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Felt Ff; DRUCKER GRU Fo Poors Porras En su libro mas reciente, Drucker Cree eee oer emu C Core C od cambios que estan afectando a la politica, PERCE enn arn irene Tn Tent e Beane ema ee POT Cee Mi CM aie tcm Ce CO oportunidades que el futuro ofrece Date omereel ome a Renner Pram eye Meant CORa 4 mace) bien que en un recurso, es lo que hace a nuestra sociedad postcapitalista. Eso NERO CCUa Can Cae ateaaatcy de la sociedad. Crea una nueva dinamica VG eRe or een lule- Mesut mica. Crea una nueva politica". Peter F. Drucker es famoso por los POC ee eRe me nT ew EMT a tica, la economia y la sociedad. Esos libros abarcan cincuenta anos de historia Pewee Reh atic nee eee on tee aaa aga industrial; La edad de la discontinuidad; Drea Oat MN arrears ee Renata Lema oc ee kevar a COCR Xen Coon ee wart) La sociedad POST CAPITALISTA PETER F. DRUCKER Traduccion Jorge Cardenas Nannetti euzpvrso EDITORIAL Barcelona, Bogoté, Buenos Aites, Caracas, Guatemala, México, Miami, Panam, Quito, San José, ‘Sen Juan, San Salvador, Santiago de Chile. Contenido Introduccién: La transformaci6n * Sociedad postcapitalista y Estado postcapitalista * Paso a la sociedad de conocimiento * gSoslayando al Estado- nacién? * El Tercer Mundo * Sociedad — Estado — cono- cimiento PRIMERA PARTE: LA SOCIEDAD 1 Del capitalismo a la sociedad de conocimiento * Nuevo significado del conocimiento + La Revolucién Industrial * La Revoluci6n de la Productividad « La Revolu- cién Administrativa + De conocimiento a conocimientos 2 La sociedad de organizaciones * La funcién de la organizacién ¢ La organizacién como especie distinta « Las caracteristicas de la organizacion * La organizacién como desestabilizadora ¢ La sociedad de empleados 3 Ei trabajo, el capital y su futuro * gLa mano de obra es todavia un activo? * Cuanta mano de obra se necesita y de qué clase « Capitalismo sin capitalis- tas ¢ La caja de pensiones y sus propietarios * El gobierno de las corporaciones ¢ La administracién responsable 4 La productividad de las nuevas fuerzas laborales « Equipos y trabajo en equipo + Necesidad de concentrarse + Reestructuracién de las organizaciones * Ventajas de contratar por fuera * Evitar un nuevo contlicto de clases 21 54 76 93 VI Contenido 5 La organizacién basada en la responsabilidad * Cuando el derecho se convierte en abuso * ,Qué es responsabilidad social? + El poder y las organizaciones + De mando a informacién * De informacién a responsabili- dad + Hacer que todos contribuyan SEGUNDA PARTE: EL Estapo 6 Del Estado-nacién al megaestado * La paradoja del Estado-nacién * Las dimensiones del megaestado ¢ El Estado-nodriza + El megaestado como amo de la economia + El Estado fiscal * El Estado de Guerra Fria * La excepcién japonesa * gHa funcionado el megaestado? * El Estado despilfarrador * El Estado de Guerra Frfa: fracaso del éxito 7 +Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo * El dinero no tiene patria + Tampoco la informacién * Necesidades transnacionales: el medio ambiente * Lucha contra el terrorismo ¢ Control transnacional de armas * La nueva realidad: el regionalismo * Retorno del tribalismo La necesidad de tener raices 8 La necesaria reestructuracién del gobierno + Inutilidad de la ayuda militar + Qué abandonar en la politica econémica + En qué concentrarse * Més alld del Estado-nodriza 9 Ciudadania por el sector social + No basta el patriotismo * La necesidad de comunidad + Desaparece la comunidad en la planta * El voluntario como ciudadano TERCERA PARTE: EL CONOCIMIENTO 10 El convucimiento: su economia; su productividad + La economfa del conocimiento * La productividad del conocimiento * Los requisitos administrativos * Hay que conectar 108 125 155 172 183 197 Contenido VIL 11 La escuela responsable 212 * Las nuevas exigencias de rendimiento + Aprender a aprender * La escuela en la sociedad « Las escuelas como socios * La escuela responsable 12 La persona educada 229 Reconocimientos 239 Indice 241 Introduccion: La transformacion Cada pocos centenares de afios ocurre en la historia del Occidente una notable transformacién. Cruzamos lo que en un libro anterior (Las nuevas realidades, 1989) amé una “divisoria”. En el término de pocos decenios, la sociedad se reacomoda — en su visién mundial; en sus valores basicos; en su estructura social y politica; en sus artes; en sus ins- tituciones claves. Cincuenta aiios después hay un mundo nuevo. Y las personas que nacen entonces no pueden siquie- ra imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos y en que nacieron sus propios padres. Vivimos una transformacién de este tipo que est4 creando la sociedad postcapitalista. Tal es el tema de este libro. Una transformacién semejante ocurrié en el siglo XII — cuando el mundo europeo casi de la noche a la mafiana se centré en la nueva ciudad — con la aparicién de los gremios urbanos como nuevos grupos dominantes de la sociedad, con el revivir del comercio a larga distancia; con Ia nueva arqui- tectura gética, eminentemente urbana y en realidad practica- mente burguesa; con la nueva pintura de los sieneses; con el retorno a Aristételes como fuente de toda sabiduria; con las universidades urbanas que reemplazaron como centros de cultura a los monasterios en su aislamiento rural; con las nuevas érdenes urbanas de los dominicos y los franciscanos que surgieron como portadoras de religién, de conocimien- tos, de espiritualidad; y a la vuelta de unos pocos decenios 2 Introduccion con el paso del latin a los idiomas verndculos y con Dante que creé la literatura europea. Doscientos afios mas tarde, ocurrié la siguiente transfor- macién en los sesenta afios transcurridos entre la invencién de Gutenberg de tipos méviles para imprimir, en 1455, y con. ellos la aparicién del libro impreso; y la Reforma protestan- te de Lutero en 1517. Estos fueron los decenios del floreci- miento del Renacimiento, que culminé entre 1470 y 1500 en Florencia y Venecia; del redescubrimiento de la antigiiedad; del descubrimiento europeo de América; de Ja infanteria espafiola, el primer ejército permanente desde las legiones romanas; del redescubrimiento de la anatomia y con ella de la inves- tigacion cientifica; y de la adopcién general de los numeros arabigos en el Occidente. Tampoco una persona que viviera en 1520 podria haber imaginado el mundo en que vivieron sus abuelos y en el cual nacieron sus propios padres. La siguiente transformacién comenzé en 1776 — afio de la Revolucién Norteamericana, afio en que Watt perfeccioné la maquina de vapor y Adam Smith escribié La riqueza de las naciones, Llegé a su término cuarenta afios después — en Waterloo —- cuarenta afios durante los cuales nacieron todos los “ismos" modernos. E] capitalismo, el comunismo y la Revolucién Industrial surgieron durante esos decenios. Esos ajios vieron igualmente la creacién — en 1809 — de la universidad moderna (Berlin) y también de la escolaridad universal. Esos cuatro decenios trajeron la emancipacién de los judios — y en 1815 los Rothschilds se habian convertido en la gran potencia que eclipsé a reyes y principes. Esos cuarenta afios produjeron, en realidad, una nueva civilizacién europea. Tampoco una persona que hubiera nacido en 1820 podria imaginar el mundo en que vivieron sus abuelos yen el cual nacieron sus propios padres. Nuestro tiempo, 200 afios después, es nuevamente un periodo de transformacién. Pero ésta no se limita ahora a la sociedad occidental y a la historia occidental. Uno de los cambios fundamentales es que ya no hay historia “occiden- tal” ni siquiera civilizacién “occidental”; sélo hay historia universal y civilizacién universal — aunque ambas occiden- Latransformacién 3 talizadas. Es discutible si la transformacién actual empezé con el surgimiento del primer pais no europeo, el Japén, como una gran potencia econémica, 0 sea hacia 1960 — o con el computador, es decir, cuando la informacién se hizo central. Yo propondria como comienzo la Declaracién de los Derechos de los Veteranos Norteamericanos después de la Segunda Guerra Mundial, que les dio a todos los soldados que regresaban de la guerra el dinero para asistir a la univer- sidad, cosa que no habria tenido ningin sentido treinta afios antes, al terminar la Primera Guerra Mundial. Esa Declara- cién de Derechos y el entusiasmo con que fue recibida por los veteranos de los Estados Unidos sefialé el paso a la so- ciedad de conocimientos. Los futuros historiadores posible- mente consideraran esto como el hecho mas importante del siglo XX. Claramente estamos atin en medio de esta transformacién, y si la historia nos puede servir de guia, no se terminaré hasta el afio 2010 o 2020, Pero ya ha cambiado el panorama politico, econémico, social y moral del mundo. Quizé ningu- na persona nacida en 1990 podra imaginar el mundo en el que vivieron sus abuelos (es decir, mi generacién) y en el cual nacieron sus propios padres. El primer esfuerzo afortunado por entender la transforma- cién que convirti6 la Edad Media y el Renacimiento en el mundo moderno, la transformacién que comenzé6 en 1455, ni siquiera se intenté hasta cincuenta afios después, con los Comentarios de Copérnico, escritos entre 1510 y 1514; con Et principe de Maquiavelo, escrito en 1513; con la sintesis y la trascendencia de todo el arte del Renacimiento que dejé Miguel Angel en el techo de la Capilla Sixtina entre 1510 y 1512; y con el restablecimiento de la Iglesia Catélica en el Concilio de Trento entre 1545 y 1563. La transformacién siguiente — la que ocurriéd hace 200 afios y que fue introducida por la Revolucién Norteamericana — se comprendié y se analizé por primera vez sesenta afios mas tarde, en los dos volhimenes de La democracia en América, de Alexis de Tocqueville, publicados en 1835 y 1840, respectivamente. Hemos avanzado ya bastante en la nueva sociedad post- 4 Introduccién capitalista para poder reexaminar y revisar la historia social, econémica y politica de la era del capitalismo y del Estado- nacién. Este libro, por tanto, echard un nuevo vistazo al perfodo que estamos dejando atras — y algunas de las cosas que se ven desde este nuevo punto de vista seran para el lector grandes sorpresas (como lo fueron para mi). Sin embargo, prever lo que seré el mundo postcapitalista en sf mismo sigue siendo arriesgado. Qué nuevos interro- gantes surgiran y dénde estardn los grandes problemas del futuro, creo que ya lo podemos discernir con cierto grado de probabilidad. En muchas areas también podemos describir lo que no funcionard. Las respuestas a la mayoria de las pre- guntas estan todavia en gran parte ocultas en el seno del futuro. De lo que si podemos estar seguros es de que el mundo que va a salir del actual reajuste de valores, creencias, estructuras sociales y econémicas, conceptos y sistemas politicos y hasta visiones mundiales, sera distinto de cuanto se pueda imaginar hoy. En algunos campos, y especialmente en la sociedad y su estructura, ya han ocurrido desplaza- mientos fundamentales. Que la nueva sociedad sera a ia vez no socialista y postcapitalista es casi seguro. Y es también seguro que su recurso principal sera el conocimiento. Esto significa, igualmente, que tendré que ser una sociedad de organizaciones. Seguro es también que en politica ya hemos pasado de los 400 afios del Estado-nacién soberano a un pluralismo en que el Estado-nacién seré una de las unidades de integracion politica, y no la unica. Sera un componente, — aunque un componente clave — en lo que yo llamo el “Estado postcapitalista”, un sistema en el cual compiten y coexisten estructuras transnacionales, regionales, de Estado- { nacién, y locales, y hasta tribales. Estas cosas ya han ocurrido. Por consiguiente, se pueden describir. Hacerlo es el propésito de este libro. Sociedad postcapitalista y Estado postcapitalista . Hace apenas unos pocos decenios, todo el mundo “sabia” que una sociedad postcapitalista tenia que ser marxista. Hoy La transformacién 5 todos sabemos que marxista es lo que no serd la préxima sociedad. Pero casi todos sabemos también, o por lo menos presentimos, que los paises desarrollados se estén alejando de todo lo que se pueda Iamar capitalismo. El mercado, sin duda, seguira siendo el integrador eficaz de la actividad econémica. Pero como sociedades, los paises desarrollados ya han entrado en el postcapitalismo, que répidamente se esta volviendo una sociedad de nuevas clases y con un re- curso central como ntcleo. Dos clases dominaban la sociedad capitalista: los capita- listas, que eran los propietarios y controlaban los medios de produccién, y los trabajadores — los “proletarios” alienados, explotados, dependientes, de Karl Marx (1818-1883). Los proletarios primero se convirtieron en la clase media acomo- dada como resultado de la “Revolucién de la Productividad” — la revolucién que empezé justamente por la época de la muerte de Marx, en 1883, y Iegé a su culminacién en todos los paises desarrollados poco después de la Segunda Guerra Mundial. Hacia 1950, el trabajador industrial — que ya no era proletario pero seguia siendo un obrero — parecié dominar la politica y la sociedad en todos esos paises; pero luego, con el advenimiento de la “Revolucién Administrativa”, los obre- ros de la industria manufacturera empezaron a declinar r4- pidamente, en ntimeros y, mds atin, en poder y posicién social. Para el afio 2000 no habra ningtin pais desarrollado en que los trabajadores tradicionales que hacen y mueven bienes constituyan mds de una sexta o una octava parte de la fuerza laboral. El capitalista probablemente Iegé a su punto culminante mds temprano atin — a principios del siglo y, ciertamente, no después de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, nadie ha igualado en poder y visibilidad a personajes de la talla de Morgan, Rockefeller, Carnegie o Ford en los Estados Unidos; Siemens, Thysen, Rathenau, Krupp en Alemania; Mond, Cunard, Lever, Vickers, Armstrong en Inglaterra; de Wendel y Schneider en Francia; o las familias propietarias de las grandes zaibatsu del Jap6n — Mitsubishi, Mitsui y Sumitomo. Cuando estallé la Segunda Guerra Mundial, ya todos habfan sido reemplazados por “gerentes profesiona- 6 Introduccién les"! — el primer resultado de la Revolucién Administrativa. Todavia hay muchas personas ricas, por supuesto, y todavia siguen figurando en la pagina social de los periddicos, pero ahora son “celebridades”. Econédmicamente casi han dejado de tener importancia. Aun en las paginas dedicadas a nego- cios, los que merecen toda la atencién son los “empleados a sueldo”, es decir, los gerentes, y. cuando se habla de dinero es de los “sueidos excesivos” y de las bonificaciones de esos empleados contratados que personalmente poseen muy poco o nada. En lugar de los capitalistas de la vieja escuela, los que controlan cada vez mas la oferta y la distribucién del dinero en los paises capitalistas son las cajas de pensiones. En los Estados Unidos, éstas eran propietarias en 1992 de la mitad del capital social de los negocios mas grandes del pais y eran. tenedoras de una proporcién casi igual de la deuda fija de estas compafiias. Los propietarios beneficiarios de las cajas. de pensiones son, desde luego, los empleados del pais. Si se define el socialismo — como lo definia Marx — como la propiedad de los medios de produccién ejercida por los empleados, entonces los Estados Unidos son el pais mas socialista del mundo a la vez que siguen siendo el mas | capitalista. Las cajas de pensiones son administradas por una nueva casta de capitalistas, empleados sin rostro, an6- nimos, asalariados, los analistas de la inversién de los fondos y los gerentes de cartera. Igualmente importante es que el verdadero recurso domi- nante y factor de produccién absolutamente decisivo no es ya ni el capital, ni la tierra ni el trabajo. Es el conocimiento. En lugar de capitalistas y proletarios, las clases de la socie- dad postcapitalista son trabajadores de conocimientos y tra- bajadores de servicios. 1La mejor relacién, aunque limitada a manufactura en los Estados Unidos, se encuentra en el libro de Alfred D. Chandler, The Visible Hand (Harvard University Press, 1977). La transformacién 7 Paso a la sociedad de conocimiento El] movimiento hacia la sociedad postcapitalista empezé poco después de la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez escribi acerca de una “sociedad de empleados”, incluso antes de 1950. Diez afios después, hacia 1960, inventé los térmi- nos “trabajo de conocimiento” y “trabajador de conocimien- to”. En mi libro de 1969, The Age of Discontinuity, hablé por primera vez de la “sociedad de organizaciones”. Este libro se basa, pues, en trabajo realizado en el curso de mas de cua- renta afios; y la mayor parte de sus recomendaciones sobre politica y accién se han probado con éxito. S6lo con el derrumbe del marxismo como ideologia y del comunismo como sistema® se vio con toda claridad que hemos entrado en una sociedad nueva y diferente. Sdlo entonces fue posible escribir un libro como éste: un libro que no es prediccién sino descripcién, un libro que no es futurista sino que pide accién aqui y ahora mismo. La bancarrota moral, politica y econémica del marxismo y el colapso de los regimenes comunistas no fueron “el fin de Ja historia”, como lo proclamé un articulo al que se le hizo mucha publicidad en 1989.* Hasta los mas firmes defensores del mercado libre vacilan en celebrar el triunfo de éste como la Segunda Venida. Pero los acontecimientos de 1989 y 1990 fueron mds que el final de una era; significaron el final de una clase de historia. Con el colapso del marxismo y el comunismo se cerraron 250 afios que habian sido dominados por una religién secular — yo la he Iamado la fe en la satvacién por la sociedad.’ El primer profeta de esta religin secular fue Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). La utopia marxista fue su ultima destilacién — y su apoteosis. Sin embargo, las mismas fuerzas que destruyeron el mar- 4por ejemplo. en mi libro The New Society (1949). *ambos previstos en un libro mio, The New Realities — publicado en 1989 y escrito en 1987; varios afios antes de que ocurrieran estos hechos. ‘phe End of History", por Francis Fukayama, The National Interest, verano de 1989. 5En mi libro The New Realities (1989). 8 Introduccion xismo como ideologia y el comunismo como sistema social también estén volviendo obsoleto el capitalismo. Durante 250 afios, desde la segunda mitad del siglo XVIJ, el capitalismo fue la realidad social dominante. Durante los tiltimos cien afios, el marxismo fue la ideologia social dominante. Pero ambos estén siendo répidamente reemplazados por una so- ciedad nueva y muy distinta. La nueva sociedad, que ya est4 aqui, es una sociedad postcapitalista. Seguramente, diga4moslo otra vez, utilizara el mercado libre como el tinico mecanismo probado de integra- cién econémica. No sera una sociedad anticapitalista. No sera ni siquiera no-capitalista. Las instituciones del capitalismo sobreviviran aun cuando algunas, por ejemplo los bancos, puedan desempefiar papeles muy diferentes. Pero cl centro de gravedad de la sociedad postcapitalista — su estructura, su dindmica social y econémica, sus clases sociales y sus problemas — son distintos de los que dominaron durante los Ultimos 250 aiios y definieron las cuestiones en torno a las cuales cristalizaron los partidos politicos, los grupos socia- les, los sistemas de valores de la sociedad, los compromisos personales y politicos. El recurso econémico basico — “el medio de produccién”, para usar la expresién de los economistas — ya no es el capital ni son los recursos naturales (la “tierra” de los eco- nomistas) ni el “trabajo”. Es y serd el conocimiento. Las actividades centrales de creacién de riqueza no serén ni la asignaci6n del capital a usos productivos ni el trabajo — los dos polos de la teoria econémica de los siglos XIX y XX, bien fuera cldsica, marxista, keynesiana 0 neoclasica. El valor se crea hoy por la productividad y por la innovacién, ambas aplicaciones del conocimiento al trabajo. Los grupos sociales dominantes de la sociedad de conocimiento seran los “tra- bajadores de conocimiento” — ejecutivos instruidos que saben asignar sus conocimientos a usos productivos — asf como los capitalistas sabfan asignar capital a usos produc- tivos; los profesionales de conocimiento y ios trabajadores de conocimiento. Practicamente todas estas personas de cono- cimientos serén empleadas en organizaciones. Sin embargo, La transformacién 9 a diferencia de los empleados bajo el capitalismo, serén duefios de los medios de produccién y de las herramientas de produccién — lo primero por medio de sus cajas de pensiones que répidamente estén surgiendo en todos los paises desarrollados como los unicos verdaderos propieta- rios, lo segundo porque los trabajadores instruidos son duefios de sus conocimientos y se los pueden Ievar consigo adondequiera que vayan. El reto econdmico de la sociedad postcapitalista sera, por consiguiente, la productividad dei trabajo y el trabajador de conocimiento. Pero el reto social de la sociedad postcapitalista sera la dignidad de la segunda clase de dicha sociedad: los trabaja- dores de servicios. Estos por lo general carecen de la nece- saria educacién para ser trabajadores de conocimiento. Y en todos los paises, aun en los més adelantados, constituyen una mayoria. La sociedad postcapitalista estard dividida por una nueva dicotomia de valores y percepciones estéticas. No serén las dos culturas — la literaria y la cientifica — de que hablaba el novelista cientifico y administrador gubernamental inglés C. P. Snow (1905-1980) en su libro The Two Cultures and the © Scientific Revolution (1959) — aunque esa divisién es bien real. La dicotomia serd entre los intelectuales y los gerentes, aquéllos interesados en palabras e ideas, y éstos en personas y trabajo. Trascender esta dicotomia en una nueva sintesis ser4 una filosofia central y un reto educativo para la sociedad postcapitalista. ¢Soslayando al Estado-nacién? Los tiltimos afios 80 y los primeros 90 marcaron igualmente el final de otra era, otra clase de historia. Sila caida del muro de Berlin en 1989 fue el acontecimiento culminante que simbolizé la caida del marxismo y del comunismo, la coali- cién transnacional contra la invasién de Kuwait por Irak en febrero de 1991 fue el hecho culminante que seiialé el fin de 400 afios de historia en que el Estado-nacién soberano fue el actor principal (y a menudo el unico) en el escenario 10 Introduccion ° politico. Sin duda, los historiadores futuros contaran a fe- brero de 1991 entre las grandes fechas. No hay precedente para semejante accion transnacional. En ninguna ocasién anterior las naciones — sin un solo disidente, y casi sin ninguna disensién importante — antepusieron el interés de la comunidad mundial en derrotar el terrorismo a sus propios sentimientos nacionales y, en muchos casos, aun a su propio interés nacional. No existe precedente para el consenso casi universal de que el terrorismo no es una cuestién de politica que se pueda dejar a los gobiernos _Macionales individuales. Requiere accién no nacional sino transnacional. Esté muy difundida la creencia, especialmente entre los liberales de los Estados Unidos, de que la guerra de 1991 contra Irak se emprendié para proteger el abastecimiento de petrdleo del Occidente. Nada podria estar mds lejos de la verdad. El control de los pozos petroliferos de Kuwait y aun de Arabia Saudita por Irak habria servido muy bien a los intereses econémicos del Occidente. Habria significado petréleo mucho més barato. Pues mientras que Kuwait y Arabia Saudita no tienen casi poblaciones nativas y, por consiguiente, no tienen necesidad urgente de un ingreso petrolero inmediato, Irak est4 grandemente superpoblado, y si no fuera por el petréleo, estaria casi totalmente desprovis- to de recursos naturales. Por consiguiente, necesita vender todo el petrdleo que pueda, mientras que a Kuwait y a Arabia Saudita les interesa principalmente mantener altos los pre- cios, lo cual significa mantener baja la produccién. Esto explica, dicho sea de paso, por qué los Estados Unidos apo- yaron vigorosamente al régimen de Saddam Hussein en Irak, aun antes de la guerra Irak-Iran, y por qué continuaron apoyandolo hasta el momento mismo en que Saddam atacé a Kuwait, cometiendo asi un acto obvio de terrorismo. Sos- pecho que ello también explica por qué Saddam calculé mal; tiene que haber estado convencido de que los Estados Unidos lo dejarian salirse con la suya en aquella flagrante agresion a fin de asegurarse petréleo barato. Y todos aquéllos a quie- nes conozco en las grandes compafifas petroleras estaban seguros, cuando Irak invadié a Kuwait, de que el gobierno de La transformacién 11 los Estados Unidos no haria nada como no fuera unos pocos ruidos de desaprobacién. En los 400 afios transcurridos desde que el abogado y politico francés Jean Bodin (1530-1596) lo invent6é (en su libro Six Livres de la République, 1576), el Estado-nacién se habia convertido en el unico 6rgano del poder politico interno y externo. A partir de la Revolucién Francesa, es decir, en los Ultimos 200 afios, también se convirtié en el portador de la religin secular, la fe en la salvacion por la sociedad. En realidad, el totalitarismo — tanto comunista como nazi — fue la maxima destilacién y la apoteosis de la doctrina del Es- tado-nacién soberano como tinico érgano del poder. Hasta el dia de hoy la teoria politica y el derecho consti- tucional no conocen sino el Estado-nacién soberano. Y éste, en los tltimos cien afios, se ha hecho constantemente mas poderoso y més dominador. Se ha transformado en el “megaestado”. Hasta ahora es la nica estructura politica que entendemos, con la cual estamos familiarizados y que sabe- mos construir de piezas prefabricadas y estandarizadas: un poder ejecutivo, un legislativo, tribunales, servicio diplom- tico, ejércitos nacionales, etc. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se han sacado de los antiguos imperios coloniales cerca de doscientos paises nuevos, y todos ellos se han organizado como Estados-nacién soberanos. Y a esto es a lo que aspiran las diversas partes del tiltimo de los imperios coloniales, el Imperio Soviético. ; ¥, sin embargo, durante 40 afios, o sea desde la termina- cién de la Segunda Guerra Mundial, el Estado-nacién sobe- rano ha venido perdiendo constantemente su posicién como unico 6rgano de poder. En lo interno, los paises desarrolla- dos se estén convirtiendo répidamente en sociedades plu- ralistas compuestas por organizaciones. En lo externo, algu- nas funciones gubernamentales se estan haciendo trans- nacionales, otras regionales (es decir, en la Comunidad Europea), otras se estén tribalizando. El Estado-nacién no se va a marchitar hasta desaparecer. Puede que contimie siendo durante largo tiemy politico mas, poderoso, pero ya 6 "8éra’i partira cada vez mas con otros érganos, otras instituciones, 12 Introduccién otros forjadores de politica. ,Cudl seguira siendo su campo propio de accién? gQué se Ilevar4 a cabo dentro del Estado por instituciones auténomas? 4Qué ser supranacional? ZQué seré transnacional? ,Qué ser separado y local? Estos interrogantes seran cuestiones centrales de la politica duran- te decenios. En sus detalles especificos, el resultado es imprevisible. Pero el orden politico seré muy distinto del de, los ultimos_siglos, en los cuales los actores diferian en ta- majio, riqueza, disposiciones constitucionales y credo poli- tico, pero eran uniformes como Estados-naci6n, cada soberano dentro de su territorio y cada uno definido po territorio, Estamos pasando — y en realidad, ya hemos pasado — al Estado postcapitalista. El dltimo de los que podriamos amar los filésofos pre- modernos, Gottfried Leibnitz (1646-1716), pas6é gran parte de su vida en una initil tentativa por restablecer la unidad del cristianismo. Su motivacién no era el temor de guerras re- ligiosas entre catdlicos y protestantes o entre las diversas sectas protestantes — ese peligro ya habfa pasado cuando nacié Leibnitz. Lo que é1 temfa era que sin una fe comin en un Dios sobrenatural aparecerian religiones seculares; estaba convencido de que una religién secular casi por definicién tendria que ser una tiranfa y suprimiria la libertad del indi- viduo. Un siglo después, Jean-Jacques Rousseau confirmé los temores de Leibnitz. Rousseau afirmé que la sociedad podia y debia controlar al ser humano en general; que podia y debia| crear un “Nuevo Adan”; que podia y debja crear la perfeccién\ humana universal. Pero también podia y debia subordinar ei individuo a la volonté génerate (la voluntad general) — lo que los marxistas llamarfan mds tarde las leyes objetivas de la historia. A partir de la Revolucién Francesa la salvacién por Ja sociedad se convirtié gradualmente en el credo dominante, primero del Occidente y después de la Segunda Guerra Mundial, de todo el mundo. Por mas que pretenda ser antirreligiosa, es una doctrina religiosa. Los medios, desde luego, no son espirituales: prohibir el alcohol, matar a todos los judios; psicoandlisis universal; abolicién de la propiedad La transformacién 13 privada. Pero la meta es religiosa: establecer el reino de Dios en la Tierra creando al “Hombre Nuevo”. Durante més de cien afios, el credo secular mds poderoso y penetrante que prometia la salvacién por la sociedad fue el marxismo. La promesa religiosa del marxismo, mucho més que su enrevesada ideologia y su economia cada vez menos realista, constituyé su enorme atractivo, especialmente para los intelectuales. Habia muchas razones, por ejemplo, para que los judios orientales aceptaran una ideologia que prome- tia poner fin a su persecucién y a su discriminacién en la Rusia zarista o en Rumania. Pero el atractivo mds poderoso para ellos era la promesa de un paraiso terrenal, es decir, el atractivo del marxismo como religién secular. El comunismo fracasé como sistema econémico. En lugar de crear riqueza creé miseria. En lugar de crear igualdad econémica creé una nomenklatura de funcionarios que go- zaban de privilegios econémicos sin precedentes. Pero como credo, el marxismo fracasé porque no creé al “Hombre Nue- vo”. Por el contrario, sacé a la luz y fortalecié todo lo peor del “Viejo Addn”: corrupceién, codicia y concupiscencia del poder; envidia y desconfianza mutuas; mezquina tirania y sigilo; mentira, robo, denuncias y, sobre todo, cinismo. El comunismo, como sistema, tenia sus héroes. Pero el marxis- mo, como credo, no tuvo un solo santo. Tal vez el ser humano no tenga remedio. Tal vez tenia razén el poeta latino: la naturaleza humana vuelve a entrarse a hurtadillas por la puerta de atrds, cuantas veces el bieldo la echa fuera por la puerta principal. Quiz4 tengan raz6n los cinicos que afirman que no existe la virtud, ni la bondad ni el altruismo, sino sélo el interés egoista y la hipocresia (aun cuando hay suficientes testimonios de lo contrario, como yo me lo recuerdo a mi mismo en mis horas m4s negras). Pero, ciertamente, el colapso del marxismo como credo significa el fin de la creencia en la salvacién, por Ja sociedad, . Qué vendrd luego, no lo sabemos — slo podemos esperar y orar. 4Tai vez nada m4s que una estoica resignaci6n? gTal vez el renacimiento de la religién tradicional para atender a las necesidades de la persona en la sociedad de conocimien- to? El crecimiento explosivo de lo que yo he Ilamado las 14 Intreduccién iglesias cristianas pastorales en los Estados Unidos — pro- testantes, catélicas, no sectarias — podria ser una sefial. Pero también podria serio el resurgimiento del Islam funda- mentalista. Pues los jévenes del mundo musulmén que cor tanto fervor abrazan hoy el fundamentalismo islamico, hace 40 ajios habrian sido marxistas no menos fervorosos. 40 habré nuevas religiones? < Lo que no es probable que ocurra es més facil de predecir if que lo que probablemente ocurrird. No vamos a presenciar ei rechazo de los valores materiales y la tecnologfa — el “retor- no a la Edad Media” que un escritor japonés, Taichi Sakaya {nacido en 1935) predijo en un libro publicado con gran éxito de libreria a mediados de los afios 80 (publicado en inglés en 1991 por Kodansha International, Nueva York-Tokio- Londres, con el titulo The Krowledge-Vaiue Revolution). La difusién mundial de la informacién y la tecnologia segura- mente har4 esto imposible. (Aparte del hecho de que la tesis del sefior Sakaya descansa en la creencia del siglo XIX — desacreditada desde hace tiempo — de que los hombres de la Edad Media despreciaban los bienes materiales. Todo lo contrario, los codiciaban. Los obsesionaba su posesién con un apetito desordenado increible. No carece de bases la vieja burla marxista de que las Cruzadas fueron el viaje de com- pras mds grande de la historia. La Edad Media fue pobre no porque quisiera serlo sino porque la conquista musulmana del mundo helénico y del Mediterraneo les cort6 el acceso a los productores de riqueza del mundo antiguo.) Con todo, la redencion, la autorrenovacién, el perfecciona- miento espiritual, la bondad y la virtud — el “Hombre Nuevo” para usar la expresién tradicional — probablemente se verdn mas como existenciales que como una meta social y una prescripcién politica. El fin de la creencia en la salvacién_por la sociedad sin duda sefiala un giro hacia Io interior. Pone llevar — o por_lo menos asi podemos esperario — & un_ J fetome a Je responsabilidad individual, | / La transformacién 15 El Tercer Mundo Este libro se concentra mas en los paises desarrollados — en Europa, los Estados Unidos y el Canada, el Japén y los paises recién desarrollados del continente asidtico — que en los paises en vias de desarrollo del Tercer Mundo. Esto no quiere decir que yo considere a las naciones menos desarro- lladas como si no tuvieran importancia o fueran menos im- portantes. Eso seria una tonteria. Al fin y al cabo, las dos terceras partes de la poblacién mundial viven en el Tercer Mundo; y cuando legue el fin det actual periodo de transicién — alrededor del ao 2010 o 2020 — el Tercer Mundo alojara a las tres cuartas partes. Pero también creo muy probable que en los préximos diez 0 veinte afios haya “milagros eco- némicos” nuevos y sorprendentes en que los paises pobres y atrasados del Tercer Mundo se transformen de la noche a la mafiana en potencias econémicas de rapido crecimiento. Incluso es posible que haya mds de estas transformaciones que las que ha habido en los ultimos cuarenta afios, es decir, desde que se empezé a hablar de desarrollo econémico. Todos los elementos de un rapido desarrollo estan dados en las dreas costeras urbanizadas de la China continental, desde Tsientsin, en el norte, hasta Cantén, en el sur. Estas tienen un enorme mercado doméstico, una poblacién altamente edu- cada, con grandisimo respeto por el aprendizaje; una vieja tradicié6n empresarial; estrechos vinculos con los “chinos de ultramar”, en Singapur, Hong Kong y Taiwan, con acceso a su capital, sus redes comerciales, sus poblaciones instrui- das. Todo esto podria desatarse en una explosién de creci- miento empresarial si la tirania politica y econémica de Beijing pudiera ser desalojada pacificamente. Los paises mas grandes de la América Latina ofrecen un adecuado mercado doméstico. México tal vez ya est4 en 1a etapa de “arranque”. El Brasil puede sorprender a todo el mundo por lavelocidad de su transformacién, wna vez que haga acopio de valor politico para seguir el ejemplo reciente de México y abandone las politicas fracasadas (y hasta suicidas) en que se embarcé a partir de 1970. Nadie puede prever qué sorpresas nos re- servan los antiguos paises comunistas de Europa oriental. 16 Introduccion Pero también es mucho lo que est en juego para los paises desarrollados en el Tercer Mundo. A menos que en éste haya un répido desarrollo, tanto econémico como social, los pai-_ lados se verdn inundados por hordas humanas de Las fuerzas que estén créando la sociedad postcapitalista yel do postcapitalista tienen su origen en el mundo desarroliado. Son el producto y el resultado de su desarrollo. Las soluciones de los retos de la sociedad postcapitalista y del Estado postcapitalista no se van a encontrar en el Tercer Mundo. Si algo se ha visto totalmente refutado son las pro- mesas de los lideres del Tercer Mundo en los afios 50 y 60 — Nehru en la India, Mao en la China, Castro en Cuba, Tito en Yugoslavia, los apéstoles de la negritud en Africa o los neomarxistas como el Che Guevara. Todos prometieron que el Tercer Mundo encontraria soluciones nuevas y diferentes y que, ciertamente, crearia un nuevo orden. El Tercer Mundo no ha cumplido las promesas hechas en su nombre. Los retos, las oportunidades, los problemas de la sociedad post~'' capitalista y del Estado postcapitalista sélo se pueden atacar ‘ donde se originaron. Y fue en el mundo desarrollado. Sociedad — Estado — conocimiento Este libro abarca un campo muy amplio. Trata de la sociedad postcapitalista; del Estado postcapitalista; y de los nuevos retos al conocimiento mismo. Y, sin embargo, deja por fuera mucho mds de lo que trata de abarcar. No es una “historia del futuro”. Es un vistazo al presente. Lag dreas de discusién — sociedad, Estado, conocimiento — no se presentan en orden de importancia. Eso colocaria a la cabeza la breve discusién sobre la persona educada con que termina este volumen. Las tres dreas se presentan mas bien en el orden en que son previsibles. Con respecto a la sociedad posteapitalista, sabemos lo que ha ocurrido y por qué; sabemos lo que va a suceder y por qué, por lo menos en Iineas generales; y mucho de eso ya esta ocurriendo. En La transformacién 17 lo tocante al Estado postcapitalista tenemos hasta ahora tinicamente programas. Cémo se efectuaran los cambios que se necesitan es todavia una conjetura. Pero sabemos lo que ha sucedido y por qué; podemos especificar lo que se nece- sita que suceda y por qué. En cambio, con respecto al co- nocimiento s6lo podemos hacer preguntas — y confiar en que sean las preguntas adecuadas. A menudo me preguntan si yo soy optimista o pesimista. Para cualquier sobreviviente de este siglo ser optimista seria fatuo. Ciertamente, no nos acercamos siquiera al final de la turbulencia, las transformaciones, los stibitos sacudimientos que han hecho de este siglo uno de los mas perversos, crue- les y sangrientos en la historia humana. El que se engafie creyendo que nos estamos acercando “al fin de la historia” se expone a sorpresas desagradables — sorpresas como las que afligieron al presidente norteamericano Bush cuando se apunté primero a la carta de la supervivencia del Imperio Ruso bajo Mijail Gorbachov y luego al éxito de 1a Comunidad de Naciones Ex Soviéticas de Boris Yeltsin. Nada que sea “post” es permanente o siquiera de larga. duracién. El nuestro es un periodo de transicién. Lo que sera la sociedad futura, para no hablar de si realmente va a ser ia sociedad ‘de conocimiento que algunos nos atrevemos a ar, dependera de cémo respondan los paises desarrolla- dos a los retos de este periodo de transicién, el periodo postcapitalista — sus lideres intelectuales, sus lideres de los negocios, sus lideres politicos, pero, sobre todo, cada uno de nosotros en nuestro trabajo y nuestra vida. Pero, en todo caso, éste es seguramente el momento de hacer el futu precisamente porque todo est en flujo. Es tiempo prop: para la acci6n. Primera parte La sociedad 1 Del capitalismo a la sociedad de conocimiento En el término de 150 afios, de 1750 a 1900, el capitalismo y la tecnologia conquistaron el globo y crearon una civiliza- cién mundial. Pero ni el capitalismo ni la innovacién técnica eran cosa nueva; ambos habian sido fenémenos comunes y corrientes a lo largo de las edades, tanto en el Occidente como en el Oriente. Lo que si era completamente nuevo era la velocidad de su difusién y el alcance global a través de culturas, clases y geografia. Fue esto, su velocidad y su alcance, lo que convirtié el capitalismo en un sistema. Con- virtié los avances técnicos en la Revolucion Industrial. Esta transformacién fue impulsada por un cambio radical en el significado del conocimiento. Tanto en el Occidente como en el Oriente el conocimiento siempre se habia visto como aplicable a ser. Casi de la noche a la mafiana se empezd a aplicar a hacer, Se convirtié en un recurso, en una utilidad. Siempre habia sido un bien privado. Casi de la noche a la maijiana se convirtié en un bien ptblico. 22 La sociedad . Durante cien afios — en la primera fase — el conocimiento se aplicé a herramientas, procesos, productos. Esto creé la Revolucién Industrial, pero también creé lo que Marx lam6é la alienaci6n y las nuevas clases y la guerra de clases, y con ello el comunismo, En su segunda fase, que comenzé hacia 1880 y culmind més o menos en Ja Segunda Guerra Mundial, el conocimiento en su nuevo significado empezé a aplicarse al trabajo. Esto introdujo la Revolucién de la Productividad, que en 75 afios convirtié al proletario en un burgués de clase media con ingresos casi de clase alta. La Revolucién de la Productividad acabé as{ con ja guerra de clases y con el comunismo. La ultima fase comenzé después de la Segunda Guerra Mundial. El conocimiento se estd aplicando ahora al conocimiento mismo. Esta es la Revolucion Administrativa. El conocimiento se esta convirtiendo actualmente en el tinico factor de la produccién, y ha puesto a un lado tanto al capital como al trabajo. Puede ser prematuro (y ciertamente seria presuntuoso) Hamar “sociedad de conocimiento” a la nuestra — hasta ahora sélo tenemos una economia de conocimiento, pero nuestra sociedad es ciertamente postcapitalista. El Capitalismo en una u otra forma ha ocurrido y se ha repetido muchas veces a lo largo de las edades, y en el Oriente, lo mismo que en el Occidente. Ha habido igualmente muchos periodos tempranos de rdpida invencién técnica e innovacién, muchos de los cuales produjeron cambios técni- cos tan radicales como cualesquiera cambios de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX.! Lo que no tiene precedentes ‘La mejor discusién del capitalismo como un fenémeno recurrente y bas- tante frecuente esta en los dos libros del gran historiador econémico francés Fernand Braudel: The Mediterranean (2 vols.), publicado originalmente en Francia en 1949, Traduceién inglesa: Nueva York, Harper & Row, 1972; y Civilization & Capitatism (3 vols.), publicado originalmente en Francia en 1979. Traduccién inglesa: Harper & Row, 1981. Las mejores discusiones de tempranas revoluciones industriales son Medieval Technology and Sociat Change, de Lynn White, Jr., Oxford University Press, 1962; The Medievat Machine: The Industrial Revolution of the Middle Ages, de Jean Gimpel, publicado originalmente en Francia en 1975, Traduccién inglesa: Nueva York; Holt Rinehart & Winston, 1976. Y la monumental Science & Civilization in China, del bioquitico, orientalista e historiador britanico Joseph Needham, Cambridge University Press, cuya publicacién empezé en 1954. Falta todavia Det capitatismo a la sociedad de conocimiento 23 y es unico en el desarrollo de los ultimos 250 afios son su velocidad y su alcance. En lugar de ser uno de los elementos de la sociedad, como habian sido los capitalismos anteriores, el Capitalismo se convirtié en la sociedad. En lugar de estar confinado, como siempre antes, a una localidad estrecha, el Capitalismo se apoderé de toda Europa occidental y septen- trional en los breves cien afios transcurridos de 1750 a 1850. Luego, en el término de otros cincuenta afios, se extendié por todo el mundo habitado. Todos los capitalismos tempranos se habian limitado a grupos pequefios de la sociedad. Los nobles, los terratenien- tes y los militares, los campesinos, los profesionales, los artesanos, y hasta los labradores casi no fueron tocados por ellos. El Capitalismo penetré rapidamente y transformé todos los grupos de la sociedad adondequiera que se extendid. Desde los tiempos mas remotos, en el Viejo Mundo se han difundido velozmente nuevas herramientas, nuevos procesos, nuevos materiales, nuevas cosechas, nuevas técnicas — lo que hoy Namamos tecnologia. Por ejemplo, pocos inventos modernos se han extendido tan répidamente como uno del siglo XII: los lentes para los ojos. Derivados, hacia 1270, de los experimentos épticos del fraile franciscano inglés Roger Bacon (muerto en 1292 0 1294), lentes para leer para los viejos se usaban ya en la corte papal de Avignon en 1290, en la corte del sultan en El Cairo en 1800, y en Ja corte del emperador mongol de la China no mas tarde de 1310. Sdlo la maquina de coser y el teléfono, que fueron los inventos de més rdpida difusién en el siglo XIX, se movieron con tanta velocidad. Pero el temprano cambio tecnoldgico casi sin excepcién permanecié confinado a un oficio o una aplicacién. Transcu- rrieron otros 200 afios — hasta comienzos del 1500 — antes de que el invento de Bacon tuviera su segunda aplicacién: por publicarse la mitad de las 25 partes proyectadas. Sin embargo, lo que ha publicado Needham hasta ahora ya ha cambiado por completo nuestro conocimiento de la tecnologia temprana. Sobre anteriores revoluciones in- dustriales, constiltese también mi libro Technology, Management & Society, Londres: Heinemann, 1973, especialmente Jos capitulos 3, 7 y 11. 24 La sociedad anteojos para corregir la miopia. La rueda de alfarero era de uso corriente en el Mediterraneo hacia 1500 a. de J.C. Ollas para cocinar y para almacenar agua y alimentos se usaban en todos los hogares. Sin embargo, el principio basico de la rueda de alfarero no se aplicé hasta el afio 1000 de la era cristiana al trabajo de la mujer: el hilado. De modo andlogo, el redisefio del molino de viento hacia el afio 800 de la era cristiana, que lo mudé del juguete que habia sido en la antigiiedad a una verdadera maquina — por cierto completamente automdtica — no se aplicé a los barcos durante mds de 300 afios, es decir, hasta después del afio 1100. Hasta entonces, las embarcaciones se impulsaban con remos; si se aprovechaba el viento, era como auxiliar y so- Jamente cuando soplaba por la popa. La vela que impulsa un barco funciona exactamente lo mismo que el aspa de un molino de viento. Desde hacia mucho se sentfa la necesidad de una vela que permitiera navegar de bolina y contra el viento. El molino de viento fue redisefiado en el norte de Francia o en los Paises Bajos, es decir, en regiones com- pletamente familiarizadas con los buques y la navegacién; sin embargo, a nadie se le ocurrié durante varios cente- nares de afios aplicar una cosa inventada para sacar agua y moler grano, es decir para usos de tierra, a usos maritimos. En cambio, a los inventos de Ja Revolucién Industrial se les encontré inmediatamente aplicacién universal en todas las artes e industrias imaginables. Se vieron inmediatamente como tecnologia. James Watt (1736-1819) redisefié la maquina de vapor entre 1765 y 1776, con lo cual hizo de ella una fuente econémica de fuerza mecdnica, Watt mismo, a lo largo de toda su vida productiva, se concentré sélo en una aplicacién: extraer con una bomba agua de las minas — el uso para el cual Newcomen habia disefiado originalmente la maquina de vapor en los primeros afios del siglo XVII. Pero uno de los prin- cipales maestros de fundicién de Inglaterra vio inmediata- mente que la maquina de vapor redisefiada se podria usar también para soplar aire a un alto horno e hizo una oferta por la segunda m4quina construida por Watt. Y el socio de Del capitalismo a la sociedad de conocimiento 25 éste, Matthew Boulton (1728-1809), al punto promovié la maquina de vapor como fuente de potencia para toda clase de procesos industriales y, especialmente, por supuesto, para la mas grande de todas las industrias manufactureras: la de hilados y tejidos. Treinta y cinco afios después, un norteame- ricano, Robert Fulton (1765-1815), hizo navegar el primer barco de vapor en el rio Hudson, en Nueva York. Veinte afios después, la maquina de vapor se monté sobre ruedas y nacié Ja locomotora. En 1840 — 0 a lo sumo en 1850 — Ja maquina de vapor habia transformado todos los procesos industriales, desde la fabricacién de vidrio hasta la imprenta. Habia trans- formado el transporte a larga distancia por tierra y por mar, y empezaba a transformar las industrias del campo. Ya en- tonces habia penetrado en casi todo el mundo — las tinicas excepciones eran el Tibet, Nepal y el interior de Africa tro- pical. El siglo XIX crefa, y muchos creen atin, que la Revolucién Industrial fue la primera vez que un cambio del “modo de produccién” (por usar la expresién de Karl Marx) cambié la estructura social y creé nuevas clases, ¢l capitalista y el proletario. Pero esta creencia tampoco es valida. Entre los afios 700 y 1000 de la era cristiana, el cambio tecnolégico creé en Europa dos clases enteramente nuevas: el caballero feudal y el artesano urbano. El] caballero fue creado por el invento del estribo, invento que vino de Asia central hacia el afio 700; el artesano, por el redisefio de la rueda hidraulica y el molino de viento, que pasaron a ser verdaderas mAquinas y por primera vez utilizaron fuerzas naturales — el agua y el viento — como fuerza motriz, en vez de la fuerza humana que usé la antigiiedad. El estribo hizo posible pelear a caballo; sin él, un jinete armado de lanza, espada y pesado arco habria sido inmedia- tamente derribado por la fuerza de la segunda ley de Newton: “Para toda accién hay una reaccién". Durante varios cente- nares de ajios. el caballero fue una “m4quina de pelear" invencible. Pero esta m4quina tenfa que ser mantenida por un “complejo militar-agrario” — algo completamente nuevo en la historia —; los alemanes hasta este siglo lo denomina- ban un Rittergut, una heredad de un caballero dotada de 26 La sociedad posicién legal y con privilegios econémicos y politicos, que contenia por lo menos cincuenta familias campesinas 0 200 personas para producir los alimentos necesarios para soste- ner la maquina de pelear: el caballero, su escudero, sus tres caballos y sus doce o quince espoliques. El estribo, en otras palabras, creé el feudalismo. El artesano de la antigiiedad habia sido un esclavo. El artesano de la primera “edad de la méquina”, el artesano de la Edad Media europea, constituyé la clase urbana gobernan- te, el “burgués”, que luego creé la ciudad de Europa y tanto el estilo gético como el Renacimiento. Las innovaciones técnicas — el estribo, la rueda hidrdulica y el molino de viento —- se extendieron velozmente por todo el Viejo Mundo, pero las clases de la temprana revolucién industrial siguieron siendo en general un fenémeno europeo. Sélo en el Japén, hacia el] afio 1100, aparece una clase de artesanos orgullosos e independientes que gozaban de alta estimacién y, hasta 1600, de un poder considerable. Aunque los japoneses adoptaron el estribo para montar, siguieron peleando a pie. Sus gobernantes en el Japén rural fueron los jefes de los soldados de infanterfa — los daimyo. Le impo- nian contribuciones al campesinado, pero no posefan feudos. En la China, en la India y en el mundo del Islam, las nuevas tecnologias no produjeron impacto social alguno. En la China, los artesanos siguieron siendo siervos sin posicién social. Los militares no se convirtieron en terratenientes sino que continuaron siendo, como en la antigiiedad europea, mercenarios profesionales. Aun en Europa, los cambios so- ciales generados por la temprana revolucién industrial tarda- ron casi 400 afios en tener efecto completo. Por contraste, la transformacién social producida por el Capitalismo y por la Revolucién Industrial tard6é menos de cien afios en hacerse totalmente efectiva en Europa occiden- tal. En 1750 los capitalistas y los proletarios eran todavia grupos marginales, En realidad, los proletarios, en el sentido que se dio a esta palabra en el siglo XIX (es decir, obreros de fabrica) casi no existian. En 1850, los capitalistas y los proletarios eran las clases dindémicas de Europa occidental y estaban a la ofensiva. Rapidamente se convirtieron en las Det capitalismo a ia sociedad de conocimiento 27 clases dominantes dondequiera que penctraron el capitalis- mo y la tecnologia moderna. En el Japén, la transformacién tardé menos de 30 afios, desde la Restauracién Meiji en 1867 hasta la guerra con la China en 1894. No tardé mucho mas en Shanghai y Hong Kong, Calcuta y Bombay 0 en la Rusia zarista. El Capitalismo y la Revolucién Industrial, en razon de su velocidad y su alcance, crearon una civilizacién mundial.? Nuevo significado del conocimiento A diferencia de aquellos “terribles simplificadores”, los idedlogos del siglo XIX como Hegel y Marx, hoy sabemos que los grandes acontecimientos histéricos rara vez obedecen a una sola causa o tienen una sola explicacién. Son mds bien el resultado de la convergencia de muchos sucesos separados e independientes. Un ejemplo de cémo opera la historia es la génesis del computador. Sus remotas raices se encuentran en el sistema binario, es decir, la concepcién de un filésofo y matematico del siglo XVII, el alemdn Gottfried Leibnitz (1646-1716), de que todos los niimeros se pueden representar con sélo dos: 0 y 1. La segunda raiz es el descubrimiento de un inventor inglés del siglo XIX, Charles Babbage (1792-1871), de que las ruedas dentadas (es decir, la mecdnica) podian representar funciones aritméticas: suma, resta, multiplica- cién y divisién — el descubrimiento de una genuina “méqui- na de computar”. Luego, en los primeros afios del presente siglo, dos légicos ingleses, Alfred North Whitehead (1861- 1947) y Bertrand Russell (1872-1970), en su Principia Mathematica mostraron que cualquier concepto, si se pre- senta en forma rigurosamente légica, se puede expresar mateméticamente. Partiendo de este descubrimiento, un austroamericano, Otto Neurath (florecié en 1915-1930), traba- jando como estadistico para la Junta de Produccién de Guerra durante la Primera Guerra Mundial, derivé “datos”, es *La mejor historia de este fenémeno es Prometheus Unbound, del historia- dor de Harvard David S. Landes, Cambridge University Press, 1969. 28 La sociedad . decir, la idea, entonces completamente nueva y revoluciona- ria, de que toda informacién de cualquier drea, tratese de anatomia o de astronomia, de economia, de historia o de zoologia, es exactamente igual cuando se cuantifica y puede tratarse y presentarse de la misma manera (la idea, dicho sea de paso, que también se encuentra subyacente en la estadis- tica moderna). Un poco antes, justamente antes de la Primera Guerra Mundial, un americano, Lee de Forest (1873-1961) invento la vdlvula audién para convertir impulsos eléctricos en ondas sonoras, haciendo asi posible la radiodifusién de la palabra y de la musica. Veinte afios después, a unos in- genieros que trabajaban en una casa de mediano tamafio fabricante de tarjetas perforadas llamada IBM, se les ocurrié que la valvula audién se podia utilizar para cambiar electré- nicamente de 0 a 1 y viceversa. Si hubiera faltado cualquiera de estos componentes, no habria habido computador, y nadie puede decir cual fue el elemento principal. Pero teniéndolos todos en su puesto el computador se hizo virtualmente ine- vitable. Que fuera un desarrollo norteamericano, fue entera- mente accidental — cosa de la Segunda Guerra Mundial que dispuso a las fuerzas armadas de los Estados Unidos a gastar sumas inmensas de dinero para desarrollar (sin éxito alguno, dicho sea entre paréntesis, hasta después de la guerra) maquinas capaces de calcular a alta velocidad la posicién de aviones en yuelo o de barcos enemigos en rapido movimiento. Si no hubiera sido por eso, el computador probablemente habria sido un desarrollo britdnico. En efecto, una compafiia inglesa, J. Lyons & Co., productora de alimentos y duefia de restaurantes, ya en el decenio de los 40 habia desarrollado el primer computador para fines comerciales que realmente funcioné, el “Leo”, pero Lyons no tenia la manera de con- seguir el dinero que se habria necesitado para competir con el Pentdgono, y tuvo que abandonar su maquina a pesar de que funcionaba con éxito [y era mucho més barata). De andloga manera. muchos acontecimientos separados — la mayorfa de ellos probablemente inconexos entre si — con- tribuyeron a convertir el capitalismo en Capitalismo y al avance técnico en la Revolucién Industrial. La teoria mds conocida — que el Capitalismo fue hijo de la “ética protes- Del capitatismo a ta sociedad de conocimiento 29 tante”, expuesta a comienzos de nuestro siglo por el socié- logo aleman Max Weber (1864-1920), ha sido en gran parte desacreditada. Sencillamente no existen bases para sostener- la. Y sélo existen muy pocas bases mds para sostener la temprana tesis de Karl Marx de que la m4quina de vapor, el nuevo primer motor, requeria una inversion tan enorme de capital que los artesanos ya no pudieron financiar sus “me- dios de produccién” y tuvieron que cederle su control al capitalista. Sin embargo, hay un elemento critico, sin el cual los bien conocidos fenémenos, es decir, el capitalismo y el avance técnico, probablemente no podrian haberse converti- do en una pandemia social y mundial. Ese elemento es el cambio radical del significado del conocimiento que ocurrié cn Europa hacia el afio 1700, o poco después.* Ha habido tantas teorfas sobre 1o que podemos conocer y cémo podemos conocerlo, como ha habido metafisicos desde Platén en 400 a. de J.C. hasta Ludwig Wittgenstein (1889- 1951) y Karl Popper (1902- ) en nuestros dias. Pero desde la época de Platén sdélo ha habido dos teorias en el Occidente — y desde un tiempo mds o menos igual dos teorias en el Oriente — sobre el significado y la funcién del conocimiento. El vocero de Platén, el sabio Sécrates, sostiene que la unica funcién del conocimiento es el conocimiento de si mismo, es decir, el desarrollo intelectual, moral y espiritual del indivi- duo. Sin embargo, su mds hébil opositor, el brillante y eru- dito Protagoras, sostiene que el propdésito del conocimiento es hacer al que lo posee eficiente capacitandolo-para saber lo que ha de decir y cémo decirlo. Para Protdgoras, conoci- miento significa légica, gramatica y retérica — que luego constituyeron el trivium, base del aprendizaje en la Edad Media — y que todavia es lo que entendemos por una “edu- cacién liberal” 0 lo que los alemanes entienden por Alige- meine Bildung. En el Oriente existian mds o menos estas mismas teorias. Para los confucianos el conocimiento con- Siste cambio se explora con cierta profundidad en mi ensayo de 1961: “The Technological Revolution; Notes on the Relationship of Technology, Science and Culture”, reimpreso en mi volumen de ensayos Technology, Ma- nagement and Society (Londres: Heinemann, 1973) y en mi volumen de ensayos The Ecological Vision (New Brunswick, NJ: Transaction Publishers). 