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Facultad de Filosofía
Reflexiones de Filosofía
Social sobre la familia.
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Cfr. I-II, 94, 2
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tienden a la unión sexual y cada vez que tienen crías se puede observar el cuidado que le
dan: el alimento, el cariño y hasta le enseñan cosas: a cazar, a volar, a huir del peligro…
El itinerario que proponemos para este ensayo es profundizar en esta inclinación,
que constituirá la familia. Ver su esencia, su finalidad y su importancia para la sociedad.
Junto a esto, analizaremos la situación de las familias en nuestra Argentina. En este
punto nos daremos cuenta que al estar debilitada la familia, se debilita la sociedad. Por
último concluiremos afirmando la necesidad de las familias y la imposibilidad de
prescindir de ellas.
Dice Rafael Gambra que la familia es la primera forma de sociabilidad, ya que el
instinto genético y el de la paternidad son los más fuertes impulsos que unen a los seres
humanos y de esta forma se determina la institución familiar. Esta se constituye en la
primera y más universal de las formas de sociabilidad.2 De este razonamiento viene
aquella famosa e histórica definición: “la familia es la célula de la sociedad”. No puede
entenderse, por lo tanto, una sociedad sin familias. Es imposible que esto ocurra. Por
eso afirma nuevamente Gambra de una manera categórica y hasta desafiante: “Lo que
puede afirmarse como un hecho constante, no contradicho por ningún dato histórico ni
etnográfico y apoyado en fundamentos psicológicos ciertos, es que la familia ha
existido desde que hubo hombres y mujeres en la tierra, aunque adaptándose a las
condiciones espirituales y económicas de los diversos pueblos y de las diversas
épocas.”3
Siempre ha existido la familia y siempre existirá mientras vivan los hombres.
Este es el sentido primordial de la familia entendida como célula de la sociedad, pero
veremos más adelante que no es el único sentido.
Acá surge una primera cuestión que es necesaria resolver: partamos de la base
que la familia es la célula de la sociedad y de la evidencia que la sociedad está en
constante evolución, esto quiere decir que la familia también es cambiante, pero, ¿puede
cambiar la esencia y la finalidad de la familia? ¿o simplemente cambian las estructuras
y las constituciones? Para poder dar una respuesta satisfactoria tenemos que hacer dos
cosas: primero comparar los cambios familiares. Para ello compararemos las familias de
la sociedad post-industrial con las rurales. Y en segundo lugar intentaremos describir la
esencia y la finalidad, que no pueden haber cambiado.
2
Gambra, Rafael (1970). Curso elemental de Filosofía. Salamanca: ediciones Anaya. Pp. 233-234
3
Idem. P. 235
4
4
Cfr. Orlandis. La familia en la sociedad urbana e industrial. En Cuestiones fundamentales sobre
matrimonio y familia. II simposio internacional de Teología. Universidad de Navarra. Pp. 553-554.
5
Rieber. Individuación y autorrealización ¿dentro o fuera de la familia? En Cuestiones… idem. Pp. 273-
286.
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Estos “factores” existen desde que hay familia y esto ocurre, como dijimos
anteriormente, desde que hay hombres en la tierra.
Hagamos un análisis histórico de cada uno de los tres puntos.
Los Hijos
En las sociedades rurales, el índice de la natalidad era muy alto. Las familias
eran muy numerosas. Había dos factores que condicionaban el ejercicio de la
maternidad: el elevado nivel de mortalidad infantil y el nivel de vida que rondaba por un
promedio de los 40 años. Esto llevaba a que la función principal de la familias fuera la
de tener hijos. Pero con el desarrollo científico y tecnológico que acompañaron a la
industrialización, se ha podido reducir el índice de mortalidad infantil y hasta se ha
duplicado el promedio de vida. Estos hechos producen una modificación de la vida
familiar. El matrimonio no puede ser visto sólo como una sociedad que su función
principal y hasta muchas veces la única, era la de tener hijos. El desarrollo cambió esto.
