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Revista de Investigacién Lingiilstica. N° 2 - Vol. Il - 2000 Pdgs. 379-392 Et DICCIONARIO ETIMOLOGICO DE LA LENGUA ESPANOLA DE ECHEGARAY. UN EJEMPLO DE LEXICOGRAFIA DECIMONONICA. MIGUEL ANGEL PUCHE LORENZO Universidad de Murcia Alla hora de abordar el estudio acerca de una obra enmarcada dentro de la lexicografia, como bien es el diccionario que a continuacién analizaremos, y cuyo anilisis y consideraciones expondremos con la maxima claridad posible, es necesario hacer referencia a la dicotomia lexicografia/lexicologia, ya que, aunque se sabe y se admite que son disciplinas diferentes, siempre existen confusiones para acotar el campo de trabajo de una y otra, con limites nada claros al ser dis- ciplinas vertidas al estudio del Iéxico. Hace ya algin tiempo, Alvar Ezquerra, basdndose en las definiciones propuestas por Julio Casares, aceptaba que la lexi- cologia es “el estudio empitico, cientifico del léxico, el origen, forma y significa do de los términos”, mientras que la lexicografia consiste “en el arte de compo- ner diccionarios"!. Pero también han contribuido a las mas diversas confusiones, en cuanto al campo de trabajo de una y otra, las asociaciones a la gramidtica y a la semdntica. Campo que se ha deslindado perfectamente al marcar la diferencia en el Ambito del significado entre gramdtica y lexicologta, y, en palabras de Morera, gramatica es “la disciplina lingtifstica que se encarga de estudiar los pro- cedimientos dimensionales del idioma, los signos que dan forma al universo del discurso” y la lexicologia se dedica a estudiar “los valores seminticos dados en y por las lenguas naturales”, A su vez se encuentran estrechamente relacionadas 1 Alvar Ezquerra, Manuel (1976): Proyecto de lxicografta erpafola, Barcelona, Ed. Plancta, pp. 13-21. 2 Morera, Marcial (1994): “Hacia una nueva delimitacién de los conceptos de gramitica y lexicolog(a", Revista de Filologia de la Universidad de la Laguna, 13, pp. 277-289. 379 ‘Miguel Angol Puche Lorenzo. semintica y lexicografia, puesto que la labor de los lexicégrafos ha sido confun- dida con la de semantistas, al relacionarse la definicién lexicogréfica con el sig- nificado, cuando Ia definicidn es sélo “una de las posibles interpretaciones del significado de una palabra’. A partir de estas frecuentes confusiones terminolégicas, donde nunca queda expresada con claridad la funcidn de una u otra disciplina, nace el térmi- no de metalexicografia, no generalizado en todos los autores. Un término que intenta abarcar la labor de la lexicografia en cuanto a la creacién de un diccio- nario y a la metodologta, la investigacién que se sigue para la realizacién del mismo’. Pero nuestra atencién se centraré en una tarea concreta de la lexicografia: la elaboracién de un diccionario etimolégico. Para ello debemos olvidar por un momento el tipo de diccionario etimolégico que todos llevamos en mente, el diccionario realizado por Corominas, al ser ésta una obra de creacién reciente y que sigue los principios metodolégicos de otros diccionarios romdnicos como los de Meyer-Liibke o Wartburg. Ademds en él se advierte un cardcter tanto histé- rico como etimolégico. En él se aprecia tanto el origen de la palabra, como la entrada y evoluciones que experimenta en Ia lengua espafiola, Porque en un dic- cionario etimolégico ésa seré la finalidad principal, encontrar, buscar, averiguar la procedencia de las palabras que componen el corpus Iéxico de nuestra lengua, y como dijo Wartburg “etimologfa no quiere decir un punto de vista en el pasa- do: etimologia quiere decir historia de la palabra”, a pesar de los grandes incon- venientes y problemas que suele presentar un trabajo de tales caracteristicas, no sélo por la busqueda de los materiales, sino también para enmarcatlos y orde- narlos en la obra. La preocupacién por el origen de los vocablos de nuestra lengua se remon- taa las primeras obras de cardcter lexicogréfico que se realizaron en Espafia. Pues ademds de registrar aquellas voces que componian nuestro léxico, se le concedia 3 Hemnindez, Humberto (1989-90); “Semdntica, lexicografia y otras cuestiones conexas", Revista de Filologia de la Universidad de la Laguna, 8-9, pp. \75-182. 