30 La sociedad sistia en saber qué decir y cémo decirlo y la manera de avanzar y obtener éxito terrenal. Para el taoista y monje zen era el conocimiento de si mismo y el camino hacia la ilumi- nacién y la sabiduria. Aunque los dos lados disentian asi de fuertemente sobre lo que significa el conocimiento, estaban totalmente de acuerdo en cuanto a lo que no significaba. No significaba capacidad de hacer. No significaba utilidad. La utilidad no era conocimiento; era habilidad — la palabra griega es téchne. A diferencia de los chinos confucianos, sus contemporé- neos del Extremo Oriente, con su desprecio por todo lo que no fuera sabiduria libresca, tanto Sécrates como Protagoras respetaban la téchne. En efecto, el desprecio del Occidente por la habilidad era desconocido hasta que aparecié el gentleman en la Inglaterra del siglo XVIII. Este desprecio, que llegé a tales alturas en la Inglaterra victoriana, no era otra cosa que una desesperada defensa contra el desplazamiento del gentleman como grupo dirigente de la sociedad por el capitalista y el tecndlogo. Pero aun para Socrates y Protagoras la téchne, por mas recomendable que fuera, no era conocimiento. Se limitaba a, una aplicacién especifica y carecia de principios generales. Lo que sabia un patrén de barco sobre la navegacién de Grecia a Sicilia no se podfa aplicar a nada mds. Ademas la nica manera de adquirir una téchne era por aprendizaje y experiencia. La téchne no se podia explicar con palabras, ni habladas ni escritas. Sélo se podia demostrar. Todavia en 1700, e incluso después, los ingleses no hablaban de “artes”. Hablaban de misterios. Y no sélo porque el que tenia una habilidad artesanal habia jurado guardar el secreto sino tam- bién porque un arte era inaccesible para todo el que no hubiera sido aprendiz, con un maestro que le hubiera ense- fiado por el ejemplo. La Revolucion Industrial Luego, a partir de 1700 y en el término increiblemente breve de 50 afios, se inventé la tecnologia. La palabra misma es un Del capitalismo a la sociedad de conocimiento 31 manifiesto por cuanto combiné téchne, es decir, el misterio de una habilidad artesanal, con logia, conocimiento organi- zado, sistematico, deliberado. La primera escuela de ingenie- ria, la Ecole des Ponts et Chaussées de Francia, fue fundada en 1747 y seguida, hacia 1770, en Alemania por la primera Escuela de Agricultura y, en 1776, por Ja primera Escuela de Minas. En 1794, se fund6 la primera universidad técnica, también en Francia, la Ecole Polytéchnique, y con ella la profesién de ingeniero. Poco después, entre 1820 y 1850, la educacién médica y el ejercicio de la medicina se organizaron como una tecnologia sistematica. En un desarrollo paralelo en Inglaterra, entre 1750 y 1800, las patentes que hasta entonces habfan sido monopolio para enriquecer a los favoritos del rey, empezaron a concederse para fomentar la aplicacién de conocimientos a herramientas, productos y procesos y para recompensar a los inventores, siempre que publicaran sus inventos. Esto no sélo abrié un siglo de febril invencién mecdnica en la Gran Bretafia sino que acabé con el misterio y el secreto de la artesania. El gran documento de esta dramatica mudanza de habili- dades a tecnologia — una de las obras mds importantes de la historia — fue la Enciclopedia de Denis Diderot (1713- 1784) y Jean d'Alembert (1717-1783), publicada entre 1751 y 1772. En esta obra famosa se recopilé, en forma organizada y sistematica, el conocimiento de todos los oficios, de modo tal que el no-aprendiz pudiera aprender a ser un “tecndlogo”. No fue ciertamente por accidente que los articulos de la Enciclopedia que describian los oficios (por ejemplo, hilados © tejidos) no fueran escritos por artesanos. Los escribieron “especialistas de la informacién”: individuos capacitados como analistas, como matematicos, como légicos — tanto Voltaire como Rousseau fueron colaboradores. La tesis sub- yacente de la Enciclopedia era que en el mundo material los resultados ttiles — en herramientas, procesos y productos — son producidos por andlisis sistemdtico y por aplicacién sistematica e intencional del conocimiento. Pero la Enciclopedia predicaba también que los principios que producen resultados en un oficio pueden producir resul- tados en cualquier otro oficio. Sin embargo, esto era un 82 La sociedad . anatema, asi para el erudito tradicional como para el artesano tradicional. Ninguna de las escuelas técnicas del siglo XVII ni Ja En- ciclopedia trataron de producir conocimientos nuevos. Nin- guna hablo siquiera de la aplicacién de la ciencia a herra- mientas, procesos y productos, es decir, a la tecnologia. Esta idea hubo de esperar otros cien afios, hasta 1840, mas o menos, cuando un quimico alemén, Justus Liebig (1803- 1873), aplicé la ciencia para inventar, primero, abonos arti- ficiales, y luego, la manera de conservar proteina animal, extracto de carne. Pero lo que si hicieron aquellas primeras escuelas técnicas y la Enciclopedia fue quiz4 m4s importan- te: reunieron, codificaron y publicaron la téchne, el misterio de los oficios artesanales, tal como se habia desarrollado a lo largo de milenios. Convirtieron la experiencia en conoci- miento, el aprendizaje en libro de texto, el secreto en metodologia, el hacer en conocimiento aplicado. Estas son las bases esenciales de lo que hemos venido a Iamar la “Revolucion Industrial”, o sea la transformacién mundial de la sociedad y la civilizacién por la tecnologia. Fue este cambio en el significado del conocimiento lo que hizo inevitable y dominante el Capitalismo moderno. La ve- locidad del cambio técnico creé una demanda de capital muy superior a cuanto podia suministrar el artesano. La nueva tecnologia requerfa también concentracién de la produccién, es decir, el paso a la fabrica. El conocimiento no se podia aplicar en millares y decenas de millares de pequeiios talle- res individuales y en las industrias caseras de la aldea rural. Requerfa concentracién de la produccién bajo un solo techo. La nueva tecnologia requeria también enorme cantidad de energia, energia bien fuera hidrdulica, o bien de vapor, que no se podia descentralizar. Pero estas necesidades energéti- cas, por importantes que fueran, eran secundarias. El punto central es que casi de la noche a la majfiana la produccién pas6 de basarse en trabajo artesanal a basarse en tecnolo- gia. Como resultado de ello, el capitalista pasé también casi de la noche a la mafiana a ocupar el centro de la economia y de la sociedad. Antes siempre habia sido “actor secunda- tio”. Det capitatismo a ta sociedad de conocimiento 33 Hasta 1750, la empresa en grande escala era gubernamen- tal més bien que privada. La primera y, durante muchos siglos, la mas grande de todas las empresas manufactureras del Viejo Mundo fue el famogo arsenal de propiedad del gobierno de Venecia. Y las manufacturas del siglo XVII, como Jas de porcelana de Meissen y de Sévres eran todavia de propiedad gubernamental. Pero ya en 1830, la empresa capi- talista privada dominaba en el Occidente. Cincuenta aiios més tarde, por la época en que murié Karl Marx, en 1883, ja empresa capitalista privada habia penetrado en todas partes, excepcidn hecha de los mds remotos rincones del mundo como el Tibet, o las regiones despobladas de Ara- bia. Hubo resistencia, por supuesto, tanto a la tecnologia como al capitalismo. Hubo disturbios en Inglaterra, por ejemplo, 0 en la Silesia alemana; pero éstos fueron locales, duraron pocas semanas o, cuando mucho, unos pocos meses, y no retardaron siquiera la rapidez de expansién del Capitalismo. La Revolucién Industrial, es decir, la maquina y el sistema de fabricas, se expandié con igual rapidez e, igualmente, sin encontrar mucha resistencia, o ninguna. La Riqueza de las naciones de Adam Smith (1723-1790) aparecié el mismo afio (1776) en que James Watt patents la maquina de vapor perfeccionada. Sin embargo, en esa obra casi no se presta atencién alguna a las mdquinas ni a las fabricas nia la produccién industrial en conjunto. La produc- cién que describe es la que se basa en trabajo artesanal. Incluso cuarenta afios mas tarde, después de las guerras napoleénicas, todavia los observadores sociales més perspi- caces no veian como centrales las mAquinas y las fabricas. Estas no tienen ningun papel en 1a economia de David Ricar- do (1772-1832). Mas sorprendente atin es que ni fabricas ‘ni obreros de fabrica ni banqueros se encuentran en los libros de Jane Austen (1775-1817), la critica social mds perceptiva de Inglaterra. Su sociedad, como.se ha dicho muchas veces,. es totalmente burguesa, pero es todavia totalmente pre- industrial, una sociedad de hacendados y arrendatarios, de clérigos y oficiales navales, de abogados, artesanos y tende- ros. Sélo en la lejana América, Alexander Hamilton (1757- 84 La sociedad . 1809) vio muy temprano que la manufactura basada en la m4quina se estaba convirtiendo répidamente en la actividad econémica central. Pero aun entre sus seguidores no se presté mucha atencién a su Informe sobre las manufacturas (1791) hasta mucho después de su muerte. En cambio, en los afios 30 del siglo pasado, Honoré de Balzac (1799-1850) publicaba con gran éxito de librerfa novela tras novela que pintaban una Francia capitalista cuya socie- dad estaba dominada por banqueros y por ta bolsa de valores. ¥ otros quince afios después, el capitalismo, el sistema de fabricas y la m4quina son centrales en la obra de Charles Dickens (1812-1870), lo mismo que las nuevas clases, los capitalistas y los proletarios. En Bleak House (1852), la nueva sociedad y sus tensiones constituyen 1a intriga secundaria en el contraste entre dos hermanos capaces, ambos hijos del ama de aves del hacen- dado. Uno Jlega a ser gran industrial en el norte, y pretende hacerse elegir al Parlamento para luchar contra los terrate- nientes y quebrantar su poder. El otro prefiere seguir siendo un leal vasallo del gentleman abatido, derrotado, ineficiente, pero precapitalista. Hard Times (1854), también de Dickens, es la primera y, sin duda, la mds poderosa novela industrial, la historia de una reiiida huelga en una fAbrica de tejidos de algodén y de Ja guerra de clases en sus aspectos més som- brios. Esa rapidez inaudita con que se transformé la sociedad creé las tensiones y los conflictos sociales del nuevo orden. Hoy sabemos que es falsa la creencia casi universal de que los obreros de fabrica de principios del siglo XIX estaban peor y que eran tratados con mas dureza entonces que cuando eran trabajadores del campo en la era preindustrial. Sin duda, estaban mal y los trataban mal, pero acudian a las fabricas precisamente porque alli estaban menos mal que en el fondo de Ja estatica, tiranica y hambrienta sociedad rural. Experi- mentaban una “calidad de vida” mucho mejor. Esto debiéramos haberio sabido siempre, dicho sea de paso. En las ciudades fabriles, la mortalidad infantil bajé inmediatamente, mientras que la expectativa de vida subié, lo cual dio lugar a una explosién demogréfica en la Europa Del capitatismo a la sociedad de conocimiento 35 que se estaba industrializando. Pero hoy, es decir, después de la Segunda Guerra Mundial, tenemos también el ejemplo de los paises del Tercer Mundo. Brasilefios y peruanos aflu- yen a las favelas y los barrios de Rio de Janeiro y Lima. Por dura que sea alli la vida, siempre es mejor que en el empo- brecido noreste del Brasil o en e} altiplano del Peri. Los hindées dicen hoy: “El mendigo mds pobre de Bombay come mejor que el riistico de la aldea”. La “verde y amable tierra de Inglaterra” que William Blake (1757-1827), en su famoso poema sobre la “Nueva Jerusalén”, esperaba salvar de las nuevas “fabricas satdnicas” era, en realidad, un vasto tugurio rural. Pero mientras que Ja industrializacién desde el comienzo significd mejora material y no la célebre pauperizacién de Marx, la velocidad del cambio fue tan desconcertante que resulté profundamente traumética. La nueva clase, los pro- letarios, se “alienaron”, para usar el término marxista. Su alienacién, segtin predecia Marx, haria inevitable su explota- cién puesto que para su subsistencia dependian totalmente de los “medios de produccién”, y éstos eran de propiedad del capitalista que los controlaba. En esta forma, la propiedad se concentraria cada vez mds en unas pocas manos y entidades mds grandes, y el proletariado impotente se empobreceria cada vez mas — hasta el dia en que el sistema se derrumbara por su propio peso y los pocos capitalistas que quedaran fueran derrocados por los proletarios, quienes “no tenian nada que perder sino sus cadenas”. Hoy sabemos que Marx fue un falso profeta — ocurrié exactamente lo contrario de lo que él predijo. Pero esto es una visién retrospectiva. La mayoria de sus contemporaneos compartian su punto de vista sobre el capital aun cuando no necesariamente sus predicciones sobre el resultado. Incluso anti-marxistas aceptaban el andlisis de Marx sobre las “con- tradicciones intrinsecas del capitalismo”. Algunos confiaban en que la fuerza militar mantendria a raya a la chusma pro- letaria, y ése era aparentemente el criterio del mas grande de los capitalistas del siglo XIX, el banquero norteamericano J. P. Morgan (1837-1913). Los liberales de toda calafia crefan que de alguna manera podfa haber reforma y mejora: pero la 36 La sociedad conviccién de que la sociedad capitalista era una sociedad de inevitable conflicto de clases, précticamente toda persona pensante de fines del siglo XIX la compartia con Marx — y, en realidad, hacia 1910, la mayoria de las “personas pen- santes”, por lo menos en Europa (pero también en el Japén), se inclinaban al socialismo. El més grande de los conserva- dores del siglo XIX, Benjamin Disraeli (1804-1881), vefa la sociedad capitalista m4s 0 menos como la veia Marx. Lo mismo su contemporaneo conservador en el continente, Otto von Bismarck (1815-1898), a quien esta idea lo motivé des- pués de 1880 para promulgar la legislacién social que pro- dujo mds tarde el estado paternalista del siglo XX. El critico social conservador y novelista norteamericano Henry James (1843-1916), cronista de la riqueza de su pais y de la aristocracia europea, estaba tan obsesionado con la guerra de clases y con el temor que ella le producia que hizo de ésta el tema de su mas inquietante novela, The Princess Casa- massima. La escribié en 1883, el mismo afio de la muerte de Marx. La Revolucién de la Productividad ZQué fue entonces lo que derroté a Marx y al marxismo? En 1950 ya éramos muchos los que veiamos que el marxismo habia fracasado moral y econémicamente (yo lo dije asi en 1939, en mi libro The End of Economic Man). Pero el marxismo seguia siendo la tinica ideologia coherente para la mayor parte del mundo. Y a la mayor parte del mundo le parecia invencible. Habia muchisimos antimarxistas, pero muy pocos no-marxistas, es decir, personas que cre- yeran que el marxismo habia perdido vigencia, como lo sabe hoy todo ei mundo. Hasta los que se oponian violentamen- te al socialismo seguian convencidos de que iba en ascen- so. El padre del neoconservatismo en todo el mundo occiden- tal, el economista angloaustriaco Friedrich von Hayek (1899- 1992), en su libro The Road to Serfdom, publicado en 1944, sostenia que el socialismo inevitablemente significaba escla- Del capitalismo a la sociedad de conocimiento 37 vitud, No puede haber, decia, “socialismo democrético” sino s6lo “socialismo totalitario”. Pero no argiiia en 1944 que el marxismo no pudiera funcionar. Por el contrario, temia mucho que si funcionara. Pero en su ultimo libro, The Fatal Conceit (University of Chicago Press, 1988), escrito cuarenta afios después, sostiene que el marxismo nunca podria haber funcionado. Cuando publicé este libro, casi todo el mundo (especialmente casi todo el mundo en los paises comunistas) ya habfa Wegado a la misma conclusién. eQué fue, entonces, lo que acabé con las “inevitables contradicciones del capitalismo”, la “alienacién” y la “pau- perizacién” de los proletarios y con el “proletariado” mismo? La respuesta es: La Revolucién de la Productividad. Cuando el conocimiento cambié de significado hace 250 afios, empez6 a aplicarse a las herramientas, los procesos y los productos. Esto sigue siendo lo que significa la tecnolo- gia para Ja mayor parte de la gente y lo que se ensefia en las facultades de ingenieria. Pero la Revolucién de la Productivi- dad habia empezado dos afios antes del fallecimiento de Marx. En 1881, un norteamericano, Frederick Winslow Taylor (1856- 1915), aplicé por primera vez el conocimiento al estudio del trabajo, al andlisis del trabajo y a la ingenieria del trabajo. Trabajo ha existido desde que el mundo es mundo. Todos los animales, en efecto, tienen que trabajar para sobrevivir, En el Occidente, la dignidad del trabajo se ha ensalzado de labios para afuera durante largo tiempo. El texto griego mas antiguo después de las epopeyas de Homero, con una diferencia de sdlo unos cien afios, es un poema de Hesiodo (siglo VII a. de J.C.) titulado Los trabajos y los dias, en que canta las labores del campo. Entre los poemas romanos mds hermosos se cuentan las Gedrgicas de Virgilio (70-19 a. de J.C.), ciclo de cantos sobre el mismo asunto. En la tradicién literaria del Oriente no se encuentra mucha preocupacién por el trabajo, pese a lo cual el empe- vador de la China tocaba una vez al afio un arado para ce- lebrar la siembra del arroz. Pero tanto en el Occidente como en el Oriente, éstos eran gestos puramente simbélicos. Ni Hesfodo ni Virgilio vieron en realidad qué es lo que hace un labrador. Tampoco Io vio nadie mds a lo largo de la historia 38 La sociedad escrita.4 El trabajo no merecia la atencién de la gente culta, de los ricos, de la gente de autoridad. Trabajo era lo que hacian los esclavos. Todo el mundo “sabia” que la tnica forma en que un trabajador podia producir mas era trabajan- do mas horas o trabajando més fuerte. Marx compartia esta creencia con los economistas e ingenieros del siglo XIX. Circunstancias ajenas a su voluntad Uevaron a Taylor, hombre acomodado y bien educado, a ser obrero de fabrica. La mala vista le impidié seguir estudios en Harvard, y, en cambio, acepté un puesto en una fundicién de hierro. Siendo altamente dotado, muy pronto ascendio, y se convirtié en uno de los jefes. Sus inventos para la industria metalirgica lo hicieron hombre rico a muy temprana edad. Lo que lo levé a estudiar el ‘trabajo fue el haber observado directamente el odio reciproco entre capitalistas y trabajadores, que habia Iegado a dominar en la tltima parte del siglo XIX. En otras palabras, Taylor vio lo mismo que vieron Marx, Disraeli, Bismarck y Henry James; pero también vio algo que ellos no vieron: que el conflicto era innecesario. Entonces se propuso hacer productivos a los trabajadores para que pudieran ganar un ingreso decoroso. La motivacién de Taylor no era la eficiencia. No era la creacién de utilidades para los propietarios. Hasta el ultimo dia de su vida sostuvo que el trabajador y no el propietario debia ser el beneficiario de los frutos de la productividad. Su motivacién principal era la creacién de una sociedad en la cual propietarios y trabajadores, capitalistas y proletarios, tuvieran un interés comin en la productividad y pudieran cultivar relaciones de armonjia en la aplicacién del conoci- miento al trabajo. Los que m4s se han acercado a entender esto hasta hoy son los empleadores y los sindicatos japone- ses posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Pocas figuras en la historia intelectual han ejercido mayor influencia que Taylor, y pocos han sido tan deliberadamente ‘No existe todavia una historia del trabajo — pero tampoco existe una his- toria del conocimiento por mas que se haya filosofado sobre él. Ambos debieran ser temas importantes de estudio durante los préximos decenios ©, por lo menos, durante el proximo siglo. Del capitatismo a ta sociedad de conocimiento 39 mal interpretados ni tan asiduamente mal citados. En parte, Taylor ha sufrido porque la historia ha demostrado que él tenia razén y que los intelectuales estaban equivocados. En parte, se hace poco caso de él porque atin se menosprecia el trabajo, principalmente entre los intelectuales. Ciertamen- te, traspalar arena — el mds conocido de los andalisis de Taylor — no es una cosa que un “hombre educado” aprecie ni, que mucho menos, considere importante. Pero mas que todo, la reputacién de Taylor ha sufrido precisamente porque aplicé conocimiento al estudio del tra- bajo. Esto era un anatema para los sindicatos obreros de su tiempo, los cuales organizaron contra él una de las mds perversas campaiias de difamacién en la historia de los Estados Unidos, El delito de Taylor a los ojos de los sindicatos era su aseveracién de que no hay tal “trabajo calificado”. En las operaciones manuales, sostenia, sélo hay trabajo. Todas las tareas se pueden analizar en la misma forma. Cualquier tra- bajador que esté dispuesto a hacer el trabajo como el andlisis muestra que se debe hacer, es un “hombre de primera clase” y Merece un “salario de primera clase” — es decir, tanto como ganaba tras largos afios de aprendizaje el trabajador calificado, 0 mas atin. Los sindicatos respetados y poderosos en la época de Taylor eran los de los arsenales y astilleros de propiedad del gobierno, en los cuales se hacia antes de la Primera Guerra Mundial toda la produccién de defensa en tiempo de paz en los Estados Unidos. Estos sindicatos eran monopolios artesanales. La afiliacién se restringia a los hijos o parientes de los miembros. Se les exigia un aprendizaje de cinco a siete afios, pero no habia capacitacién sistemdtica ni estudio del trabajo. No se permitia que nada quedara por escrito. No habia ni siquiera planos o dibujos del trabajo que se iba a realizar. A los afiliados se les hacia jurar que guardarfan el secreto, y no se les permitia disentir su trabajo con no afi- °En efecto, ninguna biografia realmente confiable se habia publicado hasta 1991, cuando aparecié Frederick W. Taylor: Myth and Reality, de Charles D. Wrege y Ronald J. Greenwood (Homewood, Illinois: Irwin). 40 Lasociedad liados. La afirmacién de Taylor, de que el trabajo se podia estudiar, se podia analizar, se podia subdividir en una serie de movimientos simples y de repeticién, cada uno de los cuales debia hacerse de un modo determinado, a su debido tiempo y con las herramientas apropiadas, fue un verdadero ataque frontal contra ellos. Entonces lo insultaron y lograron que el Congreso prohibiera los estudios de trabajo en los arsenales y los astilleros oficiales, prohibicién que subsistié hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Taylor se malquisté con los propietarios de su tiempo tanto como con los sindicatos. No simpatizaba con los sindicatos, y con los propietarios se mostré despectivamente hostil; su palabra favorita para designar a éstos era “cerdos”. Ademas, insistia en que los trabajadores, y no los propietarios, debfan sacar la tajada del leén de las ganancias adicionales que producia la administracién cientifica. Para colmo de males, su “cuarto principio” pedia que el estudio de trabajo se hiciera consultando con el trabajador, si no en asociacién con él. Por ultimo, sostenia que la autoridad en el taller no debia basarse en la propiedad; sélo podia basarse en el conocimiento superior. En otras palabras, pedia lo que hoy Mamamos “administracién profesional” — y eso era un ana- tema y una herejfa radical para los capitalistas del siglo XIX. Fue duramente atacado como un perturbador y un socialista. {Algunos de sus mas adictos discipulos y asociados, especial- mente Karl Barth, que fue su mano derecha, eran en realidad abiertamente izquierdistas y vigorosamente anticapitalistas.) El axioma de Taylor de que todo trabajo manual, calificado © no calificado, se podia analizar y organizar mediante la aplicacién del conocimiento, les parecia absurdo a sus con- temporaneos. Durante muchos, muchisimos afios, todo el mundo siguié creyendo en la mistica de las empresas artesanales. Esta creencia incluso estimulé a Hitler en 1941 para de- elarar la guerra a los Estados Unidos. Para que este pais pudiera poner en Europa una fuerza eficaz, necesitaria una flota muy grande para transportar las tropas, y, en ese tiem- po, los Estados Unidos casi no tenian marina mercante ni destructores para protegerla. Hitler argiiia, ademas, que la Del capitalismo a ta sociedad de conocimiento 41 guerra moderna requiere aparatos épticos de precisién y en grandes cantidades; y entonces no habfa en los Estados Unidos trabajadores épticos calificados. Hitler tenia toda la razén. Los Estados Unidos no tenian una gran marina mercante, y sus destructores eran pocos y lamentablemente anticuados. Tampoco tenfan casi una in- dustria 6ptica. Pero aplicando el “estudio de tareas” de Taylor aprendieron a capacitar trabajadores casi totalmente no ca- lificados, muchos de ellos antiguos aparceros criados en un ambiente preindustrial, y en el término de sesenta o noventa dias los convirtieron en soldadores de primera y constructo- res de barcos. También en el término de unos pocos meses capacitaron al mismo tipo de personas para producir instru- mentos 6pticos de precisién, de calidad mejor que la que habian alcanzado hasta entonces los alemanes — y ademas, en linea de montaje. En términos generales, en lo que Taylor ejercié la mayor influencia fue probablemente en la capacitacién. Sélo unos cien afios antes, Adam Smith habia dado por sentado que se necesitan por lo menos cincuenta ajios de experiencia, y mds probablemente todo un siglo, para que un pais o regién adquiera las habilidades necesarias para produ- cir bienes de alta calidad. Sus ejemplos eran la produccién de instrumentos musicales en Bohemia y Sajonia y de telas de seda en Escocia. Setenta afios después, alrededor de 1840, el alem4n August Borsig (1804-1854) — una de las primeras personas fuera de Inglaterra que construyeron una locomo- tora de vapor — inventé lo que es todavia el sistema alemén de aprendizaje, en el cual se combinan la experiencia prdctica de taller bajo un maestro con la ensefianza teérica en la escuela. Esto es todavia el fundamento de la productividad industrial alemana. Pero aun el sistema de Borsig tardaba de tres a cinco afios. Luego, primero en la Primera Guerra Mun- dial, pero especialmente en la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos aplicaron sistemdticamente el método de ‘Taylor para preparar “hombres de primera clase” en unos po- cos meses. Esto, mas que cualquier otro factor, explica por qué los Estados Unidos pudieron montar la produccién de guerra que finalmente derroté tanto al Jap6n como a Alemania. 42 Lasociedad Todas las primeras potencias econémicas de la historia moderna — Inglaterra, los Estados Unidos, Alemania — sur- gieron en virtud del liderazgo en nueva tecnologia. Las po- tencias econémicas de postguerra — primero el Japén, luego Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Singapur — todas deben su ascenso a la capacitacién que les permitié dotar a una fuerza laboral todavia en gran parte preindustrial, y, por tanto, todavia de bajos salarios, con una productividad de primera clase en un tiempo muy breve. En los decenios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, la capacitacién basada en los principios de Taylor vino a ser el tinico motor de desarrollo econémico realmente eficaz. La aplicacién del conocimiento al trabajo aumenté explo- sivamente la productividad.® Durante centenares de afos no habia habido aumento alguno en la capacidad de los traba- jadores para producir bienes o mover bienes. Las maquinas crearon mayor capacidad; pero los trabajadores mismos no eran més productives que los que laboraban en los talleres de la Grecia antigua, que los que construyeron los caminos de la Roma Imperial 0 que los que produjeron las preciosas telas de lana que hicieron la riqueza de Florencia durante el Renacimiento. En el término de unos pocos afios, después de que Taylor empezé6 a aplicar el conocimiento al trabajo, 1a productividad empezé a aumentar a una tasa de 3.5-4% compuesto por afio, lo cual significa que se duplicaba cada dieciocho afios, mas © menos. Desde que Taylor empezé, la productividad se ha multiplicado por cincuenta en todos los paises avanzados. Sobre esta expansion sin precedentes descansa todo el au- mento tanto en el nivel de vida como en la calidad de la vida en los paises desarrollados. La mitad de esta productividad adicional se ha tomado en forma de aumento del poder adquisitivo, es decir, en un nivel de vida més alto. Entre la tercera parte y la mitad se ha "Bste término era desconocido en tiempos de Taylor. En realidad, sélo empezé a usarse en los Estdos Unidos un poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Aun en 1950 el diccionario inglés més autorizado, el Concise Oxford, todavia no registraba el término productividad en su acepcién actual. Del capitalismo a la sociedad de conocimiento 43 tomado en forma de aumento del ocio. Hasta 1910 los tra- bajadores de tos paises desarrollados seguian trabajando tanto como antes, es decir, no menos de 3 000 horas al afio. Actualmente, los japoneses trabajan sdlo 2 000 horas al aiio, los norteamericanos unas 1 850, los alemanes cuando mucho 1 600 — y todos ellos producen cincuenta veces mas por hora de lo que se producia hace ochenta afios. Otras participacio- nes sustanciales del aumento de productividad se han toma- do en la forma de cuidado de la salud, que ha aumentado de prdcticamente 0% del producto interno bruto (PIB) a 8-12% en los paises desarrollados; y en la forma de educacién, que ha crecido de un 2% del PIB a un 10%, o més. La mayor parte de este incremento — tal como lo predijo Taylor — lo han tomado los trabajadores, esto es, los pro- letarios de Marx. Henry Ford (1863-1947) sacé el primer automévil barato, el Modelo T, en 1907. Pero ese automévil, s6lo era barato en comparacién con otros que habia en el mercado, los cuales, en relacién con el promedio de ingresos, costaban tanto como cuesta hoy una avioneta bimotor priva- da. El Modelo T de Ford costaba 750 délares, que era lo que ganaba en tres o cuatro afios un trabajador industrial de jornada completa en los Estados Unidos — pues, en ese tiempo, 80 centavos eran un buen jornal, y por supuesto, no habia “prestaciones sociales”. Incluso un médico rara vez ganaba mds de 500 dodlares al aiio. Actualmente, un trabaja- dor sindicalizado en la industria automovilistica en los Es- tados Unidos, el Japén o Alemania, trabajando slo 40 horas a la semana, gana 50 000 délares en sueldo y prestaciones — 45 000 después de impuestos — lo cual es, aproximada- mente, ocho veces el precio de un automédvil nuevo barato actualmente en los Estados Unidos. En 1930, la administracién cientifica de Taylor se habia impuesto en el mundo desarrollado, a pesar de la resistencia de los sindicatos y de los intelectuales. Los proletarios de Marx se convirtieron en burgueses, y el obrero de la industria manufacturera, el proletario, mas bien que el capitalista, vino a ser el verdadero beneficiario del capitalismo y de la Revo- lucién Industrial. Esto explica el fracaso total del marxismo en los paises altamente desarrollados, a los cuales Marx les 44 Lasociedad : pronosticaba una revolucién para 1900. Explica por qué no hubo revolucién proletaria después de 1918 ni siquiera en los paises derrotados de Europa central, en los cuales habia miseria, hambre y desempleo. Explica por qué la Gran Depre- sién no condujo a una revolucién comunista como esperaban confiadamente Lenin y Stalin — y précticamente todos los marxistas. En ese tiempo los proletarios de Marx no eran todavia ricos, pero ya eran clase media. Se habian vuelto productivos. Darwin, Marx, Freud constituyen la trinidad que a menudo se menciona como autora del mundo moderno. A Marx se le podria sacar de la lista y reemplazarlo por Taylor si hubiera justicia en este mundo. Pero que a Taylor no se le haga justicia es cuestién de importancia secundaria. Lo que si es ‘una cuestion seria es que muy pocas personas se dan cuenta de que fue la aplicacién del conocimiento al trabajo lo que creé economias desarrolladas al provocar la explosion de la productividad de los uitimos cien afios. Los tecndélogos les atribuyen ese mérito a las mAquinas, los economistas a la inversién de capital. Pero ambas cosas eran tan abundantes durante los primeros cien afios de la era capitalista, es decir, antes de 1880, como lo han sido después. Con respecto a la tecnologia o al capital, los segundos cien ajfios difieren poco de los primeros cien, pero en esos primeros cien no hubo absolutamente ningin aumento de productividad del trabaja- dor — y, en consecuencia, poco aumento en su ingreso real ni disminucién de sus horas de trabajo. Lo que hizo que los segundos cien afios fueran tan criticamente diferentes sdlo se puede explicar como resultado de aplicar el conocimiento al trabajo. La productividad de las nuevas clases, las clases de la sociedad postcapitalista, se puede aumentar tinicamente aplicando conocimiento al trabajo. Ni las m4quinas ni el capital pueden hacerlo; por el contrario, si se aplican solos es més probable que impidan. no que creen productividad (como se ver4 mds detenidamente en el capitulo 4), Cuando Taylor empezé, nueve de cada diez personas que trabajaban se dedicaban a hacer 0 mover objetos: en manu- factura, en agricultura, en mineria, en transporte. La produc- Det capitatismo a ta sociedad de conocimiento 45 tividad de las personas dedicadas a hacer y mover objetos todavia sigue en aumento a la tasa histérica de 3.5-4% — y en la agricultura norteamericana y francesa mds rapidamente atin. Pero la Revolucion de la Productividad ya termin6. Hace cuarenta afios, en el decenio de los 50, las personas dedica- das a trabajar haciendo o moviendo objetos eran todavia una mayoria en todos los paises desarrollados. En 1990, habian disminuido a una quinta parte de la fuerza laboral. En el afio 2010 serén no mds de una décima parte. El hecho de aumen- tar la productividad de los trabajadores manuales en manu- factura, en agricultura, en minerfa, en transportes ya no puede de por sf crear riqueza. La Revolucién de la Produc- tividad ha sido victima de su propio triunfo. De ahora en adelante, lo que cuenta es la productividad de los trabajado- res no manuales. Y eso requiere aplicar conocimiento al conocimiento. La Revolucién Administrativa En 1926, cuando yo resolvi no ir a la universidad sino po- nerme a trabajar al terminar la escuela secundaria, mi padre se molest6 mucho; nuestra familia habia sido siempre una familia de abogados y doctores. Pero no me traté de “desertor escolar”. No intenté hacerme cambiar de parecer. Y no pro- fetiz6 que yo nunca serviria para nada. Yo era un adulto responsable que queria trabajar como adulto.’ ‘Tres decenios después, cuando mi hijo cumplié dieciocho afios, practicamente lo obligué a ir a la universidad. Lo mismo que su padre, él queria ser un adulto entre adultos. Lo mismo que su padre, crefa que era poco lo que habia aprendido en los doce afios que permanecié sentado en un banco de es- cuela y que sus probabilidades de aprender mucho dedicando otros cuatro afios a un banco escolar no eran especialmente 7E1 hecho de que yo también haya obtenido posteriormente un doctorado tenia que ver mas con mi deseo de mortificar a mi padre que con cualquier creencia mia acerca de la importancia que ello tendria en mi vida y en mi carrera, 46 La sociedad . grandes. Lo mismo que su padre a esa edad, estaba orientado a la accién, no al aprendizaje. . Y, sin embargo, en 1958, treinta y un afos después de pasar yo de graduado de escuela secundaria a aprendiz en una firma de exportacién, el grado universitario se habia convertido en una necesidad. Se habia convertido en el pa- saporte para todas las carreras. No ir a la universidad en 1958 era “desertar” para un muchacho norteamericano que se hubiera criado en el seno de una familia acomodada y que Jo hubiera hecho bien en Ia escuela. Mi padre no encontré la menor dificultad para conseguirme un oficio como apren- diz en una casa de comercio de buena reputacién. Treinta afios después tales firmas no habrian aceptado como apren- diz a un graduado de escuela secundaria; todas te habrian dicho: “Vaya a la universidad durante cuatro afios, y proba- blemente también le convendria asistir a una facultad de postgrado”. En la generacién de mi padre, que nacié en 1876, asistir a Ja universidad era, o bien para los hijos de los ricos, o bien para una muy pequefia minoria de muchachos pobres pero excepcionalmente brillantes, como habia sido él. De todos los grandes magnates norteamericanos del siglo XIX, s6lo uno pasé por la universidad: J. P. Morgan, quien asistié a la de Gotinga para estudiar matematicas, aun cuan- do al afio deserté. En las novelas de Edith Wharton, cronista de la sociedad norteamericana hacia 1910 a 1920, los hijos de las viejas y ricas familias neoyorquinas van a Harvard y a su facultad de derecho. Pero practicamente ninguno de ellos ejerce la profesién. La educacién superior era un lujo, un ornamento y una manera muy agradable de pasar uno los primeros afios de su vida de adulto. En mi tiempo, asistir a la universidad ya era deseable. Le daba a uno posicién social; pero no era, ni mucho menos, una necesidad, ni era de gran ayuda en la vida o la carrera, Cuando yo realicé el primer estudio de una gran corporacién mercantil, General Motors,® el departamento de relaciones publicas de esa compaiifa se esforzé mucho por disimular el "Publicado en mi libro Concept of the Corporation (1946). Det capitatismo a la sociedad de conocimiento 47 hecho de que unos cuantos de sus altos ejecutivos hubieran pasado por la universidad. Lo correcto entonces era empezar como maquinista e ir ascendiendo en la compajfiia.’ Hasta 1950 o 1960 la manera més rdpida de Megar a un ingreso de clase media — en los Estados Unidos, o en Inglaterra, o en Alemania (aunque ya no en el Japén) — no era ir a la uni- versidad; era ponerse a trabajar a los dieciséis afios en una de las industrias sindicalizadas de produccion masiva. Alli uno se ganaba un ingreso de clase media después de unos pocos meses — el resultado de la explosién de la producti- vidad. Estas oportunidades practicamente han desaparecido.'” Hoy casi no hay acceso a un ingreso de clase media sin un grado formal universitario que certifique la adquisicién de conocimientos que sélo se pueden obtener en una forma sistematica y en una facultad. Ei cambio en el significado del conocimiento que empez6 hace 250 afios ha transformado a la sociedad y a la economia. El conocimiento formal se ve a la vez como el recurso per- sonal clave y como el recurso econémico clave. Hoy el co- nocimiento es el tinico recurso significativo. Los tradiciona- les factores de la produccién — la tierra (es decir, los recur- sos naturales), el trabajo y el capital — no han desaparecido, pero han pasado a ser secundarios. Se pueden obtener facil- mente, siempre que se tenga conocimiento, Y el conocimien- to en este nuevo sentido es conocimiento como instrumento, como el medio de obtener resultados sociales y econémicos. Esos acontecimientos, deseables 0 no, son respuestas a un cambio irreversible: Hoy se esta aplicando conocimiento al conocimiento. Este es el tercer paso, y tal vez el tiltimo, en la transformacién del conocimiento. Proporcionar conoci- miento a fin de averiguar cémo aplicar el que ya existe para obtener resultados es, en realidad, lo que entendemos por administracion. Pero el conocimiento también se esta apli- cando en forma sistemdtica y deliberada para definir qué °La historia se cuenta en el capitulo “Alfred P. Sloan” de mi libro Adventures of a Bystander (1980, reimpreso en 1991). ‘Sobre este punto, véase también et capitulo 3, especialmente la seccién titulada “gLa mano de obra es todavia un activo?” 48 Lasociedad . nuevo conocimiento se necesita, si éste es factible y qué hay que hacer para hacerlo eficaz. Se estA aplicando, en otras palabras, a la innovacién sistematica." Ese tercer cambio en la dindmica del conocimiento se puede lamar la Revolucién Administrativa. Lo mismo que sus dos antecesoras — el conocimiento aplicado a las herra- mientas, los procesos y los productos, y el conocimiento aplicado al trabajo manual —, la Revolucion Administrativa hha abarcado toda la Tierra. Cien afios se necesitaron, desde mediados del siglo XVI hasta mediados del XIX, para que la Revolucién Industrial se hiciera dominante y mundial. Se necesitaron unos setenta afios, desde 1880 hasta la termina- cién de la Segunda Guerra Mundial, para que la Revolucién de la Productividad se hiciera dominante y mundial. Se han necesitado menos de cincuenta afios — de 1945 a 1990 — para que la Revolucién Administrativa se volviera dominante y mundial. La mayor parte de las personas cuando oyen la palabra “administracién” todavia oyen “administracién de negocios”. Es cierto que la administracién en su forma actual aparecié primero en las grandes organizaciones mercantiles. Cuando yo empecé a trabajar en este campo, hace unos cincuenta afios, también me concentré en la administracién de nego- cios.”.Pero pronto aprendimos que administracién se nece- sita en todas las organizaciones modernas, sean de negocios o de cualquiera otra indole. En realidad, pronto aprendimos que se necesita aun mds en las que no son de negocios, bien sean entidades sin dnimo de lucro pero no gubernamentales (lo que en este libro me propongo Iamar el sector social), 0 bien dependencias gubernamentales. Estas organizaciones la necesitan m4s atin precisamente porque carecen de la disci- ‘bre este punto, véase mi libro Innovation and Entrepreneurship (1985). En mi libro The Practice of Management, que establecié por primera vez Ja administracién como una disciplina y que aparecié en 1954, la mayor parte de la discusién se refiere a administracién de negocios, lo mismo que Ja mayoria de los ejemplos. Del capitalismo a la sociedad de conocimiento 49 plina del balance general que rige los negocios. Que la ad- ministracién no se limita a los negocios se reconocié primero en Ios Estados Unidos; en la actualidad se acepta en todos los paises desarrollados, como lo atestigua la acogida que se dio-en Europa occidental, el Japon y el Brasil a mi libro de 1990 Managing the Non Profit Organization. Hoy sabemos que la administracién es una funcién gen tica de toda, clase de organizaciones, cualquiera que sea su misién especifica. Es un érgano genérico de la sociedad de \ conocimiento. - Administracién ha existido desde hace mucho tiempo. Con frecuencia me preguntan a quién considero yo el mejor o el més grande de los ejecutivos. Mi respuesta es siempre que al que concibié, disefié y construyé hace mds de 4 000 afios la primera piramide de Egipto — que atin permanece en pie. Pero la administracién no se vio como una clase especifica de trabajo sino después de la Primera Guerra Mundial — y entonces s6lo un pufiado de personas la vicron asi, Como disciplina sdlo surgi después de la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1950, cuando el Banco Mundial empezé a prestar di- nero para desarrollo econémico, la palabra administracién no figuraba siquiera en su vocabulario. En realidad, aunque la administracién se inventé hace miles de afios, no se descu- brié hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Una de las razones para que se descubriera fue la experien- cia de la Segunda Guerra Mundial, y especialmente el desem- pefio de la industria norteamericana. Pero quiz4 igualmente importante para la aceptacién general de la administracién ha sido el desempefio del Japén a partir de 1950. Este no era un pais subdesarrollado después de la Segunda Guerra Mundial, pero su industria y su economia quedaron casi totalmente destruidas; y practicamente no tenfa tecnologia doméstica. El principal recurso del pais era su voluntad de adoptar y adaptar la administracién que los norteamericanos habjan perfeccionado durante la guerra (y especialmente la capacitacién). En el término de veinte afios, desde los afios 50, cuando terminé la ocupacién norteamericana, hasta los afios 70, el Japén se convirtié en la segunda potencia eco- némica mundial y en un lider en tecnologia. 50 La sociedad Al terminar la guerra de Corea, en los primeros afios 50, Corea del Sur quedé aun més destruida que el Japén siete afios antes. Y nunca habia sido otra cosa que un pais atra- sado, sobre todo porque los japoneses durante los treinta y cinco afios de ocupacién suprimieron sistematicamente la empresa y la educacién superior coreanas. Pero valiéndose de los colegios y las universidades de los Estados Unidos para preparar a sus jévenes capaces, e importando y aplican- do administracién, Corea del Sur se convirtié en un pais altamente desarrollado en el término de 25 afios. Con esta poderosa expansién de la administracién ha venido una creciente comprensién de lo que ésta significa realmente. Cuando yo empecé a estudiar administracién, durante la Segunda Guerra Mundial y poco después de ella,!” un gerente se definia como “la persona que es responsable del trabajo de subalternos”. En otras palabras, era un jefe, y administracién era rango y poder. Esta es todavia la defi- nicién en que muchos piensan cuando se habla de gerentes y de administracién. A principios del decenio de los 50, la definicién habia cambiado: “Un gerente es responsable del rendimiento de las personas”. Hoy sabemos que esta defini- cién también es demasiado estrecha. La definicién correcta es: “Un gerente es responsable de la aplicacién y el rendi- miento del conocimiento”. ~ Este cambio significa que hoy vemos el conocimiento como el recurso esencial. La tierra, el capital y el trabajo son importantes principalmente como “limitantes. Sin ellos, el conocimiento no puede producir. Sin ellos, ni siquiera la administracién puede rendir. Cuando hay administracién eficiente, es decir, aplicacién de conocimiento al conocimien- to, siempre podemos obtener los demas recursos. Que el conocimiento se haya convertido en el recurso mas bien que en un recurso, es lo que hace nuestra sociedad postcapitalista. Cambia fundamentalmente la estructura de la sociedad. Crea una nueva dinémica social. Crea una nueva dinémica econémica. Crea una nueva politica. *Sobire esto, véase mi libro Concept of the Corporation, 1946, Dei capitatismo a ta sociedad de conocimiento 51 De conocimiento a conocimientos Subyacente en estas tres fases de la mudanza al conocimien to — la Revolucién Industrial, la Revolucién de la Product vidad, la Revolucién Administrativa — se encuentra un cam- bio fundamental en el significado del conocimiento. Hemos pasado de conocimiento a conocimientos. El conocimiento tradicional era general. Lo que hoy con- sideramos conocimiento es necesariamente altamente espe- cializado. Antes nunca hablabamos de un hombre o una mujer “de conocimiento”; habl4bamos de una persona edu- cada. Las personas educadas eran generalistas. Sabian lo suficiente como para hablar y escribir sobre muchas cosas, lo suficiente como para entender muchas cosas. Pero no sabian lo bastante como para hacer alguna cosa particular. Como decia un viejo dicho: Uno quiere tener a una persona educada como invitada a su mesa, pero no como compaiiera en una isla desierta, donde lo que se necesita es una persona que sepa cémo hacer las cosas. En efecto, en la universidad de nuestros dias, las tradicionales personas educadas no se consideran educadas en absoluto, Se menosprecian como diletantes. En el libro de Mark Twain (1835-1910) titulado Un yankee en la corte det rey Arturo, el protagonista no es una persona educada. Con seguridad no sabia latin ni griego y probable- mente no habia leido a Shakespeare, y ni siquiera conocia bien Ia Biblia. Pero si sabia cémo hacer cualquier cosa mecdnica, hasta generar electricidad y construir teléfonos. Para Sécrates el fin del conocimiento era el conocimiento dé si mismo, el autodesarrollo. Los resultados eran internos. Para su antagonista Prot4goras el resultado era la habilidad de saber qué decir y cémo decirlo bien. Era “imagen”, para usar un término contempordneo. Durante mds de 2 000 afios el concepto de Prot4goras dominé en el Occidente el apren- dizaje y definié el conocimiento. El trivium medieval, el sis- tema educativo que hasta el dia de hoy sustenta lo que Ma- mamos una educacién liberal, consist{a en gramatica, légica - y retérica — los instrumentos necesarios para definir qué 52 La sociedad . decir y cémo decirlo. No son instrumentos para definir qué hacer 0 cémo hacer. En la doctrina zen y en el confucianismo — los dos conceptos del conocimiento que dominaron el aprendizaje oriental y la cultura oriental durante millares de afios — eran similares. El primero se concentraba en el co- nocimiento de si mismo, el segundo — como el trivium me- dieval — en ei equivalente chino de gramitica, légica y reté- rica. Lo que hoy consideramos conocimiento se prueba a si mismo en la accidn. Lo que entendemos por conocimiento es informacién eficaz en la accién, informacién enfocada en - los resultados. Los resultados est4n por fuera de la persona, en la sociedad y la economia, o en el progreso del conoci-_ miento mismo. Para realizar cualquier cosa, este conocimiento tiene que ser altamente especializado. sa fue la razén por la que la tradicién — empezando por los antiguos, pero persistente atin en lo que denominamos “educacién liberal” — lo releg6 a la categoria de téchne o arte. No se podia aprender ni ensefiar, ni implicaba ningiin principio general. Era especf- fico y especializado. Era experiencia mas bien que aprendi- zaje, capacitacién m4s bien que escolaridad. Pero hoy no hablamos de estos conocimientos especializados como “ar- tes”. Los llamamos “disciplinas”. Este es un cambio tan grande como cualquiera que se haya registrado en la historia intelectual. Una disciplina convierte un arte en una metodologia, tal como la ingenieria, el método cientifico, el método cuantita- tivo o el diagnéstico diferencial del médico. Cada una de estas ', metodologias convierte experiencia ad hoc en sistema. Cada | una convierte anécdota en informacién. Cada una convierte j habilidad en algo que se puede ensefiar y aprender. Esta mudanza, de conocimiento a conocimientos, ie ha dado al conocimiento el poder de crear una nueva sociedad. Pero esta sociedad tiene que estructurarse sobre la base de que el conocimiento sea especializado y las personas instrui- das sean especialistas. Esto les da su poder. Pero también plantea cuestiones basicas — de valores, de visién, de creen- Del capitatismo a ta sociedad de conocimiento 53 cias, es decir, de todas las cosas que mantienen unida la sociedad y le dan sentido a la vida. Como se ver en el tiltimo capitulo de este libro, también plantea una cuestién grande y nueva: 4Qué constituye la persona educada en la sociedad de conocimientos? 2 La sociedad de organizaciones Una organizacién es un grupo humano compuesto de espe- cialistas que trabajan juntos en una tarea comun. A diferen- cia de la sociedad, la comunidad o la familia — que son las agrupaciones sociales tradicionales —, la organizacién se disefia adrede y no se funda ni en la naturaleza psicoldégica del hombre ni en la necesidad bioldgica. Y, sin embargo, siendo una creacién humana, estd destinada a perdurar, quizd no para siempre, pero si durante un periodo considerable. Una organizacién siempre es especializada. Se define por su tarea. La comunidad y la sociedad, en cambio, se definen por un lazo que une a los seres humanos, sea éste el lengua- je, la cultura, la historia o la localidad. Una organizacién es eficiente dnicamente si se concentra en una sola tarea, Una orquesta sinfénica no pretende curar a los enfermos; toca misica. Fl hospital se encarga de los enfermos, y no pretende tocar musica de Beethoven. Un club de montafiistas fundado para escalar los picos del Himalaya no se ocupa de los mi- serables de Nepal por grande que sea la necesidad de éstos. La escuela se concentra en ensefiar y aprender, el negocio en La sociedad de organizaciones 55 producir bienes y servicios, la Iglesia en convertir a los pe- cadores y salvar las almas, el tribunal de justicia, en arreglar conflictos; los militares, en hacer las guerras; la Asociacién Americana del Corazén, en investigacién y prevencién de la degeneracién cardiaca y de las enfermedades circulatorias. La sociedad, la comunidad y 1a familia son; las organizaciones hacen. “Organizacién” se ha vuelto un término cotidiano, Los circunstantes asienten cuando alguien dice: “En nuestra organizacién todo debe girar en torno al cliente"; 0 “Todo lo que cuenta en nuestra organizacién es cumplir el presupues- to”; o “En esta organizacién nunca olvidan un error que uno cometa”. La sociedad en todos los paises desarrollados se ha convertido en una sociedad de organizaciones en la cual la imayoria dé las taréas sociales, si no todas, se realizan dentro le una organizacion — la empresa de negocios y el sindicato rere; Has fuerzas armatias ¥_cl hospital: las escuclas y las universidades; muchos servicios comunitarios, algunos de los cuales son dependencias gubernamentales, y muchos mas (especialmente en los Estados Unidos), que son entidades sin 4nimo de lucro del “sector social” (véase el capitulo 9). Pero también hay orquestas sinfonicas — centenares de ellas en los Estados Unidos — y museos y fundaciones y asociaciones mercantiles y de consumidores, iglesias y muchas entidades més. Sin embargo, ni en los Estados Unidos ni en ninguna otra parte se hablaba de organizaciones hasta después de la Se- gunda Guerra Mundial. El Concise Oxford, autorizado diccio- nario inglés, no registraba el término en su acepcién actual en su edicién de 1950. Los especialistas en ciencia politica y social hablan de gobierno y de negocios, de sociedad, tribu, comunidad y familia. Pero “organizacién” no ha entrado adn en el vocabulario politico, econémico y sociolégico. Esto plantea tres interrogantes relacionados entre si: + gQué funciones desempejian las organizaciones? ,Por qué son necesarias? - gPor qué razén todavia las pasan por alto en general en las ciencias politicas y sociales y en la economia? ~ 86 Lasociedad . + Finalmente: Qué es, precisamente, una orgahizacién? £Cémo funciona? La funcién de la organizacién La funcién de una organizacidn es hacer productivos los co- jocimienios. Las organizaciones han ilegado a ocupar una posicién central en la sociedad en todos los paises desarro- Mados, en virtud del paso de conocimiento a conocimientos. Cuanto mas especializados sean los conocimientos mas efi- cientes seran. Los mejores radidlogos no son los que saben mas de medicina; son los especialistas que saben obtener imagenes del interior del cuerpo humano con rayos X, ultrasonido, escandégrafos, resonancia magnética. Los mejores investiga- dores de mercado no son los que saben mds sobre negocios sino los que conocen mas sobre investigacién de mercados. Ni el radidlogo ni el investigador de mercados obtienen resultados por si solos. Su trabajo es simplemente “insumo”. No se convierte en resultado hasta que se combina con el trabajo de otros especialistas. Los diversos conocimientos por si solos son estériles. Sélo ‘se hacen productivos cuando se ¥ednen y se consolidan como conocimiento. Hacer que sto sea posible es la tarea dé la organizacién, su razén de ser, su funcié6n. Sin duda, exageramos la especializacién en nuestra época, sobre todo en el mundo académico. Pero la cura no es tratar de darle al especialista una educacién general para convertir- lo en generalista (yo mismo propuse esto durante muchos afios). Hoy hemos aprendido que esto no funciona. Los espe- cialistas son eficientes sdlo como especialistas; y los traba- jadores de conocimiento tienen que ser eficientes. Los mas eficientes de ellos no quieren ser otra cosa que estrechos especialistas. Los neurocirujanos mejoran y mejoran cuanto més practican su habilidad. Los cornetistas no se ponen a tocar violin, y no deben intentarlo. Los especialistas necesi- tan contacto con el universo del conocimiento (como se sostendré mds detenidamente en el capitulo 12), pero nece- La sociedad de organizaciones 57 sitan trabajar como especialistas y concentrarse en ser es- pecialistas. Y para que esto produzca resultados, se necesita la organizacién. - La organizacién como especie distinta Pero gpor qué han tardado tanto los hombres doctos en reconocer la organizacién, que desde hace ya varios decenios es la realidad social predominante? La respuesta nos dice mucho acerca de la organizacién y en qué consiste. No es de extrafiar que los abogados no se ocupen de este nuevo fenémeno. “Organizacién” no es un término juridico, como no to son “comunidad” o “sociedad”. Ni es tampoco un término econémico. Algunas organizaciones buscan objetivos econémicos e influyen en la economia, y, a Ia vez, la econo- mia influye en ellas (v. gr. las empresas y los sindicatos obreros). Muchas otras, como las iglesias y los Boy Scouts, no estén en el terreno del economista. Pero zpor qué los especialistas en ciencia politica y los sociélogos hacen caso omiso de un fendmeno que tan profundamente afecta al Estado y a la sociedad? En la obra del escritor francés Auguste Comte (1798-1857), fundador de la sociologia, no se mencionan las organizacio- nes, puesto que en su tiempo no existian. Pero tampoco se mencionan en la més influyente critica no marxista de la sociedad moderna, Gemeinschaft und Gesellschaft (Comuni- dad y Sociedad, 1888), del aleman Ferdinand Toennies {1853- 1936), ni en las obras del santo patrono de la sociologia moderna, el alemén Max Weber (1864-1920), ni en las dei italiano Vilfredo Pareto (1848-1923). Estos tres tratadistas tuvieron muy en cuenta y criticaron duramente el surgi- miento de las grandes empresas y los grandes sindicatos obreros, pero no hicieron caso de las organizaciones como un fenémeno nuevo. E, igualmente, las pasan por alto en los libros mds recientes de ciencia social. La explicacién es que se hace caso omiso de la organiza- cién precisamente porque ésta afecta profundamente nl Bat do y a la sociedad y es incompatible con lo que los cientificos 58 Lasociedad . politicos y sociales por igual todavia suponen que es “nor- mal”. Todavia dan por sentado que una sociedad normal es unitaria mas bien que pluralista, pero la sociedad de organi- zaciones es profundamente pluralista. Para que el cientifico politico o el socidlogo tomen en cuenta la organizacién, ésta tiene que tratarse como una anormalidad, y, en realidad, como una enfermedad peligrosa. Un buen ejemplo es el libro The Legal Foundations of Capitalism, que publicé en 1924 el distinguido economista laboral norteamericano John R. Commons (1862-1945). Commons sostenia que el surgimiento de la organizacion en forma de la corporacién mercantil era un veneno inyectado en el cuerpo politico estadounidense por una “conspiracién” fraguada por la Corte Suprema, que a fines del siglo XIX tergivers6 deliberadamente la Enmienda XIV a la Constitu- cién.