Sie sind auf Seite 1von 373
Coordinadores: J, MANUEL IRANZO, J. RUBEN BLANCO, TERESA GONZALEZ DE LA FE, CRISTOBAL TORRES y ALBERTO COTILLO _ Cay POMWME DO Q Quedan rigurosamente prohibidas, sin la_autorizacién escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o proce- dimiento, comprendidos la reprogratia y el tratamiento informatico, y la distribucién de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo publico. ‘Traductores: J. Rubén Blanco: Barnes (1981), Barnes y Dolby (1970), Bloor (1973), Winner (1983), Lynch, Livingstone y Garfinkel (1983). Alberto Cotillo: Mulkay (1979), Mulkay y Gilbert (1984), Woolgar (1983). Teresa Gonzalez de la Fe: Collins (1975). J. Manuel Iranzo: Callon (1986), Knorr-Cetina (1983), Latour (1983). Crist6bal Torres: Law y French (1974). Todas las traducciones han sido revisadas por J. Manuel Iranzo. Selejee ee ate es CSIC | € csic ISBN: 84-00-07463-7 Depésito legal: M-40.664 - 1994 Impreso en Espaiia - Printed in Spain RAYCAR, S. A. Impresores. Matilde Hernandez, 27. 28019 Madrid Indice Juan M. IRANZO y Cristébal TORRES PRIMERA PARTE: LOS FUNDAMENTOS DE LA REVOLUCION COGNITIVA 0. 9 La visién sociolégica habitual de la ciencia sees IDL Michael MULKAY El ethos cientifico: Un punto de vista divergente é 33 Barry BARNES y R. G. A. DOLBY Sociologias normativa e interpretativa de la ciencia 53 John LAW y David FRENCH La polémica internalismo-externalismo en la historia y la sociologia de la ciencia iE ES, Esteban MEDINA Problemas epistemoldgicos en el anilisis de la ciencia 83 Cristébal TORRES SEGUNDA PARTE: DEL _CONOCIMIENTO CIENTIFICO Wittgenstein y Mannheim sobre la sociologia de las matematicas ................. 99 David BLOOR Sobre el caracter convencional del conocimiento y la cognicién .. senses US Barry BARNES Los siete sexos: estudio sociolégico de un fenémeno © Ia replicacién de los experimentos en fisica susie niesninsnee 141 Harry M. COLLINS TERCERA PARTE: ETNOGRAFIAS DE LA CIENCIA El orden temporal en el trabajo de laboratorio 163 Michael LYNCH, Eric LIVINGSTON y Harold GARFINKEL vill InvIce Los estudios etnograficos del trabajo cientifico: hacia una interpretacién constructivista de la ciencia ..... 187 Karin D. KNORR-CETINA El discurso_de los cientificos cor Michael MULKAY y Nigel GILBERT Los estudios de laboratorio: un comentario sobre el estado de la cuestiOn ..............0.....- sees 221 Steve WOOLGAR CUARTA PARTE: SOCIOLOGIA POLITICA DEL CONOCIMIENTO CIENTIFICO .............. 235 Dadme un laboratorio y moveré el mundo . 237 Bruno LATOUR Algunos elementos para una sociologia de la traduccién: la domesticacién de las vieiras y los pescadores de la Bahia de Saint Brieuc 259 Michel CALLON: Visiones del poder desde la sociologia del conocimiento cientifico ...... 283 Juan Manuel IRANZO QUINTA PARTE: SOCIOLOGIA DE LA TECNOLOGIA .........0.:scsssstsssnisisinnieeneen 303 Constructivismo social: abriendo la caja negra y encontrandola vacia 305 Langdom WINNER De la sociologia de la ciencia ala Is soclologn de Ia teenologia: un horizonte ablerto y.cscc:ncsauneemsi cummins. cnameaaiee . 319 Mikel OLAZARAN El computador como metafora de identidad y control ..0.0.....0....0....000ccc 341 Javier BUSTAMANTE EPILOGO ...... 8 Be ee 387 Una conversacién sobre quienes hablan de los que dicen qué es cierto y qué funciona, precedida y seguida de fragmentos de un epilogo comme il faut Juan Manuel IRANZO, J. Rubén BLANCO y Teresa GONZALEZ DE LA FE REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Introduccién Rubén BLANCO, Alberto COTILLO, M. Teresa GLEZ DE LA FE, Juan M. IRANZO y Crist6bal TORRES El libro que el amable lector tiene en sus manos es el frato de la colaboracién de un grupo de investigadores y docentes de las universidades de La Laguna, Auténoma de Madrid y Complutense. Su origen remoto est4 en el programa de doctorado imparti- do en el curso 1985-86 por el profesor Esteban Medina, que orienté a los que entonces eramos estudiantes hacia la gama de problemas, temas y autores que la sociologia del conocimiento cient{fico presentaba en aquellos afios en los 4mbitos académicos euro- peos. Sus clases, sus criticas y sus escritos (de los que aquf recuperamos uno de los mis significativos) fueron una referencia continua en nuestra formacién intelectual y académica. El desafortunado suceso que supuso la desaparicién de nuestro amigo y maestro, cuyo fallecimiento truncé una fértil y poderosa trayectoria creativa, nos dejo sumidos en una rabiosa tristeza. Tratando de mantener viva la empresa que él habia iniciado, quienes habfamos sido doctorandos de Esteban Medina -Crist6bal Torres, Juan Manuel Iranzo, Alberto Cotillo y José Rubén Blanco- organizamos un seminario sobre sociologfa de la ciencia y la tecnologfa que incluy6 la traducci6n de algunos textos de dificil acceso en Espafia. Posteriormente, en el marco de la formaci6n de la Asociacién Espafiola de Sociologia de la Ciencia y 1a Tecnologta, la profesora Teresa Gonzalez de la Fe apunté la conveniencia y posibilidad de que cl esfuerzo realizado pudiera ampliar- se y materializarse en un libro como homenaje a nuestro colega y amigo fallecido. Como resultado, el conjunto de articulos aquf recopilados constituyen lo que los editores consideramos como los principales hitos de la sociologfa del conocimiento cientifico generada a partir de los afios setenta, y que hasta el momento presente no estaban disponibles en lengua castellana. A ellos se le suman algunas aportaciones que en esta especialidad han comenzado a aparecer en nuestro pais en los wiltimos afios. Mientras que los estudios sociolégicos sobre 1a ciencia realizados en los ambitos académicos desde los afios 40 en adelante pucden describirse como una sociologia de los cientificos -su actividad guiada por normas, su estructura social, la distribucién de las reompensas a la excelencia, etc- para la cual los contenidos cognoscitivos resultantes de la actividad de los cientificos son una ’caja negra’ vedada al estudio social, las nuevas tendencias pueden describirse como formas diversas de abrir la ’caja negra’ 0 de someter a escrutinio y a explicacién sociolégica los procesos de elaboracién y validacién de nuestro conocimiento mds seguro. EI resultado ha sido un haz de corrientes de investigaci6n sociolégica que priman problemas y temas distintos y variados, y entre los que se suceden disputas profundas y acaloradas. Los articulos del presente libro, ordenados al hilo de los enfoques mas aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. INTRODUCCION 5 prcticas de laboratorio. Los etnometodélogos consideran por ello que su aproximacién es légicamente previa a cualquier estudio de las pricticas de laboratorio. Para conjurar los peligros del individualismo implicito siempre en los estudios etnometodolégicos, el trabajo de Karin Knorr-Cetina, “El estudio etnografico del trabajo cientifico: hacia una interpretacién constructivista de la ciencia", concede importancia al papel que las tradiciones cognitivas juegan en las practicas constructivas de los cientificos en e! laboratorio. Mientras que para los etnometodélogos las propiedades de las practicas competentes de los cientfficos se generan tinicamente en el momento de la interaccién, para Knorr-Cetina las practicas sociales del laboratorio son inteligibles solo en el marco de las expectativas aportadas por las tradiciones cientificas. El estudio del paso de las selecciones y decisiones de laboratorio a las objetivaciones de los productos finales de la ciencia -la construccién de la disociacién entre lo social y lo natural- constituye el nticleo de su aportacién. Knorr-Cetina subraya los aspectos instrumentales y telealégicos de la accién de Laboratorio: el interés del cientifico es que las cosas funcionen (instrumentalmente) y no la biisqueda de la verdad. Pero nada dice de cémo arbitrar alguna diferencia entre “la verdad" y “que las cosas funcionen", precisamente porque mantiene que la verdad s6lo puede ser definida instrumentalmente y a efectos practicos. Las explicaciones epistemoldgicas de la etnograffa instrumental ilustrada por el articulo de Knorr-Cetina, parecen caer en una lamentable circularidad explicativa y parece dar por sentado que los cientificos consideran siempre problemati- co el ajuste entre los fines de la investigacién y las selecciones hechas. Parece mejor, entonces, centrarse en investigar cudndo, en qué circunstancias, en qué contextos, los cientificos consideran problemética esa relacién y cudndo no. Esa es la intencién central del ensayo de Michael Mulkay y Nigel Gilbert, "El discurso cientffico como tema". Los autores prefieren obviar las practicas constructivas de los hechos cientfficos en el laboratorio en beneficio del estudio de la variabilidad interpretativa de las versiones de los hechos y su relacién con contextos diferentes. El andlisis del discurso no pretende descubrir sucesos, creencias y procesos cognitivos a partir del discurso de los participantes ni tratar el lenguaje como un indicador de algin estado de cosas, sino tomar la cuestién analitica previa de cémo se construyen las narraciones de los participantes. La intencién del andlisis del discurso es bastante distinta a la del estudio de las précticas de laboratorio. No intenta utilizar el discurso de los cientificos como un 4mbito de expresion de entidades o fenémenos "més all” de él; no da por sentado que las narraciones reflejen actitudes 0 disposiciones subya- centes y, por tanto, no espera que el discurso de un actor sea consistente 0 coherente. E] anilisis del discurso no pre-establece 1a dicotomia entre discurso y “mundo exterior" sino, mas bien, pretende explicar la actividad constructiva implicada en la creacién de un "mundo exterior” y, por esta raz6n, es renuente a dar por supuesta cualquier dicoto- mia. E] trabajo que cierra esta seccién, “Los estudios de laboratorio: comentario sobre el estado de la cuestién” de Steve Woolgar es una perspectiva critica general sobre los intentos de construir versiones de la labor constructiva de la practica o del discurso cientificos por parte de los estudios de laboratorio. Woolgar coincide con Gilbert y Mulkay en criticar 1a idea de que los estudios de laboratorio ofrezcan o puedan ofrecer un cuadro mejor 0 mas exacto de la ciencia, Mas que para componer descripciones "mejores" de la accién social del laboratorio, las etnografias instrumentales, como las de Knorr-Cetina, sirven para ilustrar esquemas teéricos preconcebidos. Como resultado, los estudios etnogrficos caen en la ironfa de intentar desmitificar las actividades de los aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Primera Parte: Los fundamentos de la revoluci6n cognitiva aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. “4 M. MULKAY Durkheim describe a un nivel bastante general las condiciones sociales que él cree son responsables de esta transicién fundamental en el pensamiento humano. Su asercién central es que el crecimiento numérico de las sociedades humanas y su progresiva diferenciacién interna libera de manera creciente la actividad intelectual de la constric- ci6n social. El pensamiento cientffico resulta de esa liberacién y, por ende, sus conclu- siones estén comparativamente intactas por las influencias sociales directas. El pensa- miento religioso sobre el mundo natural, originado en sociedades cohesivas y a pequefia escala, estuvo permeado por categorfas y supuestos derivados de la vida social. Pero a medida que las sociedades fueron siendo més complejas y el modo de solidaridad social devino menos restrictivo, fue cada vez. més posible para ciertos sectores de la sociedad refinar sus concepciones y sus técnicas de observacién de acuerdo con la realidad del mundo natural. Durkheim sostiene que los conceptos y las conclusiones de la ciencia logran una aceptacién cada vez mayor porque son verdaderos y no simple- mente, como era el caso de las creencias religiosas al principio, debido a que eran colectivos (1915, p. 437). Asf pues, Durkheim cree posible un anilisis sociolégico de la ciencia, pero de una forma més limitada que en el caso de otras freas de esfuerzo intelectual. En principio, podemos mostrar cémo ciertos desarrollos sociales han conducido al surgimiento de la ciencia, podemos investigar si la comunidad cientifica tiene unos rasgos distintivos que permitan la institucionalizacién del método cientifico y la virtual eliminaci6n de sesgos, prejuicios y distorsiones intelectuales, y podemos observar c6mo reciben los otros sectores de las sociedades altamente diferenciadas las perspectivas minonitarias de los especialistas cientificos. Podemos hacer todo esto y quizé mds, Pero no podemos ofrecer una explicacién sociolégica del conocimiento cientifico porque, en la medida en que es auténticamente cientifico, es independiente de su contexto social. Las ciencias genuinas, como la astronomfa, la fisica y la biologia se basan en hechos observables del mundo fisico, Las conclusiones de estas ciencias se derivan de los hechos, en vez de imponerse sobre ellos. La ciencia representa los fendmenos no en términos de ideas culturalmente contingentes, “sino en términos de sus propiedades inherentes" (1938, p. 35). Durkheim emprendié su anidlisis de los orfgenes sociales del conocimiento y la creencia como un ejercicio explicito en sociologia del conocimiento. Como resultado, ‘su veredicto con respecto a la ciencia es relativamente claro. En contraste, la visién de Marx de la ciencia como fenémeno social surge de forma fragmentaria a lo largo de su examen general de la conciencia, la ideologia y los modos de produccién. Asf pues, sus conclusiones sobre la ciencia son menos claras y han existido interpretaciones un tanto diferentes sobre el grado en que consideré los factores sociales determinaban el contenido de la ‘ciencia. En consecuencia, sera preciso considerar brevemente dos enfoques diferentes, que afirman ambos ser formas de anidlisis marxista. (Existen numerosos escritos importantes sobre la ciencia en la tradicién marxista pero tengo poco espacio aqui para examinarlos: por ejemplo, Marcuse, 1962; Habermas, 1972). Empecemos con aquellas caracteristicas relevantes del trabajo de Marx sobre las que existe poco desacuerdo. La historia de la humanidad ocurre en el espacio natural suministrado por el mundo objetivo, un espacio que las acciones humanas transforman continuamente. Al actuar sobre el mundo natural, el hombre produce los medios de su propia existencia. Las relaciones repetitivas entre la gente que surgen de esta actividad productiva, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 18 M. MuuKay Los autores distinguen en este pasaje entre las demandas de conocimiento técnico que un cientffico hace dentro de su propia red de investigacién y las afirmaciones que hace en otros contextos sociales. Insindan que, normalmente, a las primeras las controla Janaturaleza del mundo fisico. Debe admitirse, por supuesto, que a veces los tificos sufrirdn presiones sociales para que propongan aserciones cognitivas injustificadas; Pero mientras los criterios tecnicos de adecuacién aplicados por la comunidad investigadora no se véan afectados por la interferencia exterior, habra otros especialistas que juzguen inadecuadas estas pretensiones socialmente generadas y las rechacen. Asf pues, las pretensiones de conocimiento que lleguen a ser aceptadas como vélidas en un drea de investigacién especifica pueden considerarse como no-ideol6gicas. Ofrecen una descrip- cién precisa de ciertas caracteristicas del mundo fisico y, en consecuencia, su contenido es independiente de las relaciones sociales y de los intereses creados de los participan- tes. Pero la situaci6n es bastante diferente en otros contextos sociales. Los no-cientifi- cos, y los especialistas en otras dreas, raramente poseen la competencia técnica precisa para evaluar la adecuacién de una afirmacién particular de un cientifico. Por tanto, podré usar su conocimiento especializado para facilitar una aparente racionalidad técnica a las polfticas que expresan sus propios intereses 0 los intereses de otros grupos en cuyo beneficio actie. Las afirmaciones de los cientificos en un contexto social m4s amplio, en suma, serdn a menudo ideoldgicas; pero lo disimulard su contenido técnico y la capacidad de los cientificos para invocar que los “hechos objetivos del mundo natural” llevan irreme- diablemente a ciertas conclusiones econdmicas, politicas y sociales. Este es el tipo de andlisis que genera la aproximacién marxista de los Rose. Su énfasis es claramente diferente de los de Merton y Durkheim, y lama nuestra atencién sobre cuestiones importantes que éste ultimo ignora en gran medida. (Volveré sobre algunas de estas cuestiones en el capitulo final). No obstante la lectura de Marx que hacen los Rose parece coincidir con la de Merton en un punto crucial. Para todos ellos, el andlisis Marxista reconoce que las aseveraciones cognitivas de los cientificos dentro de su estricta rea de investigacién no son ideolégicas. ‘Asi pues, pese a sus importantes diferencias analiticas, los autores que hemos examinado hasta aqui, con la posible excepcién de Hessen, estén de acuerdo al menos en los siguientes puntos: primero, que la ciencia florece en macro-sociedades industria- les (capitalistas), y que dentro de esas sociedades os cientificos crean distintas comu- nidades que regulan la produccién del conocimiento certificado; segundo, aunque la tasa de crecimiento, el foco de atenci6n y el uso que se da al conocimiento cientffico estan en gran medida determinados socialmente, su contenido es independiente de las influen- cias sociales; y, tercero, que es probable que las comunidades de investigaci6n cientifi- ca tengan caracteristicas sociales especiales que reducen el impacto de factores distor- sionantes tales como sesgos, prejuicios e irracionalidades en el trabajo técnico de sus miembros, y que, por tanto, son esenciales para permitir a los cientificos generar conocimiento objetivo. Incluso podriamos afiadir Hessen a este grupo si admitiésemos su distincién entre la situacién en la sociedad capitalisia y la que caracteriza a las sociedades socialistas, pues, como hemos sefialado antes, Hessen mantiene la nocién de que dentro del marco marxista-leninisia se dispone de leyes de la naturaleza inevita- bles. Su principal tesis, por tanto, debe interpretarse como una afirmacién de que la ciencia de Newton era parcialmente pseudo-ciencia, distorsionada por las relaciones sociales del capitalismo, y destinada a ser reemplazada por las formulaciones deter- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 2 M. MULKAY confiar en la observaci6n sino mds bien que las respuestas que obtenemos a las pregun- tas que hacemos al objeto de estudio estén, en ciertos casos, en la naturaleza de las cosas, y s6lo son posibles dentro de los limites de la perspectiva del observador" (1936, p. 300). Esto no significa que abandonemos 1a nocién de "objetividad" o la posibilidad de establecer "hechos". M4s bien significa que nuestra concepcién de la objetividad debe cambiar. No hace falta negar que la gente puede alcanzar a menudo lo que creen conclusio- nes “objetivas” sobre fenémenos particulares, esto es, conclusiones que son verificables mediante la aplicacién de procedimientos establecidos. No obstante, epistemolégicamen- te, estas conclusiones objetivas deben considerarse incompletas, producto de una pers- pectiva especifica y abiertas a revisin en nuevas situaciones sociales donde Meguen a tegir otras perspectivas. En el caso de observadores diferentes que trabajan dentro de un marco de referencia comtin, la objetividad debe concebirse como 1a aplicacién de criterios consensuados de adecuacién a pretensiones de conocimiento concretas (1936, pp. 300-1). Cuando los participantes tienen diferentes perspectivas, sin embargo, la objetividad solo puede lograrse de “un modo mis indirecto”. Mannheim sigue tratando a la objetividad como indistinguible del consenso intelectual, pero arguye que este {iltimo s6lo seré posible en tanto en cuanto los resultados de cada perspectiva se traduzcan reciprocamente y reconciliados, normalmente a un nivel mas general. Esta nocién de marcos de referencia divergentes es central para su nueva epistemologia. (Mannheim escribié dos versiones alternativas de su teorfa del conocimiento, pero ambas versiones dependen de este principio para resolver las diferencias entre perspecti- vas especificas dentro de una formulacién mas comprehensiva). Cuando haya de clegirse entre perspectivas, se otorgaré preeminencia a "la que evidencie la mayor comprehensién y 1a mayor fertilidad en el empleo de materiales empiricos” (1936, p. 301). Asf pues, la vieja y estdtica concepcién epistemoldgica de que las aseveraciones corresponden a las realidades de un mundo directamente observable se ha abandonado para la mayorfa de los dmbitos de pensamiento -y quizd para el pensamiento en su totalidad-. Habremos de reconocer a la determinaci6n situacional como un factor inherente del conocimiento, tanto como la teoria del relacionismo y la teoria de la base cam- biante del pensamiento... debemos rechazar la nocién de que existe una "esfera de verdad en sf misma" como una hipétesis distorsionadora e injustificable. Es instructivo senalar que las ciencias naturales parecen estar, en algunos aspectos, en una situacién estrechamente andloga... (1936, p. 305, énfasis afiadido). Esta diltima oracién nos retrotrae al "caso marginal y especial" de la ciencia. En el texto de Mannheim Ia sigue una sola pagina que discute ciertos desarrollos de 1a ffsica moderna que entonces eran bastante recientes. El propdsito de la discusion era mostrar que las certidumbres establecidas de la fisica clasica parecfan entonces estar dando paso a un marco de ideas mucho mis "relativista". Mannheim sefiala que en la mecdnica cudntica habia Ilegado a considerarse como imposible concebir medidas