4 Anglada Arboix, Emilia (1991): *Lexicografla, metalexicografia, diccionat 511. 5 Apud. Picoche, J. (1970): “Probltmes des dictionnaires érymologiques", Cahiers de Lexicologie, 16, pp. 53-62, .discurso”, Simagma, 3. pp. 380 £1 Dieeionario otimotigico de le longue espatota de Echogaray. Un ejemplo do lexicogralia decimonsnica especial importancia a la etimologfa. Ast, desde los orfgenes de esta prictica con Nebrija, nacen obras como las Etimologias de Alejo Venegas (1565), Origen y Exy- mologta de todos las vocablos originales de la lengua castellana de Francisco del Rosalé, compuesta hacia 1601, y conservada en una copia del siglo XVIII, en la que se incluyen las etimologias de las palabras recogidas partiendo de hechos subjetivos y anecdéticos, Del origen y principio de la lengua castellana de Bernar- do de Aldrete, o el Tésoro de la lengua castellana o espaitola de Sebastiin de Cova- rrubias, donde se presta también atencién a la procedencia de las palabras, su “finalidad primordial”, aunque son etimologias “tantas veces absurdas y tra(das por los cabellos"”. De hecho, Covarrubias, en la carta al “letor” desvela su fin acerca de la lengua: “Ia que agora tenemos esté mezclada de muchas, y el dar ori- gen a todos su vocablos, serfa impossible. Yo haré lo que pudiere (...) Yo he bus- cado con toda diligencia este tesoro de la lengua castellana y lidiado con dife- rentes fieras, que para mi y para los que saben poco, tales pueden llamarse las lenguas estrangeras (...) La diversidad de los origenes me ha forgado a no poder dexar igual la letura desta obra (...) por aver de acudir a sus fuentes y usar de sus propios caracteres en la lengua griega y la hebrea”8, Esto le valié que el Lcdo, Bal- tasar Sebastidn Navarro de Arroyta llamara a la obra Etimologias. En el siglo XVIII la creacién de la Real Academia Espafiola en 1713 supu- so un paso decisivo para la lexicografia espafiola por la publicacién del Diccio- nario de Autoridades (1726-39), en el que la etimologta serd un claro objeto de atencién por parte de los académicos. En el prélogo se incluye uno de los dis- cursos proemiales versado sobre las etimologlas de especial interés. Se cuenta al lector que “Habla la academia de las Erymologfas con el pulso y moderacién que corresponde al peligro de errar: y tiene por mas congruente evitar muchas, antes que exponerse a un error cierto, que justamente se le impugnasse”, y mas adelante se define etimologta con “el origen, 0 principio que tuvo para su for- macién o significado”, y se vanagloria de “entrar en assunto que ninguno ha tra- 6 Vitiza, Conde de la (1893): Biblioteca Histdrica dela Filologta Castellena, 1, Madtid. Imprenta y Fundi- cin de Manuel Tello, p. 819. 7 Riquer, Martin de (1998), prélogo a Tesoro dela Lengua Castellana o Expatola de Sebastiin de Covarru- bias, 1611. Barcelona, ed. Alta Fulla (4* ed), p. IX. 8 Covarrubias, Sebastién de (1611): Tisore de la Lengua Castellana 0 Espafiola, ed. de Martin de Riquer, Barcelona, ed. Alta Fula (4¢ ed), 1998, p. 20, 381 Miguel Angot Puche Lorenzo tado"®, Sin embargo, en las posteriores ediciones de este diccionario se supri- mieron muchas de las informaciones que proporcionaba, con el fin de abaratar el coste y hacerlo més manejable, entre ellas la etimologias que no fueron repuestas hasta la edicién de 1884, ya que en ocasiones se vela atacada por las imperfecciones!®, A partir del siglo XVIII se produce una evolucién de las ciencias, algo que influye en la creacién de un vocabulario cientifico y técnico, acorde con la nueva terminologia que estaba surgiendo o venfa importada de Europa, donde dichas ciencias triunfaban y presentaban grandes descubrimientos 0 avances sorpren- dentes para la sociedad de la época. A pesar de la avalancha de nuevos términos, la Academia decidié no incluitlos en su diccionario, salvo los que podfan resul- tar mas comunes!!, Ast se advierte en todo lo que respecta al léxico de la electri- cidad, que hard sus pequefias incursiones, pero no serd hasta