y puedo escuchar las pisadas, el cru-
jir de la naturaleza muerta en un cuadro real, muy real, tan real como su sombra. Acelera el paso.
Tanteo el bolsillo. No llevo nada. Faltan cien pasos para llegar al portal. No puedo girarme. Su som-
bra se alarga. La luz le pega fuerte. El viento golpea los carteles. Bolsas de la compra vuelan. Una
pasa rozando mi cara. Se levanta polvo. Lo trago. Estornudo. Una bolsa se queda sujeta a mi zapati-
lla. No la puedo soltar. Hago mucho ruido. No la puedo soltar. Siento hormigas en la nariz. Los labios
se separan. Los ojos se salen de sus órbitas. Intento deshacerme otra vez de la bolsa. El pelo se me
mete en la boca. Jadeo. Atrás, él también jadea. Puede que ahora sí queden cien pasos para llegar a
casa... o no. Se apagan las luces. Todas las luces del camino. Ya no hago caso a la bolsa. Ya no impor-
ta lo que queda. Corro. Tropiezo. Ël también cae. Me levanto... no sé cuanto tiempo estuve corrien-
do. Volvió la luz y llegué al portal. Entré y me quedé mirando a través del cristal. No vi ni oí nada.
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Cuando
Porque es ahora: cuando chirrían las poleas,
cuando los tornillos, las tuercas y los huesos
chocan contra las piedras de agua oscura.
cuando las cerraduras oxidadas revientan
y crepitan con la herrumbre de un cartílago
las membranas y los engranajes.
Paco Alonso
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CUADERNO ABIERTO
Como es lo que es
No sé como puede continuar la sombra
en el filo de un cuchillo,
en la urdimbre de la piel humana,
en la sangre.
Paco Alonso
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CUADERNO ABIERTOO
Hablo de mí
He permanecido en el filo exacto de las cosas extrañas,
y desde allí he visto las consecuencias, los límites,
el trayecto que va de un hueco hasta una sombra.
Y en la sombra encontrada tuve un rígido tiempo,
un tiempo sin contornos,
sin vientre y sin redoma,
como si fuera un viento,
sólo un viento que viene
de todas las honduras
del mar y de la tierra.
Paco Alonso
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SOTANO
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SOTANO
Ent revista
Cuadernos del Tábano: vez el tono triste de tus pri- muy republicana, muy politi-
Estaba hace un momento meros poemas. zada; a uno de mis hermanos
leyendo que has preparado A.G: De ahí viene. Me di lo fusilaron, lo mataron; otro
personalmente todas tus cuenta cuando publiqué mi tuvo que exiliarse en Chile,
antologías… primer libro, que fue escrito en un barrio que organizó
Ángel González: No, no en soledad, en los años que Neruda para los refugiados
siempre…Bueno, ésta concre- estuve enfermo, y con poco españoles. Todo eso, y el fra-
tamente la preparé yo. Pero no contacto con la poesía que se caso de un ideal de vida que
todas. estaba ya escribiendo. de niño me habían inculcado,
C. del T: Abordas mucho el C. del T: ¿Qué leías en un mundo perfectible, donde
tema de la infancia. ¿Cómo aquel tiempo? la bondad tenía premio, todo
crees que se puede llegar a A.G: Los libros que tenía, que eso se vino al suelo durante la
ese territorio? eran pocos. Creo que una Guerra Civil y dejó en mí una
A.G: Está en la memoria, sale buena biblioteca es la que desolación de la que no era
de ella, a veces sin querer… tiene pocos libros, porque totalmente consciente. La
una memoria molesta. Otras entonces los conoces muy poesía me ayudó a entender-
veces son evocaciones más bien. Tenía la segunda antolo- me, esos poemas desolados
deliberadas. Fue la mía una gía de Juan Ramón Jimenez, me hicieron pensar. Es cuan-
infancia bombardeada. Vivía alguno de Lorca, de Alberti, do, ya conscientemente, co-
en Oviedo, que estuvo cercada los "veinte poemas de amor" mienzo a hacer mi segundo
durante año y medio. Hay de Neruda, y poco más. Y libro, eso que se ha llamado
muchos españoles de mi edad aunque los que he citado poesía del realismo crítico,
y muchos poetas, quizás la luego estuvieron en la poesía heredera de la anterior, llama-
mayoría, que vivieron la gue- crítica y social, lo que se per- da poesía social.
rra en zonas donde no había mitía en la España de aquellos C. del T: El hecho de no
combates, podía haber algún años era la parte más lírica, aludir directamente al te-
bombardeo, pero creo que soy más pura de todos ellos. Yo he ma, evitando nombres pro-
de los pocos que vivió con las escrito en esa línea, que era lo pios, para lograr una con-
trincheras delante del portal que conocía. Cuando decidí tundencia mayor, a través
de su casa, y por lo tanto mi publicar, muchos años des- de una literatura coloquial,
infancia está llena de esas pués, empecé a hacer una poe- cotidiana, ¿te llevó a eso la
emociones contradictorias. sía mucho más testimonial, censura, o se trata de una
Primero la alegría propia de la más enraizada en mi realidad. intención creativa?
