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BIBLIOTECONOMIA ‘ScomermaereeceeemnEreetD Editora: Luisa Orera Orera DSB0002019 SINTESIS MANUAL DE BIBLIOTECONOMIA LUISA ORERA ORERA (Editora) UNIVERSIDAD AUTONOMA DE YUCATAN Direccin General de Desarrollo Académica Departamento de Servicios Bibiotecarios BIBLIOTECA Primera reimpresién: mayo 1997 Segunda reimpresién: octubre 1998 Disefio de cubierta: IV Disefio grafico Reservados todos los derechos, Esti prohibido, bajo las sanciones penales y el esarcimiento civil previstos en las leyes, eproducir, registrar o transmitir esta publi- caci6n, fategra o parcialmente, por cualquier sistema de recuperacién y por cualquier medio, sea mecsnico, lectrénico, magnético, electrospticn, por fotocopia 0 por cualquier otto, sin fa autorizacién previa por escrito de Editorial Sintesis, S.A © Luisa Orera Orera (editora) © EDITORIAL SINTESIS, S. A. Vallehermoso, 34. 28015 Madrid Teléfono 91 $93 20 98, utpe/iwww.sintesis.com Depésito legal: M-24.745-1998 DsB02019 ISBN: 84-7738-363-4 Impreso en Espana - Printed in Spain Esta obra ha sido publicada cop la Ayuda de la Direccisn General del Libro, Archivos y Bibliotecas, del Ministerio dec Indice PRESENTACION CAPITULO 1: CONCEPTO DE BIBLIOTECONOMIA. Luisa Orera Orera 1.1. Terminologfa 1.1.1, Bibliotecologia .. 1.1.2. Biblioteconomfa 1.1.3. Otros términos 1.2. Evolueién histérica 1.2.1. Biblioteconomfa precientifica 1.2.2. Biblioteconomia cientifica, 1.2.3. Biblioteconomfa especializada 1.2.4. Biblioteconomia internacional 1.3, Cardcter cientifico de la Biblioteconomfa. 4, Relacién con otras ciencias.. 14.1, Biblioteconomfa, Documentacién y Ciencias de ta Informacién 1,5. Hacia una definicién de Biblioteconoma. Notas al Capitulo 1... CAPITULO 2: LA ENSENANZA DE LA BIBLIOTECONOMIA. Luisa Orera Orera 2.1, Evoluci6n de la enseffanza 2.1.1. Nacimiento de la ensefianza formal ; 2.1.2. Inclusién de la Documentacién en las escuelas de bibliotecarios 2.1.3. Atmonizaci6n de las ensefianzas \ 2.2. Las escuelas de Biblioteconomia | 2.2.1, Situacién académica (Locus; 2.2.2. Fines y objetivos . 2.2.3, Denominacién y rango, organizacién, sostenimiento e instalaciones . 2.2.4. Biblioteca. | 2.2.5. Personal docente y no docente 8 Indice 2.2.6. Plan de estudios 2.2.7. Otros aspectos. 2.3. La ensefianza de la Biblioteconomia en Espafia . Escuela Superior de Diptomitic: Escuela de Bibliotecarias de la Diputaci6n de Barcelona Escuela de Auxiliares de la Investigacion . Escuela de Documentalistas... . Escuelas de Bibliotecarias de la Universidad de Navarra .6. La Diplomatura de Biblioteconomfa y Documentaci6n . La Licenciatura en Ciencias de la Documentacién .... 3,8, La ensefianza de la Biblioteconomfa fuera de la Universidad, Notas al Capitulo 2.... CAPITULO 3: LA BIBLIOTECA Luisa Orera Orera 3.1. Concepto de biblioteca 3.1.1, La coleccién o fondo bibliografico. 3.1.2, Organizacién... 3.1.3. La difusi6n de ta informacion. 3.2. Archivo, biblioteca y centro de documentacién.... 3.2.1, Diferencias entre biblioteca y centro de documentacié 3.3. Tipologia bibliotecaria 3.3.1, Clasificacién de la UNESCO. 3.3.2. Clasificacién de bibliotecas de la IFLA 3.3.3. Otras clasificaciones. Notas al Capitulo 3... CAPITULO 4: LA PROFESION BIBLIOTECARIA José Antonio Gémez Hernandez 4.1. El personal de la biblioteca. Actitudes y aptitudes profesionales 4.2. Gestién de personal bibliotecario 4.2.1. Tipologfa del personal bibliotecario .. 4.2.2. La selecci6n... 4.2.3. Recomendaciones sobre personal 4.2.4, La tarea de direccién 4.2.5. Organizaci6n y estructuracién del personal. 4.2.6. Condiciones de trabajo 4.2.7. Las relaciones de los bibliotecarios con los gestores institucionales . Situacién en Espafia.. 4.3. Asociacionismo y desarrotto profesional Notas al Capitulo 4 ..... Indice CAPITULO 5: LA COLECCION. FORMACION, DESARROLLO Y MANTENIMIENTO Luisa Orera Orera 5.1. La seleccién. 5.1.1, Tamafio de la coleccién 5.1.2. Contenido de la coleccién 5.2. La adquisicién de documentos. Procedimientos . 5.2.1. Compra 5.2.2. Donativos, legados y depésitos .. 5.2.3. Canje 5.2.4. Depésito Lega Notas al Capitulo 5 . CAPITULO 6: TRATAMIENTO Y UBICACION DE LA COLECCION Josefina Vilchez Pardo 6.1, Procesos administrativos.. 6.1.1, Proceso administrativo de la adquisicién .. 6.1.2. Registro. 6.1.3, Sellado.. 6.2. 6.3. La ubicacién topogréfica de la colecci6n: la signatura.. 6.4. Control de la coleccién: recuentos 0 inventarios Notas al Capitulo 6 .... CAPITULO 7: LOS CATALOGOS COMO INSTRUMENTO DE RECUPERACION DE LA INFORMACION Luisa Orera Orera 7.1. Concepto y funciones... 7.2. Tipos de catélogos. 7.2.1. Catdlogos manuales.. 7.3. Catélogos de bibliotecas. Ejemplo: Notas al capitulo 7. CAPITULO 8: LOS CATALOGOS AUTOMATIZADOS Y SU CONSULTA PUBLICA Francisco Javier Garcfa Marco 8.1. Introducéién ... 8.2. {Qué es un OPAC? 113 113 116 118 118 120 123 as 131 134 = Ee 14] 142 144 149 153 154 10 Indice oe 8.4, 8.5. | 8.7. Notas al Capitulo Desarrollo histérico: las tres generaciones de OPACS.. Aspectos estructurales: elementos componentes . El usuario. . El profesional . El entorno de trabaj Estructura fisica del sistema informatico . Estructura l6gica de almacenamiento de los datos . El lenguaje de interrogacié '. La codificacién: los términos y clasificacién.. 8.4.8. El interfaz de usuario.. Aspectos dinémicos del OPAC: el acceso bibliogréfico y las estrategias de recuperacién..... 8.5.1. Las fases de la sesion y las funciones del lenguaje de recuperacion. 8.5.2. La asistencia al usuario... 8.5.3. La importancia de formacién. Retos actuales y perspectivas de futuro .. 8.6.1. La biblioteca 3: interconexién de centros y recursos 8.6.2. Hipertexto.. 8.6.3. Entornos graficos: The Book House ¢ IRMA... 8.6.4, Recuperacién asistida mediante sistemas experto: Conclusién CAPITULO 9: CONSERVACION DE LA COLECCION 9.1. 9.2. 9.3. 9.4, 9.5. 9.6. 97. Marta Adelaida Allo Manero Prineipios para la preservaci6n y conservacién de los materiales bibliogréficos Anilisis de la situaci6n: evaluacién de las necesidades de conservaci6n El entorno ambiental 9.3.1. El depésito 9.3.2. La iluminacién. 9.3.3. Control del microclima, 9.3.4. Control de la contaminacién atmosférica . Control biético: previsién contra plagas.. . Proteccién contra el fuego .. 3.7. Proteccién contra el robo y el vandalismo La instalacién y manipulacion de las colecciones.. 4.1, Instalacién y almacenamiento .4.2, Reglamentos para la manipulaci6 EI plan de emergenci Programa de reparaciones y mantenimiento de la coleccié 9.6.1. Actividades reparadoras .. 9.6.2. La encuadernacién.... La preservacién de la informaci6n: técnicas de reproduccién y sistemas de almacenamiento.. 156 157 157 158 158 159 160 160 162 163 165 166, 169 _ 172 172 176 176 177 178 178 181 183 184 184 ce 186 187 egy 188 189 ce 190 192 = 192 ee) 194 Indice 11 9.7.1. Fotocopia... 195 9.7.2. Microfilmaci6i 195 9.7.3. Sistemas de almacenamiento informético 196 9.8. Nuevas estrategias tecnolégicas 197 Notas al Capitulo 9.... 198 CAPITULO 10: EL SOPORTE DE LA BIBLIOTECA Hortensia Garcia Valenzuela 10.1. Eledificio, Problemas planteados en la construccién. Ubicacién, Medidas de seguridad .. 201 10.1.1. La ventilacién. 201 10.1.2. La instalacién eléctrica.. 10.1.3. La calefaccién 10.2.1. Servicios piblicos.. 10.2.2, Servicios interno: 10.2.3, De circulacién 10.2.4. De locales anexos 10.3, Conexiones y sefializacién . CAPITULO 11: EQUIPAMIENTO DE LA BIBLIOTECA Hortensia Garcta Valenzuela 11.1, Mobiliari 215 11.2. Equipamiento técnico... 217 11.2.1, Servicios internos.. 217 11.2.2, Servicios piblico: 218 CAPITULO 12; LOS USUARIOS José Antonio Gémez Hernandez 12.1. La orientaci6n al usuario de la biblioteca 229 12.2, El estudio de los usuarios. 12.2.1. Obtencién de la informacién sobre los usuarios de fuentes indirectas 231 12.2.2. Obtencién de informacién de fuentes directas 232 12.3, Formacién de usuarios 234 124, Técnicas de comunicaci6n y relaciones ptiblicas... 237 12.4.1. Sensibilizaci6n .. 237 12.4.2. 1.aconstruccién de la imagen de la biblioteca. 238 12.4.3, Problemas y actitudes en la comunicacién, 239 12.4.4, Peculiaridades de la comunicacién oral, escrita y telef6nica, 241 12.4.5. Actittdes personales que favorecen la comunicacién 242 Notas al Capitulo 12 .... 242 12 Indice CAPITULO 13: SERVICIOS DE LECTURA EN SALA Y PRESTAMO Araceli Garcia Rodriguez 13.1, Lectura en sala, El acceso a la coleccién 13.1.1, Acceso directo 13.1.2. Acceso indirecto 13.1.3, Acceso semidirec 13.2. El servicio de préstamo... 13.2.1, Préstamo personal . 13.2.2. Préstamo colectivo 13.2.3, Préstamo interbibliotecario .. Notas al Capitulo 13... CAPITULO 14: SERVICIOS DE INFORMACION Y REFERENCIA José Antonio Cordén Garcta 14.1, Concepto ... 14.1.1. Seleccién y adquisicién de una coleccién de materiales primarios 14,1,2. Seleccién y adquisicién de una coleccién de obras de informacién directa ¢ indirecta. .. 14.1,3. Creacién de un archivo o base de datos 14.1.4. Instrucci6n a los usuarios acerca del uso efectivo de las bibliotecas 14.2, Evaluacién del servicio de referen« 14.3, Conclusiones.. Notas al Capitulo 14 CAPITULO 15: ACTIVIDADES CULTURALES EN LA BIBLIOTECA Araceli Garcia Rodriguez 15.1, Definicién y objetivos. 15.2. Actividades de extensién cultural 15.3. Planificaci6n de actividades. Notas al Cap/tulo 15 CAPITULO 16: DEFINICION Y PLANIFICACION DE LA GESTION BIBLIOTECARIA Jaime Luis Pen Pérez 16.1 Los conceptos de planificacién y la definicién de andlisis y funciones en una biblioteca y en un sistema bibliotecario. El establecimiento y puesta en prdctica de la planificacién bibliotecari La ejecucién y el control de gestién del desarrollo de actividades. 16.3.1. Los elementos y el disefio de un sistema de control de gestién 16.3.2. Los indicadores como instrumento informativo de control... 247 249 250 262 265 266 267 272 272 #4) 283 284 289 290 293 296 297 300 301 303 304, Indice CAPITULO 17: LA GESTION ADMINISTRATIVA Y PRESUPUESTARIA. Jaime Luis Peon Pérez 17.1. Lanoci6n de servicio pablico y la gestién administrativa 17.2. El concepto de presupuesto y 1a planificacién presupuestaria 17.3. La atribucién y distribucién de tareas y funciones, 17.4. La ejecucién y control de la gestién presupuestari CAPITULO 18; LA EVALUACION DE SERVICIOS BIBLIOTECARIOS Jaime Luis Peén Pérez 18.1, La nocién de evaluacién y sus aplicaciones practicas en bibliotecas .. 18.2. La evaluacién de los servicios bibli 18.3, La evaluacién de la actividad bibliotecaria: presupuestos, personal y procesos técnicas, 18.3.1. La evaluaci6n de los presupuesto. 18.3.2. La evaluacién de personal..... 18.3.3. La evaluacién de pracesos técnicos 18.4, La evaluacién de bibliotecas y la evaluacin de los sistemas bibliotecarios . CAPITULO 19: LAS BIBLIOTECAS NACIONALES Inmaculada Vellosillo Gonzdlez 19.1. Concepto y evolucién. 19.2. Caracterfsticas y funcione: 19.3. Principales bibliotecas nacionales en el mundo... 19.3.1. Biblioteca Nacional francesa (Bibliothéque Nationale). 19.3.2. The Bristish Library... 19.3.3. Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos (Library of Congress) Notas al Capitulo 1 CAPITULO 20: LA BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPANA Y LAS BIBLIOTECAS CENTRALES DE LAS COMUNIDADES AUTONOMAS Luisa Orera Orera 20.1. La Biblioteca Nacional. 20.1.1. Historia. 20.1.2. Régimen juridico, organizacién y funciones. 20.1.3. Gestion de ta Biblioteca Nacional 20.1.4. La coleccién 20.1.5. Servicios de la Biblioteca Nacional 20.2, Las bibliotecas centraies de las Comunidades Auténomas (CCAA) 20.2.1. Biblioteca de Andalucfa... 20.2.2. Biblioteca de Aragén. 307 309 311 ces 315 316 317 317 319 = apa) 325 328 333 333 334 334 Eee) 337 337 338 342 343 347 354 356 356 14 Indice Notas al Capftulo 20... 20.2.3. Biblioteca de Asturias..... 20.2.4. Biblioteca Nacional de Catalufia. 20.2.5, Biblioteca Regional de Madrid 20.2.6, Biblioteca Publica de Murcis 20.2.7. Biblioteca de Castilla-Leén.. 20.2.8. Biblioteca Valenciana... 20.2.9. Otras Comunidades Auténomas. CAPITULO 21: LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA. 21.1. 21 213 214. Notas al Capitulo 21. 2. Normas y recomendaciones para bibliotecas universitari José Antonio Gomez Hernandez La funcién de la biblioteca en la Educacién Superior 21.2.1, Normas internacionales para bibliotecas universitarias .. 21.2.2. Normas espafiola : Los usuarios .. Tendencias actuales en la gestién.. 21.4.1. Modelo y estructuracién de las bibliotecas universitarias.. 21.4.2. La comunicacién en [a biblioteca universitaria, 21.4.3. Cooperacién y rede CAP{TULO 22: LAS BIBLIOTECAS ESPECIALIZADAS 22.1 22.2. 22.3, 22.4. Inmaculada Vellosillo Gonzdlez Concepto, caracteristicas y funciones ... Los fondos en las bibliotecas especializadas: composicin y tratamiento. Los usuarios y los servicios en las bibliotecas especializadas Las bibliotecas especializadas en Espafia... CAPITULO 23: LA BIBLIOTECA PUBLICA 23.1. 23.2. eek Luisa Orera Orera Definicia y funciones 23.1.1. Manifiesto de la Normas para bibliotecas paiblicas . Servicios de la biblioteca piblica. 23.3.1. Servicio de informacién y consulta de documentos. 23.3.2. Servicios para nifios y j6venes 23.3.3. Servicios a escuelas... 23.3.4. Servicios a personas discapacitadas. Servicios a personas que no pueden acudir a la biblioteca, Servicios a minorias éinicas y lingifsticas...... 357 357 bee 359 359 360 360 361 363 366 366 370 371 374 374 375 375 cus KES 380 382 384 387 387 390 393 394 394 = 396 Indice 23.4, Sistemas de bibliotecas puiblicas 23.4.1. Sistemas urbanos. 23.4.2. Sistemas “rurales” . 235, Bibliotecas piblicas en Espatt 235.1. Bibliotecas pablicas de titulari 23.5.2. Bibliotecas piiblicas municipales 23.5.3. Sistemas bibliotecarios aut6nomos .. Notas al Capitulo 23 . CAPITULO 24: BIBLIOTECAS ESCOLARES José Antonio Gémez Hernandez 24.1, Fundamentos tedricos de la biblioteca escolar en Espafta. Los planteamientos de la LOGSE y la Reforma Educativa sobre las bibliotecas y el acceso a Ia in- formacién 24.1.1. La biblioteca escolar en la Educacién Infantil 24.1.2. La biblioteca escolar en la Educacién Primaria 24.1.3, La biblioteca escolar en la Educacién Secundaria Obligatori 24.2. Problemas pata la normalizacién de la biblioteca escolar en Espafia . 24.3. Aspectos basicos de gestién de bibliotecas escolares 24.3.1, Objetivos.... 24.3.2. Modelo de biblioteca escolar 24.3.3, Algunas recomendaciones generales. 24.3.4. Posibilidades de coordinaci6n de las bibliotecas escolares. 24.3.5. Servicios y actividades Notas al Capitulo 24 . CAP{TULO 25: FUNDAMENTOS DE POLITICA BIBLIOTECARIA Juan Ros Garcta 25.1. Concepto de politica bibliotecaria... 2. Componentes de la politica bibliotecari 25.2.1, Primer componente: el Estado . 25.2.2. Las Comunidades Auténoma: 25.2.3. Los partidos politicos 25,3. Hacia un modelo de biblioteca Notas al Capitulo 25...... CAP{TULO 26: REDES DE BIBLIOTECAS Antonio-Paulo Ubieto Artur 26.1. Concepto y origen.. 26.2. La infraesiructura telemética y sus servicios EI modelo de referencia OSI de ISO: la teorfa... Los servicios de transporte: redes fisicas (niveles 1-6 OSI) = 399 401 401 402 404 404 405 407 408 410 412 415 416 416 416 417 418 419 7. 16 Indice 7 Notas al Capitulo 26 . 26.2.3. Los servicios de aplicacién genéricos (TCP/IP y OSI): nivel 7 OST 26.2.4, Localizacién de informacién: varios (TCP/IP), X.500 (OSI) Principales redes de bibliotecas 26.3.1, Procesos bibliotecarios y normalizacién ISO (nivel 7 OSI) 26.3.2. Modelos de redes de bibliotecas . 26.3.3. Algunas redes de bibliotecas.. CAPITULO 27: COOPERACION INTERNACIONAL, 27.1. 27.2. 27.3. 27.4. Notas al Capitulo 27 BIBLIOGRAFIA..... Luisa Orera Orera Concepto de cooperacién. Organismos internacionales de cooperacin Planes internacionales de cooperaci6i Normalizacién internacional 451 453 454 455 457 458 463 467 469 471 _ 476 _ PRESENTACION Al escribir un manual de Biblioteconomfa, necesariamente hay que reflexionar sobre la biblioteca, que sufre hoy la mayor crisis de identidad de su historia acompa- fiada de negros augurios en su futuro, habléndose incluso de su desaparicion. El mundo de la informacién, acompafiado por el desarrollo tecnolégico y las tele- comunicaciones, ha experimentado tal cambio, cuantitativo y cualitativo, que ha roto todos los esquemas anteriores. Por otra parte, los acontecimientos se suceden tan ra- pidamente que no hay tiempo para asimilarlos. Deslumbrados y desorientados ante tales cambios surge entonces la pregunta acerca de si la biblioteca, que ha tenido una existencia reposada a lo largo de su historia, ser capaz de adaptarse y sobrevivir a cambios tan vertiginosos. Frente esto, la biblioteca ha comenzado un proceso de adaptacién a estos cambios, con la incorporacién de nuevos soportes en sus colecciones, la aplicacién de nuevas tecnologfas a los procesos de gestién y servicios a los usuarios, asf como la integracién en redes. Y como resultado de todo ello, actualmente las bibliotecas gozan de mayor desarrollo y vitalidad que en otras épocas, coincidiendo este mayor grado de evolucién con los paises mas avanzados en los campos a que antes nos hemos referido, En este inmenso y diversificado mundo de la informacién, creemos que hay lugar para todos los sistemas de informacion, haciéndose necesaria ademds una especiali- zacién de los mismos, porque si no fuera asi, éste resultaria inabarcable. Las bibliote- cas tienen un papel muy importante que cumplir dentro del mundo de la informacién en general y mas concretamente, en el Ambito de la informacién, formacién, desarro- llo de la cultura e incluso, en la ocupacién del ocio de los ciudadanos, en este ultimo caso por parte de la biblioteca publica. En otro orden de cosas, la existencia de bibliotecas tales como las nacionales, publi- cas, universitarias y escolares, como diversas manifestaciones de la biblioteca, entendida éta como un servicio piiblico, contribuyen al desarrollo de la libertad de pensamiento. Si algtin dia la biblioteca, foro de encuentro de ideas y culturas diferentes, muriera, esta libertad sufrirfa un duro golpe. Convencidos dé-que la biblioteca, aunque sometida a una constante y profunda evolucién, perdurar4, nos decidimos a escribir este Manual de Biblioteconomfa, acep- 18 Manual de Biblioteconomia tando la invitacién del profesor Lopez Yepes, que coordina la colecci6n “Biblioteco- nomfa y Documentacién” de la editorial Sintesis y contando con Ia valiosa colabora- cién de todos los profesores que se han ocupado de escribir los distintos capitulos. El Manual pretende servir de ayuda a aquellos alumnos que cursan estudios de Biblioteconomia y Documentacién y que necesitan adquirir conocimientos sobre el amplio mundo de las bibliotecas, por lo que se ha pretendido dar una visin global so- bre el tema. El contenido de la obra se articula en torno a cuatro apartados: — El primero comprende los capftulos 1 a 4 y cumplen una funcién introducto- ria, En él se desarrollan los conceptos de Biblioteconomfa y biblioteca, y se habla acerca del personal bibliotecario, — El segundo, integrado por los capftulos 5 a 18, se dedica a Biblioteconomfa ge- neral, traténdose aspectos que afectan a cualquier biblioteca como son: la for- maci6n, desarrollo, mantenimiento y conservacién de la colecci6n, el trata- miento técnico y la creacién de catdlogos, el seporte fisico de la biblioteca, los usuarios y los servicios, asf como la planificacién, la gestion bibliotecaria y la eva- luaci6n de los servicios. — El tercero, compuesto por los capitulos 19 a 24 se centra en el estudio de los distintos tipos de bibliotecas: nacionales, universitarias, especializadas, publi- cas y escolares. — Elcuarto y ultimo apartado, que recoge los capitulos restantes, se dedica al es- tudio de las diversos aspectos relacionados con la cooperacién interbiblioteca- tia: el concepto de politica bibliotecaria, el Sistema Bibliotecatio Espajiol, la redes de bibliotecas y, por tiltimo, una visién general de la cooperaci6n inter- nacional. Se incluye ademés, una bibliogratia por capitulos y una general en la que se reco- gen obras de referencia (manuales, diccionarios, enciclopedias, directorios) y revistas. La elaboracién de la obra ha supuesto una experiencia larga y trabajosa y, por tanto, dura pero gratificante, tanto en el plano profesional como humano. En el pri- mero, se ha producido un intercambio de conocimientos entre profesores especialistas de varias Universidades y, como consecuencia, un gran enriquecimiento. En el plano humano, ha sido una experiencia entrafiable que nos ha servido para mantener 0 en- tablar por primera vez una amistad con aquellos compafieros que no conociamos. Los retrasos, los problemas humanos, etc., creo que nos han unido. Con la esperanza de que el sentimiento sea recfproco, desde aqui les damos a todos las gracias. Somos conscientes de que todo es superable y también de que realizar una obra por primera vez es lo més costoso, por lo que una vez hecho el primer esfuerzo, nos gustaria tener ocasién de perfeccionarla en el futuro. Luisa Orera Orera 1 CONCEPTO DE BIBLIOTECONOMIA Luisa Orera Orera 1, Terminologia Antes de pasar a estudiar el concepto de Biblioteconomfa es preciso hablar de los distintos términos usados para definir la ciencia bibliotecaria, paso previo para clarifi- car este concepto y estudiar su evoluc Han sido muchas las denominaciones utilizadas, fruto, a nuestro modo de ver, de la propia evolucién del concepto. En la actualidad siguen siendo varios los términos utiliza- Gos. En espafiol los dos mas conocidos son el de Bibliotecologia y el de Biblioteconomia. LLL. Bibliotecologta Detiva de tres vocablos griegos: biblion, libro; theke, caja; logos, palabra, verbo. Este término fue propuesto por Ernesto G. Gietz en 1940 en su obra Biblioteca y ele- mentos bibliogr4ficas, e inmediatamente adoptado y definido por Domingo Buonocore como: “EI conjunto sistematico de conocimientos telativos al libro y a la biblioteca”. Fumagalli lo usa como sindnimo de Biblioteconomia. Sin embargo, Buonocore considera que la Biblioteconomfa es s6lo una rama de Ja Bibliotecologfa que com- prende las disciplinas que: “... se refieren al libro en sf mismo, individualmente como entidad auténoma, y las relativas a la biblioteca, esto es, el libro como elemento inte- grante de una serie, conjunto 0 universalidad de hecho”? En el primer grupo incluye la Bibliologfa, Bibliotecnia y la Bibliografia, y en el se- gundo, la Biblioteconomia y la Bibliotecografia. Como disciplinas auxiliares: Paleo- grafia, Diplomética, Filologfa y Metodologfa Histérica, Emilia Currds también dife- rencia ambos términos: “... el término biblioteconomia sigue persistiendo y sigue utilizéndose. Pero he aqui que el concepto estatico de biblioteca, como lugar donde se conservan y guar- dan los libros, se ha visto convulsionado, Actualmente se acude a ellas para buscar informaci6n... E] término Biblioteconomia se ha quedado pequefio y se ha empeza- doa utilizar el de Bibliotecologta. 20. Manual de Biblioteconomia Se ha dicho que la Biblioteconomia presupone una postura estética, mientras que la Bibliotecologia implica un movimiento dinémico. Es un término de uso muy reciente sobre todo en Espaiia, en donde atin no es aceptado por la mayorfa de los bibliotecarios. Segtin los razonamientos aquf expuestos, la bibliotecologia, como tratado de las bibliotecas y englobando en éstas todos los procesos que en ella tienen lugar, desde que llega el libro hasta que sale la informacién hacia el lector, comprende la Biblio- logfa, la Bibliografia y la Biblioteconomfa, Aunque todas ellas sean parte del mismo rango y se consideren a un mismo nivel cientifico y metodolégico.”> La relaci6n entre estas ciencias las representa graficamente: LIBROS ct ESTUDIA RECOPILA f CLASIFICA “BIBLIOLOGIA CONSERVA BIBLIOTECA DESCRIBE | BIBLIOGRAHA ORGANIZACION Y ADMINISTRACION BIBLIOTECONOMIA DIFUNDE —————— INFORMACION BIBLIOTECOLOGIA‘ Mas recientemente, E. Molina propone en Espafia el uso del término Biblioteco- logfa en vez del de Biblioteconomfa. A propésito de dicho cambio, el autor expone: Capitulo I: Concepto de Biblioteconomia 21 “Las disquisiciones lexicol6gicas de Buonocore, que vemos también en un contex- to mucho més actual, incluidas en cl pensamiento de Serrai, nos permiten reconocer Jas siguientes asociaciones semédnticas: nomos (-nomia) con normas, usos, précticas de aprendizaje y de ejecucién, para un periodo precientifico y empitico; logos (-logia) con el conocimiento cientifico y con la teorfa y sus desarrollos técnicos. ZY no puede -no necesita~ la Biblioteconomia cientifica, la Biblioteconomfa tal como hoy Ia concebimos (0 al menos, tal como yo propongo definirla y profesarla) lamarse més propiamente Bibliotecologfa, eliminando de sf los significados inope- rantes y obsoletos que datan de un pretérito ya superado? El interrogante queda abierto, y mi propuesta modestamente en pie.” Independientemente de las diferencias sefialadas por distintos autores, Biblioteco- nomfa y Bibliotecologia constituyen con frecuencia sinénimos, determinando el uso de uno 'u otto término el Area cultural de que se trate. Por ejemplo, el 4rea sudameri- cana emplea el término Bibliotecologia, mientras que en Espafia el término més ex- tendido es el de Biblioteconomia. 11.2. Biblioteconomia Este término viene de: biblion, libro; theke, caja, armario; y nomos, regla, ley. Es el de uso mas generalizado en Espaifa. Ya hemos sefialado que a veces se usa como sindnimo de Bibliotecologia. Tam- bién hemos dicho que algunos autores (Buonocore, Currds, etc.) la consideran una ra- ma de la Bibliotecologfa. Buonocore la define como: «... el conjunto de conocimientos tedricos y técnicos relativos a la organizacion y administracién de una biblioteca. Comprende una parte doctrinaria que estudia la teoria de la selecci6n y adquisicién de libros, catalogacién, clasificacién y el régimen econémico-administrativo de Ja biblioteca: recursos, local y mobiliario, personal, conservaci6n de los libros y uso de la biblioteca y una parte que se relaciona propia~ mente con el arte de administrarla, de gobernarla, para realizar con la mayor eficacia y el menor esfuerzo los fines especificos de la institucién. La primera parte es cientffico-técnica; la segunda, en cambio, polftico-adminis- trativa, pues comprende el estudio de los métodos, medios y formas mds convenien- tes para asegurar un buen servicio publico de lectura.”® Carrién usa el término Biblioteconomfa para seferirse a la ciencia que se ocupa de la biblioteca: “La vieja Biblioteconomia se ha transformado porque a la biblioteca ac- tual se le pide que trascienda sus propios fines tradicionales. La complejidad creciente de la biblioteca y de la estructura bibliotecaria exigen una serie de conocimientos a cuyo conjunto podemos seguir Ilamando, si queremos, biblioteconomia”?. ‘Mas adelante vuelve a reiterar la denominacidn de Biblioteconomia: “La realidad, sobre todo la hist6rica y social, con su complejidad ha hecho asf diversificarse el cono- cimiento bibliotecario, pero, al mismo tiempo, han hecho nacer una nueva rama del arbol de la ciencia: la ciencia de lo que tienen en contin tadas fas bibliotecas. No hay inconveniente alguno en que, conservando un viejo y prestigioso nombre, la llamemos biblioteconomia’s. En espafiol, otros términos han sido menos afortunados, como, por ejemplo, el de Bibliotecosoffa, tratluccién del término alemén Bibliothekswissenschafi, recomendado por Tumburus, 22 Manuat de Biblioteconomia 1.13. Otros términos En inglés se usan varios términos relacionados de una u otra forma con la “Cien- cia de la biblioteca”: — Library Economy. — Library Service, — Library and Information Science. — Library Science. — Librarianship. Los dos tiltimos son los mas usados a la hora de denominar la “Ciencia biblioteca- ria”. La ALA los define asf: — Library Science: “Bibliotecologia. Conocimientos necesarios para seleccionar, adquisir y organizar la informacién registrada, utiliz4ndola para cubrir las ne~ cesidades y demandas de los lectores”. — Librarianship: “Cargo 0 funcién del bibliotecario; profesién de bibliotecario; cometido del bibliotecario, Profesién que se ocupa de aplicar el conocimiento de medios y de aquellos principios, teorias, técnicas y tecnologias que contri- buyen al establecimiento, preservacién, organizaci6n y utilizacién de los fon- dos de las bibliotecas y la difusién de fa informacion a través de los medios in- dicados para ello”®. A lo largo del Manual nosotros utilizaremos la denominacién de Biblioteconomia porque es el término més extendido en Espafia. 1,2. Evolucién hist6rica La existencia de la Biblioteconomia es muy antigua, y ha variado tanto como ta biblioteca, En esta evolucién podemos distinguir varias etapas: 1) Biblioteconomfa precientifica, 2) Biblioteconomfa cientifica. 3) Biblioteconomia especializada, 1.2.1. Biblioteconomia precientifica Algunos autores han distinguido una etapa que denominan precientffica, que se corresponde con bibliotecas consistentes en depésitos de tesoros bibliogrdficos! y unos bibliotecarios erudito-conservadores. A esta fase corresponde una dilatada etapa hist6rica de las bibliotecas, que nacen en el mundo oriental y se extenderan al occidental. Los ejemplos son numerosisimos: la biblioteca de Ebla, la de Asurbanipal, las “casas de la vida” egipcias, etc. Durante este perfodo destacaron las bibliotecas de Alejandsfa y Pérgamo, rodeadas de leyenda. La primera, creada por Ptolomeo I Soter (366-283 a. C.), fue sin duda la mas famosa de la Antigtiedad, hasta que desaparecié bajo el califa Omar. Igualmente fue famosa la bi- blioteca de Pérgamo en la que, segiin una opinion hoy desterrada, se comenz6 a usar el pergamino. De Roma son muy conocidas las del Palatino y la Octaviana en época de Cayo Julio César (10f a. C.-44 d. C.), bajo el cual se establecieron las bibliotecas publi- Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 23 cas. Durante la Alta Edad Media, la cultura quedé en manos de la Iglesia, floreciendo las bibliotecas monésticas, gracias a cuyos scriptoria se conservé gran parte de la cultu- ra occidental. También en el mundo isl4mico surgieron importantes bibliotecas. En la Baja Edad Media las bibliotecas fueron mas abundantes, apareciendo las catedralicias ylas de las universidades, asf como las de los monarcas y nobles. Durante este largo perfodo comienza a desarrollarse la Biblioteconomfa, concebi- da como el arte de conservar los tesoros de aquellas bibliotecas. Las técnicas para conservar los libros se remontan a la época del nacimiento de las primeras bibliotecas. Ya en Ebla se pone de manifiesto la aplicacién de técnicas bibliotecarias: “Clasifica- cién de los materiales, signaturas en los lomos de las tabletas para su pronta localiza- cidn y estanterfas en las que los materiales descansaban ordenados por su forma y por su contenido para que se conservaran con seguridad y se encontraran con rapidez”!, En época romana, Varrén y Vitrubio se ocuparan de escribir consejos para la con- servacién del libro. Estos serén numerosos a lo largo de la Historia y cada estudioso hard referencia a los autores de su pafs. Podemos recordar las Etimologtas de san Isi- doro’2, Posteriormente, la Instructio Officialium -sobre todo el capitulo Librarius- de Umberto de Romanis, realizado en 1260 y publicado en 1505, y una segunda edicin, en 1507. Otros escritos como el titulado Informatorium Bibliothecae, de Georgius Carpentarius, conservado en Ja Biblioteca de Basilea, etc.!3, Siguiendo con la evolucién de las bibliotecas, la invencién de la imprenta por Jo- hannes Gensfleisch Gutenberg en el siglo xv, tendra gran trascendencia en dicha evo- lucién. Los siglos xv y XVI fueron época de creacién de grandes bibliotecas: la Marcia- na de Venecia, la Ambrosiana de Mildn, la Mediceo Laurentiana de Florencia, etc. En el siglo xvir crecieron las bibliotecas de la Compaiifa de Jestis, las de importantes mo- nasterios de centro Europa y las grandes bibliotecas reales, origen luego de las biblio- tecas nacionales, como la de Fontainebleau", Paralelamente, la Biblioteconomfa ir evolucionando, Se admite generalmente que fue Gabriel Naudé, el futuro bibliotecario de Mazarino, quien establecié en 1627 los principios de la Biblioteconomia moderna en su Advis pour dresser une bibliothéque's. En 1644 apareci6 una edicién corregida y aumentada por Louys Jacob en la que se in- clufa un Traicte des plus belles bibliotheques publiques et particuliéres, qui ont esté et qui sont a pressent dans le monde. Més tarde se tradujo al latin y al inglés. En su obra, Naudé se ocupa de diversos temas relacionados con la biblioteca co- mo: “... el ntimero y los libros que deben formarla, los donativos, los servicios de la bi- blioteca, su ubicacién, 1a colocacién de los libros, el acceso a la biblioteca, las cualida- des de] bibliotecario, ete.”"*. Aunque la palabra Biblioteconomfa la usé por primera vez Gabriel Naudé en 1633 en su Bibliografia Politica’, parece que no se impondria hasta pasados dos si- glos, cuando el librero-biblidgrafo Léopold-Auguste-Constantin Hesse la lance en su obra: Bibliothéconomie: instructions sur l’arrangement, la conservation et l’administra- tion des bibliothéques, publicada en 1839, bajo el seudénimo de L. A. Constantin. En la obra, el autor separa la Biblioteconomfa de la Bibliografia y pone el acento en los conocimientos técnicos, que, segtin él, habfan sido infravalorados hasta entonces. La obra pasa revista a problemas relacionados con las colecciones (constitucién, creci- miento, clasificaci6n, catalogacién, conservacién), con los usuarios (deberes reciprocos del personal y del pubblico, acceso a los libros, préstamos) y con la misma biblioteca en cuanto a servicio organizado (reglamento, personal, contabilidad, local, amueblamiento), que son los tres tipos de problemas que hoy, todavia, constituyen la base de la ensefianza de la Biblioteconomia’’. 24 Manual de Biblioteconomia Estos dos tiltimos autores seran ya representantes de lo que algunos denominan Biblioteconomfa protocientifica”’. 1.2.2. Biblioteconomta cientifica La evolucién de la Biblioteconomfa desembocaré en la llamada Biblioteconomia cientifica, que hard su aparicidn en el siglo xix. Se corresponde con unas bibliotecas- centros de informacién/educaci6n/recreo sociocultural, y con unos bibliotecarios/ agentes difusores de la informaci6n. La Biblioteconomia en esta fase es la ciencia de la seleccién organizada y de la difusién de los fondos \ibrarios y audiovisuales. En esta evolucién parece que hay unanimidad en admitir que e\ momento decisi- vo es la aparicin de la biblioteca pablica en el mundo anglosajén, lo que acontece a mediados del siglo xix. Pero este nacimiento es fruto de una demanda social que hunde sus rafces en épocas anteriores, por lo que conviene detenernos en sus origenes, de los cuales los més préximos hay que buscarlos en el siglo xvill, €poca del inicio de la lectura publi- ca frente a la lectura institucionalizada anterior, cuando jas bibliotecas estaban al ser- vicio de una institucién 0 eran privadas. Hay algunas circunstancias que contribuye- ron a ello: a) Triunfo de la cultura secular frente a la religiosa. El proceso de secularizacion de la cultura, que tiene sus orfgenes en el Renacimiento, alcanza su culmina- cidn en el siglo xvin. b) Triunfo de los libros en lengua verndcula frente a los libros en lengua latina. La publicacién generalizada de libros en lengua verndcula, favorecié la circulacién imerior del libro, por ser muchas las personas que sabian leer, pero ignoraban el latin y, atin més, el griego. Los capaces de leer disponfan normalmente de recursos econdmicos holgados, pero, en muchos casos, no suficientes para adquirir los libros en cuya lectura estaban interesa- dos, por lo que se vieron obligados a recurrir a las bibliotecas existentes, algunas de las cuales se hicieron mAs accesibles: los gobiernos crearon bibliotecas nacionales (ponien- do al servicio de los ciudadanos las bibliotecas reales); algunos nobles abrieron las suyas y las iglesias se preocuparon por facilitar libros. Por otra parte, para atender esta demanda, surgieron nuevas bibliotecas, como las bibliotecas parroquiales, que nacievon en Inglaterra y sus colonias americana, y, aun- que sus libros, en general, iban destinados a la formacién de religiosos, a veces se ofrecfan a los laicos. También aparecieron a principios del siglo xvill, y asimismo en Inglaterra, los clubes del libro o sociedades de lectura, que al principio fueron suscita- dos por clérigos. Posteriormente evolucionaron hasta consistir en que varios conoci- dos 0 amigos se reunieran para poder leer. Para ello se adquirfan una serie de libros mediante la aportacién econémica de cada uno de ellos. Cuando habfan sido leidos se vendfan y compraban otros. Habia también otro tipo de bibliotecas, como las llama- das de préstamo, muchas veces organizadas por libreros, como ampliacion de su nego- cio”, En cuanto al concepto actual de biblioteca publica, tiene su origen en el siglo xix y est ligado al mundo anglosajén. Nace con la finalidad de proporcionar libros a las clases sociales cuyos miembros no habfan tenido acceso al mismo en los siglos anterio- Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 25 res, Con ellos se pretendfa proporcionar a dichas clases sociales: formacién profesio- nal, moral y recreo. En el siglo xix, se dieron una serie de cambios socio-econémicos y culturales que influyeron directamente en el nacimiento de las bibliotecas publicas: 1) La sociedad industrial trae, entre otras cosas, la posibilidad de ascender en la escala social mediante al acceso a puestos de trabajo mejor remunerados. Esta posibilidad de acceso esta unida a la mejora de formaci6n profesional. Por otra parte, el asceriso en la escala social lleva consigo la necesidad de adaptar- se a nuevas costumbres, a una nueva moral, etc. Todo ello genera la necesidad de formacién de todo tipo, que puede adquirirse por distintos medios, incluido el de la lectura. 2) El abaratamiento del libro, impulsado por una serie de avances tecnolégicos que permiten producir mAs libros y mas baratos, y por el crecimiento de la de- manda, unido a una nueva clase lectora, que se noté sobre todo en el aumento de las tiradas de prensa. 3) Demanda de lectura, unida a la demanda de instruccién, por parte de las cla- ses populares. Ello se basaba en la idea de que sin disponer de lecturas ade- cuadas, el esfuerzo de aprender a leer resultaba initil. El problema era importante, afectaba a toda la sociedad, y las bibliotecas debian ser para todos y sostenidas con dinero pUblico, de ahf su nombre*!, Andando el tiem- po, la biblioteca ptiblica se consolidarfa como una biblioteca para cualquier ciudadano sin distincién de raza, color, nacionalidad, edad, sexo, religién, lengua, situacién social onivel de instruccién” y con misiones informativas, culturales y recreativas. Todo ello influy6 de forma decisiva en la evoluci6n de la Biblioteconomia que tuvo que cambiar sus antiguos principios para adaptarse a las necesidades de los nuevos usuarios que irrumpfan en una biblioteca de todos. Hay, ademis de la profunda evolucién de la biblioteca, otra serie de factores, que contribuirfan a la evolucién de la Biblioteconomia, entre los que podemos citar: a) La creacién de las primeras asociaciones profesionales. La ALA (American Library Association), nace en Filadelfia en 1876. Ha contribuido a desarrollar la docirina bibliotecaria, centrandose en aspectos relativos a las técnicas (coo- peracin, normalizacién, formacién profesional), asi como aquellos relaciona- dos con la funcién decisiva en el campo de la ensefianza de la Biblioteconomia, al homologar, o no, las Escuelas de Biblioteconomia en América. En 1877, nace la LA (Library Association), que cumple un papel decisivo en la formacién profesional en Inglaterra: “... a su cargo ha cortido durante afios la formacién pro- fesional en Gran Bretafia”?. La IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions), nace en Edimburgo en 1927 y, aunque al princi- pio tuvo problemas”, posteriormente se ha extendido al mundo entero y ha te- nido una gran influencia en la configuracién de la doctrina bibliotecaria, po- niéndose a la cabeza del resto de las asociaciones. Sus principales objetivos son: “promover el conocimiento internacional, la cooperacién, la discusién, la investigacién y el desarrollo de todos los campos de la actividad bibliotecaria, incluidos los servicios bibliogréficos y de informacién y la formacién profesio- nal, asf como disponer de un organismo para representar a los servicios biblio- tecarios de interés internacional”. Ademés de éstas, existen numerosas y di- 26 = Manual de Biblioteconomia versificadas asociaciones profesionales, que se ocupan con mayor intensidad de determinados aspectos de la Biblioteconomia. 6) La institucionalizacién de la ensefianza de la Biblioteconomfa, con la aparicién de las escuelas de bibliotecarios. En 1879, Melvil Dewey, bibliotecario del Co- lumbia College, present6 a la American Library Association un plan para or- ganizar una escuela de bibliotecarios. En 1887 la Columbia Schoo} of Library Economy, la primera escuela de bibliotecarios, abrié sus puertas*, Posterior- mente, estas escuelas de bibliotecarios se fueron multiplicando, y paulatinamen- te, se sentaron las bases para una evolucién en la formacién de los bibliotecarios. La publicacién de las obras especializadas sobre Biblioteconomia ha contribui- do, sin duda, a la configuracion actual de la disciplina. Desde la publicacién en 1876 de la Decimal Classification de Dewey, la literatura ha crecido de tal for- ma que hoy es dificil controlarla, a pesar de la existencia de bases de datos es- pecializadas: Information Science Abstracts; Library and Information Science Abstracts, etc. Su crecimiento ha sido espectacular: ya en 1972, Taylor estimé que se publicaban al afio 6.500 documentos relacionados con esta materia: 1,000 libros y folletos, 1.000 informes y 4.500 articulos?’. ¢ 1.2.3. Biblioteconomta especializada El concepto de Biblioteconomia especializada fue usado por primera vez en 1908 por John Cotton Dana, que junto con un grupo de bibliotecarios se separé de la Ame- rican Library Association y fundé la Special Libraries Association’, ‘Aqui, sin embargo, usamos el término para designar aquella parte de la Bibliote- conomfa que se encarga del estudio de los distintos tipos de bibliotecas. La biblioteca, que en un principio fue una, se fue diversificando con el paso del tiempo, a medida que iba desarrolldndose. La diversificacién lograré pleno crecimien- to en el siglo xx, que es cuando se ha dado una gran expansion de las bibliotecas a causa, entre otros factores, de la elevacién del nivel de vida, del desarrollo de la ense- fianza y, por tanto, disminucién del analfabetismo y aumento del ntimero de lectores, y del enorme crecimiento de la produccién de libros, revistas y otros documentos. La oferta de bibliotecas se ha multiplicado: “... pues los bibliotecarios en su misién ponti- ficial de canalizadores de los mensajes de los autores, han tratado de facilitar a cada lector el libro de interés para él y han consolidado varios tipos de bibliotecas para ha- cer frente tanto a la gama cada vez més amplia de las apetencias del puiblico lector co- mo ala gran cantidad de libros que aparecen de las materias mas dispares.” Hoy dia, no existe una biblioteca Unica, sino distintos tipos y variedades que se adaptan a las necesidades de Jos usuarios” y hay una parte de la Biblioteconomfa que se ocupa del estudio de esta variada tipologia. 1.2.4, Biblioteconomia internacional El tiltimo tramo en la evolucién de la Biblioteconomia est4 representado por lo que se ha dado en lamar Biblioteconomfa internacional, paralelo al de Bibliotecolo- gia internacional. Este término, que es relativamente nuevo, como ha sefialado Dan- ton, ha sido muy usado pero pocas se ha definido’, John Harvey la ha definido como: «.. el conjunto de las relaciones bibliotecoldgicas internacionales”, y M. V, Rovels- Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 27 tad, por su parte, como: “un conjunto de principios y de actividades aceptados y admi- tidos por varios pafses, destinadas a servir de marco global a las operaciones bibliote- colégicas nacionales concebidas deliberadamente para mejorar y facilitar el acceso universal a la informaci6n y evitar duplicaciones intitiles”®’, M. Carrién expone respecto a la Biblioteconomfa internacional que: “Lo interna- cional es el verdadero campo de la cooperacién. La cooperacién que podriamos lla- mar ‘interior’ puede moverse por planes y, tratandose de bibliotecas sostenidas por nero piiblico, ser dirigida de hecho, por quien dispone de los medios financieros. La cooperacién internacional, por su parte, suele moverse hacia metas muy concretas, fi. nancidndose con los medios aportados por cada participante y tener un apoyo doctri- nalmente s6lido. Este apoyo doctrinal constituye la base de lo que podemos llamar ya biblioteconomfa internacional”. El nacimiento de este aspecto de Ia Biblioteconomtfa hay que buscarlo en una serie de causas, que influyeron directamente en la biblioteca. P. Harvard-Willians ha sefia- lado las siguientes: “... la creciente demanda de los lectores, el volumen cada vez ma- yor de publicaciones y la poca predisposicién de las naciones y de las comunidades a enfrentarse con las consecuencias financieras que entrafian unos servicios bibliogréfi- cos 6ptimos... El problema se complica todavia més por el hecho de que, por su mis- ma naturaleza, una biblioteca es siempre incompleta””>. A menudo, el término de Bibliotecologfa o Biblioteconom/a internacional y ef de Bibliotecologfa o Biblioteconomfa comparada, aparecen unidos e indiferenciados; N. Qureshi® maneja los términos en forma de sinénimos. Sin embargo, M. V. Rovelstad sefiala al respecto que, aunque esa era la linea seguida en el repertorio de los encabe- zamientos de materias de la Library of Congress, a partir de 1977 se crea un encabeza- miento independiente para Bibliotecologia internacional. Lo mismo ocurre con el re- pertorio Wilson -Library Literature-, en cuya edicién de 1961-63, figura ademas un término dedicado a: “programas bibliotecoldgicos internacionales”. También y a par- tir de 1970, en el repertorio de la Library and Information Science Abstracts, figura el témino Bibliotecologfa international?’. 1.3, Caracter cientifico de la Biblioteconomia Una de las cuestiones clave para definir el concepto de Biblioteconomia, es deter- minar el cardcter cientffico o no de la disciplina. Es en Alemania, y por parte de Martin Schrettinger quien en su Versuch eines vollstindigen Lehrbuchs der Bibliothek-Wissenschaft, publicado en 1808, define la blioteconom{a -Bibliothekswissenschaft-* como ciencia: “Para Schrettinger, la biblio- teconomfa, presentada lticidamente como concatenacién de propésitos, de objetivos y de operaciones, es la disciplina cientffico-técnica encargada de coordinar, de modo més satisfactorio, las dos fases esenciales de biisqueda del libro y rapido hallazgo del li- bro”. Este concepto cientifico de la Biblioteconomfa, entronca, a juicio de algunos autores, con el information retrieval, al instaurar: “un proceso complejo, de indole cientffica y de realizacién técnica, cuyo nudo se halla... en los catélogos””°. Esta postura se fue afianzando por medio de distintos discfpulos, como Zoller, al definir la Bibliote- conomfa como la ciencia que se ocupaba de la ordenacién y gestién de la biblioteca. A la par que esta postura de defensa del cardcter cientffico de la Biblioteconomfa hubo autores, como Ebert, que despojandola de su condicién cientffico-técnica reduce a gestidn el proceso de recuperacién de la informacién. Petzholdt, la define como: 28 Manual de Biblioteconomia “ordenamiento sistematico de todos los conocimientos que se refieren a las bibliote- cas”, eludiendo la calificacién de ciencia. Molina Campos ha sefialado que esta defini- cién ha sido considerada como “inadecuada e insidiosa”, ya que el “ordenamiento sis- tematico” usado en esta definicién puede llevar a creer que: “los conocimientos devienen cientificos como consecuencia de la organizacién, mas que por el poder es- peculativo y organizativo que deben contener”#!, Ya mediado el siglo xx, la discusién sobre el caracter cientffico de la disciplina, se centra en torno a que la formacién del bibliotecario tenga cardcter universitario, y va- rios autores como E. Leipprand, Vorstius y Predeck, contribuyen a desarrollar el con- cepto de Biblioteconomfa como ciencia. Sin embargo, Leyh niega todo el cardcter cientifico de la Biblioteconomia, al afirmar que: “1) Ei conocimiento bibliotecario no constituye materia que pueda ser aprendido répidamente con ayuda de la memoria; antes bien, debe ser adquirida en una larga experiencia prdctica, esto es, en un conti- nuo trato con los libros; el conocimiento bibliotecario no es una ciencia tedrica como lo es la matematica. 2) La biblioteconomfa es un conglomerado de disciplinas que en su conjunto carecen de un nticleo especifico y de una cohesién interna. 3) El conoci- miento bibliotecario adquiere valor sélo en Ia instruccién practica, pero no es objeto de investigacion cientifica; sus temas son demasiado simples”. La pelémica en torno al cardcter cientifico o no de la Biblioteconomfa, se vuelve a plantear de nuevo en la Convencién de Colonia celebrada en 1969. En ella E. Sauppe, considera la Biblioteconomia como una ciencia y basa este cardcter en la investiga- cién fundamentada sobre todo en: “a) creciente significado de las bibliotecas para la sociedad, b) modificada relacién de la biblioteca con sus usuarios, c) creciente com- plejidad de las estructuras bibliotecarias, d) progresiva tecnificacion de las bibliotecas, e) aumento de los balances bibliotecarios”. Esta investigacin debe centrarse en el concepto de informacién, entendido “en el sentido semantico y pragmitico de la co- municacién social”, En esta misma drea, G. Pflug, niega a la Biblioteconomfa el ca- racter de ciencia. Es en Estados Unidos donde, dentro de la Escuela de Chicago, naceré el concepto de Library Science, Ciencia de la Biblioteca. Es P. Butler quien enumera una serie de condiciones para que la Biblioteconomfa alcance el carécter de ciencia: “partir de los fenémenos objetivos, escrutarlos con el rigor de las observaciones cientificas, identifi- car sus elementos y sus funciones, aislar las actividades y los procedimientos en su me- dicién cuantitativa, efectuar las explicaciones en términos de causa, 0, cuando no sea posible, en términos de andiisis estadisticos, proponer hipétesis y convalidarlas”4, Quiz el més brillante de los autores de la Escuela de Chicago, Jesse H. Shera, considera la Biblioteconomia como una ciencia social, a la vez que la mas interdisci- plinar de todas las disciplinas. J. Z. Nitecki considera la Biblioteconomia como una disciplina cientifica, tanto por sus métodos como por su objeto Ultimamente, en el érea anglosajona se ha comenzado a formar una corriente cri- tica respecto al cardcter cientifico de la Biblioteconomfa, con representantes como M. B. Line y J. G. Kesting. Indépendientemente de las distintas posturas de los autores del 4rea anglosajona, hay que sefialar, sin embargo, que globalmente entre América e Inglaterra, se da una diferenciacién de concepto, que se refleja en la distinta denominacién de la disciplina a la cual ya nos hemos referido anteriormente: Library Science, en Estados Unidos y Librarianship en Gran Bretafia. En los paises del-antiguo bloque socialista, J. Drtina propone insertar la Bibliote- conomia dentro del cuadro de las ciencias sociales y concretamente dentro de la Peda- Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 29 ‘gogfa. O. S. Chubarian ha destacado como la Biblioteconomia se ocupa cada vez més ‘e investigar aspectos sociales de la actividad bibliotecaria, afirmando que la: “investi- P gacién de la interconexién ‘libro-sociedad’ ha llegado a ser la principal tarea cientifica ha dado a la biblioteconomfa Ios rasgos caracteristicos de una ciencia social”. Este tutor sefiala como problemas mas importantes de la Biblioteconomia: el papel social econémico que desempefian las bibliotecas y formas en que se manifiesta. El lugar de las bibliotecas entre otras instituciones puiblicas y dentro del conjunto de los me- ‘dios de comunicacién social. El libro y la lectura en 1a vida de la sociedad. El funcio- amiento de la biblioteca como un proceso educativo y de perfeccionamiento del lec- ior. La biblioteca y la informacién cientifica. Las organizaciones bibliotecarias “nacionales, etc.*® “En el drea suramericana destaca la citada definicién que sobre Biblioteconomia da D, Buonocore: : “Por bibliateconomia se entiende el conjunto de conocimientos tedricos y técnicos relativos a la organizacién y administracién de una biblioteca. Comprende una parte doctrinaria que estudia la teoria de la seleccién y adquisicién de libros, catalogaci6n, clasificacién y régimen econémico-administrativo de la biblioteca: recursos, local ¥ mobiliario, personal, conservacisn de los libros y uso de la biblioteca, y una parte que se relaciona propiamente con el arte de administrarla, de gobernarla, para realizar con la mayor eficacia y el menor esfuerz0 los fines especificos de la institucién. La primera parte es cientifico-técnica; la segunda, en cambio, politico-adminis- trativa pues comprende el estudio de los métodos, medios y formas més convenien- tes para asegurar un buen servicio ptblico de lectura.”*" Molina Campos ha hecho un anilisis de esta definici6n, en el cual pone de mani- fiesto algunas contradicciones e imprecisiones respecto a la definicién de la Bibliote- ‘conom{a como ciencia. El autor se pregunta que quiere decir Buonocore cuando cali- fica la primera parte de ta disciplina como: “... cientffico-técnica”, concluyendo que: “Lo que parece es que el concepto de biblioteconoméa ofrecido por Buonocore sea lamentablemente reducionista, en exclusivo favor de la tecnologia, y atin més, de la tecnologia reducida a su aplicaci6n utilitaria; ni siquiera alcanza a constituir la biblio- teconomfa en ciencia aplicada, en el sentido de la librarianship inglesa.”* La polémica acerca del cardcter cientifico 0 na de la Biblioteconomfa, también se ve reflejada en algunas definiciones de autores franceses. La Association des Biblio- thécaires Frangais define la Biblioteconomia como el estudio de las técnicas utilizadas en las bibliotecas“”. $. Danis la define como: “Ciencia, técnicas y actividades relativas a la organizacién, Ja gestién, la legisiacién y la reglamentacion de bibliotecas (NFz 40- 100). El triéngulo bibliotecario esté formado por las colecciones, los usuarios y la bi- blioteca en cuanto servicio organizado”®. B. Richter, por su parte especifica que la Biblioteconom(a no es una ciencia ni una técnica rigurosa. Es una practica de organi- zacién que toma en cuenta un ciesto ntimero de datos técnicos, administrativos, socia- les y psicoldgicos y que los aplica a un campo de Ja actividad donde existen usos a me- nudo muy antiguos. Es por ello por lo que no tiene un valor normativo vinculante, y ja informacion recogida en un manual debe ser muy a menudo adaptada a situaciones particulares. La falta de reglas comunmente admitidas ha obligado durante mucho tiempo a los bibliotecarios a inventar soluciones emp‘ticas, a menudo bien adaptadas acondiciones locales, pero, por esta raz6n, diffcilmente generalizables™. En Italia, podemos citar a G. Guerrieri, que define la Biblioteconomfa como el conjunto de normas que tegulan la vida de la biblioteca y es parte de la Bibliotecolo- 30 = Manual de Biblioteconomia gia, la cual comprende la Historia de Jas Bibliotecas, su descripcin y estadistica y la Bibliotecograffa, esto es, la codificacién y la historia de la Biblioteconom{a®. La defi- nicién ha sido calificada por Molina Campos como “vaga e inexacta”53, A. Serrai ha estudiado en profundidad el concepto de Biblioteconomia, dando distintas definiciones, de ellas destacamos: “El empleo del término biblioteconomia presupone que exista y funcione una estructura bibliotecaria, en cuanto tal estructura es una organizacién de documentos. Una organizacién es tal, sdlo si esta regida por principios, por leyes y por reglas; una biblioteca es una institucién organizada, tinica- mente si est4 construida sobre la prescripciones de una biblioteconomia”™. Mas ade- Jante contintia: “La biblioteconomia es wna ciencia del orden, de un conjunto de érdenes aplicadas a documentos y a noticias.”55 En Espaiia, varios autores se han ocupado de definir la Biblioteconomia, y algu- nos lo han hecho considerandola una ciencia. Vamos a analizar alguna de estas defini- ciones. Ya nos hemos referido anteriormente a E. Currés, y a algunas de sus ideas so- bre la Biblioteconomia y la Bibliotecologfa, como Ciencias de la Documentacién y hemos reproducido un esquema donde se pone de manifiesto que la diferenciacién entre dichas Ciencias de la Documentacién se basa en el tipo de documentos que tra- tan: La Biblioteconomfa y Bibliotecologfa, libros; la Archivologfa, documentos distin tos de los libros y la Documentacién libros més otros documentos. También nos he- mos referido a que todas las ciencias integradas dentro de la denominacién genérica de Ciencias de la Documentaci6n, tienen la misma categoria cientffica. Y la autora ba- sa su cardcter cientifico en dos aspectos: 1) La existencia de estudios tedricos sobre esta ciencia, basados en la investiga cién. Como consecuencia de dicha investigacién, nacen unos principios teéri- cos bésicos que fundamentan la parte prdctica: “Como toda ciencia, la docu- mentacién tiene que estar basada en la investigacién que a su vez es la que le da la dimensién cientffica”™®. 2) El método cientifico: “Para llevar a cabo esa investigaci6n ha sido preciso apli- car un método cientifico, l6gico y coherente, en, el que el individuo ha puesto en juego sus facultades mentales-intelectuales. Este es otto razonamiento que nos lleva a considerar a la documentacién como una ciencia..."°, En otro lugar de su obra define el método cientifico como: “El conjunto de reglas a que de- ben sujetarse las diversas facultades del alma durante el estudio de una rama del saber. Por otra parte, método también supone el orden que debe tenerse en los actos para conseguir un fin”, La autora se ha ocupado también de clasificar las Ciencias de la Documentacién, y por lo tanto la Biblioteconomia, como ciencias experimentales, aplicadas, dindmicas, so- ciales, humanisticas, historicas, deterministas, interdisciplinares y universales: “Como consecuencia de lo que venimos diciendo, clasificaremos las ciencias de la documenta- cién -y por tanto sus tres componentes- como experimentales; aplicadas, donde inclui- mos los aspectos productivos, industriales y comerciales; dinémicas; sociales, donde en- cuadramos los aspectos de mejora de calidad de vida, de actitud moral y la caracteristica psicoldgica; humanisticas, historicas y deterministas..."°, Mas adelante prosigue: “Todos los calificativos que se puedan aplicar a las ciencias de la documentacién nos Ilevaiv a considerarlas como ciencias interdisciplinarias, ya que participan de los aspectos contenidos en milltiples disciplinas. Al mismo tiempo debemos tenerlas por Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 31 ‘ ciencias universales, aplicables a todas las demés ciencias. Dicho de otro modo, la multiplicidad de las ciencias de la documentacién que, segtin vemos, resultan ser pa- radgjicamente fundamento para el desarrollo de otras ciencias y medio auxiliar para los procedimientos a utilizar en ese desarrollo, es lo que ha llevado a varios autores a ‘ considerarlas como unas ciencias de la ciencia o unas ciencias para la ciencia.”® También Carrién se ha ocupado de la Biblioteconomia como: “Estudio de las téc- ficas necesarias para la organizacién y funcionamiento de una biblioteca”*!. Acerca del carécter cientifico de la Biblioteconomia ha sefialado que: “El que estos conoci- mientos sean cientificos 0 no, depende, claro esté, del grado de precisién de los mis- mos, de su sistematizaci6n, del establecimiento de reglas estrictas metodolégicas y 16- gicas para su obtencién, de la posible enunciacién de leyes de ellos derivadas, de que sean intersubjetivos o con capacidad para ser aceptados con cierta universalidad. Pero el caracter cientifico de los conocimientos suele manifestarse por dos formas de reco- nocimiento: en primer lugar, un reconocimiento epistemol6gico que tiene lugar cuai do, por encima de la mera transmisi6n de datos histéricos, de experiencias y de practi cas, hay una investigacién sobre el mundo de las bibliotecas realizada con métodos cientificos, cuyos resultados suelen reunirse en un conjunto de ideas conexas y permi- ten desarrollar una terminologia propia. No basta, pues, un mero conjunto de discip! nas unidas por algo externo a las mismas como pueden ser unos profesionales (los bi- bliotecarios) que las conocen o unas instituciones que aplican algunos de sus resultados. Tampoco basta la simple aplicacién de resultados sin el conocimiento de los porqués. La otra forma de reconocimiento cientifico es la social y nace del hecho de que exi tan unos investigadores identificables por su especialidad como distintos de otros, que se unen en ocasiones especiales, que exponen los resultados de sus estudios en reuniones y publicaciones especializadas y que pueden recibir una especie de consagracién canénica con la aceptacién de sus estudios como disciplina universitaria”*”. Respecto a este ultimo punto, se apresura a aclarar: “Aunque el hecho de que la aceptacién universitaria sea una evidente confirmacién del cardcter cientffico de los conocimientos necesarios para la organizacién y el funcionamiento de las bibliotecas no equivale necesariamente a afirmar que la universidad sea el tinico ni el mejor camino para su adquisicién”®. Jiménez Vela también aboga por el cardcter cientifico de la Biblioteconom{a: “La Biblioteconomfa es una ciencia. Es decir, es una rama del conocimiento humano que, a partir de técnicas y procedimientos cientfficos tiende hacia la comprensién racional y objetiva de una rama de la realidad”. La califica ademas como una disciplina empi- Tica, te6rica, abierta, una disciplina cuya metodologfa es moralmente neutra, constitu- ye una critica de 1a sociedad y de los servicios culturales, y es una disciplina aplicada. 