después de la edi- cién de 1884 cuando se abre, o parece abrirse, ese conservadurismo, quiz tam- bién por la gran extensién y aceptacién social adquirida por los nuevos voca- blost2, A tala de estos acontecimientos empiezan a realizarse una serie de diccio- narios al margen de los criterios aplicados por la Academia. Nace la lexicografia no académica cuyo precedente es el jesuita Esteban Terreros y Pando, que edita el primer diccionario de autor, posterior al de Autoridades, a finales del siglo XVIII. Un diccionario que levaba el germen del diccionario enciclopédico, hasta ese momento inédito en Espafia. Una obra que se abre no sélo a la significacién, sino también a la designacién, terminologia e idiomas. De él se nutre la nueva corriente lexicogréfica del siglo XIX, y ante la negativa y el cardcter reacio de la ‘Academia a incluir los vocablos de reciente creacién, componen, crean una serie de diccionarios con un criterio més amplio, donde se contiene el uso vivo de la 9 RALE.(1726-39): Diccionario de Autoridader. Biblioteca Roménica HispSnica, ed. fcsimil, 3v., Madi, Gredos, 1990, p. V-LVI. 10 Alvar Ezquerra, Manuel (1983): “Los prélogos del ‘Diccionario’ académico. Nomenclatura especifica y microestructura’, Revina de Filologia Expatole, LXIM, cuademos 3°-4°, pp. 205-222. 11 Alvar Ezquerra, Manuel. “op. cit.” 12 Moreno Villanueva, José Antonio (1995-96): “La recepcién del léxico de la electricidad en el DRAE: cde Autoridades a 1884", Revista de Lexicognafa, vok H1, Universidade da Corus, pp. 61-72. 382 El Diccionario etimotégico de Is lengua aspafola de Echogaroy. Un ejemplo do lexicogratia decimonénico lengua's, As{ surgié la denominada “generacién lexicogrdfica de 1850” con auto- res como Salvé, Eduardo Chao, Castro,... Pero en este movimiento lexicogréfico del XIX también estd presente la creacién de diccionarios etimolégicos, no sélo de diccionarios monolingiies. Aunque es éste un tertitorio del que poco se sabe y sobre el que poco se ha trabajado. Puesto que si la lexicografia decimonénica no académica habfa estado olvidada hasta hace relativamente poco tiempo, pues incluso hay diccionarios, como el de Donadfu, de fines del XIX, que eran des- conocidos'; por lo que respecta al etimoldgico el olvido es atin mayor. Los estu- dios sobre este tipo de creaciones lexicogrificas son de por s{ escasos, y con res- ecto a esta época, sin que se evaltie la calidad, son casi inexistentes. Lo que sf esté claro, y llama la atencién, es la atraccién existente por la etimologia, la pre- ocupacién por hallar el pasado, el origen, las rafces més remotas de nuestra len- gua. De hecho no son solamente los diccionarios como los de Cabrera, Pefialver, Monlau, Doce o Barcia los que actian de testimonio de esta preocupacién, sino también la cantidad de articulos y estudios sobre el origen de determinadas pala- bras por parte de investigadores espafioles y extranjeros, tal como quedan reco- gidos en la obra del Conde de la Vifiaza!s, Esta inquietud acerca del origen de las voces que conforman nuestra lengua estd circunscrita al Ambito de la filolo- g(a, claro est, aunque son precisamente hombres que, pertenecientes a otros campos cientificos, se inmiscuyen en tal tarea. Algo que puede sorprendernos, pero no hace sino corroborar un hecho concreto: la inquictud que existe actual- mente por la interdisciplinaridad ya esta patente siglos atrds. Recordemos que la obra de Francisco del Rosal, principios del XVII, estaba efectuada por un médi- co. También es verdad que el rigor, la calidad o la veracidad de los hechos expues- tos no los evaluaremos, pues en la mayorfa de las ocasiones se ha podido demos- trar lo erréneo del asunto. En esta corriente lexicogrifica del siglo XIX se inscribe el Diccionario gene- ral etimoldgico de la lengua espartola de Eduardo de Echegaray y Eizaguirre, com- 13 Anglada, Emilia y Bargallé, Marfa (1992): “Principios de lexicografla modema en diccionarios del siglo XIX", Aceat de II Congreso Internacional de Historia de la Lengua Expatole, Madrid, pp. 955-962. 