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EL ESTADO Y EL MEDIO AMBIENTE


Silvia Diana Matteucci
CONICET, Grupo de Ecología del Paisaje, Centro de Estudios Avanzados,
Universidad de Buenos Aires (smatt@arnet.com.ar)

Introducción

Hablar del rol del Estado en la problemática medio ambiental no es sencillo. Los
conceptos de Estado y de Medio Ambiente son de por sí complejos. Medio
Ambiente es el entorno en el cual se desarrollan todas las actividades humanas,
y no existe una sola que no afecte directa o indirectamente al medio ambiente.
Esto implica que toda decisión estratégica del Estado, desde la elaboración del
Plan Maestro de uso de la tierra, la normativa para la instalación de desarrollos
industriales, las leyes de ciencia y educación hasta las de conservación y
turismo, tendrán efecto sobre el medio ambiente. Cuando se modifica el precio
internacional de la soja, cuando se regula la exportación o importación, cuando
se decide la aceptación o no de determinados germoplasmas para el cultivo, de
manera indirecta se influye en los modos y niveles de la actividad productiva,
con los consiguientes efectos en los ecosistemas que constituyen el entorno
físico biótico.

Es por esto que uno se cuestiona la pregunta: ¿cuál es el rol del Estado en
relación al medio ambiente? Quizá la pregunta debería ser ¿qué tipo de Estado
se requiere para desarrollar la política medio ambiental adecuada a los intereses
y necesidades de la población? En un país dependiente, como el nuestro, el
Estado puede o bien enfrentarse o bien acoplarse a los intereses y políticas de
las multinacionales y de los Estados dominantes. Lamentablemente, la decisión
es del Estado porque la sociedad civil es débil. Creo que no cabe duda de cuál ha
sido y sigue siendo la respuesta del Estado en nuestro país. Ante esta realidad,
resulta utópico pretender que el Estado pueda cumplir su rol de regulador-
protector de los intereses de todos los sectores sociales, sin la participación
activa de la sociedad civil. La actitud conformista del público, incentivada por el
Estado, favorece la dominación y el control logrado mediante el poder y la
represión.

Es por esto que me inclino a pensar que la solución de nuestros problemas


medio ambientales no provendrán de políticas que surjan de un Estado que
impone un saber organizado que mantiene la dominación y el control. Si bien
podemos adjudicar un rol al Estado, éste no se podrá realizar hasta que la
sociedad sacuda su conformismo y construya, sistematice y elabore un saber
alternativo al vigente. En este sentido, el rol de los intelectuales comprometidos
y de la sociedad civil movilizada es de mucho más peso en las etapas iniciales de
un proceso de cambio.

Para que la acción sea efectiva veo la conveniencia de bajar el nivel jerárquico a
la escala local, dirigiendo la discusión hacia el rol del sistema sociedad-
ciencia,tecnología-gobierno, en la solución de problemas concretos en el rango
de Municipio o inferior. Cifro esperanzas en que a partir de la multiplicación de
casos locales será posible potenciar acciones que ayuden a modificar la
estructura y funcionamiento del Ecosistema Humano Total (Egler, 1970) en los
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niveles jerárquicos superiores. Esto es, un Estado útil a la sociedad es aquel que
está completamente subordinado a ésta; convertirlo de un órgano situado por
encima de la sociedad es una tarea llena de escollos pero que tiene mayor
probabilidad de éxito si se impulsa desde la sociedad civil, y la solución de
problemas ambientales concretos es una manera de despertarnos de la inercia y
apatía que nos invade como respuesta a los fracasos de la política.

En este trabajo trato de demostrar, a la luz de los avances de la teoría de los


sistemas complejos adaptativos (auto-organizados), de qué manera es posible
aproximarse al manejo del medio ambiente y cuál debería ser el rol del Estado
en este contexto. Presento un conjunto de reflexiones que se interrelacionan,
con la expectativa de generar una discusión que permita profundizar en el tema.

