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SIETE LECCIONES SOBRE

EL VOTO DE ANA
Aptl. Dr. Guido Luis Núñez

Al examinar de cerca el voto que hizo Ana, el cual fue apoyado por su marido Elcana, nos dan riquí-
simas lecciones sobre la práctica de hacer votos (Sal.116:12-14).

1. Los votos siempre son extraordinarios.


Ana dio lo que más amaba: un hijo (1S.1:1-11). Para una madre de la cultura judía no tener
un hijo era visto hasta como maldición, y para el marido, que su esposa no le diera un hijo
era una vergüenza. Viajar a las fiestas espirituales al lugar que Dios había escogido no era
ningún gozo para Ana. Ir sola, mientras todos los demás viajaban con sus hijos no era grato.
Además, Penina, la otra esposa de Elcana, se burlaba de ella.

2. Los votos revelan profunda espiritualidad.


El tiempo era una época de falta de espiritualidad. Los mismos sacerdotes se acostaban con
las mujeres que servían en el tabernáculo (1S.2:12, 22-25). Sin embargo, siempre hay gente
espiritual que practica actos especiales que demuestran su dedicación a Dios.

3. Los votos están por encima de la necesidad personal.


Ana vio la necesidad del Pueblo de Dios. Ana entregó a su hijo por el bien del pueblo de
Dios. Sería muy diferente al sacerdocio corrupto de su tiempo, de aquí que no solo lo entre-
gó, sino que lo consagró con voto de nazareo para que sirviera durante toda su vida total-
mente dedicado al Señor.

4. Los votos y la oración van de la mano (1S.1:10,11).


Y su oración no era superficial como la del niño malcriado que patalea y grita por algo pura-
mente antojadizo: “dame ese juguete”. En lugar de hacer una rabieta carnal, hizo un voto.
Estaba más enfocada en dar, que en recibir.

5. Los votos tienen un poderoso impacto espiritual.


Cuando Ana dio el voto , cantó y profetizó (1S.2:1-10).

6. Los votos son de nuestra propia motivación.


Pero estoy seguro que esa motivación está influenciada por el Señor mismo. Samuel fue un
plan de Dios, y Ana tuvo el suficiente discernimiento. Un buen ejemplo de como responder
a esa influencia divina nos la da Samuel mismo estando ya de niño en el Tabernáculo
(1S.3:9,10). Que por cierto, fue el consejo de Elí, que ya conocía al Señor:

1. Respeto: “habla, Señor”


2. Humildad: “que tu siervo”
3. Obediencia: “oye”.

7. Los votos se dan a Dios.


Elcana y Ana dan el voto en un lugar que no está nada bien, sin embargo, ellos confiaron en
que es a Dios a quien lo dieron, y Él sería quien los bendeciría.

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