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st a punto de aparecer (si no lo ha hecho ya), dentro de la aeja y

renovada coleccin "Austral" de Espasa-Calpe, un libro mo, titu-
lado Las cien mejores poesas de la lengua castellana. El caso es que
Vctor Garca de la Concha se acord de que don Marcelino Menendez
Pelayo haba publicado un libro con el mismo ttulo, y como don Marce-
lino fue director de la Biblioteca Nacional all por los inicios de esta cen-
turia y yo lo soy ahora, cuando escribo estas lneas, a 31 de enero de
1998, pues le pareci (a Vctor) simptico que dos directores de la B. N.
firmaran un libro de hechura semejante, pero con casi un siglo de distan-
cia, con nimo de constatar cmo ha cambiado el gusto potico en los l-
timos cien aos. Acept la propuesta de Garca de la Concha y urd el li-
bro en verano de 1997, entre los helechos gigantes de Buaco y un curso
dedicado al cmic que dirig en El Escorial. No es fcil quedarse con solo
un centenar de poemas castellanos. Fui enormemente selectivo, pero a
pesar de todo me sobraron algunas piezas. Buenas piezas, buensimas pie-
zas que no pude incluir en el citado florilegio, pero que hoy se asoman
por vez primera a las pginas de NUEVA REVISTA por iniciativa de su fun-
dador, Antonio Fontn, que fue quien me anim a juntar las piezas so-
brantes bajo el epgrafe de una nueva seccin.
En el curso de la charla que mantuve con el profesor Fontn a este
propsito, salieron varios nombres de poetas que no pude incluir en mis
Cien mejores poesas..., entre ellos el de Gmez Manrique (1412-1490),
estupendo poeta cancioneril a quien tambin se deben dos piezas que es-
tn en los orgenes de nuestro teatro: la Representacin del nacimiento de
Nuestro Seor y las Coplas fechas para la Semana Santa. Era Gmez sobri-
no del Marqus de Santillana y to de Jorge Manrique, lo que hace de
nuestra mejor poesa del siglo XV una mera cuestin de familia. Sobresa-
li en el tratamiento de temas religiosos, pero tambin fue un excelente
poeta ertico, como atestigua la composicin elegida, que ofrezco en or-
tografa y puntuacin modernas, para hacerla ms accesible.
[Luis ALBERTO DE CUENCA]
Gmez Manrique
A UNA DAMA QUE IBA CUBIERTA
El corazn se me fue
donde vuestro bulto vi,
e luego vos conoc
al punto que vos mir.
Que no pudo facer tanto
por mucho que vos cubriese
aquel vuestro negro manto
que no vos reconociese.
Que debajo se mostraba
vuestra gracia y gentil aire
y el cubrir con buen donaire
todo lo manifestaba.
As que con mis enojos
e muy grande turbacin
all se fueron mis ojos
do tena el corazn.