* Que esto era una majaderia debid ser obvio para cual- quier lector; todos los paises desarrollados ya habian acep- tado las corporaciones sin necesidad de Corte Suprema ni Enmienda XIV — en efecto, los Estados Unidos fueron los tiltimos, habiéndose quedado a la zaga aun del Japén. Y, sin embargo, en 1924, los lectores estuvieron de acuerdo con Commons. La organizacién era una aberracién tan grande que sélo se podia explicar como una siniestra conspiracién. E] libro tuvo un gran éxito, y posteriormente se convirtié en, una de las “biblias” de los partidarios del New Deal que’ combatian a las grandes “empresas aplastantes”.. La aparicién de la organizacién ha sido un “cambio paradigmatico” por usar la expresién acufiada por el filésofo estadounidense Thomas Kuhn (quien naciéd en 1922) en su libro The Structure of Scientific Revolutions (1962). Esta obra contradecia lo que los cientificos politicos y sociales sabian que era la realidad. Como observé Kuhn, pasan treinta a cincuenta afios — es decir, hasta que una nueva generacién *En 1880, en un caso célebre, la Corte Suprema declaré que una “corporacién” (es decir, una sociedad anénima) es una “persona” y, como tal, tiene derecho a proteccién legal bajo la enmienda citada (N. del Trad.). La sociedad de organizaciones 59 ya crecido y se haya hecho cargo — antes de que la comu- nidad académica vea una nueva realidad y la acepte. Hay todavia otra razén para explicar por qué hasta ahora se ha prestado tan poca atencién a las organizaciones. Los ejércitos, las iglesias, las universidades, los hospitales, las empresas y los sindicatos se han visto y se han estudiado y analizado durante largo tiempo y muy detalladamente; pero cada una de esas instituciones ha sido tratada como tinica, como sui géneris. Aun hoy los que me entrevistan se sor- prenden cuando yo les digo que mi ejercicio de consultoria ha incluido a todas estas instituciones desde hace mas de cuarenta afios. Sélo en época muy reciente se ha Megado a comprender que todas ellas pertenecen a una misma especie; todas son organizaciones. Son el ambiente artificial, la) “ecologia social” de la sociedad postcapitalista. Es mucho mas lo que tienen en comun que lo que las diferencia entre si. Como se dijo anteriormente, la mayoria de las personas — y prdcticamente todo el mundo fuera de los Estados Uni- dos — todavia oyen “negocios” cuando oyen “administra- cién", y no se dan cuenta de que la administracién es una funcién genérica que pertenece por igual a todas las organi- zaciones.’ Sdlo la aparicién de la administracién después de la Segunda Guerra Mundial nos ha hecho ver que la organi- zacién es algo distinto y especifico. No es ni comunidad ni sociedad, ni clase ni familia, que son los integradores moder- nos que conocen los cientificos sociales. Pero tampoco es clan, ni tribu, ni grupo de parentesco ni ninguno otro de los. integradores tradicionales de la sociedad conocidos y estu- diados por antropélogos, etnégrafos y socidlogos. La organi- zacién es algo nuevo y distinto; — pero zqué es? 1€ome lo indiqué en mi lihro de 1990, Managing the Non-Profit Organization. muchas personas del sector sin animo de lucro todavia ven las iglesias como iglesias, los hospitales como hospitales, los servicios comunitarios como servicios comunitarios, en vez de verlos a todos como pertenecientes a una misma familia, las entidades sin 4nimo de lucro, y a una mis: organizacion. 60 La sociedad , Las caracteristicas de la organizacién Las organizaciones son entidades que tienen_un_propésito, especial. Son eficientes porque se congentran en una sola “tarea. ~ Si uno fuera a la Asociaci6n Americana de los Pulmones y dijera: “El 90% de la poblacién (siempre es el 90%, dicho sea de paso) sufre de ufieros en los dedos de los pies; nece- sitamos su experiencia en investigacién, cuidado de la salud y prevencién para acabar con este terrible flagelo”, segura- mente le contestarian: “A nosotros sélo nos interesa lo que esta entre las caderas y los hombros, y aun asi, sélo una parte de la anatomia”. Esto explica por qué la Asociacién Americana de los Pul- mones, o la Asociacié6n del Corazén, o cualquiera otra de las entidades que trabajan en el campo de la salud obtienen resultados. La sociedad, la comunidad, Ia familia tienen que hacer frente a cualquier problema que se presente. Hacer lo mismo en una organizacién seria diversificacién. Y en una organizaci6n la diversificacién es fraccionamiento. Destruye su capacidad de produccién, ya se trate de una empresa, un sindicato, una escuela o un hospital, un servicio comunitario \ © una iglesia. La organizacién es un instrumento, y como todo instrumento, cuanto ‘mds eSpecializado, mayor es su_ \ i ¢apacidad de rendimiento en Ja tarea que le comp. : Comoquiera que una organizacién se compone de especia- listas, cada uno con su propia drea limitada de conocimiento, su mision tiene que ser clara como el cristal. Tiene que tener un solo propésito. De otro modo, sus miembros se confun- den. Seguirén su propia especialidad en lugar de aplicarla a Ja tarea comin; cada uno definird los resultados en funcién de su especialidad, cada uno le impondrd sus propios valores a la organizaci6n. Sélo una misién comin clara y bien enfo- cada puede mantener unidd Ia diganizacion y permitirle pro- e sultados..Sin dicha misién Ja organizaci6n pierde prestigio. Un buen ejemplo es Io que le ocurrié al protestantismo en los Estados Unidos en el periodo inmediatamente posterior a Ja Segunda Guerra Mundial como resultado de! “socialcris- La sociedad de organizaciones 61 tianismo”. Pocas estrategias han tenido tanto éxito como la de las iglesias protestantes norteamericanas cuando, alrede- dor de 1900, enfocaron sus enormes recursos en las necesi- dades de una sociedad urbana que se industrializaba répida- mente. El socialcristianismo fue una de las principales razo- nes por las que en este pais las iglesias no quedaran margi- nadas como quedaron en Europa. Sin embargo, la accién social no es la misién de una iglesia cristiana. Su misién es salvar almas. Por haber tenido tanto éxito el socialcristianis- mo, las igiesias, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, se dedicaron cada vez mds a “causas sociales”. Finalmente, el protestantismo liberal utiliz6 las vestiduras del cristianismo para promover la reforma social y la legisla- cién social. Las iglesias se convirtieron en agencias sociales. Se politizaron, y répidamente perdieron cohesién, atractivo y feligreses. El prototipo de Ja organizacién moderna es ia orquesta sinfénica. Cada uno de los 250 ejecutantes es un especialista de alta categoria. Sin embargo, por si misma la tuba no hace musica; sélo la hace la orquesta. La orquesta rinde unica- mente porque todos los 250 musicos tienen la misma parti- tura. Todos subordinan su especialidad a la tarea comun y todos tocan solamente una pieza musical a un mismo tiempo. Los resultados de una organizacién son siempre para afue- ra. La sociedad, la comunidad y 1a familia son auténomas y autosuficientes. Existen para si mismas. Pero todas las orga- \ Son evidentemente “staff” y asi se consideran ellos mismos. Pero son voluntarios y no reciben paga. . Muchos de los que en la practica trabajan como empleados no estén empleados, hablando en términos juridicos. Est4n__ _‘autoempleados”. Hace un siglo, las personas que estaban *Sobre esto, véase el capitulo 9. La sociedad de organizaciones 71 empleadas, es decir, que trabajaban para otra persona, traba- jaban para un “patrén” mds bien que para una organizacién © un jefe. Eran los obreros de fabrica; eran los sirvientes domésticos que hasta la Primera Guerra Mundial superaban grandemente en niimero a los obreros de fabrica en todos los paises desarrollados. Eran los dependientes de las tiendas, los vendedores, etc. Los que posefan educacién trabajaban en general como independientes. Y en 1913, e1 grupo mas nume- roso dentro de la fuerza laboral en cualquier pais (excepto en Inglaterra y en Bélgica) eran los campesinos independientes que labraban su propia tierra o Ja tenfan en arrendamiento. Hoy los campesinos son una pequefia minoria en todos los paises desarrollados. Los sirvientes domésticos casi han. desaparecido. Los que hace sesenta o setenta afios eran “in- dependientes”, hoy son empleados o “autoempleados”, es decir, las personas de educacién y conocimiento. Necesitamos una palabra para designar a estas personas — y no la tenemos. Mientras tanto, tendr que arreglarnos- las definiendo a Jos empleados de Ia so d postcapitalista ‘como aquellas personas cuya capacidad para hacer una con- “tribucién depende de tener acceso a una organizacién. Que Sean pagados o no, es cuestién secundaria. Si estas personas son autoempleadas, funcionan porque les prestan sus servi- cios a organizaciones o los prestan por medio de éstas: médicos del Servicio Nacional Briténico de la Salud; sus colegas norteamericanos que trabajan para un grupo de pro- veedores independientes; contadores y auditores, Estas per- sonas no reciben un jornal. Reciben un honorario. Pero su capacidad de funcionar depende tan completamente de su acceso a una organizacién como si estuvieran en la némina. Cuanto mds ascendemos en ingresos, educacién 0 posi- cién social, més depende nuestra capacidad de rendir y fun- cionar del acceso a la organizacion. Asi como la sociedad postcapitalista se ha convertido en una sociedad de organi- zaciones, también se ha convertido en una sociedad de em- pleados. Estas son apenas dos maneras distintas de describir el mismo fenémeno. Por lo que hace a los empleados que trabajan en oficios subalternos y bajos de prestacién de un servicio — la cajera 72 Lasociedad . de un supermercado, la aseadora de un hospital, el conductor dé un camién de reparto — su posicién puede no ser muy distinta de la del jornalero, el “trabajador” de ayer de quien directamente descienden. Constituyen la cuarta parte, o mas, de la fuerza laboral; ya son més numerosos que los trabaja- dores industriales. Su posicién, su productividad, su digni- dad son problemas sociales centrales de la sociedad postca- Pitalista (como se veré en el capitulo 4). Pero la posici6n del grupo siguiente, el de los trabajadores de conocimiento, es radicalmente distinta. / Todos los trabajadores de conocimiento pueden trabajar | Gnicamente porque hay una organizacién. Por este aspecto | son dependientes. Pero al mismo tiempo son propietarios de Jos “medios de produccion”, es decir, su conocimiento. Y los trabajadores de conocimiento representan la tercera parte, o ; més, de la fuerza laboral total en un pais desarrollado (y los ' trabajadores calificados de servicios otra tercera parte, mds \ © menos). Marx crefa que el mayor reto para la sociedad, como con- secuencia de la introduccién del capitalismo, era la “aliena- cién” del trabajador. Los trabajadores ya no eran duefios de las herramientas de produccién. Sélo pod{an producir si otras personas, es decir, los capitalistas, les suministraban la herramienta, especialmente la maquinaria que cada dia era mas costosa. El trabajador de conocimiento sigue necesitando las herra- mientas. La inversién de capital en las herramientas del tra- bajador de conocimiento tal vez ya es mas grande de lo que era la inversion de capital en las herramientas del trabajador de fabrica (y la inversién social, v. gr. en la educacién del trabajador de conocimiento, es, desde luego, mucho mayor que la inversién en la educacién del trabajador manual). Pero esta inversién de capital es improductiva a menos que los trabajadores de conocimiento apliquen a ella los conocimien- tos de que son duefios y que nadie les puede quitar. En las fabricas, los maquinistas hacian lo que se les mandaba. Las méquinas decidfan no sélo qué hacer sino cémo hacerlo. El trabajador de conocimiento también nece- sita una maquina, sea ésta un computador, un analizador de La sociedad de organizaciones 73 ultrasonido para estudiar la préstata del paciente, o el teles- copio del astrénomo. Pero ni el computador ni el analizador de ultrasonido ni el telescopio le dicen qué debe hacer, ni mucho menos cémo ha de hacerlo. Sin el conocimiento, que (@s de propiedad del empleado, la maquina es improductiva. “Bajo el capitalismo el trabajador dependia absolutamente de la maquina. En la sociedad de empleados, el empleado y el instrumento de produccién son interdependientes. El uno sin el otro no funciona. Y mientras los instrumentos de produccién, v. gr., el analizador de ultrasonido, estan fijos en su lugar, el técnico que sabe usarlos ¢ interpretar sus lectu- ras tiene movilidad. La maquina depende del empleado, y no al contrario. A lo largo de 1a historia, los empleados se podian “super- visar". Se les podia mandar lo que debian hacer, cémo hacer- Jo, con qué velocidad, ete. Los trabajadores de conocimiento, en realidad, no pueden ser superyisados: A’menos que ellos sepan més que cualquier otra persona de la organizacién, no sirven para nada. El gerente de marketing puede decirle al investigador de mercados qué necesita saber la compajfiia acerca del disefio de un producto nuevo y el segmento del mercado en el cual debe posicionarse; pero el investigador de mercados es el que tiene que decirle al presidente de la compaiiia qué investiga- cién de mercados se necesita, cémo organizarla y qué signi- fican los resultados, El comandante de una base aérea resuel- ve cuantos aviones y de qué tipo se necesitan para determi- nada operaci6n; pero es el jefe de tripulacién, aun cuando de rango muy inferior (y que a veces apenas es suboficial), el que le dice al comandante cudntos aviones estén en capacidad de volar y qué reparaciones requieren antes de enviarlos en una misién. Serfa un comandante muy tonto el que no hiciera caso del dictamen del jefe de tripulacién a pesar de la dife- rencia de rango — y ese comandante, dicho sea de paso, no duraria mucho. Los empleados en la sociedad de empleados necesitan \ acceso a una organizaci6n. Sin ella no pueden producir ni dar rendimiento. Y, sin embargo, tienen movilidad. Lievan consi- go los medios de produccién, sus conocimientos. - / 74 Lasociedad En los afios 80 y 90, durante la traumatica reestructura- cién de los negocios norteamericanos, millares (si no cente- nares de millares) de trabajadores de conocimiento perdieron sus empleos. Sus compaiifas fueron adquiridas, o fusionadas, © desmembradas 0 liquidadas. Sin embargo, a la vuelta de unos pocos meses la mayor parte de ellos habfan conseguido empleos donde aplicar sus conocimientos al trabajo. El perio- do de transicién fue penoso. Mas o menos en Ia mitad de los casos, los nuevos empleos no pagaban tanto como los ante- riores, y quizA no eran tan satisfactorios. Pero los técnicos, los profesionales y los gerentes despedidos descubrieron que ellos tenfan el “capital” — sus conocimientos; eran propieta- rios de los medios de produccién. Otro, la organizacion, tenfa la herramienta de produccién. Los dos se necesitaban el uno al otro. Ninguno era capaz de producir por si solo. En otros términos, ninguno de los dos es “dependiente” o “indepen- diente”. Son interdependientes. El Japén oficialmente todavia cree en un compromiso vi- talicio, sobre todo para los trabajadores de conocimiento, los profesionales, los gerentes, los técnicos. Pero el gran escén- dalo japonés de 1989 fue el “asunto Recruit”, en el cual un editor de répido crecimiento, Recruit, soborné a unos politi- cos regaléndoles acciones de la empresa. ,Por qué eran tan atractivas esas acciones? gA qué se debia que Recruit fuera tan extraordinariamente rentable? La compajiia publica revis- tas para técnicos, profesionales y gerentes intermedios que buscan posiciones mejores de las que tienen actualmente. Estas revistas no contienen nada mds que ofertas de empleo para tales personas. Al extranjero le cuentan que en el ferro- carril subterrdneo los viejos len las tiras cémicas para adul- tos pero los jévenes leen las revistas que les ofrecen posicio- nes a los trabajadores de conocimiento que ya estan emplea- dos por otras compajiias. Hasta en el Japén el trabajador de conocimiento esta ganando movilidad rapidamente a pesar de todo el énfasis en la “lealtad” y el “compromiso vitalicio”. Esa lealtad, de ahora en adelante, no se podra obtener con el cheque del sueldo. La empresa tiene que gandrsela demos- trandoles a los trabajadores de conocimiento que la organi- zacién que actualmente los emplea les ofrece oportunidades La sociedad de organizaciones 78 excepcionales para ser eficientes y rendidores. No hace mucho tiempo, habl4bamos de “trabajadores”; hoy hablamos mas bien de “recursos humanos". Esto implica, sobre todo en el caso de trabajadores de conocimiento, que es el indi- viduo el que decide en gran medida lo que é1 mismo contri- buye y de qué magnitud puede ser o debe ser el rendimiento de su conocimiento. Pero en la sociedad de conocimiento ni siquiera los traba- jadores no calificados de servicios son proletarios. Los em- pleados colectivamente son duefios de los medios de produc- cién. Individualmente, pocos son adinerados y menos atm son ricos (si bien no pocos son financieramente independien- tes, lo que Namamos “acomodados”). Colectivamente, en cambio, son duefios de los medios de produccién, bien por medio de sus cajas de pensiones o sus fondos mutuos, de las cuentas de jubilacién, etc. Los que ejercen el poder de vota- cién en nombre de los empleados son empleados ellos mis- mos, v. gr., los funcionarios oficiales que manejan las cajas de pensiones de los gobiernos estatales y locales en los Estados Unidos. Estos gerentes de cajas de pensiones son los tinicos verdaderos “capitalistas” en los Estados Unidos. Asi que en la sociedad postcapitalista los capitalistas se han vuelto empleados. Se les paga como empleados. Piensan como empleados. Se ven a si mismos como empleados. Pero actéan como capitalistas. Una consecuencia es que ahora e} capital sirve al emplea- do, mientras que bajo el Capitalismo el empleado servia al capital. Otra consecuencia es que vamos a tener que repensar y redefinir el papel, el poder y la funcién del capital y de la propiedad. Como se verd en el capitulo 3, tenemos que repen- sar el gobierno de las corporaciones. CS El trabajo, el capital y su futuro Si el conocimiento es el recurso basico de la sociedad post- capitalista, gcudl ser4 entonces ¢l futuro papel y la fun- cién de los dos recursos fundamentales de la sociedad capi- talista (y socialista): el capital y el trabajo? Socialmente dominaran los nuevos retos — de que tratan los capitulos 4 y 5 y la tltima parte de este libro. De nuestras respuestas a ellos dependerd en gran parte el éxito de la sociedad postcapitalista. Pero, politicamente, la tarea no con- cluida de la sociedad capitalista ser4 muy visible: la desapa- ricién del trabajo como factor de la produccién, y la redefi- nicién del papel y la funcién del capital tradicional. Ya hemos pasado a una sociedad de empleados en Ja cual Ja mano de obra ya no es un activo. Igualmente hemos entra- do en un capitalismo sin capitalistas — que contrarfa todo lo que consideran verdades evidentes, si no leyes de la natura- leza, los politicos, los abogados, Jos periodistas, los dirigen- tes sindicales, los lideres de los negocios; en fin, casi todo el mundo, sea cual sea su ideologfa politica. Por esa razon estas cuestiones estarén en primer plano en el escenario El trabajo, el capital y sufuturo 77 politico en los préximos decenios. Para poder abordar con éxito los nuevos retos, tenemos que resolver primero estos dos renglones de negocios inconclusos: los futuros papel y funcién del trabajo y los futuros papel y funcién del capital- dinero. ¢La mano de obra es todavia un activo? La produccién manufacturera de los Estados Unidos perma- necié casi sin cambio alguno como porcentaje del PIB en los. ahios de la decadencia de la manufactura. Era el 22% del PIB en 1970 y el 23% en 1990. En esos veinte afios el PIB crecié dos y media veces. En otras palabras, la produccién manu- facturera total crecié mds de dos y media veces en esos veinte anos. Pero el empleo en manufactura no aumenté en absoluto. Por el contrario, hasta disminuy6 de 1960 a 1990 como porcentaje de Ia fuerza laboral y aun en cifras absolutas. Bajé casi a la mitad en estos 30 afios, del 25% de Ja fuerza laboral total en 1960 al 16% o 17% en 1990. Durante ese tiempo la fuerza laboral total se duplicé — el mayor aumento jamds registrado en pais alguno en tiempos de paz. Sin embargo, todo ese aumento fue en oficios distintos de hacer y mover cosas. Estas tendencias, con toda seguridad, van a continuar. A menos que ocurra una seria depresién, la produccién manu- facturera de los Estados Unidos probablemente permanecerd alrededor del mismo 23% del PIB, lo cual, para los préximos diez o quince afios, significaria otra duplicacién, mas o menos. Sin embargo, en el mismo periodo, el empleo en manufactura se espera que disminuya al 12%, o menos, de la fuerza laboral total. Esto significaria otra fuerte contraccién del ntimero de personas empleadas en manufactura. Lo que ha ocurrido en el Japén es casi exactamente lo mismo. Tam- bién en ese pafs la produccién manufacturera total aumenté dos y media veces en los 20 afios comprendidos entre 1970 y 1990. Pero también alli el empleo en manufactura, en cifras totales, no ha aumentado en absoluto. También alli, de ahora 78 La sociedad en adelante, ni siquiera un aumento considerable en la pro- duccién manufacturera serd suficiente para contrarrestar la contraccién constante de empleos en manufactura. En el Japén, igualmente, en el afio 2000 el empleo en manufactura ser4 muy inferior al de 1990. Sin embargo, la reaccién de estos dos paises a circunstan- cias idénticas es totalmente distinta. En los Estados Unidos hay pesimismo por “la decadencia” de la industria fabril, si no pdnico por “la muerte de la manufactura norteamericana”, cuya prosperidad se estima en funcién del empleo de mano de obra. En el Japén, la reaccién ha sido la contraria. Lo que les interesa a los japoneses es el aumento de la produccién industrial. Alli las tendencias de los ultimos veinte afios las ven como un triunfo. Los Estados Unidos las ven como una derrota. Los japoneses ven el vaso “medio leno”; los Estados Unidos lo ven “medio vacio”. : Como resultado de estas distintas actitudes, las politicas de los dos paises son también radicalmente diferentes. En los Estados Unidos, todos los Estados, las ciudades y los muni- cipios hacen esfuerzos desesperados por atraer empresas manufactureras que les ofrezcan empleo a los obreros. Los Estados rurales pobres como Kentucky y Tennessee han atraido fabricas japonesas de automéviles con ofertas de exenciones tributarias a largo plazo y préstamos a bajo inte- rés. La ciudad de Los Angeles, a principios de 1992, le con- cedié un contrato de muchos miles de millones de délares~ para equipos de transporte masivo a una compaiiia que pro- meti6 crear todos los noventa y siete oficios fabriles en una regién que tiene*jcasi 15 millones de habitantes! Las empresas japonesas, por el contrario, estén sacando del Japén lo mas répidamente posible el trabajo manual en manufactura — lo estan trasladando a los Estados Unidos; a plantas en la frontera entre este pais y México; a Indonesia. En los Estados Unidos los empleos en manufactura se ven como un activo precioso. En el Japén se ven cada vez mas como un pasivo. Las diferencias de estructura social entre los dos paises explican en parte estas diferentes recciones a unas mismas tendencias. La merma de empleos manuales de hacer y mover El trabajo, el capital y su futuro 79 objetos es ante todo una amenaza para la minoria estadouni- dense mds visible, los negros, quienes lograron sus mayores avances econémicos en los ultimos treinta afios al pasar a empleos bien pagados en industrias sindicalizadas de pro- duccién masiva. En todas las demas areas de la economia y Ja sociedad sus avances han sido mucho mds modestos. Por tanto, la disminucién de empleos en las industrias de produc- cién masiva agravan lo que siempre ha sido el problema mas serio del pafs — tanto mds grave por ser un problema de conciencia no menos que un problema social. En el Japén prdcticamente todos los jévenes obtienen hoy un grado de escuela secundaria y se consideran demasiado preparados para hacer trabajo manual. Se hacen oficinistas. Los que siguen estudios universitarios — que alli son la misma proporcién de varones que en los Estados Unidos — toman tnicamente oficios gerenciales o profesionales. Si el Japén no pudiera disminuir el ntimero de oficios manuales en manufactura se veria ante una seria escasez de trabajado- res. En otras palabras, la solucién del problema es la dismi- nucién de empleos en manufactura. Un pais necesita una base manufacturera, diran los norte- americanos — y la mayor parte de los europeos también. Esto significa empleos en manufactura. Pero los japoneses sostie- nen, y en forma muy convincente, que la oferta de jévenes en los paises en desarrollo que no estén preparados para otra cosa que trabajo manual en manufactura, es tan grande — y seguird siendo tan grande por lo menos durante otros treinta afios — que preocuparse por la “base industrial” es una necedad. Un pais que tenga trabajadores de conocimiento para disefiar productos y comercializarlos no encontrara di- ficultad alguna para hacer fabricar esos articulos a bajo costo y de alta calidad. En realidad, sostienen los japoneses, fo- mentar trabajo obrero manual de hacer y mover cosas debi- lita una economia desarrollada. En un pais desarrollado aun jas personas que aprenden poco en la escuela representan una enorme inversién en educacién. Si se emplean como mano de obra en las fabricas, esas personas devuelven a la sociedad y a la economia sélo un rendimiento pequefisimo, tal vez no mds de 1% o 2%. En cambio, en Jos paises en vias de desarrollo, las personas que no han tenido escuela son tan productivas después de un corto entrenamiento como cualquier trabajador manual en el pais mas altamente desa- trollado. Econémica y socialmente, en los paises desarrolla- dos seria mucho mas productive — arguyen los japoneses — que el dinero que se gasta en crear trabajo para obreros se dedicara ms bien a avanzar la educacién del pais y a asegu- rar asi que los jévenes aprendan lo suficiente para calificarse para realizar trabajo de conocimiento 0, por lo menos, para trabajos de alto nivel en servicios. Cudnta mano de obra se necesita y de qué clase Un pais desarrollado necesita, sin duda, una base manufac- turera. Sin embargo, los hechos apoyan la posicién japonesa. Los Estados Unidos tienen todavia la mas fuerte base agricola de todo el mundo, pese a que los agricultores sdlo constitu- yen hoy el 3% de la poblacién econémicamente activa (eran el 25% al terminar la Segunda Guerra Mundial). De igual ma- nera, podrian ser también la mayor potencia fabril del mundo siendo sus trabajadores de fabrica no mas del 10%, o menos, de la poblacion trabajadora. En 1980, United States Steel, la siderdrgica integrada més grande del pais, empleaba a 120 000 personas. Diez afios des- pués, empleaba a 20 000, y, sin embargo, producia casi el mismo tonelaje de acero. En el término de diez afios, la productividad de la mano de obra dedicada a fabricar acero se habia multiplicado por seis. Una gran parte del aumento se logré cerrando plantas viejas ya pasadas de moda. Otra gran parte provino de inversién en nuevos equipos. Pero la tajada del leén en el aumento de productividad representa reingenieria del flujo de trabajo y tareas. Como resultado, las mejores fabricas de United States Steel son hoy las siderirgicas integradas mds productivas del mundo. Y, sin embargo, éstas, lo mismo que todas las acerias integradas del mundo, sufren de un exceso de personal — y siguen perdiendo dinero. Las “miniacerias”, que en 1991 producian casi una tercera parte de todo el acero que se El trabajo, el capital y su futuro 81 fabrica en los Estados Unidos, son tres o cuatro veces mas productivas que la siderdrgica integrada més productiva. Las mejores miniacerfas del pais probablemente producirian tan- to acero como United States Steel con poco més de una sexta parte de los trabajadores que ésta tiene en la actualidad. Las miniacerias pueden fabricar todos los productos de una side- rérgica integrada y de la misma o de mejor calidad. Ciertamente, una miniaceria obtiene estos resultados por- que no tiene que realizar las operaciones de mayor uso in- tensivo de mano de obra que realiza una fabrica de acero integrada. No tiene que fundir mineral de hierro para obtener hierro. Ni tiene que convertir hierro en acero. Empieza con chatarra. Pero para el futuro previsible, el mundo tendra una abundante oferta de chatarra. Pero el proceso no es la diferencia principal entre las dos. Los trabajadores de la miniacerfa no son obreros que hagan y muevan cosas. Son trabajadores de conocimiento. La miniaceria cambia la fabricacién de acero, de aplicar fuerza muscular y destreza al trabajo, a aplicar conocimiento al trabajo: conocimiento del proceso; de la quimica; de la me- talurgia; de operaciones computadorizadas. Los obreros a quienes deja cesantes United States Steel no pueden buscar trabajo en una miniaceria. Este es, sin duda, un ejemplo extremo, pero indica la di- reccién en que vamos. Siempre se necesitard mucha gente que sélo pueda aportar fuerza muscular al oficio. Con lo que hoy sabemos sobre capacitacién, esa gente répidamente se puede hacer productiva en oficios tradicionales. Més gente atin se necesitaré que sélo pueda aportar destrezas manuales al oficio. Pero Ja gran. necesidad de empleo en los préximos decenios ser de técnicos. Los téemtos no sélo necesitan _ alta destreza; también necesitan un alto grado de conocimien- to formal, y, sobre todo, gran capacidad de aprender y adqui- ‘ir condéimiento adicional. Los técnicos no son los suceso- res del obrero de ayer. Son bdsicamente sucesores de los trabajadores altamente calificados de ayer — o mejor, po- driamos decir que son trabajadores altamente calificados que ahora tienen un caudal considerable de conocimiento formal, educacién formal y capacidad de aprendizaje continuo. 82 La sociedad Una gran disputa se ha armado ahora en los circulos aca- démicos y entre las personas que formulan Ia politica. gPara los paises desarrollados es suficiente como “base manufac- turera” que sus negocios realicen en el pais el trabajo de tecnologia, disefio y marketing de productos industriales? 40 necesitan también fabricar en el pais? La cuestién es discu- tible. Si un pais tiene la base de conocimiento también fabri- car, pero este trabajo de fabrica no ser4 competitivo si lo hacen obreros tradicionales que sirven a la maquina. En la manufactura competitiva el trabajo lo harén en su mayor parte trabajadores de conocimiento a quienes sirve la m4qui- na — como sirven las consolas de computador y las estacio- nes de mando electrénico a los noventa y siete técnicos de una miniaceria. Esto les creard grandes problemas a los paises en vias de desarrollo que ya no pueden aspirar a obtener un gran nii- mero de empleos en manufactura capacitando gente de bajo salario. El trabajo manual, por barato que sea, no podrd competir con el trabajo de conocimiento, por caro que sea. Pero también esto crea tremendos problemas para paises — de los cuales los Estados Unidos son muy buen ejemplo — en los cuales hay grandes grupos de “minorias" que estén en proceso de desarrollo mds bien que desarrollados, por lo que hace a su nivel de educacién. El Reino Unido — en sus viejos reductos de clase obrera en el norte, en Escocia, especial- mente a lo largo del Clyde, en Irlanda del Norte — afronta un problema similar de cultura de clase trabajadora, que es, en realidad, una cultura de pais en vias de desarrollo mds bien que de pais desarrollado. También en Europa continental, a pesar de un sistema educativo con acceso relativamente abierto, la tendencia a que la mano de obra se convierta en un pasivo mds bien que un activo crearé durante un perfodo relativamente largo de transicién problemas sociales lo mis- mo que conflictos politicos. En todas partes ello provoca también cuestiones dificiles y altamente emotivas relativas al papel, la funcién y el futuro de Ja organizacién que mas éxito ha tenido en este siglo: el sindicato. Mantener y fortalecer la base manufacturera del pais y asegurar que éste seguird siendo competitivo, ciertamente El trabajo, el capital y su futuro 83 merece alta prioridad. Pero esto significa aceptar que ia mano de obra empleada en hacer y mover cosas se est4 convirtien- do r4pidamente en un pasivo. El conocimiento ha pasado a ser el recurso clave para todo trabajo. Crear empleos tradicio- nales manufactureros, como estén haciendo los estadouni- denses, los ingleses y los europeos, es, en el mejor de los casos, un expediente de corta duracién. En realidad, puede empeorar las cosas. La tinica politica a largo plazo que pro- mete buen éxito es que los paises desarrollados conviertan ja manufactura de estar basada en mano de obra a basarla en conocimiento. Capitalismo sin capitalistas Nunca antes habia habido tan enormes concentraciones de dinero como las que tienen hoy en los paises desarrollados los inversionistas institucionales, principalmente las cajas de pensiones. En los Estados Unidos, que fue donde se inicié este fenémeno y donde ha avanzado més, la caja mds grande de pensiones tiene activos por valor de 80 000 millones de délares. Y hasta una caja pequefia puede llegar a tener 1 000 millones invertidos en la economia. Estas concentraciones de capital dejan tamaiiito todo lo que alcanzé a acumular el més grande “capitalista” de tiempos pasados. La estructura de edades de una sociedad desarrollada précticamente garantiza que las cajas de pensiones serén atin mds importantes en todos los paises desarrollados. Este es un hecho sin precedentes.! Sélo empezo en el decenio de los 50. Es tan nuevo que la administracién y la reglamentacién de las cajas de pensiones estan todavia por formularse. Cémo proteger tan enormes concentraciones de dinero de los saqueadores es un problema serio. En los Estados Unidos ‘Tas’ cajas de pensiones de los negocios privados gozan de * Se vio primero y se analiz6 en mi libro de 1976, The Unseen Revolution, que » pronto serd reeditado por Transaction Publishers, New Brunswick, NJ, con el titulo The Pension Fund Revolution. 84 Lasociedad alguna proteccién. Aqui no seria tan facil desfalcar esas ins- ituciones Cotiio“1o hizo en 1990 y 1991 Robert Maxwell, el difunto magnate inglés de los periédicos. Pero aun en los Estados Unidos las salvaguardias son lamentablemente ina- decuadas. No existen ningunas contra el_peligro mds grave: el saqueo de los fondos de empleados gubernamentales para es politicos. “En efecto, én los Estados Unidos las cajas de pensiones de los empleados publicos én la ciudad de Nueva York, en el Estado de Nueva York, en Filadelfia, en el Estado de California “yen Otros, han’sido mal usados sistematicamente para tapat” ~ _huecos en los presupuestos de Estados y ciudades. Iguaimente grande es el peligro de que los grupos de inte- reses especiales, v. gr. los sindicatos, usen su poder politico para desviar los dineros de las cajas de pensiones para subsidiarse a si mismos — por lo general, con el pretexto fraudulento de poner esos fondos al servicio de “fines social- mente constructivos”. Los fondos de las cajas de pensiones son los ahorros de los empleados. No pueden ponerse al servicio de nada mas ni de nadie mas fuera del futuro finan- ciero de los empleados actuales. Este es el mayor “fin social que pueden servir. La caja de pensiones y sus propietarios Integrar a los verdaderos propietarios, los empleados actuales y los futuros pensionados, en la administracién de la caja de pensiones es un problema que todavia no se ha atacado en ningtin pais. En la actualidad, la nica relacion que tienen estos propietarios es su expectativa de un cheque en el fu- turo. Y, sin embargo, para la mayoria de las personas mayo- res de cuarenta y cinco afios en los paises desarrollados, su interés en la caja de pensiones es el mayor activo con que cuentan. En el siglo XIX, la mayor necesidad financiera de la gente comin era un seguro de vida para proteger a la familia en caso de una muerte prematura. Siendo hoy las expectativas de vida casi el doble de lo que eran en el siglo pasado, la El trabajo, el capital y su futuro 85 mayor necesidad de la gente comin y corriente es proteccién contra la amenaza de vivir demasiado. El “seguro de vida” del siglo XIX era, en realidad, “seguro de muerte”. La caja de pensiones es seguro de vejez. Es una institucién esencial en una sociedad en que la mayoria de la gente puede esperar vivir muchos ajios después de terminada su vida de trabajo. La reglamentacién_de-las.cajas de-pensiones y su protec- cién contra el saqueo seguirén siendo un reto para los tiladores de politica y los legisladores durante muchos afios. Segun todas las probabilidades, ‘no ’sé les hard frente sino después de que hayamos presenciado unos cuantos escdndalos. De igual modo, la integraci: m de los-verdaderos Propietarios en la es! de la caja de pensiones reque- tird afios “dé"debate, de _expetimentacién, de_escandalos. La correcta administracién de estas instituciones y su integridad serdn también cuestiones publicas de primordial importancia, y con toda razon. Pero estas cuestiones no nos conciernen especialmente en este libro. Nuestro interés esta en el papel y la funcidén del capital ahora que los inversio- nistas institucionales, y en especial las cajas de pensiones, se estan convirtiendo en las fuentes principales de capital en los paises desarrollados. En los Estados Unidos, a fines de 1992 los inversionistas institucionales poseian por lo menos 1 50% del capital social de las grandes corporaciones. Tam- bién poseian una proporcién casi igual de la deuda fija hasta de los negocios de tamafio medio — por no decir nada de los grandes — fueran de propiedad publica o privada. Y las cien cajas mds grandes de pensiones eran propietarias de algo asi como una tercera parte de todos los activos de fondos de pensiones a fines de 1992, Jamis existié antes semejante concentracién de control financiero en los Estados Unidos — ni se habria permitido, Historicamente, los Estados Unidos siempre tuvieron la més baja concentracién de poder financiero. En Alemania. durante,un siglo por lo menos, unos pocos grandes bancos han controlado directamente y por medio de acciones de que son depositarios para sus clientes, algo as{ como tres quintas partes del poder de voto en las grandes y aun medianas 86 La sociedad compaiifas. En el Japén los keiretsu, grupos formados en torno a un banco o compafiia mercantil como Mitsubishi, Mitsui o Sumitomo, han controlado tradicionalmente Ja ma- yoria de los grandes negocios. Italia también tiene una con- centracién sumamente alta en que el poder financiero y el control se comparten, en parte en competencia y en parte en cooperacion, entre un numero pequeiio de grupos privados altamente concentrados y un ntimero igualmente pequefio de consorcios gubernamentales controlados por los partidos politicos y obligados a ellos. Para los Estados Unidos, la concentracién de capital en manos de los inversionistas institucionales no tiene prece- dentes; sin embargo, el fenémeno estadounidense probable- mente sera el modelo. La forma tradicional en que se concentraba el poder finan- ciero en el Japén y en Europa no sobrevivira al surgimiento de las cajas de pensiones. ¥ las instituciones tradicionales en las cuales se ha concentrado el poder financiero en el Japén, en Alemania, en Francia, en Italia, lo mas probable es que no Podran extender su control sobre las nuevas cajas de pensio- nes. Los distintos paises indudablemente van a estructurar su economia de cajas de pensiones a su propio modo, tal como estructuraron a su propio modo el capitalismo financie- TO que aparecié en los ultimos afios del siglo XIX. Pero el capitalismo de cajas de pensiones (0 mas bien socialismo, pues cuando la propiedad de los medios de produccion es de los empleados, es decir, por medio de sus cajas de pensiones, es técnicamente socialismo mds bien que capitalismo) se convertira en la modalidad universal de Propiedad en los pafses desarrollados. La estructura de edades de las socieda- des en estos paises es suficiente para hacer esto practica- mente inevitable. Mas el capitalismo de cajas de pensiones es fundamental- mente diferente de cualquier otra forma de capitalismo, como es distinto de todo cuanto un socialista pudo prever jamas como una economia socialista. Las cajas de pensiones son un fenémeno curioso y hasta Parad6jico. Son “inversionistas” que controlan grandes con- El trabajo, el capital y sufuturo 87 centraciones de capital y su inversién. Pero ni los adminis- | tradores ni sus propietarios son capitalistas. Este es un | capitalismo sin capitalistas. | Juridicamente las cajas de pensiones son propietarias, | pero s6lo juridicamente. En primer lugar, son “fideicomisa- | tias”. Sus propietarios son los mismos beneficiarios, es de- cir, los futuros pensionados. Y las cajas son ellas mismas manejadas por empleados, tales como analistas financieros, gerentes de cartera, actuarios. Estos profesionales son bien pagados, pero lo mds probable es que no sean ricos ellos tmismos. En efecto, las mayores cajas de pensiones en los Estados Unidos — las de empleados del gobierno federal, de los Estados y las ciudades — son administradas por emplea- dos ptblicos a quienes se les paga como tales. El capitalismo de cajas de pensiones es también un capi- talismo sin “capital”. El dinero de estos fondos — y de sus hermanos los fondos mutuos — no corresponde a ninguna definicién conocida del capital, y esto no es una simple cuesti6n de semantica. En la prdctica, los fondos de estas | cajas son sueldos diferidos. Se estan acumulando para sumi-' nistrar el equivalente de ingreso salarial a personas que ya} no trabajan. : Segtin Marx — es decir, segiin la definicién de capital que acepté una gran mayoria del publico en el siglo XIX y en la primera parte del XX — todo capital se acumula por expro- piacién del asalariado. “La propiedad es un robo”, proclama- ba un temprano clasico socialista. Obviamente, esta defini- cién no se ajusta al capital de las cajas de pensiones, en las cuales los empleados siguen siendo propietarios del dinero. Pero el capital de las cajas de pensiones tampoco corres- ponde a ninguna definicién no marxista de capital. En el capitalismo de las cajas de pensiones los empleados finan- cian su propio empleo mediante el sistema de diferir parte de su salario. Los asalariados son los beneficiarios principales de las ganancias de capital. No tenemos ninguna teoria so- cial, politica 0 econémica que se ajuste a lo que ya se ha convertido en realidad. 88 Lasociedad El gobierno de las corporaciones La cuestién mds importante que plantea el surgimiento de las | cajas de pensiones (y otros inversionistas institucionales) f como proveedores principales de capital y propietarios mayo- { ritarios de los grandes negocios, es su papel y su funcién en i la economia. Su aparicién vuelve obsoletas las maneras tra-! dicionales de administrar y controlar la gran organizacion mercantil. Esto nos obliga a repensar y redefinir el gobierno de las corporaciones. . Uno de los libros estadounidenses mas influyentes de este siglo aparecié en 1933.” Sefialaba que en la gran corporacién los propietarios legales, los accionistas, ya no podian ejercer el control ni lo querian. Gerentes profesionales controlaban sin tener interés de propietarios. No habia otra manera, se- fialaron Berle y Means, de financiar la gran corporacién. Esta era ya demasiado grande para poder ser financiada por un solo duefio 0 por un grupo de duefios. Requeria financiamien- to por medio de inversiones de grandes ntimeros de perso- nas, ninguna de las cuales podia poseer lo suficiente para controlar la compaiiia, ni siquiera lo suficiente como para que le interesara mucho su administracién. La propiedad se habia convertido en inversion, dijeron Berle y Means. Enton- ces, preguntaron: Ante quién es responsable la administra- cién? Y gde qué es responsable? Veinte afios después, se hizo un esfuerzo en los Estados Unidos para contestar estas preguntas. La respuesta, desa- rrollada hacia 1950 (y discutida primero criticamente en mi libro de 1954 The Practice of Management), fue que 1a admi- \ nistracién era un “fideicomisario” no responsable ante nin- gin grupo o persona particular. En una gran compajifa de propiedad del ptiblico, se decia en los aiios 50, la administra- cién debe actuar “para beneficio bien equilibrado de todos los participantes”: accionistas, empleados, abastecedores, comu- nidades donde estén las plantas. etcétera — es decir. todos los que tienen intereses econémicos en elta. La administra- 2The Modern Corporation and Private Property, de Adolph A. Berle y Gardner Means. Bi trabajo, el capital y sufuturo 89 cién desempefiaria sus deberes siendo un déspota benévolo. Como en todos los despotismos benévolos, nadie traté de definir cuales eran o debieran ser esos “beneficios bien equi- librados” ni mucho menos cémo se debia definir o medir el desempeiio de tal “fideicomiso”. Lo peor de todo fue que no se traté de hacer a la administracién responsable ante nadie. Por el contrario, las juntas directivas que son generalmente el 6rgano gobernante de una corporacién vinieron a ser cada vez mds impotentes, limitandose a aprobar rutinariamente cuanto dispusiera la alta administracién de una compaiifa. Todo gobierno, bien sea de una compaiifa, o bien de una nacién, degenera en mediocridad y mal rendimiento si no es claramente responsable de los resultados ante alguien. Esto fue lo que les sucedié a las grandes corporaciones norteame- ricanas en los treinta afios transcurridos entre 1950 y 1980. Este fendémeno posibilité entonces las frenéticas manipu- laciones financieras de los afios 70 y 80, las absorciones hostiles, las compras de las acciones a crédito, las adquisi- ciones y los desposeimientos, Posibilité6 el decenio de la codicia y la “economia de burbuja” que, como era de esperar, reventé en una serie de escdndalos financieros. Pero las absorciones hostiles y las compras a crédito s6lo fueron posibles porque ya habian aparecido los inversionistas institucionales como tenedores de mayorias controladoras en \ las grandes corporaciones. Los inversionistas institucionales | fueron los que financiaron a los asaltantes. Como fideicomi-) sarios, estos inversionistas estaban legalmente obligados a} apoyar a tales asaltantes si ofrecian o parecian ofrecer un/ poco més de dinero de Io que a Ja saz6n valian en el mercado las acciones de que era propietaria la caja de pensiones. Lo que surgié de este decenio frenético fue una redefini- cién del propésito y de la justificacién de los grandes nego- cios y de la funcién de la administracién. En lugar de ser manejadas las corporaciones para beneficio bien equilibrado de todos los interesados, en adelante serfan manejadas exclu- sivamente para “maximizar valor para los accionistas”. Esto tampoco funciona. Obliga a que las corporaciones se admi- nistren para el plazo mds corto. Pero esto significa perjudi- car, si no-destruir, la capacidad productora de riqueza del 90 La sociedad negocio. Significa decadencia, y muy pronto. Los resultados a Jargo plazo no se pueden alcanzar acumulando resultados a corto plazo unos sobre otros. Se obtienen equilibrando las necesidades y los objetivos a corto y a largo plazo. Ademds, administrar un negocio exclusivamente para los accionistas aliena justamente a las personas de cuya motivacién y dedi- cacién depende el negocio: los trabajadores de conocimiento. Un ingeniero no se sentird motivado a trabajar para enrique- cer a un especulador. Los gerentes profesionales de los afios 30 tenian razon cuando decfan que un negocio tiene que ser administrado equilibrando resultados a corto y a largo plazo y equilibrando los intereses de los distintos participantes que tienen un interés legitimo en dicho negocio. Hoy sabemos cémo hacer esto, cosa que no sabiamos hace cuarenta afios. En efecto, sabemos en qué dreas fijar objetivos y cémo integrar en una estrategia bien enfocada la biisqueda de las metas de las diversas dreas. Sabemos integrar resultados comerciales y resultados financieros. Sabemos que en una economia mo- derna, es decir, en una economia de cambio e innovacién, no existen cosas tales como “utilidades”. S6lo hay costos, cos- tos del pasado — que el contador registra — y costos de un futuro incierto. Y el rendimiento financiero minimo de las operaciones del pasado, es decir, el adecuado para los costos del futuro, es el costo del capital. A la luz de este criterio, entre paréntesis, las compajifas estadounidenses, con excep- cién de unas pocas, no han recuperado los costos en los Uiltimos treinta afios. La administracién responsable En otras palabras, hoy ya sabemos de qué debe ser respon- | sable la administracién. zAnte quién debe responder? La | respuesta corriente es que ante los propietarios, y entonces | serfa responsable ante los inversionistas institucionales, | especialmente las cajas de pensiones. ! Pero como ya se dijo, estos fondos no pueden de ninguna manera actuar como propietarios, No pueden manejar un El trabajo, el capital y sufuturo 91 negocio. Pero tampoco se pueden seguir considerando como inversionistas. El inversionista siempre puede vender sus haberes, pero los haberes de las grandes cajas de pensiones — e incluso de las medianas — son tan cuantiosos que sen- cillamente no se pueden vender. E] tinico mercado que tienen © es otras cajas de pensiones. En otros términos, no pueden ; ni manejar un negocio ni salirse de él. Tienen que asegurar- j se de que el negocio esté bien administrado. Podemos, por tanto, predecir con alta probabilidad que en el curso de los préximos veinte afios desarrollaremos lo que yo he venido llamando una “auditoria mercantil”. Esta haré el seguimiento de una compajiia y de su administracién fren- te a un plan estratégico y a objetivos especificos. Esto mos- trara, entonces, en el curso de algunos afios, si el negocio rinde o no. Ya se est4n dando los primeros pasos para desa- trollar tal auditoria mercantil y las instituciones que han de administrarla. Los modelos son los contadores ptiblicos que en todos los paises desarrollados, y como cuestién de rutina, inspeccionan y hacen la interventoria de un negocio y su comportamiento financiero. Tal auditoria mercantil le dara a la administracién la autonomia que necesita para rendir, y al mismo tiempo, fijaré su responsabilidad en el rendimiento y Ja hard cumplir, puesto que colocard a la administracién bajo Ja disciplina de requisitos conocidos y piiblicos de rendi- miento. La auditoria mercantil facultaria, al mismo tiempo, a los fideicomisarios del capital, es decir, a los inversionistas institucionales, para actuar como propietarios responsables cuyo deber es cuidar de la propiedad puesta en sus manos, es decir, las compajiias a cuyos propietarios juridicos repre- sentan, y como administradores para los verdaderos propie- tarios que son los futuros beneficiarios de las cajas de pen- siones. El interés de estos beneficiarios esté, desde luego, en los resultados a largo plazo m4s bien que en resultados a corto plazo, y en el crecimiento de la economia mas bien que en los precios del mercado de valores a corto plazo. Este papel y esta funcién son totalmente distintos — tanto en la teoria como en la practica — de los que correspondian al capital bajo el antiguo capitalismo. La nueva funcién del capital sera, en forma creciente, hacer que el conocimiento | 92 Lasociedad sea eficaz en el rendimiento; y aquél estar4 al servicio de la administracién en vez de dominarla. ~Cémo debe Ilamarse esta nueva estructura social? Cuan- do la estudié por primera vez, a mediados de los afios 70, la Ilamé “socialismo de cajas de pensiones”. ¢Seria mejor deno- minarla “capitalismo de empleados”? 4 La productividad de las nuevas fuerzas laborales El nuevo reto que tiene ante si la sociedad postcapitalista es. la productividad de los trabajadores de conocimiento y de servicios. Mejorar la productividad de los trabajadores de conocimiento exigiré cambios radicales en la estructura de Jas organizaciones de esta sociedad y en la estructura de la sociedad misma. Hace cuarenta afios, las personas que hacfan trabajo de conecimiento y de servicios eran todavia menos de una ter-* cera parte de la fuerza laboral. Hoy constituyen las tres cuartas partes (si no las cuatro quintas partes) de ella en todos los paises desarrollados — y esta proporcién sigue en aumento. Su productividad, mAs bien que Ia de las personas que hacen y mueven objetos, es la productividad de una economia desarrollada. Es increfblemente baja. La producti- vidad de los que hacen trabajo de conocimiento y trabajo de servicios posiblemente est4 bajando en lugar de aumentar. 