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Ellos abandonaron a Yahvé, el Dios de sus padres, que los habfa sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor (...). En- tonces se encoleriz6 Yahvé contra Israel. ..) los dejé vendidos en manos de los ‘enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse ante sus enemigos. El periodo andrquico de los Jueces aparece aqui como predicho por Moisés, en su discurso final en el Deuteronomio. Peto también ya el Deuteronomio hace alusién al verdadero final de los Profetas anteriores, la destruccion de Jerusalén y la deportacién del pueblo (cf. Dt 6, 15). En las maldiciones de Dt 28 se contem- pla esta catéstrofe: "Y’ sucederd que asi como Yahvé se complacia en hacerles el bien y en multiplicarlos, asf se gozard en perderlos y destruirlos. Serén arranca- dos de la tierra adonde vas a entrar para tomarla en posesién” (v. 63). Y esto es lo que sucede exactamente en el final del Segundo libro de los Reyes: “Asi fue como Juda partié al exilio, lejos de su tierra” (2R 25, 21). La cercana relaci6n en cuanto a estilo, vocabulario y contenido que relacio- ha al mismo tiempo los libros Deuteronomio, Josué, Jueces, Samuel y Reyes, Hlev6 a la idea de que estos libros constituyen entonces una “Historia deutero- nomista” y todo estudiante (hombre o mujer) de la Biblia hebrea se verd enfren- tado, desde el comienzo de su estudio, con esta expresién enigmatica. Antes de presentar esta tesis, serd riuy Util echar una ojeada al contenido de los libros que componen la llamada Historia deuteronomista, Cariruto | CONTENIDO DE LA LLAMADA HISTORIA DEUTERONOMISTA (DEUTERONOMIO -— 2 REYES) 1, Deuteronomio El libro de! Deuteronomio esta concebido como un largo discurso de Moisés su testamento o algo por el estilo (Dt 1-30)-, seguido por sus Giltimos actos y el informe de su muerte (Dt 31-34). E! nticleo del discurso debe encontrarse en los cc. 12-26, que contienen una coleccién de leyes. La primera parte de esta coleccién (Dt 12-18) incluye leyes que se refieren sobre todo a la ideologia de la centralizaci6n, como aparece en el capitulo inicial (Dt 12). De acuerdo con esta perspectiva, en “Israel” hay un dnico santuario legitimo, que corresponde al templo de Jerusalén, como el lector lo comprenderé més tarde, aunque el nombre de la ciudad no aparezca nunca ni en el Deuteronomio ni en todo el Pentateuco”. La centralizacién del culto implica igualmente la centralizacién de la econom/a y de la poltica, como lo muestran las leyes recogidas en Dt 13-18. Los cc, 19-25 contienen una mezcla de leyes privadas y pulicas que no tienen, a primera vista, tuna estructura clara. Dt 12-26 estd precedido por dos introducciones (Dt 1-4; 5-11; cf. la inte- rrupcién del ico en 4, 41-48 y la nueva introduccién en 5, 1). La "En os libros biblicos, “Israel” es frecuentemente un término muy ideoldgico que denota, desde la petspectva de quien es bien informado, alos verdadero adoradores del Dis Yahv6. De hecho, como se ‘er, ef Deuteronamia y ls libros histéricos se excibieron desde Ia perspectva del sur, Jud + sta discrecin puede explicarse primero por la ficcin liteavia del Deuteronomio, seg la cual la elecciga de Jerusalén no ha ocurrie todavia, ya que el pueblo no ha enrado en Ia tierra y no existe adn una ‘monazquia(davidica. De modo mas general, Jerusaén no se menciona drectamente-enel Feetateuco, pest a igunaselrasalusiones (Gn 14; D¢ 12). Ese hecho permits que el Pentateuc llegar 2 ser Sagrada Eseitura ho so para los judo, sino también para los samartanos (pa quienes cl lugar santo de Yakv@ ea el monte Carzim. primera introduccién es una “recapitulacién” de acontecimientos del perfodo de la errancia del pueblo en el desierto, que incluye el rechazo de la generacién del éxodo para la conquista de la tierra, como lo habia ordenado Yahvé, y el informe de la ocupacién de los territorios de la Transjordania. Estos aconteci- mientos también estén narrados, con frecuencia de modo mas explicito, en el libro de los Ndmeros. Dt 4 insiste en el cardcter invisible de Yahvé cuando El se revela a Israel y agradece su don de la ley a Israel luego de que El "se roba” a su pueblo de Egipto (4, 34). La segunda introduccién esta relacionada més directamente con la colec- cién legal siguiente, ya que contiene numerosas motivaciones para que se res- peten las leyes transmitidas por Moisés. Dt 5 abre esta seccién con la versién deuteronomista del Decéloge, los Diez Mandamientos, que puede considerarse como una especie de sumaro de todo el cuerpo legal. Dt 6, 4-5 contiene la declaraci6n central del Deuteronomio: “Escucha, Israel, Yahvé nuestro Dios es el Gnico Yahvé. Amards a Yahvé tu Dios con todo tu corazén, con toda tu alma y con todas tus fuerzas". Esta segunda introduccién incluye una historia que recuerda cémo Israel rompié la alianza que Yahvé habia pactado con ellos en el monte Horeb (cf. 9, 7-10, 11: la historia de! becerro de oro, que tiene su para- lelo en Ex 32); termina con una declaracién que presenta al pueblo bendiciones y maldiciones que dependen de la observancia o transgresién de la ley de Yahvé (Dt11, esp. 11, 26 32). Bendiciones y maldiciones se desarrollan plenamente en la conclusién de la coleccién de la ley en Dt 27-28; deberia anotarse que el c. 27 difie- re de la concepcién del Deuteronomio como discurso de Moisés, ya que habla de Moisés en tercera persona, mientras 28, 69 y 29, 1 marcan otra interrupcién. Los capitulos 29-30 concluyen el testamento de Moisés; aqui, é1 enfrenta al auditorio a una alternativa: vida o muerte. El auditorio, desde luego, esté invitado a elegit la vida, es decir, a que obedezca el pacto de Yahvé y a que respete sus leyes Dt 31-34 contiene la designacién de Josué como sucesor de Moisés, un canto que predice el rechazo de Yahvé por parte de Israel luego de la entrada en la tierra, la bendicién de Moisés a las doce tribus (paralelo a la bendicién de Jacob en Gn 49) y, finalmente, en el c. 34 su muerte y su entierro por el mismo Yahvé. 2, Josué El libro de Josué es introducido como la secuencia inmediata de los aconteci- mientos descritos en los tltimos capitulos del Deuteronomio (cf. Jos 1, 1: “Des- pués de la muerte de Moisés...”); representa el cumplimiento de la promesa de la tierra, omnipresente en e! Deuteronomio. EI libro puede dividirse fécilmente ten dos partes: la primera es una narraci6n de la conquista militar de Palestina os 2-12), seguida por una seccién que consiste principalmente en listas que enumeran los limites y los territorios de las tribus a las que Josué asigné la tierra (cc. 13-22). El libro esté estructurado con una introduccién (los 1) y una doble conclusién (dos discursos de Josué en los cc. 23 y 24). La designacién de Josué como sucesor (real y militar) de Moisés (Jos 1) esta seguida en los cc. 2-5 por historias que preparan, de diferentes maneras, los relatos de la conquista en fos 6-12. Jos 2, que interrumpe la secuencia crono- légica de 1, 11 y 3, 2, contiene fa historia de Rajab, la prostituta, un preludio de Jos 6: Rajab salva la vida de los espfas de Josué que habian sido enviados a recoger informacién sobre Jericé Jos 2). Los cc. 3-4 informan sobre el paso del Jordén, un acontecimiento al que el Deuteronomio alude muchas veces. Jos 5 relata la circuncisién de la generacién del desierto y la primera Pascua en la tierra. La aparicién del “jefe del ejército de Yahvé" a Josué, al final del c. 5 (wv. 13-15), introduce las historias de la conquista en Jos 6-9: la conquista de Jeric6 (el clan de Rajab no es exterminado), la victoria sobre la poblacién de Ay y Betel y la sumisién voluntaria de la poblaciGn de Gabaén. Todas estas ciudades estan situadas en “Benjamin’, regién fronteriza entre el reino de Judé y el reino de Israel. En los cc. 10-12 la conquista es prolongada por la enumeracién de las, campanias militares de Josué mas al Norte y hacia el Sur. La informacién de que Josué haba envejecido Yos 13, 1) introduce un hiato cronolégico con las historias posteriores. Las listas de los limites y de los territo- rios que siguen en Jos 13-20 son