1.4. Relacién con otras ciencias ‘Ya hemos apuntado anteriormente que la Biblioteconomia es una ciencia interdis- ciplinaria: la més interdisciplinar de todas las ciencias, ha sido calificada por algunos autores®, Por tanto mantiene relacién con distintas ciencias, claro que con unas carac- teristicas y un grado de intensidad muy distintos. Por otra parte, las relaciones con otras disciplinas han sido distintas en épocas an- teriores a la actual. Han ido variado a medida que lo ha ido haciendo la biblioteca y por tanto, la Biblioteconomia. Y la raz6n de ello estd en el hecho de que la biblioteca ha ido evolucionando a causa de los cambios experimentados en los conocimientos BIBLIOTECA 32 Manual de Biblioteconomia necesarios para su gesti6n, Esta idea la ha expresado Carti6n, a nuestro modo de ver, muy acertadamente, por lo que reproducimos sus palabras: “Tradicionalmente, para poder formar y mantener una coleccién se necesitaban el conocimiento de la Historia del libro y de las artes gréficas (Bibliologfa), de las técnicas industriales y comerciales del libro, as{ como de su conservacién y restaura- cién (Bibliotecnia) y de sus caracteristicas bibliogréficas, incluida la rareza y el valor y la historia individual de los ejemplares (Bibliografia). Para su organizaci6n, eran Suficientes las técnicas bibliogréficas, sobre todo la Catalogacién y Clasificacién, ast como una serie de recetas, casi de cocina, sobre los pasos previos y posteriores a es- tas dos operaciones ‘fuertes’. La puesta en uso se encomendaba a un conjunto de co- nocimientos (Bibliotecologia) que inclufan los de historia de las bibliotecas (Biblio tecografia) y las normas de administracién bibliotecaria.” A este esquema responde, por ejemplo, la postura de D. Buonocore que expresa: “La Bibliotecologfa comprende por consiguiente, dos grupos de disciplinals]: las que se refieren al libro en si mismo, individualmente considerado como entidad auténo- ma, y las relativas a la biblioteca, esto es, el libro como elemento integrante de una se- rie, conjunto o universalidad de hecho”*?, Mas adelante sefiala que las materias que se refieren al libro son la Bibliologfa, la Bibliotecnia y la Bibliografia. Por su parte la Bibliotecologfa ~Ciencia de las bibliotecas— se divide en dos ramas distintas: la Biblioteconomia y Ia Bibliotecografia, definida esta tiltima como aquella disciplina que tiene pos objeto: “... la historia, estadistica y composicién bibliografica de las bibliotecas publicas y privadas..., las bibliografias de los bibliotecarios"®*. En cuanto a las disciplinas auxiliares de la Bibliotecologia enumera: la Paleografia, la Di- plomatica, la Filologia y 1a Metodologfa histérica, Pero con el transcurso del tiempo, esta concepeién ha quedado anticuada: “Mas la verdad es que la variedad de soportes informativos ha hecho préctica- mente inagotable los conocimientos requeridos para la formacién de una coleccién que puede incluir desde Ios libros més tradicionales hasta la informacién proporcio- nada por un terminal conectado con una base de datos. Hay que saber lo que existe para poder escoger y hay que tener razones para la decisién, Las técnicas de organi- zaci6n y andlisis documental han ido evolucionando desde las técnicas bibliograficas tradicionales hasta la documentacién, pasando por la informacién cientifica y la re- cuperacién de la informacién y terminando en lo que se llama Ciencia de la informa- cién (0 ‘informatica’ en el rea de los expafses socialistas).”"° Ya hace tiempo que la biblioteca ha pasado a ser considerada como un servicio so- cial, y la Biblioteconomfa, una ciencia social. En este sentido, J. H. Shera ha afirmado que: “Los objetivos de una biblioteca para todos dependen directamente de los objeti- vos de la sociedad”””. Un gran impulso a esta visién de la Biblioteconomia como ciencia social se lo han dado los antiguos paises socialistas, donde: “... los problemas sociales de la Biblioteco- noma han Ilegado a ser el meollo de la moderna teorfa””!, La Biblioteconomia se ha ubicado en el drea de las ciencias sociales: “Asi la Biblioteconomia, como disciplina cientifica se desarrolla con las ciencias sociales y emplea los métodos de investigacion caracterfsticos de ellas. Estudia los principios, la estructura y las caracteristicas de las bibliotecas consideradas como uno de los medios de comunicacién social””?. Esta con- sideracién de la Bibljoteconom{fa como una ciencia social determina actualmente su relacién con ciencias tales como la Psicologia, que ha aportado nuevos temas de in- Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 33 vestigaci6n a la Biblioteconomia, como la psicologia de la lectura; la Pedagogfa, cuya relaci6n con la Biblioteconomia permite investigar sobre la teorfa de la lectura, la pro- paganda de los libros, etc.; 0 la Sociologia, con cuya relacién han aparecido temas de investigacion en torno a la sociologia del libro y la lectura, etc. La Biblioteconomfa actual se ha convertido en una ciencia interdisciplinaria que se mezcla con disciplinas como: “... la teoria de ta comunicaci6n, la informacién, la in- formAtica, la epistemologfa social, la matemitica, la lingilistica, la teorfa de los siste- mas; y para su justificacién teleol6gica (el uso), con las ciencias del comportamiento, iapsicologfa, 1a sociologta, la demograffa, la politica”, Sin olvidar que ta Biblioteconomfa sigue necesitando de otros conocimientos: “Estos conocimientos se extienden, por supuesto, a todo cuanto se refiere a la historia de las bibliotecas, de los bibliotecarios y del libro, asi como a todo cuanto tiene que ver en la mediacién necesaria para organizar el conocimiento con vistas a propotcio- tar la informacién contenida en los documentos... De entre estas relaciones vamos a ocuparnos con més detenimiento, de las que mantiene con el resto de las denominadas en Espafia Ciencias de la Documentacién. 14.1. Biblioteconomta, Documentacién y Ciencias de la Informacién La Documentacién es una disciplina cientifica, que aparece en el perfodo com- prendido entre el fin del siglo xIx y los principios del xx. Los estudios dedicados al conocimiento de la misma son muy numerosos, tanto en Espaiia como en el extranjero. Lépez Yepes, ha realizado un documentado estudio, ~que se ha convertido en cldsico-, sobre el concepto de documentacién’s, EI mismo autor, de forma resumida, ha definido en otro estudio lo que es la Ciencia de la Docu- mentacién, a la que denomina Ciencia de ta Ciencia: “da actividad documental es parte integrante e indiferenciada del trabajo cien- tifico y paralela, por tanto, a los complejos procesos actuales de las ciencias que otorgan un cardcter colectivo e interdisciplinar a las investigaciones. As{ pues, pode- mos establecer que ta Documentacién aparece como ciencia para la ciencia, en cuan- to coadyuvadora a establecer las causas iltimas de otras ciencias por medio de dife- rentes instrumentos ofrecidos a aquellas, Todo ello sin perjuicio de que por sf sola procure desarrollar los métodos ‘ad hoc’ de trabajo y los estudios pertinentes para su desarrollo como ciencia. En este sentido, en los postulados y en el ambiente general de trabajo de la llamada Ciencia de la Ciencia, la Documentacién busca las causas timas de la comunicacién de la ciencia en todos los procesos que posibiliten la transmisiGn dltima de los conocimientos. Billo sitda a la disciplina, de un lado, en el Ambito espectral de la Ciencia de la Ciencia y, de otro lado, dentro de los linderos de los planteamientos de las ciencias informativas.”’* En cuanto a sus or(genes, la Ciencia de la Documentacién hunde sus raices en la bibliograffa cientifica renacentista: “El movimiento documental de finales del siglo XIX y comienzos del xx, que encabezaron Paul Otlet y su amigo y colega Henri La Fontaine, fue la culminacién del desarrollo de la bibliografia cientifica, que se habia iniciado durante el Renacimiento”””. Las causas del nacimiento de la Documentacién han sido sefialadas en mtiltiples ocasiones y pueden resumirse en la tan manida “explosién de la informacién”, y de una forma particular el aumento del numero de publicaciones cientificas. 34° Manuat de Biblioteconomia El nacimiento de la Ciencia de la Documentacién planteé fricciones con la Biblio~ teconomia, un enfrentamiento, que ha llegado hasta nuestros dias, Numerosos autores se hacen eco del problema. Shera, escribe al respecto que: “A fines del siglo x1x, cuando Otlet y La Fontaine sentaron las bases de una gran bibliografia universal de todos los conocimientos recogidos en forma documental, no hicieron més que dar actualidad y un nuevo impulso a un movimiento que databa al menos de la época de Johann Tritheim y Konrad Gesner. Los dos amigos no tenfan posiblemente conciencia de cuan antiguos eran los origenes de su empresa, ni de la amplitud del movimiento al que, a pesar de sus vicisitudes ulteriores, habfan dado vi- da. Aunque el objetivo que perseguian era organizar e indizar la masa de conocimien- tos recogidos en forma documental, tomaban de la bibliotecologia sus técnicas y estra- tegias fundamentales. Comenzaron a preparar su bibliografia universal utilizando los catdlogos de biblioteca de tipo tradicional y escogieron ef Sistema Decimal Dewey co- mo base de sui clasificaci6n. Sin embargo, no s6lo se proponfan hacer un trabajo com- pleto, sino someter ademas los materiales bibliogréficos a un anélisis de contenido mas a fondo de que hasta entonces habfan hecho los bibliotecarios, y para distinguir su ac- tividad de la Bibliotecologfa, le dieron el nombre de Documentacién. Et cisma que de ese modo se produjo en Ja bibliotecologfa no se ha terminado todavia.””8 Lépez Yepes, ha expuesto sobre este problema que: “Es cierto que el nacimiento de una ciencia, esto es, la toma de conciencia por los hombres de la existencia de de- terminados fenémenos y realidades materiales o inmateriales, produce fricciones en los dominios colindantes del pensamiento cientifico, lo que en definitiva, contribuye a la mejor conceptualizacién de lo que nace. Pero la friccién es todavia mayor, conse- cuentemente, cuando se produce en contacto con un cuerpo social ya preestablecido -el oficio de bibliotecario- que defiende, cuando se institucionaliza lo que representa Ja expresién Documentaci6n, la plena capacidad para llevar a efecto las tareas propias de la nueva funcién institucionalizada””. Las posturas a la hora de dar solucién al problema de la relacién entre las dos ciencias son Variadas y los autores que han escrito dentro de unas y otras, muy numerosos, tanto que se ha hecho necesaria una sistematizaci6n de las mismas, para poderse mover con una cierta soltura en su interpretacién. Por eso, algunos autores se han ocupado de ello, Vicentini, citando a Loojes, ha agrupado estas posturas teniendo en cuenta las de- finiciones de documentacién surgidas de las mismas: a) Generales o de superposicién, donde la Biblioteconomia queda incluida en la Documentacién. Dentro de esta postura se encuentran: Otlet, la FID, Frank, Briet y Shera, cuando habla de “organizacién bibliografica”. b) Paralelas o de yuxtaposicin, que colocan a ambas disciplinas en posicién se- mejante: Pietsch, Fill, Reeser, Shera, Coblans, etc. c) De subordinacién o infraposicién: Kunze, Bjorkbom, etc. d) De desconexién: Picard, Scotecci, Riemsdijk, etc.”®, Loosjes, por su parte ha distinguido dos tipos: 1) Definiciones que guardan relacién con la Biblioteconomia. Donde distingue: a) Superposici6n. En ellas domina [a Biblioteconomfa. b) Paralelas. c) Subor- dinadas, en lat que domina la Documentacién. 2) Definiciones que no guardan relacién con la Biblioteconomta*!, Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 35 Por su parte, Lopez Yepes ha agrupado dichas definiciones en dos grupos: 1) Una perspectiva biblioteconémica de la Ciencia de !a Documentaci6n. Se trata de doctrinas que subordinan la Documentaci6n a la Biblioteconomfa: “... la perspectiva biblioteconémica de la Documentacién se esfuerza por considerar a nuestra disciplina extensién o prolongacién de la Ciencia de la Biblioteca”**. En esta linea se encontrarfan las doctrinas de Bradford: “La Documentacién no es otra cosa que un aspecto de ese arte mayor que es la Biblioteconomfa..., pues en tanto en cuanto la Biblioteconomfa se ocupa de todos los aspectos del tra miento de libros, la tarea del documentalista consiste en hacer disponible ta in- formaci6n original registrada en articulos de revistas, folletos, especificaciones de patentes y otros documentos semejantes”*’, Otro representante importante de esta corriente es J. H. Shera. Para Shera, la Biblioteconomia general, la espe- cializada y la Documentaci6n son partes de lo que denomina: “organizacién bi- bliogrdfica”™, Incidiendo en este punto de vista, para Shera: “... la documenta- cién no propone una nueva ciencia para suprimir a los bibliotecarios, sino que, principalmente, representa un moderno punto de vista, nuevos aspectos de la antigua y respetada profesién...”*5. Otros representantes de esta corriente son Mohrhardt, Liebaers, Ashwosth y Hayes®. 2) Una perspectiva documental de la Ciencia de la Documentacién. Dentro de esta corriente se dan tres orientaciones: de paralelismo, de superposicién y una perspectiva informativa. Ei primer representante de esta corriente es, ob- viamente, P. Otlet, que tuvo distintos continuadores: “La perspectiva otletiana, obviamente documental, tuyo continuadores que le sumergieron en la corrien- te bibliotecondémica, como Bradford y Shera, sobre todo, pero otros, que po- driamos alinear entre los defensores de la Documentacién, manteniendo este término en niveles de paralelismo, superposicién o independencia de Ja Bi- biioteconoméa, desarrollaron el concepto hasta darle la contextura que tiene en nuestros dias”®”, Entre los representantes de la “concepcién paralela”, se encontrar(an: Ditmas, Coblans, Pietsch y Verhoef. Dentro de la “concepcién de superposicion”: Briet serfa la representante m4s importante “por su tem- prana cronologia”*’, La polémica entre los limites de la Biblioteconomia y la Documentacién, toma nuevos cauces al aparecet, ya avanzado el siglo Xx, un nuevo concepto: el de Ciencia de la Informacién. E] fenémeno de la informacién puede examinarse desde el punto de vista de la teo- ria matemética de la informacién de Shaunan y Weaver, o desde aquella perspectiva que considera la informacién como un fendmeno transmitido. En este dltimo sentido lo han estudiado la corriente anglosajona de la Information Science y las escuelas ale- mana y soviética™®, Borko, representante de la corriente anglosajona, concibe la ciencia de 1a infor- macién como: “una ciencia interdisciplinaria que investiga las propiedades y compor- tamiento de la informacién, las fuerzas que gobiernan el flujo y el uso de ta informa- ci6n, y las téenicas, manuales y mecdnicas, del proceso informativo para el més eficaz almacenamiento, recuperacién y diseminacidn...” Este autor “sefiala a 1a Biblioteco- noma y a la Documentacién como aspectos aplicados de la Information Science”. Como ha puesto déananifiesto Lépez Yepes, Information Science tiene distintos significados. En Estados Unidos, por ejemplo, significa: 1) Informatica o ciencia del 36 Manual de Biblioteconomia tratamiento automitico de la informaci6n. 2) Informacién de la Ciencia, sinénimo de la Ciencia de la Informacién. 3) Teoria de la comunicacién. 4) Actividad relacionada con la organizacién de sistemas de informacién en un campo determinado. 5) Como una disciplina que tiene un objeto, unos métodos y un campo de accién propios”!. Taylor la ha definido como aquella ciencia que se ocupa del estudio de las propie- dades del comportamiento y de la transferencia de la informacién. Comprende: todos los aspectos afines de la informacién, comunicacién, el andlisis del lenguaje y de la in- formaci6n, la organizaci6n de la informacién y las relaciones hombre-sistema”. Vicentini explica como: “... la palabra informacién comenz6 a ganar terreno y a alterar no s6lo los objetivos de las instituciones, sino incluso los titulos de las publica- ciones periddicas y el nombre de las entidades en diversos paises. Este fue el caso del American Institute of Documentation (ADI), hoy American Society for Information Science Abstracts...”°’, El mismo autor concluye: “El antiguo problema Bibliotecono- mfa frente a Documentaci6n se transformé en documentacién e informacién, alcan- zando asf una nueva dimensién: biblioteconomfa y/o documentacién frente a informa- cidn cientifica”™, ‘Taylor advierte de la importancia que la aparicién de esta nueva ciencia va a tener en la Biblioteconomfa, por la modificacién que se produce en el 4mbito cientffico en el que se halla instalada dicha ciencia. El autor sefiala cinco puntos de contacto entre la Ciencia de la Informacién y la Biblioteconomia: 1) El de andlisis de los sistemas, di- tigido al conocimiento de la estructura bibliotecaria. 2) El relacionado con el contexto social en el que est inmersa la biblioteca. 3) El referido a los medios de comunica- cién que sirven para la transmisién y recepcién de documentos. 4) El que se refiere a la organizacién o andlisis bibliogréfico. 5) El que recoge aquellas interacciones que tienen lugar entre el usuario y los servicios o instrumentos bibliogréficos puestos a su disposicién®®. Dentro del concepto de Information Science nacié pronto el concepto de Informa- tion Management y la Teoria de Sistemas. La llamada Teoria General de los Sistemas ha sido definida por Bertalanffy como: “Complejo de componentes interactivos, con- ceptos caracteristicos de unidades organizadas como interaccién, suma, mecanizacién, centralizacién, competencia, finalidad, etc., y su aplicacién a fenémenos concretos”™, Debons ha definido un sistema de informacién como: “conjunto de personas, mAqui- nas y procedimientos que aumenta el potencial biol6gico humano para adquirir, pro- cesar y actuar sobre datos”””. El mismo autor dice que, en cuanto a los objetivos: “Los sistemas de informacién proveen datos, informacién y conocimiento requerido para la resolucién de los problemas y la accién subsiguiente™. ‘Lépez Yepes ha distinguido tres sistemas de informacién: “Modelo A. Sistema contemplado desde una perspectiva general, Individual. Con subsistemas. Su estudio sirve para el desarrollo del resto de los modelos. De- bons lo denomina sistema de informacién generalizada. Existen diversas explicacio- nes de este modelo, La explicaci6n ofrecida por este autor considera que el modelo Ao EATPUT se compone de los siguientes subsistemas: ) Entorno, que incluye el proceso de categorizar y clasificar los acontecimientos y la representacién lingtistica de los mismos en forma de sfmbolos. 2) Adquisicién de los datos, transmisién, proce- 0, que incluye el almacenamiento y recuperacién de la informacién, utilizacién y transferencia, este dltimo como sinénimo de comunicacién o diseminacién. Modelo B. Como subsistema dentro de las organizaciones. De entre ellos pode- mos destacar dos: el Management Information System (MIS) y el Information Ma- nagement System (IMS). Hay numerosas versiones del primero pero, en esencia, se Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomta 37 trata de ayuda a las decisiones de la direccién mediante modelos informaticos que facilitan datos. Por el contrario los IMS facilitan las bases teéricas y técnicas para la gestion de la informacién en las organizaciones. Constituyen el objeto de una disciplina muy extendida en Gran Bretafia, Information Management, que trata de identificarse plenamente con Information Sciene: Modelo C. Como resultado de la conjuncién de tedes y centros de informacién, enmarcado en las politicas nacionales y territoriales de informaci6n, En este sentido el sistema acta bajo el principio de la centralizacién, y la red bajo el principio de coor- dinaci6n de centros en que, por delegacién, se invisten de determinada responsabilidad en la recoleccién y difusion de fuentes. Desde el sistema, concebido en Jo alto de la pi- amide, la especializaci6n se va haciendo mayor y todo ello bajo las directrices de las lamadas politicas de informacién.”” En este ultimo grupo encajarfan los centros de informacién y bibliotecas que: “en cuanto organizaciones, no son sistemas cerrados, sino que interactdan en sistemas y subsistemas dentro de su 4mbito de actuacién”!, Emilia Currds, que basa la diferencia entre las distintas ciencias de la documenta- ci6n, en el tipo de documentos que tratan'!, da una vision integradora de las mismas que nos puede servir para acabar este apartado: “Efectivamente, hoy no existen compartimentos estancos. Todas las ramas de la ciencia estén relacionadas unas con otras, en mayor 0 menor medida, formando re- des reticulares. Parece, pues Igico, que si se puede demostrar que la Bibliotecolo- gfa, la Archivolog{a, la Documentacién ~Ciencia de la documentacién- y la Informa- cién son ciencias; ciencias que se sitéan a un mismo nivel conceptual y teérico con unas aplicaciones prdcticas semejantes, todas ellas reunidas podran formar parte de una ciencia de rango superior que llamaremos ‘Ciencias de la documentacién’, Ciertamente que tanto en la Bibliotecologia, como en la Archivologfa o en la Documentacién o en el proceso informativo se pueden aplicar los mismos principios te6ricos, las mismas técnicas, los mismos aparatos, las mismas formas de difusién. Son tres ciencias de similares caracter(sticas que solamente difieren en el tipo de do- cumentos que manejan y el tipo de usuarios a quienes sirven. Se trata de un tronco comiin con varias especializaciones. La tcoria de! tronco comtin fue expuesta ya en 1974 por el doctor Frank de Darmstad en las reuniones de ta UNESCO y hoy es la base del programa general de informacién de este organismo.”! 1.5. Hacia una definicion de Biblioteconomia ‘A |o largo de las paginas anteriores, nos hemos propuesto analizar determinados aspectos, que segtin creemos, ayudan a definir el concepto de Biblioteconomia. La Biblioteconomia, como disciplina encargada de la biblioteca, tiene ya una dila- tada existencia y, por esta raz6n, ha sufrido una larga evoluci6n. En principio no fue sino un conjunto de reglas basadas en la experiencia que ayudaban a organizar las pri- meras bibliotecas, depésitos de tesoros bibliograticos. Es a partir del siglo xix cuando la biblioteca experimentaré una verdadera trans- formacién impulsada por el nacimiento de la biblioteca pblica en los paises anglosa- jones, Mediante dicha transformacién, la biblioteca se convertiré en un sistema de in- formacién para servir a sus usuarios. Este suministro de informacién se logra a través de la formacién, ¥ posterior organizacién, de la colecci6n, La organizacion es to que permite el acceso a la informacion. 38 Manual de Biblioteconomia La Biblioteconomfa, impulsada por estos cambios -cambios que son a la vez causa y efecto de otras manifestaciones, como el desarrollo de las asociaciones profesiona- les, la institucionalizaci6n de la ensefianza, el desarrollo de la investigacién y el naci- miento de las primeras publicaciones especializadas~ pasar4 a ser considerada una disciplina cientifica. Este hecho ser4 origen, a su vez, de la polémica que llega hasta nuestros dfas acerca de la cientificidad o no de la Biblioteconomfa. La transformacién de \a biblioteca continuaré en el siglo actual con la diversifica- cién de la misma. Se fijan de forma clara los distintos tipos de bibliotecas (nacionales, publicas, especializadas, universitarias, etc.) con usuarios diferentes, y por tanto con colecciones y servicios también diferentes. A esta diversificaci6n deberd hacer frente Ja moderna Biblioteconomfa especializada. Es también en la presente centuria cuando la biblioteca deja de ser, de forma cla- ra, autosuficiente, por lo que se hace indispensable la cooperacion bibliotecaria. Coo- peraci6n que se manifiesta a través de distintos modelos (redes y sistemas) y que se da a todos los niveles: local, regional, nacional e internacional. Y es sobre todo en el 4m- bito internacional, donde la cooperacién alcanza mayor importancia impulsada, sobre todo, por las asociaciones profesionales que han desarrollado lo que se ha dado en de- nominar Biblioteconomia internacional, campo en el que se ha impulsado la normali- zacién, los planes internacionales de cooperacién, etc. A su vez la biblioteca se ha vis- to sometida también a otros cambios, que podriamos llamar externos, como son la diversificaci6n de soportes y la aplicacién de nuevas tecnologias, lo que ha contribui- do de forma importante a configurar sus caracteristicas actuales. Por otra parte, en un principio eran sdlo las bibliotecas las instituciones que, junto con los archivos, se ocupaban del tratamiento documental. A partir del siglo xIX, con el desarrollo de las publicaciones cientfficas, la biblioteca tradicional se ver incapaci- tada para dar un servicio eficaz a los usuarios y nacer una nueva ciencia: la Docu- mentacion. A partir de ese momento se planteard una polémica referida al espacio que ambas disciplinas deben ocupar en el campo de la informacién. Posteriormente, dentro del cada vez més complejo mundo de la informacién, iran naciendo nuevas dis- ciplinas; la polémica se ira extendiendo a otros 4mbitos. Hoy, en un mundo cada vez més interdisciplinario, se tiende a una interpretacién conciliadora, mediante la cual se ve la Biblioteconomfa como una ciencia pertenecien- te al grupo de las denominadas Ciencias de la Informaci6n, especializada cada una de ellas en una parcela concreta. A su vez, la relacidn de la biblioteca con capas sociales cada vez mas numerosas, la ha Ilevado a trabar relaciones con ciencias tales como la Sociologia, la Psicologfa, etc. Estas y otras relaciones con distintas disciplinas han con- tribuido a enriquecer la Biblioteconomia actual, alej4ndola de la primitiva Biblioteco- nomia. A medida que la biblioteca se fue desarrollando, los conacimientos profesio- nales necesarios para gestionarla se fueron complicando. Se hacfa necesario que el bibliotecario, con un perfil cientifico y profesional definido, tuviera la oportunidad de adquirir la formacién necesaria. Por otro lado, para entonces ya habia quedado de- mostrado, que la preparacidn necesaria se obtenia de forma eficaz a través de la ense- fianza formal. No es casualidad, pues, que la primera escuela para la formacién espe- cffica de bibliotecarios naciera en el siglo xrx, centuria en la que se sitéa el nacimiento de la Biblioteconomfa cientifica'™. A través de lo dicho anteriormente podemos definir la Biblioteconomfa como: Ciencia documental que tiene por objeto el estudio de la biblioteca, entendida como sistema de informaci6n; su tipologfa y ias distintas formas de cooperacién biblioteca- ria, sobre todo las redes y sistemas. Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 39 NOTAS AL CAPITULO 1 1 BUONOCORE, D.: Elementos de Bibliotecologta, Santa Fe: Castelvi, 1952, p. 3. 2 Ibldere, 9. 4-5. 3 CURRAS, E.: Las ciencias de Ia documentacién: Bibliotecologia, Archivologia, Documentacién e infor- macién. Barcelona: 1982, p. 19. * CURRAS, E.: La informacién en sus nuevos aspectos. Ciencias de la Documentacién. Madrid: Paranin- 0, 1988, p. 26 5 MOLINA CAMPOS, E.: Propuesta de un esquema definitorio definitivo de la Bibliotecomia: seguida de una sugerencia. Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios, Marzo 1992, n° 26, p. 11. ® BUONOCORE, D.: Diccionario de bibliotecologta, Buenos Aires: Maryman, 1976, p. 91. 7 CARRION GUTIEZ, M.: Manual de Bibliotecas. Madrid: Fundacién German Sanchez Ruipérez, 1987, pa, * Tbtdem, p.45 9 GLOSARIO ALA de Bibtiotecologia y Ciencias de Informacién. Madtid: Diaz de Santos, 1988, pp. 197 y200, ® MOLINA CAMPOS, E.: La enseanza de Ja biblioteconomfa: historia y estado actual. Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios. Abtil/ Junio 1990, vol. 6, n° 19, p. 6. 4 ESCOLAR, H. Historia de las bibliotecas, Madrid: Fundacién Germédn Sanchez Ruipérez, 1985, pp. 22-23. 2 MOLINA CAMPOS, E.: La ensefianza... p. 8 8 GUERRIERI, G.: Nuove linee di Biblioteconomia e Bibliografia. Napoli: Guida, 1982, pp. 10-11. \ MATEU IBARS, 5.: «De te librarian, Revista de Ciencias de la Informacién, 1980, 1° 4, p. 84. 16 RICHTER, B.: Précis de Bibliothéconomie. Munchen: Saut, 1987, p. 1. 6 ESCOLAR, H.: Historia de... pp. 287-288. 1” GUERRIERI, G.: Nouve..., p. 10. 4 RICHTER, B.: Prects... p. 1 8 MOLINA CAMPOS. E.: La ensefianza...,p.8 % ESCOLAR SOBRINO, H.: Historia..., pp. 313-320. % {bidem, pp. 365-366, ® MANIFIESTO de la UNESCO sobre la biblioteca publica, En FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y DE BIBLIOTECAS. Seccién de Bibliotecas Publi- cas, Pautas para bibliotecas ptblicas. Madrid: Diteccién General del Libro y Bibliotecas, 1988, p. 66. ® ESCOLAR, H.: op. cit, p. 418. 4 ROSVELSTAD, M. V.: Una nueva bibliotecologfa internacional: un reto a fa profesién. Boletin de la UNESCO para Bibliotecas, Mayo/Junio 1978, vol. XXXII. n°. 3, p. 147. % ESCOLAR, H. op. cit. p. 419. % KLINDIN, J,, ENGLE, J. «Library School Libraries». En KENT, A., DAILY, J. B. [ed]: En Enciclope- dia of Library and Information Science, New York: Marcel Dekker, 1968, vol. 16,p. 1 2 Ibidem, p.7. %8 TERRADA, M. L., LOPEZ PINERO, 5. M: «Historia del concepto de Documentacién», Documenta- cidn de las Ciencias de la Informacién, 1980, vol. IV, p. 240. ® ESCOLAR, H.: Historia de... pp. 417-418, 59 Véase el capitulo de este Manual dedicado al estudio de la biblioteca y su tipologia. 4 DANTON, J. P.: The Dimensions Library of Comparative Librarianship. Chicago: American Library Association, 1973, p. 53. Citado por ROSVELSTAD, M. V.: Una nueva bibliotecologia... p. 109. 2 HARVEY, J.: «Towords a Definition of International and Comparative Library Science». International Library Review, 1973, vol. 5, p. 34. Citada por ROVELSTAD, M. V. op. cit, p. 144. ® ROVELSTAD, M. V.: op. cit., p. 145. ™ CARRION GUTIEZ, Mu: op. cit, p. 617. ° HAVARD-WILLIAMS, P.: «La cooperacién internacional entre bibliotecas». Boletin de la UNESCO ara Bibliotecas, Marzo! Abril 1912, Vol. XXVI, n° 2, p. 66, % QURESHI, N.: «La bibliotecologia comparada ¢ internacional; Estudio analitico». RUCIBA. 1980, vol. Tn? 40 — Manual de Biblioteconomia ® ROVELSTAD, M. V.: op. cit, p. 145. 3 SERRAI, A.: Guida alla Biblioteconomia, Firenze: Sansoni, 1991, p. 7. % SERRA, A.: In difesa delta biblioteconomia. Indagine sulla identité, le competenze e le aspirazioni di una disciplina in cerca de palingenesi. Firenze: Giunta Regionale Toscana, La Nuova Italia Editrice, 1981, p. 22, citado por MOLINA CAMPOS, E. «Analisis del concepto de Biblioteconomfan. Documen- taci6n de las Ciencias de la Informacién, 1990, p. 190. © MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, p. 190. 4 Tbidem, p. 192. ® SHERA, J. H.: «Social epistemology, general semantics, and librarianship». Wilson Library Bulletin, 1961, 35, pp. 767-770; citado por MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, p. 194. © MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, p. 199. 4 Tbidem, p. 192. 4. CHUBARIAN, O. S.: «La Biblioteconomfa en el sistema de las ciencias». Boletin de la ANABA, 1971, vol. XI, n° 2, p. 69. 4 Ibidem, pp. 71-15. BUONOCORE, D.: Diccionario de Bibliotecologia..., p. 91. “© MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, p. 187. ” Le METIER de bibliothécaire: cours Hémentaire de formation professionelle 4 Uintention du personnel des médiathéques publiques | Association des Bibliothécaires Francais. Paris: Cercle de la Librarie, 1990, p. 343. © DANIS, S.: Petit dictionnaire de Vapprenti-bibliothécaire ou les documents en tous ses etats. Villeurban- ne: E.N'S.B., 1984, p. 20; citado por MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, p. 202. 51 RICHTER, B.: Précis... p. 1 S GUERRIERI, G.: Nuove..., p.9. 5) MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, p.202. # SERRAI, A.: In difessa..., p. 7. Citado por MOLINA CAMPOS, E.: op. cit, pp. 203-204. 55 [bidem. $6 CURRAS, E.: Las Ciencias... p. 95. 57 Ibidem, p.95 88 Tbidem, p. 66. ® [bidem, p.74. © Ibidem, pp. 74-75. | CARRION GUTIEZ, M.: Manual..., p. 708. @ fdem, p. 44. © fdem, @ JIMENEZ VELA, M,; de los A. «Reflexiones en torno al cardcter cientifico de ta Biblioteconomian. Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibtiotecarios, Marzo, 1989, p. 19. “© MOLINA CAMPOS, E.: Propuesta...,p.7. 66 CARRION GUTIEZ, M.: Manual..., p. 4. © BUONOCORE, D.: Elementos..., pp. 4-5. 8 Ibidem, p. 39. ® CARRION GUTIEZ, M. op. cit., pp. 41-42. % SHERA, J. H.: Foundations of the public library, Chicago, 1949. Citado por CHUBARIAN, ©. S.: La Biblioteconomia...,p. 69. 7 CHUBARIAN, O. S.: op. cit, p. 70. ® Ibidem. ® MOLINA CAMPOS, E.: Propuesta... p-1, ™ CARRION GUTIEZ, M.: op. cit, p. 42. 75 LOPEZ YEPES, J.: Teoria de la documentaci6n. Pamplona: EUNSA, 1978. % LOPEZ YEPES, J.: «{Qué es Documentacién?» Boletin de la ANABAD, 1981, vol, XXXI, N° 4, P. 702. 7 TERRADA, M. L., LOPEZ PINERO, J. M.: Historia del concepto... p. 230. % SHERA, J. H.: «Sgbre bibliotecologta, documentacién y ciencia de la informacién». Boletin de la UNESCO para biblidtecas, Marzo! Abril 1968, vol. 22, n° 2, p. 62. ® LOPEZ YEPES, J.: ,Qué es..., pp. 701-702. Capitulo 1: Concepto de Biblioteconomia 41 ®VICENTINI, A. L. C.: «De la Biblioteconom(a a ta Informatica: Evolucién del concepto de Documen- taciény. Boletin de la ANABA, Julio/Diciembre, 1971, vol. XI, n° 3-4, p. 136 ®LOOSIES, Th. P.: On Documentation of scientific literature. London: Butteworths, 1973. Citado por LOPEZ YEPES,: J. ,Qué es... p. 704 8 LOPEZ YEPES, J.: Teorta..., p. 79. 7 ® BRADFORD, S. C.: Dacumeniation, Londses. Ctasley Lockwood, 1948, p. 69. Citado por LOPEZ. YE- PES, J. Teoria... p. 82. % Jbider, p. 84. 8 VICENTINI, A. L. Cz De la Biblioteconomia... p. 37 “LOPEZ YEPES, J.: Teoria... pp. 93-100. © Bide, p.101. LOPEZ YEPES, J.: ,Qué es..., p. 704. ® LOPEZ YEPES, J.: Teoria..., p. 134, % fdem, p. 145, 51 fdem, p. 152. ® TAYLOR, R. S.: «Professional aspects of Information Science and Technology». Annual Review of In- formation Science and Technology, 1966, vol. 1, pp. 15-40. Citado pot MORALES CAMPOS, E. «Bi- bliotecologfa e informacién». Boletin de la Asociacion Andaluza de Bibliotecarios, Abril/Junio 1989, 0° 15, p.16. ®VICENTINI, A. L. C: De la Biblioteconomia..., p.142, % thidem, p. 143 % TAYLOR, R. S.: «The interface between librarianship and information science and enginering». Special Li- braries, January 1967, vol. 58, pp. 45-48. Citado por SHERA, J. H. Sobre Bibliotecotogéa... pp. 69-70. % BERTALANFFY, Ludwig von: «General Systems Theory: A critical Review». En BUCKLEY, W. [ed]. Moderm Systems Research for the Behavioral Scientist. Chicago: Aldinia, 1968, pp. 11-30. Citado por LOPEZ YEPES, J.: «El desarrollo de los Sistemas de Informacion y Documentacién». Cuadernos E,U.B.D. Complutense: Trabajos internos de la Escuela Universitaria de Biblioteconomia y Documenta- cién, 1991, vol. 1, n°2, p. 24 * DEBONS, A., HORNE, E., CRONENWETH, S.: Information Science. An integrated view, Boston: G. K. HALL, 1988, pp. 2-7. Citada por LOPEZ YEPES, J.: El desarrollo. P. 26, % [bidem, p-28, LOPEZ YEPES, J.: EI desarrollo... pp. 29-31. 1 LOPEZ HERNANDEZ, J.: «La gestion de la informacién en las organizaciones: una disciplina emer- gente...» Cuadernos E.U.B.D. Complutense: Trabajos internos de la Escuela Universitaria de Biblioteco- nomia y Documentacidn, 1991, vol. 1, n® 2, p. 16. 3 CURRAS, E.: La informacion..., pp. 26, 28 y 30. 12 fdem, pp. 33-34. %® Véase el capitulo siguiente de este Manual, dedicado a fa enseftanza de la Biblioteconomfa, 2 LA ENSENANZA DE LA BIBLIOTECONOM{A Luisa Orera Orera La ensefianza de la Biblioteconomia se ha ido modificando a medida que ha ido - evolucionando la biblioteca y, por tanto, la disciplina que trata de ella. Esta ensefianza ha pasado de ser una mera transmisién repetitiva de las Jabores realizadas en la biblio- teca, a una formacién sistemdtica y metédica en torno a una serie de conocimientos complejos y a las técnicas que de ellos derivan'. Pero ademés la ensefianza no debe ba- sarse s6lo en la realidad bibliotecaria, sino adelantarse a ella: “... una escuela de biblio- teconom{a no puede dirigir su esfuerzo exclusivamente hacia las necesidades y précti- cas comunes y tradicionales de las bibliotecas; debe, ademd4s, fomentar lo nuevo, investigar lo viejo, reexaminar lo aceptado, experimentar lo no experimentado y, en su- ma, convertirse en guia dentro de su especialidad”?. 2.1, Evoluci6n de la ensefianza Haciendo caso omiso de la ensefianza de la Biblioteconomia en su etapa precien- tifica, vamos a destacar de ella tres aspectos: 1) El nacimiento de la ensefianza formal con las escuelas de bibliotecarios. 2) La incorporacién de la ensefianza de la Documentacién a las escuelas de biblio- tecarios. 3) La tendencia a la armonizaci6n. 21.1. Nacimiento de la enseanza formal | Enel momento en que la biblioteca se fue complicando, los conocimientos profe- sionales para atenderla se hicieron mas numerosos, Se hizo necesario que el biblioteca- tio, con un perfil cientifico y profesional definido, tuviera la oportunidad de adquirir la formacién necesaria para desempefiar sus funciones. 44 Manual de Biblioteconomia Por otra parte, el mundo bibliotecario, del mismo modo que otras profesiones, descubrié pronto: “que la preparacién necesaria se obtenfa de manera mAs eficaz me- diante la ensefianza formal. La experiencia de los tiltimos afios ha demostrado clara- mente la validez de esta creencia y puede hoy afirmarse, sin temor a equivocarse, que si una biblioteca moderna desea ser algo més que una colecci6n de libros 0 museo de ja sabidurfa, requiere personal preparado profesionalmente”®. E\ comienzo de la ensefianza formal de la Biblioteconomia, coincide, como es |6- gico, con el nacimiento de la Biblioteconomia cientifica en el siglo xIx. Las primeras escuelas, que de una u otra forma se ocupan de la formacién de bibliotecarios nacen en esta centuria. ‘Aunque fueron anteriores en el tiempo otras escuelas*, la primera escuela destina- da expresamente a la ensefianza de los bibliotecarios* fue fundada en 1887 en la ac- tual Universidad de Columbia, en Nueva York, por Melvil Dewey, bibliotecario de aque- lla Universidad. Dewey empezé a proyectarla en 1876, en 1879 este proyecto tenia ya una forma definida y fue presentado a la American Library Association. A pesar de las fuertes protestas de alguno de los miembros de dicha Asociacién, el plan fue apro- bado. En 1887 esta Escuela abria sus puertas para formar tanto a futuros biblioteca- rios, como a aquellos que, siéndolo ya, necesitaban ampliar su formacion. En 1889 fue trasladada a Ja Biblioteca Publica de Albany, Nueva York®. Los cursos eran de dos afios, durante cada uno de los cuales se impartfan siete meses de ensefianzas, tanto te6- ricas como practicas. En 1937 habja 26 escuelas de Biblioteconomfa acreditadas por la ALA’. Hoy exis- ten en Estados Unidos alrededor de 400 escuelas de bibliotecarios en diferentes uni- versidades®, ‘La American Library Association fue el primer organismo que se ocupé de dar normas para escuelas de Biblioteconomfa. Las primeras datan de 1925 y han sido posteriormente revisadas en multiples ediciones. Estas normas surgieron con la finali- dad de servir de medida para homologar las escuelas de bibliotecarios americanas, pe- ro el peso de la Asociacién ha hecho que hayan sido tenidas en cuenta por muchos pafses a la hora de crear escuelas. De suma importancia han sido las normas formuladas por la IFLA, que luego co- mentaremos. 2.1.2. Inclusién de la Documentaci6n en las escuelas de bibliotecarios E] nacimiento de la Decumentacién como ciencia supone también un cambio de direcci6n de las escuelas de Biblioteconomfa. Estas hubieron de plantearse si el estu- dio de la nueva ciencia hab/a de incluirse o no en los programas de las ensefianzas de las mismas: “La duda mayor para quien se ocupa de estos problemas se plantea al deci- dir si la Documentacién debe 0 no debe ser incluida en la ensefianza de las Escuelas de Bibliotecologia”. Algunos autores parecen sugerir en su momento que resultaba complicado intro- ducir estas ensefianzas dentro de las escuelas de Biblioteconomfa tradicionales"”. Otros autores, baséndose en la conexi6n existente entre las Ciencias de la Docu- mentaci6n, apuestan decididamente por la inclusién de ésta en las escuelas de biblio- tecarios. Shera sefiala que: “El estudiante de Biblioteconomfa debe desarrollar las habi- lidades necesarias para las técnicas relativas a la practica bibliotecaria; y esto incluye no sélo las tradicionales técnicas bibliotecarias de la catalogacién, de la clasificacién, de Capitulo 2: La ensefianza de la Biblioteconomia 45 la conservacién, y similares, sino también las técnicas especializadas que son elabora- das por los documentalistas y por los especialistas de Ja informacion™"*, En esta misma linea: “Saracevic y Rees (1968) sugieren que la ciencia de la infor- macién ha sido fuente principal de innovacién en la profesion bibliotecaria, En su opi- ni6n, gran parte del trabajo realizado en ciencia de la informacién puede set aplicado a varios aspectos de la practica bibliotecaria: estudios de usuarios; adquisicién; selec- cin y descarte; representacién de contenido; preparacién de indices y catdlogos; re- quetimientos de espacio; utilizacién de publicaciones periddicas y trabajo de biblio- grafia y consulta. Aunque el artfculo no implica la integracién de la ciencia de la informacién al plan de estudios de bibliotecologia, aporta un buen argumento en esta direcci6n”!?. Otros autores afiaden matices diferentes; “Swank sostuvo que las materias de Do- cumentacién y de Ciencia de la Informacion deberian incluirse en las escuelas de Bi- bliotecologia, dentro de un plan revisado, en lugar de afiadir nuevos cursos al plan tradicional, o, de ofrecer un programa separado porque, en su opinién, ambas discipli- nas eran solamente expansiones de la Bibliotecologia”">. 2.1.3. Armonizaci6n de las ensefanzas Al referirnos a la relacién entre las llamadas Ciencias de la Documentacién, ya hetnos sefialado que se tiende a una concepcidn integradora de las mismas. Por otra parte, la sociedad ha evofucionado, de forma que nos encontramos en la amada sociedad de la informacién, y en esta sociedad se hace imprescindible para su buen funcionamiento, el manejo de la informacién a gran escala. Generalmente se ad- mite que la informaci6n constituye un recurso nacional imprescindible. Hay, por lo tanto, que evitar las duplicaciones y las carencias, por lo que cada dia se fomenta mas Ja coordinacién de los servicios de documentacién, bibliotecas y atchivos dentro de los sistemas nacionales de informacién. Estos hechos han de reflejarse, por tanto, en la formacién de los profesionales de la informacion (bibliotecarios, documentalistas y archiveros) de forma armonizada, lo que no quiere decir fusionar las tres profesiones, ya que tanto sus objetivos, como sus funciones, como la formacién que requieren son diferentes: “Armonizar no significa una capacitacién idéntica para todos; se trata solamente de buscar los aspectos comunes de las diversas actividades profesionales a fin de fa- cilitar Jos intercambios intelectutales, racionalizar la utilizaciéa de los recursos peda- 26gicos, organizar mejor el trabajo profesional ¢ incluso, de ser posible, consolidar el peso de estas profesiones ante los dirigentes o la sociedad en general. Es evidente que deben mantenerse las identidades propias de las profesiones y, si la aplicacién de un enfoque armonizado Hevara a confundirlas, habria que abandonarlo de inme- diato.”" E] camino hacia la armonizaci6n de la formacién de los especialistas de la infor- macién ha preocupado a la UNESCO, que colabora en esta materia con el Consejo Internacional de Archivos (CIA), la Federacidn Internacional de Documentacién (FID), y la Federacién Internacional de Asociaciones e Instituciones de Bibliotecarios (IFLA). Se han levado a cabo distintas reuniones en las que se ha avanzado en este sentido: 46 Manual de Biblioteconomia — La Conferencia Intergubernamental sobre el Planeamiento de las Infraestruc- turas Nacionales de Documentacién, Bibliotecas y Archivos, que se celebré en Paris en 1974, En ella se abordé e} tema del reagrupamiento en una misma institucién de los cursos de formacién de los bibliotecarios, archiveros y espe- cialistas de la informacién, para evitar la duplicacién de las ensefianzas. — En 1976, en la 19* Conferencia General de la UNESCO que se celebré en Nairo- bi, se puso de manifiesto la necesidad de establecer una més estrecha colabora- ci6n entre las diversas profesiones vinculadas a la informacidn, asi como entre to- dos los organismos relacionados de alguna forma con el suministro de la misma. — En 1979, la UNESCO organizé una seunién de expertos sobre el tema de la armonizacién de Ja ensefianza de las Ciencias de la Informacién, — En 1980, el CIA, la FID y la IFLA celebraron en Bellagio (Italia) wna reunién sobre esta cuestion. Posteriormente, los comités de formacién de estas tres organizaciones, se reunieron en Franefort para establecer los vinculos de cooperacidn en orden a poner en prdctica un programa comtin de actividades: — En 1983, se celebra en Viena una reunidn de trabajo de los citados comités de las tres organizaciones, donde se recomienda la elaboracién de un tronco co- imtin para las tres profesiones, que se centraba en principio, en los conocimien- tos sobre temas de gestién. —— En 1984, la UNESCO convoca un Caloquio Internacional sobre la Armoniza- cién de los Problemas de Formacidn Tesrica y Préctica en Ciencias de la In- formacién, donde se estudian, entre otras cuestiones, las materias que se pres- taban @ la formacién comtin de dichos profesionales. -— En a actualidad, se siguen celebrando seminarios conjuntos entre la UNESCO, el CIA, la FID ya IFLA sobre estas materias. A través de estas y otras actividades ha quedado demostrado que la amonizacién de las ensefianzas supone muchas ventajas. En primer lugar, un mejor aprovecha- miento de los recursos materiales: laboratorios de reprografia, microfilmacién, mate- tial audiovisual, medios informaticos, bibliotecas, aulas, etc. También, un mejor apro- vechamiento dé los recursos administrativos: los que hacen referencia a la seleccion de estudiantes, organizacién de cursos y, en definitiva, la gestion de las Escuelas, Por otra parte se amplia el horizonte de los alumnos, lo que facilita la movilidad profesi nal. Se fortalece la representatividad de las organizaciones frente a los poderes puibli- cos, el medio educativo, los usuarios, etc. También la UNESCO se ha ocupade de sefialar las materias que se prestan a la armonizacidn en el campo de la ensefianza de las Ciencias de la Documentacién: — Lanocién de informacion. Las Ciencias de la Documentacién tienen el mismo objeto: la informacién, registrada en cualquier tipo de soporte. — Las politicas en materia de informacién. Si se quieren aprovechar al maximo los recursos disponibles, es imprescindible tener una visién de conjunto, a es- cala nacional, de todos los servicios relacionados con Ia informacién, asf como Ia planificacién de los servicios de una forma coordinada. — El anilisis de sistemas, que puede aplicarse a numerosas disciplinas. Este ele- mento es indispensable en una formacién armonizada. Capitulo 2: La ensehanza de la Biblioteconomia 47 — Administracién y gestién, de las que dependeré en gran medida el funciona- miento tanto de archivos, de bibliotecas como de centros de documentacién. — Estudios de usuarios, cada vez més importantes en cualquier biblioteca, archi- vo 0 centro de documentacién, ya que es la raz6n de la existencia de los mis- mos. —— Anilisis documental, como instrumento necesario para el acceso a la informa- cién. — Aprovechamiento de las fuentes de informaci6n, que es la principal finalidad de la Biblioteconomfa, la Archivistica y la Documentacién. ‘i — Conservacién. Aunque el problema afecta en diferente medida al archivero, bibliotecario y documentalista, los tres especialistas deberfan tener, al menos, unas nociones basicas. — Tecnologia. Conocer las nuevas tecnologias, y sobre todo Ia informatica, es in- dispensable hoy dia para los especialistas de la informaci6n, ya que sin ella ca- da vez se hace més dificil el tratamiento de la informacién de una forma eficaz. — Métodos de investigacion. Es necesario definir las bases tedricas de los proble- mas concretos de tratamiento, almacenamiento y difusién de la informacién, como algo indispensable para enriquecer y renovar conceptos. Es aconsejable que los profesionales de la informacién estén capacitados, si no para llevar a cabo investigaciones de este tipo, si al menos para tener criterios s6lidos que les permitan evaluar las investigaciones realizadas, lo que les darfa més seguri- dad a la hora de aplicar estas teorias en su lugar de trabajo!5. El desarrollo de la ensefianza de la Biblioteconomfa ha Ilevado a la distincién de categorias dentro de la misma. Sabor distingue en dicha ensefianza dos modalidades, En primer lugar, la ensefianza dirigida a la formacién de bibliotecarios. Debe ser una formaci6n de tipo técnico y tiene como misién preparar a aquellos profesionales que van a ejercer su trabajo en la biblioteca, entendida en sus diversas modalidades. En segundo lugar, la formacién de especialistas en Biblioteconom(a. Esta tiene un cardc- ter cientffico y “... se propone formar especialistas en la ciencia del libro y de las bi- bliotecas, capaces de profundizar originalmente en esa ciencia y de considerarla en sus relaciones con la totalidad de la cultura humana”! E. Molina sefiala respecto a la existencia de estas dos categorias de la enseflanza de la Biblioteconomfa que: “.., eran impensables en las primeras escuelas de bibliote- carios, cuya finalidad era formar personal destinado a reemplazar progresivamente a quienes ejercfan de una manera empfrica e intuitiva las funciones de bibliotecario””, Algunos autores, sin embargo, tienen una visin distinta. Serrai, por ejemplo, opi- na que la especializaci6n en la ciencia bibliotecaria no puede separarse de la profesin de bibliotecario. Serd la diversificaci6n de la biblioteca con sus distintas manifestacio- nes (bibliotecas nacionales, universitarias, publicas, etc.), la que propiciar4 la diversifi- caci6n de la formacién, También para Serrai, como para Sabor, existe en la ensefanza wna actividad espe- culativa, pero no como una rama especializada’®. 2.2, Las escuelas de Biblioteconomia A consolidar la teorfa sobre las escuelas de Biblioteconom{a han contribuido dis- tintos autores y asociaciones que se han ocupade de su estudio!”. 48 — Manual de Biblioteconomia Las asociaciones han elaborado textos normativos que tienen el valor de contri- buir a unificar criterios y sentar principios basicos sobre lo que deben ser las escuelas de Biblioteconomia. Dichas normas han sufrido una evoluci6n al igual que el resto de las normas que se ocupan de otros aspectos de la Biblioteconomfa. Han pasado de ser normas de tipo cuantitativo a normas con wn carécter cualitativo, convirtiéndose a su vez, mas que nada en orientaciones, con la pretensién de que puedan ser més facilmente aplicables en cualquier contexto y proponiéndose respetar cualquier realidad nacional. “Ya nos hemos referido anteriormente a las normas elaboradas por la ALA®. Pero sin duda, las normas para Escuelas de Biblioteconomfa dadas por la IFLA”! en 1976, es el texto normativo més importante a nivel internacional, por lo que vamos a refe- rirnos a su contenido, 2.2.1. Situaci6n académica (Locus) “La Escuela debe formar parte de una institucion que otorgue un grado universi- tario 0 titulo equivalente; o ser una instituci6n independiente que imparta ensefianza de nivel universitario y otorgue un titulo equivalente a grado universitario””. La im- portancia de que las escuelas de Biblioteconomia formen parte de una universidad ya habfa sido puesta de manifiesto anteriormente”. J. Periam Danton ha sefialado las ventajas de que la escuela dependa de una institucin de ensefianza superior: algunos de los instrumentos bibliogréficos (fundamentalmente obras de referencia), que los estudiantes de Biblioteconomfa deben manejar, por sus elevados precios, estan mu- chas veces fuera del alcance de una escuela independiente. Por otra parte y general- mente, las instituciones independientes no tienen poder para conferir a los estudian- tes titulos. El nivel de ensefianza de una escuela independiente, puede estar por debajo del de una escuela universitaria. En los planes de estudio de Biblioteconomia deben estar presentes materias que se imparten ya en las universidades, y de las cuales una escuela universitaria puede aprovecharse, De todas formas, Danton sugiere la idea de que pueden darse situaciones concre- tas donde, por la poca estabilidad y prestigio de la universidad, sea aconsejable que la escuela de Biblioteconomia dependa de otro organismo, como una biblioteca oficial”*. 2.2.2. Fines y objetivos “La Escuela debe tener sus fines y metas claramente consignadas en un documen- to formal”, “La Escuela debe tener unos objetivos espectficos derivados de sus pro- pios fines, que estén expuesto con claridad en un documento formal””*, Al respecto, Danton ha sefialado que: “Los propésitos y objetivos de una escuela dependen en gran parte de los tipos de biblioteca para los que deba preparar a sus estudiantes. Por ‘tipos’ de bibliotecas entendemos no sélo la naturaleza de las mismas, sino la clase de trabajo y los servicios por ella prestados””’. Lo anteriormente citado pone de manifiesto la conveniencia de la adecuacién de la ensefianza universitaria a las necesidades sociales, cosa que no siempre ocurre, siendo ésta una causa de desempleo. Sin embargo, esto no es suficiente y la universidad debe plantearse metas mds elevadas: “La universidad 0 la escuela profesional deben contri- buir a la solucién de los problemas y a la coleccién, andlisis ¢ interpretacién de los he- Capitulo 2: La ensefanza de la Biblioteconomia 49 ; en sintesis, deben contribuir al adelanto del conocimiento, y ensefiar a otros como. de contribuir a ese adelanto, si desean justificar en forma acabada su existencia”™, ‘ Resumiendo lo anterior, Danton expone: “Esto significa que una escuela de Bi- lioteconomfa no puede dirigir su esfuerzo exclusivamente hacia las necesidades y ticas comunes y tradicionales de las bibliotecas; debe, ademds, fomentar lo nuevo, perimentar lo viejo, reexaminar lo aceptado, experimentar lo no experimentado, y ‘en suma, convertirse en guia dentro de su especialidad”™. 2 Denominacion y rango, organizaci6n, sostenimiento ¢ instalaciones Sobre estos temas las Normas sefialan que: “La denominacién (nombre) y rango (nivel organizativo) de la Escuela, deberdn ser equivalentes a los de otras escuelas del mismo pais o Ambito que se dediquen a la formacién profesional”™”. También especifican que los profesores de las escuelas deberdn tener la misma ti- tulacién que el resto de los profesores de la institucién en que estén insertas™. En cuanto a la organizacién y sostenimiento: “La Escuela deberd tener un puesto definido dentro del plan general de organizacién administrativa de la institucién””2, “La Escuela ha de contar con un compromiso formal de ayuda econémica suficiente y dispo- ner de un presupuesto anual concreto que habré de estar en consonancia con sus objeti- vos, previamente fijado”??, Por lo que se refiere a instalaciones: “Deberén facilitarse cuantas oficinas, aulas, zonas de estudio, mobiliario y equipo necesite la escuela”™, 2.2.4. Biblioteca “Los fondos bibliograficos habrén de ser suficientemente especializados para sa- tisfacer plenamente las necesidades de todas las disciplinas impartidas en la Escuela y las de otras asignaturas cursadas por los alumnos, asi como para atender las tareas de investigacién del personal docente”®5, La importancia de la biblioteca esta en relacién con el hecho de que dichas biblio- tecas van a influir a la larga, muy directamente en la calidad de las ensefianzas. Dispo- ner de una biblioteca especializada es fundamental. Es evidente que los avances tec- nol6gicos permiten tener acceso a la informacién a través de otros medios u organismos ademés de la biblioteca, pero ésta todavia sigue siendo imprescindible para facilitar el acceso al documento, sobre todo cuando es de uso frecuente, como sucede en el caso de los usuarios de estas bibliotecas -profesores y alumnos- que a veces necesitan con- sultarlo de forma reiterada. Por otra parte, estas bibliotecas ademés de proporcionar los servicios propios de toda biblioteca universitaria (apoyo a la docencia e investigaci6n), pueden servir de la- boratorio de practicas para los estudiantes. 2.2.5. Personal docente y no docente Sobre el profesorado, las Normas exponen que: “El personal académico (docente) deberd ser altamente cualificado: con destacada experiencia profesional, titulacién oficial y dotes de docéacia. Deberd haber un profesor por cada 12 alumnos (o su equi- valencia en plena dedicacién (full-time])”’". 50 Manual de Biblioteconomia Danton ha relacionado el éxito de la escuela con la cualificacién del profesorado: “Por acertados que sean los objetivos de una institucién de ensefianza y buenos sus programas, sus métodos y su edificio, su excelencia dependeré siempre, fundamen- talmente, de la calidad del cuerpo de profesores”™, EI mismo autor se ocupa de las cualidades que debe reunir un buen profesor, asi como de las ventajas e inconvenientes del modelo de dedicacién “part-time” o “full- time”. Respecto a este Ultimo punto ha sefialado que Ja ventaja del primer sistema frente al segundo es que en ese caso se trata de profesionales que tienen un perma- nente contacto con la profesién. Sin embargo presenta el inconveniente de que en es- tos casos el profesor tiene menos contacto con los alumnos; por otra parte, al desem- pefiar m4s de una actividad, una de las dos se resiente*®, En cuanto al personal no docente, las Normas sefialan que: “El personal no docen- te (de oficina, administrativo) deberd tener cualificacién equivalente al de otras unida- des andlogas. Como minimo seré necesaria una persona en jornada completa, aunque normalmente se requerirdn dos o més personas”, Este tipo de personal, naturalmente, debe estar en proporcién al tamafio de la es- cuela, al numero de alumnos, etc. La evolucién de las ensefanzas ha influide también en la composicién del personal no docente. Por ejemplo, con la implantacién de la en- sefianza de la informatica en las escuelas, cada vez es mas necesario personal técnico en informatica, que se ocupe del mantenimiento de las instalaciones. 2.2.6. Plan de estudios “El plan de estudios constara de una serie unificada de disciplinas y otras expe- riencias educativas, elaborado con el fin de alcanzar los objetivos especificos del pro- grama. Toda ensefianza habré de tener categoria universitaria, conforme a las Iineas generales de la UNESCO-ISCED para el nivel 3. Los principios y conceptos privaran sobre lo meramente repetitivo y técnico. Todos los alumnos deberén cursar como fun- damentales un grupo de materias ‘basicas’ ademas de otras opcionales de tipo espe- cializado. La cultura general (estudios ajenos a la Biblioteconoméa) deben constituir factor principal de la formacién del bibliotecario™"'. Las Normas distinguen entre programas de primer y segundo ciclo. En cuanto al contenido, enumeran las materias siguientes: — Papel de la biblioteca en la sociedad, como instrumento de comunicacién. — Principios y métodos de Bibliografia. — Organizacién de materiales bibliogrdficos (catalogacién, clasificacién, etc.). — Informacién bibliogréfica y atencién al lector. — Seleccién, adquisicion y utilizacién de materiales impresos y no impresos. — Gestion de bibliotecas. — Historia de las bibliotecas. — Bibliologfa. — Métodos y técnicas de investigacién bibliotecaria. — Automatizacién de bibliotecas. — Documentacién e informacién cientifica. — Planeamiento, construccién e instalacidn de bibliotecas. Afiaden las Normas que sobre estas materias debe darse ademés, una visidn inter- nacional®. Capitulo 2: La ensefianza de la Biblioteconomia 51 22.7, Otros aspectos Las Normas se ocupan también de otros temas relacionados con la organizacién de las Escuelas de Biblioteconomfa, como son: la formacién continua de profesiona- les, la admisién de alumnos, los requisitos para la terminaci6n de los estudios, la titu- lacién, la gestién, el archivo y la planificaci6n de la Escuela®. De acuerdo con estas y otras directrices, los distintos pafses han creado las ense- fianzas de la Biblioteconomfa. Aqu{ vamos a ocuparnos de la ensefianza de la Biblio- teconomfa en Espaiia. 