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Al da siguiente, cuando
Juan se levant, fue
grande su sorpresa
cuando al abrir la ventana
not que las habichuelas
haban crecido tanto que
sus ramas se perdan de
vista hacia el cielo. Sin
pensar dos veces, Juan
trep por la planta, y
subi lo ms alto que
pudo, por encima de las
nubes, donde encontr
un pas desconocido.
Juan trep otra vez por la planta y volvi al castillo. Escondido detrs de una cortina, l
pudo observar cmo el gigante contaba las monedas de oro que sacaba de una bolsa.
En cuanto se durmi el gigante, Juan sali a recoger las monedas de oro, y se ech a
correr hasta la planta, y luego hasta su casa.
Con las monedas de oro, ellos tuvieron dinero para vivir mucho tiempo. Sin embargo,
las monedas tambin se acabaron, y Juan escal otra vez las ramas de la planta para ir
al castillo del gigante. En esta vez vio al ogro guardar en un cajn una cajita que, cada
vez que se levantaba la tapa, dejaba caer una moneda de oro.
En cuanto el gigante sali de la habitacin, el nio cogi la cajita y se la guard. Desde
su escondite, Juan vio que el gigante se tumbaba en un sof, mientras un arpa tocaba
sola sin que mano alguna tocara sus cuerdas. Sonaba una preciosa msica. Mientras el
gigante escuchaba aquella meloda, se fue cayendo en el sueo, poco a poco. Juan
aprovech la ocasin para coger el arpa y echar a correr. Pero el arpa estaba
encantada. Al ser tomada por el muchacho, empez a gritar:
- Eh, seor amo, despierte usted, que me roban!
El gigante se despert de un
sobresalto y empez a
perseguir a Juan que se daba
cada vez ms prisa. Al llegar a
la planta, el nio vio que el
gigante tambin descenda por
ella. No haba tiempo que
perder. As que mientras
bajaba la planta le grit a su
madre, que le trajera
urgentemente un hacha.
Su madre acudi con el hacha
y Juan, de un certero golpe,
cort el tronco de la trgica
habichuela. Al caer, el gigante
se estrell, pagando as sus
fechoras. Juan y su madre
vivieron felices con la cajita
que, al abrirse, dejaba caer una
moneda de oro.
FIN