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A ROOSEVELT
Mas la Amrica nuestra, que tena poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
que el alfabeto pnico en un tiempo aprendi;
que consult los astros, que conoci la Atlntida,
cuyo nombre nos llega resonando en Platn,
que desde los remotos momentos de su vida
vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
la Amrica del gran Moctezuma, del Inca,
la Amrica fragante de Cristbal Coln,
la Amrica catlica, la Amrica espaola, la Amrica en que dijo el noble Cuactemoc:
"Yo no estoy en un lecho de rosas"; esa Amrica
que tiembla de huracanes y que vive de Amor,
hombres de ojos sajones y alma brbara, vive.
Y suea. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol.
Tened cuidado. Vive la Amrica espaola!
Hay mil cachorros sueltos del Len Espaol.
Se necesitara, Roosevelt, ser Dios mismo,
el Riflero terrible y el fuerte Cazador, para poder tenernos en vuestras frreas garras.