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IV A LOS CIMEOS De qu hado permiti Zeus que fuese yo la presa cuando me criaba, todava nio, en las rodillas de una

madre veneranda; a quien amurallaron en otro tiempo por la voluntad de Zeus que lleva la gida los pueblos de Fricn, jinetes de veloces caballos, belicosos, que se dedicaban a las obras de Ares con el ardor del impetuoso fuego: a la eolia Esmirna, situada junto al mar, azotada por el ponto, a travs de la cual fluye la lmpida agua del sagrado Meles!
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Partiendo de all, proponanse las preclaras doncellas hijas de Zeus celebrar la divina tierra y la ciudad de los hombres; pero stos, a causa de su insensatez, desdearon la sagrada voz, la fama del canto. Alguno de ellos, apesarado, pensar nuevamente que tram mi desgracia para su oprobio. Sufrir la fortuna que la divinidad me asign cuando nac, soportando con nimo paciente el incumplimiento de lo que deseaba; pero mis miembros no me incitan a permanecer en las sagradas calles de Cime, y mi gran nimo me impele a trasladarme a un pueblo de otro pas, aunque me encuentre dbil.
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