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Thriller chilango

31-agosto-2009

"¿Quién entiende a los chilangos?" Me decía el fin de semana un amigo tabasqueño. "Están sin
agua pero van felices 50 mil personas a bailar Thriller." Tiene razón. Visto desde afuera parece
absurdo que al tiempo que atravesamos una situación así, estemos tan entretenidos bailando y
recordando los 51 años del nacimiento de Michael Jackson.
Por supuesto, para los partidarios del sospechosismo, una cosa tiene mucho que ver con la otra: a falta pan - en
este caso agua- circo, así esté compuesto por miles de espontáneos bailando como si acabaran de salir de sus
tumbas.
Es probable que para los más críticos de la sociedad (como mi amigo tabasqueño), sea ridículo que los
ciudadanos se distraigan con esas cosas -como un récord Guiness- cuando hay cosas más serias que atender.
Sin embargo, para los optimistas como yo, creo que podríamos aprender de una cosa para atender la otra. La
realidad es que el festejo de Jackson fue un éxito, una verdadera fiesta que inició por una iniciativa de la sociedad
que, primero a través de Facebook, fue adquiriendo fuerza hasta llegar a los medios tradicionales que permitieron
que todo saliera muy bien.
Mi pregunta es si esa capacidad de organización -que no deja de ser una expresión de capital social- la podríamos
usar para atender problemas, entre ellos, como el abasto de agua.
La pregunta es importante porque la sociedad será puesta a prueba. La escasez de agua nos desafía y pone en
su mayor nivel la tensión individuo-colectivo pues como en una teoría de juegos tenemos dos opciones: apostar
por nuestra sobrevivencia y acumular toda el agua que podamos -lo que garantiza que si todos hiciéramos lo
mismo el agua se acabaría más rápido - o apostamos por usar lo mínimo, bajo la premisa de que los demás harán
lo mismo y así rendirá más. (De lo contrario, si somos los únicos que no acumulan nos volveremos los más
afectados).
El modelo anterior aplica lo mismo en un condominio que para la contratación de las pipas: resuelve cada quién
su problema o cooperamos para pagarlas entre todos, con el riesgo de que algunos quieran sacar ventaja sin haber
desembolsado.
Se trata, como ven, de problemas de convivencia que pasan por la forma en que nos vemos y percibimos a los
otros. Es un dilema que muestra de qué seremos capaces como sociedad, si podremos buscar soluciones juntos o
si entraremos a una dinámica de confrontación, entre personas, colonias o delegaciones.
Ayer muchos vimos con simpatía que la ciudadanía se pusiera de acuerdo para bailar. Veremos ahora si somos
capaces de hacer lo mismo frente a situaciones mucho menos divertidas.
PD. Ahora que viene el informe, ¿tendrá Felipe Calderón un Plan B? (Aquí mi texto al respecto)
PD2. Los espero en twitter y en facebook.

Caster Semenya: la inquietante incertidumbre del sexo


Javier Flores

La deportista sudafricana Caster Semenya, está siendo sometida a un trato humillante. Su


delito fue haber conquistado la medalla de oro en la final de los 800 metros planos en las
recientes competencias mundiales realizadas en Berlín. Su apariencia física, juzgada por
algunos como masculina, es la causa de que se ponga en duda, no solamente su logro más
reciente en el atletismo, sino su identidad sexual… su propia vida.
El deporte se ha convertido en uno de los escenarios en los que aparece recurrentemente el
debate sobre la definición de los sexos. Éste es uno de los territorios más visibles en los que se
expresa la enorme inquietud social que genera una noción –que cada día muestra sus enormes
defectos y por ende su inviabilidad– sobre la existencia de dos sexos únicos.
Es muy probable que si Semenya no se hubiera impuesto sobre las favoritas en ese certamen
seguiría la vida tranquila de cualquier chica de 18 años en su natal Limpopo, o en Pretoria,
donde estudió. Pero ahora está obligada a desnudarse ante un mundo intrigado y ávido por
conocer su condición sexual. Se trata de una violación multitudinaria a su intimidad.
La tensión social que busca ubicar el sexo dentro de dos categorías únicas cuenta con un
dispositivo al que se ha dotado de la mayor autoridad: la medicina científica. Ella es la
encargada de definir el sexo biológico y, en su caso, de corregir los errores que puedan
presentarse mediante la asignación sexual entre las dos únicas categorías médica y
socialmente admisibles: mujer u hombre.
En el caso de Caster Semenya, las muestras de sus fluidos vitales circulan desde hace tres
semanas por los tubos de ensayo, los reactivos y los equipos más sofisticados para la reacción
en cadena de la polimerasa, con la finalidad de escudriñar los más apartados resquicios de sus
genes y funciones endocrinas. A nivel deportivo las pruebas no consideran el sexo de crianza o
el género. Al final, un especialista dará a conocer el dictamen inapelable. Encontrará quizás
algún desorden del desarrollo sexual, que en uno de los escenarios posibles puede conducir a
retirarle la medalla de oro y a arruinar para siempre la vida de una joven, a partir del actual
atraso conceptual y técnico-científico de nuestra especie.
Tendrán que pasar muchos años para que pueda admitirse que, al menos desde el punto de
vista biológico, no hay dos sexos, sino multitud de ellos, a partir del reconocimiento de la
individualidad biológica. Lo anterior cabría conceptualmente dentro de una noción nueva de un
sexo individual, pues cada persona posee una combinación variable de los atributos
anatómicos, endocrinológicos y genéticos que han sido empleados hasta ahora para dar
sustento a las dos categorías únicas, que resultan a todas luces algo imperfecto.
Al respecto Edward Steinach, a quien cito nuevamente aquí, escribió en 1942: “Ejemplares
absolutamente del sexo único son en realidad ideales teóricos; un hombre absoluto es tan ideal
como una mujer absoluta. En cualquier hombre es posible descubrir, mediante un somero
examen, algún leve rasgo de feminidad, y en toda mujer es posible encontrar algún atributo de
masculinidad... Incluso admitiendo que algunos seres humanos, superficialmente observados,
son ciento por ciento masculinos o femeninos, no hay duda de que casi siempre pueden
descubrirse signos pertenecientes al sexo opuesto. Entre un hombre perfecto y una mujer
perfecta existen innumerables gradaciones, y algunas de las más caracterizadas pertenecen a
lo que podría llamarse ‘sexo intermedio’. Nuestra más clara comprensión de estos grados
intersexuales es debida a los experimentos con hermafroditas artificiales, por una parte, y a
nuestro mejor conocimiento de la acción de las hormonas sexuales, por otra”.
Seguirán realizándose las competencias deportivas en las categorías de mujeres y hombres.
Continuarán las controversias sobre el sexo de las competidoras. La ciencia médica creará
nuevos criterios orientados a diferenciar biológicamente a dos sexos. Más vidas serán
destruidas. Seguiremos así, hasta que podamos algún día abrir los ojos y sorprendernos de
nuestra propia ignorancia.

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