José Enrique
Kodo
CIUDADANO DE ROMA
COLECCION "LA EXPRESION AMERICANA!PRESENTACION
En 1917 la muerte sorprendi6 a José Enrique
Rod6 en Italia. Tenia apenas 46 anos pero los testi-
gos convocados por sus bidgrafos aseguraron que
parecia un anciano solitario de trajes raidos. Era en
ese momento corresponsal de la famosa revista argen-
tina Caras y caretas, que le brindaba al final de
sus dias la posibilidad de viajar a Europa. No pudo
baber fecha mas inoportuna para el cumplimiento
de ese deseo, pues el Viejo Mundo se encontraba entre-
gado a la carniceria de la Primera Guerra Mundial.
La tecnologia bélica cambiaba el universo y los mapas:
las batallas antes combatidas a caballo lo eran abora
en trincheras, con tanques de guerra, armas quimi-
cas y los primeros disparos desde aviones. Sin embar-
go, Rod6 se encontraba en Italia para cumplir su
destino: ver, con sus propios ojos, la cuna de la lati-
nidad —fusion entre el antiguo imperio civilizador
y la cristiandad— y exclamar ante ella una profe-
sion de fe:civis romanus sum, soy ciudadano roma-
no, es decir, heredero de lo mejor de esa tradicion. Para
la época, los mejores bispanoamericanos sentian lo
mismo en sus respectivos paises, en la Ciudad Eter-
na o en Paris: la universalidad de un pasado, de
una raza, la continuidad de una cultura. De ese
sentimiento, en parte, Rod6 era padre, pues apenas
comenzado el siglo XX, todas las juventudes se aco-
gieron a su credo arieslistas ( Véanse el vol. 3 de
Biblioteca Ayacucho asi como la edicion popular en
la Coleccién “Claves de América”). Mas que un libro
era un simbolo: Espana acababa de perder a PuertoRico y Cuba en la confrontacion con los Estados Uni-
dos; el antiguo imperio se desmoronaba y sus here-
deros, de este lado del Atlantico, apelaban a la figu-
ra shakespereana de altos propésitos para entender
a un mundo moderno tan completamente materia-
lista, carente de vuelos ideales, desinteresados, que
Rod6 no conseguia en la tradicion occidental de
estirpe romana y cristiana.
Muchos viajeros de este continente han ido a Euro-
pa en todos los tiempos. A beber en las fuentes, decian
algunos, a comprender, a aprender, siempre en el inten-
to de entender lo que nos singulariza y nos hace parte
del todo. A Rod6, por supuesto, llama la atencién la
peculiarisima composicion politica nacional de Italia:
unidad de porciones crecidas independientemente,
distintas pero totales. Asimismo, se interesa por el
fen6meno del nacionalismo catalan en el que se
juega la unidad del Estado espanol y la personali-
dad propia de una cultura con lengua, instituciones
Jy tradiciones caracteristicas, Desde luego, por donde
va pasando va haciendo comparaciones, procuran-
do apreciar las relaciones que esos bechos tienen con
/o bispanoamericano. Viaja, se puede decir, tanto como
para conocer lo extrano,como para hallar lo que ese
extranjero permite universalizar de lo hispanoame-
ricano. De esta manera, verifica como los eu ropeos nos
ven como uno y de qué forma los hombres de aqui,
radicados alld, experimentan un ensanchamiento
de la patria. Un corazén argentino, dice, se hace
sensible a los infortunios de México; colombianos o
cubanos se sienten orgullosos de la prosperidad de Bue-
nos Aires; 0 los chilenos reconocen que los llanos de
Venezuela y las seluas de Paraguay tienen resonan-
cia en sus espiritus. ACaso esa minucia y erudicion
de situaciones aparentemente muy locales de cada | pais
no se encontrara antes tanto como en José Marti, asi
como, mds tarde, se puede leer en las consideracio-
nes de Alejo Carpentier o German Arciniegas. Se trata