2.3. La ensefianza de la Biblioteconomia en Espafia“4 Siguiendo un mero orden cronolégico, vamos a exponer las principales iniciativas para formar bibliotecarios en Espafia, hasta llegar a la actualidad, en que comienzan a funcionar las Escuelas Universitarias de Biblioteconomfa y Documentacién. En el siglo x1X, tendrén lugar en Espaiia dos hechos que van a influir en el plantea- miento de la necesidad de formar bibliotecarios: el primero tiene lugar en 1835, cuando se lleva a cabo la llamada desamortizacién de Mendizdbal‘’, que tendré como conse- cuencia en el plano bibliotecario, la afluencia de gran ntimero de libros a las bibliotecas provinciales (publicas o universitarias), libros que habfa que tratar técnicamente. Por otra parte, y este es el segundo hecho, en 1836, la Libreria Real se convierte en Bibliote- ca Nacional, con lo que se hacen necesarios unos profesionales que sustituyan a los anti- guos criados de la Casa Real. Impulsada por estas necesidades, se crea la cdtedra de Paleografia por la Real So- ciedad Econémica Matritense en 1838, donde se impartirén las asignaturas de Arqueo- logia, Numismatica y Paleogratia. 23.1. Escuela Superior de Diplomética Esta preocupacién por la formacién de bibliotecarios desembocé en la creacién de la Escuela de Diplomdtica (Real Decreto de 7 de octubre de 1856)*, En ella, des- pués de tres afios de estudios, se obtenfa el titulo de Paleégrafo que permitia “ser nombrado en las vacantes que ocurrieran en los Archivos del Reino y en las bibliote- cas ptiblicas donde se conservaren manuscritos”. El tipo de formacién impartida era muy distinta a la actual, pero era adecuada si tenemos en cuenta las caracteristicas propias de las bibliotecas de aquel momento y, por tanto, los conocimientos necesarios por parte de los bibliotecarios para organizar Jas colecciones. Por una parte la funcién de conservacién era mucho més importante que la difusién de la informacién y, por otra, la coleccién estaba formada principal- mente por libros antiguos, algunos verdaderas joyas bibliograficas. La Escuela impartia formacién no sélo a bibliotecarios, sino también a archiveros y arquedlogos, y se acomodaba a la organizacién de un tinico Cuerpo Facultativo*”. Esta Escuela entr6 en pugna con la Facultad de Filosoffa y Letras de Madrid. Por una parte, la Escuela tenia rango universitario, por otra, los licenciados en Filosofia y Letras podian cursar estos estudios en un afio. La pugna acabé con la clausura de la Escuela en 1900 y aunque, en teorfa, sus ensefianzas quedaron incorporadas a la Sec- cién de Historia de la Facultad de Filosofia y Letras, la realidad fue que slo se incor- 52 Manual de Biblioteconomia poraron algunas materias*’. En realidad, de las espeefficas en la formacién de biblio- tecarios s6lo se incorporé Bibliologia®, que se ha venido impartiendo en varias Facul- tades de Filosofia y Letras. Posteriormente las Facultades de Filosoffa y Letras in- corporarian otra asignatura relacionada con la formacién de bibliotecarios, que es la Bibliografia. Algunas Facultades también introdujeron la asignatura de Bibliotecono- mia. Ruiz Rodriguez ha sefialado el fracaso que supuso para la formacién de los bi- bliotecarios y archiveros el cierre de esta Escuela y la incorporacién de alguna de sus ensefianzas a las Facultades de Filosofia y Letras: la especializacién desaparecerd en favor de otras especialidades como Paleografia, Historia, etc, Materias tan especificas como Biblioteconomia dejarén de impartirse, y cuando se impartan se hard mas con un afan de informar al alumno que con objeto de crear un especialista‘'. Todo ello tu- vo como consecuencia que los licenciados en Filosoffa y Letras que tuvieran interés en ejercer la profesién de bibliotecario, hayan tenido que completar su formacién en otros centros, generalmente academias, y que dicha formacién haya tenido una im- portante carga de autodidactismo. 2.3.2. Escuela de Bibliotecarias de la Diputacién de Barcelona’> Otro hecho importante en el desarrollo de la formacién de bibliotecarios en Espa- fia, lo constituye la creacién de la Escuela de Bibliotecarias de la Diputacin de Barce- lona. Dicha Escuela fue creada en 1915 por Eugenio D’Ors, y hay que concebirla den- tro del marco de Ia creacién de lo que hoy llamasfamos un sistema de bibliotecas catalén, a la cabeza del cual se encontraba la Biblioteca de Catalufia. Todo se planificé de tal manera, que las cuatro bibliotecas (Valls, Olot, Sallent y Borges Blanques), situa- das una en cada provincia®, se inauguraron en 1918, con lo que pudieron ser atendidas por la primera promocién de bibliotecarias, ya que las ensefianzas duraban 3 aiios. La ensefianza impartida en ella presentaba caracteristicas muy diferentes respecto a la que nos hemos referido antes al hablar de la Escuela de Diplomatica. La Escuela fue creada por la Mancomunidad de las Diputaciones de las cuatro provincias catala- nas y con el cometido concreto de formar bibliotecarias para atender {as bibliotecas populares que se crearon en ese momento. Sus ensefianzas pierden ese cardcter “con- servador” del que hemos hablado antes, puesto que las colecciones de estas bibliote- cas populares eran muy diferentes a las bibliotecas piiblicas heredadas de la desamor- tizacion. Son enseiianzas mucho més cercanas al mundo anglosajén. Esta Escuela estaba aneja a la Biblioteca de Catalufia y para ingresar en la misma se requerfa un examen de ingreso. La formacién duraba 3 cursos completados con una prictica en la mencionada Biblioteca de Catalufia. El mayor inconveniente que presentaba esta Escuela es que su influencia fue muy reducida en el tertitorio nacional, circunscribiéndose basicamente a Catalufia y Balea- res*4, 2.3.3. Escuela de Auxiliares de la Investigacion Con unas caracteristicas distintas, hemos de referirnos a la llamada Escuela de Auxiliares de la Investigacion, creada en 1942 por el Consejo Superior de Investiga- ciones Cientificas. Era una escuela femenina en la que se formaban tanto las llamadas laborantes, para trabajos en laboratorios, como las auxiliares de bibliotecas, que estu- Capitulo 2: La ensefianza dela Biblioteconomia 53 diaban Biblioteconomia y ottas asignaturas especificas, con el fin de trabajar en la Bi- blioteca General del Consejo 0 en las de sus Institutos de Madrid. Para acceder a esta Escuela, se requeria Bachiller Superior y un examen de ingre- s0, Los cursos fueron de tres afios, salvo en un principio que fueron de dos, y aca- baban con un examen final, La Escuela se extinguié en 1973°. 23.4. Escuela de Documentalistas En 1952 se inician tos denominados Cursos para la formacién Técnica de Archive- 10s, Bibliotecarios y Arquedlogos, que en 1964 pasaron a denominarse Escuela de Documentalistas y en 1980° Centro de Estudios Bibliogréficos y Documentarios (CE- BID), y que desaparecié en 1986. Esta institucién dependfa en un principio del Minis- terio de Educacion y Ciencia, y pas6 posteriormente a la Biblioteca Nacional, pero a pesar de su cardcter Oficial, nunca expidié un titulo legalmente reconocido, sino sim- plemente un diploma de aptitud, Las ensefianzas s¢ impartian a dos niveles: el denominado “documentalista”, para licenciados universitarios y que tenfa una duracién de dos afios” y el de “ayudantes de documentacién”, dirigido a bachilleres superiotes, y que se prolongaba durante un aiio. La Escuela de Documentalistas proporcioné formacién a muchos especialistas. 23.5. Escuela de Bibliotecarias de la Universidad de Navarra Tomando como modelo la Escuela de Bibliotecarias de la Diputacién de Barcelo- na, Alvaro D'Ors, crea en 1967 la Escuela de Bibliotecarias de la Universidad de Nava- za, con el fin de formar bibliotecarias para Jas bibliotecas de dicha institucién, aunque, posteriormente, estas profesionales también se incorporarén a otro tipo de bibliotecas: populares, de la Caja de Pensiones, de empresas y distintas corporaciones®. Las ensefianzas se prolongaban durante tres afios, dando una formacién de primer ciclo®, La Escuela cerré en 1977. 23.6. La Diplomatura de Biblioteconomia y Documentacién Las Escuelas de Biblioteconomia y Documentacién nacen en Espafia gracias al Real Decreto 3104/78, de 1 de diciembre, que deja la iniciativa de su creacién a las Universidades: “Las Universidades podran incorporar las ensefianzas mencionadas, solicitando del Ministerio de Educacién y Ciencia la creacién de Escuelas Universita- rias de Biblioteconomfa y Documentacién®™”. A partir de este momento, la Diploma- tura empieza a impartirse en distintas universidades: — Barcelona. Ya hemos hablado antes de la Escuela de Bibliotecarias de la Di- putacién de Barcelona. Con el paso del tiempo, la Escuela sufrié una serie de cambios hasta llegar a la actualidad. En el curso 1974-75, se convirtié en mixta y cambié su titulacién por la de Escuela de Bibliografia. En 1982, tras la aparicién del ya citado Real Decreto 3104/78 que abre la posibilidad de creacién de Escuelas Universitarias de Biblioteconomia y Do- cumentacién, la Escuela se adscribe a la Universidad de Barcelona®, osten- 54 Manual de Biblioteconomia tando la titularidad la Diputacién Provincial de Barcelona®, y con la denomi- nacién de Escuela Universitaria Jordi Rubié i Balaguer de Biblioteconomia y Documentaci6n. La escuela es reconocida por Orden Ministerial de 21 de julio de 1982". Granada. Este Centro se crea por el Real Decreto 1618/82 de 18 de junio (BOE n° 175, de 23 de julio de 1982) y es la primera Escuela oficial de Biblio- teconomia y Documentacién de Espafia. La Escuela comenzé a funcionar durante el curso 1983-84, La Diplomatu- Ta se imparte actualmente en la Facultad de Biblioteconomfa y Documentacién. Salamanca, La creacién de la Escuela de Salamanca coincide en el tiempo con la de Granada, si bien su aprobaci6n se realiz6 por el Real Decreto 3003/82, de 24 de septiembre (BOE n° 274, de 15 de noviembre de 1982), aunque no empezaré a impartir docencia hasta el curso 1987-88, Actualmente, integrada en la Facultad de Traduccién y Documentacién Murcia. Por Real Decreto 659/1988 de 24 de junio de 1988 (BOE n° 155, de 29 de junio de 1988), se crea la Escuela de Murcia, gestionada administrativa- mente por la Facultad de Filosoffa y Letras. Fueron los primeros estudios de Biblioteconomfa y Documentacién que no nacfan adscritos a una Escuela Uni- versitaria, aunque posteriormente se constituyeron en Escuela’. Las ensefianzas de Biblioteconomia y Documentacién en Murcia comen- zaran a impartirse durante el curso 1988/89. Zaragoza. Las ensefianzas de la Diplomatura de Biblioteconomia y Documen- tacién en Zaragoza se imparten en el marco ffsico y administrativo de la Fa- cultad de Filosofia y Letras, desde el Area de Biblioteconomfa y Documenta- cién, dependiente del Decanato de dicha Facultad. La implantacién de las mismas se autoriza por el Real Decreto 1025/89, de 28 de julio (BOE n° 19, de 10 de agosto de 1989), y se autoriza su iniciacion por are ministerial de 2 de octubre de 1989 (BOE n° 240, de 6 de octubre de 1989). Madrid. En Madrid las ensefianzas de Biblioteconomia y Documentacién se imparten en dos Universidades: La Complutense y la Carlos III. * La Escuela de Biblioteconomfa y Documentacién de la Universidad Complu- tense, tiene su origen en las ensefianzas de Documentaci6n impartidas en la Facultad de Ciencias de la Informacién, Facultad que, a través del Departa- mento de Documentacién, creé una Escuela de Documentacién de Postgra- do, La actual Escuela de la Complutense es heredera de esas experiencias. La Escuela de Biblioteconomfa y Documentacién de la Universidad Complutense de Madrid se autoriza por el Real Decreto 1049/90 de 27 de julio (BOE 0° 191, de 10 de agosto de 1990). El inicio de sus enseffanzas se autoriza por Orden Ministerial de 28 septiembre de 1990 (BOE n° 283, de 26 de noviembre de 1990 y BOE n° 305 de 21 de diciembre de 1990). La Es- cuela comienza a funcionar en el curso 1990-91. Universidad Carlos III. La Universidad Carlos Il de Madrid, de reciente creacién, comienza a impartir las ensefianzas de la Diplomatura de Biblio- teconomfa y Documentacién durante el curso académico 1990-91. La ini- ciacién de dichas ensefianzas fueron autorizadas por la Orden de 28 de sep- tiembre de 1990 (BOE n? 273, de 14 de noviembre de 1990) y se imparten en la Facultad de Ciencias Juridicas y Sociales. Capitulo 2: La ensenianza de la Biblioteconomia 55. — Le6n. La Diplomatura de Biblioteconomfa y Documentacién de 1a Universi- dad de Le6n se imparte dentro de la Facultad de Filosofia y Letras, como en el caso de Zaragoza. La implantacién de estas ensefianzas se hace por el Real Decreto 1049/90, de 27 de julio (BOE n° 191 de 10 de agosto de 1990), y su ini- cio se autoriza por la Orden Ministerial de 28 de septiembre de 1990 (BOE n° 283, de 26 de noviembre de 1990 y BOE n® 305 de 21 de diciembre de 1990), comenzdndose a impartit durante el curso 1990-91. — Alcala de Henares. Por Real Decreto 1050/1992, de 31 de julio (BOE n° 205, de 26 de agosto de 1992), se autorizé la implantacién de la Diplomatura de Bi- blioteconomfa y Documentacién en Alcalé de Henares. — Extremadura. Por Resolucién de 6 de marzo de 1995, (BOE n° 79, de 3 de abril de 1995) se publica el plan de estudios para la obtencidn del titulo de Di- plomado en Biblioteconomia y Documentacién, en la Facultad de Biblioteco- nomfa y Documentacién (denominacién provisional) de Badajoz. 23.7. La Licenciatura en Ciencias de la Documentacion La necesidad de la existencia de una licenciatura en Ciencias de la Documenta- cién es una necesidad largamente sentida. Nuestro pais sufre un considerable retraso en este punto respecto a otros pafses. La licenciatura correspondiente se ha establecido por Real decreto 912/192, de 17 de julio de 1992, (BOE n° 206, de 27 de agosto de 1992) con la denominacién de Licentiado en Documentacién. En las directrices propias de los planes de estudios conducentes a la obtencién de dicho titulo, se establecen como aspectos més destacados: a) Las ensefanzas que llevan a la obtenci6n del titulo de Licenciado en Docu- mentacién “deberén proporcionar una formacién adecuada en los aspectos b: sicos y aplicados de la informacién y la documentacién cientifica y especializa- da del tratamiento de su conservacién y recuperacién en diferentes soportes, asf como la de planificacién, organizacién y gestién de los correspondientes sistemas, redes y centfos”. La carga lectiva oscilar4 entre 20 y 30 horas semanales, incluidas las enseflan- zas prdcticas. En todo caso, las ensefianzas teéricas no podrén superat las 15 horas semanales. ¢) Se establece como materias troncales las siguientes: 6, — Administracién de Recursos en Unidades Informativas (Organizacién y Gestién de Redes y Sistemas de Unidades Informativas), 8 eréditos. — Estadistica (Conceptos Fundamentales, Estadistica Aplicada, Andlisis Multivariante), 6 créditos, — Planificaci6n y Evaluacién de Sistemas de Informacién y Documentacién (Planificacién y Evaluacién de recursos Informativos a Partir de las Carac- terfsticas Sociales y Culturales de una Determinada Area y de tas Necesi- dades Detectadas), 6 créditos. — Sistemas de Representacién y Procesamiento Automéatico del Conocimien- to (Métodos y Técnicas Aplicadas al Estudio y a las Actividades Propias de la Representacion y Recuperacién del Conocimiento Humano), 8 créditos. 56 Manual de Biblioteconomia — Sistemas Informiticos. Sistemas de Ficheros. Bases de Datos. Redes, 5 cré- ditos. — Técnicas de Indizacién y Resumen en Documentaci6n Cientifica (Sistemas de Recuperacidn de la Informacién, Compatibilidad de Idiomas y de Siste- mas. Confeccién de Thesauri. Condensacién de Contenidos Documenta- les), 8 créditos, — Técnicas Documentales aplicadas a la Investigacién (Técnicas Estadisticas, Analiticas y Descriptivas de la Investigacion. La Investigacion en Docu- mentacién), 6 créditos. La directriz 4* del Real Decreto, anteriormente citado, sefialaba que con posterio- ridad, se establecerfan “Las titulaciones y los estudios previos del primer ciclo necesa- rios para cursar'estas ensefianzas, asf coma los complementos de formacién”. La Or- den Ministerial de 22 de diciembre de 1992, por la que se establecen las titulaciones y estudios previos del primer ciclo, asf como los complementos de formacién con los que se puede acceder a las ensefianzas de segundo ciclo conducentes a la obtencién del tftulo oficial de Licenciado en Documentacién (BOE n° 11, de 13 de enero de 1993), determina que podran acceder a la licenciatura, cualquier diplomado, sin nece- sidad de cursar complementos de formacidn “en tanto se realicen nuevas propuestas por el Consejo de Universidades, que permitan una mds amplia oferta de posibilida- des de incorporacién a los estudios de referencia”. Sin embargo, por Orden de 13 de julio de 1993 (BOE n®. 186, de 5 de agosto de 1993), establece que podrdn acceder directamente a los estudios de segundo ciclo que conduce a la obtenci6n del titulo de Licenciado en Documentaci6n, slo los diploma- dos en Biblioteconomia y Documentacién, mientras que los diplomados de otras titu- laciones, deberdn cursar entre 40 y 45 créditos de las siguientes materias: — Anilisis de Lenguajes Documentales. — Archivistica. — Bibliografia y Fuentes de Informacién. — Biblioteconomia. — Documentacién General. — Teenologias de la Informacién. Estos créditos, se distribuiran entre las disciplinas anteriores segtin el criterio esta- blecido por las propias universidades. ‘La Licenciatura en Documentacién ha comenzado a implantarse en algunas uni versidades, presentando distinto grado de desarrollo®. En el presente curso académi co se imparte en las universidades de Granada, Salamanca, Alcala de Henares y Car- los III de Madrid®. 2.3.8. La ensenanza de la Biblioteconomia fuera de la Universidad Aparte del nivel universitario, la enseflanza de la Biblioteconomfa en Espafia se imparte también a otros niveles. En primer lugar, dentro de la Ensefianza Secundaria por medio de Jos lamados Médulos Profesionales, entre los cuales se encuentra el denominado Técnico en Bi- blioteconomfa, Documentacién y Archivistica, destinado a capacitar para el trabajo Capitulo 2: La ensehanza de la Biblioteconomia ST en bibliotecas, archivos y centros de documentacién, asf como en ciertos campos de la edicién y comercio del libro y de otros soportes de la informacién. Este médulo fue creado por Orden de 8 de febrero de 1988 (BOE. n° 37 de 12 de febrero) tiene una duracién de 1.000 horas minimo y las ensefianzas se imparten en el centro escolar y en un centro de trabajo”. Ademis, la ensefianza de la Biblioteconomfa se lleva a cabo por medio de cursos, etc,, a muy distinto nivel y a través de diferentes entidades como son: Instituciones puiblicas no universitarias (Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Consorcio @Informacié i Documentacié de Catalunya, etc.), por medio de asociaciones profesio- nales (Asociacién Nacional de Archiveros, Bibliotecarios, Muselogos y Documenta- listas, la Sociedad espafiola de Documentacién e Informacién Cientifica, el Collegi Oficial de Bibliotecarios-Documentalistes de Catalunya, la Asociaci6n Andaluza de Bibliotecarios, etc.); a través de organismos privados (Fundacién German Sanchez Ruipérez, etc.). NOTAS AL CAPITULO 2 ! MOLINA CAMPOS, E.: «La ensefianza de la biblioteconomfa: historia y estado actual», Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibtiotecarios, AbriliJunio 1990, vol. 6, n°. 19, p.6. 2 DANTON, J. Periam: La formacién profesional del bibliotecario. Paris: UNESCO, 1950, p. 13. 3 Ibfdem, p. 2. + En Italia, ya en 1812, Murat se propone crear en Népoles, en la Biblioteca Gioacchina, una cétedra de biografia y bibliografia. MOLINA CAMPCS, E. La ensefianza..., p. 11 En 1821 se crea en Francia I'Ecole Nationale des Chartes, con los fines y planes de estudios del mo- mento, un centro que “dispensaba ensefianzas metodoldgicas tocantes al conocimiento del pasado” PEIRO, I., PASAMAR, G. «La via espafiola hacia la profesionalizacin historiogréfica», Studium: Geo- grafia, Historia, Arte, Filosofia. 1991, n°3, p. 141. En Espaiia, la Escuela de Diplomatica se crea por Real Decreto de 7 de octubre de 1856, a imagen y semejanza de la anterior. En ella se formardn archiveros, bibliotecarios y anticuarios, profesiones que tenfan como comtin denominador el dedicarse a la conservacién de objetos antiguos. 5 DANTON, J.: Periam. La formacién..., pp. 1-2 6 KINDLIN, J., ENGLE, J.: «Library School Libraries», En Encyclopedia of Library and Information Science. New York: Marcel Dekker, 1968-1986, vol. 16, p. 1. 7 bide, p.2. § MOLINA CAMPOS, E.: La ensefianza...,p. 14 Para informacién acerca de las escuelas de Biblioteconomfa existentes en el mundo pueden consul- tarse distintas obras. Como ejemplo: — BOBINSKI, G, $.: «Doctoral programs in Library and Information Sciencie in the United States and Canada», Library Trends. Spring 1986, pp. 697-714. ~ CAPRONI, A. M: La formazione professionale del bibliotecario, Milano: 1989, ~ VALLE GASTAMINZA, F. del: «Objetivos y programas en la formacién de profesionales de la Informacion y Documentacién». Documentacin de las Ciencias de la Informacion, 1991, n° 14, pp. 95-142, : = WORLD guide to Library Schools and training courses in documentation. London: Bingley; Pa- ris: UNESCO, 1981. 8 SABOR, E.: Métodos de ensefianza de la bibliotecologia, Paris: UNESCO, 1968, p. 10. ¥ Refiriéndose a 1A Documentacién, E. Sabor dice: “Como el haz de disciplinas que la forman exige la aplicacién de métodos a veces muy distintos a los tradicionales de esas escuelas, y por otras razones que :ditrice Bibliografica, 58 Manual de Biblioteconomia ‘expongo a lo largo de mi trabajo, he preferido limitarme al nticleo tradicional de los conacimientos bi- bliotecot6gicas”. Ibidem. 11 SHERA, J. H.: «Emergence of a new institutional structure for the dissemination of specialized infor- mn». American Documentation, 1953, n° 4, p. 170, Citado por MOLINA CAMPOS, E.: La enseftan- Zain Po 15. 12 GARZA MERCADO, A.: «Las ciencias de la informaci6n en la Escuela de Bibliotecologia», Boletin de Ig ANABA, EneralJunio 1974, vol. XXIV, n° 1-2, p. 680. 8 Tbidem. M4 UNESCO: Armonizacin de la capacitacién en materia de Biblioteconomia, Ciencias de la Informacién y Archivistica, PGI-87/WS/2. Paris: UNESCO, Programa General de Informacién, 1987, p. 2. 8 fhidem. 16 MOLINA CAMPOS, E.: La ensefianza..., p. 6, 17 [bidem, 18 {dem, pp. 7-8. 19 Como estudio de conjunto queremos citar el informe WILLIAMSON, C. C.: Training for library service. ‘New York: Carnegie Corporation, 1923, Con otras caracteristicas, las obras de DANTON, J. Periam, La formacién... y la de SABOR, J. E. Métodos, Entre las asociaciones hay que citar, sobre todo, la American Library Association (ALA), su homé- oga la Library Association (LA) y la International Federation of Library Associations and Institutions (IFLA). No hay que olvidar que en el mundo anglosaj6n las asociaciones juegan un papel destacadisimo en la formacién de profesionales, ya que controlan la formacién mediante la homologacién de los estu- dios, consistente en el reconocimiento piblico de las escuelas y sus programas de estudios cuando cum- plen los requisitos establecidos. Véase YUNGMEYER, E.: «Las asociaciones y la formacién de profesio- nales». Boletia de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios, Abril/Junio 1990, vol. 6, n° 19, pp. 1-49. ® AMERICAN LIBRARY ASSOCIATION: Standars for School Library Programs. Chicago: The Asso- ciation, 1960, 21 Publicadas en IFLA Journal, 1976, vol, 2, n° 4, pp. 209-223. Para la versi6n espafiola véase: FEDERA- CION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y DE BIBLIOTECAS (FLA), Seccién de Escuelas de Biblioteconomia: Normas para Escuelas de Biblioteconomia. Madrid: ANABA, 1977. ® FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y BIBLIOTE- CAS (IFLA). Seccién de Escuelas de Biblioteconomia: Normas..., p-27. ® Vid.: WILLIAMSON, C. C.: Training..., p.142. Citado pot DANTON, J. Periam: La formacién.... p.7, % DANTON. I. Periam: La formacién..., pp. 7-9. 2 FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y DE BI- BLIOTECAS (IFLA). Seccién de Escuelas de Biblioteconomta: Normas... p. 27. % fdem, p. 28. 2 DANTON, J. Periat 28 fdem, p. 13, 2 Ibidem. % FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y DE BI- BLIOTECAS (IFLA): Secci6n de Escuelas de Bibliteconomfa: op. cit, p. 29. % fdem, pp. 29-30. 2 {dem, p. 30. 3% {dem, p. 31 ™ fdem, p. 32. 38 Idem, p. 33. % ORERA ORERA, L:: «Las bibliotecas de las Escuelas Universitarias de Biblioteconomia y Documen- tacién en Espaia». Revisia General de Informacién y Documentacién, 1994, vol. 4. n° 1, p. 70. 7 FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y DE BI- BLIOTECAS (IFLA). Secci6n de Escuelas de Biblioteconomia: op. cit, p.37. 38 DANTON, J. Periam? La formacién.., p.33. 39 Ibidem, pp. 33-40. op. cit, p. 12. Capitulo 2: La ensehanza dela Biblioteconomia 59 “© FEDERCION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS ¥ DE BIBLIO- TECAS. (IFLA), Seccién de Escuelas de Biblioteconomta. Normas... op. cit, p. 39. * fdem, p. 41, © {dem, pp. 46-47. ® fdem, pp. 50-58. 4 Sobre diversos aspectos actuales ¢ hist6ricos relacionados con la formacién de profesionales de la infor- maci6n en Espafia pueden consultarse distintos estudios. A modo de ejemplo: ~ CARIDAD, M.: «La formacion universitaria en biblioteconomfa y documentacién, Revisi6n de los planes de estudios existentes». En II Jornadas Bibliotecas Puiblicas. Donostia: AsociaciGn de Bi- bliotecarios y Documentalistas de Guipuzcoa, 1991, pp. 13-29. + «Problemética de la formacién de los bibliotecarios y documentalistas», En I Conferencia de bi- bliowecarios y Documentaiisias Espafioles. Madtid: ANABAD, FESABID, 1991, pp. 165-191 ~ ESTIVIL RIUS, A. «De I’Escola de Bibliotecaires a I'Escola Universitaria Jordi Rubis i Bala- guer després de 75 anys», En 2n Seminari Intemacional de Docencia Bibliotearia. Barcelona: Es- cola Universitaria Jordi Rubié i Balaguer de Biblioteconomia y Documentacié, 1990, pp. 155- 172. ~ FUENTES I PUJOL, M, E:: «Estudios y formacién especializada de los cientificos de ta infor- macién. Docencia ¢ investigacién». En Terceras Jornadas Espafiolas de Documentacion Automa- iada: Documat 90. Palma de Mallorca: Universitat de les Illes Balears, 1990, pp. 187-215. = GARCIA EJARQUE, L.: La formacién del bibliotecario en Espaha: de la Paleografia y la Bi- bliografia a la Biblioteconomia y Documentacién, Madrid: ANABAD, 1993 * «La formaciéa profesional de los bibliotecarios en Espafia: Historia y situacién actual», Bole- tia de la ANABA. Julio/Diciembre 1974, vol. XXIV, n° 3-4, pp. 3-11. ~ MATEU IBARS, J.: «Biblioteconom{a en la Universidad». Boletin de ls ANABAD. Octubre/Diciembre 1981, vol. XXXI, n° 4, pp. 637-651. - MAYOL FERNANDEZ, M. C.: «Ley de Reforma Universitaria (LRU) y formacién de profe- sionales de la informaciény. Revista Espahola de Documentacién Cientifica, 1990, vol. 13, n° 3-4, pp, 893-900, ~ MOLINA CAMPOS, E.: «La ensefianza de la Biblioteconom(a: historia y estado actual». Bole- tin de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios. Abril/Junio 1990, vol. 6, n° 19, pp. 5-27. ~ ORPL, Nu «La Escuela de Bibliotecarias de la Unversidad de Navarra». Boletin de la ANABA. Enero/Junio 1973, vol. XXIII, n° 1-2, pp. 43-53. ~ PEIRO, I, PASAMAR, G.: «La “via espafiola” hacia la profesionalizaci6n historiografica», Stu- dium: Geografia, Historia, Arte, Filosofia. 1991, n° 3, pp. 135-162. - RUIZ RODRIGUEZ, A. A. «La experiencia de las diplomaturas». En Terceras Jornadas Espa- Aolas de Documentacién Automatizada: Documat 90. Palma de Mallorca: Univessitat de les Iles Balears, 1990, pp. 368-393. - VALLE GASTAMINZA, F. del: Formacién de documentalistas en Espafa: Historia y situacién aciual. Informe elaborado para la SEDIC y el Ministerio de Cultura, Madrid, noviembre 1988. + Mendizabal suprimir4 por decreto las comunidades religiosas excepto unas pocas dedicadas a obras de caridad, pasando sus bienes a manos del Estado, con el fin primordial de financiar la guerra contra los carlistas. “ Su primer plan de estudios comprendia: Paleogratia general, critica y literatia; Latin medieval, conoci- mientos sobre antiguos romances castellanos, lemosin (lengua provenzal, lengua de oc), y gallego; clasi- ficaci6n y arteglo de Archivos y Bibliotecas, Historia Medieval de Espafia, Arqueologia y ejetcicios précticos. Posteriormente se incorporarén otras materias. EI germen de a formacién que se dio a los primeros biblioteearios en Espaita, lo encuentra Garcla Ejarque en las materias de que debfan examinarse los llamados “lectores de letra antigua o peritos auto- rizados para la transcripcién de documenttos paleogréficos, profesién que habfa nacido en el siglo xvi, aunque las normas pata la obtencién del titulo que lo legalizaba no aparecen hasta 1838, por una Real Orden de 21 de julio. Dichas materias de examen eran: latin (especialmente medieval), romance antiguo castellano, lemosin, Paleograifa, Historia y cronologia de Espafia y Diplomatica. Vid: GARCIA EJAR- QUE, L-: La formacién profesional... pp. 88-89. 60 Manual de Biblioteconomia Atos primeros profesionales satidos de la Escuela se les llamé Paleégrafos, posteriormente PaleSgrafos- bibliotecarios y después Archiveros-Bibliotecarios, acomodandose asi a la denominacién del Cuerpo Facultativo de Archiveros-Bibliotecarios que s¢ crea por Real Decreto de 17 de julio de 1858. En 1867 la Escuela comenz6 a formar también Anticuarios, acomodndose de nuevo a la organiza- cién del Cuerpo Facultativo de Archiveros-Bibliotecarios y Anticuarios, Postetiormente, tanto en ta Es- cuela como en el Cuerpo Facultativo la denominacién de Anticuarios serd sustituida por la de Arque6: togas. Vid.: GARCLA EJARQUE, L.: op. cit, p. 89. 48 Paleografia, Diplomética, Numismatica, Epigrafia, Arqueologia, que lo hicieron a la Seccién de Histo- y latin y lenguas romances que lo hicieron a ta Seccién de Filologia (MATEU IBARS, J. Biblioteco- nomia en... p. 648). © CARIDAD SEBASTIAN, M:: «Problematica de la formacién de los bibliotecarios y los docementa- listas», En I Conferencia de Bibliotecarios y Documentalistas espaholes, Madrid: Ministerio de Cultura, Centro de Coordinacién Bibliotecaria, 1993, pp. 4-5. ® A Io largo de los afos s¢ ha impartido en varias Facultades: Madrid, Barcelona, Valencia, Granada, Murcia y Zaragora Vid: MATEU IBARS, 5:. 0p. cit,, pp. 648-653 51 RUIZ RODRIGUEZ, A. A.: La experiencia... p. 370 & Para conocer la historia de la Escuela véase: ESTIVILL RIUS, A. De l’Escola... pp. 155-172. 83 ESCOLAR, M.: Historia de las Bibliotecas. Madrid: Fundaci6n German Sanchez Ruipérez, 1985, p. 469. 4 En 1935 hubo un proyecto docente disefiado por Javier Lasso de la Vega para la formacién de bibliote- carios, dicho proyecto consistfa en completar con asignaturas especificas, las carreras de Magisterio y Fi- losofia y Letras, dando como resultado bibliotecarios para bibliotecas escolares y cientificas, respectiva- mente, MOLINA CAMPOS, E.: La ensefianza de la Biblioteconomie... p. 10 8 MATEU IBARS, J.: Biblioteconomia... pp. 646-647 % Real Decreto 160/1980, de 18 de julio (BOE de 2 de agosto). 57 En el primer aijo se impartian las siguientes asignaturas: Catalogaci6n, Clasificacién, Servicios técnicos de bibliotecas, Introduccién a la Documentacién, Archivonomia y Fuentes de Informacién, El segundo afio se dividia en dos secciones: Seccién de Archivos y Seccién de Biblioteca. En la Seccién de Archivos se impartian: Historia, Organizacién y \egistacién de Archivos, Descripcién de se- ries documentales, Conservacién de documentos, Historia del documento, En la Seccién de Bibliotecas: Fuentes especiales de informacién, CDU y Catdlogo diccionario, Proceso de materiales especiales, Bi- bliotecas especializadas y centros de documentacién, Historia del libro y las bibliotecas, Técnicas de in- dizacién, Recuperacién y difusién y Proceso automatico de informacién. ‘Al cambiar en 1980 la denominacién de Escuela de Documentalistas por la de Centro de Estudios Bibliogréficos y Documentarios, se produjo un cambio en eh programa: el primer curso se denominaba Curso de Biblioteconomia, Documentacién. El segundo afio se denominaba: Curso de Archivistica, Do- cumentaci6n, En el primer curso se impartian las siguientes asignaturas: Administracién y organizacién de biblio- tecas, Historia de la comunicacién y la lectura, Bibliograffa y fuentes de informacién, Andlisis documen- tal, Introduccién a la Documentacion Cientifica y Tecnologia e industria de la informacién, En el segundo curso se impartian: Archivistica, Historia de las instituciones y su produccién docu- mental, Paleografia y Diplomatica, Conservacién y Reprografia, Bibliografia y fuentes de informacion y Archivistica. Vid.: CARIDAD, M.: Problematica..., pp. 5-7. 58 MATEU IBARS, J.: Biblioteconomia..., p. 644, Las asignaturas que se impartian son las siguientes: ~ Primer afvo: Organizaci6n del conocimiento 1, Historia del libro, Técnicas bibliotecarias, Técni- cas del libro, Catalogacién J, Latin, Francés y Politica Administrativa. ~ Segundo aiio: Organizacion del conocimiento {T, Historia del libro y la bibliotecas II, Cataloga- cién II, Clasificacion I, Latin e Inglés. ~ Tercer ano: Documentacién, Catalogacién 1, Clasificacién II, Archivos y Paleografia y Alemén, Vid. CARIDAD, M. Prodlematica.., p. 169. ® BOE n°8, de 9 de enero de 1979. ® Articulo 2.1 - ® Real decreto 3452/81, de 13 de noviembre (BOE n° 33, de 8 de febrero de 1982). Capitulo 2: La ensefianza de la Biblioteconomia 61 © “Se autoriza la creacién en Barcelona de una Escuela Universitaria de Biblioteconomia y Documenta- cidn, adscrita a la Universidad de Barcelona... y cuya titularidad ostentard la Excelentisima Diputacién Provincial de Barcelona (art. 1°)” La integracién definitiva de ta Escneta en la Universidad se firma e} 1 de Diciembre de 1992, aun- que todavia queda pendiente el traspaso de los locales y el personal que sigue dependiendo de la Dipu- taci6n de Barcelona. Véase ABADAL FALGUERAS, E.: La Decumentacién en Espana, Madrid: CIN- DOC- FESABID, 1994, p. 19. 4 BOE n? 244, de 18 de septiembre de 1982. © Sobre esta Escuela pueden consultarse: ~ MELGAREJO, M. M., ARIZA, M. R. y M.J.: eLa Escuela Universitaria de Biblioteconomia y Documentacién de Granada». La voz del libro, matzo 1987, 0° 18, también: MATEU IBARS, J. Biblioteconomfa... op. cit; RUIZ RODRIGUEZ, A. A.: La experiencia..., etc, % Orden de 2 de octubre de 1987 (BOE n° 251, de 20 de octubre de 1987). Decreta 1457/91, de 27 de septiembre (BOE de 12 de actubre de 1991), La autatizacin para iniciar los estudios en la Escuela se da por Orden de 15 de octubre de 1991 (BOE n° 264 de 4 de noviembre de 1991). RECODER, M. J., CID LEAL, P. «La Licenciatura de Documentacién: estudio de las propuestas for- muladas en Espafia para su realizaciGn», En IV Jornadas Espanolas de Documentacién Automatizada. DOCUMAT 94, Oviedo: Universidad, Servicio de Publicaciones, 1994, pp. 612-615. Resolucién de 26 de junio de 1994 de la Universidad Carlos III de Madrid (BOE n? 191, de 11 de agosto de 1994). = Resolucin de 18 de enero de 1995 de la Universidad de Granada (BOE n° 38 de 14 de feberro de 1995) ~ Resolucidn de 30 de mayo de 1995 de la Universidad de Salamanca (BOE n° 146 de 20 de junio de 1995), ® Sobre el funcionamiento de este modulo en un centro concreto, puede consultarse GARCIA MENDO- ZA, E,, CARRILLO SANTOS, N.: «El Médulo Profesional de nivel III de Biblioteconomia, Archivisti- cay Documentaciénm. Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios, Junio 1991, n° 23, pp. 39-41. 3 LA BIBLIOTECA Luisa Orera Orera 3.1. Concepto de biblioteca La biblioteca ha evolucionade mucho de fos orfgenes hasta nuesttos dias, pero hay algo permanente en ella que permite identificarla. La biblioteca ha ido adapténdose a los cambios exigidos por la sociedad, pero sin perder, de alguna manera, su esencia. Definiciones sobre ta biblioteca ha habido muchas: la UNESCO la define como aquella institucién que: “consiste en una coleccién organizada de libros, impress y revistas, o de cualquier clase de materiales gréficos y audiovisuales; y sus correspon- dientes servicios de personal para proveer y facilitar el uso de tales materiales, segin lo requieren las necesidades de informacién, investigaci6n, educacién y esparcimiento de los usuarios”, La ALA, como una: “Coleccién de material de informacién organi- zada para que pueda acceder a ella un grupo de usuarios. Tiene personal encargado de los sesvicios y programas relacionados con las necesidades de informacién de los lectores”'. De todas las definiciones existentes, sin duda, resulta m4s conveniente elegir aquella que de forma més concisa y clara expresa el concepto. En este sentido, la dada por Carrién presenta estas caracteristicas. Segtin este autor, la biblioteca es: “una co- leccién de libros debidamente organizada para su uso”, En esta definicién estan contenidos los tres elementos basicos de la biblioteca: la coleccién, la organizacién y la disponibitidad, caracterfsticas que algunos autores re- ducen a dos: “ya que organizar es s6lo un medio para alcanzarlos”’. 3.1.1. La colecci6n o fondo bibliogréfico Cuando hablamos de coleccién, nos referimos a los fondos bibliograficos 0 docu- mentales, cuales son: libros fundamentalmente, pero también otros como publicacio- nes periddicas, folletos, manuscritos, musica impresa. La coleccién de una biblioteca no puede concedirse como algo estético. Durante 500 afios el libro ha sido el principal soporte de informacién, pero ello no significa que sea “nico; es un medio més entre 64 — Manual de Biblioteconomia otros. Las bibliotecas deben prepararse para albergar en sus fondos libros, pero tam- bién microfichas, discos dpticos, discos magnéticos, etc. YY hablar de coleccién supone hacer referencia tanto al proceso de formacién de la misma como a su mantenimiento. EB] primer paso en la formaci6n de la coleccién es la seleccién, proceso necesario si tenemos en cuenta que, en la actualidad, ninguna biblioteca puede aspirar a tener co- lecciones completas cualquiera que sea la rama del saber de que se ocupe. Y en este proceso comienza a estar presente el usuario, ya que el fondo bibliogré- fico debe set seleccionado en funcién de las necesidades informativas del mismo. Para llevar a cabo la seleccién seran por tanto necesarios estudios de usuarios, co- nocimientos sobre normas de bibliotecas, sobre fuentes para Ja seleccién, sobre el mundo de la produccién de libros, sobre la composici6n de las colecciones y los docu- mentos que las integran, etc. El proceso posterior ser la adquisicién de las obras seleccionadas, aunque no to- do lo seleccionado se adquiere. Los pracedimientos son variados y cambian condicio- nados en gran medida por los distintos tipos de bibliotecas. El procedimiento més impor- tante y generalizado es la compra, aunque existen atros coma los donativos, el canjeo (tanto nacional como internacional) y el Depésito Legal, caracterfstico de unos tipos muy concretos de bibliotecas, entre las que destacan las nacionales. Pero no basta con formar la colecci6n, es preciso que esta coleccién, que es un ser vivo, responda en todo momento a las necesidades de los usuarios. Por eso es preciso un seguimiento y control constante de la misma. En este proceso habria que situar el expurgo, que es en realidad una selecci6n negativa. Una vez que existe, la coleccién ha de ubicarse y mantenerse 1o mas adecuada- mente posible, por lo que son necesarias medidas de preservacin y conservaci6n, lo que conlleva: estudio de edificios y materiales, sistemas antiincendio, antihurto, etc. 3.1.2. Organizacién Esta es la segunda nota caracteristica de la biblioteca, y tiene como finalidad que ef conocimiento se haga accesible. La organizacién se lleva a cabo pot medio de unas técnicas que se basan en unos co- nocimientos tesricos, cientificos, Tanto la parte doctrinaria de la organizacion como la parte técnica ha evolucionado, Las necesidades de los usuarios han variado como han variado también los soportes documentales. En cuanto a las técnicas, se han ido adap- tando a los distintos soportes, y la mayor innovacién ha venido de la mano de Ia infor- matizacién, En un primer momento, el primer paso en la automatizacisn de la bibliote- ca consistié en aplicar la informatica como herramienta de gestién de los procesos normales y basicos de un centro bibliotecario, como eran la catalogacién y clasificacién, posteriormente la automatizacién se aplicé a todos los aspectos de la biblioteca, abrien- do nuevas posibilidades, sobre todo en los servicios dados a los usuarios. Una vez que el documento es adquirido, antes de pasar a formar parte de la colec- cin recibe un tratamiento técnico, del cual las dos operaciones mas importantes son la clasificacién y catalogacién, La descripcién bibliogrdfica se ha normalizado a nivel internacional mediante las ISBD (International Standard Bibliographical Description), un formato de presenta- cién de los distintos dates bibliograficos en los asientos. De ellas existen distintas ver- siones permitiendo la descripcién de cualquier tipo de documento‘, Capitulo 3: La biblioteca 65 Para la clasificacién de tos fondos bibliotecarios existen grandes sistemas como la Clasificacin Decimal Dewey, la de la Library of Congress, la BC de Bliss, la Colon Classification y la Clasificacion Decimal Universal, de uso en nuestro pais. ‘Ambas operaciones permitiran la formacién de los catdlogos de biblioteca, instru- mentos de recuperacién de la informacién. Los catdlogos tradicionales més conocidos son el alfabético de autores y obras andnimas, el de titulos, el de materias, el dicciona- rio y el sistematico. El futuro es el catalogo automatizado en sus distintas formas: en CD-ROM (Com- pact Disk Read-Only Memory), microficha COM (Computer Output Microform) y OPAC (On-line Public Access Catalog). 3.1.3. La difusion de la informacion En la actualidad, se hace hincapié en que ésta es la principal tarea de la biblioteca. Es algo indiscutible que !a biblioteca ha tenido en otras épocas un piblico y un Ambi- to limitados, pero la difusidn ha estado siempre presente como uno de los objetivos de la diblioteca: “Es comin leer en los tratadistas de la especialidad que las bibliotecas se han ca- racterizado, desde la antigledad hasta el siglo 4X, slo por dos actividades: conser- var y organizar. A partir de la mitad del siglo xIx agregaron a estos dos aspectos el de Ia difusién de sus materiales y de las informaciones e ideas contenidas en ellos. Esta concepcién, notoriamente simplista, no toma en cuenta el hecho de que la bi- Dlioteca es el resultado de una circunstancia histérica, y que los conceptos de conser- vacién, organizacion y difusi6n se encuentran en toda actividad bibliotecaria, La it titucién los ha levado siempre amalgamadas en sf, y nunca ha renunciado a ellos. Lo que si ha ocurrido muchas veces es que esas tres formas de accién han ocupado, s Bin las épocas, niveles diferentes dentro de la jerarquizacién de sus actividades, y en algunos casos ha tenido puiblico y émbito limitados, como por ejemplo la difusién en la ‘Antigitedad y la Edad Media.”* Ambos objetivos: el de conservar y el de difundir estén presentes siempre en la bi- blioteca y deben estarlo en claro equilibrio, y en funcién del tipo de biblioteca, En es- te sentido, las bibliotecas nacionales alcanzardn las cotas mds altas en la funcién con- servadora. Sin olvidar la exposicién que antecede, en el momento actual, puede decirse que todo lo que se hace en fa biblioteca es en funcién del usuario. El acceso a la informa- cién estard condicionado por multiples factores que van de la ordenacién del espacio interior de la biblioteca hasta la ubicacién de la colecci6n. Pero donde mas se pone de manifiesto es en los servicios de la misma, los més cldsicos de los cuales son la lectura en sala, el servicio de préstamo, el de informacién y referencia, el de extensi6n biblio- tecaria y el de extensién cultural. Si tenemos en cuenta todo lo que anteriormente hemos expuesto, la biblioteca puede definirse como un sistema para la transmisiOn de informacién. Y como sistema que es, la biblioteca: — Existe para lograr unos determinados objetivos. — Sus elementos estan sometidos a una organizacién que permite lograr dichos objetivos, “+ — Se relaciona con el entorno, constituido por los usuarios*. 66 Manual de Biblioteconomia CuAbRo 3.1. Esquema grafico de E. Molina para definir la biblioteca. Sistemas o redes Cooperacion interbibliotecaria ne Accién exterior t Demanda COLECCION Respuesta <—_ — ORGANIZACION ee Storage ' Accién interior Clasificacién Catalogacién Indizacién Opefaciones técnicas Seleccién Adquisici6n Registro Sellado Preservacién Restauracién ‘Operaciones téenicas (servicios) Referencia e informacion Préstamo Extensién bibliotecaria Extensién cultural ‘Operaciones empresariales (no biblioteconémicas) Gestion Administracién Demanda uso Respuesta [ Operaciones cientifico-técnicas Operaciones cientificas Retricval Capitulo 3: La biblioteca 67 En este tiltimo punto, la biblioteca actual ha variado de forma importante, y se re- laciona no sélo con los usuarios, que son e] entorno més inmediato, sino con otras bi- bliotecas. Surge una nota caracteristica de la biblioteca, que es la de la cooperacién. Una biblioteca no puede ser autosuficiente, por lo que de algin modo deberén arbi- trarse medidas para que las bibliotecas dispongan, ademas de sus propias colecciones, de las colecciones de las demas. Cooperacién interbibliotecaria ha habido siempre, desde épocas remotas’, pero no es hasta épocas fecientes cuando ésta tomard dimen- siones importantes. La biblioteca tiene pues una dimensién interior y una dimension exterior en su actuacién: por esta Ultima se integra en sistemas y redes de bibliotecas’, y se ponte de manifiesto sobre todo en la existencia de métodos de adquisicién coope- rativa, catdlogos colectivos y préstamo interbibliotecario. En la cooperaci6n bibliotecaria, ademés de lo anteriormente citado, revisten especial importancia los sistemas nacionales de bibliotecas, ya que son reflejo de politicas de in- formacién nacionales, y responden a planes mas ambiciosos, los planes internacionales. En otro sentido, este concepto tinico de biblioteca se concreta en realidades muy distintas que constituyen modelos diferentes para adaptarse mejor a las necesidades de diversas clases de usuarios. Todos estos aspectos estan bien reflejados en el Cuadro 3.1 que E. Molina propo- ne para definir la biblioteca’. 3.2. Archivo, biblioteca y centro de documentacién En la labor de definir la biblioteca, es preciso hacer algunas consideraciones. La biblioteca es un centro transmisor de informacién’? que tiene un origen histérico muy Iejano, al igual que el archivo, Durante un largo periodo, su papel estuvo muy claro, pero con el paso del tiempo esta situacién fue cambiando. Por una parte: “El registro de conocimiento durante muchos ajios se da en un elemento Hamado \ibra, indepen- dientemente del material con que éste se elabora (tablas de arcilla, papiro, pergamino, papel), ya que el tipo de conocimiento que se generaba, de caracteristicas monografi- cas y monodisciplinarias o enciclopedisticas, permitian que se registraran, conservaran y difundieran a través del libro”! Posteriormente, el libro deja de ser el principal elemento en que se registra la in- formaci6n: aparecetén primero las revistas y después, multiples medios como los infor- mes, ponencias de congresos, patentes, etc. Por otra parte, la producci6n de informacién crecerd vertiginosamente por causas sociales, econémicas y politicas y, como consecuencia, creceré la utilizacion de la mis- ma por usuarios muy diversos. Hay que hacer llegar la informacién lo mas rapidamen- te posible al usuario para que ésta resulte eficaz. Las bibliotecas tradicionales se vieron desbordadas para hacer frente a estos cambios y, junto a la Biblioteconomia y Archi- vistica, aparecer4 una nueva ciencia: la Documentacién. Las denominadas Ciencias de la Documentacién, entre las que se incluyen, como ya hemos sefialado, la Archivistica, la Biblioteconomia y la Documentacién, habran de acomodarse a Jas nuevas circunstancias y perfilar sus relaciones, a partir de lo cual empezaran las pugnas en este Ambito y entre los centros que ellas representan: la bi- blioteca, ef archive y el centro de documentacién. La biblioteca y el archivo experimentarén roves en el hecho de la indefinicién de los documentos que son propios de una y otro, la barrera no est bien definida: por ejem- plo, las fuentes pasa la historia oral, ,deben estar en un archivo o en una biblioteca? 68 = Manual de Biblioteconomia 3.2.1. Diferencias entre biblioteca y centro de documentacién Los mayores enfrentamientos se han producido entre la biblioteca y el centro de documentacidn, de forma paralela a la polémica Biblioteconomfa-Documentaci6n, a que nos hemos referido. Esta polémica ha permitido sefialar diferencias entre ambos!?: 1) El tipo de documentos de que disponen. Se ha dicho que la biblioteca retine so- bre todo libros 0 documentos que siguen los canales editoriales tradicionales, mientras que los centros de documentacién disponen de otros documentos que estén fuera de estos canales, como literatura gris, etc. Por ejemplo, para Emilia Currs la biblioteca, el archivo y el centro de documentacién utilizan métodos de trabajo similares. La diferencia esta en los usuarios y los tipos de documen- tos: la biblioteca se ocuparia de los libros, mientras que el centro de documenta- cién se encargaria de libros y otros documentos (informes, separatas, estudios monogréficos, tesis doctorales). El archivo, por su parte, se ocuparia de docu- mentos distintos de los libres (historicos, administrativos, informes)"”. 2) El tratamiento de los documentos. Al respecto se ha dicho que la biblioteca trata los documentos de una forma més superficial, més descriptiva, mientras que el centro de documentacién hace un anélisis més fino y profundo, lo que le permite producir documentos secundarios. 3) Elalmacenamiento y recuperaci6n de los documentos. En el centro de documen- tacién el modo de aimacenamiento de los documentos no juega un papel impor- tante en la busqueda y muchas veces los documentos originales son sustituidos por microcopias, etc. Por el contrario, en [a biblioteca la clasificacion material del documento es uno de los elementos clave que permite el acceso a la informacién. 4) La informacién dada al usuario. Se ha sefialado como diferencia que la biblio- teca suministra sobre todo documentos, en todo caso, la informacién en esta- de bruto, mientras que el centro de documentacién proporciona informacién extraida de los documentos, por medio de los documentos elaborados a partir de otros documentos. 5) Por otra parte, se ha dicho también que en la biblioteca es decisiva la iniciativa del usuario, que adquiere la informacién sobre todo a través de la consulta de los catdlogos. La biblioteca y el bibliotecario tendrian una posicién més estatica en el proceso de busqueda de la informacién. En el centro de documentacién es el usuario quien tiene una menor intervencién, siendo el documentalista quien proporciona fa informacién, por medio de la elaboraci6n de restimenes, etc. Sin embargo, este esquema, aplicado de forma rigida, resulta poco real, ya que las bibliotecas, al menos algunas, han ido evolucionando y adaptandose a las nuevas nece- sidades, integrando en sus colecciones todo tipo de documentos, elaborando documen- tos como bibliografias especializadas, boletines de sumarios, desarrollando servicios de informaci6n y referencia, Por esta raz6n, las fronteras tienden a difuminarse y en la ac- tualidad la tendencia es més integradora que disgregadora: se buscan mis similitudes que diferencias. Las ciencias que se ocupan del archivo, la biblioteca y el centro de do- cumentacién (Archivistica, Biblioteconomia y Documentacién) son Tamas del tronco comtin de Jas Ciencias de la Documentacién. En definitiva se trata de organismos, que aunque mantienen caracteristicas propias que los diferencian, participan en el ciclo de la informacin, desde que se genera hasta que se usa. En este sentido, E. Fuentes i Pu- jol ha dicho: “Existe, en la actualidad, una tendencia a la convergencia entre todo este Capitulo 3: La bibliateca 69 tipo de sistemas documentales. Asf pues existen centros de documentacién con biblio- teca, hemeroteca, servicio de teledocumentacién, servicio de referencia, o bibliotecas que ofrecen servicios de difusién selectiva de la informacién DSI, obtencién de docu- mento original y andlisis en profundidad de los fondos documentales”4, 3.3. Tipologia bibliotecaria ‘A medida que el mundo de la informacién se ha ido complicando la biblioteca ha evolucionado con el fin de cubrir las variadas necesidades informativas de los usua- rios, lo que ha llevado a la diversificacién de la misma. Con la finalidad de definir los distintos tipas de bibliotecas existentes han surgido miiltiples clasificaciones de bibliotecas, atendiendo a criterios funcionales, a su estatu- to juridico, etc, A continuacidn citamos algunos ejemplos de estas clasificaciones. 3.3.1. Clasificacién de la UNESCO Con el fin de normalizar las estadisticas internacionales de bibliotecas, la 16° Asamblea General de la UNESCO adopts una serie de recomendaciones y estableci6 una clasificacion que distingue seis categorias de bibliotecas: 1. Bibliotecas Nacionales. II, Bibliotecas de Instituciones de Ensefianza Superior. Se distinguen tres tipos: — Bibliotecas universitarias centrales. — Bibliotecas de institutos y departamentos universitarios. — Bibliotecas de centros de ensefianza superior, que no forman parte de la universidad. UII. Otras bibliotecas importantes no especializadas. Son bibliotecas enciclopédi- cas de caracter cientifico o erudito, que no son ni universitarias ni nacionales aunque pueden ejercer funciones de biblioteca nacional en un drea geografi- ca determinada (bibliotecas centrales de comunidades auténomas, etc.) IV. Bibliotecas escolares. V. Bibliotecas piiblicas o populares. VI. Bibliotecas especializadas'. 3.3.2. Clasificacién de bibliotecas de la IFLA’ I. Bibliotecas Generales de Investigacién: — Bibliotecas Nacionales. — Bibliotecas Parlamentarias. — Bibliotecas Universitarias. — Otras bibliotecas de investigacion general. II. Bibliotecas especializadas: — Administracion. — Arte. 70 Manual de Biblioteconomia air — Biologfa. — Medicina. — Geografia. — Ciencia y Tecnologia. — Ciencias Sociales. Bibliotecas al servicio del ptiblico en general: — Infantiles. — Para ciegos. — Para personas discapacitadas, — Minorfas culturales. — Publicas. — Escolares. 3.3.3. Otras clasificaciones Otras clasificaciones utilizan criterios més heterogéneos. Como ejemplo de eilas baste citar la de A. Serrai!”: I i. Por la entidad de que depende: — Privadas. — Del Estado, — Dela Administracién Local. — De las Universidades. — De Escuelas. ~ De Academias. — De Instituciones Culturales. — De Entidades Administrativas. — De Industrias. — De Entidades de Investigacién. — De Asociaciones Profesionales. — De Asociaciones Culturales. — De Asociaciones Sindicales. — De Asociaciones Religiosas. — De Organismos Internacionales. — Organismos Auténomos. Por la finalidad, objetivos y funciones de la biblioteca: — Nacionales. — Puiblicas. — Universitarias. * Centrales. © Departamentales. * De Facultad. * De Instituto, * De Laboratorio. — Escolares. — De Investigacion. Capitulo 3: La biblioteca 71 — De Industrias. — Dela Administraci6n. — De Archivo. Ill, Por el tipo de coleccisn: A) Por el tamafio: De 3.000 a 9.999 voltimenes. De 10.000 a 29.999 volimenes. De 30,000 a 89,999 vohimenes. De 90.000 a 299.999 vohimenes. De 300,000 a 999.999 volimenes. De 1 a3 millones de voltimenes, De 3.a 10 millones de volimenes. De 10 a 30 millones de volimenes. De més de 30 millones de volimenes. Esta divisi6n la basa Serrai en el hecho de que el tamajio de la colec- cidn condiciona los procedimientos técnicos, la gestién y los servicios de la biblioteca. Naturalmente, el ntimero de bibliotecas disminuye a medida que as- cendemos en los niveles. Por ejemplo, en el nivel 7 (de 3 2 10 millones de voliimenes) se encuentran decenas de bibliotecas americanas y europeas, como la Biblioteca Nacional de Madrid. En el nivel 8 (de 10 a 30 millones de voltimenes) se encontrarian tales como la British Library, la de la Uni- versidad de Harvard, la de Berkeley, la Public Library de New York, la de la Academia de la Ciencia de San Petersburgo (Leningrado), y la Lenin de Moscti, En el nivel 9 (mas de 30 millones de voliimenes) se encuentra solamente la Library of Congress de Washington, B) Seguin las materias presentes en su coleccién: * Universales. * Generales. © Sectoriales, © Especializadas. C) Por el tipa de documentos y soportes documentales: * De tabletas de arcilla. * De manuscritos. © De incunables. © De revistas, « De discos. * De peliculas. © De cintas magnéticas. * De documentos en Braille, etc. IV. Por el tipo de usuarios: — Piiblicas. — Universitarias. — Escolares 72 =~ Manual de Biblioteconomia — Profesionales (médicos, abogados, ete.). — Para jovenes. — Para investigadores. — Bibliotecas rurales. — De hospital. — De establecimientos penitenciarios. — Ministeriales. — Parlamentarias. — Para minorias lingtisticas. — Para ciegos, etc. V. Por el modelo de organizacién y gestion: — El modelo anglosajén, con las colecciones en libre acceso. — El modelo europeo, con colecciones en depésitos cerrados excepto la par- te destinada a la sala de lectura. — Bibliotecas automatizadas, — Bibliotecas especializadas o centros de documentacién'®. Al hablar de las diferencias que se dan en el seno de la biblioteca, M. Carrién dis- tingue entre tipo y variedad de biblioteca: “Cuando hablamos hoy de biblioteca, nos referimos a un concepto bastante compacto en sus notas constitutivas, pero también notablemente diversificado por cuanto se refiere a los fondos de fas colecciones, al personal que organiza estos fon- dos, a las téonicas utilizadas y a los servicios que se prestan en la biblioteca. Por su- puesto, la ultima razén de todo ello es la diversificacién de usuarios. Otras diferencias que no sean las anteriormente enunciadas suelen crear varie- dades bibliotecarias, pero no tipos distintos de bibliotecas, Tal sucede con la distin- cién entre bibliotecas de presencia y de préstamo, bibliotecas de conservacién y de difusin; con las formas que equivalen a servicios bibliotecarios especiales (bibliote- cas infantiles, de hospitales, de certros penitenciarios...) 0 a depésitos organizados de fondos especiales (cartotecas, fototecas, artotecas...)."