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Horacio Rodrguez
1.-Ttulo del Anteproyecto:
Literatura y memoria
Son
4.- Metodologa
Se recurrir a los archivos oficiales de los informes Rettig y Valech, ms la
documentacin de la Vicara de la Solidaridad. Se har una seleccin de testimonios de
las victimas del perodo dictatorial, adems se harn entrevistas a algunas vctimas.
La lectura ser analizada con apoyo de textos tericos en relacin a conceptos como
textualidad, memoria, olvido, identidad, lo verosmil, el otro, el relato.
Tambin se recurrir a la literatura universal cuyos autores no ignoraron los hechos
histricos de su tiempo.
Para Lukcs no existe esttica pura. El valor literario de una obra est ligado a su
posicin en la sociedad. No puede existir una buena literatura que no sea realista. Si una
obra literaria vuelve las espaldas a la sociedad o bien la aparta ponindose al servicio de
fuerzas conservadoras o reaccionarias, no puede ser bella. La novela histrica es un
texto particularmente interesante porque parece fundado sobre un postulado de fuga
frente al presente. En realidad, la verdadera novela histrica es aquella que, a travs del
pasado, sabr expresar los problemas y los sentimientos del presente y tomar una
posicin progresista. La novela histrica que nace al inicio del siglo XIX, con la
revolucin industrial, el nacimiento del capitalismo y el acceso de la burguesa, expresa
en sus hroes que, en lugar de sufrir la vida, van al encuentro de las dificultades el
devenir histrico y el dinamismo de la nueva sociedad. Es lo que Lukcs llama la edad
classica de la novela histrica.
Pero llega el ao 1848, la ruptura entre la ruptura entre la burguesa y el pueblo, la
burguesa se ala con las fuerzas reaccionarias. El novelista burgus abandona el
verdadero realismo, la novela histrica se convierte en un refugio contra la realidad, una
coartada. La historia se convierte en un simple escenario. Los dos mejores y
deplorables- ejemplos de esta decadencia de la novela histrica son Salamb (1862)
de Flaubert y las novelas de Meyer, a partir de La tentacin de Pescara (Die
Versuchung des Pescara, 1887).
Ya hemos referido las afirmaciones ya de Flaubert, ya de Meyer en torno a los motivos
que los han conducido a tratar argumentos histricos... En ambos casos, estos motivos
no han nacido de la comprensin del nexo entre la historia y la edad presente, sino, al
contrario, del repudio al presente [1936-1937].