14 Garriga Eseribano, Cecilio (1996): "Delfin Donadlu, lexiosgrafo desconocido dels. XIX" Critol 1, pp. 43-58, 15 Vithaza, Conde de la. Op. cit. pp. 829-852. Miguo! Angol Puche Lorenzo puesto entre 1886 y 1890'S, Una obra hasta ahora desconocida en los estudios lexicogréficos. Hermano del Nobel José de Echegaray, fue ingeniero jefe del Cuer- po de Caminos, Canales y Puertos, como inspector general del cuerpo de ingenie- ros. A ello se unia su trabajo docente como profesor honorario de la Universidad Central y profesor de la Escuela de Caminos, y de la desaparecida Escuela de Ayu- dantes de Obras Publicas. Entre sus estudios y conferencias de indole cientifico- técnico destacan sus disertaciones sobre la “Importancia de la Geologia en el Arte de construir’, “La construccién moderna” y “La torre Eiffel”!”. De todas ellas sobresale el diccionario citado de cardcter etimoldgico. Ya advertimos al principio que al referirnos a este tipo de diccionarios era necesario olvidar el de Corominas, confeccionado bajo una corriente filolégica diferente y més reciente, ya que los estudios etimolégicos adquirieron mayor importancia y seriedad después de los emprendidos por prestigiosos romanistas. Bajo el titulo de Diccionario general etimoldgico de la lengua espafiola apare- ce la descripcién del trabajo que nos vamos a encontrar: “Edicién econémica arreglada del Diccionario etimolégico de D. Roque Barcia, del de la Academia Espafiola y de otros trabajos importantes de sabios etimologistas, corregida y aumentada considerablemente por D. Eduardo de Echegaray”. En el prélogo Echegaray contard al lector-usuario el por qué de ese nuevo diccionario, y la pri- mera razén que aduce es poner un diccionario etimolégico al alcance de todas las fortunas, de ahf Ia importancia de edicién econémica, que nos ayude a dis- tinguir las palabras que pertenecen a nuestra lengua desde antiguo de las incor- poradas en tiempos recientes. Para ello se va a basar en el realizado por Roque Barcia, al que tras hacer las consiguientes alabanzas, da a conocer su defecto: la voluminosidad, traducida en cinco grandes romos. Esto lo decide a crear una edicién reducida, donde se suprima todo aquello que no tenga que ver con la eti- mologia, como lo referente a la sinonimia, mitologia, descripciones geogrificas y estudios biogréficos, y las etimologfas “absurdas”. Esta caracteristica se hace patente cuando define su diccionario como “general”, al estar en relacién con el tipo de usuarios al que esté destinado, asequible a todas las fortunas, como ya 16 Echegaray y Bizaguirre, Eduardo de (1898): Diccionerio general etimolégice de la lengua expatiola Madi, Imprenca de los hijos de Ricardo Alvarez. 17 Enciclopedia Univeral Musinida Europeo-Americana, Tomo XIX, Madrid, Espasa-Calpe, 1966, s.¥. Echegaray. 384 El Diccionario etimolégico do ta lengua espatols de Echogaray. Un ejemplo de laxicogratie decimondoniea habfamos indicado'*, Y con ello queda reflejada una doble divisién del léxico: el general y el especial. Algo que entrafia gran dificultad, en este caso también doble porque nuestro autor se debatirfa entre no incluir los tecnicismos, 0 incluirlos, precisamente porque en la mayoria de los diccionarios no se hallan registrados, sumdndose, de este modo, a la corriente lexicogréfica que antes hab{- amos descrito, El acopio de material de tan diversa procedencia esté en relacién con la corriente de la época, muy dada a reunir la mayor cantidad de datos posi- bles, y crear una obra enciclopédica. Con respecto a la sinonimia, Echegaray la suprime por no tener nada que ver con la etimologta, pero en el caso de Barcia encontramos dos aplicaciones diferentes o dos teorlas con respecto a los sinéni- mos, una en el Diccionario general, que representa la tendencia de la época, con- sistente en que no existen sindnimos absolutos ya que “dependiendo de una serie de circunstancias, como la situacién, el estilo o las caracteristicas sociales y cul- turales del que habla, cada palabra serd fa adecuada a una situacién concreta”; y otra en Sindnimos castellanos de este mismo autor, donde expone una teorla pro- pia, segiin la cual se establecen relaciones sinon{micas entre palabras