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EN LOS BORDES DEL ABISMO: MUERTE TRAGICA EN EL CLASICISMO Y ROMANTICISMO ALEMAN Pascual R1ESCO CHUECA (Universidad de Sevilla) Aceptado: 10-X-2006. RESUMEN: Se pasa aqui revista al suicidio literario en Alemania sl término de un periado que, cabalgando sobre dos siglos, arranca de la flustracién, yuela sobre Sturm und Drang y Neoclasicismo, y cae en ef Romanticismo pleno. La reivindicacin estoica de la libre muerte ya a mudarse en algo nuevo, moldeada por los vértigos ¢ intuiciones de una subjeti- vidad soberana, entregada a sé misma. El sujeto reinterpreta con inaugurada plasticidad todos los vinculos civicos y religiosos, y entabla negociaciones con lo absoluto. Hospitalaria odespiadada, la naturaleza —y con ella su sublime heraldo, la mierte—es el fondo inmenso sobre el que se agita la solitaria figura del héroe romdntico, En la pulverizacién de limites expresivos —geograficos, histdricos, de género—el esbozo y el balbuceo adquieren lugar visible. Al truncar la vida de sus héroes, los autores la liberan de la servidumbre de adaptar- se al mundo, y la dotan de una condicion transportable, elocuente y enigmdtica: la del fragmento. Palabras clave: Suicidio literario, Romauticismoalemn, subjetividad, fragmen- to, naturaleza. ABSTRACT: German literary suicide is here reviewed during the last stage of a period that issues from the Enlightment, sweeps over Sturm und Drang and Classicism, and leads to full Romanticism. The stoics’ vindication of free death is to be gradually reshaped into a new discourse, fraught with the insight and the dizziness of a sovereign subjectivity abandoned toprivate rules. The subject is charged to reinterpret, with plasticity unheard of, all civicand religious constraints, engaging into intense negotiation with the Absolute, A hospitable or pitiless nature is heralded by its sublime harbinger, death, to provide a boundless backdrop forthe lonely figure of the romantic hero. As expressive limits geography, history, genre— are swept away, sketch and stanuner become viable devices, By cutting short the life span oftheir heroes, the authors manage to free them from the constraint of adaptation to reality. Thereby, the hero is endowed with a portable, eloquent and enigmatic status, that of the fragment, Keywords: Literary suicide, German Romauticism, subjectivity, fragment, nature. Cuadernos de Htustracion y Romanticisino.—ssp.iD : 1132-8304(2006); n° 14; 85-112 86 Muerte trdgica en el Clasicismo y Romanticisma aleman Cuad. Il. Rom, 14 (2006) ‘Los romanticos alemanes moldean la vida de sus héroes mediante estrategias de expresién basadas en la hipertrofia de lo subjetivo. En este articulo se revisan textos coincidentes en mostrar la constante inestabilidad argumental de las justificaciones vitalcs cuando éstas pivotan, con exclusividad romantica, sobre el sujeto. Los deberes sociales 0 religiosos que sustentaban en el Antiguo Régimen la trayectoria del héroe 0 del martir son ahora refundidos en el horno de la imaginacién creadora. La rendicién de cuentas, tradicionalmente ofrendada ante el altar de la convivencia, pasa a celebrarse en el teatro solitario del sotiloquio trascendente: alli la intensidad de sensacién suelda con su ardor las grietas de la incoherencia. Unas categorias temporales y espaciales desbordadas; una naturaleza ambigua, tanto refugio como madrastra; unos géneros literarios en expansi6n: son éstos los cxponentes de tal disolucién de lo objetivo. Y el suicida, al truncar con su gesto el fluir dc la materia vital, deja como legado un fragmen- to ciclépeo a la veneracién subjetiva, en el que la rotura voluntaria de los moldes consagra las vehementes y ambiguas iupcias de! yo con el todo, No esté exenta de ricsgos esta cleccién del suicidio como indice cultural. La taxono- mia con que Durkheim y continuadores pretendieron ordenar el laberinto causal en torno al suicidio tiene precedentes venerables, que delatan el carécter ambiguo, rayano en lo indescifrable, del gesto irreversible. Son, en efecto, numcrosos los intentos de fijar fronteras —morales, estéticas, alectivas-- entre unos y otros tipos de suicidio. Tarea de ordenacién que se vuelve perentoria en una época que, desde mediadas det siglo XVILL viene poniendo cn crisis todos los limites, y convirtiendo en tema central de creacién la pérdida de una totalidad pre-moderna,’ De forma crecientc, y culminando en el periodo romantico, esta caida de gracia desde el orden natural y social preexistente se expresa a través de una nueva ubicacién dela funcién estética, que elige el fragmento como tropo primordial. I.a misma alternan- cia con que el fragmento refleja el todo —con la resignacién de un déficit expresivo, con laaltivez de una conquista— cs manifiesta cn la actitud ambivalente dc los roménti- cos alemanes ante la armonia premoderna— -nostalgias feudales, embestidas revolucio- narias— y la naturaleza, La inquietud de la €poca parece abogar tanto por el regreso al seno natural como por el encastillamicnto de la conciencia, asediada con alicnado pavor por el silencio de! planeta. El suicidio, confrontacién plena entre la conciencia y el todo, no puede escapar a estas tensiones y se encuadra inestablemente entre la soberbia de un duelo césmico y la amargura de una rendici6n. ' Bs significativo el precedente fijado por Hume, quien hacia 1755 habia escrito, sin darlos a la imprents, unos Essays on Suicide and the Inmortatty of the Soul, en los que la decisién sobre la muerte propia se desgujt de la esferu de las obligaciones sociales y religiosas. Se publicarun copiss clandeslinas de estos ensayos, primero en francés (1770), luego en inglés (1777). Cuad. Ht. Rom., 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 87 Sin embargo, en su versién més divulgada, popularizada por la cultura de masas de la posteridad, el suicidio roméntico no es sino la respuesta extrema a un amor no correspondido. Flor de la vida intensa, martirologio y apoteosis: no ha de sorprender si la cultura decimonénica aspiré ocasionalmente a maquillar Ja muerte voluntaria de familiares y amigos, envolviéndola en el formato de un suicidio romantico (Lieberman 628-629). La escenografia de la muerte deliberada que se inaugura con Chatterton y Werther ofrece, en efecto, un instrumental tentador para conferir orden y fotogenia al desordenado y acre final, voluntario cn diverso grado, de las vidas truncadas. La fama, curriculum moral a cuyo altar se sacrifican vidas durante Ja lucha ritual masculina, el duelo, regula también los pasos de quienes se inmolan en este otro duelo contra lo invisible, el suicidio: «Only for ‘character’, by duel, or in case of extremity, by suicide, is the wise nan bound to die» (Carlyle 2: 291). Como diltimo acto de la voluntad, y agotamiento de todo el crédito vital en un solo desembolso, ¢] suicidio representa una doble culminacién, en la que se combina 1a pasividad de la entrega con el brio de la rebelién. Mediante un gesto inevitablemente enfatico, el si la rom4ntico aspira a hacer de su muerte un signo resistente a la erosi6n del tiempo futuro. El suicidio aisla y monumentaliza la traza vital, marcando el material biogrfico con un truncamiento expresivo que convierte el conjunto de la vida en un objeto noble, anélogo en vibraci6n y presencia a un torso griego, el pecio de un naufragio © una ruina heroica. Con un golpe de cincel, que corta las constricciones enmarcadoras de la muerte natural, la vida se vuelve el correlato de un fragmento artistico —autosuficiente, erizado—en el sentido evocado por Schlegel (2: 197): «Un fragmento, como una pequeiia obra de arte, debe ser, frente al mundo que le rodea, algo del todo separado y completo en si mismo, como un erizo».? Soledad, erizamiento, conciencia de si. Son los rasgos de la mas alta condicién humana que, mas tarde, ha de acotar soberbiamente Leopardi: «Nobil natura & quella / che a sollevar s’ardisce / gli occhi mortali incontra / al comun fato» (100). La administracién del final, debidamente adornada con notas vehementes, avisos indirectos y visitas de adiés, es una eficaz herramienta expresiva, La muerte voluntaria de los roménticos les permite imprimir un intenso y definitivo trazo sobre la suma de indefiniciones de su vida personal. Para que el suicidio adquiera capacidad embellece- dora, es preciso, sin embargo, que pueda ser lefdo por coetdneos y continuadores como una culminacién. No deberd por lo tanto obedecer a un fortuito arranque de desespera- cién sino a la decisi6n, largamente evaluada, que lleva a su fin un proceso de honda ratz *Salvoque a pie de pagina se especifique lo contrario, todas las (saducciones son del uutor de este articulo, «Gin Fragment muf gleich einem klcinen Kunstwerke von des umgebenden Welt ganz ebgesondent urd in sich selbst vollendet sein wie ein Igel» (Adhendiumsfragmente 206 1798). 