? De los distintos tipos de bibliotecas aqui enumerados, los cinco que tradicional- mente se consideran son los siguientes: bibliotecas nacionales, universitarias, publicas, especializadas y escolares. La biblioteca nacional ha sido definida por la ALA como: “Biblioteca designada co- mo tal por el organismo nacional adecuado y sostenida por el Estado. Sus funciones comprenden Ja recopilacién de toda la produccién impresa en el pafs (frecuentemente como depositaria del Depésito Legal), la compilacién y conservacién de la bibliografia nacional, la recopilacién y organizacién de publicaciones internacionales de valor para los estudiosos, la produccién de medios para elaborar la bibliograffa, la coordinacién de una red nacional de bibliotecas, la prestaciGn de servicios de biblioteca a la Admi- nistracién del Estado o a algunos de sus organismos y otras responsabilidades estable- cidas oficialmente”™, Bajo esta denominaci6n tinica, se esconde una realidad miltiple: en primer lugar, bibliotecas nacionales clésicas, que Goodrum denomina de primera generacién, y en- tre las que podemos incluir la Library of Congress, la British Library, la Bibliotheque Nationale de Paris la Nacional de Madrid. Son bibliotecas fundadas antes de 1800, a partir de fondos de procedencia real o privada, y han desarrollado grandes coleccio- Capitulo 3: La biblioteca 73 nes de literatura nacional mediante el privilegio del Depésito Legal. Se encargan de llevar a cabo la Bibliografia Nacional y el Catalogo Colectivo, al mismo tiempo que establecen normas nacionales. Son importantes centros de investigacion y actdan co- mo centro bibliotecondémico nacional. Otro grupo es el denominado bajo el término segunda generacidn, tienen su origen entre el siglo xx y la Segunda Guerra Mundial. Son bibliotecas que llevan a cabo pocas funciones, la principal de las cuales consiste en reunir la historia impresa del pais. Dentro de este grupo se encuentran bibliotecas come la de Canada, Suiza, Israel, etc. Las denominadas de tercera generacion tiene un origen moderno, y su creacién es posterior a la Segunda Guerra Mundial. Son bi- bliotecas que se hallan fundamentalmente en Asia y Africa, aunque también hay algu- nas en Europa como la de Checoslovaquia, Noruega, etc. Son bibliotecas que funcionan en muchas ocasiones como cabeceras de redes provinciales o locales’. Debido a los profundos cambios que ha experimentado el mundo de Ia informa- cién, el papel de algunas de las biblioteca nacionales, ha ido evolucionando a la par que adquirian importantes compromisos de cooperacién tanto en el Ambito nacional como internacional. Por otra parte, la ubicacién y conservacién de sus cada vez. més ricas colecciones, ha ido generando serios problemas. Ademés, la gestién de las mismas ha variado sustancialmente, debido, sobre todo, a la incorporacidn de nuevas tecnolo- gias. Todo ello, unido al arraigo cada vez mayor de la idea de que las bibliotecas, en ge- neral, y las nacionales en particular, deben estar sobre todo al servicio de los ciudada- nos, ha determinado importantes reformas tanto en el marco fisico, como en recursos humanos y en su estructura organizativa. Las bibliotecas nacionales se enfrentan también al problema de compaginar la conservacién y el uso de sus colecciones, lo cual resulta a veces dificil de llevar a cabo. Por otra parte, la conservacién sin uso no tiene sentido. Ultimamente, el problema co- mienza a solucionarse mediante procedimientos de microfilmacién masiva, digitaliza- cin de sus colecciones, etc. En cuanto a la biblioteca universitaria, ha sido definida por la ALA como aquella: «.. biblioteca (0 sistema de éstas) establecida, mantenida y administrada por una uni- versidad para cubrir as necesidades de informacién de sus estudiantes y apoyar sus programas educativos, de investigacion y demas servicios”, ‘Las bibliotecas universitarias surgieron en la Edad Media, al igual que sas wniver- sidades, y se desarrollaron, sobre todo, a partir de la segunda mitad del siglo xix. Ex- perimentaron un gran impulso en las universidades americanas, que impusieron un sistema de materias optativas, y en las alemanas, que se orientaron hacia la investiga- cién. Hoy dia algunas bibliotecas universitarias presentan colecciones importantisi- mas, como la de Chicago, Oxford, Paris, etc. Este desarrollo, y el encarecimiento de los documentos, frente a unos presupues- tos no siempre suficientes, ha impulsado las redes de bibliotecas universitarias y los planes de adquisicién cooperativa, como el Ilevado a cabo por el Research Libraries Group, un consorcio creado al NE de Estados Unidos en 1974, que inauguré el famo- so plan o sistema de evaluacién Conspectus”, La multiplicacién de centros universitarios ha influido directamente en el funcio- namiento de las bibliotecas universitarias, ya que en muchos casos, sobre todo en la vieja Europa, hay una total descoordinacin entre las distintas unidades que integran una misma bibiioteca universitaria, por lo que se camina hacia una centralizaci6n, al menos administrativa, de estos centros, siguiendo el madelo americano. En cuanto a lag bibliotecas puiblicas, ya nos hemos referido antes a ellas. Nacidas en el siglo X1x, se desarrollarén fundamentalmente en el siglo Xx. 74 Manual de Biblioteconomia La biblioteca pdblica ha sido definida por la IFLA como: “Biblioteca fundada y sostenida por un 6rgano de la administracién local —o, en algtin caso, central-- 0 por algtin otro organismo autorizado para actuar en su nombre, y accesible, sin prejuicios ni discriminaci6n alguna a cuantos deseen utilizarla”™*. Nacida para atender a las clases sociales mas desfavorecidas, se dirigen hoy, sobre todo, al ciudadano medio. En el desarrollo de la doctrina sobre la biblioteca publica, ha jugado un papel muy importante la UNESCO%. La biblioteca ptiblica actual se plantea contribuir a la educacién, cultura y ocio de los ciudadanos y llegar a todos ellos, por ello presta servicios especiales en hospitales, prisiones, a personas discapaci- tadas, emigrantes, etc. La biblioteca especializada es la: “Biblioteca establecida, mantenida y administra- da por una firma comercial, una corporacién privada, una asociacin, un organismo estatal u otro grupo o entidad que tienen interés por una materia especifica para aten- der las necesidades de informacién de sus miembros o personal y alcanzar los objeti- vos de la organizacién. El ambito de las colecciones y de los servicios se limita al inte- rés en la materia de la organizacién que mantiene la biblioteca”. Su dependencia es pues variadisima (entidades financieras, compafifas de seguros, organismos de investigacién, museos, etc.) y por lo tanto sus caracteristicas. Sus servi- cios son muy especializados y, o bien han evolucionado hacia centros de documenta- cién, o estén unidas a ellos. Las bibliotecas escolares estan destinadas a alumnos de centros docentes de nivel in- ferior al universitario. Estas bibliotecas han sido las mas tardfas en su desarrollo, experi- mentandose éste fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo xx, aunque en muchos pafses el desarrollo es minimo todavia. Compardndolas con las bibliotecas publi- cas a las que estén muy unidas, mientras que la primera edicién del Manifiesto de la UNESCO sobre la biblioteca ptiblica data de 1949, la propuesta de la FIAB a la UNES- CO sobre un Manifiesto de la Biblioteca Escolar-Servicio de medios, es de 19787. La situacién por pafses es muy distinta. Por ejemplo, en Inglaterra la primera bi- blioteca escolar data de 1870, aunque el desarrollo se dio a partir de 1940**, General- mente en los paises més desarrollados desde el punto de vista bibliotecario la creacién de bibliotecas escolares est4 establecida por medio de disposiciones legislativas. En Espajia, sin embargo, puede afirmarse que existe una ausencia de las mismas de for- ma institucionalizada”*. La situacién llega a ser tal que el Real Decreto 582/1989, de 19 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento de Bibliotecas Publicas del Estado y del Sistema Espafiol de Bibliotecas (BOE de 31 de mayo), las bibliotecas escolares quedan excluidas expresamente del Sistema. En cuanto a las variedades de bibliotecas integradas por fondos especiales son nu- merosfsimas: filmotecas, diapotecas, microtecas, fototecas, videotecas, cartotecas, etc. De todas ellas queremos destacar aqui las hemerotecas y las fonotecas. NOTAS AL CAPITULO 3 1 GLOSARIO ALA de Bibliotecologta y Ciencias de la Informacién. Madrid: Diaz de Santos, 1982, p. 197. ? CARRION GUTIE2, M.: Manual de Bibliotecas. Madrid: Fundacién German Sénchez Ruipérez, 1993, p23, a 3 SABOR, J. E. et al.: Manual de Bibliotecologéa. México: Kapelusz, 1984, p. 10. Capitulo 3: La biblioteca 75 4+ (A) para libros antiguos; (CM) para materiales cartogréficos; (G) para todo tipo de documentos; (M) para monografias; (NBM) para materiales “no librarios”; (PM) para musica impresa; (S) para publica- ciones seriadas; (CP) para partes de obras y (MRF) pata archivos legibles por ordenador (CARRION, Mz Manual... p. 719). $ SABOR, J. E. et al.: Manual ... p.9. © ALOS-MONER, A. dl: «Optimizacién de los trabajos internos de una biblioteca». En La biblioteca pii- blica como centro de gestién cultural, Alcudia: Fundacié Biblioteca d’Alcudia, 1991, p. 89. 7 MORALEJO, R; MARQUINA, J. L., ABAD, R.: «Cooperacién interbibliotecaria». Boletin de la ANABAD, Julio/Diciembre 1989, n° 3-4, p. 573. * Frecuentemente se emplean los conceptos de red y sistemas de bibliotecas como sinénimos, sin embar- £0, la Organizacién Internacional de Normalizacién (ISO), en su norma 5.127 define el sistema bibliote- cario como: “Biblioteca 0 conjunto conectado de bibliotecas con todas sus divisiones, servicios y unida- des que cooperan para servir a un dea geogréfica determinada en un campo tematico conereto o un grupo especifico de usuarios”, También la ISO da una definicién de red: “Plan o procedimiento en el que unidades de bibliotecas trabajan juntas, compartiendo servicios y recursos de manera que de como resultado mejores servicios a los usuarios de las bibliotecas”. La principal diferencia entre ambas organi- zaciones es que las bibliotecas que integran una red mantienen su autonoméa administrativa, mientras que las que integran un sistema presentan una planificacién, gestin y funcionamiento globales (CO- RREAS, N., VINENT, M.: «Organizacién de un sistema urbano de bibliotecas publicas». Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios, Enero/Marzo 1990, n° 18, p. 15). * MOLINA CAMPOS, E.: «Propuesta de un esquema definitorio de Biblioteconom(a. Seguida de una su- gerencia». Boletin de la Asociacién Andaluza de Bibliotecarios, Marzo, 1992, p. 10. ” DESANTES-GUANTER, al acercarse al significado de la palabra informacién ha sefialado que: “El vocablo informacién es, todavia hoy, anfiboldgico, quizé porque con él definimos demasiadas cosas. Lo que resulta obvio desde el momento en que se pasa de considerar la informacién como una actividad -la de informar 0 poner informacién conforme a su etimologia— a sus resulkados: la comunicacién de men- sajes puestos en forma, principalmente para que puedan ser difundidos a través de los medios de comu- nicacién social. Existe desde un concepto teolégico de la informacién hasta un concepto puramente fisi- co, pasando por conceptos intermedios: filos6tico, psicol6gico, sociolégico, biolégico, ete. En efecto, se entiende por informacién desde la divina Revelacién hasta unas nociones puramente cuantitativas y exentas de todo elemento antropomérfico. La informacién es asf posible no solo entre Dios y el hombre yentre los hombres, sino también entre sistemas inorganicos: se considera informacion la indicacién que una computadora electrénica envia a un satélite artificial” (DESANTES GUANTER, J. M.: Teoria y régimen juridico de la Documentacién, Madrid: EUDEMA, 1987, pp. 22-23). \ MORALES CAMPOS, E.: «Bibliotecologia e Informacién», Boletin de la Asociacién Andaluza de Bi- bliotecarios, Junio, 1989, pp. 13-14. ® RICHTER, N.: Les bibliothéques: administration, institutions, fonction. Villeurbanne: Presses de "Ecole Nationale Supetieure de Bibliothécaires, 1977, pp. 174-175. ® CURRAS, E.: La informacién en sus nuevos aspectos: Ciencias de la Documentacién, Madrid: Paranin- fo, 1988, pp. 26, 28, 30, y 35. 4 FUENTES | PUJOL, E.: Documentacién cientifica ¢ informacién: metodologta del trabajo intelectual y cientifico. Barcelona: PPV, 1992, p. 92. 4 RICHTER, N. Les bibliotheques... pp.91-93. ~ ESTADISTICA de bibliotecas 1992. Madxid: Instituto Nacional de Estadistica, 1994, pp. 11-12. ¥ IFLA Directory 1994-1995. The Hague: IFLA, [1994], pp. 20-21. " SERRAI, A: Guida alla Biblioteconomia, Firenze: Sarsoni, 1990, pp. 26-33. Serrai considera bibliotecas especiales a los centros de documentacién. {dem, pp. 29-30. CARRION GUTIEZ, M.:-Manual ..., pp. 36-37. ® GLOSARIO ALA... p. 230. 76 ~~ Manual de Biblioteconomia 2 3 8 GOODRUM, Ch. A.: National libraries. En ALA World Encyclopedia of Library and Information Ser- vice. Chicago: ALA, 1986, pp. 581-583. GLOSARIO ALA de Bibliotecologla... p. 360. ABAD HIRALDO, R.: «Evaluar colecciones, compartir recursos: el programa Conspectus», Boletin de la ANABAD, Enero/Marzo 1989, vol. XXXIX, n° 1, pp. 47-55. FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y DE BI- BLIOTECAS. Seccidn de Bibliotecas Publicas: Pautas para bibliotecas piiblicas. Madrid: Direccién Ge- neral del Libro y ecas, 1988, p. 11. MANIFIESTO de la UNESCO sobre la biblioteca ptiblica, EN FEDERACION INTERNACIONAL DE ASOCIACIONES DE BIBLIOTECARIOS Y BIBLIOTECAG..., pp. 65-68, GLOSARIO ALA de Bibliotecologia..., p.323, MAGARINOS COMPAIRED, A.: «Misi6n y necesidad de la biblioteca en un centro escolar». En Se~ ‘minario Hispano-britinico sobre bibliotecas escolares: 24-25 de abril de 1989. Madrid: Ministerio de Cul- tura, Direccién General del Libro y Bibliotecas, Centro de Coordinaci6n Bibliotecaria, 1990, p. 112. PARKER, A.: «Servicios de biblioteca escolar en Inglaterra y Gales». En Seminario Hispano-briténi- Cun, 0p. cil, p. 15. MAGARINOS COMPAIRED, A.: Misidi..., p. 112, 4 LA PROFESION BIBLIOTECARIA José Antonio Gémez Hernandez En la actualidad vemos ta biblioteca como un sistema cuya funcién es gestionar los recursos de informacién que requieren sus usuarios, constituyéndose como un es- pacio de comunicacién por el que fluyen la informacion y las colecciones hacia los in- teresados en ellas. Como sistema estd integrado por recursos materiales, informativos, econémicos y humanos. En refacién con los recursos humanos hay que abordar, al menos, los siguientes aspectos: qué actitudes, responsabilidades profesionales, éticas 0 juridicas tienen los bibliotecarios que cumplir; las ideas bésicas de gestin de personal (lo que incluye seleccién, recomendaciones técnicas, direccidn, coordinacién, estruc- turacién, control, motivacién, evaluacién del rendimiento, promocién, etc.), y, por tl- timo, c6mo se organiza en la actualidad y hacia donde camina la profesién de bibliote- cario. 4.4. El personal de la biblioteca. Actitudes y aptitudes profesionales Los recursos humanos, los bibliotecarios, son, por muchas razones, el elemento crucial del que depende que la biblioteca cumpla sus fines, Es el més costoso de los recursos (incluso por encima del 60% de la inversién anual de las bibliotecas), el mas valioso, y el mas complejo, como corresponde a su condicién humana, Si se gestionan bien los recursos humanos, son la vida de la biblioteca, su fuerza vital. Si no, son una carga cara y que produce problemas. De tener un personal efectivo, que realice las ta- Teas mds adecuadas a su capacidad y que esté motivado, depende el que la organiza- cién bibliotecaria sea eficiente y eficaz; si el personal de la biblioteca se caracteriza por la impotencia, el desnimo o la falta de capacidad, no se formarén bien las colecciones, ni se aprovecharan lo bastante, ni estarén lo bastante accesibles, ni se conocerén bien los intereses de los destinatarios de sus servicios. En suma, las bibliotecas tendrén un lugar secundario o marginal entre los sistemas de comunicacién cultural o cientifica. En el pasado, los bibliotecarios han solido ser eruditos que investigaban el fondo a su cargo desde un punto de vista filol6gico, histérico o material, o compartian con sus tareas bibliotecarias otras actividades principales: confesores reales, religiosos, fi- 78 — Manual de Biblioteconomia Iosofos, politicos y escritores se han dedicado a la organizacién de bibliotecas. Con la llegada de la biblioteca publica se incorporan bibliotecarios de corte popular, que rela- cionan su trabajo con la Educacién e incorporan una dimensién social que los relaciona con Ia alfabetizacién a la animacién. Y van apareciendo también otros bibliotecarios orientados al servicio a la comunicaci6n cientifica como bibliotecarios especializados. Con la extensién de la Sociedad de la Informaci6n, las funciones posibles de} bi- bliotecario! son las siguientes: — Intermediario y filtro; cuando ayuda a acceder a la informacién sin condicio- narla 0 crearla, evitando sobrecarga irrelevante. — Almacenador y guardian de cultura. — Informador y comunicador, independientemente de soportes o formas y canales. — Asesor y consulta: cuando hace relevante que al informar est orientando, ayu- dando a resolver los problemas aconsejando como solucionar las necesidades. — Educador, como consecuencia de la complejidad de las fuentes de informacién y las tecnologias que canalizan el acceso al saber dan al bibliotecario una mi- sién relacionada con la educacién permanente, y la formacién para el autoa- prendizaje. A pesar de esta variedad de perfiles, la imagen social del bibliotecario esta tefida de t6picos, que influyen todavia hoy en las expectativas comunitarias respecto de las bibliotecas. Para Clow, por ejemplo, la imagen tipica de los bibliotecarios ha sido la de personas tristes, aburridas, hostiles o timidas, etc., con las que costaba comunicarse. E] tépico sobre el bibliotecario® es el de una persona de interés predominantemente humanistico, que trabaja en sitios pasivos en que no se hace nada y hay tiempo de leer. Se ha resumido su perfil convencional atribuyéndole como rasgos principales el interés humanistico, la inclinacidn a la subestima, la falta de autoconfianza, la obediencia, la escasa iniciativa y el rechazo de la competencia y de los conflictos, configurando unos bibliotecarios ordenados, con poca capacidad de gestion y baja ambicién. Aunque sea triste reconocer estos rasgos, debemos ir revisando en qué medida se corresponden con realidades todavia hoy, e intentar actuat con nuevas actitudes que creen una ima- gen més positiva en la comunidad de usuarios. Ser hoy bibliotecario es muy dificil porque las tareas que se nos imponen han cam- biado, al desplazarse el concepto de la biblioteca, que ha pasado a centrarse no en los libros sino en los usuarios. Cuando hablamos hoy de las tareas de los bibliotecarios? hablamos de: — Interpretar las necesidades de informacién del usuario. — Comunicar conocimientos acerca de los recursos de informacién disponibles. — Disefiar sistemas de acceso a la informacién. Los procesos técnicos fundamentales hasta ahora, que ocupaban por completo al bi- bliotecario -1a confeccién de los catélogos, la ordenacién y la conservacién- siguen sien- do importantes, pero se han de realizar mediante procedimientos (aprovechar los regis- tros de otras fuentes, disminuir la catalogacién original, cooperar en la formacién de colecciones, en la adquisicién y en la conservacién, evitar la duplicacién de trabajos) que hagan posible dedicar més tiempo y esfuerzo a la atencién directa de las necesidades informativas de la comiwnidad a la que se sirva, lo que requiere potenciar la capacidad co- municativa, y el conocimiento de las materias y sus fuentes. Adaptarse a estos objetivos, Capitulo 4: La profesion bibliotecaria 79 aprovechar las posibilidades de las teenologlas de la informacién al desarrollo de estas tareas implica, por tanto, transformar los modos de organizacién del trabajo. Los bibliotecarios hoy deben tender a ser no meros administradores, sino gesto- res, organizadores responsables, Para ello habrén de afiadir a sus capacidades tradi- cionales: — Tener conocimientos profundos en procedimientos y técnicas de gestién em- presarial y estar orientados positivamente hacia esa tarea, que incluye marke- ting y planificacion, — Formacién en técnicas de comunicacién, relaciones piiblicas y atencin de usuarios, porque la biblioteca es un lugar de comunicacién. —— Capacidad para la cooperaci6n y el trabajo en equipo, pot el crecimiento de la biblioteca y la apertura al exterior que Jas tecnologfas informativas ofrecen. — Técnicas de evaluacién que permitan revisar el grado de cumplimiento de los fines de la biblioteca. Sin embargo, hasta ahora los conocimientos en temas de gestién empresarial han sido deficientes, porque los bibliotecarios -y estamos refiriéndonos sobre todo al caso espafiol- han recibido una formacién basada en los aspectos més centrados en el libro y su conservaci6n, y los temarios que se exigian pata el acceso a la profesién bibliote- caria también incidfan en ese mismo enfoque. Los conocimientos sobre técnicas de comunicacién no se recogian tampoco, y los habitos de trabajo eran més bien indivi- duales, algo Igico cuando Jas bibliotecas tendfan a la autosuficiencia y al trabajo de descripcién e investigacién del fondo documental. La realidad es que las bibliotecas est4n viviendo cambios enormes y su personal actual debe asimilarlos, del mismo modo que los futuros profesionales han de saber lo que su trabajo les va a exigir. Principalmente sera capacidad de adaptacién pues \a informacién, sus necesidades y los medios de trabajo cambian impidiendo la fijacién de conocimientos y técnicas definitivamente validos~ y formacién permanente: el inte- rés de todo bibliotecario ha de ser la incorporacién de las aportaciones de su ciencia a la mejora de la gestion bibliotecaria. El Vicepresidente de la Library Association, J. Bowden, recapitulé en el ultimo Congreso de IFLA cuéles eran las responsabilidades del bibliotecario como profesio- nal‘, Nosotros destacamos, de las que enumeré, las siguientes: —— Proteger el derecho de acceso a la informacién: la informacién es un derecho, un recurso fundamental de los paises. Todo individuo tiene derecho a recibir y difundir informacién, y los bibliotecarios deben favoreces la libertad de infor- maci6n, combatir la censura o la presién sobre el acceso al conocimiento. — Dar a conocer a todos los individuos ese derecho a la informacién y la impor- tancia de ésta. —— Dar la infortnacién a los usuarios de un modo correcto, exacto y puesto al dia. — En relacién con el exceso de informacién, es un deber profesional no s6lo dar informacién exhaustiva, sino con la seleccién, e] andlisis y la sfntesis necesaria para que sea realmente titi — Laexcelencia de los servicios es una obligacién profesional porque seré la cali- dad el tinico medio —y no las meras estrategias de promocién de mercado~ de hacer avanzar las bibiiotecas, Calidad en el trabajo directo con el usuario, en el aprovechamiento de los recursos, etc. 80 Manual de Biblioteconomia — El derecho a ejercer 1a profesidn es otra responsabilidad, pues si no se ejerce con calidad, se perjudica a la imagen de la profesi6n. Para trabajar hay que te- nef un minimo de formacidn, tanto a través de la educacién universitaria co- mo mediante la practica’. — Estar al dia, pues tras un corte espacia de tiempo los conocimientos quedan desfasados, — Crear y seguir un c6digo de conducta: estar al dia, defender el acceso a la in- formaci6n, etc. — Adecuar la biblioteca a la comunidad a la que presta servicio. — Llevar a cabo una buena gestién, pues el dinero es escaso y su adecuada admi- nistraci6n y uso es una responsabilidad ineludible, —- Comprometerse con las asociaciones profesionales y transmitir las técnicas y los conocimientos a las nuevas generaciones. Todo esto nos hace ver lo complejo de ser un buen bibliotecario: comunicative —lo que implica aceptacién del otro, empatia, cordialidad, buena expresion-, capacidad de adaptarse y aceptar el cambio, organizado y eficaz, buen gestor, y consciente de la res- ponsabilidad del propio trabajo en cuanto conservador y posibilitador del uso de Ia in- formacién. 4.2. Ges n de personal bibliotecario La gestién correcta de los recursos humanos es fundamental; su resultado es una plantilla eficiente y motivada, y la efectividad de la organizaci6n. La situaci6n, tipos y modos de trabajo y organizacién del personal dependen de muchos factores, Hay ai- gunos de tipo interno: el tamaiio y tipo de biblioteca, ta cultura corporativa, entendida como el sistema de valores, creencias, normas y comportamientos que crean un deter- minado clima en la organizaci6n, la tecnologia disponible, etc., y otros externos: ja le- gislacién laboral, el papel de los sindicatos o las organizaciones profesionales, las con- diciones econémicas, la situacién del mercado de trabajo o el sistema de formacién®. 4.2.1. Tipologia del personal bibliotecario Solemos hablar del bibliotecario en general, pero sus tipos, funciones y categorfas son variadas, en funcién del tipo de biblioteca, sus dimensiones y fines. Administrati- vamente se diferencian: — Los bibliotecarios de las Cuerpos Superiores de Ja Administracién, normal- mente denominados Facultativos, que suelen ser los directores de las bibliote- cas 0 los bibliotecarios de las bibliotecas cientificas, — Los bibliotecarios de los Cuerpos de Técnicos Diplomados, los Ayudantes, que trabajan en puestos intermedias en las grandes bibliotecas puiblicas y universita- rias, donde son mayoritarios, o son responsables de las bibliotecas municipales. — Los bibliotecarios de cardcter auxiliar. Aquf presentan una gran diversidad de fosmacién, nivel y estatus. Tras los afios ochenta, en que tendieron a desapare- cer, integrandose por su titulacién en el Cuerpo de Ayudantes, en los noventa han aumentado por diversas razones: en algunos casos, e! personal subalterno Capitulo 4: La profesion bibliotecaria 81 de la biblioteca ha pasado a esta categoria, con la adquisicién de una forma- cién bibliotecaria basica. En otros, especialmente en las bibliotecas municipa- les, las limitaciones econdémicas son la excusa para poner al frente del servicio a personal de estas categorfas (Ce incluso D, con la minima exigencia del tftu- lo de Graduado Escolar), al que se le remuneta menos por las condiciones de acceso, También en las bibliotecas universitarias estén incorporindose mayori- tariamente estos auxiliares, para completar las plantillas. ‘Tkadicionalmente este personal se ha repartido las tareas propiamente biblioteca- rias. Los primeros, los facultativos, en el nivel de la direccién y organizacién de los servicios, Los segundos ~los ayudantes— en el de su realizacién técnica (seleccién, ad- quisici6n, catalogacién, indizaci6n y clasificacién de documentos, gestién de los caté- logos, informacién bibliogrdfica cualificada, formacién de usuarios). Y los terceros, los auxiliares, en el de su prestacién material: la orientacién basica a usuarios, la orde- nacién de la coleccién, tejuelado, el registro, la gestién de préstamos y consultas. Ademés, las grandes bibliotecas pueden tener personal de apoyo no bibliotecario (impiadores, conductores, operarios del mantenimiento de las instalaciones, la clima- tizaci6n o el saneamiento), administrativo (gestién econémica basica, corresponden- cia), 0 técnicos (informaticos, encuadernadores, restauradores). Lo normal en las bi- bliotecas menores es no contar con este personal, sino con servicios externos a la biblioteca o pertenecientes a la institucién en que ésta se encuadre, para realizar las tareas que no corresponden a los bibliotecarios profesionales. Y casi siempre se debe contar con profesionales o empresas ajenos al personal regular de la biblioteca para tareas como la catalogacién retrospectiva, la realizacién de estudios de estudios cien- tificos sobre la biblioteca, campafias extraordinarias de imagen 0 relaciones puiblicas, la microfilmacién de colecciones, etc. En estos casos es mas econémica la gestién de estas {areas por empresas de servicios que desplazar a nuestra plantilla a esos traba- jos, para los que no dispone de tiempo o para los que puede no estar preparada. La seleccién La seleccién del personal més adecuado para una biblioteca es un proceso complejo, que implica aspectos humanos, psicolégicos, econémicos, etc. Como minimo exigirfa un andlisis muy preciso del puesto de trabajo a cubrir, definir los requisitos y las tareas a rea- lizar. Después deberfan identificarse \os medios a utilizar para evaluar las condiciones de los candidatos, y procurar objetivarlos. Es preciso analizar el curriculum de los candida- tos, especialmente su titulacién universitatia en la materia, contar con las referencias proporcionadas por las asociaciones o por otros profesionales, realizar pruebas objetivas teéricas y practicas para evaluar los conocimientos, y entrevistas personales para apreciar las actitudes, intereses y motivacién del futuro empleado de la biblioteca. Pero este tipo de seleccién sélo pueden realizarla normalmente las bibliotecas de carécter privado. La Administracién tiene ya perfilados los procedimientos generales de acceso a la Funcién Publica, tanto para las bibliotecas como para el resto de orga- nismos oficiales. Al regularse administrativamente el procedimiento de seleccién se intenta salvaguardar los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad Sin embargo, los fallos del sistema hacen muy lenta la seleccin de personal, excesiva- mente teéricos los ejercicios de oposicién (en muchas ocasiones no hay supuestos practicos, 0 se reducen a la catalogacién de algunos documentos), y los temarios, de- 82. Manual de Biblioteconomia masiado uniformes y generales, ademés de anticuados. Por otro lado, no siempre se exige especificamente la titulacin en Biblioteconomfa, siendo aceptada cualquier ti- tulacién media o superior. En efecto, los temarios no suelen adaptarse a las concepciones actuales de la Biblio- teconomfa y la Documentaci6n, repitiéndose de una oposiciOn a otra; su generalidad les impide calibrar los conocimientos de los candidatos, y ha tenido demasiado peso el pri- mer ejercicio, dedicado usualmente a la catalogacién, y que es una criba de Ja mayorfa de los opasitores. Por otra parte, las fases de concurso favorecen la endogamia, sobre todo en los puestos para bibliotecas de la Administracién Local, donde se valoran excesiva- mente los méritos adquiridos en la propia organizaci6n. El resultado es que puede que en ocasiones se lastre a una biblioteca con un personal que no es id6neo para ella. 4.2.3. Recomendaciones sobre personal En el mundo bibliotecario, en los Ultimos afios, se ha tendido a dejar de lado las nor- mas cuantitativas, a veces inaleanzables, necesitadas de continua revisin, o alejadas de las realidades nacionales de las bibliotecas, Se han sustituido por orientaciones cualitati- vas. Lo importante es que Ja biblioteca cuente con el personal que le permita realizar las funciones que le sean atribuidas. La IFLA ha recogido en sus Pautas que en las bibliote- cas ptiblicas deberia haber al menos un bibliotecario profesional titulado a tiempo com- pleto por cada punto de servicio. Si en algtin servicio muy pequefio no se puede Jograt un bibliotecario a tiempo completo, se deberé asegurar al menos que haya la supervision di- recta de un profesional. Debe haber personal especializado en cada area de servicio, y sobre todo el servicio para nifios debe tener personal con formacién especifica. Toméndolo sdlo como una referencia, diremos que en las Normas anteriores se ex- plicitaba ademas que en las unidades administrativas mayores deberia haber uno por cada 2.000-2.500 habitantes. Los bibliotecarios titulados deberfan ser entre el 33 % del total, en unidades bibliotecarias urbanas y compactas, y el 40 %, en sistemas con muchas sucursales y pequeiios puntos de servicio, Un 33 % de los bibliotecarios en grandes uni- dades debé especializarse en el trabajo con nifios. Para bibliotecas cientificas, por ejem- plo, se ha sefialado que deberfa haber uno por cada 10.000 documentos y otro por cada 2.500 documentos que se cataloguen al aiio. Para las bibliotecas universitarias espafiolas se propuso a mediados de los afios ochenta que hubiera un bibliotecario de nivel B por cada 500 estudiantes, otro de tipo A por cada 3 ayudantes, y un subalterno por cada ayudante. Pero est claro que la cantidad de personal necesario no depende sélo de da- tos demograficos o bibliograficos, sino de los servicios, de que haya o no bibliotecas es- colares en la zona, de que las bibliotecas realicen tareas de cooperacién, se integren en redes, estén 0 no automatizados los servicias, el presupuesto de que se disponga, etc. 4.2.4. La tarea de direccién La buena direcci6n de Ja biblioteca es cada dia mas importante por el ineremento de los servicios, porque el trabajo ya no se entiende como algo individual, sino colecti- vo, que se debe coordinar, asignando adecuadamente las funciones, y porque se re- quiere una buena organizaci6n de los recutsos escasos. La direccién debe ser capaz de fijar los objetivos, establecer planes y conseguir su realizacién. Es responsable en bue- na parte de Ja motivacién del personal y representante de la biblioteca en el entorno. Cumple, como explicé Line, un papel similar al de un director en una orquesta. Capitulo 4: La profesién bibliotecaria 83 Sin embargo, cuando este mismo autor sefiala qué puntos débiles tienen las biblio- tecas, sobre los que hay que operar para lograr el cambio, destaca numerosos aspectos que se pueden achacar a problemas relacionados con los habitos de direccién®: — Funcionamiento més por procesos o rutinas que por objetivos. — Visién més interna que externa. — Procedimientos poco eficientes. — Estructura de personal rigida. — Largas cadenas de mando. — Poca delegacién de responsabilidades. — Productividad baja. — Motivacién escasa. — Dirigismo mas que direccién. — Falta de aplicacién de las técnicas de evaluacién o marketing adecuadas para la efectividad de la organizacién. — Incapacidad para arrancar los problemas de rafz. — Desfallecimiento antes de actuar. — Direccién débil de las reuniones. Realmente, la direccién es la tarea més complicada, la que xequiere més dotes hu- manas, junto a mayores capacidades relacionadas con la planificacién y la comunica- cién, Estas aptitudes son imprescindibles para hacer eficaz la biblioteca. Sin embargo, normalmente los puestos de direccién -salvo que sean de libre eleccién por los res- ponsables politicos, lo que introduce otros efectos- se obtienen con una valoracién de Jos conocimientos tedricos convencionales y la antigtiedad. Segiin Patmore®, entre las numerosas cualidades de un director de biblioteca de- berian estar las siguientes: — Capacidad para delegar la autoridad juiciosamente. — Capacidad para valorar adecuadamente la capacidad del otro. — Fuerza para mantener a un grupo trabajando en un objetivo comén. — Capacidad para dar instrucciones precisas. — Inclinacién a tomar decisiones. — Capacidad para buscar métodos nuevos y mejores. — Carencia de prejuicios. — Aceptacién de las criticas con tranquilidad. — Buena voluntad para aceptar sugerencias de sus subordinados. — Capacidad para elogiar el trabajo sin adulaciones ofensivas. — La costumbre de razonar las 6rdenes y ver que se han comprendido. — Capacidad de criticar el trabajo de manera constructiva y sin animadversién. — Valor para responsabilizarse de sus propio errores y de los de sus subordinados. — Lacostumbre de trabajar con hechos y no con presentimientos. — Rapidez en decidir sin dispararse. — Capacidad para ver los resultados. — La facultad de ver el objetivo con firmeza y en conjunto. Estas cualidades son semejantes a las que aconseja Line": 1) Sensacién de seguri- dad y firmeza, pues alguien inseguro no delega: o se incomunica o se hace dominante; 2) Compromiso; 3) Integridad; 4) Imaginacién y previsién, mentalidad analitica; 5) Habilidad para saber abrirse paso en las situaciones precisas; 6) Energia y resistencia; 84 Manual de Biblioteconomia 7) Lealtad a la institucién, la biblioteca y el personal; 8) Habilidad politica para con- vencer a los politicos, las autoridades locales y las empresas; 9) Delicadeza con el en- torno, los usuarios y el personal; 10) Interés hacia el usuario y el personal, pues si nos preocupamos sinceramente, nos responder4; 11) Habilidad para reconducir las presio- nes; 12) Inteligencia; 13) Capacidad de decisién; 14) Ideas claras sobre la direccién; 15) Humildad y capacidad de escuchar; 16) Flexibilidad; capacidad de aproximacion y accesibilidad (tener el despacho siempre abierto); 17) Imparcialidad; 18) Afectividad equilibrada con objetividad; 19) Sentido del humor (pues sefiala Line que el entusias- mo se comunica; el jefe depresivo hace también al personal ast); 20) Capacidad de co- municacién; 21) Entusiasmo; 22) Persistencia; 23) Franqueza; y por tiltimo, 24) Capa- cidad de hacer que se vean las cosas logradas. Quizés resulte imposible seunir todas estas cualidades individualmente, y estemos pidiendo demasiados atributos para el ejercicio de la direccién, pero nos ayuda a con- cluir las Ifneas por las que debe orientarse esta importante figura, de las que depende la efectividad de la biblioteca. Por otro lado, compartir las decisiones y el poder en funcidn de las cualidades puede permitir acercarnos al modelo descrito. 4.2.5. Organizacion y estructuracién del personal En una biblioteca no todos saben hacer de todo. Las plantillas crecen y cada dia se hace més importante la especializacién en las tareas. El rendimiento mejora cuando acertamos en la distribucidn de las funciones, integrando las capacidades individuales de nuestro personal con los trabajos que les son mas adecuados. Esto implica crear una estructura organizativa para los servicios técnicos y puiblices de la biblioteca, dividien- do las responsabilidades en unidades y secciones, entre las que se repartiré el personal. La forma de esta estructura puede ser variada, dependiendo del tamafio de la bibliote- ca, de la centralizacién o dispersion fisica y organizativa de las unidades, y de los servi- cios al usuario que se den. En algunas bibliotecas prima Ja jerarquizaci6n, y en otras la distribucién tematica'', La automatizacién est permitiendo reunir mds tareas, configu- rando servicios centrales ~por ejemplo en las Universidades, 0 en los Centros Coordi- nadores de las bibliotecas municipales~ muy fuertes, que se responsabilizan de la ad- quisicign y la catalogacién centralizada, la gestidn presupuestaria, etc. ‘Ademés, hacer que el personal se eficiente y eficaz requiere una serie de instru- mentos, que en sintesis permitirén que cada bibliotecario sepa qué ha de hacer, con qué fines, en qué secnencia, con qué medios y con qué compafieros. Deberé saber qué fineas de autoridad y qué relaciones hay dentro de las unidades o departamentos, y entre si Para ello, las Pautas enumeran como medios: 1) Una declaracién de objetivos del servicio en su conjunto y de cada departamento 2) Organigrama de las responsabilidades de todos los miembros del personal. 3) Descripcién del trabajo en cada puesto. Es decir, hacer explicito el contenido del puesto: qué hace, cémo lo hace, para qué, en qué condiciones de trabajo y con qué responsabilidades 4) Un manual del personal con instrucciones sobre temas que les afecten en comin, 5) Hojas de control de tiempos y programas de tareas a realizar. A su vez, en las Pautas se recomienda que haya reuniones periédicas y ocasiona- les del personal, asf como asambleas anuales sobre temas de interés. Que se fomente Capitulo 4: La profesin bibliotecaria 85 la formacién permanente y los deseos de delegar, compartir responsabilidades y reci- bir sugerencias y criticas. En Espaiia son todavia numerosas las bibliotecas en que estas recomendaciones nose tienen en cuenta: los objetivos no se han puesto por escrito, no se programan las tareas, no se evaliia el rendimiento, etc. Las bibliotecas se lamentan de la falta de per- sonal, pero para incrementarlo tendrian que demostrat primero que saben aprovechar al maximo el disponible. La estructuracién adecuada del personal es imprescindible, sobre todo en las bi- bliotecas grandes, En éstas, unos deben dedicarse a la selecci6n y el proceso técnico: otros a la informacién, referencia y la comunicaci6n; otros, especializarse en las fuen- tes de los distintos campos del conocimiento, o en la seccién infantil, si la biblioteca es publica o municipal. En las pequefias, la tarea fundamental es la comunicacion, y eb organigrama debe asumir este hecho. En las bibliotecas de las administraciones pébli- cas a veces no hay propiamente una estructura, sino que se representan las distintas unidades por su distribucién meramente geogrdfica o territorial, como ocurre en algu- “nas bibliotecas universitarias. Pero el modelo m4s comin es una estructura de tipo piramidal, La ventaja de este modelo es que en él resulta muy claro quien es el responsable, el jefe de cada negocia- do, secci6n o servicio. Los inconvenientes son que existe el riesgo de que prime exce- sivamente la jerarqufa y que algunos bibliotecarios puede que se especialicen dema- siado. Asi, puede que los responsables del proceso técnico no traten al usuario, como puede ocurrirle también a} director. Para evitarlo, se aconseja que periddicamente pa- se todo el personal por los diversos puestos de trabajo. Por ejemplo, pasar un dia por semana unas horas en el servicio de informacion y atencién al usuario ayuda a los bi- bliotecarios, independientemente de su servicio habitual, a estar cerca de la realidad, aconocer los problemas e implicarse en ellos, 4.2.6. Condiciones de trabajo Un factor principal para el rendimiento del personal es la motivacién. Un perso- nal motivado y eficiente lleva al éxito a la biblioteca. Conseguir la motivacién es algo complejo, que depende de aspectos personales, profesionales, econdmicos, etc. No se trata de sefialar unas recetas conductistas, pero pueden indicarse algunos medios para favorecer 0 reforzat las actuaciones positivas. En general, la motivacién se basa en que los bibliotecarios perciban que los resultados de su trabajo, su esfuerzo, su capaci- dad personal, son positivos. Se trata de que podamos ver los frutos del esfuerzo y se recompensen. La motivacién se produce cuando hay un director que apoya y ayuda, cuando e} personal ve que si presta bien el servicio es recompensado. Cuando sé escucha a todo el personal, desde los jefes al conserje, y se piensa que tienen algo que decir; cuando el jefe dice lo que piensa y lo que pretende. Cuando se trabaja en equipo y unos dan soporte a los otros. El personal se siente integrado con sus compajieros en objetivos comunes, teniendo el protagonismo que da el ser coparticipe de las decisiones, los aciertos y los errores. Cuando se da ocasién de innovar o equivocarse, pues hay que mimar la libertad individual, tutelada discretamente en lo necesario, no haciendo ob- vios continuamente los medios disciplinarios © la jerarquia. Es preferible desjerarqui- zar las relaciones dg trabajo y favorecer la autonomfa. El personal debe ver elogiados sus esfuerzos y debe mostrarse confianza en su capacidad, 86 Manual de Biblioteconomia La motivacién tiene también un factor basico: la informacién. Si el personal no es informado de los problemas de la biblioteca, de los objetivos y las tendencias, si se les asignan las tareas sin que se resalte la importancia de ejecutarlas correctamente, es fa- cil caer en la rutina y la inhibicién. Por ello hay que facilitar los flujos de comunica- cién de todo tipo: posibilitar la existencia de bibliograffa relacionada con la profesién que ayude a estar actualizado, hacer que circule la informacién de las asociaciones del personal y los sindicatos, como medio de conocer ei estado de la profesién. Y la infor- macién hacia el exterior: que la sociedad conozca los progresos de la biblioteca y se valore el trabajo y los esfuerzos de los bibliotecarios, Otros aspectos, como la posibili- dad de promocién, estén muy condicionados en Espafia por la Legislacion de la Fun- cién Pablica, 0 por el tamafio de la biblioteca, pero se pueden buscar cauces alternati- vos para la recompensa del esfuerzo: impulsar la formacién del personal, asignar tareas especiales que produzcan satisfacciones especiales, etc. Pero haremos esto evi- tando que haya discriminacién o injusticia respecto de otros compafieros. Otro aspecto importante es que con el personal que se incorpora a una biblioteca debe realizarse un proceso de “induccién”, de iniciacién'?, Esto lleva consigo orientar- lo ¢ introducirlo en la organizacién, el sueldo, los horarios, las vacaciones, los trabajos. Explicar el entorno de la biblioteca y la cultura de la organizacién. Puede requerir un adiestramiento especttico para realizar las tareas, pues los conocimientos que se suelen tener al comenzar en el trabajo son muy generales. Deberemos asegurarnos de Ja inte- gracién del nuevo bibliotecario en el equipo y de que estd en condiciones de realizar positivamente sus obligaciones. A pesar de todo esto, en las bibliotecas pueden presentarse problemas laborales 0 conflictos con los empleados, que deberén resolverse por la negociacidn, el didlogo y, en tiltimo extremo, por la disciplina. Incluso, en entornos bibliotecarios ms desarro- Iados que el nuestro, se estudia cémo favorecer el rendimiento sin provocar un estrés nocivo en el personal. El estrés es la respuesta del sistema humane para ajustarse a las exigencias del entorno y actuar. Cada individuo tiene una tolerancia distinta del es- trés, y si es excesivo 0 constante tiene efectos malsanos. En las bibliotecas pueden ser agentes de estrés los conflictos de roles, la ambigiiedad, la sobrecarga o la subeatga, putes también lo produce el que alguien se sienta desaprovechado, a quien no se le ha asignado ningiin trabajo acorde a sus capacidades, etc.'3 Factores del entorno, como el clima de la organizaci6n, las presiones econémicas o de tiempo, la situacién ffsica pueden ser también factores desencadenantes de este problema, que depende de la personalidad, Por ejemplo, los introvertidos, }os poco sociables, pueden suftir estrés por la promocién, Es preferible que sigan en puestos que desempefian adecuadamente antes que ascender a puestos en los que tendran que negociar, ordenar, si no son capaces de hacerlo con éxito. Al contrario, los extroverti- dos sufren estrés si se les conf{an trabajos solitarios, sin contacto con los compaiieros © los usuarios, pues necesitan de los demas, Aunque no siempre esté en nuestras ma- nos evitar este tipe de problemas, es positivo conocerlos y procurar un equilibrio en- tre motivacién, actividad y cardcter del individuo, para procurar una actividad consi- derable sin llegar a la angustia o la ansiedad. 4.2.7. Las relaciones de los bibliotecarios con los gestores institucionales Un tema también. importante es saber relacionarse con el entorno externo de la biblioteca, y especialmente con tos responsables superiores de la misma —Director Capitulo 4: La profesion bibliotecaria 87 General de Cultura, Directores o Decanos, Jefe de Servicios de Informacién, etc. En Espafia se ha incurrido a veces en el servilismo, anteponiendo la obediencia a unos minimos que como profesionales obligan, o en las actitudes excesivamente conciliado- ras, cuando se procura estar a bien con tal de conseguir mantener pequefios benefi- cios personales. Pero otras veces se ha tenido una postura excesivamente negativa, bajo un sentimiento de superioridad intelectual, incomprensi6n © rechaza. Entonces falla la comunicaci6n, y se produce el aislamiento de la biblioteca. Esto se resume en que es necesario tener capacidad de negociar, guardando el equilibro entre disciplina yptoposicién de las medidas que se consideren oportunas, procurando redirigir en fa- vor de la biblioteca las negociaciones. 428. Situacién en Espana En nuestro pajs se ha carecido tradicionalmente de estadisticas fiables y actualiza- das que nos dijeran el numero de bibliotecarios, sus centros de trabajo, sus tareas, etc. También carecemos de directorios de las bibliotecas espaiiolas y de sus bibliotecarios, pues los disponibles, realizado en la segunda mitad de los ochenta, estan enor- memente desfasados, Una manera util pero parcial de conocer los datos de los biblio- tecarios es a través de los directorios de las asociaciones. En 1995 los han publicado Sedic, Anabad ola Asociacién Andaluza de Bibliotecarios El INE publica bianualmente una Estadistica de bibliotecas, que suele aparecer con cierto retraso pero que nos acerca a los datos del ntimero de bibliotecas y de bi- bliotecarios. La tiltima que hemos consultado, que contiene los datos de 1992 y se edi- t6 en el 1994, recoge que en ias 6,207 bibliotecas existentes el personal Ilegaba a los 17.237 individuos, de los cuales 3.068 tenian titulacidn especifica en Biblioteconomia, 8.244 habian adquisido la formacién en el ejercicio de sus funciones (y de éstos, 2,499 eran licenciados o doctores en distintas materias), y casi 6.000 eran otros tipos de pro- fesionales 0 empleados no bibliotecarios, De este personal, unos 11.040 tendrian dedi- cacién plena a sus bibliotecas, y el resto s6lo parcial. Las bibliotecas que reinen més personal son las ptiblicas, con casi 5.000, y las universitarias, con unos 3.500. Predominan los bibliotecarios de nivel B, es decir, los contratados con una titula- cién media como minimo, sobre todo en las Universidades, Los de grupo A estén pri- mordialmente en Ia Biblioteca Nacional, en los puestos de direccién de las Bibliotecas Regionales, de algunas de las bibliotecas del CSIC, y, de modo muy heterogéneo, en las bibliotecas universitarias'’, En las grandes bibliotecas puiblicas hay personal A y B, mientras que en las pequefias, predomina el “encargado de biblioteca”, de nivel C, ¢ incluso D. En este sltimo caso el bajo estatus social atribuido al bibliotecario, y Ia le- gislacin de Ambito local, permite que esté responsabilizado de la biblioteca personal muy mal retribuido y que formalmente no haya de tener una titulacién superior a ta de graduado escolar. La situacién s6lo es peor en las bibliotecas escolares, en las que no hay bibliotecarios profesionales, sino, normalmente, profesores-bibliotecarios a tiempo parcial con la ayuda a veces de los alumnos. 43. Asociacionismo y desarrollo profesional Estos problemas, entre otros, nos hacen plantear la importancia del Asociacionis- mo'® para la profesién bibliotecaria, como aspecto bésica para el desarrollo profesio- 88 — Manual de Biblioteconomia nal. Participar en asociaciones es colaborar a obtener objetivos comunes como son: procurar una formacién continuada para los profesionales, incidir en los poderes pé- blicos, favorecer la cooperacién, defender los interés profesionales, hacer llegar a la opinion pablica Jos problemas que nos conciernen a todos, promover la unién y ayuda mutua entre los miembros, etc, Para ello organizan grupos de trabajo, reunion, deba- tes, encventros, cursos, editan publicaciones, informes a los poderes ptiblicos, etc. Si queremos reivindicar la importancia y la misi6n social de los bibliotecarios de- ‘bemos valorar {a importancia de una uni6n ~no gregaria o gremial- de los profesiona- les. Desde la aparicién a fines del siglo pasado de la American Library Association, en 1876, o la Library Association en el Reino Unido, en 1877, han seguido creéndose numerosas organizaciones de bibliotecarios. De hecho, el directorio World guide to - braries recoge $87 asociaciones profesionales, de las que 76 son internacionales, y otras 511 actdan a nivel nacional, reuniendo mas de medio millon de afiliados. Entre Europa Occidental (30%) y USA-Canadé (20%) concentran aproximadamente la mi- tad de los asociados a ellas. En el marco europeo destaca el Reino Unido, en donde hay unas 30 asociaciones, con unos 55.000 miembros entre individuales e instituciona- les. En Alemania habria unos 23.000 en torno también a unas 30 asociaciones, En Francia destaca el asociacionismo en el campo de las bibliotecas especializadas, a tra- vés de la ADBS. Igualmente, es destacada la participacién en ta vida asociativa en Bélgica y Dinamarca. Estos datos muestran que hay una vida asotiativa més rica en los paises de mayor renta, como sefiala A. Romén: “Parece que e] mayor nimero de profesionales y, en consecuencia, de asociacio- nes sélidas se dan en aquellos paises 0 regiones datadas de un alto nivel de desarro- lo econémico, una politica educativa y cientifica planificada y estimulada por los go- biemnos respectivos, y un mercado capaz no solo de asimilar sino de potenciar la presencia de la Informacidn y/o Documentacién como un elemento basico de la acti- vidad econémica social y culiural.” Las asociaciones se pueden distribuir en torno a esta tipologis — Asociaciones generales que agrupan a los profesionales de Bibliotecas, Archivos. — Asociaciones de profesionales con orientacién tematica. — Asociaciones de bibliotecarios especializados. — Asociaciones de diplomados de escuelas de Biblioteconomia — Asociaciones que agrupan a bibliotecarios de una creencia religiosa 0 ideologfa. — Asociaciones para mejorar e! mercado de trabajo. — Asociaciones de bibliotecarios especializados en seguimiento de usuarios es- pecificos: minorias étnicas, drogadiccién, etc, En Espafia la consolidacion profesional ha sido Jenta, del mismo modo que el aso- ciacionismo profesional. La primera organizacién fue ANABA, luego ANABAD, creada en 1947, y que en principio aspira a reunir a archiveros, bibliotecarios, musedlo- gos y documentalistas. Pero desde los afios 70 comenzaron a aparecer otras asociacio- nes. Por ejemplo, SEDIC, organizaci6n cuyo origen se encuentra en que los documen- talistas no crefan encontrar en ANABAD respuesta a sus intereses. Y el panorama regional se ha ido poblando de asociaciones, algunas federaciones de ANABAD, y otras totalmente independientes de ésta: la asociaci6n de los bibliotecarios catalanes, Capitulo 4: La profesién bibliotecaria 89 desaparecida al crearse el Col-legi Oficial de Bibliotecaris y Documentalistes de Cata- lunya; la Asociacién de Bibliotecarios de Guipdzcaa, la Asociacién Asturiana de Bi- bliotecarios, Archiveros, Documentalistas y Museélogos (AABADOM), la Aso- ciacién Andaluza de Bibliotecarios 0 la Asociacién de Bibliotecarios de las Islas Cana-_ tias, etc, En otros campos destacados est4 la ADAB, que retine a los titulados universita- rios en Biblioteconomfa y Documentacién, con federaciones en todas las Universida- des en que se imparte la carrera, la Asociacién Educacién y Bibliotecas, cuyo fin es la promocién de las bibliotecas escolares, y FESABID, que como Federacién Espafiola de Sociedades de Archivistica, Biblioteconom{a, Documentacién y Musefstica, fomen- ta la colaboracién entre las asociaciones. Como explics Romén, las Asociaciones profesionales deben luchar para conse- guir politicas activas orientadas a la mejora de la infraestructura de las bibliotecas, e1 interés social por la lectura, las bibliotecas y la informacién. Esforzarse por la forma- cién continuada y la promocién del intercambio de experiencias a nivel nacional e in- ternacional. Exigir ser consultados en los proceso de reglamentacién jurfdica que afectan a la gestion del patrimonio documental y bibliogratico. No deben ser organi- zaciones para ganar primero, y salvaguardar después, privilegios de grupo, sino luga- res de encuentro y palancas de progreso. Y en la situacién actual, con la proliferacién de organizaciones, es recomendable la federacién de las asociaciones profesionales, tanto a nivel nacional como internacional para potenciar su influencia. Por tiltimo, citando nuevamente a Anglada, sefialaremos las perspectivas hacia donde debe caminar la profesién bibliotecaria si pretende incrementar su estatus, su protagonismo en el mundo de la informacién y realizar su misién cultural y cientifica. El bibliotecario para los proximos afios deberfa caracterizarse asi"”: — Estar orientado a los usuarios, a su mercado, y no al producto, para dar servi- cios efectivos. — Tener visién de su funcién intermediaria, no receptora: la justificacién del tra- bajo bibliotecario por sus resultados, no por su valor en sf misma. — Ser experto y estar abierto a las tecnologias de la informacién en tanto facilita- doras de los servicios, — Saber valorar los costes de las actividades, del tiempo empleado en ellas, el tiempo que cuesta a los usuarios obtener los servicios, etc. — Ser adaptable y estar preparado para Jos cambios, en un entorno de evolucién continua de las necesidades de los usuarios, — Tener una visién de la informacién como algo global, en el que la biblioteca participa en un circuito de informacién que le relaciona con autores, distribui- dores, editores, usuarios, etc. — Tener conocimientos profesionales amplios y basicos, que ayuden a encontrar las soluciones adaptadas a los problemas concretos. — Orientarse a la formacién de usuarios, la promocién y uso de los servicios, rehuyendo de los productos realizados y enfocados sélo por y para biblioteca- ios, — Ser profesionales capaces de organizar su actividad de forma creativa y con imaginacién, huyendo de la rutina. — Incluir entre las actividades profesionales las relaciones puiblicas con las perso- nas de su entorno: usuarios, administradores, proveedores, colegas, compafie- ros, etc, 90 Manual de Biblioteconomia NOTAS AL CAPITULO 4 ANGLADA, L.: «Formas y criterios de acceso al ejercicio de la profesién». En: J Conferencia de Biblio- tecarios y Documentalistas Espanoles. Madrid: Ministerio de Cultura, 1993. 2 Ibidem. 3 VERNIS, A.: «Las especificaciones de ta gestién en el dmbito no lucrativer. En: La biblioteca piiblica comio centro de gestién cultural, Mallorca: Fundacié Biblioteca d’ Alcudia, 1991, pp. 13-29. Explica también por qué la Biblioteconomia puede considerarse una profesién: Implica operaciones inte- Jectuates con responsabilidad individual, no consistiendo en Is aplicacién mecanica de una técnica; sus co- nocimientos se obtienen de la ciencia y el estudio; tienen un objetivo practico y concreto ~organizar la ine formacién y sus recursos para los usuarios-; se basa en una técnica que puede enseftarse; los que la ejercen tienden a la autoorganizacién; y, por tltimo, se ejerce con motivaciones, entre otras, altruistas: hay un tras- fondo ética, una donacién, que el bibliotecario oftece. Cf. BOWDEN, R.: «Professional Responsabilities of Librarians and Information Workers». 59 IFLA Council and Conference. Booklet 6, pp. 26-31. ‘Tema enormemente complejo, pues en algunos paises las asociaciones profesionales reivindican o ejer- cen ya el derecho de certificar la capacitacién para el ejercicio profesional, comprobando si la formacién universitaria se corresponde con las demandas profesionales. {Pueden realizar esta certificaci6n las ar- ganizaciones profesionales por encima de la Universidad? ,Cémo evitar que al hacerlo se conviertan en tun medio de privilegio 0 poder? § BRYSON, J. 1992: Técnicas de gestidn para bibliotecas y centros de doctmentacién, Madris Sénchez Ruipérez, 1992. Hay que observar, sin embargo, que un fallo frecuente de las bibliotecas ha sido que el personal con la titu- taci6n superior se ha dedicado a tareas 1écnicas y de rutina, que no exigen un gran conocimiento, e, inversa- mente, se han dejado las cuestiones més importantes, tales como la relacién con los usuatios, en manos de auxiares menos preparados para informar, comunicarse, etc. Este problema es reflejo de una insuficiente orientaci6n al usuario de la biblioteca, la limitacién de los servicios al préstamto o la consulta, y de que se ha vista la atencién y comunicacién directa con los wstarios como algo secundario 0 poco agradable. ® LINE, M. B.: La gestié del canvi a les biblioteques. ftem, 12, (1993). 5 PATMORE, S. J.: «The qualities required for good management». En: Management for librarians. Lon- res, 1968. Cit. en: THOMPSON, J, y CARR, E. R. La biblioteca universitaria. Madrid: German Sén- chez Ruiperez, 1987, p. 85. ‘® LINE, M.B.: Op. eit Asi, una posible estructura para las bibliotecas universitarias es de arco, segtin recomienda Thompson: el dicector es la clave, los bibliatecarios las davelas, cada uno expesto en una materia, patticipando en fa selecciGn, catalogacién y difusién de esa materia, el trato de usuarios, ete. Bryson detalla el proceso de iniciaciGn en los primeros dias: dar la bienvenida, mostrar relajaci6n e inte- s¢s, explicar el trabajo, informar, ordenar la oriemtacién a los demas compaferos, mantener contactos. ‘Més tarde: explicar las reglas, normas y valores de la biblioteca, ete. CF, BRYSON: op. cit. 3 biden, \ Estadistica de Bibliotecas 1992. Madrid: INE, 1994, pp, 48-50. ‘5 Bxisten desde Universidades con un solo facultative para la direccidn, hasta otras en las que el mémero de ellos supera al de ayudantes, gracias a acuerdos de promocién de personal Seguimos en este comentario las aportaciones de A. Romédn, que resumimos. Ver: Romén Romén, A. . Por otra parte, la pervivencia de los catalogos manuales se da también en aquellas bibliotecas, que, aun estando automatizadas, no han Ilevado a cabo la conversion re- trospectiva de los catdlogos manuales!, Uno de los problemas con que tropieza una biblioteca al llevar a cabo la implan- tacién de un sistema de gestién automatizado, es qué hacer con el antiguo catdlogo. L. A. Tedd sefiala que: “Tan pronto como se haya decidido que sistema se va a utili- zar, debe abordarse rapidamente la tarea e conversion de los registros del antiguo sis- tema al formato nuevo...”'5. Pero muchas bibliotecas se encuentran, por causas econémicas, con la imposibili- dad de acometer dicha tarea, por lo que siguen coexistiendo durante un tiempo mas 0 menos largo, los antiguos cat4logos manuales, cerrados, y los automatizados. 7.2.1.1. El catdlogo en fichas El catélogo en fichas comenzé a utilizarse en Francia a mediados del siglo xvii" y pas6 a ser la forma predominante en el sigio xix, Un ritmo més rapido en el creci- miento de las colecciones hizo que se impusiera este tipo de catdlogos, que presenta- ban, frente a los catélogos en forma de lista, la gran ventaja de la flexibilidad, es decir, una fécil puesta al dfa mediante la incorporacion o extraccién de fichas. Por esta ra- 26n se impuso en las bibliotecas y ha perdurado hasta la automatizacién de las mis- mas, aunque a medida que las colecciones han ido creciendo, han empezado a surgir ‘numerosos inconvenientes: 1) Al crearse grandes series, el mantenimiento de los caté- logos se queda retrasado, ya que la intercalacién de fichas resulta muy costosa. Ello se Capitulo 7: Los catélogos como instrumento de recuperacién dela informacién 143 ve acentuado por la complejidad cada vez mayor de las reglas de catalogacién. 