que perte- necen a campos ideoldgicos u érdenes diferentes!?, Pero tras conocer la intencionalidad de Echegaray en el prélogo del diccio- nario, veremos cémo la aplica y cuéles serdn las caracterfsticas més relevantes de una obra que intentard conjugar utilidad y demostracién de erudicién, fundien- do los mayores trabajos acerca de la etimologfa bajo su mano cortectora y per- feccionadora. Atendiendo a la macroestructura del diccionario, observaremos qué tipo de leéxico recoge a través de sus paginas, porque la recopilacién del caudal léxico es lo que diferencia a los distintos diccionarios. En primer lugar, destaca la inclu- sién de tecnicismos y neologismos, acorde con la critica manifestada hacia los diccionarios de la Academia, por resistirse a la incorporacién de este tipo de tér- os. Echegaray registra un abrumador niimero de voces técnicas y especiali- zadas de los més diversos campos de investigacién cientifica, tanto innovadores 18 Fajardo Aguirre, Alejandro (1994): “La marcacién técnica en Ia lexicografla expafiols", Revista de Filologia de la Universidad de la Laguna, n° 13, pp. 131-143. 19 Agradecemos ala Profesora Dfia. Dolores A. Igualada Belcht que nos haya petmixido consular la comu nicacién que presenté al XXII Simposio de la Sociedad Espafiola de Lingilatica, con el titulo “D. Roque Bar- cia y la lexicoggafla espaol”, sin haberse publicado. 385 Miguel Ange! Pucho Loronzo en aquella época, a los que no se resistié y dejé buena prucba de ello, como tra- dicionales proveniente de disciplinas clisicas. Junto a antonomasia del campo de Ia retérica 0 antropatia de la filosofia, hallamos bromaurato, argentato, antiméni- 1, faseolina, hiporato de la quimica; artura, aracnotitis, anapneusia, fotofobofial- min, galacturia de la medicina; atrdctilo, baobal, ateropogén, artrostigma, german- drta, epllobo, enedntero de la botinica; atraguilo, atractérono, artruro, amplipeno, angustirremo, gerenda, eneocéfalo, hilobatracianos de la zoologla; aristogenis, ariste- faneyin, aregén, hematitino, hidrolasura, de farmacia; ardineas, anarrinco, linme- nicolimbo, gonis de ornitologla; antelia, de meteorologia; abramis, holostedn, gim- notérax de ictiologta. Ejemplos de voces que se encuentran registradas por Eche- garay, voces que, sin embargo, en la edicién mds reciente de la Academia (21° ed. 1992) no estén incluidas. Escin presentes numerosas locuciones adverbiales latinas como ante diem, ab aeterno, in facie Ecclesia, in statu quo, inter nos, mare mdgnum, ab inestato. La multiplicidad de articulos puede lamarnos la atencién, puesto que no’ tienen relevancia en cuanto a un cambio sustancial del significado de la palabra, quedando registrados diminutivos, aumentativos o superlatives. As{ ocurre con amable, seguido por la forma adverbial amablemente, y tras ellos la forma super- lativa del adjetivo y del adverbio: amabillsimolma y amabillsimamente. También podemos observarlo en palabras como borla, que recoge borlilla/ta, dos variantes del diminutivo; en rosa, que incluye los diminutivos rosetin, rosetical illal ita y roseta; en borracho que recoge borrachete, borrachuelo, borrachtsimo, borrachén y borrachonazo, con todo tipo de sufijacién; alcabuete 0 alcabueta, que entre los diminutivos destaca alcahuetillofla, y entre los aumentativos alcabuetazolea y aleabuerénina, 0, finalmente, estrella, con los derivados estrellical ital uela én. Como vemnos no sigue las mismas reglas para todos, y en unos casos incluye una mayor variedad del proceso de derivacién por sufijacién que en otros, en todo ello quizds obre el rendimiento y la familiaridad o extensién social que percibie- ra el autor de estas palabras. ‘También presenta una serie de alternancias gréficas, irrelevantes, en razén de una representacién anticuada o desusada, de la que nunca da cuenta el lexi- cégrafo. Alternancias que no tienen rendimiento funcional, tal como ocurre con dcimo, aqui también tiene entrada como azimo o azymo, aceitera y azeitera, regno y reino, lu y lo, maestradgo y maestrazgo, 386 £1 Diccionario etimologico de 1s longus espafols do Echegaray. Un ejemplo de lexicogratia