88 Muerte trgica en el Clasicismo y Romanticismo alemin Cuad, I. Rom., 14 (2006) personal: la melancolfa, Ante la sociedad, el suicida sera admitido en el noble séquito de Werther solo si su salto final hacia las sombras puede ser entendido como sentencia que zanja ua proceso intimo. Clemens Brentano marca la linea divisoria: «A todos los tribunales se les ha dictado una orden segiin Ja cual s6lo los suicidas por melancolia han de ser enterrados honorablemente; pero a los dems, alos que se hayan dado muerte por desesperacién, les corresponde la sala de diseccidn» (2: 793-794)? Bl suicidio por desesperacién, salida de emergencia para desdichas sin prestigio, es materia de dramas que no interesan a la imaginacién roméntica: la miseria, la vejez, la enfermedad. El misterioso mal llamado melancolia tiene raiz honda, y es dado pensar que brota de la elevaci6n de espiritu. Pero si el gran pubblico prefiere el amor no corres- pondido como explicacién de los suicidios melancélicos, la interpretacién de los propios creadores descubre otros encuadres. Por un lado, la muerte trigica es emblema del gran amor, por oposici6n a las tramitaciones baladies del erotismo comin, a las que son proclives—segin el nacionalismo alemaén— otras naciones: «Todos cstos latinos... puro fatalismo [...]; no sabian nada del Cristianismo. Mucho jolgorio y francachela, buena vida, bebida, disipaci6n, besos y deleites: si la vida es una bacanal y debe serlo, entonces estén en lo justo. Pero, jlas penas del joven Werther! jFsto si que es amor verdadero, sentido y vivido!» (Tieck 4: 529).4 Por otro lado, el suicidio puede testimoniar la radical inadaptacién de un alma sometida a Ja soberania del sentimiento, En referencia al Werther, Eichendorif indica que Goethe ha descrito «de forma magistral la lucha del sentimiento delicado contra la realidad, y lo ha explorado, hasta sus tiltimas consecuencias, con a mas clara lucidez [...}: el héroe no sucumbe a su irremediable suicidio ni por Lotte ni por “la infortunada situacién burguesa”, sino por la imposibilidad absoluta de conceder una ilusoria supre- macfa al sentimiento engrefdo» (3: 706).° Aflora aqui la concepci6n de la vida como pleito, litigado hasta sus (iltimas consecuencias, con la realidad. Mas adelante, Richen- dorff cnjuicia a otro suicida ilustre, apartando airadamente la sospecha de una banal desesperacién: > is ist cin Befeh! an alle Gerichte ergaugen, da® nur die Selbstmarder aus Melancholie ehrlich sollea hegraben werden, alle aber, die aus Verzweiflung Hand an sich gelegl, sollen auf die Anatomie» (Geschichte vom braven Kasper! und dem schdnen Avner! [1817)). Puede consultarse en Kiistner una taxonomia legal del suicidio en Alemania, « cfecios de enterramiento, a finales del siglo XVM (208-215). * walle diese Lateiner — nur fatal und fatal [..J; sie wuBten vorn Christentum nichls. Ja Saus und Bravs, Wohlleben, Trunk, Zerstreuung, Ku® und Wollust - wenn dus Leben ein Bacchanal ist und sein solt, dunn sind sie im Recht. Aber die Leiden des jungen Werther! Ja, das ist empfundene und erlebte wahre Liebe!» (Der Junge Tischlermeister (1836) > ader Kampf dieses krankhaften Gefthls mit der Wirklichkeit wie ein ProzeB meisterhatt und mit det Kdarsten Besonnenheit bis zu seinen ZuBersten Konsequenzen hindurchgefithr f...], da der Held nicht an Latte, nicht an “den fatulen biirgerlichen Verhiltnissen”, sondern an der allgemeinen Unmdglichkeit der eingebildeten Alleinherrschuft des tberhobenen Gefiibls zuleizt durch unvermeidlichen Selbsimord zugrunde geht» (Geschichte der poetischen Literatur Deutschlands (1857). Cuad. 41. Rom., 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 89 Bl propio Kleist distabu més que nadie de considerar el hecho [de su svicidio) como legitiina defensa contra lo insoportable; y no hubo relacién amnorosa alguna entre él y su compafiera de wuerte (Henriet- te Vogel]. La atracidad fue dictada por su Soberbio asco huciu una época que a él fe purecta indigns de ser vivida, por desaliento ante un futuro mejor para Alemania, un futuro que sin embargo hubta de alborear tan pronto sobre su (umba (871-872).* En el horizonte de esta interpretacién se sitéa una figura ya esbozada en el primer Goethe y sus émulos del Sturm und Drang: el incierto doliente (Weltschmerzler), aquél que, acosado por deseos imprecisos, de imposible satisfaccién, se ve abocado a una inercia melancélica a merced del flujo de las emociones. Contribuye a la misma distincién ennoblecedara entre el suicidio activo —por reflexién—o pasivo —por impulso— un fragmento de Schlegel: «Bl suicidio suele ser s6lo un suceso; rara vez es una accién, En el primer caso, el autor esté siempre en el error, como un nifio que quiere emanciparse» (2: 167).” Sélo a través de un proceso de lenta interiorizacién les es conferida a las fuerzas brutas del deseo la dimensién de lo espiritual, Bettina von Arnim, en un aforismo que atribuye a Goethe, muestra el camint «Todo lo sensible es incomprendido; por medio de su comprensién, se vuelve espiri- tual» (2: 363).* Las pulsiones meramente sensoriales son confusas, y su evacuacién desordenada conduce a \amentables descarrios, como advierte Tieck: «{No duermen acaso en el seno de este sentimiento [la lascivia] la més feroz desesperacién, el miedo més atroz, el odio mas sangriento, el suicidio y todos tos horrores?» (1: 377-378).” El suicidio es sometido pues a un progresivo tratamiento de culturizacién, que lo hace ingresar, sometido a determinadas restricciones de acceso, en la esfera de to elevado, en compaiiia de otros recursos expresivos de Ja época. El conglomerado de tendencias ¢ innovaciones que florecen durante cl transito del siglo XVIII al XIX viene recibiendo desde Heine la denominacién de Kunstperiode (periodo artistico): el término engloba a clasicislas y roménticos, en su comin tendencia a emancipar el arte de servidumbres explicitas. En consonancia con la recuperacién que unos y otros hacen tanto de lo grecolatino como del folclore y la cultura nacional, brotan sendas fuentes de reevaluacién ennoblecedora del suicidio. Por us lado, los moldes de la tragedia antigua * akleist selbst war gewilh am weitesten davon enlfernl, die Tat fir mehr als Notweltr gegen das Uneririigliche gelten zu lassen, und ¢in Licbesverhiiltnis zwischen ihm und seiner Todesgeftihriin hat nicmals slaltgefunden, Das GriSliche geschah aus stolzem Eke! an einer Zeit, die ihm des Lebens unwiirdig schien, aus Verzweiftung an einer besseren Zukunft Deutschlands, deren Morgenrol doch so bald iiber scinem Grabe herayfdiammern sollte!» 1 eDer Selbsimord ist gewohnlich nur eine Begebenhiit, selten eine Handlung, Ist es das erste, so hut der Tater immer Uncecht, wie cin Kind, das sich emanzipieren will» (Atkenduunsfragmente 15 [1798}). * «Alles Sinnliche ist uaverstanden, durch sein Verstchen wird es geistign (Goethes Bricfivechsel miteinen Kinde 1855) fn schlat nicht dic wikdeslc Verzweiflung die grlichste Angst, der bluigste Ha, Setbstmord und alle Greuel im Inner dieses Getihls?» (William Lovell [1795-\796)) 90 Muerte tragica en el Clasicismo y Romanticism alemdn Cuad. H. Rom., 14 (2006) (Salm 48) y el topos estoico de la muerte libre: «una muerte noble, libre, como la que se daban a si mismos no pocos de los grandes romanos» (Tieck 4: 613).'