independientes de las acciones y las técnicas incluidas en la medida. Sefiala que las relaciones empiricas a nivel sub-at6mico se consideraban inherentemente indetermina- das y que las nociones tradicionales sobre particulas con una localizaci6n especifica y una trayectoria din4mica definida y averiguable habian sido abandonadas. Y, claro, menciona la teorfa de la relatividad de Einstein y cémo introdujo la posicion del observador en las propias ecuaciones de la fisica (1936, pp. 305-6). Mannheim piensa que esta tendencia de pensamiento en la ciencia natural, en su aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 26 M. MutKay de los limites de una misma filosofia del conocimiento cientifico estiindar, Es en gran medida porque los socidlogos del conocimiento han sido incapaces de ofrecer una alternativa seria a la visién epistemolgica ortodoxa de la ciencia, que se han visto forzados a una posicién desde la cual el conocimiento cientifico y las actividades imtelectuales de los cientfficos debian ser tratados con una deferencia especial (para una discusién del “inductivismo" en la historia de la ciencia, véase Agassi, 1963). En la proxima secci6n, delinearé brevemente la “visién standard de la ciencia” que ha estado implicita en la discusi6n, y en la siguiente mostraré cémo le han influido los estudios de los sociélogos sobre el mundo social de la ciencia. La visi6n est4ndar del conocimiento cientifico La mayoria de los sociélogos del conocimiento han adoptado una versién u otra de lo que Scheffler (1967) ha llamado “la visién estandar de 1a ciencia”. Con esto no quiero decir que todos hayan refrendado cada afirmaci6n de las que haré luego cuando intente resumir la versi6n esténdar, sino sefialar que, normalmente, los socidloges han. formulado su pensamiento sobre la ciencia como un fenémeno social dentro de ese marco de supuestos, aunque diversos analistas hayan usado esa visién esténdar de diferentes modos y con diverso énfasis. El lector hallar4 que todos los puntos principa- les contenidos en los siguientes pérrafos han sido ilustrados ya en la discusién anterior. Desde la perspectiva de la visién est4ndar, el mundo natural debe considerarse real y objetivo, Sus caracteristicas no pueden estar determinadas por las preferencias 0 intenciones de su odservador. No obstante, estas caracterfsticas pueden ser representadas més 0 menos fielmente. La ciencia es la empresa intelectual que se ocupa de ofrecer una descripcién exacta de los objetos, procesos y relaciones que ocurren en el mundo de los fenémenos naturales. En la medida en que el conocimiento cientifico es valido, revela y encapsula en sus afirmaciones sistematicas el verdadero cardcter del mundo. Ya lo dijo Galileo: “las conclusiones de la ciencia natural son verdaderas y necesarias, y el juicio humano no tiene nada que ver con ellas” (1953, p. 63). Aunque, en cierto sentido, el mundo natural sufre movimientos y cambios continuos, existen uniformida- des subyacentes inmutables. Estas regularidades empiticas basicas pueden expresarse como leyes universales y permanentes de la naturaleza, que nos dicen lo que se cumple en todo momento y lugar. La observacién afectivamente neutra y no sesgada suministra la evidencia sobre la que se construyen estas leyes. La creacién de conocimiento cientifico "empieza con la sencilla y Ilana evidencia de los sentidos, con la observaci6n inocente y libre de prejuicios... y edifica sobre ella Ja gran mansi6n de la ley natural” (Medawar, 1969, p. 147). Lo cierto es que las leyes observacionales no son més que proposiciones generales que resumen un cuerpo de evidencia factual fiable, La validez de los fundamentos fécticos del conocimiento cientifico puede garantizarse con un alto grado de confianza debido a que la ciencia ha desarrollado estrictos criterios, por ejemplo, en relacién con los procedimientos experimentales, mediante los cuales evaliia las pretensiones de conocimiento empirico y se asegura la representacién exacta de los fenémenos empiricos. Asi, gracias a que satisface esos criterios técnicos e impersonales de adecuacién, el conocimiento cientifico aceptado es independiente de factores subjeti- vos, como el prejuicio personal, la implicacién emocional y el interés propio, que de otro modo podrian distorsionar la percepciGn del mundo exterior de los cientificos. ‘Aunque el grueso del conocimiento cientifico es bisicamente empirico, conticne generalizaciones de alto nivel que no son leyes observacionales y que en algunos casos no pueden derivarse directamente de las observaciones o ser comprobados con ellas. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 30 M. MULKAY décadas, que debe al uso de la visi6n est4ndar de la ciencia como un recurso interpreta~ tivo incuestionado. Por ejemplo, si las conclusiones de la ciencia son simplemente afirmaciones de regularidades observables, exactas dentro de los limites técnicos del momento, entonces parece seguirse necesariamente que las caracteristicas sociales 0 personales particulares de aquellos que proponen tales afirmaciones son irrelevantes para el juicio de los cientificos sobre su validez. "La objetividad excluye el particularis- mo” (Merton, 1973, p. 270). Si las pretensions de conocimiento se juzgasen por criterios particularistas, entonces serfan aceptadas afirmaciones que no corresponderian con el mundo objetivo, Dado que el conocimiento cientifico valido es objetivo, se sigue que los cientificos usan regularmente criterios impersonales y universalistas en el curso de sus actividades profesionales. El mismo tipo de razonamiento puede aplicarse a otros elementos del ethos cientifico. El escepticismo organizado y la independencia intelec- tual se precisan porque el conocimiento cientifico no se acepta sin pruebas. La coheren- cia légica y la exactitud empirica de todos los supuestos y las pretensiones de conoci- miento, incluidas las propias, deben examinarse continuamente. No deben aceptarse como vilidas las afirmaciones de nadie sobre la base de su posicién en la comunidad cientifica, Si se ignorasen estas prescripciones, entrarfan inevitablemente proposiciones inexactas en el corpus de conocimiento certificado. La propiedad comunal del conoci- miento es igualmente necesaria. Sin una comunicacién libre y abierta de los hallazgos, los cientificos no podrian someter todas las pretensiones de conocimiento a la misma evaluacién critica ni aplicar sus criterios universalistas de adecuacién cientifica con consistencia. Por supuesto, no se afirma que los cientificos se atengan siempre total- mente a estos principios, Ocurren actos desviados como el fraude, el secreto y el prejuicio intelectual. Pero se argumenta que ocurren infrecuentemente, pues, de otro modo, la ciencia natural no tendria la validez que sabemos que tiene. En la medida en que la ciencia produce con regularidad conocimiento valido y efectivo en la préctica, parece que estos principios deben haber sido operativos. Entre los principios normativos que componen el ethos cientifico, el més importan- te es el universalismo. Se cree que este principio se cumple de muchos modos diferen- tes en la ciencia. Parece requerir, por ejemplo, que 1a posicién de los miembros de la comunidad cientffica debe basarse en el mérito mas que en algiin criterio de adscripcién y que Ia carrera cientifica debe estar abierta a cuantos tengan capacidad. Pero el universalismo encuentra su expresién més fundamental en la valoracién de los resulta- dos de la investigacién cientifica. Decir que los cientificos juzgan las pretensiones de conocimiento de modo universalista no es decir meramente que los cientificos, como otros especialistas, emplean criterios técnicos de adecuacién, porque los criterios técnicos de diferentes tradiciones intelectuales o de diversos grupos podrian ser incom- patibles y podrian valer o no para establecer regularidades empiricas objetivas. Asi pues, universalismo significa que "las pretensiones de verdad, cualquiera que sea su fuente, deben someterse a criterios impersonales pre-establecidos: consonantes con la observacién y con el conocimiento previamente confirmado" (Merton, 1973, p. 270); 0, dicho de otro moda, el universalismo significa que las diversas ramas del desarrollo del pensamiento cientifico se guian por “criterios y reglas de evidencia mas 0 menos comunes que trascienden las dems diferencias entre tradiciones intelectuales antag6ni- cas” (Merton, 1975, p. 51). En conjunto, se considera que los restantes elementos diversos de la estructura normativa contribuyen al fin institucional de la ciencia al asegurar que éstos criterios pre-establecidos de objetividad se aplican con rigor a toda pretensién de conocimiento antes de que ésta sea aceptada como conocimiento centifica- do. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 38 Barnes Y¥ DoLBy haber normas de ese tipo en cualquier cultura, pues el uso del lenguaje resultarfa imposible sin patrones comunes para la negaci6n, la contradiccién y 1a discrimina- ci6n.? Creemos que la nocién de."racionalidad" como una norma especificamente cientifica debe abandonarse. Si se buscan una ensefianza 0 procesos menos formales de socializacion concebidos para ensefiar al cientffico a “ser racional" ser4 en vano; mas bien, se supone sin més que usaré "racionalmente" lo que se le ensefia y sus errores, siempre que actvie de buena fe, se atribuirdn a equivocaciones o a falta de comprensién del asunto, nunca a la “irracionalidad". El Universalismo tiene una dificultad parecida a la de la racionalidad. {Qué sociedad no posee criterios de verdad impersonales y previos a todo caso a que se aplican? Cualquier elemento distintivamente "cientifico” deberd residir en la naturaleza especifica de los “criterios impersonales” que usan los cientificos. Merton intenta distinguir criterios de verdad especificamente cientificos: contrapone el requisito de los cientificos de que la verdad sea "consonante con la observacién" a criterios encontrados en otras partes de la sociedad, o incluso en sociedades enteras, tales como el dogma 0 los atributos de quien realiza la afirmacién que aspira a ser reconocida como verdad. Este anilisis es erréneo y su error obedece a que no distingue entre criterios de verdad e indicadores de verdad. Consideramos que, por ejemplo, cuando un nazi decia que 1a ciencia no-aria era mala,” estaba haciendo una aseveracién empirica y no expresando una tautologia, es decir, estaba empleando la raza como indicador de mala ciencia, que definfa posterior- mente en términos de los mismos criterios de verdad que cualquier otro. Se equivocaba, pero no estaba empleando esténdares diferentes. La forma de esta conducta es andloga a la del cientifico que selecciona y lee sélo aquellos articulos de revistas que van firmados por ‘grandes nombres” o que aprende a evitar el trabajo de ciertos incompe- tentes reconocidos. Los cientificos, como cualquier otro grupo social, tienen indicadores de verdad: usan la reputacién de owos cientificos y el ntimero de quienes defienden una asercién concreto, Estos indicadores, aunque en ocasiones no sean fiables, son quiz4 preferibles a otras opciones como Ia raza o la nacionalidad. En cambio, cuando los cientificos usan Ja “consonancia con la observacién" como criterio de verdad de las afirmaciones a las que pueda aplicarse significativamente, aplican un criterio comun al conjunto de su cultura, Esta es la razén precisa por la que las afirmaciones de la ciencia organizada han producido reacciones tan significativas en otras instituciones sociales. Por tiltimo, al considerar el escepticismo organizado debemos admitir que un mandato universal de "suspender el juicio hasta que se prueben los hechos" encaja mal con el hecho de que todas las teorfas cientfficas van mas all4 del conocimiento sobre el cual se basan. Ademis, el estudio de las controversias cientfficas muestra que los cientificos casi siempre toman partido por teorfas particulares, a menudo desarrollando adhesiones emocionales hacia ellas, y defendiendo sus méritos con gran vehemencia y habilidad polémica. Los debates en geologfa entre "Neptunismo" y "Plutonismo", luego entre “catastrofismo" y “uniformismo”, y las disputas sobre la evoluci6n son ejemplos ilustrativos. En época moderna, pueden citarse la controversia quimica sobre el enlace de valencia frente al orbital molecular, el debate en fisica sobre la naturaleza de la luz y la teorfa cudntica, y el debate en cosmologfa entre partidarios de un universo estable y del big-bang. En todos esos casos, la evidencia disponible durante gran parte de la controversia era insuficiente, y algunos concluyeron con la creacién de teorfas que incorporaban elementos de ambas posiciones enfrentadas. No son casos de conducta desviada. La defensa tenaz de una teorfa ofrece generalmente a los cientificos indivi- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. a BARNES Y¥ DOLBY 2) La ciencia académica profesional auténoma, primero en pequefia escala en Francia, y después a gran escala en Alemania, donde alcanz6 su punto mAximo entre mediados del siglo diecinueve y 1a Primera Guerra Mundial. 3) La Gran Ciencia del siglo veinte, masivamente dependiente de la sociedad para su financiacién, que se auto-justifica por sus aplicaciones y que se produce en una amplia variedad de marcos institucionales. 1.- Hasta el siglo diecinueve la ciencia era en gran medida una actividad de quienes posefan medios independientes u obtenfan mecenazgo; los cientfficos carecfan totalmente de fuentes sistematicas de financiacién.” Las normas presentes en esta i predominantemente amateur eran en muchos aspectos distintas de las de la ciencia posterior. La "ciencia", en el sentido moderno de la palabra, reune actividades que estaban separadas en este perfodo, actividades realizadas por individuos que no habfan pasado a través de ningiin proceso de socializacién formal y cuyos contactos con sus colegas eran, a menudo, infrecuentes; la nocién de una comunidad cientifica global debe ser aplicada con mucha precaucion en este perfodo. Podemos preguntarnos hasta qué punto operaba la norma de comunismo en un contexto donde hombres como Black y Caven- dish no sentian ninguna necesidad real de publicar sus conocimientos. Sin duda, la ciencia era una actividad social y ya entonces el crédito por el descubrimiento funciona- ba como una recompensa de cardcter comunalista, pero la norma no parece haber existido como un imperativo moral internalizado en la medida en que lo seria después. Era comiin en este perfodo que un cientifico estableciera su prioridad mientras mantenfa en secreto partes vitales de ese conocimiento; esto podia hacerse mediante su depdsito en sobres cerrados y sellados, publicdndolo en clave, o en forma de anagrama, Un ejemplo es el depésito de Lavoisier de una nota sellada en la secretaria de la Academia Francesa en 1772. Sus pensamientos iniciales sobre la naturaleza de la combustién pudieron asf ganar la prioridad sin hacer ninguna concesi6n a su rival inglés." (Cfr. la préctica actual de enviar cartas o breves informes a revistas de rapida publicacién, anunciando éxitos en temas todavia bajo investigacién y ocultando detalles esenciales de las técnicas empleadas). Atin no se habia desarrollado completamente una base sistemética para el comunismo, basada en la determinacién de la prioridad y en la asignaci6n del reconocimiento. El desinterés no fue una norma de este perfodo. En general, apenas hubo aplicacio- nes prdcticas de la ciencia aunque si surgieron profetas de su futura utilidad (notoria- mente Francis Bacon). Cuando surgia la posibilidad de obtener beneficios, eran valores extemos los que influfan sobre lo que debia hacerse: s6lo los més aristocraticos de los amateurs pudieron permitirse ignorar tales cosas. Los cientificos bajo mecenazgo, en concreto, comunicaban inmediatamente cualquier resultado prictico: tablas astronémicas corregidas que mejoraban la astrologfa, un telescopio mejorado, un cronémetro que funcionaba en el mar. Asimismo, el escepticismo aparec{a raramente como norma profesada (existieron diferentes actitudes hacia la especulacién dentro de distintos grupos de cientificos, pero ese es otro asunto). En cambio, la profesién de universalis- ‘mo, bajo la forma de tajantes afirmaciones de que el conocimiento era objetivo e impersonal, era completamente evidente y ha seguido siéndolo. ‘dems, la ciencia amateur contenfa elementos normativos especificos y opuestos alos estdndares de 1a ciencia “profesional” que 1a sucedi6. El amateur solfa perseguir sus intereses por todo el 4mbito del conocimiento, sin preocuparse por las demarcacio- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 46 BARNES Y DOLBY realizar. A diferencia de la mayor parte de su lista, este conflicto puede ser una auténti- ca fuente de tensidn en la ciencia, aunque no debido a las dos normas expuestas -se duda si la humildad deberfa ser aceptada como norma cientifica-. La tensién real proviene de que la ciencia se basa en un sistema andlogo al de la propiedad privada; un sistema que ha tenido muchas dificultades y tendr4 que encararlas atin mayores en el futuro. El sistema cientffico se ha organizado alrededor del reconocimiento del descubrimiento como propiedad del descubridor. E] homenaje se rinde a los descubri- mientos y es sobre estos que los cientificos reclaman derechos de propiedad, Este sistema tardé en establecersc. Precisé de la institucionalizacién de un proceso de concesién de crédito a todo trabajo previo sobre el que se basase una contribucién; también de la aceptacién de que la datacién de descubrimientos debia basarse en su fecha de publicacién y no en la de realizaci6n del trabajo. Esto era necesario para evitar querellas sobre improbables pretensiones de que algin trabajo habfa sido realizado mucho antes por alguien que no lo comunic6. El sistema no logré aceptaci6n universal hasta el siglo diecinueve. Su importancia crecié con la profesionalizacién de la ciencia una vez que los derechos de descubrimiento se convirtieron en el método principal para evaluar el trabajo de un investigador. El derecho de propiedad sobre los hallazgos parece haberse convertido en parte esencial de la ciencia. No obstante, siempre ha habido complicaciones. Una fuente concreta de dificultades ha sido el problema de los descubrimientos simulténeos. Al principio se supuso que se trataba de un hecho infrecuente y que, cuando ocurria, los protagonistas se enzarzaba a menudo en acusaciones de plagio.* Con la progresiva mejora en la institucionalizacién de los medios de atribucién de los descubrimientos este caso fue cada vez menos probable, y el descubrimiento simultineo se reconocié como uno de las inconvenientes de hacer ciencia, especialmente en campos donde trabajaban muchas personas. Aquéllos a quienes les preocupaba esta cuestién buscaron temas que nadie m4s estuviera investigando. Esto es lo que hizo Faraday en sus tiltimos afios, preocupado por su pérdida de memoria y por la posibilidad conexa de plagio inconsciente.*' En general, sin embargo, los cientificos reprimieron las dificultades que podfan acarrear los descubrimientos simulténeos y continuaron como hasta entonces. Pero la ciencia ha crecido y con ello se ha producido un incremento del ntimero de descubrimientos, del nimero de personas trabajando en cada tema concreto y de la dificultad de saber qué hacen todos los demfs en el campo. Todo esto ha aumentado la posibilidad de descubrimientos simulténeos. Cada vez es menos frecuente que alguien pueda afirmar que la naturaleza de su aportacién ha dado forma a todo un campo. Si ese alguien no lo hubiese hecho, otra persona lo habria conseguido. Ademis, se ha visto cada vez mis claro que un descubrimiento no es una cosa fécil de atribuir a una sola persona. Donde 1a tradicién ha visto a cientificos cuyos descubrimientos excedian las posibilidades de sus contempordneos, ¢ incluso los tildaba de “adelantados a su tiempo" (una frase muy dudosa), los recientes estudios histéricos tienden a mostrar que el trabajo previo al de los grandes hombres en cuestién conducfa de forma bastante natural al descubrimiento, y que frecuentemente hizo falta un trabajo posterior para expresarlo en la forma en que se le recuerda. El descubrimiento como derecho de propiedad no resulta tan claro ni tan natural como se hab/a creido. Por ejemplo, Kuhn” analiza que el descubrimiento del oxigeno no fue un acto simple atribuible inequivocamente a un individuo y en un momento concreto en el tiempo. Varios quimicos debieron preparar el aire enriquecido por el gas en los inicios de la década de 1770 sin saberlo. C.W. Scheele preparé una muestra relativamente pura, pero no publicé sus resultados de aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 50 BARNES Y DOLBY 22. Ver, por ejemplo, T-S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions (Chicago, Univ. of Chicago Press, 1962) [Existe version espaficla: La Estructura de las Revoluciones Cientificas (México, FCE, 1972\N. del T.)], capitulos 11-V. 23. W.O. Hagstrom, The Scientific Community (New York, Basic Books, 1965), p.10. 24. Merton, Science and Democratic Social Structure, op. cit., p554. 25. Storer, op. cit., p. 78. 26. T. Parsons, The Social System (New York, Free Press, 1951) (Existe versiGn espafola, El Sistema ‘Social (Madrid, Alianza ed., 1978)(N. del T.)]. 27. Ver, por ejemplo, D. Edge (ed.), Experiment (London, B.b.C., 1964), 28. Merton, Science and Democratic Social Structure, op. cit., p552 29. Mary Douglas ha planteado en Natural Symbols (London, Crosnet Prees, 1970) [Existe versién espaiola, Simbolos Naturales (Madsid, Alianza ed. 1982)(N. del T.)] un estudio comparativo de la incidencia de las cosmologias antropomérficas e impersonales. 30. Sobre los recientes debates en este punto, véase D.S.L. Cardwell, The Organisation of Science in England (London, Heinemann, 1957); E. Mendelsohn, The Emergence of Science as Profession in Nineteenth-Century Europe, en K.B. Hill (ed.), The Management of Scientists (Boston, Beacon Press, 1964). 