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; estos imaginarios del amor, articulados a una eterna falta alojada en el corazén mismo de los hombres, pero sobre todo de las mujeres, siguen demasiado presentes para que pre- tendamos cambiar esto en una generacion. Probable\, mente, seran necesarios siglos... Ademas —y esto ya me lo habias oido repetir a menu- do—, seguimos saldando por medio de nuestras historias de amor viejas cuentas con nuestro pasado, nuestra infan- cia y nuestra adolescencia. Estas historias particulares tie- nen un evidente impacto sobre nuestra identidad de género, identidad que, de hecho, ha necesitado para edificarse una primera historia de amor —esta que el viejo Freud tilda- ria de historia prototipo de todas nuestras futuras histo- rias amorosas—, la cual, desde una cultura patriarcal, ubi- ca de manera bastante distinta a mujeres y hombres frente al deseo. Si, amamos con todo el peso de nuestra histo- ria personal a cuestas y, especificamente, de nuestra di- ficil historia, por lo menos para las mujeres, de construc- cién de identidad de género. Ia manera como nos hemos construido como mujeres en una cultura patriarcal media- da por el escenario familiar, ese teatro de lo inconsciente, como lo Ilama Melanie Klein, tendra repercusiones ine- vitables —mas no catastréficas obligatoriamente— sobre nuestras maneras de amar. Por algo, Violeta, puse como epigrafe de esta charlz contigo la frase de Christiane Oli- vier que ahora puedes entender mas facilmente: 86 Fromence Titestas «Amar es buscar conscientemente lo que nos hizo fal- ta y reencontrar inconscientemente lo que ya conocimos>. Respecto al amor, la cultura patriarcal nos habia ubicado tradicionalmente en el lugar de la exigencia yno de la afi action, Aprendimos que teniamos que © hacer to- amar para existir y entonces era necesa do lo posible para ser «amable». Hoy tenemos que tra- tar de existir cn primer lugar, existir para amar, para amar mejor desde un lugar inaugural para nosotras, un lugar, ya no de la exigencia, sino de la afirmac! Asi deducimos que hombre: amor algo diferente. Y, dime, :c6mo podria ser de otra manera si nuestras historias son incomparables, nuestras memorias tan dis- untas, nuestro lugar en la cultura tan disparejo, nuestra iconografia tan disimil y nuestra construccién de identi- dad, en gran medida resultante de estas brechas histéri- cas, tan diferente atin? Y a pesar de nuestra revolucién inacabada, por lo menos en relacién con el amor, segui- remos buscando, hombres y mujeres, por mucho tiempo aun, algo diferente en el amor. Y creo que es esto lo que hace tan complicada hoy dia la busqueda de nuevos equi- librios amorosos. Falta construir nuevas narrativas y de- construir poco a poco las tradicionales interpretaciones de viejos mitos; falta renovar nuestra memoria y los ima- ginarios que la expresaban, y esto, ya lo sabemos, no de- pende solo de nosotras, las mujeres. Y mientras tanto los hombres seguirin buscando en el amor algo perdido pero que ya conocieron mediante esta fusion libidinalmente mujeres buscan en elCONVERSACTONES GON VIOLET A gratificante con la madre y, deberiamos decir, con la cul- tura también, una cultura que les otorgé el mejor lugar desde que nacieron. Las mujeres seguiran anhelando al- go desconocido, seguiran buscando una imagen narcisista, positiva, capaz de reparar en algo la carencia de ese falo simbélico que, por la nula o eseasa presencia del padre en las practicas de socializaci6n durante nyestros primeros afios, y por nuestro pobre lugar en la cultura, nos hizo tan- ta falta. Es un nifio Dios, varén, que la Virgen Maria lleva orgullosa en los brazos. Es ese nino varén que reencon- tramos en todos los frescos de las iglesias, en toda la ico- nografia religiosa; es ese hijo var6én de un Dios-Padre po- tentisimo que es la esencia de la cultura judeo-cristiana occidental. A nosotras nos regalaron dos imagenes mor- tiferas de identificacion: la imagen de Maria, madre ab- negada, sufrida y silenciosa, o la de una Eva pecadora, irre- verente, rebelde y desobediente a Dios, responsable de todos los males venideros para la humanidad. Pierre Bour- dieu, ese gran socidlogo francés que murio hace unos afios, tenia razén cuando afirmaba en su bello libro La domina- ction masculina'*, que las mujeres nacemos con un coeficien- te simbolico negativo. Dificil decirlo mejor. «La miseria simbolica es la mas terrible de las mi- serias, es la mas radical». Alessandra Bocchetti. Si, Violeta, nacemos con un faltante simbélico tenaz y no me extraiia que amemos con esta avidez casi infinita ' Pierre Bourdieu, La dominacion masculina, Anagrama, 2003, 88 Flokiee THomas, cuando por fin encontramos en la mirada masculina una imagen nuestra gratificante. El amor nos ciega, probable- mente algo menos que anteriormente por el hecho de que hemos aprendido, por cierto con mucho valor, a amar- nos a nosotras mismas, y lo hemos hecho a pesar de todo, a pesar de una cultura terca que se resiste a reconocer es- ta nueva imagen que estamos construyendo desde el ad- venimiento del sujeto mujer. Pero, sabes, cuando escu- cho hablar a las mujeres de sus amores —y no hablo solo de tu generacion, de tus amigas profesionales, sino tam- bién de las mujeres con las cuales trabajo, mujeres popu- lares pero también de clase media—, me doy cuenta de que todas, al fin y al cabo, seguimos muy vulnerables en rela- cién con el amor. Mejor dicho: en el amor, mujeres vul- nerables y hombres tan seguros de ellos mismos que se pueden dar el lujo de ser cobardes... ;Qué panorama! Pe- ro me estoy adelantando. Con esto lo que queria, Violeta, era tratar de mostrar- te que algunos de los ingredientes del amor son atin muy dificiles de cambiar. No sé si lo logré. Ahora tratemos de hablar de lo que se podria cam- biar o de lo que se esta tratando de cambiar, Es decir, y de alguna manera, lo que esta viviendo tu generaci6n. Hoy, como lo dice Julia Kristeva en su libro Histoi- res d'amour", que me lei al derecho y al revés, el mismo Narciso parece querer reinventar el amor. Si, el amor estd por reinventarse y lo que pensamos posible reinventar es el régimen de poder de las relacio- ' Julia Kristeva, Histoires d'amour, Denoel, 1983. ao(CON VERSACTIONES CON Viola nes amorosas, su légica relacional que, en un contexto patriarcal, excluyé la reciprocidad y la posibilidad de tras- cender el dualismo sujeto-objeto o dominante-dominado. Y es exactamente con esto que ustedes se enfrentan, Vio- leta. El amor ya no esta entre un sujeto de deseo, el hom- bre, y su objeto amoroso, la mujer, como cuando el amor y la sexualidad eran los terrenos mas fértiles y mas estra- tégicos en la produccién y la reproduccién de la inferiori- zacién de las mujeres en la historia. Mediado por la sexua- lidad, el cuerpo femenino fue, durante siglos y aun hoy dia en muchos casos, el lugar por excelencia del ejercicio del poder patriarcal. Hoy, y después de la sacudida de estos viejos equilibrios —que no eran, lo repito, sino dramati- cos desequilibrios— en las relaciones hombre-mujer, gra- cias a nuestra revolucién, son dos sujetos frente a frente que buscan en el amor un lugar simétrico, un lugar de su- jetos de deseo. Si anteriormente amar para una mujer era ante todo ser amada para existir, y ser deseable para ser amada, hoy las mujeres quieren ser amadas y amantes. E's decir, quieren amar desde el inaugural advenimiento de ese nuevo lugar en el mundo que mi generacion les rega- 16, ese lugar de sujeto. Controlando su fertilidad, descu- bren ademas los goces de un cuerpo que por fin les perte- nece y les ofrece cada dia mas sorpresas de placer, lo que les permite volverse legitimamente exigentes con sus com- pafieros. Su palabra, ahora menos histérica y mas histéri- ca, después de siglos de silenciamiento, hace eco en el mun- do del amor. ¥ ni qué decir de la autonomia que reclaman, de la exigencia de nuevos derechos en el campo de la sexua- lidad y de la reproduccion. EF] tradicional papel de madre les llama menos la atencion que antes, o por lo menos fren- 0 Frorencr te a la posibilidad de ser madre, lo quieren pensar un po- co, y bueno, saben ahora que uno puede ser madre a los 27, 30.035... y ahisi, qué diferencia, Violeta, con tus com- paiieras populares que siguen con esa concepcién de una maternidad casi obligada, una maternidad que se parece a menudo a una verdadera fatalidad!... Pero ustedes, al contrario, lo piensan dos veces y, :por qué no? ‘Todo esto Jo hemos luchado y, repito, sus reclamos son legitimos aun cuando ese tema de la maternidad, que es para nosotras mucho mas que un tema, sigue siendo muy desgarrador; lo fue para mi generacién y lo sigue siendo para la tuya, Frente a las resistencias de la cultura € incluso de los hombres que aman, conciliar vida familiar y vida laboral se ha vuelto el gran dilema de su vida. Para nosotras lo fue también, pero pensabamos que los hombres iban a reaccio- nar, que el Estado y finalmente la cultura se iban a solida~ rizar con nuestra revolucion y a atreverse a repensar las oportunidades de mujeres y hombres desde la equidad, y aacelerar nuevas legislaciones que responderian a anhelos de justicia. Y bueno, si, fuimos ingenuas. .. Violeta, me parece que hoy, quieren todo, lo viejo y lo nuevo a la vez. ‘Toda relacién amorosa implica la alienacion de un fragmento de si misma, de si mismo, de sus deseos, de su libertad Quieren todo y esto, ti bien lo sabes, es imposible. 