° Por otro lado, paradéjicamente, la tradici6n pietista del cristianismo tras la Reforma, de raiz especifi- camente alemana, impregnada de sentimientos cdlidos hacia un hogar ultraterreno (Hayden-Roy 12, Léwy y Sayre 54), Es una doble plataforma de legitimacion, que asienta tanto sobre la patria germana —pueblo, lengua y religién—, como sobre su correlato mitico, el mundo grecolatino, De ambas bases surge una aspiracién trascen- dente, intensamente moldeable, que ofrece firmes asideros al suicida, vistiendo su empresa de dignidad y anhelo nostélgico. La muerte como residencia al {in del camino es lugar comin de la literatura occiden- tal; el Romanticismo reinterpreta bajo el signo de la libertad este trénsito postrirnero. Asi por ejemplo en uno de los poemas helénicos de Miller: «Con nosotros, si, esta Dios, el Sefior: besamos devotos la mano / que gozo y victoria, pena y muerte del cielo nos manda. / Sea nuestro grito de guerra: {Desde las zozobras y la muerte, hacia la aurora! / Sino antes, alli seremos todos, todos, libres» (211)."! Tieck compara la muerte con el efecto liberador de la cafda del sol sobre las mariposas nocturnas: durante el dia, las polillas «se enroscan en torpe entumecimiento; en tanto el sol no se pone y sale la luna, ni duermen ni velan. {No es ésta acaso una imagen de nuestra misteriosa vida’! No estamos tambiéu atados al suelo, en lucha y tensién contra nosotros mismos? La muerte es quizs la puesta del sol, y al punto nos despertamos, y nos movemos alegres y libres» (1: 149). Un simple golpe de voluntad conduce para Brentano a la libertad: «Un salto, una maldicién, que me parte el coraz6n, / yo conozco esta muerte, que se llama libertad» (4: 776); para Fouqué, se trata, més lacénicamente, de un salvoconducto: «La muerte es tu santo y sefia, ahora Ilega tu turno» (203). Ea su forma més nitidamente romantica, la liberacién se inflama hasta convertirse en un asalto a lo infinito, Hélderlin anticipa en su Hiperién las sefiales de este apetito: «partir [...] hacia el reino, mas libre, de las sombras», «hacia lo ilimitado va un auhelo»."* Un vuelo de fearo, un atrevimiento prometeico, un ansia desmedida de luz © «cin edler, freiwilliger sich vollstrecktens (Vittoria Accorombona [1840). *' «Mit uns, mil uns ist Gott, der Herr! Wir kiissen fromm die Hand, / Die Wonn’ und Sieg, die Pein und ‘Tod auf uns herab gesandt, / Aus Noth und Tod in’s Morgenroth! sei unser Feldgeschirei. / Ist esnicht eh, dort werden wir ja Alle, Alle frei (Griechentieder 1821-1826). qwilzen sich in dumpfer Betiiubung, bis die Sonne untergeht, und der Mond herauftrtt; sie schlufen nicht und wacben nicht. Ist dies nicht vielleicht cin Bild unsers ratselhaften Lebens? Liegen wir nicht ebenso am Boden gefesselt, und kimpfen und ringen mit uns selbst? Der Tod ist vielleicht des Untergang der Sonne, und wir erwachen wieder, und bewegen uns froh und frei» (Peter Lebrecht (1795-1796]). ') «Bin Sprung, ein Fluch, der mir dus Herz zerveiBt, / Ich kenne diesen Tod, der Freiheit heiBt» (Die Grinndung Prags (1815). ' «Tod ist dein Losungswor, de selbst bist hin» (Der Held des Nordens [1 808-1810). Citado en Berlaux (664): «aufzubrechen [...] ins freiere Schattenreich»; «ins Ungebundene geht eine i, wie ihn die groBen Rémer nich selten « ‘Cuad. 11. Rom., 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 91 que descorre la cortina de lo eterno, incurriendo en fatal condena: «y luego, con arreba- to desesperado, se arrojé al vacfo, como el ave veranicga, incapaz de apartarse de la llama del faro, que termina déndole la muerte que pide» (Hoffmann 3: 166)."* El gesto suicida, gobernado por la conciencia, no renuncia a ella en ningtin momento, confiando en que el infinito ha de seguir enmarcando la lucidez final: «jmorir? ;A un solo paso / de las tinieblas, y aun queréis seguir viendo, ojos mios!» (Hélderlin, 1990 216).'” Através de la llamarada diftima, la sucesién vital se reordena hacia una apoteosis que ilumina la biografia. Traspasada la barrera, comienza un reino de lucidez, libertad o reconciliacién. Giinderode descubre timbres anacreénticos en el morir: «La muerte se torna dulce boda de amor, / que retine los elementos dispersos; / el fin de la vida se vuelve su cumbre» (2: 12).'* En la gran tragedia en verso de Hélderlin, que relata las circunstancias previas a la muerte voluntaria de su héroe Empédocles al arrojarse a un Etna en erupcién, un dltimo fogonazo de conciencia le hace exclamar: «j{Cémo? ¢Es que en la muerte / se me enciende, al fin, la vida?» (1990, 216)."° Por su parte, Kleist, en una carta a Adolphine von Werdeck, alude a la inaprovechable lucidez que anida en el filo de la muerte: «ay, que tengamos que necesitar una vida para aprender cémo deberiamos vivir, que s6lo ante la muerte intuyamos Io que el cielo quiere de nosotros» (1997, 4: 248-258). Se trata de una sdbita apertura: Novalis descubre la muerte «como una mis alta revelacién de la vida» (1: 322). En la poesia de Hélderlin, el salto supremo adquiere la luz y la mdsica de una reconciliacién con la totalidad césmica: «De vuelta al todo, por el camino més corto», experimentando, como el torrente furioso, «el prodigioso anhelo hacia el abismo»; puesto que «lo ilimitado atrae, y aun a las naciones / las cautiva el apetito de muerte y a las audaces / ciudades, tras haber gustado de lo excelso» (1984, 87).”” Ha de subrayarse cémo la adopcién del libre examen, tras la Reforma, allana el camino hacia reinterpretaciones subjetivas y profundamente heterodoxas del doctrinal teolgico. Sin ello no se entenderian las peregrinas justificaciones y esperanzas que Sehnguchi». "* «und dann in einer Art von Verzweiflung hineiustirzte, dem Sommervoge! gleich, der nicht lassen kann von der Lichtflumme, die ihun zuletzt den freiwilligen Tod gibt» (Die Serapionsbriider (1819-1821). "7 «Sterben? nur ins Dunkel ist’s / Fin Schritt und sehen machitest du doch, mein Auge!» (Der Tod des Empgioies (1791-1799). "* «Zur suBen Licbesfeyer wird der Tod, / Vereinet die getrennten Elemente, / Zum Lebensgipfel wird des Duscins Ende» (Melete (1806)). *» «Was? Am Tod entziindel mir /Das Leben sich zulezt». 7 «Ach, daB wir ein Leben beditrfen, zu lernen, wie wir leben miBlen, daB wir im Tode erst ahnden, was der Himmel mit uns will» [1801]. «{Wlie cine hhere Offenburung des Lebens» (Heinrich vou Ofterdingen [1802)). «ins Al} zuriick die kiirzeste Bahn». «Das wunderbare Sehnen dem Abgrund zu, «Dus Ungebundne reizel, und Vélker auch / Ergreift die Todeslust und kithne / Stidtc, nachdem sie versucht dus Beste» («Stimme des Volks (2weite Fassung)»). 92 Muerte trdgica en ef Clasicismo y Romanticismo alemén Cuad. Il. Rom, 14 (2006) Goethe hace formular a Werther en los pasos previos a su suicidio, El proximo ingreso enuna familia incorp6rea, presidida por Dios como padre en compaiifa de la madre de suamada Lotte, asi como la reunién con ella, transfigurada en simbolo de amor fraterno, supone reconciliar transgresiGn y obediencia a través del perdén divino (Thiissen 488). Pocos dfas antes del final, Werther eleva una plegaria en la que resuenan los ecos del devocional protestante: «estoy de regreso, Padre mio. No te enfades porque acorte este peregrinaje que ti esperabas més largo» (Feuerlicht 488). Kleist, en su fantasear previo al suicidio comtin con Henriette Vogel, divags por un imaginario celestial de barniz cristiano: «Nosotros, por nuestro lado, no queremos saber nada de las alegrias de este mundo; y sofiamos con puras praderas celestiales y con soles, bajo cuyo fulgor hemos de vagar con largas alas cn Jos hombros».?? Giinderode, en las tramitaciones de su propio suicidio, eva mas lejos esta libre interpretaci6n del material teolégico. La propia creacién, en su prolijidad, equivale a un insensato abandono del regazo del Padre Rterno: {No nos lanza acaso guifios la naturaleza, para que retoremos de lo particular a Ja