94 Lasociedad Una tercera parte del capital invertido en los paises desarro- Jlados en los tiltimos treinta afios se ha destinado a equipos para manejar datos e informacién, computadores, m4quinas fax, correo electrénico, televisién de circuito cerrado, etc. Sin embargo, el ntimero de personas que hacen trabajo de ofici- na, es decir, las personas a quienes est principalmente destinado este equipo, ha estado aumentando mucho mas répidamente que la produccién total o PIB. En lugar de ha- cerse mas productivos, los trabajadores de oficina se han hecho menos productivos. Lo mismo se puede decir del per- sonal de ventas y también de los ingenieros. Y nadie sosten- dria que el maestro de hoy es mas productivo que el] maestro de 1900 o el de 1930. La productividad mas baja es la de los empleados publicos* Y, sin embargo, los gobiernos en todas partes son los mayo- res empleadores de trabajadores de servicios. En los Estados Unidos, por ejemplo, una quinta parte de la fuerza laboral total esté empleada por los gobiernos federales, estatales y locales, predominantemente haciendo trabajo rutinario de ofi- cina. En Inglaterra, la proporcién es del 30%. En todos los paises desarrollados, los empleados oficiales representan una proporcién andloga de la fuerza laboral. A menos que aprendamos a aumentar la productividad de los trabajadores de conocimiento y de servicios, y a aumen- tarla répidamente, los paises desarrollados se ver4n amena- zados por estancamiento econémico y graves presiones so- ciales. Sélo se puede pagar a la gente de acuerdo con su productividad. Esa productividad es la que crea el fondo comin de riqueza del cual se pagan jornales aumenta, y antes bien, disminuye,.no.se pueden pagar ingre- sos reales mas altos. Los trabajadores de conocimiento probablemente pueden obtener buenos ingresos, cualquiera que sea su productivi- dad o la productividad de la economia total porque son una minoria y también porque tienen movilidad; pero incluso ellos a la larga tienen que sufrir una disminucién de ingreso real a menos que su productividad aumente. Grandes nimeros de trabajadores de servicios realizan labores que exigen destre- zas relativamente bajas y relativamente poca educacién. Si La productividad de tas nuevas fuerzas laborales 95 una economia en que es baja la productividad de los traba- jadores de servicios trata de pagarles a éstos salarios consi- derablemente por encima de lo que produce su productividad, la inflacién erosionard el ingreso real para todo el mundo y, en un plazo no muy largo, producird serias tensiones socia- les, Sin embargo, si a los trabajadores de servicios sélo se les paga de acuerdo con su productividad, la diferencia entre su ingreso y el de los “privilegiados”, es decir, [os trabajadores de conocimiento, tiene que aumentar progresivamente — lo cual crear4 nuevamente graves tensiones sociales. Una buena proporcién del trabajo de servicios no se dife- rencia mucho del trabajo de hacer y mover objetos. Se inclu- yen aqui trabajos de oficina tales como el de procesar datos, facturar, contestar las lamadas telefénicas de los clientes, tramitar reclamaciones de seguros, expedir permisos de con- ductor a los automovilistas; en realidad, como dos terceras partes de todo el trabajo que se hace en las oficinas guber- namentales y como una tercera parte, o mas, de todo el tra- bajo de oficina que se hace en los negocios, en universidades, hospitales, etc. Este es realmente “trabajo de produccién”, que se diferencia del que se hace en la fabrica solamente en que se lleva a cabo en una oficina. Pero aun este trabajo tiene que redisefiarse primero antes de que pueda hacerse produc- tivo. Tiene que estudiarse y reestructurarse para que produz- ca una dptima contribuci6n y realizacién. En todos los demas trabajos realizados por las nuevas fuerzas laborales, tanto los trabajadores de conocimiento como los trabajadores de ser- vicios, mejorar la productividad requiere nuevos conceptos y nuevos métodos. En el trabajo sobre la productividad de hacer y mover objetos Ja tarea estd dada y determinada. Cuando Frederick Taylor empezé a estudiar el traspaleo de arena, pod{a dar por sentado que Ja arena tenia que ser traspalada. En el trabajo de hacer y mover cosas, buena parte de la tarea realmente se gradtia al paso de la m4quina. El trabajador sirve a la maqui- na, En el trabajo de conocimiento, y practicamente en todos los trabajos de servicios, la mAquina sirve al trabajador. La tarea no est4 dada. La tarea tiene que determinarse. El 96 La sociedad interrogante “,Cudles son los resultados que se esperan de este trabajo?” casi nunca se plantea en el estudio tradicional del trabajo y en la administracién cientifica, pero es una cuestién clave para hacer productivos a los trabajadores de conocimiento y de servicios. El interrogante pide una deci- sién en que se corren riesgos. Generalmente hay alternativas. A menos que los resultados se puedan especificar claramen- te, no se alcanzara productividad. Equipos y trabajo en equipo Hay una segunda diferencia importante entre la productividad de hacer y mover cosas, y la productividad del trabajo de conocimiento y de servicios. En el trabajo de conocimiento y servicios, tenemos que resolver cémo se debe organizar el trabajo. gQué tipo de equipo humano es apropiado para esta clase de trabajo y para su flujo? La mayor parte del trabajo humano se leva a cabo en equipos: los ermitafios son sumamente raros. Hasta los ar- tistas mas solitarios, los escritores o pintores, dependen de otros para que su trabajo sea efectivo — el escritor depende de un editor, un impresor, una libreria; el pintor depende de una galeria que venda sus cuadros; y asi sucesivamente. Y casi todos los demds trabajamos en una relacién mucho més estrecha con nuestros compaiieros de equipo. Hoy se habla mucho de “crear trabajo en equipo”. Esto es en gran parte una equivocacién puesto que da por sentado que Ja. organizacién existente no es una organizacién en equipo, lo cual es palpablemente falso. En segundo lugar, da por sentado que’ sdlo hay una clase de equipo. Pero, en rea- lidad, hay tres clases de equipos para todos los trabajos del hombre. Y para que el trabajo sea productivo, tiene que or- ganizarse en el equipo que sea apropiado para el trabajo mismo y para su flujo.! iGobre diversos equipos — y especialmente sobre la analogia entre los equipos en los negocios y en los deportes — véase Game Plans, de Robert Keidel (E. P. Dutton, Nueva York, 1985). La productividad de tas nuevas fuerzas laborales 97 De la primera clase es ejemplo el equipo de béisbol o de cricket. También el equipo que opera a un paciente en el hospital. En todos estos casos, los jugadores juegan en el equipo pero no juegan como equipo. Cada jugador en un equipo de béisbol o de cricket tiene una posicién fija que nunca deja. En béisbol, los jardineros nunca se asisten los unos a los otros sino que permanecen en sus respectivas posiciones. “Si uno esta al bate, esta totalmente solo", es un viejo dicho en este deporte. De igual modo, el anestesista no sale en ayuda de Ja enfermera ni del cirujano, ni viceversa. Este tipo de equipo no goza de mucha popularidad en nuestros dias. En efecto, cuando la gente habla de “formar equipos” lo que quiere decir, por lo general, es que quiere alejarse de este tipo de equipo. Sin embargo, el de béisbol o de cricket tienen grandes ventajas que no se deben pasar por alto. Como todos los jugadores ocupan puestos fijos, se les pueden asignar tareas especificas propias, se les puede eva- luar por su puntaje en el desempefio de cada tarea, se les puede entrenar para cada tarea. Es légico que tanto en béisbol como en cricket haya estadisticas relativas a cada jugador desde hace decenios. El equipo quirérgico del hospital fun- ciona de la misma manera. Para tareas de repeticién y para trabajos para los cuales hay reglas bien conocidas, el equipo de béisbol es ideal. Y fue este modelo el que sirvié para organizar la produccién masiva — es decir, el trabajo de hacer y mover cosas — y a él le debe gran parte de su capacidad de rendimiento. El segundo tipo de equipo es el de futbol, que es también el concepto sobre el cual se organiza la orquesta sinfénica y el modelo para el equipo de urgencias que acude en torno al paciente que ha sufrido un paro cardiaco a las dos de la mafiana. También en este equipo todos los ejecutantes ocupan posiciones fijas. Los que tocan las tubas en la orquesta no se apropian las partes que corresponden a los contrabajos. Se limitan a la parte de tubas. En el equipo de crisis en el hospital, el técnico en respiracién no practica una incisién en el pecho del paciente para darle un masaje en el corazén, 98 La sociedad Pero en estos equipos los miembros si trabajan como equipo. Cada uno coordina su parte con el resto del equipo. Este equipo necesita un director o un entrenador. Y la palabra de éste es la ley. También necesita una “partitura” y requiere ensayos interminables para que funcione bien. Pero, a diferencia del equipo de béisbol, tiene gran flexibilidad si Ja partitura es clara y si el equipo est4 bien dirigido. Enton- ces puede moverse muy raépidamente. Tenemos finalmente el equipe de un partido de dobles en tenis o de un combo de jazz, 0 el que forman los tres 0 cuatro altos ejecutivos que constituyen conjuntamente la “oficina del presidente”’ en la gran compaiiia estadounidense o la Vorstand (junta de administracién) de la compafiia alemana. Este equipo tiene que ser pequefio — tal vez no mas de siete a nueve personas. En él los jugadores ocupan una po- sicién “preferida” mas bien que fija, se cubren unos a otros y se acomodan a las habilidades y debilidades de sus com- /pafieros, El jugador de fondo en un partido de dobles de tenis se acomoda a las destrezas y a las deficiencias de su com- pafiero que juega en la red, y el equipo sélo funciona cuando este acomodamiento a las destrezas yalas deficiencias se ha convertido en un reflejo condicionado, es decir, cuando el jugador de fondo del campo empieza a correr para cubrir un débil revés de su compajfiero de la red desde el momento en que la raqueta del adversario golpea la pelota. Un equipo de esta naturaleza, bien calibrado, es el mds fuerte de todos. Su rendimiento total es mayor que la suma del rendimiento de sus miembros porque aj de cada uno de ellos y al mismo tiempo lidades. Un equipo de esta clase requiere enorme autodis- | ‘ciplina, Los miembros tienen que trabajar juntos largo tiem- po para llegar a funcionar realmente como equipo. No es posible mezclar estos diversos tipos de equipos. No puede uno jugar béisbol y futbol (o cricket y tenis) con el mismo equipo en el mismo campo y al mismo tiempo. La 2gobre este punto, véase también la discusién deloficio de la alta administracion en mi libro de 1973, Management, Tasks, Responsabilities, Practices. La productividad de tas nuevas fuerzas laborales 99 orquesta sinfonica no puede tocar como toca un combo de jazz. Los tres necesitan igualmente ser “puros”, no pueden ser hibridos. Y cambiar de un equipo a otro es sumamente dificil y penoso. El cambio perturba viejas y muy arraigadas relaciones humanas. Y, sin embargo, cualquier cambio impor- tante en la naturaleza del trabajo, en sus herramientas, en su flujo y en su producto final puede requerir cambiar el equipo. Esto es particularmente cierto con respecto a cualquier cambio en el flujo de informacién. En el equipo tipo béisbol, los jugadores obtienen su infor- macién de Ja situacién. Cada uno obtiene la que es apropiada para su tarea, y la recibe independientemente de la que re- ciben sus compafieros. En la orquesta sinfénica o en el equipo de fatbol la informacién proviene mas que todo del director o del entrenador, quienes controlan Ja partitura a que se ajustan los jugadores. En el equipo de dobles de tenis, los jugadores obtienen su informacién mds que todo el uno del otro. Esto explica por qué el cambio de tecnologia de la informacién y el paso a lo que yo he Iamado la organizacién basada en informacién hizo necesario un redisefio masivo.® Con la nueva informética vinieron los grandes esfuerzos de las corporaciones estadounidenses en los ultimos diez afios Por redisefiarse a si mismas. Tradicionalmente, el trabajo de éstas estaba organizado sobre el modelo del equipo de béisbol. La alta administracién consistfa en un director eje- cutivo de quien dependian altos ejecutivos funcionales, cada uno de los cuales desempefiaba un trabajo especifico como manejar fabricas, o ventas, o finanzas, etc. La “oficina del presidente” es una tentativa para convertir la alta administra- cién en un equipo de dobles de tenis — que se hizo necesa- ria, 0, por lo menos, posible por el advenimiento de la infor- macién. Tradicionalmente, el trabajo de nuevos productos 1o hacia un equipo tipo béisbol, en el cual cada funcién — disefio, ingenieria, manufactura, marketing — hacia su propio trabajo, y luego se lo {Sobre este punto, véase el capitulo 14 en mi libro Las nuevas realidades (Grupo Editorial Norma, 1989). 100 La sociedad . pasaba a la funcién siguiente. En algunas de las principales industrias estadounidenses, como Jas de productos farma- céuticos y quimicos, esto hace tiempo se cambi6 a equipo de tipo fitbol u orquesta sinfénica, pero la industria de autom6- viles conservé el equipo de béisbol para el disefio e introduc- cién de modelos nuevos. Hacia 1970, los japoneses empeza- ron a utilizar informacion para cambiar al equipo tipo futbol para este trabajo. El resultado fue que Detroit se quedo atras con respecto a Ja velocidad con que introducia nuevos mode- los y a su flexibilidad. Desde 1980 viene tratando desespera- damente de alcanzar a los japoneses pasando el disefio y la introduccién de automéviles nuevos a un equipo de tipo futbol. En los talleres mismos, la disponibilidad de informa- cién — la cual hace que sea posible, y en verdad obligatorio, el cambio a “gestién de calidad total” — est4 obligando a Detroit a cambiar el equipo tipo béisbol, sobre el que estaba organizada la tradicional linea de montaje, por el equipo de dobles de tenis, concepto en que se basa la “manufactura flexible”. Sélo cuando se escoja y se establezca el tipo apropiado de equipo, se logrard éxito en la productividad de los trabajado- res de conocimiento y los trabajadores de servicios. El equipo apropiado no garantiza productividad por si solo; pero el equipo inapropiado Ja destruye. Necesidad de concentrarse La concentracién en el cargo y en la tarea es requisito Previg para la productividad en el trabajo de conocimiento y d servicios. En el trabajo de hacer y mover cosas la tarea estd claramente definida. Los trabajadores que traspalaban arena, cuya tarea estudié Taylor hace un siglo, no se esperaba que Hevaran la arena al lugar donde debian empezar a traspalarla. Eso era deber de otras personas. El labrador que ara su campo no se baja del tractor para asistir a una reunién. En el trabajo regulado por la méquina ésta concentra al trabaja- dor; el hombre depende de la maquina. En el trabajo de conocimiento y en la mayor parte de los trabajos de servicios La productividad de las nuevas fuerzas laborales 101 en los cuales Ja m4quina, si la hay, esté al servicio del tra- bajador, la productividad de éste requiere la eliminacién de cualesquiera actividades que, lejos de contribuir al rendi- miento, aparten y desvien de éste. La eliminacién de ese trabajo bien puede ser el paso mas grande hacia una mayor productividad de los trabajadores de conocimiento y de ser- vicios. El deber de las enfermeras en los hospitales es cuidar de los enfermos. Pero todos los estudios muestran que gastan hasta tres cuartas partes de su tiempo en trabajos que no contribuyen al cuidado de los pacientes. Por el contrario, entre dos terceras partes y tres cuartas partes del tiempo los dedican a Ienar formularios. Siempre que analizamos el ren- dimiento de los vendedores en las tiendas de departamentos, encontramos que gastan mds de la mitad de su tiempo en trabajos que no contribuyen al cumplimiento de su misién, © sea, satisfacer al cliente, Dedican por lo menos la mitad del tiempo a lenar formularios que sirven al computador mas bien que al cliente. Si analizamos cémo emplean su tiempo los ingenieros, encontramos que la mitad de ese tiempo lo dedican a asistir a reuniones o pulir informes que tienen muy Poco que ver con st propia tarea. Esto no sélo destruye la productividad sino que ademas destruye la motivacién y el orgullo. Siempre que un hospital concentra el trabajo de lenar papeles y se lo asigna a un oficinista que no tiene otra cosa que hacer, la productividad de las enfermeras se duplica, lo mismo que su satisfaccién, pues entonces ven stibitamente que si tienen tiempo para el trabajo para el cual se han preparado y han sido contratadas: el cuidado de los enfer- mos. De modo anélogo, tanto la productividad como la satis- faccién de los vendedores en las tiendas de departamentos suben de la noche a Ja majiana cuando el trabajo oficinesco se suprime de su labor y se concentra en un oficinista. Y lo mismo ocurre cuando a los ingenieros los alivian de “queha- ceres" — del trabajo de dibujantes, de reescribir informes y memorandos, de asistir a reuniones. A los trabajadores de conocimiento y de servicios se les debe preguntar: zEste trabajo es necesario para su tarea? 102 La sociedad . gContribuye a su rendimiento? ,Le ayuda a hacer su labor? Y si las respuestas son negativas, esos procedimientos u operaciones son quehaceres més bien que trabajo y se deben suprimir del todo, o disefiarse como oficios enteramente aparte. 4 Definir el rendimiento; determinar el flujo apropiado de trabajo; organizar el equipo adecuado; y concentrarse en el trabajo y en el rendimiento son los requisitos previos para la productividad en el trabajo de conocimiento y de servicios. S6lo cuando se hayan cumplido podemos empezar la labor de hacer productivo el oficio individual y la tarea individual. A Frederick Taylor suelen criticarlo porque no les pregun- taba a los trabajadores cémo hacer su oficio sino que é1 mismo se lo decia. Lo mismo procedia el australiano Elton Mayo (1880-1949), psicdlogo de Harvard, quien en los afios 20 y 30 quiso reemplazar la “administracién cientifica” de Taylor por las “relaciones humanas”. Lenin y Stalin no consultaban tampoco con las “masas”; les decian lo que tenian que hacer. Freud jamds les pregunté a sus pacientes qué pensaban que podfa ser su doiencia. Y s6lo hacia fines de la Segunda Guerra Mundiai se le ocurrié al alto mando consultar con los usua- rios — es decir, con los soldados en el terreno — antes de introducir un arma nueva. El siglo XIX crefa que los expertos son los que tienen las respuestas. Hoy hemos aprendido que los que hacen un oficio lo co- mocen mejor que cualquier otra persona. QuizA no puedan interpretar su propio conocimiento, pero si saben qué funcio- na y qué no funciona. En los ultimos cuarenta afios hemos. aprendido que el trabajo de mejorar la labor o la tarea empie- za con las personas que las ejecutan. A ellas se les debe preguntar: zQué podemos aprender de ustedes? ,Qué nos pueden decir sobre la labor y cémo se debe realizar? 4Qué herramientas necesitan? 4Qué informacién necesitan? A los _ trabajadores hay que exigirles que se responsabilicen de su_ “propia productividad y ejérzan control sobre ella. v “Mis dos libros The Future of Industrial Man (1942) y The New Society (1949) fueron los primeros que sacaron esta conclusién dela experiencia delaSegunda La productividad de tas nuevas fuerzas laborales 103 Esta lecci6n la aprendimos de la produccién norteamerica- na en la Segunda Guerra Mundial.’ Pero, como es bien sabi- do, los japoneses fueron los primeros que aplicaron Ja idea (si bien unos pocos norteamericanos, especialmente Edwards Deming y Joseph Juran, se la ensefiaron). Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Uni- dos, la Gran Bretafia y Europa continental volvieron al siste- ma tradicional de “productividad por orden superior” — en gran parte por la vigorosa oposicién de los sindicatos a cual- quier cosa que le diera al trabajador una “actitud administra- tiva”, y mucho menos “responsabilidad administrativa’. Em- Pero, en los diltimos diez afios, la administracién ha vuelto a descubrir las lecciones de su propio rendimiento en la Se- gunda Guerra Mundial. En hacer y mover cosas, la asociacién con un trabajador responsable es la mejor manera, pero el método de Taylor, de decirle lo que debia hacer, también daba resultados, y bastante buenos, al fin y al cabo. En cambio, en trabajos de» conocimiento y de servicios, la asociacién con un trabajador , responsable es la tinica manera de mejorar la productividad. | Nada més funciona. - La productividad en el trabajo de conocimiento y de servi- cios exige que incorporemos el aprendizaje continuo en el oficio y en Ia’ diganizacién. Como ya se dijo (en el capitulo 2), el conocimiento exige aprendizaje continuo porque estd cambiando constantemente. Pero el trabajo de servicios, aun el puramente oficinesco, también requiere continuo auto- mejoramiento, es decir, aprendizaje continuo. La mejor ma- nera que tiene la gente de aprender a ser m4s productiva es ensefiar. Para lograr la mejora de productividad que necesita ‘la sociedad postcapitalista, Ja organizacién tiene que conver- tirse en una organizacién de aprendizaje y ensefianza. Guerra Mundial. En estos libros sostuve que el trabajador responsable debe asumir responsabilidad administrativa. Como consecuencia de su experiencia de tiempo de guerra, Edwards Deming y Joseph Juran desarrollaron lo que ahora lamamos “circulos de calidad” y “gestin de calidad total”. Finalmente, laidea fue vigorosamente presentada por Douglas McGregor cn su bien conocido libro de 1960 The Human Side of Enterprise con su “Teoria X" y su “Teoria Y”. 104 La sociedad . Reestructuracién de las organizaciones Para mejorar la productividad de hacer y mover cosas se requirieron cambios radicales en la organizacién del trabajo, pero no se necesitaron sino cambios pequefios en la estruc- tura de la organizacién misma. Pero para mejorar la produc- tividad de los trabajadores de conocimiento y de servicios, se requieren cambios fundamentales en la estructura de las organizaciones. Incluso se requerirén organizaciones total- mente nuevas. Redisefiar el equipo de modo que el trabajo fluya debida- mente llevaré a la eliminacién de la mayorfa de los niveles de administracién. En la orquesta sinfénica varios centenares de miisicos muy diestros tocan juntos, pero sélo hay un “ejecu- tivo”, el director, sin niveles intermedios entre él y los ej cutantes. Este sera el modelo para la organizacién basada en informacién. Veremos, pues, un abandono radical de la tra- dicién en 1a cual el rendimiento se recompensaba principal- mente con ascensos a posiciones de mando, o sea a las filas administrativas. Las organizaciones no tendrén tales posicio- nes de mando, o tendran sélo muy pocas. Las veremos operar como el combo de jazz, en el cual el liderazgo dentro del equipo se desplaza segin la tarea especifica, y es indepen- diente del “rango” de cada miembro. E! vocablo “rango” debe desaparecer del todo del vocabulario del trabajo de conoci- miento y los trabajadores de conocimiento. Debe reemplazar-, se por “encargo”. Este cambio planteara enormes problemas de motivacién, de remuneracién, de reconocimiento. Ventajas de contratar por fuera Pero mds radicales atin, y hasta revolucionarios, son los requisitos para lograr productividad de los trabajadores de servicios. El servicio, en muchos casos, se contratara por fuera de la organizacién a Ja cual se presta. Esto se aplica en particular al trabajo de apoyo, como el de mantenimiento, y a una buena cantidad del trabajo de oficina. Este sistema de La productividad de las nuevas fuerzas laborales 105 contratar por fuera, ademds, se aplicar4 cada vez mas a tra- bajos tales como los de dibujo para los arquitectos y biblio- tecas técnicas o profesionales. En realidad, ya hay en los Estados Unidos bufetes de abogados que estén contratando por fuera con una base de datos computadorizada la mayor parte de lo que antes hacfa su propia biblioteca juridica. Una razén de peso para contratar por fuera es la necesidad de volver productivos a los trabajadores de servicios. Donde més se necesita aumentar la productividad es en las activi- dades que no conducen a ascensos a las altas filas adminis- trativas. En la alta administracién nadie se interesa en esa clase de trabajo, ni lo conoce lo suficiente ni lo considera importante, por mds dinero que esté en juego. Ese trabajo no se compadece con el sistema de valores de la organizaci6n. En el hospital, por ejemplo, el sistema de valores es el de los médicos y las enfermeras, cuyo interés es el cuidado de los enfermos. Por consiguiente, nadie le presta mucha aten- cién al trabajo de mantenimiento, al de apoyo o al de oficina — aun cuando estos oficios representen la mitad de los costos del hospital. De las personas dedicadas a estas acti- vidades de apoyo, ninguna legard a ocupar una alta posicién en el hospital. La mayoria de las mujeres que empiezan fregando pisos o haciendo las camas seguirdn fregando los pisos del hospital y haciendo las camas dentro de quince afios. Por el contrario, una sefiora que con el cargo de vicepresidenta dirige hoy la divisién hospitalaria de la empresa de mantenimiento mas grande de los Estados Unidos, empezé hace catorce afios con balde y escoba como una inmigrante mexicana casi analfabe- ta. Pero empez6 a trabajar en un hospital donde el trabajo de mantenimiento se habia contratado con una compafifa espe- cializada. En consecuencia tuvo oportunidades de ascenso. Al mismo tiempo, la productividad de los hospitales cuyo mantenimiento hace esta compafiia se ha triplicado en los Uiltimos quince afios. Por ejemplo, el tiempo que se necesita para hacer una cama se ha reducido en dos terceras partes. La compaiifa de mantenimiento tiene interés financiero en mejorar la productividad de los trabajos manuales. Tiene gente en posiciones ejecutivas que conocen de primera mano 108 La sociedad . el trabajo que se necesita para hacer el mantenimiento en un hospital. Por tanto, la compafifa estuvo dispuesta a trabajar afios enteros en el redisefio de todas las herramientas y los materiales que se necesitan, incluso el redisefio de las saba- nas. No vacilé en invertir un fuerte capital en los nuevos métodos. Nada de esto habria hecho un hospital. Para volver productivo el trabajo de mantenimiento hospitalario se nece- sité un contratista de fuera. Donde més se necesita contratar por fuera — bien sea el trabajo manual, como mantenimiento, o bien el de oficina, como facturacion — es en el gobierno (véase el capitulo 8). Alli la productividad es la mds baja. También alli es donde hay m4s gente empleada en tales actividades de apoyo. Pero las empresas grandes no son muy diferentes. Tam- bién en ellas se requiere contratar sistematicamente por fuera trabajos de servicio con organizaciones dedicadas especial- mente a dicho trabajo. Las empresas contratistas les brindan oportunidades de ascenso a las personas que hacen ese tra- bajo. Sus ejecutivos lo toman en serio, y, por tanto, estén dispuestos a invertir tiempo y dinero en redisefiar el trabajo y sus instrumentos. Estan no sélo dispuestos sino ansiosos de hacer el trabajo duro que se necesita para mejorar la productividad. Sobre todo, toman suficientemente en serio a las personas que lo realizan para animarlas a asumir el liderazgo para mejorar su trabajo y su productividad. Se necesita contratar por fuera no solamente por las cir- cunstancias econémicas mencionadas sino también porque ello brinda oportunidades de ingreso y les da dignidad al trabajo de servicios y a los trabajadores de servicios. Podemos, pues, esperar que dentro de un lapso relativa! mente corto de afios, este trabajo se contratard por fuera con empresas independientes que compiten por obtenerlo y a las: cuales se les paga por su éxito en hacer que el trabajo sea més productivo. Esto traeré un cambio radical en la estructura de la orga- 5, nizacién futura. Significa que la gran empresa de negocios, Ja dependencia gubernamental, el gran hospital, la gran uni- versidad, no serdn necesariamente los que empleen un mayor numero de personas. Seran los que obtengan ingresos con- La productividad de tas nuevas fuerzas laborales 107 siderables y resultados considerables — logrados en gran parte porque hacen solamente trabajo enfocado én su mision; “el trabajo directamente relacionado con sus resultados; el que ellas valoran, reconocen y recompensan adecuadamente. El resto lo contratan por fuera. Evitar un nuevo conflicto de clases El répido aumento de productividad de los trabajadores que hacian y movian cosas disipé la pesadilla del siglo XIX, el “conflicto de clases”. Hoy se necesita un rapido aumento en la productividad de los trabajadores de servicios para evitar un nuevo conflicto de clases — entre los dos nuevos grupos dominantes de la sociedad postcapitalista: los trabajadores de conocimiento y los trabajadores de servicios. Hacer pro- ductivo el trabajo en servicios es, pues, la primera prioridad social de la sociedad postcapitalista — ademas de ser una prioridad econémica. Los trabajadores de conocimiento y los de servicios no son “clases” en el sentido tradicional. La linea divisoria entre los dos es tenue. En la misma familia puede haber trabajadores de conocimiento y trabajadores de servicios que tienen edu- cacién superior. Pero hay peligro de que la sociedad postca- Pitalista se convierta en una sociedad clasista, a menos que los trabajadores de servicios obtengan tanto ingreso como dignidad. Para esto se requiere productividad, pero también oportunidades de avance y de reconocimiento. Por consiguiente, la sociedad postcapitalista, en su estruc- tura, seré muy distinta de las sociedades capitalista y socia- lista. En éstas las organizaciones trataron de abarcar el maximo posible de actividades. En la sociedad postcapitalis- ta, por el contrario, las organizaciones se concentrarén en sus tareas basicas. Los demas trabajos los realizardn en co- laboracién con otras organizaciones en una desconcertante variedad de alianzas y asociaciones. Las sociedades capitalis- ta y socialista eran, para usar una metéfora, “cristalinas” en su estructura; la sociedad postcapitalista va a ser probable- mente mds parecida a un fluido. 3 La organizaci6n basada en la responsabilidad La teorfa politica y social, desde Platén y Aristételes, se ha concentrado en el poder. Pero el principio que in! a- niza la sociedad postcapitalista tiene que ser la responsabi- lidad. La sociedad de organizaciones, la sociedad de conoci- miento, exige una organizacién basada en la responsabilidad. Las organizaciones tienen que hacerse responsables del limite de su poder, es decir, del punto en que el ejercicio de sus funciones deja de ser legitimo. Tienen que asumir respon- sabilidad social. No hay nadie mas en la sociedad de organi- zaciones que pueda cuidar de la sociedad misma. Pero esto tiene que hacerlo con sentido de la responsabilidad, es decir, Aentro de los limites de su competencia y sin poner en peligro Su_capacidad de rendimiento, Para poder funcionar, las organizaciones necesitan tener un poder considerable. ,Qué es poder legitimo? ,Cudles son sus limites? ,Cudles deben ser? La organizacién basada en ta responsabilidad 109 Finalmente, las organizaciones mismas tienen que estruc- turarse sobre responsabilidad interna mds bien que sobre poder o mando y control. Cuando el derecho se convierte en abuso En el decenio de los 30, John L. Lewis (1880-1969) tenia fama de ser el hombre mas poderoso de los Estados Unidos después del presidente Franklin D. Roosevelt. En efecto, Roosevelt debié en parte su eleccién a Lewis, quien, habiendo sido hasta entonces republicano, levé a su sindicato de mineros del carb6én (la UMW), y con él a todo el movimiento obrero esta- dounidense, a las filas del Partido Demécrata en la convencién de 1932, Luego encabezé 1a campafia de sindicalizacion en los afios del New Deal, y se convirtié en jefe de la nueva y poderosa organizacién laboral, el Congreso de Organizaciones Industria- les. Pero en 1943, Lewis se rebelé contra la congelacién de jornales impuesta durante la Segunda Guerra Mundial, y con- vocé a sus mineros a la huelga. El presidente Roosevelt le rogé que tuviera en cuenta el interés nacional y suspendiera la huelga, pero Lewis se nego, y dijo: “Al presidente de los Estados Unidos le pagan para que vele por el interés nacional; a mi me pagan para que vele por los intereses de los mineros”. La produccién de guerra apenas empezaba entonces. Ya habia soldados norteamericanos en combate, tanto en Europa como en el Pacifico, pero carecian lamentablemente de los equipos y municiones de guerra necesarios, y por esta falta de elementos estaban sufriendo fuertes bajas. Todo el esfuerzo de guerra se basaba en el carbén como combustible. El pais no podfa perder ni siquiera un dia de produccién de carbén. Por lo dems, los mineros eran los trabajadores mejor pagados del pais. En comparacién con lo que ganaban los soldados, eran unos plutécratas. Pero Lewis gané la huelga. Inmediatamente, sin embargo, perdié todo su poder, toda influencia, todo respeto — aun dentro del mismo movimiento obrero y hasta dentro de su propio sindicato. La misma UMW 110 La sociedad . empez6 inmediatamente a decaer en poder, en influencia, en afiliados. Diez afios después, las huelgas de las carboneras carecian totalmente de importancia. En realidad, la victoria de Lewis en 1943 sefialé el comienzo de la decadencia del sin- dicalismo en los Estados Unidos. Lewis vivid lo suficiente como para alcanzar a ver las con- secuencias de su triunfo, pero hasta el dia de su muerte siguié sosteniendo que él habia tenido razén al hacer declarar la huelga y que ése habia sido su deber. Una y otra vez repetia: “Lo que es bueno para el obrerismo en el fondo es bueno para el pais. Y una guerra es la unica oportunidad en que el obrerismo se hace necesario. La tinica en que éste tiene poder real; la unica en que puede reivindicar efectivamente su le- gitimo derecho a una paga decente”. Nunca pudo entender por qué el piblico estadounidense no estaba de acuerdo. Este es un caso extremo, por supuesto. Pero también es revelador. Lewis sabia que tenia raz6n. Pero gen qué punto el derecho de una organizacién se convierte en un abuso social? gEn qué punto su funcién deja de ser legitima? En la actualidad, hay mucha preocupacién por la “ética en los negocios”. Pero la mayor parte de la discusién, y de los cursos que se dan en las facultades de negocios con este titulo, tratan de hechos delictuosos, por ejemplo, sobornar, o encu- brir productos defectuosos o peligrosos. Que los transgresores en altas posiciones siempre tienen el pretexto de su devocién al “bien superior” no es nada nuevo. Y todo lo que hay que decir sobre el particular ya lo dijo hace 350 afios el gran filésofo y matematico francés Blaise Pascal (1623-1662) en su libro de 1655 Cartas provinciales, con et cual acabé de una vez por todas con la casuistica de los jesuitas, es decir, la defensa de una ética especial del poder. Pero la historia de Lewis no trata de “abuso contra abuso” sino de “derecho contra derecho”. Aun cuando no totalmente sin precedentes, éste es un problema nuevo. Se puede con- siderar el problema central de la responsabilidad dentro de la Sociedad de Organizaciones. Para poder dar rendimiento, una organizacién y su gente tienen que creer, como creia Lewis, que su propia tarea es- La organizacién basada en la responsabilidad 111 pecializada es la mds importante de Ja sociedad. Como ya se dijo, los hospitales tienen que creer que nada es tan impor- tante como curar alos enfermos. Los negocios tienen que creer que nada es tan importante como satisfacer las necesidades materiales de la sociedad; y en particular, que ningtin producto © servicio es tan vital para la economia y la comunidad como el que produce y distribuye “nuestro” negocio. Los sindicatos tienen que creer que nada es importante fuera de los derechos del trabajador. Las iglesias tienen que creer que nada es importante fuera de la fe. Las escuelas tienen que creer que la educacién es el bien absoluto, etc. Las organizaciones tienen que ser egocéntricas. Colectiva- mente desempefian las tareas de la sociedad, pero cada una desempefia solamente una tarea, solamente ve una tarea En realidad, esperamos que los Iideres de estas organiza-’ ciones crean, como creia Lewis, que su organizacién es la ‘nica, que es la sociedad. : Charles E. Wilson (1890-1961) fue una personalidad eminen- te en la escena norteamericana, primero como presidente y director ejecutivo de General Motors, por entonces la mayor y mds préspera fabrica de automéviles, y luego, de 1953 a 1957, como secretario de Defensa durante la administracién de Eisenhower. Pero si hoy se le recuerda es por algo que no dijo: “Lo que es bueno para General Motors es bueno para los Estados Unidos”. Lo que realmente dijo, en 1953, en la au- diencia para su confirmacién para el empleo en la Secretaria de Defensa, fue: “Lo que es bueno para los Estados Unidos es bueno para General Motors”, Wilson se esforz6 durante todo el resto de su vida por rectificar esta tergiversacién de sus palabras, pero nadie quiso escucharlo. Todos decian: “Si no lo dijo, sin duda lo cree. En realidad, debe creerlo”. Dénde estén entonces los limites? En una emergencia como la guerra o en una gran catastrofe natural, la respuesta es relativamente sencilla: La supervivencia de la sociedad tiene prelacién sobre la supervivencia de cualquiera de sus érganos. Pero fuera de tales crisis, no hay respuestas contundentes. Por tanto, la tinica manera de enfocar el problema es como una responsabilidad conjunta de los lideres de nuestras or- ganizaciones. 142 La sociedad El enfoque més cercano hasta ahora es probablemente el de los grandes negocios japoneses en el periodo de postguerra. En su planificacién durante esos afios, los I{deres de los negocios empezaron con el interrogante: “Qué es lo mejor para el Japon, su sociedad, su economia?” En seguida se preguntaron: “gCémo podemos convertir esto en una oportu- nidad para los negocios en general y para el nuestro en particular?” No era cuestién de altruismo; por el contrario, lo que buscaban era, especificamente, obtener utilidades. Asu- mieron el liderazgo. Aceptaron Ja responsabilidad. Pero hasta los negocios japoneses y sus lideres volvieron a hacerse egocéntricos una vez que su pafs sali completamente de la reconstruccién de postguerra y entré en el liderazgo econd- mico mundial. ~éQué es responsabilidad social? En la Sociedad de Organizaciones éstas son érganos de fun- cién especifica. Cada una de ellas sirve tinicamente para una tarea. ¥ esta especializacién es justamente lo que les da su capacidad de rendimiento. { Las organizaciones sélo se perjudican a si mismas y per- || judican a la sociedad si emprenden tareas que estan fuera de | su competencia especializada, de sus valores especializados, de su funcién especializada. El hospital norteamericano se perjudicé grandemente y poco beneficié a la comunidad cuan- do quiso remediar los males sociales de los barrios marginados de las ciudades. La escuela estadounidense ha fracasado totalmente al tratar de producir integracién racial. Las causas son, sin duda, buenas. Es urgente la accién para acabar con estos males, por ejemplo, con la segregacién racial. Pero la accién que se necesita — o por lo menos la accién elegida por estas diversas organizaciones — estaba fuera del foco y dec la funcién de dichas organizaciones, y totalmente fuera de su competencia. Sin embargo, zquién mas puede cuidar de la sociedad, encargarse de sus problemas y sus dolencias? Estas organi- zaciones colectivamente son la sociedad. Es inttil sostener, La organizacion basada en la responsabilidad 113 como sostiene el economista norteamericano y Premio Nobel Milton Friedman (nacido en 1912) que un negocio tiene so- lamente una responsabilidad: el rendimiento econdémico. El rendimiento econémico es la primera responsabilidad de un. negocio. El negocio que no muestre utilidades iguales por lo menos al costo del capital es socialmente irresponsable. Desperdicia los recursos de la sociedad. El rendimiento eco- némico es la base. Sin él, un negocio no puede desempefiar ninguna otra responsabilidad, no puede ser un buen emplea- dor, un buen ciudadano, un buen vecino. Pero el rendimiento econémico no es la tinica respo bilidad de un negocio, ni es el rendimiento educacional la Unica responsabilidad de una escuela, o el rendimiento de salud la unica responsabilidad de un hospital. El poder siem- Pre tiene que equilibrarse con la responsabilidad; de otra manera, es tiranfa. Pero sin responsabilidad, el poder siempre degenera en no-rendimiento. Y las organizaciones tienen poder, aun cuando “Sélo sea poder social. La exigencia de responsabilidad social a las organizaciones no va a desaparecer. Hasta ahora hemos hablado principalmen- te de responsabilidad social de los negocios por una razén bien sencilla: porque los negocios fueron la primera de las nuevas organizaciones que apareci6. Pero tendremos que pre- ocuparnos cada yez mds por las responsabilidades sociales. otras organizaciones, sobre todo por la de la universidad, que tiene_un_monopolio social — un poder que ninguna otra ‘institucién tuvo nunca antes, como se ver4 mas adelante. Sabemos, eso si, aun cuando en lineas generales, cudl debe ser la respuesta al problema de la responsabilidad social. Una organizacion es plenamente responsable de su impacto en la comunidad y la sociedad, v. gr., por los desperdicios que arroja en un rio local o por las congestiones de transito que sus horarios de trabajo producen en las calles de la ciudad. Sin embargo, es irresponsable el hecho de que una organizacién acepte y, mds atin, que busque responsabilidades que perju- diquen seriamente su capacidad de desempeiiar su principal tarea y su misién, Y donde no tiene competencia, no tiene responsabilidad. Pero — y éste es un “pero” grande — las organizaciones 114 La sociedad en la Sociedad de Organizaciones tienen la responsabilidad de tratar de encontrar un enfoque para los problemas sociales basicos, que esté de acuerdo con su competencia y que, ciertamente, convierta los problemas sociales en oportunida- des para la organizacién. El poder y las organizaciones Existe otro limite para la accién social de las organizaciones: éstas son instituciones sociales. No tienen legitimidad ni competencia en politica. Todas las organizaciones de la sociedad postcapitalista quieren cosas del poder politico, el gobierno. Pero quieren cosas que sean de beneficio para ellas, que les permitan, por Jo menos en su opinion, hacer mejor su propio trabajo, ajus- tarse a su sistema de valores o ganar dinero, No tienen por qué tener interés en el poder politico para si mismas. Su interés esté en Ja funcién. Esto contrasta notablemente con todas las sociedades pluralistas anteriores. Esos eran pluralismos de centros de poder que competian entre sf. Fl pluralismo de la Sociedad de Organizaciones estd formado por organizaciones separadas que_operan en paralelo mds bien que en competencia. La” ‘empresa de negocios no comp’ ite con el hospital por pacientes © por el patrocinio de los médicos; y el hospital, a su vez, no trata de vender computadores en competencia con IBM, Cada uno es proveedor y cliente del otro. Los barones, condes, duques y obispos de Europa en la Edad Media 0 los daimyos del Jap6n medieval constantemente se hacian la guerra los unos a los otros. Las organizaciones modernas cabildean. En efecto, nada es tan perjudicial para una organizacion como tratar de ejercer poder politico. Esto siempre acaba en desastre. En la Argentina, el Brasil y el Pert el ejército era la institucién mas respetada hasta que tomé el poder durante los aiios 60 y 70. En todos estos casos, los militares actuaron sdlo porque el pais estaba al borde de un total colapso. En los tres paises asumieron el poder con un apoyo popular muy grande, tal vez abrumador; pero en todos los casos, cuando La organizacién basada en ta responsabilidad 115 al fin entregaron el poder, se habfan convertido en entidades corruptas, desacreditadas, desmoralizadas y casi destruidas. En la demonologia del siglo XX, una figura popular ha sido el siniestro ejecutivo de negocios que conspira para adquirir poder politico. Pero ningtin ejecutivo de éxito en los negocios — ni J. P. Morgan, ni Rockefeller, ni Krupp ni ningtin otro magnate — se interesé jamads por dicho poder, Lo que les interesaba eran los productos, los mercados, los ingresos. Los hombres de negocios que tratan de entrar en la politica después de haber tenido éxito en la vida de los negocios no son xaros, aun cuando rara vez tienen éxito. Pero yo sé sélo de dos hombres de negocios, ambos alemanes — Hugo Stinnes (1870-1924) y Alfred Hugenberg (1865-1951) —, que trataron de utilizar su posicién en los negocios para dominar al go- bierno y la politica; Stinnes, durante los primeros afios 20; Hugenberg, unos pocos afios después. Ambos le causaron dajio irreparable a la Reptiblica de Weimar, y son en gran parte responsables del posterior triunfo de Hitler. Ambos fracasaron politicamente; y su tentativa de adquirir poder politico al fin destruyé sus negocios y los destruyé a ellos mismos. Hasta los lideres sindicales se destruyen a si mismos y a sus sindicatos cuando buscan poder politico. Durante los primeros aiios 70, el dirigente del sindicato britanico de mineros de carbén (Ja NUM) Arthur Scargill (na- cido en 1938) parecia ser el hombre més poderoso de Ingla- terra. En 1974, declaré una huelga para derrocar al gobierno conservador y establecerse él como el politico mas poderoso del pais. Lo mismo que Lewis treinta afios antes en los Estados Unidos, gané la huelga; el gobierno cayé. Pero Scargill estaba liquidado, y lo mismo su sindicato. Diez aiios después, volvié a declarar una huelga con el animo de recuperar su poder y derrotar a otro gobierno conservador. La primera ministra Margaret Thatcher (nacida en 1925) rompié la huelga con abrumador apoyo popular, incluyendo hasta el de muchos de los mismos mineros de Scargill. Todo lo que éste logré fue facultar a la sefiora Thatcher para aprobar la legislacién que recorté radicalmente el poder de los sindicatos y de sus conductores, Sin embargo, el sindicato es el mds politico de todas las 116 La sociedad grandes organizaciones de la Sociedad de Organizaciones. Tiene que serlo. No puede existir, ni mucho menos prosperar, a menos que el gobierno Io apoye. Son muy pocas, si es que las hay, las ventajas que han obtenido los sindicatos por si solos en los paises desarrollados; la mayor parte de esas ventajas las han obtenido en virtud de legislacién. Pero incluso los sindicatos solo tienen éxito si utilizan su fortaleza para fomentar la “causa del trabajador”, esto es, si la usan para Hevar a cabo su funcién. Con todo, la organizacién_tiene poder social. Tiene que tenerlo, y en buena medida. Necesita poder para tomar deci- siones que afectan a las personas — a quién contratar, a quién despedir, a quién ascender. Necesita poder para establecer reglas y disciplina, que son necesarias_para_producir resul- tados — v. gr., asignacién de oficios y tareas a individuos, y establecimiento de horas de trabajo. Necesita poder para decidir qué fabricas construir y en dénde, y cudles cerrar. Necesita poder para fijar precios. Las organizaciones que no son de negocios son las que més poder social tienen. A-pocas organizaciones en Ia historia se Jes ha otorgado el poder de que goza hoy a universidad. Negar es 12 otorgado et acceso a una carrera y a oportunidades. De igual modo, el poder del hospital norteamericano para negarle a un médico los privilegios de esa institucién prdcticamente excluye a ese médico del ejercicio de la medicina. El poder de un sindicato de negar admisién para aprendizaje, o el control que ejerce sobre el acceso al empleo en empresas de taller cerrado donde slo se pueden contratar afiliados al sindicato, le da a éste un inmenso poder social. Este poder lo puede reglamentar, limitar y restringir el poder politico, Lo pueden someter al proceso legal establecido y a revisin los tribunales de justicia. Pero el poder social de las. organizaciones no lo pueden ejercer las autoridades politicas. Deben ejercerlo las organizaciones mismas. La primera solucién de este problema es que a ninguna { organizacién se le puede dar poder, a menos que sea abso- | lutamente necesario para el desempefio de su funcién. Todo : Jo que vaya més alld es usurpacién. i La organizacién basada en ta responsabilidad 117 La segunda solucién es que el ejercicio del poder legitimo de Ja organizacién debe protegerse contra el abuso del poder. ‘Tiene que haber reglas claras y publicas para su ejercicio y tiene que haber revisién y apelacién ante alguien o ante algiin tribunal que sea imparcial y no sea parte del problema. Tiene que haber lo que los abogados aman el proceso legal esta- blecido. Un obispo catélico tiene mucho mas poder sobre los sacer- dotes de su diécesis que muchos jefes ejecutivos de otras organizaciones. Pero no puede retirar a un sacerdote de su parroquia ni destituirlo. Esto sélo lo puede hacer el tribunal diocesano y sélo por justa causa; y si bien el obispo nombra alos miembros de ese tribunal, no puede destituirlos durante el perfodo fijo de su mandato. Pero la solucién més importante es la conversién de la organizacién basada en el poder en una organizacién basada en la responsabilidad. Ademés, es la unica solucién que esta de acuerdo con la organizacién de conocimiento. Cuando aparecieron las organizaciones modernas, hace 130 aiios, siguieron el modelo de la primera y hasta entonces la de mayor éxito de las nuevas organizaciones: el ejército — tal como fue estructurado en Prusia entre 1855 y 1865. Necesa- riamente, ese ejército se basaba en mando y control. Un mimero muy pequefio de individuos altamente capacitados, mandaban desde arriba a un niéimero muy grande de individuos no calificados entrenados en unos pocos movimientos de repeticién. El ejército prusiano, que obtuvo tan faciles victo- rias sobre Austria y Francia — que tenfan fuerzas numérica- mente superiores, y la segunda también mejor armada — era en la prdctica una “linea de montaje", y muy eficiente por cierto. Los conocimientos que necesitaba se los aportaba una plana mayor especial (es decir, el famoso Estado Mayor Ge- neral Prusiano), que era distinta de la “organizacién de linea”, es decir. los ejecutores. Esta estructura organizacional legé a su apogeo a fines de los afios 20. En esos afios, se extendié a toda clase de trabajo no militar y se desarrollaron “staffs” cada vez mas especia- lizados. 118 La sociedad La Segunda Guerra Mundial se decidi6, en fin de cuentas, por el éxito de los Estados Unidos en proyectar una organi- zacién de mando y control en la esfera econdmica, es decir, en la produccién industrial y en 1a logistica. En la época de la Segunda Guerra Mundial, se empezé a ver muy claro que la organizacién de mando y control se estaba quedando répidamente atrasada y que ya no era adecuada para las necesidades del futuro. También se vio claramente que la tentativa de esos afios, a la cual se dio tanta publicidad, de modificar el viejo modelo déndole al trabajador la “sensacién” de responsabilidad — la esencia de la teorfa de relaciones humanas de Harvard — no iba a tener éxito. Se necesitaba mucho més que manipulacién psicolégica. Por esos afios yo empecé a hablar del “trabajador respon- sable", que tendria una actitud gerencial y asumirfa respon- sabilidad gerencial, en mi libro de 1942 The Future of Indus- trial Man, y en mi libro de 1949 The New Society (ambos serin reeditados pronto por Transaction Publishers). Pero s6lo en el Japon la industria presté atencién, y aun alli, inicamente en grado limitado. Donde la transformacién de la organizacién empezé realmente fue en las fuerzas armadas. Hasta el dia de hoy, las fuerzas armadas, especialmente en los Estados Unidos, son las que han adelantado més en la tarea de cambiar la organizacién, de estar basada en mando y control, a basarse en responsabilidad. De mando a informacién Hacia 1970, la informacién empezé a transformar las organi- zaciones. Pronto aprendimos que la introduccién de informa- cién como elemento estructural y orgdnico de las organiza- ciones significa la eliminacién de muchos niveles gerenciales, si no de todos. En la organizacién tradicional 1a mayoria de los llamados gerentes en realidad no administran. Transmiten 6rdenes de arriba abajo e informacién de abajo arriba. Estan de sobra cuando todos disponen de informacién. El modelo adecuado para la organizacién basada en infor- macién no es el de las fuerzas armadas, ni siquiera en su forma La organizacién basada en la responsabilidad 119 modificada; es la orquesta sinfénica, en la cual cada ejecutante toca directamente y sin intermediario para el “jefe ejecutivo”, que para el caso es el director, y puede hacerlo asi porque todos tienen la misma partitura, es decir, la misma informa- cién. O es como ei combo de jazz, en el cual cada ejecutante asume la responsabilidad de la “partitura”. Pero tenemos que ir mucho més alld de Ja organizacién basada en informacién. Tenemos que pasar a la organizacién basada en responsabilidad. En el trabajo de conocimiento, la organizaci6n se compone de especialistas, cada uno de los cuales sabe mds sobre su propia especialidad que ninguna otra persona en la empresa. En la organizacién de tipo antiguo se suponia que el superior sabia lo que estaba haciendo el subalterno, pues s6lo unos pocos afios antes, el superior habia ocupado la posicion del subalterno. En la organizacién basada en conocimiento se tiene que suponer, por el contrario, que los superiores no conocen el oficio de los subalternos. Nunca lo han hecho. El director de orquesta tal vez no sepa tocar el oboe, pero si sabe qué debe aportar este instrumento. El cirujano sabe lo que debe aportar el anestesista a pesar de que no le pueda decir a éste como hacer su oficio. Sin embargo, tanto el director de orquesta como el cirujano pueden evaluar el rendimiento de sus colegas de equipo. Pero en la organizacién basada en conocimiento, con frecuencia no hay nadie que sepa lo su- ficiente acerca del trabajo del especialista para justipreciar lo que éste aporta. El personal de marketing no sabe lo suficiente para evaluar el rendimiento de los investigadores de mercados. Ni siquiera entiende su lenguaje ni sus técnicas estadisticas. Los gerentes de ventas probablemente nunca han hecho una proyeccién de ventas ni una fijacién de precios. Quiz no sepan lo suficiente para decirles a los proyectistas y a los fijadores de precios lo que deben hacer. De modo andlogo, los admi- nistradores del hospital quiz4 nunca han hecho pruebas cli- nicas y tal vez no pueden decirle al patélogo 0 al laboratorio médico qué es una buena prueba ni cémo se hace. En las fuerzas armadas de hoy, el comandante de una escuadrilla aérea quizd no pueda decirle a su jefe de tripulacién qué es 120 La sociedad buen mantenimiento ni mucho menos cémo hacerlo. Hasta en los talleres de las fabricas, especialmente en las de produccién altamente automatizada, los trabajadores tienen cada vez mayor conocimiento de su oficio que su supervisor. De informacién a responsabilidad La organizacién basada en conaocimiento requiere, pues, que cada’ |G Fesponsable de los objetivos, la contribu- cién — y hasta de la conducta. Esto implica que todos los miembros de la organizacién piensen a fondo en sus objetivos y en su contribucidn y asuman la responsabilidad de ambas cosas. Implica que no hay “su- balternos”; sélo hay “asociados”. Ademas, en la organizacién basada en conocimiento, todos los miembros tienen que estar en capacidad de controlar su propio trabajo mediante la retroinformacién, de sus resultados a sus objetivos. (Lo que hace cuarenta afios, en mi libro de 1954, The Practice of Management, yo Mamé “administracién por objetivos” y autocontrol.) Es necesario, igualmente, que todos los miem- bros se pregunten: “,Cudl es la mayor contribucién a esta organizacién y su mision que yo puedo hacer en este momento particular?” Es necesario, en otras palabras, que todos los miembros acttien como responsables tomadores de decisio- nes. Todos los miembros deben verse a si mismos como eje- cutivos. Es también responsabilidad de todos los miembros comu- nicarles sus objetivos, sus prioridades y su proyectada con- tribucién a sus compafieros de trabajo — hacia arriba, hacia abajo y lateralmente. Y es responsabilidad de todos los miem- bros asegurarse de que sus propios objetivos concuerden con los de todo el grupo. Esta responsabilidad de pensar a fondo cual debe ser la contribucién, es decir, de pensar a fondo en las responsabi- lidades que uno tiene como trabajador de conocimiento, la tiene cada uno en la organizacién basada en conocimiento. Es responsabilidad de todos, sea cual sea su trabajo particular. Los noventa y siete técnicos de la miniaceria son legalmente La organizacién basada en la responsabilidad 121 “trabajadores”. Pero controlan mdquinas que producen tanto acero como una fbrica convencional integrada produce con mil personas. Cada uno de estos técnicos toma constantemen- te decisiones criticas en su estacién de mando electrénica. Se les puede capacitar, y necesitan capacitacién. Pero no se puede darles érdenes. Cada uno toma constantemente deci- siones que producen mayor impacto en los resultados de toda la fabrica que el que producen las decisiones incluso de gerentes de nivel medio en una siderirgica tradicional. A cada uno hay que preguntarle: “,De qué lo haremos a usted res- ponsable?” También hay que preguntarle: “zQué informacién necesita usted?” Y a su vez: “Qué informacion nos debe dar usted a nosotros?” Esto significa, pues, que cada trabajador tiene que participar en las decisiones acerca de qué equipo Se 1 nect cesita; cémo se debe programar el trabajo; y, sin duda, Sérla-politica’ comercial de toda la fabrica. En la miniaceria, todo el grupo constituye un solo equipo, en el cual cada miembro tiene 1a responsabilidad del rendimiento de toda la organizacién. Hasta las organizaciones que a primera vista sélo hacen trabajo no calificado, necesitan ser reestructuradas como organizaciones basadas en responsabilidad. Unas pocas com- pagifas — una en Dinamarca, una en los Estados Unidos, una en el Japén — han tenido éxito en fomentar grandemente la productividad de las personas que realizan trabajo no califi- cado o manual, como el de los trabajadores de mantenimiento en hospitales, fabricas y edificios de oficinas. Han alcanzado esos aumentos de productividad exigiéndoles responsabilidad a los mds humildes de sus empleados — a los que empiezan con balde y escoba a fregar pisos 0 a Jos que asean las oficinas después de las horas de trabajo — en cuanto a los objetivos, la contribucién y el desempefio de todo el equipo. Estas personas saben més sobre el trabajo que cualquiera otra. Y si se les hace responsables, acttian con sentido de respon- sabilidad. 