El sistema naturaleza-sociedad

El ambiente está en el dominio de la ciencia: los fenómenos de interés se


localizan en el mundo natural. Cualquiera sea el tema ambiental (contaminación,
erosión, pérdida de biodiversidad, manejo de recursos, ordenamiento de los usos
de la tierra, etc.) debemos recurrir al conocimiento científico para lograr una
gestión efectiva; sin embargo, no es la ciencia tradicional academicista la que
dará las respuestas requeridas. Hasta hace unas cuatro décadas, la sociedad iba
a la conquista de la naturaleza y todas las estrategias apuntaban a controlarla;
hoy reconocemos que no somos sus dueños, sino parte de ella y que debemos
manejarla pero para acomodarnos y ajustarnos a su funcionamiento. En estas
condiciones hoy, más que nunca, se requiere una ciencia al alcance de todos, y
para ello es importante adoptar un enfoque diferente para las tres etapas del
proceso científico tecnológico: creación, transmisión y utilización del
conocimiento sistemático.

El proceso científico-tecnológico no puede seguir siendo patrimonio de un grupo


selecto; que se mantiene en un sistema cerrado, sin consecuencia para el resto
de la sociedad. Esto no significa la desaparición de los científicos, sino su
apertura para efectivizar su rol como susbsistema de Ciencia y Tecnología
interactuante con los subsistemas social, de gobierno y de crítica (Fig.1).

Además, la solución de toda situación ambiental requiere una coincidencia en el


tiempo de tres condiciones: la percepción del problema; la disponibilidad de
alternativas técnicas de solución; la predisposición del gobierno. Según dicta la
experiencia, en general, la percepción del problema por parte de la sociedad
aparece primero; en último lugar, si es que se da, aparece la predisposición de
las instituciones gubernamentales. La coincidencia requerida tiene más
probabilidades de ocurrir en una sociedad que funciona en un sistema integrado
(Fig. 1).

El Subsistema Social (SSS) está formado por todas las instituciones y personas
afectadas o involucradas en el caso en cuestión. Debe interactuar con los otros
tres subsistemas puesto que es el que nutre al subsistema científico tecnológico
con problemas y con soluciones que requieren comprobación. Es, asimismo, el
que exige al gobierno la puesta en marcha de las acciones. Es por su rol como
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razón de ser de los otros subsistemas que se encuentra a la cabeza del


esquema.

El Subsistema de Gobierno (SSG) está formado por todas las instituciones y


personas cuya actividad está centrada en optimizar el bien común a través de su
administración. Su rol es el de dar respuesta a los requerimientos tanto de la
sociedad como del subsistema científico-tecnológico.

Figura 1: El Sistema Científico

MEDIO AMBIENTE

SSS

SSC

SSCT SSG

El subsistema de Ciencia y Tecnología (SSCT) está formado por todas las


instituciones y personas cuya actividad esté centrada en optimizar la generación
de conocimientos y la utilización de los mismos.

El Subsistema de Crítica (SSC) está formado por todos. Todo ciudadano, cuando
ejerce su derecho de crítica al gobierno o cuando, mediante su compra decide
entre un producto u otro, pertenece al sistema de crítica. Toda institución de los
otros tres subsistemas, al seleccionar la tecnología, pertenece al subsistema de
crítica. El rol es central, es el contralor y regulador de los demás subsistemas,
por ello se representa en el centro del gráfico.

La interacción entre los subsistemas garantiza que:


• todos los subsistemas participen en las tres fases del proceso científico-
tecnológico (creación, transmisión y utilización del conocimiento
sistemático).
• el Subsistema de Ciencia y Tecnología responda a las necesidades de la
sociedad en el momento histórico dado; más que a la necesidad
académica de la publicación.
• junto con otras herramientas, resuelva los conflictos entre distintos
grupos de la comunidad al momento de planificar y ejecutar acciones
mitigadoras o correctivas.
• las decisiones acerca del manejo del medio ambiente provengan del
conjunto de la sociedad y no de los expertos actuando por encima de la
sociedad civil.
• la normativa ambiental (y toda otra) surja de la comprensión del
funcionamiento del sistema natural-social, más que de intereses espurios.
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Este sistema sólo podrá funcionar si se logra la democratización del


conocimiento. Es aquí donde el Estado tiene un rol fundamental, como nexo y
motor de la interacción entre el Subsistema Científico-Tecnológico y el
Subsistema Social.