decimonénica De la misma manera en el prélogo se indicaba que se suprimfan aspectos geogrificos y biogréficos, pero continuarin determinados articulos sobre ciuda- des, personajes histéricos © mitolégicos, aunque sin seguir ningtin criterio apa- rente de seleccién. Asi de Almerfa o Baza se dan notas resumidas de lo que apa- recla en otros diccionarios sobre su extensién y niimero de habitantes, pero con determinados gentilicios ocurre que éste se registra y no tiene entrada fa ciudad de la que procede, como alcayano, y no tiene entrada Alcoy: gascén, sin entrada Gascuhia, menorquin, sin entrada Menorca ; 0 Afrodita “nombre griego de la diosa romana Venus"; Amadis de Gaula, que salté a la fama por El Quijote, segiin nues- tro autor, mientras otros nombre como Berceo estén ausentes de estas listas, o en el caso de alfonsino, mediante el cual se hace referencia en lo que respecta a Alfonso X, pero no se dice nada de este rey, tal como sucede con gongorino y gon- gorismo, sin que se nos den datos biogréficos de Géngora, que tampoco tiene entrada. El anilisis microestructural nos proporcionard, igualmente, numerosos ejemplos de la labor lexicogréfica de Echegaray. La informacién que dard sobre cada una de las acepciones va desde la categorfa gramatical a la que pertenecen hasta la etimologfa de la misma. Fin ultimo que persegu/a el autor en un diccio- nario de estas caracteristicas. Lo primero que se percibe, como algo estrictamen- te grifico o de aspecto puramente formal, es que dichas marcas no estén abre- viadas y no aparecen en Ia totalidad de las palabras recopiladas en esta obra. En ocasiones aparecen unas marcas y otras no, quedando la informacién incomple- ta. Sin embargo hay palabras donde no existe ningtin tipo de marca que nos acla- re su categorfa gramatical o su etimologfa, Nosotros analizaremos aquellas que se utilizan normalmente y que parecen seguir un critetio de uso, Por lo que respecta a las categorfas gramaticales, en la marcacién de un sustantivo, se indica el géne- ro, masculino o femenino, y, si procede, si es aumentativo 0 diminutivo, pero nunca se nos dice que es un sustantivo. El adjetivo aparece con tal marca, y cuan- do un vocablo puede pertenecer a ambas categorias se indica con “sustantivo y adjetivo", acompafiado de plural, como en antecos. Los adverbios se definen como tales, acompafiados del tipo al que se asocian, es decir, si son de lugar, de modo o modales, de tiempo, etc... Mientras que del verbo podremos conocer si ¢€s activo, rec{proco © neutro. Junto a ellos sicuamos los participios de los que sabremos si son activos, como abdicante, 0 pasivos, como abarquillado, o patti- 387 ‘Miguel Ange! Puche Lorenzo cipios pasivos irregulares, como absuelto, La informacién gramatical se ve reforzada y completada con la informacién diacrénica, es decir, si un término esté anticuado o no, tal como ocurre con aba- jar, abaldonar, Netrado © melicina. Incluso existen términos calificados de anti- ‘cuados, pero restringidos a un uso poético como los demostrativos aquese y aques- 14; a calificacién de metéfora antigua para angosto, entendido como escaso, o pulpo entendido como ramena, Las marcas diatépicas también estin presentes entre las utilizadas por Eche- garay. Nos dan cuenta de la recopilacién de dialectalismos en esta obra, lo que nos informarfa de la extensién de algunos de ellos y de su aceptacién 0 conoci- miento en el resto del territorio, No obstante, no son apreciaciones abundantes. Tales podemos advertirlas por la marca de “provincial”, que puede aparecer sola, éste es el caso de bodocal (adjetivo provincial, una variedad de uva negra) 0 de ‘membrillero (masculino provincial); 0 puede venir acompafiada del nombre de la provincia donde se localiza, que por otro lado seria lo normal y aclarador para el usuario. Podemos leer entre sus paginas los ejemplos de apufiadar, provincial de Aragén, arcazén, de Andalucta, bajoca, de Murcia, arvejo, de Asturias, asobiar, de Galicia, apurrir, de Burgos, erquirol, de Aragén, estambrado, de la Mancha, galls, plural valenciano,... La adscripcién no se cifiea la Peninsula solamente, sino