31. Véase, por ejemplo, el comentario de Lavoisier sobre su accién, citado en W. Whewell, History of the Inductive Sciences (London, 1837), vol. Ill, p. 131. 32. Por ejemplo, algunos de los que reaccionaron contra la obra de C. Babbage, Observations on the Decline of Science in England (1830), expresaron que la ciencia inglesa era mucho més libre que la francesa. La creencia politica en la no intervencién del Estado se extendia a menudo a la ciencia y a la educecién cientifica. Cardwell comenta que muchos victorianos parecian creer que el Estado nunca podia tener razén. Ver D.S.L. Cardwell, especialmente. p. 56. H.T. Buckle sostuvo en su History of Civilization in England (1857-1861) que el declive de la ciencia francesa a finales del siglo diecisiete fue debido, en gran parte, a las funestas influencias del mecenazgo de Luis XIV. 33. J. Ben-David y A. Zloczower, "Universities and Academic Systems in Modem Societies", European Journal of Sociology, 111 (1962), 45-84, 34, W.H. Perkin, "Hofmann Memorial Lecture”, Journal of the Chemical Society, LXIX (1896), 596-637. 35. RK. Merton y E. Barber, Sociological Ambivalence, in E.A. Tiryakian (ed.), Sociological Theory, Vatues and Sovio-Culturat Change (London, Collier-Macmillan, 1963). 36. RK. Merton, The Ambivalence of Scientists, in N. Kaplan (ed.), Science and Society (Chicago, Rand MeNally, 1965), p.112. 37. Ibid. p.113. 38. RK. Menon, “Priorities in Sciemtfic Discovery”, American Sociological Review, XXII (1957), p. 635. pis. 40. Ver, por ejemplo, Merton, Priorities in Scientific Discovery, op. cit. y Singletons and Multiples in Scientific Discovery, Proceedings of the American Philosophical Saciety, CV (1961), 470-486, también, Kuhn, The Siructure of Scientific Revolutions, op. cit. y Energy Conservation as an Example of Simulta- neous Discovery, in M. Clagett (ed.), Critical Problems in the History of Science (Madison, University of Wisconsin Press, 1959), pp. 321-356. Al. L. Pearce Williams, Michel Faraday: A Biography (London, Chapman and Hall, 1965), p.491. 42. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, op. cit. pp. 53 y ss. Id “Historical Structure of Scientific Discovery", Science, CXXXVI (1962), p.760. 43. Merton, Priorities in Scientific Discovery, op. cit; "Resistance to the Systematic Study of Multiples Discoveries in Science”, European Journal of Sociology, 1V (1963), p.237. 39. Merton, The Ambivalence of Scientists, op. ci aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SOCIOLOGIAS NORMATIVA E INTERPRETATIVA 55 debe hacerse notar que en sus trabajos mas recientes Muikay ha evolucionado en la direcci6n de un andlisis interpretativo'). Pueden sefialarse varias 4reas de similitud normativa entre Merton y Mulkay que, pensamos, definen simulténeamente sus fuerzas y sus debilidades al estructurar la naturaleza del andlisis. (a) Marcos Normativos. El compromiso de Merton con un marco normativo estético es muy evidente -se afirma que las cuatro normas que caracterizan la ciencia han permanecido estables desde el siglo XVII-.’ Mulkay adopta un compromiso simi- lar, aunque menos global, al sostener que el paradigma de Kuhn puede verse como constituyente de las normas técnicas y cognitivas.'° Esas normas forman un marco que hace inteligibles acciones del cientifico. En general, para un “cientifico normal” las normas cambian poco (la nocién de "articulacién" parece referirse a sucesivas especifi- caciones normativas). Sin embargo, a veces, el cambio normativo puede ser rapido. Mulkay sugiere que 4reas cognitivas enteras pueden ser reorganizadas normativamente a través de procesos de invasién cientifica (esto es, a través de la transferencia de marcos normativos de un 4rea a otra''). En momentos de revolucién cientifica, los viejos marcos normativos son revocados y se crean y aceptan otros nuevos. Sin embar- go, dentro de una disciplina cientifica “normal” la imagen dominante muestra marcos normativos relativamente estéticos que gobiernan las acciones cientificas y, si bien el contenido de tales normas es muy diferente del sefialado por Merton, la forma del andlisis y muchas de sus consecuencias son idénticas. (b) La Coherencia del Conocimiento. Ambos enfoques sugieren implicitamente que dentro de la ciencia (0 de la red de investigacién) el conocimiento esta bien organizado y es coherente. La conceptualizacién de Merton de las acciones cientificas evidencia su compromiso con una visién positivista y empirista de la ciencia." Los hechos sobre el mundo, si se los recoge correctamente, son acumulativos y, presumiblemente, verdaderos para siempre.'* Las teorfas, construidas dentro de marcos coherentes, responden a los hechos. Una visién similar es atin més claramente observable en escritos similares de Parsons.'* En su interpretacién de Kuhn, Mulkay asume una coherencia similar con respecto al paradigma. Citando a Festinger. Mulkay sostiene que el cientifico individual intenta evitar estados de disonancia cognitiva.'* Ademés, como los paradigmas pueden conce- birse como conjuntos de normas, es razonable asumir que las acciones y creencias cientificas de todos los cientificos vinculados a un paradigma formardn, en abstracto, un todo cientifico coherente (seguramente un complejo conjunto interrelacionado de teorfas ¢ imagenes de los datos). Slo se permitira cierta incoherencia en Areas incipien- tes (exploratorias), donde los marcos normativos aiin no se han establecido adecuada- mente, (c) El Consenso Cognitivo. Merton asume el consenso cognitivo desde su invete- rado empirismo. Para é1, cuando un actor aprende a representar el rol de cientifico llega a ver claramente la naturaleza del mundo real (es decir, si el conocimiento, una vez testado, es cientifico 0 no) asf como de la del papel que tiene que desempefiar. Mas atin, se asume que dos cientificos adecuadamente socializados nunca encuentran serias dificultades para llegar a un acuerdo sobre el status del conocimiento relevante.'* El articulo de Mulkay sugiere que lo mismo vale para los cientificos que trabajan dentro de un paradigma. Este planteamiento se explicita al hablar de normas ‘técnicas’ y “cognitivas’, y al negar la tesis de Kuhn de que hay circunstancias bajo las cuales no es posible diferenciar (abstraer) las reglas de los paradigmas. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SOCIOLOGIAS NORMATIVA E INTERPRETATIVA 59 Ja solucién kuhniana de enigmas no ocurre en un vacio social. Kuhn lo afirma expresa- mente, si bien sus tiltimos anilisis se han desarrollado de forma exclusivamente in- ternalista, Tal como han sefialado sus criticos, esto provoca problemas especificos en su andlisis de las crisis cientificas, donde el paradigma ya parece ser una gufa suficiente para la accion ciemiifica.” Existen muchas vias empfricas para desarrollar esta {nea argumental. De inmediato surge la cuestién de cémo se negocia el orden social en los laboratorios y en los departamentos universitarios.™. Si se ve la ciencia como un proceso social, tan socio- légicamente razonable es interesarse por la idea que tiene de ella el técnico de labo- ratorio o el estudiante de ciencias, como por el del investigador cientifico 0 el editor de una revista.” Otro drea de interés es la produccién de articulos cientificos, que se escriben en situaciones pobladas por ofros tan significativos como administradores, profesores, audiencias anticipadas, ayudantes de investigacién recalcivrantes, mecanégra- fos, colegas, maridos y esposas, en situaciones que hacen referencia a laboratorios, ascensos, salarios, becas de investigacién, equipos, tiempos de ordenador e hipotecas. Asf pues, cualquier estudio que emplee articulos cientificas como datos, por ejemplo, deberia familiarizarse con las situaciones en las que se escriben. Un segundo modo, ligado al anterior, como la sociologia interpretativa puede ampliar el andlisis kuhniano es a través del andlisis del proceso por el que se validan las soluciones propuestas a un enigma. La pregunta central aqui es: ;Qué constituye una buena solucién a un enigma? La respuesta, desde 1a Optica interpretativa, es: simple- mente, la que los otros "relevantes" puedan ver como equivalente a, o compatible con, los ejemplares existentes.* 4Cémo se define la equivalencia? La respuesta que usa Kuhn, tomada de Wittgenstein, es que bien podria no haber criterios claros y decisivos de similitud. Las nuevas soluciones deben seguir el patrén de los ejemplares antiguos, pero las analogias que permiten conectar aquéllas con el modelo de éstos podrian no ser consistentes. La sociologia interpretativa explicita el pragmatismo social que est4 implicito en los escritos de Wittgenstein” y sefiala que la similitud depende de los prop6sitos, intenciones € intereses de los actores en cuestion. Los intereses de los actores variardn en parte en relacién con sus creencias cient{ficas, pero también en relacién con los factores extemos considerados importantes anteriormente. Como ejemplo puede sefialarse el descubrimiento de Mulkay de que los referees a veces no se molestan en revisar minuciosamente los artfculos que se les encomiendan, y apunta las razones por las que ocurre. Nosotros pensamos que si ha de emprenderse un andlisis de lo que se toma por similaridad -y, por lo tanto, como conocimiento cientifico-, entonces debe hacerse un estudio exhaustivo de la estructura social de la ciencia del tipo referido. S6lo asf seran comprehensibles las “estructuras de relevancia"* de los actores cientificos y estaremos en situacién de desarrollar una genuina sociologia del conocimiento cientifico. Una tercera forma en la que puede emplearse un enfoque interpretativo para enriquecer el andlisis kuhniano es en el Area de la socializacién. En un andlisis interpre- tativo: 'La socializaci6n cambia su cardcter de ser una internalizacién efectiva de normas y de valores a ser una capacidad cultivada de asumir los roles de los otros efectivamente”.” Esto implica que la socializacién ocurre de continuo, pues en cualquier momento pueden surgir situaciones que impulsan a tomar nuevos roles y, ademés, que este proceso puede analizarse como otra forma de accién innovadora. El aprendizaje no aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SocioLoGias NORMATIVA E INTERPRETATIVA, 63 30. Kuhn no explicita este punto. Sin embargo, se refiere a un proceso similar en términos mas psicolégi- cos: "Aunque los cientificos comparten por lo general los mismos valores... en ocasiones su aplicacién se ve considerablemente afectada por los rasgos de la personalidad individual y Ia biografla que diferencian ‘a los miembros del grupo” (Kuhn: op. cit., p.185). 31. "Si un problema ha de ser considerado como un enigma, debe caracterizarse por algo més que por tener asegurada una solucién. Deben existir reglas que limiten tanto la naturaleza de las soluciones acep- tables como los pasos mediante los que éstas se sostienen’, (Kuhn: op. cit., p. 37). 32. Ver Blumer: Op. cit., 1966, p. 537; J.D. Douglas: The Social Meanings of Suicide, Princeton Univer- sity Press, 1967, capitulos 13 y 14; y Kuhn: op. cit., Epilogo. 33, Debemos recalear que en ningéin caso consideramos satisfactorio un andlisis puramente intemalista, ni siquiera en momentos de ciencia normal. 34, Existen ya algunos trabajos en esta linea. Véanse en especial D'S. Zinberg "The Widening Gap: Attitudes of First-Year Students and Staff towards Chemistry, Science, Careers, and Commitment”, Science Studies, 1 (1971) 287-313. 38. Esta idea es consistente con lo que Becker denomina "Ia jerarquia de Ia credibilidad”. H.Becker: "On Methodology”, en H.Becker, Sociological Work, Methad and Substance, Allen Lane, London, 1971, pgs- 4 y 126. 36. No hay forma de determinar a priori quién es relevante; debe decidirse mediante estudio empirico. 37. El pragmatismo social afirma que Jos individuos persiguen un ajuste més satisfactorio con su entorno social y material, y que, desde este punto de vista, las normas, las creencias, etc., deben ser consideradas como instrumentos para la obtencién del ajuste més efectivo. Las teorias se tienen por apropiadas o verda- deras en tanto que son stiles 0 eficaces para los propésitos practicos de los cientificos. Para el pragmatista no existe, por tanfo, ninguna aproximacion apropiada 2 la verdad que sea independienie de los intereses hhumanes. Compérese esta doctrina con el anilisis de Wittgenstein sobre el modo como se usan las palabras y los conceptos; L. Wittgenstein: Philosophical Investigations, Blackwell, Oxford, 1968. Wittgenstein, por ejemplo, escribe: "No conocemos las fronteras porque atin no han sido dibujadas. Repitamoslo, podemos dibujar un frontera (para un propdsito especial). {Es eso lo que hace utilizable un concepto? En absoluto (excepto para ese objetivo especial). (op. cit., p. 33) 38. Véase, A. Schutz "The Dimensions of the Social World” en sus Collected Papers, Vol.ll, Studies in Social Theory, Martinus Nijhof, The Hague, 1974. 39. Blumer: op. cit, 1966, p. 544, 40. Kuhn: op. cit., p. 189. 41. Blumer sefiala e6mo puede introducirse al poder en este anilisis: "Esa conformidad puede tener lugar por muchas razones, dependiendo del tipo de accién conjunta que demanda la situacién, y no tiene porqué involucrar 4, 0 emanar de, valores compartidos. Los participantes podrian adaptar recfprocamente sus actos en acciones conjuntas coordinadas sobre la base de un compromiso -a la fuerza- porque precisan el uno del otro." (Blumer: Op. cit., 1966, p. 544). Para un andlisis desarrollado dentro una tradicién intespretativa -véase A.V. Cicourel: The Social Organisation of Juvenile Justice, Wiley, New York, 1968, especialmente Jas converzaciones entre Audrey y el agente encargado de su libertad condicional (pp. 130-166). 42, Nétese que esto no implica una imagen de la estructura social una discusin de este punto véase, McAlpine y Bitz: op. ci ntifics como una "caja china” . Para 43. Zinberg ha realizado un excelente trabajo segiin esta orientacién (véase nota final 34), Sefiala que los estudiantes de primer curso tienen actitudes hacia la quimica que difieren notablemente de las de sus profesores. Aunque esto no sorprenders a nadie que tenga relacién con la ense‘ianza, deberia apreciarse que €s un hallazgo anticipado desde un punto de vista interpretativo y que nunca ha sido adecuadamente desarrollado en un marco normativo. También debe sefialarse que Zinberg no se refiere explicitamente a ningén enfoque, pero es claro que su descripcién, que revela la gran complejidad intrinseca a la interaccién de aprendizaje, es fécilmente asimilable a una éptica interpretativa. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. C7 E. MEDINA Para Marx, tanto cl hombre como sus propias producciones te6ricas son el produc- to de relaciones sociales dindmicas. Los hombres se organizan para producir y reprodu- cir su vida, y en este proceso no sélo generan y reconstrayen su esencia como hombres, sino sus propias formas de ver el mundo, sus conocimientos cientificos sobre él. El proceso de acceso a la verdad es, pues, un proceso colectivo, condicionado por las . luchas entre distintos grupos de interés y por el trabajo como forma prctica de relaci6n con el mundo, La verdad es, pues, accesible a los hombres -Marx es realista-, pero el camino est4 dificultado por formas imperfectas de organizacion, por una practica deformada y por las contradicciones entre los propios hombres. En otras palabras, el conocimiento de la naturaleza y el mundo depende de factores externos, que son los que establecen en cada momento el avance de la ciencia, los sistemas de descubrimien- to y verificacién. Pero también depende de 1a capacidad de los seres humanos de distinguir entre ciencia e ideologia, de la aplicacién de una metodologia adecuada que permita distinguir entre lo concreto y las categorias absiractas, entre la realidad tal como se presenta y la esencia de esa misma realidad. Marx rehuye, pues, tanto el empirismo como el idealismo de Hegel, y la Introduccién de 1857 sigue siendo ain un texto fundamental del que obtener reflexiones seminales. Con todo, se ha Hegado en nuestros dias a una antinomia de dificil superacién: internalismo/externalismo en el estudio de los procesos de cambio y, constitucién del conocimiento cientifico, antinomia que viene funcionando de modo consecuente, es decir, excluyéndose mutuamente y legitiméndose en la negacién del contrario. El internalismo plat6nico-positivista entiende que basta con indagar supuestos tales como la l6gica que utiliza el investigador, qué sistema de verificaciOn 0 refutacion maneja, qué teorfas sostiene, qué experimentos realiza, cmo interactian los supuestos anteriores para producir novedades que supongan avances reales en el proceso de acumulacién cientifica, etc. El externalista tradicional pasa por alto tales andlisis, como algo mera- mente técnico y rutinario. De hecho -creo que es importante sefialarlo-, no pocas de las opciones externalistas en 1a sociologfa y la historia de las ciencias hunden sus raices en el miedo y la precauci6n de socidlogos e historiadores a entrar a discutir los temas centrales de las ciencias de la naturaleza, acampando asf en el exterior de la caverna, incapaces de desvelar su mito. Pero en la medida en que, como sefialan Habermas y Offe, la polémica sobre la racionalidad positivista encarnada en la ciencia y la técnica desbordan la sociologfa, la historia y la filosoffa de las mismas para convertirse en una de las claves que definen a las sociedades industriales desarrolladas, los intentos de superar el dualismo referido van més all4 de una aventura académica. No creo, pues, contrariamente a lo que sefiala Vergati (1978-9), que la dicotomia «internalismo/externalismo» sea titil inicameme con fines analiticos y para una primera aproximacién, El problema no es metodolégico, sino hist6rico ¢ ideolégico, y, por tanto, no se trata de utilizarlo como un primer nivel de profundizacién, sino como paradigma de los modos de entender la accién social intencional en relacién con la practica humana, las luchas sociales y los modelos de organizacién politica y econémica. Por eso puede resultar conveniente detenerse con mis cuidado en la polémica entre ambas posturas y en el papel de las ciencias sociales (fundamentalmente la sociologia y la historia) y la filosofia en el tratamiento del tema. i Para facilitar la exposici6n, conviene aqui que diferenciemos entre el internalismo «duro» 0 radical y el internalismo «flexible». En el primero se alinean historiadores y aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. n E. MEDINA racionalidad que la inmanente en el proceso cientifico. En este sentido, la obra de Lakatos es un intento de convertir y reconstruir su historia, a fortiori, desde los criterios de racionalidad que defiende. La racionalidad no surge asf del estudio de la historia de la ciencia, sino que dicha historia es manipulada de forma que cumpla las normas que el fil6sofo -en este caso Lakatos- establece como constitutivas de la racionalidad objetiva. De este modo, la racionalidad es independiente de la historia e impuesta a ella; la historia es el «lecho de Procusto» del criterio de racionalidad de Lakatos, que, como cada filésofo, posee el suyo de un modo més 0 menos distintivo. No resulta muy dificil estar de acuerdo en este punto con la critica que plantea Kuhn a las «reconstrucciones» lakatosianas (1971: 141): el criterio de internalidad no admite flexibilidad una ver que se adopta. De esta forma, si lo «intemo» fuera un término independiente usado de forma inequivoca -como lo es en el caso de los histo- riadores que lo siguen-, entonces se podria esperar aprender algo sobre la metodologia racional aplicada al estudio de la ciencia, Pero si la «historia interna» es s6lo una parte de la historia, privilegiada pero compatible con 1a historia extema, entonces el filésofo s6lo puede aprender de la historia lo que ha puesto en ella. «EI mé1odo metametodol6- gico de Lakatos -concluye Kuhn- estd en peligro de reducirse a una tautologia». O, dicho con otras palabras, la historia reconstruida racionalmente viene necesariamente a dar la raz6n al método segtin el cual ha sido reconstruida. Ill. Las posiciones externalistas fluyen también entre el radicalismo de los relativistas y la flexibilidad de los que aceptan la aplicacién simulténea de las visiones externa e intema, Un punto me parece importante sefialar antes de entrar a examinar con mas detalle las distintas opciones: el fundamento que sirve de clave a las mismas. Tal como hemos visto, las bases filoséficas de los internalistas son fundamentalmente dos. La primera, el inductivismo neopositivista, que usa como punto de partida los enunciados sobre hechos empiricamente verificados. El procedimiento de la ciencia serd, para ellos, el de generalizar las conclusiones provisionales obtenidas de dicha verificacién y volver a someterlas a prueba. La segunda, el deductivismo popperiano, que usa como punto de partida las hipdtesis-teorfas. El procedimiento de la ciencia, para Popper y sus seguidores, seria el de falsar criticamente tales teorfas de modo tal que si resisten la prueba puedan seguir utilizéndose. El punto de referencia de esta segunda opcién serfa la objetividad del «Mundo 3», compuesto por los productos teéricos y materiales que la humanidad ha ido acumulando a lo largo de la historia. Los extemalistas, a su vez, podrian encontrar argumentos de tipo filoséfico en la fenomenologfa o en la teoria de la coherencia de la verdad, ademas de en la «dialéctica materialista» del marxismo ortodoxo. Pero creo que éste no es el tema, La base funda- mental de las opciones exteralistas en el estudio de la ciencia es la sociologia y, aunque en menor medida, la antropologia, economfa, psicologia, etc. De hecho, como