presentadas como el resultado de la reparticin de la tierra conquistada a las diferentes tribus. Jos 21, 43-45 da la impresién de ser una primera conclusién del libro®; estos versiculos afirman que la promesa deYahvé esta ahora cumplida: “Yahvé dio a los israelitas toda la tierra que habia jurado dar a sus padres. (...) y ninguno de sus enemigos pudo hacerles frente. Yahvé entregé a todos sus enemigos en sus manos, No fallé una sola de todas las, espléndidas promesas que Yahvé habia hecho a la casa de Israel. Todo se cum- plid. Luego de un capitulo que se refiere a las dificultades cultuales que encon- traron las tribus de la Transjordania (jse les haba permitido construir un altar en su territorio a pesar de la ideologta deuteronomista de la centralizacién’), Jos 23 llega a una segunda conclusién. En su discurso final a Israel, Josué comienza sintetizando las ideas de 21, 43-45. Pero entonces menciona las naciones que zno fueron entregadas por Yahvé (contra lo que se habia afirmado en 21, 43-45) € incluso Josué evoca abiertamente la posibilidad de perder la tierra conquistada si Israel no guarda el pacto que Yahvé le ha prescrito. Al final de la conquista, > Hay una conclusion ms temprana en 11, 23: “Josué se apaders de toda la tera tal como Yahvé le habia dicho.s Mois y sea dio en herencia a isos segin los lotesasignados a cats tibu.Y aeabode lo gue, el pals qued en paz” el discurso de despedida de Josué incluye una alusién explicita al exilio y a la deportacién, paralela a las maldiciones del Gltimo discurso de Moisés en Dit 28. La presencia de Jos 24 después del c. 23 es bastante desconcertante, pues este texto ofrece otro discurso “final” de Josué en Siquén, que contiene un resumen de la narracién del Hexateuco (desde los Patriarcas a la conquista). En este discurso, Josué también invita al auditorio a elegir a Yahvé como su Dios y a rechazar a los otros dioses. La asamblea acepia y Josué, como Moisés, concluye una alianza y escribe un libro Jos 24, 26; cf. Dt 31, 9). Una informacién paralela acerca del fin de la vida de Josué se encuentra en Je 2, 6-10 (cf. Jos 24, 28-31). Este paralelo indica claramente que la presente transicién del libro de Josué al de los Jueces no es original sino que, como se verd mas tarde, ha sido muy reelaborada. 3. Jueces Este libro, como el de Josué, tiene dos (0 incluso tres) conclusiones y tal como esté ahora, enfrenta al lector con dos comienzos, en 1, 1-2, 5 y 2, 6-3, 6. El pri- mer prélogo se relaciona muy de cerca con los acontecimientos de la conquista descritos en Josué mas que con los temas de Jueces. Ofrece una visién alternativa de la conquista, exponiendo los éxitos de Juda y José y el fracaso de las otras tri- bus en su intento de desalojar a los primitivos habitantes de la tierra. En 2, 1-5 un mensajero de Yahvé explica este fracaso: Israel no respeté la orden divina de se- pararse completamente de la poblacién nativa del pais. El segundo prélogo es un intento por crear un “perfodo de los jueces”. Para obtener una sucesién crono- légica de las historias que siguen, que tratan de los héroes carismaticos, el autor de Jc 2, 6-3, 6 construye un esquema ciclico: después de la muerte de un lider, el pueblo se aleja de Yahvé y edora a otros dioses. Yahvé se aira contra Israel y lo castiga sometiéndolo a la opresién de otros pueblos; Israel, entonces, clama a Yahvé en su sufrimiento, En seguida Yahvé suscita a los “jueces” (0 “salvadores”), para que lo liberen. Pero muy pronto Israel es nuevamente atraido por el culto a otros dioses, y comienza otra vez la misma historia. La segunda introduccién en Je 2, 6-3, 6 estructura asf toda la colecci6én de 3, 7-16, 31 y los lectores, 0 los oyentes, son, de este modo, insiruidos sobre cémo han de entender las narracio= nes posteriores acerca de los salvadores de Israel. Hay doce de ellos (entre los cuales hay una mujer, Débora); los actos de siete de estos salvadores se narran en relatos mas o menos detallados, mientras que de los otros cinco apenas se dice su nombre y que “juzgaron” en Israel por cierto ntimero de aos. El primer relato sobre Otoniel (3, 7-11) es muy corto y estereotipado. Retine y anticipa elementos importantes de las historias siguientes. Otoniel es el tinico juez que viene de Jud; todos los demas son del Norte. Los “jueces” a quienes los autores y redactores prestan mayor atencién son: Ehud, el timador, que asesina al gordo rey de Moab (3, 12-30); Débora y Barac los lideres de una guerra anticananea que implicé a algunas tribus israelitas (/e 4-5); Gededn, que luch6 contra los madianitas y el fracaso de su hijo por establecer la monarquia (/c 6-9): Jefté, su guerra contra los amonitas y el sacrificio de su hija (10, 6-12, 7). La historia de Sans6n y su altercado con los filisteos (/c 13-16) es realmente nica comparada con la de los otros jueces. Algunos de los relatos de Sansén son parodias (como Ja historia de Ehud) y ofrece paralelos con la mitologia griega, especialmente con las hazafias de Hercules, EI libro termina con dos apéndices. El primero (cc. 17-18) se refiere a la mi- gracién de la tribu de Dan y contiene una critica al santuario nortefio de Dan. El segundo (cc. 19-21) trata de la tribu de Benjamin, Cuenta una sérdida historia sobre la violacién de la hospitalidad para con los habitantes de Guibeé (el relato tiene un paralelo en Gn 19). La concubina de un levita es asesinada; las tibus de Israel se redinen en una coalicién contra Benjamin, que es derrotado. Pero al final, la sobrevivencia de Benjamin es garantizada por el resto de Israel mediante el rapto de las mujeres de Sil6. Los dos apéndices estén unidos por un estribillo que afirma que cada uno en ese tiempo “hacia lo que le parecia bien" (17, 6; 18, 1; 21, 25), Este comentario proporciona una transici6n a los libros de Samuel y de los Reyes, que se refieren sobre todo al comienzo y a la cafda de la monar- quia judaita (e israelita), 4, Samuel-Reyes Inicialmente Samuel y Reyes fueron un solo libro en la Biblia hebrea; fue- ron separados en dos libros en una fecha bastante tardia. Que hayan estado juntos puede igualmente deducirse por los encabezamientos griegos, que los tunen como los cuatro libros de los reyes. El Libro primero de Samuel comien- za con la historia de Samuel: su nacimiento de una madre estéril (el mismo tema de la narracién de Sansén), su llamamiento por parte de Yahvé en el san- tuario de Sild y sus hazafias (15 1-7). Samuel es presentado como un profeta de Yahvé y como el diltimo juez de Israel y esta involucrado ampliamente en las diferentes historias sobre la uncién de Satil, primer rey de Israel. 1$ 8-12 ofrece diversas historias sobre la llegada de Saiil a la realeza, algunas adoptan una posici6n positiva (por e., 15 9: Yahvé insta a Samuel para que unja a Satil, © 15 11: Saiil es cualificado por sus proezas militares), mientras otras presen- tan una visién verdaderamente negativa sobre los orfgenes de la monarquia (15 8 y 12: Israel desea ser como las demas naciones y rechaza a Yahvé, su En la mayoria de las biblasinglsas, el lector encuentra el libro de Rut entejueces y Samuel. Este «sel orden de ia Septuagint, Ia adaptacion griega dela Biblia hebres. Enel canon de a Biblia hebres, Rut Pertenece a los “scitos, la tercera parte de le Sib verdadero rey). El discurso final de Samuel, 15 12, marca el fin del perfodo de los Jueces y el comienzo de la era de la monarquia. Este discurso proporciona una sintesis de los acontecimientos desde el éxodo, la entrada en la tierra, el tiempo de los Jueces y los origenes de la monarquia e igualmente ofrece algu- nas claves para la comprens6n de la historia subsiguiente, especialmente al aludir al posible fracaso de la monarquia y al fin del pueblo. Este fracaso, como algo programatico, aparece en la historia de Sail, quien a pesar de su relativo éxito en la guerra (75 13-15) es rechazado por Yahvé, que, entre tanto, cambié de parecer y eligié a David. La eleccién divina de David, de Juda, contra Saul de Benjamin, simboliza la legitimacién de la dinastia davidica judaita en contra de la monarqufa del Norte. A David se le dedican dos ciclos narrativos importantes. El primero, al que de ordinario se le llama “la historia de la ascensién de David” (15 16-25 5) na- rra los comienzos de la carrera de David, sus conflictos con Sail como también la alianza de Jonatan, el hijo de Saul y de su hija Mical, con David. Este ciclo trae juntas diversas tradiciones sobre David. Segtin 16, 14-23, David llega a la corte de Saiil como un misico terapeuta para un Saul deprimido. Pero en 17, 55-58, David, luego de su victoria sobre el filisteo Goliat, es presentado a Satil, quien parece no conocerlo. Los éxitos militares y amorosos de David incitan a Sail a matarlo; David huye donde los filisteos y se hace su vasallo. Luego de la muerte de Saal y de Jonatan, en la batalla contra los filisteos (15 31-25 1), David es consagrado rey de Juda en Hebrén. Conquista a Jerusalén, la que llega a ser su "feudo” personal (“Ciudad de David”) y la nueva capital del Reino uni- ficado. 