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personas pequeas de
madera, que haban sido
talladas por un carpintero
llamado El, quien tena su
taller ubicado en la cima
de una colina con vista
hacia el pueblo.
Cada Aldeano era diferente:
algunos tenan narices
largas; otros, ojos grandes.
Algunos eran altos; otros,
bajitos. Algunos usaban
sombreros; otros abrigos.
Pero, todos fueron hechos
por el mismo tallador y
vivan en el pueblo.
As que Punchinello
regres a casa. Se
sent cerca de la
ventana
Y observ a la gente de
madera: cmo ellos
iban de un lado para
otro dndose unos a
otros estrellas o
lunares. Eso no es
correcto, murmur y
decidi ir a ver a El.
El se agach y tom a
Punchinello y lo coloc
sobre el banco.
Mm, dijo el creador
pensativamente, mientras
miraba los lunares grises,
parece que has estado
consiguiendo
algunas
malas marcas.
Lo hice sin querer, El, yo
realmente trat de hacer lo
mejor.
Oh, no tienes que
defenderte
ente
m,
pequeo. Yo no reparo en
lo que piensan los otros
Aldeanos de ti.
De verdad?
No, y t tampoco tienes que
hacerlo. Quines son ellos
para repartir estrellas o
lunares? Ellos son Aldeanos,
al igual que tu. Lo que piensen
de ti no importa, Punchinello.
Lo que importa es lo que yo
pienso. Y yo pienso que t
eres
muy
especial.
Punchinello
solt
una
carcajada.
Yo, especial? Por qu? No
puedo caminar rpido, no
puedo saltar, mi pintura est
pelada. Por qu he de
interesarte?