totalidad coma, para que abandonemos la vida segmentads, en la que las eristuras quieren ser independientes y no lo pueden? Paréceme una completa perdicién este orgullo egocéntrico, que no consiente en reposar en el regazo dc} Padre Bterno, sino que, abandondndolo, desearfa tapar su pobreza y desnudez con In idud de las figuras, y hacerse drbol y picdra y metal y bestia y codiciaso hombre (2: 46). No deben sorprender tales osadias en quienes, mas tarde, habian de suscribir el dictum de Novalis: «poetas y sacerdotes eran al comienzo lo mismo, y s6lo en épacas més tardias se han diferenciado. Pero el auténtico poeta es siempre sacerdote, asi como el auténtico sacerdote se conserva poeta. Y gno deberia el futuro restablecer el antiguo orden de cosas?» (1960-1977, 2: 441). Benjamin, al estudiar las races teolégicas de la cultura alemana, concibe una sugerente imagen —el papel secante que a la vez se nutre de las Jetras y las emborrona— para ilustrar la intensa impregnacién cristiana que empapa cl imaginario romantico: «Mi pensamiento es a la teologia 10 que el papel * Citudo en Ebisch-Burlon (242): «Wir, unsererseits, wollen nichts yon den Freuden dieser Welt wissen und triumen Jauter himmlische Hluren und Sonnen, in deren Schimmer wir, mii langen Fligeln an die Schutter, umherwandeln werden». * «dst es nicht cin Winken der Natur, aus der Binzelheit in dic gemeinsehaftliche Allheit zuriick zu kehren, zu lassen das getleilte Leben, in weichem die Wesen Btwas far sich seyn wollen und doch nicht kénnen? Ich esblicke die rechte Verdainmni8 in dem selbstsiichtigen Stolz, der nicht rulten konate in dein Schoo8 des Ewigen, sondern ihn verlassend seine Armuth und Blog decken wollte mit der Mannigfultigkeil der Gestalten, und Baum wurde und Stein und Metall und Thier und der begehrliche Mensct (Mefete [1806}). En la fobia ‘que aqui se expresa a la multiplicacién de las figuras parece Jatir un anticipo de lo que Sera en Borges un tema recurrente: la aversi6n a espejos, imprentas, sexualidad y otros érganos de la multiplicacin de las apariencias. % «Dichter und Priester waren im Anfang Bins, und nur spitere Zeiten haben sie getrennt. Der echte Dichter istaber immer Priester, so wie der echte Priester immec Dichter geblieben. Undsollte nicht die Zukunfi den alten Zustand det Dinge wieder hesbeifuhren?» (Bliitheustaub, Fragmente [1797-1798}), Cuad. Il. Rom, 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 93 secante a la tinta, Est todo empapado de clla. Pero si del papel secante dependiera, nada [...] de lo que esta en los escritos quedaria intacto».”° A medida que el siglo se aleja del olimpismo goethiano, la bisqueda de Jo ilimitado adquiere un signo mis trégico, en el que palpitan los temblores sacros que vetaban la Aybris en el mundo clasico. Hélderlin declara: «pero lo desmedido lo odia Dios» (1984, 172).” En un poema de corte folclérico recogido en fa magna compilacién de Arnim y Brentano, se denuncia al inspirador de) arte del vuelo: «Quien asi te ensefta a volar, /és¢.es el enemigo malo [el demonio}» (Wunderhorn 2: 158).”* Otras voces de adverlen- cia, como la de Hichendorff, se alzan contra la desmesura: Sin duda, ef Fausto ¢s no S60 Ia obra mayor ée nuestra literatura, sino también la auténtica trugedia de los tiempos auevos: cémoeltitin ansia explorarelelern® insondable, y cbmozarandew com altunera impaciencia ta puesta cerrada del enigmético mis alti; al iempo que el diablo con atraces ojos, espirituales de inteligencia, se mofa condescendiente de €l y le susurra cosas de indiferencia divina Y Superabunéante placer munduno, sin conseguir insuflurle mas que nuevas hambres y hastio y desesperunza (3: 747). Son conspicuas, pues, las rafces religiosas y miticas del Romanticismo. Nutrida por tales savias, la época asiste simulténeamente a un intenso desbordamiento de las catego- tfas geogréficas € histéricas. La imaginacién recdita los marcos de la percepcién, amasando la extensa enciclopedia del conocimiento humano en una pella de maleable barro. Se trata de un intenso procesamiento abstracto del todo cognitivo, que relativiza las operaciones basicas de la cenciencia, dotando a Ja muerte de un nuevo estatuto de ambigiiedad. En su afanoso romper de limites, la imaginacién roméntica cabalga por todas las dimensiones del espacio y del tiempo, a la vez que invierte y amalgama los opuestos. Para la tarea de poblar el abismo abierto por la conciencia emancipada, toda operacién es icita, Tanto el pasado, objeto de veneracién, como el futuro, materia embriagadora de proyectos, se aureolan en la mirada de los poetas. Hélderlin se adentra en el grado maximo de hechizamiento ante un pasado mitico que su alma quiere obstinadamente % Citudo por J. Hérisch en Novalis (1987, 163). «Mein Denken verhilt sich zur Theologie wie des Liischblat zur Tinte. Bs ist ganz von ihr Voligesogen. Ginge es aber nach dem Laschiblat, so wiirde nichls [.] ‘was peschrieben ist, ibrig bleiben», ‘«ungebundenes aber / hasset Gott» («Der einzige (zweite Fassung)»). % «Wer dich so fliegen lehrt, / Dus ist der bose Feindo. ® «Faust ist ohine Zweitel nicht nur das grbBte Gedicht unserer Literatur, sondern zugleich die wabsbufte ‘Trugidic der neuen Zeit: wie da des Titane das ewig Unergriindliche erforschen will und in hocheitiger Ungeduld an der verschiossenen Pforte des gcheimnisvollen Jenseits cittelt, der Teufel aber dabei mit seinen entsetzlichen klugen Geisteraugen ihm bestindig hohnlichelnd ber die Achsel, sieht und ibm von Gottgleichheit und iberschwenglicher Weltlust zuflistert und doch nichts zu geben vermag als immer neucn Hunger und Uberdrud und Veraweiflunge (Geschichte der poetischen Literatur Deutschiands (1857). 94 Muerte trdgica en et Clasicisno y Romanticismo aleman Cuad. Ht. Rom., 14 (2006) colonizar; es la gran Grecia clasica, que le hace exclamar, con conmovida incredulidad: «joh bienaventurada Grecia, casa de los dioses todost / zasi que es verdad lo que un dia, de nifios, escuchamos?» (1984, 116).»” Como advierte Novalis, quien haya situado su querencia en el mundo sumergido de la antigiicdad ha de errar en soledad y desconsuelo por las oxtensiones de su imaginaciéu: «jOh, qué solo esté y hondamente afligido / quien piadoso y célido ama Ia antigiiedad!» (1985, 74).' Novalis denuncia una experiencia vulgar del tiempo, en la que pasado y futuro se traban rigidamente, casi en régimen cristalino, encastrando un presente escueto. Tras- cendiendo esta prisién temporal, existe «un entorno espiritual, que identifica a ambos [pasado y futuro] disolviéndolos, y esta fusién cs el elemento, la atmésfera del poeta» (1960-1977, 2: 461).” En el Hiperién de Hélderlin, la busqueda desconsolada de un pasado ut6pico (Grecia) se extiende hasta e] més alld; «jOh, genio de mi pueblo! jOh, alma de Grecia! / He de descender, he de buscarte en el reino de los muertos!».* Henchido de reminiscencias heroicas y de afioranzas del mundo sumergido, el poeta no puede aspirar a otra patria: «Dejad, oh Parcas, dejad que las tijeras chirrfen, / pues mi corazén pertenece a Jos muertos» (1984, 15). Pero el movimiento es reversible. Enla misma novela se plasma la agilidad del viaje imaginario por el tiempo en imagenes coma ésta: «cuando yo, feliz, como el pez en el océano, me metia adentro y més adentro de mi futuro sin orillas» (19);*5 la progresién hacia el futuro es descrita como una plateada deriva planetaria. En esta disolucién de fronteras, vida y muerte se derriten en un todo césmico. En su «Himno a la Inmortalidad», un Hélderlin juvenil cierra el circulo desde e} foso de los muertos hacia los hechizos del futuro: «Ya se colma en el valle de las tumbas / la plenitud de grandes presentimientos; / del vaso hechicero del futuro / bebe soberbios dnimos el hijo de la tierra» (1991, 62-64).