25 6-8 describe la cumbre del reino de David: el traslado del “Arca” (un simbolo militar de la presencia de Yahvé en las guerras de Israel, cf. 15 4~6) a Jerusalén, y un ordculo divino, transmitido por el profeta Natan, en el que Yahvé promete a David una dinastfa, que establecerd para siempre sobre el trono de Israel (25 7). La descripcién de David en el ciclo siguiente (25 9-1R 2) contrasta fuerte- mente con su presentacién en este aspecto. En esta narracién, llamada de ordi- nario la “Historia de la sucesién en el trono de David" o “Historia de la Corte” David aparece frecuentemente como un rey débil e incluso moralmente inco- rrecto. Habiendo embarazado a Betsabé, la esposa de Urias, enviard a éste, que es uno de sus mejores oficiales, a la muerte; la misma Betsabé serd la madre de Salomén (25 12). David debe enfrentar revueltas, especialmente de parte de su hijo Absalén (25 13-19) y debe huir de Jerusalén. Luego del asesinato de Absa- \6n por Joab, general de David, el rey regresa a la capital, en donde enfrenta otra revuelta (25 20). La historia de la sucesién termina en 7R 1, 1-2, 13, luego de una intertupcién en 25 31~24 (estos capitulos forman un apéndice; en el iltimo capitulo, David es presentado como el fundador del futuro templo; 25 24). En 7R1, Salomén sube al trono como el resultado de una intriga palaciega liderada } por Natan y Betsabé, mientras el viejo David aparece completamente invalido, sin control alguno de los acontecimientos. La siguiente historia del reinado de Salomén (1R 3-11) puede dividirse en dos partes. La primera parte describe a Salomén como un rey sabio y construc- tor del templo. Termina con un largo discurso de Salomén en 18 8, en el cual él precisa que Yahvé ha realizado todas sus promesas hechas a David. Sin embar- go, mientras inaugura el templo, Salomén ya prevé su destruccién y el exilio del pueblo. La segunda parte de la narracién sobre Salomén, 1R 9-11, presenta una visi6n mas negativa del rey (pero estd la historia positiva de la visita de la reina de Sabé a Salomén), sobre todo respecto de su atraccién por mujeres extranje- ras y dioses extrafios. Los errores politicos y religiosos de Salomén provocaron la caida del “reino unificado” después de su muerte (1R 12-14). Jeroboan, un antiguo siervo civil de Salomén, llega a ser rey de Israel, el reino del norte; es- tablece dos santuarios yahvistas en Dan y en Betel (es decir, uno en Ia frontera del norte y otro en la del sur del reino de Israel), como alternativa para el templo de Jerusalén, 1R 15-2R 17 relata la historia paralela de los dos reinos; la historia esta contada desde una perspectiva claramente judaita. Cada rey es sometido a una evaluacién basada en su fidelidad a Yahvé y su observancia del manda- miento de la centralizacién del culto. Los reyes de Judé son comparados tam- bién con David (”N actud/no actué como lo hizo su padre David"). El criterio de la centralizacién del culto explica por qué los reyes del Norte no satisficie- ron los estandares ideol6gicos de los autores redactores, ni siquiera Jeht, a pesar de que se lo describe como un yahvista revolucionario que acabé con la dinastfa de los omridas (2R 9-10). La historia de los dos reinos es narrada sincrénicamente. Como ya se mencioné, el reino del Norte parece haber sido gobernado por reyes débiles. Ajab (TR 16, 29-22, 40) fue quizé el peor de ellos; se dice que introdujo el culto del Baal fenicio, un dios de la tormenta y de la fertilidad, La situacién del Norte es descrita como anarquica; los reyes son asesinados y las dinastfas cambian con frecuencia. El reino del Sur, por el contrario, parece haber sido gobernado por reyes de la dinastia davidica. Asf se hacen todos los esfuerzos por presentar el reinado de Atalfa, hija de Ajab, en Juda (2R 11) como ilegitimo. La historia sincrénica de los dos reinos contie- ne numerosos relatos proféticos (especialmente de Elias y Eliseo (7R 17-2R 8). Termina con un largo comentario del narrador indicando las razones de la caf- da de Samaria y del reino del Norte, transformado en provincia asiria (2 17). Los tiltimos capitulos (2R 18-25) relatan la historia de Juda hasta su fin. Dos reyes reciben especial atencién: Ezequias y Josfas, que se conformaron a la vo- luntad de Yahvé, a diferencia de sus predecesores y sucesores. Ezequias (2R 18— 20) acaba con los cultos y lugares de culto ilegitimos; bajo su reinado, el sitio asirio de Jerusalén es levantado por la intervencién de Yahvé. Su hijo Manasés (2R 21) es presentado como uno de los peores reyes de Juda, a pesar de haber reinado 55 afios. Luego del débil Amén, viene el reinado de Josias, el cual, a primera vista, aparece como el resultado positivo de la monarquia judia, pues Josias, después del hallazgo de libro de la Ley en el templo, emprende una tre- menda reorganizacién del culto, haciendo de Jerusalén el nico santuario legiti- mo y destruyendo los simbolos del culto yahvista ilegitimo y de otros cultos (2R 22-23). Pero incluso la reforma de Josias no evité la destruccién de Jerusalén y Judé por los babilonios, que castigaron las rebeliones de los sucesores de Josfas. Segtin el autor de 2R 24-25, todo Juda fue al exilio, fuera de su tierra. Toda esta historia no termina con un comentario final como se hubiera esperado, sino con una nota bastante oscura sobre la liberacién del rey judio Jeconias de su prisién en Babilonia; permanece en Babilonia pero llega a ser un huésped privilegiado en la mesa del rey de Babilonia (2R 25, 27-30). Este resumen del contenido muestra que, a pesar de los diferentes temas y materiales que se recolectaron y reunieron desde el Deuteronomio hasta los Reyes, estos libros estan conectados por un principio cronolégico: de los co- mienzos mosaicos hasta el final de Juda. El tiempo de Moisés y de Josué aparece como la “Edad de oro”, en contraste con el periodo de los Jueces, que es des- crito como un periodo bastante andrquico y caético. El retrato de la monarquia €s profundamente ambiguo. Por un lado, se encuentran textos que insisten en la legitimacién divina de la dinastia davidica (en 25 7, Yahvé promete que duraré “pata siempre”); por otro lado, hay numerosas anotaciones criticas sobre los reyes que no se conformaron con la voluntad de Yahvé como se expuso en el libro del Deuteronomio. Tal como esté ahora, este fresco hist6rico es una historia sobre el exilio y la deportacién, como también sobre el fracaso de la monarquia. Sin embargo, la misma historia contiene declaraciones positivas sobre los reyes de Juda e in- n bastante triunfalista de la posesién de la tierra por Israel, que cluso una vi no se ajusta bien con un contexto de exilio y deportacién. Esta tensién es una primera indicaci6n de la complejidad del material contenido desde el libro del Deuteronomio hasta los libros de los Reyes, que de ordinario se etiqueta como “Historia deuteronomista”. El siguiente capitulo de la investigacién intentaré mostrar tanto el surgimiento dela teor‘a de la Historia deuteronomista, como el debate actual sobre esta teori Capiruto Il 3QUE SIGNIFICA “HISTORIA DEUTERONOMISTA"? VISION PANORAMICA