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MANIFIESTO SOBRE VICKI MOORE PARA LEER EN CORIA

Vicki Moore no podría creerse que hoy estamos aquí concentrados, seguro que no, ni
ella ni nadie que piense que en el hombre existe algún resto de inteligencia, de
sensibilidad y de compasión. Si a Vicki Moore le dijeran que casi quince años después
de que un toro le causara las terribles heridas que le llevaron a la muerte, en Coria se
seguiría celebrando la misma tradición brutal y sádica que ella vino a denunciar, su
dolor sería probablemente mayor que el que le produjeron las cornadas aquel fatídico
25 de Junio de 1995, porque Vicki era ante todo un ser valiente y generoso al que el
sufrimiento ajeno le causaba mayor angustia que el suyo propio.

Por eso jamás se echó atrás en su lucha contra la crueldad humana con los animales,
nunca antepuso su seguridad a su firme empeño de divulgar la brutalidad como
forma de diversión; ella sabía quiénes eran los responsables de la barbarie y quiénes
las víctimas inocentes, también por eso, no tuvo ni una palabra de reproche ni un
sentimiento de rencor hacia “Argentino”, el toro que derramo su sangre en las calles
de Coria, nunca lo consideró como el culpable de sus heridas. Los que mataron a Vicki
fueron los hombres, fueron los animales racionales que, conscientes de sus actos,
decidieron que torturar a una criatura irracional era un digno pasatiempo y una acción
a preservar.

Y cada año, por las Fiestas de San Juan, Vicki vuelve a morir en Coria, al igual que lo
hace en Medinaceli, en Tordesillas, en cada plaza de toros de este País, muere
siempre que un burro es abatido a palos, un gato despellejado, un perro quemado
vivo o un ganso decapitado. A Vicki Moore le matan de nuevo con cada animal que se
martiriza y asesina en España en nombre de la tradición, del entretenimiento, del
deporte, de la ciencia o de cualquier tipo de industria.

Todos en España saben quién es el matador José Tomás pero muy pocos fuera de los
círculos animalistas conocen la figura de Vicki Moore. Así es este País: aquel que
provoca padecimiento y muerte se lleva las ovaciones y el dinero, para quien pierde
su vida por defender la de otros sólo queda el olvido. Muchos prefieren que su historia
permanezca ignorada, que no se conozca el porqué de su lucha y lo que aquí le
ocurrió. Por eso en Coria imperó el silencio, los impulsores y seguidores de este Rito
violento tenían miedo de que por culpa de la tremenda cogida, peligrase la
continuidad de su pasatiempo sangriento.

No fue así, su tragedia no sirvió para poner fin a esta sinrazón en la que el sadismo
alcanza la categoría de interés de bien turístico. El Toro de Coria sigue siendo una
realidad vergonzosa; por ese motivo y porque la dignidad debe de obligarnos no sólo
a respetar el recuerdo de Vicki, sino a continuar con su labor que es al fin lo que ella
nos pediría si pudiese dirigirse a nosotros, mostremos nuestra más firme repulsa a
que en Coria cada año se siga martirizando y asesinando a toros durante las fiestas.

Vicki no está físicamente aquí, pero contamos con la presencia de Tony Moore, su
compañero en la batalla por el respeto que los animales merecen y continuador de su
obra. Queremos agradecerle su apoyo y su compromiso, pues no ha de ser fácil para
él venir a Coria, venir al lugar donde Vicki sufrió las consecuencias de la ferocidad
humana, que no la de un toro. “Argentino” sólo fue, como ella, una víctima de la
crueldad de algunos hombres y de la complicidad en la violencia y en la comisión de
un crimen legal por parte de las administraciones.

Gracias Vicki, Gracias Toni, y gracias a todos por estar hoy aquí.

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