122 La sociedad Hacer que todos contribuyan Hoy se habla mucho de “autorizar” y “facultar” a los traba- jadores. Estos términos expresan la muerte de la organizacién basada en mando y control. Pero son también términos de poder y de rango, como eran los viejos términos. Debiamos hablar més bien de responsabilidad y de contribucién. Porque el poder sin responsabilidad no es poder en absoluto; es irresponsabilidad. Lo que debemos buscar es hacer a la gente responsable. Lo que debemos preguntar no es: “A qué tiene usted dere- cho?” sino “De qué debe ser usted responsable?” El deber__ de la administracién en la organizacion basada en conocimien-_ to no €6 hacér a todos jefes. Es hacer que todos contribuyan. Segunda parte El Estado 6 Del Estado-nacion al megaestado En la sociedad postcapitalista, los cambios en Ja estructura politica y en el cuerpo politico de la nacién son tan grandes como los cambios en la sociedad y en la estructura social. Son de amplitud mundial. Y son igualmente un hecho consumado. El orden mundial de ayer est4 desapareciendo répidamente en tanto que el orden mundial del mafiana no ha aparecido todavia. Por consiguiente, no estamos frente al “nuevo orden “mundial” que invocan constantemerite nuestros politicos. Estamos frente a un nuevo desorden mundial y no sabemos por cudnto tiempo. En la estructura politica y en el cuerpo politico de la nacién también estamos pasando a una edad “post”, la edad del Estado. Ppostsoberano. Ya conocemos las nuevas fuerzas — y son muy distintas de.las que gobernaron la estructura politica y el cuerpo politico de la nacién durante los tiitimos 400 aiios. Conocemos las nuevas demandas, y podemos esbozar algunas de ellas — tal vez la mayor parte, No conocemos, en cambio, las respuestas, las soluciones, las nuevas integraciones. Todavia mas que en la sociedad y en la estructura social, los 126 ElEstado actores en el escenario — politicos, diplomaticos, empleados ptblicos, cientificos politicos y politélogos — hablan y escri- ben con términos de ayer y, en general, actiian — y, cierta- mente, tienen que actuar — sobre los supuestos de ayer y sobre la base de las realidades de ayer. La paradoja del Estado-nacién Todo el mundo sabe, y todos los textos de historia ensefian, que los tiltimos 400 afios han sido los siglos del Estado-nacién occidental. Y por esta vez, lo que todo el mundo sabe es la verdad — ( pero una verdad paraddjica porque los grandes movimientos politicos de estos cuatro siglos fueron todos esfuerzos por ‘trascender el Estado-nacién y reemplazarlo por un sistema politico transnacional, bien fuera un imperio colonial, o bien un superestado europeo (0 asidtico). Estos fueron los siglos en que aparecieron y cayeron los grandes imperios coloniales — los de Espasia y Portugal, que surgieron en el siglo XVI y cayeron a principios del siglo XIX; después, empezando en el siglo XVII y siguiendo hasta el XX, los imperios de Inglaterra, Holanda, Francia y Rusia. En cuanto aparecia un nuevo actor principal en el escenario de la historia mundial, inmediatamen- te empezaba a trascender el Estado-nacién y a transformarlo en imperio — Alemania e Italia, recién unificadas, se dedicaron ala expansi6n colonial entre 1880 y la Primera Guerra Mundial, ¢ Italia volvié a intentarlo en los aiios 30. Hasta los Estados Unidos se convirtieron en potencia colonial a principios del siglo XX. Y lo mismo, el tinico pais no occidental que se hizo Estado-nacién, el Japon. En Europa misma, cuna del Estado-nacién, estos cuatro ° siglos fueron dominados por una tentativa tras otra de esta- blecer un superestado transnacional. Seis veces en este pe- riodo, un Estado-nacién europeo traté de convertirse en amo de Europa y transformar el Estado-nacién en un superestado europeo bajo su control y dominio. La primera tentativa en ese sentido la hizo Espafia, empe- zando a mediados del sigio XVI, cuando ella misma apenas Del Estado-nacion al megaestado 127 surgia como nacién unificada de un conjunto de pequefios reinos discolos, ducados, condados y ciudades libres, preca- riamente unidos en la persona del principe. Espafia no aban- doné el suefio de dominar a Europa hasta cien afios después, cuando ya estaba casi arruinada econémica y militarmente. Casi inmediatamente después, Francia, primero bajo Richelieu y después bajo Luis XIV, siguié el ejemplo de Espaiia, y también tuvo que abandonar la tentativa setenta y cinco afios més tarde, totalmente exhausta, especialmente en materia de finanzas. Esto, empero, no disuadié a otro gobernante francés, Napoleén, de probar otra vez, apenas setenta y cinco afios después, y someter a toda Europa a veinte afios de guerras y disturbios por su ambicién de gobernar y construir un superestado europeo dominado por Francia. Posteriormente, en el siglo actual, vinieron dos guerras alemanas por el do- minio de Europa, y después de la derrota de Hitler, la tentativa de Stalin de crear, por la fuerza de las armas y por la sub- versién, una Europa gobernada por Rusia. Japén, asi como habja tratado de fundar un imperio colonial al estilo occidental en cuanto se convirtié en Estado-nacién, también siguié el ejemplo del Occidente, y traté en este siglo de crear un superestado asiatico bajo el dominio japonés. En realidad, no fue el Estado-nacién el que engendré los imperios, El Estado-nacién nacié como respuesta a las ten- vas transnacionales. El Imperio Espafiol en las Américas produjo tanto oro y tanta plata que Espafia bajo Felipe II, hijo y sucesor de Carlos V, pudo financiar el primer ejército per- manente desde las legiones romanas, la infanteria espafiola, que se podria considerar como la primera organizacién mo- derna. As{ equipada, Espafia lanzé la primera campafia por la dominacién de Europa, Ja primera tentativa de unificar el continente bajo el gobierno espafiol. Contrarrestar la amenaza espajiola fue la motivacién y el propésito declarado del inven- tor del Estado-nacién, el abogado y politico francés Jean Bodin en su libro ya citado, Six Livres de la République. Fue la amenaza espafiola lo que hizo del Estado-nacién de Bodin la causa “progresista” de toda Europa. Solo por ser tan grande y tan real esa amenaza, se aceptaron las recomendaciones de Bodin: el Estado-naci6n y sus instituciones; un servicio civil 128 El Estado centraimente controlado, responsable sélo ante el soberano; control central de las fuerzas militares y un ejército perma- nente mandado por oficiales profesionales nombrados por el gobierno central y responsables ante éste: control central de la emisién de moneda, los impuestos, las aduanas; jueces profesionales nombrados por el gobierno central, en lugar de tribunales compuestos por magnates locales. Cada una de estas recomendaciones amenazaba a algin “interés especial” poderosamente arraigado de tiempos anteriores: la iglesia auténoma y los obispos y abadias exentos de impuestos; sefiores feudales de todos los tamafios, cada uno con sus propios vasallos armados y que sélo a él debian lealtad, y cada uno con su propia jurisdiccién y poder de imponer contribu- ciones; ciudades libres y gremios artesanales auténomos, y muchisimas mas. Ante la amenaza espafiola no habia otra alternativa; o someterse a Ja soberania nacional, o ser con- quistados por un soberano extranjero. De ahi en adelante prdcticamente todos los cambios en la estructura politica del Estado-nacién europeo fueron causados — o por lo menos provocados — por similares tentativas de obtener el dominio de Europa y reemplazar el Estado-naci6n por un superestado dominado sucesivamente por Francia, Alemania o Rusia. Podria esperarse, pues, que los cientificos politicos hubie- ran estudiado el imperio colonial y hubieran desarrollado una teorfa politica al respecto. No han hecho ni lo uno ni lo otro. Se han concentrado en la teoria politica y en las instituciones del Estado-nacién. Era de esperar que los historiadores hu- bieran estudiado también los superestados europeos. Pero en todas las universidades, las prestigiosas catedras de historia son c4tedras de historia nacional. Los famosos libros de historia tratan todos del Estado-nacién, bien sea Inglaterra 0 Francia, los Estados Unidos o Espaiia, Alemania, Italia o Rusia. Hasta en la Gran Bretafia — sefiora del mds grande de los imperios coloniales, y durante muchos afios el mds préspero — el estudio y la ensefianza de la historia se centran en el Estado-naci6n. Los Estados Unidos son casi el inico pais que ha producido un gran historiador que se preocupara por el imperio més bien que por el Estado-nacién: William Prescott (1796-1859), en sus Del Estado-nacién al megaestado 129 historias de la conquista de México y del Peri. Un historiador francés de primera linea, Fernand Braudel (1902-1985) no se limité a estudiar el Estado-nacion. Su visién abareé a toda Europa y al mundo entero; pero Braudel fue un historiador econémico y social mds bien que politico. Los mds grandes historiadores alemanes del siglo XIX, los dos que mas que nadie establecieron la historia como una ciencia, Leopold von Ranke (1795-1886) y Theodor Mommsen (1817-1903), no se limitaron a escribir historia alemana. Una de Jas principales obras de Ranke, por ejemplo, fue una historia de los papas. La obra mas grande de Mommsen fue la historia de Roma. Pero aun ellos pasaron por alto la tendencia imperial de la politica moderna, y trataron las tentativas de dominacién de Europa como parte de una historia nacional, esto es, historia de Alemania, o de Francia, o de Italia mas bien que como sucesos que trascienden el Estado-nacién y como tentativas de reem- plazarlo por una estructura politica transnacional. Una raz6n de que no se haya estudiado el imperio y el superestado es que ninguno de ellos desarrollé instituciones. Sin duda, la Camara de los Lores de Londres era la corte de apelaciones de Ultima instancia para todas las posesiones briténicas; pero esto era completamente incidental por ser dicha c4mara la corte de apelacién para las Islas Britanicas. De modo similar, el Parlamento era, en teoria, el cuerpo le- gislativo para todas las posesiones britanicas, pero todos sus miembros eran elegidos dentro del Reino Unido, o sea dentro de las Islas Britanicas. Muy rara vez, y s6lo en tiempos de crisis, se interesé por asuntos que no fueran del Reino Unido. El rey o la reina reinaban sobre todo el Imperio Britanico; sin embargo, ningtin monarca visité cualquiera de las posesiones briténicas hasta que dejaron de ser posesiones. es decir. cuando ya el Imperio se habia desintegrado (cuando la reina actual Isabel II empezé a visitar los paises del antiguo Imperio). Y, sin embargo, la Gran Bretafia se acercéd mds que ningin otro pais a construir un imperio. Los imperios coloniales no fueron ficcién, pero no eran imperios. Fueron Estados-nacién con posesiones coloniales. Basta compararlos con Ia estructura politica de la cual deri- varon su nombre: el Imperio Romano. La edad de los imperios 130 El Estado coloniales duré casi tanto como el Imperio Romano — 400 afios. Hubo, pues, tiempo mds que suficiente para que se operara una integracién politica, social y econémica entre la madre patria y el imperio. Pero esto ni siquiera se intents. Los tres grandes emperadores romanos después de Augusto — Trajano (reiné 98-117 d. de J.C.), Adriano (reiné 117-138 d. de J.C.) y Diocieciano (284-305 d. de J.C.) eran coloniales; Trajano y Adriano nacieron y se criaron en Espaiia, Diocleciano en Jo que fue después Yugoslavia. No eran de raza latina. Los dos primeros eran probablemente beréberes. Diocleciano era ilirio o eslavo. Pero gse puede uno imaginar al norteamericano George Washington (1732-1799), al sudafricano Jan Smuts (1875-1950) o al hindi Jawaharlal Nehru (1889-1969) como primeros ministros briténicos? Y, sin embargo, fueron los lideres politicos mds eminentes de habla inglesa y de cultura inglesa de su tiempo, esto es, respectivamente, fines del siglo XVII, después de la Primera Guerra Mundial y después de la derrota de Churchill en la eleccién general que siguié a la Segunda Guerra Mundial. De los dos grandes escritores clasicos latinos, uno de ellos San Agustin (354-430), nacié y se crié en el interior de lo que es hoy Argelia, y probablemente era de ascendencia beréber. Su contempordneo San Jerénimo (340-420) era esloveno, nacido no lejos de la actual Liubliana. Pas6 sus afios formativos en Ja ciudad alemana de Tréveris y realizé su obra mas im- portante, la traduccion de la Biblia al latin, mientras vivid en Jerusalén y Belén, El legado mas duradero del Imperio Roma- no, que todavia es la base de la legislacién y la jurisprudencia en Europa, fue la codificacién de las leyes (el Codex Iuris Civilis) escrito en latin. Pero fue compilado en Constantinopla donde se hablaba griego, y por orden de un emperador que también hablaba griego, Justiniano (483-565), por eruditos, de los cuales ninguno era romano, y en una época en que el Imperio de Occidente de habla latina ya habia sucumbido a los barbaros. Durante centenares de atios después de la caida de Roma, las personas educadas del antiguo Imperio, y aun los cristia- nos mas piadosos se consideraban romanos, se educaban en Del Estado-nacién al megaestado 181 el latin de Cicerén y afioraban Ja antigua gloria de Roma y los tiempos de Augusto, Trajano y Adriano. En las trece colonias originales de los Estados Unidos habia muchos colonos — especialmente entre las clases altas — que se consideraban ingleses mds bien que americanos durante la Guerra de Independencia, es decir, cuando empezé a fraccionarse uno de los imperios modernos. Pero estos rea- listas americanos eran Ia excepci6n. Pocos colonos en México, Colombia o el Brasil deploraron la desaparicién de los imperios espafiol y portugués, y menos aun lamentaron la desaparicién de los imperios del siglo XX, los de Inglaterra, Francia, Holanda y el Japon. La dominacién britanica en la India engendré un ntmero sorprendentemente grande de individuos de una dis- tinguida clase alta, verdaderamente biculturales, muchos de ellos educados en las mejores universidades inglesas y todos conocedores de la poesia inglesa, de Shakespeare, del derecho, la filosofia constitucional y la historia de Inglaterra. Sin embargo, ninguno de ellos se aferré al imperio o a Ja conexién imperial. Ninguno traté de encontrar una solucién constitu- cional para preservar la comunidad cultural del Imperio mien- tras se establecia Ja autonomia politica de la India. Por el contrario, ellos fueron los agitadores mds activos y mds in- transigentes en favor de la independencia de la India y de un estado hindi auténomo. MAs sorprendente atin es la falta de integracién en el Imperio Soviético. Ucranianos, rusos blancos, armenios, georgianos, alemanes — en realidad, individuos de todas las razas euro- peas (excepto judios y polacos catélicos) — habian sido tra- tados durante siglos como iguales, tanto en la Rusia zarista como en la Rusia comunista. Todo lo que tenian que hacer era aprender ruso. Un gran mimero de generales y ministros zaristas eran de origen aleman, como el conde Witte, el primer ministro reformista del ultimo zar. Stalin era georgiano; y el tiltimo jefe de estado mayor del ejército soviético era ucraniano. Sin embargo, a medida que se disuelve el Imperio Soviético, practicamente no hay ningin sentimiento proimpe- rio ni partido politico proimperio ni movimiento proimperio. La resistencia ha sido enteramente en nombre del naciona- lismo mas bien que del Imperio. Rusos étnicos que viven en 132 El Estado lo que ha venido a ser un nuevo Estado-nacién, v. gr., Moldavia o Latvia, protestan de que se les haga moldavos o latvios y exigen su propia independencia. Esta incapacidad de los imperios coloniales para ser algo, mds que abstracciones administrativas, es decir, su incapa- cidad para convertirse en sociedades politicas, es tanto mAs; paraddjica cuanto que todas nacieron de una manera tan facil — le da a uno la tentacién de decir que “naturalmente". Mien- | tras que el Imperio Romano se establecié tras una serie de sangrientas guerras, los modernos imperios coloniales se es- tablecieron con un minimo de lucha. Ciertamente, los ingleses pelearon en la India — pero principalmente contra los fran-- ceses, no contra los gobernantes hindtes. Hicieron una guerra terrible contra los boers de Sudafrica pero fuera de esto, el Imperio Briténico se establecié con poca violencia, salvo es- caramuzas locales en que no tomaban parte mds de un millar de soldados ingleses. El motin de la India de 1857 fue la tni- ca sublevacién importante contra la dominacién britanica en los 150 afios entre la independencia de los Estados Uni- dos y la secesién de Irlanda después de la Primera Guerra Mundial. De modo similar, la inica resistencia prolongada que en- contraron los rusos a la extensién de su imperio fue en el Caucaso, no en Ucrania, ni en los Estados del Béltico (anexa- dos en el siglo XVII), ni en Asia central. Las batallas que tuvieron que dar los franceses para establecer su Imperio en Asia sudoriental y en Africa fueron igualmente simples esca- ramuzas con participacién de menos soldados de los que Francia — o cualquier otro pais europeo — comprometia en conflictos fronterizos triviales e insignificantes en Europa. Apesar de todo, en cuanto una potencia europea (o el Japén) daba sefiales de debilidad, su imperio se derrumbaba; y se fraccionaba en Estados-nacion. Hasta los “dominios blancos” del Imperio Britanico — Australia, el Canad4, Nueva Zelanda — pese a que se enorgullecian de su herencia y tradicién cultural ingiesa, se transformaron en Estados-nacion apenas dejaron de ser colonias. No se disponia de ninguna otra forma de integracién politica. El imperio moderno carecia de poder integrador. El Estado- Del Estado-nacién al megaestado 133 nacién era el tinico capaz de integrar, de formar un cuerpo politico — es decir, una sociedad politica — y crear ciudadania. En Europa tampoco pudo ninguno de los conquistadores integrar el superestado en una estructura politica. Lo imico que lograron hacer — desde Felipe II hasta Stalin — fue so- juzgar por la fuerza bruta. Y esto a pesar de que tres de las tentativas de crear superestados se acompafiaron de ideologias de poderoso atractivo: la de Napoleén con la ideologia de la Revolucién Francesa, Liberté, Egalité, Fraternité; la de Hitler con la ideologia de odio, envidia y antisemitismo (que tiene més atractivo de lo que quisiéramos reconocer, lo cual en gran parte explica por qué hubo apaciguamiento mds bien que resistencia en todos los paises del continente hasta que Hitler los conquisté); y la de Stalin con la ideologia del socialismo marxista que durante cien afios ejercié el mayor atractivo desde el cristianismo. Hasta la tentativa japonesa de crear un superestado panasiatico se basé en una ideologia poderosa, antioccidentalismo y anticolonialismo. Sin embargo, todas estas tentativas fracasaron por su incapacidad para convertir los territorios conquistados en estructuras politicas, por no haber podido construir instituciones politicas, por no haber creado nada que se pareciera ni remotamente a la afirmacién de San Pablo: Civis romanus sum (Soy ciudadano romano). Pablo era judio por religién y por raza, griego por cultura e idioma; pero el “Soy ciudadano romano” fue una afirmacién més alta, una apelacién a una ley superior y una afirmacién de identidad politica superior a la geografia, a la raza y al idioma. Todos los imperios modernos y todos los superestados fracasaron por no haber podido trascender el Estado-nacién ni mucho menos ser sus sucesores. Pero siendo el Estado-nacién 1a tnica realidad politica en los siglos de imperios y superestados, se transformé profun- damente en los ultimos cien afios. Se transmuté en el 5 ciedad cit 134 ELEstado Las dimensiones del megaestado ~ En 1870 el Estado-nacién habia triunfado en todas partes — hasta en Austria, que se habia convertido en Austria-Hungria, federacién de dos Estados-nacién. Los Estados-naci6n de 1870 seguian siendo y actuando como el que inventé Bodin 300 aftos antes. Pero un siglo después, en 1970, el Estado-nacién no se parecia al de Bodin ni siquiera al de 1870. Se habia transmu- tado en el megaestado — tal vez de la misma especie que su progenitor de 1870, pero tan distinto de éste como la pantera Jo es del gato.” Ei Estado-nacién tenfa por objeto ser el guardian de la go- El megaes' ciedad,. Y¥ en su forma extrema, el totalitarismo reemplazé por com- * pleto la sociedad civil. En el totalitarismo toda la sociedad es sociedad politica. Fl Estado-acién se disefid para proteger tanto la vida y la~ libertad del civdadano como su propiedad contra actos arbi- trarios del soberano. El megaestado, aun en su forma més moderada, que es la angloamericana, considera que el ciuda- dano sélo es propietario hasta donde lo permite el recaudador de impuestos. Como lo indicé Joseph Schumpeter (1883-1950) en su ensayo de 1918, Der Steuerstaat (el Estado fiscal), el megaestado afirma que los ciudadanos sélo_ son propi de lo que el Estado, expresa o técitamente, les i El Estado-nacion de Bodin tenia como la pri funciones el mantenimiento de Ja sociedad civil, sobre todo en tiempo de guerra. Esto es, en realidad, lo que significa la “defensa nacional”. El megaestado ha venido desdituzjando la distinci6n entre la paz y la guerra. En lugar de paz tenemos guerra fria. 41 primero que entendié esto no fue un cientifico ni un politico sino un novelista, Franz Kafka (1863-1924). Sus dos novelas, El proceso y El castillo, ambas publicadas después de su muerte, contienen el primer andlisis del magaestado y el més penetrante. Del Estado-nacién al megaestado 135 El Estado-nodriza La mutacién del Estado-naciéx: en el megaesta jos Ultimo: ai a fue la invencién del estado paternalista por Bismarck en ios afios 80 del siglo pasado. Su meta era combatir la crecierite ola socialista. Fue una respuesta a la amenaza de la lucha de clases. Hasta entonces, el gobierno se habia visto exclusiva- mente como una entidad politica. Bismarck hizo del gobierno una entidad social. Sus propias medidas de beneficencia — seguro de salud; seguro co:ttra accidentes industriales; pea- siones de vejez (seguidas ‘reinxa afics después de la Primera Guerra Mundial por el invento inglés de beneficios de desem- pleo) — eran modestas. Peo et principio era radical; y ese principio ha tenido mucho mayor efecto que las acciones individuales levadas a cabo en su nombre. En el sistema alemén de seguro de salud, todas las personas empleadas y sus familias tienen que asegurarse contra la enfermedad, pero con libertad para escoger compafiia de seguros, y estas compaiiias generalmente no son gubernamen- tales. Los pagos por desempleo, tales como los instituyeron los ingleses, hicieron del Estado una compaiiia de seguros; pero aqui también el Estado actuaba exclusivamente como una entidad fiscal. E1 seguro social que Ilevé el Estado paternalista alos Estados Unidos en 1935-1936, se organiz6 sobre el mismo principio, Lo mismo, en general, las otras medidas sociales del New Deal, v. gr.. los subsidios a la agricultura o pagos por poner la tierra en el “banco de suelos”, lo cual aseguré tanto reducciones en los excedentes de Ja produccién agricola como pagos de beneficencia a los agricultores. En los afios 20 y 30, comunistas, fascistas y nazis se apoderaron de las instituciones sociales. Pero en las demo- cracias, el gobierno todavia se limitaba a asegurar o cuando mucho ofrecia pagos. En general. se abstuvo de hacer el tra- bajo social o de obligar a sus ciudadanos a observar una determinada conducta social. Esto cambié répidamente después de la Segunda Guerra Mundial. De ser proveedor, el Estado pasé aser administrador. 136 ElEstado La tiltima medida del Estado paternalista tradicional y proba- blemente la de mas éxito, como se dijo anteriormente, fue la Carta de Derechos de los Veteranos Estadounidenses, apro- pada inmediatamente después de la guerra. Les dio a todos los veteranos que regresaban a los Estados Unidos los medios de asistir a la universidad y adquirir educacién superior. El gobierno no pretendié dictar a qué universidad debian asistir. No traté de administrar ninguna. Ofrecié el dinero si el vete- rano queria estudiar. Era éste el que decidia a donde acudiria y qué estudiaria, Y ninguna universidad estaba obligada a aceptar determinada solicitud. El otro programa social importante del periodo inmediato de Ja postguerra, el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretafia, fue el primero (fuera de los paises totalitarios) que llevé al gobierno més all4 de ser asegurador 0 proveedor. Pero sélo en parte. En el cuidado médico comun y corriente, el gobierno es una compafifa de seguros que le reembolsa al médico que atiende al paciente, pero el médico no tiene que ser empleado del gobierno, ni el paciente esta limitado en modo alguno en su eleccién de médico. En cambio los hospitales y el cuidado hospitalario si fueron tomados por el gobierno bajo el Servicio Nacional de Salud. Los que trabajaban en los hospitales se convirtieron en empleados publicos; y el gobierno realmente administra los hospitales. Este fue el primer paso hacia el cambio de papel del gobierno en 1a esfera social. E1 gobierno dejé de ser el reglamentador. el facilitador, el asegurador, el agente pagador. Vino a ser el hacedor y el administrador. “En 1960 ya era doctrina aceptada en todos los paises desarrollados del Occidente que el gobierno es el hacedor ‘\.apropiado para todos los programas y.todas las tareas sociales. En efecto, la actividad privada no gubernamental en la esfera me social se hizo sospechosa; los buenos liberales la considera- | ron reaccionaria o discriminatoria. En los Estados Unidos, el gobierno se convirtié en el hacedor en la esfera social, en la tentativa por cambiar el comportamiento humano en una sociedad multirracial por accién u orden gubernamental. Este es el unico caso hasta ahora, fuera de los paises totalitarios, en que el gobierno ha tratado de ordenar cambios en los valores sociales y el comportamiento individual. Del Estado-nacién al megaestado 137 El megaestado como amo de Ia economia A fines del siglo XIX, ef Estado-nacién se estaba convirtiendo en una entidad econémica. Los primeros pasos se dieron en los Estados Unidos, donde se inventaron tanto la reglamen- tacién gubernamental de los negocios como la propiedad oficial de los nuevos negocios de la economia capitalista. Empezando en los aiios 70 del siglo pasado, los Estados Unidos estable- cieron gradualmente la reglamentacién de los negocios: la banca, los ferrocarriles, la energia eléctrica, los teléfonos. Esta reglamentacién oficial — uno de los inventos politicos mas originales del siglo XIX y que al principio tuvo un éxito in- menso — se vio claramente desde el principio como una tercera posicién entre el capitalismo desenfrenado y el socialismo, y como una respuesta a las tensiones y los problemas creados por la r4pida difusién del Capitalismo y la tecnologia. Pocos afios después, los Estados Unidos empezaron a aduefiarse de los negocios — primero en los afios 80 del siglo pasado, en el Estado de Nebraska bajo el liderazgo de William Jennings Bryan (1860-1929). Unos pocos afios después, entre 1897 y 1900, Karl Lueger (1844-1910), alcalde de Viena, en forma similar, expropié e hizo de propiedad municipal las empresas de tranvias, de energia eléctrica y de gas en la capital de Austria. Lo mismo que Bismarck, quien habia actuado para combatir el socialismo, ni Bryan ni Lueger eran socialistas. Ambos eran lo que en los Estados Unidos se lama “populis- tas”. Ambos vieron la propiedad gubernamental principalmen- te como una manera de aliviar Ja guerra de clases que se enardecia entre el capital y el trabajo. Sin embargo, eran pocas las personas en el siglo XIX — ex{\ realidad, pocas las personas antes de 1929 — que creyeran que el gobierno debia o podia manejar la economia — por no decir nada de controlar las recesiones y las depresiones. Los economistas creian que la economia de mercado se regula a s{ misma. Hasta los socialistas crefan que la economia se’ regularia a si misma una vez que fuera abolida la propiedad privada. El deber del Estado-nacién y de su gobierno era mantener las condiciones apropiadas para el crecimiento econémico y la prosperidad — mediante él mantenimiento de 7 138 ElEstado una moneda estable y bajos impuestos, y fomentando el ahorro. | El “clima” econémico, es decir las fluctuaciones de la econo- mia, se consideraba ajeno a todo control, entre otras cosas _ porque sus causas eran probablemente sucesos del mercado mundial mds bien que sucesos dentro de la nacién misma., . ~La Gran Depresién dio origen a la creencia de que el go- bierno nacional si puede y debe controlar el clima econémico. John Maynard Keynes (1883-1946) afirmé primero que la economia nacional esta aislada de la economfa mundial, por lo menos en paises de tamafio mediano y grande. Después sostuvo que esta economfa nacional aislada es totalmente determinada por la politica gubernamental, es decir, por el gasto piblico. Por mds que los economistas de hoy.disientan de Keynes en otros puntos, todos — los partidarios de Friedman, de la economia de la oferta y otros postkeynesianos — siguen a Keynes en estos dos postulados. Todos hacen al Estado-nacién y a su gobierno amo de la economia nacional y el controlador de su clima econémic El Estado fiscal Las dos guerras mundiales de este siglo convirtieron al Estado- nacion en el Estado fiscal. Hasta la Primera Guerra Mundial, ningiin gobierno en Ja historia, ni siquiera en tiempo de guerra, habia podido obtener de su pueblo mds que una fraccién muy pequefia del ingreso nacional del pais, tal vez el 5% o el 6%. Pero en la Primera Guerra Mundial, todos los paises belige- rantes, aun los mas pobres, descubrieron que practicamente no hab/a limite a lo que el gobierno podfa extraer de la po- ‘blacién. Ya entonces las economias de todos los paises be- ligerantes estaban completamente monetizadas y, en conse- cuencia, los dos paises mds pobres, Austria-Hungria y Rusia, pudieron obtener por impuestos y endeudamiento, en varios afios de la Primera Guerra Mundial, mds que el ingreso anual total de sus respectivas poblaciones. Se las arreglaron para liquidar capital acumulado en varios decenios, si no siglos, y convertirlo en material de guerra. Joseph Schumpeter, que entonces vivia todavia en Austria, Del Estado-nacién al megaestado 139 entendié inmediatamente lo que habia ocurrido. Pero los dem4s economistas y la mayoria de los gobiernos necesitaron una segunda leccién — la Segunda Guerra Mundial. De enton- ces acd, todos los paises desarrollados y muchos en vias de Mesarrollo se han convertido_en Estados fiscales. Todos al Uegado a creer que no existe limite econdmico a lo que el gobierno puede obtener por impuestos o endeudamiento, mf por consiguiente, no hay limite a lo que puede gastar. Lo que sefialé Schumpeter fue que, desde que hay gobier- nos, él proceso de presupuestar ha empezado con el calculo ‘de las rentas disponibles. Después, los gastos se ajustan a esas rentas. Y como la abundancia de las “buenas causas” no tiene limites y la demanda de gastos es, por tanto, infinita, el proceso de presupuestar consistia principalmente en decidir cuando decir que “no”. Sabiendo que las rentas eran limitadas, los gobiernos, tanto en las democracias como en las monar- quias absolutas, como Ja Rusia zarista, operaban bajo rigidas restricciones. Estas restricciones hacian imposible que el gobierno fuera una entidad social o una entidad econémica. Pero desde la Primera Guerra Mundial, y mucho mas desde la Segunda Guerra Mundial, el proceso de presupuestar sig- nifica decir que “si”. Tradicionalmente el gobierno, la sociedad politica, disponia sélo de los medios que le concediera la sociedad civil — y eso dentro de los muy estrechos limites de un pequefio porcentaje del ingreso nacional, que era todo lo que se podfa monetizar. Sélo esa cantidad se podia convertir en impuestos y emprés- titos y, por consiguiente, en rentas para el Estado. Bajo la’ nueva ordenacién, que supone que no existen limites econd- micos a las rentas que puede obtener, el gobierno se ha convertido en amo de la sociedad civil, y la puede moldear y darle forma. Sirviéndose de las contribuciones y los gastos, el gobierno puede sobre todo, redistribuir el ingreso de la sociedad. Mediante el poder de la bolsa puede, o asi se pro- metid, darle forma a la sociedad, a imagen y semejanza del. politico. También, bajo la nueva ordenacién, es muy facil ver el ingreso nacional como perteneciente al gobierno, y los indi- viduos con derecho tnicamente a lo que el gobierno quiera 140 ElEstado permitirles. Nadie antes de 1914 — en realidad, nadie antes de 1946 —~ hablaba de “escapatorias” del impuesto. Se daba por sentado que todo pertenece al individuo, a menos que se haya traspasado expresamente al gobierno por los represen- tantes politicos de los contribuyentes, bien sea un gobierno absoluto, o bien un parlamento. Pero el término “escapatoria” implica que todo le pertenece al gobierno, a menos que algo haya sido especificamente destinado a ser retenido por el contribuyente. Y lo que el contribuyente puede conservar lo conserva sélo porque el gobierno, en su sabiduria y su generosidad, se lo permite. Desde luego, esto sdlo se hizo explicito en los paises co- munistas. Pero hasta en los Estados Unidos, y especialmente en los afios de Kennedy, se aceptaba en Washington, y espe- \ cialmente entre la burocracia oficial, que todo ingreso perte- nece al gobierno, excepcid: lo que éste de manera expresa_y explicita le permita al contribuyente conservar. El Estado de Guerra Fria El Estado paternalista; el gobierno como amo de la economia; | y el Estado fiscal — todos nacieron de problemas sociales y econémicos y de teorias sociales y econémicas. La ultima de \ las mutaciones que crearon el megaestado, el Estado de Guerra | Fria, fue una_respuesta_a la tecnologia. Su origen fue la decisién de Alemania, en los afios 90 del siglo pasado, de construir en tiempos de paz una poderosa fuerza naval disuasiva, Esto desaté la carrera armamentista. Los alemanes sabian que corrian un enorme riesgo politico, y la verdad es que la mayoria de los politicos se opusieron a esa decisién; pero los almirantes estaban convencidos de que la tecnologia no les dejaba otra alternativa. Una armada moderna significa buques blindados de acero y éstos tienen que construirse en tiempo de paz. Esperar hasta que estalle Ja guerra, como lo indicaria la politica tradicional, serfa esperar demasiado. Desde 1500, més o menos, cuando el caballero feudal se volvié obsoleto, la guerra se ha hecho con armas producidas Det Estado-nacién al megaestado 141 en instalaciones ordinarias de tiempo de paz, con un minimo de demora o adaptacién. En la Guerra de Secesién de ios Estados Unidos, cuando ya habian estallado las hostilidades, se producian a la carrera cafiones en talleres y fabricas adap- tados de la produccién de tiempo de paz. Las fabricas de tejidos cambiaron practicamente de la noche a la mafiana de producir ropa para civiles a producir uniformes. En las dos guerras mayores de la segunda mitad del siglo XIX, la Guerra de Sece- sién de los Estados Unidos (1861-1865) y la Guerra Franco- prusiana (1870-1871), pelearon principalmente civiles que vistieron el uniforme sélo pocas semanas antes de entrar en combate. La moderna tecnologia, argiifan los almirantes alemanes de 1890, cambié todo esto. La economia de tiempo de guerra no podia ya ser una adaptacién de la economia de tiempo de paz. Las dos tenian que ser separadas. Desde antes de romperse las hostilidades, tenian que prepararse tanto armas como soldados en grandes cantidades, y para producir ambas cosas, se necesitaba un largo tiempo de preparacién. En el argumento aleman estaba implicito que la defensa nacional ya no significaba mantener la guerra lejos de la sociedad y de la economia civil. En las condiciones de la__ tecnologia_moderna, la defensa significa ad estado permanente d guerra y una economia “de ti € uerra permanente. Significa el “Estado de Guerra Fria”. “EI observador politico mas agudo a fines del siglo, el lider socialista francés Jean Jaurés (1859-1914) entendié esto desde antes de la Primera Guerra Mundial. Woodrow Wilson (1856- 1924) lo aprendié en la Primera Guerra Mundial; fue la base de su propuesta de una Sociedad de las Naciones, es decir, una organizacién permanente que vigilara los armamentos nacionales. La primera tentativa para aprovechar el rearme militar como medio de control de armamentos fue la abortada Conferencia de Armamentos Navales de Washington en 1923. Pero aun después de la Segunda Guerra Mundial. los Es- tados Unidos, durante unos pocos ajios, trataron de volver al estado “normal” de tiempo de paz. Trataron de desarmarse lo mas rapidamente posible y tan completamente como fuera posible. El advenimiento de la Guerra Fria en los afios de 142 BL Bstado Truman y de Eisenhower cambié todo eso. Desde entonces el Estado de Guerra Fria ha sido la organizacién dominante de Ja politica internacional. En 1960, el megaestado se habia convertido en una realidad politica en los paises desarrollados — en todos sus aspectos: como entidad social, como amo de la economia, como Estado fiscal; y en la mayoria de los paises, como Estado de Guerra Fria. La excepcién japonesa La tinica excepcién es el Japén. Cualquiera que sea la verdad acerca del “Japén Inc.” — y hay poca verdad en lo que co- munmente se entiende en el Occidente por estas palabras —, los japoneses después de la Segunda Guerra Mundial no adop- taron el Estado de Guerra Fria. Su gobierno no traté de hacerse amo de la economia. No traté de hacerse amo de la sociedad. Mas bien se reconstruyé a si mismo después de la aplastante derrota de lo que eran en el fondo las lineas tradicionales del siglo XIX. En lo militar, por supuesto, el Japén no tenia opcién. Pero el Japon casi no instituyé programas sociales. La unica excepcién fue el seguro nacional de salud, impuesto en gran parte por los norteamericanos victoriosos durante la ocupa- cién. El Japén no nacionalizé industrias. En efecto, fue el tinico de los paises desarrollados — hasta que la Gran Bretafia, bajo Margaret Thatcher empezé a privatizar la industria en los. afios 80 — en que las industrias que habian sido nacionali- zadas con anterioridad (v. gr. la del acero) fueron devueltas a la propiedad privada. Visto a través del lente de la teoria politica tradicional, es decir, de la teoria politica del siglo XVII y principios del XIX, el Jap6n es claramente un pais “estatista”. Pero lo es en la misma forma en que lo fueron Alemania o Francia en 1880 o 1890, en comparacién con la Gran Bretaiia o los Estados Unidos. Tiene un numeroso cuerpo de servidores ptiblicos {aun cuando, proporcionalmente, no mayor que en los paises de habla inglesa). El servicio del gobierno goza de enorme prestigio y respeto, lo mismo que gozaba en 1890 en Alemania, Det Estado-nacién al megaestado 143 Austria-Hungria o Francia, En el Japon, el gobierno trabaja en intima armonia con los grandes negocios — y tampoco en esto hhay diferencia con Ja manera de trabajar los gobiernos de Europa continental con los intereses econémicos a fines del siglo XIX — y, en efecto, no se diferencia de la manera como trabajaba el gobierno estadounidense con los negocios 0 los intereses agricolas a comienzos de este siglo. Si el megaestado se toma como la norma — es decir, si la realidad mds bien que la teoria es la base para juzgar los sistemas politicos — el Japén, a partir de la Segunda Guerra Mundial, ha sido el pais en que el gobierno ha desempefiado el papel més limitado y, en realidad, el més moderado. Es en extremo poderoso en las condiciones tradicionales del siglo XIX. Es el menos prominente en las esferas en que han pe- netrado los gobiernos de este siglo en el resto del mundo. En el Japén el gobierno sigue siendo antes que todo un guardian.” ~ Durante treinta afios, a partir del final de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los afios 70, todo el mundo se movié en direccién al megaestado. El Japén ha sido la tinica excepcién. En todo el resto del mundo desarrollado, el movimiento hacia el megaestado ha sido universal, y los paises en vias de desarrollo han seguido r4pidamente el ejemplo. No bien se formaba un nuevo Estado- nacién, surgido de la disolucién de un imperio, adoptaba la nueva politica militar, o sea la organizacién de un estableci- miento militar en tiempo de paz y Ia construccién, 0 por lo menos adquisicién por adelantado de las armas que podria *En 1915, el brillante socidlogo estadounidense Thorstein Veblen (1887-1929), en un libro titulado Imperial Germany and the Industrial Revolution, traté de explicar el surgimiento de Alemania ala dominacién econémica. Dos tercios de siglo después, un economista nosteamericano, Chalmers Johnson, uno de los principales expertos del pafs en politica econémica japonesa, traté igualmente de explicar el surgimiento del Jap6n a la posicién de gran potencia econémica en un libro titulado Miti and the Japanese Miracle (Stanford University Press, 1982). Johnson claramente cree que las politicas econémicas japonesas en el periodo de postguerra fueron inventos de origen puramente japonés. Sin embargo, las politicas que describe Veblen como razones del crecimiento econémico casi explosivo de Alemania en los cuarenta afios que precedieron a la Primera Guerra Mundial tienen un parecido impresionante con las que describe Johnson. 144 EtEstado necesitar en caso de guerra. Trataba inmediatamente de ob- tener el control de la sociedad. Trataba de_utilizar_¢l_meca- nismo tributario para redistribuir el ingreso, Finalmente, tra- ‘ faba, casi sin excepcion, de hacerse administrador y, en gran parte, propietario de la économia. “Por lo que hace a las libertades politica, intelectual y re- ligiosa, los paises totalitarios (especialmente los stalinistas) y las democracias (que durante muchos afios fueron princi- palmente los paises de habla inglesa) eran antitesis totales. Pero en cuanto a la teorfa subyacente de gobierno, estos sistemas diferian mds en grado que en sustancia. Las demo- cracias diferfan en cémo hacer las cosas. Diferian menos con respecto a las cosas que se debian hacer. Todos veian el gobierno como amo de la sociedad y amo de la economia. Y todos veian “la paz” como una “Guerra Fria”. ¢éHa funcionado el megaestado? ¢Ha funcionado el megaestado? En sus manifestaciones ex- tremas, el totalitarismo, sea nazi o comunista, ciertamente ha sido un fracaso total — sin una sola caracteristica que lo redima. Se podria sostener que el Estado de Guerra Fria funcion6 militarmente para la Unidén Soviética, pues durante cuarenta afios ésta fue una superpotencia militar. Pero la carga econémica y social del establecimiento militar fue tan grande que llegé a ser insoportable. Ciertamente, ello contribuyé muchisimo al colapso del comunismo y de todo el Imperio Soviético. Pero gen su forma mds moderada, ha funcionado el megaestado? ¢Ha funcionado en los paises desarrollados de Europa occidental y en los Estados Unidos? La respuesta es: No mucho mejor. En general, ha sido un fiasco casi tan grande alli como en la Alemania de Hitler o en la Rusia de Stalin. El megaestado ha tenido menos éxito como Estado fiscal. : En ninguna parte ha logrado producir una redistribucién | significativa del ingreso. En realidad, los tltimos cuarenta , afios han confirmado ampliamente la ley de Pareto — llamada ( asi por el economista suizo-italiano Vilfredo Pareto (1848. Del Estado-nacién al megaestado 145 1923), seguin la cual la distribucién del ingreso entre las gran-- des clases de la sociedad se determina por dos factores unica- mente: la cultura de la sociedad y el nivel de productividad de la economia. Cuanto mas productiva sea una economia, mayor sera la igualdad de los ingresos; cuanto menos productiva, mayor seré la desigualdad. Los impuestos, segin la ley de Pa- reto, no pueden modificar esto. Pero los partidarios del Estado fiscal basaban su argumento en gran parte en la aseveracién de que los impuestos podian cambiar de manera eficaz y ~ permanente la distribucién del ingreso. Toda nuestra experien- cia de los ultimos cuarenta afios refuta esta afirmacién. El caso mas claro es la Unién Soviética. Dedicada oficial- mente a la igualdad, establecié una nomenklatura muy grande de funcionarios privilegiados que gozaban de niveles de ingre- sos muy superiores a cuanto gozaron aun los ricos bajo los zares. Cuanto mds se estancaba la productividad soviética, mayor se hacia la desigualdad de los ingresos. Pero los Estados Unidos también ofrecen un buen ejemplo. Mientras la produc- tividad fue en aumento, o sea hasta los ultimos afios 60 o primeros 70, la igualdad de la distribucién del ingreso aument6 constantemente. Si bien los ricos seguian enriqueciéndose, los pobres se enriquecian mds velozmente, y la clase media se enriquecia con mayor rapidez atin. Apenas disminuyeron © desaparecieron los aumentos de productividad — es decir, empezando con Ja Guerra del Vietnam —, la desigualdad de ingresos empezé a aumentar, sin que los impuestos influyeran para nada. El resultado fue igual en los afios de Nixon y Carter, en que se les impusieron fuertes contribuciones a los ricos, y en los afios de Reagan, en que los impuestos a éstos fueron mucho menores. De igual manera, en el Reino Unido, a pesar del declarado compromiso con el igualitarismo y a pesar de un sistema tributario disefiado para minimizar las desigual- dades del ingreso, 1a distribucién de éste se ha hecho cada vez menos igual en los ultimos treinta afios, al dejar de crecer Ja productividad. El pais més igualitario, a pesar de toda su corrupcién y de sus escandalos, es actualmente el Japén — el pais de aumen- tos mds r4pidos de productividad y donde se han hecho menos esfuerzos por redistribuir el ingreso mediante los impuestos. 146 El Bstado La otra pretensién econémica del megaestado y de la moderna teorfa econémica, que la economia se puede manejar con éxito si el gobierno controla una parte importante del producto nacional bruto, ha sido igualmente refutada. Los paises angloamericanos acogen totalmente esta teoria. Sin embargo, no ha habido ninguna disminucién en el ntimero, la gravedad o la duracién de sus recesiones. Estas han sido tan frecuentes y han durado tanto tiempo como en el siglo XIX. En los paises que no acogieron la moderna teoria eco- némica, como ei Japén y Alemania, las recesiones han sido menos frecuentes, menos severas y de menor duracién que en los paises que creen que la magnitud de los excedentes gubernamentales, 0 del déficit fiscal, es decir, del gasto pt- blico, dirigen eficientemente la economia y pueden aliviar las fluctuaciones ciclicas.? El unico resultado del Estado fiscal es todo lo contrario” de lo que éste busca. Los gobiernos, en todos los paises desarrollados — y en la mayoria de los paises en vias de desarrollo —, se han vuelto tan sumamente gastadores que cuando sobreviene la recesién ya no pueden aumentar més sus gastos. Pero justamente ésa es la época en que, de acuerdo con toda la moderna teorfa econémica, debieran aumentarlos para crear poder de compra y asi revivir la economfa. En todos los paises desarroliados, tos gobiernos han Iegado al limite de su capacidad de imponer contribuciones y de endeu- damiento. Y ha Negado a esos limites durante épocas de bonanza, cuando, de acuerdo con la moderna teoria econémi- ca, debieran acumular considerables excedentes. El Estado fiscal ha gastado tanto que se ha hecho impotente. Otro postulado bdsico del Estado fiscal también se ha visto SE] ejemplo que siempre se menciona para apoyar la teoria cconémica moderna y su afirmacién de que ésta puede controlar las recesiones, el Jamado “recorte de impuestos” en el gobierno de Kennedy en los primeros afios 60 en los Estados Unidos, ¢8 un espejiemo. En cl fondo, no hubo tal disminucién de impuestos. Bs cierto que los impuestos federales se recortaron, pero, al mismo tiempo, los Estados y los gobiernos locales aumentaron los suyos mucho mas de lo que los recorté el gobierno federal, de manera que la carga tributaria total en realidad aumenté — y a pesar de esto, la economia se recuperé, exactamente lo mismo que se habria recuperado sin ninguna intervencién del gobierno. Det Estado-nacién at megaestado 147 que es invdlido. En la teoria econémica keynesiana y © postkeynesiana, es central la creencia de que la recaudacién total por impuestos es lo que importa. Los tltimos cuarenta afios han demostrado que sobre qué recae la carga tributaria * es tan importante como el monto total que se recauda. Lo que | los economistas laman la incidencia del impuesto es decisiva ' — idea que desechan con cierto desdén los economistas de postguerra.* (Véase también sobre este punto el capitulo 8.) El Estado despilfarrador Lo peor es que el Estado fiscal se ha convertido en el Estado} despilfarrador. Si la elaboracién del presupuesto se empieza por los gastos, no hay disciplina fiscal. El gasto ptblico se convierte en el medio por el cual los politicos compran votos. : El argumento mas fuerte contra el Ancien Régime, la monar- quia absoluta del siglo XVIII, era que el rey utilizaba el tesoro publico para enriquecer a sus favoritos. La responsabilidad fiscal, y en especial la presupuestaria, ante una legislatura de eleccién popular, se establecié para hacer al gobierno respon- sable e impedir que los cortesanos saquearan el Estado. En el Estado fiscal, el saqueo lo perpetran los politicos pata’, aségurar su propia eleccién. En los Estados Unidos, una proporcién muy grande de los presupuestos federal, estatal y municipal se gasta en subsidios Para grupos pequefios del electorado local: un pufiado de cultivadores de tabaco en Carolina del Norte; un ntimero mds pequefio atin de sembradores de cacahuetes en Georgia; cultivadores de cafia de azticar en Louisiana; industrias obsolescentes en un Estado del Medio Oeste; el 5% mds rico de jubilados que reciben pensién del Seguro Social; los pro- pietarios de tierras expropiadas para un canal o una presa que no sirven ningtin fin econdémico; o la aldea vecina de una base ‘El trabajo basico sobre este punto lo hizo desde mucho antes de la Primera Guerra Mundial el economista norteamericano Edward R. A. Seligman (1861- 1939), especialmente en su libro cldsico de 1892, Shifting and Incidence of Taxation. 148 ELEstado militar que no tiene ningun significado militar. Qué proporcion del gasto piiblico total se destina a favoritismo para el elec- torado y no sirve a ningun interés ptiblico — antes bien, en muchos casos es totalmente contrario a ese interés — nadie lo sabe a ciencia cierta. Pero es muy grande, tanto en el presupuesto federal como en los presupuestos estatales — mucho mds grande de lo que uno se imagina. En el Japén adquirié las proporciones de un esc4ndalo el grado en que los politicos crefan que su deber era distraer grandes sumas del tesoro ptiblico para favorecer a grupos pequefios de electores — para construir supercarreteras que no van a ninguna parte, para subsidiar el cultivo de esto o dejar de cultivar aquello, ete. La més descarada y mas grande compra de votos ocurrié en Alemania en el otofio de 1990, cuando el canciller Helmut Kohl le encajé a su pais la mayor deuda ptiblica de tiempo de paz a fin de comprar los votos de sus nuevos electores en la antigua Alemania Oriental. El gobierno democrittico descansa en el postulado de que™ el primer deber de los representantes de eleccién popular es defender a sus electores de la rapacidad del gobierno. ElEstado : despilfarrador socava los fundamentos de una sociedad libre. Los representantes elegidos despluman a sus electores para “ enriquecer a grupos de intereses especiales y comprar asi sus votos. Esto es una negacién del concepto de ciudadania — y como tal se empieza a ver. Que ello est4 minando las bases mismas del gobierno representative se ve por la continua declinacién de la participacién en las elecciones. Se ve también en la continua declinacién en todos los paises, del interés en la funcién del gobierno, en los debates de cuestiones piblicas, en la politica. Cada dfa son mds los que votan a base de “zQué puedo sacar yo de esto?” . En 1918, Joseph Schumpeter previno que el Estado fiscal terminaria socavando la capacidad de gobernar del gobierno. Quince afios después, Keynes ensalzé el Estado fiscal como el gran liberador: no estando limitado por restricciones al gasto, el gobierno del Estado fiscal podia ya gobernar eficientemente. Hoy sabemos que el que tenfa razén era Schumpeter. Del Estado-nacién at megacstado 149 En la esfera social el megaestado ha tenido un poco mds éxito que en la econémica. A pesar de ello, no ha merecido calificacién de aprobado; o mejor seria decir que las acciones y las politicas sociales que han dado buenos resultados son las que, en general, no se ajustan a la doctrina del megaestado. Son las politicas sociales que siguen anteriores reglas y anteriores conceptos. Son politicas sociales que regulan o que proveen. No son politicas sociales en que el gobierno se convierta en hacedor. Estas, con pocas excepciones, no han tenido éxito. En el Servicio Nacional de Salud Britdnico, la parte que les paga a los médicos generales por atender a los pacientes funciona sumamente bien. Pero en la otra parte, en que el gobierno maneja los hospitales y presta cuidados de salud, ha habido problema tras problema. Los costos son mas altos, y tan subiendo tan velozmente como los costos de cuidado de Ja salud en cualquier otro pais. Los pacientes tienen que esperar afios para cirugia optativa, es decir, para la correccién de condiciones que son graves pero no mortales, bien se trate de reemplazar una cadera, arreglar un prolapso uterino, o bien de una operacién de cataratas. Que durante esos meses 0 afios el paciente sufra dolores y muchas veces esté inutilizado. no merece atencién. Como hacedor, el gobierno se ha vuelto tan incompetente que en el Reino Unido el mismo gobierno esta ahora recomendandoles a los hospitales que contraten por fuera del Servicio Nacional de Salud. El gobierno les pagaré alos hospitales lo mismo que les paga a los médicos generales, pero ya no los administrara. Igualmente instructivas son las politicas norteamericanas de guerra contra la pobreza que el presidente Johnson inicié en los afios 60 con tan buenas intenciones. Uno de estos programas ha funcionado: el llamado Headstart, que les paga a organizaciones independientes y de administracién local para que les den ensefianza a nifios desfavorecidos, principal- mente negros, de edad escolar. Ninguno de los programas que administra el gobierno mismo ha dado resultados. Las politicas sociales de mayor éxito en los tiltimos diez © quince afios han sido aquéllas en que los gobiernos — principalmente los gobiernos locales — contratan por fuera, 150 ElEstado bien sea con una empresa de negocios, o bien con una entidad sin 4nimo de lucro. El numero de programas contratados por fuera va en aumento rdpidamente. Originalmente se contrata- ban por fuera sdlo servicios tales como el aseo de las calles, pero ahora se estén contratando programas como Headstart © la rehabilitaci6n de jévenes delincuentes. Y por lo menos en los Estados Unidos, contrataremos por fuera cada vez mas los servicios escolares. Se est4 apelando al sistema de dar “vales”, con los cuales los padres de familia pueden decidir a qué escuela, ptiblica o privada, quieren mandar a sus hijos, y el Estado le paga a la que ellos escojan. En otras palabras, empezamos a aplicar a la educacién elemental lo que apren- dimos hace cuarenta afios con la Carta de Derechos de los Veteranos respecto a la educacién superior. El gobierno fija reglas, el gobierno fija las metas, el gobierno provee. Pero el gobierno no hace. El Estado de Guerra Fria: fracaso del éxito El Estado de Guerra Fria no garantizé la paz. Durante los afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial ha habido tantos conflictos “menores” como en cualquier otro perfodo de la historia — y en todo el mundo. Pero el Estado de Guerra Fria posibilité evitar otra guerra mundial, no a pesar del enorme arsenal militar sino a causa de él. La carrera armamentista posibilité el control de las armas. Esto dio por resultado el mds largo periodo de la historia moderna sin guerra entre las grandes potencias. Cincuenta afios han transcurrido ya sin conflicto militar entre grandes potencias. Las disposiciones del Congreso de Viena después de las guerras napoleénicas, tan celebradas por los realpo- liticos de nuestros dias como Henry Kissinger, preservaron la paz entre las grandes potencias durante treinta y ocho afios, desde 1815 hasta la Guerra de Crimea en 1853. Después de otros veinte afios de conflictos — la Guerra de Secesién en los Estados Unidos, la guerra entre Prusia y Austria, la guerra entre Francia y Alemania — hubo cuarenta y tres afios, entre 1871 y 1914, en que ninguna gran potencia peleé con otra Del Estado-nacién al megaestado 151 (excepcién hecha de la guerra entre el Japén y Rusia en 1905, si bien es cierto que el Japén no se consideraba una gran potencia hasta después de esa guerra). Transcurrieron sélo 21 afios entre la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial. Los cincuenta afios posteriores a ésta, en que nin- guna gran potencia ha peleado con otra, constituyen, pues, un récord. Precisamente porque se habian convertido en Estados de Guerra Fria, las grandes potencias pudieron con- trolar los armamentos, y con ello asegurarse de que no habria ninguna supremacia militar que pudiera tentar a una de ellas. a arriesgarse a un gran conflicto, El mejor ejemplo es la crisis de proyectiles de Cuba. Esta se debi6, en gran parte, al error del presidente Kennedy, de no haberse enfrentado a Rusia a propésito del muro de Berlin, y de haber juzgado mal y haber vacilado durante la invasién de la Bahia Cochinos en Cuba. Esto convencié a Khruschoy de que los Estados Unidos agacharian la cabeza y aceptarian el establecimiento de una base nuclear rusa en el Hemisferio Occidental. Sin embargo, en cuanto se vio claramente que los. Estados Unidos no tolerarian semejante provocacién, los rusos dieron marcha atrés — y Khruschov, por haberse equivocado y haberse arriesgado a provocar un conflicto mundial con otra gran potencia, fue pronto derrocado por sus propias fuerzas armadas, Los cincuenta afios transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial han probado ampliamente el supuesto basico en que se funda el Estado de la Guerra Fria. Las armas de la guerra moderna ya no se pueden producir en las instalaciones que producen también los bienes necesarios para tiempo de paz. No se pueden producir convirtiendo instalaciones civiles en produccién de guerra, como se hacia todavia en la Segunda Guerra Mundial. Las instalaciones para producir las armas de la guerra moderna, bien se trate de un portaaviones, de una “bomba inteligente”, o bien de un proyectil teledirigido, tienen que construirse desde mucho antes de que haya guerra o siquiera amenaza de guerra. Si se necesita prueba de estos supuestos, la ofrece la guerra de 1991 contra Irak. Ninguna de las armas que paralizaron lo que era una de las mds grandes fuerzas militares del mundo 182 ELEstado y que decidieron ia guerra en el tiempo més corto en que se haya decidido conflicto alguno antes (batiendo la marca es- tablecida en 1866, cuando los prusianos apabullaron a los austriacos en cuatro semanas) se podria haber producido en ninguna instalacién de tiempo de paz. Todos esos sistemas de armamento habjan requerido por lo menos diez afios cada uno, y en la mayoria de los casos, quince afios, para perfec- cionarlo antes de ser eficaz en el campo de batalla. No podemos, pues, volver al supuesto sobre el cual se bas6 el Estado-nacién: que una pequefia fuerza militar aumentada por reservistas es todo lo que se necesita para retener el terreno mientras las instalaciones econémicas civiles se convierten en fibricas de produccién de tiempo de guerra. Pero también es cierto que los cincuenta afios en que funcioné el Estado de Guerra Fria ya terminaron. Hoy nece- sitamos control de armamentos mds que nunca. No se puede volver a la “paz” definida como ausencia de poderio militar. La inocencia, una vez perdida, no se puede recuperar. Pero el Estado de Guerra Fria ya no es viable. Ya no funciona. Ese Estado se ha yuelto.econémicamente_autodestructor, La Unién Soviética, como ya se dijo, logré construir una fuerza militar excepcionalmente poderosa. Pero la carga resulté tan intolerable que fue uno de los principales factores en el derrumbamiento de la economia soviética y de la sociedad soviética. La carga se estd volviendo igualmente onerosa en los Es- tados Unidos. Esta generaimente aceptado que una de las principales razones de que al Japén y a Alemania les haya ido tan bien econémicamente, mientras que los Estados Unidos se han ido quedando atras, es la defensa nacional de este pais. La carga econémica — e1 5% o el 6% del PIB — es el problema menor. Mas grave es la desviacién de los recursos mas escasos — ingenieros y cientificos preparados — a trabajo de defensa econémicamente improductivo. En los Estados Unidos, el 70% de todo el dinero que se gasta en investigacién y desarrollo est4 destinado a trabajo de defensa. En el Japon, es menos del 5%. Esto oculta una diferencia cualitativa atin mds impor- tante. La investigacién para la defensa ha atraido en los Estados Unidos a los mejores y més inteligentes jévenes Del Estado-nacién al megaestado 183 ingenieros y cientificos, privando asi a la economia del alimen- to que mas se necesita, es decir, el conocimiento. Mientras que los ingenieros estadounidenses més capaces han estado trabajando en los ultimos cuarenta afios en “bombas inteli- gentes”, sus colegas japoneses han trabajado en perfeccionar la méquina fax o quitarles el chirrido a las portezuelas del automévil. Los bienes de tiempo de paz y los de tiempo de guerra ya no se producen con las mismas tecnologias, ni por los mismos procesos, ni en las mismas instalaciones. Los Estados Unidos han gastado sumas enormes de dinero en transferencia de tecnologia, de investigacién para la defensa a productos civiles. Los resultados han sido muy cercanos a cero. Peores aun fueron los efectos del Estado de Guerra Fria sobre el desarrollo econémico. No cabe duda de que la América Latina, mas bien que Asia oriental, habria sido el “milagro econémico” de los afios 60 y 70 si no hubiera sido porque en esos paises el dinero y las personas preparadas se desper- diciaron en construir enormes fuerzas armadas, sin ningin valor militar. Ninguna nacién — ni siquiera la mds rica — que gaste en tiempo de paz mas del 2% o el 2.5% de su PIB en armamentos — el doble de lo que gasta el Japon — puede esperar perma- necer competitiva durante mucho tiempo en la economia mundial. Se verd bajo una gran presién inflacionaria. En efecto, se debe considerar que no es digna de crédito. Pero aun en lo militar el Estado de Guerra Fria ya no funciona. No puede garantizar el control de armas. No hay manera de mantener el monopolio de las superpotencias en forma tal que les impida a las naciones pequefias construir una capacidad de guerra total, sea nuclear, quimica o biolégica. La preocupacién por el control del arsenal nuclear de la Union Soviética al desintegrarse el Imperio en Estados-nacién indi- viduales es apenas un indicio de lo dicho. Lo mismo el hecho de que muchos paises que, por lo demés. son insignificantes en cuanto a poblacién o fortaleza econémica, estan adquirien- do capacidad de guerra nuclear, quimica y bioldgica. Irak es un ejemplo, Libia es otro, y lo mismo Irén, Corea del Norte y Pakistan. Estos pequefios paises no podrian, por supuesto, 154 ElEstado ganar una guerra contra una gran potencia — como lo creyé Saddam Hussein en Irak; pero si pueden convertirse en chantajistas y terroristas internacionales. Con base en tales paises, pequefias bandas de aventureros, verdaderos piratas de tierra, pueden mantener al mundo en condicién de rehén. E1 control de armas ya no se puede, pues, ejercer por medio del Estado de Guerra Fria como se hizo durante el medio siglo que siguié a la Segunda Guerra Mundial. A menos que el control de armas se haga transnacional, no puede ejercerse en absoluto — lo que haria practicamente inevitable un con- flicto mundial aun cuando las grandes potencias se las arre- glen para evitar la guerra activa entre ellas. A diferencia del Estado fiscal y del Estado nodriza, el Estado de Guerra Fria no ha sido un fracaso total. Comoquiera que el propésito de la polftica nacional en la edad de las armas absolutas se puede decir que es evitar la Tercera Guerra Mundial, hay que considerarlo un éxito — el unico éxito del megaestado. Pero al final este éxito se convirtié en fracaso, econémica y militarmente. De este modo, el megaestado ha Iegado a un callején sin salida; pero, infortunadamente, no hay modo de volver al Estado-nacién como quisieran hacernos creer los neocon- servadores o los economistas de la escuela austriaca, pues estan surgiendo nuevas fuerzas que soslayan a la vez que socavan el Estado-nacién. 