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Carlos E. Caorsi
La filosofía de Quine
La influencia del neopositivismo sobre Quine, si bien es clara dado el papel que juega
la lógica y los lenguajes formalizados en su pensamiento filosófico, está lejos de
expresarse como una adopción de la totalidad de la doctrina. Y su corte más claro con
el análisis vienés se observa en 1951, cuando publica su célebre Two Dogmas of
Empiricism, donde socava los fundamentos de dos asunciones básicas del pensamiento
neopositivista: la dicotomía analítico-sintético y el reduccionismo. También hay una
ruptura clara con su maestro Carnap, en cuanto al lugar que asigna a los temas
ontológicos (On what there is (1948), Ontological Relativity (1968) y al alcance que
adquiere el holismo en su teoría de la ciencia y su teoría del significado.
Pero veamos un poco más detenidamente en qué consistió la ruptura de Quine con los
dos supuestos centrales del análisis de Viena.
Tal distinción, a su vez, permitirá introducir una distinción en las ciencias, entre
aquellas denominadas "formales" (lógica y matemáticas), que sólo contienen juicios
analíticos, y las llamadas fácticas (ciencias de la naturaleza), que contienen juicios
analíticos y sintéticos. De acuerdo con esto las ciencias formales no informan acerca
del mundo, función que cumplen únicamente las ciencias fácticas. Claro que esto no
condenaba, en la doctrina neopositivista, a las ciencias formales (lógica y
matemáticas) a ocupar un lugar secundario, dado que, pese a que carecían de
contenido informativo, proveían la sintaxis para el lenguaje de las ciencias. Con ello las
ciencias formales jugaban un papel fundamental en la constitución de la estructura
deductiva de las disciplinas científicas.
Por otra parte, los enunciados sintéticos, que como dijimos eran verdaderos o falsos en
virtud de la experiencia, adquirían su significado a través de sus condiciones de
verificación. Es más: el significado de los enunciados sintéticos se va a identificar con
sus condiciones de verificación. Claro está que los enunciados sintéticos que
constituyen leyes científicas consisten en enunciados generales y no existen eventos
generales en base a los cuales puedan adquirir su significado. Toda experiencia tiene
carácter singular y por lo tanto no existen experiencias de lo general que puedan
verificar y otorgar significado a gran parte de los enunciados sintéticos.
El lugar de la filosofia
Ahora bien, ¿qué lugar queda para la filosofía una vez asumidos estos principios? Un
enunciado filosófico clásico, como "Dios existe" o "la sustancia segunda se dice de la
sustancia primera", etc., por cierto que no se presenta como un enunciado analítico.
Entre otras cosas, esos enunciados eran considerados por los filósofos como
enunciados informativos acerca del mundo y, de acuerdo con la clasificación realizada,
deben ser sintéticos. Pero en ese caso deberíamos dar su método de verificación, es
decir, deberíamos poder reducirlos a enunciados de protocolo.
Como en principio los enunciados de ese tipo se resisten a semejante reducción,
entonces son, de acuerdo con la doctrina neopositivista, "sinsentidos"; es decir,
enunciados carentes de significado. De acuerdo con ello, toda la filosofía tradicional
aparece condenada a ser un discurso no significativo.
Pero ¿qué lugar queda entonces para la filosofía? En opinión de los neopositivistas, la
tarea principal de la filosofía consiste en el análisis lógico y epistemológico de las
oraciones significativas. Y esta tarea incluye el análisis de su forma lógica, la
determinación de los enunciados protocolarios que se deducen de ellos y a través de
los cuales se verifican, así como las relaciones de dependencia lógica entre las diversas
proposiciones de las teorías científicas. Así, pues, el papel de la filosofía será el análisis
lógico del lenguaje científico.
Una vez visto en forma resumida el cometido de estos dos supuestos en la filosofía del
Circulo de Viena, detengámonos ahora para esbozar las críticas de Quine a los mismos.
Los enunciados analíticos son, como dijimos, verdaderos en virtud del significado de
sus términos. En ese sentido, la clase de los enunciados analíticos es una clase más
amplia que la constituida por la clase de las verdades lógicas. En realidad los
enunciados analíticos pueden obtenerse a partir de un enunciado lógicamente
verdadero, sustituyendo sinónimos por sinónimos. Así, de un enunciado lógicamente
verdadero, como "Todos los solteros son solteros", puede obtenerse el enunciado
analítico "Todos los solteros son hombres no casados", por medio de sustituir "soltero"
por su sinónimo "hombre no casado". De esta forma podríamos decir que un enunciado
analítico es el que se obtiene de sustituir, en una verdad lógica, sinónimos por
sinónimos.