El Medio Ambiente como Sistema Complejo

La experiencia de la gestión del medio ambiente a lo largo de la historia


demuestra que la naturaleza no es domesticable. Aún cuando en lo inmediato se
obtengan resultados acordes con lo esperado, en un plazo más o menos largo se
producen los "reveses ecológicos", que se manifiestan no sólo en el deterioro de
los ecosistemas y los recursos, sino también en agencias que se vuelven rígidas
y miopes, en mayor dependencia de los sectores económicos, y en la pérdida de
credibilidad de los gobiernos. El uso de la teoría tradicional en la gestión de los
sistemas ecológico/económico/social ha generado problemas a largo plazo al
satisfacer objetivos de corto-plazo.

Se le exige a la ecología, como rama que estudia el medio ambiente, que dé


respuestas simples a preguntas complejas. El método científico que nos enseñan
requiere simplificación de la situación al punto en que sea controlable y
predecible. Al hacer esto se elimina la complejidad inherente al sistema natural.
Si queremos tener éxito en las políticas a aplicar para mejorar el medio
ambiente, debemos cambiar el enfoque tanto de la ciencia como del manejo. No
manejamos ecosistemas, manejamos nuestra interacción con ecosistemas (Kay
y Schneider, 1994). El requerimiento de explicaciones simples y leyes básicas
parte de la idea de que el sistema ambiental puede analizarse con el método
científico tradicional, reduciéndolo a un sistema simple. Este tratamiento
conduce a conclusiones erróneas, que se traducen en políticas ambientales que
llevan al fracaso, causando problemas nuevos o empeorando los ya existentes.

Todo observador que trata de comprender los problemas ambientales puede


quedar sorprendido por la cantidad y variedad de elementos y procesos
involucrados, y por la manera en que se afectan mutuamente. Cada vez se hace
más evidente a un conjunto más grande de gente que nada puede ser manejado
en aislamiento ya que los temas están mutuamente relacionados, los problemas
trascienden varios niveles de una jerarquía y escalas temporales, todo tipo de
incertidumbres afecta tanto a los datos como a las teorías. Para desarrollar
directrices medio ambientales nuevas se requieren herramientas intelectuales
nuevas. Ya no se puede elaborar políticas sobre la base de estudios detallados
de porciones aisladas de la naturaleza, en base a modelos simples y teoría
abstracta. El enfoque reduccionista puede impedir la comprensión de los
problemas y el desarrollo de los métodos adecuados para solucionarlos.
Tampoco resultan útiles los modelos clásicos de simulación, que consideran al
sistema internamente homogéneo en el tiempo y en el espacio.

La teoría de los sistemas complejos auto-organizados, que es un avance


respecto de la clásica teoría de los sistemas, promete brindar herramientas más
adecuadas para el abordaje de la problemática ambiental que los enfoques
científicos convencionales. La teoría de los sistemas es un enfoque analítico que
representa al mundo natural como un conjunto de elementos entre los cuales
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ocurren flujos regulados por una variedad de procesos de retroalimentación. Los


primeros modelos eran simples y se basaban en funciones determinísticas. Con
el avance de la tecnología computacional, los modelos se han ido complicando,
incluyendo gran cantidad de procesos interactuantes, y se han podido realizar
simulaciones a escalas espaciales y temporales cada vez más grandes, o con
mayor resolución espacial y temporal. Sin embargo, dichos modelos no
contemplan la heterogeneidad interna del sistema; esto es, cada elemento se
comporta como una entidad estable, que no cambia en el tiempo ni en el
espacio; no se los considera capaces de adaptación. Los avances recientes, tanto
en teoría como en computación, permiten modelar el comportamiento individual
en respuesta a los cambios en el entorno. Asimismo, los antiguos modelos
operaban a una escala y no incorporaban los flujos verticales entre niveles
jerárquicos diferentes.

Un sistema ecológico natural es un ensamblaje complejo de organismos


inmersos en una entorno abiótico. La complejidad surge de las interacciones
intra e interespecíficas entre los individuos, de las interacciones entre niveles
tróficos y de las interacciones entre los individuos y los elementos del entorno
abiótico. Estas interacciones, que varían en el tiempo y el espacio, pueden ser
fuertes y directas o difusas e indirectas y son modificadas por procesos de
retroalimentación positiva o negativa con el entorno. Las interacciones son
procesos que ocurren a diversas escalas espaciales y temporales. Por lo tanto,
nos enfrentamos con el desafío de comprender de qué manera se integran los
diversos niveles de organización y de qué manera los mecanismos y patrones a
una escala pueden comprenderse en términos de los procesos que operan a otro
nivel.