2) Por otra parte, como la estructura del catdlogo en fichas se basa en varias entradas por do- cumento, cualquier modificacién debe hacerse en todo el “juego” de fichas referidas a dicho documento. 3) El deterioro por el uso. 4) Si se trata de grandes colecciones, el espacio fisico ocupado por el catdlogo es enorme. La aparicién de los catélogos auto- matizados por fin acabar4 por desterrar este tipo de catlogo. Para cumplir sus funcio- nes, el catélogo presenta una organizacién compleja'” que se basa fundamentalmente en tres tipos de fichas: Ficha principal, fichas secundarias, Fichas de referencia, etc.!8 7.2.1.2, Principales tipos de catdlogos manuales Como se ha dicho anteriormente los tipos de cat4logos que pueden elaborarse en una biblioteca son muy variados, pero los més habituales son: Cuapro 7.2, Tipos de catélogos. CATALOGOS DE USO PUBLICO v Catdlogos Alfabéticos Catélogos sistematicos ' t ' De Materia [ De Autor | De Titulo | | De Materia A A Catdlogo Diccionario CATALOGOS DE USO INTERNO OF Topogritico | De Autoridades 144 Manual de Biblioteconomia El catélogo alfabético de autores y obras anGnimas es el principal de la biblioteca, de manera que algunas bibliotecas modestas tinicamente disponen de éste. Esté formade por los siguientes tipos de fichas: a) Principales: — De autor (personal 0 corporativo). — De titulo (para obras anénimas). b) Secundarias de: — Coautores. — Prologuistas. — Ilustradores. — Traductores, ete. Cuando no existe de series en la biblioteca, éstas se incluyen también en este caté- logo. El catdlogo alfabético de titulos tiene una gran importancia en bibliotecas con abundante fondo literario. Incluye fichas secundarias de titulo. El catdlogo de materias, junto con el de autores, es el més importante de una bi- blioteca. Puede ser alfabético, cuando 1a materia se describe por medio de una palabra 0 frase; o sistemdtico, cuando para describir la materia del documento se aplica un cédi- go perteneciente a una clasificacion. En Espaiia, la clasificacién usada con més fre- cuencia es la CDU (Clasificacion Decimal Universal). EI catdlogo diccionario es el catalogo resultante de la fusién del alfabético de au- tores, titulos y materias, Es un catélogo usado fundamentalmente en pequefias biblio- tecas, sobre todo ptiblicas. E| catdlogo topografico es un catélogo de uso interno muy ttil en la gestién de la biblioteca. Es imprescindible en procesos tales como el recuento. Si la ordenacién de la coleccidn esta hecha en la biblioteca de forma sistematica, es de gran utilidad para el catalogador-clasificador. La informacién contenida en las fichas del catalogo topografico varia segtin épo- cas y segtin bibliotecas. Hoy dia, siguiendo el sistema de ficha Unica®, las fichas del to- pogrdfico son una reproduccién mas de la ficha principal, a la que se le distingue de ésta, para evitar confusiones, con una T 0 con un sello que ponga “topografico”. El catélogo de autoridades sirve para dar uniformidad a lo largo del tiempo a los encabezamientos, de todo tipo, dados en la biblioteca, 7.3. Catilogos de bibliotecas. Ejemplos?! Los catdlogos de jas grandes bibliotecas, como las nacionales, constituyen una fuente de informacién de primer orden por lo que hace ya muchos afios que las princi- pales bibliotecas emprendieron la tarea de imprimir sus catdlogos. Si se hace abstraccién de las obras extranjeras, los catdlogos de las bibliotecas na- cionales hacen la funcién de bibliografias nacionales retrospectivas”. Malclés sefiala que son incluso més ricos que las bibliografias nacionales, ya que incluyen documen- tos que no se comercializan y que Uegan a las bibliotecas por otros cauces (compra, canje, donaciones, ete.), por io que al no provenir del Depésito Legal, no se recogen en las mismas®. Capitulo 7: Los catélogos como instrumento de recuperaci6n de la informacién 145 Los catélogos de bibliotecas especializadas y los de algunas secciones de grandes bi- dliotecas, sobre todo de las nacionales, juegan el papel de bibliograffas especializadas. Los catdlogos colectivos que retinen los registros bibliograficos de los fondos de mas de una biblioteca perteneciente a uno o varios paises, ejercen también un papel bibliografico muy importante y son berramientas imprescindibles en el campo de la cooperacién bibliotecaria, en procesos tales como adquisicién cooperativa, préstamo interbibliotecario, etc. El desarrollo de la informatica y las comunicaciones han facilitado la ingente tarea de dar a conocer estos catélogos. Hoy se hace de una forma automatizada, siendo acce- sibles on-line, en microficha COM (Computer Output Microform) 0 en CD-ROM. Hoy dia, todos los paises avanzados disponen de catdlogos importantes: * Estados Unidos La Library of Congress inicié la tarea de imprimir las fichas de sus fondos en 1898 yen 1901 comenzé a organizar un sistema de venta. Posteriormente el catdlogo se im- primis en 167 volimenes: United States. Library of Congress: A catalog of books re- presented by Library of Congress printed cards issued to July 31, 1942. Ann Arbor, Michigan: Edwards, 1942-1946. Esta edicin se completa con suplementos posterio- res Paralelamente, Herbert Putnam, bibliotecario de la Library of Congress, puso en funcionamiento un catélogo colectivo en el que participaba dicha biblioteca junto con otras cuatro. En 1932 se crea la Union Catalog Division, que agrupaba 100 bi- bliotecas. En la actualidad participan més de 1.500, ubicadas en Estados Unidos y Ca- nada. A partir de 1956, en vez de publicarse el catdlogo de la Library of Congress, co- mienza a publicarse el catélogo colectivo corriente: The National Union Catalog. Acu- mulative author list representing Library of Congress printed cards and titles reported by other American libraries, 1953-1957. Ann Arbor, Michigan: Edwards, 1958, En 1967 se empsende la publicacién del catalog colectivo retrospectivo: The Na- tional Union Catalog: pre-1956 imprints. Chicago: American Library Association, 1968-1980, 685 vols. Seguido de un suplemento publicado en 1980-1981. A partis de 1983 su publicacién est4 automatizada. La edicién impresa ha sido sustituida por la edicién en microficha COM. Consta de varias series: — NUC Books. — NUC US Books. — NUC Audiovisual Materials. — NUC Cartographic Materials. NUC Books se presenta en forma de lista numérica (Register), acompaiiado de in- dices de autor, titulo, Library of Congress series y Library of Congress materias. Una vez localizado el documento a través de los distintos indices, puede accederse (por medio del ntimero que le acompaiia) al register, donde se describe el documento mas extensamente. Por otra parte, el acceso automatizado a los fondos de la Library of Congress se leva a cabo a través de LC-MARC (Library of Congress Machine-Readable Catalo- guing), que proporciona los datos basicos del catélogo. 146 Manual de Biblioteconomia © Inglaterra Los primeros ensayos de inventarias impresos del British Museum, por orden al- fabétic:» de autores y de titulos de obras anénimas, datan de finales del siglo xvii. Entre 1881 y 1905 se publica un inventario general en 95 volimenes y trece suple- mentos: British Museum. Catalogue of printed books, London, 1881-1905. Posteriormente ha habido otras ediciones: — British Museum: General catalogue of printed books. Photolitographic edition to 1955. London: British Museum, 1959-1956, 263 vol. — British Library. General catalogue of printed books to 1975. London: Bingley; Munchen: Saur, 1979. — The British Library general suject catalogue 1975-1985. Miinchen: Saur, 1986. La informatizacién de la Biblioteca Briténica permite en la actualidad generar dis- tintas bases de datos, dentro del sistema BLAISE, a través de las cuales se accede a Jos catdlogos de la biblioteca. * Francia A finales del siglo xix, Francia comienza la realizacién de un inventario general alfabético de impresos: Bibliotheque Nationale (Paris). Département des imprimés. Catalogue général, Auteurs. Paris: Impr. Nat., 1897-1981, 231 voles. ‘Como suplemento del anterior: Bibliotheque Nationale (Paris): Catalogue général des livres imprimés, Auteurs. Collectivités-auteurs. Anonymes, 1960-1969, Paris: Bibl. Nat., 1972-1978. ‘A partir de 1988 la catalogacién de las obras ingresadas en la Bibliothéque Natio- nale se realiza de forma automatizada, constituyéndose la base de datos BN-OPALE. En cuanto a catdlogos colectivos es preciso citar MYRIADE, Catalogue Collectif Na- tional des Publications en Série, que recoge més de 200.000 publicaciones periddicas ubi- cadas en cerca de 3,000 bibliotecas. Est editdado por Chadwyck-Healey, en CD-ROM. * Espana Numerosas bibliotecas han publicado catélogos de sus fondos. De éstas, merece la pena destacar los de la Nacional y los de las universitarias. a) Biblioteca Nacional La Biblioteca Nacional ha publicado numerosos catdlogos parciales de sus fondos: de manuscritos, de dibujos, de carteles, de publicaciones periddicas, etc. Una recopila- cién de los mismos recoge la obra de J. Delgada Casado: Guia de catdlogos impresos de la Biblioteca Nacional. Madrid: Biblioteca Nacional, 1993. De todos ellos citamos: — Biblioteca Nacional (Madrid). Catalogo general de libros impresos hasta 1981. Paris: Chadwyck-Healey, 1989. Edicin en microficha Capitulo 7: Los catélogos como instrumento de recuperacion de la informacién 147 — Biblioteca Nacional (Madrid). Catdlogo general de libros impresos: 1982-1987. Paris: Chadwyck-Healey, 1989. Edicién en microficha. Actualmente, tras la informatizacién de la Biblioteca Nacional, se ha creado la ba- se de datos ARIADNA, a través de la cual, y una vez llevada a cabo la retroconver- sidn de} catélogo manual, podré accederse a todos los fondos de la misma. b) Otras bibliotecas Entre los catlogos de otras bibliotecas, merecen destacarse los de las universita- tias, y dentro de éstos, los de publicaciones periédicas, bien sean parciales o totales. Por citar algunos ejemplos: — Universidad de Barcelona. Biblioteca: Cataleg [Microficha] Biblioteca Barce- Iona Juny 1986, Barcelona: Universitat, 1986. — Carélogo colectivo de publicaciones periddicas de la Biblioteca Universitaria. Lejoa: Universidad del Pais Vasco, 1982. — Universidad de C4diz: Catdlogo colectivo de publicaciones periédicas. CAdiz: Universidad, 1993. — Universidad’ Auténoma de Madrid: Catalogo colectivo de publicaciones seria- das de la UAM. Microformas, Madrid: Universidad Auténoma, 1989, — Universidad Complutense de Madrid, Biblioteca: Catdlogo de publicaciones periddicas de la Biblioteca de la Universidad Complutense. Madrid: Editorial Complutense, 1993. — Universidad Nacional de Educacién a Distancia. Madrid: Catdlogo colectivo de publicaciones periddicas de la Biblioteca. Madrid: Universidad Nacional de Educaci6n a Distancia, 1990. — Universidad de Navarra, Servicio de Bibliotecas: Catélogo colectivo de publi- caciones periddicas. Pamplona: Universidad de Navarra, 1991. — Universidad de Zaragoza, Biblioteca: Catdlogo colectivo de publicaciones pe- riédicas, Zaragoza: Universidad, Secretariado de Publicaciones, 1991. ¢) Catélogos colectivos Dentro de los catélogos colectivos conviene mencionar: 1) Catélogo Colectivo del Patrimonio Bibliografico Espanol. Se inicia en 1952 por el Servicio Nacional de Informacidn Bibliogréfica, aunque la idea arranca de princi- pios de siglo. Hoy, la obligatoriedad de su elaboracién queda establecida en la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histérico Espaitol (BOE n° 155, de 29 de ju- nio de 1985; correccién de errores en BOE n° 296, de 11 de diciembre) y R.D. 11/1986, de 10 de enero, de desarrollo parcial de la Ley (BOE n? 24, de 28 de enero; correccién de etrores en BOE n° 26 y 53, de 30 de enero y de 3 de marzo). La obliga- cién de realizar el Catélogo Colectivo del Patrimonio Bibliogréfico se encomienda al Ministerio de Cultura en colaboracién con las comunidades auténomas, quedando adscrito a la Direccién General del Libro, Archivos y Bibliotecas® (Art. 51.1 Ley 16/1985 y art. 35 del R'D. 111/1986). La colaboracién entre el Ministerio de Cultura y 148 Manual de Biblioteconomia las Comunidades Aut6nomas se realiza a través de la firma de convenios (Art. 51 de la Ley 16/1985 y atts. 35, 36 y 37 del R.D. 111/1986)". Fruto de toda la trayectoria llevada a cabo para la realizacién del Catalogo Colec- tivo, ha sido la publicaci6n de distintas partes del mismo: — Existe una edicién provisional: Biblioteca Nacional (Madrid): Catdlogo colec- tive de obras impresas en los siglos XV! al xvii existentes en las bibliotecas es- Pafiolas: Siglo XVI. Madrid: Instituto Bibliografico Hispanico, 1972-. — Catélogo colectivo del Patrimonio Bibliografico Espafiol. Siglo xvi. Madrid: Arco Libros: Direccién General de Libro y Bibliotecas, 1988-. — Catélogo colectivo del Patrimonio Bibliografico Espafol. Siglo xix. Madrid: Arco: Direccién General del Libro y Bibliotecas, 1989. — Catdlogo colectivo nacional de publicaciones periddicas: Medicina. Madrid: Ministerio de Cultura, 1988. — Catdlogo colectivo de incunables en bibliotecas espafiolas. Madrid: Ministerio de Cultura, Direccién General del Libro y Bibliotecas, 1989-. En este momento la recogida de datos y descripcién de los documentos se lleva a cabo en cada Comunidad Auténoma. La informacién recogida se remite, bien en pa- pel o en soporte informético, a la Subdireccién General de Coordinacién Biblioteca- tia donde se introduce en la Base de datos del Patrimonio Bibliografico (PABI), que contiene actualmente més de 400.000 registros. PABI se distribuye a través de la Red PIC (Puntos de Informacién Cultural). Desde 1994 es accesible en CD-ROM, con ac- tualizaciones periddicas. Con estos datos, por su parte, distintas Comunidades Auté- nomas elaboran ademés sus respectivos catdlogos colectivos, coordinados por sus res- pectivas bibliotecas regionales””. La realizacién de estos catdlogos colectivos parciales permitiré una mayor exaustividad en cuanto a tipos de documentos recogidos . 2) Catalogo colectivo de las bibliotecas del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas (CSIC). El CSIC ha publicado a lo largo del tiempo distintos catélogos del fondo de sus bibliotecas, Tras el Programa de Informatizacién de Bibliotecas (PRI- BIC), que se transformé en 1990 en la Unidad de Coordinacién de Bibliotecas (C.BIC), se crearon las bases de datos CIRBIC-Libros y CIRBIC-Revistas, publicén- dose los catélogos en microficha COM, en CD-ROM y son consultables en linea. Ac- tualmente la Base de datos CIRBIC-Libros consta de aproximadamente de unos 355.677 registros®. ‘A modo de recopilacién histérica pueden citarse, por ejemplo: — Consejo Superior de Investigaciones Cientificas: Bases de datos CSIC. Ed. en CD-ROM. Madrid: Micronet. — Consejo Superior de Investigaciones Cientificas: Catélogo colectivo de publi- caciones periddicas existentes en las bibliotecas del CSIC. Madrid: Consejo Su- perior de Investigaciones Cientificas, 1982. — Consejo Superior de Investigaciones Cientfficas: Catélogo colectivo de publi- caciones seriadas de Matematicas. Madrid: CSIC, 1989. — Consejo Superior de Investigaciones Cientificas: Catdlogos colectivos de las bibliotecas del CSIC: Libros 1988. Madrid: CSIC, 1988. — Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Biblioteca de Pedagogfa: Ca- télogo de publicaciones periddicas y seriadas, Madrid: CSIC, 1986. Capitulo 7: Los catélogos como instrumento de recuperacién de la informacion 149 — Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Centro de Informacién y Do- cumentacién Cientifica: Catdlogo colectivo de revistas de archivos, bibliotecas y documentaci6n. Madrid: CINDOC, 1992. — Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Programa de informatizacion de biblioteca: Publicaciones seriadas en las bibliotecas del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas. Madrid: CSIC, 1986. — Instituto de Informacién y Documentacién en Ciencia y Tecnologfa (Madrid): Catélogo conjunto de las revistas existentes en las bibliotecas de los Institutos y Centros de Investigacién Tecnologica del CSIC. Madrid: ICYT, 1977. 3) Otros catélogos colectivos. A medida que van aumentando los planes de coordi- nacién bibliotecaria y, mas concretamente, con la aparicién de redes de bibliotecas en Espafia®, han ido apareciendo distintos catélogos colectivos. A modo de ejemplo pue- den citarse: — Centro de Investigacién y Documentacién Educativa. Servicio de Documen- tacién: Publicaciones periddicas en las bibliotecas del CIDE, 1988. Madrid: CI- DE, 1988. — CRUC: Cataleg de revistes de les universitats catalanes. Bellaterr: Publicacions de la Universitat Auténoma de Barcelona, 1986. — Instituto de Informaci6n Cientifica de la Iglesia Espafiola (Madrid): Catdlogo colectivo de centros de estudios eclesidsticos de Espaiia: seccion de revistas... Madrid: Instituto Bibliografico Hispanico, 1982. — REBIUN: Catélogo colectivo en CD-ROM. Ed. en CD-ROM. Barcelona: DOC 6, — Mas reciente es e} catélogo colectivo de la Red Universitaria Espafiola DO- BIS/LIBIS (RUEDO), que contiene mas de 600.000 registros, accesible a tra- vés de IBERPAC y de ARTIX™. : Servei de NOTAS AL CAPITULO 7 GLOSARIO ALA de Bibliotecologia y Ciencias de la Informacion. Madsid: Ediciones Diaz. de Santos, 1988, pp. 55-56. 2 DINK, R. La catalogazione. En GERETTO, P. (ed.): Lineamenti di Biblioteconomia. Roma: La Nuova Italia Scientifica, 1991, pp. 141-143. 3 Ibidem, pp. 142-143 4+ GORMAN, M.: Thinking the Thinkable, a Synergetic Profession: Online Catalogs Go beyond Biblio- pyaphic Control. American Libraries, July-August 1982, pp. 473-474, citado por DINI, R.: La Cataloga~ zione... p. 124, Véase el capitulo siguiente de este Manual 4 MELOT, M, L” Avenir des catalogues dans les biblioth?ques. in OPACs: casos de usuarios de sistemas automatizados de bibliotecas. Barcelona: SOCADI, 1992, p. 15. © BEAUDIQUEZ, M.: Guide de bibliographie génerale: Méthodologie et pratique. Munchen: K. G. Saur, 1989, p. 171 7 DINI, R: La catalogazione..., p. 121. * Ambos pilates tienen su correspondencia en dos programas de la IFLA (International Federation of brary Associations and institutions): el UBC (Universal Bibliographic Control) y el UAP (Universal Avai- 150 Manual de Biblioteconomia 16 a a u 2% lability of Publications), concebidos a nivel internacional pero basados en centros nacionales, Ambos pro- ‘gramas son complementarios. Para mas informacion véase el apartada correspondiente del capitulo de este Manual dedicado a la Cooperacién Internacional. MALCLES, L. N.: Les sources du travail bibliographique. Geneve: Librairie Droz, 1965, vol. I, p. 9. CARRION, M: Manual de bibliotecas. Madrid: Fundacion German Sanchez Ruipérez, 1993, p. 172 RAMOS FAJARDO, C.: «Principios generales e instrumentos de catalogacién». En Catalogacién de documentos: teoria y practica | Maria Pinto Molina, (ed.}. Madrid: Sintesis, 1994, pp. 60-61 CARRION, M:: Manual... pp. 173 y ss. CRESPO ARCE, J. .a informatizacion de las bibliotecas en la Comunidad Europea: estudio compa- rativo. Madrid: SEDIC, 1993, pp. 5 y ss. ‘Véase el apartado correspondiente del capitulo anterior de este Manual, TEDD, L.A.: Introduccién a los sistemas auiomatizades de bibliotecas. Madrid: Ediciones Diaz de San- tos, 1988, p. 101. Para una breve visién hist6rica de los catélogos puede verse: AMAT I NOGUERA, N.: La biblioteca: Tratado general sobre su organizacion, técnicas y utilizacién. Barcelona: Scripta, 1985, pp. 213-214. Para este tema pueden consultarse: ~ MANUAL de Bibliotecotogia (SoseSa B. Sabor, coord), México: Kapelusz, 1984. ~ POVES, M. L.: El catélogo diccionario; normas para su redaccién. Madrid: Servicio Nacional de Lec- tura, 1965. - CATALOGACION de documentos... ‘Véase capitulo anterior. La ficha principal y las secundarias forman lo que se denominta “juego de fichas”, referido a cada docu- mento, Este juego se forma mediante el procedimiento de ficha tnica, es decir, una vez redactada la ficha principal, ésta se reproduce tantas veces como sea necesario, de manera que todas ellas son idénticas. La linica diferencia es que en las secundarias, el encabezamiento secundario se superpone al principal. Para el estudio de catélogos concretos de diferentes bibliotecas pueden consultarse: ~ MALCLES, L. N.: Manuel de Bibliographie. Paris: Presses Universitaires de France, 1984, — BEAUDIQUEZ, M. Guide... — CARRIZO. S.: Manual de fuentes de informacién, Madrid: CEGAL, 1994, En esta idea se basaba un proyecto de la UNESCO de 1947 que pretendia constituir un catélogo unico de todas las bibliotecas nacionales para conocer Ia totalidad de los libros impresos (MALCLES, L. N.: Manuel de Bibliographie, pp. 45 y 73. Ibidem, p. 73. Se suele usar la denominacién de catdlogo colectivo para designar el catélogo completo de una determi- nada bibiioteca universitaria, En realidad no se trata de catélogos colectivos propiamente dichos pues so- Jamente recogen fondos de una tinica biblioteca universitaria, Al tratarse de bibliotecas de estructura iiltiple integradas por diversos centros, la denominacién de catélogo colectivo se usa para indicar que se incluyen los documentos de todos los centros que conforman la biblioteca universitaria de que se trate. La antigua Direccién General del Libro y Bibliotecas aparece con la denominacién de Direccién Gene- ral del Libro, Archivos y Bibliotecas en el R.D. 2045/1994, de 14 de octubre, por el que se establece la estructura orgénica del Ministerio de Cultura (BOE n° 251, de 20 de octubre de 1994), Estos son algunos de los convenios firmados: ~ Galicia: Resolucién de 6-6-89 (BOE n? 171, de 19-7). — Andalucfa: Resolucién de 9-5-89 (BOE n° 139, de 12-6). — Principado de Astutias: Resolucién de 8-6-89 (BOE n° 171 de 19-1). ~ Region de Murcia: Resolucién de 6-6-89 (BOE n° 171 de 19-7) ~ Comunidad Valenciana: Resolucién de 28-6-89 (BOE n° 188 de 8-8). n Capitulo 7: Los catélogos como instrumento de recuperacién de la informacion 151 ~ Arag6n: Resolucién de 30-5-89 (BOE n° 140 de 13-6). ~ Canarias: Resolucién de 27-11-89 (BOE n° 299 de 14-12) ~ Castilla y Ledn: Resolucién de 20-7-89 (BOE n° 200 de 22-8). ~ Castilla-La Mancha: Convenio de 13-1-93 (BOE 18-2-93) ~ Baleares: Convenio de 14-12-92 (BOE 20-2-93). ~ Catalutia: Convenio de 5-5-89 (BOE 19-7-89). ~ Madrid: Convenio de 15-12-90 (BOE 22-5-91). Faltan algunas comunidades aut6nomas por firmar convenios, como por ejemplo, Navarra y La Rioja Véase: MOGIO JARNES, E.: «Legislacién». Signatura, Septiembre-Diciembre 1993, n° 4, pp. 24-25. Véase el apartado correspondiente del capitulo de este Manual dedicado a la Biblioteca Nacional de Es- pafia y a las bibliotecas centrales de las comunidades auténomas. Datos de 18-05-1994, Véase MALO DE MOLINA, T., COTTEREAU, M: «Integracién de registros en el catélogo colectivo del las bibliotecas del CSIC (CIRBIC-Libros)». En IV Jomadas Espanolas de Do- cumentacién Automatizada. DOCUMAT 94, Oviedo: Universidad, 1994, pp. 107-112. Véase el capitulo de este Manual dedicado a redes de bibliotecas. RODRIGUEZ ALVAREZ, R., et al.: «La RED Universitaria Espafiola DOBIS/LIBIS» En IV Jornadas Espafiolas de Documentacién Automatizada, DOCUMAT 94. Oviedo: Universidad, 1994, pp. 254-259, 8 LOS CATALOGOS AUTOMATIZADOS Y SU CONSULTA PUBLICA. Francisco Javier Garcfa Marco 8.1. Introduccién Desde los afios setenta, pero especialmente durante la ultima década, las bibliote- cas han recibido el impacto revolucionario de la informética y de las comunicaciones. En una monograffa reciente, Purificacisn Moscoso y Yolanda Rios han analizado el répido crecimiento de las instalaciones automatizadas en las bibliotecas de nuestro pafs durante el segundo quinquenio de los ochenta!. A mediados de la decada de los noventa, las bibliotecas universitarias mds importantes de nuestro pais estan ya auto- matizadas, y el plan de automatizaci6n de las bibliotecas piblicas dependientes del Ministerio de Cultura avanza a un ritmo extraadinario. Por fin, varias importantes bi- liotecas, entre las que se cuenta la Biblioteca Nacional, han dado acceso remoto a Sus catélogos a través de Internet, generando desde el punto de vista de los usuarios un auténtico espacio bibliotecario espafiol virtual. No es extrafio, por tanto, que, en este contexto, resulte imprescindible un capitulo sobre Catdlogos Automatizados de Acce- so Publico en un manual de Biblioteconomia espajiol escrito en 1995. El conocimiento de los OPACs resulta ya imprescindible al estudiante de Biblioteconomia al menos desde tres puntos de vista: a) como herramienta de referencia bibliogréfica: b) como instrumento de apoyo al préstamo interbibliotecario; y c) como base desde la que acon- sejar y formar a los usuarios a los que le toque servir. La implantacién de sistemas de automatizaci6n de bibliotecas en nuestro pais no se ha hecho sin problemas. Usuarios, bibliotecarios y gestores politicos comprendie- ron répidamente que la automatizacién iba a suponer un reto a su capacidad de adap- tacidn y a los menguados recursos dedicados ala promocién y acceso a Ia cultura. Al principio, nuestra dependencia tecnolégica y escasa cultura informatica provocaron experiencias fustrantes que vinieron a apuntalar las dudas iniciales. Sin embargo, las bibliotecas, con sus conjuntos masivos de informaci6n normalizada, el enorme ntime- ro de transacciones que gestionan y su escasez crénica de personal, eran precisamente una de las 4reas donde la aplicacién de la informatica podia resultar més prometedo- ra, La apertura cientifica y cultural al extranjero propicié, por otra parte, una fuerte demanda en favor de la automatizacién de la gestién de las colecciones. Los usuarios 154 Manual de Biblioteconomia que habfan tenido 1a oportunidad de experimentar sus ventajas en el extranjero la te- clamaban insistentemente. Efectivamente, en 1995 el grueso de las bibliotecas espafio- las de grande y mediano tamafio se han incotporado con éxito al proceso de automati- zaci6n, y asistimos a la rapida constitucién de redes de usuarios y catdlogos colectivos. El aspecto més visible para el usuario del proceso de automatizacién es precisa- mente el OPAC, el catdlogo publica de acceso en Ifnea. E] OPAC es, por ello, la punta de lanza de la revoluci6n informatica en las bibliotecas. Es también la veatana en la que el costoso proceso de automatizacién de la biblioteca se muestra ~y se vende~ a los usuarios, e, indirectamente a través de ellos, a los gestores politicos. El usuario va a va- lorar los efectos de automatizacién sobre todo en la medida en que le permita recupe- rar mejor la informacién y conseguir una gestién més répida y elicaz de sus reservas y préstamos. £1 OPAC es también el simbolo de la ruptura que supone la automatizacion, coexistiendo durante el tiempo que dura la conversi6n retrospectiva con el catdlogo ma- nual, condenado a la extincion. Una petcepcién inmediata -e ingénua~ puede identificar el OPAC con las termi- nales y las pantallas con las que el usuario tiene contacto fisico. También puede ocu- rrir que creamos que el OPAC no es otra cosa que el reflejo del antiguo catalog de fichas en el espejo de la informatica, cuando el catélogo en linea es -y puede serlo to- davfa mas~ mucho més que eso. En este capitulo vamos a intentar profundizar en la realidad compleja que se oculta tras la terminal de ordenador, y para ello vamos a adaptar la perspectiva que nos proporciona la Teoria de Sistemas. Para la Teoria de Sistemas, un sistema es un conjunto de elementos que interaccionan dinémicamente en funcién de un objetivo. De acuerdo con esta definicién, el aspecto clave en el andl sis de un sistema es la determinacién de su objetivo. Por ello, comenzaremos por deli- mitar el objetivo del OPAC, la recuperacién de informaci6n bibliogrdfica, proporcio- nando una definici6n y un panel de objetivos. En segundo lugar, nos centraremos en los elementos que lo integran, en lo que los especialistas denominan la estructura del sistema. En te:cer lugar, analizaremos los procesos que se producen entre esos ele- mentos. Por tiltimo, y dado que la interaccin es siempre din4mica esto es, cambian- te~ atenderemos también a la evoluci6n hist6rica de los OPACs con especial atencin a los cambios que se estén gestando actualmente y que conformaran el futuro prdxi- mo en nuestro tema de estudio. 8.2. ;Qué es un OPAC? El On-line Public Access Catalog (OPAC) —llamado también a veces Online Pa- tron Access Catalog- se denomina en espafiol Catdlogo Publico de Acceso en Linea. Sin embargo, en nuestro entorno lingiiistico suele ser también nombrado por sus si- glas inglesas. El OPAC es el médulo de un sistema automatizado de bibliotecas encar- gado de gestionar la interaccién de los usuarios corrientes con el sistema global. Vea- mos esta definicién con algo més de detalle: 1) El OPAC es una parte esencial de los sistemas de automatizacion de bibliotecas. Los Sistemas Automatizados de Bibliotecas (SAB) ~denominades Library Informa- tion Systems (LIS) 0 Automated Library Sistems (ALS) en inglés— consisten en siste- mas informiticos capaces de dar cuenta de manera integrada de las funciones biblio- tecarias cldsicas. Los.SAB las gestionan con gran eficacia, ¢ incluso, como veremos en el caso de los OPACS, abren posibilidades totalmente impensables en los catélogos Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta piiblica 155 manuales. Dichas funciones suelen ser la gesti6n de adquisiciones, e\ control de series, la catalogacién, la circulacién —movimiento de la coleccién por préstamo externo, préstamo interbibliotecario o mantenimiento de los voltimenes~ y el propio OPAC. ‘Todas estas funciones suelen plasmarse en 1a arquitectura de los sistemas automatiza- dos de bibliotecas comerciales en médulos, que pueden adquirirse de forma separada por las bibliotecas conforme a las necesidades y secuencia establecidas por su plan de informatizacién. Es frecuente también que la politica comercial de los proveedores permita a las bibliotecas pagar més por estar a las tiltimas versiones -e incluso, estar en la punta de lanza de la investigacién de la compaiiia, con e} consiguiente acuerdo que puede permitirles ahorrar recursos— 0 adquirir la oferta tecnoldgica a un ritmo mas pausade. El OPAC permite al usuario acceder en linea -es decir, de forma directa con el sistema a través de las lineas de una red de 4rea local (LAN) o de larga distan- cia— a toda la informacién que el sistema posee por medio de un lenguaje de interro- gaci6n -sea verbal, ic6nico o mixto- que sirve para recuperarla. 2) El OPAC es un paso adelante sobre el catélogo de fichas. Desde el punto de vis- ta estrictamente bibliotecario, el OPAC realiza la funcién que en los sistemas tradicio- nales correspondia a los catdlogos de acceso puiblico: permitir a los usuarios localizat un determinado ejemplar de una obra concreta o los documentos que una biblioteca posee sobre un autor —mejor ditiamos responsable— o tema determinados. En primer lugar, integra en una sola herramienta los diferentes catdlogos de fi- chas: el catdlogo de autores, entidades y titulos de monografias, el catalogo de revis- tas, el catalogo alfabético de materias y el catdlogo sistematico de materias. Un solo registro bibliografico puede ser accedido desde cualquiera de sus elementos, y es posi- ble multiplicar los puntos de acceso secundarios sin necesidad de hacer los correspon- dientes duplicados de las fichas y proceder a su ordenacién. Las ventajas de este he- cho alcanzan por igual a los usuarios ~que ven multiplicadas y aceleradas sus posibilidades de acceso a la informaci6n- y a los profesionales -que se ven liberados de las tareas de ordenacién y mantenimiento de los indices, sin duda uno de los aspec- tos mas duros del trabajo en las bibliotecas y centros de informacién-. En segundo lugar, el OPAC proporciona informacién sobre el estado de circu- laci6n de los distintos ejemplares disponibles del documento, es decir: si se encuen- tran o no prestados, si han sido reservados y la fecha en la que estarén disponibles. En tercer lugar, permite realizar a los usuarios ciertas operaciones, como reservar ejemplares, efectuar consultas a los bibliotecarios y dejar notas al resto de los usuarios en el tabi6n electrénico de Ja biblioteca. Finalmente, sirve de acceso a otros titiles de informacién bibliogrdfica bases de datos bibliogrdficas en disco dptico, por ejemplo, pero también en linea— y a los catélogos de otras bibliotecas. En definitiva, las posibi- lidades de OPAC superan ampliamente a las del catalogo manual. ‘Hay que pensar no obstante, que en el sistema automatizado de gestién de biblio- tecas el OPAC es un conjunto de servicios de acceso piiblico a la coleccién soportados por éste, y no una estructura fisica, como lo era el catélogo manual. El catélogo auto- matizado no est4 separado ffsicamente del libro de registro, ni tampoco del fichere de circulacién. Tampoco existen de forma separada los distintos tipos de catdlogos. La in- formaci6n se almacena de forma estructurada en una base de datos relacional o en un sistema de recuperacién de informacién de forma diferente al juego de fichas biblio- graficas tradicional, y el sistema mantiene de forma automatica los indices necesarios para acceder a los distintos registros. En este sentido, el catélogo es una realidad vir- tual, que no esta constrefiido por las limitaciones fisicas del catdlogo de fichas, y que, 156 Manual de Biblioteconomia por tanto, no debe ordenarse y accederse fisicamente. Ademés, permite crear relacio- nes automiticas entre los ficheros de informacién bibliografica y los de mantenimien- to y gestién de la coleccién y de los usuarios, y, en el caso ideal, incluso con las tepro- ducciones digitales de los documentos. La tensi6n que se produce entre las funciones clsicas del catélogo de fichas y las enormes posiblidades ofrecidas por el OPAC hace que no exista un consenso respecto a sus funciones y diseiio semejante al que existe para los médulos de catalogacién o cir- culaci6n?. De esto se deriva una gran diversidad, que va desde OPACs muy sencillos a los muy sofisticados y potentes, con un amplio espectro de soluciones intermedias. 8.3. Desarrollo histérico: las tres generaciones de OPACs: La clasificacién mas generalizada de los OPACs fue propuesta por Charles R. Hil- dreth en 1984, y estd basada en su desarrollo histérico o evolucién‘, Hildreth detecta tres generaciones de OPACs. Los OPACs de la primera generacién —disefiados duran- te los afios sesenta— eran un subproducto de sistemas orientados sobre todo al control de los fondos. Estaban pensados, por tanto, para los profesionales y usuarios muy ex- pertos, y carecian de ayudas e interactividad. Estos primeros catélogos automatizados estaban concebidos segiin el modelo manual, y permitfan s6lo el acceso a través de las listas de encabezamientos del catalogo. Carecfan, ademés, de la uniformidad de crite- rios que luego proporcionarian los formatos MARC, lo cual dificultaba enormemente la busqueda a los usuarios ocasionales de los sistemas y, por supuesto, el intercambio de registros bibliogréficos entre bibliotecas y la generacién de catdlogos colectivos. Uno de los mas famosos proyectos de esta época fue el INTREX (INformation TRansfer EXperiments), realizado en el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT) entre 1965 y 1973, y que estaba orientado a la recuperacién de articulos de revista en microficha. La segunda generacién de catélogos automatizados se caracteriza por poseer un interfaz mas amigable al usuario, por la normalizacin en los métodos de descripcién bibliogréfica y por la potencia de las herramientas de recuperaci6n. Estas tltimas son normalmente un subconjunto bastante amplio del lenguaje de busquedas del sistema de recuperacion de informacién que soporta el sistema automatizado de la biblioteca. Ademias de realizar buisquedas en los ficheros-indice usuales en la biblioteca —autores y otros responsables, materias, tftulos-, permiten la realizacién de busqueda de pala- bras clave en todos los campos, el uso del truncado, y la limitacién de las bisquedas por fechas, lengua, lugar de publicacién, formato de documento u otros pardmetros. Permiten también presentar la informaci6n en varios formatos —formatos de lista, ISBD reducido y amplio, MARC e ISO-. En muchos casos mantienen historias de la busqueda -un fichero con todas las ecuaciones de biisqueda lanzadas por el usuario en la sesién y punteros a sus resultados-, y permiten la combinacion booleana entre los resultados de las bisquedas almacenados en ellas. Por fin, suelen tener dos niveles de acceso, uno para usuarios expertos y otro para realizar biisquedas guiadas a través de unas jerarqufas de pantallas que contienen textos de ayuda con abundantes pistas de recuperacién, La tercera generacién est todavia en fase experimental, y gira en torno a la nece- sidad de proporcionar solucién a una serie de problemas recurrentes en el acceso bi- bliografico puiblicot la navegacién por mapas de descriptores, la necesidad de tipos de interfaz mas amigables para grupos de usuarios especificos como nifios o minorias, la Capttuio 8: Los catélogos automatizados y su consulta piblica 157 facilitacién de los procesos de interrogacién por medio de interfaces més adecuados, 0 la integracién de nuevas herramientas y fuentes de informacion. Trataremios estos as- pectos al final del capitulo. 8.4, Aspectos estructurales: elementos componentes Un sistema de recuperacién de informacion puede analizarse en niveles diferentes. Esos niveles se mantienen durante todo el ciclo de vida del sistema -planificaci6n, de- sarrollo, implementacién, mantenimiento y migracién— para facilitar su disefio y mante- nimiento, as{ como para asegurar la integtidad de los datos. Podemos verlos en grafico siguiente: Sistema de almacenamiento y recuperacién de informa Sistema Humano Usuario Profesional Ambiente de trabajo Sistema Automatizado Interfaz, de usuario Lenguaje de recuperacién Estructura l6gica de alm. y rec. Estructura fisica de almacenamiento Estructura fisica del sistema (hardware) ‘Figura. 8.1. Niveles de los sistemas de recuperacién de la informacién. El sistema de almacenamiento y recuperacién de la informacién tiene una parte humana -compuesta por usuarios y profesionales- y una parte automatizada. En cuanto que el proceso de comunicacién social est sujeto en buena parte -y de forma, como veremos, creciente- a una fuerte normalizaci6n en todos sus niveles. Vamos a examinar a hora con detalle cada uno de estos niveles. 84.1. Elusuario El usuario es una parte fundamental del sistema. A diferencia de lo que ocurre en los sistemas de recuperacién de informacion para profesionales, el del OPAC es, por definicién, el puiblico normal. 158 Manual de Biblioteconomia Una de las grandes ventajas de los OPACs es que los sistemas automatizados que los soportan permiten mantener registros automAticos de las transacciones realizadas por los usuarios con el sistema. Mediante el andlisis de estos datos es posible estudiar las estrategias de busqueda y las actuaciones de los usuarios. Los estudios de usuario tienen una amplia tradicién en el mundo de los OPACs. El trabajo pionero y clasico es la encuesta realizada en 1983 por el Council of Library Resources a ocho mil usuatios de los OPACs de veintinueve bibliotecas de los Esta- dos Unidos sobre sus necesidades de informacién, comportamientos de busqueda y grado de satisfaccin’. También se investigaron los registros de transacciones de di- chos OPACs. A partir de estos primeros anilisis, desde mediados de los ochenta® una parte de Ia investigacién se ha orientado a dar cuenta del comportamiento de los usuarios” des- de modelos mas comprehensivos. Recientemente se han realizado intentos inspirados en la Psicologia Cognitiva’ o la Teorfa de Decisiones?. 8.4.2, El profesional El papel del bibliotecario es fundamental en la selecci6n del OPAC —médulo que se debe considerar detalladamente a la hora de adquirir un sistema de gestin de bi- bliotecas-, en su mantenimiento y adecuacién a la biblioteca, en la formacién de los usuarios y en la investigacion de campo para su mejora. De todas estas actividades, quizé la més critica sea la seleccién, durante la cual el responsable de la compra debe saber comprender y formular sus necesidades, investi- gar y valorar las ofertas, y realizar las preguntas adecuadas. Duval y Main han desa- rroliado un extenso cuestionario que puede ayudar al equipo de la biblioteca a decidir que sistema les conviene adquirir'”. Algunas preguntas a considerar son las siguientes: a) cuanto tiempo lleva el OPAC desarrollado y si se han ido realizando mejoras y ade- cuaciones; b) cudntos usuarios existen y durante cuanto tiempo han utilizado el sistema; c) cual es su tiempo medio anual fuera de servicio -debe ser inferior a un 1%-; d) cules son los campos indizados y si se pueden ajustar; e) cémo se presenta la informacién para su examen; f) si petmite buscar por palabras clave, por truncado, por opeadores boolea- nos y de proximidad; g) si existen niveles de busqueda para expertos y noveles; h) si el bibliotecario puede solicitar e incluso realizar cambios en las pantallas y en los textos de ayuda; i) si el usuario puede seleccionar !a lengua de trabajo; j) si el tiempo medio de respuesta es inferior a dos segundos; k) si dispone de teclados adaptados; y J) si permi- te la conexién remota. También toca a la biblioteca decidir cudntas terminales concu- trentes adquirir, y dénde situar las terminales fisicas, asi como las impresoras. Una fuente de informacién de la que nunca se debe prescindir es la lista de clientes —cole- gas para nosotros— que el vendedor debe proporcionar con su oferta, y a los cuales se les puede preguntar por su satisfaccién con el sistema y pedirles que nos ensefien su instalacién. 8.4.3, Elentorno de trabajo Un aspecto de gran importancia, que por lo obvio tiende a pasarse por alto, es la ergonomia del puesto de trabajo y det local donde se encuentra situado. Como sefia- Jan Duval y Main", los usuarios basan el ochenta por cien de su juicio en lo que ven Capitulo 8; Los catélogos automatizados y su consulta piblica 159 durante los primeros segundos. Por ello, hay que cuidar la comodidad y resistencia del mobiliario, la iluminacién, proporcionar aislamiento actistico para las impresoras -si fuera necesario-, facilitar el acceso a minusvdlidos, asegurar una cierta intimidad y es- pacio para trabajar tanto para diestros como para zurdos-, disponer de espacio sufi- Gente para las necesidades actuales y a medio plazo, y conseguir una decoracié:. agra- dable. En suma, se trata de construir un ambiente de trabajo adecuado y gratificante. 84.4. Estructura fisica del sistema informatico EI sistema informatico fisico est4 compuesto por diversos ordenadores y periféri- cos externos conectados por medio de una red local. En la gran mayorfa de las biblio- tecas, un ordenador —servidor- centraliza los datos bibliogrdficos y de gestion de la coleccién, y los “sirve” a los ordenadores personales que se utilizan para las labores administrativas de la biblioteca y para la recuperacin de la informacién bibliogréfica -clientes-. A esta organizacién en red se le denomina arquitectura cliente-servidor. Aunque es la principal, existen otras configuraciones: las mas importantes son la con- figuracién ordenador central-terminal y la arquitectura distribuida. En la arquitectura mainframe-terminal todas las operaciones se realizan en el ordenador central, y las pantallas de consulta y trabajo son meras terminales donde se visualizan los procesos que estan siendo ejecutados en él. En la arquitectura distribuida son varios los ordena- dores que “sirven” informaci6n: uno de ellos puede mantener el catdlogo bibliogrdfi- co, otro la informacién de circulacién y un tercero la de adquisiciones. La red de unidades centrales de proceso (CPUs) de los ordenadores de la biblioteca se puede considerar la “mente” del sistema automatizado, que determina -a partir de los programas, pardmetros del sistema e inputs de los usuarios- las tareas a ejecutar, y, por ende, el funcionamiento de la biblioteca. Sin embargo, el funcionamiento de los OPACs requiere otro conjunto de herramientas que permitan recibir la informacién, almacenar- la, expresarla, y ejecutar tareas fisicas. A esas herramientas se les denomina periféricos. ‘Los periféricos, son, por continuar con la metéfora organicista del sistema automatizado de bibliotecas, los “sentidos”, “memorias”, “6rganos de expresién” y “misculos” del sis- tema de bibliotecas. Los “sentidos” —herramientas que reciben informacién del medio~ son los teclados, l4pices épticos para la circulacién, escdneres, micréfonos y otros apara- tos semejantes. Las “memorias” -encargadas del almacenamiento y conservacién de la informacién— son los discos duros, discos flexibles, discos dpticos, cintas, etc., que deter- minan la forma fisica del almacenamiento de la informacién. A estas memorias se les de- nomina secundarias o permanentes, para diferenciarlas de las memorias primarias 0 de trabajo -la RAM y la ROM--, en las que el procesador dispone de los datos inmedia- tamente necesarios para sus célculos y tareas. Los “6rganos de expresién” ~encargados de presentar la informacién a los usuarios 0 a otros ordenadores— son las pantallas, las impresoras, los sintetizadores de voz -fundamentales en los OPACS para ciegos, por ejemplo-, las tarjetas de comunicaciones y médems, y un largo etcétera. Por fin, existen ya periféricos experimentales que son capaces de ejecutar tareas motoras bajo las érde- nes de los procesadores. Se trata de robots capaces de transportar libros, colocarlos en su lugar, etc., como los instalados en la biblioteca ptiblica de Bordeaux (Francia), Ademés de la red local que conecta a los distintos ordenadores de la biblioteca entre si, cada vez es mas frecuente la conexién del OPAC via telefénica o a través de tedes dedicadas a otros centros Jocales, nacionales e intermacionales. Hay que DENSA, en este sentido, que la biblioteca raramente es un ente aislado, sino que est integrada 160 Manual de Biblioteconomia normalmente en redes y sistemas bibliotecarios, en el seno de los cuales presta con otras bibliotecas servicios compartidos de catalogacién, referencia, circulacién 0 ex- tensiones bibliotecarias!?, 8.4.5, Estructura légica de almacenamiento de los datos La estructura I6gica de almacenamiento de 1a informacién no coincide ni con la forma en que las memorias secundarias los discos duros, dpticos o flexibles, por ejemplo- almacenan Ja informacién ni con la manera en que los periféricos de salida de datos ~pantailas o impresoras, coménmente~ la presentan al usuario. En los modernos sistemas de automatizacién de bibliotecas la estructura de la infor- macién es independiente de la arquitectura concreta de la red de ordenadores que sopor- ta el servicio de OPAC. Este aspecto es fundamental porque permite cambiar de ordena- dores y periféricos conforme se van quedando obsoletos sin perder los datos que se han introducido con anterioridad, y que pueden sumar muchisimos miles de horas/hombre. La informacion tampoco se almacena en la forma que el sistema se la presentaré al usuario en la pantalla. La estructura de almacenamiento y las presentaciones se di- sefian persiguiendo objetivos distintos. La estructura de almacenamiento debe evitar redundancias y anomalias en el almacenamiento y recuperacién de la informacién. Las presentaciones se adectian a las necesidades de los distintos tipos de usuarios: ad- ministradores del sistema informético, directores y planificadores, bibliotecarios cata- logadores, personal del servicio de préstamos y usuarios finales, ya estén presentes en la biblioteca o se conecten a través de un terminal remoto. La informacion que estos distintos tipos de usuarios utilizan es en la mayor parte de los casos la misma: todos ellos utilizan datos como el titulo, el autor, la signatura o la serie. En una biblioteca no automatizada cada funcién bibliotecaria genera su propia base de datos en forma de fichero 0 libro registro: registro, catalogos bibliogréficos, ficheros de préstamo y de usuarios, etc. En el sistema automatizado, sin embargo, la informacion es organizada para evitar redundancias y las inconsistencias que provoca el que la misma informa- cidn se mantenga y actualice en ficheros distintos. Légicamente, el anélisis de los da- tos es compatible con los formatos de descripcién ISBD y sus correlatos automatiza- dos MARC (véase el capitulo referente a Catalogacién para una descripcién de este formato). El sistema de almacenamiento no tiene por qué reproducir exactamente el formato MARC. Estrictamente, s6lo debe ser capaz de exportar e importar registros MARC de cara al intercambio interbibliotecario. No obstante, el cuidado andlisis -y subsiguiente facil tratamiento— que proporciona el formato MARC hace que sea fre- cuente el almacenamiento de registros MARC en modo texto en un enorme fichero 0 un conjunto de ellos, y que el sistema mantenga automdticamente una serie de indices a los puntos de acceso y otros campos relevantes: encabezamientos, titulos, series, descriptores, ete. Existen ya formatos MARC para la informacién de fondos y autori- dades, asf como normas que rigen la estructura de algunos registros clave para la mi- gracién de sistemas, como el fichero de clientes (ANSI Z 39.69). El lenguaje de interrogacion El lenguaje de jnterrogacién o de busqueda -query languge, en inglés es un conjun- to de 6rdenes que permiten buscar registros que contienen uno o més términos simples Capitulo 8: Los catéilogos automatizados y su consulta piiblica 161 © compuestos en a estructura de almacenamiento de un sistema de informacién, Es im- portante no confundir lenguaje documental o lenguaje de indizacién -el vocabulario de descripcién del contenido de los documentos con especificacién 0 no las relaciones en- tre los términos— con lenguaje de busqueda. Un lenguaje de biisqueda se compone de diversos tipos de érdenes u operadores: l6gicos, de comparacién, mascaras y operadores de distancia, que el lector puede encontrar excelentemente descritos en el borrador ISO 8777-1988 y que resumimos a continuacién. 1) Operadores légicos: el dlgebra de Boole y su uso documental. Las relaciones entre los conceptos se pueden representar por medio del algebra de conjuntos, que en sf mis- ma se puede reducir a tres operaciones: a) suma l6gica 0 uni6n (vg,, of, ou, 0, u); b) pro- ducto légico o interseccién (v.g., and, et, y, u invertida); y c) exclusi6n de un conjunto (negacién). Definidos estos tres operadores basicos se pueden definir otros por combi- naci6n: a) o exclusivo (la unién sin la interseccin); b) resta légica o interseccidn del complementario (v.g., and not, salvo-saur, y no, excepto...). Por fin, mediante una se- cuencia de paréntesis en distintos niveles (por inclusién) se pueden combinar todos los operadores disponibles. Aunque esta opcidn no esta disponible en todos los OPACS, se puede simular combinando las busquedas anteriores almacenadas en el fichero histérico de buisquedas. Aunque el uso de operadores booleanos resulta sencillo y es enormemente poten- te, plantea algunos problemas importantes. El primero de ellos viene condicionado por la propia ambigtiedad de los operadores sintdcticos naturales: o, y, si...entonces (implicacién material o bicondicional). En segundo lugar, requieren un conocimiento experto de la construccién de expresiones sintdcticas y en el manejo de recursos Iéxi- cos, pues requieren una determinaci6n /éxica precisa de los términos descriptores de los términos de interés; puesto que la biisqueda se realiza en términos de todo o nada (V/F) respecto a la aparicién 0 no de los términos que objetivan los temas. Hay que recordar, ademés, que la negacién plantea serios problemas, porque puede excluir no sdlo el item que queremos eliminar de la busqueda sino los items que lo contienen junto con otros de interés. Asi, por ejemplo, la sentencia “Buiscame todo sobre depor- tes, excepto los documentos que traten s6lo de baloncesto”, resultaré en la exclusion de, por ejemplo, un titulo tal y como “El deporte en Espaiia: nuestro futbol, balonces- toy otros deportes de competicién”. 2) Los operadores de comparaci6n. Sitven para especificar el rango de una bis- queda, sea en términos numéricos (incluyendo fechas) o alfabéticos. Los operadores normalmente disponibles son: “mayor que”, “menor que”, “igual que”, “mayor 0 igual que”, “menor o igual que”, “mayor que ‘x’ y menor que ‘z’”, “mayor 0 igual que ‘x’ y menor o igual que ‘2””, “presente”, “ausente”. No son frecuentes en los OPACS, salvo para la busqueda de fechas. 3) El uso de mascaras y del truncado. La médscara es un simbolo que representa un cardcter ~frecuentemente, él signo de interrogaci6n [?}- 0 un grupo de ellos ~por lo nor- mal, el asterisco [*]- con valor de comodin, De esta manera se pueden recuperar cadenas ~es decir, porciones de texto situadas entre dos espacios en blanco u otros caracteres con valor ortogréfico— cuando desconocemos la secuencia ortogréfica o existe variabilidad morfolégica y morfoléxica (género y ntimero, sufijos y prefijos). Las mascaras pueden sustituir de cardcter en caracter o un grupo de caracteres indeterminado antes (truncado a la izquierda), en medio, o después de una cadena especificada (truncado a la derecha); 162 Manual de Biblioteconomia e incluso la palabra completa -con el signo de truncado entre dos espacios-, cuando se buscan expresiones. 4) Operadores de proximidad. Su caracteristica comin es definit una unidad de contexto mayor en la que se realiza la busqueda. Efectivamente, en el caso de utilizar términos sueltos, la proximidad sintdctica en el texto libre predice la coordinacién de los conceptos. Asf, por ejemplo, si la palabra “medicina” aparece en la misma frase que la palabra “historia”, ello puede indicar con m4s probabilidad que se habla de “historia de la medicina” que si aparecen en distintos parrafos. Con estos operadores se puede especificar la unidad de contexto -mismo registro (cita bibliografica), un mismo campo (descriptores, restimenes), 0 una misma frase 0 subcampo-, el orden (adyacencia, permutacién, consecucién), y la distancia entre palabras medida en pala- bras. No son todavia muy frecuentes en los OPACs. 5) Operadores de especificacién de campo. Consisten en sufijos y prefijos que se unen al descriptor para limitar el campo de la basqueda. Asf, por ejemplo, “ti/psicosis” servir4 para buscar la palabra psicosis tan s6lo en el campo de titulo. 8.4.7. La codificacién: los términos de biisqueda y los lenguajes de indizacion y clasificacion Asi como el lenguaje de biisquedas especifica como construir las 6rdenes, tructura légica de la base de datos la forma de almacenamiento, el contenido de la biisqueda se expresa mediante términos o expresiones denominadas “términos 0 ex- presiones de busqueda”. Igualmente la forma en que se selecciona y codifica el conte- nido informacional de cara a su almacenamiento y recuperacién est4 regulado por las normas de descripcién y por los sistemas de autoridades —lenguajes documentales- utilizados. Conforme a ellos, los OPACs permiten en general buscar por palabras cla- ve -es decir, cualquier palabra contenida en los ficheros de punto de acceso y titulo- 0 por autoridades ~autores, materias, ntimeros de clasificacién y otros encabezamientos controlados-. La biisqueda por autoridades suele realizarse por medio de una o varias de sus palabras clave o de su expresién completa. Seguidamente, el sistema presenta una vista parcial del indice correspondiente con las autoridades que responden a su biisqueda (Figura. 8.2). El usuario puede, entonces, escoger la autoridad o autoridades que desea, y el sistema le proporciona una lista de los registros indizados bajo esa au- toridad. Por su parte, la busqueda por palabras clave resulta directamente, por lo co- main, en un listado de los registros que las contienen. Una parte importante de la literatura sobre OPACs se ha dedicado precisamente a examinar el modo de facilitar el acceso por materias y ntimeros de clasificacién, asi como la navegacién entre ellas y las btisquedas por palabras clave y autores (véase la guia de lectura). Es un hecho comprobado que gran parte de los escollos que encuen- tran los usuarios se sitéan precisamente aquf. Por fin, es importante sefialar en este apartado que otro de los inconvenientes més graves que se plantean en la transmisin de la informaci6n -y a su disponibilidad universal- es la barrera lingiifstica, que complica extraordinariamente el acceso temé- tico y por palabras clave. Las soluciones ensayadas estén sin duda més avanzadas all donde el problema es més radical, es decir, en las comunidades multilingiies y organis- mos internacionales. Las clasificaciones codificadas de cardcter universal y los tesau- Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta ptiblica 163 ros multilingties son probablemente las respuestas més eficaces al problema, aunque existen también listas de encabezamientos plurilingtes enormemente tiles. Liste aifabatica de ne Clave de la consulta: Tas bl loteca autonat izacion Frecuencia BIBLIONETADA ~ - - - ~~ ~ BIBLIOTECA DE ANDALUCUA Granada? - Catélogos ~ BIBLIOTECA NACIONAL (Espafia) — Catélogos BIBLIOTECA NACIONAL - ~~ — ~ BIBLIOTECAS ~ ~~~ ~~~ — IBLIOTECAS - Adninistracién BIBLIOTECAS - Autonatizaeién BIBLIOTECAS - Autonatizacién ~ Espaha BIBLIOTECAS - Autonatizacién - Espaa - Congrasos ~ 10, BIBLIOTECA - Autonatizacién ~ Publicaciones periédi 11, BIBLIOTECAS - China = 1992-1993 ~ 12. BIBLIOTECAS - Cireulacién y préstano 13. BIBLIOTECAS - Espana - Directories - ----~------------ 14. BIBLIOTECAS - Espaha - Gulas ~-------------------- $$. BIBLIOTECAS - Europa - 1992-1993 - - -------~--------- 16, BIBLIOTECAS - Europa - s.14-18 -------~-~- Teclee SUMNER, = pig. cnterior), eXPAOIR, VOLVER, / , 7 cayuday: eevousen— Figura. 8.2. Acceso por palabras clave al indice de materias del OPAC de Libertas (Universidad de Zaragoza), 84.8. El interfaz de usuario El interfaz (del ing. interface, superficie de contacto) de usuario de un sistema au- tomatizado es la parte del sistema que esta en contacto directo con el usuario, 0, dicho de otro modo, lo que el usuario percibe del sistema. Su funcién es, precisamente, ha- cer de puente, de contacto, entre el sistema informatico y las personas que utilizan el sistema. De ahi su funcién clave de cara al éxito del sistema automatizado de bilbiote- ca. Un “buen” sistema con un mal interfaz de usuario es como una compaiifa con un excelente producto, pero con un empaquetamiento poco atractivo, sin instrucciones de uso y comercializado por vendedores incapaces. De un interfaz facil de usar y agradable se dice que es amigable. Al acometer la cuestién de la amigabilidad de un interfaz entramos en un terreno resbaladizo. La faci- lidad y agilidad de uso es siempre relativa al tipo de usuario, a sus capacidades, gustos y habilidades. Sin embargo, existen algunas caracteristicas objetivas irrenunciables. Primero, se espera que el sistema posea interactividad. Un interface es interactivo si “dialoga” con el usuario, si le proporciona feedback comunicativo. En segundo lugar, se espera que esa interactividad sea “transparente”, es decir, que el sistema le vaya in- formando de los pasos que va realizando para satisfacer su necesidad de informacién. En tercer Jugar, la comunicacién hombre/méquina deberfa acontecer en un entorno “natural”, Esto significa que la presentacién de la informacién y el manejo del OPAC sean semejantes a experiencias anteriores de los usuarios, de manera que éstos puedan. generalizar el aprendizaje y acostumbrarse pronto a su uso eficaz. Por tiltimo, en el mejor de los casos, se espera también que el interfaz sea capaz de proporcionar esta ayuda adaptdndose a la situacion y caracteristicas del usuario. 164 Manual de Biblioteconomia luse a FIND connand to find records for books, periodical tities, and. camants JA basic search request consists of three parts: FIND Cindex1 [search words! The index tells the HELUVL systen what kind of search to do. For exaaple FIND SUBJECT HEST AFRICAN LITERATURE is @ search for the subject eords HEST, AFRICAN, and LITERATURE. A list of Jail the indexes you can use with a FIND connand’ Is on the next screen. You can shorten FIND to F, and most Indexes can be shortened to tuo letters. After your search has found some records, you can see the records by typing: DISPLAY Press RETURN to see the next screen. TEN-> find author cervantes and titie Quijotell Figura 8.3. Basqueda en modo linea en el OPAC de MELVYL. 14708795 aRTADNA BRORNATT 13:01:38 Catalogo Autonatizado de 1a Bib! loteca Nacional un 10S MODERNOS 1. Honbre de persona 2. Nonbra de entidad © congreso 3. Titulo Coleccién 5. Tena o materia 6. Basqueda combinada Tealee una opeién y pulse INTRO F3 Ayuda tend principal Figura 8.4, Interfaz de bisqueda de tipo mend con teclas de funcién del sistema Ariadna de la Biblioteca Nacional de Espaiia, En los OPACS instalados actualmente se utilizan, a grandes rasgos, tres tipos de interfaces. Los del primer tipo funcionan basicamente en modo linea, y permiten la combinacién de términos de bisqueda, del cual es un excelente ejemplo el Catélogo Colectivo de la Universidad de California (MELVYL) (Figura 8.3). El segundo tipo de OPACS se basa, sobre todo, en la seleccién de items en un menti. Casi todos los sis- temas utilizados en nuestro pais funcionan de esta forma. Es frecuente que ambos ti- pos de OPAC permitan realizar operaciones por medio de teclas de funcién y otras abreviaturas. Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta piblica 165 “Current Database: Find UTLink Options... Welcone quit For For: * other libraries * storting over * Internet resources Author keyword * electronic publ ications TIlE keyword © Teorning to use UTLink SubJect Keysord | * Library Information Keywords Expert Keywords 7 —-|pe the highlighted letter to choose a menu Numer ie Short Teri Loan. .. on Press the NEXT key for an introduction to using UTLink Press the HELP key at any tine Press the NEXT key for more. Tress RETURN to enter tn Author search. Figura 8.5. OPAC con mentis de persiana de la Biblitoteca de la Universidad de Toronto (Canada). Por fin, existen ya disponibles interfaces gréficos, los cuales se pueden manejar por medio de un rat6n. La gran mayorfa de los interfaces gréficos actuales funcionan me- diante ments de persiana ~pulldown menus, en inglés-, de los cuales es un excelente ejemplo el catdlogo en linea de la Universidad de Toronto. Recientemente, gracias a los avances en interfaces amigables de usuario y, en particular, gracias al enorme creci- miento de un protocolo de conexién multimedia en la Internet -e] HTTP- y de un len- guaje de descripcién de documentos hipermedia -el HTML, se estén extendiendo los interfaces icénicos, caracterizados por integrar gréficos e incluso fotografia en las pan- tallas para facilitar la potencia comunicadora del interfaz (véanse més adelante las Fi- guras 8.9, 8.10 y 8.12). La gran ventaja de los interfaces grAficos es precisamente pro- porcionar un entorno de comunicacién con el usuario més natural, mas “realista”. 8.5. Aspectos dindmicos del OPAC: el acceso bibliografico y las estrategias de recuperacion En el apartado anterior nos hemos dedicado a enumerar y definir los distintos ele- mentos que intervienen en el OPAC, con el objetivo de comprender claramente su es- tructura. Sin embargo, lo realmente especifico del OPAC en cuanto que sistema de in- formacién es su funcionamento. Efectivamente, el acceso bibliografico en el OPAC es un proceso dindmico de interaccién entre el usuario y el sistema de informacién con un objetivo claramente definido: resolver las necesidades de informacién del primero. Podrfamos imagindrnoslo como una conversacién formal ~un protocolo-, en la que el usuario pregunta y proporciona informaci6n sobre sus necesidades de informacion en términos inteligibles por el sistema, y éste le responde de la forma més clara posible. A la vista de los resultados que el OPAC le proporciona, el usuario se da por satisfe- cho con la informacién,obtenida -pidiendo en su caso los documentos primarios que le interesan- 0 intenta filtrarla o ampliarla. 166 Manual de Biblioteconomia Este proceso de interaccién posee tres unidades bien definidas: la sesién, la pre- gunta o ecuacién de biisqueda y la orden. La primera es una unidad molar, es decir, global e indivisible, que se define como el conjunto de tareas que realiza un usuario en un ordenador desde que entra en él hasta que cierra la conexi6n. La pregunta o ecua- cién de busqueda -normalmente denominada busqueda, en inglés search o query- es una wnidad molecular de interaccion entre el usuario y el sistema, Como resultado de ella, el sistema de recuperacin de informacién devuelve una respuesta denominada “resultado de la bu-queda” ~en inglés, search result—, La unidad minima de interacci6n es la orden. Existen muchos tipos de érdenes; las principales son las de busqueda y vi- sualizacion de regristros. Las Ordenes se teclean o se escojen de un ment. El resultado de una orden es una nueva pantalla, ventana o mensaje. La forma, patrn o secuencia tipica en que el usuario encadena las distintas ecuaciones de busqueda para satisfacer su necesidad de informacién, de entre todas las que le ofrece el sistema de recupera- cién, se denomina estrategia de busqueda -search strategy en inglés-. 8.5.1. Las fases de la sesi6n y las funciones del lenguaje de recuperacién * Entrada en el sistema y apertura de la sesion Sj el usuario entra al sistema desde algiin puesto de la red local de la biblioteca, normalmente inicia la sesi6n al pulsar alguna de las opciones que le ofrece la pantalla. Si, por el contrario, se encuentra fuera de la red local, lo primero que debe realizar el usuario es abrir la conexién'3, Para ello debe contar con alguna aplicacion TELNET en su ordenador, que ie permitira crear un terminal remoto en el servidor donde esté instalado el sistema de bibliotecas. La aplicacion Telnet més usada en ordenadores personales es, sin duda, el NCSA Telnet. Basta lanzar la aplicacién y especificar la di- reccin del servidor. No obstante, puede iniciar las sesiones de forma més sencilla to- davia si posee un cliente Gopher 0 WWW a partir de los catélogos de OPACS que se mantienen en la Internet (véase més adelante), En la mayor parte de los casos, lo pri- mero que le pedird el servidor al que se conecta es su clave de usuario y la contrasefia. Como usuario debe dar normalmente el nombre del sistema de informacién. Si el or- denador al cual se conecta esté dedicado exclusivamente al sistema de automatizacién de bibliotecas es frecuente que la Ilamada TELNET le conecte directamente al siste- ma, si no tendra que elegir entre las opciones de un mend o proporcionar como nom- bre de usuario la denominacién del OPAC. Seguidamente, el servidor le preguntaré el tipo de emulacién de terminal que su programa de telecomunicaciones soporta, en ge- neral vt100 o alguno de la serie vt200. También es muy frecuente que el sistema le ofrezca la opcién de elegir la lengua en que se desea que estén las pantailas del OPAC y los mensajes de ayuda y error. * Basqueda Una vez que se entra en el sistema, el usuario puede pedir ayuda o introducirse di- retamente en el trabajo de tecuperacidn. La fase de biisqueda se caracteriza por la eje- cucién de las érdenes de localizaci6n de la informacién. Existen dos grandes tipos de or- denes de busqueda: las de localizacién de resgistros -normalmente search o find- y las que permiten examinar |os ficheros de autoridades ~como scan-. Las 6rdenes de recu- Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta piiblica 167 peracién se suelen acompafiar de pardmetros y operadores. El pardmetro més comtin es el cualificador de campo, y consiste en una abreviatura que sirve para expresar el cam- po al que se desea limitar la buisqueda de un determinado término o expresién, por ejemplo, “ti” para el campo de titulo, “au” para el de autor, “an” para el afio o “is” para el ISBN. Los cualificadores se anteponen o posponen al término o expresion de busque- da, y es frecuente que se separen de éste mediante un espacio en blanco, un signo de igual [=] o una barra [/], separador que varfa segiin los sistemas. Otro parémetro que puede aparecer es, por ejemplo, un limitador del nimero de registros a recuperar, para evitar resultados excesivamente grandes. Los operadores son los que ya hemos estudia- do: l6gicos, de proximidad, de comparacién y de truncado. El modo de busqueda asistida presenta las opciones por medio de ments y teclas de funcién, y el usuario s6lo debe proporcionar el ntimero de opcién elegida, pulsar la correspondiente tecla, o seleccionar el item del ment con las teclas de movimiento en vez de teclear toda la ecuacién de bisqueda. El sistema le presenta una pantalla con un formulario que contiene los campos a buscar y unas breves explicaciones sobre co- mo rellenarlos. * Filtrado o ampliacién Segtin la ley de Cleverdon, para un mismo sistema y necesidad de informacién, au- mentar la tasa de llamada —los registros recuperados- provoca un aumento proporcio- nal del ruido los registros recuperados que no interesan-, y la disminucién del ruido mediante busquedas més especificas disminuye la tasa de llamada. Es frecuente, por tanto, que el usuario se encuentre ante dos situaciones que, aunque opuestas en resul- tado, son igualmente fustrantes: un ntimero de registros demasiado amplio con un gran ntimero de {tems que no interesan -el denominado resultado desbordante-, 0 un resul- tado nulo o excesivamente pequefio. Ante un resultado excesivo se procede al filtrado, \imitacién o reduccién de la biis- queda, es decir, se persiguen resultados mas especificos. Existen diversas estrategias en este sentido: a) realizar la busqueda por materias o nimeros de clasificacién en el caso de que se estén usando palabras clave; b) multiplicar términos mediante e! operador de interseccion [y], especialmente, “limitando” las fechas extremas, forma 0 lengua de los documentos deseados; c) desechar términos sumados mediante el operador de unién {o}; d) restar términos mediante el operador “no”; y ¢) trucar menos caracteres, Ante un resultado nulo o excesivamente pequefio, se procede a su expansién o ampliacién. Para ello conviene, en primer lugar, revisar nuestra ecuaci6n a ver si con- tiene errores tipogrdficos o de sintaxis. En segundo lugar, se puede proceder a las si- guientes operaciones: a) truncar los términos de busqueda o ampliar el truncado; b) eliminar términos restados con el operador “no” 0 equivalente; c) desechar términos multiplicados por medio del operador “y”; y d) afiadir con el operador “o” términos sindnimos, relacionados o més genéricos y especificos. Si se ha buscado en los ficheros de autoridades, se puede siempre intentar una busqueda por palabras clave, que, aun- que producen més ruido, aumentan también la tasa de llamada. En este caso, se de- ben examinar también los ntimeros de clasificacién, las materias y los responsables de los registros obtenidos por este método, por si estos puntos de acceso no se han utili- zado antes y pueden ser relevantes a la necesidad de informacién. La complejidad del sistema de busqueda -inseparable, por otra parte, del de vi- sualizaci6n, que trataremos seguidamente- requiere una serie de herramientas de na- 168 Manual de Biblicteconomia vegacién que no todos los sistemas poseen. Estas herramientas son entre otras: los fi- cheros hist6ricos de btisqueda, la posibilidad de obtener materias 0 autoridades relacio- nadas ~términos relacionados o referencias “véase ademas”-, la existencia de términos no preferentes o referencias “véase”, y la posibilidad de examinar interactivamente los ficheros de autoridades. © Visualizacién La visualizacién de registros es la operacién que normalmente sigue a una bus- queda satisfactoria, Se suele realizar mediante la orden visualizar 0 browse, con uta serie de parémetros que permiten elegir el formato de presentaciGn y escoger una sa- lida continua para descargar en un fichero bibliogréfico— 0 una visualizacién pagina- da -se va avanzando por el listado o los registros bibliograficos con las teclas de avan- zar y retroceder pagina o algunas otras-, para trabajar en pantalla, Los formatos de 14708795 aRTARONA Total 7 13:04:14 Catélogo Autonatizade de la Biblioteca Nacional Iniele 1 BNOHS4 11 LIBROS HODERNOS. nae nateria: Catélogos en |inea Subject author \les in the online environn The Online catalogue : developments and di Public access to online catalogs Matthews, Joseph A. The Conceptual foundations of descriptive Retrospective conversion : a practical gui Beaumont, Jane Authority control in the online environmen Benutzerverhal ten an einen Oniine-Publikun Oreis, Gabriele The online catalog : @ critical examinatio Peters, Thonas A Automating school library catalogs : a rea Subject analysis in online catalogs @ Aluri, Rao The conversion of the catalogue into machi Using CD-ROr asa public access catalogue Akeroyd, John Using onl ine catalogs : a nation wide suru Bibliographic displays in the online catal Crawford, Halt Patron access : issues for online catalogs Crauford, jxit ver fiches eonpletes, marque Xy pulse INTRO Ft 2a eoie ars) Fo F10 Ayuda Mend salir Pag 1 + _Inprimir _4édle Figura 8.6, Presentacién de registros en Ariada. presentacién son por lo comiin los siguientes: listas de autor, titulo y afio; fichas ISBD abreviadas; fichas ISBD completas; y formato MARC. Algunos OPACS proporcionan también listados en formato ISO, listos para incorporar a nuestras bibliograffas. En otros OPACS -por ejemplo, en Ariadna de la BNE-, primero se presenta el resultado de la busqueda como una lista de registros, y después se pueden escoger los que se de- sean individualmente; estrategia muy til con colecciones muy grandes. Normalmente el sistema de visualizacién leva incorporado unaerie de funciones de navegacién: volver a ta pantalla anterior, ver registro o pagina del listado anterior, ver registro o pagina del listade siguiente, visulizar secuencialmente la base de datos, etc. (Figura 8.6). Como veremos, algunos sistemas incorporan funciones hipertexto, gra- cias a las cuales, pulsando las expresiones y términos resaltados en el registro, se pueden obtener otros registros bibliograficos correspondientes a esa materia, autor, etc. Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta publica 169 * Finalizacién La finalizacién de ta sesién es un proceso sencillo, que se realiza mediante la or- den end o fin. Si se esta realizando una conexién remota, puede ser necesario cerrar también la sesion en el ordenador anfitri6n, en el caso que la orden fin no lo haga au- tomaticamente. No obstante, todos los sistemas cierran autométicamente la sesién si el usuario ha olvidado hacerlo pasado un tiempo prudencial. Por ello, si se debe aban- donar un tiempo el trabajo por cualquier motivo, conviene usar la orden suspend 0 equivalente, y, al volver, la orden resume, con ello fa sesion quedar4 restituida en el punto en que fue abandonada. 8.5.2. La asistencia al usuario Un aspecto fundamental del OPAC, en cuanto que sistema de informacién pabli- co, es que proporcione asistencia al usuario en el didlogo con el sistema y en las carac- teristicas especificas de la recuperacion bibliografica. En particular, es necesario que el usuario esté informado tanto del lenguaje de interrogacidn del que dispone el siste- ma de informacién, como de la propia estructura de la informacién y de las posibilida- des de recuperacién que le ofrece el catdlogo bibliografico. EI sistema de ayuda puede dividirse en tres grandes grupos: a) los mensajes inte- ractivos; b) las pantallas del manual de ayuda; y ¢) las pantallas y mentis del modo de recuperacién asistida. La funci6n de los mensajes interactivos es avisar al usuario de las operaciones que tiene disponibles en un momento dado, de posibles errores o problemas existentes en las 6rdenes dadas al sistema y de las consiguientes estrategias alternativas de acceso a la informacion. El manual de ayuda es el conjunto estructurado de todas las pantallas de ayuda, y proporciona informacién general de la biblioteca ~horario, personal, servicios, ete—, las érdenes del lenguaje de biisqueda, las bases de datos disponibles en el OPAC, suge- rencias sobre las posibles estretegias de recuperaci6n, y otros aspectos de interés para los usuarios. Al manual de ayuda se puede acceder de dos formas: a) de forma jerarqui- ca a partir de una serie de pantallas indice; y b) solicitando informacién sobre aspectos referentes a la tarea que se estd ejecutando en ese preciso momento. A esta tiltima for- ma de ayuda se le suele denominar ayuda local o especifica, En inglés es frecuente de- nominarla context-sensitive help. En la realizacién del manual de ayuda no se deberia olvidar que ta busqueda en Iinea no es sino un aspecto mas de la busqueda bibliografi- ca y documental, en cuyos principios se basa. Es decir, el manual de ayuda deberia pro- porcionar un marco general de la busqueda documental al usuario, ¢ incluso distintos niveles de ayuda (novato, experimentado, avanzado). Al manual de ayuda se le invoca mediante la orden help 0 semejante. Seguidamente, el sistema presenta un indice con todas las pantallas de ayuda disponbiles. Las distintas pantallas se suelen poder invocar directamente siguiendo a la orden help del nombre de la pantalla deseada. Asi por ejemplo, la orden help info en el Supermax Library System proporciona \a informacion general sobre la biblioteca cuyo OPAC estamos consultando. La ayuda local se invoca con una orden diferente, frecuentemente el signo de interrogacién [?]. Debido a los problemas que encuentran los usuarios a la hora de manejar el OPAC ~y que luego discutiremos mas ampliamente-, se ha ido generalizando permitir el acceso a Ia informacién bibliografica a través de al menos dos niveles de uso: uno 170 Manual de Biblioteconomta avanzado y otro asistido. Incluso es frecuentemente que muchos OPACs sélo propor- cionen acceso asistido, presuponiendo un nivel de cultura informatica baja a sus uswa- rios, El sistema asistido se caracteriza por un conjunto de pantallas y mendes, con abundantes textos de ayuda que explican sus elementos y uso. Es importante tener en cuanta que a los usuarios noveles no se les debe presuponer ninguna capacidad de manejo del ordenador ni de busqueda documental. CTE TITULOs> thzorig | H Infornacién sobre tos caj HATERIAS? MIzlase | catdlogos y céno consul tarlos Mend de consulta asistida ——__ —— =z SEs Tend asisti os — Bisquedas Crecuperacién? INFOrnacién g | — Listas (de titulos, etc. ? a Len? de carn | STEERS bles informacian 4 ~ Adiés a CIRBIC — ‘aptos Ihr imir ~ Dejar esta ventana bles Figura 8,7. indice del manual en linea del OPAC del sistema Aleph del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas de Madrid. Bibl ioteques de Ta UAB = ---- - UILS--~~ PANTALLA DAWUOA (421 LOCALITZACIS DEL DOCUMENT Situeu e! cursor a sobre de la linia que us interessa i entreu dins del document. Apareixera la pantalla de dades de |'exenplar que conté tota la informacié necesséria per a localitzar-lo: TOPOGRAFIC, BIBLIOTECA, ESTAT Fixeu-vos que on div BIBLIOTECA hi figuri @] nom de ia biblioteca que us interessa -Qua_('ESTAT dei document és Disponible | no Exelés da Préstec, ni Fins... (data conereta fot important: Preneu nota dei TOPOGRAFIC perqué els némeros i les |!etres de qué i Consta ordenen els Ilibres a les prestat- Series. Exenple, TOPOGRAFIC: 791.89,01 Bor Seguiu senpre les instruccions que apareixen a la part inferior de 1a pantal la ~0PC ONS ~ Preneu un ninero per seleccionar una pantalla conereta d‘ajuda 0 gualsevo! altra conanda Dori .. end d'ajuda 3 Recerca assistida 4 | Com es trobo un docunent Figura 88. Pantalla de ayuda del OPAC del sistema VTLS de la Universidad Auténoma de Barcziona, Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta piblica 171 El modo de busqueda asistida es ciertamente extraordinario para el usuario que ca- rece de cultura informética, pero puede ser muy irritante para el usuario experto, dado que le obliga a consumir gran cantidad de tiempo navegando entre sucesivas pantallas 0 combinando conjuntos de busqueda. Por ello, puede ser muy util que el OPAC permita un acceso total al lenguaje de recuperacién para los usuarios expertos del sistema, in- cluido el uso de prefijos y de combinaciones Idgicas complejas. Lo ideal, probablemen- te, serfa un sistema de ayuda basado en el principio de las zonas de aprendizaje posible del piscdlogo ruso Wigotski o similar, capaz de tutorizar el trénsito de niveles en usua- rios deseosos de conseguirlo y que, en todo caso, partan realmente de los conocimientos minimos de los presuntos usuarios, pero que no haga perder al usuario experto tiempo obligéndole a ir de pantalla en pantalla, Una investigacién prototipica en este sentido fue el proyecto de investigacisn HCI (Human Computer Interaction) presentado en 1991 por FJ. Murphy, A. S. Pollitt y P. R, White, desarrollado en la School of Compu ting and Mathematics y la Biblioteca del Polytechnic of Huddersfield con una subven- cién del British Library Research & Development Department! En definitiva, los usuarios que acuden a una biblioteca necesitados de informa- cién no constituyen un grupo homogéneo, sino que estan muy diversificados en nece- sidades, habilidades generales y capacidades especializadas para la recuperacién de informacién, y ello ~entre otros factores- en funcién de su edad, cultura y adaptacién tecnolégica, que determinan a su vez su capacidad de simbolizacién y comunicacién. El mejor acercamiento al problema es, por tanto, presentar a los diferentes usuarios la posibilidad de utilizar diferentes cédigos y canales de comunicaci6n; sin olvidar que es tan importante suplir las carencias de ciertos grupos de usuarios (nifios, estuadiantes noveles, minusvélidos, etc.) como permitir a los usuarios avanzados un completo uso de sus habilidades documentales. Por dltimo, no se debe olvidar que la instancia final de ayuda debe ser siempre el bibliotecario referencialista, especializado también en temas de informacién electrénica, de cuyos servicios no puede prescindir ninguna bi- blioteca que se precie. 8.5.3. La importancia de formacion Un aspecto critico para el éxito en la implantacién de un OPAC es la formacién, tanto del personal ~que corre de parte de la empresa proveedora y de los biblioteca- tios ya entrenados- como de Jos usuarios. La formacién de los usuarios es responsabi- lidad del personal de la biblioteca, y se aconseja que se apoye con la edicién de ma- nuales, cuadernillos, tripticos y recordatorios. Es frecuente, desgraciadamente, que se pase por alto la instruccién en aspectos muy técnicos de la descripcin bibliogréfica imprescindibles para la recuperacién, como la forma de los puntos de acceso 0 la es- tructura de los lenguajes documentales. Seria muy deseable, en este sentido, la edi- cidn en espafiol de CDs interactivos para la autoformacién o la formacién asistida. El objetivo de la formacién de usuarios es conseguir que éstos se desenvuelvan auténomamente, no impresionarlos o hacerlos dependientes, aunque, por supuesto, se insistir4 en la disponibilidad del bibliotecario para resolver los problemas y ayudar en la busqueda. La metodologfa debe ser activa, generalizando el aprendizaje a partir de la presentacion de buenos ejemplos. Es muy util proporcionar gufas abreviadas o re- cordatorios que ayuden a anclar y recordar los conceptos aprendidos. El curso tipico puede tener la siguiente estructura: a) presentacin del profesor y de los objetivos del curso; &) solicitar retroalimentacién sobre los conocimientos de los usuarios; c) pre- 172 Manual de Biblioteconomta sentar fos servicios y contenidos de la biblioteca y del catdlogo -tipos de documentos, actualidad, colecciones especiales 0 dignas de mencién, sucursales existentes-; d) mostrar como funciona el OPAC -teclado, avisos del sistema, pantallas de ayuda, re- lacién con el catélogo manual, asf como la estructura de la ficha bibliogréfica-; y e) mostrar detenidamente como se realizan los distintos tipos de busqueda puntos de acceso, buisquedas sencillas, posibilidades completas del lenguaje de recuperacién-. 8.6. Retos actuales y perspectivas de futuro A pesar de todas las ventajas que ofrecen los OPACs de la segunda generaci6n, que constituyen la mayor{a de los actualmente implantados, existen todavia importan- tes fuentes de insatisfaccién en el uso de los catélogos en Iinea!. Los problemas mas comunes que se han detectado son los siguientes: a) la frecuente obtencién de resulta- dos nulos, tasas de llamada bajas, resultados inmanejables por su tamajio; b) la alta fre- cuencia de emisién de errores por los usuarios -desde tipograficos a usos indebidos del panel de érdenes-; c) la tendencia de los usuarios a abandonar la busqueda después de resultados insatisfactorios sin probar soluciones alternativas; d) la confusion navega- cional —{dénde me encuentro?, ;qué tengo que hacer ahora?, ,cémo puedo volver a empezar?—; e) la escasa flexibilidad de los usuarios en la utilizacién del sistema, provo- cada en buena parte por su incomprensién de conceptos fundamentales -por ejemplo, biisqueda precoordinada por materias versus busqueda postcoordinada por palabras clave, eliminacién de palabras vacias, truncado 0 control de autoridades-; y f) las pre- sentaciones son escasamente amigables y poco naturales. Junto a las dificultades plan- teadas por el propio sistema automatizado, hay que afiadir que los usuarios raramente conocen a fondo las clasificaciones bibliograficas, listas de materias y autoridades o te- sauros, lo cual les lleva a ser mucho menos especificos de lo deseado, a no acertar con el vocabulario de biisqueda que codifica el concepto objeto, a dejar de explorar buena parte de coleccién —por ejemplo, a no buscar por materias o nameros de clasificacion después de una biisqueda por palabras clave-, y a tener graves dificultades para definir necesidades de informacién todavia no suficientemente precisadas. En definitiva, el usuario se enfrenta con una serie de problemas ante el OPAC que impiden el aprove- chamiento de las posibilidades que le ofrece la tecnologia actual. A pesar de ello, los usuarios estén muy satisfechos de la velocidad y versatilidad que el OPAC les proporciona en el acceso a la informacién. Ademés, han sido capa- ces de piantear necesidades especfficas en los diferentes estudios realizados: referen- cias cruzadas y términos relacionados en las busquedas por materias y descriptores, posibilidad de escanear las listas de materias, acceso remoto al OPAC desde casa 0 el aula, inclusién de informacién sobre la biblioteca y el centro (tablones de informa- cién). Todas estas peticiones han ido siendo provistas por los desarrolladores de siste- mas bibliotecarios. Sin embargo, los proveedores e investigadores no se han parado allf y estan ofreciendo soluciones enteramente novedosas, que nos acercan més a al- gunos de los suefios dorados en el campo de la informacién bibliografica. 8.6.1. La biblioteca 3: interconexion de centros y recursos Quizé la tendencia més impresionante de futuro, y que est4 tomando ya répida- mente cuerpo, es la transformacién del OPAC en el eje informative de muchas orga Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta piiblica 173 nizaciones, especialmente las dedicadas a ensefianza e investigacién. Los OPACs se estan abriendo a otras bibliotecas a través de Ja Internet, y estén integrando a mar- chas forzadas otras herramientas de informacién bibliogréfica, en particular las bases de datos en CD-ROM, pero también hosts y distribuidores en linea. Desgraciadamente, los usuarios encuentran graves dificultades en moverse por los distintos OPACs en la Internet, pues cada uno de ellos conserva su propio lenguaje de biisquedas y caracterfsticas. Como solucién a ello, se esta extendiendo el uso del pro- tocolo de interconexién ANSI Z39.50, que permiten que el usuario busque bases de datos muy diferentes utilizando su propio interfaz. De hecho, se estn realizando ya presentaciones comunes por medio de formularios WWW —ofrecemos como ejemplos el excelente interfaz realizado por la Library of Congress (Figura 8.9) y el muy visual de la empresa VTLS (Figura 8.10)- o Gopher (Figura 8.11). El protocolo Z39.50 per- mite también interrogar bases de datos no bibliogréficas —por ejemplo, a través del 239.58 o CCL, la base de datos ECHO de la Unién Europea-, con lo cual se pueden realizar interfaces comunes a gran cantidad de fuentes de informacion electronica des de el propio OPAC. Muchos OPACs permiten el acceso a bases de datos en linea. Es también el caso del sistema CARL, que permite buscar las bases de datos de la Infor- mation Access Company. Los beneficios son enormes, pues ¢l usuario ya no necesita aprender a usar cada nuevo OPAC o base de datos, ni el personal de la biblioteca de- be instruirlo y asistirlo de nuevo. Woot v iS ‘(Cvea +] , a z ‘Submit Query } {Clear Form Figura 8.9, Interfaz WWW al OPAC de la Library of Congress. 174 Manual de Biblioteconomia Figura 8.10. OPAC WWW de VTLS. Click on send after filling out the form. University of Wyoming LE Figura 8.11. Acgeso via 239.50 por medio de un interfaz Gopher a la Biblioteca de Wyoming (Estados Unidos). Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta piiblica \75 Figura 8.12. El WebCat de la SIRSI Corporation. Ademis, los OPACs WWW accesibles mediante los programas clientes NetScape © Mosaic, entre otros, proporcionan presentaciones graficas de gran calidad, como po- demos apreciar en el WebCat de la SIRSI Corporation, colaborando en la naturalidad y amigabilidad de los interfaces (Figura 8.12). Este OPAC, por otra parte, es un buen ejemplo de integracién de servicios, pues proporciona acceso al catdlogo, tiene una puerta a otras fuentes de informacién electronica en la Internet, a un servicio de reser- vas, a un tablén electrénico con informacién sobre la biblioteca y notas puestas por los usuarios, y a informacién para los usuarios sobre su propio uso de la biblioteca y la co- lecci6n. En combinacién con el préstamo interbibliotecario, la interconexién a OPACs remo- tos puede ahorrar a los usuarios investigadores costosos desplazamientos, hasta ahora muy frecuentes, para la btisqueda de informacion bibliogréfica. Se estén realizando ya importantes avances en el acercamiento del préstamo interbibliotecario al usuario final, que por medio de sistemas como el FirstSearch de la OCLC puede ser autorizado a rea- lizar bisquedas bibliograficas a través del OPAC de su biblioteca, y encargar directa- mente los documentos primarios que le interesen, seleccionando entre un amplio abani- co de precios y sistemas de envio ofrecidos por los distintos centros de difusién de documentos primarios. Un aspecto innovador, que va més alld de la obtencién de la so- licitud de copias de documentos primarios a través de la Internet o llamada telefSnica directa, es el surgimiento de auténticas bibliotecas virtuales -llamadas frecuentemente bibliotecas electronicas-, en las cuales los documentos primarios estén almacenados en formato electrénico y a los que se puede acceder directamente en texto completo. A través del OPAC, las bibliotecas pueden hacer disponible gn red a todos sus usuarios su coleccién de CD-ROMs -especializados normalmente en el resumen e indi- zacion de literatura periédica~ mediante lectores dpticos de miiltiples bocas y las co- rrespondientes licencias multiusuario, De esta forma, la coleccién de revistas recibe un extraordinario espaklarazo, pues se proporciona indirectamente un indice analftico a su contenido a través de los CD-ROMs especializados. Empresas como CLSI, INLEX, 176 Manual de Biblioteconomia Dynix, Innovative Interfaces, SIRSI 0 VTLS ofrecen esa posibilidad en sus OPACs. Hay que sefialar, sin embargo, que esta solucin es todavia, por lo general, muy gravo- sa. En resumen, el OPAC se est4 convirtiendo en una plataforma de integracién de fuentes de informacién locales y remotas por medio de una presentacién uniforme en pantalla. Sin embargo, queda mucho trabajo por hacer. No se trata tan sdlo de que el usuario pueda acceder a distintas fuentes de informacién a través del OPAC, sino que sea capaz de trabajar con ellas conjuntamente. Por ejemplo, buscar referencias biblio- grdficas de articulos especializados en un CD-ROM, y comprobar si la revista fuente esté en la biblioteca; comparar un conjunto de referencias obtenidas en un catélogo con las que ya habia encontrado en el propio, y purgar las referencias duplicadas; or- denar su base de referencias de trabajo por diversos criterios y operar sobre ellas; 0 ~como hace FirstSearch- seleccionar entre distintos precios y centros de envio cuando desea solicitar un documento primario. En la medida en que dicha integracién se acompafie de una asistencia real al usuario en la navegacién por el océano de la infor- macién, se habr4 conseguido el viejo suefio del acceso bibliografico universal. 8.6.2. Hipertexto Cada vez mis OPACs incorporan facilidades hipertexto para facilitar al usuario la navegacién por la base de datos bibliogréfica. El hipertexto es un sistema de almace- namiento y presentacidn de la informacién que permite acceder a otras informaciones disponibles en el sistema, a partir de los términos, grdficos y expresiones contenidas en la pantalla que se esté visualizando en ese preciso momento. Estos trozos de texto y grdficos se encuentran convenientemente sefialados y se denominan anclajes. Si el usuario pulsa en estos anclajes, el sistema le muestra una nueva pantalla o conjunto de pantallas con la informacion deseada y los consiguientes nuevos anclajes. El usua- rio puede ir de esta forma moviéndose Agilmente por la base de datos, con la ayuda de una serie de herramientas de navegacién: a) unos botones que le permiten ojear la ba- se de datos y desandar el camino realizado; b) de unos ficheros histéricos que le indi- can por donde ha pasado ~y cémo volver a esos puntos-; y c) de unas cartas de nave- gacién que le proporcionan una panoramica general del contenido del sistema de informacién. Ademés, los sistemas hipertexto permiten la anotacién de los items bi- bliogréficos por los usuarios --valoraciones, gufas de lectura, etc, y, en el caso ideal, Ja posibilidad de relacionar registros entre si para su trabjo posterior. 8.6.3. Entornos graficos: The Book House e IRMA Dentro de la investigacién en interfaces graficos existen proyectos que llevan al li- mite las posibilidades de los entornos metaforicos -entornos graficos que simulan un ambiente real, por ejemplo Windows 0 MacOS emplean la metéfora del escritorio, con documentos, carpetas, papeleras, etc. Un buen ejemplo de estos proyectos es The Book House desarrollado en Dinamarca por Annelise Mark Pejtersen y sus cola- boradores *, cuyo informe final fue publicado en 1989, y que fue presentado como propuesta al Plan de Actuacién para Bibliotecas del Programa Telematico de la CE en 1991 con el nombre de IRMA (Information Retrieval with Metaphor-based Ac- cess). The Book House es un proyecto que integra un interfaz de usuario grafico, ab- Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta ptiblica 177 solutamente icénico -no se emplean palabras-, y un sistema de clasificacién facetado para literatura, bajo el paraguas tedrico de un depurado modelo cognitivo de las nece- sidades del lector de este tipo de documentos y de sus estrategias de satistaccion. Las estrategias principales utilizadas por el usuario son la busqueda analitica -un tipico ejemplo de estrategia orientada a la solucién de problemas-, la busqueda analdgica -e] usuario busca algo semejante a atro libro que le gusté-, y la busqueda no dirigida -el simple ojeo de las estanterfas-. El interfaz grafico se basa en el principio de que los datos y los signos son procesados con més facilidad si estén fuertemente organiza- dos, especialmente si esta organizaci6n es predecible por el usuario. De forma seme- jante a la conocida metafora del escritorio -fundamento cognitivo del interfaz del Ma- cintosh y de Windows-, la base de datos se simboliza por medio de una casa llena de libros, por la cual el usuario debe desplazarse hasta encontrar lo que busca. Las estra- tegias de busqueda estan representadas por sendas pantallas que representan habita- ciones, dentro de las cuales el usuario dispone de diversas herramientas representadas icénicamente. Por ejemplo, en la habitacién destinada a la btisqueda analttica, el usuario dispone de iconos que representan, entre otros titiles, a los operadores boolea- nos y otro conjunto de iconos que representan los distintos temas disponibles. En ja habitacién donde se opera la busqueda analégica, el usuario puede ojear los indices de autores y temas para facilitarle la identificacién de su libro de referencia, el cual tiene un peso asignado en virtud de los términos que han servido para clasificarlo; se- guidamente el sistema intenta localizar otros ejemplares semejantes, y, si existen, los muestra por orden decreciente de relevancia. 8.6.4. Recuperaci6n asistida mediante sistemas expertas El objetivo basico de la recuperacién documental es, como sabemos, su optimiza- ci6n. Ello se consigue maximizando la obtencién de registros relevantes y minimizan- do, a la vez, el nimero de registros irrelevantes (ruido). La bisqueda depende de las habilidades y estrategias del usuario, el entorno fisico y tecnolégico, la estructura de los datos, el sistema de representacién de los conceptos (lenguajes de indizaci6n y cla- sificacién) y el lenguaje de recuperacién'7. En este sentido, existe un gran campo abierto a la implementacién de sistemas expertos que auxilien al usuario en las tareas de recuperaci6n, especialmente: en la deteccién y correccién de errores tipograficos; la expansién, limitacién y especificacién de las busquedas; e, incluso, en la realizacién de interfaces en lenguaje natural -como, por ejemplo, el sistema francés ALEXIS—'*. El campo es ciertamente inmenso y, quiz4, la dificultad mayor sea centrar la inves- tigacién en una direccién productiva. En este sentido, la investigacién realizada en torno al OPAC OKAPI es, ciertamente, modélica tanto por su planteamiento meto- dolégico como por resumir una buena parte de los trabajos que se estén realizando en el campo de los sistemas expertos para la asistencia de la recuperacién en OPACS!®. Stephen Walker y su equipo centraron su investigacién en el problema del resultado nulo, con el objetivo de que el usuario consigiera al menos un registro relevante. La opcién se basé en el andlisis del propio comportamiento de tos usuarios, que les lev a las siguientes conclusiones: a) muchos usuarios se desaniman si deben esforzarse pa- ra localizar informaci6n; b) otros usuarios creen que el ordenador les est4 dando una respuesta definitiva y que la biblioteca no tiene nada que les pueda ser titil; c) la ma- yor parte de las biisquedas en bibliotecas no especializadas quedan satisfechas por un s6lo hallazgo; d) a partir del ejemplar recuperado, el sistema puede intentar encontrar 178 Manual de Biblioteconomia otros semejantes; ¢) finalmente, el sistema ahorrar4 mucho tiempo al usuario si es ca- paz de informarle répidamente y de forma segura de que no existe en la coleccién na- da que pueda satisfacer sus necesidades. Para conseguir estos objetivos el sistema incorpora una serie de herramientas en- cubiertas que funcionan independientemente de la voluntad del usuario. La ayuda encu- bierta empieza por minimizar los errores del propio usuario, en partircular, proporcio- ndndole informacién sobre posibles errores ortograficos, incluida la puntwacién. A continuacién, el sistema comprueba automaticamente la existencia de sinénimos y cuasi-sindnimos en la base de datos bibliografica, y trunca Sas rafces si es necesario. Estas estrategias configuran el punto de partida de una base de conocimientos léxicos =a le que Walter denomina “hyper-thesauri"-, incuyendo relaciones jerarquicas, rela- ciones asociativas y hom6nimos, que seria efectiva también para la ampliacién de buis- quedas y para disminuir la tasa de ruido causada por los homénimos. El tratamiento de los términos va seguido de una férmula de conexién de los términos diferente de la normalmente usada, denominada best match keyword searching, y que produce una ecuacién de btisqueda diferente. Por lo comtin, los términos a buscar son conectados por defecto mediante operadores de interseccién implicitos. Okapi, en vez de buscar los registros que contienen todos los términos introducidos, asigna un peso a cada tér- mino que es inversamente proposcional a la frecuencia del término en la base de da- tos, y muestra en pantalla todos Jos registros cuyos términos proporcionan una suma ponderada que sobrepasa wa umbral previamente establecido, ordenados segdn esa suma. Por fin, el sistema permite al usuario ampliar la busqueda de diversas maneras: a) invitando al usuario a consultar documentos que poseen e! mismo ntimero de clasi- ficacién, materias, autor o serie; y b) ejecutando una expansién de busqueda automati- ca partiendo de las palabras clave contenidas en los registros considerados relevantes. El procedimiento de expansién automatica parece proporcionar excelentes resultados. 8.7. Conclusién El catélogo de acceso publico en Ifnea es un instrumento de informacién extraordi- nariamente versatil dirigido al usuario final. Su filosofia de servicio empalma con el pro- yecto bibliotecario de proporcionar un acceso universal y puiblico a la informacién. En este sentido, se ha revelado como punta de !anza en la democratizacion del acceso a 1a informacién®, Sus posibilidades son inmensas, y deben entenderse como correlato de dos procesos més globales que estn aconteciendo en las sociedades contemporaneas: 1a progresiva e imparable automatizacidn y la creciente interdepedencia ¢ interrelacin a todos los niveles. En estos procesos, el OPAC puede tener un papel protagonista en la medida en que alcancemos una comprensién correcta ~ni demasiado estrecha ni excesi- vamente confiada~ de sus posibilidades, sus limitaciones y su contexto de utilizacidn, NOTAS AL CAPITULO 8 1 Véase MOSCOSO, Purificacién; RIOS GARCIA, Yolanda: Estado actual de la aplicacién de las nuevas tecnotogias en las bibliotecds y st impacto sobre el funcionamiento bibliotecario: puesta al dia. Madrid FESABID, 1992. Capitulo 8: Los catélogos automatizados y su consulta publica 179 Los aspectos idiosincrdsicos de tos catélogos manuales -antecedente y referencia de los OPACs- son desarrollados en el capitulo anterior. Véase REYNOLDS, Dennis: Automatizacién de bibliotecas: problemética y aplicaciones. Salamanca; Madrid: Fundacién Germén Sanchez Ruipérez; Madrid, Pirdmide, 1989. El lector que desee consultar una completa historia en espafiol del desarrollo de los catélogos puiblicos automatizados puede hacerlo en REYNOLDS: op. cit, pp. 111-153. Véase MATHEWS, Joseph R.. Using online catalogs: a nationwide survey: a report of a study sponso- red by the CLR. New: Neal-Schumann, 1983, MATTHEWS, Joseph; LAWRENCE, Gary S.: “Further analysis of the CLR On line Catalog Project”. En: Information Technology and Libraries. (Die. 1984), pp. 354-371. ALLTUNA ESTEJBAR, Belén, “Comportamientos de uso y estregias de bésqueda de los usuarios de catélogos automatizados: breve revisién de la investigaci6n”. En: Federacién Espafiola de Sociedades de Archivistica, Biblioteconomfa y Documentacién. Miscelénea-homienaje a Luis Garcta Ejarque. Madrid: FESABID, 1992, pp. 103-111. Véase BORGMAN, Christine L.: “The user’s mental model of an information retrieval system: an experi- ment on a prototype online catalog”. En: International Journal of Man-Machine Studies. Vol. 24 (1986), pp. 47-64, Véase PETERS, Thomas A.: The online catalog: a critical examination of public use. Jefferson, N.C McFarland & Ca., 1991. Véase DALRYMPLE, Prudence W.: “Retrieval by reformulation in two Ikibrary catalogs: toward a cognitive model of seraching behaviour”. En Journal of american society for information science. Vol. 41,n. 4 (1990), pp. 272-281. Véase BLACKSHAW, Lyn; FISCHHOFF, Bafuch.: “Decision making in online searching”. En Journal of american society for information science. Vol. 39, n. 6 (1988), pp. 369-389, DUVAL, Beverly K.; MAIN, Linda.: Automated Library Systems: a librarian’s guide and teaching ma- nual. Westport; London: Meckier, 1992, pp. 137-144. idem, p. 162. Estos aspectos son tratados més adelante en este mismo manual por el Dr. Antanio Paulo Ubieto Artur. El usuario que requiera conocimientos basicos de Internet, se le recomienda el manual de Antonio Pau- lo UBIETO ARTUR: Documentacién Automatizada: manual de uso de la red Internet. Zaragoza: Anti- bar Ediciones, 1995, Véase GARCIA MARCO, Francisco Javier: «Interfaces amigables para la recuperacién de la informa- cién bibliogrdfica». En Scire. Vol. 1, n. 1 (en.-jun., 1995), pp. 127-148. Véase EFTHIMIADIS, E, N.; Nelson, C. A Classified Bibliography on Online Public Access Catalogues. London, British Library, 1989. Duval y Main, op. cit, pp. 145 ss. Una revisidn en GARCIA MARCO, Interfaces .. Véase GARCIA MARCO: De la consulta... Véase BENSON, James A.; WEINBERG, Bella Hass (eds.): Gateway software and natural language in- terfaces: options for online searching. Ann Arbor, Mich. Pierian' 2ress, 1988, Una revisi6n y bibliografia especifica en GARCIA MARCO, op. cit. Ref. PFAFFENBERGER, Bryan. Democraiizing information: online databases and rise of end-user se- arching. Boston, Mass.: G. K. Hall, 1990. El tema de 10s interfaces de biisqueda bibliogrdfica ha sido objeto de numerosas monografias de carac- ter general (Matthews, 1985; Belkin, 1991; Hildreth, 1989a; 1989b; Van Pulis, 1991; Crawford, 1992; Du- val y Main, 1992). dentro de las obras de referencia, imeresan las bibliografias de Efthimiadis y Nelson (1989), y, especialmente, la serie de Hawkins (1985-). Desde un punto de vista eminentemente préctico, son imprescindibles los directorios de OPACS en Iinea (Online database search services directory, \988; Schuyler, 1992), que se pueden suplir con los directorios disponibles en Gopher. El que desee introdu- cirse en la bisqueda documental en Ifnea dispone de excelentes manuales en inglés (por ejemplo, Basch, 1993; Walker, 1993). 9 CONSERVACION DE LA COLECCION: M.* Adelaida Allo Manero 9.1. Principios para la preservacién y conservacién de los materiales bibliogrificos 1979 constituye una fecha decisiva en la Historia de la conservacién de las colec- ciones bibliograficas. En efecto, la Seccién de Conservacién de la IFLA presenté en Copenhague un interesante documento sobre principios de Conservacién y Restaura- cin para colecciones de bibliotecas, cuyo contenido, revisado y ligeramente modifi- cado en algunos puntos, fue publicado posteriormente en 1986 con el titulo “Princi- pios para la preservacién y conservacién de los materiales bibliogrdficos”, y se ha convertido en un texto de referencia basico y fundamental que todo bibliotecario debe conocer?, La publicacién de estos principios abrié una nueva etapa, gestada naturalmente en las décadas anteriores, para el entendimiento de la accion conservadora en el sec- tor bibliotecario, pues tal y como se afirma en el documento a la hora de cifrar sus ob- jetivos: “Esta declaracién de principios supone una aproximacién general a la natura- leza y a los objetivos del trabajo de preservacién y conservacin de los materiales bibliogrdficos. No se propone suministrar una lista exhaustiva de métodos y practicas en detalle, pero si pretende crear una actitud sensible a la preservacién en los biblio- tecarios y en las bibliotecas”3. Desde nuestra perspectiva personal, los aspectos mas innovadores que aporté este documento para la configuracién de una nueva percepcién sobre la conservacién, in- ciden directamente sobre su propio concept, sobre la responsabilidad de su ejercicio y sobre el ambito documental al que debe ir dirigida. Hasta hace refativamente muy poco tiempo, la conservacién documental venia siendo concebida como una actividad técnica relacionada directamente con dos actua- ciones concretas: la encuadernaci6n de libros y publicaciones periddicas por una parte, y la reparaci6n o restauracién de libros y manuscritos antiguos por otra, permaneciendo considerada, en consecuencia, como una actividad de lujo reservada a selectivas biblio- tecas y archivos con fondos de extraordinario valor bibliografico y documental, quedan- do fuera por lo tanto de la responsabilidad de intervencin de Jos propios bibtiotecarios y archiveros. 182 Manual de Biblioteconomia En el documento marco a! que nos venimas tefiriendo, se distinguen tres concep- tos distintos‘, En primes lugar, la “preservacién”, que comprende todas las actividades econémi- cas y administrativas relacionadas con el depésito e instalacién de los materiales, la formacién del personal, los planes de accion, los métodos y técnicas referentes a la preservacién de los materiales de archivos y bibliotecas y a la informacion contenida en los mismos. En segundo lugar, la “conservacién”, que comprende los planes y practicas especi- ficas, relativos a la proteccién de los materiales de archivos y bibliotecas frente al de- terioro, dafios y abandono, incluyendo los métodos y técnicas desarrollados por el personal técnico. En tercer y tiltimo lugar, la “restauraci6n”, que comprende las téenicas y conoci- mientos utilizados por el personal técnico responsable de reparar los dafios ocasiona- dos por el uso, el tiempo y otros factores en los materiales de archivos y bibliotecas, Las implicaciones derivadas de esta nueva reorientacién adoptada para conservar Jas colecciones bibliogréficas son determinantes, pues afectan tanto al Ambito como al ejercicio de la practica conservadora. En efecto, la “preservacién” pasa a convertirse en una funcién necesaria para cual- quier biblioteca, no quedando circunscrita exclusivamente a las que poseen fondos per- tenecientes al Patrimonio Bibliogrdfico, Y los argumentos o razones esgrimidas para mantener esta consideracién, por otra parte, son bastante simples. Por un lado, esta la justificacién causa-efecto: cualquier tipo de informacién se encuentra registrada sobre tun soporte fisico, al margen de la distinta naturaleza que éste presente (pergamino, pa- pel, acetato de celulosa, poligster, goma laca, vinilo, etc.), y queda claro que su deterio- ro comporta asimismo el de Ja informaci6n en é1 contenida. Por otro lado, habrfa que considerar que la comunicacién sigue siendo el fin tiltimo de cualquier centro de infor- maci6n -biblioteca, archivo, centro de documentacién-, de forma que la preservacién no tiene sentido sino en virtud de mejorar el acceso a la informacién. No obstante, la ampliacién del ambito de la preservacidn a todo tipo de biblioteca no implica su resolucién a través de un mismo esquema de medidas 0 soluciones. Cada centro, en virtnd de las funciones que tenga asignadas, deberd tener su propio plan de preservaci6n, ajustado en definitiva a las necesidades derivadas del tiempo y tipo de uso que sus documentos deban estar preparados para recibir, para ser utiles y cumplir su misién de soportes de la informacién en ellos contenida. Por esta raz6n, ios planes de preservacién estatdn plenamente condicionados por los correspondientes tipos de bibliotecas y por las funciones que éstas tengan encomendadas’. Todo ello sin olvidar que la clave del éxito de politicas a gran escala quedaré cifrada en la cooperacién, Concebida de esta manera, la preservacién se convierte en una actividad de ges- tién que afecta de Ileno al ejercicio profesional de los bibliotecarios, y su desempefio debe partir de tres premisas bésicas: la preservacion es una responsabilidad de gestion al més alto nivel; el plan de preservacién debe tener un reflejo fundamentado en los capitulos del presupuesto general; la preservacién implica a todo el personal del cen- tro, no quedando relegada, como antes, a la responsabilidad del conservador/restaura- dor que trabaja aisiado en un laboratorio’. Los problemas que debe solucionar la preservacién son de naturaleza diversa, ya que sus Objetivos son dos muy diferentes: — Preservar los nrateriales bibliograficos y documentales en su forma fisica origi- nal. Capitulo 9: Conservacién de lacoleccién 183 — Preservar el contenido intelectual de la informacién registrada, transfiriéndola a otros soportes. Por todo ello, el entorno fisico que rodea al documento, es decir, las condiciones de su instalacién y almacenamiento, aunque resultan determinantes para mantener su co- rrecto estado de conservaci6n, sdlo constituyen una parte del problema. También estd el uso y la manipulacién a los que se tiene que ver sometido, tanto por parte del usuario como por parte del bibliotecario. No menos determinantes resultan las posibles contin- gencias de naturaleza catastréfica que atentan contra su seguridad (inundaciones, incen- dios, robos, etc.). Los sistemas técnicos de reproduccién para transferir la informacién a otro soporte més estable y accesible, resultan, en la actualidad, determinantes. Final- mente, esté el problema de la calidad de los materiales que configuran la materialidad del propio documento. Damos a continuacién unas directrices basicas que puedan servir de guia para de- finir un plan de preservacién en bibliotecas. 9.2. Analisis de la situacién: evaluacién de las necesidades de conservacién Cada biblioteca, como queda dicho, debe determinar sus necesidades particulares de conservacién y, a partir de éstas, desarrollar su propio programa, dado que es im- posible que se presenten condiciones idénticas en bibliotecas diferentes. Por tanto, el primer requisito para definir un plan de preservacion es poseer informacién fidedig sobre el estado de conservacién que presenta la coleccién, sobre las condiciones fisi- cas del entorno que la rodea y sobre los sistemas empleados para su instalacién y ma- nipulacién habituales. E] método para recabar dicha informacién debe ser, ante todo, sistemético, y tam- bién suficientemente exhaustivo como pata reunir todos los datos capaces de reflejar un diagnéstico puntual y preciso de la situacién; el estudio y posterior andlisis de estos datos permitiré evaluar y seleccionar los métodos més ajustados para definir el plan de preservaci6n. George M. Cunha y Pamela W. Darling elaboraron dos magnificos cuestionarios cuya amplitud, precisién y sencillez, sobre todo en los aspectos relacionados con la inspeccién del edificio, han garantizado su éxito, constituyendo dos extraordinarias guias para recoger y clasificar toda la informacién que precisa ser evaluada antes de definir un plan de preservacién’, La naturaleza y magnitud de los problemas de conservacion que presenta la calec- cidn resulta asimismo fundamental en la definicién del plan de preservacién, y para conocerlos es preciso determinar y cuantificar el nivel de deterioro que tienen las obras y la prioridad del tratamiento més adecuado que éstas requieren. Las metodologias desartolladas en el ambito de las bibliotecas universitarias nor- teamericanas ~California, Stanford, Yale, Siracusa, Urbana-Champaign- constituyen un eficaz y répido sistema de evaluaci6n para fondos de similares caracteristicas, ha- biendo sido utilizadas igualmente en el Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales de la British Library y en la biblioteca universitaria del Trinity College en Dublin, Los resultados de tales evaluaciones permiten conocer el alcance global del deterioro que ofrece una determinada coleccién y la naturaleza del mismo, la cuantifi cacién de recursos financieros necesarios para subsanarlo y, en consecuencia, posibil tan una planificacién racional para actuar sobre e] problema’, 184 Manual de Biblioteconomia 9.3. El entorno ambiental La naturaleza organica de los materiales bibliograficos hace que éstos sean intrin- secamente perecederos y susceptibles de procesos de deterioro debidos a reacciones ocasionadas por los factores de cardcter fisico -luz, temperatura, humedad relativa-, quimico -contaminacién atmosférica~ y biolégico —accidn de plagas— presentes en el entorno ambiental que los rodea. Asimismo, no puede obviarse la existencia de otros factores ocasionales, como el robo y el vandalismo, y otros de cardcter catastréfico -incendios, inundaciones, terremotos, guerras, etc. que también comprometen la se- guridad de las colecciones. Por ello, el primer objetivo de un plan de preservacién deberé quedar cifrado en conseguir unas condiciones Optimas para el depésito y acondicionamiento de los ma- teriales bibliograficos de acuerdo a las normas que serdn expuestas a continuacién, es- tableciendo cuantas medidas de control sean necesarias para anular o reducir el dete- rioro ocasionado por estos factores naturales u ocasionales sobre los mismos. Respecto al alcance de esta normativa, la IFLA ya aclaraba en 1986: “Es poco rea- lista pretender conseguir condiciones idéneas de conservacin en todas las biblioteca y para todos los materiales. Sin embargo, una de las responsabilidades fundamentales de los bibliotecarios es tener conciencia de los dafios que pueden derivarse de aceptar condiciones por debajo de estas recomendaciones y guiados por estos conocimientos, establecer prioridades que aseguren la existencia de un entorno adecuado de conser- vacién, para la preservaci6n de las colecciones de su biblioteca”’. 93.1. El depésito La biblioteca entendida come edificio, es decir, como construccién arquitecténica, constituye la mayor garantia de consetvacién para los materiales bibliogrdficos en ella instalados siempre que su estructura y los materiales utilizados se adectien a las reco- mendaciones vigentes en la actualidad™, Dentro de las 4reas que debe poseer toda bi- blioteca, la destinada a depésito es la mas importante desde el punto de vista de la conservacién, dado que es en ella donde habitualmente aparecen instalados los mate- riales bibliograficos. Por ello resulta de vital importancia que los depésitos se proyec- ten y construyan de acuerdo a las siguientes recomendaciones técnicas. 1) Situacién y orientacion. La orientacién septentrional es la mas conveniente ya que las variaciones térmicas entre el dia y la noche asi como entre verano e invierno son menores. 2) Dimensiones y capacidad. Como medida orientativa se calcula que una superfi- cie de 250 m? con una altura de techos de 2,30 m y utilizando el sistema de estanterfa fija de siete baldas, puede albergar 1.500 m.l. de documentacién. 3) Compartimentacién y altura de techos. Por razones de seguridad y funcionali- dad, el depésito debe estar compartimentado en salas con una superficie minima de 100 m? y maxima de 250 m*. Una altura de techos entre 2,30 m-2,50 m permite alcan- zar los documentos instalados en la tiltima balda de una estanterfa normalizada sin ayuda de escaleras. 4) Seguridad contra incendios. Todo el depésito contard con muros y puertas me- talicas cortafuegos-acordes a la normativa NBE-CPE-91. Si el depésito se reparte en varias plantas, los enlaces verticales entre éstas -escaleras, ascensores, montacargas-, Capitulo 9: Conservacién de la coleccién 185 se construirdn exteriores al mismo, con vestibulos cortafuegos en el acceso a cada planta y dentro de muros con idénticas caracteristicas en depésitos con una superficie superior a 150 m2. Asimismo, debera existir una salida de emergencia por planta (NBE-CPI-91), resultando aconsejable la instalaci6n de una manga de evacuacién pa- ra los documentos. 5) Cubiertas. La cubierta mas aconsejable es la de doble vertiente, pues facilita la rapida eliminacion de las aguas de Iluvia y permite la construccién de cdmaras de aire, que actiian de aislante higrométrico. 6) Resistencia mecdnica. La utilizacién de estanteria fija convencional requiere forjados preparados para soportar 750 kg/m’, mientras que el sistema denso o “com- pacto” precisa resistencias cifradas en 1.250 kg/m”. 7) Materiales constructivos y acabados. Estructura: preferentemente se empleara el hormigén armado. En edificios adaptados, los elementos constructivos de madera no sustituibles serdn consolidados y tratados con productos ignifugos e insecticidas. Cerramientos: los muros serén de piedra natural o artificial, o de ladrillo a cara vista, evitando los recubrimientos impermeabilizantes que impidan la transpiraci6n. Pavimento: los suelos seran de material pétreo pulimentado con un desgaste mini- mo a la abrasién (UNE, 41001, 41008) o de resinas sintéticas termoestables, con el menor ntimero de juntas, El material mds apropiado es el terrazo, de color claro, se- mipulido, sin brillo y de las maximas dimensiones. Paramentos y techos: los revestimientos de yeso y escayola empleados en las pare- des y techos llevaran una pintura lisa y de naturaleza plastica e impermeabilizante. En Jas paredes se emplearén colores mates, absorbentes de radiaciones lumfnicas, como el gris rosdceo 154, el pardo grisdceo claro 428, el amarillo palido 514 (UNE, 48103). 8) Elementos de cierre. Ventanas: los huecos se abriran en los muros menos ex- puestos a la insolacién y al influjo de los vientos, evitando por ello su presencia en los orientados al Sur, y su superficie no debe rebasar 1/10 de la del muro correspondiente. La carpinterfa sera, preferentemente, de aluminio anonizado 0 lacado, con elementos practicables y el maximo hermetismo, sin contraventanas ni fraileros. Puertas: se empleardn puertas cortafuegos metélicas RF-90, con cerraduras anti- panico y una anchura minima de un metro, 9.3.2. La iluminacién La intensidad luminica registrada a nivel de pavimento en el depésito, en la sala de consulta y en la sala de trabajo, podr4 presentar las oscilaciones siguientes: Depésito: 50-100 lux. Consulta: 500-750 lux. Trabajo: 250-500 lux. En salas de exposiciones no es aconsejable sobrepasar los 100 fux, resultando ne- cesario un nivel de 50 lux para los materiales mas delicados, como las obras ilumina- das o las manuscritas. El control de la iluminacién en el depésito deberd ejercerse tanto sobre el sistema de iluminacién natural como sobre el artificial: 1) Proteccién contra la luz natural. Ademés de respetar las dimensiones mdximas de Jos huecos xteriores, resulta aconsejable instalar las filas de estanterfas de forma perpendicular a las ventanas. También podran ser utilizados en el acrista- 186 Manual de Biblioteconomia lamiento vidrios filtrantes de radiaciones ultravioletas y peliculas o barnices os- curecedores con caracteristicas especificas para este fin. 2) Iuminacién artificial instalacin eléctrica. E] alumbrado fluorescente es més recomendable que el incandescente por razones de ahorro enetgético. Su inten- sidad en el depésito no deber4 sobrepasar los 100 lux, ni emitir m4s de 75 mi- crowatios/lumen de U.V. Las conducciones eléctricas se alojaran en tubos de acero vistos ~sobre la superficie de los paramentos~ de caracterfsticas antide- flagrantes. Es conveniente que Jas lineas de alimentacién en el depésito sean independientes de las del resto de las zonas del edificio, Los interruptores se colocaran en el extremo de las filas en ei pasillo principal, existiendo ademas un interruptor general por sala. Las tomas de corriente, normalizadas y dota- das de tapadera, se instalardn cada 4-6 m de distancia y a 1 m de altura del sue- lo, para permitir el uso de aspiradores. 