DE LA INVESTIGACION ANTERIOR Bibliografia selecta Para una historia més completa de la investigacién, véase: Aunanost, L. V, The Origin and Development of the Deuteronomistic History. Theory and its Significance for Biblical Interpretation. UMI, Ann Arbor, 1993. Rowen, T. y Pury, A. de. “Deuteronomistic Historiography (DH): History of Research and Debated Issues. En: Pury, A. de; Rowen, T. y Macc, J. D. (eds). Israel Constructs its History: Deuteronomistic Historiography in Recent Research, jSOTSup 306; Sheffield ‘Academic Press, Sheffield, 2000 pp. 24-141 A diferencia de la Tord (el Pentateuco), la Historia deuteronomista no es reconocida ni por Ia tradicién judia ni por la cristiana como una coleccién separada y considera que el término mismo es un invento de los estudiosos de la Biblia. EI “padre” de la hipétesis de la Historia deuteronomista es Martin Noth, quien publicé en 1943 su obra Uberlieferungsgeschichtliche Studien. Naturalmente, no fue el primero en hablar de redacciones deuteronomistas; su nueva idea se refiere al conjunto Deuteronomio-Reyes como un trabajo hist- rico bien planeado, gracias a un autor (a veces habla también de un redactor). Para dar una vision mas cuidadosa de la hipotesis de la Historia deuteronomis- ta, necesitamos esbozar, en una breve historia de la anterior investigaci6n, la génesis de la hipstesis y sus posteriores evoluciones hasta el debate actual. Este esbozo puede dividirse adecuadamente en tres partes: 1. Antes de Noth; 2. La construcci6n de la Historia deuteronomista por Noth; 3. £1 debate académico a partir de Noth. 1, Prehistoria de la hipétesis de la “Historia deuteronor 1.1 Primeras etapas hacia la idea de una “Historia deuteronomista” Bibliograffa selecta ‘Caw, |, Commentaries on the Book of Joshua (trad. H. Beveridge). Eerdmans, Grand Rapids, 1949, Scrwanzence, B. E. Voltare’s Old Testament Criticism. Etudes de philosophie de Vhistoire 20; Droz, Génova, 1971 Spinoza, B. de. A Theologico-Political Treatise. A Political Treatise. Dover Publications, Nueva York, 1951. Desde el principio, en la interpretacién tanto judia como cristiana, se le pres- 16 menos atencién a los Profetas anteriores que al Pentateuco, el cual es, en la tradicién judia (e igualmente en cierta medida en la cristiana) el centro de la Bi- blia hebrea. De ahi que los otros libros hayan permanecido siempre a la sombra del Pentateuco. Asi como ellos atribuyen’el Pentateuco a Moisés (con pocas excepciones ‘como Dt 34) los rabinos intentaron situar a los autores de los Profetas anteriores dentro de los principales personajes de estos libros o por lo menos dentro de los contempordneos de los acontecimientos narrados!. Asi, el libro de Josué se supuso que habia sido escrito por el mismo Josué, el libro de los Jueces y Samuel fueron atribuidos a Samuel y 1-2 Reyes al profeta Jeremfas, Pero los rabinos tuvieron igualmente en cuenta un cierto ntimero de consideraciones en las que puede verse un anticipo, en cierto modo, de las conclusiones de la critica hi X6rica moderna. Por ejemplo, ya que la muerte de Josué y Samuel aparece antes, del final de sus libros, el Talmud supuso que “redactores” posteriores completa- ron estos libros. La atribucién del libro de los Reyes al profeta Jeremias es igual- mente interesante, ya que puede implicar que los rabinos fueron conscientes de las semejanzas de estilo entre los libros de los Reyes y Jeremias. Sin embargo, los rabinos no tenfan real interés en las numerosas afinidades de tipo linglistico, estilistico e ideoldgico entre Josué, Jueces, Samuel y Reyes. No se le dio mucha consideracién al hecho, mencionado antes, de que el il. timo libro de! Pentateuco (Deuteronomio) sirve también de introduccién a la historia de la conquista relateda en el libro de Josué. Los comentadores judios Y cristianos se ocuparon principalmente de armonizar los textos contradictorios {por ejemplo, la conflictiva presentacién de la historia de la monarquia en los libros de Samuel, Reyes y Crénicas) o de justificar la dudosa actitud moral de "La discusién rabioica en relacién conta autora de os libros biblicos puede encontarse en el Talmud de Babilona,tatado aba Bata, 14-15, ' I I | I | algunos héroes biblicos (como Jefté, que sacrificé a su hija: Je 11, 29-40; 0 Da- vid, que asesiné al esposo de la mujer que él deseaba: 25 11-12). De ahi que debamos esperar hasta el s. XVI para encontrar el verdadero comienzo de la verdadera investigacién critica de los Profetas anteriores. Ciertamente, en este tiempo fue cuando Humanistas y Reformadores cues- tionaron la visién tradicional respecto de la autoria de los libros biblicos. En su comentario a Josué, Juan Calvino rechaza la idea de que Josué mismo haya escrito el libro que lleva su nombre: es manifiesta a presencia de estilos dife- rentes y se dirige a Josué siempre en tercera persona. Calvino sugiere que el sacerdote Eleazar, un contempordneo de Josué, podria ser considerado como el autor del libro, © mejor su compiladior, ya que tuo a su disposicién varios docu- mentos que él reuni6. ;Por qué Calvino opts por Eleazar? ;Simplemente acepté la tradici6n rabinica que atribuye a Eleazar la responsabilidad de completar y complementar el libro de Josué, o era ya sensible al marcado caracter “sacerdo- tal” contenido en algunos textos en este libro? Sea cual fuere el caso, es obvio que Calvino, aunque niega la autoria del libro de Josué al mismo personaje, sin embargo busca situar al autor en el tiempo de los hechos narrados en el libro. El estudioso catélico Andreas Masius adopt6 una posicién més radical. En su edicién critica de los textos griegos y hebreos de Josue (1574), establece que Esdras podrfa parecer el compilador final no sélo de Josué, sino también de Jueces y Reyes. Esto significa que Masius coloca la redaccién final de los libros histéricos en la era persa (s. V-IV a. C.), Un siglo mas tarde, e! fil6sofo judo Baruch Spinoza adopta la misma opinién sobre la coleccién que va desde Génesis hasta los Reyes, ya que él considera al Pentateuco y a los Profetas anteriores como una sola composici6n. Pero Spi- noza también apunta al hecho de que el libro del Deuteronomio ofrece la base ideolégica para la interpretaci6n de la historia que sigue. En su obra Tractatus theologico-politicus (1670), escribe: “Todo esto se encuentra en los libros que he orientado al Gnico propésito de exponer las palabras y las leyes de Moisés, ¥ probarlas por los acontecimientos subsiguientes”?. Esto significa que Spinoza observé el cardcter “deuteronomista” de los libros que siguen al Deuteronomio. La época de la Ilustracién también hace progresar el comienzo de la critica ideolégica. El dato de que los escritores biblicos hubieran sido inspirados divi- namente ya no es aceptado y se convirlié en tema de debate. En su libro The Moral Philosopher (1737-1740), Thomas Morgan analiza la personalidad y las reales motivaciones de los protagonistas destacados en estos libros histéricos. Segtin Morgan, la actitud negativa de Samuel frente a la monarquia puede expli- carse facilmente por su miedo egofsta de perder su poder. El rey David fue uno de los tiranos mas sanguinarios nunca conocido. Por el contrario, el rey Ajab y 2 Smiozs, B. de, Theologico-Poltical Treat, 9. 129 Su esposa Jezabel, descritos en 7R 16, 29-33 y 21 como una de las parejas més Perversas en la historia biblica, fueron en realidad ejemplos sorprendentes de tolerancia y estaban en lo correcto cuando se opusieron a fanaticos tales como el profeta Elias. El filésofo francés Voltaire adopta una posicién semejante res- pecto del exterminio de los cananeos en Josué o de las maniobras politicas de David como algo muy inmoral. Asi, a finales del s. XVIII, la opinién tradicional judia y cristiana sobre los Profetas anteriores se vio definitivamente cuestionada, Lleg6 a ser claro que los autores del Deuteronomia y de los Profetas anteriores no fueron contemporé- neos de los hechos narrados. Hay alguna idea referente a las opciones ideol6- gicas que sostienen la presentacién biblica de la historia de Israel, y ya hay al menos en la obra de Spinoza- a intuicién de que estas opciones ideolégicas se relacionaban de cerca cor el libro del Deuteronomio e incluso dependian del mismo. La exégesis critica del s. XIX dard cuerpo a estos hallazgos. 