** También en lo espacial se libra una anchurosa fuga titeraria: n0 s6lo asi derretimiento de fronteras que lleva a los romanticos hacia lejanias clasicas, orientales © morunas; sino que la vehemencia romdntica se desborda en proyectos de vida que son proyectos de viaje. La contemplacién de la noche de luna impulsa a Bichendorff en imos al % eScliges Cricchenland! du Haus der Himralischen alle, / Also ist wahr, was einst wir in der Jugend gehdrt?» («Brot und Wein»). Traduccién de J. M. Valverde, «O! einsum steht und tiefbetrtbt/ wer hei® and fromm die Vorzeit liebt» (Hymnen an die Nach: [1800)). » af Bjine geistige Gegenwart, dic beyde durch Auflésung identifizirt, und diese Mischung ist das Element, dic Almosphiire des Dichters» (Blithenstaub, Fragmente [1797-1798}), ® Citado on Bertaux (668) «© Genius meines Volks! O Sele Griechenlunds! fch muB hinb, ich mul im Todtenreicte dich suchen». * «Labi, 0 Parzen, lat die Schere ténen, / Dena mein Herz. gehdrt den Toten anlv (wGriechentand (an St) 2 app ich gliicklich, wie die Fische des Ozeans, in meiner uferlosen Zukunft weiter, ewig weiter drang». «Allgewallig ist im Gribertule, / Schon die Fille groBer Ahndungen / Aus der Zukunft zauberischer Schale / Trinkt sich stolzen Mut der Erdensoha». ‘Cuad, 1, Rom., 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 95 rumbo hacia una lejanfa fabulosa, donde fulgura el hogar: «Y mi alma despleg6 /anchas sus alas, / vol6 por la tierra calma / como si marchara a casa» (1: 285).°” Mas alla de los limites del viaje geogréfico, sean éstos convencionales —Grand Tour— o fabulosos —as botas de siete leguas de Peter Schlemihl**—, el suicidio adquiere el prestigio del je absoluto. Paralclamente, las fronteras conceptuales son barridas por el impetu expansivo de los roménticos. Novalis se suma a la tendencia a fundir opuestos, descubriendo un principio que habita la vida orgdnica: «atributo de la enfermedad: el instinto de auto- destruccién. Como todo lo incompleto —como Ja vida misma 0, més bien, la materia organica». De ahi se desprende un corolario, la «cancelacién de la diferencia entre vida y muerte. Aniquilaci6n de la muerte.” La tendencia a permutar, fundir y trasvasar los compartimentos espirituales conduce € miltiples variaciones plasticas sobre los temas eternos de la condicién humana. La vida ultraterrena se adorna con ensofiaciones como las que Giinderode dedica a la muerte de Novalis, a quien supone residente en un dulce paisaje celestial, recurriendo aun registro ajeno a lo teoldgico. Bl poeta «est4 en sociedad con las libres brisas. / Lo llevan sobre ondas de leves alas, / lo gufan a los arcos de color de iris /y a los sombrios fulgores del poniente. / £1 se bafia en sus sacras corrientes, / se consume feliz en sus lumbres [...]. / Ve vencer lo justo, lo verdadero, bello, / el tiempo aniquilarse en lo eterno / y a Eros reposar recostado sobre el universo» (3: 20).” El instinto bipolar de amor y de muerte es procesado asimismo por la peculiar confusi6n roméntica. La residencia de ambos extremos vitales es comin: «alli donde vida, amor y muerte se disuelven, donde todo se vuelve uno, alli estd el mas alto y mejor cielo» (Brentano, 4: 207)."' En la reflexién poética de Giinderode, antesala del puiial suicida que corta prematuramente su vida, el suefio ampara un reino donde «los muertos hablan con los vivos, / donde ellos, escapados del Orco, se regocijan de nuevo con la luz, / donde, despertados por el recuerdo, resurgen de los muertos, / donde una luz terrenal fulge sobre €] sudario, / jFeliz tierra de los suefios!: en la que los muertos » «Und meine Seele spannte / Weit ire Fligel aus, /Flog durch die stillen Lande, / Als flége sie nach Haug» («dviondaucho). wamiss0o (1: 66), Peter Schlemills wundersame Geschichte {1813} » aMerkmal der Krankheit - der SelbstzersiGrungsinstinkt. So alles Unvollkommne - sosselbst das Leben - oder besser der arganische Stoff». «Aufhebung des Unterschieds zwischen Leben und Tod. Annihilation des ‘Todego (Newe Fragmente 2117 [1798)). «Gesellt sich zu den freien Himmelstifien. /Sie tragen ihn auf leichtbeschwinglen Woogea [...] Bt badel sich in ihren heil’gen Fluthen, / Vergehel wonnig mit in ihren Gluthen /|...] Du sielis! das Recht, das Wahre, Schine siegen, / Die Zeit sich selbst im Ewigen zernichten / Und Eros ruhend sich dem Weltall figenm. (Gedichte aus dem Nachtap [1806]). “evo Leben, Liebe und Tod sich lésen, wo alles eins nur wird, das ist der hdchsle, beste Himmel» (Ponce de Leon [1804]). 96 Muerte trégica en ef Clasicisno y Romanticismo aleman Cuad. 1, Rom, 14 (2006) pasean / con los vivos, al atardecer, gozando atin de la existencia» (1: 69). La sociedad con los ausentes hace participar al sofiador del aire fantasmal de los difuntos. La languidez roméntica es un tributo que el viviente paga a los muertos, En el poema antes citado, Giinderode responde: «por ello, jno me preguntéis, compafieros, por qué tiemblo asi! / ;Por qué el ros4ceo rubor sucumbe bajo una palidez letal? / Pues comparto mi vida con sombras infraterrenas, / y las fuerzas de mi juventud me la sorben ansiosas». Se trata finalmente de una suprema interpenetracidn de to visible con lo invisible, que amalgama muerte y vida en sus figuras fosforescentes. Por ello puede explicar Bertaux, en referencia a otro gran visionario: «todas los héroes de Hélderlin llevan la muerte consigo, en lo mas intimo, y para ellos la muerte es liberacién, regreso alo elemental que afioran» (669). La marca fata) que lleva impresa el héroe rom4ntico como signo de destino tiene un origen: la trasgresion previa de limites en que ha incurrido, Se trata de una reinterpreta- cién del tema clasico de ta hybris. Como [caro, al ascender imprudentemente demasiado cerca de los rayos solares y derretir con ello parte de la cera de las alas, el roméntico experimenta una «desdicha procedente de la breve exposicién a condiciones de inmorta- lidad» (Wilson 104). El mas breve contacto con la plenitud divina, entablado por via de fulminaci6n durante un vuelo imaginativo, se convierte en sello condenatorio, impidien- do el retorno a los Ifmites impuestos por la mortalidad y el comtin destino humano. Una variante posterior de este tema, bajo un signo esteticista, es formulada por von Platen en su poema «Tristan»: «Quien ha visto con sus ojos {a belleza, / ya puede darse por entregado a la muerte» (1: 69). Asi pues, el Romanticismo desencadena una inundacién en virtud de la cual el todo queda sumergido bajo las ondas de! yo; y la muerte adquicre condici6n plenipotenciaria como agente romantizador, puesto que instaura fa misteriosa unidad de luz y sombra, dia y noche, vivir y morir, realidud y sue, tiempo y elernidad, mundo interior y exterior, yo y no-yo, La muerte sella ta rmaravilla det amor, Funde lo universal y lo individual, el yo, et, e! nosotros. Redne en su boda a los amantes sepacudos. Desvela, bajo Ia jurisdicciéa del amor, el definitivo objeto de la historia del mundo. Dicho de otro modo: romantizar equivale precisamente al proceso mediante el cual ado puede ser, y €s, yo (Janke 14). El vuelo romédntico por historia, mundo y ultramundo consta en definitive de oper Ju ich kenne ein Land, wo Todte zu Lebenden reden, / Wo sie, dem Orkus entflohn, / Wieder si freuen des Lichts, / Wo von Brina'rung erweckl, sic auferstchn von dea Todten / Wo ein irdisches Licht glib im Leichengewand. / Seliges Land der Triiume! wo, mit Lebeadigen, Todte / Wandeln, im Diimmerscheig freuen des Daseyns sich noche (Gedichte and Phantasies (1804) © aDaruin fraget nicht, Gespielen! was ich sobebe? / Warum das rosigte Roth lischt ein ertédtendes Biel J Theil ick mein Leben doch mit unterirdischen Schatten, / Mciner Jugend Kraft schliirfen sie giecig mir au “+ «Wer die Schéinheit angeschuut mit Augen, / Ist dem Tode schon anhecimgegebenn Cuad. H. Row, 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 97 ciones de inversién y fusién que procesan libremente las categorias de la percepcién humana. La abstraccién de Jos procesos vitales, espiritualizados, los vuclye reversibles: el futuro se ilumina con la Juz del pasado; la muerte es Confundida con el nacimiento 0 tl éxtasis amoroso. En este 4mbito propicio a las alteraciones de] material sensible, la biografia de los héroes literarios se ofrece maleable a las potentes acciones de una imaginacién metamérfica. El cruce, trégico 0 inquisitivo, de la frontera de la muerte es uno més de los recursos al alcance del autor para expresar Ja ilimitada movilidad de la conciencia. Esta percepcién inundadora del espacio-tiempo se subsume inicialmente en la tadiante vida de la naturaleza, 6rgano de mediaci6n y rescrvorio universal donde se dertite y se refunda la conciencia. Knaupp sefiala la confianza del autor del Empédoctes en que la sociedad se ha de rejuvenecer, lavandose de sus oprobios, al unirse con Ja naturaleza (Hélderlin 1997, 18). El mundo pristino adquiere la condicién de paraiso abierto y taller de eternidades, donde el tiempo se resume y se remansa. También, por ello, la naturaleza tiene el don profético: «su trueno lo escuchaba como quien escucha la voz del futuro» (1990, 22).