9.3.3, Control del microclima * Medidores Resulta aconsejable que los depésitos cuenten con sistemas de medici6n que per- mitan registrar los valores de temperatura y humedad relativa, bien a través de termé- metros e higrémetros, bien a través de termohigrégrafos. © Limites normalizados" Las condiciones ambientales recomendadas para la conservacién de los distintos soportes documentales son las siguientes: Soporte T°C HR% Papel 15-21 45-65 Fotografia b. yn. 15-20 30-35 Fotograffa en color 10-18 25-35 Filmenb. yn. 12-20 30-40 Film en color 10-20 25-35 Grabaciones 10-18 40-50 Magnético 14-18 40-50, Memorias dpticas 16-20 35-45 Microfilm, microfichas 18-20 30-40 * Ventilacion , El depésito deberd tener asegurada la renovaci6n del aire de acuerdo a un mini- mo de 0,25 Vseg/m?. Dicha renovaci6n se puede conseguir mediante un sistema de ventilacién natural © forzada, o bien mediante la apertura de las ventanas, controlando en este tiltimo ca- so que el aire esté exento de polvo y polucién. Capitulo 9: Conservaci6n de la colecci6n 187 © Sistemas artificiales de regulacion Cuando la temperatura y la humedad relativa del depésito rebasen las limitaciones anteriores, y tras un estudio previo del problema realizado por un experto, se podré re- gular artificialmente con los siguientes sistemas: calefaccién o refrigeracién por aire; deshumidificacién, humidificacién; climatizacién 0 acondicionamiento general del aire. 9.3.4. Control de la contaminacién atmosférica Los gases nocivos y los aerosoles de las atmésferas contaminadas varfan notablemen- te en los diferentes enclaves urbanos y suburbanos, tanto en lo que se refiere a la identi- dad de los mismos como a su respectiva concentraciGn. Si se considera que la atmésfera que rodea al edificio presenta un ambiente muy contaminado es recomendable verificar- lo por parte de un experto y arbitrar las soluciones oportunas. La National Preservation Office recomienda la filtracién del aire siempre que econémicamente resulte posible, con objeto de eliminar el 95 % de aerosoles que posean un didmetro superior a 2 ym. Los sistemas de proteccién més eficaces se basan en la instalacién de un sistema de acondicionamiento general del aire con capacidad de filtrado del mismo; no obstante, también se pueden disponer filtros de carbén activo, celulosa, resinas, etc., en los siste- mas de ventilacién, que anulan 0 reducen al maximo el paso de dichos agentes, exclu- yendo la utilizacién de filtros electrostéticos, ya que generan ozono. 9.3.5. Control bidtico: previsién contra plagas Los sistemas de proteccién més indicados para evitar la aparicién de plagas de mi- cromamfferos, insectos bibli6fagos y microorganismos, se basan en el mantenimiento de las siguientes condiciones: 1) Baja temperatura y humedad relativa. Las condiciones més favorables para el de- sarrollo Sptimo de las diferentes especies biblidfagas son temperaturas entre 25-30 "Cy humedades relativas superiores al 65 %. Por ello resulta aconsejable mantener un con- trol de bajas temperaturas y HR de acuerdo al clima éptimo. 2) Buena ventilaci6n. El aire viciado potencia el desarrollo de todas las especies bibli6fagas, raz6n que obliga a establecer una aireacién natural 0 forzada en el depo- sito siguiendo un indice de renovacién de 0,25 I/seg/m?. 3) Tluminacién. La intensidad luminica recomendable para el depésito (50-100 lux) sirve para reducir el campo de accién de gran parte de las especies bibliéfagas. 4) Ruido y vibracién. El uso normal provoca un nivel de vibracién y uido que dis- torsiona la tranquilidad de los pardsitos. 5) Vigilancia de vanos y huecos exteriores. Cualquier punto potencial de entrada de estas especies -puertas, ventanas- deberd ser vigilado escrupulosamente, proce- diendo a cegar todo tipo de juntas, grietas, etc. 6) Incorporacién de documentos no contaminados. Antes de incorporar los docu- mentos al depésito deberdn ser revisados y examinados atentamente, procediendo a su limpieza y, si lo requieren, a una fumigacién. 7) Limpieza. En principio, todos los documentos del depésito deberfan limpiarse dos veces al afio; si esto no es posible, ser preciso al menos una limpieza anual a fondo. 188 Manual de Biblioteconomia Los documentos pueden limpiarse manualmente con brochas, cepillos 0 trapos secos, nunca mojados, si bien resulta més conveniente la utilizaci6n de aspiradores manuales, Para la limpieza de los suelos no hay que utilizar nunca escobas pues levantan polvo, sino aspiradores semi-industriales. Los suelos de material poroso -madera, cerémica~ no deben ser fregados, pues absorben agua y alteran el control higrométrico, admitiéndolo sin embargo los suelos de terrazo 0 de cualquier material compacto impermeable, con la precaucién de recoger al maximo el agua empleada. Asimismo, los techos, paredes y es- tanterfas tendrén que ser limpiados, prestando una atencién especial a los rincones y a todas las zonas ocultas. 8) Control periédico. Los documentos serdn revisados minuciosamente con el fin de detectar cualquier signo de ataque, especialmente en las estaciones de primavera y verano, no retrasando nunca més de dos aftos dicha operacién. 9) Tratamientos preventivos con antisépticos, Al margen de la diversidad de opi- niones sobre la utilizacién o no de estos tratamientos, resulta aconsejable su utiliza- cién en aquellos depésitos con problemas de naturaleza bistica. Los productos desinfectantes y desinsectantes tendran que ser aplicados preferente- mente en las épocas de reproduccién de las especies, y su dosificacién dependerd del problema concteto a tratar. Los sistemas y productos preventivos mds aconsejables son: la sublimacién (paraformaldehido, paradiclorobenceno, timol), y la pulverizacién, nebu- lizaci6n 0 termonebulizacién (O-fenil-fenol, fenol, para-cloro-meta-cresol, formaldehi- do). En cualquier caso, resulta aconsejable contar con la ayuda y el asesoramiento de un experto. Para ambientes muy contaminados son més eficaces los métodos gaseosos, cu- ya aplicacién ser llevada a cabo necesariamente por un especialista. La busqueda de tratamientos alternativos a la utilizacién de productos quimicos para la erradicacién de plagas, ha llevado a desarrollar sistemas de diferente naturaleza, de los cudles, unos ya se encuentran en uso, mientras que otros todavia estén en una fase expe rimental: utilizacin de trampas de feromonas, rayos gamma, microondas, modificacin de atmésferas mediante tratamientos anéxicos y ultracongelacién. De todos ellos sélo el Ultimo -ultracongelacién— ofrece también posibilidades preventivas, centrandose actual- mente su utilizacidn en paises como EEUU e Inglaterra”, 9.3.6. Proteccién contra el fuego Ademés de las medidas de naturaleza constructiva consideradas anteriormente, el depésito deberd contar con un sistema de deteccién, que alerte la presencia de\ fue; y con un sistema de extinci6n, que sirva para anularlo. Existen sistemas de deteccin que activan automdticamente un sistema de extincién propio. Los sistemas de deteccién mas indicados para archivos y bibliotecas son los que actiian a partir de los gases y humos producidos en la combusti6n; dentro de éstos, los que funcionan por variacién de ionizacién son més sensibles que los fotoeléctricos. Los sistemas de extincién fijos son necesarios cuando las dimensiones del depésito o el nimero de compartimentos es grande. En depésitos con soportes tradicionales, el sis- tema més aconsejable es el de rociadores de agua nebulizada o muy pulverizada, cuya distribucién en el techo permita actuar segiin la localizaci6n y extensiGn del fuego. Los extintores portatiles deben ser considerados complementarios de los anterio- res, siendo los mas apropiados los de polvo polivalente ABCE, que deberdn ser some- tidos a las correspondientes revisiones periédicas. Capitulo 9: Conservacion de la coleccin 189 Ademés de estas medidas, las rutas de evacuacién de personas y documentos ten- dran que estar debidamente sefializadas, Igualmente, el plan de emergencia de la bi- blioteca deberd reunir todo un conjunto de actuaciones precisas para saber c6mo ac- tuar ante este género de contingencias. 9.3.7. Proteccién contra el robo y el vandalismo Salvo en ocasiones muy puntuales, los materiales bibliogrdficos no suelen ofrecer un valor comercial o incluso un valor de informacién confidencial que atraiga sufi- cientemente el interés de los ladrones. La mayor parte de los robes y acciones vandé- Jicas perpetradas han sido ejecutadas en la propias salas de consulta por lectores desa- prensivos, Por esta raz6n, las medidas preventivas contra dichas acciones deben ser més de carécter reglamentario que técnico, si bien unas y otras podrén complementar- se y Ser puestas en accién, Las més operativas son las siguientes: 1) La rigurosa separaci6n entre la sala de consulta y el depésito es una precau- cién bdsica contra el robo que debe asumir toda biblioteca. 2) Los lectores no deberdn introducir carteras y abrigos en las salas de Jectura, y resulta aconsejable un control de personas en la salida de la biblioteca. 3) La vigilancia de los investigadores durante la consulta no debe ser abandonada nunca por el personal del centro, especialmente las destinadas a consulta de li- bros raros y preciosos. 4) El sellado de los materiales es obtigatorio en fos reglamentos de la mayor par- te de los pafses, resultando una buena medida disuasoria para hipotéticos la~ drones y para Ja eventual recuperacién de los fondos sustrafdos, 5) Las grandes bibliotecas deben realizar un recuento anual para asegurar Ia co- rrecta colocacién de las obras e identificar los casos de pérdidas, 6) En el interior de los depésitos, no deben ser colocados sistemas de deteccién de intrusos por los efectos que pueden ocasionar sus radiaciones sobre la docu- mentacién, 1o cual no impide su presencia en otras zonas del edificio. 7) Las ventanas cuyo alfeizar esté situado a menos de 4 metros sobre cl nivel ex- terior deben recibir rejas e incluso una tela metélica suficientemente tupida pata impedir que se arrojen objetos al exterior. 8) Las puertas iran dotadas de cerraduras de seguridad. 9.4. La instalacién y manipulacién de las colecciones 9.4.1. Instalacion y almacenamiento Los sistemas de instalaci6n de los distintos materiales bibliogréficos inciden de forma directa sobre su estado de conservacién y, por ello, un plan de preservacion de- bera contemplar aspectos tan intimamente ligados a este problema como la calidad y disefio de Jos materiales empleados para fa instalaci6n y proteccién de las obras -mo- biliario, contenedores-, asi como la propia colocacion de las mismas. El primer aspecto que conviene destacar es la correcta adecuacién del sistema de instalacién elegido ~estanterfa, expositores, archivador, planero, éstos tltimos espe- cialmente indicados para documentos especiales como microfilms, diapositivas, posta- les, fotograffas o bandas magnéticas, y para grandes formatos tipo DIN A@, DIN 190 Manual de Biblioteconomta A1-, dado que las diferentes colecciones deben quedar alojadas en posicién correcta y protegidas del polvo, las deformaciones y los malos tratos. ‘Tanto las estantetias como el mobiliario especial deberén presentar dos caracteris- ticas bésicas: seguridad y solidez. Por esta razon tendrén que set metélicos, bien de acero o de aluminio anonizado. Hasta hace poco tiempo, el material mas recomenda- do ha sido el acero con pintura esmaltada al horno, pero una deficiente elaboracién de ésta tiltima puede deteriorar los documentos, y resulta més aconsejable el acero cromado. Asimismo, cualquier sistema de instalacién tendrd que estar desprovisto de elementos punzantes y de superficies rugosas; las estanterias deben evitar los fondos cerrados y, preferentemente, presentar costeros ciegos. En cuanto a la solidez, se esti- ma que un metro lineal de documentacién pesa 60 kg; por ello, s6lo se considera s6li- da y apropiada la balda que pueda aguantar 100 kg sin acusar combamiento. La disposicién de las estanterfas en el depésito también puede favorecer la con- servacién de las obras, y por esta raz6n es preferible colocarlas perpendicularmente a los puntos de luz y a la direccién de las vigas en el caso de forjados unidireccionales, asf como exentas de las paredes. La correcta colocacién de los documentos en las estanterfas debe ser vigilada. En este sentido resulta muy importante que las baldas posean medidas adecuadas a los do- cumentos que contienen; también resulta aconsejable situar la primera y tiltima baldas de los médulos a una distancia de 6-15 cm del suelo y del techo respectivamente, con objeto de facilitar la aireacién y la limpieza; finalmente es importante dejar una sepa- racién de 3-5 cm entre el coronamiento de los documentos y la balda superior. ‘Muchos materiales bibliogréficos precisan contenedores, es decir, unidades de con- servacion especiales destinados a protegerlos de las agresiones del medio, como cajas, carpetas, tubos, sobres, fundas-estuches, “passe-partout”, etc. Dichos contenedores de- berén ser, preferentemente, de materiales estables -con pH superior a 5-, cémodos y practicos, y de buena consistencia al uso. Reglamentos para la manipulacin La manipulacién indebida de los documentos constituye una de las causas mds frecuentes de su deterioro y no puede obviatse que ésta afecta tanto a los usuarios, es decir, a los investigadores y lectores, cuanto al propio personal técnico que trabaja en las bibliotecas. El respeto y cumplimiento de una serie de medidas muy simples pueden ayudar a frenar el deterioro de las colecciones bibliogréficas, y su exigencia, elevada a la cate- gorfa de reglamento de uso y manipulacién en la biblioteca, puede convertirse en ga- rantfa para la conservacién de las mismas, Citaremos a continuaci6n una serie de te- comendaciones prdcticas que, como se ver4, constituyen meros cambios de actitud frente a la ordinaria manipulacion de las obras: A) Reglamento para los usuarios + — Carteras, bolsos, abrigos, etc., deberén ser depositados en ei guardatropta y, en su defecto, cercanos a la mesa del vigilante de sala. — Mantenga Sus manos limpias durante la consulta, evitando dejar huellas en los documentos. No humedezca sus dedos para pasar las paginas. Capitulo 9: Conservacién de la coleccién 191 — No ocasionar pliegues ni torsiones en los documentos que puedan deteriorar- los. No se apoye sobre los documentos ni sobre los libros durante su consulta. — No tome notas sobre la documentacién. No utilice ningiin género de tintas ~estilografica, boligrafo, rotulador- sino lépiz, Nunca deberd subrayar ni reali- zar anotaciones en los documentos. No se ayude con el Idpiz para leer las Yineas de escritura, sino con un papel. — No disponga varios voltimenes abiertos unos sobre otros. No coloque un volu- men abierto de forma invertida sobre la mesa. —— Utilice papel o cartulina como separadores y marcas de lectura; nunca otro objeto. — No coja ios libros de las estanterfas por la cabecera sino por el lomo. — Las obras de libre acceso, tras su consulta, deben ser instaladas exactamente en su lugar. — No saque nunca las fichas del fichero. — Quedan prohibidos en sala todo género de alimentos -solidos y Ifquidos~ y materiales peligrosos -tinteros, colas y cellos, clips, tijeras, etc.-. — No abra nunca un libro mal guillotinado, lo hard el responsable de sala. — Extreme el cuidado en la manipulacién de! microfilm; huellas de dedos o abra- siones en la pelicula son objeto del deterioro de la informacion. — Consulte las colecciones fotograticas utilizando los guantes de algodén previs- tos para su manipulacién, — La fotocopia multiplica los riesgos de deterioro del papel; comprenda que el responsable de sala la prohiba para documentos encuadernados 0 de gran for- mato, pergaminos, papel vegetal, papeles deteriorados 0 cualquier otro docu- mento frdgil y valioso. — Agradeceremos la actitud de todos aquellos investigadores que deseen avisar el deterioro que presenta cualquier documento para que sean tomadas las me- didas oportunas. B) Reglamento para el personal técnico — En cualesquiera de las fases del tratamiento documental, el personal de la bi- blioteca se abstendrd de comer, beber y fumar. — La manipulacién de los documentos debe ser cuidadosa, evitando producir do- bleces, pliegues, arrugas, apilamiento indiscriminado de documentos, etc. Ex- tremar al mAximo la limpieza de las manos. — Evitar la incidencia prolongada de la luz y de cualquier fuente de calor sobre los documentos. — Las unidades de instalacién basadas en legajos y camisas deberdn presentar sis- temas de ajuste cuya presin no ocasione roturas en los documentos. No utilice clips. — Las etiquetas serén, preferentemente, blancas y engomadas; en su defecto, se evitaré el uso de colas a base de resinas. No utilizar tintas de anilinas, sino tin- ta china. + — El sellado de los documentos se realizaré con tampén de caucho o de cobre y con tintas inocuas. Para numerar los documentos se utilizaré tinta china. — Dentro de los dos 0 tres formatos de caja utilizadas para instalar los documen- tos, elegir el mas acorde al tamafio de éstos, de forma que resten unos 5 cm li- bres tanto a lo largo como a lo ancho. 192 Manual de Biblioteconomia — No coja de las estanterfas mas unidades de las que pueda transportar con ple- na garantfa. Utilizar carritos transportadores adecuados si la frecuencia de uso asf lo exigiera. — Instale Jos documentos en el depésito tras su consulta, evitando su amontona- miento inttil en la sala. — Realice un control del uso, revisando los documentos tras la consulta. 9.5, El plan de emergencia La definicién de un plan de emergencia constituye uno de los puntos imprescindi- bles dentro del plan de preservaci6n. En la actualidad, existen suficientes modelos que pueden actuar de guia para su configuraci6n, ya que han sido propuestos por cen- tros y organismos de notable relevancia, como la Biblioteca Nacional de Quebec, las bibliotecas y archivos de Escocia 0 el Northeast Document Conservation Center’. El plan de emergencia debe aglutinar dos tipos de medidas. En primer lugar, las preventivas, pues constituyen un intento de definicién de la infraestructura necesaria, tanto de cardcter personal como material, para dar una respuesta rapida a los dos ti- pos de siniestro mas comunes, incendios e inundaciones. Desde este punto de vista, se debe contemplar por ejemplo la confeccién y constante actualizacién de un listado de nombres y teléfonos de utilidad, como responsables institucionales, bomberos, trans- portes, seguros, empresas de servicios, etc. También es importante poseer un equipa- miento de seguridad que retina todos los recursos materiales imprescindibles para lle- var a cabo las tareas de recuperacién de los materiales siniestrados. El tercer aspecto que conviene tener perfectamente detallado es un plan de evacuacién de los materia- les afectados y un responsable de las tareas que éste comporta, teniendo determina- das de antemano las prioridades basicas del fondo. El segundo tipo de medidas que deben conformar un plan de emergencia son las centradas propiamente en las tareas concretas de recuperacién y tratamiento de los materiales siniestrados, donde figurardn las diversas actuaciones alternativas para es- tabilizar las obras e impedir su progresivo deterioro antes de ser restauradas por equi- pos profesionales. Las técnicas de estabilizacién mas frecuentes para materiales dafia- dos por el agua son: el secado al aire, el secado por congelacién, la deshumidificaci6n, el secado al vacfo y la liofilizacion. 9.6. Programa de repara 9.6.1. Actividades reparadoras Existe un nutrido grupo de actividades reparadoras que pueden y deberfan ser Ile- vadas a cabo por ef personal bibliotecario para procurar la correcta conservacion de las colecciones bibliograficas. Estos procedimientos de conservacién no poseen otro objetivo que el de prevenir deterioros futuros, constituyendo una especie de “prime- ros auxilios” que eviten males mayores y devuelvan a los libros su funcionalidad y po- sibilidad de uso. Ejecutar un programa de esta naturaleza no supone, en opinién de algunos exper- tos, “suplir o emular” actividades que requieren los conocimientos y la formacién es- pecifica de los restauradores. Se trata, sencillamente, de guiar algunas actuaciones pa- Capitulo 9: Conservacién de la coleccién 193 1a propiciar el comportamiento adecuado, solucionar alteraciones poco relevantes an- tes de que alcancen mayor gravedad y, en caso de complicaciones més graves, saber qué se debe hacer mientras se espera la intervencién de los correspondientes especia- listas en la Conservacién de Documentos Graficos. La seneillez. de estas actividades reparadoras no exime la definicién de un progra: ma detallado y preciso que de respuesta a tres preguntas esenciales: qué obras necesi tan ser intervenidas, qué tratamiento requieren y quién decide el tratamiento a seguir. Para establecer el orden de intervencién en las obras conviene utilizar criterios como el estado fisico, el valor documental y el uso de las mismas, mientras que en la selec- cién del tratamiento es ldgico que prevalezcan criterios econémicos, como su valor y la disponibilidad de recursos del centro, La responsabilidad de ta selecci6n del trata- miento dependeré de la naturaleza de las colecciones; ante ejemplares de singular va- lor bibliografico es preferible que la decisi6n recaiga sobre expertos en conservacién, mientras que ante ediciones corrientes, un bibliotecario con formacién en materia de conservacién y restauracién podrd decidir cabalmente. Un curso de entrenamiento para realizar estas reparaciones y adquirir las habilida- des y destrezas necesarias siempre sera necesario, resultando prioritario, posteriormen- te, el respeto a una serie de principios éticos que garanticen al maximo la integridad fi- sica y funcional de las obras. En este sentido resultard imprescindible aplicar productos de reconacida inocuidad y reversibilidad; renunciar a cualquier actuacién que suponga algtin tipo de riesgo; seleccionar técnicas que impliquen la minima intervencién y, ante cualquier género de duda, contar siempre con el asesoramiento de un especialista en conservacién y restauracién. La relacién de estas actividades reparadoras resulta undnime por parte de los di- ferentes tratadistas de la materia, pudiéndose concretar en las siguientes: limpieza manual y mecdnica de los documentos, eliminacién de las manchas més comunes, su- presi6n de parches y cintas autoadhesivas, reparacién de cortes y desgarros, reintegra- ciones puntuales del soporte, alisado y secado de documentos arrugados 0 plegados, encapsulado y limpieza y lubricacién de encuadernaciones en piel curtida'’. 9.6.2, La encuadernacién La encuadernacién constituye, sin ningtin género de dudas, uno de los sistemas de consetvacién mas importantes para gran parte de las colecciones bibliograficas. De hecho, ha sido durante mucho tiempo la tnica actividad conservadora desarrollada en muchas bibliotecas, aunque sin criterios muy definidos. Para establecer un programa de encuadernacién en una biblioteca resulta impres- cindible determinar qué obras tienen que ser encuadernadas, qué talleres realizarén el servicio y cémo serd la encuadernacién seleccionada en cada caso!®. La definicién puntual y precisa de este Ultimo aspecto no podra quedar arbitraria- mente a juicio del encuadernador, puesto que en la seleccién de la encuadernaci6n id6nea influyen aspectos biblioteconémicos tan importantes como, por ejemplo, la funcién desarrollada por la propia encuadernacién en el libro necesitado de ella: no podra ser tratada de la misma manera una novela de mucho uso en una biblioteca pti- blica, que una obra de referencia en una biblioteca especializada o, incluso, una obra rara de fondo hist6rica. Asf pues, uso y duraci6n serdn dos variables determinantes en la seleccién de la encuadernacién. También deberdn ser considerados otros factores, como la estructura fisica y el estado de conservacién del volumen e, incluso, contem- 194 Manual de Biblioteconomia plar si esa obra podré ser no fotocopiada. Finalmente, las consideraciones estéticas, en el caso de las encuadernaciones artisticas, deberdn ser respetadas al maximo, para lo cual, el bibliotecario debera poseer conocimientos suficientes de Historia de la En- cuadernacién para garantizar la mas adecuada. También habrd que contemplar el factor econémico. Hay que pensar que muchas veces puede resultar menos econdmico reencuadernar determinadas obras que repo- nerlas por otras nuevas; tampoco resulta aconsejable encuadernar libros o publicacio- nes periédicas que no han de ser conservados en detrimento de otros fondos de ma- yor importancia y uso més frecuente. 9.7. La preservaci6n de la informacién: técnicas de reproduccién y sistemas de almacenamiento La preservacién del contenido informative de las colecciones bibliogréficas a tra- vés de las diferentes técnicas de reproduccién y almacenamiento que examinaremos seguidamente, constituye uno de los puntos esenciales del plan de preservacion de una biblioteca, presentando Ja misma importancia y dimensién que el control del en- torno ambiental, la instalaci6n y manipulacién de las colecciones, la elaboracién del plan de emergencia y el desarrollo de un programa de actividades reparadoras. La definicién de un programa de reproducci6n para la obtencién de duplicados o copias de las obras esta fntimamente ligada a la seleccién, y su establecimiento deriva de una de las primeras cuestiones que deben quedar resueltas al iniciar el plan de pre- servacién en una biblioteca. Después de conocer con exactitud las obras que deben ser conservadas dentro de una coleccién, la primera pregunta que hay que hacerse an- te cada una de ellas es: gconservacin fisica 0 conservacién de su informacién? Todas las técnicas y méto:los analizados hasta el momento persegufan idéntica mi- sion: la preservacién fisica de la coleccién bibliogréfica, es decir, de su materialidad, y és- ta debe quedar garantizada cuando la obra posea un valor especial como objeto fisico”. Ahora bien, si esta condicién no se cumple y, a pesar de todo, la obra debe ser conserva- da, el medic utilizado serd la preservaci6n de su contenido intelectual, es decir, de la in- formaci6n registrada en la misma. Mientras la conservaci6n fisica es propia de bibliote- cas depositarias, es decir, de bibliotecas con responsabilidad de depésito legal y de todas aquéllas que poseen obras del patrimonio bibliogréfico, el resto de las bibliotecas deben preguntarse, icudl es el sistema més barato para hacer iit la informacién al usuario? ‘Ahora bien, un programa de reproduccién de esta indole puede afectar a distintas categorfas de libros o de materiales bibliogrdficos. En algunos casos, Ja especial rele- vancia de la obra obliga a realizar el duplicado como sistema de preservacién del ori- ginal frente al uso, con lo que la reproduccién no exime ni mucho menos la correcta conservacién de la misma en su soporte original; no obstante, resulta mds frecuente deshacerse de los originales una vez copiados por tratarse de ejemplares sin ningtin valor como objeto fisico y, generalmente, altamente deteriorados; también existe la al- ternativa de guardar los originales tras su reproduccién sin que éstos reciban poste- riormente ninguna atencién conservadora. Antes de iniciar la reproduccién de las obras cuya informacién va a ser transferida a otro soporte, es importante realizar dos consideraciones previas. La primera de ellas guarda relacién con el reemplazamiento del ejemplar, es decir, habré que saber si la obra cuenta o no con una copia ya realizada; en este sentido, la importancia de dispo- ner de un control bibliogréfico de los duplicados realizados en cualquier formato, re- Capitulo 9: Conservacion dela coleccién 195 sulta fundamental para rentabilizar esfuerzos humanos y econémicos en cualquier centro. La segunda consideracién se centra en una eleccién consciente del formato!8, siendo las técnicas de obtencién més habituales la fotacopia, la microfilmacién, la fo- tograffa!? y la transferencia a un soporte informético; la realizacién de facsimiles me- diante procedimientos fotomecdnicos o por digitalizacién y con una impresién final en offset, ha quedado restringida a manuscritos y libsos raros de extraordinario valor do- cumental, pero el elevado costo de esta técnica hace inviable su aplicacin masiva co- mo medio de conservacin bibliogrdfica. 9.7.1. Fotocopia La denostada fotocopia puede constituir un sistema apto para preservar el conte- nido informativo de obras cuyo uso es muy frecuente y poco culidadoso, resultando un sistema apto para pequefias y medianas bibliotecas que cuentan con el equipamiento adecuado. Sus ventajas frente a otros sistemas son las siguientes: la copia puede ser una au- téntica réplica del original; su calidad, si se utiliza papel libre de 4cido y un toner ade- cuado, puede ser permanente y duradera. Sus inconvenientes principales se centran en los siguientes aspectos. Resulta un sis- tema més caro que la microfilmacién para ejemplares que poseen més de 100 paginas. La severidad del proceso hace que resulte un sistema desaconsejado para libros con un papel quebradizo, lo cual no constituye un problema si posteriormente se retira el ori- ginal; en cualquier caso, habra que disponer de la maquina fotocopiadora més adecua- da, Generalmente, no se hace nunca un master, resultando sin embargo aconsejable para obtener cuantas copias sean necesarias; no obstante, ello implica conservarlo con- venientemente y aumentar las necesidades de espacio. 9.7.2. Microfilmacion Sin lugar a dudas se trata de la técnica mds utilizada en la actualidad -tanto en su variante de microficha como de microfilm- y la que posee todavia més futuro, a pesar del auge de los sistemas de almacenamiento informatico. Ademds de contar con una di- latada historia en las bibliotecas y archivos, su uso sigue experimentando un crecimiento progresivo debido a su conocida longevidad en condiciones idéneas de conservacién. Dentro de sus reconocidas ventajas destaca, en primer lugar y frente a cualquier otro sistema, la de carécter econémico, sobre todo para obras con un volumen impor- tante de p4ginas. La existencia de una normativa especffica para garantizar su produc- cién, almacenamiento y manipulaci6n, hace de la microfilmacién el sistema mas perma- nente, existiendo autores que han liegado a cifrarla en 1000-2000 afios (pelicula de sales de plata), Reduce considerablemente las necesidades de espacio. La produccién de co- pias a partir de la pelicula resulta barata y sencilla. La simplicidad del equipamiento ne- cesario para su lectura hace que no quede obsoleto en un futuro inmediato. Entre los inconvenientes més destacados figura la reconocida queja de cualquier investigador, es decir, la incomodidad de su uso, si bien los equipos de jectura, aunque caros, cada dfa resultan mds cémodos. El mantenimiento de unas estrictas condiciones de almacenamiento garantiza la permanencia de las peliculas, pero ello exige unos costos econémicos. Finalmente, no todos los materiales bibliogrficos presentan 1a 196 Manual de Biblioteconomia misma facilidad para ser microfilmados, resultando un sistema muy apropiado, funda- mentalmente, para libros con papel fragil y quebradizo y que tengan mucho uso. 9.7.3. Sistemas de atmacenamiento informatico La introduccién de las nuevas tecnologias informéticas para el tratamiento de la informacién en bibliotecas, archivos y centros de documentacion, ha alterado notoria- mente muchos de los procesos técnicos desarrollados tradicionalmente. Las enormes posibilidades de almacenamiento y acceso que ofrecen los soportes magnéticos y las memorias Spticas han originado durante esta tiltima década la puesta en marcha de importantes programas de actuacién que han servido para evaluar las ventajas e in- convenientes que presentan estos medios desde una perspectiva preservacionista. En la actualidad, y a pesar de la vertiginosa evolucin a la que se encuentran so- metidas las variantes tipolégicas més representativas, los diferentes tratadistas mani- fiestan una postura acorde frente al problema de la utilizacién de estas nuevas tecno- logias con fines de preservacién, destacando, entre otros, los estudios realizados por Michael W. Day y Michael Lesk2°, de quienes recogemos sus principales conclusiones. ‘Los soportes magnéticos, bien en forma de cinta o disco, constituyen el medio convencional de almacenamiento para los datos legibles por maquina y producidos por computadoras, procesadores de texto, sistemas de edicién, etc. Como parte de su funcién bésica, los soportes magnéticos estén disefiados de forma que sea sencillo “es. cribir en ellos”, es decir, corregir y borrar. Su uso creciente se centra en la creacién de documentos originales y para almacenamiento bibliografico u otro tipo de informa- ci6n con acceso on-line. La rapidez para variar o reformar la informacién en ellos con- tenida los hace id6neos para la explotacién activa de documentos —creacién, acceso y remodelacién- pero no validos para la preservacion. Por otra parte, los soportes mag- néticos precisan unas condiciones de almacenamiento rigurosas debido a su vulnera- bilidad ante los factores medio ambientales, Finalmente, y debido a su escasa perma- nencia, es preciso realizar rebobinados cada seis meses, una nueva copia anualmente y poseer una copia de seguridad para la informacién de mucha importancia. Todo ello implica una serie de gastos tan elevados que las bibliotecas y archivos dificilmente po- drfan asumirlos sélo con vista a la preservacién de sus fondos. En los tiltimos diez afios, los sistemas de almacenamiento 6ptico se han hecho ac- cesibles en grandes cantidades, apareciendo una gran variedad de dispositivos basa- dos principalmente en el formato disco que, para os no iniciados, constituyen una desconcertante jungla de acrénimos: videodisco, DON= Disco Optico Numérico, CD= Disco Compacto, CDA= Disco Compacto en Audio, CD-ROM= Compact Disk Read-only Memory, CD-I= Disco Compacto-Interactivo. En esencia, el disco 6ptico es un dispositivo de almacenamiento de datos basado en alterar mediante un rayo léser de alta potencia la superficie de un disco en forma codi- ficada binariamente, y detectar -leer- mediante otro rayo laser de baja potencia las al- teraciones grabadas en la superficie del disco a fin de reconocer la informacién conteni- da, El videodisco codifica analégicamente la informacién: la imagen se convierte en “pits” 0 modificaciones del soporte, distintas por su lugar y dimensiones, y estas modifi- caciones son luego convertidas en sefiales de video; pueden recibir color y sonido; ha si- do utilizado para e] almacenamiento de material fotografico, televisivo y filmogréfico. En el disco éptico numérico y en el disco compacto, la codificacién se realiza por medio de la digitalizacién de los datos, siendo aplicado para materiales impresos. Capitulo 9: Conservacién de la coleccién 197 En la actualidad, la oferta es excesivamente plural y dispersa, no estandarizada ni incluso en los didmetros de los discos. Muchos modelos son todavia fases intermedias y experimentales de un proceso investigador que busca distintos tipos de soporte -me- tdlicos de 6xido ferroso, aleacién de oro y platino, incrustaciones de haluro de plata so- bre un sustrato aislado, distintos compuestos derivados del teluro, tintes de metilo, tin- turas orgdnicas, ete y que ensaya grabaciones no destructivas con laser de baja potencia y con combinaciones de técnicas magneto-dpticas, Entre sus ventajas destacan las siguientes. En primer lugar su enorme capacidad de almacenamiento: pueden almacenar entre 60-100 veces mas datos que un disco magnético de igual diémetro; un “bit” ocupa apenas un micrOn, la distancia entre “bits” es de cuatro micrones, ofreciendo una densidad lineal de 5000 bits por pulgada. En segundo lugar, la gran seguridad del sistema, es decir, la informacién registrada, al ser codificada de forma digital, no puede sufrir degradacién, la imagen es siempre vir- tualmente la misma y, por ello, las copias realizadas tendrén siempre idéntica calidad, superando en este sentido a las microformas. También es preciso destacar su alta velo- cidad de acceso, similar a la de los discos magnéticos, y su mayor resistencia ante las posibles agresiones del medio. Entre sus inconvenientes sefialatemos dos definitivos: su elevado costo econémico, tanto de grabacién como de reproduccién, y sobre todo su permanencia, cifrada en un maximo de diez afios, resultando en consecuencia muy poco aconsejable hacer una completa reconversidn a lo que todavia no puede denominarse soporte de archivo. Por todas estas razones, el disco 6ptico constituye un sistema idéneo para el alma- cenamiento masivo de informacién, pero nunca, por ahora, con una finalidad de con- servaciOn permanente. Finalmente conviene recordar que no s6lo existen razones de cardcter técnico pa- ra hacer de los soportes magnéticos y de las memorias 6pticas sistemas poco recomen- dables para emprender programas de preservaci6n de materiales bibliogrdficos. En la actualidad, todavia quedan por resolver problemas intimamente ligados a estas nue- vas tecnologias, como, por ejemplo, los relacionados con el depésito legal, que en este caso también afectan a la microfilmacidn, !a obsalescencia de los equipos y la propia integridad de la informacién registrada. 9.8, Nuevas estrategias tecnolégicas El éxito para resolver los problemas que tiene planteados hoy la Preservacién de- pende mucho del desarrollo técnico y cientifico aplicado a este sector y, naturalmente, esto no se consigue sin importantes recursos econémicos. El papel desempefiado en este sentido por las bibliotecas nacionales es determinante, pues deberian ser las en- cargadas de tomar la iniciativa para poner en marcha y potenciar nuevos avances tec nolgicos, tal y como lo vienen haciendo la Library of Congress con los procesos de desacidificaci6n masiva de papel, o la British Library con los sistemas de digitaliza- cién de imagenes y los procedimientos de reforzamiento del papel. Los campos de investigacién més importantes en los que actualmente se est4 tra- bajando con objeto de desarrollar nuevos avances tecnolégicos son los siguientes: nuevos soportes para que los materiales bibliograficos resulten mds durables y menos susceptibles al deterioro; pruebas de envejecimiento acelerado para calcular la longe- vidad de los nuevos soportes; técnicas de recuperacién de materiales bibliogrdficos si- niestrados a causa de catdstrofes, como la liofilizacién y sus efectos sobre los distintos 198 Manual de Biblioteconomia tipos de papel; utilizaci6n de diferentes tipos de radiaciones para el control de plagas y tratamientos para proteger a la piel de la accion de la polucién atmosférica. Dos extraordinarios ejemplos de la aplicacién de las nuevas tecnologias a la preser- vacién son el papel permanente”! y los procedimientos de desacidificacién masiva®, cuya utilizacién constituye ya un hecho dentro de un sector cada dia més amplio de bibliotecas y archivos, y cuya promocién deberd partir necesariamente de todos los profesionales de 1a Documentacién preocupados y comprometidos con los problemas de la preservacién de la informacién. NOTAS AL CAPITULO 9 1 Sin pretender una bibliografa exhaustiva, facilitamos a continuacién una seleccién de los principales tratados o manuales sobre esta materia. CONSERVATION in the library: @ handbook of use and care of traditional and nontraditional materials. Ed, Susan Garretson Swartzburg, Westport: Greenwood Press, 1983. CUNHA, George Martin, CUNHA, Dorothy Grant: Library and Archives Conservation: 1980s and beyond, Metuchen: Scarecrow Press, 1983. HARVEY, Ross: Preservation in libraries. Principles, strategies and practices for librarians, Mun- chen: Bowker- Saur, 1993, MORROW, Carolyn Clark: The preservation challenge: a guide to conserving library materials. New York: Knowledge Industry Publications, 1983. PRESERVATION of library materials: conference held at the National Library of Austria, Vienna, April 7-10, 1986, Ed. Mertily A, Smith, Munchen: K. G. Saur, 1987. PRESERVATION of library & archival materials. Andover: Northeast Document Conservation Cen- ter, 1994, RITZENTHALER, Mary Lynn: Archives and Manuscripts: Conservation: a manual of physical ca- re and management. Chicago: Socity of Americast Archivists, 1983. RLG Preservation Manual, Stanford: Research Library Group, 1986, SWARTZBURG, Susan G.: Preserving library materials: a manual, Metuchen: Scarecrow Press, 1980. 2 El texto original fue publicado en JFLA Journal, vol. 5 (1979), n° 4, pp. 292-300. Para contribuir a su di- fusidn, la comision de Conservacién realiz6 una traduccién en francés, italiano y alemdn. La versién francesa esttvo a cargo de DUREAU, Jeanne-Marie: “Principes de conservation et de restauration des collactions dans tes bibliothéques”, Bulletin des Bibliothéques de France, t. 25, n° 4 (1980), pp, 161-166. El texto original de la revisién efectuada en 1986 fue compilado por DUREAU, Jeanne Marie y CLEMENTS, David W. G.: Principles for the Preservation and Conservation of library materials. IFLA Professional Reports n° 8. IFLA, The Hague, 1986. Existe una traduction espafiola a cargo de Alicia GIRON GARCIA: Principios para la preservacion y conservacion de los materiales bibliograficos, Ma- drid, Direccidn General del Libro y Bibliotecas, Ministerio de Cultura, 1988, DUREAU, Jeanne Marie y CLEMENTS, David W. G.: op. cit, p.5. fdem, pp. 5-6. ‘Véase el capftulo de este manual sobre el Concepto de Biblioteca. El desarrollo teérico més exhaustivo y ajustado sobre este tema ha sido realizado por FEATHER, John: Preservation and the management of library collections. London; Library Association, 1991, en especial, pp. 1413, 2 1 « Capitulo 9: Conservacién de la coleccisn 199 CUNHA, George M. Methods of evaluation the preservation needs in libraries and archives: a RAMP study with guidelines, Paris: Unesco, 1988. DARLING, Pamela W. y WEBSTER, Duane E.: Preservation planning program: an assisted self- study manual for libraries. Washington D.C.. Association of Research Libraries, 1987, cap. 5. DARLING, Pamela W. y WEBSTER, Duane E.: 0p. cit., cap. 6 DUREAU, Jeanne Marie y CLEMENTS, David W. G.: op. cit, p. 11. SIMONET BARRIO, Julio Enrique: Recomendaciones para la edificacién de archivos. Madrid: Diree- cidn de Archivos Estatales, Ministerio de Cultura, 1992 {dem, p. 32. No existe un acuerdo undnime en las condiciones climéticas propuestas para la conservacién de los diferentes soportes documentales, Por lo que se refiere a los documentos en papel, la United States Na- tional Bureau of Standards, en la norma “Air quality criteria for storage of paper-based archival re~ cords” (NBSIR-83-2795), recomienda temperaturas entre 18-24 °C y una humedad relativa de 40-45 % para documentos de acceso y uso ordinario, mientras que para documentos de comservacién permanen- te aconseja 10-13 °C y 35 %, La British Standards Institution en la norma “Recommendation for storage and exhibition of archival documents” (BSS454; 1989) propone 13-18 °C y 55-65 %. Para la conservaci6n de microformas, la norma ISO-5466 aconseja 21 °C y 40 %, mientras que AF- NOR propone 15-20 °C, 30-40 % de humedad relativa para peliculas diaz6nicas y vesiculares e inferio- res al 30 % para las peliculas de sales de plata. Pasa la conservacin de fotografias, Kodak recomienda temperaturas de 18-21 °C para fotografias en blanco y negro, 10-16 °C para negatives de nitrato de celulosa, 2 °C a -18 °C para fotografias en co- lor, y una humedad relativa del 40 % con una variaci6n limitada a +15 %: Pata la conservacién de registtos sonoros, la normativa inglesa (BSS454) recomienda 20°C (+/-2°C) y 45% (+/-5 %); para soportes magnéticos 18 °C (+/-2°C) y 40 % (+ 5 %); para los discos 6pticos aconse- ja seguir las recomendaciones espectticas de los fabricantes, proponiendo para el caso concreto de los video- discos temperaturas de 18-24°C y una humedad relativa entre 40-55 % Un sencillo y completo estado de la cuestién sobre este tema es el realizado por WELLHEISER, Johan- na G, Nonchemical treatment processes for disinfestation of insects and fungi in library collections. IFLA. Publications 60, Munchen: K. G, Saur, 1992. Gute d’élaboration d'un plan d'urgence. Preparado pat el Group de travail sur la conservation des co- Hections du sous-comité des bibliothéques. Montreal: Bibliothéque Nationale du Québec, 1995, ANDERSEN, Hazal, MCINTYRE, John E.: Planning manual for disaster control in Scottish libra- ries and Record Offices. Edinburgh: National Library of Scotland, 1985. “Emergency management”, En PRESERVATION of library and archival materials. Andover: Northeast Document Conservation Center, 1994, BUCHANAN, Sally A.: Planificacién, preparacién y recuperacién de siniestros en biblioteca’ y ar- chivos. Un estudio RAMP con directrices. PGI-88/WSI6. Paris: Unesco, 1990. VINAS TORNER, Vicente: La conservacién de archivos y bibliotecas municipales, Madrid: Banco de Crédito Local, 1991, p. 84. idem, especialmente pp. 84-108, SHEP, Robert L.: Cleaning and caring for books, London: Sheppard Press, 1983. CARRION GUTIEZ, Manuel: Manual de Bibliotecas. Madrid: Ediciones Pirdmide, 1990, pp. 402-409. Lirany Binding Institute Standards for Library Binding, 8 ed, Rochester: Library Binding Institute, 1986. MERRILL-OLDHAM, Jan, PARISI, Paul: Guide to the Library Binding Instinste Standard for Li- brary Binding. Chicago: American Library Association, 1990. Los criterios de valoracién més frecuentes son: antiguedad, rareza, valor estético, valor econémico, va- lor hist6rico y bibliogrdfico. El Research Libraries Group elabord un completo listado de “consideracio- nes para la retencidn de un item en su formato original”, el cual figura en RLG Preservation Manual, Standford: Research Libraries Group, 1986, pp. 82-84. 200 = Manual de Biblioteconomia 18 Para seleccionar el formato idéneo hay que valorar aspectos relacionados con la finalidad de la copia (sustituci6n 0 copia de seguridad), aspectos relacionadas con su uso (frecuencia de la utilizacién, rapi- dez para localizar la informacién, si el formato permite un acceso rapido), y aspectos técnicos (longevi- dad de la copia, condiciones éptimas de almacenamiento y acceso, conversiones posibles si quedara ob- soleta y normas para realizarla, costos de la nueva conversién, etc.). Todos ellos analizados por ROPER, Michael: “Policy for format conversion: choosing a format”. En PRESERVATION of Library Ma- terials. Conferencia celebrada en la Biblioteca Nacional de Austria, Viena, Abril 7-10, 1986, Ed. Merrily A. Smith, Minchen: K, G, Saur, 1987, vol. I, pp. 59-67. 9 PRESERVATION microfilming: a guide for librarians and archivists, Ed, Nancy E. Gwinn, Chicago: Ameri- can Library Association, 1987. MANUAL of archival reprography, Ed, Lajos Kormendy. Manchen: K. G. Saur, 1989, 2 DAY, Michael W.: Preservation problems of electronic text and data. Loughborough: East Midlands Branch, Library Association, 1990. LESK, Michael: Jmage formats for preservation and access. Washington, D.C.: Commission on Pre- servation and Access, 1990. 2. PRAS, Bernard, MARMONIER, Luc: Du papier pour l’étern ce. Paris: Ed, du Cercle de la Librarie, 1990. 2 BRANDT, Astrid-Christiane: La désacidification de masse du papier, Paris: Bil 192. :. L'avenir du papier permanent en Fran- théque Nationale, 10 EL SOPORTE DE LA BIBLIOTECA Hortensia Garcta Valenzuela 10.1. E1 edificio. Problemas planteados en la construccién. Ubicacién. Medidas de seguridad Gran importancia tiene este elemento ya que el edificio de una biblioteca est en relacién directa con la funcién de ésta, Se puede decir que la principal de la misma es el almacenamiento de informaciones que pueden ser titiles a cada individuo. Pueden distinguirse cuatro operaciones distintas en 1a funcion primaria de una biblioteca. Es- tas operaciones que constituyen un ciclo de uso podrian describirse como sigue: 1) La localizacién de la informacién. 2) La recuperacién de la informacion almacenada. 3) La comunicacién de la informacién a quien tiene que hacer uso de ella. 4) La devolucién de la informacién al puesto donde se conserva. Es por esto, por lo que, a la hora de proyectar una biblioteca, hay que tener en cuenta que cada secuencia del ciclo requiere su espacio caracteristico basado en la par- ticularidad de aquella funcién. La diferencia de importancia dentro del ciclo de uso ti ne las méximas repercusiones en la organizacin arquitecténica. De ahi que cada tipo de biblioteca requiera un edificio determinado. En cualquier edificio de una biblioteca existen una serie de problemas técnicos que hay que tener en cuenta a la hora de construirlo. Si estos problemas técnicos son bien planteados y estudiados, a la hora de realizar dicha construccién habremos con- seguido unas buenas medidas de seguridad. Dichos problemas son: la ventilacién, la instalacién eléctrica, la calefaccién y el fuego. 10.1.1. La ventilacién Necesaria en todb el edificio. Tanto en los servicios internos y puiblicos puesto que es donde trabajan personas e igualmente en los depésitos ya que si aqu{ se produjera 202 Manual de Biblioteconomia un aire acumulado favorecerfa el desarrollo de diferentes pardsitos y enemigos del li- bro, Hay que mantener sobre todo en los depésitos una temperatura que oscile entre los 20°C y una humedad relativa entre el 45 y el 55%. La ventilacién puede se natural o mec4nica. La natural se consigue con las ventanas abiertas en cada uno de los espacios fisicos de la biblioteca. La mecénica se puede plani- ficar como sigue: -— Existencia de un sistema central que controla la ventilacién de todo el edificio. — Este sistema se compone de los elementos siguientes: una caseta provista de dos torres de refrigeracién y un tanque de condensacién; unos conductos de chapa galvanizada de 200 mmi de diémetro que conducen el aire aspirado y otros de idénticas caracterfsticas que impulsan el aire renovado; rejillas rectangulares que aspiran el aire viciado y rejillas circulares que impulsan el aire renovado parcial- mente y enfriado. — El funcionamiento del sistema consiste en que el aire del exterior es aspirado por las rejillas de aspiracién mediante una turbina; de ésta pasa a los respecti- vos conductos de chapa galvanizada; de éstos es conducido a la torre de refri- geraci6n; en dicha torre es filtrado y enfriado y de aquf pasa al depésito de condensacidn; de éste depésito, y mediante los conductos de chapa galvaniza- da, se devuelve al exterior a través de las rejillas circulares. 10.1.2. La instalaci6n eléctrica La luz, al igual que la ventilacién, puede ser natural y artificial. La natural se po- dr4 aprovechar al maximo durante algunas horas del dfa y para el resto habré de recu- rrir a la artificial, Esta dltima es la que se puede planificar de la manera siguiente: * Indicaciones generales Las calidades mfnimas de los distintos elementos de la instalacién deberén ajus- tarse a unas determinadas normas. La reparticin de las fases debe prever que si cae una, las zonas quedardn asistidas por otra. * Elementos del sistema Los elementos que se consideran necesarios para la instalacién eléctrica de una biblioteca son los que a continuacién se relacionan: pantallas fluorescentes de 2 x 4 W, totalmente equipadas para empotrar con difusor incorporado y que se colocarian en los techos de todo el edificio; lmparas incandescentes de 1 x 60 W cada una con adaptador para empotrar en escayola; proyectores con lmparas dicréicas de 1 x 25 W cada una con transformador para 220/120 incorporado pata empotrar; equipos auté- nomos de emergencia y sefializacién con baterfa recargable con capacidad para 48 ho- ras; interruptores de encendido de luz del tipo Nyesse o similar; basés de enchufe con capacidad para 160 W de empotrar; enchufes con capacidad para 1.000 W de empo- trar y toma de tierra incorporada; hilo flexible para dos circuitos de alumbrado; hilo para toma de tierra para los circuitos de usos varios; cajas de empalme y derivaci6n; un cuadro general dé mando que se colocard en el vestibulo y que ser4 accesible sola- mente al personal encargado de las instalaciones eléctricas. Capitulo 10: El soporte de la biblioteca 203 © Estructura del sistema El sistema debe quedar estructurado en dos circuitos principales (I y II) que son de triple monofésico (R, S, T) a 220 V entre fases y neutro, es decir, un sistema com- pensatorio que equilibre la carga total entre las tres fases: R, S, T. La reparticin de estas fases prevé que si cae una, las zonas quedan asistidas por la otra. El circuito I abarca el alumbrado propiamente dicho, equipos auténomos de emergencia y enchufes sin toma de tierra, El circuito II alimentarfa el resto de los enchufes con toma de tierra, Estos circui- tos van previstos de toma de tierra y corresponden exclusivamente a los enchufes para 1.000 W destinados a alimentar estufas y radiadores eléctricos, méquinas de reprogra- fiar o similares que requieran de esa potencia. * Normativa espafiola Real Decreto 1587/1982, de 25 de junio (Normas para las conexiones eléctricas del sistema de deteccién de incendios). “Reglamento electrotécnico de baja tensién”. Publicado por el Ministerio de In- dustria. (Para la instalaci6n eléctrica.) Normas UNESA. “Reglamento electrotécnico para baja tensi6n: la instruccién MI BT 025”. (Para el sistema de deteccién de incendios.) 10.1.3. La calefaccion La calefaccién contribuye al confort de la biblioteca, por ello hay que tenerla en cuenta a la hora de edificar el edificio. Debe de respetar en todo momento las reglas de seguridad, Su instalaciOn seré realizada por equipos de especialistas. 10.1.4, El fuego Es el fuego uno de los peligros que més perjudican a los centros bibliotecarios. Por ello es necesario tener prevista una instalacién contra incendios y que se planifica asi: * Indicaciones generales La normativa que se ha de tener en cuenta en cada uno de los pafses respectivos y que se referirdn a los materiales y conexiones eléctricas. En nuestro pafs son las si- guientes: la instrucci6n MI BT 025 de} vigente “Reglamento electrotécnico para baja tensién” y demés disposiciones aplicables; que pata todas las conexiones eléctricas de la instalaci6n el cable a utilizar seré de 1,5 mm de didmetro del tipo PHR, con aisla- miento de polietileno; que el tubo a emplear ser4 con material de cloruro de polivinilo del tipo flexiblepl4s; las contenidas en el Real Decreto 1587/1982, de 25 de junio. Ademis de todo ello las paredes seran revestidas con materiales ignffugos y en los recintos existiran planos que indiquen donde se est4, salidas, extintores, etc. Como complemento existiré‘una iluminacién de emergencia. (Esto se ha tratado en el apar- tado de las instalaciones eléctricas.) 204 Manual de Bibtioteconomia * Elementos del sistema Como tales tendremos: pulsadores manuales de alarma y emergencia que se dis- tribuirdn por todas las dependencias excepto en los servicios higiénicos; una sirena ex- terior Ditonal con faro destelleante que se colocaria en la sala de lectura; un timbre de alarma para la evacuacién de emergencia de 150 mm de diémetro que se deber de ajustar a la normativa NTE/IPF43 y se colocard a la entrada de los pasillos; extintores de polvo seco polivalente de 6 kg de larga duracién, del tipo UNIX 0 similar; equipo de manguera contra incendios, ubicado en una caja metalica, alojada en la pared del pasillo, con puerta de vidrio con rétulo serigrafiado que diga “Rémpase en caso de in- cendio” y una manguera de unos 25 m de longitud, suficiente para alcanzar todas las dependencias de la biblioteca; conductores de tipo -PHR- bajo tubo PVC no inflama- ble; cajas de distribucién empotrada y no inflamable, colocadas a una determinada distancia y distribuidas por casi todas las dependencias; sensores detectores de humos distribuidos por todos los servicios excepto en los servicios higiénicos; central detecto- ra de incendios y una escalera de emergencia. * Caracteristicas del sistema Este sistema es un sistema automatico que descubre y sefiala inmediatamente los incendios en su inicio sin la intervencién humana. La unién de todos lo elementos anteriormente expuestos hace que el fuego se pueda detectar y controlar. En cuanto a la wbicacién de la biblioteca y para que ésta sea idénea debe tenerse en cuenta una serie de premisas como: — Que la zona esté situada a vias de acceso transitables y a Jos transportes pibli- cos para que sea accesible a los usuarios. — Que sea un terreno que permita conseguir las mejores conexiones entre sus distintos servicios y que en un futuro exista la posibilidad de extender algunos de estos, tanto a un mismo nivel como a distintos niveles. — Se procuraré que la forma del terreno sea lo mas regular posible. Con pre- ferencia cuadrada o rectangular en cuyo caso se elegiré el lado mas largo para la fachada principal. — También se tendré en cuenta la naturaleza del terreno eligiendo el ano y de- sechando el desnivelado. De igual manera se observaté la estabilidad del suelo y contextura del mismo que deberd ser verificado por sondeos previos para asegurar la firmeza de sus cimientos. — Se elegiré una superficie lejos de terrenos pantanosos, lagos, mares o rfos, con objeto de que no se produzcan filtraciones de agua. Si importante es el emplazamiento no menos importante es la elecci6n del edificio. 10.2. La distribucién de los servicios y secciones El uso y la experiencia a través de los tiempos ha conducido a distinguir, sea cual a la dimensién de una biblioteca, al menos cuatro partes constitutivas de sus locales. istas son: Capitulo 10: El soporte de la biblioteca 205 10.2.1. Servicios ptiblicos Constituyen el circuito del usuario, de los documentos y participante en las activi- dades realizadas alrededor del libro. Su niimero y distribucién se haré conforme a unos criterios determinados como: — Funcién de la sala: * Consulta. * Préstamo. * Actividades. — Categoria de usuarios: * Adultos. * Nifios. iy 4 Se a ae Si 1 2 3 4 5. Biblioteca ciculante para adultos. 6 Salade lectura para adultos, 7 8 9 Biblioteca cireulamte juvenl Saldn de lectura para nifos. Patio. 10 Bibliotecario, 1 Offcinas 12 Adguisiciones. 13. Catalogacion, 14 Almacenaje Figura 10.1. Esquema de la biblioteca municipal de Horsens, Dinamarca, 1961. Arquitectos: Jogen Juul Moller y Erik Laursen. 206 Manual de Biblioteconomia Naturaleza y cantidad de los documentos; control y préstamo de los documentos y calendario y horas de apertura, etc, Por ello los servicios mas comunes en una biblioteca general seran: — Vestibulo, pasillos, guardarropia. — Seccion de adultos: * Préstamo. * Consulta. * Periddicos. — Seecién infantil: * Préstamo. * Consulta y periédicos. * Hora del cuento. * Taller de expresin. — Discoteca (préstamo, auditorio). — Sala para trabajos en grupo. — Sala polivalente. — Sala de lectura de microformas. Figura 10.2. Biblioteca escolar de Hiroshima. Arquitecto: Kenzo Tange. Capitulo 10: El soporte de la biblioteca 207 10.2.2. Servicios internos A veces sacrificados en las pequefias bibliotecas ptiblicas, son indispensables para el buen funcionamiento de la biblioteca porque reagrupan los servicios administrati- vos y los servicios técnicos. © Servicios administrativos Se encargan de asegurar la gestiGn administrativa de la biblioteca. Recogen el des- pacho del director y su secretaria. * Servicios técnicos Son los que constituyen la cadena del tratamiento de los fondos, Puede haber una sala para cada una de las etapas del proceso (registro, sellado, catalogaci6n, etc.) o bien una sola donde se realice todo el proceso. El resto de los servicios no tienen un lugar espectfico dentro del circuito de los do- cumentos. Son esencialmente los talleres de reparaci6n, encuadernacién, reprografia y de fotografia, También se puede incluir aqui el garage de la biblioteca mévil. * Eldepésito No accesible al piblico, tiene una doble funcién: conservar los documentos y guardar todos aquellos fondos que se destinan al préstamo, a las salas oa los anexos 0 bibliotecas ambulantes. Su tamafio iré en telacién con los documentos y su posterior eliminacién. Se encuentra al final de la cadena documental. 10.2.3. De circulacién Aseguran un buen confort e higiene al edificio. Estos son los sanitarios, vestuarios y la calefaccion. 