En los sistemas naturaleza-sociedad, aparece un nuevo elemento de complejidad


ya que integra dos subsistemas muy diferentes tanto en cuanto a los
componentes como en cuanto a las tasas de los procesos operativos. Además, el
subsistema social es reflexivo, porque tiene no sólo requerimientos, sino deseos
que se traducen en intenciones y acciones dirigidas a cumplir metas que muchas
veces entran en conflicto con los requerimientos y procesos del subsistema
natural.

La teoría de los sistemas complejos auto-organizados se fundamenta en la teoría


de la catástrofe, la teoría del caos, la teoría de la jerarquía y la termodinámica
de los sistemas abiertos. La Teoría de la catástrofe establece que los sistemas
sufren cambios repentinos de manera discontinua. Cuando el sistema alcanza el
umbral de catástrofe, hay varias respuestas o rutas posibles de cambio y no se
puede predecir a priori cuál ocurrirá. La vía que siga es un accidente de
circunstancias. La teoría del caos avanza un poco más y establece que la
predicción no es posible por la acumulación de pequeñas interacciones entre los
componentes. Es por este efecto que los pronósticos climáticos no pueden ir más
allá de 5 a 10 días, independientemente del grado de sofisticación de las
computadoras y del volumen de información disponible.

La termodinámica de los sistemas abiertos, por su parte, permite explicar los


sistemas auto-organizados. Un sistema abierto que recibe energía es desplazado
del equilibrio; pero los sistemas naturales se resisten a moverse del equilibrio y
responden con la emergencia espontánea de un comportamiento organizado
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como una manera de disipar la energía. El sistema alcanza el umbral catastrófico


y cambia a otro estado más organizado. Esta auto-organización se caracteriza
por cambios abruptos que ocurren cuando emerge un conjunto nuevo de
interacciones y actividades entre los componentes y el sistema. La forma de
expresión de la auto-organización no es predecible. Un sistema sólo puede auto-
organizarse si recibe suficiente energía pero no demasiada; esto es, hay un
intervalo de energía dentro del cual es posible la auto-organización. Si una
estructura no está lo suficientemente desarrollada como para aprovechar toda la
energía y materiales disponibles, otra estructura ocupa su lugar. Estos sistemas
no minimizan ni maximizan su funcionamiento, sino que operan en un óptimo.
Por eso, las técnicas de manejo que tratan de maximizar o minimizar algún
aspecto del sistema fracasan.

Los sistemas complejos auto-organizados, además, deben estudiarse desde una


perspectiva jerárquica. Los sistemas vivientes, en cualquiera de los niveles de
organización, deben funcionar en el contexto del sistema y del entorno del cual
son partes. Los conceptos de escala y jerarquía están ligados inextricablemente.
Una jerarquía se define como un sistema de interconexiones en el cual el nivel
superior impone restricciones a los niveles inferiores en diversos grados. El
concepto de jerarquía tiene una larga historia en la ciencia, pero la publicación
de Köstler (The ghost in the machine, 1967) constituye un hito en el tema.

De acuerdo a este concepto, el universo es un todo organizado con una


estructura jeráquica en la cual cada nivel es un sistema formado por
subsistemas, que son sistemas del nivel jerárquico inferior, y propiedades
nuevas emergentes que surgen de las interrelaciones entre esos subsistemas.
Más tarde, Köstler (1969) profundizó la idea, agregando que ni las partes ni el
todo existen en sentido absoluto, en ningún dominio (biológico o social). La
realidad concreta existe como una serie de niveles en orden ascendente de
complejidad, cada uno de los cuales tiene dos caras que miran en direcciones
opuestas. La cara que mira hacia el nivel inferior es la del todo autónomo y la
que mira hacia el nivel superior es la de la parte dependiente. Cada nivel de
doble cara fue llamado holón por Köstler (1969). La importancia de este
concepto estriba en que inició una nueva manera de ver y analizar los
fenómenos naturales, que perdura hasta hoy y que constituye un eslabón entre
el holismo y el reduccionismo. Un nivel no puede ser considerado como un
organismo a partir de las propiedades emergentes prescindiendo del
conocimiento de las partes (subsistemas) que lo conforman, como lo sugiere el
holismo. Tampoco puede comprenderse como la suma de sus partes, sin
consideración de las interrelaciones entre ellas, como pretende el reduccionismo.
Sin embargo, el todo puede disecarse en las partes, que son los holones del
nivel inferior, para analizarlo, para poder explicar su funcionamiento y poder
predecir el efecto de acciones sobre el sistema.