*5 Pero unirse a este reservorio puro de tiempo y espacio. que es la neturaleza equivale a una huida de la historia: «duerme ti ahora, mientras indeciblemente lejos / pasan de largo los afios de las naciones»* es la plegaria con que Holderlin bendice a su precursor Rousseau (1984, 66). Si la naturaleza es eterna, ingresar en ella cancela la muerte: «Si quieres dormir, aband6nate a la luna que Ilevas dentro. ;Duerme en el claro de luna de tu naturaleza! Siento que esto ha de criar y nutrir tu persona interior, como nutre y fomenta la savia de las plantas la luz de luna. Para el que libremente somete su espiritu a la naturaleza, para ése no existe la muerte» (Arnim 2: 364).‘7 ¥ cl proceso de morir, aun voluntario, es yisto como el término natural de una maduraciGn. Con estas palabras despide Hiperin a Alabanda, que marcha a una expedicién abocada ala muerte: «jSi! jmuere ahora —le grité—, muere! ‘Tu corazén es lo suficientemente magnifico, tu vida esta madura, como las uvas en el otofio».* Determinados elementos naturales —el mar, la montafia— son investidos de una significacién especial como garantes de mediacién y depdsitos de sublimidad: para Hélderlin, cl mar es el reconciliador de las esferas humana y divina (1979, 36); el © aihren Donner h6rt ich, wie man die Stimme cler Zukunft hért» (Hyperion). ® aNun schlufe, wo unendlich feme / Ziehen voriiber der Volker Jahre» («Roussewu»), # «Wean Du schlafen willst, so ergib Dich Deinem innein Mond. Schlaf in dem Mondlicht Deiner Natur! Joh glaub, das erzicht und nalist Deinen inneren Menschen, wie das Mondlicht den Geist der PAlanze erniihrt und beforderl. Wer von selbst seinen Geist der Natur unterwirfl, fir den gibl es kcinen Tod» (Goethes Briefwechisel mit einem Kinde [1835]). “© wa! slirb nut, rief ich, sticb! Dein Herz ist hervlich genug, dein Leben ist re'f, wie die Trauben am Herbsttage (Citado en Bertaux 670). 98 Muerte tragica en et Clasicismo y Romauticismo alemén Cund. H, Rom, 14 (2006) volcan al que se arroja Empédocles suprime por fusién la distancia entre tierra y cielo: la anulacién det dipolo vital anula también ia muerte. En Hiperién, et amigo leal Alabanda, a un paso de su muerte, cifra la participacién en la vida en un contrato de libre pertenencia, fundado sobre el gozo de los vivientes: «;Sabes —dijo, entre otra cosas— por qué nunca he prestado atencién a la muerte? Siento en mi una vida que ningin Dios ha creado, y ningin mortal ha engendrado. Creo que somos por nosotros mismos, y que s6lo por libre placer estamos tan intimamente ligados al todo» (1990, 135). Pese a estas declaraciones de entusiasmo, la incorporaci6n a la naturaleza, telon de fondo de las divagaciones suicidas, no deja de ser una carta en blanco que los roménticos procesan a su antojo, sin excesivo afiin de coherencia. En el Plan de Fréncfort, esquema cial de la tragedia de Hélderlin, el suicida Empédocles aspira a una fusi6n pantefsta con el arbol de la vida: «entonces madura su decisién, que hacia ya tiempo que alboreaba en 61, de unirse por la muerte voluntaria con la naturaleza infinita» (1997, 30).*! Se trata de una Cuestién de precedencias: «jOh, daos a la naturaleza, antes de que ella os tome!» (170). Pero como sefala Knaupp, la justificacién dramética de esta decisién entra en crisis en a segunda versién de la obra, al contradecirse el orgullo auto-aniquilador del héroe con la misién civica que sc le asigna (Hélderlin 1997, 19-21). Los titubeos en ka composicién muestran la dificultad del autor para ordenar la relacién entre hombre y naturaleza apenas hace entrada en escena la dimensi6n intersubjetiva. El timbre panteista de la absorci6n por la naturaleza es en el Romanticismo aleman esencialmente inestable, y a medida que ta templanza clésica, de inspiracién grecolatina, va quedando en el olvido, se acentian las visiones sombrias, bajo el signo de lo impene- trable: la naturaleza como gigantesca masa opaca que gira en sublime silencio. Giinde- rode parece espolear las vueltas del planeta, y hace precipitarse como en un tiovivo las fases del dia: «Si regresa de nuevo la mafiana, ojala que el mediodia / devore glotén la mafiana, y sobre mf / vengan saludando las estrellas, / y me trague la noche, hasta que allende las sombras / salten de nuevo tonos de amor de la mafiana dorada» (3: 68)" Es la embriagada fuga del afin amoroso, que no permite sin embargo al alma roméntica Muertes por lo tanto cuféricas, de zambullida o iamersién. En el polo opuesto se situarfa et destino de los suicidas por ahorcamiento, cuyo cuerpo ingresa en un estado de suspensiGn, ajeno a lus jurisdicciones lerrenates 0 celestiales (Brown 46). * «Weilt du, sag!’ er unter andrein, warum ich nie den Tod geachtet? Ich fiihl in mir ein Leben, das kein Gott geschaffen, und kein Sterblicher gezeugt. Ich glaube, dal wir durch uns selber sind, und nur aus freier Lust so innig mit dem All verbunden 3 Traducci6n de A. Ferrer; «oun reift sein EntschluB, der angst schon in ihm dimmerte, ducch freiwilligen ‘Tod sich, mit der uncedlichen ‘Natur zu vereinenn. 5 «0 gebt euch der Natur, ch sic euch nimmtt». # «Kehret der Morgen einst wieder, dann mage der Mittag / Gierig schlingen den Morgen, und iber mit / grissen die Stee / Mich verschlinge dic Nacht, bis jenseits des Dunkels / Wieder der Liebe Ton goldner Morgen entsprieSts (Gediclue aus dem Nachiaf [1806]. Cuad. It, Ron, 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 99 acortar distancias hacia una naturaleza sin compasi6n, obstinada en su giratorio silencio: Pero la mafiuns calla, devorada por el ardiente dia; jDimeto td, sol poniente, gentil fulgor aunigo! Pero se tinta la mejilla del poniente de color pi y dispersa sobre mi nostilgicas perlas de rocio. Si pregunto a las estrellas, callan, lucen flacas en el Oriente, y la maiiuna retorn, y de nuevo se ruborizs la tarde, yeletemo circulo trac de vuelta a fas estrellas (68). lo En numerosos enclaves de la produccién roméntica, la muerte en el seno del inmen- so mundo natural sirve para excitar la imaginacién con atisbos de un aterrador naufra- gio. Como observa Siebers, en los paisajes roménticos, la mintiscula presencia de la figura humana (o de su correlato: una iglesia, una ruina) parece sugerir un desesperado intento de llamar [a atencién, como el de [a barca que zozobra entre las olas de un Rigantesco océano (29), Como en los cuadros de Turner, donde la vulnerabilidad de la conciencia sc hace motivo central (Wainwright y Williams 19), Kleist rodea de una naturaleza sin piedad a la figura humana, eminente en su soledad: El deseaba que Ia violencia destructiva de lu naturaleza de nuevo pudiera desatarsele encima. No ‘comprendia por qué, en aquellos momentos previos en que esta muerte, ansiada por su alma misera- ble, se le apareci6 esponténeamente como liberacién, la habia pese a todo esquivado. Se propuso firmemente no titubear, aun cuando fueran arrancados de raiz.los robles y se desplomaran sus copas sobse él (1978, 3: 162). Se escenifica asf la soledad de la conciencia, débil Juz milagrosa que tiembla al borde de su extincién ante la tempestad de lo subline. Con ello se anuncian los primeros