2Pero quién puede reprocharles esto? No han abandona- do atin del todo representaciones de la feminidad que per- tenecen al pasado, quiero decir que ese viejo ideal feme- OLCONVERSACIONES GON VIOLETS nino sigue teniendo algun efecto sobre ustedes cuando pensdbamos que ibaa ser facil erradicarlo. No han aban- donado tampoco algunas ideas romanticas de un amor que lo pide todo y al mismo tiempo estan embriagadas con es- te nuevo lugar de sujetos frente al deseo y su circulacion, al cuerpo, a un amor mis libre, a la palabra y a la vida la- boral. Y repito: ;Quién puede reprocharles esto? Yo las entiendo porque también mi generacion conoci6 esta am- bivalencia frente al peso de lo viejo y la embriaguez de lo que nos esperaba a la esquina de nuestra vida. Hace treinta aiios, Me veo releyendo capitulos de El segundo sexo, me veo leyendo el Informe Hite sobre sexualidad femenina, me veo tratando de entender cémo llevar esta nueva vida después de mi separacidn, me veo haciendo el amor con un bellisimo amante en el camino a Eece Homo, cerca de Villa de Leiva, descubriendo las mieles de un amor sin ata- duras, me veo discutiendo con mis amigas, horas y horas, lo que estabamos descubriendo sin entenderlo bien toda- via, en la cocina de mi vieja casa del barrio La Candelaria, y me acuerdo de los primeros escalofrios que producian la autonomia y la libertad. Pero tuve la suerte de procesar to- do esto en el grupo Mujer y Sociedad que fund al princi- pio de la década del ochenta en la Universidad Nacional de Colombia. Y me salvé porque el grupo me permitié tra- bajar, procesar y similar colectivamente esa revolucion que fbamos a propagar poco a poco, primero en nuestra piel, en nuestro coraz6n y en nuestro cerebro, es decir, en el centro de nosotras mismas, para después llevarla y regalarla a las mujeres de las cuatro esquinas del pais. Nosotras también nos embriagamos, de otra manera, pero también nos pas6. 92 Pr ommner 1 Panes Y nosotras también nos estrellamos mas de una vez contra ese mundo patriar | y sus hombres que se resistian a entender el valor de lo que estabamos construyendo. Pe- ro para nuestra generacion, era logico. No podiamos pe- dirles a los hombres cambiar al mismo ritmo que nose Los retes para ellos y para nosotras eran muy distintos. Nosotras no teniamos nada que perde! cho que perder, o por lo menos eso pensaban, y lo que te- nian que perder se llama, muy exactamente, privilegios. Y si bien sentian que estaban perdiendo una batalla, nunca se imaginaron que era una guerra la que estaban perdien- do. Por primera vez. existia una confrontacién de poderes entre hombres y mujeres. Por primera vez, Violeta. Por lo menos, por primera vez desde hacia mas de 5.000 afios. Y esto no lo soportaban nuestros compariero: . Muy po- cos, demasiado pocos aceptaban, incluso, discutir con no- sotras mientras, una y otra vez, trataban de convenc de nuestros errore: no podiamos ha nos Y no nos dejamos. Nosotras, Violeta, concesiones. Un paso atras habria s\ do mortal en ese momento. Y por supuesto que habia co- sas que discutir pero teniamos afin. Y es lo que pagan us- tedes ahor: ento hoy que no nos preparamos lo suficiente pa- ra enfrentar la cultura y sus multiples redes simbélicas que nos oponian una resistencia brutal; tal vez no intuimos que iban a ser de semejantes proporciones, Nos faltaron tambien estrategias para trabajar ir con los hombres. Pero el trabajo con nosotras mismas era ya agotador. Los costos que muchas pagamos fueron tenaces, mas de una vez, dolorasos. F aprendizaje de la autonomia es complejo. Los hijos y las h staban ahi. Y nunca los desatendimos. 93dita CONVERSACIONES CON VIOLETA Ni un minuto, Por lo menos la mujeres feministas con las cuales trabajé mas de 25 afios fueron todas excelentes madres, por cierto, mas livianas, menos culpables, aun cuando seguiamos estrellandonos con las miradas aténi- tas de aquéllas que preferian seguir mal acompafiadas que solas o de estas otras que habian logrado transformar una vida de dependencia absoluta de la vida familiar en una dul- ce obligacién rehusando hacerse preguntas. Y no sé si tu generacién lograra hacer el duelo de es- te conjunto de representaciones, imagenes, mitos, leyen- das, metdforas que siguen representando ese ideal feme- nino que nosotras agrietamos sin lograr erradicarlo del todo. No sé si tu generacion, después de siglos de interio- rizacion de una cultura patriarcal que expropié a las mu- jeres de si-mismas, satanizando sus cuerpos y su sexuali- dad, histerizando sus existencias e hipotecando sus mentes, sera capaz de construir algun reconocimiento narcisista o imagen gratificante de ese nuevo devenir femenino, Y es exactamente esto lo que es urgente transformar con el fin de que puedan iniciar, tu y tus compaiieras ge- neracionales y sus hijas venideras, un ajuste con nuevas representaciones culturales de la feminidad que tal vez se pueden sintetizar en esta consigna de un movimiento fe- minista francés de j6venes mujeres de barrios, «ni putas, ni sumisas». Porque hoy ustedes no son ni pasivas, ni ab- negadas, ni madres sobreprotectoras, ni castradoras, ni brujas, ni putas, ni angeles sin sexo. Son hijas nuestras que heredaron sin quererlo una revolucién inacabada, es de- cir, una tarea inmensa de ajustes culturales que les permi- tan desatar nudos y seguir avanzando y amando a los hom- bres sin tanto dolor. oF Flowener ‘Treas Y, si, es el conjunto de toda una cultura y sus redes simbolicas que poco a poco acepté poner en tela de juicio sus categorias significantes con el fin de derribar al falo co- mo significante primordial y unico para enfrentarlo simé- tricamente a otro significante capaz.de nombrar lo que se pensaba innombrable: lo femenino. Pensar entonces en una cultura que acepte reconocer la diferencia sexual, que acepte construir nuevos significantes que puedan nom- brar la bisexualidad u otras sexualidades posibles, de otros mundos posibles. Y esto, claro, tomard tiempo, quizas s glos. Hoy dia, hay fildsofos y literatos que dicen en voz alta que el siglo Xx1 sera femenino o no sera... bueno... y como no son solo Jas feministas que lo claman, tal vez exis- ta una pequefia posibilidad de que esto sea escuchado. Y, de verdad, es cuando se aborda el tema del amor y de la sexualidad que se entiende que lo que pusimos a an- dar es una revoluci6n. Cuando hablamos de derribar al fa- lo como significante primordial y unico de la cultura, en- tendemos que lo nuestro toca a los fundamentos mismos de la cultura occidental patriarcal. Mi generacién, Viole- ta, fue la primera desde hace 5.000 aios en atreverse a la irreverencia, en atreverse a reir frente al falo, frente a este triste monumento simbélico, ¢ iniciar asi su paulatino de- rrumbe. Reimos, Violeta, si, reimos con la esperanza de que esta risa fuera contagiosa, y lo fue, tal vez no en las proporciones que anhelabamos, pero lo fue. Y ustedes tie- nen que seguir riéndose porque desafortunadamente siem- pre es posible volver atras. Y ustedes lo saben. Incluso, Vio- leta, algunas de tus compajfieras estan volviendo atras, vi misma me lo contaste. Violeta, las he oido hablar, las he escuchado contar sus extrafezas frente al dolor provocado por la infideli- 95CONVERS 1S ES CON MINE LS dad cuando ustedes pensaban haber resuelto esto mejor que nosotras; las he oido enfurecerse ante la avin insufi- ciente