Dentro de un sistema jerárquico, los niveles se distinguen por las diferencias en


las tasas o frecuencias de sus procesos característicos. Los holones tienen tasas
de comportamiento que los ubican a determinados niveles en la jerarquía. Por
ejemplo, un organismo individual, como holón, puede interactuar con otro
organismo porque ambos operan a la misma escala espacio temporal. Pero un
organismo individual no puede interactuar con un bioma, ya que ambos operan a
escalas diferentes por varias órdenes de magnitud. Para el organismo individual,
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el bioma es un contexto relativamente constante dentro del cual funciona


(opera). Así, las escalas temporales constituyen un criterio importante para
identificar los niveles de una jerarquía.

Un corolario de la teoría de la jerarquía es la importancia de considerar al menos


tres niveles jerárquicos en todo estudio. El nivel focal o nivel de interés se
identifica en función de las preguntas u objetivos del estudio. Por ejemplo, si la
pregunta es: ¿cuál es el efecto de una plaga sobre el rendimiento de un cultivo?,
el objeto de estudio es el cultivo. Si en cambio, la pregunta es: ¿cuál es el efecto
de la plaga sobre la economía regional?, el objeto de estudio es la región como
un todo. En el primer caso, el nivel focal es el cultivo y en el segundo es el
conjunto de cultivos interactuando con otros factores naturales y
socioeconómicos en la región. Una vez elegido el nivel focal, conviene considerar
dos niveles adicionales. El nivel por encima del focal restringe y controla a los
niveles inferiores, proveyendo el contexto del nivel focal. El nivel inferior al focal,
provee los detalles requeridos para explicar el comportamiento observado en el
nivel focal.

Un segundo mensaje de la teoría de la jerarquía en relación a los sistemas


complejos es que aunque las variables que influyen un proceso pueden cambiar
o no con la escala, al cambiar la escala espacial o temporal, muy
frecuentemente ocurre un cambio en la importancia relativa de las variables o en
la dirección percibida de una relación. Esto es, si a un cierto nivel jerárquico, un
incremento del factor X conduce a un incremento de la respuesta Y, a otro nivel
dentro del mismo sistema, el incremento de X puede causar una disminución de
la misma respuesta Y. Quiere decir que los resultados de los procesos son
dependientes de la escala; procesos diferentes pueden percibirse a escalas
diferentes y, además, las conclusiones acerca del cambio direccional de la
relación causa-respuesta, puede cambiar cualitativamente al incrementar el
tiempo de observación.

La Teoría de la Jerarquía también sugiere que existirán escalas múltiples del


patrón espacial de los paisajes debido a que los procesos actúan a diversas
escalas. Un ejemplo bien conocido es el de los bosques nativos, que muestran
heterogeneidad a varias escalas. A escala pequeña, la caída de los árboles por
muerte natural forma claros que tienen un microclima diferente por la mayor
penetración de la luz y, por lo tanto, una estructura vegetal y florística diferente
del resto del bosque. A escala media, existen parches en diversos estadios de la
sucesión, causados por perturbaciones a escala media (fuegos, avalanchas, etc).
A escala grande, los cambios geológicos que afectan la disposición del sustrato y
los suelos, generan variaciones en los tipos de bosque en espacios grandes.

