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la escasez
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30 Mar 2009
Hace unos días, en una clase de economía un alumno me hizo una pregunta
que me hizo sentir un… clic. Era sencilla ¿Qué relación existe entre la
escasez y el Jardín del Edén?. La mirada entre ambos provoco un chispazo y,
el dijo en voz alta: ¡es que la pregunta tiene miga!. Como un tsunami la
risotada de todos fue en aumento. Pues bien, los clásicos entienden por
escasez “aquello que implica que no pueden conseguirse todos los objetivos
de la sociedad a la vez, de manera que debe seguirse una política de
prioridades” (1). En terminología anglosajona, tenemos necesidades y
deseos ilimitados y recursos limitados (2).
En el jardín del Edén, Dios había creado el árbol de la ciencia y del mal y el
árbol de la vida. En este huerto vivían Adán y Eva porque “Dios le otorgaría
al hombre todo aquello que necesitase para tener gozo, placer y armonía,
de este modo no le faltaría nada”. Para la Biblia, nos encontramos ante dos
situaciones que consideran el tema que nos ocupa, nos habla como la vida
material está asegurada –de nuestros dos protagonistas- y aparece otro
aspecto, es posible vivir eternamente.
En esta sociedad ideal, ¿no existen prioridades?. Si. El comer una fruta del
árbol prohibido acarrea la expulsión del Edén. Es así como regresamos al
sitio original, descubrimos que este ejemplo mítico no estaba librado de la
relación de medios y fines. ¡Buah!... La sociedad de resultados está implícita
en el origen del pasado cristiano.
En cambio para otro autor como Martinez Coll, la razón de la “escasez está,
en primer lugar, en la limitación de nuestro tiempo de vida y la
imposibilidad de producir y transmitir toda la información que nosotros
tengamos y otros individuos pudieran necesitar”(4). Lo que en buen
romance, la sociedad de la información en la que vivimos con su abundancia
de bit en la red, se enfrenta a la limitación de tiempo en la escala humana.
Un nuevo Edén que surge, ya está estrangulado por la misma parábola que
nos planteo el alumno.