7 Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo Desde antes de la Primera Guerra Mundial, los politicos y los cientificos politicos advirtieron que el Estado-nacién ya estaba pasado de moda, y pidieron instituciones supranacionales. En realidad, el siglo XIX ya habia creado unas cuantas. Los tra- tados de siglos anteriores se habian celebrado entre un Estado y otro. El siglo XIX eseribié tratados multinacionales — uno tras otro. La primera mitad del siglo produjo convenciones multinacionales para acabar con la pirateria y el comercio de esclavos y para garantizar la libertad de los mares. Los tratados multinacionales de la segunda mitad del siglo XIX, v.gr. la Unién Postal Universal y la Cruz Roja Internacional, estable- cieron por primera vez organismos no nacionales, y en verdad supranacionales. En los primeros ajios del siglo XX se esta- blecié la Corte Internacional de Justicia de La Haya, con ju- risdiccién para dirimir litigios entre Estados nacionales. Empero, estos tratados y organismos no nacionales o 156 Et Estado transnacionales, se vefan como destinados a cuestiones téc- nicas que no tocaban con la soberania nacional de los paises. (Desde luego, esto era una ficcién. A la Cruz Roja Internacional se le dio el derecho de inspeccién de campamentes de prisio- neros de guerra en tiempo de guerra; a la Corte de La Haya se le dio jurisdiccién sobre disputas limftrofes entre Estados nacionales.) Después de la Primera Guerra Mundial, se generalizé la opinién de que el Estado-nacién era ya obsoleto, y pensando asi, se hizo la primera tentativa de crear una entidad delibe- radamente supranacional, la Sociedad de Naciones. Esta re- sult6 impotente desde el primer momento. Después de la Segunda Guerra Mundial, se creé la Organizacién de las Naciones Unidas, la cual, durante sus primeros cuarenta afios, sirvié principalmente como foro donde las superpotencias pudieran ventilar sus respectivas querellas. Igualmente, des- pués de la guerra se pensé en crear una moneda transnacional, proyecto que defendié en los tiltimos meses de su vida John Maynard Keynes, pero que fue derrotado por los norteameri- canos. A su vez, el proyecto estadounidense de transnacio- nalizar el 4tomo — el Plan Baruch para el control transnacional de la energfa nuclear y las armas nucleares — fue rechazado por los rusos. El proyecto de mayor éxito entre los de la postguerra, el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), aunque evidentemente destinado a imponer el transnacionalismo en un 4rea fundamental de la soberania (es decir, el comercio internacional) rara vez ha prevalecido sobre los intereses nacionales. En cambio, el perfodo que siguiéd a la Segunda Guerra Mundial presencié el explosivo crecimiento en el numero de Estados nacionales como sucesores de los imperios de preguerra, todos organizados como tales, y la transmutacién del Estado-nacién en el megaestado. Pero en los tiltimos decenios, empezando tal vez en los afios 70, el Estado-nacién empezé a desbaratarse. Ya ha sido su- perado en Areas cruciales en que la soberania ha perdido todo significado. Las nuevas demandas que afrontan todos los gobiernos son retos que sencillamente no se pucden manejar por accién nacional ni siquiera internacional. Requieren Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo 157 entidades transnacionales que tengan soberania propia. También el regionalismo estd haciendo a un lado el Estado- nacién. Y en lo interno, el Estado-naci6n esta siendo minado por el tribalismo. El dinero no tiene patria Que “el dinero no tiene patria” es un viejo dicho. Pero el Estado-nacién se inventé en gran parte para contradecirlo. El control sobre el dinero era cuestién fundamental de lo que vino a Iamarse la soberania. Pero el dinero se ha soltado de la trailla. Se ha hecho transnacional, y ya no puede ser con- trolado por los Estados nacionales, ni siquiera cuando actéan conjuntamente. Ningtin banco central controla ya los flujos de dinero. Puede tratar de influir en ellos elevando o bajando los tipos de interés, pero en los movimientos del dinero los factores politicos son tan importantes como los tipos de interés. La cantidad de dinero que est4 por fuera det control de cualquier banco central, es decir, la cantidad que se negocia todos los dias en los mercados transnacionales — el mercado de divisas de Nueva York o el mercado interbancario de Londres — sobre- pasa en medida tan grande a todo cuanto se necesita para financiar las transacciones nacionales e internacionales que Jos flujos escapan a cualquier tentativa de controlarlos, limitarlos, y mucho menos manejarlos. Tampoco la informacién No se incluyé 1a informacién entre los atributos de la soberania de Bodin, pues no existfa tal cosa en los ultimos aiios del primer decenio del siglo XVI. Pero cuando aparecieron los medios de comunicacién masiva en nuestro siglo — la palabra impresa, la pelicula o la radio — los nuevos practicantes de Ja soberania nacional, los totalitarios, inmediatamente vieron el control de ia informacién como esencial. Empezando por Lenin, todos ellos — Mussolini, Stalin, Hitler — trataron de 158 El Estado ejercer control sobre la informacién. Y en los paises demo- craticos, ese dominio, especialmente sobre la televisién, vino a ser el arte central de los politicos y de la politica. Hoy la informacién se ha hecho transnacional tanto como el dinero. Los gobiernos todavia pueden controlar los progra- mas de noticias, pero hasta en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial eran tantos los que escuchaban clandestina- mente las emisiones de la BBC de Londres como los que escuchaban al jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels en el noticiario de la noche. Pero los programas de noticias son una parte cada vez mds pequefia de la informacién. Cualquier anuncio publicitario de 30 segundos, cualquier episodio de telenovela de 18 minutos contiene tanta informacién como el programa de noticias mas cuidadosamente controlado, y acaso més. No hay ya limites para la informacién. Ciertamente, la incapacidad del régimen mas absoluto de la historia para controlar el acceso a la informacién fue un factor principal en el colapso del comunismo y del Imperio Soviético. La informacién se puede tergiversar; el cuadro de la vida norteamericana que presenta uno de los programas mas populares de TV del mundo, Dallas, no es ni siquiera una caricatura. Pero eso no modifica el hecho de que lo han visto mds personas en més paises que cualquier otro tipo de “mensaje”. Ni siquiera en la China comunista fue posible evitar que saliera al aire. En unos pocos afios, con antenas parabélicas tan pequefias que ninguna policfa secreta pueda impedir su uso dentro del hogar, y con satélites en érbita que transmiten programas a cualquier parte del planeta, la infor- maci6n, para bien o para mal, se habré hecho verdaderamente transnacional y estard verdaderamente fuera del control de cualquier pais. Los paises que se preocupan por la integridad de su propia cultura nacional (v. gr. el Japén o Francia) trataran de proteger el control soberano de la informacién popular; pero esas tentativas son inttiles, como se ha demostrado abundan- temente. Puede ser posible restablecer el control sobre el dinero por medio de una institucién transnacional. La Comunidad Euro- pea avanza hacia un banco central europeo y una moneda comtin europea; pero esto equivaldria a control transnacional Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo 159 de la politica econémica y tributaria. Reduciria al Estado- nacién en Ja esfera econémica a la posicién de un admini: trador local. Con respecto a la informacién, ninguna institu- cidn transnacional es siquiera posible — ni siquiera bajo una dictadura mundial. La tecnologia moderna pone a disposicién del individuo los medios de burlar los controles totalitarios. Los comunistas, en su ultimo esfuerzo desesperado por mantener el control de la informacién, quisieron prohibir las maquinas fax y las m4quinas copiadoras, pero esto sélo levé a publicaciones clandestinas, los samizdat, manuscritos copiados a mano por centenares o millares de estudiantes y que circulaban por toda la Unién Soviética. Una vez que el ptiblico tenga en su posesién y en su hogar computadores de sobremesa, mAquinas fax, teléfonos, copiadora, videograbadora de cinta — fuera de televisores, que pueden extraer mensajes de cualquier satélite en drbita—, no hay manera de restablecer el control sobre la informacién. Al hacerse transnacional, el dinero supera el Estado-nacién anulando la politica econémica nacional. Al hacerse transna- cional la informacion, supera el Estado-nacién minando — en realidad, destruyendo — la identificacién de lo “nacional” con lo “cultural”. A comienzos del cine, en 1920, un eritico pre- gunts: “gQué significa ser francés si la mayoria de los fran- ceses prefieren una pelicula de Charlie Chaplin a cualquiera hecha y producida en Francia?” Hoy tanto franceses como estadounidenses, ingleses, alemanes, rusos, japoneses y chinos prefieren los sucesores de Charlie Chaplin, las come- dias de enredo o los “docudramas” a cualquier cosa producida en su propio pais. La alta cultura se ha hecho tan super- nacional como la cultura popular. La arquitectura ciertamente transmite tanto “mensaje” como un programa de televisién o un boletin de noticias; hay poca diferencia entre un edificio de oficinas de Tokio y otro de Dallas o de Diisseldorf. Necesidades transnacionales: el medio ambiente Igualmente importante, y aun mds importante a la larga, es la creciente necesidad de instituciones verdaderamente 160 ElEstado transnacionales, es decir, instituciones que en su propia esfera de accién trascienden al Estado-nacién. Estas instituciones pueden y deben tomar decisiones y actuar en una amplia gama de 4reas que pasan por encima de las barreras de soberania, y controian directamente a los ciudadanos y a las organiza- ciones dentro de un Estado-naci6n. Estas decisiones hacen a un lado el estado-nacién © lo convierten en agente de la institucién transnacional. La primera de estas areas es el medio ambiente. Se necesita accién local para prevenir la contaminacién destructiva, pero ja amenaza mds grande al ambiente no es la contaminacién local, bien se trate de los desperdicios de una fabrica de papel, © bien de las materias que lanzan al mar las alcantarillas municipales, 0 el deslave de pesticidas y abonos de granjas locales. El daiio verdadero lo sufren el habitat humano, la atmésfera, los bosques tropicales que son, por decirlo asi, los pulmones de la Tierra, los océanos del mundo, su abasteci- miento de agua y el aire — el medio ambiente, en fin, del cual depende toda la humanidad. Pero también existe la necesidad de equilibrar la proteccién ambiental con las demandas del mundo en vias de desarrollo y su poblacién en rapido creci- miento. Estos no son retos que se puedan atacar dentro de las fronteras de un Estado-nacién. La contaminacién no conoce fronteras, como no las conocen ni el dinero ni Ja informacién. Los bosques de Escandinavia, que tal vez sean el mayor recurso natural de Europa, estén siendo destruidos por la contaminacién generada en las Midlands de Inglaterra y en Escocia, en Bélgica y en Alemania. La luvia 4cida que amenaza igualmente los bosques del Canad4 — quiz4 el mayor recurso natural de América del Norte — se genera en el Medio Oeste estadounidense. Conservar la selva himeda de la Amazonia significa en la practica imponer severas limitaciones a corto plazo a la ca- pacidad de una creciente poblacién brasilcfia para alimentarse. 2Quién va a pagar esto y en qué forma? Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo 161 Lucha contra el terrorismo En segundo lugar, después de la defensa del medio ambiente, est4 la creciente necesidad de accién transnacional y de instituciones transnacionales para abortar el retorno de los ejércitos privados, es decir, para acabar con el terrorismo. La accién militar contra Irak en el invierno y la primavera de 1991 puede haber sido el punto de partida. Por primera vez en la historia, practicamente todos los Estados-nacién actuaron conjuntamente para aplastar un acto de terrorismo — pues eso era lo que representaba la invasién de Kuwait por Irak. Por primera vez en 400 afios, han regresado los ejércitos privados. En el siglo XVI, el Japén, hacia 1600, y Europa, cincuenta aiios después, decidieron que s6lo al Estado-nacién. se le podia permitir mantener una fuerza militar. Pero con los explosivos nucleares y las armas quimicas y biolégicas, los ejércitos privados son de nuevo posibles. El terrorismo es tanto mds amenazador cuanto que grupos muy pequefios pueden mantener como rehenes incluso a paises grandes. Una bomba nuclear se puede colocar facilmente en un armario o en un buzén de correo en cualquier ciudad importante y hacerla estallar por mando a distancia — lo mismo que una bomba bacterial que contenga suficientes esporas de anthrax para matar a millares de personas y contaminar el agua del acueducto de una gran ciudad y volverla inhabitable. Hace veinte afios, muchos paises, especialmente los comu- nistas, pensaron que el terrorismo se podia usar como ins- trumento de politica nacional. No cabe duda, por ejemplo, de que los grupos terroristas de Alemania Occidental fueron reclutados, financiados y entrenados en Alemania Oriental. No hay la menor duda de que Irak, Iran, Siria y Libia reclutaron, financiaron y entrenaron grupos terroristas — por ejemplo la faccién del Ejército Rojo Japonés — para aterrorizar al mundo occidental, y en especial a los Estados Unidos. Hoy la mayor parte de los paises (ciertamente no todos) se dan cuenta de que esto es contraproducente. Pero no basta con no apoyar el terrorismo. Lo que se necesita para eliminar Ja amenaza, o por lo menos para controlarla, es accion trans- nacional, accién que vaya mds alld de un solo Estado soberano. 162 ElEstado Hay un precedente para ello: los tratados del siglo XIX que acabaron con la trata de esclavos e hicieron de la pirateria en alta mar un crimen transnacional. Control transnacional de armas En tercer lugar — e intimamente relacionada con la elimina- cién del terrorismo — esta la necesidad de control transna- cional de armas, la necesidad discutida en el capitulo anterior. Por ultimo (y esto todavia est en el terreno de 1a especu- Jacién), gtendremos un organismo transnacional para vigilar y hacer respetar los derechos humanos? 4Debe haber tal organismo? gEse organismo podria haber impedido, por ejem- plo, el Holocausto de Hitler? Jimmy Carter era partidario de una entidad de esta clase cuando fue presidente de los Estados Unidos, en los aiios 70. Lo que podria convertirlo en realidad seria la amenaza a los paises présperos de verse inundados por millones de refugiados, a menos que la accién transna- cional ponga punto a la persecucién racial, religiosa, politica y étnica. Es posible que ya hayamos avanzado hacia el transnacio- nalismo mas de lo que cree la gente, y en especial los politicos. Con respecto al medio ambiente, nos hemos acercado a la accién transnacional para prevenir o por Jo menos retardar el agotamiento del ozono y el “efecto de invernadero”, es decir, el calentamiento mundial. Estamos cerca de la accién trans- nacional para proteger los mares y sus recursos. Ya existe un tratado multilateral para proteger la Antértida. Con respecto al terrorismo y al ‘control de armas, el punto critico puede haber sido la Guerra del Golfo, y en especial la decisién de confiar la destruccién de las armas terroristas de Irak — nucleares, quimicas y biolégicas — a organismos de las Naciones Unidas mds bien que a un ejército bajo el mando de los Estados Unidos. Incluso antes, en un paso que no tenia precedentes y que era contrario a todos los principios juridicos norteamericanos anteriores, el gobierno de Washington pro- Transnacionatismo, regionalismo, tribalismo 163 puso una Corte Criminal Internacional con jurisdiccién directa sobre actos de terrorismo cometidos en cualquier parte. Y el nuevo gobierno de la Reptiblica Rusa ha revivido el plan Baruch original de 1947 y ha propuesto entregar el control de todos los armamentos nucleares en todo el mundo a un organismo transnacional — lo cual daria por resultado la eliminacién de todas las armas nucleares del mundo y una accién transna- cional para detener cualquier tentativa de construir instala- ciones de armas nucleares. Todavia no hemos llegado al disefio de los nuevos organis- mos que se necesitan. Tampoco sabemos con qué rapidez se desarrollaran. Tal vez se necesiten grandes catdstrofes para que los gobiernos nacionales acepten la subordinacién a esas instituciones transnacionales y a sus decisiones. No hemos legado atin al desarrollo de tales instituciones, a la decision respecto de las esferas en que deben actuar, de su constitu- cién, de sus poderes, de sus relaciones con los gobiernos nacionales, de su financiacién (por ejemplo, si deben estar facultadas para imponer contribuciones por si mismas). Es- tamos totalmente impreparados, como Io muestra la ridicula disputa sobre quién deberia pagar y en qué proporciones los costos de la accién militar en Irak en 1991. Pero se puede predecir que el disefio y la construccién de instituciones transnacionales sera el punto central de la politica durante muchos decenios por venir. Esto significa que la limitacién de la soberania ser4 una cuestién central de las relaciones internacionales y de la politica internacional, lo mismo que de la doméstica. La nueva realidad: el regionalismo El internacionalismo ya no es una utopia: ya est4 en el horizonte, aunque escasamente. El regionalismo es la reali- dad: el regionalismo no crea un superestado cuyo gobierno reemplace al gobierno nacional; crea organismos regionales de gobierno que dejan a un lado el gobierno nacional y lo hacen inoperante en 4reas importantes. El movimiento hacia el regionalismo lo desencadené la 164 ElEstado Comunidad Europea, pero no se limita a ella. La Comunidad Europea empezé como un mercado comtn, es decir, una organizacién puramente econémica, Ha ido asumiendo cada vez mas funciones politicas. Esté a punto de crear un banco central europeo y una moneda comin europea. Pero también ha asumido jurisdiccién sobre el acceso a oficios y profesio- nes; sobre fusiones, adquisiciones y carteles; sobre Ia legis- lacién social; sobre todo cuanto se pueda interpretar como “barreras no arancelarias” al libre movimiento de bienes, servicios y personas. Est4 avanzando hacia un ejército euro- peo. La Comunidad Europea también dio origen a la creacién de Ja Comunidad Econémica Norteamericana organizada en torno a los Estados Unidos pero integrando en ella al Canadd y México en un mercado comin. Hasta ahora ha sido entera- mente econémica en sus metas, pero no podré quedarse ahi durante largo tiempo. Lo que hace esto tan importante es que la iniciativa no partié de los Estados Unidos. Vino de México. Durante 150 aiios, desde que México se unificé bajo la presidencia de Benito Juérez (1806-1872), la meta de la politica mexicana habia sido distanciarse lo mds posible de su gran vecino det norte, empujador y totalmente extranjero. No hay en el mundo dos paises contiguos que sean tan distintos como México y los Estados Unidos, en idioma, en religin, pero sobre todo, en cultura, en valores, en tradicién. Sin embargo, México al fin tuvo que aceptar que los 150 aiios de politica de aislamiento habjan terminado en un fiasco; para sobrevivir como nacién y como civilizacién tiene que integrarse con el grande, peli- groso y extranjero vecino del norte, por lo menos en lo eco- némico. El tratado propuesto por el gobierno mexicano para esta- blecer una unién aduanera con los otros dos paises de Norteamerica, los Estados Unidos y el Canad4, puede que fracase; pero la integracién econémica de los tres paises en una sola regién est4 avanzando tan répidamente que no importaré gran cosa que el matrimonio se santifique legalmen- te o no. Lo mismo se puede decir del Asia oriental. El tinico Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo 165 interrogante es si alli habra una sola regién econémica o varias. Puede haber una regién en la cual el litoral chino y los paises del sureste de Asia se combinen en torno al Japén. Es posible también que el litoral chino — que esta creciendo répidamente y contiene como dos quintas partes de la pobla- cién del pais y produce dos terceras partes del producto nacional de la China, desde Tsientsin, en el norte, hasta Canton, en el sur — se establezca como una regién, y que el sureste de Asia forme una segunda regién orientada hacia el Japon. Qué direccién tomard Asia ser4 una de las cuestiones claves en los afios 90 y en los primeros afios del siglo XXI. También esté ganando fuerza un movimiento hacia mini- rregiones. Apenas se desintegré el Imperio Soviético, los Es- tados “turquescos” que son sus sucesores en Asia central propusieron una “Regién Turquesca” con centro en el pais mas occidentalizado y mds altamente desarrollado de la regién, es decir, Turquia. Apenas se separaron del Imperio Soviético los tres paises bilticos — Lituania, Letonia y Estonia — empe- zaron a hablar de una regién baltica en la cual se unirfan con sus vecinos escandinavos — y, sobre todo, con Finlandia y Suecia. El primer ministro de Malasia propuso una minirregién similar que comprenda los pueblos y las naciones del sureste de Asia — Malasia, Singapur, Indonesia, Filipinas, Tailandia. Una regién econémica que reemplace a la antigua Unién Soviética es lo que busca el primer ministro de Rusia. Pero que sean tres, cuatro o mds regiones es menos im- portante que el hecho de que el movimiento hacia el regionalismo es irreversible. También es inevitable. Responde ala nueva realidad econémica. En la economia de conocimien- to ni el proteccionismo tradicional ni el libre cambio tradicio- nal funcionan por si solos. Lo que se necesita es una unidad econémica lo suficientemente grande como para establecer un libre comercio significativo, y fuerte competencia dentro de la unidad. Esta unidad tiene que ser lo suficientemente grande como para permitir que se desarrollen industrias de alta tecnologia, con un alto grado de proteccién. La razén esté en Ja naturaleza misma de la alta tecnologia, es decir, la industria de conocimiento. i 108 EL Estado , La industria de alta tecnologia no sigue las ecuaciones de oferta y demanda de las economias cldsica, neoclésica y keynesiana, en las cuales los costos de produccién aumentan en proporcién directa con el volumen de la produccién. En las industrias de alta tecnologia, los costos de produccién bajan, y muy répidamente, a medida que el volumen de pro- duccién aumenta — lo que se lama ahora la “curva de apren- dizaje”. (Una discusién mas detallada se verd en el capitulo 10.) El significado de esto es que la tecnologia se puede esta- blecer en forma tal que destruya a cualquier competidor — lo que yo llamé una vez “comercio entre adversarios”, Una vez que esto ocurra, ya casi no hay manera de que la industria derrotada reviva. Deja de existir. Pero al mismo tiempo, una industria de alta tecnologia tiene que tener suficiente com- petencia y suficiente estimulo — o de lo contrario, simplemen- te no crecerd ni se desarrollaré. Se har4 monopolista y pere- zosa, y pronto quedaré obsoleta. Por tanto, la economia de conocimiento requiere unidades econémicas bastante mas grandes que un estado nacional de buen tamaiio. De otro modo no habra competencia. Pero también requiere la capacidad de proteger la industria y dirigir el comercio con otros bloques comerciales sobre la base de reciprocidad, en vez de protec- cionismo o libre comercio. Esta es una situacién sin prece- dentes. Hace que el regionalismo sea tan inevitable como irreversible. Pero el regionalismo, como lo muestra el ejemplo de la Comunidad Europea, no es simplemente internacional. Tiene que establecer instituciones transnacionales, e incluso supranacionales. Las distintas regiones que van surgiendo son muy diferentes entre si. La Comunidad Europea esté estructurada en torno a un ntimero relativamente pequeiio de paises: La Gran Bre- tafia, Alemania, Francia, Italia y Espafia, que son, ms o menos, comparables en tamajio y poblacién, y que a pesar de grandes diferencias de riqueza, se encuentran dentro de un mismo continuo de desarrollo econémico. Por ejemplo, la compaiiia mds avanzada de Espafia es mas avanzada que la compafia alemana promedio. Transnacionatismo, regionalismo, tribalismo 167 La Comunidad Econémica de América del Norte seria muy distinta. En poblacién, los tres socios van desde 250 millones de habitantes en los Estados Unidos a una décima parte de esa cifra en el Canada. Los tres difieren ampliamente en grado de desarrollo econémico. Partes de los Estados Unidos son las dreas ms ricas del mundo. Partes de México, especialmen- te en el sur, se cuentan entre las mas pobres y menos desa- rrolladas del mundo. Las regiones econémicas de Asia serdn todavia més dife- rentes. Ni siquiera comparten una herencia cultural comin — Indonesia o Malasia nunca fueron parte de Ia cultura confuciana. Pero todas creardn grandes areas de comercio libre, més grandes y mas librecambistas que nunca. Al mismo tiempo, crearan grandes 4reas unificadas en su respuesta al mundo exterior y con capacidad para ser “recfprocas”, esto es, para ser al mismo tiempo muy abiertas y proteccionistas. Estas regiones no reemplazan el Estado-nacién, pero lo dejan a un lado. Retorno del tribalismo El internacionalismo y el regionalismo amenazan al Estado- nacién soberano desde afuera. El tribalismo lo socava desde adentro. Priva al Estado-nacién de su poder de integracién, y hasta amenaza reemplazar la nacidn por la tribu. En los Estados Unidos, el tribalismo se manifiesta en el creciente énfasis que se pone en diversidad mas bien que en unidad, Este fue siempre un pais de inmigrantes. A todos los grupos recién llegados se les consideraba al principio extran- jeros y los discriminaban, hasta que dos generaciones mds tarde entraron en la corriente principal — empezando por los irlandeses, por los afios 30 y 40 del siglo pasado. Los Estados Unidos eran un “crisol de fundicién". Bn los Ultimos treinta afios esto ha dejado de ser la moda. Ahora o que se predica y se practica es la diversidad. Cualquier esfuerzo por convertir a los nuevos grupos en “americanos” se considera discrimi- naci6n, mientras que hace apenas sesenta afios, lo que era 168 ELEstado discriminacién era tratar de impedir que esos grupos se americanizaran. Sean europeos o asidticos, sean negros, pardos o blancos, sean catélicos o budistas, el énfasis se pone ahora en que conserve cada uno su identidad y en evitar invitarlos, y mas atin obligarlos, a hacerse “americanos”. Este no es en modo alguno un fenémeno exclusivo de los Estados Unidos, ni se puede explicar en términos puramente norteamericanos (a pesar de que, ostensiblemente, y como todo en la sociedad estadounidense, el problema basico es el de las relaciones de raza entre blancos y negros). El tribalismo est4 todavia mds rampante en Europa. Ha destrozado a Yu- goslavia en una sangrienta guerra civil. Amenaza desencadenar una guerra civil en todo el antiguo Imperio Soviético. Los escoceses quieren separarse del Reino Unido. Los eslovacos exigen autonomia y separacién de los checos. Bélgica estd dividida por la pugna entre flamencos y valones de habla francesa. Diminutos grupos locales, contra los cuales nunca hubo discriminacion, exigen “autonomfa cultural” — por ejem- plo, los 150 000 sorbios o vendos que viven en los bosques al sur de Berlin y son los dltimos sobrevivientes de las tribus eslavas que habitaron el norte de Alemania hace mas de mil afios. El tribalismo se ha ‘Ito mundial. ,Sobrevivird el Canada aeste siglo? 40 se dir en dos partes, una de habla inglesa y la otra de habla francesa? 40 hasta en cuatro partes: Quebec de habla francesa; Ontario y Manitoba de habla inglesa; las Provincias de la Prairie; y la Columbia Briténica? (gDénde quedarian, entonces, las Provincias Maritimas? gY Terranova?) gSeguira Ja India unida politicamente? gContinuarén siendo francesas Cércega y Bretafia? ,Los lapones del norte de Fin- landia y el norte de Suecia obtendran autonomia? 4Permane- cera unido México, o se separard el sur indio del norte his- pAnico? La lista es interminable. Una razon de la tendencia al tribalismo es que el tamafio grande ya no ofrece ventaja alguna. En Ja era de la guerra nuclear, ni siquiera el més grande de los paises puede defender a sus habitantes. El mds pequefio, Israel, por ejemplo, puede construir armas aterradoras. Habiéndose hecho transnacionales el dinero y la informa- Transnacionalismo, regionatismo, tribalismo 169 cién, hasta unidades muy pequefias se han vuelto econémi- camente viables. Grandes o pequefias, todas tienen igual acceso al dinero y a la informacién, y en igualdad de condi- ciones. En realidad, las verdaderas historias de éxito en los ‘iltimos treinta afios han sido las de paises muy pequefios. En los afios 20, la Republica Austriaca, residuo del antiguo Imperio Austro-Hungaro, se consideraba universalmente que era demasiado pequefia para ser econémicamente viable, pues apenas contaba menos de 6 millones de habitantes. Este cra el principal argumento a favor de la anexién de Hitler, aun dentro de Austria misma. La Austria de los afios 20 y 30 sin duda estaba en lamentables condiciones econémicas, con desempleo crénico hasta del 20%. Después de la Segunda Guerra Mundial, Austria no era mucho mas grande. Ademas habia perdido el 4rea comercial de que todavia gozaba en los afios 20, los estados sucesores de la antigua Austria-Hungria. Esos paises se habian vuelto todos comunistas. Sin embargo, Austria después de la Segunda Guerra Mundial llegé a ser uno de los paises mds présperos de Europa. Lo mismo Finlandia — igualmente pequefia — 0 Suecia, 0 Suiza. Hong Kong y Singapur lo han hecho mejor atin. Hace veinte afios, los mas fervientes nacionalistas en los tres paises balticos que Stalin habia anexado en 1940 no creian que sus paises pudieran sobrevivir econémicamente por si solos; hoy pocos lo dudan. Y lo mismo se puede decir de Quebec en el Canada. Al fin y al cabo, un pais pequefio puede hoy unirse a una regién econémica y obtener as{ lo mejor de ambos mundos: independencia cultural y politica e integraci6n econémica. Ciertamente, no sorprende que e! diminuto Luxemburgo haya sido el mds fervoroso “europeo” de todos ellos. La necesidad de tener raices { La raz6n principal del tribalismo no es ni politica ni econé- mica. Es existencial. Los pueblos necesitan raices en un / mundo transnacional; necesitan comunidad. * Bn Espafia, toda persona educada conoce el castellano 170 ELEstado (idioma que todos generalmente llamamos el espafiol). Pero hoy el idioma que muchos espafioles hablan en la escuela y en el hogar, e inciuso en la oficina, puede ser catalén, 0 vascuence, o gallego. El cambio puede ser una cuestion de énfasis, pero representa un cambio fundamentai de identidad. Catalanes, vascos o gallegos ven las mismas telenovelas en su televisor; los productos que compran pueden haber sido fabricados asi en el Japén o los Estados Unidos como en Espafia. Trabajan para un empleador cuyas oficinas centrales estén en Tokio, en Corea del Sur, en Nueva York o en Diisseldorf. Viven en un mundo no nacional y cada vez més transnacional. Pero necesitan raices locales, necesitan perte- necer a una comunidad local. a El tribalismo no se opone al transnacionalismo; es su polo. Cada vez mas jiidios norteamericanos se in casando fuera de su religién, pero esto precisamente los hace recalcar sus raices judias y la cultura del judaismo. En Jos cuarenta afios posteriores a la Segunda Guerra Mundial ha habido cada vez més serbios que se han casado con mujeres croatas, y a la inversa, mds mujeres serbias que se han casado con bosnios musulmanes 0 con croatas. Pero esto ha hecho que los demas serbios, croatas y bosnios tomen mayor conciencia de su identidad tribal. Galeses e irlandeses que se casan mds fre- cuentemente con ingleses e inglesas se vuelven mas conscien- tes de ser galeses e irlandeses. El tribalismo prospera preci- samente porque los pueblos comprenden que lo que ocurre en Osaka afecta a los habitantes de Eslovenia, que no tienen ni idea de dénde queda Osaka ni les seria facil localizarla en el mapa. Precisamente porque el mundo se_ha vuelto transnacional en tantas formas y tiene que hacerse mds transnaci: atin, los pueblos necesitan definirse a si mismos en términos que puedan comprender. Necesitan una comuni- dad geografica, lingiistica, religiosa, cultural, que. sea visible Para ellos y que. por usar un cliché, ellos puedan tocar con las manos. Los sorbios de los bosques que circundan a Berlin no dejan de formar parte de Alemania y de la cultura germdnica. Pero también se consideran a si mismos y exigen que los consideren como algo distinto. Los inmigrantes latinoamerianos que viven Transnacionalismo, regionalismo, tribalismo 171 en Los Angeles — asi provengan de México o de la América Central — se hacen ciudadanos estadounidenses lo mds pron- to posible. Esperan tener las mismas oportunidades que tienen los que nacen en el pais. Esperan que sus hijos tengan acceso a Ja educacién, a carreras, a oficios. Pero también esperan poder conservar su identidad hispdnica, su cultura hispanica, su comunidad hispanica. Cuanto mas transnacional se vuelva el mundo, més tribal se: Esto mina las bases mismas del Estado-nacién. En efecto, } éste deja de ser Estado-nacién y se convierte simplemente en Estado, es decir, una unidad administrativa mas bien quo 101 Internacionalismo, regionalismo y tribalismo rapidamente estén creando un nuevo cuerpo politico, una nueva y compleja estructura politica que no tiene precedentes. Empleando una metdfora matemitica, el Estado postcapitalista tiene tres vectores, cada uno tirando en una direccién distinta. Mientras tanto, el viejo dicho inglés es que “el trabajo del gobierno tiene que seguir adelante”. Las tnicas instituciones que tenemos hasta ahora para realizar ese trabajo son las del Estado-nacién y su gobierno. La primera tarea politica del Estado postcapitalista tiene que ser restablecer la capacidad de rendimiento del gobierno, que el megaestado disminuyé tan seriamente. 8 La necesaria reestructuracié6n del gobierno Los préximos decenios traer4n demandas sin precedentes de coraje politico, imaginacién politica, innovacién politica, liderazgo politico. Exigirén alta competencia gubernamental. Las demandas seran tanto externas como internas. En lo externo, hay necesidad de nuevas ideas e innovaciones radicales en distintas 4reas: Ja relacién entre gobierno nacio- nal y tareas transnacionales; la relacién entre gobiernos nacionales y organizaciones regionales; y la relacién entre nuevas pero también muy diferentes regiones. Los préximos decenios verdn por primera vez la aparicién de instituciones politicas que trascienden del Estado-nacién, y un derecho supranacional, en realidad transnacional. Los disefiadores y los arquitectos de estas nuevas instituciones, los redactores de este derecho transnacional tendrén que ser los gobiernos nacionales y los politicos nacionales. En lo interno, hay una necesidad igualmente exigente e La necesaria reestructuraci6n del gobierno 173 igualmente urgente de hacer el gobierno otra vez eficiente — a pesar de la transformacién de la sociedad en un pluralismo de organizaciones, y a pesar del colapso de la capacidad del gobierno para tomar decisiones bajo la presién de los grupos de intereses especiales y la “tiranfa de la pequefia minoria”. El gran temor de los pensadores politicos del siglo XVII — por ejemplo, los redactores de la Constitucién de los Estados Unidos — era el temor de las facciones, es decir, de los grupos de interés especial con su tendencia a convertir su propio interés en un “imperativo moral” al cual todo lo demds debia supeditarse. La brillante respuesta a este temor fueron los partidos politicos. El partido se inventé de manera simultdnea aunque independiente en Inglaterra, los Estados Unidos y Francia en los dos decenios comprendidos entre 1815 y 1835, en que nacieron tantas cosas del mundo moderno. El partido trascendié de la faccién. En Europa se organiz6 en torno a una vaga ideologia, un “programa”. En los Estados Unidos se organizé en torno a intereses igualmente amplios y vagos. Pero cualquiera que fuera su justificacién declarada, se organiz6 para un comin propésito: para obtener y conservar el poder politico. Se organizé para gobernar. Por consiguiente, tenia que atraer a los electores “del centro”. Tenia que evitar los extremos y estar dispuesto a transigir. Tenia que limitar su actuacién en el poder a medidas que merecieran apoyo mucho més alld de sus propios partidarios, es decir, actuaciones que fueran aceptables para aquellas partes “del centro” que no habian votado por él. La expresién mas clara de este principio es la disposicién de la Constitucién de los Estados Unidos relativa al veto presidencial, que sélo puede ser anulado por dos terceras partes de ambas camaras del Congreso. Esto significa que sélo se puede pasar por encima del veto presi- dencial si un numero significativo de miembros del Congreso, de ambos partidos, estan de acuerdo en la medida. Esto obliga tanto al Congreso como al presidente a mantenerse en el centro. Pero hoy los partidos en todas partes estan hechos jirones. Las ideologias que en Europa les permitieron unir facciones dispares en una organizacién para ganar y controlar el poder, han perdido su capacidad de integracién. Los partidos y sus 174 El Estado lemas no tienen sentido para los votantes, especialmente para los jévenes. Los grupos tradicionales de interés de los Estados Unidos casi han desaparecido. ,Dénde estan los agricultores, los obreros, los pequefios comerciantes en quienes Mark Hanna basé el partido republicano de 1896 y que después fueron tomados en 1932 por Franklin D. Roosevelt para forjar el nuevo Partido Democrata? Los gobiernos se han vuelto, pues, impotentes contra la ofensiva de los grupos de intereses especiales, se han hecho en realidad impotentes para gobernar, es decir, para tomar decisiones y hacerlas cumplir. En estos tiltimos afios, se ha puesto de moda ser anti- gobiernista. Pero esto no funcionard. Necesitamos un gobierno fuerte, eficiente. En realidad, en los préximos decenios pode- mos esperar m4s gobierno, no menos. Las nuevas tareas — proteger el medio ambiente, acabar con los ejércitos pri- vados y el terrorismo internacional, hacer efectivo el control de armamentos — son todas tareas que requieren mds go- bierno, no menos gobierno. Pero requerirdn un gobierno diferente. En los tiltimos quince a veinte afios, un lider politico tras otro ha legado al poder para “recortar el gobierno” y “combatir a los de adentro”. El primero elegido con semejante programa fue Jimmy Carter en los Estados Unidos, y le siguié Ronald Reagan, quien a su vez fue seguido por otro candidato antigobiernista, George Bush. En el Reino Unido, Margaret Thatcher fue elegida con una plataforma “antigobiernista”, y con ella goberné durante diez afios. Los resultados han sido lamentables. Los gastos del gobierno y la reglamentacién gubernamental aumentaron més répidamente que nunca bajo estos lideres antigobiernistas. El gasto ptiblico se les salié totalmente de las manos. Y cuanto mds gastaban, menos competentes y menos potentes se hacian sus gobiernos. El gobierno no crecié; se engordé y se paraliz6 por su propia obesidad. Ninguna administracién en la historia norteameri- cana ha producido un déficit tan grande como la del presidente Bush. Segtin la sabiduria convencional, esto debiera haber evitado toda recesién, pero los inmensos saltos del gasto publico y de los déficits gubernamentales durante los tres La necesaria reestructuracién det gobierno 175 primeros afios de la administracién Bush trajeron la mds profunda y prolongada recesién que hayan sufrido los Estados Unidos desde ia Segunda Guerra Mundial. La primera ministra Thatcher, probablemente la mds capaz y sin duda la més resuclta de los lideres politicos del mundo libre desde el general de Gaulle, tampoco dejé mucho que mostrar, fuera de crecientes déficits fiscales, después de sus esfuerzos por recortar el gobierno y hacerlo mas eficiente y competente y por revitalizar la economia britanica. Precisamente lo mismo se puede decir con respecto a Francia. El presidente Mitterrand aumenté espectacularmente los gastos del gobierno sin lograr ningtin resultado. Bajo su presidencia, Francia ha perdido terreno sistemdticamente como potencia econémica e industrial. En el Japén, la capa- cidad misma del gobierno est4 siendo minada por los perpe- tuos esc4ndalos que son resultado directo del Estado despilfarrador. Y, sin embargo, sélo los gobiernos nacionales y sélo sus lideres politicos pueden evar a cabo las tareas que hay que hacer. Ellos son los tinicos que tienen legitimidad. Por consiguiente, el gobierno tiene que recuperar un mi- nimo de capacidad de rendimiento. Tiene que ser reestructu- rado. El término mismo esyun término comercial. Pero para reestructurar cualquier institucién, sea una empresa, un sin- dicato, una universidad, un hospital o un gobierno, se requie- ren siempre los mismos tres pasos: 1, Abandono de lo que no funciona, de lo que nunca ha funcio- nado, de las cosas que“han perdido ya su utilidad y su capacidad de contribuir. 2. Concentracién en Jo que si funciona, en lo que si produce resultados y mejora la capacidad de rendimiento de la orga- nizacion. Esto exige hacer ms de las cosas que han demos- trado tener éxito. 3. Andlisis de los medio-éxitos, medio-fracasos. Una reestruc- turacion requiere abandonar todo Io que en esas dreas no rinda, y hacer mas de lo que si rinde. 176 ElEstado Inutilidad de la ayuda militar Si fuéramos a hacer la lista de las politicas del megaestado por orden de futilidad, Ia ayuda militar sin duda ocuparia el primer puesto entre las cosas que nunca funcionaron, y, por consiguiente, el primero en la lista de lo que se debe aban- donar. La ayuda militar se remonta a una lejana antigiiedad. Ya los historiadores romanos sefialaron que la prestada por el rey de Persia a Esparta en su guerra contra Atenas hizo posible, unos pocos decenios después, que los macedonios ganaran la dominaci6n sobre Grecia y asf le dieran a Alejandro Magno el ejército y las armas que necesité para derrocar el Imperio Persa. Pero, sin duda, la ayuda militar nunca se ha usado més extensamente y con menos éxito que en los dias del mega- estado, los afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Ha sido contraproducente, précticamente sin excepcién. Son ejemplo la ayuda militar que los Estados Unidos le prestaron a Irén bajo el gobierno del Sha; la que Ia Unidn Soviética le dig a Afganistan; la que los Estados Unidos le dieron a Irak. Tampoco ha sido més productiva la ayuda militar que se ha dado a muchos generales de la América Latina y que sélo ha servido para enriquecer a los generales y empobrecer a sus paises. ‘Una cosa es apoyar a un pais que es atacado por un enemigo poderoso y otra cosa es prestarles ayuda militar a regimenes “amigos”. Esto es dinero de extorsién — y sélo aumenta el apetito del extorsionista. A la amenaza: Si no nos dan estos aviones, estos tanques, estos proyectiles, los conseguiremos en otra parte, la respuesta adecuada es: “Pues consiganlos”. Y la necesidad a menudo invocada de mantener el equilibrio militar en una regién es pura farsa. En ningtin caso la ayuda militar durante los ultimos cuarenta afios ha estabilizado una region. Sdlo ha servido para acelerar la carrera arma- mentista. La ayuda econémica se ha discutido acaloradamente en los iiltimos afios. 4Ha ayudado a los que la han recibido o los ha debilitado? Tiene bastante fundamento la acusacién de que Ja ayuda de alimentos como la que han dado en grandes La necesaria reestructuracién del gobierno 177 cantidades los Estados Unidos les ha permitido a muchos gobiernos, especialmente en Africa, desentenderse de su propia agricultura y empobrecer a sus agricultores. En general, Ja ayuda de gobierno a gobierno, invento de los afios 50, en el mejor de los casos sélo ha producido resultados marginales. No es mucho mas lo que se puede decir de las donaciones o los préstamos hechos por instituciones cuasiguber- namentales, tales como el Banco Mundial, o por su intermedio. Pocas han producido desarrollo notable. Sin embargo, la idea de ayuda econémica puede ser buena — aun cuando es obvio que no sabemos cémo prestarla. Pero la idea de ayuda militar es mala en si misma. No crea aliados confiables. Con toda probabilidad, los receptores se vuelven contra el que la dio, como Iran e Irak se volvieron contra los Estados Unidos y ei Afganistan se volvié contra la Union Soviética. Una razén es que los receptores, cuanta mas ayuda reciben, mas se resienten de ser dependientes. Otra, mas importante, es que el que presta la ayuda se identifica con el gobierno al cual la presta. Aun cuando la ayuda no se utilice para mantener a un gobierno en el poder, el que la presta seve como partidario de los gobernantes de turno, por ejemplo, de los coroneles de Grecia, o del Sha de Iran, Cuando esos gobernantes pierden el poder, aun cuando sea por medios pacificos, el gobierno que les sucede se ve casi obligado a volverse contra la potencia que trabajé con su antecesor, es decir, contra el que presté la ayuda. La ayuda militar ha perjudicado tanto al pais que la presta como al que la recibe, A éste lo fuerza a desviar su visién, sus recursos, sus energias, hacia fines militares, con perjuicio de todo lo demés. Una y otra vez ha creado dictaduras militares. Muchas de ellas después se volvieron terroristas internacio- nales que utilizaron la ayuda militar que recibieron para convertir a su pais en una base terrestre de pirateria que aterroriza a la comunidad internacional — como lo hizo Saddam Hussein en Irak. ¥ si se abandona Ia ayuda militar, los tinicos que se per- judican son probablemente los contratistas de defensa. 178 ELEstado ' Qué abandonar en la politica econémica Si algo hemos aprendido es que el gobierno no puede manejar el “estado del tiempo” econémico. No puede evitar eficazmente fluctuaciones a corto plazo, como las recesiones, ni dominar- Jas. Antes de 1929, como ya se dijo, nadie esperaba que el gobierno pudiera manejar el estado del tiempo econémico. De entonces aca, todos los gobiernos en todos los paises prometen curar Jas recesiones. Pero esto es pura charlatane- rfa. Hasta ahora, ninguno ha podido cumplir esta promesa. Los lideres politicos tendrén que aprender a decir: “Nadie sabe cémo manejar la economia a corto plazo, como ningin médico sabe tampoco curar el catarro comin. Mejor es no meterse”. Sin embargo, un corolario de esto es que el gobierno ne- cesita recuperar la capacidad de evitar grandes depresiones. Se ha probado que aumentar el gasto publico para aumentar el consumo no es la manera de lograrlo. Donde quiera que se ha ensayado, el piiblico atesora ese nuevo poder adquisitivo en lugar de gastarlo. La tiltima vez que esto ocurrié en los Estados Unidos fue durante la presidencia de Jimmy Carter. Pero ocurri6 con regularidad en todos los anteriores esfuerzos, desde el primero: el de Franklin D. Roosevelt por curar la Gran Depresién mediante la creacién, por el gobierno, de poder de compra. El iinico resultado fue el severo colapso econémico de 1936/1937. La unica manera eficaz de contrarrestar una depresi6n, es decir, un periodo prolongado de cambio estruc- tural, es mediante inversién en la infraestructura; y después de un largo perfodo de bonanza, la infraestructura — caminos, puentes, puertos, edificios piblicos, tierras piblicas — siem- pre esta en malas condiciones. Pero para que los gobiernos puedan financiar esas inversiones se requiere que operen con un presupuesto equilibrado durante los buenos tiempos, lo mismo que durante las recesiones. Asi tendran la capacidad de conseguir dinero, especialmente mediante empréstitos, cuando tengan necesidad de hacerlo. En otras palabras, el gobierno tendré que aprender otra vez a apelar al déficit sélo como arma de ultimo recurso. En tiempo de paz los déficits La necesaria reestructuracién del gobierno 179 s6lo se pueden usar, si es que se usan, para financiar mejoras permanentes de la capacidad generadora de riqueza de la economia. . En general, en la esfera econémica es necesario abandonar Ja teoria del Estado fiscal sobre la cual ha venido operando el megaestado, sobre todo en el mundo de habla inglesa. Lo que se necesita es regresar de una pol{tica social de impuestos a_una politica econémica. Ciertamente, los impuestos tienen que. templarse con consideraciones de équidad y justicia, ente, hay campo para impuestos que penalicen, inclu- so duramente, actividades socialmente indeseables como el trabajo infantil o los sueldos ejecutivos grandemente exage- rados, como se han vuelto la norma en los negocios estado- unidenses en los ultimos veinte o veinticinco afios. Pero todo esto es accesorio. Lo que es basico en una politica tributaria €s que sea socialmente neutral. éEs esto politicamente factible? La respuesta es que si — sélo que no es facil. Cuando se va a abandonar cualquier cosa, siempre se encuentra fuerte resistencia. En cualquier organizacién la gente, incluyendo burécratas y politicos, se apega siempre a lo obsoleto; a lo obsolescente; a las cosas que debicran haber funcionado pero no funcionaron; a las cosas que fueron un tiempo productivas y ya no lo son. Se apegan mas que todo a lo que en un libro anterior’ yo Ilamé “inversiones en el ego gerencial”. Pero siempre es en esas dreas y en esas empresas donde est4 empleado el mayor ntimero de personas porque toda organizacién tiende a destinar a su gente mds capaz a problemas, mds bien que a resultados, y especialmente una organizacién que esté en dificultades. Asi, pues, abandonar cualquier cosa es dificil — pero sélo por corto tiempo. Seis meses después de abandonar tales esfuerzos, todos se preguntan: “zPor qué nos tardamos tan- to?” La idea de que el Estado fiscal puede redistribuir eficen-| temente el ingreso y, por tanto, reformar la sociedad mediante \ 'Managing for Results (Londres: Heinemann, 1964). 180 Bl Estado la tributacién y los subsidios, ha sido decisivamente refutada. Los paises menos igualitarios son los que se han esforzado més por redistribuir el ingreso: la Unién Soviética, los Estados " Unidos, la Gran Bretafia. Todo lo que lograron fue-darnos-el estado despilfarrador, ciertamente la enfermedad degenerativa mds peligrosa de cuantas sufre el cuerpo politico. Nadié sabe hasta ahora cémo librarnos de este saqucd legalizado déla repiiblica. Puede que se necesiten innovaciones constitucio-° nales, tal véz un nuevo érgano del poder piiblico independiente del legislativo y del ejecutivo que revise 10s proyectos de gastos y determine si realmente se ajustan al interés piiblico y gon ‘compatiblés con la politica publica. (Ea auditoria se aseme- jaria en la esfera publica a la auditoria comercial propuesta en el capitulo 3 para el gobierno de las corporaciones.) Se dir4 que la idea es ingenua, si no utépica. Se puede esperar que los cuerpos legislativos se opongan a todo proyecto de dis- ciplinarse a si mismos. Pero muchos legisladores en los Estados Unidos, en el Japon, en el Reino Unido, en Francia y en Alemania verian con buenos ojos ese control externo sobre su indisciplina. No lo pueden aplicar ellos mismos — o creen que no pueden — sin ser castigados por los grupos de intereses especiales. Pero también saben que el proceso del Estado despilfarrador esté minando su propia posicién y su autoridad frente al electorado, ademas de destruir su propia dignidad. En todos los paises, el dinero para gastos ptiblicos serd cada vez mas escaso en los afios que vienen. Esto podria hacer mas atractivo el control del despilfarro en los gastos. Que esto se ‘necesita con urgencia nadie lo pone ya en duda. En una estrategia de reestructuracién, el abandono es lo primero. Mientras no se haya realizado, no se puede hacer nada més, pues todos los recursos estan hasta entonces dedicados a “problemas”, El debate acalorado y emotivo sobre qué aban- donar embarga la atencién de todos. Algunos sostienen que se debe “probar de nuevo”. Otros buscan intitilmente un compromiso. Hay charlatanes que prometen que podrin amputar un miembro gangrenado sin causar dolor, etc. etc. Mientras no se haya Ilevado a cabo el abandono, no se hace ningin trabajo. La necesaria reestructuracién del gobierno 181 En qué concentrarse El renacimiento puede empezar una vez que se haya enterrado lo que estaba muerto. Comienza con estas preguntas: 2Qué ha tenido éxito? ,Qué ha producido buenos resultados? gEn qué nos debemos concentrar? El rendimiento econémico del Japén y Alemania en los Ultimos cuarenta afios nos ensefia la misma leccién. Estos paises se concentraron en el “clima” econémico, y no en el “estado del tiempo” econémico. El propésito de sus politicas no ha sido hacer que el paciente se sienta mejor sino que recupere la salud y se mantenga sano. Han buscado crear un ambiente econémico en el cual la economia pueda crecer, adquirir resistencia a la infeccidén, a las lesiones y a la en- fermedad; adquirir la capacidad de adaptarse y cambiar r4pi- damente; y mantenerse competitiva. Sin embargo, ambos paises, en cambio, perdieron impetu casi apenas trataron de “controlar el estado del tiempo” eco- némico. La economia alemana empezé a irse a la deriva en 1989 cuando el gobierno, a fin de comprar votos de Alemania Oriental recién incorporada en el pais unificado, se lanz6 a una politica de gastos deficitarios masivos con el propésito de hacer aumentar el consumo. La tentativa de los japoneses de contrarrestar la contraccién de las exportaciones a corto plazo que siguié a la devaluacién del délar norteamericano a mediados del decenio de los 80, aumentando el gasto domés- tico de consumo, casi inmediatamente produjo una desenfre- nada bonanza especulativa en 1a bolsa de valores y en los precios de los bienes raices. Todo lo que hizo fue crear la” “economia de burbuja” que finalmente revents en 1991 y 1992. Crear el clima adecuado no es lo mismo que mantener bajos los impuestos. La tesis de los economistas partidarios de la economia de la oferta, de que los impuestos bajos garantizan por si mismos la salud y el crecimiento de la economia, no ha sido demostrada. Su afirmacién de que los altos impuestos inevitablemente significan estancamiento econémico ha sido decisivamente refutada. El Japon ha tenido desde hace tiempo altas tarifas de impuestos. La incidencia del impuesto, como se dijo antes, es mds importante que el tipo de gravamen. El 182 ElEstado {expe de una politica fiscal tiene que ser fomentar Ja inver- sién en conocimiento y en recursos humanos, en instalacio- ‘{nes productivas en los negocios, y en infraestructura. Este ha sido el secreto de todos los grandes éxitos econémicos del Ultimo medio sigio, del Japén, de Alemania, y de los “Cuatro Tigres Asidticos", Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan. Todos tuvieron éxito mientras observaron politicas enfocadas en crear el clima econémico y mientras olvidaron el estado del tiempo econémico. Mads alla del Estado-nodriza El ultimo paso de una estrategia de revitalizacién es examinar las politicas y las actividades que han tenido éxito en parte y han fracasado en parte. Tratar de determinar qué ha fraca- sado para dejar de hacerlo. La primera pregunta es: ,Qué se debe abandonar? Pero luego uno se pregunta: gQué funciona? éY de qué debemos hacer més? Esta cuestién ya se ha discutido respecto de una manifes- tacién del megaestado: el Estado de Guerra Fria. El control de armamentos ha funcionado — en parte. El Estado de Guerra Fria, no. Lo que se necesita ahora es control transnacional de armamentos. El control de armamentos mediante “destruc- cién mutua asegurada” ha probado ser econémicamente in- soportable aun para la nacién mas rica, e ineficaz para sus- pender la distribucién y la proliferacién de armas terroristas. Hay una segunda esfera en que los resultados han sido mixtos: la esfera social. El Estado-nodriza mismo ha tenido muy pocos buenos resultados. Han sido muy pocos los buenos resultados que ha obtenido el gobierno volviéndose el hacedor en la esfera social. Pero donde hemos tenido accién no gu- bernamentai por organizaciones comunitarias auténomas, es mucho lo que hemos logrado. La sociedad postcapitalista y el Estado postcapitalista requieren un nuevo sector social, tanto_para_satisfacer las necesidades sociales como para restablecer una ciudadania y una comunidad significativas, Este, sin embargo, es un tema tan importante y tan novedoso que merece capitulo aparte. 