afirma Overington (1979), la sociologia no tiene que acudir a la externalidad de las explicaciones sobre los procesos de conocimiento porque «ella misma es extemalidad». La realidad se puede entender, desde esta perspectiva, no tanto mediante el estudio de las ideas como del estudio de quienes las han producido; los cientificos, a su vez, se deben estudiar a través de las practicas localizadas en el contexto en el que han sido socializados. Por tanto, nuestro conocimiento sobre ¢l mundo no puede ser aislado del contexto social en el cual dicho conocimiento se genera. El objetivo de la historia y la sociologia de la ciencia externalistas estribarfa en relacionar esos contextos cognitivos, aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 16 E, MEDINA y «neoexternalistas» anteriores, diffcilmente podrfa entenderse el resurgir del interés por Jos temas de la ciencia en las sociedades actuales sin la explosién que provoca la obra de T. Kuhn. De hecho, Kuhn, como historiador de 1a ciencia, pertenece originalmente al internalismo, posici6n que poco a poco va atemperando con la inclusién de factores extemos 0, en el caso de La estructura de las revoluciones cientificas, asumiendo un cierto relativismo sobre la forma de acordar el contenido de un paradigma por de la comunidad cientifica, la manera de «convertirse» a otro paradigma, la imposibilidad de comparar los paradigmas entre sf y la necesidad de realizar estudios desde las ciencias sociales de los contenidos cognitivos de la actividad cientifica. Por eso leva raz6n T. M. Brown (1980: 23) cuando afirma que «para la mayorfa de los internalistas, La estructura... es una intrusi6n irritante y mistificante en su bien establecida discipli- na», En realidad, Kuhn se ha quedado luego mis corto de lo que cabria esperar respec- to a las posibilidades que La estructura contiene. Su posterior alineacién con los mer- tonianos y neomertonianos puede constituir una prueba a este respecto; pero lo que otros soci6logos ¢ historiadores de la ciencia han desarrollado a partir de sus propuestas constituye el intento més serio para superar la polémica sobre el estudio de la ciencia, y aesto le dedicaré, en parte, las préximas pdginas. Iv. En realidad, la resolucién de la polémica internalismo/externalismo requeriria 0 bien la aportacién de pruebas contundentes que permitieran el apoyo a una u otra postura 0, por el contrario, la decidida voluntad de escapar a tales dicotomfas excluyen- tes. En el primer caso, las investigaciones sobre la financiacién de los programas de investigaci6n, la distribucién de fondos entre Investigacién y Desarrollo (R & D), las fuentes de tales fondos, los objetivos del apoyo econémico, etc., pueden aportar datos empiricos que ayuden a Ja superacién de la polémica. En este sentido, resulta muy interesante el trabajo de David Morrison (1975) sobre Ia influencia de las fundaciones filantr6picas en 1a produccién del conocimiento. Morrison examina la manera en la cual el cambio social y los climas politicos han influido en las operaciones de tales institu- ciones de apoyo a la investigacion y, a través de ellas, qué clase de conocimiento cientifico se ha producido. Morrison se centra en su estudio, por razones obvias de importancia histérica, en las fundaciones norteamericanas, analizando 1a posicién ocupada por las mismas y sus relaciones con las universidades. Las fundaciones han sido especialmente responsables de las posiciones politicas 0 de la orientacién episte- molégica de muchos investigadores, siendo el concepto de «legitimacién» una clave importante para entender su actividad. Lo que Morrison concluye es que las fundacio- nes han fracasado, sin embargo, en su propia autolegitimacion. Pero quizd lo mas importante de su trabajo es su criterio integrador dentro de una sociologfa de la ciencia que intenta superar la dicotomfa repetidamente sefialada. Como él mismo aclara, «es dificil trazar una linea entre el “creador del conocimiento" y la "estructura de soporte" necesaria para su produccién, ya que ambas son parte necesaria de! proceso de conoci- miento» (1975: 394), El problema, con todo, consiste en conjugar las razones de Ia l6gica interna de la ciencia con los factores que afectan su desarrollo. Un par de intentos de mostrar esta sintesis son los de J. Ben-David o Barry Barnes. Ambos establecen la diferencia entre el contenido intemo del paradigma -no sujeto a factores externos- y la actividad de los investigadores, que sf se ve influida por dichos factores. De hecho, algunos de los trabajos m4s importantes de Ben-David se incluyen dentro de lo que podria llamarse aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 80 E. MEDINA De entre esas aportaciones, me gustarfa resaltar aquf dos que han supuesto, en la década de los setenta, un verdadero revulsivo: Los contextos historiogrdficos ¢ ideoldgi- cos del debate del siglo XIX sobre el lugar del hombre en la naturaleza de R. Young (1973), y Cultura de Weimar, causalidad y teorfa cudntica, 1918-1927 de P. Forman (1971). A ellos me referiré con brevedad. Forman estudia la comunidad de fisicos y Mateméticos centroeuropeos en el perfodo inmediatamente anterior a la invencién de la mecénica cudntica probabilista de mitad de los veinte. En contra de la asunci6n de autonom{a intelectual de las disciplinas cientfficas profesionalizadas, Forman muestra que los cientificos se adaptaron por sf mismos a un contexto intelectual que les Hevaba a abandonar algunos de sus principios claves. Dado que la reaccién roméntica contra laciencia y sus leyes de causalidad habia logrado suficiente popularidad dentro y fuera de las universidades, los fisicos y matematicos se sintieron impulsados a alinearse con esta postura, adaptando asi el contenido de su disciplina a los valores de su entomo intelectual. Lo que constituye novedad en el trabajo de Forman es que, siguiendo la teorfa de la «conversion» a un nuevo paradigma de Kuhn en los procesos de revolucién cientifica, los fisicos y matemdticos centroeuropeos se adaptaron primero al entomno y, a partir de entonces, trataron de encontrar una salida a la crisis de la vieja teoria cudntica. «De este modo -sefiala Forman-, los problemas sustantivos (internos) de la fisica atémica desempefiaron sdlo un papel secundario en la génesis de la opinién acausal» (1971: 110). Robert Young, por su parte, va ain mds alld que Forman. Mientras éste presenta la influencia decisiva de los factores externos de la sociedad en el Ambito interno de laciencia, Young abandona esta dicotomia «mistificadora» y trata de mostrar el papel ideolégico de la ciencia en un contexto total, Este contexto total -la relacién del hombre, la naturaleza y la sociedad- permite entender a Darwin en dos planos. En el primero, Darwin desarrolla su teorfa de Ia evoluci6n por seleccién natural en respuesta a los problemas técnicos dentro de las tradiciones internas de la biologia y la geologia de comienzos del XIX, Con este paradigma, Darwin entra en crisis por no encontrar soluci6n a las anomalfas que se desarrollan en su interior. La solucién, sin embargo, no la va a enconwar en la biogeografia, paleontologia y la especiacién, sino en los escritos de un economista como Malthus, que le dan la clave que buscaba: la nocién de presién demogrdfica y Ia consecuente lucha por la supervivencia. Darwin mismo concluye el trabajo en este primer plano cuando publica, en 1859, su Origen de las especies. El segundo plano resultar4 del impacto en el ambito de las ciencias sociales y de la ideologia de la obra de Darwin, cuyas consecuencias no sélo se encuentran en el darwinismo social de H. Spencer, sino también en el propio Marx, como Gerratana (1973) ha sefialado mAs detenidamente. La conclusién es que el inmediato reconoci- miento social de la obra de Darwin (el Origen se agot6 veinticuatro horas después de su aparicién) refuerza una sintesis ideolégica ya alcanzada en Inglaterra tras el triunfo de Ja burguesfa industrial y financiera y su concepto de progreso a través de la lucha y de progreso social a través de la reconciliacién con las leyes de la naturaleza. Ciencia y sociedad, ideas internas ¢ ideologia extema, emergen como inseparables (Brown, 1980). ‘Aun con matices en cada caso, las posiciones de Forman y Young se basan en la negacién no s6lo de la autonomia de la ciencia como campo de privilegio epistemologi- co, sino también en la comprensién de sus procesos y revoluciones en base a la recep- cién en su interior de formas sociales y culturales externas: la reaccién contra el aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. PROBLEMAS EPISTEMOLOGICOS 8s Asf, podfan identificarse dentro del contexto de descubrimiento elementos tales como la psique del investigador, el ethos de la comunidad cientifica, los sistemas de valores de la sociedad, los parémetros econémicos, etc. Mientras que el contexto de justificacién reunfa a los procesos de validacién, ademis de los elementos formales que permitfan constituir un algoritmo que proporcionaba teorfas potencialmente verdaderas; en suma, que ofrecfa una explicacién del crecimiento del corpus cientifico*. Mediante esta operaci6n se estableci6é una divisi6n social dei trabajo en el estudio de la ciencia. De las cuestiones de método que eran cruciales para, ademds de la validacién, explicar como se habfa generado el conocimiento cientifico se ocupaba la filosoffa de la ciencia, mientras que de los temas circundantes o externos, que operaban como factores necesa- rios pero no suficientes ni determinantes, se encargaban las ciencias sociales. Ese planteamiento fue aceptado mayoritariamente durante un buen periodo de afios, y todavia hoy perdura entre los seguidores de la filosofia de la ciencia racionalista y entre buena parte de los cientfficos sociales. Pero fue también en la filosofia de la ciencia donde se gener6 un movimiento que, iniciado por Toulmin (1953) y Hanson (1985), comenzé6 a cuestionar la divisin absoluta en que se habia convertido la dis- tincién entre contexto de justificacién y contexto de descubrimiento, y que terminé abogando por la recusacién de este par conceptual, dado que la metodologia cientifica no debja limitarse a una mera labor de reconstruccién racional, sino que necesitaba incorporar factores hist6ricos, sociales, etc, a sus explicaciones sobre el progreso cien- tifico’. Como continuacién de ese movimiento inicial hay que indicar que uno de los rasgos unitarios més sobresalientes de las diversas corrientes aglutinadas bajo la etique- tade las sociologfas del conocimiento cientffico, es el denominado principio de natura- lizaci6n, que presenta como eje central el rechazo de Ja separacién entre los dos contex- tos mencionados (Gonzélez de la Fe & S4nchez Navarro, 1988: 83). La negaci6n de esta divisién implica que la explicacién y andlisis de los procesos de generacién del conocimiento cientifico queda dentro del campo de competencia de las ciencias socia- les, ademds de que éstas harén especial hincapié en los procesos que los cientificos desarrollan para legitimar el status epistemolégico del producto cognitivo final. De esta manera, el balance de este primer obstaculo podria ser el siguiente. En primer lugar, en cuanto que distincién metodolégica la divisién de contextos no tiene sentido porque, con los argumentos indicados anteriormente, puede asumirse que las disposiciones especfficas del hébito cientifico presentan un cierto nivel de interaccién con los factores sociales, exteos e intemnos, presentes en el quehacer cientifico. Sin embargo, buena parte de quienes predican el fin de la separacién olvidan, a menudo, Jadimensién referida al método o habito cientifico, confundiendo la infradeterminacién de las teorfas por los datos 0 el lastre teérico de la observacién con la irrelevancia de factores tales como la congruencia teérica 0 el grado de evidencia o fertilidad del mate- rial empirico. En este sentido estimo que, en general, el problema de las sociologias del conocimiento cientffico es el de la falta de una teorizacién mas adecuada respecto de las singularidades especificas que presenta el conocimiento cientifico, aunque también hay que subrayar la importancia de los nuevos territorios descubiertos 0 mejor dicho, puestos al alcance de la indagacién sociolégica. Pero, en segundo lugar, creo que la distincién entre los contextos todavia tiene sentido analitico, al menos como divisién funcional -que no social- del trabajo, y que dicha pertinencia estarfa préxima a la formulacién original de Reichenbach. Afirmaban Berger y Luckmann en su ya clasico ensayo, La Construccién Social de la Realidad aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. PROBLEMAS EPISTEMOLOGICOS 89 cu4ntico. En el caso extremo, elementos politicos e ideolégicos proveen mec4nicamente Ja hegemonja de un determinado programa de investigacién, como ocurri6 en el conoci- do ejemplo de Lysenko y la genética sovi¢tica (Joravsky, 1970). La vinculacién entre corpus cientifico y ambiente social también ha sido identificado, en diversos cstudios de caso histéricos, por la actual sociologfa del conocimiento cientffico mediante la denominada teorfa del interés (Barnes & Shapin, 1979; Mackenzie, 1978). De esta forma, lo externo no s6lo ya identifica a los rasgos ambientales circundantes, sino que también sirve para referirse a lo que Toulmin denomina el medio disciplinar, esto es, a la estructura social de cada disciplina. Y asf por ejemplo, Fisher (1966) ha mostrado en un estudio clasico cémo el colapso de Ia teoria invariante en matematicas se debié a la ausencia de un marco académico que permitiera el reclutamiento de un numero suficiente de estudiantes. En resumen, la propia evolucién de la historia y 1a sociologia de la ciencia ha permitido compatibilizar lo que en su dia representé una concepcién que separaba radicalmente las dos facetas del quehacer cientifico. Y tras esa quiebra, y con los estudios empiricos ya generados, puede afirmarse que aunque la divisién analitica sigue siendo valida ya que da cuenta de dos planos constituidos en espacios distintos, desde ‘un punto de vista metodolégico, y tanto en la acepcién clasica como en la mas reciente, ambas variables son no solamente complementarias sino que se entretejen continuamen- te, dado que la actividad cognitiva cientifica es también, de forma indisoluble, una actividad social y profesional. Por tanto puede concluirse con Barnes (1974: Capt. 5), que la actividad cientifica es una forma de cultura, y que por ello las fronteras y rela- ciones entre lo interno y lo externo serin definidas de forma diferente segiin los momentos, las sociedades, los medios disciplinarios y los marcos conceptuales y técnicos. Sin embargo, si la perspectiva internalista, y con ella el contexto de justificacién, han ejercido durante tanto tiempo un papel tan relevante en el andlisis del conocimiento cientifico ha sido porqué ambas posiciones coincidian en un supuesto comtn: la existencia de un mundo exterior objetivo que podia aprehenderse mediante una serie de pricticas y procedimientos preestablecidos de antemano, las del método cientifico. Este postulado ha dado lugar a la tercera y tltima dicotomfa que ha afectado a las disciplinas y tradiciones que se ocupan del quehacer cientifico. IV. Objetivismo versus Relativismo En efecto, 1a existencia de un mundo natural considerado como real y objetivo, que el cientifico puede conocer si tiene en cuenta una serie de pautas 0 pasos predefini- dos, es el presupuesto central de buena parte de las tradiciones que se han ocupado del andlisis de la cicncia. Es un mundo que est4 més alli de las subjetividades de cada individuo, y cuya aprehensién s6lo es posible tras un prolongado proceso histérico de depuracién cognitiva. Ese viejo suefio de la Hustracin se habfa ejemplificado en las primeras interpretaciones de la historia de la ciencia tal y como he mostrado, pero adquirié fortaleza, sobre todo, en la filosofia de 1a ciencia con la irrupcién del movi- miento positivista. Las caracteristicas de ese mundo pueden representarse vilida y fidedignamente si se aplican una serie de criterios sobre él. Esos criterios, denominados genéricamente el método cientéfico, son sucintamente los siguientes. Por un parte, el principio de raciona- lidad, que establece que el conocimiento generado debe estar formado por conceptos, juicios e ideas combinadas mediante algiin conjunto de reglas légicas que permitan aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. PROBLEMAS EPISTEMOLOGICOS 93 ciones post hoc de la préctica cientffica, y no tanto procedimientos que determinan la accion cientifica, o también una mds radical, aquella que sostiene que en el caso de los descubrimientos no puede presuponerse el cardcter del objeto descubierto, sino que éste es el resultado de las afirmaciones del descubridor y de su trabajo para tratar de imponer su definicién. Por tanto, la propia existencia del objeto descubierto, sus rasgos, y las estrategias del individuo 0 grupo que buscan obtener para su objeto el status de objetivo, dependerdn de las variables condiciones de los distintos entramados socia- les'®, En resumen, ambas posiciones, la objetivista y la relativista, tienen unas rafces tan viejas como la reflexién sobre el pensamiento y la naturaleza, aunque en los tltimos tiempos ha sido el relativismo el que més empuje y novedades ha mostrado. A mi entender, esta ultima corriente ha comenzado a rellenar con sus distintas aportaciones el espacio que Lakatos (1983) abrié con su tesis del fin de la racionalidad instanténea. Pero, como ha sefialado Gieryn (1982), el hecho de que la nueva sociologfa del conoci- miento cientifico no considere lo que podria denominarse como la factualidad de los objetos (el mundo no habla por si mismo pero s{ puede replicar cuando se le habla, siempre que se mantengan unos minimos esténdares metodol6gicos de control), ala vez que prima casi en exclusiva la crucialidad de los factores sociales y culturales, conlleva que sus aportaciones concretas sean més un retroceso que un avance en lo que se tefiere al hallazgo de un punto de equilibrio entre el habito cientifico y el contexto social. De hecho, y a pesar de todos los horrores metodolégicos que Woolgar quiera percibir, la verdad convencional y conjetural pero invulnerable de cuestiones tales como el continente americano, por poner el ejemplo de Brannigan que Woolgar retoma, la tecténica de placas, o la estructura del ADN son algo que, a mi juicio, debe tenerse muy en cuenta si se quiere consiruir algo mds que ingeniosos argumentos autorreferen- tes. Es decir, si se pretende avanzar en el estudio del quehacer cientifico. Por tanto, de nuevo estimo adecuado solucionar un problema analftico irresoluble mediante el disefio de una estrategia metodolégica pragmitica? que combine una ontologfa objetivista de corte falibilista con una concepcién de las relaciones entre objeto y sujeto que no sea tan ingenua y aproblemitica como la metodolog(a objetivista habfa supuesto inicialmente, y sigue suponiendo"*. Asf esta mediaci6n tiene que enten- derse como un proceso complejo de interaccién entre los componentes propios del método cientifico y el contexto social, que debe tener en cuenta que el habito cientifico cobra sentido, opera y construye el mundo real dentro de ese marco de relaciones y estructuras sociales. Pero igual que se sostiene que la ciencia es una cultura que da cuenta de la realidad, hay que tener en cuenta que como toda variame cultural requiere un tratamiento cuidadoso y especifico. V. Conclusiones Las distintas propuestas de soluciones, a los pares conceptuales antagénicos analfticamente irresolubles, esbozadas en los epigrafes anteriores (especialmente en el ultimo contemplado) tienen como objetivo permitir que, al menos desde un punto de vista cognitivo, puedan levantarse las bases de un programa (no necesariamente una tradici6n) de investigacién integrado. Pero no es esa mi tinica motivacién, dado que esta operacién también va encaminada a permitir una resoluci6n de lo que en la actuali- dad constituye un notable estancamiento de los estudios sociales de 1a ciencia’’. Alguien tan poco sospechoso, para la reciente sociologia del conocimiento cien- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Segunda Parte: EI relativismo en la Sociologia del Conocimiento Cientifico aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 102 D, BLOoR Conviene dejar muy claro que, en el modelo anterior, el tipo de explicacién apropiada a la conducta dentro de las mateméticas es radicalmente diferente de la explicacién sociolégica apropiada a la conducta exterior. Para delimitar la cuestién consideremos un caso sencillo. Supongamos que se pregunta por qué alguien concluye que dos més dos son cuatro. El tipo de respuesta cuyo estatus cuestiono tendrfa esta forma: se extrajo esa conclusién porque dos més dos son, de hecho, cuatro. La explica- cién de esta creencia es que es verdadera. Quiz G.H. Hardy dirfa que él lo crefa porque asi lo habia observado. De nuevo, la respuesta tiene la misma estructura: la causa de la creencia es la verdad de una proposicién o la forma de ser de la realidad matemitica. Es evidente que aqui la palabra "causa" no puede significar plausiblemente "condi- ci6n necesaria y suficiente", que es como se emplea en el programa fuente de explica- cién sociolégica. Si este fuese su sentido, entonces, la verdad seria una condicién necesaria y suficiente para la creencia: y no habria ni error ni ignorancia. Hay, sin embargo, otro sentido de la palabra "causa" que se adapta a lo anterior y que seria consistente con la idea de que se cree en una proposici6n porque es verda- dera, Este cs el caso cuando, en ocasiones, se da a la palabra un sentido teleolégico, intencional u orientado a fines. Supongamos que se asume que el ser humano tiene una tendencia natural a percibir la verdad cuando da con ella, que hay algo asi como un movimiento natural hacia la verdad. En ese caso s6lo las creencias falsas requerirfan explicacién. Las creencias verdaderas son naturales y no necesitan otro comentario, pues su verdad es toda la explicaci6n que precisan. Se podré decir, desde esta perspecti- va, que la verdad es la causa de las creencias verdaderas, mientras que una pluralidad de otros factores causan las desviaciones hacia la ignorancia o el error. Esta imagen teleolégica incorpora elegantemente la asimetria que la teorfa Realista asume en su explicacién del conocimiento. Se puede conjeturar plausiblemente que una teorfa realista de las matemiticas requiere una concepcién teleolégica del conocimiento, pues s6lo una teorfa teleolégica 0, algo muy parecido, tiene 1a estructura apropiada. ‘Un ejemplo procedente de la obra de Mannheim muestra cémo la idea Realista de las matemiaticas (y sus asimetrias concomitantes) ejerce su influencia disimuladamente, Mannheim ofrece algunas técnicas que los socidlogos pueden emplear para localizar los Procesos sociales que participan en la produccién de conocimiento y de creencias. ‘Apunta que dondequiera que un cuerpo de creencias se desvie de la linea de desarrollo sugerida por su propia l6gica interna o "inmanente", han intervenido procesos sociales. Dice: La determinacién existencial del pensamiento puede considerarse como un hecho demostrado en aquellos ambitos de pensamiento en los que podemos mostrar... que el proceso de conocimiento, de hecho, no se desarrolla historicamente de acuerdo con leyes inmanentes, que no se sigue sdlo de la “naturaleza de las cosas” 0 de jas “puras posibilidades I6gicas", y que no sigue una “dialéctica interna". Por el contrario, la emergencia y la cristalizacién del pensamiento real esié influido en muchos puntos decisivos por factores extra-tericos de la més diversa {ndole.'