participacién de sus companeros en lo doméstico; las he visto llorar ante la dificultad de coneiliar vida amo- rosa pasional y exigencia de autonomia de cada cual; las he acompanado a veces con un intento de explicacién a ese nuevo malestar generado por todos los nudos de la vida co- tidiana (profesional, las ganas de promocién, de beeas al exterior, de quién decide para quién, de cual vida profesio- nal es mas importante, la de él o la tuya); las he seguido con una gran tristeza al entender que lo que les entrega- mos les iba a generar tanto dolor, aun cuando es, hoy por hoy, un dolor distinto al nuestro. Quisiera encontrar la palabras para darles animo frente a tales retos, pero sé que ustedes las encontrarin, son ustedes las que terminaran de escribir esta pagina capaz de desbancar detinitivamen- te esta ideologia falica monista para instaurar nuevos cami- nos favorables a una verdadera cultura bisexual, donde ninguno de los dos sea el referente para el otro y donde no definiremos mas al hombre y a la mujer como opuestos sino como diferentes a partir de una concepcidn verdade- ramente dual, o mejor aun, plural de la humanidad. Y esto, Violeta, se hard a partir de un ejercicio vigilante que abra el sentido a los conceptos. La mujer se volver, asi, el otro respecto al hombre y el hombre el otro respecto a la mu- jer y perder su lugar privilegiado en la cultura. Y con es- to estoy nombrando el trabajo paralelo que habra que rea- lizar sobre el concepto de masculinidad, sus metaforas culturales y representaciones narrativas. No nos olvide- mos, Violeta, que esta busqueda de un nuevo ordena- miento amoroso a partir de un nuevo devenir femenino trastoca obligatoriamente los lugares de la masculinidad. 6 Foorencr Posts » de una entrevis- Collin’, EC. —:Cémo pensar hoy la relacion amorosa en- ‘Traduccion libre de un extrac ta hecha a Julia Kristeva por Frang s tan diferentes como la de tre dos estructuras psiqui un hombre y la de una mujer? ce terrible pero es imprescindible si qucremos pensar . —Por medio de un contrato amigable. Pare- nuevamente el amor. Terrible porque supone indivi- duos adultos y suficientemente fuertes para soportar la libertad del otro o de la oF . buscando cada uno por su lado motivos, razones, objetos de gratificacion y de satisfaecion y, al mismo tiempo, siendo capaces de establecer un minimo de consenso y de rela neon un partenaire |compaiiero| constante, in dejar de con- siderar que esto es un minimo y que no podria ser lo absoluto o la totalidad. EC. —:De alguna manera se trataria de una ne- gociacior JK. —Si. El aspecto contractual de la pareja me parece cada vez mas evidente: una dependencia es- cogida que de alguna manera favoreceria parejas pro- visionales. Kafka decia «provi nalmente y para siem- pre». El lo deesa en relacion a escogencias literarias y metafisicas pero creo que el amor nos debe llevar tambi a esto. Lo mas facil es lo «provisionalmen- te». Cuando es para toda Ja vida, se hace necesaria una negociacion para introducir lo provisional, 2 Tomado de: «l'amour et les femmes, Les aabiers die Grif, Editions Complexe, Paris, 1992.CONUS AC TONES CON WGI EA taria recomendarles construir una con cia eritica y vigilante frente a las imagenes de mujer hombres presentadas por medio de las numerosas redes culturales; el papel de la television, de la prensa, de los co- merciales, las letras de canciones, las narrativas cotidianas, los discursos juridicos, médicos, pdliticos, pedagdgicos y otros. Sin esta mirada critica, no lo lograran, Habra tam- bién que seguir poniendo en tela de juicio la interpretacion patriarcal de los mitos y reinterrogarlos desde esta mirada de la sospecha que construimos algunas mujeres de mi ge- neraci6n. Y ti, como historiadora, Violeta, tendras que vol- ver a hacer hablar a las diosas griegas, a Deméter y su hija Perséfona, a las mujeres del Génesis y del Nuevo Testa- mento, a Antigona e Ifigenia; tendris que escuchar nueva- mente a Lisistrata y sus propuestas para acabar las guerras de los hombres; tendras que recomendar a tus estudiantes prestarles atencién a Yocasta, a Electra ya Casandra cuan- do todo el guién fue para Edipo, ‘Tendras que ensefiarles a fisgonear el pasado para descubrira las mujeres y develar sus historias con el fin de seguir escribiendo esta otra his- toria tan real y humana aun cuando no fue nunca la oficial, tal vez justamente porque no fue la historia oficial, ésta escrita por los hombres y que se parece tanto a ellos... ‘Tendras que ensefiarles a develar lo que no ha sido dicho por los hombres, lo que no podia ser dicho por ellos, En otras palabras: tendras que construir con ellos y ellas una mirada de la sospecha. ien- Y con esto no se trata de cambiar los mitos, sino de aprender a cuestionarlos y no temer 1 cinterpre- tarlos desde nucvas miradas. Un ejemplo, Viole 8 OREN oH THeatas que el creador del universo para el mundo judeo-cris- tiane sea un Dios varon acompanado de una Trinidad masculina, deberia interrogarnos, :no cr Ves, Violeta, no se trata de renunciar al amor, sino de gracias a ia su nue- cambiar el régimen de las relaciones amoros un desplazamiento progresivo de las mujeres ha va condicion tanto sociopolitica como subjetiva, despla- zamiento que genere una redistribucién mas equitativa de los viejos campos de poder que envenenaron durante si- glos el amor. Y no veo otro camino, Violeta. Para salir de nuestra edad media, de nuestro colonialismo subjetivo, es impres- cindible morir a nuestra condicién de eterno objeto para el otro, de espejo dorado para el amor a si-mismo mascu- lino y acabar con las estructuras imaginarias del domina- do, del sumiso y nuestros fantasmas de esclavas. Como me has oido decirlo a menudo, nacer a nosotras mismas, espo- si mismas deberian ser por el momento los tinicos nacimientos, las tinicas nupcias que acepten las mujeres. Y a todas las mujeres les sigo diciendo que es imprescin- dible existir de manera gratificante antes de amar y no ser das para sentir por fin que existen Ahora, Violeta, no podemos olvidar, ni tu generacion ni la mia, que el amor sera siempre una prueba y el lugar por excelencia de nuestra fragilidad y vulnerabilidad tan- to para hombres como para mujeres. Durante mucho tiem- po alin, seguiremos prematuros en el amor porque segui- remos esperando del otro amado o de la otra amada que nos resuelva nuestras carencias como la madre de nues- tros primeros meses y afios, Haber aprendido de amores sarse 99CONVERSATION ES CON VIOLET’ en amores, los mios como los tuyos, y por medio de mu- cho dolor, que finalmente no podemos contar sino con no- sotros Mismos © con nosotras mismas, parece todavia no cambiar nada. Lo sabemos y no lo ereemos. La humani- dad adulta no ha nacido. Pero puede, con ustedes, estar gestandose. Es, por lo menos, lo que quiero creer. Y, en conclusion, propongo, mediante seis columnas mias del diario E/ Tiempo (aiios 2004 y 2005), un pequeiio manual para hombres y mujeres angustiados ante el amor como Violeta, mi hija hipotética, y que siguen buscando como lo hicieron Simone de Beauvoir y su dificil amante, por no decir imposible amante, Jean Paul Sartre, el mila- gro de reconciliar la imperiosa necesidad del amor con la implacable presencia de la soledad. Hay amores... A-veces uno se olvida de que el amor feliz no tiene his- toria 0 mas exactamente «no hace» historia. Por el contra- rio, el discurso amoroso refleja, casi siempre, una relaci6n ycan- ciones nos dan un impresionante panorama de los estra- gos del amor. Abandonos, traiciones, celos, infidelidades y abusos de poder son el pan cotidiano de los discursos amorosos. Pero hay amores —bastante excepcionales, por cierto— que no hacen historia, que maduran en silencio, que acogen los conflictos con generosidad y se permiten reformulaciones del vinculo; amores que duran porque sa- ben madurar en la aceptacién de la incompletud y de la di- ferencia; cada miembro de la pareja acepto ser un otro pri- vilegiado, mas no un otro tinico y exclusive. Ya sabemos en crisis. Télenovelas, articulos de revistas femenin 100 que en cuestién de amores, la exclusividad es la muerte. Ya sabemos que cuando uno quiere todo del otro, esté ma- tando el amor y hemos aprendido de la literatura que la légica de la pasion es la muerte. Pero hay amores que construyen lugares para el otro, para la otra, donde existen espacios para respirar fuera de la relacién, que permiten