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permanecido en la soledad (8).

Aqu vine ardiendo en deseos de ofrecer mi vida a Dios y con


ella cuanto soy. Este ciprs me habla de la inmortalidad y de la gloria (9). Aqu encontr el ciento
por uno y un amor que no se puede explicar ni los hombres comprenden hasta que no lo
experimentan.
Aqu se siente el alma muy encima de s misma en una gustossima soledad de criaturas y en
una atmsfera de cielo; se ve llena de Dios y empapada en divinidad, y es tan dulcsimamente
inefable!
Qu tarde comprend la hermosura y la luz de que est baada la soledad! Aqu gozo de repetir
en mi interior, y a veces de gritar entre estos rboles: Quin como Vos, Dios mo? Todo soy para
Vos: slo para Vos. Por qu no comprendern esto los hombres y se ofrecern todos a Dios? Por
todos pido aqu. Pero parece que esta inocente y hermosa naturaleza me responde por ellos y
me dice: Nosotros tambin somos slo para Dios y todo para Dios. Y gozo de repetir esta
verdad de da y de noche, hasta que el amor ahoga dulcemente mi garganta y mis lgrimas
piden por todos los hombres. En la soledad me ense el Seor tambin la alegra del
ofrecimiento de Jesucristo a su Padre.
El amor tiene complacencia y gozo en dar, y quiere manifestarse en la esplendidez de la ddiva.
Amor que no da, es egosmo, no amor. Aunque me pidas la mitad del reino te lo dar, dijo en
un momento de exaltacin Herodes a Herodas. Por ti sola hubiera creado el cielo, dijo el Seor
a Santa Teresa. Jesucristo, que se nos da a S mismo en la Eucarista, conceder su gloria a todos
los que no se alejen de l.
El amor abre la mano y ensea a dar y a darse; est siempre ofrecido y a disposicin del amado.

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