En los sistemas jerárquicos, todos los componentes están conectados


verticalmente, aunque sea de manera laxa. Un nivel jerárquico que no se ajusta
a las restricciones y condiciones impuestas por el nivel superior que lo contiene
(el suprasistema) es eliminado. Cuando un nuevo sistema se forma a partir de la
desestructuración de otro por el proceso de auto-organización, el proceso sería
mucho más eficiente si los posibles resultados fueran restringidos a aquellos que
tienen mayor probabilidad de éxito. A todos los niveles jerárquicos existen
mecanismos que restringen la auto-organización (genes a nivel de células e
individuos; tabúes y moral en grupos humanos; requerimientos especiales para
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algunos procesos fisiológicos en plantas y animales). Estos mecanismos


funcionan, a cada nivel jerárquico, como bases de datos de información acerca
de estrategias de auto-organización con un record histórico de éxitos que sirve
para seleccionar las estructuras más sustentables en un ambiente particular;
esto es, los sistemas complejos tienen capacidad de aprendizaje. En el caso de
los ecosistemas, la biodiversidad es la base de datos que permite la auto-
organización del ecosistema.

En síntesis, las propiedades de los sistemas complejos auto-organizados que


deben considerarse en las estrategias de manejo del medio ambiente son:
1) No linearidad: el sistema se comporta como un todo, no puede comprenderse
descomponiendo las partes y luego sumando o multiplicando los resultados.
2) Jerarquico: los sistemas complejos están anidados jerárquicamente. Cada
sistema está embebido en otro sistema y a su vez está formado por un
conjunto de sistemas. El control ejercido por un holón a un nivel específico
siempre involucra un balance de controles internos y externos. Este anidado
no puede comprenderse enfocando sólo un nivel jerárquico (holón). La
comprensión proviene de perspectivas múltiples de diferentes escalas y tipos.
3) Causalidad interna: el sistema no sigue los preceptos newtonianos, no es un
mecanismo, sino una entidad auto-organizada. Se caracteriza por la
presencia de bucles de retroalimentación positiva y negativa; autocatálisis,
propiedades emergentes y sorpresa (incertidumbre).
4) Existe un intervalo energético dentro del cual puede ocurrir la auto-
organización. La tendencia es hacia un óptimo, no hacia un máximo ni un
mínimo.
5) El sistema puede y generalmente tiene más de un dominio de atracción; esto
es, es multiestable, no existiendo necesariamente un único estado estable
preferido en un escenario dado. El estado presente del sistema es una
función de los accidentes históricos tanto o más que de otros factores.
6) Comportamiento catastrófico: es la norma. con: a) bifurcaciones (momentos
de comportamiento impredecible); b) virajes (discontinuidades repentinas,
cambios rápidos); y c) ciclos.

Según Holling (1992), el sistema ambiental, al igual que todo organismo


atraviesa un ciclo de nacimiento-crecimiento y muerte. Propone un ciclo
dinámico de 4 funciones que conducen a 4 fases (Fig. 2) propias de todo sistema
complejo: 1) Fase r en que predomina la explotación de recursos; comienzan los
procesos de crecimiento lento a partir de la incorporación de materia, energía e
información. Los factores externos tienen gran influencia en los procesos. El
capital (biomasa) acumulado es pequeño y como la organización es poca, el
grado de conexión entre elementos es pobre. 2) Fase de conservación (K), en la
cual predominan el crecimiento rápido y la acumulación de biomasa (incrementa
el capital acumulado) y que conduce hacia un estado de madurez del sistema.
En esta fase, que se prolonga en el tiempo, hay procesos fisiológicos, ecológicos
y sociales predecibles; y la homeostasis interna controla los impactos del
exterior. En la madurez, última etapa de la evolución del sistema, el capital
acumulado es grande; los controles internos son más rígidos, más específicos y
ajustados; esto es, el grado de conexión es muy alto, por lo cual el sistema se
hace más vulnerable a las perturbaciones inesperadas que provienen del exterior
(explosión de plagas, incendios, inundaciones, etc.) 3) Fase de desestructuración
(Ω), donde los procesos dominantes son la liberación de la energía e
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información. Ante un cambio exterior, que puede ser desde un evento climático
hasta cambio de precio de un producto en el mercado internacional, el sistema
se desestructura porque a la madurez ha alcanzado un alto grado de rigidez que
le impide amoldarse a la nueva situación del entorno. El grado de conexión
todavía es alto, pero el capital acumulado disminuye. 4) Fase de reorganización
(α), en la cual el sistema se reacomoda a la nueva situación exterior. El capital
acumulado crece, pero hay poco ajuste dado que el sistema no está todavía
estructurado. Si el sistema ha perdido resiliencia, no se reorganiza y vira hacia
otro dominio de atracción.