enriquecerla y alimentarla del exterior. Si, hay amores de dimension humana, amores que, en lugar de la fusién asfixiante y absolutizante, ins- tauran la preferencia, permiten la distancia, los otros, el mundo, Amores cuya sexualidad cuya cotidiancidad acepta y enfrenta la dificultad y la cri- sis, que prefieren los intentos de reformulaciones creati- vas a la huida, a la ruptura oa las agresiones a la primera dificultad o desilusién. Amores mas fraternales que pa- sionales, en los cuales la complejidad, la ternura, la com- plicidad y el discurso sustituyen la ceguera pasional y en donde el juego infinito de los mutuos fantasmas reempla- za el amor-sufrimiento. No son amores con menos do- lor ni menos dificultades, sino con otro dolor; no un dolor de frustracién, muerte y negacién, sino de aceptacidn de la soledad en cuanto meollo de nuestra condicion huma- na. Un dolor civilizador y no aniquilador. Estos amores que no hacen ruido también existen. Y hoy, tal vez asqueada por los amores enfermizos de tele- novelas, de farandulas y jer set, tal vez asqueada por la ma- nera como la palabra amor se comercializa, se vende, se prostituye y significa hoy todo y nada, quise rendir un homenaje a los amores discretos, silenciosos y exigentes que se viven como un imposible asumido; estos amores que construyen, desde una ética del respeto al otro oa la otra, civilizacién, humanidad y cultura. Conozco algunos de es- se asume en la carencia, 101CONVERSACIONES CON Viel bia tos amores. Quiero decir algunas parejas que viven el amor asi. Que saben que el otre no se puede consumir ni poseer, que saben que la serenidad en el amor descansa sobre el respeto de dos polos opuestos: por una parte el deseo de unién y por otra parte el deseo de separacién, de autono- mia. Que saben que la esencia del amor es libertad abso- luta. Es un aprendizaje que a veces toma teda la vida pero que vale la pena. Es cierto que el avance de las mujeres y la desestabilizacién del patriarcado han desordenado los viejos equilibrios amorosos, pero’es cierto también que estos viejos equilibrios no nos habian hecho muy felices. Entonces dejemos de pensar que todo era mejor antes. Co- mo mujer no lo pienso, no le puedo pensar. Para mi, la in- umidad entre hombres y mujeres se esta construyendo des- de estas nuevas mujeres de hoy, auténomas y protagonistas de su vida y nuevos hombres, que por fin estan cuestionan- do una masculinidad trasnoch: El analfabetismo del amor Por qué el cuerpo de las mujeres tuvo que construirse a lo largo de los siglos como un territorio de guerra para los hombres cuando deberia ser el primer territorio de paz? éPor qué a veces circula tan violentamente el deseo? :Por qué no hemos aprendido a amar? :Y por qué el amor es tan escaso y el deseo tan violento? :Qué les habra hecho la vida a estos hombres para buscar una compensacién en un acto que casi siempre mata, sin que lo sepan, lo que mas aman? Hoy no tengo respuestas y frente a este malestar solo pude volver a las canciones de amor. Pero no las que ha- 102 Frome r Pricatas blan de venganzas, de posesion, de chantajes, de traiciones. No. Prefiero las que nos siguen cantando lo dificil de amar, lo dificil de aceptar el misterio del otro, de la otra, lo com- plejo de aceptar nuestra fragilidad frente a la imposibili- dad de la posesidn en el amor. Prefiero volver a escuchar la cancion desesperada de Jacques Brel titulada «Ne me quitte pas», que canta también Miguel Bosé, 0 la de Geor- .ges Moustaki «Esta noche, mi amor, ya no te amo», o al- gunas tan bell: que gritan el desespero pero a la vez la resignacién frente auna posible separacion, a un duelo de amor. «Te amé tan- to que hasta tu ausencia es dulce y sé contigo que he vi- vido para conocer el amor», ;Qué hacer para ensefiar a amar sin amargura, s sin odios ocultos en un lejano pasado? -Qué hacer para que entendamos que el cuerpo y la piel se dejan explorar pero que la historia y memoria de cada cual son impenetrable: Si fuera la Ministra de Edueacién pondria el amor co- s de Joan Manuel Serrat, canciones todas nrevanc mo materia obligatoria en los once cursos de los colegios. Once cursos sobre el amor. Empezaria por el enamora- miento, que es, como dice Francesco Alberroni, la apari cién de lo extraordinario, Seguiria con el amor que se instala en la duracién: una prueba de fuego; en otro curso hablaria de la logiea de la pasion, ese céncer del amor y seguiria con los multiples estragos del amor: la rutina, los celos y el poder que nos enferia; finalmente en undécimo, terminaria con una pedagogia del duelo. Desde que inventamos esta extraiia manera de cons- truirnos y de generar memoria, el amor esta siempre ahi para reeordarnos nuestra fragilidad, nuestra humanidad. ‘s la funcién del amor. ‘Todos los grandes poetas, hombres LasCOUNTERS CHUN CON Vinten o mujeres, lo han expresado de mil marte los tangos lo vuelven a decir sin cansancio; las mas gran- des historias de amor siempre han sido las que tienen una muerte anunciada. F] amor, éste que se revela como un cataclismo subito, como una revolucién, como una ruptu- racon todo lo conocido, siempre esta ahi para que poda- mos decir un dia: «Esta noche, amor mio, ya no te amo». Por eso. siempre hay que decir: «Esta noche, amor mio, lo tinico que puedo decirte es gracias por este encuentro que me dio la posibilidad de crecer, de madurar, que me hizo mas humana. Pero se acabé». Si, el amor es una fuer- za tan extraordinaria que me debe permitir decir un dia, is»; sin reclamos, sin saldar cuentas con el otro, con la otra, cuentas que solo nos comprometen con nuestra historia y nuestros fantasmas. Frente al analfabetismo de las gramaticas del amor y del deseo, los umbrales entre vio- lencia y un erotismo humanizado son fragiles. Sdlo nue- vas éticas del amor capaces de romper la doble moral im- perante en los afectos podran construir otras maneras de encontrarnos en medio del deseo sin tanta violencia. Por- que en el fondo y como nos lo recuerda Georges Mous- taki con su desesperado canto: «Quién de entre nosotros nunca ha violado a alguien, por no hablar de estas peque- fias violaciones mezquinas que hacen parte de nuestra vi- da cotidiana (...) y si tenemos que sefialar a un culpable, todos seremos condenados». ; las boleros y «nor Los nudos del amor Hablaré nuevamente del amor. ‘Tengo la mala costumbre de volver regularmente a él. Porque, si bien es cierto que 104 Fromese & Pinestas hemos cambiado aprendiendo a subvertir las vi foras que nos significaban, el amor sigue siendo para la gran mayoria de nosotras un asunto de primera importan- cia aun cuando ya no es el unico centro de gravedad de ra vida como hace un siglo. Lo dificil ahora es com- jas meta- poner, es equilibrar nuevas formas de ser en el mundo, a veces contradictorias pero que definen hoy a las mujeres modernas y urbanas. Y después de dos o tres décadas del aprendizaje de nuevas practicas de si, el amor sigue ahi. Un amor que debe confrontarse ahora con nuevas y mil- tiples aspiraciones duramente ganadas y frente a las cua- les no hay retrocesos posibles. Entonces esta el amor pero est el otro amado que obliga a componer con la diferen- cia; esta el amor pero estd la necesidad de realizacion per- sonal; esta el amor pero esté la vida cotidiana que devora el amor; est el amor pero esta el deseo de autonomia, a menudo mortal para la vida de pareja; esta el amor pero esta el deseo de hijos que se interpondran en el dtio amo- roso; est el amor pero estd el ejercicio de la ciudadanfa; esti el amor pero esta la vida laboral o profesional; esta el amor pero esta el inaugural deseo femenino de soledad; estd el amor heterosexual, pero surgen otras opciones a la esquina del deseo; esta el amor pero estan los inco entes y las historias de cada cual; esta el amor pero estan los otros amores del pasado; esta el amor pero esta la fra- gilidad de lo humano; esta el amor pero estan sus viejos imaginarios que siguen actuando, esta el amor pero esta el odio, tan cerca... Definitivamente, el advenimiento de una mujer su- jeto social, de una mujer sujeto de derechos y de deseo, generadora de palabra, de cultura, de mundos, nos coloca 105CONE RACIONES CON ViOnE Ey en el centro de dificiles encrucijadas que a menudo tene- mos que resolver solas. Ya no podemos sacrificar todo en nombre del amor, ya no queremos seguir con esta cultura del amor que nos definia hace un siglo; una