que también se registran términos americanos que estén bajo la marca de americano, © del pafs donde se utiliza, Junto a asabalado y lagua, adjetivos americanos, han- gada y lalla, femeninos americanos, estin arribefio y aceado, marcados como “Masculino. Méjico”, por citar algunos ejemplos. Por otro lado, la marca utilizada para una caracterizacién diastrdtica del léxico es la de familiar, que tampoco aparece con tanta frecuencia como otras. Localizamos borbullar, neutro familiar, ablandabrevas, composicién figurada y familiar, aconchabarse, reciproco familiar o larguirucho, adjetivo familiac. La pre- sencia escasa de este tipo de marcas esté en relacién con el abundante Iéxico de tipo cientifico-técnico que se registra, razén por la que lo familiar esta desplaza- do o se ve en menor ntimero frente al caudal léxico del que s{ se intenta dejar buen testimonio, De este modo, aunque tampoco serd algo normativo en todas las palabras, pues Ia falta de sistematicidad en los criterios de marcacién se ha convertido en una de las caracterfsticas de nuestro autor, segtin venimos obser- vando hasta ahora, aparece la actividad o disciplina a la que esta adscrita cada 388 E1 Diccionario eimoligico de la langue espatola de Echegaray. Un ejemplo de laxicogratia decimondnica vocablo. Conviven las actividades cldsicas con las més novedosas, en cuanto ala creacién terminolégica se refiere. Al lado de la Retérica, la Métrica, la Musica, Ja Mirologfa o la Liturgia, encontramos la Entomologta, la Ictiologia, la Botdni- «a, la Zoologia, la Ornitologfa, la Minerologia, la Conquiliologia, la Cristalo- grafia, la Patologia o la Quimica, entre los mas abundantes. El tiltimo apartado dentro de las informaciones que nos proporciona el dic- cionario, es el referente a las etimologfas. Recordemos que era éste un dicciona- rio etimolégico, y que por ello debemos abstraernos y no pensar en el realizado por Corominas para evitar comparaciones, por otto lado inevitables, entre dos obras de épocas y corrientes filolégicas totalmente distintas. Ademds, el estudio de la etimologfa fue perfecciondndose y cortigiéndose con el paso del tiempo. La prictica de Echegaray al respecto también se indica en el prélogo. El autor recu- rre a la obra de Barcia, de la Academia y la de prestigiosos investigadores para establecer la etimologia. Aunque él también corregiré y afiadird algunas. De hecho, tras las marcas antes expuestas y la definicién del vocablo establece un apartado encabezado por el mismo nombre de “etimologia”. Echegaray remite al usuario al origen de cada uno de los vocablos de su diccionario, un origen que, continuando la préctica llevada a cabo por él, no va a aparecer siempre, sino que serdn numerosas las palabras en las que falta la etimologfa. Pero cuando aparece, el autor nos indica si tal etimologia la ha obtenido de Barcia, de la Academia, 0 de otros autores como Rosal, cuya obra citamos al pri de este estudio. Aunque, cuando duda, o al comparar ambas y comprobar discrepancias ante el origen, Echegaray nos sefiala las dos suscribiendo el diccionario del que proce- den, También merecen citarse aquellos casos donde no incluye la fuente de pro- cedencia, algo que parece indicar al usuario que es él el responsable de tal inves- tigacién. Algunos ejemplos de todo esto son bable, del latin fabula, escaparare de ex y apparatus, lindo del latin legere, segtin la Academia; barquino, del drabe ber- zin, segiin la misma fuente. Cuando existen diferencias entre la Academia y Bar- cia, expone las dos teorfas, como ardid, del bajo lat{n artisus (Academia), de ardi- do (Barcia); atener, de a y tener (Barcia), del latin attinere, de ad y tenere (Acade- mia); atentado, de atentar (Barcia), de a y tiento (Academia); y atenuar de a y tenue (Barcia), del latin attenuare, de ad y tenuis (Academia). Luego se nos mues- tran etimologfas sin indicacién de autor, pero que sin embargo tienen la misma 389 ‘Miguel Ango! Puche Lorenzo, explicacién en el diccionario de Barcia: aguaceta, de agua, ¢ eufénica y sufijo diminutivo eta; alzar de altare, afiejo, de aio mas sufijo -¢jo. En ocasiones se