9 Ciudadania por el sector social Las necesidades sociales creceran en dos dreas. Crecerdn en lo que se ha considerado tradicionalmente como caridad: ayudar a los pobres, a los invalidos, a los desheredados, a las victimas. ¥ creceran tal vez mas rapidamente atin con respecto a servicios que ticnen por objeto cambiar a la comunidad y cambiar al ser humano. En un periodo de transicién, el nimero de necesitados siempre crece. Hay grandes masas de refugiados en todo el mundo, victimas de la guerra y de los trastornos sociales, de la persecucién religiosa, étnica, politica o racial, de la incom- petencia o la crueldad de los gobiernos. Aun en las sociedades mds estables siempre habré muchas personas a quienes deja atrés el paso al trabajo de conocimiento. Se necesita que transcurra una generaci6n, 0 dos, para que una sociedad y su poblacién se pongan a tono con los cambios radicales en la composicién de la fuerza laboral y las demandas de destrezas y conocimientos. Se necesita tiempo — cerca de una genera- cidn, a juzgar por la experiencia histérica — antes de que la 184 El Estado productividad de los trabajadores de servicios se mejore lo suficiente como para darles un nivel de vida de clase media. Las necesidades creceran igualmente, si no mds rapidamen- te, en la segunda Grea, la de servicio social, servicios que no son de caridad sino que se encaminan a modificar la comu- nidad y a cambiar al ser humano. Estos servicios eran prac- ticamente desconocidos en tiempos pasados, mientras que la caridad existe desde hace miles de afios. Han proliferado en los dltimos cien afios, especialmente en los Estados Unidos, y se necesitaran mds ain en los préximos decenios. Una razon es el rdpido aumento de la poblacién vieja en todos los paises desarrollados, personas que viven solas y quieren vivir solas. Otra razén és el refinamiento del cuidado de salud y del cuidado médico, que exigen mas investigacién en cuidado de la salud, educacién en este ramo, y muchas mds instalaciones médicas y hospitalarias. Hay una creciente necesidad de educacién continua de adultos. Otras necesidades plantea también el numero creciente de hogares de un solo padre.‘El sector de servicios comunitarios ser4 probablemente de gran crecimien- to en las economias desarrolladas, mientras que podemos esperar que la necesidad de caridad vuelva a disminuir con el tiempo. . La tentativa de satisfacer estas necesidades por medio del Estado-nodriza ha fracasado en gran medida, por lo menos como tentativa de que los gobiernos operen y administren estos servicios. La primera conclusién de la experiencia con el Estado-nodriza es, por consiguiente, que el gobierno debe dejar de ser hacedor y administrador en la esfera social, y limitarse a formular la politica. Esto significa que en ia esfera social, como en la econémica, es necesario “contratar por fuera”, “aligerarse”. Asi como estamos reestructurando la empresa de negocios contratando por fuera el trabajo de apoyo,’ el de oficina y el de mantenimiento, el gobierno tiene que reestructurarse contratando por fuera el trabajo de hacer en el sector social. Existe una razén adicional: la necesidad de mejorar la productividad de los servicios y del trabajador de servicios. El gobierno es el mayor empleador de trabajadores de servicios, y, sin embargo, estos trabajadores son los de més baja pro- Ciudadania por el sector social 185 ductividad. Mientras sean empleados piblicos, su productivi- dad no puede aumentar. Una dependencia gubernamental tiene que ser una burocracia; tiene que supeditar la productividad a las reglas y a los reglamentos. Tiene que envolverse en papelco, Tiene que concentrarse en los tramites oficinescos més bien que en los resultados. De otra manera, pronto se - convierte en una banda de ladrones.‘El mayor numero de empleados piiblicos en todos los paises desarrollados es el que trabaja en prestar servicios; en manejar esos servicios; en hacer en el sector social. Contratar por fuera el hacer es igualmente necesario para que se realice el trabajo del sector social. ’ En los Estados Unidos, ninguno de los programas de los Ultimos cuarenta afios en que hemos tratado de resolver un problema social mediante accién gubernamental ha producido resultados significativos. En cambio, las entidades indepen- dientes sin dnimo de lucro han obtenido resultados impresio- nantes. Las escuelas ptiblicas en los barrios marginados (por ejem- plo, en Nueva York, Detroit o Chicago) han venido decayendo en forma alarmante, mientras que las que manejan las iglesias, . especialmente las didcesis de la Iglesia Catélica, han tenido éxitos sorprendentes — en las mismas comunidades, con nifios de hogares también destrozados y de los mismos grupos raciales y étnicos. Los Gnicos éxitos en la lucha contra el alcoholismo y el consumo de drogas — y éxitos grandes — los han logrado organizaciones independientes como Alcohé- licos Anénimos, el Ejército de Salvacién o los Samaritanos. Los ‘inicos éxitos para retirar a madres solteras, a menudo negras o hispanas, de la beneficencia y volverlas a llevar a trabajos remunerados y familias estables, los han alcanzado organizaciones auténomas sin 4nimo de lucro, tales como el Judson Center en Royal Oak, Michigan (sobre esto, véase mi libro de 1990 Managing the Non-Profit Organization). Las mejoras en dreas importantes del cuidado de la salud, cumo en la prevencién y el tratamiento de enfermedades cardiacas y enfermedades mentales, han sido principalmente obra de organizaciones independientes sin 4nimo de lucro. La American Heart Association o la American Mental Health NU El Estado . Association, por ejemplo, patrocinan y financian la necesaria investigacién y toman la iniciativa para educar tanto a la comunidad médica como al piiblico en general en la prevencién y tratamiento. Fomentar las organizaciones comunitarias autonomas en el sector social es, por tanto, un paso importante en la rees- tructuracién del gobierno y en hacer que éste vuelva a fun- cionar. La mayor contribucién de Ia organizacién comunitaria autonoma Ia hace como nuevo centro de ciudadania signifi- cativa. El megaestado destruy6 casi totalmente la ciudadania. Para restaurarla, el estado postcapitalista necesita un tercer sector, ademas de los dos generalmente reconocidos, el pri- vado o de los negocios, y el piiblico o gobierno. Necesita un sector social auténomo. No basta el patriotismo Patriotismo es estar dispuesto a dar.la vida por la patria. A Principios de este siglo, los marxistas profetizaban que la clase trabajadora ya no seria de patriotas. Su lealtad seria para con Ja clase ms bien que para con el pais. Esto resulté ser una profecfa falsa. El pueblo — y especialmente el sector de la clase trabajadora — sigue dispuesto a morir por ia patria aun en la menos popuilar de las guerras. “No basta el patriotismo”, dijo la enfermera inglesa Edith Cavell (1865-1915), cuando la Hevaban al patibulo. Los alema- nes la ejecutaron por haber escondido en Bélgica, en el hospital que manejaba, a los prisioneros de guerra ingleses que se fugaban. Tiene que haber también ciudadan{a. Ciudadania es Ja voluntad de contribuir a la patria. E: intad de vivir por la patria. Restaurarla €s una iéceSidad central del estado ostcapitalista. El patriotismo, la voluntad de morir por la patria, ha sido universal; pero Ia ciudadania es una invencién claramente occidental. En efecto, fue la esencia misma de Atenas y de Roma en las épocas de su mayor gloria. La mds espléndida declaracién politica de la tradicién occidental se refiere a Ciudadanta por el sector social 187 Ja ciudadania — el emocionante discurso que el historiador griego Tucidides pone en boca de Pericles, lider ateniense. La ciudadania desaparecié con la caida de Roma. La Edad Media no tuvo ciudadanos. Los sefiores feudales tenian vasallos, las ciudades tenian burgueses, la Iglesia tenia feli- greses, pero ninguno tenia ciudadanos. Tampoco los tuvo el Japén antes de la restauracién Meiji de 1867. El daimyo, el sefior, tenia vasallos, los centros urbanos tenian gremios artesanales, las sectas religiosas tenian sus fieles. Pero no habia ciudadanos. El Estado-nacién volvié a inventar la ciudadania y sobre ella se edificé. Lo que ésta significa en cuanto a derechos y obligaciones, ha sido desde entonces una cuestién central de la teoria y la practica politica. Como término legal, ciudadania es una palabra de identi- ficacién ms bien que de accién. Como término politico, sig- nifica compromiso activo; significa responsabilidad; significa ser uno un factor decisivo en su comunidad, en su sociedad, en su pais. En el megaestado ya no funciona la ciudadania politica. Aun cuando el pais sea pequeiio, los asuntos del gobierno estén tan lejanos del individuo que éste no puede ser un factor decisivo. Los individuos pueden votar — y en estos ultimos decenios hemos aprendido por dura experiencia cudn impor- tante es el derecho al voto. Los individuos pueden pagar impuestos, y también en estos tltimos decenios hemos aprendido por dura experiencia que ésta es una obligacién significativa. Pero los individuos no pueden asumir responsa- bilidad, no pueden actuar en forma decisiva. Empero, sin ciudadania el cuerpo politico es una entidad vacia. Puede haber nacionalismo, pero sin ciudadania lo mds probable es que degenere de patriotismo a chauvinismo. Sin ciudadanfa no puede haber el compromiso responsable que crea al ciudadano y que, en fin de cuentas, mantiene unido el cuerpo politico. Ni puede haber la satisfaccién y el orgullo que provienen de ser el factor decisivo. Sin ella, la unidad politica, Ha4mese Estado o imperio, puede ser una potencia, pero entonces el poder es lo nico que la mantiene unida. Para poder actuar en un mundo r4pidamente cambiante y peligroso, 188 El Estado £1 Estado postcapitalista tiene que volver a crear la ciuda- dania. ~~ La necesidad de comunidad Hay igualmente necesidad de restaurar la comunidad. Las comunidades tradicionales ya no tienen mucho poder de integracién. No pueden sobrevivir a la movilidad que el cono- cimiento le confiere al individuo. Las comunidades tradicio- nales, como lo hemos aprendido, se mantenian unidas no tanto Por lo que sus miembros tuvieran en comin, como por ne- cesidad, si no por la coaccién y el miedo. Hoy se habla mucho de la desintegracién de la familia. Hasta cierto punto, aqui hay un malentendido. Indudablemente, un buen numero de los matrimonios en todo el mundo desarro- lado terminan en divorcio. Pero los matrimonios no duran menos hoy.de lo que duraban hace 100 0 150 afios. Proba- blemente duran més. Hace 100 0 150 afios lo que los disolvia era la muerte, no el divorcio. La familia tradicional era una necesidad. En Ia novelistica Gel siglo XIX hay mas que todo lo que hoy llamamos “hogares destrozados”, pero las familias tenfan que permanecer juntas Por mas que se odiaran o se temieran los unos a los otros. “La familia es el lugar en donde Io tienen que recibir a uno” era un dicho del siglo XIX. Antes de este siglo, ta familia Proporcionaba practicamente todos los servicios sociales de que se disponfa. Lo que no proporcionaba ella, nadie mas lo Podia proporcionar. Aferrarse a la familia era una necesidad, Ser repudiado por ella era una catdstrofe. Un personaje este. reotipado de los dramas y del cine hasta los aiios 20 era el padre cruel que echa de la casa a la hija cuando ésta vuelve con un hijo ilegitimo. Entonces la muchacha sdlo tenia dos caminos: suicidarse o prostituirse. La familia, en realidad, se esté volviendo mas importante Para casi todos, pero como un lazo voluntario de unién, como un lazo de afecto, de adhesién, de respeto mutuo, mds bien que de necesidad.’La juventud de hoy, una vez que ha pasado la etapa de rebelién de la adolescencia, siente més necesidad Ciudadanta por et sector social 189 que mi generacién de acercarse a sus padres y a sus herma- nos. . ~ ‘Con todo, 1a familia ya no es la comunidad. Pero las personas si necesitan comunidad. La necesitan especialmente en las desparramadas y enormes ciudades y en los suburbios donde hoy vive tanta gente./Ya no se puede contar, como se contaba antes en la aldea rural, con vecinos que tenfan los mismos intereses, las mismas preocupaciones, las mismas ocupacio- nes, la misma ignorancia y que, en general, vivian en el mismo mundo, Aun cuando el Iazo de familia sea estrecho, ya no se puede contar con la familia. La movilidad geografica y ocupa- cional significa que la gente ya no permanece en el lugar, la clase, la cultura donde naci6, el lugar donde viven sus padres, donde viven sus hermanos y sus primos. La comunidad que se necesita en Ja sociedad postcapitalista — y que necesita especialmente el trabajador de conocimiento — tiene que basarse en compromiso y compasién mas bien que ser im- puesta por la proximidad y el aislamiento. puesta por la proximidad y €f aisiamiento-. Desaparece la comunidad en la planta Hace cuarenta afios, yo pensaba que esta comunidad se for- maria en el lugar de trabajo. En mi libro de 1942, The Future of Industrial Man, en mi libro de 1949 The New Society y en mi libro de 1954, The Practice of Management, hablé de la comunidad en la planta como el lugar que daria al individuo posicién y funcion, y la responsabilidad de autogobierno. Esto es Jo que han logrado en gran medida los japoneses, pero como se dijo antes, ni siquiera en el Japén la comunidad en la planta va a funcionar durante mucho tiempo, por lo menos no para los trabajadores de conocimiento. Se esta haciendo cada vez més claro que la comunidad en la planta en el Japon se basa mucho menos en pertenecer que en el temor. Un trabajador en una gran compaiifa japonesa con su sistema de salarios por antigiiedad que pierda su empleo después de los treinta afios de edad, se vuelve practicamente inempleable para el resto de su vida. Pero todo eso est4 190 Et Estado desapareciendo a medida que el Japén pasa de una seria escasez de empleos, que era lo normal hasta 1960, a una seria ‘asez de trabajadores disponibles. En cl Occidente, la comunidad en Ia planta nunea arraigé. Yo sig6 sosteniendo que al empleado hay que asignarle el maximo de responsabilidad y autocontrol — 1a idea en que me basaba yo para defender la comunidad en Ia planta. La orga- nizaci6n basada en conocimiento tiene que convertirse en organizacién basada en responsabilidad. Pero los individuos, y en especial los trabajadores de co- nocimiento, necesitan una esfera significativa de vida social, de relaciones personales y de contribucién, fuera del oficic y més alld de él, fuera de la organizacion y més alld de ella, y en realidad fuera y més alld de su propia drea de conoci. miento especializado. El voluntario como ciudadano La tinica area en que esta necesidad se puede satisfacer es el sector social. En é1 los individuos pueden contribuir. Pueden tener responsabilidad. Esto puede ser decisivo. Pueden ser “voluntarios”. Esto ya esté ocurriendo en los Estados Unidos. En casi todos los demas paises desarrollados, la tradicién de voluntariado fue destruida por el Estado paternalista. En el Japon, por ejemplo, los templos y los santuarios sintoistas eran centros activos de servicios comunitarios con fuerte Participacién de voluntarios locales, En 1867 la restauracién Meiji se “occidentalizé” al hacer de la religién una funcién gubernamental, y pronto desaparecieron los voluntarios y los Servicios comunitarios de los templos. En Inglaterra, a todo lo largo del siglo XIX, la caridad era una actividad comunitaria, y se veia como una responsabilidad de los ricos. Después de 1890, con Ia difusién de Ja idea del gobierno como amo de Ja sociedad, casi todo esto desaparecié. El Ejército de Salva- cién, fundado en Londres en 1878, es uno de los pocos Sobrevivientes de lo’ que fue en la época victoriana una flo- reciente cultura de servicios comunitarios. En Francia, toda accién comunal que no sea organizada y controlada por el Ciudadan{a por el sector social 191 gobierno se ha hecho sospechosa desde los dias de Napoleén, y en efecto se considera casi subversiva. En los Estados Unidos, la diversidad de sectas religiosas el fuerte énfasis que se pone en la autonomia local, de Estados, condados y ciudades, y la tradicién comunitaria de los asen- tamientos fronterizos aislados retardé la politizacién y la centralizacién de las actividades sociales. Como consecuencia de ello, el pais cuenta hoy con casi un millén de entidades sin dnimo de lucro activas en el sector social. Representan hasta una décima parte del PIB. Una cuarta parte de esa suma se obtiene por donaciones del ptiblico. Otra cuarta parte la aporta el gobierno para trabajos especificos (por ejemplo, para administrar programas de reembolso por cuidado de la salud), y el resto proviene de pagos por los servicios que se prestan (v. gr., matriculas pagadas por los estudiantes que asisten a universidades privadas, o dinero que ganan las tiendas de arte que se encuentran en todos los museos). . Las entidades sin dnimo de lucro se han convertido en el mayor empleador del pais. La mitad de los adultos — 90 millones en total — trabajan por lo menos tres horas sema- nales como “personal no retribuido”, es decir, como volun- tarios, en una organizacién sin dnimo de lucro, en escuelas y en hospitales, en entidades de cuidado de la salud, en servicios comunitarios como la Cruz Roja, los Boy Scouts y las Girl Scouts, en servicios de rehabilitacion, como el Ejército de Salvacién y los Alcohélicos Anénimos, en refugios para esposas maltratadas y en ensefianza a nifios negros de las barriadas pobres. Para el afio 2000 0 2010, el ntimero de personas en estos empleos sin paga habr4 subido a 120 millones, con un promedio de cinco horas de trabajo semanal por persona. Estos voluntarios ya no son auxiliares. Son socios. Casi siempre las organizaciones sin dnimo de lucro tienen un ejecutivo pagado de jornada completa, pero el resto del equipo administrativo esté formado por voluntarios que son los que manéjan la organizacin. El cambio mds notable es el que se ha operado en la Iglesia Cat6lica de los Estados Unidos. En una de las principales didcesis, mujeres seglares manejan todas las parroquias como “administradoras parroquiales”. 192 BlEstado Los sacerdotes dicen misa y administran los sacramentos, pero todo lo demas, incluso todo el trabajo social y comuni- tario de las parroquias, lo hace el personal no pagado bajo la direccién de la administradora parroquial. La raz6n principal de este aumento de participacion de voluntarios no es el aumento de las necesidades. Es la buis- queda, por los voluntarios, de comunidad, de compromiso, de contribucién. La gran mayoria de ellos no son personas ju- biladas. Son maridos y esposas profesionales de hogares en que ambos cényuges trabajan, personas entre los treinta y los cincuenta afios de edad, bien educadas, acomodadas, ocupa- das. Gozan de su trabajo pero sienten la necesidad de hacer algo en que “podamos hacer la diferencia” — por usar la frase que uno oye con tanta frecuencia — bien sea que eso signifique dar una clase de historia sagrada en la iglesia local, ensefiarles a nifios negros las tablas de multiplicar o visitar a ancianos que vuelven a su casa después de una larga permanencia en el hospital y ayudarles con sus ejercicios de rehabilitacién. ~~ Lo que las organizaciones sin 4nimo de lucro hacen por sus voluntarios bien puede ser mds importante que lo que hacen por Jos beneficiarios de sus servicios... La organizacién de las Girl Scouts es una de las pocas que se han integrado racialmente. En sus tropas las nifias, sin atencién a color u origen nacional — blancas, negras, hispa- nas, asidticas — trabajan juntas y juegan juntas. Pero la mayor contribucién de la campafia de integracién iniciada por las Girl Scouts en los afios 70 fue que engancharon a un mimero considerable de madres — negras, asidticas, hispanas — para posiciones de liderazgo como voluntarias en trabajo comuni- tario integrado. De modo similar, el mayor atractivo de las iglesias “pas- torales”, cuyo rapido crecimiento puede ser el fenémeno social més importante de los tiltimos decenios de este siglo en los Estados Unidos, es la eficaz actividad comunal que les ofrecen a sus voluntarios. Estas iglesias son manejadas casi en su totalidad por voluntarios. Una de las mas grandes cuenta 13 000 miembros pero sélo 150 empleados a sueldo, inclu- yendo al pastor jefe. Sin embargo, alli se hace mas trabajo comunitario que en cualquier iglesia tradicional. Todo el que Ciudadania por el sector social 193 se afilia a ta congregacién se espera que después de asistir a los servicios unos pocos domingos empiece a trabajar en alguna actividad de la iglesia, sea en la iglesia misma o por fuera, en la comunidad. Pocos meses después, se le pide que se encargue de dirigir esa actividad: Se espera que todos sean “lideres”. La ciudadania por el sector social no es una panacea para todos los males de la sociedad postcapitalista y del estado postcapitalista, pero puede ser un requisito previo para atacar esos males. Restaura la responsabilidad civica, que es la seiial del ciudadano, y el orgullo civico, que es la sefial de comu- nidad. La necesidad es mayor donde la comunidad y sus organi- zaciones — y en general la ciudadania — han sido gravemente lesionadas, y casi totalmente destruidas: en los paises ex comunistas. En esos paises, el gobierno no sélo esta total- mente desacreditado sino que se ha vuelto totalmente impo- tente. Quizd pasen muchos afios antes de que los gobiernos sucesores de Ios comunistas — en Checoslovaquia y en Kazakstan, en Rusia, Polonia, Ukrania — puedan desempeiiar en forma competente las tareas que sdlo el gobierno puede realizar: manejar el dinero y los impuestos; dirigir las fuerzas militares y los tribunales; atender a las relaciones exteriores. Mientras tanto, solo entidades auténomas locales sin 4nimo de lucro — es decir, organizaciones del sector social basadas en voluntariado y que desencadenan las energias espirituales dei pueblo — pueden prestar los servicios sociales que la sociedad necesita y desempefar el liderazgo para el desarrollo jue_¢l Estado necesita. Diferentes sociedades en los distintos paises seguramente van a estructurar en formas muy distintas el sector social. Las iglesias, por ejemplo, probablemente no desempefiaran en Europa Occidental el papel clave que desempefian en los Estados Unidos, pais que sigue siendo predominantemente cristiano. En el Japén, pertenecer a la comunidad de emplea- dos podra seguir siendo el foco central y distintivo de la comunidad, especialmente para el grueso de los trabajadores. Pero, de todas maneras, todos los paises desarrollados nece sitan un sector social auténomo de organizaciones comin 194 ElEstado farias. Lo necesitan para prestar los servicios comunitarios gue se requieren. Lo necesitan sobre todo para proporcionat los lazos de comunidad y restaurar la ciudadania activa. Histéricamente, la comunidad ha sido cuestién del destino. len Ja sociedad y en el Estado postcapitalistas, la comunidad jene que convertirse en compromiso. Hene que convertirse en compromiso, Tercera parte El conocimiento 10 El conocimiento: su economia; su productividad A primera vista, parece que 1a economia no se haya afectado gran cosa por el desplazamiento hacia el conocimiento como el recurso basico. Parece ser capitalista mds bien que post- capitalista. Pero las apariencias engafian. La economia seguramente seguird siendo una economia de mercado — y de mercado mundial. Ir4 incluso mds allé que la economia de mercado anterior a la Primera Guerra Mundial, cuando habia economias planificadas y paises no socialistas. La critica del mercado como organizador de la actividad econs- mica se remonta a Aristételes. La mayoria de los cargos que se le hacen estan bien fundados.' Pero como lo dijo hace mas de cien afios nada menos que el gran anticapitalista Karl Marx, el mercado, a pesar de todas sus imperfecciones, sigue siendo ‘Entre las criticas mAs vélidas se cuenta la de Karl Polanyi (1886-1964) en su libro de 1944 The Great Transformation. 198 El conocimiento muy superior a todas las demas maneras de organizar la actividad econémica — cosa que se ha probado ampliamente en los tltimos cuarenta afios. Lo que hace gue el mercado sea superior es precisamente que organiza la actividad eco- aémica en torno a _la informacion. Pero si bien la economia mundial seguira siendo una eco- nomia de mercado y conservara las instituciones del mercado, su sustancia ha cambiado radicalmente. Si es todavia “capi- talista”, lo que la domina es el “capitalismo de informacién”, Las industrias que en los ultimos cuarenta afios han pasado a ocupar el centro de la economia son aquéllas cuyo negocio es la produccién y la distribucién de conocimientos, y no la produccién y la distribucién de objetos. El verdadero producto de la industria farmacéutica es el conocimiento; pildoras y ungiientos no son otra cosa que el envase del conocimiento. Ahi estén las industrias de telecomunicaciones y las que producen herramientas y equipos para procesar informacién, tales como computadores, semiconductores y software. Ahi estan los productores y los distribuidores de informacion — cine, programas de television, cintas de video. Los “no nego- cios” que producen y aplican conocimiento, es decir, la edu- cacién y el cuidado de la salud, han crecido en todos los paises desarrollados mucho més répidamente que los negocios ba- sados en conocimiento. Los “super-ricos” del viejo capitalismo eran los barones del acero del siglo XIX. Los “super-ricos” de la bonanza después de la Segunda Guerra Mundial son los fabricantes de compu- tadores, los productores de software, de programas de tele- vision, o Ross Perot, el constructor de un negocio que instala y¥ maneja sistemas de informacién. Las grandes fortunas que se hicieron en el comercio minorista — las de Sam Walton de WaltMart en los Estados Unidos, Masatoshi Ito de Ito- Yokado en el Japén o de los hermanos Sainsbury en Inglate- 1ra — se hicieron reorganizando este viejo negocio en torno a la informacién, En realidad, todas las industrias tradicionales que se las han arreglado para crecer en los tiltimos cuarenta afios han erecido porque se estructuraron en torno al conocimiento y a la informacién. La siderargica integrada se esta volviendo El conocimiento: su economia; su productividad 199 obsoleta. Ni siquiera en los paises de bajos salarios puede competir con la miniaceria. Pero una miniaceria no es otra cosa que una fabrica de acero organizada en torno a la infor- macién mds bien que en torno al calor. Ya no es posible realizar grandes utilidades haciendo o moviendo cosas. Pero ni siquiera es posible hacer grandes utilidades controlando el dinero. En 1910 un socialista austroalema4n, Rudolf Hilferding (1877- 1914), acuiié la expresion “Capitalismo Financiero”. Sostenia que ésta era la ultima etapa culminante del capitalismo antes del inevitable advenimiento del socialismo. En una economia capitalista, dijo, el margen entre lo que los bancos pagan por el dinero y lo que cobran por él se amplia inexorablemente, y como resultado los bancos y los banqueros se convierten en los unicos que realizan utilidades y en los gobernadores de la economia capitalista. Lenin, pocos afios después, hizo de esta tesis la base de su teoria del comunismo. Esto explica por qué la planificacién soviética se organizé en torno al Banco del Estado y se controlé mediante la asignacién de crédito pbancario. El Capitalismo Financiero seguia siendo un dogma socialista después de la Segunda Guerra Mundial, lo cual explica por qué en la Gran Bretafia los gobiernos laboristas de postguerra nacionalizaron inmediatamente el Banco de Inglaterra y por qué unos pocos afios después el gobierno socialista de Francia nacionalizé los principales bancos co- merciales. Pero hoy los bancos comerciales estan en dificultades en todas partes. El margen entre lo que pagan y lo que cobran por el dinero se esta estrechando constantemente. Ya no pueden vivir del rendimiento del dinero. Para poder sobrevivir — por no hablar de utilidades — tienen que cobrar por dar informacién. Cada vez es menor el rendimiento sobre los recursos tradi- cionales — trabajo, tierra y capital (dinero). Los tinicos — 0 por lo menos los principales — productores de riqueza son la informacién y el conocimiento. 200 Elconocimiento La economia del conocimiento Cémo se comporta el conocimiento como recurso econémico, no lo entendemos atin del todo. No hemos tenido la suficiente experiencia como para formular una teoria y ponerla a prueba. Lo Unico que podemos decir por ahora es que necesitamos esa teorfa. Necesitamos una teoria econémica que coloque el conocimiento en el centro del proceso de produccién de ri- queza. Sdlo dicha teoria puede explicar la economia actual. Sélo ella puede explicar el crecimiento econdmico. Sdlo ella puede explicar la innovacién. Sélo ella puede explicar cémo funciona la economia japonesa y, sobre todo, por qué funciona, Sdlo ella puede explicar por qué los recién legados, especial- mente en el campo de alta tecnologia, pueden barrer el mercado casi de la noche a la majiana y expulsar a todos los compe- tidores, por més que éstos se hayan atrincherado — como lo hicieron los japoneses en el mercado de bienes econémicos de consumo y en el mercado de automéviles de los Estados Unidos. Hasta ahora, no hay sefias de un Adam Smith o un David Ricardo del conocimiento. Pero si han empezado a aparecer los primeros estudios del comportamiento econémico del conocimiento.? Estos estudios dejan perfectamente en claro que la econo- mia basada en el conocimiento no se comporta como lo supone la actual teoria. Sabemos, por consiguiente, que la nueva teoria econémica, la teoria de una economia basada en el conoci- *gjemplos son los trabajos hechos por Paul Romer de la Universidad de California, Berkeley, como sus dos articulos: "Endogenous Technical Change”, en el Journat of Political Economy (1990) y “Are Nonconvexities Important for Understanding Growth?", en American Economic Review (1990); el trabajo de Maurice Scott, de Oxford, especialmente su libro A New View of Economic Growth (Oxford University Press, 1989); y el articulo de Jacob T. Schwartz, matemitico y cientifico de computadores de la Universidad de Nueva York, “America's Economic-Technological Agenda for the 1990s", en Daedalus, Publicacién periédica de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias, invierno 1992 — éste dltimo, una presentacién rigurosa, aunque exenta de terminologia especializada, de la economia de la innovacién basada en el conocimiento. El conocimiento: su economia; su productividad 201 miento, ser muy distinta de la actual, sea ésta keynesiana © neokeynesiana, clasica o neoclisica. Uno de los supuestos b4sicos de los economistas es que la “competencia perfecta” es el modelo para la asignacién de recursos y también para la distribucién de las recompensas econémicas. La competencia imperfecta es comun en el “mundo real”, pero se supone que es el resultado de intromisién de factores extrafios a la economia misma, es decir, el monopolio, la proteccién de las patentes, la reglamen- tacién gubernamental, etc. Pero en la economia del conoci- miento la competencia imperfecta parece ser inherente a la economia misma. Las ventajas iniciales obtenidas mediante jas tempranas aplicacién y explotacién del conocimiento (es decir, lo que ha venido a Iamarse la “curva de aprendizaje”) se hacen permanentes e irreversibles. Lo que esto implica es que ni la economia de libre comercio ni ei proteccionismo por si mismos funcionaran como politicas econémicas. La econo- mia del conocimiento parece necesitar ambas cosas en equi- librio.> Otro supuesto bdsico de los economistas es que la economia esté determinada, o bien por el consumo, o bien por la inver- sién. Los keynesianos y neokeynesianos (como Milton Friedman) la hacen depender del consumo; los clasicos y neoclasicos (como los “austriacos”) la hacen depender de la inversién. En la economia de conocimiento ninguno de los dos parece dominar. No hay ni la menor prueba de que el aumento del consumo Ileve a una mayor produccién de conocimientos. Pero tampoco hay ni la menor prueba de que el aumento de la inversién lleve a una mayor produccién de conocimientos. Por lo menos, el tiempo que transcurre entre el aumento de consumo y la produccién de conocimiento, o entre el aumento de inversién y la produccién de conocimiento, parece ser tan largo que no se puede analizar — y, ciertamente, es demasiado largo para basar la teoria econémica o 1a politica econémica en esa correlacién, cualquiera que pueda ser. *Bste punto lo sostiene en forma muy convincente un articulo anénimo aparecido en The Economist el 4 de enero de 1992. 202 El conocimiento Igualmente incompatible con la teoria econémica tradicional es la ausencia de un comtn denominador para las distintas clases de conocimiento. Distintas parcelas de tierra rinden cosechas distintas; pero su precio se determina por estas diferencias, es decir, por la cantidad del producto. En el caso del conocimiento, hay tres clases (como se vio en el capitulo 4). Hay primero la mejora continua de proceso, producto, servicio — los japoneses que son los que mejor la hacen la Maman kaizen. Hay explotacion; la explotacién continua del conocimiento existente para desarrollar nuevos y diferentes productos, procesos y servicios. Por tiltimo, hay la innovacién genuina. Estas tres maneras de aplicar el conocimiento para producir cambio en la economia (lo mismo que en la sociedad) es necesario trabajarlas conjuntamente y al mismo tiempo. Son igualmente necesarias. Pero sus caracteristicas econémi- cas — sus costos y sus impactos econémicos — son cualitativamente distintas. En general, noes posible, al menos hasta ahora, cuantificar el conocimiento, Por supuesto, po- demos estimar cudnto costard producir y distribuir conoci- mientos. Pero cudnto se produce — lo que podriamos Hamar “rendimiento sobre el conocimiento” — no lo sabemos. No hay teoria econémica a menos que exista un modelo que exprese los hechos econémicos en relaciones cuantitativas. Sin él, no hay manera de hacer una eleccién racional — y la eleccién racional es la esencia de la economfa. Sobre todo, la cantidad de conocimiento, es decir, su aspecto cuantitativo, no es ni con mucho tan importante como la productividad del conocimiento, 0 sea su impacto cualita- tivo. ¥ esto se aplica al conocimiento antiguo lo mismo que al nuevo. La productividad del conocimiento El conocimiento no es barato. Todos los paises desarrollados gastan mds o menos una quinta parte de su PIB en su pro- duccién y diseminacién, La escolaridad formal — escuelas para los jévenes antes de que entren a la fuerza laboral — se leva como una décima parte del PIB (en la época de la Primera Bl conocimiento: su economia; su productividad 203 Guerra Mundial, era apenas del 2%, mds o menos). Las orga- nizaciones empleadoras gastan otro 5% del PIB en educacién continua de sus empleados; puede ser mds; y del 3 al 5% del PIB se gasta en investigacién y desarrollo, es decir, en la produccién de nuevo conocimiento. Muy pocos paises destinan una proporcién similar de su PIB a la formacién de capital tradicional (es decir, capital-dinero). Incluso en el Japén y en Alemania, los dos principales paises con las més altas tasas de formacién de capital, la tasa pasé de una quinta parte del, PIB sdlo durante los afios de la mas febril reconstruccién y expansién en los cuarenta afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. En los Estados Unidos, la formacién de capital no ha Megado a 20% del PIB desde hace muchos aiios. La formacién de conocimiento ya es, pues, la inversi6n mas grande en todos los paises desarrollados. Cier- tamente el rendimiento que un pais o una empresa obtiene sobre el conocimiento tiene que ser un factor determinante de su competitividad. La productividad del conocimiento sera cada vez mas decisiva en su éxito econdmico y social y en su rendimiento econémico en general. Y sabemos que hay tre- mendas diferencias en la productividad del conocimiento — entre paises, entre industrias, entre organismos individuales. He aqui algunos ejemplos: Segiin su produccién de conocimientos cientificos y técni- cos, la Gran Bretafia debia haber sido el lider del mundo econdémico en la postguerra. Antibidticos, el motor de reaccién. directa, el escdner del cuerpo, hasta el computador, fueron desarrollos britanicos. Pero Inglaterra no logré convertir esos avances en conocimiento en productos y servicios practicos, en empleos, en exportaciones, en posicién en el mercado. La no productividad de sus conocimientos, m4s que ninguna otra cosa, esté en la raiz de Ja lenta y continua erosién de la economia britanica. Sintomas parecidos abundan hoy con respecto a la produc- tividad del conocimiento en la sociedad de los Estados Unidos. En industria tras industria, desde las microfichas hasta las méquinas fax y desde herramientas mecénicas hasta copiado- ras, las compafifas estadounidenses han generado las nuevas tecnologias, pero son las compaiiias japonesas las que han 204 El conocimiento desarrollado los productos y se han tomado los mercados. En los Estados Unidos, la produccién adicional por cada insumo adicional de conocimiento es claramente mas baja que la de sus competidores japoneses. En areas importantes, la produc- tividad del conocimiento en los Estados Unidos se esta que- dando atrds. Alemania ofrece un ejemplo distinto. La Alemania de post- guerra — por lo menos hasta la reunificacién de 1990 — registré un progreso econémico impresionante. En la mayor parte de las industrias, pero también en dreas tales como la banca y los seguros, Alemania Occidental alcanz6 posiciones de liderazgo m4s fuertes que las que obtuvo la Alemania imperial o la pre-hitleriana. Afio tras afio, por ejemplo, expor- taba cuatro veces mas por habitante que los Estados Unidos, y tres veces mds que el Japén. Tenia, pues, una altisima Productividad en conocimiento viejo, en aplicarlo, en perfec- cionarlo, en explotarlo. Pero tenia una productividad suma- mente baja en los nuevos conocimientos, especialmente en las areas de alta tecnologia: computadores, telecomunicaciones, Productos farmacéuticos, materiales avanzados, biogenética, etc. Proporcionalmente, Alemania Occidental invertia tanto dinero y talento en estas reas como tos Estados Unidos, y acaso mds. Producia una regular cantidad de nuevo conoci- miento, pero habia fallado notoriamente en convertirlo en innovaciones prcticas. El nuevo conocimiento ha permane- cido en el terreno de la informacién, pero no se ha hecho productivo. El ejemplo més instructivo es el del Japon. Este pais lo ha hecho particularmente bien en estos tltimos cuarenta ajfios, tanto en vieja manufactura como en las nuevas industrias basadas en conocimiento. Sin embargo, su ascenso meteérico no se basé en producir conocimiento. En tecnologia y en administracién, la mayor parte de los conocimientos que utiliza fueron producidos en otra parte, principalmente en los Estados Unidos. El trabajo serio para construir una base de conocimiento en el Japén mismo apenas comenz6 en los ultimos aiios 70; incluso ahora, en los afios 90, cuando hace tiempo que el Japén es la segunda potencia econémica del mundo, ese pais todavia importa més conocimiento del que El conocimiento: su economia; su productividad 205 exporta. En realidad, los japoneses no importaron una gran cantidad de conocimiento tecnoldgico (a diferencia del cono- cimiento administrativo) pero los que adquirieron los hicieron supremamente productivos. Es probable que la productividad de los recursos se con- vierta en una preocupacién central de la economia en la sociedad postcapitalista. Esto esta en la base de la relacion entre el medio ambiente y el crecimiento econdémico. También afrontamos con respecto al capital dinero un problema de productividad muy semejante al que afrontamos con respecto a la productividad del capital conocimiento. La productividad del capital dinero la pasaban por alto los economistas hasta la Segunda Guerra Mundial. Practicamente todos ellos, incluso Marx, pensaban en funcién de la cantidad de capital mas bien que en funcién de su productividad. Hasta Keynes distinguia sélo entre dinero invertido y dinero ateso- rado. Daba por sentada la productividad del dinero una vez que éste se invertia. Pero en los afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, empezamos a preguntar: ,Cudnta produccién adicional genera una unidad adicional de dinero invertido? 4Cual es la produc- tividad del capital? Entonces se hizo evidente que hay dife- rencias en la productividad de! capital dinero y que esas diferencias son muy importantes. En la época en que empezamos a preocuparnos por la productividad del capital — a fines de los afios 50 y comienzos de los 60 —, lo que estaba de moda en todo el mundo era la planificacién central. Lo tinico que la gente se preguntaba era cudl de los dos métodos serfa mejor, si la planificacién, detallada desde arriba, de los planes quinquenales soviéticos, 0 la planificacién por consenso del Plan Indicatif francés. Pero casi todo el mundo aceptaba que los resultados de la plani- ficacién eran muy superiores a 1a asignacién no planificada de capital del mercado, tanto en producto total como en producto por unidad de inversién. Los primeros esfuerzos que se hicieron por medir el ren- dimiento real mostraron en forma concluyente que bajo ambas formas de planificacién la productividad del capital es muy baja 208 Et conocimiento y disminuye constantemente. Mostraron que bajo la planifi- cacién central cada unidad adicional de capital invertido Produce cada vez menos producto adicional, Los franceses actuaron inmediatamente. Descartaron el Plan Indicatif y con é1 toda Planificacién econdémica. Si Francia no hubiera dado un viraje de 180 grados a principios de los afios 60, hoy estaria en condiciones muy parecidas a Alemania Oriental. Los planificadores soviéticos siguieron planificando. Y la Productividad del capital en el Imperio Soviético siguié en descenso hasta tal punto que se volvié negativa. En los afios de Brezhnev, la inversion en agricultura aumenté constante- mente hasta que se Iev6 1a tajada del leén de todo el dinero disponible fuera de lo destinado a defensa. Pero cuanto mas dinero dedicaban los rusos a la agricultura, menores eran sus cosechas. Y la misma productividad negativa del capital ahogé también las industrias civiles. (No tenemos informacién sobre qué ocurrié en el sector de defensa.} El fracaso de la produc- tividad del capital fue lo que mas influyé para producir al fin el colapso de la economia soviética. La centralizacién, como lo sabemos hoy, impide la produc- tividad del capital dinero. Las enormes inversiones en el Tercer Mundo hechas por el Banco Mundial no fueron centralmente Planificadas pero sf fueron y son altamente centralizadas, Su Productividad ha sido baja. Han construido monumentos muy visibles como enormes fabricas de acero, Pero han tenido muy Poco efecto multiplicador en la economia. Han creado muy Pocos empleos fuera de la planta misma. Rara vez se han hecho econémicamente viables ni mucho menos rentables, Acttian como una carga sobre la economia nacional en lugar de pro- Porcionarle capital adicional de inversion. Es muy probable que la planificacién centralizada y la centralizacién en general hagan el conocimiento tan impro- ductivo como han hecho improductivo el capital dinero, La planificacién japonesa de conocimiento de “alta tecno- logia” es hoy la moda como Jo fue la planificacién del desarrollo econémico en Rusia y Francia hace unos treinta aiios. Pero Jos resultados hasta hoy son singularmente poco impresionan- tes. Los triunfos japoneses en industrias de alta tecnologia El conocimiento: su economia; su productividad 207 deben muy poco a los tan ponderados planes gubernamenta- les. La mayor parte de ellos han sido fiascos, v. gr., el am- bicioso plan de desarrollar el supercomputador de “quinta generacién”. ¥ los diversos planes de los Estados Unidos para sobrepasar a los japoneses mediante consorcios patrocinados por el gobierno, es decir, la centralizacién de la innovacién, también han sido notoriamente infortunados. La innovacién, es decir, la aplicacién del conocimiento para producir nuevo conocimiento no es, como tanta gente cree, cuestién de “inspiracién”, ni que la realicen individuos aisla- dos en el garaje de su casa. Requiere esfuerzo sistematico y un alto grado de organizacién.‘ Pero también requiere tanto descentralizacién como diversidad, es decir, lo contrario de planificacién central y centralizacion. Los requisitos administrativos Términos como centralizacién, descentralizacion y diversidad no son términos de la economia. Son términos de adminis- tracién. No tenemos una teoria econémica de la productividad de la inversién en conocimiento, y quizd no la tengamos nunca. Pero tenemos reglas de administracién. Sabemos, sobre todo, que la tarea de hacer productivo el conocimiento es una responsabilidad de ta administracién. No puede desempefiar- la el gobierno. Pero tampoco la pueden realizar las fuerzas del mercado. Requiere la aplicacién, sistematica y organizada, de conocimiento al conocimiento. La primera regla bien puede ser que el conocimiento tiene que poner muy alta la mira para producir resultados. Los pasos pueden ser pequefios e incrementales, pero Ja meta tiene que ser ambiciosa. El conocimiento sélo es productivo si se aplica para lograr una diferencia vital. Albert von Szent Gydrgyi (1893-1990), htingaro-americano ganador dcl Premio Nobcl, revolucioné la fisiologia. Cuando ‘Sobre esto, véase mi libro Innovation and Entrepreneurship (Londres: Heinemann, 1985). 208 El conocimiento se le pidié que explicara sus triunfos, los atribuy6 todos a su maestro, un oscuro profesor de una universidad provincial hiingara, dijo: “Cuando obtuve mi doctorado, propuse estudiar Ja flatulencia, de la cual no se sabia entonces nada, ni se sabe atin. «Muy interesante», me dijo mi profesor, «pero nadie se ha muerto jamds de flatulencia. Si uno obtiene resultados, lo cual es siempre incierto, lo mejor es obtenerlos en un campo en que ellos hagan una diferencia vital». “Por esta razén", agregé Szent Gedrgyi, “me dediqué al estudio de la quimica bdsica y descubri las enzimas”. Todos los proyectos de este gran investigador eran un paso Pequeiio, pero desde el principio habia puesto la mira muy alto: descubrir los fenémenos quimicos bésicos del cuerpo humano. De manera andloga, en el kaizen japonés cada paso €8 pequefio — un cambio menor aqui, una ligera mejora alld — Pero la mira es producir por medio de mejoras sucesivas, unos pocos afios después, un producto, un proceso o un servicio radicalmente diferente. E] Propésito es ser el factor decisivo. Para hacer productivo el conocimiento se requiere, ademas, que el esfuerzo se enfoque claramente. Tiene que ser altamen- te concentrado, Sea que lo Ileve a cabo un individuo o un equipo, para el estuerzo se requieren propésito y organizacién. No es un destello de genio. Es trabajo. Para hacer productivo el conocimiento se requiere, igual- mente, la explotaci6n sistematica de oportunidades de cambio — lo que en un libro anterior yo amé Jas “siete ventanas de la innovacién”.* Estas oportunidades tienen que ser igualadas por la competencia y las fortalezas del trabajador de conoci- miento y del equipo de conocimiento. Para hacer productivo ¢l conocimiento se requiere, final- mente, administrar el tiempo. Alta productividad del conoci- miento — sea en mejoramiento, en explotacién o ea innova- cién — se obtiene al fin de un largo periodo de gestacion. Sin embargo, para la productividad del conacimiento se requiere también una corriente continua de resultados a corto plazo. “Innovation and Entrepreneurship (Londres: Heinemann, 1985). El conocimiento: su economia; su productividad 209 Se requiere, por tanto, la ms dificil de todas las realizaciones administrativas: equilibrar el largo plazo con el corto plazo. Nuestra experiencia en hacer productivo el conocimiento la hemos obtenido hasta ahora prineipalmente en economia y en tecnologia. Pero las mismas reglas se aplican a hacerlo pro- ductivo en los problemas sociales, en el cuerpo politico y con respecto al conocimiento mismo. Hasta ahora, poco es el trabajo que se ha hecho para aplicar el conocimiento en estas 4reas. Pero necesitamos productividad del conocimiento mas atin en estas dreas que en economia, en tecnologia o en medicina. Hay que conectar La productividad del conocimiento requiere aumentar el ren- dimiento de lo que se conoce — por el individuo o por el grupo. Hay un viejo cuento de un granjero que rechaza una pro- puesta de métodos mas productivos de labranza diciendo: “Yo ya sé cémo trabajar mi tierra dos veces mejor de lo que la trabajo”. Casi todos (0 tal vez todos) sabemos mucho més de lo que ponemos en prdctica. La principal razén es que no moviliza- mos los multiples conocimientos que tenemos. No utilizamos el conocimiento como parte de una caja de herramientas. En lugar de preguntar: “,Qué sé, qué he aprendido que se pueda aplicar a esta tarea?” tendemos a clasificar las tareas en funcién de términos de 4reas de conocimiento especializado. Una y otra vez, trabajando con ejecutivos, encuentro que un problema determinado — por ejemplo, en estructura organizacional 0 en tecnologia — se puede resolver con co- nocimientos que el ejecutivo ya tiene, que puede haber adqui- rido en un curso de economia en la universidad. La respuesta comun es: “Por supuesto, eso ya lo sé, pero eso es economia, no administracién”. Desde luego, ésta es una distincién enteramente arbitraria, necesaria tal vez para aprender y ensefiar una materia, pero que no tiene valor como definicién de lo que es el conocimiento y de lo que éste puede hacer. La forma en que organizamos tradicionalmente los negocios, 210 Elconocimiento Jas oficinas ptblicas y las universidades fomenta més atin la tendencia a creer que el propésito de las herramientas es adornar la caja de herramientas més bien que hacer un trabajo. Al aprender y al ensefiar tenemos que concentrarnos en la herramienta. Al usarla, tenemos que concentrarnos en el resultado final, en la tarea, en el trabajo. “Hay que conectar” era el constante consejo de un gran novelista inglés, E. M. Forster (1879-1970). Esto siempre ha sido la sefial distintiva del gran artista, pero también del gran cientifico, de un Darwin, un Bohr, un Einstein. En el nivel de estos hombres, la capa- cidad de conectar puede ser innata y parte del misterio que llamamos genio. Pero, en gran medida, conectar, y por tanto, levantar el rendimiento del conocimiento existente, sea de un individuo, de un equipo o de toda la organizacién, es cosa que se puede aprender. Con el tiempo también se podra ensefiar. Requiere una metodologia para la definicién del problema — quizd todavia mds de Jo que requiere la metodologia de so- lucién de problemas que est4 hoy tan en boga. Requiere andlisis sistematico del tipo de conocimiento y de informa- cién que necesita un problema determinado, y una metodo- logia para organizar las etapas en que el problema se puede atacar — la metodologia de lo que hoy Ilamamos “investigacién de sistemas”. Requiere lo que se podria lamar “organizar la ignorancia”* — siempre hay mucha ms ignorancia que cono- cimiento. La especializacién en diversos conocimientos nos ha dado un enorme potencial de rendimiento en cada area. Pero por ser los conocimientos especializados necesitamos también una metodologia, una disciplina, un proceso para convertir el potencial en rendimiento. De otro modo, la mayor parte del conocimiento disponible no ser4 productivo. Seguira siendo slo informacién. No ver el bosque porque los arboles no Jo dejan ver es una falla grave. Pero igualmente seria es la falla de no ver los Arboles porque el bosque no los deja ver. Uno sélo puede °Lo cual iba a ser el titulo de un libro que empecé a escribir hace cuarenta afios y nunca terminé. El conocimiento: su economia; su productividad 211 sembrar Arboles individuales, s6lo puede cortar drboles indi- viduales. El bosque es la ecologia, el ambiente sin el cual ios 4rboles no se dan. Para hacer productivo el conocimiento tenemos que aprender a ver tanto el bosque como los arboles. Tenemos que aprender a conectar. La productividad del conocimiento va a ser, cada vez mas, el factor determinante en Ia posicién competitiva de un pais, una industria, una compafifa. Con respecto al conocimiento, ningun pais, ninguna industria, ninguna compaiiia tiene nin- guna ventaja o desventaja “natural”. La tinica ventaja posible estard en cuanto pueda obtener con el conocimiento univer- salmente disponible. Lo tinico que va a tener importancia en Ja economia nacional, lo mismo que en la internacional, es el rendimiento de la administracién en hacer productivo el conocimiento. 11 La escuela responsable Una revolucién tecnolégica: microcomputadores; transmision por satélite directa al salén de clase, est4 invadiendo la es- cuela. A la vuelta de pocos decenios, habré transformado la forma en que aprendemos y la forma en que ensefiamos. Cambiaré4 la economia de la educaci6n. De ser casi totalmente de uso intensivo de trabajo, las escuelas pasaran a ser de uso. altamente intensivo de capital. Pero todavia mds radicales, aunque esto poco se discuta todavia, serdn los cambios en la posicién social y en el papel de la escuela. Si bien desde hace largo tiempo la escuela ha sido una institucién central, ha sido de la sociedad, pero no ha estado en la sociedad. Se dedicaba a los jévenes que todavia no eran ciudadanos, que todavia no eran responsables, que todavia no estaban en la fuerza laboral. En la sociedad de conocimiento, la escuela se convierte en una institucién también de adultos, y especialmente de adultos de un alto nivel de escolaridad. Sobre todo, en la sociedad de conocimiento, la escuela se hace responsable del rendimiento y de los re- sultados. La escuela responsable 213 En el Occidente, la escuela pasé por una revolucién tecno- légica anterior hace varios centenares de afios, producida por el libro impreso. Esa muy temprana revolucién contiene importantes lecciones para hoy — y lecciones que no son tecnolégicas. Una de ellas es que abrazar la nueva tecnologia de aprendizaje y ensefianza es requisito previo para el éxito nacional y cultural, no menos que para la competitividad econémica. El Occidente pasé a una posicién de liderazgo mundial entre 1500 y 1650, en gran parte porque reorganizé las escuelas en torno a la nueva tecnologia del libro impreso. Por el contrario, haberse negado a redisefiar sus escuelas en toro al libro fue un factor principal en la decadencia de la China y del Islam y su posterior supeditacién al Occidente, Ambos usaban la imprenta — los chinos la conocian desde hacia siglos, desde luego, aunque no con tipos movibles — pero ambos mantu- vieron el libro impreso fuera de sus escuelas; ambos lo re- chazaron como herramienta de aprendizaje y de ensefianza. El clero islimico siguié aferrado al aprendizaje memoristico y la recitacién; en el libro impreso vefa una amenaza a su autoridad, justamente porque el libro les permite a los estu- diantes leer por si mismos. En la China, los eruditos confucianos también lo rechazaron; se aferraron ala caligrafia. El libro impreso era incompatible con un postulado clave de la cultura china: que el dominio de la caligrafia lo califica a uno para el gobierno. ‘Antes de 1550, la China y el Imperio Otomano, la encarna- cién politica del Islam, eran las “superpotencias” mundiales, politica y militarmente, econémica, cientifica y culturalmente. Hasta 1550, ambos iban en ascenso. De ahi en adelante ambos se estancaron, ambos se quedaron mirando hacia el interior. Ambos pasaron a la defensiva. En el Occidente, la escuela se vio como la institucién progresista y motora del progreso en todas las 4reas — en la cultura, en las artes, en la literatura, en las ciencias, en la economia, en la politica y en las fuerzas armadas. En el Islam y la China la escuela se vio como un gran obstdculo al progreso; la rebelién contra la escuela fue el punto de partida para todos los movimientos de reforma en estas dos grandes civilizaciones. 