1.2 El descubrimiento del “Deuteronomismo” Bibliografia selecta Coteso, J. W. The Pentateuch and Book of Joshua Critically Examined. Longman, Green &Co,, Londres, 1862-1879. Rocerson, |. W. W. M. L. de Wette, Founder of Modern Biblical Criticism: An Intellectual Biography. JSOTSup 126; sheffield Academic Press, Sheffield, 1992 En una nota de pie de pigina de su disertacién doctoral de 1805, el erudito suizo M, de Wette identificé el libro hallado en el templo durante el reinado de Josias (segtin el informe de 2R 22), con el libro del Deuteronomio, o su primera edicién. Sugirié que el Deuteronomio original deberia haber sido compuesto Para legitimar la nueva organizacién de los temas culturales y politicos hecha Por Josias. Veinte afios antes, Voltaire habia afirmado la misma idea. De mo- do que el fildsofo francés casi llegé a disociar el Deuteronomio del resto del Pentateuco y a atribuirlo a un autor individual, pero fue de Wette quien dio el ultimo paso. Defendié la existencia de un Tetrateuco que contendria los libros del Genesis, Exodo, Levitico y Numeros; argumenté que las. posiciones ideolégicas de estos libros son bastante diferentes de las del libro del Deutero- nomio. Segtin el erudito suizo, Génesis-Némeros han de entenderse como una Coleccién de diversos fragmentos sin un material hist6rico auténtico, mientras el Deuteronomio era una versién “mitica” del material contenido en los libros del Tetrateuco. De Wette defendié también una fecha muy tardfa para el libro de Josué. Las. referencias a la ley mosaica que contiene (por ¢j., Jos 1, 1-9) podrfan explicarse or la naturaleza “deuteronomista” del libro. junto con su colega J. Vater, de | | | ' 1 rina ti eens Wette parece haber sido el primer investigador en hablar de la redaccién “deu- teronomista” para explicar la formacién de los libros histéricos’. Las ideas de M. de Wette fueron acogidas por el obispo Colens6, quien em- rendi6* un estudio detallado de! vocabulario hebreo del Deuteronomio. No s6lo enfatizé la diferencia de vocabulario con respecto al Tetrateuco, sino tam- bién su cercania al lenguaje de los Profetas anteriores. 1,3 La elaboracién de la idea de editores deuteronomistas Bibliograffa selecta Daves, S. R. A Critical and Exegetical Commentary on Deuteronomy. ICC 3; T&T Clark, Edimburgo, 1902. Ewato, H. History of tsrael. Longman, Green & Co., Londres, 1867-1886. ‘Moote, G. FA Critical and Exegetical Commentary on Judges. ICC 2; T&T Clark, Edim- burgo, 1908. Roctxson, J. Old Testament Criticism in the Nineteenth Century: England and Germany. SPCK, Londres 4 1984 En 1843, exactamente un siglo antes de la publicacién de Studien, de Martin mes Ue la His- Noth, I leinrich Cwald comenzé la composicién de sus seis volt toria de Israel. En el primer volumen elaboré una hipétesis global sobre la redac- Cién de los libros desde el Génesis hasta el Segundo libro de los Reyes. Designd la coleccién que va desde el Génesis hasta Josué con el nombre de “Gran libro de los origenes”, mientras que denomin6 “Gran libro de los Reyes” a los libros de Jueces, Rut (Ewald sigue el orden del canon griego), Samuel y Reyes. Segin Ewald, la Gltima coleccion en su forma “final” resulta de la actividad de dos redactores deuteronomistas. El primero presupone atin la existencia de la monar- quia, como se ve en 15 12; él incorpora una historia més antigua sobre la ascen- sin de David, como también otras fuentes. Ewald afirma que las reflexiones de este redactor “muestran... una edad en la cual, aunque la nacién estuviera més debilitada, atin existian el reino de David y el templo y persistia atin la esperanza de su permanencia, fste podria no ser otro que el tiempo mas inmediato a la reforma de Josias, cuando el reino que declinaba parecié que surgia a una nueva vida gloriosa”s. El segundo redactor actualizé la historia de judd durante el exilio (dh cefe inpreesica > Laerudicin alemanadistingue con frecuencia entre “devteronémico™ tt ceferdo ala edie pr {el Deateronomio *devteronomista” (tu) para relerise al redactortes) de la Historia deuteronomisa en el cei. No seguicemos tal distincién, pues presupone como Gnico texto “devteronémicc” el libeo dela ley ‘deuterondmieo. “ Enla3¥ parte desu The Pentateuch and Book of Joshua Critically Examined, 1863. Ewno, H. History Ip. 157. en Babilonia, cerca del 560, un poco después de la rehabilitacién del exiliado Jeconias (2R 25, 27-30). También insert6 el libro de los Jueces como una intro ducci6n a la historia de la monarquia israelita; haciendo esto, queria subrayar que la desobediencia contra Yahvé provocaria el castigo divino (Jc 2, 6-3, 6). El mismo redactor introdujo también las apreciaciones religiosas sobre cada uno de los gobernantes israclitas y judaitas. Segtin Ewald, el redactor esperaba respon- der a la grande y seria pregunta de la 6poca: de dénde vino tan gran infelicidad sobre el pueblo*. En 1861, el holandés Abraham Kuenen defendid igualmente la idea de una doble redaccién deuteronomista de Reyes Pero volvamos a Ewald. Es interesante indicar que él atribuye las tiltimas mo- dificaciones del “Gran libro de los origenes” (Génesis-fosué) a un editor al que llama el “Deuteronomista’. Segtin Ewald, este Deuteronomista escribié bajo el reinado de Manasés. Compuso los libros del Deuteronomio y Josué, pero en realidad no esta presente en los libros Génesis-Nuimeros. En el Deuteronomio yen Josué, Ewald acepta algunas adiciones posdeuteronomistas, por ¢)., Dt 33. Si aceptamos las ideas de Ewald, resulta entonces que los estratos deuterono- ‘mistas pueden descubrirse en Deuteronomio y Josué como en Jueces ~ 2 Reyes. Pero insiste en la ruptura entre Josué y Jueces; esto significa que no admite la existencia de una misma redaccién deuteronomista que cobijaria todo el corpus de Deuteronomio a Reyes. Este rechazo puede relacionarse con su conviccién de que la primera culuccisn de la Biblia no es el Penta-teuco sino el Hexa-teuco, incluyendo el libro de Josué. El concepto de Hexateuco esté bien relacionado con la elaboracién de la “hipstesis documentaria", cuyo defensor més brillante fue Julius Wellhausen’. Reuniendo diversas ideas que se habian propuesto desde mucho antes, Well. hausen formulé una hipétesis documentaria que rpidamente lleg6 a ser como un “modelo canénico” para la erudicién critica. Wellhausen separé dos fuentes narrativas antiguas, ‘J’ (el Yahvista) y ‘E’ (el Elohista). Estos documentos, de los primeros siglos de la monarqu‘a israelita, fueron luego combinados por un “Je- hovista” JE) en una sola obra. Wellhausen colocé la fuente ‘D (el libro original del Deuteronomio) en el s. Vil a. C., en tiempo de Josias y a ‘P* (la fuente Sacer dotal) al final o después del exilio babilonio®. Segin la hipétesis documentaria, las fuentes més antiguas llegan hasta Josué, ya que solamente en este libro los israelitas eventualmente toman posesién de la tierra, prometida por Yahvé a los patriarcas y a Moisés. © Ibid, p. 160. ” Véase especialmente Waraus, J. Die Composition des Hexateuchs und der historischen Bicher des Alten Testaments. Georg Reimer, Berlin, 1899), Params detalles, cf. Va Sees. The Pentateuch:A Social Science Commentary. Trajectories, Sheffield Academic Press, Shield, 1999, En general, la investigacién critica del Antiguo Testamento en la segunda mi- tad del s. XIX estuvo tan fascinada con la hipétesis documentaria y con la idea de un Hexateuco original, que la investigacién critica del libro de los jueces a los de los Reyes fue précticamente descuidada. Sin embargo, la cuestién de la redaccién(es) deuteronomista(s) al interior de la Biblia se limit6 principalmente ala fuente 'D’, que corresponde al Deuteronomio original y se supuso que ha- bia sido compuesta al final de la monarquia de Juda. Pero habia también algu- nos textos en Génesis-Nuimeros que parecfan tener afinidades con el estilo y el