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SUMARIO: I. Introducción. - II. El tiempo compartido como una especie de las
denominadas manifestaciones modernas de la propiedad. - III. El tiempo
compartido en la ley 26.356. - IV. Colofón.
I. Introducción
Es útil recordar que el primer proyecto sobre la materia que tuvo estado
parlamentario data de 1986 (1). La ley, reclamada tantas veces por aquella
época, se sanciona luego de más de veinte años.
Mucho ha cambiado la figura que nos ocupa desde entonces: se ha ido tomando
conciencia de que la industria del tiempo compartido es fundamentalmente
prestadora de servicios turísticos; han aparecido nuevas formas de
comercialización y también novedosos encuadramientos jurídicos producto de la
adaptación de la figura a nuestra propia realidad negocial. Por otra parte, en los
últimos años la industria, que en su origen mayoritariamente involucraba a
complejos turísticos destinados exclusivamente a los usuarios de tiempo
compartido ha perdido parte de su fisonomía original (2) y se ha combinado con
otras que guardan una mayor semejanza con la hotelería (3). Acorde con esas
transformaciones mucho ha cambiado la perspectiva jurídica de la figura.
Anticipamos que la ley, desde su Art. 1, aclara que regula los Sistemas Turísticos
de Tiempo Compartido (STTC), "con independencia de la naturaleza de los
derechos que se constituyan o transmitan y del régimen legal al que se
encuentren sometidos los bienes que los integran".
Como se advierte en el título, este trabajo es el fruto de una primera lectura: por
tanto su objetivo se concreta a brindar un panorama general de la ley. Pero antes
de ello señalaremos, con el fin de dar contexto al tema en estudio, las
características comunes de las manifestaciones modernas de la propiedad
inmobiliaria. Este análisis previo se impone por dos motivos: El primero, que ley
26.361, promulgada parcialmente el 3 de abril de 1998 y publicada el 7 de abril
ha introducido reformas a la ley 24.240 incluyendo expresamente a estas figuras
en su conjunto. El segundo, que la normativa en estudio ha estructurado un tipo
contractual que podemos caracterizar como "abierto", ya que la naturales y
alcance de los derechos que se transmiten o constituyen a favor del usuario
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pueden ser, como vimos, de diversa índole.
Los clubes de campo, los barrios cerrados, el tiempo compartido, los centros de
compras, los parques industriales o los cementerios privados, constituyen
novedosas formas de disfrute de los bienes inmuebles surgidas al impulso de la
iniciativa privada y de necesidades crecientes.
1. Cuestiones lingüísticas
Es oportuno recordar que las palabras del Derecho son por lo general definibles
en términos del lenguaje natural y, por tanto, las características de este lenguaje
(ambigüedad y vaguedad de sus expresiones) aparecen también, en mayor o
menor medida, en las normas jurídicas, en la doctrina y en los fallos judiciales
(17). Conviene entonces preguntarnos: ¿A qué nos referimos cuando utilizamos
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las expresiones citadas al comienzo? ¿Es lo mismo hablar de "nuevas formas de
evolución del dominio" que de "manifestaciones modernas de la propiedad
inmobiliaria"? ¿Multipropiedad y tiempo compartido son expresiones que se
identifican?
2. Cuestiones sustanciales
Por otra parte el aprovechamiento comunitario determina que los contratos que
regulan este aspecto se caractericen por ser contratos plurilaterales o de
organización (24), se trate de reglamentos de copropiedad y administración,
regulaciones jurídicas contenidas en los estatutos sociales, reglamentos internos
de uso o reglamentos urbanísticos.
Junto a las facultades sobre las cosas, están las que se refieren a los servicios
que se prestan. Los servicios son obligaciones de hacer (Art. 625 del C. Civ.) que
varían de acuerdo a cada tipo de emprendimiento y a su categoría.
Estos contratos pueden caracterizarse como contratos complejos (27) por estar
compuestos por una pluralidad de prestaciones que está íntimamente ligada en
virtud de la finalidad que las partes tuvieron en vista al contratar (28):
obligaciones de dar para constituir o transmitir derechos reales o creditorios que,
como mínimo, importan el uso de partes privativas y sectores comunes a cambio
de un precio; obligaciones de prestar o hacer prestar determinados servicios y
proveer un régimen de utilización y administración de los sectores comunes y,
como contraprestación, abonar periódicamente los gastos o expensas. Es el caso
de la mayoría de los contratos de tiempo compartido, cementerios privados o
centros de compras, en los que el desarrollador se obliga a prestar los servicios y
administrar los sectores comunes. En el caso del tiempo compartido, además, la
prestación de servicios y el régimen de utilización y administración involucran
también las partes privativas, cuyo uso se distribuye temporalmente y se adiciona
el servicio de intercambio vacacional.