cultura que era portadora de algunas felicidades y de muchas desgra- cias cuando las mujeres necesitabamos entonces ser ama- das para existir. Ya no, pero equilibrar nuevos deseos, nue- vas posibilidades con antiguas nostalgias, hacer el duelo de viejos imaginarios y concepciones romanticas del amor para dar entrada a estas inaugurales maneras de signifi- car nuestra existencia, no es facil ni puede hacerse en una o dos generaciones mas, aun cuando sentimos que los hombres que mds amamos no han logrado solidarizarse del todo con nosotras. Y esta solidaridad solo podra ge- nerarse cuando ellos asuman que ese nuevo cam prendido por las mujeres para redefinirse ellas en el amor representa una oportunidad para plantearse una nueva pregunta relativa a su masculinidad, ya no desde una con- ciencia de la pérdida de este lugar privilegiado en la ecua- cién del amor, sino desde la profunda conviccién de parti- cipar en la construccién de un nuevo pacto amoroso, mas fértil, desde la equidad y por esto mas humano. Si, pero mientras logramos convencerlos, tenemos que ser acrébatas y lanzarnos al vacio, sin red, Nos toco aprender a volar. Y bien, después de todo, no lo hacemos tan mal y, por lo menos, volamas. Swingers Cristina lleva diez afios acostandose con el mismo hom- bre. Sabe exactamente a qué huelen las esquinas de su piel. 106 SS Se Conoce sus gestos en el antes y sus silencios en el después. ‘A veces calcula con una prediccién casi automitica la du- racién del acto. Y diez afios de matrimonio le han dado un conocimiento maestro en los limites de su compafiero, Es- teban, Las sorpresas se volvieron rutinas, eso si, dibujadas desde miltiples expresiones de ternura y respeto, ;Infiel? Nunea. O casi nunca. Aquel episodio banal con un amigo en ese paseo al que Esteban no pudo ir. Esteban lleva diez afios acostandose con la misma mu- jer. La conace bien y, sin embargo, atin se sorprende con ella. Normal, la sexualidad femenina sigue siendo miste- jo siempre fiel, pero sus rios y atajos por recorrer, No ha historias extra conyugales han sido més bien triviales. Un Congreso de Ingenieros y la insistencia de una amiga. Nunca nada trascendental. Disfruta del sexo con Cristina pero el tiempo lo ha vuelto un poco plano y predecible. ¥ es cuando Cristina y Esteban, una noche, se deci- den a cruzar el rio. Los dos presienten una marea alta. Des- pués del trabajo se citan en un club privado. Con pleno consentimiento, dejaran sus habitos de una sexualidad cul- turalmente disciplinada y cederan a aquella imposterga- ble tentacidn de perderse en un otro o en una otra sin coac- cidn, sin obligaciones ficticias. Se dejarin Tevar por el deseo que no encontré otros atajos para mantenerse vi- vo. No le hacen dafio a nadie, 0 tal vez solo a ellos mismos, pero esto ya no nos incumbe. A cada cual sus fantasmas, sus pequefios demonios oa veces su falta de imaginacion erética. A cada cual su mundo sexual que Foucault devel tan dificilmente domesticable. De esa noche, Esteban y Cristina podrin hacer los ba- lances que quieran. Tal vez se contaran sus sensaciones en 107CONVERSACIONES CON VHMOTA esta extrana experiencia de infidelidad vigilada. O tal vez no. El caso es que nadie se habra muerto y nadie habra si- do maltratado. Y es entonces cuando ellos se reiran del es- cindalo producido por los bares swingers. Y hablaran de los amigos y amigas que condenan estos sitios pero prefieren la clandestinidad del encuentro infiel Ileno de mentiras y silencios perversos. Con los swingers, Esteban y Cristina exorcizaron por esta vez las pequefias (in)seguridades y el sexo predecible. Fn su caso, esa noche alimenté la palabra, los juegos ludicos, la ternura, las largas caricias, la imagi- nacién, la risa, el misterio. Pero ellos saben que no es para todos ni para todas; la historia de la sexualidad esta Hena de albergues para la circulacién del deseo y no tados tie- nen por qué resigniticar su sexualidad de esta manera. Por- que los swingers son un riesgo como siempre lo ser el otro amado, El amor del mediodia Buscando textos literarios que alimenten una charla so- bre la vejez, volvi a estas diez tltimas paginas de E/ antor en los tiempos del célera, de Gabriel Garcia Marquez. Las re- lei con el deleite que produce el reencuentro con esos li- bras que nunca nos dejaran indiferentes, pues sus palabras escritas parecen adaptarse a los vaivenes de nuestros re- corridos vitales. Y ahi estaban este par de viejos que, des- pués de 53 afios, siete meses y once dias con sus noches, hacen por fin el amor, descubriendo los dos que este en- cuentro es mucho mas que un acto biolégico de penetra- cién. Juntos, lo intuyeron cuando ante la placidez dor- LOB Framer Tiras, mida ¢ inerme del bajo vientre de Florentine, tuvieron que inventar nuevos rituales de amor ayudados por la embria- guez del anis y una inspiracién que finalmente lleg6 sin que la buscaran. Florentino Ariza y Fermina Daza nos dan una lecci6n de humanismo, una prueba de nuestra humanizacion, una prueba irrefutable de que nos hemos alejado definitiva- mente del macho y de la hembra que solo pueden obede- cer a determinismos bioldgicos en el Gnico contexto de la reproduceién. Amar y desear a los 50, 60, 70 y 80 aijos es la victoria de lo simbdlico, de lo imaginario y del erotis- mo sobre la triste cépula de los animales y de algunos otros patéticos animales de la especie humana. ire] amor después de los Por supuesto sé que para 60 es necesario decir adiés a los estereotipos culturales que sataduras. Para no- a menudo constituyen nuestras proj sotras probablemente ¢s necesario haber recibido los be- neficios de lo que fue la revolucién pacifica de las mujeres que lograron resignificar nuestra existencia bajo nuevos para 60 y 70 anos son miltiples, variadas y a menudo sorpren- dentes. Se estan forjando nuevos imaginarios a partir de la multiplicidad de identidades femeninas. A veces n mos y no lo creemos. ¥ los que no lo netros, Hoy, las imagenes de muchas mujeres de 50, tras mismas nos mi creen son ante todo los hombres, nuestros compaiieros ge- neracionales quienes, a veces, torpemente, Ilegan a imagi nar que las mujeres envejecemos solas, mientras ellos se conservan eternamente jévenes. Si supieran come, ante nuestras miradas tiernas y compasivas, adivinamos la in- mensa fragilidad de esa altivez erguida exhibida como un trofeo de guerra para un combate vano y siempre s 109CONVIERSACIONES CON VIOETA De verdad creo que, hoy por hoy, es mas dificil para ellos acomodarse a la andropausia que para nosotras a la menopausia, pues la cultura también es exigente con los hombres que entran en esta etapa de la vejez. Al mismo Florentino le tocé pelear contra aquella imagen cultural que impone a los hombres el poder sexual como garante de la seduccién, Al principio, avergonzado y furioso con- sigo mismo, quiso buscar un motivo para culparla a ella de su fracaso. Sin embargo, mas tarde y con la complici- dad de un encuentro que sabian més alld de los limites im- puestos por la triste gramatica del amor, inventaron una semantica vieja de cinco décadas de un deseo contenido. Y sia mi me pusieran a escoger, preferiria mil veces ba- jar el rio Magdalena en un buque en cuarentena con Flo- rentino Ariza, a pesar de su dificultosa ereccién de mediodi: que estar en una playa de las Bahamas con Julio Iglesia: Por cierto, esta reflexion no concierne a tu gene- pleta, jatin no! Sin embargo, me parece im- portante que se rompa esa alianza mortal, inducida en gran parte por los medios, del amor con la juven- tud y la belleza y, peor aun, con éxito y riqueza,.. N po- cas paginas literarias sobre el amor y el erotismo en a mujeres de mi edad. Y particularmente para mujeres, porque cul- el amor no tiene edad, no obstante existen m edades avanzadas, quiero decir, p: turalmente es bien visto que un hombre de 60 0 70 afios se enamore de una mujer de 20 0 30 anos me- nos que él. Terreno casi completamente vetado para una mujer de 50, 60 6 70 afios. Por eso me parecen tan bellas estas 40 ultimas paginas de E! amor en los tiempos del céilera. 