Según Quine, una teoría científica es un todo interrelacionado de enunciados que está
en contacto con la experiencia a lo largo de su periferia. Así los enunciados más
periféricos, los que están en contacto más directo con la experiencia son los candidatos
a ser abandonados cuando se dan experiencias recalcitrantes, mientras que los
enunciados más centrales resisten mejor el embate de las experiencias que no se
ajusten a la teoría. Sin embargo, la razón por la que esto es así es un principio
pragmático que Quine llama la "máxima de mutilación mínima", y no algún carácter
particular de los enunciados. Así los enunciados más centrales de la teoría,
precisamente por su posición, están en contacto con muchos más enunciados de los
que conforman la teoría, que los enunciados más periféricos.
Esta concepción holista del significado termina entonces con el segundo supuesto del
empirismo discutido por Quine; es decir, con el reduccionismo. Y termina con él en
tanto que este dependía de la noción de enunciados protocolarios, los cuales tenían su
significado independientemente de la teoría. Ya no podemos tener un conjunto de
enunciados básicos, con su significado independiente, sobre el cual edificar la teoría, y
asignar significado al resto de los enunciados de la misma. Es la teoría como un todo la
que se enfrenta al tribunal de la experiencia y no los enunciados aislados, sean estos
protocolarios o de otro tipo.
Nuevos desarrollos
Donald Davidson, en The Very Idea of a Conceptual Scheme, señala que el empirismo
así modificado sigue conteniendo un tercer dogma, consistente en suponer la
existencia de datos puros de la experiencia por un lado y esquemas organizadores de
esos datos por el otro. De acuerdo con este dogma, nuestras teorías acerca del mundo
serían el resultado del modo en que los esquemas conceptuales organizan los datos (o
input sensorial) provenientes de la experiencia. Pues bien, las críticas de Davidson
apuntan a señalar que esa distinción es insostenible y, claro está, si eliminamos esta
distinción, que por cierto Quine parecía seguir aceptando, no queda nada a lo que
podamos llamar empirismo.
Sea como fuere, queda claro que a partir de Quine el empirismo ya no puede ser el
mismo y algo similar habría que decir de la teoría del significado y del análisis
filosófico. Porque Quine termina con los significados en tanto que entidades, ya sean
de carácter platónico, mentalista o como los objetos mismos denotados. Así, para
Quine el tradicional problema del significado se transforma básicamente en dos
problemas, el de igual de significado, o sinonimia, y el de ser significativo; es decir, el
término significado ha dejado de tener carácter de sustantivo para pasar a tener
carácter de adjetivo. No hay significados, hay conductas significativas. Será en virtud
de ello que Davidson dirá que Quine nos enseñó cómo hacer semántica sin
significados.
Ahora bien, decir que no podemos saber cuál es el correcto, es de alguna manera
adherir a la vieja doctrina de que lo dicho por los nativos tiene un significado, el cual
obviamente sólo puede ser captado por uno de los dos manuales de traducción
incompatibles. Pero Quine va a dar un paso más y dirá que la pregunta misma,
preguntar cuál de ellos es el correcto, no tiene sentido; ambos son correctos en tanto
se adaptan a la totalidad de la conducta observable y eso es todo lo que hay que
elucidar. Si no hay significados en el sentido de entidades, no tiene sentido decir que
un diccionario recoge el significado correcto y el otro no. Así, lo que la tesis de la
indeterminación de la traducción sostiene es que dos manuales de traducción
incompatibles pueden ambos hacer justicia a todas las disposiciones verbales y en tal
caso, no hay ningún hecho que indique cuál de los dos manuales es el correcto.
Ahora bien, como corolario de esta tesis, tampoco es determinable a qué entidad se
refiere un hablante nativo cuando utiliza un término singular, porque mientras
conforme a un manual de traducción un término nativo se referiría a una entidad de
cierto tipo, de acuerdo con otro se referiría a una entidad de otro tipo, y con ello la
referencia del término nativo resultará, en última instancia, inescrutable, tal como lo
propone la Tesis de la inescrutabilidad de la referencia.
La filosofía de Quine es sin duda una referencia ineludible en la filosofía del siglo XX.
En tal sentido podría asumirse la dedicatoria con la que Donald Davidson encabeza su
libro Inquiries into Truth & Interpretation, "To W.V. Quine, without whom not".
Como señalamos, su pasaje por Viena fue decisivo para su filosofía y también para el
giro que tomará en unos años la filosofía norteamericana. En 1933 Quine, ya de
regreso en Harvard, obtiene un puesto de investigador en la Society of Fellows, y
comienza una carrera proselitista a favor de las ideas de Carnap.
Pensamiento