? Desde esta perspectiva, las causas sociales son asimiladas a factores "extra-te6ri- cos", Pero, zqué ocurre con la conducta que concuerda con la légica intema de una teorfa? Queda claramente exchiida de la explicacién sociolégica precisamente porque funciona como gufa para localizar aquellas cosas que s{ requieren explicacién. Es como si Mannheim se dijera: “cuando la gente hace lo que es légico y procede correctamente, SOCIOLOGIA DE LAS MATEMATICAS 103 no hay més que decir". Sin embargo, ver ciertos tipos de conducta como no problemati- cos equivale a consideralas naturales. Asi pues, lo natural es proceder correctamente, esto es, a través de o hacia la verdad. Esta es otra manera de formular el punto de vista teleolégico. ‘Aunque Mannheim tenfa un aguda percepcién de los riesgos que esperaban a una sociologia de la creencia en la esfera de la verdad-como-tal’® no consiguié evitar aquellas asimetrias que son su sello.'* El programa fuerte de la sociologfa del conocimiento estar4 bloqueado mientras el Realismo mantenga su influencia como teoria de las matemiticas. Aceptar el Realis- mo como teorfa de las matemiticas daré por resultado la intrusién de una imagen radicalmente diferente de la naturaleza humana y del conocimiento dentro del mismo niicleo del programa. Comporta un stibito cambio de los conceptos plenamente causales alos conceptos teleolégicos a medida que el socidlogo se desplaza a través de la escena de la actividad humana desde la creencia ética y politica hasta, digamos,las destrezas matemiticas.'* I. Ser4 preciso encontrar una respuesta a la teoria Realista de las matemiticas y a sus asimetrias concomitantes si es que el programa fuerte de 1a sociologia del conocimiento ha de ser viable. ,Serfa posible, tal vez, descartar !a teleologfa como a-cientffica? Si pudiera adoptarse esta decisién se abrirfa el camino a un programa que tratase de manera simétrica tanto el conocimiento como la ignorancia, lo mismo la verdad que el error. Pero es improbable que pueda desecharse la teleologia como si fuese absurda. La cuesti6n puede tratarse de dos maneras, metafisica y pragmdticamente. Primero, a lo que sabemos, la visién teleolégica podria ser correcta, Segundo, nadie sabe cudles serin ser los requisitos de la ciencia en el futuro. Podria ser que, en ciertas circunstancias, fuese una teorfa teleolégica la que permitiese que la investigacion siguiera adelante. Asi pues, no puede rechazarse la teleologfa sin caer en el dogmatismo, ¢Pueden plantearse objeciones a priori contra el Realismo? Si se pudiera demostrar que esta perspectiva es insostenible, entonces el camino estaria de nuevo abierto para el programa fuerte sociol6gico. Como veremos a continuacié6n, Wittgenstein aporta lo que podrfa considerarse como una persuasiva refutacién del Realismo. El argumento de Wittgenstein recurre a uno de sus ejemplos mas caracterfsticos sobre el cAlculo matematico: la creacién de una secuencia numérica como 2,4,6,8,... Wittgenstein utiliza el planteamiento y la continuacién de una secuencia numérica como un ejemplo representativo de 1a inferencia matematica o l6gica. Si bien es extremada- mente simple, capta todas las caracterfsticas esenciales de un proceso que esté dirigido por una regla, pero es abierto; un punto de encuentro entre la constricci6n y la produc- cién creativa. Si el realismo no es capaz. de dar cuenta de este ejemplo, entonces fracasar4 totalmente. En cambio, si otro tipo de explicacién puede dar cuenta de las secuencias numéricas, podria ser un buen candidato para un éxito general. Superficialmente, 1a teorfa Realista se adapta limpiamente a algunos de los hechos que circundan el problema de la secuencia numérica. Si a uno le piden que continie la secuencia 2, 4, 6, 8,... de la misma manera, afladiendo dos unidades cada vez, la sensaci6n de que s6lo hay una forma correcta de continuar se impone por si sola. Toda variacién supondria una incapacidad para seguir de la misma manera, un fallo en la aplicacién de la regla de la secuencia tal como se pretendia. Para el Realismo, la continuaci6n correcta de la secuencia, la verdadera encarnacién de la regla y del modo 108 D. BLOoR esperado de aplicacién existen ya. Obedecer la regla es actualizar lo que ya est4 vagamente ahf, como dice Wittgenstein, existiendo “anticipadamente". Wittgenstein sostiene que la concepcién Realista del seguimiento de reglas es claramente incapaz de ofrecer respuestas a los problemas que fue pensada para resolver. Estos problemas serian: ,Por qué seguimos los "mismos" pasos una y otra vez? zQué hace que “lo mismo" sea lo mismo? ,Qué garantiza la identidad de los pasos en las diferentes fases de la aplicacin de una regla? De hecho, Wittgenstein cree que no puede haber garantfas del tipo que el Realismo precisa y que cree haber suministrado. En uno de sus pasajes t{picamente condensado, plantea asf el argumento: Si ya lo se de antes, de que me servird este conocimiento luego? Quiero decir: uCémo sé qué he de hacer con este conocimiento en el preciso momento en que debo dar el siguiente paso?... "{Pretendes decir que la expresién "+ 2" te hace dudar sobre lo que tienes que hacer, por ejemplo, para seguir después de 20042" - No. Respondo "2006" sin vacilar. Pero es precisamente por esta raz6n que es superfluo suponer que ya estaba determinado previamente. Que no tuviera ninguna duda ante la pregunia no significa que ya hubiera sido respondida previamente.'® Este argumento puede descomponerse en varios pasos. La posicién Realista asume que existe algtin arquetipo l6gico o aritmético que corresponde a la verdadera continua- cién de la secuencia numérica. Este arquetipo es del todo initil para el mundo de las personas a menos que pueda entrar en contacto con los actores humanos -en este caso con aquéllos que estin intentando seguir consecuentemente la regla. Pero si fuese accesible, de qué serviria? Bueno, si los hombres pudiesen tener acceso al arquetipo (la secuencia numérica verdadera), podrfan emplearla para guiar su conducta, Es que no conocen ya los pasos previos de la secuencia? Sin embargo, dice Wittgenstein, el problema original se repite de nuevo. Pues, ,cémo sabe el actor humano, al seguir el Presunto arquetipo, que esa es realmente la encamacién correcta de la regia que él busca? Saber que el arquetipo es correcto requiere exactamente el conocimiento que se est considerado problematico, es decir, el conocimiento de cudl es la regla. Resulta que este argumento es generalizable. Sirve para cualquier arquetipo, en este o en otro mundo. El problema del Realismo no consiste en la enigmatica naturaleza de su ontologia, sino en el carécter circular de su epistemologfa, pues presupone precisamente Jo que trata de explicar. A pesar de su obvia potencia, este argumento no refuta el Realismo. El andlisis del argumento revela que Wittgenstein asume que los supuestos teleolégicos u orienta- das-a-fines no encajan en el Realismo. Asume que el tinico tipo de contacto entre el arquetipo y los actores es que el actor tiene que seleccionar un arquetipo para seguirlo © copiarlo. Bajo estos supuestos, el argumento funciona porque el proceso de seleccion presupone la propia habilidad en cuesti6n, Pero si se introducen los supuestos teleol6gi- cos, entonces la circularidad desaparece, pues la simple existencia del arquetipo provee ahora las condiciones bajo las cuales el seguimiento de la regla tiene lugar naturalmen- te. Dados los supuestos teleolégicos, el actor no tiene que seleccionar el arquetipo apelando al conocimiento previo de ese mismo arquetipo, sino que existe un movimien- to natural hacia la verdad. El problema del argumento de Wittgenstein es que s6lo se capta la mitad de la cuesti6n. Si el Realismo puede refutarse, entonces los argumentos deberén ir dirigidos contra la unidad conjunta que forman el Realismo y la teleologia. Podrfa objetarse que apelar a la teleologia para proteger al Realismo es dar por supuestas cuestiones importantes y encubrir problemas reales por medio de una manio- bra verbal. Es indicativo del enraizamiento de esta consideracién el que Wittgenstein SOCIOLOGIA DE LAS MATEMATICAS 105 excluyese técitamente de su argumento las posibilidades teleolégicas. Sin embargo, ya se ha sostenido que la teleologia no puede rechazarse sin mds. Es preciso considerar algo como natural; los puntos de partida de toda investigaci6n deben, desde algiin punto de vista, dar por sentadas algunas cuestiones. Por supuesto, existe cierta tradicion de considerar intelectualmente insatisfactorios los argumentos intencionales. Sise pertenece a esta tradicién se estard favorablemente inclinado hacia la plena causalidad del progra- ma fuerte de explicacién sociolégica. Aunque no refute al Realismo, el argumento de Witigenstein todavia es importan- te. Establece que el Realismo por s{ s6lo es insostenible: es incompatible con una visién del hombre y del conocimiento que es causal y no teleoldgica, El Realismo no se demueswa falso, sino inconsistente con una perspectiva plenamente causal. Este punto ya ha sido establecido pero el argumento de Wittgenstein aporta una nueva ruta hacia la conclusién. Si no ha se ha refutado la imagen combinada del Realismo matemitico y de la teleologfa, zen qué lugar queda el programa fuerte de la sociologia del conocimiento? La respuesta es seguramente que si el programa no puede derrotar a sus oponentes refutindolos, entonces, al menos, no debe caer en el extremo contrario y ser vencido por incomparecencia. Debe articular su propia teoria de la naturaleza de las matematicas y cubrir el vacfo que el Realismo ha ocupado inconsistentemente en ese programa. Esto es lo que deberfa ocurrir. Tanto el programa fuerte sociolégico como la visién basada en el Realismo y en la teleologia son creaciones metafisicas. Son orientaciones muy generales que sugieren Ifneas para la construccién de teorfas, pero no son susceptibles de contrastacién empirica. Con esquemas de una tal generalidad, la idea de eliminar convincentemente una u otra es una utopfa. En este momento, el objetivo deberia ser desarrollarlas hasta el punto en que produzcan ideas practicas para la investigacién, En el caso del programa fuerte esto puede realizarse con la ayuda de las Observaciones de Wittgenstein, pues proporcionan precisamente la teorfa de las matemdticas apropiada. Tv. En esta seccién mostraré que el enfoque de Wittgenstein sobre las mateméticas no es Realista, no comporta supuesios teleolégicos y emplea conceptos caracteristicamente sociolégicos. Ser4 imposible hacer justicia a todas las facetas de su teorfa, pero la tiqueza de este enfoque quedari de manifiesto. Acentuar el cardcter sociolégico de la teorfa de Wittgenstein puede ayudar a corregir algunas malinterpretaciones que ha sufrido su trabajo en este terreno. Primero, la orientaci6n general. Buena parte de las Observaciones se centra en la ariunética elemental. Su concepio de “los fundamentos de las matematicas” es el de un maestro que entiende la Ensefianza Bésica como cl cimiento del aprendizaje posterior. Asi pues, Wittgenstein adopta desde el comienzo una definicién de su tematica mas social que l6gica. No pretende construir un sistema axiomdtico. Esto no serviria a su propésito, que es explicar porqué convencen los argumentos matemiticos e iluminar el carActer de los pasos |6gicos en el razonamiento.’” La manipulacién puramente formal de simbolos presupone 1a misma actividad -seguir las reglas de inferencia- que est en cuesti6n. La aritmética elemental, por el contrario, se nos figura el contexto en que los Patrones de inferencia son dictados a cada generacién como parte del proceso de transmisi6n cultural. Estas actividades fundamentales de contar y calcular a menudo se caracterizan mal, Si no reflejan una necesidad absoluta, {no las convierte eso en asuntos de eleccién individual? Como se veré, Wittgenstein evita este dilema al acentuar los procesos sociales. 106 D. BLooR Para observar la aproximaci6n sociolégica de Wittgenstein en acci6n considerare- mos de nuevo el caso crucial de seguir la regla de una secuencia numérica. Wittgens- tein se hace dos preguntas: Primera, Qué es lo que determina Ia aplicacién de una regla en un momento dado cualquiera; qué le hace ser una aplicacién correcta de la regla? Segundo, Qué convierte a un conjunto de aplicaciones de una regla en aplica- ciones consistentes de ella? Podrfa parecer que la respuesta a la primera cuestién es que el significado de la formula es el que determina su aplicacion. Pero hay que seguir preguntando: ,como produce su aplicacién el significado de una f6rmula? Es como si hubiese dos objetos, un significado y una aplicacién, y uno influyese misteriosamente en el otro. Wittgens- tein elimina e! misterio mediante su conocida doctrina de 1a unidad del significado y el uso. El significado de una formula es el modo como se la aplica generalmente: EI significado de una f6rmula determina los pasos que hay que dar. {Cudl es el criterio para conocer el significado de la formula? Presumiblemente, !a forma como la utilizamos siempre, la manera de emplearla que nos ensefiaron."* Wittgenstein toma el proceso aritmético basico de usar una formula y muestra la necesidad de encarnarlo en la prdctica social estandar. Los términos clave son sociolégi- cos: "la forma como la utilizamos siempre", "la manera de emplearla que nos ensefia- ron", Esto significa que, desde esta perspectiva, cada caso del uso de una formula es la culminaci6n de un proceso de socializacién, Cada comunicacién que implique una f6rmula dard testimonio de la existencia de una costumbre, de una practica social particular. Observar el empleo de una férmula aritmética es tener ante si el indicador y la expresion de un complejo proceso social subyacente. En esta teoria, la aplicacién de una f6rmula es un proceso social. La segunda pregunta se referia a la aplicacién consistente. La teorfa wittgensteinia- na de la consistencia se inicia con el hecho de que la gente es instruida para que se comporte de cierta manera. Cuando se encuentran en circunstancias nuevas actian del modo que tanto ellos como los demds actores creen que constituye una extensién natural y obvia de su instrucci6n. Sin embargo, no existe ninguna garantfa externa de que esta continuaci6n natural sea la misma 0 consistente con Ja préctica previa: mas bien es a la inversa, esta continuaci6n es lo que cuenta como “lo mismo” para ese grupo. Wittgenstein ofrece una teoria conductual de la consistencia. La teorfa teleolégi- ca asumfa que la conducta estaba orientada naturalmente hacia la verdad; la teoria de Wittgenstein sencillamente acepta como bdsica aquella conducta que se produce natural- mente, sin supuesto alguno sobre su cardcter o direccién. No se asume que las extensio- nes naturales de la conducta previa sean coherentes, sino que define la “coherencia” en términos de lo que se considera natural. Esia teoria tiene 1a virtud de ajustarse a la intuicin de que es simplemente obvio cudndo algo es “Io mismo". Pero también sugiere algunas inquietudes. Si no es posible apelar a estindares extemos a la prictica de un grupo, significa esto que nunca podré considerarse incorrecta una prictica social? Por fortuna, la teor‘a no implica esta conclusién. Las prdcticas sociales pueden ser criticadas facilmente: apelando a otro conjunto de pricticas sociales. La posibilidad de la critica reside en la diversidad. Lejos de suponer que no es posible percibir o denunciar los errores, esta teorfa trata de la naturaleza de los esténdares empleados en tales casos. Exactamente la misma preocupa- cién se puede formular sobre la posibilidad de estudiar cientificamente las practicas asumidas y naturales de un grupo. No son demasiado fundamentales para ser estudia- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SOCIOLOGIA DE LAS MATEMATICAS 109 Megado a arraigarse profundamente en las disposiciones y ciertas expectativas han cristalizado. Y, por supuesto, las disposiciones pueden mantener su influencia y las expeciativas seguir existiendo atin cuando las acciones concretas que se ajustan a ellas no se estén realizando, Igualmente, ¢l concepto de "norma” se refiere a algo relativa- mente permanente y distinto de las acciones pasajeras que la conforman o la quebran- tan. Asf, cuando Wittgenstein dice que: Las matemiticas forman una red de normas,*' est proponiendo una teorfa no-Realista de la objetividad de las matemiticas. Est4 ofreciendo una explicacién sociolégica de esa objetividad, no cuestiondndola. Las instituciones y las normas son algo mds que meras disposiciones y expectati- vas. También son el foco de atencién de las actitudes y producen ellas mismas image- nes poderosas.”” Wittgenstein toma nota de esto cuando dice: ‘Nuestros nifios no s6lo aprenden la préctica del cAlculo, sino que también son adiestrados para adoptar una actitud concreta hacia un error de c4lculo.”* (Ver también III, 35 y V, 46). La actitud viene tipificada por la sensacion de que el clculo sigue su propio camino, aunque el calculador pueda errar.“ Las teorfas de las matemAticas a las que Wittgenstein se opone toman esta actitud como la realidad completa que intentan explicar. Para el caso de instituciones como el derecho o la monarquia, esta confusién (discutido en I, 118 y V, 3) significarfa confundir una ideologfa con la realidad que pretende legitimar. Quiz deberfa decirse lo mismo aquf. Hasta aqui, la conclusién es que Wittgenstein ha presentado y desarrollado una idea muy simple pero potencialmente muy profunda. Las matemisticas y la légica son conjuntos de normas. El estatus ontolégico de la Iégica y de las matemiticas es el mismo que el de cualquier otra instituci6n. Su naturaleza es social. Una consecuencia inmediata de esta idea es que las actividades de calculo y de inferencia son accesibles a los mismos procesos de investigacién, y caen bajo la luz de las mismas teorfas, que cualquier otro cuerpo de normas. Deben ser inculcadas, justificadas y elaboradas de la misma forma que las normas de cualquier otra instituci6n. Cambiardn por los mismos medios y se sostendrén de la misma forma, que cualquier otro proceso social. Asf expuesta, la teorfa parece la simplicidad misma. Desde el punto de vista de un Realis- mo implicito, como el que atacé Mannheim, es un pensamiento apenas concebible. Vv. EI argumento de la secci6n anterior ha mostrado que es posible recuperar una orientacién sociolégica consistente hacia las mateméticas a partir de las Observaciones de Wittgenstein. Este hecho se mantiene pese a los usos que otros puedan hacer de esa obra y cualesquiera intenciones hubiera tenido su autor.