Jenguaje deuteronomista, por ejemplo, Gn 15 (comparar el v. 5 con Dt 1, 10; v. 7 con Dt 1, 27; 4, 20, etc.) 0 Lv 26 (comparar v. 15 y 46 con Dt 11, 1 y muchos ‘otros pasajes). Algunos autores han opinado que estos textos fueron insertados, por ef Jehovista; otros, como Colenso, creyeron que ellos llegaron del Deutero- nomista, que fue el editor del Pentateuco y del libro de Josué que lo interpolé y Jo ampli6 con la adicién del libro del Deuteronomio®. Wellhausen, en Composition des Hexateuchs und der historischen Bucher des Alten Testaments, propuso la siguiente explicacién para los elementos deutero- rnomistas que se encuentran en Jueces-Reyes: se deben a las diversas redacciones que hubo desde Josfas hasta el exilio babilonio; ya antes de la intervencién de estos redactores existia un rollo de Jueces y Samuel pero no del libro de los Re- yes. No puede determinarse si los mismos redactores deuteronomistas editaron todos estus librus u si debemos suponer un editor diferente para cada libro. Pero este tema no era muy importante para Wellhausen. Reconoce también la pre~ sencia de las redacciones deuteronomistas en el Hexateuco, pero no le interesa tanto cémo se relacionan los textos deuteronomistas de Génesis-fosué con los de Jueces-Reyes. El modelo de Wellhausen recibié una amplia aprobacién no sdlo en Ale- mania sino también en el mundo anglosajén. Samuel R. Driver, en su exhaustivo comentario al Deuteronomio, ofrecié un elenco detallado de fraseologia deute- ronomista y concluyé que la influencia deuteronomista en los libros histéricos es claramente perceptible (p. xci). George F. Moore, comentando el libro de los Jueces, defendié un redactor que pertenecerfa a la escuela deuteronomista y de- berfa situarse a comienzos del s. VI y al que deberfa atribuirsele la composicién de Jc 2, 6-16, 31 (p. xxiv). ‘Al mismo tiempo, fue haciéndose obvio que otras libros de la Biblia hebrea conacieron ediciones deuteronomistas. Bernhard Duhm, profesor de Antiguo Testamento en Basilea, atribuyé mas de medio libro de Jeremfas a redactores deuteronomistas, que trabajaron a partir del s. VI hasta el s. | a. C."°. Duhm To siente mucho aprecio por estos deuteronomistas, a los que considera como 5 Counso, JW. The Pentateuch and Book of fshus Critically Examined 9. 53. © unas, 8. Das Buch feremia, KHAT XI]. 8. Mol, Tibingen-Leipig, 1901 escribas bastante torpes, obsesionados por la ley mosaica. A pesar de su minus- valoracién de su trabajo, Duhm parece haber sido el primero en considerar la posibilidad de que la actividad de la “escuela deuteronomista” haya sobrevivido al término del exilio. ‘Acomienzos del s. XX la existencia de textos deuteronomistas en el Penta-(He- xa-}teuco y en los Profetas estaba ampliamente aceptada. Pero se necesitaron Cuarenta afios més hasta cuando Martin Noth propuso una teoria coherente sobre la presencia de estos textos. 2, La elaboracién de la hipétesis de la Historia deuteronomista por Martin Noth 2.1 El origen de la tesis de Noth Bibliografia selecta Bxcc, C. T. “Martin Noth: Notes on his life and Work". En: McKenzie, L. M. y Gaastany, M. P. (eds). The History of Israets Taditions: The Heritage of Martin Noth. JSOTSup 182; Sheffield Academic Press, Sheffield, 1994, pp. 18-30. En la composicién de su obra Uberlieferungsgeschichtliche Studien, Noth pudo elaborar los trabajos de M. de Wette, Ewald, Wellhausen, Driver y ottos, que habjan determinado el “estilo deuteronomista” y defendido las redacciones deuteronomistas en los libros histéricos. Pero aunque la gran mayoria de los eruditos crefa en la existencia de un Hexateuco para explicar la continuidad en- tre Deuteronomio-Josué, de una parte, y de otra, los siguientes libros hist6ricos, esto no desperté mucho interés. Noth fue el primero que enfatizé esta continuidad, pero abandonando la idea del Hexateuco. El nuevo impulso dado por Noth resulté de las nuevas orientaciones en la investigacién acerca del Antiguo Testamento, especialmente de las dos siguientes. Primero, el paso que en tiempo de Noth se dio de la fuente y la critica literaria & Ja Wellhausen al tema de la transmisiGn de las tradiciones biblicas (Uberlieferungsgeschichte). El acercamiento a la transmisién histrica se relaciona menos con la reconstrucci6n de “fuentes antiguas’: no necesaria- mente rechaza 0 se opone a la hipétesis documentaria, pero esta interesado mas por la evolucién y la transformacién de amplias unidades en el Pentateuco, Crénicas y la Historia deuteronomista'', Segundo, el paso en Martin Noth se "En este sentido, a historia de a tradcin, especialmente en la comprensiGn de Martin Noth, est uy cerca ala critica dela redaccin cf. Sree, O- H. Old Testament Exegesis A Gude tothe Methodology: ad J.D, Nogalsi; SBLRBS 33; Scholars Press Alanta, 1998, pp. 66-67, relaciona con su comentario al libro de Josué, para el cual emple6 numerosas teoras procedentes de su profesor Albrecht At Alt habfa detendido que Jos 3-9 era una coleccién independiente de historias etiolégicas sobre la instala- cién de la tribu de Benjamin. La lista de limites en jos 13-19 se fundamenta, segiin Alt, en una situacién geogréfica anterior a la monarquia aunque se haya redactado mucho después, mientras /os 15 refleja una lista de las doce provin- cias del tiempo de Josias. Sin embargo, estos textos no tienen relacién alguna con el documento sacerdotal del Pentateuco, contrario a lo que la critica de las fuentes habia afirmado. En su comentario de 1938", Noth estuvo de acuerdo con las opiniones de Alt Esta nueva posicién implicaba que las fuentes de! Pentateuco no llegaban hasta el libro de Josué, de abi que no habia un Hexateuco. Noth solucioné el problema de la pérdida del final de J 0 de E (sin Josué, estas fuentes no narran fa entrada en la tierra), afirmando que su final original fue amputado cuando los, libros hist6ricos fueron unidos al Pentateuco. Esta negacién de las fuentes del Pentateuco en Josué abrié la puerta a una completa revaluacién de la composi- cin de los libros histéricos que Noth acometié en su Studien de 1943. 2.2 Los Uberlieferungsgeschichtliche Studien Bibliografia selecta En McKenzie, LM. y Cawreuut, A. F “Martin Noth and the Deuteronomistic History”. En: McKevzt, Grattan, M, P. (eds.). The History of Israels Traditions: The Heritage of Martin Noth. JSOTSup 182; Shetfield Academic Press, Sheffield, 1994, pp. 31-62. ; Shei Press, Shef- Nom, M. The Deuteronomistic History. JSOTSup 15; Sheffield Academic Press, field, 1991; traduecién de la primera parte de Uberleferungsgeschichtiche Studien. Die sammelnden und bearbeitenden Geschischtswerke im Alten Testaments. Wissen- schaitliche Buchgesellschatt, Darmstadt, 1967? Noth escribié este librto, que legs a ser una de las contibuciones ms in fluyentes en la investigacién de la Biblia hebrea, en 1943, durante la ser Guerra Mundial, en Kénisberg (en el tiempo de la universidad més oriental de Alemania). 