pasos hacia un total oscurecimiento del cuadro natural. Kaut convertia Ja naturaleza en escritura moral cifrada, como reza el epigrafe con que Hélderlin adorna su «Himno a la Belleza»; «La naturaleza nos habla en sus bellas formas metaféricamente, y cl don para interpretar su escritura cifrada se nos concede en el sentimiento moral» (1991, 93-94). En la medida en que el mundo natural «Aber der Morgen verstumt, verschlungen vom glihenden Tage; / Abendoth, sage es mir, freundlicher milderer Schein! / Aber es farbt sich die Wange des Abendrolhs blasser und blasser, / Und es streuet auf mich ‘wehmutsvoll perlenden Thau hin, / Frug ich die Sterne, sic schweigen, verglimmea leise im Osten, / Aber der Morgen. kehrt wieder, und wieder errdthet dcr Abend, / Und der ewige Kreis fihret die Sterne zuritk». '«Er wilnschle, daft die zerstorende Gewalt der Natur von neuem iiber ihn einbrechen miichte. Er begrift nicht, warum er dem Tode, den seine jammervolle Secle suchte, in jenen Augenblicken, da er ihm freiwillig von ullen Seiten rettend erschien, entflohen sei. Er nahm sich fest vor, nicl 2u wanken, wenn auch jetzt die Elche eotworzek| werden, und Uhre Wipfl ber ihn zusummensdraen soliten» (Das Erdbeden in Chil 1807). (ED duoc de C. Duin yD. Innerarity. «Die Natur in ihren schdnen Formen spricht figiirlich zu uns, tnd die Auslegungsgube ihrer Chiffernschrift ist uns im moralischen Geftihl verlichen». 100 Muerte irégica en el Clasicismo y Romanticismo aleman Cuad. I!. Rom, 14 (2006) deja de bablar un fenguaje comprensible —proceso que en Kleist, Leopardi o Shelley alcanza su méxima expresién— se va extinguiendo la escuela de moralidad y vincula- cién cuya sede era la naturaleza, De Man identifica sefiales de este oscurecimiento del fenguaje de la naturaleza en la abundante presencia del oximoron como tropo de contradiccién y tensién interna, por ejemplo, en Hélderlin. Bi poeta romantic, al «cuestionar la prioridad ontolégica del objeto sensible» (1970, 75-77), establece una separacién deliberada entre conciencia y naturaleza. Kleist, que ocupa un vértice de aislamicnto ca su relacién con el todo, encuentra al pasear por la ciudad de Thun, en fa inscripcién anénima de una casa campesina, un lema que parece celebrar la total separaciéa entre mundo y conciencia: «Vengo de no sé dénde, soy no sé qué, voy no sé adénde: me asombra que esté tan contento» (1997, 4: 298).5’ Mas alld de la mera opacidad con que Ja furia natural descarga sus inescrutables meteoros, el patetismo de la figura humana que zozobra en un escenario tragico se vuelve expresiGn de la total soledad, librada a si misma, de la conciencia. En altima instancia, la adversidad impenetrable de mundo y destino se convierte en la condicién expresiva por excelencia. Hélderlin lo formula asf en un pasaje del Hiperién: «la ola del coraz6n no se alzarfa con tan bellas espumas, ni se bara espiritu, si no tuviera que chocar contra el antiguo y silente acantilado del destino» (1990, 41). El roméntico delega pues en la naturaleza una multiplicidad de funciones simbélicas: hogar primigenio o pantalla de opacidad trascendente, fuente de la eterna juventud 0 desgarrén hacia las sombras atroces. No menos ambivalente es la negociaci6n intersub- jetiva del suicidio. El abismo abierto bajo los pies del individuo dilata los vértigos, tanto cuando éste revisa el libro de la naturaleza como cuando hojea el libro de fa humanidad. Es notorio el contraste con las sociedades tradicionales, de fuerte trabaz6n comunitaria 0 institucional, que vinculaban la vida de sus ciudadanos, delimitando las condiciones para una eventual muerte voluntaria. En cstos casos, la muerte se tintaba de los colores con que describe Durkheim el suicidio altruista: los de un acto de servicio o inmolacién. Las categorfas centrales del suicidio noble eran cercanas a las del héroe o el mértir. Pisando los talones a un Antiguo Régimen en quiebra, e] movimiento roméntico hace su entrada en medio de una general dislocacién de los eslabones sociales, que abre vertiginosos espacios no explorados a la convivencia. La todopoderosa imaginacién edita decretos que se agotan en la esfera del sujeto y que no se dejan convertir en accién, al menos no en accién como La raz6n prdctica Ja entiende; el campo que se alch komme, ich weiB nicht, von wo, ich bin, ich weiB nicht was, ich fahre, ich weil nicht wohin, mich wunderl, daf ich so fréhlich bin» (Casta a Heinrich Zschokke del 12,1802). 3 «Des Herzens Woge schiiumte nicht so schén empor, und wiirde Geist, wenn nichl der alte stunvme Fels, dus Schicksal, ihy entgegenstinde» ® Carlyle cita a Werther como el iniciadar de una clase de sentimientos, «deeply importunt to the modera ‘minds, [...] that arise from Passion incapable of being converted inlo Action» (1: 272). Schiller consider6 que Cuad. I. Rom., 14 (2006) Pascuat Riesco Chueca 101 abre ante la reflexién subjetiva es el que De Man, al tender un puente desde Rousseau hasta cl Hiperién de Halderlin, categoriza como accién titénica, el ejercicio de cons- trucci6n de un orden césmico redentor (1984: 22). Tarea en cualquier caso absoluta- mente desligada de plazos o constricciones. Con ello el suicida deja de servir a una patria, un pueblo, un Dios; y cesante de obligaciones externas, despojada su muerte de servidumbres sociales 0 teolégicas, deambula por el teatro subjetivo de lo absoluto. E) poeta ocupa el puesto que antes cubrian el héroe y el martir: «Asi como cn cl mundo antiguo a menudo los guerreros o jos entusiastas se consagraban libremente a la muerte 0 al inframundo, asf actéia todavia hoy el poeta» (Tieck 3: 366-367). Las condiciones de legitimidad de Ia muerte voluntaria ya no vendrén sancionadas porun orden militar o teolégico. No es la pertenencia a una comunidad, ni la obediencia aunos preceptos generales la que dicta e) cardcter heroico o martirial de una muerte. Bl suicida roméntico esté explicitamente fuera del orden social o mistico que pudiera justificarlo. Un pasaje del Tasso de Goethe ilustra este desplazamiento, que conduce hacia el abismo subjetivo: «Se abren en nuestro entorno / variados abismos, que excavé el destino; / pero aqui, en e] cotaz6n, estd el mas hondo, / y grato es despefiarse hacia su fondo» (5: 156). Tieck expresa poderosamente el vértigo inaugurado por la apertura de este abismo, cuya presencia obliga al artista a desmesurados manotazos en el vacio, ala acci6n titanica: iSi, mathaya tres veces el Fausto, que pretende usaltar las altes polencias, saquear cielo ¢ infierno como filibustero, y enticgut ambos al ramplén mundo eotidiuno, para convertirse de nuevo, tras el ep inguilino de la rutinal ;Los espicitus que le servian amistosos, ahora lo hostigan como eneinigos aniquiladores, el undo to destierra, el cielo no le da reconocimiento, et precipicio y el caos abren sus fauces devoradoras sobre él! (3: 367-368)" Anélogamente, y en referencia a la acciGn titénica, Bettina yon Arnim alude al afan de los pensadores roménticos, tildndolo de rapaceria codiciosa, que quiere arrebatar los atributos divinos: «Hablas de Jos titanes, que levantan montajias con gran estruendo para luego derrocar las serenas cumbres de Ja inmortalidad: te refieres sin duda a los cleasimismamiento de Rousseau cra un estado nurcisisla, sensuul, letérgico, ajeno a la umbicién Iuchadora (Compold 499), ‘ (Phantasien iiber die Kinst fir Freunde der Kunst (1799). % «Das Drama ist ferner, seiner Natur nach, in seinen ersten Anfiingen durchaus tragisch, die versuchte Darstellung des Konfliktes zwischen Subjektivern und Objektivem, des unverginglichen Kampfes der in der Menschenbrust begriindeten Sehnsucht und Fordcrung des Ewigen und Unendlichen gegen die begrenzenden Schranken des Endlichen» (Geschichte der poetischen Literatur Deutschlands [1851)). 