Figura 2: Ciclo adaptativo de un sistema complejo

α K
CAPITAL ACUMULADO

r Ω

CONEXIÓN (AJUSTE)

El ritmo de los cambios es variable. El pasaje de crecimiento a conservación es


lento y prolongado; el pasaje de conservación a liberación es rápido, igual que el
de liberación a reorganización y el de reorganización a crecimiento es algo más
lento que éstos pero más rápido que el de explotación a conservación. La
resiliencia, o cantidad de cambio que puede absorber un sistema sin colapsar, es
variable también: es alta en r y α, cuando el sistema tiene capacidad de
respuesta y de reacomodo y es baja en K, en que la rigidez impide
la...adaptación.

Cada nivel jerárquico cumple su propio ciclo adaptativo, a una tasa que depende
del nivel jerárquico y de la escala espacial que ocupa. Un avance importante,
especialmente para la aplicación de la teoría a la gestión ambiental, es
reconocimiento de que los ciclos de niveles jerárquicos diferentes están
entrelazados por flujos que pueden ir en ambas direcciones: la reorganización a
un nivel está restringida por las condiciones del nivel superior, y un colapso en el
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nivel inferior puede ser una perturbación inesperada para la fase K del nivel
superior; variables pequeñas y rápidas también pueden dominar a las lentas y
grandes en el estado de reorganización. Esto indica que no importa con cuánto
detalle se estudia y con cuánto cuidado se gestiona el ambiente, el sistema va a
fracasar si existe algún impedimento que proviene del nivel superior. También
implica que los procesos a un nivel jerárquico inferior pueden influir el
funcionamiento del nivel superior. De allí, la importancia de tener en cuenta los
flujos de intercambio con el entorno del nivel focal y el funcionamiento de las
partes en el nivel inferior al focal.

Quizá el avance más contundente a la hora de dictar las normativas y planificar


el manejo del medio ambiente, y que surge de la teoría de los sistemas
complejos adaptativos aplicada a los sistemas ambientales, es que los
observadores (sociedad civil) y analistas deben forzosamente incluirse dentro del
sistema, son parte de él. Cada uno observa el problema desde un ángulo
diferente, considera ciertos componentes y niveles jerárquicos con la óptica
impuesta por su escala de valores y sus intereses. Los resultados de sus
observaciones no son necesariamente arbitrarios, pero nadie puede abarcar todo
el sistema. Los observadores pueden ser concientes o no de sus limitaciones. Si
no son concientes, volvemos al obsoleto modelo de los técnicos expertos;
cuando existe conciencia de esto, se aceptan las opiniones de todos los agentes
sociales, todo el sistema se enriquece y estamos más cerca de comprender un
sistema complejo.

Los técnicos y funcionarios tienen una tarea mediadora, y la responsabilidad de


comprender que la diversidad de ideas y los conflictos de intereses no son un
accidente que puede eliminarse con una ciencia o un método mejor, sino que es
una propiedad del sistema complejo. Al aceptar la diversidad como inherente al
sistema complejo, se abre el camino para crear superposiciones y encontrar
acuerdos. La aceptación de la incertidumbre y de la pluralidad de perspectivas
demuestran por qué la política ambiental no puede formularse por la vía
idealizada lineal de juntar y aplicar conocimientos. La elaboración de políticas es
otro subsistema en el sistema complejo total. La respuesta viene del interior,
con la sociedad civil como parte de los subsistemas social y de crítica.

Los funcionarios suelen alarmarse y entrar en un estado de parálisis cuando


surgen los conflictos entre los diversos grupos de agentes sociales. Muchos
problemas ambientales no tienen una respuesta científica definitiva, debido al
alto nivel de incertidumbre, por lo cual las inferencias son condicionadas por los
intereses y valores de los participantes. Aún en casos en que las incertidumbres
son acotadas, si las conclusiones científicas atentan contra valores de la
sociedad civil, ésta adopta una política defensiva que tratará de refutar cada uno
de los argumentos científicos. Esta táctica es legítima y sólo es criticable cuando
se aplica de manera oculta, como lo hace un técnico que se presenta como un
juez imparcial cuando en realidad tiene un interés personal en el tema.