7 Su interés principal no fue el de delinear con precisién qué textos debfan considerarse “deuteronomistas” en los libros histéricos y cudles no. Segin él, las bases de la “critica literaria” habfan sido colocadas hacia mucho tiempo y ne ee ee ert Sete me Cie eG ee ne yl cae 2a eee fehen aur Geshe des Vokes ee I ap 276068 Se oe chm HAT? Me eb 35" habian producido conclusiones aceptadas"*. Noth da por garantizada la existen- cia de la redaccién deuteronomista en los Profetas anteriores: la novedad est en la forma como investigaba la posibilidad de que los textos deuteronomistas ertenecieran a una redaccién coherente y unificada de un redactor, el Deute- Tonomista (que él abrevié como ‘Dir’. Pruebas de este tipo de redaccién pueden encontrarse, segtin Noth, en los. textos que llamé capitulos de reflexién. Noth observé que “en todos los pun- {0s importantes en el curso de la historia, Dir presenta a los personajes pro- tagonistas pronunciando un discurso, que mira hacia adelante y hacia atrés intentando interpretar el curso de los acontecimientos... En otras partes el Dir mismo presenté reflexiones sintetizadoras de la historia... porque no ha- bfa figuras hist6ricas adecuadas para pronunciar discursos"". Tales pasajes se encuentran en jos 1, 1-9; 12, 1-6; 23, 1-16; Jc 2, 11-3, 6; 1S 12, 1-15; 1R 8, 14-53; 2R 17, 7-23. Estos discursos dividen la presentacién deuteronomista de la historia de Isra- el en los siguientes perfodos: la conquista por Josué (jos 1; 12 y 23), el tiempo de los jueces (de fe 2, 11 a 15 12), el establecimiento de la monarqufa (de 15 12 a 1R8), la historia de los reinos de Juds e Israel hasta la caida de Samaria (de 18 8 @.2R 17) los dltimos dias de Juda. Esta delimitacién de periodos no coincide con las separaciones entre los libros tal como los encontramos ahora en los Profetas anteriores, El final de la Historia deuteronomista es idéntico a los tltimos versiculos del libro de los Reyes (2R 25, 27-30), que relatan la liberacién de Jeconias de la prisi6n. Ya que este acontecimiento puede ser datado hacia el 562 a. C., Noth Concluye que la Historia deuteronomista debié haber sido escrita poco después, hacia el 560 a. C. En cuanto al comienzo de la Historia deuteronomista, Noth duda més, Jos 1 o es un verdadero comienzo, hablando estrictamente, pues alude al final del Deuteronomio y presupone tembién el establecimiento de las tribus de Transjor- dania. La Historia deuteronomista debe entonces comenzar en alguna parte del Pentateuco y Noth trata de localizar un comienzo adecuado en el Pentateuco via negationis. Por consiguiente, afirma que no hay signos de “edicién deuterono- mista” en Génesis-Nuimeros'® -una opinién que actualmente es més obvia que en tiempos de Noth-. De ahi que el libro de! Deuteronomio ofrece el comienzo més claro para la Historia deuteronomista, ya que contiene inequivocas alusio- nes a la historia deuteronomista de la conquista en Josué (Dt 31, 1-13; 34°) Nom M. Deuteronomistic Histon p. 15. bi pp. 18-19. pid, p28 Segtin Noth, el Deuteronomista (Dtr) integré en su historia el asf llamado Urdeuteronomium (Dt 5-30", es decir, la primera edicién del Deuteronomio en los s. VIIL-VII a. C.) y le proporcioné una nueva estructura. El libro del Deutero- nomio, que se presenta como el testimonio de Moisés, aparece como la clave hermenéutica y la base ideol6gica para leer y comprender la historia que sigue. Comenzando por el Deuteronomio, la Historia deuteronomista narra la his- toria de Israel, desde los fundamentos mosaicos en el desierto hasta la caida de Jerusalén y el destierro babilonio. Con esta pieza tan cuidadosamente compues- ta, Dt pensé en “contribuir a la comprensién de la situacidn de su tiempo”. Esperaba mostrar que el fin del reino de Judd fue consecuencia de la incapaci- dad del pueblo y de sus lideres para respetar las prescripciones de la ley deute- ronomista. Contrario a lo que probablemente crefan los judfos, la catdstrofe de 597/587 no significé que el Dios nacional hubiera sido vencido por los dioses, babilonios. La toma de Jerusalén debe comprenderse més bien como la sancién de Yahvé contra su propio pueblo. Filésofos y tedlogos desearian caracterizar tal interpretacién de la historia como una especie de teodicea pero (tanto como puedo ver) Noth mismo nunca emple6 esta expresi6n. El modo como Noth caracteriza mejor a su “Deuteronomista” es también importante. Lo considera como un historiador, comparable con los historiadores, helenfsticos y romanos, quienes también usaron antiguas tradiciones, organiza das por ellos. La actitud del Dir respecto de sus tradiciones es la de un honesto agente corredor'. integra en su obra todos os materiales antiguos que estan a su disposicién, incluso cuando éstos contradicen su propia teologta o su visi6n del pasado, lo cual explica por qué Noth pudo hablar de la Historia deutero- nomista como un verdadero Geschicheswerk, una “obra hist6rica”. Noth esté Ciertamente convencido de que la transmisién de los documentos y relatos tra- dicionales por parte del Dir hace de su obra la “fuente” histérica mds valiosa (p. 121). Esto significa que para Noth, Dir es tanto un redactor como un autor que “al parecer reunié el material de acuerdo con su propio juicio”™. En cuanto a la ubicacién social del Dir “no hay prueba de que el Dir, hubiera sido encargado Por un individuo o un grupo particular. De ahi que la historia fue probablemen- te el proyecto independiente de un hombre a quien las catdstrofes histéricas de las que fue testigo, inspiraron, con curiosidad, para buscar el significado de lo que habia sucedido”®. En su nota al pie de pagina final, Noth sugiere que el Dtr, podria ser ubicado en Palestina, probablemente en la regin de Mispé, la capital provisional de judé, bajo el gobierno neobabilonio. » i, p. 122: ™ sbi, pp. 26 y 128. » By, p26 ™ Ibid, p18. Sintesis: la Historia deuteronomista, que incluye los libros desde el Deutero- nomio hasta los Reyes, se escribié, segin Noth, durante la ocupaci6n neobabi- lonia de Judé, hacia el 560 a. C. £1 Dtr fue tanto un editor, ya que edité fielmente documentos y materiales antiguos, como un autor, puesto que construyé una compleja visién de la historia de Israel, que incluye la secuencia de diversos periodos, para explicar la catastrofe final. Uno puede admirarse de que el Deuteronomista de Noth no refleje, al menos hasta cierto punto, la propia situacién social de Noth: un intelectual solitario que enfrenta el posible fin de la historia de su naci6n. Aunque puedan darse posibles interacciones entre el propio contexto social y politico de Noth y su presentacién de la Historia deuteronomista, ellas no afectan necesariamente la validez de la hipétesis misma de la Historia deuteronomista. Mas adn, ellas pueden ayudar a comprender algunas de las modificaciones mayores que rapidamente experi menté esta hipotesis y a situar tanto la hipstesis como sus modificaciones en el contexto intelectual de la historia occidental de la segunda mitad del s. XX. 2.3 Primeras reacciones al modelo de Noth Bibliografia selecta Fisssrint, O The Old Testament: An Introduction (trad. P. . Ackroyd). Blackwell, Oxford, 1965; Harper & Row, Nueva York, 1974. Encneu, 1. A Rigid Scrutiny: Crtical Essays on the Old Testament (trad. J.T. Willis), Vane derbilt University Press, Nashville, 1962, 1969. La tesis de Noth recibi Jepsen e Ivan Engnell. Jepsen escribié en 1939 un ensayo sobre la formacién de los libros de los Reyes, el cual aparecié en 1953”. En él sostuvo la tesis de una redaccién profética para los libros de los Reyes, que habria tenido lugar hacia el 550 a. C., muy similar al Dir de Noth. En el prologo de su libro, Jepsen mismo enfatiz6 la proximidad de sus resultados con el modelo de Noth. Engnell, un investigador sueco, separé los libros Génesis-Reyes en una “obra-P” (el circulo sacerdotal: Génesis-Namercs) y una “obra-D” (el circulo deuteronomista: Deu- teronomio-Reyes) lo cual coincide con la misma divisién de Noth. Dado que la primera edicién de Uberlieferungsgeschichtliche Studien perma- necié muy reducida, la recepcién de la Historia deuteronomista de Noth s6lo tuvo resonancia a partir de la segunda edicién en 1957, Desde entonces, llegs a ser muy comin en los estudios de la Biblia hebrea hablar de la Historiografia deuteronomista 0 “historia”. Aunque el concepto mismo fue aceptado por una gran mayoria de estudiosos, no sucedié lo mismo con todas las ideas que Noth una confirmacién indirecta en las obras de Alfred » Jes, A. Die Quellen des Kénigsbuches. Niemeyer, Halle, 1953; 19562 | | | | i | habia implicado en el mismo. Algunos estudiosos dudaron de que Dir debiera entenderse como un individuo y prefirieron pensar en términos de un grupo © una escuela de escribas, otros hallaron mas convincente situar el Dir (que seguramente pertenecia a la “intelligentsia” judaita) entre los deportados a Ba- bilonia; algunos autores mas se admiraban de que el Dir hubiera escrito su larga, historia sin esperanzas de futuro. Otros autores se mostraron completamente es- cépticos sobre la hipétesis de la Historia deuteronomista en su conjunto, sobre todo Otto Eissffeldt; é1 insistié en la especificidad de los textos “deuteronomis- tas” en los diversos libros de los Profetas