110 NEE Lhrostas Y para terminar, una columna, mas vieja, que tal vez aleanzaste a leer en La mujer tiene la palabra, pero que re- produzeo aqui porque sé que las separaciones y los duelos de amor siguen siendo muy dolorosos para tu generacién. En ese triste capitulo de la separacion, no hemos progre- sado mucho. Pareceria que nuestra cultura no ha pensado en ritos de separacién que nos permitan vivir mejor el due- Jo del fin de un amor. Existen ritos de enamoramiento, ri- tos que permiten instalar el amor en la duracién, mas nin- gun rito de separacién. :Por qué? Fs como si no hubiéramos aceptado nunca que el amor no es eterno, que el amor se termina, que el amor muere. Y, como lo dice Franco La Ce- cla, un antropologo italiano que trabajé bastante ese tema en un bello libro?! que creo que no se ha traducido al es- pafiol: «Si queremos dejar de ser primitivos, nuestra épo- ca y nuestra sociedad deben inventar un nuevo arte de los epilogos, un nuevo saber-vivir para decir adiés. Debemos encontrar maneras de separarnos y de romper que ayuden a desligar la dramatizacién exagerada de nuestras histo- rias de amor». Saber decir adidés Separarse en el momento oportuno es ser adulta. Decir adiés a un amor que ya no merece esta denominacién es aceptar la pérdida de las ilusiones; es entender que el mi- to del amor para siempre y del «siempre ti y nadie mas que ‘| Franeo La Cec: tion Calmann-Levy Je te quitte, mai non plus, ot Part de ba rupture ammowrense, Edi 2002 anCONWRRSACIONES CON VIOLETA ta» es solo un mito, un imaginario lejane que produce estragos incalculables. Saber terminar es aceptar que el amor es némada, aventurero, y que solo excepcionalmen- te dura para siempre. Saber terminar es también saber decir adids sin odio. Es aprender a recordar sin rabia y con nostalgia, porque la historia que esta Ilegando a su fin estaré alli para siem- pre y usted deberd aprender a vivir con ella, a pesar de ella, c incluso gracias a ella. Fs saber que esta arruga que ha en- contrado hace poco en la esquina de su mirada nacié para recordar que cada historia de amor se inscribe en la me- moria pero también en el cuerpo, y que no sera posible ol- vidarla nunca. Saber vivir después del adiés es entender que ese amor se inscribié en su historia y la cambié para siempre; es nun- ca olvidar que un dia, no hace tanto, usted estuvo enamo- rada de ese hombre, sofiando con él, construyendo con él, proyectando con él, y que existieron mananas felices, dias sin nubes, noches blancas, lluvias fecundas y tempestades dulces. Es recordar que si usted se enamoré de ese hom- bre fue por algo, porque algo de él le gusté, la enamor6; habria dado todo por él... acuérdese. Ese hombre que us- ted tanto am6, que tanto ama todavia, se fue con otra... Si, claro, nada del otro mundo; el amor es asi, ya lo dije: némada, aventurero, imprevisible y fiel a si mismo. Ence- rrarlo, enjaularlo, sirve para una sola cosa: para matarlo. E] amor, como algunos animales, no se deja domesticar. Usted lo sabia, y el dia que tom6 el enorme riesgo de amar debié saber, o por lo menos intuir —aun cuando en el pre- ciso momento del enamoramiento es inaceptable ¢ in- concebible—, que el amor existe por su mismo caracter 12 Frokewer THontas inconforme, insaciable y movil. Asi es, y eso es lo que nos embriaga cuando caemos bajo su implacable poder. Por supuesto, saber terminar para una mujer es una prueba desmesurada. Sin embargo, se sabe que, en la ma- yoria de los casos de separacion, son las mujeres quienes toman la decision de terminar, tal vez por su incapacidad de vivir en un desierto afectivo; es una prueba fuera de lo comiin para una mujer, por su misma historia de construc- n de identidad, por su apremiante necesidad de saber- se deseada y amada por un hombre. Y también por una cul- tura que no le otorgé el mejor lugar y a menudo le negé la mirada amorosa de un padre presente, no tanto fisica co- mo simbélicamente. Un padre presente en las caricias, en los gestos, en la vida cotidiana, en la palabra. Amar, para una mujer, es, entonces, colmar y calmar todas estas ca- s, cobrar a la vida lo que ésta no pudo darle a tiempo; , mas que amar, las mujeres, pal existir, quieren ser amadas y deseadas. Y con esto no estoy enunciando leyes inamovibles de la naturaleza, sino leyes de la cultura y de la historia individual de cada cual, todas susceptibles de cambiar. Mientras mas existan por si mismas, las mujeres podran separarse con menos dolor, con menos traumas. Entenderdn poco a poco que ese hombre que ya no las ama no es maldite ni desalmado, No es sino un hombre vivo, un hombre cobarde, tal vez, pero vivo; y ese hombre sera siempre el padre de sus hijos, de sus hijas, aun enamorado de otra, aun viviendo con otra. Es ese padre magico para ellos y ellas, ese padre a quien usted no tiene derecho de maltratar frente a quienes no tienen nada que ver con los problemas existenciales de la pare Separarse es también hacer posible que sus hijos, sus s, vean a su papa ya la «novia de su papa» con la cer- e hi 3Caney meg at NES COON VION teza de que estos enanos de la vida siempre sabran reco- nocer a su mama, mas aun si ella esta convencida de que Si Su «ex» est enamorado, es que esti vivo y feliz, y que en- tonces sera mejor padre que nunea. Saber terminar es haber entendido que amar es un ries- go, el riesgo vital por excelencia, y es saber que este riesgo volver a presentarse en cualquier esquina de su vida mas pronto de lo que usted creia. Violeta, dejo ahi... espero haber podido proporcionar- te alguna claves que te ayuden a volver a amar, sin deses- peracion, sin angustia, sin afan, con la nica certeza de que no hay «un otro» para ti y que ¢s justamente esto lo que le otorga su inmenso precio al amor. 114 El cuerpo femenino colonizado: que ha sido objeto de abuso tantas veces, y tan pocas amado y celebrado «Fl cuerpo de las mujeres no existe, no es sino una prayeccién del deseo del hombre». FRANCOISE COLLIN" A modo de introducci6n Violeta, cada dia en el mundo se humilla, se oprime, se calla, se excluye, se abusa de, se viola y se golpea a las muy es, a menudo hasta la muerte, dizque por amor. Nunea te olvides de esta, Violeta, como no sé si seré capaz de encontrar las pala- bras para este capitulo —la historia del cuerpo femenino nos atraviesa tanto la vida y la conciencia, se nos adhiere tanto a la piel y ha cimentado de tal manera nuestra do- lorosa memoria—, que decidi iniciar con trascripciones rangoise Collin: fildsofa francesa, autora de iiltiples ensayos y articules, fun dadora y directora de Les usbiers du Grif, una coleecién que pretende ser un espa- cin de encuentrosy debates relativos a la cuesti6n femenina y las rela los génerosCONVERSAGIONES CON Violins de historias contadas en forma de poemas o de relatos de vida, que pueden darte la dimensi6n de lo que habita la me- moria colectiva de las mujeres. Y escogi hacer esto porque desafortunadamente mucha gente, hombres y mujeres, no conocen o no quieren conocer la historia de siglos de maltratos, abusos y violaciones de los cuerpos de las muje- res en todas los continentes, ricos o pobres, de este plane- ta Tierra. Para empezar, un poema de una médica y poeta de Bangladesh, ‘Ialisma Nasrin, quien a raiz de las denun- cias que hace en relacién con las violaciones s de los derechos de las mujeres y por las criticas al Coran, ha sido condenada por los integristas de su pais y ha reci- bido varias amenazas de muerte. Hoy dia vive exilada en la India y en Europa. E] poema que transcribo aqui se llama «Matrimonio feliz» ematicas Mi vida, Como un islote de arena, ha sido tomada por un hom- bre, por un monstruo. Elha querido mi cuerpo bajo su control. De modo que si lo desea, puede hurtar mis vestidos Y tomar la belleza desnuda en su pufio. De modo que si lo desea puede arrancar mis ojos De modo que si lo desea puede arrancar mis pies Si lo desea puede sin ningun remordimiento usar en mi su latigo. sitado en Ei Viejo Tops, N° 77, «Los equivoces del amor y del sexo, 116 RENCE THOMAS Si lo desea puede arrancar mis manos y mis dedos. Si lo desea puede rociar con sal la herida abierta, Puede echar pimienta negra en mis ojos. De modo que si lo desea, puede abrirme ¢l muslo con su daga, De modo que si lo desea, puede atarme y ahorcarme. El ha querido mi cora Para que yo le amase: De noche en la casa solitaria, Insomne, Ilena de ansiedad, aby ventana Lo esperase sollozando. Para que bafiada en lagrimas, hornease pan casero, Para que bebiera, como si fuesen ambrosia, los sucios liquidos de su cuerpo poligamico. Para que amandolo, me derritiese como cera, sin po- ner mis ojos en ningun otro hombre Diera prueba de castidad toda mi vida. Para que amandolo Alguna noche de luna, en un paroxismo de éxtasis Me