“ Sin embargo, en ese libro no hay més que un esbozo de esa teoria. Adin no ha sido conectada con investigacién factual detallada alguna y, en s{ misma, est4 incompleta. Por ejemplo, algunas veces Wittgenstein trata al Realismo como una forma patolégica de timidez a la que son propensos los matematicos. Otras veces lo presenta como si fuera, 0 como si surgiera de, una respuesta natural a nuestro propio aprendizaje; comparar, por ejemplo, V, 45 con I, 14 y 22. ¥ nunca llega a plantear la cuestién de porqué se produce esta reifica- ci6n, qué funcién tiene o qué curso histérico ha seguido. A pesar de la naturaleza programatica de las Observaciones de Wittgenstein, el valor de obtener una solucién al problema de Mannheim es considerable. Wittgenstein muestra cémo una teorfa conductual puede empezar a introducir términos con cuyas caracteristicas de 1a légica y de las mateméticas que han parecido siempre mas resisten- 110 D. BLoor tes a cualquier interpretaci6n excepto a la Realista o Platonica. La gran inwuici6n de las Observaciones ¢s tratar cl dominio que la légica tiene sobre nosotros como un hecho que tiene que ser explicado y no como la revelacién de una verdad que debe justificar- se. Esto tiene como consecuencia que el sociélogo deja de estar excluido a priori de tratar la actividad matemdtica misma. Ya no est4 constrefiido a tener que tratar con cualquier cosa menos las matematicas, con el error o 1a confusién, pero nunca con el conocimiento aceptado. Una sociologia del conocimiento, y no sélo ya una sociologia del error, sera posible. Se podria temer que si el socidlogo Hega a estudiar el conocimiento matematico aceptado, en el estilo de Wittgenstein, entonces deber4 negar la autonomia de las matemiticas. {Regiré la "historia extema’ en lugar de la "historia interna? La respuesta es "no". La medida en que un segmento de la vida social se separa de otros es en si mismo una variable social que el socidlogo debe respetar. Que exista una tradicién de actividad relativamente aut6noma no implica que lo que suceda en ella no sea un proceso social. Las ideas y las pricticas que gobieman un 4mbito autonomo de activi- dad, a los que Mannheim denominaba “factores tedricos", son “factores sociales”. En la teorfa de Wittgenstein son normas como las demas. Conducirse de acuerdo con las consecuencias Iégicas de un conjunto de ideas rectoras es en sf mismo una conducta que necesita explicacién. Es por esto que Wittgenstein se centr6 en la naturaleza del seguimiento de las reglas. Referirse a una conducta como un caso de seguimiento de una regla es perfectamente legitimo; pero, como Witgenstein sefialase, eso es sélo el inicio, no el fin, de una explicacién, Ain mds, ésta queda abierta a diferentes interpreta- ciones dependiendo de si los supuestos en términos de los que se la comprende son causales 0 teleolégicos. Necesitamos una explicacién de lo que es seguir una regla. Hemos visto que Wittgenstein ofrecié esa explicacién y que, en principio, fue de indole sociolégica.* NOTAS EL primer borrador de este aniculo fue lefdo en el Seminario de los Miércoles de la Science Studies, en Edimburgo, el mes de Octubre de 1971. Me gustarfa reconacer el gran valor de las discusiones que he mantenido, en ésia y en otras ocasiones, con mi colega Barry Bames. 1. K. Mannheim, Ideology and Utopia (London: Routledge and Kegan Paul, 1936), 39, 244, 263, 268. [Existe versién espaitola: Ideologia y Utopia (México: FCE, 1941) (N. del T.)]. 2. L. Wittgenstein, Remarks on the Foundations of Mathematics (Oxford: Blackwell, 1956). (Existe version espafiola: Observaciones sobre los Fundamentos de !a Matematica (Madrid: Alianza ed., 1987) (N. del TL. 3, Todas las citas de Wittgenstein provienen de los Remarks y se identificarén por su nimero de pSrrafo y de secci6n, en ese orden. Todas las citas o referencias de Mannhein provienen de Ideology and Utopia. 4. Elinterés de este articulo se centra s6lo en el programa de la sociologia del conocimiento, No depende de cualesquiera descubrimientos todavia controvertidos sobre, por ejemplo, el papel de los intelectuales. Existen algunas malinterpretaciones sobre este programa que deben ser aclaradas. En su libro Concepts and Society (London: Routledge and Kegan Paul, 1972) 1.C. Jarvie se refiere a la "premisa de la sociologia del conocimiento, de que la gente cree lo que sirve a sus intereses...” (189). Cree entender que la sociolo- ia del conocimicnto afinma que “fundamenialmente, [la gente} crecré aquellas cosas que sirven a sus intereses personales o de clase” (132), Si lo que Jarvie quiere decir es que los sociSlogos estin légicamen- te comprometidos con relacionar las creencias con los intereses antes que con cualquier otra caracteristica de la vida social, entonces deberia argumentarlo, cosa que no hace: y seguramente no puede hacerse. Presumiblemente, lo que Jarvie cree es que los socidlogos, en realidad, piensan que los intereses determi- nan las creencias. En este caso, est simplemente equivocado. Numerosos factores determinantes se han aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. SOCIOLOGIA DE LAS MATEMATICAS 113 16.1, 3. 17.1, 17-23. 18, 1,2. 19. I, 155. 20. 11, 74. 21. V,1, 15. 22. V.2. 23, O. Neugerbauer, The Exact Sciences in Antiquity (New Jersey: Princeton University Press, 1952). 24, Op. cit, nota 1, 20. 25, B. Bernstein, Class, Codes and Control, | (London: Routledge and Kegan Paul, 1971 [Existe version espafiola: Clases, Cédigos y Control (Madrid: Akal, 1987 (N. del T.)], sostiene que la estructura de roles de ciertas familias trabajadoras y de clase media produce los distintos grados de elaboracién observados en sus “c6digos" de comunicacién. Una divisién de roles fuertemente asumida en las primeras permite un amplio elemento técito en muchas de las comunicaciones. En las dltimas, una estructura muy individuali- zada requicre que se articule y se haga explicita una mayor parte de la comunicacién. De modo anélogo, ‘Vygotsky asocia las formas extremas de compresién y de abreviacién de los actos de habla intemos o de Jos pensamientos verbales con el hecho de que su funcién libera de la explicitaci6n necesaria requerida por los actos de habla sociales (LS. Vygotsky, Thouhgt and Language, ed. and trad. por E. Hanfmann and G. Vakar (Cambridge, Mass: The M.LT. Press, 1962)). 26.1, 22, 36. 27.1, 9, 63. 28, II, 36; V, 46. 29, 1, 74; Il, 67. 30. 1, 155; 11, 74. 31.1, 118. 32. 1, 116. 33.1, 12. 34.1, 4. 35. 1, 119; V, 46. 36. V4, 37. 38.1, 9. 39. 1, 167; IV, 9. 40. I, 31; IV, 9. 41. V, 46. 42.1, 14, 43, V, 40. 44, IIT, 48; V, 4. 45. Los articulos finales de una coleccién reciente dedicada al trabajo de Wittgenstein (G. Pitcher, [ed.], Wittgenstein: a Collection of Critical Essays [London: Macmillan, 1968]) revelan la dificultad que tienen algunos lectores en captar la aproximaciéa sociolégica que es tan prominente en las Observaciones. Por ejemplo, Dummet presenta repetidamente los argumentos de Wittgenstein como si tratasen de 4 D. BLooR In psicologia de las elecciones personales de los individuos, de su decisién de calcular de ésta 0 de otra manera, o de neganse a aceptar alguna conclusién. Wittgenstein, dice Dummet, "parece mantener que podemos decidir si cualquier afimmacién que eligamos tiene un carscter necesario" (433, ver también, 435, 437). El primero de los dos articulos de Chihara esté desprovisto de cualquier mencién sobre las concep- ciones normativa ¢ institucional que desarrolla Wittgenstein. No sorprende, pues, que estos articulos concluyan que no llegan a discemir ninguna aproximaciéa coherente en las Observaciones. Las concepcio- nes bisicas alrededor de las cuales Wittgenstein organiza sus ideas han sido simplemente eliminadas. El articulo de Stroud, que es inquisitivo y esté bien documentado, suprime de igual forma los conceptos sociolégicos, Al tratar el énfasis de Wittgenstein sobre la contingencia de nucstras formas de razonamiento, Stroud acentia lo que los seres humanos encuentran necesario hacer en virtud de los constretimientos de su composicion fisiolégica. De hecho, Wittgenstein menciona estos factores. Son las condiciones necesa- rias para la conducta social, pero no hay razones para pensar que nuestra naturaleza biolégica determina una Gnica forma de razonamiento y de cAlculo. Stroud intenta apoyar su aproximacién al argilir que no comprendemos realmente los ejemplos de Wittgenstein sobre las sociedades que razonan de forma diferente a la nuestra. Cuando empezamos a acercamos, nuestra comprensién fracasa. La presunta causa de ese fracaso es que tenemos que ir en contra de la limitaci6n de nuestras formas de pensamiento determinadas biol6gicamente. Pero ésta no es una buena evidencia porque habria igualmente limitaciones respecto de nuestra habilidad para comprender las implicaciones de las diferentes costumbres, incluso en sociedades cuyos modos de razonamiento son claramente similares al nuestro. A diferencia de Stroud, Witigenstein siempre pone lo biolégico y lo social bajo el mismo yugo como cuando dice: "Quiero decir, esto es simplemente lo que hacemos. Este es el uso y la costumbre entre nosotros, un hecho de nuestra historia natural"(I, 63). 46. Una discusién stil de la concepcién de Wittgenstein de seguir la regla la plantea P. Winch en The Idea of Social Science (London: Routledge and Kegan Paul, 1958 [Existe versién espafiola: Filosofia y Ciencia Socia! Buenos Aires: Amorrorta eds., 1977) (N. del T.)}. Winch piensa que gran parte de la socioloy es filosofia malograda. En cambio, el argumento de este articulo ha sido que gran parte de la filosofia es sociologfa malograda. Hay un ironfa sobre la posicién de Winch que parece haber sido pasada por alto. Winch cree que un comprensiéa filos6fica apropiada iluminard nuestra comprensién de la sociedad. El ejemplo de claridad filoséfica al que apela -el andlisis de Witigenstein del seguimiento de una regla- ilustra, en realidad, lo opuesto. Muestra que se necesita una comprensién adecuada de los procesos sociales ¢ institucionales pam lograr la claridad filoséfica. Winch, involuntariamente, muestra que las ciencias sociales son necesarias para iluminar problemas filoséficos més bien que a la inversa. Sobre el cardcter convencional del conocimiento y la cognicién” Barry BARNES 1, Introduccién La sociologfa del conocimiento ha tenido una historia accidentada. En un primer momento, poco después de la segunda guerra mundial, parecia como si fuera a expirar completamente y los socidlogos y epistemdlogos, concurriendo en las profundas confusiones de la época, cayeron en la tentacién de celebrar prematuramente sus exequias. Cun prematuro fue esif hoy demasiado claro. En las ultimas décadas, cl tema ha gozado de un renacimiento general y vigoroso, asf que su supervivencia y la actualidad de su significacién ya no se ponen en duda. Sus problemas son un niicleo privilegiado de investigaci6n empirica y andlisis te6rico; su practica por fin se ha insertado satisfactoriamente en la textura global de la investigacién socioldgica. En su forma actual, la sociologia del conocimiento est4 concebida de una manera menos restrictiva que antes. Ya no intenta estudiar el contenido de la cognicién sin referencia alguna a los procesos cognitivos y a los contextos de actividad dentro de los cuales se sitéa, ni mantiene ninguna distincién evaluativa entre conocimiento y creencia aceptada; ha vencido los escriipulos tradicionales hacia ocuparse de lo que es verdad, vilido o est4 justificado racionalmente. Sostiene que todo conocimiento es constitutiva- mente social y, por tanto, tema apropiado para la investigacién sociolégica. De hecho, muestra propia ciencia natural es un tema prominente de investigaci6n, una indagaci6n empirica sobre la generacién, evaluacién y uso de la cultura cientifica que no admite constricciones a priori sobre 1a forma de sus resultados-. Si bien el trabajo inicial en la sociologta del conocimiento estuvo (paraddjicamente) inspirado por la necesidad de dar cuenta de la cognicién distorsionada 0 errénea, hoy son los procesos cognitivos “racionales", esto ¢s, la base de nuestra propia prictica habitual, nuestro interés predo- minante: nos hemos vuelto m4s honradamente curiosos sobre nosotros mismos.' Ahora que este campo est4 firmemente establecido de nuevo, los principales desarrollos en 1a sociologia del conocimiento surgirén de sus proyectos empiricos y de investigaciones comparables en campos tan diversos, pero estrechamente relacionados, como !a antropologfa cultural y la historia de la ciencia. Sin embargo, a un nivel més bajo, todavia vale la pena seguir ocupdndose de problemas generales y buscando * Publicado originalmente como “On the Conventional Character of Knowledge and Cognition” (1981), Philosophy of The Social Sciences, 11; pp-303-333, Con autorizacién del autor y los editores. 116 B, BARNES formulaciones mAs claras de la perspectiva te6rica global del campo. Por ejemplo, no todos los académicos reconocen el carécter constitutivamente social del conocimiento. E incluso dentro de la misma sociologia del conocimiento, aunque el cardcter social del conocimiento se puede reconocer rutinariamente, a menudo est4 poco claro qué implica exactamente esta afirmacién, y atin perviven vestigios de anteriores maneras de pensar. Todavia hoy se presenta el cardcter social del conocimiento como un afiadido opcional ©, alternativamente, como algo que niega que el conocimiento sea una representacién de la realidad. Hace falta exponer con tanta precisién como sea posible qué tiene el conocimiento en general, incluyendo el conocimiento cientifico, que le da su dimensi6n inalienable- mente social y colectiva. Y una vez logrado ese andlisis, hay que ilustrarlo y ejemplifi- carlo hasta que legue a ser obvio 0, incluso, de perogrullo. Sélo asf se estableceré una base rutinaria para el desarrollo de trabajos posteriores sin la rémora de residuos de los hAbitos de pensamiento anteriores, que eran excesivamente individualistas. El presente articulo es una contribucién al logro de estos dos objetivos. Existen dificultades obvias en cualquier intento de considerar e] conocimiento como un todo y de delinear sus caracteristicas generales, En concreto, es dificil estable- cer que el Ambito de un estudio asf es irrestricto y encontrar las razones para sostener que debe aplicarse, digamos,.a la fisica te6rica 0 al materialismo dialéctico 0 a cual- quier cuerpo de doctrina concreto que no se considere realmente en detalle de partida. Por fortuna, la demostracién de que no se puede establecer ninguna distincién absoluta entre los conceptos y las afirmaciones te6ricas y las observacionales ha aliviado en buena medida el peso de esta dificultad. Este resultado ha sido examinado en detalle en numerosas ocasiones durante los tiltimos afios y ahora se acepta rutinariamente; en su reciente estudio The Structure of Scientific Inference, Mary Hesse lo ha analizado y justificado de un modo particularmente cuidadoso. La obra de Hesse sefiala una analogia general entre un amplio conjunto de conceptos y formas de conocimiento, incluidos el sentido comin empfrico y la teorfa cientffica esotérica. Esto implica que es posible derivar conclusiones de gran significaci6n general a partir del estudio de conceptos facilmente inteligibles, cotidianos y concretos, pues la abolicién de la antino- mia hecho/teorfa confiere una importancia mucho mayor al estudio de ejemplos simples de aprendizaje y de empleo de concepts. En lo que sigue, las clases de animales y sus propiedades forman la base para la discusién. Son muy utiles para ilustrar muchas de las cuestiones que aqui se plantean y su sencilla inteligibilidad basta para compensar plenamente lo que se pierda en aquellos casos en que los conceptos esotéricos y técnicos podrian haber proporcionado ejemplos més vividos ¢ impresionantes. Las conclusiones que se derivardn, sin embar- 0, se ofreceran como conjeturas que, en general, tienen que ver con los conceptos y Jas creencias. Y quienes se inclinen por restringir su alcance o por postular excepciones, deberfan aceptar que son ellos quienes cargan con la obligacién de la prueba, quienes tienen necesidad de justificarse, a pesar de que en este articulo s6lo se aluda brevemen- te al argumento en favor de su plena generalizacién.? 2. El contexto del aprendizaje La sociologfa del conocimiento es una disciplina emptrica. En la medida en que su objeto es el conocimiento verbalmente articulado, su interés deberd centrarse en las expresiones verbales de las distintas comunidades. Como punto de partida, esas expre- siones pueden ser contempladas bien como ejemplos de la aplicacién de conceptos 0 ‘SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL.. 17 bien como creencias y afirmaciones. Aunque aquf daremos preferencia a la primera opcion, se verd que a la postre no importa qué método se elige inicialmente para organizar el material, Asf pues, nuestro interés actual es lograr cierta comprensién de la aplicacién de conceptos.* La forma obvia es considerar cémo aprende la gente a aplicar conceptos, esto es, c6mo aprende a clasificar. Por consiguiente, vamos a postular algunas caracte- risticas bdsicas de todo contexto de aprendizaje. Primero, la gente aprende al tiempo que se desenvuelve en un entomo fisico indefinidamente complejo del que es conscien- te; el aprendizaje tiene lugar en el curso de la recepcién de complejos insumos de informaci6n procedentes de la “experiencia”, el "mundo", la “realidad” o cualquier término que uno prefiera. En segundo lugar, el aprendizaje ocurre siempre inicialmente dentro de un contexto social; aprender a clasificar es aprender a usar las clasificaciones de alguna comunidad o de alguna cultura y esto implica una interaccién con miembros competentes de Ja cultura. Estos dos postulados son de tal importancia para este argumento que vale la pena incorporarlos en una imagen rudimentaria o en un simbolo del contexto de aprendizaje. Imaginemos, por tanto, a un neéfito cuya tinica preocupacién consiste en dominar las formas de clasificacién del entorno fisico actualmente aceptadas por su cultura. Descri- bamosto como un aprendiz incompetente ‘L’ que interactia con un miembro competen- te o profesor "T” en un entorno particular. Nuestro interés debe centrarse en los proce- sos por los cuales el aprendiz. adquiere y el profesor transmite la competencia en cl uso de conceptos. Pueden utilizar dos tipos de procesos: la ostensién y la generalizacién. 3. Ostension Denominaré acto de ostensién a cualquier intento de establecer una asociacién directa entre un término y un objeto, suceso 0 proceso evidente en el entorno. Dado que hablaré sobre clases de animales, la imagen de apuntar y denominar es el mejor simbo- lo de ese acto en el presente contexto. Imaginemos a “T’ transmitiendo el uso del término "x" sefialando repetidamente a algo en particular y diciendo simulténeamente "x", Como resultado, ’L’ adquiere una serie de recuerdos sobre ejemplos particulares, todos asociadas con "x": en la prdctica, recordar los "x” particulares. Por ejemplo, ’T” podria sefialar a una serie de pAjaros particulares y en cada ocasi6n decir “pAjaro”. Como resultado, ‘L’ Hegarfa a familiarizarse con un mimero de ejemplos aceptados de “pAjaros" y él mismo tomarfa esos ejemplos simples como pajaros.> La ostensi6n es un elemento esencial en todo aprendizaje mediado verbalmente. Es el ingrediente que enlaza los términos con el entorno. Muestra directamente las cosas a las que se aplican adecuadamente los términos. Ningiin estudio del aprendizaje del lenguaje puede omitir la ostensién, pues si las circunstancias de aplicacién de un término © concepto se especifican puramente mediante reglas verbales, esas mismas reglas generan nuevos problemas sobre la aplicacién apropiada de los términos: se genera una serie potencialmente infinita de preguntas relativas ala aplicacién adecuada de los términos. En situaciones reales, esa serie se acaba exclusivamente porque las indicaciones de uso, dadas por ostensién, conducen fuera del laberinto (cfr. también 1.6). 4, Generalizacion Las generalizaciones conectan términos e indican asociaciones entre sus ejemplos. Asf, las generalizaciones presentadas por ’T’ proporcionan a "L’ expectativas estndar aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ‘SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL... n9 partir las tensiones de "vaca", "cerdo" y otras. Nétese, sin embargo, que siempre es posible sefialar animales directamente, y acumular asi la tension de “animal” por ostensiGn. No hay clases inherentemente diferentes de términos, unos con tensiones dadas por ostensién y otros por métodos verbales. Lo que hay, mAs bien, son diferentes preferencias sobre 1a medida del uso de la ostensién y de las estrategias de ensefianza verbal -preferencias que variardn de contexto a contexto-. Es més, esas preferencias no se dividen entre la confianza en la ostensién o en estrategias verbales de definici6n; se dividen entre la confianza directa o indirecta en la ostensién. En toda red, algunas tensiones deben construirse por ostensién; y las que se construyan a partir de éstas por medios verbales ser4 como si incorporasen en ellas mismas los resultados de la activi dad ostensiva previa. Esto quiere decir que las tensiones de una red son todas formal- mente equivalentes entre sf: todas pertenecen fundamentalmente a la misma clase. Y, cada una mediante su nexo, suministran las conexiones que engarzan la red con el entoro fisico. En dltimo anilisis, la red de Hesse sdlo es una reificacién, una burda imagen extraida de los actos de uso lingiifstico. Pero la estructura de la red, una vez bajo control de la imaginaci6n, es una herramienta de valor incalculable en la comprensién del cardcter de 1a aplicacién de conceptos. (Mi argumentaci6n precisa absolutamente que el lector domine absolutamente esta estructura, que puede memorizarse facilmente a wavés de una representaci6n concreta como, por ejemplo, la figura 3. No hace ninguna falta extenderse sobre una representacién abstracta como la Figura 1). 6. La aplicacién de conceptos La red se ha presentado como un modelo de los recursos conceptuales que adquie- re un individuo en el curso de llegar a ser un miembro competente de su comunidad; resume cuanto puede ensefiarse sobre el uso apropiado de un término, Pero lo esencial es que la adquisicién de cuanto tiene que ofrecer una cultura todavia deja la futura aplicacién de conceptos abierta e indeterminada. Los conceptos se aplican invariable- mente a sucesivos particulares que difieren unos de otros en algiin detalle. La compe- tencia id6nea se muestra cuando se la usa de maneras que transcienden lo que se aprendié inicialmente; por ejemplo, "L’ demuesira que sabe lo que es un perro cuando identifica correctamente los perros de su entorno, y no sélo los ejemplos particulares de "perro" que 'T’ le ensefid. ;Cémo consigue realizar "L’ esos actos de identificaci6n? Como primer paso para examinar este problema, imaginemos que un nuevo particular ’O” ha de ser etiquetado como °C’ 0 ’no-C’ s6lo por referencia a la tensién del concepto °C’. En ese caso todo depende del grado de parecido entre ’O” y los ejemplos particulares de la tensién de °C’. Pero la nocién de “grado de parecido” es problemitica. Cualquier aparato perceptivo y cognitivo operative podré establecer muchos parecidos y diferencias entre ’O” y los ejemplos previos de °C’. Esto serd cierto incluso después de que el proceso social de aprendizaje haya estructurado Ia cognicién y la percepcién. 