10.2.4. De locales anexos No son imprescindibles para el funcionamiento de la biblioteca. Pueden consistir en una sala de descanso, una cocina, una vivienda para el portero, una sala de forma- cién del personal, un aparcamiento para los vehiculos de los usuarios, etc. 10.3. Conexiones y sefializacion Determinados los servicios que va a tener la biblioteca, se decidiré la manera de conectarlos entre ellos. Las conexiones que podemos establecer entre los distintos servicios pueden ser de varias maneras segtin éstos estén en un solo nivel o en distin- 208 Manual de Biblioteconomia “eoaj011gIq BUN ap souOIODaS Se] ap UOONUSIC] “eUONbsE “¢-OT BINS Se Oe } son uo sume suonate9 soqsjoxs sooqgnd somes [] seaygd somusosvsopety sous soasag FR] sequounoop 3b J uoprpny | soueues souenisa, ‘osueosap 2S euosiag somes soprenisa, Capitulo 10: El soporte de la biblioteca 209 tos niveles. En el primer caso estamos hablando de las llamadas conexiones horizon- tales y se Jogran mediante una buena distribucién de puertas y pasillos. En el segundo caso se trata de las Ilamadas conexiones verticales y se logra mediante la colocacién de escaleras y ascensores para uso de los lectores y de un montacargas para el trans- porte de los fondos y materiales (véase Figura 10.3). En tercer lugar se puede hablar de las conexiones entre el depésito y otros servi- cios de la biblioteca, ya sean publicos o internos, Los sistemas mas usados son: — Sistema de espiral de descenso sobre la que los libros bajan verticalmente tres pisos. La espiral de descenso deposita los libros sobre una banda transportado- ra lateral a otro plano inclinado y, finalmente, una corta segunda cinta trans- portadora (véase Figura 10.4). — Sistema de tubo mecénico. Se utiliza si hay empleados permanentemente de servicio, y si las salas se encuentran lejos dei depésito (véase Figura 10.5). — Sistema vertical. Aparato que se coloca entre el montacargas y una mesa sobre la cual descarga las cajas con los libros (véase Figura 10.6). — Sistema de cintas transportadoras. Se pueden mover horizontalmente, lateral- mente y hacia arriba de modo que un solo dispositivo de manipulacién meca- nizada puede ser utilizado en varios pisos (véase Figura 10.7). — Sistema “Paternoster”. Empleo de cinta transportadora y cajas. Funciona con un dispositive magnético que puede mandar los libros a cualquier parte de la biblioteca (véase Figura 10.8). Figura. 10.4. Sistema de espiral. Depositando libros sobre una banda transportadora. 210 Manual de Biblioteconomia Recepeign 1 Recepeion Figura, 10.5. Sistema de transporte de pedidos por tubos mecénicos. Figura. 10.6. Sistema vertical mediante montacargas y cajas. Capitulo 10: El soporte de la biblioteca 211 Figura, 10,8. Sistema denominado “paternoster” que emplea cintas transportadoras y, normalmente, cestas 0 cajas para el traslado de libros. 212 Manual de Biblioteconomia Se completardn las conexiones con una buena sefializacién. La sefializacién se puede describir como una técnica compleja que agrupa elementos de la psicologia de la percepcién, e} grafismo, el urbanismo, la arquitectura, etc. y que en una biblioteca se constituye en un elemento que ayuda a la busqueda de Jos fondes y a la localiza- cién de unos servicios. La sefializaci6n de una biblioteca puede ser externa e interna, La externa es ajena ala misma y corresponde al ayuntamiento de Ia ciudad en donde esté enclavada el tea- lizaria. Por ello se procederé a solicitar a dicho organismo que coloque, en los lugares estretégicos de la ciudad, unos indicadores con ei término “biblioteca”. De esta mane- ra la biblioteca podrd ser localizada dentro de su comunidad como cualquier monu- mento 0 centro de interés de la misma. La sefializacién interna sf que corresponde ya a la misma biblioteca el realizarla. Dentro de la misma, lo mas frecuente es proceder a la sefializacin de los espacios y de las colecciones. Esta dltima seré de gran utilidad e importancia si el régimen de la biblioteca con respecto a sus colecciones es de acceso directo, Para su realizacién, la bi- blioteca tiene varias posibilidades: a) Encargar el trabajo a una empresa de comunicacién. b) Adquirir el material a una empresa especializada en mobiliario 0 en productos de sefializacién. c) Realizar en la propia biblioteca y con la ayuda de unos grafistas su propio sis- tema se sefializacisn. Figura 10.9, Ejemplos de pictogramas de orientacién. Informacién / Mostrador de préstamsos; Bi- blioteca adultos; Biblioteca infantil; Catalogos; Discoteca; Videoteca/Television; Publicaciones pe- Tiddicas; Sala de lectura; Direcci6n: derecha, izquierda; Direccidn: subir, bajar; No fumar, Silencio. Capttulo 10: El soporte de la biblioteca 213 En cuanto a los elementos que se pueden utilizar tenemos: los colores, las pala- bras y los simbolos. El color se elegira en funcién de todo el sistema y deber4 armoni- zar con el ambiente de la biblioteca. Las palabras deberdn expresar de una manera clara y correcta el mensaje que se desea transmitir. Los simbolos deberdn representar, mediante la imagen elegida, el concepto deseado. El soporte a utilizar para dicha se- fializaci6n estard en relaci6n con el lugar donde se vaya a colocar (murales, biombos, cartelas, etc.). cat EQUIPAMIENTO DE LA BIBLIOTECA Hortensia Garcta Valenzuela 11.2. Mabiliario Una vez que se han planificados los servicios dentro del edificio de la biblioteca, se procederd a la distribucién de su mobiliario y equipo correspondientes. Su eleccién correrd a cargo del bibliotecario y estard en relacién con el presupuesto asignado para ello, A la hora de realizar dicha elecciéa se puede escoger entre estas dos opciones: a) Encargar el disefio y elaboracién del mismo a un especialista. b) Aprovechar los ya existentes en el mercado, En ambos casos se procurard que sea lo mAs confortable po- sible y de facil movilidad dentro de los distintos servicios. El bibliotecario espafiol tiene a su disposicién una serie de casas especializadas en mobiliario de bibliotecas, de [as cuales ofrecemos una relacién: ELINTER, S.A. Azcona, 17-4° Fy G. 28028 MADRID Télex: 27351 Tel.: 91/246 60 68/69 INDUSTRIAS GAMA, S.A. Delegacién: Castell6, 36-3° F 28001 MADRID Tel.: 91/275 95 99 MANUFACTURAS METALICAS MAS Afueras, s/n. Balenya Hospitalets (Barcelona) Tel.: 93/882 01 11 RONEO Direccién comercial: Lagasca, 16-1° 28001 MADRID Tel.: 91/276 04 15 216 Manual de Biblioteconomia SIALCO. Sistema de Almacenamiento Cointra, S.A. Fabrica: Apartado-69 Alcalé de Henares (Madrid) Tel.: 91/888 18 00 Télex: 23730 INTRA E EI mobiliario a elegir y su distribucién seré el siguiente: 1) Estanterfas. Cuya altura podta oscilar entre 1; 1,50; 1,75; 2 y 2,20 m. Variacién de acuerdo con los servicios a los que se destinen. ‘Asi tendremos: a) Depésitos, donde las podremos tener bien metilicas (simples, de doble faz, para mapas) o bien Jos sistemas compactos. b) Despachos. En madera y simples. c) Servicios pablicos: para libros y para publicaciones periédicas, ya sea en posicién horizontal, vertical o inclinada. Todas ellas serdn movibles con objeto de poderlas adaptar a las necesidades de ca- da momento. 2) Mesas. Podrén ser en madera o laminadas. Se distribuiran por: a) Servicios pa- blicos, que serfn de una o doble vertiente para la/s sala/s de lectura. Para investigado- res. Para sala de consulta donde tendremos dos modelos: una horizontal y otra incli- nada para atlas o libros de gran formato. b) Servicios internos. Para los despachos y el resto de las dependencias. 3) Sillas. Podrén ser de igual manera en madera o laminadas y se distribuirdn por: a) Servicios publicos. Salas de lectura, salas de trabajo para investigadores, salas de consulta y, por supuesto, especiales para las salas infantiles. b) Servicios internos. Para Jos despachos y el resto de las dependencias. 4) Sillones y sofas. Estos sern de uso casi exclusivo de los servicios intesnos. Se utilizarén solamente en los servicios pubblicos en las salas de espera. 5) Taburetes. Se utilizardn en los depésitos. De diferentes tamafios y alturas, En Jas salas de lectura, si los fondos estan de libre acceso. 6) Excalera/s, Seran de mano y de diferente altura y de uso casi exclusivo en los depssitos. 7) Ficheros archivadores metdlicos. Para los servicios internos administrativos, En el interior se guardaré la documentacién en carpetas suspendidas. 8) Mosiradores de informacion y de préstamo. Pueden ser por médulos o por ele- mentos. Se intalarn donde esté ubicado os servicios de préstamo y de informacién. 9) Cubetas. Para bolsas de diapositivas, para discos y para albumes de discos. Quedaran instaladas en las mediatecas 0 discotecas. 10) Cajones. Para audiovisuales como diapositivas, cassettes, microfilms en tiras, microfilms en rollos, peliculas y compact-discs. De igual manera quedarén intaladas en las mediatecas. 1) Bolsas para diapositivas, para disquetes y para CD-ROMs. Quedarén instala- das donde se estime oportuno. 12) Carritos de madera o de metal. Para los depésitos y el transporte de os libros. 13) Vitrinas, Pueden ser horizontales 0 en b6veda. Se utilizarén para las exposicio- nes que se organicen dentro de la biblioteca. 14) Ficheros especiales para {os catdlogos. Podran ser de madera 0 metélicos. Que- darén intalados en las salas de consulta. 15) Mobiliario para vestuarios. Percheros, paragtleros, armarios para colgar la ropa, etc, 16) Mobiliario infantil, Especial para los talleres de expresi6n, ja sala de la hora det cuento, salas de lectura, sala de préstamo, sala de consulta y periédicos. Capitulo 11: Equipamiento de la biblioteca 217 11.2, Equipamiento técnico En cuanto al equipo y las maquinas necesarios, se iran instalando conforme a los puestos de trabajo desempefiados en cada uno de los servicios. Asi, es conveniente dis- tinguir entre los servicios internos y los ptiblicos. 11.2.1. Servicios internos 4) Servicios administrativos: — Maquinas de escribir manuales y eléctricas. — Ciclostil. Para la reproduccién de documentos (circulares, gufas de lectura, bo- letines de adquisiciones, octavillas de propaganda del bibliobiis, carteles, etc.). — Minigraph. Para la reproduccién de documentos especiales (fichas de los cata- logos, direcciones en cartas o sobres, membretes, etc.). — Fotocopiadora. Se puede desdoblar en los servicios publicos. b) Taller de encuadernacién: — Material: © Fotocopiadora. Encuadernadora universal. Prensa de percusi6n. Cizalla para cartén. Cizalla para papel. Guillotina manual. Banco para encuadernar. * Taburetes de respaldo mévil. — Instrumental: cosedora, tijeras, plegadoras de hueso y de boj, punzones, ptias de recortar, martillo de enlomar, etc. — Suministros: tela, cartones de diferentes colores, diferentes tipos de papel, hilo de lino, etc. c) Taller de restauracién: — Material: * Mesa especial para restauraci6n. ‘Aparato para laminar en frio. Aparato para secar documentos. Ribeteadoras de planos. Extintor de espuma. — Instrumental: balanza, cubo esmaltado, escalpelos, cepillos de quitar el polvo, botella de gas carbénico, etc. — Material fijo: de desinfeccién (uz autoclave o bien un local pequefio hermética- mente cerrado). De desacidificacién: dos lavaderos para las soluciones, escurri- dores, agua corriente filtrada. — Suministro: cola, papel de japén, acetato de celulosa, algodén hidréfilo, secantes, etc. d) Taller de microfilmacién: — Material: * Aparato fijo, de 35 mm, que pueda fotografiar planos, periddicos, libros. * Reveladora automatica. 218 Manual de Biblioteconomia * Maquina productora continua de microfilm, en pelicula argéntea, positivos 0 negativos. * Mesa de montaje de microfilm (visionadora y encoladora). * Mueble para conservar los carretes. * Aparatos de lectura de microfilm. © Mesas y sillas. — Instrumental: cubos y medidas para soluciones, bidones de pl4stico opaco para conservarlas, carretes, etc. e) Sala de reprografia: * Dos muebles de estantes formando cuadrados de 30 cm de lado. * Una fotocopiadora de cuatro colores, sistema ADF, ZOOM, clasificador y cédigos de edicién y seguridad incorporados. Una méquina de imprimir tipo ~offset- para formatos DIN A3 y cuatro co- lores, * Unmueble aparador con cajones y puertas correderas * Un mostrador dotado de cajones y estantes. * Una mesa para encuadernar de 1,50 x 0,90 m, con encuadernadora de canutillos. * Una papelera. 11.2.2. Servicios piiblicos a) Discoteca: tocadiscos, altavoces, magnet6fonos, casetes, auriculares, lectores de CD. b) Sala de lectura de microformas: Lector/es de microfilm y proyector de diapositi- vas. ¢) Sala de video y TV. Monitor, c4mara y aparato lector-grabador 0 magnetosco- pio y la TV que a su vez puede servir como monitor para el equipo de video. El uso de todos estos aparatos estar determinado por el Reglamento de la biblio- teca, A la hora de su adquisici6n ésta solicitard un periodo de tiempo para su prueba. Actualmente, nos tendriamos que plantear ademis la existencia del ordenador dentro de la biblioteca. En ese caso tendriamos: a) Una sala destinada a Centro de Proceso de Datos. b) Varios terminales, Estos terminales se deberfan instalar: — En los servicios piblicos: * Sala/s de consulta. * Mostrador/es de préstamo. — En los servicios internos: * Sala/s de proceso técnico. * Sala/s de trabajo adminsitrativo. De esta manera, cabria la posibilidad de automatizar los servicios de la biblioteca, tales como adquisiciones, catalogacién, préstamo y gestion econémica. COMPACTUS es un sistema de aimacenaje o archivo universal que garantiza una toial utilizacién del espacio. Los archivos y almacenes acondicionados segiin los sistemas clasicos, se componen de unos armarios-estanterias jas -no méviles- separados unos de otros por pasillos. COMPACTUS reduce a uno solo -o varios segtin sus necesidades- todos los pasillos imprescindibles en el sistema clasico. COMPACTUS se amortiza en breve plazo gracias al espacio ahorrado, cuyo valor es normalmente superior al de la instalacién. Capitulo 11: Equipamiento de la biblioteca 219 “SISTEMA CLASICO Sistemas de accionamiento segun sus necesidades 0 volumen del stoci ele # Manual Volante, Sisco ‘Automético Aulomatico Volante condoble aembragues. 2 pulsadores con reduccién. reduccién. Volante con triple reduccion Figura 11.1. Compactus. Fuente: Rev. Oficinas. Instalaciones, equipos y organizacién. 220 Manual de Biblioteconomia Figura 11.2. Mobiliario para despachos. Fuente: Catalogo comercial Borgeaud Bibliothéques. Capitulo 11: Equipamiento de la biblioteca 221 Figura 11.3. Mesas de lectura, sillas. Fuente: Catélogo comercial Borgeaud Biblioth@ques. 222 Manual de Biblioteconomia ARCHIVADOR altura normal 1.320 m/m. ARCHIVO Altura MOSTRADOR 1.020 m/m. ARCHIVOS altura MESA 740 m/m. Figura 11.4. Archivadores. Fuente: Catalogo DVSA. Capitulo 11: Equipamiento de la biblioteca 223 MEUBLE RANGEMENT AUDIQVISUEL IER mm tog mm sto nl ols nu a ‘outsses tlescopiques. Corps mélaminé Dane. panneaux Deas farce vent) Beds nls psntien oe Cots blancs alesse dn PVC aniichoc ®cokds plagues nae nature MEUBLE RANGEMENT AUDOYISUEL. HL 880 mm. 1040 mm P S10 rm. Tol rol nus sur ousses teescopiques. Corps melaming Blane svetare frdlal aque pany sur erin, colds précser Deux Fruteurs de aation du cords dans a Sucre, Pour _sperposiion possible dun tie supplémentate 44250 BLOC DE TROIS TIRO'S NUS Superposebie oy meubve 44253, pour en augmenter sa capacié (fxation par” Ms relleur). MEUBLE A PLATINE FHs890 mm -L 600 mm - P10 mm. 3 tableties mélaming bane pouventrecevoir une plane. un amp et wun ehole se daguer 321, Panneaux pleds Sir Nena. Deux fnitons Dosis ‘Soles bane alésés dun PVC. antichoe 424 LIPEMENTS INTEREURS DES TIROIRS AbbiovisuEtS 4 amanagrnet dats ooncon dea cases 11 evel pastique nore thermatorme jour Gascement haan Ge ceunts avec sapscte troir BSE = clasgement vertical de cassettes sone tu, ar rae Sng BEV" aneent Inde per pos 5x8 Bs ‘or 60 SBD = ee SOCAN TS Tae Ey meaming bine et ae pail eee =n a) SE eter iigencn capacte tra 36 SBS 2S “classement de dlsques compact avec él, capac par Fae SESS 90 IMPORTANT: pour un metleur accts ay contenu des tots, ceux.€ offen une sobe maximum st vivement-deconselle can tent pus gun ouvert 21a {ols cect metiant en cause fequlbre de meube, Figura 11.5. Mobiliario audiovisual. Fuente: Catélogo comercial Borgeaud Bibliothéques. 224 Manual de Biblioteconomia ct 4 : ‘i Figura 11.6. Mobiliario para exposiciones, Fuente: Catélogo BRM espace bibliothques. wre PORTE-MATEAUX A TETE PAVOTANTE IED mpeg. el mame okpropylane, dquipd” de. 2" croches "pore Fem eae Pes preteens oe lane, rouge, 0 noe preci 498 (Granslormable en mode entant 85950 mm pa reirait dun element de la Section cenrae), PORTE: MANTEAUX ET PARAPULIES EOV7e0 mm, base #aDaa00equlpe de 8 paeres.et din porerarapie op Menge penn site ihe iors ooge, “ane ool eer aro Capitulo 11: Equipamiento de (a biblioteca 225 PORTE MANTEALIA BT PaRAPLES Fogo om, base 0 360 rem, plement acier Simonté de’ ees el 3 crochetsen AS, porte paraplles en tle prforée, lq elons Fouges jaune Pot hole a preci 80 PORTE: MANTEAUX ET PARAPLUIES. HONGO mm, base g 360mm plement acer urmorté de ter ef 3 cog en ABS, poste parapies en tle periotee, nqua Colors Blane, Rouge une ou hole A precet Te (wansformable en roodéle enfant HL. 1360 mm par retrat de a section cent) MEUBLE VESTIAI TEES mmm 1 420 en, pannenx icles plus Néte marel ver ate suit rine, dessus ct cute (poo) carables ot chaussures) melamine Hane Smodle avec? laces equpe de 12 patéres en NiSrooge Tied modbie avec? faces tqupbe te V2 pes eh ABs rouge “chase PORTE-PARAPLLIES 1: 630 mm, base carrée 285 x 285 mm, en ABS Blane ‘isa PORTE: PARAPLLIES HOGIO mm, base © 260 ont, en ABS biane ia RTE MANTEAL POUR ADLLTES OU ENFANTS mn, base camee 28S 285 rym en AS, oar rn nt aor hn ei im poljeisiene gis lense. Lie avec crochets Traber roche 90. Quote combinsons pons: pase anche, tres bane arasinn S base blanche, treills rouge: renin base ise, ellis Blane reac Base rs treils rouge ares Tot Ge" crocs sirles rsloh eve PORTE-MANTEAUX A TETE PIVOTANTE 4 es mm, base ro elo ie de vere 0 mm plétement polypropsléne surmonté de 6 wes el Bcrochets an AS Caloris Bane, rouge ane os Figura 11.7. Mobiliario vestuarios. Fuente: Catélogo comercial Borgeaud Bibliotheques. 226 Manual de Biblioteconomia Figura 11.8. Hora del cuento. Fuente: Catélogo BRM espace bibliothéques. Capitulo 11: Equipamiento de la biblioteca 227 Figura 11.9, Mobiliario para nifios, Fuente: Catélogo comercial Borgeaud Bibliothques. 12 LOS USUARIOS José Antonio Gomez Hernandez La biblioteca ha de orientarse a los usuarios para los cuales existe y se financia, Toda la organizacién tradicional de la biblioteca, imbuida de este principio, debe revisar si la organizacion de los servicios técnicos, las tareas del personal, las colecciones y los servi- cios a los usuarios estan produciendo el maximo de satisfaccién y calidad alcanzable con las posibilidades de la biblioteca. El punto de partida es, I6gicamente, el estudio y conoci- miento de los usuarios, tanto de sus necesidades de informacién como de sus éxpectati- vas, usos y valoraciones de los servicios bibliotecarios. A continuacién, otro terreno fun- damental respecto del usuario es su formaci6n, que mejorar el aprovechamiento de los recursos y servicios bibliotecarios. Por tiltimo, los bibliotecarios, siendo sus bibliotecas lu- gares de encuentro y comunicacién, deberdn utilizar unas técnicas, unas condiciones y unos métodos de comunicacién que permitan a fluidez, el entendimiento, incluso el ca- Jor, en la relaci6n que humanamente se establece en toda biblioteca. 12.1, La orientaci6n al usuario de la biblioteca Una biblioteca orientada al usuario es aquélla que adectia sus espacios, la colec- cin, las normas de uso 0 la distribucién de los trabajos técnicos a las necesidades de Jos usuarios. Un buen servicio se arraiga en unas tareas técnicas realizadas con cali- dad, pero éstas no deben copar !a inversién y el tiempo laboral en perjuicio de los ser- vicios. Los objetivos son mejorar la accesibilidad, disponibilidad y conocimiento de Jos fondos documentales, reducir el tiempo de localizacién y acceso a la informacién y a los documentos, e ir adaptando la biblioteca en cada momento a las demandas de informacién cambiantes de los usuarios, utilizando los recursos informativos y tecno- légicos disponibles para conseguirlo!. En este enfoque de la biblioteca se asumen algunos puntos de la Economia y el Marketing. Se entiende la biblioteca como una organizacion de servicios no lucrativa. En ella, 1a fuente de la financiacién directa no es la venta o distribucién remunerada de los servicios, como:peurre en las empresas, donde los clientes, al adquirir y usar los productos y servicios, generan los ingresos que permiten su supervivencia. A pesar de 230 Manual de Biblioteconomta esto, una biblioteca debe evitar que se produzca una relajacién en su tensién hacia la calidad? en los servicios, pues al fin y al cabo, sus recursos son fruto de los impuestos de los ciudadanos. Del mismo modo que las empresas necesitan el estudio de su mer- cado para asegurar que sus productos sean atractivos, se conozcan y se desee consu- mirlos, las bibliotecas deben preocuparse por conacer a sus clientes y sus necesidades?. Y tanto los presentes como los previsibles intereses futuros, y de los usuarios reales co- mo los que podamos captar, para atenderlos con eficacia y eficiencia’. Esto implica que la biblioteca tiene que hacer esfuerzos por diferenciar necesidades y diversificar servicios, pues no todos los usuarios esperan, necesitan, desean o deman- dan lo mismo, La orientacién a los usuarios consiste por tanto también en flexibilizar las estructuras en funcién de la realidad sectorial e individual de sus posibles “clientes”, po- sibilitando la adaptacién de normas de acceso, colecciones, horarios, etc., a sus distintos sectores de demanda®. 12.2. El estudio de los usuarios Para que los servicios se adecuen efectivamente a los usuarios debemos conocer qué necesidades de informacién tienen éstos. El interés por los usuarios surgié en el Ambito anglosajén desde el primer tercio de este siglo, y ha abarcado aspectos como el conocimiento de los mismos, los medios de anilisis de sus necesidades, la sensibili- zaci6n, la formacién, y la evaluacién de los servicios a través sus valoraciones. En Es- pafia, los estudios de usuarios son recientes y est4n dificultados por la falta de instru- mentos estadisticos generales y actualizados, y por la escasez de condiciones en las bi- bliotecas. Si consideramos usuario a todo aquél que necesita informacion para el desarrollo de sus actividades profesionales o privadas, todo individuo lo es. Sin embargo, los usuarios reales son s6lo una pequefia parte, quedando los demas como “potenciales” clientes que hemos de interesar por nuestra biblioteca. Debemos comprender este he- cho desde dos 4ngulos: en primer lugar, nuestros servicios deben pretender llegar a to- dos tos que tienen derecho a él, incluyendo a los que todavia no son usuarios. En se- gundo lugar, cuando estudiemos a los usuarios debemos hacerlo de modo que nuestros resultados no sean sesgados, es decir, que no extrapolemas las conclusiones al conjunto de nuestra comunidad teérica de usuarios, si solamente hemos obtenido informacién de usuarios reales, cuyas opiniones y demandas no representaran al conjunto. Sanz ha definido los estudios de usuarios como el conjunto de estudios que tratan de analizar cualitativa y cuantitativamente los habitos de informacién de los usuarios, mediante 1a aplicacién de distintos métodos, entre ellos los mateméticos, a su consu- mo de informacién‘. Sus fines serfan: — El conocimiento de las necesidades de informacién, y del grado de satisfaccién obtenido. — Saber las motivaciones, actitudes, valores o deseos respecto de la biblioteca. — Evaluar la biblioteca: el usuario como fuente de informacién de la biblioteca. — Detectar problemas para adecuar los servicios o realizar cambios: adecuar los espacios, la formacién a las necesidades, etc. Cuando empréndemos un estudio de usuarios habriamos de seguir los pasos de toda investigacién: Capitulo 12: Los usuarios 231 — Identificar los objetivos del estudio o nuestras hipétesis. — Analizar qué informacién sera necesario obtener. — Recopilar la informacién disponible y disefiar un modelo de recogida de los datos de campo que requiramos. — Identificar la poblacién objeto de estudio y seleccionar la muestra adecuada. — Planificar la recogida de datos, los aspectos temporales, burocrdticos 0 mate- riales necesarios. — Obtener la informacién. — Analizar los resultados para realizar las conclusiones. — Elaborar un informe de investigacién que permita la adopcién de medidas coneretas en la biblioteca. Las fuentes de informacién sobre los usuarios son muy diversas. Podriamos agru- parlas entre aquéllas que cabe considerar directas, de campo -cuando obtenemos la informacién de lo que nos dicen los usuarios mismos~ 0 indirectas -cuando aprove- chamos datos factuales de la biblioteca a través de la Memorias estadisticas anuales que deben elaborar, analizamos las peticiones de préstamo o reprografia, o incluso in- formacién recogida por otros, ya de la biblioteca en particular o de la comunidad en que se inserta, en general-. 42.2.1. Obtencidn de la informacién sobre los usuarios de fuentes indirectas Mencionamos en primer lugar las publicaciones socilogicas realizadas a partir de encuestas y estadfsticas sobre la poblacién objeto del estudio. Realizadas por entes oficiales ajenos a la biblioteca, contienen desde datos demogréficos generales a datos més concretos sobre habitos culturales, cientfficos 0 intereses, prdcticas y consumos de informacién. Su funcién es ayudarnos en e} conocimiento de nuestra poblacidn: sus aspectos demograficos: edades, sexo, raza, etnias 0 flujos migratorios, nivel educativo y econémico; caracteristicas familiares, tasas de natalidad, mortalidad y desempleo, profesiones; las condiciones econémicas: negocios, poblacién por sectorés, tendencias econémicas, etc.; las condiciones sociales: instituciones educativas y culturales, clubes, sociedades, grupos religiosos, tradiciones ¢ historia de la comunidad; o la existencia de otros servicios informativos y educativos: otras bibliotecas cercanas, centros escola- res de Educaci6n, Primaria, Secundaria o Bachillerato, centros universitarios, sistemas de educacién a distancia, periddicos y revistas, librerfas, emisoras de radio y televisién locales, etc. Estas publicaciones suclen estar editadas por los Institutos Oficiales de Estadfsti- ca, ya estatales -que recogerdn los datos de todo el estado y luego los diferenciaran por regiones y ciudades, relacionarn los datos por sexo, edad, niveles de estudio o ta~ maifio de la poblacién de residencia, etc.— 0 por los entes equivalentes regionales, que publican Anuarios, series y estudios estadfsticas diversos, que la biblioteca puede uti- lizat como un primer marco de referencia para el estudio de su comunidad, En el terreno cultural tenemos, por ejemplo, la Encuesta sobre equipamientos, practi- cas y consumos culturales de la poblacién, que publica periédicamente el Ministerio de Cultura’; las Estadisticas de bibliotecas del INE, si bien suelen demorarse en exceso. Existen también informes sobre los habitos lectores infantiles que se estén realizando anualmente, como,los dirigidos por Pérez Alonso-Geta sobre Los valores de los nifios es- pajioles, que incluyen todo un apartado sobre sus hébitos y preferencias lectoras’, 232 Manual de Biblioteconomia Otras posibles fuentes de esta clase son los anilisis de citas y referencias, adecua- dos sobre todo en los campos de las bibliotecas de ciencias experimentales, donde nos servirén para conocer las publicaciones y autores que mas nos puedan demandar nuestros usuarios especializados en esas materias. También, el recuento de las peticio- nes de documentos en los servicios de préstamo interbibliotecario y fotodocumenta- cién, En estos casos se trata de aprovechar la informacién estadistica que la biblioteca tiene sobre nuestros usuarios: el total de consultas por tema, el porcentaje de consul- tas satisfechas respecto del total, el porcentaje de respuestas pertinentes, la demanda de libros por materias, los tipo de documentos prestados, la duracién de los présta- mos, etc. Ello orientar las adquisiciones, los soportes, las normas, etc. Por ultimo, podemos aprovechar los datos de los buzones de sugerencias y los ta- blones de anuncios 0 zonas de libre expresiOn. Incluso podemos aprovechar un recur- 0 que puede parece casi anecdético, pero de alto valor para comprender la imagen social de la biblioteca en la sociedad: estudiar a los usuarios por cémo se reflejan en la ficci6n literaria y cinematogréfica, y sus relaciones con bibliotecas y bibliotecarios®. 12.2.2. Obtencion de informacién de fuentes directas En este caso es el propio usuario quien informa de sus requerimientos, a través de cuestionarios o entrevistas. Resulta fundamental, de partida, haber definido previa- mente qué uso vamos a darle a la informacién recogida, y evitar recoger més informa- cién de la que podamos analizar. Debemos tener en cuenta que el andlisis nunca es un fin en si mismo, y que nuestro trabajo puede ser contraproducente, en un contexto en que los ciudadanos son frecuentemente atosigados por encuestas, estudios de opinién, etc. Nuestra encuesta puede producir expectativas que hemos de tener posibilidad de atender. Realizar encuestas sin experiencia y tiempo para su andlisis supondré la inu- tilidad del esfuerzo. Decididos a obtener la informacién de nuestros propios usuarios, debemos, en pri- mer lugar, identificar la poblacién que va a ser objeto de estudio. Estudiar sdlo a nues- tros usuarios reales suele ser més facil y preciso, pero se nos escapardn las razones de los que no usan la biblioteca, sus intereses, etc. En todo caso, debemos determinar el alcance de nuestro estudio, para que la muestra de individuos de los que obtengamos los datos sea representativa’®, A continuacién, identificada la muestra, debemos disefiar el cuestionario que nos permitira informarnos. Aunque podemos adoptar un cuestionario propio en funcién de lo queramos saber de nuestros usuarios, podemos y debemos considerar otros mo- delos previos, para evitar fallos, permitirnos comparaciones, etc. Hay cuestionarios muy generalizables, como los del Programa General de Informacion de la Unesco, di- sefiados para conocer las necesidades de informacién del puiblico en general, de profe- sores e investigadores, de profesionales, de zonas rurales y urbanas, explotaciones agrarias, etc. Los cuestionarios realizados para investigaciones aplicadas pueden tam- bién ser modelos, y existen ya propuestas en casi todos los campos: de usuarios de bi- bliotecas publicas, de universitarias, de escolares, de poblacién inmigrante, de invi- dentes, etc," Los cuestionarios pueden incluir preguntas abiertas, si las respuestas no se pueden tipificar previamente, o cerradas, cuando damos las respuestas posibles al usuario, que debe elegir entre ellas. Esto se hace si todas las opciones son previsibles y quere- mos calcular las frecuencias de las distintas respuestas, para categorizarlas. El cuestio- Capitulo 12: Los usuarios 233 nario debe ser, preferiblemente, estructurado, es decir, que las preguntas, ya sean abjertas o cerradas, se sucedan en un orden ldgico. Un cuestionario de usuarios sobre la comunidad atendida por una biblioteca pui- blica, por ejemplo, debe contener preguntas que abarquen estos datos: 1) Datos de identificacién: edad, sexo, profesién o actividad, distancia de la resi- dencia a la biblioteca, nivel econdémico, etc., que se convertirdn en variables a relacionar con las respuestas a las preguntas siguientes, y tratar de encontrar grupos o caracteristicas comunes de uso para distintos usuarios. 2) Datos de los usuarios: de su conocimiento y uso: cémo conocieron los servi- cios, desde cudndo, qué servicios usan -préstamo, consulta, fotocopias, audivi- sual...~, con qué frecuencia y qué horarios, qué tipos de documentos usan -tex- tos, ficcidn, revistas, periddicos, peliculas, obras de referencia, etc, cudles son las motivaciones para usar la biblioteca, cmo valoran la coleccién, si utilizan los catélogos y con qué frecuencia encuentran lo que buscan en ellos y en la bi- blioteca, si consultan al personal, y si usan otras bibliotecas. 3) Datos de los no usuarios; razones de no usar: falta de motivacién, demasiada distancia, no tener la biblioteca lo que se necesita, la buracracia, el horario ina- decuado, los fondos antiguos, la falta de tiempo, falta de divulgacién, la falta de medios econémicos, falta de medios para pagar el trasporte... Medios por los que obtienen la informacién que necesitan, en lugar de la biblioteca. 4) Datos sobre valoracién y expectativas: cémo valoran los servicios, con qué aten- cién y actitud son tratados, qué resultados obtiene en su basquedas bibliogréfi- cas 0 en sus demandas de informaci6n, qué servicios desearfan obtener, etc. Para obtener respuesta a estos cuestionarios, hay varios procedimientos: — Las encuestas por correo, que es 1o mas facil y barato, pero que consigue un bajo indice de respuesta. Es necesario formular claramente las preguntas, evi- tar que el formulario sea demasiado extenso y explicar claramente su objetivo. Debe hacerse un seguimiento para conseguir las respuestas, confirmando la recepcién, recordando el plazo de respuesta, etc. — Los cuestionarios escritos de respuesta in situ. Para obtener respuesta de los usua- rios de una biblioteca podemos pedirles que respondan un cuestionatio entregdn- dolo al azar a la entrada a la biblioteca. O, si se nos autoriza, durante las clases, si se trata de obtener informacion de todos los estudiantes de una universidad 0 un colegio, incluyendo a los que no usan las bibliotecas. En este tipo, aunque ia res- puesta siempre es voluntaria, el indice de respuesta serd probablemente mayor. — Las entrevistas personales. Alcanzan la mayor profundidad, y se asegura una alta tasa de respuestas, pero resulta cara en tiempo y personal, y es muy dificil con poblaciones grandes. Todo este proceso requiere algunos conocimientos basicos de estadistica, para ase- gurar metodolégicamente la validez de los datos obtenidos y los resultados. Y deben manejarse los programas informéticos disponibles para la gestién automatizada de da- tos estadfsticos. Estos permiten una facil introduccién de los datos, la produccién de tas tablas de resultados, relacionan las variables para encontrar coincidencias estadisticas y permiten la preséntacién mediante grdficos. Todo esto ayuda a obtener y argumentar las conclusiones, que deberemos aplicar a mejoras concretas de los servicios. 234 Manual de Biblioteconomia Los estudios de usuarios y la practica bibliotecaria hacen ya previsibles algunas de las aspiraciones informativas de Jos usuarios!?. En primer lugar, variarén segtin el tipo de biblioteca: en las especializadas, es ms concreta y determinable (revistas, congresos y cursos sobre la especialidad...) que en las piblicas, con un espectro de usuarios més amplio. También varian por los tipos de usuarios, ya se distingan por sus categorfas pro- fesiones 0 por criterios sociolégicos. Los estudiantes requieren obras de divulgacién; los investigadores, exhaustividad; los técnicos, pertinencia; los politicos y los administrado- res, precisién y actualidad; los profesores y divulgadores, los periodistas, obras de sinte- tizacién; y los ciudadanos, obras e informaciones de cardcter miltiple. Las demanda de documentos también depende de la cobertura, diversidad y profundidad de la colecci6n, de la disponibilidad y la accesibilidad, de la formacién de los distintos usuarios, ete. 12.3. Formacién de usuarios La necesidad de mejorar la formacién de los usuarios y hacerla cotidiana es evi- dente en un marco en el que sabemos que las bibliotecas ni tienen el lugar que les co- rresponde socialmente, ni son utilizadas por una gran parte de la poblacién. La falta de formacién de usuarios tiene sus raices principales en la carencia de bibliotecas es- colares, que impide el desarrollo de habilidades de informacién dentro del sistema es- colar. Pero la carencia se agrava con las tecnologfas actuales, que engendran dificulta- des y posibilidades nuevas. La educacién de usuarios es necesaria porque muchas veces las bibliotecas son sitios dificiles de usar, y porque el mundo de Ja informacién es en sf mismo complejo. La mayorfa de los usuarios tiene problemas para acceder al fondo por los catdlogos, especialmente fos de materias, E incluso muchos profesores e investigadores no saben utilizar las bibliotecas todo lo bien que debieran. La educacién de usuarios convierte al bibliotecario en profesor!?. Esto implica que debe preocuparse por ensefiar de modo pedagégicamente adecuado a lo que se quiere trasmitir, Y esforzarse por que su mensaje sea comprendido. La formacién de usuarios no es un despliegue la capacidad del bibliotecario, sino un esfuerzo por acer- car sus herramientas y productos adecuadamente a los intereses de los usuarios. Supo- ne dar prioridad al servicio respecto de lo técnico, asumir que debemos adaptar nues- tros esquemas a Jos usuarios, y no pretender que sea al revés. Que mas que ensefiar nuestras propias herramientas debemos hacer instrumentos que se utilicen facilmente. Otro presupuesto de la formacién es que debemos estimular, no agobiar o desanimar; no puede ensefiarse todo a la vez, ni pretender impresionar, sino interesar a los “alumnos” con una actitud positiva hacia ellos. Por ultimo, también debemos asumir que, con la formacién, la biblioteca adquiere un compromiso que debe afrontar, pues luego no puede defraudar a las expectativas que crea. Si se hace bien, mejorard la pro- fesidn bibliotecaria, su estatus, se apreciarén més los servicios de la biblioteca y los bi- bliotecarios serén mejor conocidos y comprendidos por los usuarios. El objetivo general de la formacién de usuarios es ensefiar a utilizar la biblioteca y sus recursos de informacién de forma eficiente y eficaz. Ello implica ayudarles a aho- rrar tiempo en el uso de los servicios, que la biblioteca resulte familiar, que se sepa usar los distintos sistemas bibliotecarios, las obras de referencia, que se conozcan los modos de hacer referencias, etc. También tiene que tener como resultado que cambie la acti- tud hacia la biblioteca, hacer ver que es un lugar agradable y acogedor, y adecuado pa- ra resolver sus hecesidades. Los usuarios deben llegar a un uso efectivo de la informa- cién, obteniendo resultados, pues la informacién como recurso se pierde si no se usa. Capitulo 12: Los usuarios 235 La formacién dependerd del tipo de biblioteca y del tipo de los servicios que ofrez- ca, Por ejemplo, si los usuarios no pueden usar el fondo en libre acceso, deben conocer los catélogos. Si estd en libre acceso, deben conocer la disposicién de la biblioteca, el sistema de clasificacién usado, el modo de ordenacién de los libros en los estantes. El ideal, como explicé Bernal, es que se consiga que los usuarios posean las habilidades documentales necesarias para ser documentalistas de s{ mismos, lo que incluye tam- bién que posean una destreza especifica en las nuevas tecnologias de la informacién y sus metodologfas, que no son s6lo medios, sino formas y modelos que influyen en la metodologia del trabajo intelectual". La metodologia para el disefio y la organizacién de la educacién de usuarios im- plica dar los siguientes pasos": a) Identificar los objetivos: los objetivos que nos podemos marcar pueden ser cognoscitivos, cuando queremos trasmitir destrezas informativas o intelec- tuales; afectivos, cuando mas bien queremos producir actitudes positivas hacia la biblioteca y lo que implica, y psicomotores, cuando ensefiamos destrezas operativas. Estos, a su vez, tienen un grado de complejidad que permite es- tructurarlos en basicos, intermedios, o avanzados. b) Conocer a los estudiantes. Se tratard de conocer el nivel de conocimientos pre- vios de los usuarios, sus habilidades, etc., para adecuar a ellos el contenido de la formacién. c) Analizar las circunstancias: los medios y el tiempo disponibles, el ntimero de estudiantes, la disponibilidad de recursos materiales, audiovisuales, si ser en la propia biblioteca o un aula, etc. d) Analizar el papel del instructor: las condiciones del bibliotecario que dard la formacién: (su motivacién, sus aptitudes docentes, su capacidad organizativa) debe procurar hablar clara y amenamente, no usar la jerga bibliotecaria, evitar resultar aburrido o timido. Hay que proyectar confianza, competencia, entu- siasmo respecto de la biblioteca, y establecer una relacién de cordialidad. Crear lazos de amistad y simpatta, sin descuidar la disciplina si es necesari e) Elegir las opciones de ensefianza. Debemos elegir el método didactico: si va~ ‘mos a trabajar en grupo o de modo individual. Si utilizaremos un estilo directo (mediante conferencias, clases tedricas, demostraciones, peliculas, guias, que es més econémico en tiempo y personal, pero menos activo y personalizado); semidirecto (estudio de casos, demostracién con actuacién del alumno, ins- truccién asistida por ordenador, instruccién programada) o indirecto (tormen- ta de ideas, investigacién, discusién). f) Organizar la instruccién. Decidido ya el método, el instructor y la duracién, debemos concretar los detalles para evitar fallos, falta de tiempo, planificat los ejemplos de busqueda de modo que esté cada libro en su sitio, la ficha bien in- tercalada, etc. Debemos clasificar la informacién a trasmitir, identificar los contenidos sobre los que queremos que recaiga la atencién, haciendo que ésta quede destacada. Las ayudas verbales o grdficas que utilizaremos, etc. Los principios basicos para el éxito del aprendizaje son: a) Que consigamos moti- vacién (que suscitemos la necesidad de saber y el interés por saber, la curiosidad o la conveniencia o el interés por la aplicacién practica de lo que va a ser aprendido). b) Que exista una buena organizacién de los contenidos a set aprendidos. c) Que logre- mos la participacién activa de los alumnos, pues es la mejor manera de aprender: hay 236 Manual de Biblioteconomia que estimular, animar a preguntar, dejar reflexionar y trabajar al usuario. Dar otras posibilidades, dejar que planteen retos. d) Conseguir retroalimentacién, es decir, lo- grar informarse y evaluar la eficacia del proceso, hacer un seguimiento de la mejora de actitudes y métodos de trabajo de los usuarios en la biblioteca’®, CUADRO 12.1. Objetivos de la Educacién de Usuarios (Svinicki y Schwartz) Objetivas Cognoscitivos Afectivos Psicomotores Conocimiento y com-| arse cuenta de que exis-|__ General- prensién de hechos y con- | te una situacién determinada | mente en las bi- ceptos (p. ¢j., saber qué es | (que es conveniente hacer una | bliotecas son de una obra de referencia; sa- | referencia de acuerdo a una | carécter basico: ber describir los servicios de | norma, saber las normas de la | saber usar un Nivel una biblioteca; saber los in- | biblioteca sobre el cuidado de | lector de micro- Basico dices principales de un cam- | los documentos, saber jas ra- | fichas, un termi Po de estudio) zones de una norma de uso, | nal, un video 0 saber explicar por qué una es- | un equipo de trategia de busqueda puede | mtisica. Los ob- hacerla més eficiente) jetives psico- motores presu- _ ponen también Aplicacisn de hechos 0} Deseo de aceptar un as- | objetivos cog- conceptos a nuevas situacio- | pecto de una situacién: las | noscitivos: de- nes (p. ¢j., saber utilizar un | normas de una biblioteca, o | be conocerse el Nivel diccionario para encontrar | desear citar correctamente | fin del manejo Intermedio | 8 dato; saber localizar en | en un trabajo, cumplir las | instrumental cada zona de la biblioteca | normas, seguir una estrate- | del ordenador, las obras de interés para un | gia de busqueda, consultar al | jos catdlogos. tema) bibliotecario si hay proble- | fos aparatos, mas etc. Anilisis de situaciones, Anilisis y estableci- sintesis, evaluacién de he- | miento de unos valores per- chos (p. ej., saber elegir y | sonales, (p. ej, defender su Nivel evaluar un producto infor- | propia evaluacién del uso de ‘Avanzado | mativo para un fin, saber | alguna obra de referencia, realizar una estrategia de | desear mantenerse informa- biisqueda para contestar a | do de las nuevas herramien- una cuestidn; saber evaluar | tas de referencia cuando sur- un conjunto de fuentes de | jan) referencia) La formacién més elemental de conocimiento de la biblioteca se concretard en vi- sitas guiadas, que deber4n apoyarse en gufas de uso sencillas y atractivas, que expli- quen las colecciones, los servicios, las normas y los espacios. La gufa de la biblioteca Capitulo 12: Los usuarios 237 estard en los mostradores de la biblioteca, en los servicios de informacion, en las se- cretatfas, en los clubes y asociaciones cercanas. También pueden hacerse presentacio- nes en video. Y es importante que se refuerce el conocimiento de la biblioteca con una buena sefializacién de los servicios. En un nivel més complejo se encuentran los cursos de instruccién bibliografica, co- nocimiento de las fuentes de informacién, uso de los catdlogos, de las obras de referen- cia, repertorios, revistas, abstracts, boletines de sumarios, gufas de fuentes instituciona- les y personales, etc. Es fundamental que los grupos sean pequefios, de no més de 15 estudiantes, que hagan ejercicios sencillos y aprendan con la préctica. También pueden hacerse cursos diferenciados sobre las publicaciones periddicas, su estructura, los caté- logos colectivos, el uso de abreviaturas e indices, las buisquedas de articulos en bases de datos, etc. En la actualidad, la generalizacién de los catélogos de acceso piblico en \inea -OPACS-, y de las bases de datos en CD-ROM, que cada usuario utiliza autonoma- mente en sus biisquedas, ha hecho de la destreza en el manejo de estos medios un ob- jetivo primordial de la formacién de usuarios. Debemos procurar que su uso sea muy interactivo y amigable, haciendo faciles las busquedas y los procedimientos, y, a la vez, que mediante la formacién se conozean los aspectos conceptuales, para evitar que se empobrezcan los resultados de su uso, por Tuido 0 pérdidas de informacién. Aunque el bibliotecario ya no haga las biisquedas, porque todo usuario puede acceder a la base de datos directamente, en la biblioteca o en su despacho (como ocurre ya gracias a las tedes locales extendidas en los centros cientificos y las universidades), tenemos el ries- go de que una falta de formacién provoque la falia de uso de estas posibilidades, o su insuficiente aprovechamiento, Para ello pueden introducirse métodos de ensefianza nuevos: por amigos, ensayo-error, sesiones de trabajo, etc.!7 12.4. Técnicas de comunicacién y relaciones piblicas Las técnicas de comunicacién y relaciones piblicas en las bibliotecas se basan en la necesidad de incrementar el uso y mejorar los modos de telacién que se dan entre biblioteca y sociedad. Pueden incluir, en primer lugar, aspectos relacionados con la sensibilizaci6n y la construcci6n de la imagen pablica de la bibliotecas. Y otros aspec- tos son los que mejoran la comunicacién: la deteccién de barreras a !a comunicacién, sus soluciones y las actitudes que la favorecen. 12.4.1. Sensibilizacién En los paises desarrollados, utiliza las bibliotecas como maximo en torno al 35% de la poblacién. En Espafia, los usuarios de bibliotecas estén en torno al 11%. Esto quiere decir que muchos individuos satisfacen sus problemas de informacién al mar- gen de las bibliotecas. Las bibliotecas deben dar a conocer sus servicios e interesar por ellos, para hacer subir el numero de usuarios, pues no estan sdlo para los que las usan, sino para los que pueden llegar a utilizarla, para los que la pueden necesitar. Un primer aspecto a mejorar es la sensibilizaci6n hacia la biblioteca, haciendo que se valore la importancia de su uso y del acceso a la informaci6n, y mejorando su ima- gen. A veces el 1suario no valora la importancia de informarse, 0 lo que le puede en- riquecer el uso de la biblioteca, o desconfia de que pueda obtener todas las informa- 238 Manual de Biblioteconomia ciones que necesita en la biblioteca, desconfia de las que recibe y su eficacia. Puede existir reticencia hacia los especialistas en informaci6n, resistencia al cambio de los hAbitos adquiridos, rechazo o incomprensién de las normas y limitaciones que impone la biblioteca, etc., miedo a preguntar, por temor a hacer el ridiculo, o incapacidad de asumir que no se sabe algo. Hay que invertir estos problemas de comunicacién, que a veces arraigan en una imagen tépica, y suscitar una predisposicién positiva. Cronin ha afirmado" que frecuentemente las bibliotecas publicas satisfacen muy escasamente a los usuarios, y van sobreviviendo pot la buena voluntad, las cortas ex- pectativas, y la relativamente simple demanda de la mayorfa de los usuarios. No dan en general buena imagen, cuando lo que realmente determina el uso del servicio bi- bliotecario es la yisién que el usuario tiene de éste. Los usuarios se tienden a confor- mar, por buena voluntad, acostumbrandose a reducir sus expectativas respecto de la biblioteca a lo que ésta da o lo que ellos tinicamente creen que les ofrece. Para que la sociedad sea consciente de la necesidad de acceder permanentemente ala informaci6n, hace falta convencerla de la necesidad de aprender a lo largo de toda la vida, y que ello entrafia aprender a manejar la informacion y las tecnologias que le dan accéso y la condicionan. Ello requiere actuar sobre el profesorado y los medios de comunicaci6n, para que difundan esta idea y hagan ver lo especial de la biblioteca. La biblioteca se puede utilizar a cualquier hora, se puede aprender en ella de cualquier materia, y desde cualquier punto de vista, no s6lo el oficial, o el admitido, o el del pro- fesor. Uno puede buscar por s{ mismo sus ideas, sus gustos; cada lector recrea el senti- do, haciendo su propia interpretacién y suscitando sus propios pensamientos; la biblio- teca permite ser autodidacta... Todo esto es destacar el valor propio de !a biblioteca, entré un conjunto diverso de servicios culturales, de informacién y de ocio. Por otra parte, la sensibilizaci6n es también fruto de la mejora en sf misma de los servicios: Jas campajias institucionales de sensibilizacién, normalmente realizadas pa- ra la promocién de la lectura, son necesatias, pero simultneamente deben mejorarse las infraestructuras, las bibliotecas escolares y municipales, etc.!? 12.4.2. La construcci6n de la imagen de la biblioteca Debemos empezar por crear una imagen adecuada, que facilite y anime al uso. La imagen es la vision global que los individuos tienen de una biblioteca, predisponién- doles a una determinada actitud hacia ella, La imagen de una biblioteca depende: a) De mensajes explicitos: desde la recepcién y orientacién inicial que recibe un lector al llegar a la biblioteca, que debe realizarla personal bibliotecario, hasta mensajes grafi- cos como carteles, anagramas, gufas de uso, pegatinas, logotipos, etc., que configuran una identidad visual de la biblioteca”, b) Del entorno ffsico: Ja decoracién, el edifi el emplazamiento y la distribucién det espacio. El edificio debe ser ffsicamente repre- sentativo de su funcién, debe ser trasparente e indicar accesibilidad exterior e interior. c) Los servicios que se ofrecen en sf mismos, como ya hemos dicho, A mejores serv: cios, mejor imagen. La accesibilidad a la coleccién, a ser posible por materias y direc- ta. d) Las actuaciones: las iniciativas sociales y culturales, Jassrelaciones con el exte- rior, el trato a los usuarios. Las actividades de extensién cultural ayudan a insertar la biblioteca en su entorno social, dando a conocer sus potencialidades y atrayendo a los usuarios. e) La comunicacién con el exterior mediante la cooperacién con otras insti- tuciones, la ap4ricién en los medios de comunicacién social, para dar a conocer acon- tecimentos, actividades, informacién cultural, mantener colaboraciones regulares, o la Capitulo 12: Los usuarios 239 distribucién de publicaciones propias: desde gufas de uso hasta catélogos documenta- les, boletines de informacién, etc. Otro aspecto importante en relacién con la imagen es la mejora de la sefializacién”!, Por varias razones: porque sdlo una minorfa de usuarios de las bibliotecas en acceso li- bre emplea el catélogo en la btisqueda de documentos, yendo la mayorfa de los lectores directamente a la estanteria, sin recurrir al fichero; porque los usuarios cada vez més re- quieren una buena sefializacién, que relacionan con ta mejor acogida humana y mate- rial; y porque la sefializacién ayuda a crear, propagar y mantener la identidad visual de una biblioteca, La sefializacin se debe basar en el uso de signos no ambiguos, que signifiquen lo mismo para todos a los que se dirige. Que puedan ser lefdos rapida y correctamente, lo que significa resolver problemas de forma, formato, tamafio o emplazamiento. Que pro- voquen una reaccién, una respuesta, lo que ocurriré si se acierta con los anteriores crite- ios. Si el bibliotecario no se siente capaz de disefiarla directamente, puede encargarla a ‘un grafista, o a una empresa de comunicacién, bajo estos consejos: — Los mensajes deben ser simples: cada bloque debe set un todo. — Colocados en el mejor lugar, que sean claros y estén realzados, — Situados en lugares donde Ja visién no esté ya demasiado solicitada. — Directamente perceptibles a una cierta distancia. — Que no haya 4ngulos muertos que perturben la vision. — Que haya el tiempo suficiente para leer los mensajes. — Visibles durante toda la jornada; iluminarla si es preciso, o colorearla, de modo arménico con el entorno. — Resistentes al vandalismo, y que no sean peligrosa, sin esquinas, 0 colocadas de modo que provoque tropiezos. En la imagen de las bibliotecas, y en general de la Administracién, han pesado mucho prejuicios como que los funcionarios no trabajan lo que debieran, o no cumplen los horarios, etc. Falta conviccién respecto a la idea de que las bibliotecas, y los servi- cios de la Administracién Publica en general, son algo de todos, que debemos cuidar, fomentar, sugerir sus medios de mejora, etc. Ha habido un exceso de conformismo so- bre la posibilidad de que Jos servicios mejoren, lo que ha producido distanciamient Los mismos funcionarios tienen a veces mala imagen de si mismos, creen que es dificil cambiar ta administracion, es frecuente el desaliento, etc, Esto es negativo, pues lleva a perpetuar actitudes inmovilistas. Hay que asumir que la administracién somos todos y que debemos tomar con profesionalidad el trabajo para que la organizacién funcione. La btisqueda de un lector no debe ser nunca infructuosa del todo. Se le debe decir en qué otra biblioteca est lo que busca, si no hemos podido responderle. Quedarnos su teléfono para informarle si no hemos podido hacerlo en el momento, etc. 12.4.3. Problemas y actitudes en la comunicaci6n La comunicacién eficiente se da cuando el receptor recibe el mensaje, lo entiende, lo acepta, lo utiliza y retroalimenta. Debemos ver, en primer lugar, qué obstdculos hay para que se de esa comunicacién y, después, ver algunas actitudes y técnicas que favo- rezca su mejora. 240 Manual de Biblioteconomia Las barreras de la comunicacién pueden ser personales (desconfianza hacia los usuarios, desconocimiento de sus necesidades, indiferencia, prepotencia, intolerancia, falta de atencién e interés por el usuario), fisicas (las ventanillas, los mostradores ina~ decuados, la falta de condiciones, el ruido) o semanticas (el lenguaje inadecuado a los conocimientos de los usuarios) produciendo mensajes incorrectos. En el proceso de la comunicaci6n hay frecuentemente una degradacién de la infor- macién, que va haciendo disminuir su flujo: de lo que se quiere decir a lo que se sabe decir, a lo que se dice, de ahf a lo que se oye, lo que se escucha, lo que se comprende, lo que se acepta, lo que se retiene, y lo que se pone en préctica. Para evitarlo hay que pre- ver los problemas que nos podemos encontrar en las distintas fases del proceso de co- municaci6n: — Concebida una idea, a la hora de codificarla, nos puede faltar capacidad de sintesis 0 no disponer del nivel de vocabulario preciso. — Alir a expresarla, pueden ser problema la timidez e inhibiciones, los defectos de expresion, los medios inadecuados. — De la trasmisién a la recepcién, pueden ser problemas las deficiencias senso- riales, la mala ambientacién, la falta de atencién. —En la descodificacién, defectos de escucha comprensiva, esquemas mentales del usuario. —En la aceptacién final, la falta de capacidad de andlisis y la percepcién subjeti va del lector. Las caracteristicas que favorecerdn la trasmisién de nuestros mensajes son: — Expresarnos con brevedad. Expresar el contenido principal, sin sobrecargar de datos accesorios, pues desviamos la atencién de lo esencial. — Claridad. Intuir el nivel de comprensién del interlocutor y adecuar nuestro lenguaje a él. Sencillez no implica menos precisi6n. — Orden en el mensaje, Estructurar en un orden ldgico lo que queremos decir. — Insistencia, Reforzar la asimilacién del mensaje principal, si es preciso repitien- do la frase informativa precisa. Damos asf tiempo para comprender a la per- feccidn el mensaje. — Ilustraci6n, Dar ejempos para reforzar la comprensién y la retencién de lo que queramos decir a los usuarios. — Informacién completa. No omitir informacién relevante. — Informacién de retorno. E! usuario puede explicar con sus palabras lo que ha comprendido, para saber si ha habido éxito en la comunicacién. El usuario debe salir de la biblioteca con la informacién completa respecto de lo pedido, 0 los medios para obtenerla (el libro, o la reserva del libro, 0 todos los datos de la biblioteca relacionada en la que puede estar su respuesta, si nuestra biblioteca no era la adecuada). Debemos evitar reenviar al usuario de un sitio a otro. Si hay objecio- nes, porque no podemos dar un servicio que se esperaba obtener, @ no est lo que se pide..., debemos justificar la actuaci6n, dejar hablar, y tomar en serio las observaciones, sin implicarnos personalmente, y evitando herir la suceptibilidad del usuario. Tampoco debemos ser insolidarios con el resto de los servicios de la biblioteca, escudandonos en fallos de otros, pues para el lector la biblioteca es un todo. Si el usuario tuviera raz6n, debemos asegurarle que intentaremos atenderle en su demanda. Capitulo 12: Los usuarios 241 CUApRo 12.2, Actuacién frente a algunos problemas de comunicaci6n. Problemas Actuaciones No dijimos todo lo que querfamos | * Preparar el mensaje: escribir los puntos fundamentales * Prever las objecciones No oy6 todo lo que le dijimos + Escoger las mejores condiciones fisicas y psicol6gicas * Saber volver atrés No escuché nada de lo que dijimos | + Evaluar regularmente las comunicaciones no verbales « Cuidar la expresién oral + Hacer preguntas de control No comprendié lo que le dijimos | + Hablar su lenguaje Lo comprendid y no lo acepts * Adaptarse a su personalidad * Paciencia, recomenzar No retiene todo lo que acepté ‘+ Hacer resiimenes parciales Hacer sintesis escrita 12.4.4, Peculiaridades de la comunicaci6n oral, escrita y telefénica La comunicacién con los usuarios de la biblioteca no tiene por qué ser siempre oral, sino que la biblioteca debe establecer también la via telefonica o escrita como cauces para recibir peticiones, sugerencias, criticas, etc. El contacto oral-presencial es el idéneo, porque junto a la palabra hay recursos expresivos como el gesto, la mirada, el asentimiento, la postura, que favorecen la co- municacidn; hay interracién e immediatez, Y debe configurarse el espacio ffsico de modo que sea agradable. Los contactos de orientacién deben darse cerca de la entra- da a la biblioteca, en un punto estratégico de facil acceso y paso, y bien sefializada. Las peticiones de informacién més profundas, en lugares mds apartados, en los que el usuario pueda explicarse en privado, sentado. Debemos evitar la formacién de colas, 0 en su caso, organizarlas. La comunicacién escrita. Se produce porque a veces los usuarios nos remiten con- sultas por escrito, o una solicitud de busqueda, por no poder desplazarse. Debemos concretar la petici6n, asignar su respuesta al personal adecuado, y responder de modo claro y conciso a lo planteado, que se enuncia previamente. Debemos fundamentar las respuestas en las normas de la biblioteca y adjuntar la documentacin precisa. Por tiltimo, la comunicacién telefénica és también cada dia més frecuente por la falta de tiempo para el desplazamiento fisico a la biblioteca. Y las tecnologfas de la in- formacién estn extendiendo los contactos por correo electrénico, etc. En el teléfono debemos identificar el servicio y la persona, escuchar el mensaje sin adelantarnos, y asegurarnos de conseguir toda la informacién necesaria del usuario para responderle. Al responder, podemos reformular la pregunta, lo que demuestra que hemos escu- chando y entendido al hacer una sintesis de la demanda, y procuraremos dar una res- puesta clara, concisa ¢’inteligible. Debemos cercionarnos de que se ha entendido lo

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