suicidase. zon bajo su control azando la reja de la Seguiré con la espeluznante historia de Sohane (Pa- ris, 2002): E] 4 de octubre del 2002, Sohane Benziane, una jo- ven de 17 afios quien vivia en Vitry-sur-Seine (en las afue- ras de Paris, uno de estos barrios Ilamados «calientes»), fue quemada viva por un joven, en un sétano de un edi- ficio. Sohane iba a cumplir 18 afios y pagé con su vida el hecho de rehusar la dominacién masculina, la ley del masCONTERFACIONES con VIGUETS fuerte. después de visitar a algunas amigas. Eran las seis y media de la tarde cuando Jamal Derrar, un conocido de ella, ba 'n esa tarde del 4 de octubre regresaba a su casa ve. Los dos jvenes va habian tenido diferencias, cosas co- y corricntes a esta edad y en estos barrios dificiles. Jamal a Ileva entonces a la fuerza al sotano del edificia, mas exactamente al local de las canecas de basura, mien- mune: tras otro joven, Tony Roeea, mantienc la puerta cerrada a conocido de la policia por actos de pequefa de- lincuencia, Jamal le rocia gasolina amenazandola con un ‘la inmolacion de So- hane. Aun cuando sus atroces gritos alertan a dos de sus amigas, es demasiado t. viente, logra salir del local y echa peranza de apagar las Hamas. Algunos vecinos aterrori- zados tr encendedor que tinalmente prove de. Transtormada en antorcha vi- rse en el pasto con la es- tan de apag: el fuego con cartones y repapero no lo logran. Sohane muere frente a unos cuarenta veci- nos y vecinas del barrio. Su verdugo, en detencién provi- sional, y otros cuatro jévenes complices del asesinato de Sohane, no han sido juzgados aun. Si escogi esta historia, entre muchas otras, es porque dio origen al movimiento franeés Ni putes ni sourises (Ni putas ni sumi res francesas —muchas de el un movimiento de javenes muje- hijas o nietas de inmigran- nente de barrios calientes de las grandes presidenta es Fadela Amara, hi- ja de inmigrantes argelinos, y cuyo objetive principal es romper cl silencio y denunciar los multiples abusos y dis- eriminar tes, Mayoritariz ciudades francesas—, cu nes en contra de ones por parte de hombres jove las nifas vy jévenes mujeres de sus barrios, 11s MeENCE TitOatas Ante la amarga constatacion de la descomposi- eion y degradacion de las relaciones entre hombres y mujeres, Fadela Amara ofrece mediante su movi- miento un mensaje de célera, de lucha y de esperan- za. Esperanza de ver a las mujeres de los barrios, y particularmente de los barrios de inmigrantes, luchar por su libertad y reivindicar sus derechos desde una relacién pacifica con los hombres. Ahora te daré una estadistica norteamericana y otra francesa, entre muchas otras, para mostrarte que las vio- lencias ejercidas en contra de las mujeres no se pueden ex- plicar solo por la pobreza; estas violencias estan, por lo general, profundamente arraigadas en las relaciones de po- der entre hombres y mujeres y en tradiciones culturales que valoran menos a las mujeres que a los hombres. lado del poder, su distribucién y su circulacién, que siempre hay que buscar explicaciones a todas las violencias las violencias sexuales en ‘s del si de género y particularmente 4 contra de las mujeres. Se estima que hay 1.000 mujeres vie te en Estados Unidos. Un promedio de 400 mujeres mueren cada ao en Francia por golpes recibidos de sus compafieros. Son dos paises ricos, Y ahora las cifras de Colombia. Ya anteriormente te habia dado algunas estadisticas n Colombia. Entonces, y pa- das diariamen- relativas a estas violencias rano repetirme, solo enfatizaré el recrudecimiento de vio- lencias ejercidas sobre el cuerpo de las mujeres colombia- nas en raz6n del conflicto armado y de sus estragos. 119ern eS GON VET 4 Las guerras afectan a los dos sexos de manera cruel, sin embargo, las mujeres son objeto de violencias espect- ficas que no afectan a los hombres. No podemos olvidar que el cuerpo de las mujeres ha sido siempre, y es atin, con- siderade como botin de guerra. Desde el rapto de las He- lenas hasta los campos de concentracion durante la gue- rra de la ex Yugoslavia, pasando por la violacion de miles de mujeres tutsis durante el tiltimo genocidio de Ruand La apropiacion del cuerpo de las mujeres es utilizada co- mo estrategia de guerra. Te podria dar centenares de ejem- plos de esta triste practica que ha caracterizado casi todas las guerras del mundo. Cuando los guerreres violan que: «por medio de ella, violan a la madr na, a la esposa oa la hija del enemigo, para destruir! nor de un hombre, de un asi de ella, el poder y el he pueblo? Pero te aseguro, Violeta, que este capitulo no figura en ningtin libro de historia y, por lo menos en Colombia, sigue siendo un capitulo mudo en las clases de esta mate- ria, De esta no se habla y pareceria que no se quiere saber. Y te cuento, también, que solo en la medida en que estos hechos atroces ocurran de manera masiva, los medios de comunicacién hablarin de ellos. F caso de las violaciones sistematicas de mujeres durante la guerra de la ex Yugo lavia (miles de mujeres encerradas en campos fueron sis- * Anwoinette Fouque, ify « deux sexes, Gallimard, 1995 120 Floeence Tiostas tematicamente torturadas, violadas y deliberadamente err barazadas) fue muy significativo en este sentido. La resis- tencia de los medios que ya sabian de estos hechos —ocu- rrian solo a 1.500 kilémetros de Paris— fue impresionante. Y cuando se decidieron a hablar, insistian sobre el carac- ter racista de estos crimenes mas no sobre su caracter se- xista. Dificilmente los crimenes miséginos san recono- cides como hechos politicos a pesar de ser considerados actualmente como «crimenes contra la humanidad» por la Organizacién de las Naciones Unidas. Y bien, son hombres quienes han escrito la mayoria de los capitulos de la historia oficial. Son hombres la ma- yoria de los editorialistas de la gran prensa mundial. Si, yo sé, Violeta, parece tonto decir esto, pero es asi y hay que decirlo. Quisiera tanto que tu generacién se voly algo mis critica en relacién con estos 5 toria. Y, ves, son justamente sil que ver con la historia de nuestro cuerpo. Una historia de apropiacién. No podemos olvi las guerras son decididas por hombres, las guerras legi- tman el ejercicio del poder por la fuerza y el autoritaris- mo; entonces los estragos de las guerras —retomando el hecho de que el cuerpo femenino ha sido tradicionalmen- te el lugar por excelencia del ejercicio del poder patriar- cal— se ejercen lgicamente también sobre los cuerpos de las mujeres. Solo muy recientemente se estan deve- lando estos hechos atroces. Solo desde que las mujeres, algunas mujeres, se han atrevido a hablar. Como Jo enun- ciaba la trabajadora social colombiana Juanita Barreto en un articulo muy bello sobre el tema: «(,..) ésta es una ta- ra ilencios de la his- Nncios que tienen mucho lar que las guerras son patriarcales, 121rea que apenas empieza y para la cual siguen siendo atin muy fuertes las resistencias a dar erédito y conferir valor al saber que se expresa con palabras de mujeres; los dis- cursos oficiales no registran estas voces. Tampoco regis- tran la persistencia de la apropiacién de los cuerpos de las mujeres en esas guerras. Apropiacion que toma la forma de secuestros 0 retenciones, los nuevos nombres de los rap- tos y los intercambios de otras guerras; apropiacién que toma la forma de confiscacién de los titeros, de prefieces obligadas, de violaciones, de acosos sexuales y de torturas que comprometen el cuerpo, la psique, los afectos y las re- laciones conyugales, fraternas, filiales o de amistad»**, Solo a titulo de ilustracién, transcribo un relato, uno solo, de los centenares que tristemente ya se conocen en Colombia gracias a Amnistia Internacional, La Defenso- ria del Pueblo y algunas valientes organizaciones de mu- jeres que se esfuerzan por recoger relatos de mujeres que han vivido esta tragedia. «(...) Cuando iba en la mitad del camino salieron cuatro muchachos. Tenian la cara cubier- ta y Me preguntaron si queria ir a bailar. Me dio miedo. Dije que no. Entonces me preguntaron si en mi casa aten- diamos al ejército que acampaba al lado y si les dabamos agua. Yo respondi que no podiamos negarle el agua a nadie y que si ellos nos pedian también les dabamos. Pregunta- ron si tenia novio en el ejército. Les dije que no. De ellos, el que mas hablaba me arrastré hasta una casa abando- nada que quedaba mas abajo y cuando me quise resistir * Juanita Barreto Gama, «1_a apropiacién de los cuerpos de las mujeres, una estra tegia de guerra~. F'n; revista Bn Onvas Palabras... N°9. «Mujeres, cuerpos y pict cas de sim, Agosto-dicis ODL pp. BG 100. 