inclina por la etimologia de la Academia, si la considera mds completa que la de Barcia, como ocurre con aquelarre, de aquer (cabrén) y Jarre (prado). Etimolo- glas que se explican por un proceso de derivacién y composicién, sin mas expli- cacién, lo que no deja de mostrarse a nuestros ojos como un tanto acientifico, y si se permite absurdo. As{ se manifiesta en verbos como arrinconar, arreciar, compuestos por a y recio, rincén; dlabe, de alabear, de ay labens, tis, alpitte de alopecurus, andar, de andare, briscar, de crispare, brincar, de brinco, pot armonfa imitativas enderezar, de indirectare, enciso, de en y ciso, de caesus, lijar, del latin Levigare; levitisculo, adjetivo diminutivo de leve, de leviculus. Datos que contras- tan con las etimologfas conocidas actualmente. Como ocurre con bisagra, del francés bisaigle, compuesto de bis y aigiie, cuando aigle es dguila y aigite, aguda en francés, que no deja de resultarnos curioso. Esta inquietud por el origen de cada una de las palabras lleva a Echegaray a remititse a los orfgenes mds remotos de nuestra lengua, buscando en ocasiones procedencias un tanto exéticas. Un hecho que le servirla, como a sus anteceso- res, para demostrar la larga tradicién evolutiva de nuestra lengua y el entronque con otras lenguas europeas. As{ lo observamos en el ejemplo de barato, donde nos cita las siguientes etimologlas y procedencias: del bajo bretén banaz, del gaé- lico brath, del kimry brad, del antiguo alto alem4n balarati, del griego prattein, del languedoc barat, del drabe barthala, del céltico barad, del antiguo alto ale- man bardtta, A lo que nos queda afiadir, por nuestra parte, origen un tanto incierto. Las etimologias de Echegaray se ven completadas con otras noticias tam- bién muy interesantes, que acercan esta obra a ese saber enciclopédico que se mostraba en los diccionarios no académicos. Y es que establece la corresponden- cia del término espafiol con los de otras lenguas romances. En alguitrdn, ademds de dar la etimologfa, nos indica la forma italiana castrame, bajo latin alquitra- num, francés goudron, catalin alquitrd, y portugués alcatrao y de ponche incluye el inglés punch, el persa pancha, el griego , el italiano ponchio, el francés punch y el catalan ponss. Una serie de noticias que aproximan a las diferentes lenguas romances, desgajadas de un mismo tronco, y con evoluciones diferentes a la cas- tellana, pero con una similitud que capta el usuario tras la lectura. 390 £1 Diceionari ctimotégico de ls langue espanola de Echogaray. Un ejemplo de lexicogralia decimanénica Como hemos podido ver, la concepcién de un diccionario ha ido cam- biando con el paso del tiempo, siendo el diccionario de Echegaray buena mues- tra de una cortiente lexicogréfica extendida durante el siglo XIX, al margen de la desempefiada por la Academia. Un diccionario que muestra las inquietudes de una época donde los avances cientificos eran verdaderos acontecimientos socia- les. En este contexto es en el que debe ser juzgada esta obra, ya que la labor lexi- cogrifica ha ido avanzando, y todo lo que ahora nos parece un error, incluso un disparate, no son sino los intentos de establecer un corpus léxico del espafiol de la forma més completa. Ademis lo que acaece al origen de nuestra lengua, las eti- mologias, ha experimentado un gran avance en el siglo XX, pero estos trabajos anteriores son la huella de esa inquietud por alcanzar el maximo conocimiento en una época en la que eran atin escasas las investigaciones en este terreno. Es aqut donde debemos valorar la labor de los lexicégrafos del XIX, los primeros pasos de una disciplina que con el transcurrir del tiempo ha ido creciendo y per- feccionéndose, como todos los saberes. Y es que, en palabras de Gregorio Salva- dor, “el lexicégrafo es un notario de la lengua y escribe al dictado de la gente, sin entrar en la esencia de las cosas nombradas”2®, 20 Salvador, Gregorio (1990): “El diccionario y la gente", Profesor Francixco Marsdlfornadat de Filologia. Colleccié Homenatges, Universicat de Barcelona, pp. 193-207. 391

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