De "lege ferenda" hay quienes preconizan, para cada una de estas nuevas
formas de expresión de la propiedad, la creación de nuevos derechos reales.
Claro que, en tanto una ley los cree, pueden incorporarse a nuestro
ordenamiento otros derechos reales además de los indicados por el artículo 2503
del C. Civ. Pero lo que no resulta a nuestro juicio admisible es que, frente a la
aparición de cada fenómeno nuevo, se pretenda la creación de un nuevo derecho
real: la proliferación de derechos reales vulnerará el principio mismo del número
cerrado, que no sólo importa que la creación de los mismos puede ser realizada
exclusivamente por ley, sino también que debe serlo en número reducido.
Además, la creación de nuevos derechos reales para cada uno de estos nuevos
fenómenos atenta contra la idea de sistema que debe caracterizar a nuestro
Derecho Privado. Y la noción de sistema, como decía Ihering, es una exigencia
del método jurídico: la economía, y la simplicidad de normas, figuras y reglas. Es
la única forma de no caer en la anarquía legislativa a que conduce el exceso de
leyes y autonomías (36).
En lo que respecta a las partes comunes, con algunas variantes, los Proyectos
mencionados admiten que en el caso de los clubes de campo, parques
industriales, centros de compra, cementerios privados u organizaciones similares
solo serán necesariamente comunes las partes del terreno destinadas a vías de
acceso y comunicación e instalaciones de uso compartido, con sus accesiones.
1. Antecedentes de la Ley
La ley 26.356 tiene como antecedente inmediato el proyecto del Poder Ejecutivo
iniciado en el Honorable Senado de la Nación, expediente: 0090-20-2006. Un
análisis comparativo demuestra que este proyecto ha tenido pequeñas
modificaciones (en los artículos 3, 4, 5, 7 inc. b, 18, 21, 23 inc. h, 25, 35 y 36),
hasta convertirse en ley.
Los fundamentos del proyecto original, a los que luego nos referiremos, son muy
útiles para comprender las ideas centrales que han guiado a sus autores para la
regulación de los sistemas de tiempo compartido. En ellos no se brindan las
fuentes aunque, la mención de la consulta a la Cámara Argentina de Tiempo
Compartido, da una pauta sobre sus antecedentes.
Es evidente además que Proyecto del Poder Ejecutivo, como sus antecesores, se
encuentran influidos por la Directiva comunitaria mencionada al comienzo, que
reconoce una elaboración previa que se inicia con la resolución del Parlamento
Europeo de 1988 y continúa con la resolución del 11 de junio de 1989, en
especial en lo atinente al derecho de desistimiento unilateral sin causa a favor del
usuario, a la obligación de del vendedor de disponer de un documento
informativo (Art. 28 de la ley) y a la imposición legal de un contenido mínimo para
el contrato de tiempo compartido.
2. Definiciones
La ley también brinda definiciones de los actores del sistema, pero algunas de
ellas suscitan reparos. Veamos:
Destacamos que en la definición aparecen los sujetos del contrato que tienen
carácter necesario: el emprendedor o desarrollista y los adquirentes. Pero, en
función de las diversas modalidades contractuales, otros sujetos pueden asumir
el rol de partes, o de terceros vinculados a la operación. Así, el administrador,
cuando es una persona distinta del emprendedor; la empresa de intercambio, por
medio del contrato de afiliación del complejo; y la afiliación de cada usuario al
concretar la operación.
En los Fundamentos del Proyecto del Poder Ejecutivo se expresa que: "En sus
inicios, se intentó encasillar infructuosamente al tiempo compartido en la esfera
de los derechos reales o de los derechos crediticios; en la actualidad se lo
considera independientemente del tipo de derecho constituido, como un conjunto
de prestaciones periódicas que se traducen en una serie de facultades y
obligaciones, susceptibles de enmarcarse en la órbita contractual. La elección de
la modalidad operativa y del tipo de derecho que ella genera, es asignada al
emprendedor, en razón de que es éste quien da forma al producto que ofrece, de
acuerdo a su concepción de la actividad, a las circunstancias del mercado y
esencialmente a la respuesta del consumidor".
Va de suyo entonces que ni del espíritu ni de la letra de la ley puede inferirse que
se ha creado un nuevo derecho real, ni sobre cosa propia, ni sobre cosa ajena.