infancia, que no acaba de des- Y al ver el libro me di cuenta A.G: No, la censura te obliga-
aparecer ni siquiera en esas de que había una desolación ba a escribir así, afinando
circunstancias penosas, y lue- por debajo de esos poemas mucho la pluma. Hay quien
go el aspecto dramático… que no conocía, y comprendí dice que le hizo un gran favor
Claro, el lugar de los villanos que no se debía a un fracaso a la poesía al obligar a los poe-
es también el de los seres más personal, sino colectivo. Las tas a recurrir a procedimientos
abnegados y generosos, de ilusiones, las esperanzas, los sofisticados… No creo que la
manera que todo eso produce proyectos que se habían for- censura ayude a nada, pero la
una especie de cóctel confuso. mado en España durante la verdad es que nos forzó a
C. del T: De ahí surge tal República… Mi familia era decir las cosas indirectamente,
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al uso, por ejemplo, de la iro- A.G: Creo que se puede panorama actual de la poe-
nía. hablar de "generaciones". Sé sía?
C. del T: ¿De ahí tal vez la que es una abstracción, un A.G: Muy rico, con gente
diferencia entre las obras procedimiento puramente que hace una gran poesía,
de quienes permanecieron didáctico, pero pienso que los muy diverso. Yo desde luego
aquí y los que marcharon al que vivimos una determinada estoy más cerca del grupo
exilio? época afrontamos los mismos que representa Luis García
A.G: Probablemente, claro. problemas, y éstos nos confi- Montero, que trabajan el len-
No tenían esa presión al escri- guran de una manera aproxi- guaje de la cotidianeidad.
bir. mada. Aunque no todos reac- C. del T: ¿El tono narrativo
C. del T: ¿Qué te parecen cionamos igual, en mi genera- de muchos de tus poemas
las formas en que abordan ción hubo muchos que canta- se debe a esa cercanía con
aquel tema los escritores de ron al franquismo y las guar- lo cotidiano?
hoy en día? dias imperiales de España, A.G: Es algo que sale espon-
A.G: Eso aparece sobre todo pero a un grupo extenso nos taneamente, tal vez cuando lo
en las novelas actuales; hay produjo reacciones semejan- que quiero decir necesita de la
una especie de retorno hacia tes, y por eso creo que se narración.
aquel período histórico que puede hablar de "generacio- C. del T: ¿Nunca incursio-
durante mucho tiempo tuvo nes" o, mejor aún, de grupos. naste en la narrativa?
un tratamiento equivocado. Los poetas del grupo del 50, A.G: Alguna vez hice algún
En ese sentido estoy bastante como lo bautizó Juan García intento, pero fue rápidamente
aliviado, porque con la transi- Hortelano, partimos de actitu- sofocado.
ción se había hecho una espe- des muy parecidas; luego cada C. del T: ¿Estás preparando
cie de borrón y cuenta nueva. uno va por su camino. Donde algún libro?
C. del T: Hay en tu ironía se nota que la "generación" o A.G: Yo nunca preparo libros.
algo de impugnación, que el "grupo" tiene validez es en Escribo poemas, y como ge-
al mismo tiempo se relativi- la primeras manifestaciones. neralmente lo hago en un
za, volviéndose una impug- C. del T: Además de las determinado período de tiem-
nación contra la historia. circunstancias históricas po, están dictados por las mis-
A.G: Sí, hay. La ironía me que rodean a esos grupos, mas obsesiones, y eso les da
sirve para expresar la ambi- habrá similitud en las cierta unidad.
güedad. La realidad no es de influencias. C. del T: Entonces, la idea
este color o del otro, sino las A.G: También, claro. Hemos de trabajar un obra temáti-
dos cosas. leído, nos han impresionado ca nunca te pudo.
C. del T: En ese sentido te los mismos poetas. Para el A.G: No. Aunque, si tengo
alejas de lo posmoderno, ya "grupo" fue muy importante ocho o nueve poemas que di-
que la literatura posmoder- la generación del 27, que se bujan claramente un tema, a lo
nista recurre más al cinis- nos permitió conocer tardía- mejor me salen otros como
mo. mente, aunque entramos en complemento de los anterio-
A.G: Yo en el cinismo no ella relativamente pronto, y res.
quiero caer… No lo sé, pero nos deslumbró. C. del T: Bueno, ya te
creo que no. Si alguna vez lo C. del T: Igualmente hay vamos a dejar tranquilo.
hago será por casualidad. una ruptura entre tu gene- Muchas gracias.