214 Elconocimiento La temprana revolucién en el aprendizaje demuestra otra leccién igualmente valiosa: que la tecnologia en si misma es menos importante que los cambios que genera en la sustancia, en el contenido y en el foco de las escuelas. Estos cambios son lo que realmente importa. Son efectivos aun cuando sélo haya un cambio minimo en la tecnologia del aprendizaje y de la ensefianza. Los japoneses no siguieron ni el modelo occidental ni el chino en sus escuelas “nuevas” y “modernas”, las escuelas que fund6 a fines del siglo XVII y comienzos ‘del XIX el mo- vimiento de los bunjin (literatos o humanistas del “Renaci- miento de'Kioto”). A diferencia del Occidente, no pusieron el libro impreso en el centro; en efecto, la caligrafia japonesa Uegé a su auge en las escuelas que los bunjin fundaron en Kioto y que luego se extendieron por todo el pais. Sus escuelas. haefan hincapié en la disciplina que da la caligrafia y en la Percepcién estética en que adiestra — lo mismo que la edu- cacién japonesa hasta el dia de hoy. Sin embargo, las escuelas bunjin no rechazaron el libro impreso como lo habjan recha- zado los chinos. Lo utilizaron, y muy eficazmente. Sobre todo, rechazaron la idea china del erudito como un grupo elitista, separado y diferente de la gente comin. Los bunjin buscaban alfabetismo universal. A donde quiera que iban persuadian al sefior local de que en sus dominios establecieran escuelas para los nifios, abiertas para todos. En contenido y en sus- tancia, la escuela bunjin tomé mucho de todo lo que podia aprender del Occidente y de la escuela occidental — princi- palmente por conducto de los mercaderes holandeses residen- tes en Nagasaki. Estas escuelas del Renacimiento de Kioto de hace 200 afios son tal vez el mejor ejemplo de aquella singular facultad japonesa de absorber culturas extranjeras, en este caso tanto la china como la occidental, y japonizarlas. Fue la escuela bunjin la que un siglo mas tarde capacité a los japo- neses, tinico pueblo entre los no occidentales, para convertirse en una nacién moderna, para occidentalizarse en economia, tecnologia, instituciones politicas y fuerzas militares, y, sin embargo, seguir siendo profundamente japoneses. Todos los que contribuyeron a fines del siglo XIX a transformar el aislado y todavia feudal Japén del shogunato Tokugawa en el Japon es Laescuela responsable 215 moderno de la restauracién Meiji, habian estudiado en alguna escuela de los bunjin y habfan recibido ensefianzas de alguno de sus grandes maestros o de alguno de sus discipulos. La tecnologia, por importante y visible que sea, no serd, pues, la caracteristica mas importante de la transformacién escolar. Mds importante sera repensar el papel y la funcién de la escolaridad y de la escuela: su contenido; su foco; su propésito; sus valores. La tecnologia sera muy importante, pero principalmente porque nos debe obligar a hacer cosas nuevas més bien que porque nos capacite para hacer mejor las cosas viejas. También en este punto da ejemplo la anterior revolucién europea de la ensefianza y el aprendizaje. La figura mas grande de ese movimiento, el hombre a quien se puede Ilamar el padre de la escuela moderna, fue Jan Amés Comenius (1592-1670), protestante checo (su nombre original era Komensky), expul- sado de su patria por la contrarreforma catélica que siguié a la derrota del levantamiento checo de 1618 contra los Habsburgos catdlicos. A Comenius le debemos la tecnologia que hizo del libro impreso un portador eficaz de conocimiento y ensefianza; fue é1 quien inventé la cartilla y el libro de texto. Pero para él éstos eran sélo herramientas. Su escuela se basaba en un nuevo plan de estudios, que todavia es, en gran parte, Io que las escuelas en todo el mundo consideran “edu- cacién”, Su propésito era el alfabetismo universal y su mo- tivacién era religiosa: capacitar a sus compatriotas checos para permanecer protestantes y leer y estudiar la Biblia por si mismos, aun cuando su religién hubiera sido suprimida y sus pastores desterrados por los papistas victoriosos. El reto verdadero que nos espera no es la tecnologia. Es cémo usarla. Hasta ahora ningun pais tiene el sistema edu- cativo que la sociedad de conocimiento necesita. Ningtn pais hasta ahora ha afrontado las demandas importantes. Ninguno sabe las respuestas. Ninguno puede hacer lo que se necesita. Pero, por lo menos, podemos hacer tas preguntas. Podemos definir, aun cuando sdlo sea en forma esquematica, las espe- cificaciones de la escolaridad y las escuelas, que podrian responder a las necesidades de la sociedad postcapitalista, 1a sociedad de conocimiento. Estas especificaciones piden una 216 El conocimiento escuela tan distinta de las que existen hoy como era distinta la escuela “moderna” — para la cual Comenius trazé las especificaciones hace 350 afios — de la escuela que existia antes del libro impreso. Estas son las especificaciones: +La escuela que necesitamos tiene que proporcionar alfa- betismo universal de alto nivel —_mucho mis alld de lo que hoy entendemos por alfabetismo. + Tiene que infundirles a los estudiantes en todos los niveles y de toda edad 1a motivacién para aprender y la disciplina para continuar aprendiendo. + Tiene que estar abierta tanto a las personas altamente educa- das como a las personas que por cualquier raz6n no tuvieron acceso a una educacién superior en sus afios tempranos. - Necesitamos escolaridad que dé conocimiento, como sustan- cia y como proceso — lo que los alemanes diferencian como Wissen y K6nnen. + Finalmente, la escolaridad no puede ser ya monopolio de las escuelas. La educacién en 1a sociedad postcapitalista tiene que saturar a toda la sociedad y a las organizaciones que dan empleo: las empresas, las oficinas del gobierno, las entidades sin 4nimo de lucro, deben convertirse en instituciones de aprendizaje y ensefianza, y las escuelas tienen que trabajar en asociacién con los empleadores y las organizaciones que dan empleo. Las nuevas exigencias de rendimiento El alfabetismo de muy alta calidad es la primera prioridad. Es lo fundamental. Sin él, ninguna sociedad tiene la capacidad de dar un alto rendimiento en el mundo postcapitalista y en su sociedad de conocimiento. Dotar a los estudiantes de las herramientas necesarias para rendir, para contribuir y para que puedan emplearse es también el primer deber social de cualquier sistema educativo. Donde la nueva tecnologia va a producir su primer impacto es en el campo del alfabetismo universal, Las escuelas, a lo ee a ah e! en ear ae, La escuela responsable 217 largo de las edades, han destinado horas incontables a tratar de ensefiar cosas que es mejor aprenderias que ensefiarlas, es decir, cosas que se aprenden practicamente y por medio del ejercicio, la repeticién y la retroinformacidn. En esta categoria estén las materias que se ensefian en Ia escuela elemental, aunque también muchas de las que se ensefian en posteriores etapas del proceso educativo. Materias como lec- tura, escritura, aritmética, ortograffa, hechos histéricos, bio- logia, y aun materias avanzadas como neurocirugia, diagnés- tico médico y la mayor parte de Ja ingenieria, se aprenden mejor por un programa de computador. El maestro motiva, dirige y estimula. Se convierte en un lider y un recurso. En la escuela de majiana, los estudiantes serdn sus propios instructores utilizando como herramienta un programa de computador. Realmente cuanto mds jévenes son, més les llama Ja atencién el computador, més los gufa y los instruye. His- téricamente, la escuela elemental ha sido casi totalmente de uso intensivo de trabajo. La escuela elemental de mafiana sera de uso intensivo de capital. A pesar de la tecnologia de que se dispone, el alfabetismo universal presenta inmensas dificultades. Los conceptos tra- dicionales de alfabetismo ya no son suficientes. Lectura, esctitura y aritmética se necesitarin lo mismo que se nece- sitan hoy, pero ahora jas necesidades del alfabetismo van mucho més alla de estos fundamentos. Requieren habilidad numérica. Requieren comprensién basica de las ciencias y de Ja dinamica de la tecnologia. Requieren conocimiento de len- guas extranjeras. También requieren aprender a ser eficiente como miembro de una organizacién, es decir, como empieado. El alfabetismo universal implica un claro compromiso con Ja prioridad de la educacién. Exige que en la escuela, espe- cialmente en la de principiantes, los nifios subordinen todo Jo demas a la adquisicién de habilidades de base. Si la escucla no se las proporciona al joven aprendiz. ella habré fracasado en su deber crucial: darles a los principiantes confianza en si mismos, darles competencia y capacitarlos para que, a la vuelta de algunos ajios, rindan y se realicen en Ja sociedad postcapitalista, la sociedad de conocimiento. 218 Elconocimiento Para esto se requiere invertir la tendencia dominante de la educaci6n moderna, especialmente en los Estados Unidos. Creyendo haber alcanzado el alfabetismo universal para fines de la Primera Guerra Mundial, 0 a Io sumo para fines de la Segunda Guerra Mundial, la educacién estadounidense invirtié sus prioridades. La reforma social, mds bien que el aprendi- zaje, vino a ser la primera prioridad de la escuela. En los afios 5O y 60, cuando tomamos esta decisién, probablemente era inevitable, pues la severidad y la extensién del problema racial que afrontébamos nos obligé a hacer de la escuela el agente de la integracién racial — y los negros y el legado del pecado de Ja esclavitud han sido el problema central de este pais durante 150 afios, y lo seran probablemente durante otros cincuenta o cien afios. Pero las escuelas no podian hacer este trabajo social. Lo mismo que cualquier otra organizacién, las escuelas sélo sirven para realizar la tarea especial que les es propia. El hecho de supeditar el aprendizaje a metas sociales posiblemente ha estorbado la integracién racial y ha dificul- tado el progreso de los negros — como lo afirman hoy muchos negros que han sobresalido. Anteponer fines sociales a la meta de aprender vino a ser un factor predominante en la decadencia de la educacién basica, es decir, en la crisis del alfabetismo tradicional en este pais. Los nifios de las clases alta y media todavia reciben esa educaci6n, pero no la reciben los que mas la necesitan: los hijos de los pobres y los hijos de los inmigrantes. Lo que se necesita ahora es la reafirmacién del propésito original de 1a escuela. Este no es 1a reforma social ni el me- joramiento social. Tiene que ser el aprendizaje individual. Lo més alentador hoy en la educacién de los Estados Unidos bien puede ser el hecho de que esto lo reconocen hasta los negros mismos, como por ejemplo, la legisladora negra que en Milwaukee, Wisconsin, hizo aprobar un “plan de vales”, contra la oposicién estridente de todo cl cstablecimicnto cducativo. Este plan les permite a los padres escoger para sus hijos una escuela que se concentre en el aprendizaje y exija que los nifios aprendan. Esto io atacaran los liberales y los progresistas como elitista pe ee ae ee 1 La escuela responsable 219 y racista. Pero la escuela més elitista de todas, la japonesa, ha creado Ia sociedad mas igualitaria. Hasta los que no brillan en la carrera educacional, intensamente competitiva, adquie- ren, sin embargo, lo que a la luz de cualquier criterio tradi- cional es un alto grado de alfabetismo y una capacidad excep- cionalmente alta de realizar y rendir en la sociedad moderna. En la escuela japonesa, el alfabetismo es lo primero, y todo lo dem4s se subordina a él. También en los Estados Unidos ya hay bastantes escuelas en que los nifios negros més desfavorecides aprenden porque eso es lo que se espera y lo que se exige de ellos. Aprender a aprender “Alfabetismo” tradicionalmente significaba instruccién. Por ejemplo, la capacidad de multiplicar o un poquito de conoci- miento de historia. Pero la sociedad de conocimiento necesita también conoctmiento del proceso — cosa que las escuelas rara vez han tratado siquiera de ensefiar. En la sociedad de conocimiento, la gente tiene que aprender a aprender. Las materias pueden ser menos importantes que la capacidad de los estudiantes para continuar aprendiendo y su motivacién para hacerlo. La sociedad postcapitalista exige aprendizaje durante toda la vida. Para esto necesitamos una disciplina de aprendizaje. Pero el aprendizaje vitalicio requiere también que el aprender sea atractivo. En realidad, que sea una alta satisfaccién en si mismo, si no algo que el individuo anhela. Entre todos los sistemas educativos de hoy, el japonés es el unico que trata de dotar a sus estudiantes de una disciplina para aprender. El estudiante japonés que saca a los dieciocho afios las mas altas calificaciones en las pruebas de matemé- ticas, no recuerda diez afios después mds matematicas que el norteamericano que sacé a esa edad las peores calificacio- nes. Pero el japonés sale de 1a escuela habiendo aprendido a estudiar, a perseverar, a aprender. Pero la disciplina japonesa de aprendizaje — la disciplina de la tortura de los examenes de admisién a la universidad — 220 El conocimiento no motiva. Se basa en el miedo y la presién, y mata el deseo de seguir aprendiendo. Y ese deseo es justamente el que se necesita. En los colegios norteamericanos de artes liberales, por el contrario, el aprendizaje es agradable para muchos estudian- tes. Pero es solamente agradable. Le falta disciplina. Confunde el “sentirse bien” con la realizacién, y el “ser estimulado” con la disciplina. Realmente, si sabemos qué hay que hacer. En efecto, durante centenares o millares de afios hemos venido creando tanto motivacién para el aprendizaje continuo como la disciplina necesaria para ello. Es io que hacen los buenos maestros de los artistas. Es lo que hacen los buenos entrenadores de deportistas; lo que hacen en una organizacién los buenos “mentores”, de quienes tanto oimos hablar ahora en la lite- ratura de desarrollo gerencial. Conducen a sus estudiantes a realizaciones tan grandes que estos mismos se sorprenden y crean entusiasmo y motivacién, especialmente motivacién para el trabajo riguroso, disciplinado y perseverante y la practica que requiere el aprendizaje continuo. Pocas cosas habra mas aburridoras que practicar las escalas musicales. Sin embargo, cuanto mas grandes y eminentes son los pianistas, tanto mds asiduos se muestran en practicarlas hora tras hora, dia tras dia, semana tras semana. Lo mismo jos cirujanos: cuanto mds eminentes, més se ejercitan en hacer suturas hora tras hora, dia tras dia, semana tras semana. Los pianistas tocan las escalas meses sin cuento para lograr una mejora infinitesimal de su habilidad técnica, pero esto les permite realizar los resultados musicales que ya oyen en su oido interior. Los cirujanos hacen suturas durante meses interminables para ganar una mejora infinitesimal de su ‘destreza manual, pero esto les permite acelerar una operacién y salvar una vida. La realizacion envicia. Esta realizacién no significa hacer un poquito menos mal lo que uno no sabe hacer muy bien. La realizacién que motiva es hacer excepcionalmente bien lo que uno ya hace muy bien. La realizacion tiene que basarse en las aptitudes naturales del estudiante, como lo han sabido desde hace miles de afios los maestros de artistas, los entrenadores de deportistas, los La. escuela responsable 221 mentores. En realidad, descubrir las aptitudes del estudiante y enfocarlas en la realizacién es la mejor definicién del maestro y de la ensefanza. Es la definicién que trae el Didlogo sobre el maestro, escrito por uno de los mas grandes maestros de Ja tradici6n occidental, San Agustin de Hipona (354-420). Las escuelas y los maestros saben esto también, desde luego; pero rara vez les han permitido concentrarse en las aptitudes de los estudiantes y exigirles rendimiento. Mas bien los han obligado a concentrarse en sus debilidades. Practica- mente todo el tiempo de clase — por lo menos hasta que se llega a una facultad de postgrado en la universidad — se gasta en remediar debilidades. Se gasta en producir respetables mediocridades. Los estudiantes necesitan adquirir un minimo de compe- tencia en habilidades bdsicas; necesitan trabajo remedial; necesitan adquirir mediocridad. Pero en la escuela tradicional, casi no queda tiempo para nada més. Los productos de que mas se enorgullece esta escuela, los que sacan las mejores calificaciones en aplicacién y aprovechamiento, son los que satisfacen normas generales mediocres. No son los que rea- lizan; son los que cumplen. Pero, repitamoslo, la escuela tradicional no tenia otra opcién. Proporcionarle al alumno competencia en las destrezas de base es su primer deber, y éste s6lo se puede cumplir — incluso en una clase peque- fia — concentrandose en las debilidades de los estudiantes para remediarlas. Aqui las nuevas tecnologias pueden ejercer una influencia decisiva, pues eximen al maestro de gastar todo su tiempo, o la mayor parte de él, en aprendizaje de rutina, remedial o de repeticién. Los maestros siempre tendran que dirigir estas actividades. Pero la mayor parte de su tiempo lo han gastado tradicionalmente en “seguimiento”. Gastan la mayor parte de su tiempo no en ser maestros sino, como se decia antes, en ser “pasantes”. El computador hace esto muy bien, y hasta mejor que una persona. Podemos esperar que los maestros en lo sucesivo tengan cada vez més tiempo para identificar las aptitudes de los individuos, para aprovecharlas y conducir a los alumnos a la realizacién, Esperemos que tengan tiempo para ensefiar. 222 El conocimiento Pero aun cuando la tecnologia les permita hacerlo ast, gcambiar4 la escuela de actitud y se concentraré en las ap- titudes? gEstard dispuesta a ensefiar a “individuos” en lugar de “estudiantes”? Escuela y maestro todavia tendran que decir: “Beth (o John), ti necesitas més practica en division; aqui tienes unos ejemplos para que los hagas”. Escuela y maestro todavia tendran que ver que Beth y John hagan su trabajo. Todavia tendran que sentarse con ellos a explicarles, demos- trarles, animarlos. Pero con el computador como auxiliar de ensefianza, no tendran que sentarse con los nifios a supervisar el trabajo real — que es en lo que hoy gastan todo su tiempo o la mayor parte de él. Pero zestaran dispuestos a decir esto?: “Beth, como té dibujas tan bien, ,por qué no les haces retratos a todos los nifios de la clase?” Hay un segundo proceso de conocimiento que deben ense- fiar las escuelas 0, por lo menos, que se debe aprender en elas: el proceso que se necesita para obtener lo que en el capitulo anterior Ilamé el “rendimiento” del conocimiento. Como se dijo anteriormente, éste se realizard mds bien en la practica que en la escuela. Las tnicas instituciones educacionales que hasta ahora se han preocupado por el rendimiento del cono- cimiento son las escuelas “profesionales", por ejemplo las de ingenieria, medicina, derecho o administracién, porque éstas son las escuelas que se concentran en practica mds bien que en teoria. Pero todo el mundo podré mejorar el rendimiento del conocimiento. Esto requiere hacer que los process — los conceptos; ei diagnéstico; las habilidades — se puedan ense- fiar ©, por lo menos, se puedan aprender. Ciertamente, éste es un problema educativo y, como tal, un reto para las escue- las. La escuela en ta sociedad La escivela.ha sido una institucién social central durante largo tiempo — en el Occidente por lo menos desde el Renacimiento, y en el Oriente desde mucho antes. Pero ha sido “de la sociedad", no ha estado “en la sociedad”. Ha sido una insti- a eT ee ee La escuela responsable 223 tucién aparte. Casi nunca se combiné con ninguna otra ins- titucién; en el Occidente sélo lo hizo en Jos primeros tiempos de la Alta Edad Media, en los monasterios benedictinos cuyas escuelas preparaban a futuros monjes més bien que al laicado. La escuela no era para adultos; la raiz de la palabra pedagogia — paidés — es la palabra griega que significa nifio. Que la escuela en adelante tiene que estar cada vez mas en la sociedad puede ser, por tanto, un cambio tan radical como el que mas en los métodos de ensefianza y aprendizaje, en contenido y en el proceso de ensefiar y aprender. La escuela seguird ensefiando a los jévenes, pero al convertirse el apren- dizaje en una actividad vitalicia y no en algo que termina cuando uno “ya esté crecido”, las escuelas tendran que or- ganizarse para el aprendizaje vitalicio. Tienen que convertirse en sistemas abiertos. Las escuelas, casi en todas partes, estan organizadas sobre el principio de que el alumno tiene que entrar en cada etapa a una determinada edad y con cierta preparacion prescrita y estandarizada. En los Estados Unidos, uno empieza en el jardin infantil a la edad de cinco aiios, la escuela elemental a los seis, la escuela media a los doce, la escuela secundaria a los quince, el colegio o universidad a los dieciocho, etc. y asi sucesivamente. Si uno falla en una de estas etapas (ex- cepcién hecha del jardin infantil) entonces ya no leva el paso y es raro que pueda recuperarlo. Para la escuela tradicional, éste es un axioma y casi una ley de la naturaleza. Pero es incompatible con la naturaleza del conocimiento y con las exigencias de la sociedad de conocimiento, la sociedad postcapitalista. Lo que se necesita ahora es un nuevo axioma: “Cuanta mds instrucci6n tenga una persona, mas va a necesitar”. En los Estados Unidos hoy se espera que los médicos, los abogados, los ingenieros y los ejecutivos de negocios vuelvan ala escuela cada pocos afios para que no se queden atrasados. Pero en otros paises el retorno de adultos a los estudios formales es todavia la excepcién — y en particular, el retorno de adultos a cursos avanzados en el mismo campo en que ya han adquirido bastantes conocimientos y un grado avanzado. En el Japén, casi no se conoce, y lo mismo en Francia, en 224 Elconocimiento Italia y en gran parte en Alemania, Inglaterra y los paises escandinavos. Tendra que convertirse en la norma en todos los paises desarrollados. Mas novedosa atin es la necesidad de hacer el sistema educativo abierto, es decir, que las personas puedan entrar en sus distintas etapas a cualquier edad. En los Estados Unidos, esto esta ocurriendo muy rapidamente. Y en Inglaterra existe la Universidad Abierta. Pero hasta ahora, éstos son sé6lo comienzos. La sociedad de conocimiento no puede permitirse desperdiciar potencial de conocimiento. Bl grado se ha con- vertido en pasaporte para los trabajos de conocimiento. Aun en paises como los Estados Unidos y el Japén, en los cuales un gran ntimero de jévenes van a Ja universidad, muchos més abandonan los estudios a los dieciséis o dieciocho afios. No hay razén para creer que estos jévenes carezcan de dotes intelectuales para el trabajo de conocimiento. Toda nuestra experiencia prueba lo contrario. Lo que los distingue de los jévenes que siguen estudios universitarios es tinicamente la falta de dinero. Un buen niimero de jévenes muy inteligentes no van a la universidad porque maduran a la edad de dieciocho aiios y quieren ya ser adultos en lugar de continuar en el capullo de la adolescencia. Diez afios después, muchos quie- ren retornar y entonces, como lo sabe todo el que haya sido su profesor, son estudiantes muy exigentes, a causa de su motivacién superior. Ahora ellos quieren hacer trabajo avan- zado; los muchachos de diecinueve aiios sdlo lo hacen porque se les ordena. Més importante ain es que mantener acceso abierto a la educaci6n superior sin tener en cuenta circunstancias de edad ni grados previos es una necesidad social. Al trabajador de servicios hay que darle la oportunidad de pasar a trabajo de conocimiento. Esto significa que la sociedad postcapitalista tiene que crear un sistema educativo de libre acceso. Los individuos tienen que estar en capacidad de continuar en cualquier momento de su vida su educacién formal y califi- carse para trabajo de conocimiento. La sociedad debe estar dispuesta a aceptar a las personas en cualquier trabajo para el cual estén preparadas, cualquiera que sea su edad. Ninguna sociedad est4 hoy organizada para esto. Al contra- La escuela responsable 225 rio, los paises mds desarrollados estan organizados para mantener a la gente en las mismas posiciones en que comenz6 su carrera de trabajo. El sistema es mds rigido en el Japén, pero es casi igualmente rigido en Europa. Los Estados Unidos han avanzado més en crear oportunidades para adultos. El drea de crecimiento en la educacién estadounidense en los ultimos veinte afios ha sido la educacién continuada de adultos de cualquier edad — con respecto a los fundamentos, es decir, con respecto a los grados de escuela secundaria y universi- tarios, y para ofrecerles a personas ya altamente instruidas conocimientos adicionales y mas avanzados en sus especia- lidades. Esto le da a este pais una enorme ventaja sobre los demds paises desarrollados. Pero aun aqui todavia hay renuen- cia a aceptar en trabajos de conocimiento a personas que no hayan adquirido la preparacién basica bastante temprano en su vida. Las escuelas como socios La educacién no sera unicamente la que la escuela da. Sera una empresa conjunta en que las escuelas sean socias mds bien que monopolizadoras. En muchas dreas, la escuela sera sélo una de las diversas instituciones de aprendizaje en competicién con otros proveedores de ensefianza y aprendi- zaje. La escuela, como ya se dijo, ha sido tradicionalmente el lugar donde uno aprende; el oficio ha sido el lugar donde uno trabaja. Esta linea divisoria se esta desvaneciendo. La escuela va a ser el lugar donde los adultos contintian aprendiendo aun cuando estén trabajando jornada completa, Regresar4n a la escuela para un seminario de tres dias; para un cursillo de fin de semana; para un curso intensivo de tres semanas; o para seguir un curso de dos noches por semana durante varios afios hasta sacar un grado. Pero el oficio sera igualmente un lugar donde los adultos contintian aprendiendo. La capacitacién, desde luego, no es nada nuevo. Pero antes se limitaba al principiante. En adelante la capacitacién, en una forma o en otra, ser4 también de por vida. El adulto, y en especial el adulto 226 El conocimiento que tiene conocimientos avanzados, ser4 tanto capacitador como capacitado, tanto maestro como estudiante. En los Estados Unidos los empleadores — empresas, gobier- nos, fuerzas militares — ya gastan casi tanto dinero en la capacitacién de empleados adultos como gasta el pais en educar a los jévenes en sus escuelas formales. Lo que todavia falta es una asociacién entre las escuelas y las instituciones que dan empleo. Los alemanes, en sus programas de aprendizaje, han tenido escuelas y empleadores trabajando juntos durante ms de 150 afios capacitando a los jévenes. Pero en adelante, las escuelas y las instituciones empleadoras tendrén que aprender también a trabajar juntas en la educacién avanzada de adultos, Esta tarea — bien sea de educacion avanzada para personas altamente preparadas, © bien de educacién supletoria para personas que por alguna razén no tuvieron acceso a Ia educacién superior en su ju- ventud — se Ilevard a cabo en toda clase de asociaciones, alianzas, internados, en que escuelas y otras organizaciones trabajen juntas. Las escuelas necesitan el estimulo de trabajar con adultos y organizaciones empleadoras tanto como los adultos y sus organizaciones empleadoras necesitan el esti- mulo de trabajar con las escuelas. La escuela responsable Hablamos de “escuelas buenas” y de “escuelas deficientes”, de “universidades de prestigio” y también de “universidades mediocres", En el Japén, unas pocas — las de Tokio, Kioto, Keio, Waseda, Hitotsubashi — controlan el acceso a las opor- tunidades de carrera en las principales compaiiias y depen- dencias administrativas. En Francia, las Grandes Ecoles gozan de una posicién andloga de poder y prestigio. En Inglaterra, Oxford y Cambridge, aun cuando ya no son las monarquias absolutas del mundo académico, siguen siendo las “superpo- tencias” de la educacién superior. Nos dedicamos a toda clase de medidas: la proporcién de graduados de determinados colegios de artes liberales que adquieren el doctorado; el niimero de voliimenes que hay en la biblioteca de la univer- poet oes La escuela responsable 227 sidad; el ntimero de graduados de escuela secundaria que son aceptados en la universidad de su primera preferencia; la popularidad de las distintas universidades entre los estudian- tes. Pero apenas hemos empezado a preguntar: 4Cudles son los resultados de esta facultad? ,Cudles deben ser? Estas preguntas habrian surgido de todas maneras. En el siglo actual, la educacién se ha hecho excesivamente costosa para que no se le exija responsabilidad. ¥Y como se dijo en capitulos anteriores, los gastos para el sistema escolar se han ido por las nubes, pasando del 2% del PIB hacia 1913 en los paises desarrollados, al 10% ochenta afios después. Pero las escuelas también se han vuelto demasiado importantes para que no se les exija la responsabilidad de pensar a fondo cuales deben ser sus resultados lo mismo que de su rendimiento para alcanzar esos resultados. Ciertamente, los diversos sistemas escolares y las distintas escuelas darn respuestas diferentes a estas preguntas; pero todos los sistemas escolares y todas las escuelas pronto tendrén que formularselas y tomarlas en serio. Ya no vamos a aceptar la vieja excusa del maestro de escuela por el mal rendimiento: “Es que los estudiantes son perezosos y brutos”. Siendo el conocimiento el recurso central de la sociedad, la escuela es responsable de los estudiantes perezosos 0 desaplicados. Sélo hay escuelas que rinden y escuelas que no rinden. Las escuelas ya estan perdiendo su monopolio como pro- veedoras de instruccién. Siempre ha habido competicién entre las diversas escuelas — en Francia, la intensa rivalidad entre las escuelas del gobierno y las escuelas catélicas, 0 en los Estados Unidos entre los distintos colegios y universidades. En pocas industrias es la competicién tan viva o tan despiadada como lo es entre las “universidades de prestigio” en los paises desarrollados. Pero ahora la competencia es cada vez mds entre escuelas y “no escuelas”, y diversos tipos de institucio- nes entrardn en el terreno, ofreciendo cada una un distinto enfoque de la instruccién. Un ejemplo de lo que se puede esperar es la gran compafiia de negocios que empieza a competir con las facultades de administracién. Esta vendiéndoles a otras compajiias el pro- grama para ejecutivos de administracién que ha preparado para 228 El conocimiento sus propios gerentes, y se dispone a ofrecerles este programa igualmente a las entidades gubernamentales y a las fuerzas armadas. Otro ejemplo son las juku japonesas, las “escuelas de preparacién” aceleradas en que hoy se matricula una alta proporcién de estudiantes de escuela media y secundaria, Y esté el caso del editor estadounidense que lanz6 recientemen- te una compaifiia para construir 600 escuclas en los préximos cinco afios. Se proyecta que cobrardn matriculas moderadas —no més del costo promedio de un nifio en la escuela piblica — y, sin embargo, serén muy rentables. Y se prometerén resultados: “Altos puntajes en las pruebas 0 le devolvemos su dinero”. Muchos de estos proyectos seguramente van a fracasar; pero, con todo, serdn lanzados en grandes ntimeros. Una vez que el conocimiento se convierta en el recurso de la sociedad postcapitalista, la posicién social del productor y el canal de distribucién del conocimiento — es decir, de la escuela — y su posicién de monopolio serdn cuestionados. Algunos de los competidores seguramente van a triunfar. Lo que se va a ensefiar y a aprender; cémo se ensefiard y se aprenderd; los clientes de la instruccién y de la escuela; y la posicién de la escuela en la sociedad — todas estas cosas van a cambiar grandemente durante los préximos decenios. Ninguna otra institucién afronta retos tan radicales como los que van a transformar la instruccién y la escuela. Pero el cambio mds grande, y para el cual estamos menos preparados, es que la escuela tendrd que comprometerse a dar resultados. Tendra que establecer un resultado final, es decir, el rendimiento del cual debe ser responsable, y por el cual se le paga. La escuela se volverd. responsable. 12 La persona educada Este libro trata del ambiente en que el hombre vive, trabaja y aprende. No trata de la persona, Pero en la sociedad de conocimiento en la cual estamos entrando, la persona es central. El conocimiento no es impersonal como el dinero. No reside en un libro, un banco de datos, o un programa de computador. Estos solo contienen informacién. El conoci- miento siempre est4 incorporado en una persona, lo ensefia y lo aprende una persona, lo usa y abusa de él una persona. Por consiguiente, el paso a la sociedad de conocimiento coloca ala persona en el centro. De esta manera, plantea nuevos retos, nuevos asuntos, nuevos problemas y nuevas preguntas total- mente sin precedentes relativas a la representante de la sociedad de conocimiento, la persona educada. En todas las sociedades anteriores la persona educada era ornamental. Representaba lo que los alemanes Maman Kultur, término intraducible, mezcla de respeto y mofa. Pero en la sociedad de conocimiento, la persona educada es el emblema de la sociedad, su simbolo, su portaestandarte. Es el “arque- tipo” social, para usar el término de los socidlogos. Define la 230 El conocimiento capacidad de rendimiento de la sociedad, pero también per- sonifica los valores, las creencias y los compromisos de la sociedad. Si el caballero feudal era la sociedad en la Alta Edad Media, y si el “burgués” era la sociedad en el capitalismo, la Persona educada serd la sociedad en la sociedad postcapita- lista, en la cual el conocimiento ha venido a ser el recurso central. Esto tiene que cambiar el concepto mismo de persona educada. Tiene que cambiar lo que significa ser educado. Se puede, pues, predecir que definir a la persona educada ser4 una cuestién crucial. Al convertirse el conocimiento en el recurso clave, la persona educada se ve ante nuevas demandas, nuevos retos, nuevas responsabilidades. Ahora ella sf tiene importancia. Durante los tiltimos diez o quince afios, se ha llevado a cabo en los circulos académicos de los Estados Unidos una discu- sién vigorosa, a veces acalorada, sobre la persona educada. eDebe haber tal persona? zPuede haberla? ,Qué se debe considerar, al fin y al cabo, como “educacién"? Una abigarrada multitud de postmarxistas, feministas radi- cales y otros “antis" sostienen que no puede haber una persona educada — la posicion de los nuevos nihilistas, los “descons- truccionistas”. Otros de este grupo afirman que sdélo puede haber personas educadas y que cada sexo, cada grupo étnico, raza y minoria requiere su propia cultura separada y su propia persona educada separada y aislacionista. Puesto que estas Personas se interesan principalmente en las humanidades, hasta ahora hay pocos ecos de la “fisica aria” de Hitler, de la “genética marxista” de Stalin o de la “psicologia comunista” de Mao. Pero los argumentos de estos anti-tradicionalistas recuerdan los de los totalitarios. Su meta es la misma: el universalismo que esta en la base misma del concepto de la persona educada, ll4mese como se lame, es decir, persona educada en el Occidente o bunjin en Ja China y en el Japén. Los del campo contrario, que podriamos lamar los huma- nistas, también menosprecian el sistema actual, pero porque no produce una persona educada universal. Los criticos humanistas exigen el retorno al siglo XIX, a las artes liberales, La personaeducada 281 a los clasicos, a los Gebildete Mensch de los alemanes. Hasta ahora no repiten la afirmacién hecha por Robert Hutchins y Mortimer Adler hace cincuenta afios en la Universidad de Chicago, de que el conocimiento en su totalidad consiste en unos pocos grandes libros. Pero son los descendientes por linea directa del “retorno al premodernismo” de Hutchins y Adler. Ambos lados estan equivocados. La sociedad de conocimien- to necesita tener en su base el concepto de la persona educada. ste tiene que ser un concepto universal, precisamente porque la sociedad de conocimiento es una sociedad de conocimientos y porque es global — en su dinero, en su economfa, en sus carreras, en su tecnologia, en sus cuestiones centrales y, sobre todo, en su informacién. La sociedad postcapitalista requiere una fuerza unificadora. Requiere un grupo de liderazgo que pueda enfocar las tradiciones locales, particu- lares, separadas, en un compromiso comtin con valores, en un concepto comtin de excelencia y de respeto mutuo. a La sociedad postcapitalista, la sociedad de conocimiento, necesita exactamente lo contrario de lo que proponen los desconstruccionistas, los feministas radicales, los anti- occidentalistas. Necesita lo que ellos rechazan totalmente: una persona educada universal. Sin embargo, la sociedad de conocimiento necesita una persona educada distinta del ideal por el cual luchan los humanistas. Estos recalcan, con raz6n, la necedad de sus opositores, que quieren repudiar la gran tradicién y la sabi- duria, la belleza, el conocimiento, que constituyen la herencia de la humanidad. Pero no basta tender un puente al pasado, y eso es todo lo que ofrecen los humanistas. La persona educada tiene que estar en capacidad de poner su conocimien- to al servicio del presente, si no de moldear el futuro. Las propuestas de los humanistas no contemplan esta capacidad niles interesa; pero, sin ella, la gran tradicion es una antigiialla polvorienta, En su novela de 1943, Das Glaspertenspiet (El juego de las cuentas de vidrio, traducida al inglés con el titulo Magister Ludi, 1949), Hermann Hesse (1877-1962), ganador suizoale- man del Premio Nobel, anticipé el mundo que quieren los 232 Bl conocimiento humanistas — y su fracaso. El libro pinta una hermandad de intelectuales, artistas y humanistas que viven una vida de espléndido aislamiento, dedicados a la gran tradicién, su sabiduria y su belleza. Pero el protagonista, el m4s capacitado maestro de la hermandad, decide al final volver a la realidad contaminada, crasa, vulgar, turbulenta, metalizada y fraccio- nada por pugnas internas — pues los valores que él defiende s6lo son oropel, a menos que tengan aplicabilidad al mundo. Lo que Hesse previé hace mas de cincuenta ajios ya est4 ocurriendo. La educacién liberal y las Allgemeine Bildung estén hoy en crisis porque se han convertido en un Glasper- lenspiei que los mds brillantes abandonan por ir tras la rea- lidad crasa, vulgar, metalizada. Los estudiantes mds aventa- Jados gozan con las artes liberales. Gozan de ellas tanto como gozaron sus bisabuelos que se graduaron antes de la Primera Guerra Mundial. Para aquella anterior generacién, artes libe- rales y Allgemeine Bildung siguieron siendo significativas durante toda su vida. Definieron su identidad. Todavia son significativas hoy para muchos miembros de mi generacién, Staduados antes de la Segunda Guerra Mundial — aun cuando inmediatamente se nos olvidaron el latin y el griego. Pero los estudiantes de hoy dicen a los pocos afios de graduarse: “Lo que aprendi con tanto afén no tiene sentido; no tiene nada que ver con lo que yo hago, con lo que me interesa, con lo que yo quiero ser". Para sus hijos quieren el colegio de artes liberales, Princeton o Carleton, Oxford o Cambridge, la Uni- versidad de Tokio, el Lycée, el Gymnasium — pero sélo por posicién social y acceso a buenos empleos. Pero en su propia vida repudian la educacién liberal y la Allgemeine Bildung. Repudian a Ia persona educada de los humanistas. La educa- cién liberal no los capacita para entender Ja realidad ni menos para dominarla. Los argumentos de parte y parte en este debate son en su mayoria improcedentes. La sociedad postcapitalista necesita una persona educada més que cualquier sociedad anteriur. El acceso a la gran herencia del pasado tendr4 que ser un ele- mento esencial. En efecto, el pasado tendra que abarcar mucho mis de lo que defienden los humanistas. E1 ideal de éstos sigue siendo principalmente la civilizacién occidental y la tradicién La persona educada 233 judeocristiana. Sigue siendo siglo XIX. La persona educada que necesitamos tendra que estar en capacidad de apreciar otras grandes culturas y tradiciones: la gran herencia de Ja pintura y la cerdmica chinas, japonesas y coreanas; los filésofos y las grandes religiones del Oriente; y el Islam, como religién y como cultura. La persona educada necesita una formacién menos exclusivamente libresca que la educacién liberal de los huma- nistas. Necesita tanto percepcién capacitada como anilisis. La tradicién occidental tendr4 que estar en la base para que la persona educada pueda entenderse con el presente, por no decir nada dei futuro. El futuro puede ser prooccidental, puede ser antioccidental, pero no puede ser “no occidental”. Su civilizacion material y sus conocimientos descansan sobre bases occidentales: ciencia; herramientas y tecnologia; eco- nomia, dinero, finanzas y banca; ninguna de estas cosas funciona a menos que descanse en una comprensién y una aceptacion de las ideas del Occidente y de la tradicién occi- dental. El artifice de Africa occidental que a principios del siglo XIX tallaba las mascaras de madera que Jos paises desarrollados coleccionan con tanto afan, no sabia nada del Occidente ni le debia a éste gran cosa. Su descendiente que talla hoy mascaras de madera, algunas de gran fuerza expresiva, vive todavia en una choza de barro en la aldea tribal. Su pais quiz4 no sea todavia ni siquiera “subdesarrollado”. Sin embargo, tiene un radio, un televisor y una motocicleta. Usa herramien- tas que son todas producto de la tecnologia occidental. Talla para un negociante en arte de Paris o Nueva York. Su estética debe a los expresionistas alemanes y a Picasso tanto como éstos deben a su antecesor africano. El movimiento mAs profundamente antioccidental de hoy no es el del Islam fundamentalista. Es el “Sendero Luminoso” del Pert — esfuerzo desesperado de los descendientes de los incas por deshacer lo que hizo la Conquista espafiola, por volver a las antiguas lenguas indigenas, el quechua y el aimaré y arrojar a los odiados europeos y su cultura otra vez al mar. Sendero Luminoso se financia cultivando coca para los drogadictos de Nueva York y Los Angeles. Su arma favorita no es la honda de los incas; es el coche-bomba. 234 El conocimiento Las personas educadas de mafiana tendrén que estar pre- Paradas para vivir en un mundo global. Serd un mundo occidentalizado. Pero viviran también en un mundo cada vez més tribalizado. Deben tener Ja capacidad de ser “ciudadanas dei mundo” — en su vision, en su horizonte, en su informa- cién. También tendran que extraer nutrimento de su raices locales, y a su vez enriquecer y nutrir su cultura local. La sociedad postcapitalista es tanto una sociedad de cono- cimiento como una sociedad de organizaciones, cada una dependiente de la otra y, sin embargo, diferentes en conceptos, Puntos de vista, valores. La mayoria de las personas educadas, sino todas, practican su conocimiento como miembros de una organizacion. Por consiguiente la persona educada tiene que estar preparada para trabajar simultaneamente en dos cultu- ras, la del intelectual que se concentra en las palabras y en las ideas, y la del gerente que se concentra en las personas y en el trabajo. Los intelectuales necesitan la organizacién como una he- rramienta que les permite ejercer su téchne, su conocimiento especializado. Los gerentes ven el conocimiento como un medio para legar a la meta de rendimiento organizacional. Ambos tienen raz6n, Son opuestos. pero se relacionan entre si como polos mds bien que como contradicciones. Se nece- sitan los unos a los otros. El cientifico investigador necesita del gerente de investigacién y el gerente necesita al cientifico. Si uno pesa mds que el otro no hay rendimiento sino frus- tracién en todo. E1 mundo del intelectual, si no se contrapesa con el del gerente, se vuelve un campo en que cada uno hace Jo que se le antoja pero nadie hace nada. El mundo del gerente, si no tiene el contrapeso del intelectual, se convierte en burocracia y en la estulticia anodina del “hombre al servicio de la organizacién”. En cambio, si los dos se equilibran, puede haber ereacién y orden, realizacion y misién. Muchos en la Ja sociedad postcapitalista realmente viviran y trabajaran en estas dos culturas al mismo tiempo. Muchas mas podrian y deberian tener, temprano en su carrera, expe- Hencia de trabajo en ambas, por rotacin, por ejemplo pasando de un trabajo de especialista a un cargo gerencial, rotando al Joven técnico en computadores para que sea gerente de pro- La persona educada 235 yecto y lider de equipo, o pidiéndole al joven profesor univer- sitario que trabaje durante dos afios en un empleo de media jornada en administracién universitaria. También trabajar ‘como personal sin paga en alguna entidad del sector social le dara al individuo la perspectiva, el equilibrio para ver, conocer y respetar ambos mundos, el del intelectual y el del gerente. Todas las personas educadas de Ja sociedad postcapitalista tendran que estar preparadas para entender ambas culturas. Para la persona educada del siglo XIX, las téchnes no eran conocimiento. Ya se ensefiaban en la universidad y se habjan convertido en “disciplinas”. Los que las ejercian eran profe- sionales, no mercaderes ni artistas. Pero no eran parte de las artes liberales ni de la Aligemeine Bildung, y, por tanto, no formaban parte del conocimiento. Desde hacia mucho tiempo, se habian concedido grados en las téchnes. En Europa los de medicina y derecho se remontan al siglo XIH. En el continente europeo y en los Estados Unidos — aunque no en Inglaterra — el nuevo grado de ingenieria (otorgado por primera vez en la Francia napoleénica uno 0 dos afios antes de 1800) pronto se hizo socialmente aceptable. La mayoria de las personas que se consideraban cultas se gana- ban la vida ejerciendo una téchne — como abogados, médicos, ingenieros, gedlogos, y cada vez mas en los negocios. (En realidad, sdlo en Inglaterra gozaba de estimacién el gentleman sin oficio.) Pero ese trabajo o profesién era una manera de ganarse la vida, no era su vida. Fuera de la oficina, los que ejercian una téchne no hablaban de su trabajo ni siquiera de sus disciplinas. Eso era mal visto. Los alemanes lo motejaban como Fachsimpetn. En Francia era peor: el que hablaba de su trabajo era tenido por un patan y un pegote, y lo borraban de las listas de invitados de la sociedad culta. Pero ahora que las téchnes se han convertido en conoci- mientos tienen que integrarse en el conocimiento. Tienen qu convertirse en una parte de lo que ha de ser la persona educada. Que las artes liberales de que tanto gozaron en sus afios de estudiantes no hacen eso ni lo pueden hacer — es mis, rehiisan intentar siquiera a hacerlo — es la razén para que 236 El conocimiento los estudiantes de hoy las repudien a los pocos afios. Se sienten defraudados’y hasta traicionados, y no les faltan razones. Las artes liberales y la Allgemeine Bildung que no integran los conocimientos en un “universo de conocimiento” no son ni liberales ni Bildung, Fallan en su primera tarea: crear comprensién mutua, aquel “discurso universal” sin el cual no puede haber civilizacion. En lugar de unir, tales artes liberales fragmentan. No necesitamos ni vamos a tener sabios “polifacéticos” que entiendan de todo. Probablemente seremos mas especializa- dos atin. Pero lo que si necesitamos — y lo que va a definir a la persona educada en la sociedad de conocimiento — es Ja capacidad de comprender los conocimientos. 4Qué es cada uno? Qué trata de hacer? 4Cudles son sus temas centrales? gCudles son sus teorias centrales? zQué conceptos fundamen- tales ha producido? gCudles son sus areas importantes de ignorancia, sus problemas, sus retos? Sin esta comprensién los conocimientos mismos se vuelven estériles, dejan realmente de ser conocimientos. Se vuelven intelectualmente arrogantes e improductivos, porque los gran- des conceptos nuevos en todas las especialidades provienen de otra especialidad distinta, es decir. de otro de los conoci- mientos. Tanto la economia como la meteorologia se estén transfor- mando en la actualidad por la nueva teoria matematica del caos. La geologia esté siendo cambiada profundamente por la fisica de la materia; la arqueologia por la genética de tipificacién del ADN; la historia por las técnicas de andlisis psicolégico, estad{stice y tecnolégico. Un norteamericano, James M. Buchanan (nacié en 1919) gané el Premio Nobel de economia en 1986 por aplicar la reciente teorfa econémica al Proceso politico, con Io cual puso patas arriba los supuestos y las teorfas en que los cientfficos politicos habian basado su trabajo durante mas de un siglo. Para convertir los conocimientos en conocimiento se re- quiere que quienes tienen los conocimientos, los especialis- tas, asuman la responsabilidad de hacer que ellos mismos y sus areas de conocimiento sean comprendidos. Los medios de comunicacién masiva — sean revistas, cine, La persona educada 237 televisién — tienen un papel crucial que desempefiar, pero no pueden por si mismos hacer ese trabajo, como no lo puede hacer tampoco ninguna otra clase de popularizacién. Los conocimientos tienen que ser comprendidos tal como son: serios, rigurosos, exigentes. Para ello se requiere que el lider en cada uno de los conocimientos — empezando por el erudito principal en cada campo — se responsabilice de hacer que se comprenda su propio conocimiento y que esté dispuesto a realizar el duro trabajo que esto exige. En ja sociedad de conocimiento no hay ninguna “Reina de Jos Conocimientos”. Todos los conocimientos son igualmente yaliosos, todos, segtin dijo el gran santo y filésofo medieval San Buenaventura, conducen por igual a la verdad. Pero hacer los senderos hacia la verdad, senderos hacia el conocimiento, tiene que ser responsabilidad de los hombres y las mujeres de los conocimientos. Ellos, colectivamente, tienen el cono- cimiento en fideicomiso. El capitalismo habia prevalecido durante mas de un siglo cuando Karl Marx lo identificé como un orden social especifico en Das Kapital, cuyo primer volumen aparecié en 1867. El término “capitalismo” no se empezé a usar hasta treinta afios después, mucho después de la muerte de Marx. Por consi- guiente, seria en extremo presuntuoso tratar de escribir hoy Bl conocimiento, fuera de que seria ridiculamente prematuro. Todo lo que se puede hacer, como trata de hacerlo este libro, es describir la sociedad y el cuerpo politico cuando empeza- mos la transicién saliendo de la Era del Capitalismo (que también fue, por supuesto, la Era del Socialismo). Podemos esperar, eso si, que dentro de cien afios sea po- sible escribir y se escriba tal libro, aun cuando no se titule Conocimiento. Eso significaria que habriamos superado con toda felicidad la transicién en que hemos entrado ya. Tan necio seria predecir la sociedad de conocimiento como habria sido pronosticar en 1776 — el afio de la Revolucién Americana, de La riqueza de las naciones, de Adam Smith, y de la maqui- na de vapor de James Watt — la sociedad de la cual escribiria Marx cien afios después — y tan necio como fue que Marx predijera en pleno capitalismo victoriano y con “infalibili- 238 El conocimiento dad cientifica” la sociedad postcapitalista en que hoy vivi- mos. Pero hay una cosa que sf podemos predecir: el cambio més grande serd en el conocimiento; en su forma y en su contenido: en su significado; en su responsabilidad; y en lo que significa ser una persona educada. Reconocimientos Este libro debe mucho a mi viejo editor y amigo Cass Canfield, Jr., quien pacientemente aguanté incontables propuestas y borradores y me animé en todo momento, Leyé con cuidado mis originales ¢ hizo las més dtiles sugerencias y criticas. Debo también expresar mi agradecimiento a otro viejo amigo, Marion Buhagiar, quien leyé y revisé el primer borrador completo del libro y me ayud6 grandemente a revisarlo y editarlo. El biégrafo de Frederick Winslow Taylor, profesor Ronald Greenwood, de GMI, Instituto de Administracién e Ingenieria de General Motors de Flint, Michigan, ley6 criticamente mis comentarios sobre Taylor y la administracién cientffica (en el capitulo 1). La ultima seccién del capitulo 6 debe mucho al finado Robert Greenleaf (especialmente por su sabio librito, Servant Leadership (Paulist Press, 1977) y a la obra Leadership as an Art, de Max de Pree (Doubleday, 1990), y a muchas buenas discusiones con estos dos amigos y con el Dr. David Allan Hubbard, presidente del Fuller Theological Seminary, en Pasadena, California. Mi asis- tente Holly Hauck luché valerosamente todo un largo aiio con los caprichos de mi escritura a mano. A todos ellos, mis mas calurosos agradecimientos. Claremont, California Indice definicién, 48-50 en organizaciones, 63 requisites, 207-209 responsable, 89, 90-92 alfabetismo universal, 217 Allgemeine Bildung, 29, 232, 236 América Latina fracaso de la ayuda militar, 176 fuerzas armadas en, 153 perspectivas de desarrollo, 15 armas, control, 150, 162-163 armamentista, carrera, 150 ayuda militar, inutilidad de Ja, 176-177 Babbage, Charles, 27 Bacon, Roger, 23 Balzac, Honoré de, 34 bancos central, 157 comerciales, 199 Berle, Adolph A., 88 Bismarck, Otto von, 36, 135 Bodin, Jean, 11, 127, 134 Borsig, August, 41 Brasil, 15 Braudel, Fernand, 22, 129 Buchanan, James M,, 236 cajas de pensioues concentracién de dinero, 83 nuevos capitalistas, 6 propictarios, 84 calidad total, gesti6n de, 100, 103 capital papel y funcién, 85, 91 productividad, 205 capitalismo. de cajas de pensiones, 83, 86- 87, 92 segdin Marx, 87 sin capitalistas, 83-84 ciudadania, concepto de, 148 restauraci6n de la, 186 Comenius, Jan Amés, 215 Commons, John R., 58 comunidad en la planta, 189 necesidad de, 169, 188 Comunidad Econémica Norteame- ricana, 164 Comunidad Europea, 158, 164 comunismo, 7, 13, 22, 169 conflicto de clases, 107 conocimiento como recurso econémico clave, 47, 80, 200, 202 economfa del, regionalismo, 165° industria de, 165 nuevo significado del, 27-30 productividad, 202-207, 209 “rendimiento” del, 222 sociedad de, 3, 22, 237 tipos de, 202 contratar por fuera, 104 en la esfera social, 184 Corea del Sur, desarrollo econé- mico, 50 Cuba, crisis de proyectiles en, 151 242 Indice d'Alembert, Jean, 31 Deming, Edwards, 103 Dickens, Charles, 34 Diderot, Denis, 31 dinero transnacional, 157 Disracli, Benjamin, 36 edueacién acceso a la, 224 de adultos, 223 equipos y trabajo en equipo, 96- 100 escuela como socio, 225 en la sociedad, 222-225 exigencias de rendimiento, 216- 219 responsable, 212, 226-228 revolucién tecnolégica, 212 Estado de Guerra Fria, 140-142 fracaso del éxito, 150 Estado despilfarrador, 147 Estado fiscal, 138-140 Estado-nacién paradoja, 126-133 paso al megaestado, 125-154 Estado-nodriza, 135-136 Estado postcapitalista, 4-6 Estados Unidos cajas de pensiones, 85 Comunidad Econémica Norte- americana, 164, 167 concentracién de poder finan- ciero, 85-86 defensa nacional, 152 distribucién del ingreso, 145 escuelas y reforma social, 149- 150 Estado paternalista, 185-136 iglesias pastorales, 192 industria siderdrgica, 80-81 partidos politicos, 178, 174- 175 produccién manufacturera, 7- 78 sindicatos obreros, 39-4, 109- 110 tribalismo, 167 voluntariado, 190-194 Ford, Henry, 43 Forster, E. M., 210 Friedman, Milton, 113 gasto piblico efecto en la economia nacio- nal, 138 en la Depresién, 138 GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), 156 Gran Bretafia partidos politicos, 173 produccién de conocimientos, 203 Servicio Nacional de Salud, 136 Gyérgyi, Albert von Szent, 207 Hall, Edward T., 69 Hamilton, Alexander, 33 Hayek, Friedrich von, 36 Hesse, Hermann, 231 Hilferding, Rudolf, 199 “Hombre Nuevo", 14 Hugenberg, Alfred, 115 imperios coloniales, 129-130 informacién, control y responsabi- lidad, 118-119, 120-121, 157 innovacién, 65, 207 Islam fundamentalista, 14 Japén administracién, 49 artesano, el. 26 comunidad en la planta, 189- 190 concentracién de poder finan- ciero, 86 escuelas, 214 estatismo, 190 politica de postguerra, 112, 142 produccién manufacturera, 204 Jaurés, Jean, 141 Juarez, Benito, 164 duran, Joseph, 103 kaizen, 202, 208 keiretsu, 86 Keynes, John Maynard, 138, 148, 156 Kohl, Helmut, 148 Kubn, Thomas, 58 Leibnitz, Gottfried, 12, 27 Lewis, John L., 109 mano de obra cudnta se necesita, 80 ya no es un activo, 77 Marx, Karl, 33, 36, 44, 237 marxismo, 5, 13, 36, 43, 44 Mayo, Elton, 102 McGregor, Douglas, 103 Means, Gardner, 88 medio ambiente, accién transnacional, 159, 162 megaestado amo de la economia, 137-138 dimensiones, 134 fracaso, 144 México desarrollo, 15, 164 véase también Comunidad Econémice Norteamericana Mommsen, Theodor, 129 Morgan, J. P., 35 Neurath, Otto, 27 objetivos, administracién por, 120 organizacion ‘asada en informacién, 119 basada en la responsabilidad, 108-122 caracteristicas, 60-64 como desestabilizadora, 64-70 come especie distinta, 57-59 cultura y tarea, 69-70 funcién, 56-57 poder social, 116 Teestructuracién, 104 sin 4nimo de lucro, 191, 192 Pareto, Vilfredo, 57, 144 Pascal, Blaise, 110 patriotismo. 186 persona educada concepto de, 230, 231 en la sociedad de conocimien- to, 229-238 tradicién occidental, 233 Indice 243 poder abuso, 109 responsabilidad, 118 politica econémica en qué concentrarse, 181 qué abandonar, 178 Prescott, William, 128 productividad de empleados puiblicos, 94 de haces y mover objetos, 95 de trabajadores de conocimien- to y servicios, 93-94, 95, 103, 107 necesidad de concentracién, 100 Ranke, Leopold von, 129 redisefio, 95, 99, 104 regionalismo, nueva realidad mun- dial, 163-167 responsabilidad social, 112 Revolucién Administrativa, 45- 50 Revolucién de la Productividad, 36-45 Revolucién Industrial, 30-36 Ricardo, David, 33 Roosevelt, Franklin D., 109, 174, 178 Rousseau, Jean-Jacques, 7, 12 Russell, Bertrand, 27 Sakaya, Taichi, 14 salvacién por la sociedad, 7, 11, 13 San Agustin, 130 San Jerénimo, 130 Scargill, Arthur, 115 Schumpeter, Joseph, 134, 148 sector social, 183 Sendero Luminoso, 233 Smith, Adam, 33 sociedad de conocimiento, 3, 4, 22, 237 de empleados, 70-75 de organizaciones, 54-75 Stinnes, Hugo, 15 ‘Taylor, Frederick W., 102 téchne, 30, 31 Tercer Mundo, 15 244 indice terrorismo, 161 ‘Thatcher, Margaret, 115 Tocunies, Ferdinand, 57 trabajadores contribucién, 122 de conocimiento, 93, 94, 95 en servicios, 93, 95 transformaciones histéricas, 1-3 tribalismo, 167-169 Unién Soviética Cuba, erisis de proyectiles, 151 derrumbamiento, 131, 132, 152 regionalismo, 165 voluntarios Boy Scouts, 191 Ejército de Salvacién, 191 entidades sin énimo de lucro, 191 Girl Scouts, 192 Watt, James, 24, 33, 287 Weber, Max, 57 Whitehead, Alfred North, 27 Wilson, Charles E., 111 Wilson, Woodrow, 141 zaibatsu, 5 "Peter Drucker fue el primero de los futuristas analiticos y el primero de los TOUR a Cte OC MTC REST Praia na (oan Wall Street Journal DUR CTR SMES SO ae eRe ence combinan para hacer convincentes su EU CR aR crane aCe catia sobre el futuro". 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