106 Muerte trdgica en el Clasicismo y Romanticism alemén ‘Cuad. . Rom., 14 (2006) picaresca, acumula episodios para inducir en el alma de un héroe del aprendizaje una eclosién de sabidurfa y fraternidad con el cosmos. Asi en el Franz Sternbalds Wande- rungen de Tieck, en el Wilhelm Meisters Lehrjahre de Goethe, 0 en su antitesis, el Heinrich von Ofterdingen de Novalis. Pero es caracteristica del periodo la inextricable confusién de géneros (Varela 489). Friedrich Schlegel escribe: «Una cancién puede ser tan roméntica como una historia. De hecho no sé imaginarme una novela de otro modo que no sea la mezcla de relato, canto y otras formas» (2: 336).” Autores como Tieck, Novalis, Hoffmann, Brentano, Richendorff y Arnim producen sus relatos y novelas mediante la combinacién de anécdotas, folclore, canciones, leyendas, poemas, cartas, teorizaciones y didlogos: cl aglutinante del texto es la corriente de anhelos y persecucio- nes de los protagonistas, no la interaccién practica y cotidiana con que se fragua la novela realista. Ello configura la novela romantica como un almacén de géneros, una acumulacién de estructura débil, cuya légica narrativa s6lo raras veces ancla al persona- je, a la deriva entre continuas emergencias sensitivas, De ahi que el autor sienta tenta- ciones de rematar este desorden con un tajante gesto de autoridad que puede costarle la vida al personaje. Tanto la novela como el drama roméntico recurren con profusién a protagonistas solitarios, sensitivos, sumergidos en cavilaciones vagas; 0 criaturas audaces centrifuga- das por la accién titénica: y es precisamente esta condicién de los personajes la que dificulta dotar de perfiles firmes y articulados el desarrollo argumental. La individuali- dad roméntica es siempre problemitica, y en ella se confunden creacién y destruccién. EL héroe de la sensibilidad avanza sobre abismos, en un equilibrio precario entre sus deseos intensos y sus intuiciones devastadoras. La accién transcurre sin la firme trabaz6n material que asegura el realismo, interrumpida por afloramientos subjetivos, escarceos mitolégicos, extravios de la imaginacién y adivinacioncs césmicas. Los moldes narrativos de novelas como Werther 0 Hiperion son casi inmateriales: la trama, delgadisima, se reduce al minimo necesario para sostener las avalanchas reflexivas y emocionales del texto. En tales casos, la muerte tragica del protagonista, explicita 0 simbélica (aislamiento eremitico), constituye un recurso tajante, un Deus ex machina para ejercer poder autorial sobre un texto invertebrado. A través del suicidio, la irreversibilidad irrumpe como campanada final, cediendo la Gitima palabra a lo absoluto. Como sefiala Osborne, las formas estéticas del suicidio estén disefiadas para prolongar 1a presencia de la voluntad més que para dejarla borrarse tras la muerte (282). Foucault consigna la muerte tragica como una de las herramientas que permiten al aulor establecer un firme control sobre Ja proliferacién de significado ® «{E}in Lied ebenso gut romantisch sein kann als eine Geschichte. Ja ich kann mir einen Roman kaum anders denken, als gemischt aus Erzahlung, Gessng und andern Formen» (Gespriich iiber die Poesie {1800}. Cuad, H. Rom., 14 (2006) Pascual Riesco Chueca 107 (citado por Osborne 289), Al mismo ticmpo, el gesto final trunca lo que en fa narrativa romantica es a menudo un peligroso flirtec con la inconsistencia o la locura: la sucesién de inestabilidades ligada al extremo deambular por las emociones de sus protagonistas. En cualquier caso, tanto la narrativa como la lirica o el drama ven sus fronteras de género amenazadas por Ia entronizacién del fragmento como fermento expresivo o metafora directriz (Ostermann 189-205). La forma fragmentaria impide la disolucién del texto en las enunciaciones del discurso filosético, reivindicando su condicién irrenunciablemente estética. Por otra parte, el cierre por truncacién del fragmento supone, paradéjicamente, una apertura a lo provisional, una suspensién de juicio que saca a la obra estética de su recinto restrictivo, la totalidad plastica, para abandonarla a la libre flotaci6n del signo histérico (191). Traducido al suicidio: el todo orgénico fepresentado por la vida completa, que consuma sus ciclas cerréndose en la vejez, es reemplazado por un (odo de signo més vasto, a través del traslado titénico del personaje hacia los nimbos histéricos, tcologaies o naturates dc lo eterno. Elabismo subjetivo, actualmente en vias de rellenado por escombros medifticos, es en los albores del Romanticismo una brecha reciente de vertiginosa extensién. La inspiracién roméntica quiere acceder a una experiencia totalizadora y panordmica del vivir, La interrogacin extensa al todo, la invocacién desmesurada, dilatan todos los marcos y medidas de Ja atencién humana. La exposici6n del roméntico a la irradiacion de los ensuefios derrite todos los protocolos de fa razén practica; el pobre célculo que sostiene el dia a dia humano es suspendido por una apelacién donde se desborda la audacia: «jEsfimate ya, vida mortal, negocio mezquino en el que el espiritu solitario. cuenta y recuenta Jas monedillas que va recogiendo! ;Estamos todos Ilamados ala dicha de la divinidad!» (Hélderlin, 1990, 70).” Al cierre del siglo XVI alemén, un intenso proceso de inscripcién cultural esta canalizando el suicidio en el surco de una tradicién remodelada —la corriente pietista, fundida con materiales de folclore nacional— y una adhesin espiritual —los clisi- cos—. La nostalgia de un orden feudal convive con los vientos revolucionarios, sobre Jos que refulge la dorada memoria de una Grecia intangible. Es una época pucs de transfusidn universal de valores, cn la que religién, filosofia y politica se combinan en audaz alquimia, convirtiendo un suceso privado, la libre muerte, en un gesto de indefini- ble elocuencia, vacidndola de sus contingencias anecdéticas y nutriéndola de las ener- gfas simbélicas que agigantan la figura del héroe, del martir 0 de! filésofo. Esta absor- cién cultural se produce en un contexto de extrema plastificacién de los limites tempora- B eSchwinde, schwinde, sterbliches Leben, dirflig Geschift, wo der einsame Geis! die Pfennige, die er gesammel, hin und her betrachtet und zihk! Wir sind zur Freude der Gottheit alle berufen'» (Hyperion {1797- 199). 108 Muerte migica en el Clasicismo y Romanticismo alemén Cuad. IL Rom., 14 (2006) lesy geogrdficos, donde las operaciones de rafz abstracta impulsadas por la imaginacién parecen derretir las fronteras conceptuales que apresaban en sus limites fos grandes temas de la condicién humana. La naturaleza, comodin expresivo, es un fondo de inmensa y oscura significacién, cAmara de resonancia para los soliloquios del héroe romntico, Su wbicacién inestable en el orbe simbélico determina arduas negociaciones retéricas, La vehemencia postica es una palanca con la que el roméntico quiere poner en movimiento, como nuevo Arquimedes, el mundo de lo absoluto, Pero el punto de apoyo es fragil, socavado en su base por los limites de imaginacién y lenguaje. Ello fuerza desenlaces trdgicos, que no son sino la dnica salida viable ante la impotencia expresiva del autor frente a los retos dela desmesura, hybris rebelde a cualquier estrategia de prolongacién o normalizacién literaria. El suicidio interviene come providencial Deus ex machina que devuelve al autar el control sobre la quimérica diseminacién de imposibles sembrada durante el vuelo de la trascendencia, Lasubjetividad romantica escancia pues con plena libertad un concentrado en el que se agitan esencias tcologales, civico-heroicas y filoséficas. El suicidio arcaico, en su dimensién inmoladora al servicio de una comunidad—tersena o cclestial—, es reempla- zado por una muerte yoluntaria, obediente sélo a las largas y confusas deliberaciones de la melancolfa, El aprovechamiento retérico de la unién con el todo flirtea con un pantcismo ambiguo que en ocasiones ms parece un vértigo ante la taxativa presencia de la naturaleza y su mutismo absoluto. EI suicidio literario aparece en este context. como un recurso expresivo, que da a la vida del héroe de Ia sensibilidad el formato especificamente romantic, del fragmento. Cuad. i. 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