C. del T: ¿Qué opinión te ración y la del 27. A.G: Gracias a ustedes por las
merece la división en A.G: Sí, claro que la hay. Pero revistas… A ver que pasa a la
"generaciones"; es decir nos contagió el gusto por la noche. Vendrá gente, más que
Ángel González: genera- obra bien hecha, trabajada. nada para verlo a Joaquín.
ción del 50? C. del T: ¿Cómo ves el
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Ayer
Ayer fue miércoles toda la mañana.
Por la tarde cambió:
se puso casi lunes,
la tristeza invadió los corazones
y hubo un claro
movimiento de pánico hacia los
tranvías
que llevan los bañistas hasta el río.
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Así parece
Acusado por los críticos literarios de realista,
mis parientes en cambio me atribuyen
el defecto contrario;
afirman que no tengo
sentido alguno de la realidad.
Soy para ellos, sin duda, un funesto espectáculo:
analistas de textos, parientes de provincias,
he defraudado a todos, por lo visto;
¡qué le vamos a hacer!
En las noches
mi anciana tía Clotilde regresa de la tumba
para agitar ante mi rostro sus manos sarmentosas
y repetir con tono admonitorio:
¡Con la belleza no se come! ¿Qué piensas que es la vida!
Por su parte,
mi madre ya difunta, con voz delgada y triste,
augura un lamentable final de mi existencia:
manicomios, asilos, calvicie, blenorragia.
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S. M. nos contempla
desde un daguerrotipo
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Literatura de altos vuelos,
opiniones desde el balcón
Estaba claro, no podíamos tener el patíbulo en esas condiciones.
"Puedo estar dramatizando la cuestión, pero hoy escuché hablar de
formalizar protestas". Uno de los verdugos no soportó dilaciones
y (véase una cabriola funeraria ejecutada con la precisión que da la
experiencia) se dispuso a finiquitar el trámite. "Esperá, el título, a
modo de despedida". Donde el corazón te lleve. Asomaban
algunas sonrisas cuando salió el "dejá, yo me bajo en esta". Algo se
hizo mal, vuelo insuficiente, preparación escasa, no lo sé; minutos
después tres salvadores subían las escaleras con Susana en brazos.
Miré al verdugo, que es lo que pasa, esto así no es, etc. Cuando el
equipo socorrista emprendió la marcha, encontré la respuesta en
un periódico que alguien, con mal gusto, dejó en esa zona de gue-
rra. Corregidores Excopistas 24 hs. Una puerta grande, indeciblemente rasguñada. Comencé con algunos gol-
pecitos; nada. Gritos, rasguños; nada. Un anciano se acercaba lentamente. Esperé que dijera "esta puerta es
infranqueable, está reservada a mi persona y la han cerrado", no. Sugirió un timbre rojo algo alejado.
Efectivamente, fui recibido por una señorita."¿Vé este corredor?, bueno, por ahí ni se le ocurra. Vaya por este
otro, y siga hasta dar con una puerta que pone 'trámites normales'."
Una pequeña nota aclaratoria sobre el tema de los copistas. Cuando los medios de reproducción de libros a
gran escala eran nulos, existían los copistas, encargados de copiar los manuscritos, obteniendo así nuevos
manuscritos; con una peculiaridad, el copista frecuentaba anotar cosas en los márgenes, cuya relación con el
texto era poca; apreciaciones sobre el clima, lista de compras, estribillos de boleros, por lo que el citado podía
padecer modificaciones ajenas a la voluntad del autor. Hoy los copistas evitan la inutilidad del copiado y corri-
gen, sin más.
Me enfrenté al individuo. "Seré breve, tengo este resucitado, lo traigo a ver que recomienda". "Léase algo".
"Aunque ya era adulta, no me sentía segura de nada. No conseguía amarme, sentir estima de mi misma".
"Cambie amarme por suicidarme y quite el resto, tome, con esto le cobra la secretaria". Salí algo más que
decepcionado. No era eso tampoco. Mantengo ahora que los copistas están alejados de la sensibilidad litera-
ria, pero esto al margen. Tomé un autobus, perturbado por volver sin solución; imaginando el canasto des-
bordado, escupiendo lineas insignificantes. La ventanilla mostraba una mañana llena de rutina y algo de des-
precio. Recorridas ya unas cuantas calles me levanté, presioné el botón: parada solicitada. El carromato se detu-
vo y a los segundos el conductor se dió la vuelta. "¿No baja?". " No no, lo apreté para una amiga, ya bajó. Siga
nomás".
"Si yo hubiese tenido un hijo como tú, lo hubiese enterrado al mes de nacer; pero vivo".
Juanma Agulles (afectuosamente) a Quirón Herrador.
"Pero… ¿os dais cuenta?: antes la muerte era diferente". Paco Alonso, difunto en ciernes.
"Yo a estas horas ya estoy más pendiente de la borrachera de mañana que de la de hoy".
Menelo Curti, alcoholista del porvenir.
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