Todo matrimonio tiene, hoy en día, dos períodos: el de los hijos y el que se quedan los
esposos solos, debido al alejamiento de los hijos de la casa. Antes solamente existía el
primer período. Esto lleva al replanteo del tema. Pero en todo caso se puede sacar una
primera conclusión sobre la esencia del mismo: los hijos. Para que haya verdadera
familia tiene que haber hijos.
En esta primera argumentación, ya está mencionado, de una manera explícita el
segundo de los puntos: la vida conyugal
En la antigüedad no era un tema de suma importancia, según vimos
anteriormente, pero hoy sí lo es. La familia tiene que seguir cuando los hijos se van.
Entran en juego dos conceptos: la fidelidad y el amor. Esto no puede ser dejado de
lado.
Y por último tenemos la educación. Antes se contemplaba en las familias: en
estas se educaba y también se trabajaba. Y así, los padres educaban trabajando con sus
hijos. Convivían todo el día. Hoy ya no ocurre esto. Los padres no trabajan en casa, sino
lo hacen fuera de ella. Y a esto se le suma la necesidad económica y social del trabajo
de la mujer, que olvidándose que es madre, pasa muy pocas horas en la casa junto a sus
hijos. Esto repercute en la educación. Los padres ya no pueden educar, no tienen tiempo
y solucionan el tema, mandando a los hijos a la escuela. Y como en la casa no están los
padres, los hijos pasan en las escuelas todo el día. De esta forma esta se transforma en la
educadora de los hijos, desplazando a las familias. Esto es muy grave, como veremos
más adelante.
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6
Supl. q. 41, a. 1, c.
7
Illanes. Amor conyugal y finalismo matrimonial (metafísica y fenomenología en la consideración del
matrimonio). En cuestiones… idem. Pp. 471-480.
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amor? ¿cómo va a saber lo que es una familia? Y estos niños nacidos en estas familias
inestables serán los futuros adultos de la sociedad ¿qué le espera a las sociedades con
estos adultos?
El otro gran riesgo que lleva implícito todo esto es el siguiente: la relativización
de la sexualidad comprometida por el aborto. En el fondo esto es fruto de lo anterior,
porque el divorcio destruyó el respecto de la institución familiar. Y si no se respeta esta,
los hijos, que son el fruto por excelencia tampoco se respetaran. Se los puede abortar sin
ningún problema. Y para dejar tranquila la conciencia ya no se habla de hijo, sino de
feto, ya no se dice aborto, sino interrupción del embarazo. Y la ciencia dice que a partir
de la concepción ya hay una vida, y relativizan el valioso aporte de la ciencia. Se
cambia el lenguaje, a las cosas ya no se las llama por su nombre y se rechaza toda
postura que no les convenga. Pero nunca podrán calmar y dejar tranquila a la
conciencia.
Ya todo es un descontrol ¿por qué no implementar la unión de los
homosexuales? Ellos tienen derecho, porque ya no hay sexo, como dicen, sino géneros.
Y no dos, sino cinco, tal como se declaró en el último encuentro de mujeres
autoconvocadas, realizado en agosto de este año en la ciudad de Rosario. Claro, la
consecuencia de esto repercute también en los hijos. Por supuesto, los que adopten,
porque una vez conseguido que se promulgue la ley de convivencia, ahora buscan que
puedan adoptar hijos. Pobres niños, ni siquiera podrá saber quién es su madre y quién su
padre. No podemos dejar de ilustrar esto con un caso verdaderamente lamentable que
nos contaba una compañera: en un matrimonio, los padres se separaron, el hijo de seis
años se va a vivir con la madre y esta se junta (porque sería un despropósito decir que se
casan) con su mejor amiga y le exige al hijo que a las dos llame madre. Las
consecuencias son terribles.
