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Enfriamiento espiritual

El enfriamiento espirituales es la condición más terrible y patética en que un


cristiano puede encontrarse. La mayoría de nosotros, una y otra vez, y en uno u
otro grado, somos culpables de esto. Hay grados de enfriamiento espiritual.
Existe la persona que obviamente se encuentra fría, que deja de ir a la iglesia y
se separa de todos los demás cristianos. Gracias a Dios, la mayoría de nosotros
nunca experimentamos esto. Pero hay momentos en que nuestro corazón y
nuestra forma de pensar se vuelven mundanos. Es posible que nunca dejes de ir
a la iglesia, la forma externa de la religión puede mantenerse aún, pero el
corazón está frío.
Enfriarse espiritualmente no significa necesariamente que te emborraches
cada fin de semana. Significa que tu corazón no está bien delante de Dios.
Como Demas (2 Timoteo 4:10), estás "amando este mundo". El que se enfría
espiritualmente es aquel cristiano cuyo corazón se ha extraviado. Se ha cansado
de las cosas de Dios: la iglesia, la comunión fraternal, la oración, la Biblia; y sus
ojos se han extraviado hacia los viejos "placeres de este mundo". Empieza
sentir anhelo y deseo por las cosas que Dios prohíbe. Mucho antes de que sus
pies se descarríen, sus ojos y su corazón se han apartado del Señor.
Todo el proceso, a menudo, es muy sutil. Nadie se levanta una mañana y
decide apartarse. Simplemente, dejas de orar un par de días, o tal vez dejas de
asistir a la reunión de oración de vez en cuando. En una fría mañana de
domingo te quedas en la cama un poco más de tiempo y pierdes el culto de la
mañana. Es sólo esta semana, te dices a ti mismo, estarás allí el próximo
domingo por la mañana. Este es el principio del enfriamiento; se apodera de ti
gradualmente.
El resultado del enfriamiento es que el cristiano se vuelve desleal, informal, y
extremadamente crítico de otros creyentes. A menudo se quejará de la falta de
comunión en la iglesia, y al mismo tiempo se sentirá molesto por los esfuerzos
de otros creyentes que tratan de traerlo de nuevo al Señor.
La grandeza del amor de Dios
El enfriamiento espiritual es un estado terrible. Aflige a Dios. El diablo se
regocija. Pero aquel que se ha enfriado es aún cristiano. Dios le ama aún. David,
que tuvo una horrible experiencia de enfriamiento (Salmo 51), declara: "[Dios]
hará volver mi alma" (Salmo 23:3 V.M.). Dios nunca deja de amar a su pueblo,
y algunos de los pasajes más notables de la Escritura son aquellos en los que
leemos cómo Dios se compadece de su pueblo que se ha apartado de El. En
estos pasajes encontramos algunas de las descripciones más vivas del amor de
Dios.
Los dos profetas que fueron utilizados por Dios para expresar este aspecto
de su amor fueron Jeremías y Oseas. Lee con cuidado y oración Jeremías 3:12-
19. Luego dirige tu atención al notable libro de Oseas. Dios envió a su profeta a
que se casara con la prostituta Gomer (1:2,3), para que sirviera como ilustración
del amor de Dios por su pueblo prostituido, que había dejado el amor de Dios
por la idolatría (3:1). Lee el capítulo 14:1-4. Esta es la grandeza del amor
divino: aun en nuestra frialdad Dios nos ama y puede restaura nuestras almas.
Dios nos salva por su poder soberano, pero no utiliza este poder para impedir
que nos enfriemos. El alma redimida es un alma libre. Antes de la salvación
sólo había esclavitud (Efesios 2:1-3); pero la redención nos libera para gozar de
Dios y obedecerle. El Señor quiere que le amemos con un corazón libre, pero si
nosotros nos apartamos y nos enfriamos, El nos demuestra otra vez la
profundidad de su amor y su voluntad de perdonarnos y restaurarnos.
Restauración
La restauración es posible sobre la base del arrepentimiento. Aquel que se enfría
en el pecado puede sentir lástima por sí mismo. Esto no es arrepentimiento. El
arrepentimiento significa que reconoces que aun si nadie te ve ni sabe nada
acerca de tu pecado, Dios lo sabe, y tú te apenas porque has pecado contra este
Padre santo y amante.
El arrepentimiento produce una oración similar a la de David en el Salmo 51.
Dios siempre escucha este tipo de oración. Alabado sea Dios: "Hará volver mi
alma".
Sólo existe un lugar al que pueda acudir aquel que se ha enfriado, y es, en un
espíritu de verdadero arrepentimiento, de nuevo a su Dios, que ha prometido:
"Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia". El puede restaurar en un
momento "los años que comió la oruga" (Jcel 2:25). Los largos meses o años de
enfriamiento que han endurecido el corazón del creyente pueden ser borrados en
un momento, y el gozo de la salvación puede ser restaurado instantáneamente.
No existe un período de prueba; todo ocurre en un momento.
Si encuentras que tu espíritu ha empezado a enfriarse, ve en seguida a Dios
en oración. Pídele que te muestre dónde comenzaste a ir mal. Confiésale tu
pecado, y pídele perdón. El te perdonará y te restaurará.

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