122 PLomeNG THM AS i gritaba si yo abria la bo- ose llevaban a mis her- me tapo la boea, Me dijo que s desquitaban con mi fam: tos. Ellos dicen que les falta gente. Cuando llegamos esa, me dijo que me iba a dejar un recuerdito... Yo llevaba un vestidito y él me bajé la cremallera y co- menz6 a manosearme. Yo estaba muy asustada y no sabia qué hacer. Si hubiera sido uno... pero eran cuatro y yo no me podia defender, Me quedé quieta, no hice fuerza por defenderme, ni les dije nada, ni grité nada porque tenia miedo. Lo tinico en que pensaba era que no le hicieran na- daa mi mama y nose llevaran a mis hermanitos. ‘Tres vi- gilaban, dos un poco arribita de la casa, uno mas abajo. EI otro entré conmigo en la casa. El me violé y me dijo que eso era el recuerdito para que no olvidara que ellos no hablan en vano, que ellos cumplen su palabra. Que se habjan cansado de que las muchachas del pueblo no hi- cieran caso de no meterse con los soldados. Dijo que les tocaba actuar para que escucharan. También me dijo que tenia que salir del pueblo por el bien de mi familia. Ellos dijeron que eran de las FARC: Violeta, hay que leer el ultimo informe especial de Amnistia Internacional sobre el tema de las violenci xuales contra las mujeres en el marco del conflicto arma- do colombiano para darse cuenta de la gravedad del tema. Algunos relatos son dificiles de leer sin estremecerse. Y no hemos dicho todavia nada de la famosa trata de mujeres que es, hoy por hoy, uno de los negocios mas ju- doer Colombia, ewerpos marcados, erimenes silenciadas. Vialencia sexual contra las uujeres en el marco del conflicto armada, Amnistia Internacional, octubre, 2044.a es gosos del mundo. Incluso existe un concepto que refleja muy bien lo dramatico de este hecho. Refiriéndose a la trata de millones de mujeres, nifias y nifos en el mundo, algunos socidlogos y socidlogas la califican como verda- dera esclavitud de los tiempos modernos. «En todas las culturas, en todos los tiempos, se encuentran practieas que buscan marcar fisicamente alas mujeres y violentar su cuerpo de manera puntual o durable con el fin de que no olviden su suje on: pies fajados de las mujeres chinas, labios o cucllos es- tirados de las africanas, cintura apretada cop ¢l corsé de nuestras bisabuelas, earas ocultas en velos de las turcas y de las arabes, clitoris es ado para impedir el goce, (...) Los ejemplos significativos son multi- ples. (...) En todas partes se trata de que las mujeres no se alviden de que su cuerpo pertenece a otro y que debe conformarse a su deseo. Sujctadas en su c: me, las mujeres no pueden gozar ni caminar hacia el mun- do de mane autonoma» Frangoise Collin?é, éSera posible encontrar una explicacién? La historia del cuerpo de las mujeres es la historia de su desgracia, de sus mas profundas heridas, humillaciones € ignominias. Pocas veces de sus goces, Historia callada durante siglos como ya lo mencioné. Historia que, por cierto, no habla bien de la humani ad, la cual tuve que es- *4 Frangoise Ci plexe, Paris, 1992 in, «Le corps des femmes», Les cabiers du Grif, Editions Com- 124 FroweNce Tomas conder estos capitulos que se referian a la utilizacion ver- gonzosa de la mitad de la poblacion humana. Mujeres, ni- fias, adolescentes y ancianas de la historia, todas tienen algo para contar, algo para callar, algo para Ilorar y en ge- neral ese algo se refiere a un episodio relativo a su cuerpo. Es solo recientemente que, gracias al valor de algu- nas mujeres, a la conciencia critica de otras, ala determi- nacién de oponer un NO MAS sonoro a estos episodios por parte de historiadores ¢ historiadoras, de fildsofos y filo- sofas y, sobre todo, de feministas, se estan develando, se estiin contando y se estan recuperando poco a poco estos capitulos de la historia de los cuerpos de las mujeres. Ya existen ensayos, cuentos, historias de vida e historias of ciales que abordan desde metodologias diversas la triste historia del cuerpo femenino. Si, Violeta, no sé, pero a mi me parece dificil imagi- nar que haya sido necesario esperar hasta el siglo XX para empezar a denunciar este tipo de abusos. Por lo menos ten- go el orgullo de pertenecer a la generacin que participo en el develamiento paulatino de estos hechos atroces, Oja- ld tu generacién no retroceda. Sin embargo, si bien ya sabemos un poco mas, todo no esta dicho atin y se necesitaran muchas paginas mas pa- ra que se devele la verdad, se haga justicia. Con tal de que los encuentros erético-sexuales entre hombres y mujeres as una fiesta, sean para la generacién de tus hijas y tus nie! una celebracidn, un goce compartido, ya sera, tal vez, su- ficiente reparacion. Las mujeres no somos ni vengativas ni rencorosas. Solo queremos hoy que la memoria de estas atrocida- des no se nuble, no se borre. a 125 itea ae Se ‘Todavia no entendemos del todo esta furia de los hom- bres, este delirio de los hombres, esta venganza de los hombres —zde qué? me pregunto yo, :de qué se quieren vengar?—, estos temores de los hombres, esta envidia de los hombres cuando se enfrentaban al cuerpo femenino. Deberia decir «cuando se enfrentan» en presente, porque esa locura viril no ha desaparecido, Violeta, si si gues cre- yendo que exagero, te podria volver a dar datos, estadis- ticas de abusos sexuales, de violaciones, de trata de mujeres y ninas, de mutilaciones sexuales que siguen siendo pan de cada dia, qué digo, de cada minuto si no es de cada segundo en el mundo entero. Mientras escribo estas lineas, nos tas mujeres son violadas en Colombia y cudn- tas ninas son infibuladas en otra parte del mundo. Y lo di- goy lo repito, porque resulta que muy a menudo c abordo estos temas en mis conferencias las mujeres se re- belan y protestan argumentando que a ¢llas nunca les pas6, que exagero, que ya no, que son cuentos de feministas. Es extraiio pero no quieren saber, no quieren saber lo que le pasa a su vecina, no quieren conocer las cifras de su pro- pio pais como si quisieran borrar de una vez por todas es- tos hechos y no reconocer que podria pasarles volviendo a su casa, solas y de noche. ‘Todas las mujeres del mundo, y tu también, Violeta, han conocido un dia cualquiera, y mas probablemente una noche cualquiera, ese temor de ser seguida en la calle por un hombre extraiio, de entrar en un ascensor de noche con un desconocido, de volver a ca- sa despues de una fiesta con un amigo borracho. Tu mis- ma me contaste algunas historias de éstas... entonces, :por qué negar esta historia como si quisieran excusar alos hom- bres de semejantes abusos? ndo 126 Fromesce Tienes Aveces, Violeta, callar es un delito y hablar es un de- ber, una obliga Otra vez, una historia de poder. Acabo de utilizar el concepto de envidi lo que explicaria mejor esa locura colectiva de los hom- bres. Envidia frente a ese cuerpo nuestro tan potente tan impresionantemente potente: Tanto sexual como sim- bolicamente. Un cuerpo que es capaz de albergar a otro u otra durante nueve meses sin ningun tipo de discrimi- nacion ni recriminaci6n; un cuerpo-albergue, un cuerpo- claustro, un cuerpo-refugio, un cuerpo que proporciona calor, alimento y vida a otra vida misma, a una vida que se volvera humana en la medida que sea deseada, y desde ya, amada y fantaseada con locura por la duefia de ese cuer- po. Sabes una cosa, Violeta, Luce Irigaray, un referente durante muchos afos en el Grupo Mujer y Sociedad por ser una de las mas grandes teéricas del fe- minismo de la diferencia, tiene unos pensamientos muy bellos sobre esta particular relaci6n madre-embrién o madre-feto. Se encuentran en su libro Ya, tri, nosotras, en el cual llega a hablar del «caracter casi ético de la relacién fetal». Y si, creo que tiene razon. Ahi, en ese titero ma- terno pasa algo tan fuerte, tan particular, tan aventurero, tan humano en el sentido pleno de la palabra, que los hom- bres han tenido que sentirlo como una especie de «man- que», es decir de falta, de carencia. Debe, de ser parte de la explicacién, mas no de la ex- jon, , tal vez es quien ha sido Probablemente los hombres fueron, y lo son atin, con- frontados por la esterilidad de su vientre cuando entendie- ton que nunca podrian conocer esta aventura fantastica de dar la vida, Su participacién en la generacién de la vida