Por la misma razón la ley se limita a exigir la forma escrita para el contrato de
tiempo compartido (Art. 14), sin requerirse la escritura pública excepto, claro está,
que los derechos transmitidos o constituidos sean reales, en cuyo caso deberá
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formalizarse en escritura pública (Art. 1184 inc. 1 del C. Civ.), la que se inscribirá
en el registro inmobiliario del lugar en el que se encuentre ubicado el inmueble
(Arts. 2505 del C. Civ. y 2 de la Ley 17.801). En este último caso el contrato
celebrado por escrito tendrá el valor que la asigna el Art. 1185 del Código Civil.
En la exposición de motivos del proyecto del Poder Ejecutivo se expresa que "La
consagración del principio de libre elección, por parte del emprendedor, del
carácter de los derechos que va a constituir y transmitir, naturalmente requiere
como contrapartida, de una ley marco que implante un esquema de contenidos
contractuales mínimos y garantías suficientes" todo ello con la finalidad de lograr
"un auténtico equilibrio, entendiendo que resulta fundamental la certeza y
precisión de los derechos y obligaciones que asumen todos los actores
intervinientes".
Los efectos de una afectación pueden ser más o menos amplios, según el criterio
que se adopte, abarcando desde: a) la simple publicidad noticia que obligará, o
no a su mantenimiento por cierto lapso; b) la indisponibilidad del inmueble con un
destino diferente; c) O la inejecutabilidad por los acreedores del afectante (45).
Y, por último, se establece "la oponibilidad de los derechos adquiridos por los
usuarios, al acreedor hipotecario que consintiere la constitución del STTC y al
que la conociere al tiempo de constituirse el gravamen, como así también a los
sucesivos titulares de dominio o de otros derechos de cualquier naturaleza sobre
los bienes afectados al STTC"; así como la "intangibilidad de los derechos
adquiridos por los usuarios, que no podrán ser alterados o disminuidos por
sucesores particulares o universales, ni por terceros acreedores del propietario o
del emprendedor, ni siquiera en caso de concurso o quiebra." (Arts. 12 incs. b y
c).
IV. Colofón
(39) Tal como ocurrió con la propiedad horizontal: Recordemos que la ley no dice
que se trata de un nuevo derecho real, pero la doctrina es conteste en admitirlo.
¿Por qué? Porque el objeto no es una mezcla de dominio y condominio, pues el
derecho que se tiene sobre la unidad funcional es bien distinto del dominio
clásico, vertical, del Código Civil, fundamentalmente en razón de que falta una de
las facultades esenciales de este derecho: la facultad de disposición material, la
facultad de alterar materialmente la sustancia y el destino de la unidad. Y otro
tanto ocurre con el derecho real de superficie sobre edificaciones: si quisiéramos
incorporarlo a nuestro orden jurídico, tendríamos que crear un nuevo derecho
real. ¿Por qué? Porque su estructura —su objeto y sus facultades— es
totalmente distinta a la de los derechos reales vigentes.
(40) Ob. cit. en nota 3, p. 472.
(41) Conf. "Tiempo Compartido (Consideraciones sobre el proyecto de ley
sancionado por el Senado de la Nación)", ob. cit. en nota 5. En el mismo sentido,
el Art. 1 del proyecto denominado "Regulación del Sistema de Tiempo
Compartido" (Orden del Día número 1411/ 2000).
(42) Ob. cit. en nota 4, "Tiempo Compartido. Consideraciones sobre el proyecto
de ley sancionado por el Senado de la Nación".
(43) Ya nos hemos ocupado de señalar las dificultades de estos derechos por su
carácter vitalicio que importa no sólo la intransmisibilidad por causa de muerte
sino también que la cesión de su ejercicio durará hasta el fallecimiento del
usuario cedente. En la práctica, para salvar estas situaciones, los titulares de
dominio del inmueble se comprometen a reconocer, en el primer caso, a favor de
los sucesores universales su derecho con un alcance creditorio y, a
requerimiento y costo de éstos a constituir a su favor, nuevamente, el derecho
real de uso. Y, para el caso de cesión, se recurre a la figura de la renuncia del
derecho de uso por el primitivo usuario y constitución de un nuevo derecho real a
favor del cesionario. Por estas dificultades, sumadas al incremento de los costos
es que los emprendedores se ha ido inclinando, mayoritariamente a los derechos
creditorios.
(44) Una modalidad perniciosa de la instrumentación societaria es la involucra
dos sociedades: una titular del dominio del inmueble que concede el uso a la
otra, perteneciente al mismo grupo económico que, a su vez, transmite las
acciones que dan derecho al uso al adquirente.
(45) GATTI, Edmundo - ALTERINI, Jorge H., "Prehorizontalidad y boleto de
compraventa", p. 76.
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