Hoy en día existen técnicas tanto en la rama de las ciencias sociales como en la
matemática (por ej.: el análisis multivariado; la teoría de los conjuntos
confusos), que facilitan la mediación en las discusiones, la evaluación de los
criterios de valoración de alternativas de manejo y el análisis de datos cargados
de incertidumbre, ambiguos, confusos e incompletos, típicos de los provistos por
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los subsistemas reflexivos, para encontrar soluciones de compromiso con la


participación de los interesados. Además, todo enfoque participativo y
multivariado resulta operativamente útil, porque es una herramienta para la
discusión. Si bien ninguna herramienta formal puede solucionar los conflictos,
puede ayudar a profundizar en la naturaleza de los mismos, mejorando la
comprensión del proceso de negociación, y a llegar a compromisos
incrementando la transparencia del proceso de evaluación. Puede usarse como
herramienta de aprendizaje, ayudando a los participantes a asumir sus
preferencias y posturas y a tomar conciencia de las ajenas. Sólo así se logra una
política robusta, que es aceptada y respetada porque ha sido elaborada con
consenso de todas las partes, donde cada uno ha tenido que ceder en algo pero
nadie queda excluido.

Conclusiones

Estamos en una etapa histórica de cambios profundos a todos los niveles y


sectores. Los cambios no son nuevo, se vienen sintiendo desde la década del 60.
Lo novedoso es que cada vez se suceden con mayor rapidez y, lo que es más
importante, ha incrementado notablemente en los últimos años la percepción de
los problemas y cada vez más gente hace conciencia de la necesidad de
participar. Es un momento histórico que brinda múltiples oportunidades que se
podrán aprovechar o no, dependiendo del grado de compromiso de aquellos que
todavía tenemos capacidad de influir.

La ecología puede decir cuáles son las probables respuestas de un ecosistema a


los cambios del medio, pero no puede decir cuáles son útiles para la sociedad y
cuáles no lo son, a priori. La evaluación de la aceptabilidad ecológica de una
actividad humana depende de un juicio de valor acerca de si los cambios del
ecosistema afectado son aceptables o no por la sociedad involucrada. Este
abordaje del manejo del ambiente parece sin fundamento científico y por eso no
es aceptado por la élite cientificista. Pero, si usamos un enfoque ecológico para
el manejo de los ecosistemas, que es lo que debemos hacer si queremos un
mundo sustentable, debemos cambiar la forma en que nos gobernamos,
debemos cambiar el proceso de toma de decisiones y el funcionamiento de las
instituciones. Este es el verdadero desafío que surge del enfoque de los sistemas
complejos.

El Estado tiene un campo abierto para influir como motor de la interacción entre
los subsistemas social y científico, generando los ámbitos para el intercambio y
la democratización del conocimiento. La política ambiental robusta no sale de la
elaboración por los expertos, sino que debe respetar los derechos del conjunto
de ciudadanos. En el proceso, cada parte toma conciencia de sus intereses, de
los de las demás partes y del problema común; se aclara la percepción del
problema. El resultado es una decisión legítima y altamente resiliente; ninguna
solución, por más bases científicas que tenga, puede alcanzar esta robustez
(Functowicz y otros, 1999).

Finalmente, haciéndonos eco de la teoría de los sistemas complejos auto-


organizados, queda la esperanza de que la proliferación de proyectos de
desarrollo ecológicamente sustentables elaborados y ejecutados
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participativamente a nivel local pueda influir en los niveles jerárquicos superiores


haciendo colapsar el sistema burocrático rígido institucionalizado. En esto, los
técnicos y profesionales comprometidos que forman parte de los niveles
municipales tienen un fértil campo para la acción. Es desde abajo que el Estado
podrá asumir un rol protagónico de liderazgo político que le devuelva a la
sociedad argentina la fe en el futuro. Y es alrededor de la solución de un
problema concreto que la sociedad podrá liberarse del conformismo que la
invade. Y es participando en ese nivel como los científicos podemos colaborar
para que nuestra Universidad en crisis como institución abandone los vicios de la
improvisación y el clientelismo y salga del aislamiento que se traduce en su
actitud excluyente frente a la sociedad.

Bibliografía citada

Egler, F.E. 1970. The way of science: a philosophy el ecology for the layman.
Hafner, New York.

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