La institución familiar se desploma ante la usurpación progresiva que el poder
del Estado hace sobre la legislación familiar, sin respetar el derecho natural y mucho
menos a Dios.
A pesar de todo esto, de la situación actual del mundo, la institución familiar
sigue ejerciendo una influencia clara en la formación de las personas y de la sociedad.
Ella es la célula y el único lugar donde se puede educar. Una sociedad sin que las
familias eduquen es imposible de concibir. Esto lo intentaron llevar a la realidad los
hombres del positivismo ilustrado, quienes pensaban que la salvación venía por la
educación y la escuela se puso en centro de la realidad social. Haciendo a los hombres
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ilustrados y razonables se podía salvar a la sociedad y a todos los problemas que a esta
le atañen. Entonces cada vez más la escuela fue posibilitando el desarrollo de las
ciencias pedagógicas de modo que, se potenció tanto la pedagogía académica que se
menospreció a las familias. Esto ocurrió en la primera mitad del siglo XX. Los
pedagogos, remplazando a los padres, tenían que lograr la tarea formativa. Pero como la
única que puede educar es la familia, este sistema explotó. Porque por los años 60
Europa tenía una propuesta educativa magnífica, pero la juventud estudiantil se rebeló:
fue el famoso Mayo francés. Es que la escuela no resuelve el tema, se necesitan las
familias.
Una situación parecida encontramos en nuestra Argentina de hoy en día: nunca
ha habido tanta propuesta educativa, hay montones de colegios, univesidades, terciarios,
profesorados, cursos de extensión, carreras, licenciaturas, doctorados... Y pesar de todo
esto, la sociedad sigue en decadencia. Se destruye la familia, se destruye la sociedad.
Hay abundancia de educación y sin embargo hay insatisfacción por los resultados
educativos. Hoy tenemos una oferta educativa amplísima y enorme, pero rebeldía
juvenil, delincuencia, inseguridad, violencia, paro laboral, piquetes por todos lados,
miedo ante la vida, desorientación ética, agresividad incontrolada, incompetencia
profesional, ceguera ante el sentido de la vida, falta de amor, incapacidad para la vida
familiar, frustración personal, suicidios. La escuela no resuelve. Hace falta la familia.
La mayoría de los textos consultados piden a grito que se vuelva a fortalecer a las
familias: “Así, pues, atentar contra la familia es atentar contra la persona o, lo que es
lo mismo, atentar contra la esencia de la sociedad”8; “Las condiciones de la sociedad
hoy exigen un esfuerzo de la acción familiar para el normal desenvolvimiento del
hombre”9; “Este oscurecimiento de la institución matrimonial y el progresivo deterioro
de la familia se encuentran en estrecha relación con la descomposición y declive de la
sociedad y cultura occidental”10; “Puede concluirse sin reservas que el futuro de la
educación es el futuro de la familia”11... Y así se pueden encontrar muchísimas frases
más.
Pero no queremos cerrar este trabajo sin hacer una mención de la opinión de
Juan Pablo II, y por lo tanto, de toda la Iglesia que él tiene a su cuidado. Ya en
8
Alvira. ¿Persona o individuo? Consideraciones sobre la radicalidad familiar del hombre. En cuestiones...
idem. P. 463
9
García Hoz. La familia y tarea educativa. En Cuestiones... idem. P 744
10
Yanguas. Algunas raíces filosóficas de la situación matrimonial familiar. En Cuestiones... idem. P.453
11
Altarejos. El futuro de la familia y el futuro de la educación. En Cuestiones... idem. P.852.
10
12
Cfr. Catic 2197 ss
13
Sacadas del Diccionario Social y Moral de Juan Pablo II. Realizado por Jesús Lasanta. Ed. Edibesa.
Madrid. Pp. 263-281
14
Homilía del 8-9-79 y Discurso a los obispos brasileños de la región sur. En el diccionario citado.
11
Bibliografía consultada