'O" sera siempre claramente similar a, y no obstante diferente de, todo Jo que ha habido antes. Por lo tanto, afirmar un parecido, que es lo que significa la aplicacién de un concepto en este caso, implica afirmar que las similitudes exceden a las diferencias, Pero no existe en Ja naturaleza de la realidad externa una escala para comparar 1a similitud y la diferencia, ni tampoco se halla inherente en la naturaleza de la mente. Un agente podria rehusar la aplicacién del concepto alegando que el parecido es insuficien- te sin negar la realidad ni la raz6n. De aqui se sigue que la tensién de un término como 0 B. BARNES “perro” es un determinante insuficiente de su empleo subsiguicnte. Toda aplicacién de "perro" implica un juicio contingente de que el parecido excede en ese caso a la diferencia. Esto es cierto incluso cuando el agente experimenta una abrumadora convic- cién psicolégica de que el parecido es extraordinariamente acusado. Esa conviccién no surge del "significado" del concepto, sino de la operacién rutinaria de la propia percep- cién y cognicién del actor -algo que es contingente y revisable-. Que la aplicacién de conceptos dependa s6lo de la tensién de un término es de profundo interés para la sociologia, no sGlo porque los ejemplos que constituyen una tensién sean parte de la cultura recibida,* sino porque los mismos procesos mediante los que se le afiaden nuevos ejemplos implican juicios situados socialmente. En otras palabras, la aplicacién de conceptos no es una actividad social porque esté determinada por una clasificacién culturalmente dada de la realidad, sino porque es una actividad social lo que origina y desarrolla el patrén de esa misma clasificaci6n. El patrén no explica la actividad; antes bien, es la actividad la que da cuenta del patrén Es cierto que un concepto siempre es parte de una red y que su aplicacion implica algo més que la referencia a ejemplos particulares que se sabe entran en su tensién. Pero la conclusién del sencillo anflisis anterior permanece intacta ain admitiendo esto. Como parte de una red, un concepto no se aplicaré normalmente sobre la base de una sola relaci6n de semejanza. Si se dice que ’O’ es un perro ser4 porque se crea que se parece més a los ejemplos existentes de "perro" que a los de "lobo" o cualquier otro término comparable. En una serie de comparaciones, el parecido que se perciba mayor ser4 el decisivo (cfr. sec. 7). Pero esto simplemente aumenta la medida en que hay que sopesar parecidos y diferencias y, por tanto, refuerza cuanto hemos dicho anteriormente, LY qué sucede con la red de generalizaciones verbales (incluidas quiz las defini- ciones) donde se inserta un concepto? Sin duda, las generalizaciones pueden influir de manera importante en c6mo se aplica un concepto, pero en ningin caso resuelven la dificultad de la sub-determinaci6n de la aplicacién de conceptos. Lo més que pueden hacer es reubicar la localizacién del problema del parecido. Por ejemplo, la generaliza- cin “los perros siempre tienen pelo", s6lo nos remite a otro término, “pelo”, donde el problema del parecido se repite. Sea lo que sea en la apariencia de ’O" que se considere pelo, ser4 perceptiblemente similar y diferente de los ejemplos de la tensién de “pelo”. Otro tanto ocurriré con cualquier mimero de generalizaciones; incluso si se las presenta explicitamente como condiciones necesarias para la aplicabilidad de un término, el problema basico permanece. "Definir los propios términos" no es una estrategia capaz de suministrar una base suficiente para su uso subsecuente. Puede que nuestra inclinaci6n a aplicar un término en un caso dado se fortalezca al tomar en cuenta las generalizaciones verbales en las que aparece y las tensiones de los términos a los que se liga en ellas. Pero ninguna estrategia de definicién puede reemplarzar un parecido global problematico por una medida de similitud "real" y sin problemas en ningtin aspecto definido concreto. Las estrategias de definicién fracasan aqui porque s6lo conducen a otro conglomerado de casos de otro término, esto es, a una tensi6n; y ahf resurgen las dificultades de la relacién de parecido. Las tensiones son las fuentes de similitud y de diferencia, percibidas y atin por percibir, verbalizadas y no verbalizadas, en términos de las cuales debe legitimarse la aplicaci6n de conceptos. El uso previo de un término solo podria ofrecer una base suficiente para su empleo futuro si la relacién de parecido fuera reemplazada por una perfecta identidad. Esto implica la existencia de términos que sélo son aplicables a casos idénticos, entre los que no se puede discriminar. La aplicacién de tales términos serfa aproblemética y su ‘SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL... 121 inclusi6n en generalizaciones verbales serviria para hacer igualmente aproblematica la aplicacién de otros términos. Podria decirse que “todos y sélo los perros manifiestan perrez", \o cual harfa aproblemitica la aplicacién de “perro”, dada 1a existencia de una tensién de "perrez" que s6lo contuviera ejemplos perfectamente idénticos. (En ese caso, claro, la tensién s6lo necesitarfa contener un ejemplo, que encarnaria 0, de hecho, serfa Ja verdadera idea de perrez). Si semejante andlisis esencialista de la aplicaci6n de conceptos pudiera demostrarse, refutarfa las afirmaciones de este articulo. Afortunada- mente, sin embargo, no hay evidencia empfrica que apoye ese andlisis, pese a la atraccién que muchos fil6sofos sienten por una ontologfa esencialista como esta. Las esencias no parecen actuar como imanes de nuestros conceptos. Los procesos reales de Ja aplicaci6n de conceptos no implican identidad: nos las apafiamos sin ella. El uso abierto de los términos de clase natural actiia sobre la débil base del parecido de los casos y no hay forma de evitar las consecuencias que esto tiene con respecto a esos términos. Con esto hemos esbozado el estudio indispensable de la aplicacién de conceptos. Sus puntos claves son pocos: que los conceptos se aprenden de fuentes autoritarias dentro de entomos fisicos particulares, que los procesos de aprendizaje, la ostensién y la generalizacién, construyen un patr6n de asociaciones que puede ser imaginado como una red de Hesse y, por ultimo, y muy importante, que el desarrollo de ese patron se produce sobre la base del parecido y no de la identidad. Ahora podemos examinar algunas implicaciones de este anélisis 0, més precisamente, podemos desarrollar con mayor detalle algunos de los temas ya referidos. Es sorprendente todo lo que puede derivarse de un punto de partida tan simple. 7. Implicaci6n A: deslocalizacién Consideremos un caso donde T y L intentan clasificar lo que para ambos es un nuevo particular O. L, siendo L, atin no ha adquirido todos los términos habituales en su comunidad. Esto puede simbolizarse convenientemente mediante una cultura de tres elementos, disponible para T, pero uno de los cuales atin no ha sido adquirido por L (Figura 2). L decide que O se parece a los ejemplos de C, més que los de C, y dice que O es un C,. Pero T, que podria estar de acuerdo con la evaluacién de parecido de L, encuentra un parecido atin mayor entre O y los ejemplos de C;. Por tanto, informa de que ’O’ es realmente un C, a L, quien se encuentra asf aprendiendo un nuevo término mediante un proceso de ostensién. Es s6lo porque L desconocfa C,, que es menos competente que T en el uso de C,. En este simple episodio, la aplicacion correcta de un término se establece a través de un proceso de control social que opera en conjuncién con las indicaciones de la experiencia. Muy a menudo se opone el aprendizaje por observacién y confrontacién directas con el entomo al aprendizaje mediante la aceptacién de la autoridad y la tradici6n. Mas la oposicién es falsa: entender el proceso de aprendizaje es comprender la operaci6n inter-dependiente de los dos factores que se oponen. Esta inter-dependen- cia, simbolizada anteriormente, atraviesa todo el Ambito de los procesos de aprendizaje. De hecho, el esquema concreto expuesto en la secci6n anterior proporciona un modelo plausible de los procesos reales de adquisicién de conceptos. T.S. Kuhn emplea un ejemplo hipotético con 1a forma de la Figura 3.” Un nino familiarizado con los términos "pato" y "ganso" y con ejemplos adecuados Hama a un gran p4jaro blanco “ganso", pero su padre le corrige y emite la designaci6n correcta “cisne". A medida que el nifio gana experiencia sobre los los cisnes, su uso del término iz B, BARNES “ganso” llega a ser mds competente. Es més, es dificil ver como este incremento de competencia podrfa haberse producido slo verbalmente o mediante nuevas indicaciones ostensivas de ejemplos aceptados de “ganso". Evidentemente, saber qué es un ganso implica saber qué es un cisne. La aplicacién correcta del término "ganso” implica familiaridad con ejemplos aceptados de "cisne". Generalizando este punto llegamos a la interesante conclusién de que el uso competente de un término requiere idealmente dominar todos los términos de su red asociada. Las teorfas atomistas de la aplicacién de conceptos (y por tanto del “significado"), que s6lo consideran la relaci6én entre un inico concepto aislado y aquello a lo que se aplica, son inadecuadas. Hacen falta anflisis deslocalizados que estudien los conjuntos conectados de conceptos como todos organizados. A veces se cree que esos anilisis s6lo se aplican a 4reas muy concretas de la cultura verbal, a saber, a los sectores relacionados con la interaccién comunicativa, competencia de los métodos hermenéuticos e interpretativos. Se oponen los términos descriptivos de la ciencia 0 el sentido comin a los conceptos usados en historia, literatura, filosofia, incluso en la interaccién diaria cara-a-cara; se dice que el significa- do de aquellos puede comprenderse atom{sticamente, en términos de su correspondencia con Io que describen, mientras que éstos constituyen un sistema interconectado de significados, con propiedades holistas que deben ser aclaradas mediante técnicas hermenéuticas. En realidad, sin embargo, las concepciones atomistas del "significado" son irrelevantes para toda la cultura verbal; los métodos "hermenéuticos" son apropia- dos siempre, ya se analice "ser es devenir" 0 "el gato se tumbé en la estera". (No hace falta decir que los métodos “hermenéuticos” ponen de relieve las formas culturalmente especificas en las que se organizan e interrelacionan coherentemente los conceptos; si han sido poco usados en el andlisis de la ciencia se debe sin duda a que muestran el cardcter convencional del conocimiento). 8. Implicaci6n B: la aplicaci6n de un término es un juicio Cuando un individuo recurre al uso previo para averiguar cémo deberfa denomi- narse correctamente un nuevo caso particular, se enfrenta a una compleja serie de similitudes y diferencias. Incluso si actia de buena fe y como un agente normal "razo- nable’, no podré encontrar en el uso previo base suficiente para seleccionar un término en lugar de otro, ni siquiera para afirmar ’C’ més que ‘no C’. Bl uso previo puede fundamentar razonablemente cualquier selecci6n: comoquiera que se denomine al nuevo particular, puede establecerse su concordancia con el uso previo. Por tanto, cémo se denomine realmente al particular deber4 comprenderse formalmente como un juicio contingente del o de los agentes implicados. Los conceptos no traen consigo etiquetas con instrucciones sobre cémo usarlos. Somos nosotros mismos quienes, tomando el uso previo como precedente, determina- mos el uso. Ademis, el precedente es corregible, pues él mismo es también producto de otros juicios. Siempre puede decirse que el uso previo estaba equivocado, que sopesaba incorrectamente la similitud y la diferencia, y que debe ser revisado. Las clases de cosas pueden ser reclasificadas de tal forma que incluso los ejemplos paradig- miticos previos del uso correcto de un término llegan a serlo de otro. En suma, el uso se desarrolla como una sucesién de juicios situados cada uno de Jos cuales afiade un particular a la tensi6n de un término (0, cuando se revisa el uso previo, elimina uno). Por consiguiente, es incorrecto asumir que el uso esté determinado de antemano por significados, reglas, normas, légica 0 cosas asf. El uso requiere un SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL... 123 estudio empfrico minucioso en cada momento: los agentes desarrollan el uso de mane- Tas que en todo momento se relacionan con su complejidad total como actores sociales y Como organismos bioldgicos. Para comprender la aplicacién de conceptos debemos comprendemos a nosotros mismos. Una metéfora titil que preserva estos puntos considera los conceptos como recursos aplicables cuando los agentes les hallan sentido o propésito.!° La tensién de un térmi- no representa una relaci6n convencional de identidad entre los ejemplos que contiene. Cuando los agentes aplican un término al siguiente caso, uno debe preguntarse qué objeto tiene desarrollar de esa modo concreto el patrén de similaridad. Podria pensarse que esa imagen de la aplicaci6n de conceptos no encaja con ejemplos de uso fuerte- mente rutinizado 0 automatico. Pero sigue siendo formalmente apropiado, de igual manera que puede serlo decir que la gente decide vestirse por la mafiana, y encontrarle sentido, pese a que se hace de forma tipicamente rutinaria y sin pensar. La metéfora sirve como recordatorio de que no existe nada inherentemente incorrecto en una conducta altemativa, y que la conducta real observada, atin rutinizada, debe entenderse en términos de su motivo, esto es, por el uso de nociones tales como “meta” o “interés” (cfr. 14 y 15 abajo). 9, Implicacién C: el uso correcto es el uso acordado Los individuos aplican las clasificaciones casi siempre sin vacilar, seguros de que sus designaciones son correctas y de que serfin verificadas como tales por los miembros de su comunidad. Y casi siempre lo son. Supongamos, sin embargo, que dos individuos de una comunidad difieren sobre algo que les parece un acto rutinario de aplicacién de conceptos, Para uno, una criatura observada es obvia e indudablemente un perro: para el otro es un gato. Por més que discuten nada altera sus posiciones. Lo que a uno le suena como un grufiido al otro le suena como un ronroneo. Y aunque ambos estan de acuerdo en atribuir caracteristicas felinas a las patas y aspecto canino a la cabeza, uno valora ésto mds que aquello, mientras que el otro es incapaz de comprender cémo una persona sensata puede ignorar el aspecto realmente significative de las patas y acentuar las caracteristicas triviales de la cara y del créneo. Quiz4, los dos sujetos estén desarro- llando sus nociones de identidad para fines distintos: 0 quiz4 posean capacidades inherentes radicalmente distintas para la percepci6n y 1a cognicién. Consideremos ahora la cuestién de cud! de ellos etiqueté correctamente a la criatura. No disponemos de ningin criterio absoluto para ello. Sin embargo, si todos los demas miembros competentes de su comunidad concreta estén de acuerdo con la imputacién de “perro”, entonces, por lo que a ellos respecta, esa sera la imputacion correcta, y su conducta comunitaria reflejard sin duda ese juicio compartido. Este juicio de correccién serf, ademés, el tinico juicio compartido que tenga consecuencias empiri- cas en el contexto real en cuestién. Por ende, ser4 el tinico juicio de interés desde un punto de vista sociolégico. En general, por tanto, y desde un punto de vista sociolégico, el uso correcto es el que se est4 de acuerdo en calificar asf; y 1a préctica de la comuni- dad relevante lo hace evidente.'' Las evaluaciones externas del uso correcto, como las que un epistemélogo, por poner un ejemplo, podria estar tentado de aplicar al discurso de una cultura extrafia, no tienen significado socioldégico. Por supuesto, es un asunto empirico si, y hasta qué punto, una colectividad puede mantener un sentido de la aplicacién correcta de conceptos. No existe nunca garantfa de que el consenso continuar4 sin presentar problemas 0 de que las disputas sobre el uso se resolverén siempre por apelacién honrada a la autoridad comunitaria. Si los aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 126 B. BARNES cientifico, son sin embargo buenos conocedores, en general, de las diferencias especfficas entre las criaturas mds grandes y familiares. No obstante, los hechos biol6gicos objetivos ya no dominan la escena en el nivel més elevado de la taxonomfa Karam, Siguen siendo importantes, pero permiten al taxonomista un conjunto mayor, casi indefinidamente variado, de posibilidades. Este es el nivel en el que entra la cultura y determina la seleccién de los caracte- Tes taxonémicamente significativos.”” ‘Un contraste similar entre naturaleza y cultura se aprecia en el wabajo de Mary Douglas, pese al significativo papel que ha desempefiado en estimular un enfoque relativista de la clasificacién. Revisando una serie de trabajos sobre la clasificaci6n de la naturaleza fisica, incluyendo el articulo de Bulmer de 1967, Douglas escribe: “la naturaleza fisica se muele y conduce a través de las mallas cognitivas para satisfacer demandas sociales de claridad que compiten con demandas légicas de consistencia" (cursiva afiadida)."* Esta idea de competicion entre, por una parte, lo que es légico y natural y, por otra, lo que deriva de la cultura y de la sociedad, estén profundamente enraizada. Las clasificaciones pueden ajustarse a los hechos objetivos de la naturaleza o a las necesida- des culturales: pueden ser Iégicas 0 sociales. Pero esto es justo lo contrario de lo que revela un examen atento: necesitamos pensar en términos de simbiosis, no de competen- cia. El trabajo de Bulmer indica que las taxonomfas zoolégicas altemativas de los Karam y la nuestra pueden ser modeladas como redes de Hesse altemativas (Figura 3). Ambas redes pueden leerse directamente en la realidad (en el sentido del entomo fisico). No es que una red distorsione la realidad més 0 menos que la otra. ;Cémo puede distorsionar la realidad el] modelo de una red? Antes bien, la realidad provee la informacién incorporada en ambas redes: no tiene preferencia por una u otra. La realidad no confiere ningiin privilegio a nuestros métodos de clasificacién; éstos carecen de toda significacién antropolégica especial. Y lo que vale para la realidad también sirve para la l6gica. La equivalencia de las redes alternativas sefiala la ausencia de toda diferencia formal en los dos modelos relacionados de cognicién, el suyo y el nuestro. Una vez més, las altemativas son equivalentes, No es posible encontrar diferencias'en cuanto a su consistencia légica. ‘Al asumir un status privilegiado para nuestra propia taxonomfa, Bulmer no pudo evitar organizar su admirable articulo en torno a la cuestién equivocada. Preguntar por qué, en la taxonomfa Karam, el casuario no es un pajaro no conduce a ninguna parte. Es como preguntar zporqué los kobtiy son yakt para los occidentales?", que facilmente podria conducir a pseudo-problemas concemientes a la incompetencia légica de la mente occidental.’ Los problemas reales, de los que emanan cuestiones importantes, son ",Porqué, para los Karam, los kobtiy no son yakt?" y "{Porqué, para los occidenta- les, los casuarios son p4jaros?""® 11. Induccién Hasta aqu! apenas hemos considerado las diversas generalizaciones de una red y sus probabilidades asociadas y, sin embargo, constituyen lo que realmente se cree sobre el mundo. Hablar de 1a equivalencia de las redes sin una consideraci6n adecuada de las generalizaciones y sus probabilidades ha sido prematuro y requiere un remedio inmedia- to, No obstante, se apreciard que nada de lo afirmado hasta ahora precisa ser modifica- do. ‘SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL... a7 Las probabilidades de las generalizaciones se introdujeron inicialmente como dadas, transmitidas a los nuevos miembros de una comunidad sobre la base de la autoridad. Pero el reconocimiento directo y la investigacién continua de un entomo particular tendré seguramente algo que ver con la probabilidad que se atribuya a una generalizacién; de aqui surge el problema de cémo se relacionan las probabilidades aportadas por los ancestros con la informacién suministrada por el mundo. Los procesos de inferencia aqui implicados son universalmente de tipo asociativo © inductivo.” La gente deriva o legitima sus expectativas de asociaciones futuras por referencia a la fuerza de esas asociaciones en el pasado: cuanto mas fuertemente se considera que estuvieron asociados los particulares en el pasado, mds se espera encon- trarlos asociados en el futuro. Este rasgo inductivo o asociativo de la cognicién es evidente en muchos niveles. Las tendencias asociativas generales subyacen a un apren- dizaje no-verbal, simple, inconsciente, en el que estamos continua y automaticamente involucrados en tanto que organismos que se mueven a través de un entomo fisico. De igual forma, existe evidencia experimental sobre propensiones inductivas bisicas operativas en situaciones conscientes, pero primariamente no verbales, de solucién de problemas." Por lo que atafie a la cultura verbal, se ha afirmado a menudo que los mensajes s6lo pueden transmitir informacién si los términos que los componen retienen parte de las asociaciones adquiridas en su uso previo; hay implicito un supuesto inducti- vo en cémo se decodifican esos mensajes. Dicho de modo mds general, siempre que se emite un discurso verbal se presume un enunciado inductivo. Las afirmaciones contra-inductivas son ininteligibles en si mismas, por ejemplo, "ya no creo que los patos tengan los patas palmeadas, pues todos los patos que he visto iiltimamente tenfan Jas patas palmeado: En todos los numerosos estilos existentes de discurso e infe- rencia, los ejemplos aceptados de una generalizacién tienden a incrementar su p, y los contra-ejemplos aceptados tienden a disminuirla. El estilo opuesto produce perplejidad, de modo que, por ejemplo, el "pues" de la cita anterior es probable que genere proble- mas fundamentales en la mayorfa de los contextos de uso. Dado todo esto, es dificil sostener que las propensiones inductivas bisicas se aprenden, o que su car4cter es convencional u opcional. La inducci6n es una propensién. que poseemos antes del aprendizaje, y que es necesaria para aprender. Incluso los tipos de aprendizaje mds intensamente socializados dependen de las propensiones inductivas previas, que estructuran la forma de las operaciones mediante las cuales se decodifican los mensajes verbales y se extrae su informacién. No deberfa acobardarnos reconocer que operamos cognitivamente como méquinas inductivas de aprendizaje.” Esta grosera descripcién acentiia que las propensiones inductivas bisicas son inherentes a nuestras caracterfsticas como organismos. Son la forma de nuestro aparato cognitivo, no conven- ciones aprendidas por el aparato. Somos congenitamente inductivos. ‘Asf pues, xc6mo se relacionan nuestras propensiones inductivas con las probabili- dades dadas a nuestras generalizaciones acepiadas? Es plausible, pero igualmente errado, oponer ambos factores y considerar a Ja induccién a partir de la experiencia como una amenaza constante para las probabilidades recibidas previamente de la autoridad. Al igual que no existe en la aplicacién de conceptos ningtin conflicto inhe- rente entre la naturaleza externa y la cultura, tampoco lo hay respecto a la probabilidad de las generalizaciones entre nuestra naturaleza interna y nuestra cultura. De hecho, en ambos casos e! argumento es el mismo: nuestra forma de aplicar los términos y el grado en que aceptamos una generalizacién son dos caras de la misma moneda. Es cierto que cuando aceptamos que algo confirma o disconfirma una generalizaci6n 128 B. BARNES tendemos a modificar consecuentemente su probabilidad. Pero, al igual que clasificar algo como ésto 0 aquéllo es, en tiltimo andlisis, un juicio contingente (8), también lo es, en consecuencia, considerar que algo confirma una generalizacién particular. E igual que la aplicacién de un término implica considerar todos los términos de una red (6), la confirmacién de una generalizacién implica también, en consecuencia, considerar todas las generalizaciones y sus probabilidades asociadas. As{, con s6lo recordamos el cardcter abierto de la aplicacién de conceptos, podemos ver inmediatamente que un sistema dado de generalizaciones y de probabilidades previas nunca puede evidenciarse como incompatible con la experiencia de manera aproblemética. En este sentido, las distintas generalizaciones y/o sus distintas probabilidades asociadas vigentes en diferen- tes culturas poseen todas el mismo status cognitivo. Por ejemplo, si volvemos a la Figura 1.5 y consideramos la descripcién que hace Bulmer de la vida de los Karam y de las generalizaciones en las que funcionan sus términos de clases de animales, hallamos, por lo que sabemos, un sistema perfectamente adecuado de conocimiento aplicable instrumentaimente. Las generalizaciones de los Karam sobre el kobtiy parecen tan fiables y compatibles con las propensiones inductivas, como nuestras generalizacio- nes sobre los casuarios. Ni la naturaleza externa ni la interna amenazan a ninguno de estos sistemas. Es importante apreciar los Ifmites de esta forma de argumento para que no se tome como una afirmacién de que las creencias y las convicciones se pueden aceptar y rechazar voluntaria, incluso caprichosamente. El argumento, de hecho, muestra que puede gfirmarse que un objeto es cualquier cosa y que, por tanto, no confirmar nada sin que surjan dificultades formales de ningtin tipo. Pero esto no es decir que un agente dado, en una situacién dada, sea capaz de creer cualquier cosa. Afirmar algo es una cosa; creerlo es otra. Una creencia puede tener formalmente el car4cter de un juicio, pero los juicios pueden estar determinados por las circunstancias: llamar halc6n a un gorrién puede estar fuera de lugar del mismo modo que lo esté embarcarse en un curso suicida de accién. EI argumento no busca mostrar que los agentes pueden creer lo que les plazca acerca de la experiencia, sino seftalar que las generalizaciones y sus probabilidades asociadas en redes reales, existentes, nunca contradicen la experiencia por sf solas. En situaciones reales, la aplicacién de términos y la confirmacién de generalizaciones son abstracciones alternativas de los mismos procesos cognitivos, que a su vez son parte de un cambiante patr6n general de actividad. En situaciones estables, los actos lingiifsti- cos que sittian los particulares en las tensiones de los conceptos sustentan con ello las probabilidades de las generalizaciones en las que se emplean los conceptos. En un modelo de red de los componentes verbales de la cultura de una colectividad estable, Jas probabilidades de la red resultan de las operaciones cognitivas de la colectividad. Las probabilidades son compatibles con una forma de interaccién con la experiencia del entomo, puesto que las mantiene una comunidad que emplea esa forma de interaccién y de experiencia. En una cultura estable, las formas preferidas de aplicaci6n de concep- tos y de inferencia inductiva, que se ejecutan en el entomo dado de !a cultura, usan y mantienen las probabilidades de la red de Hesse. A la inversa, en una cultura cambian- te, cualquier choque entre las inferencias inductivas actuales y las probabilidades existentes previamente es simplemente un choque enue Ia estrategia inductiva actual y la de los ancestros. Podria aceptarse que, en un entomo estable, las propensiones inductivas, lejos de amenazar el esquema de cosas concreto cominmente aceptado, realmente se ajustan e SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL... 29 integran en el propio patrén en que consiste ese esquema; pero atin podrfan suscitarse cuestiones relativas a un entomo cambiante. Si el entorno fisico cambia, {no fuerza esto a que las inferencias inductivas enen en conflicto con la autoridad aceptada? Esta pregunta puede recibir un "no" inmediato con s6lo referimos a la discusién previa sobre los parecidos: todo particular “nuevo” se parecer4 y diferiré de los ejemplos en las tensiones de la red y, por tanto, no diferiré fundamentalmente de un particular esperado tutinariamente. La consideraci6n de anomalfas 0 de eventos inesperados no puede afiadir nuevos elementos a las propiedades generales de las redes 0, mejor dicho, a los Procesos que representan las redes. Un socorrido ejemplo servird para ilustrar este tema, asi como otros previos sobre la relaci6n entre la aplicacion de conceptos y la confirmacién. Imaginemos una comuni- dad donde las clases de animales se ordenan como nosotros las ordenamos informal- mente, pero que est menos familiarizada con ellas que nosotros. Imaginemos que los miembros de esa cultura encuentran, como si dijésemos, por primera vez, una criatura que etiquetarfamos con el término “ballena". Vale la pena mencionar algunas de las opciones mds simples entre las innumerables formas en que el encuentro podria ser resuelto cognitivamente.”' Una posibilidad es tomar la apariencia visible de 1a criatura como razén para lamarlo “pez”. Sin embargo, si también fuera clasificado rutinariamente como “gesta en el vientre” y “respira aire", disconfirmaria esa generalizacién aceptada dado que “los peces ponen huevos” 0 que "los peces no puede respirar aire”. También se le podria aplicar la etiqueta "mamffero". Esto eliminaria la presién sobre las generalizaciones acerca de los peces, pero quiz4, a costa de amenazar otras como "los mamiferos viven en tierra", por ejemplo, o "los mamfferos no tienen aletas". En suma, la identificaci6n visual rutinaria de los mamiferos y de los peces, basada en intuiciones no verbalizadas de similitud y diferencia, podria resultar inadecuada en cada designacién. Otra posibili- dad, que tiene particular importancia para este argumento, seria la insistencia en el cardcter completamente “nuevo” de a criatura. No es ni pez ni mam{fero, se podria decir, sino una nueva clase del todo -es decir, una "ballena"-. Con esta estrategia se evita perturbar cualquier generalizacién existente. Y, como esta estrategia siempre es posible, se sigue, como afirmamos antes, que de un entomo fisico cambiante nunca surgir4 una amenaza necesaria para el esquema de cosas vigente. En el curso de la vida comunitaria se decide continuamente entre estrategias alterativas de esta clase, coas que no siempre se reconoce explicitamente. A veces censuramos a nuesiro conocimiento lo que nosotros mismos hemos hecho de él, 0 alabamos su inmunidad frente a aquello de lo que nosotros mismos le hemos protegido. Asf, tras inventar la nueva clase “ballena", una comunidad podrfa pensar que su conoci miento previo era perfectamente satisfactorio en su 4mbito apropiado y que ese conoci- miento nunca habia incluido a las ballenas. De un modo més iconoclasta, la misma comunidad podria encarar Ia sustitucién de la vieja e inadecuada nocién de pez (inclui- das las ballenas) con una nocién satisfactoria de pez mds la nueva nocién "ballena". Segin estos andlisis ex post facto, el término previo "pez", o bien no abarcaba los ejemplos propiamente denominados ballenas -y era, por tanto, adecuado, o bien los cubria -y era inadecuado-. Los términos, sin embargo, no cubren sus futuros casos de uso, Los andlisis ex post facto de los dominios presuntamente pre-determinados de aplicacién de los términos ofrece meramente la posibilidad de acentuar la continuidad con los ancestros u, opcionalmente, la superioridad sobre ellos. 130 1B. BARNES 12. Coherencia En todo momento de Ja historia de una cultura, por estable que sea, existen innumerables formas de asimilar informacién del entomo de manera inductiva. Si esos desarrollos derivasen de decisiones individuales totalmente independientes, incluso si s6lo afectasen a parte del rango de las posibilidades asociativas, pronto serfa imposible hablar de una cultura verbal compartida; se producirfa una ruptura masiva de la comu- nicacién y el intercambio de informacién se harfa imposible. No existe, por supuesto, raz6n alguna a priori por la que esto no pueda ocurrir, pero si se conocen casos donde, de hecho, esto no ocurre; entre ellos pueden contarse los Karam y nosotros mismos, asf como pricticamente cualquier cosa que nos inclinemos a denominar cultura. Es claro que toda cultura existente exhibe formas pautadas de inferencia y, por ende, estd de algtin modo restringida. Las restricciones, no obstante, no las imponen ni la realidad ni nuestra bdsicas propensiones inductivas individuales. Se mantienen, como las formas aceptadas de aplicacién de conceptos, como prcticas de una comunidad, como institu- ciones. Tanto 1a aplicacion de conceptos como la inferencia inductiva estan instituciona- lizadas: de hecho, se ha mosirado que son poco mds que maneras alternativas de hablar de los mismos procesos. Esos procesos, en una cultura stable, muestran un modelo coherente. Una forma de hablar de esa pauta es decir que los miembros de una cultura comparten una teorfa. Por ejemplo, puede decirse que nosotros mismos hemos recibido de los ancestros una teorfa sobre las "especies". Esta es una forma conveniente y econémica de referirnos al patrén de nuestros modos de inferencia concerniente a las clases de animales: nuestra fuerte inclinaci6n a incluir todos los ejemplos que encontra- mos en una lista fija de clases, a organizarlos en ciclos de vida, nuestras afirmaciones sobre las relaciones entre las especies; nuestras referencias a mutantes, hibridos, terato- genes, etc. Nada se opone a presentar una descripcién econémica de nuestras creencias e inferencias sobre las clases de animales como una exposicién de nuestra teorfa de las especies. Pero s6lo hay un paso de aqui a un grave error, recurrente en la sociologia, Ja historia y la filosofia: la explicaci6n idealista. El error consiste en considerar la teorfa imputada a los agentes como la explicacién de los detalles de su creencia y su cogni- cién. Por ejemplo, en el contexto presente, consiste en explicar nuestras creencias ¢ inferencias sobre las clases de animales como derivadas de y determinadas por nuestra teorfa de las especies. Esa posici6n, a la luz de lo dicho, es claramente absurda. Hemos sostenido que no existen restricciones inherentes sobre el uso de un concepto ni sobre las conclusio- nes concretas que puedan extraerse de una generalizacién. Pero una teoria se entiende comunmente como un conjunto de conceptos y generalizaciones. Si no hay restricciones inherentes a la aplicacién de conceptos y los modes de inferencia, y, por tanto, sobre Jo que puede considerarse que una teorfa implica, todo intento de invocar una teorfa como explicacién debe, por consiguiente, ser erréneo. Sin embargo, no puede negarse Ja popularidad de esta forma idealista de explicaci6n, ni la tentacién de explicar la cognicién, en situaciones reales, como consecuencia de la teorfa que se mantiene. Una teorfa no explica los limites cognitivos de una cultura; meramente es esa cognicion restringida.” Describir el cardcter coherente de un modo de cognicién en términos de las restricciones en el rango de estrategias cognitivas observadas es un sin6nimo aceptable de la representacién, pero hacer de esas restricciones la explicacién de su coherencia es cerrar un cfrculo vicioso. Las cogniciones comunitarias coherentes aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 134 B, BARNES raz6n para que otras clases de metas 0 intereses no puedan desencadenar tales procesos y ser considerados como puntos de referencia evaluativos en e! curso de la modifica- ci6n del conocimiento y la cultura. Est4 bastante claro hist6ricamente que las metas y los intereses socio-polfticos constituyen a menudo el estimulo inicial de modificaciones en los sistemas del conocimiento natural (aunque, por muchas razones, los actores implicados raramente reconocen de forma explicita el rol de tales metas ¢ intereses).”5 Los esquemas de las cosas cambian con el tiempo en respuesta a cualesquiera metas e intereses que la gente haga relevante para su evaluaci6n y a las que se refiera en su desarrollo. En todo momento, esta es la base de su uso y el producto de su uso. Tal es, de hecho, el estado presente de nuestro propio conocimiento y de nuestras clasificaciones, etc. Podemos abandonar ahora el supuesto provisional de estabilidad con que se inici6 la discusién. La estabilidad es un caso especial del cardcter dinémico normal de la cultura en el que el uso satisface normalmente las diversas metas e intereses compartidos y tiende a reconstituir y a reproducir los patrones de las asocia- ciones a partir de las que se desarrolla inicialmente. 14, Conclusién La seccién previa dio el paso natural del desarrollo de un anilisis sociolégico y convencionalista del conocimiento y la clasificacién a uno plenamente instrumentalista. Es dificil ver cémo podria evitarse dar este paso. Sin embargo, merece la pena resumir algunos rasgos concretos del instrumentalismo que proponemos. Primero, las metas e intereses aludidos son los mantenidos en el dominio piblico y explican los cambios de un fenémeno piblico.”* No puede haber un lenguaje priva- do; la comunicaci6n requiere en toda cultura rutinas compartidas que tienen sentido s6lo en tanto que lo son. Intentar usar un lenguaje privado es como intentar pagar con dinero donde nadie lo usa ni cree en él. Los cambios en el uso lingiifstico, y los cambios asociados en el conocimiento, son decisiones colectivas que deben relacionarse con metas e intereses colectivos. Incluso las metas y los intereses predictivos y técnicos varfan de un contexto a otro y son mantenidos socialmente. En tanto una meta predicti- va particular estructure la evaluaci6n del conocimiento, su misma particularidad debe comprenderse en relacién con su contexto social, incluido el conocimiento que posee y todo el sistema asociado de metas ¢ intereses. Esto conduce directamente al segundo punto. Al decir que las metas o los intereses concretos y contextuales realimentan y estructuran Ia evaluacién del conocimiento, el énfasis recae en los términos "especifico" y "contextualizado". No tiene sentido hablar, como hace Habermas, de evaluacién en términos de intereses "transcendentales"; y concebir el conocimiento como si fuera juzgado en relacién con cada tipo posible de predicci6n y control.” Eso requeriria la gestion simultanea de todas las probabilidades de toda la red y la evaluacién simulténea de innumerables estrategias cognitivas. No existe un método para esa gestién ni criterio para esa evaluacién. Las restricciones contingentes sobre la cognicién son esenciales para un aprendizaje coherente y para cualquier cosa que se pueda denominar crecimiento del conocimiento. En tercer lugar, debe subrayarse que en ningun caso las clasificaciones o las creencias sirven "para" esto o aquello. Ain menos puede decirse que haya clases diferentes de conocimiento: la “ciencia" “para” los intereses predictivos-técnicos; la “ideologfa" “para” los intereses socio-polfticos. Las metas y los imtereses ayudan a explicar dinémicas institucionales; y porqué las clasificaciones cambiaron o se desarro- Iaron en tal momento y contexto en la forma en que lo hicieron. S6lo podemos confiar aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. B. BARNES Gu Gy Figura 1: Detalle de la Red de Hesse Miembro Competente — (T) ic Designacion eadecuaday Aprendizaje) Correccién/Control Social Designacién, a Nedfito oO Figura 2 SOBRE EL CARACTER CONVENCIONAL... 137 Figura 3 NOTAS Muchos Colegas, tanto de mi departamento en Edimburgo como de otras partes, han aportado valiosss, criticas y comentarios a versiones previas de este articulo. 1, Véanse, entre otros muchos ejemplos, B. Bames, Scientific Knowledge and Sociological Theory, London, 1974; H.M. Collins, “The Seven Sexes", Sociology, 9, 1975, 205-224, D. Bloor, Knowledge and Social Imagery, London, 1976; B. Bames and S. Shapin (eds.), Natural Order, Beverly Hills, 1979; B. Latour and S, Woolgar, Laboratory Life, Beverly Hills, 1979. Gran parte de la literatura de la etnometo- dologia y de la sociologia cognitiva también es relevante. 138 B. BARNES 2. M. Hesse, The Structure of Scientific Inference, London, 1974. Es interesante comparar las conclusiones {que aqut se derivan de un punto de partida sito en la tradicién inductivista de Ia filosofia de la ciencia con as producidas por los etnometodélogos. Cfr. H. Garfinkel, Studies in Ethnomethodology, Englewood Cliffs, 1967. 3. Los témmines clase animal no son idéneos para ilustrar el caricter instrumental de los esquemas de clasificacién -términos como “catalizador”, “fertilizante”, "reactivo", “antibidtico”, “encima” o similares irfan mucho mejor- ni ilustra_apropiadamente la forma como nuestro conocimiento trata las secuencias, Jos procesos y las narraciones temporales el empleo de términos de clase natural. Pero esto simplemente hhace de las clases de animales casos duros para la discusién que sigue y, por tanto, afiade la fuerza del argumento, 4, En esta discusién, “término” y “concepto” se emplearén de forma intercambiable y ninguno de ellos deberfa interpretarse con precisién indebida, De hecho, habré lugares donde habria sido mejor reemplazar- Jos por "expresién” 0 "locucién” o incluso “sonido”. 5. Bl proceso real de ostensién es, por supnesto, complejo y una fuente sin fin de problemas. Nuestro sencillo estudio supone que los particulares pueden ser identificados en el entomo, que percibimos el ‘enlomo como diferenciado o fragmentado, y que una interaccién puede, por asi decirlo, enfocarse sobre tun fragmento o particular. Supone, ademés, que 1a asociacién de un particular con un término comporta que el particular resultard en que se lo considere como un ejemplo de ete término. Estos supuestos tienen ‘enormes implicaciones; pero son necesarios como paliativo del hecho de que poseemos una comprensién incompleta de nuestros aparatos perceptivo y cogritivo, los cuales poseen al menos algunas propiedades rudimentarias inherentes que hacen posible el aprendizaje. Que ‘L” posea ese aparato posibilita que ‘T” le inste ejemplos de términos como "pSjaro” (0, para el caso, de términos como “rojo”, "volar’, “arriba”, etc.). Para una discusién més extensa de la dificultad de la comprensién del aprendizaje ostensivo cfr. D. ‘Campbell, Descriptive Epistemology. Cambridge, Mass. 1979. 6. Pese a su isomorfismo con el "modelo de redes de universales” de Hesse, la red aqui construida es diferente. En nuestro ejemplo no hay razén para afirmar, como hace Hesse, que la red se construye a partir de proposiciones verdaderas 0 falsas. Para aquéllos con un interés técnico en estos asuntos, puede decirse que Hesse intenta desarrollar un modelo de red “reslista”, mientras que este estudio es irreductiblemente “instramentalista”. Existe un riesgo en moverse autométicamente de una red, con su significacién normati- va, a la otra, con su funcién completamente naturalista. Por otra parte, parece apropiado sefalar la procedencia del presente estudio. 7, Empleo el término “tension” en alusién deliberada a la “extensién” tal como se emplea en la semantica filos6fica. La extensién de un término se cree que incluye todas las entidades a las que propiamente se aplica 0 de las que es cierto. En la tensién de un término se incluyen sélo ejemplos pasados de uso -un mimero finito de ejemplos-. Basta con hablar de la tensién de un término para aceptar que su uso futuro adecuado esté indeterminado. Hablar de una extensin es suponer que el uso futuro adecuado ya esta

Das könnte Ihnen auch gefallen