anteriores como, segtin su opinién, en la idea de que una redaccién deuteronomista coherente era demasiado simple para explicar la complejidad de los asf llamados "textos deuteronomistas”. Estos textos presentan muchas diferencias para ser atribuidos a un autor-editor tinico, (véanse, por ejemplo, las contradicciones cronolégicas de Jos 1-3 0 los diversos modos como fc 2, 11-3, 6 explica por qué las naciones permanecieron en el pats). Con el tiempo, estas voces fueron marginales; la popularidad del concep- to acufiado por Noth fue rpidamente seguido por importantes evoluciones de la hipétesis misma, como también por la aparicién de opiniones opuestas sobre el marco social e histérico de la Historia deuteronomista 3. Modificaciones y criticas mayores a la hipétesis de la Historia deuteronomista 3.1 Frank Moore Cross y la doble redaccién de la Historia deuteronomista Bibliograffa selecta Caos, F. M. "The Themes of the Book of Kings and the Structure of the Deuteronomistic History”. En: fdlem. Canaanite Myth and Hebrew Epic: Essays in the History of the Religion of Israel. Harvard University Press, Cambridge, 1973, pp. 274-289. Nason, R. D. The Double Redaction of the Deuteronomistic History. SOTSup 18; SOT Press, Sheffield, 1981. Para Noth, Dir tena una visién verdaderamente pesimista de la historia pa- sada de Israel; de ahi que, cuando elabord su teoria, Noth no le presté mucha atencién a aquellos textos que parecian contradecir el presunto pesimismo de Dt. Por ejemplo, la promesa divina de una dinastia duradera a David en 25 7, que esté redactada en un estilo deuteronomista tipico, sse adectia realmente al perfodo del exilio, cuando esta dinastia, al parecer, ha llegado a su fin? gY qué hay de la expresin “hasta este dfa”, que con frecuencia parece presuponer la existencia de la monarquia (por ej., 1 8, 8; 9, 21)? El final de la Historia deute- ronomista es también problemdtico. j£s realmente posible aceptar a 2R 25, 27-30 como una conclusién adecuada? A diferencia de los periodos siguientes, aqui no hay un discurso 0 comentario conclusivo. Con base en estas y otras observaciones semejantes, Frank Moore Cross de- fendié, en un articulo de 1968, que la primera edicién de la Historia deuterono- mista debfa ser datada en el reinado de Josias. Analizando los libros de Samuel y de Reyes, Cross descubrié dos temas mayores en la Historia deuteronomista: el compromiso de Yahvé con la dinastia davidica y el “pecado de Jeroboan’, a saber, la construccién de los santuarios yahvistas de Dan y Betel, luego de la de- claracién de la independencia de la Casa de David (cf. 1R 12). Estos dos temas convergen en el relato sobre el reinado de Josfas. En 2R 23, 15, se dice de Josfas “También derribé el altar que habfa en Betel y el altozano que habia levantado Jeroboan, hijo de Nebat, el que hizo incurrir en pecado a Israel”. Mas atin, 2R 22, 2 explicita que Josfas fue el verdadero sucesor de David. Para Cross, estas observaciones tienen poco sentido luego de la cafda de Jud y el final de la monarquia; ellas slo pueden explicarse colocando una primera redaccién deuteronomista en tiempo de Josias. Segiin esta opinion, la edicién del tiempo de Josfas de la Historia deuteronomista, terminaba en 2R 23, 25: “No hubo antes rey alguno que como é! se volviera a Yahvé con todo su corazén, con toda su alma y con todas sus fuerzas, conforme a la doctrina de Moisés. Tampoco ha surgido después ninguno como él’. Este versiculo se refiere a Dt 6, 45, que constituye muy probablemente el comienzo original del libro del Deuteronomio. Luego de la caida de Jerusalén, la Historia deuteronomista de Josfas fue completada por un segundo redactor deuteronomista, el cual actua~ liz6 el relato de Reyes insertando 2R 23, 26-25, 30; introdujo igualmente en la Historia deuteronomista aquellos textos que aluden al exilio (por e)., Dt 28, 36-37.64-68; Jos 23, 11-16; 15 12, 25, etc.). El modelo de una doble redaccién de la Historia deuteronomista, lleg6 rdpidamente a ser preponderante en los estudiosos de habla inglesa y en Esta- dos Unidos. Un niimero impresionante de discfpulos de Cross consolidaron la teoria de su maestro. Asi, por ejemplo, Richard Nelson, quien intent6 demos- trar en una disertacién de 1973 (publicada en 1981) que el estilo de 2R 23, 26-25, 30 es bastante diferente del que hay en el resto del libro de los Reyes, su “cardcter de pegote”, sugiere claramente un redactor exilico?, sta reformulacién de la hipstesis de la Historia deuteronomista cambia por completo toda la comprensi6n de Martin Noth acerca de la misma. Ciertamente Cross esta de acuerdo con Noth sobre la fuerte distincién existente entre el Tetra- teuco y la Historia deuteronomista, pero una Historia deuteronomista del tiempo ease igualmente Richard E. Friedman, quien legs eo su propia obra a conclusiones muy semejante: Foun, R.E. The Eile and Biblical Nanative: The Formation ofthe Deveronemistic and Priestly Works, HSM 22; CA, Scholars Press, Chico, 1981 de Josfas implica una ideologia totalmente diferente de la que Noth atribuy6 al Dtr. Esta llegé a ser, con Cross, “una obra de propaganda de la reforma de Josias... la salvaci6n esté en David y en su hijo Josias’®. 3.2. Rudolf Smend y la maltiple redaccién exilica de la Historia deuteronomista Bibliografia selecta Dieracs, W. “Martin Noth and the Future of the Deuteronomistic History”. En: McKenzi, 5. Ly Graniaw, M. P. (eds). The History of Israels Traditions: The Heritage of Martin Noth. JSOTSup 182; Sheffield Academic Press, Sheffield, 1994, pp. 153-175, Sueno, R. “The Law and the Nations. A Contribution to Deuteronomistic Tradition His- tory”. En: Kwoprens, G. N. y McConviae, J. G. (eds.). Reconsidering Israel and Judah: Recent Studies on the Deuteronomistic History (trad. P. T. Daniels). SBTS 8; Eisen- brauns, Winona Lake, 2000, pp. 95-110. Las cosas se presentaron de modo bastante diferente entre los eruditos ale- ‘manes. En un articulo publicado en 1971, R. Smend, antiguo asistente de Noth, puso los fundamentos de lo que llegé a ser la escuela de Smend (0 de Gotinga) Su punto de partida fue la observacién de que algunos textos deuteronomistas eran claramente redaccionales. Noth habia ya identiticado algunos textos “deu- teronomistas” como adiciones secundarias, pero no se interes6 por identificar con mayor precisién el origen y la ubicaci6n de estas adiciones. Smend comen- 26 su revisi6n critica de la hipdtesis de Noth estudiando a Jos 1, 1-9. En este dis- Curso, Yahvé se dirige a Josué como a un rey 0 a un jefe militar, acerca de librar una guerra. 1 discurso de Yahvé, al parecer, termina en el v. 6; en el v. 7 Yahvé comienza de nuevo a hablar a Josué, pero ahora para exhortarlo a estudiar la ley. Aparentemente, estos versiculos son un intento més tardfo por corregir el lenguaje y la ideologia militares de Josué, enfocdndose sobre la obediencia a la ley mosaica. Smend encontré afiadiduras parecidas en Jos 13, 1b8-16; 23; Jc 1, 1-2, 5; 2, 20-21.23. Estos pasajes defienden, contrariamente a los otros textos, deuteronomistas sobre la conquista de Canadn, la idea de que la conquista no se terminé y que otros pueblos permanecieron en el pais. Smend atribuyé estas adiciones mas tardias a un estrato redaccional comtin, al que llamé “nomista” (DtrN) a causa de su énfasis en la obediencia a la ley. Designé DtrH (el Historia~ dor deuteronomista) a la primera (ex!lica) edicién de la Historia deuteronomista. Walter Dietrich, un discfpulo de Smend, descubri6 otros estratos deutero- nomistas que insisten en la profecta; los designé como DtrP (Deuteronomista > Cross, FM. Canaanite Myth, p. 289, profético?*. Segtin Dietrich, muchas de las historias proféticas en Samuel y Re~ yes no pertenecen a la primera edicién de la Historia deuteronomista, sino que provienen de un redactor més tardfo. Este redactor esta ansioso por mostrar que todo cuanto Yahvé habia anunciado por los profetas era finalmente verdadero. Por esta raz6n, DirP provey6 para cada ordculo profético que introdujo, un informe del cumplimiento (véase, por ej., 1R 14, 7-13" y 18 15, 290 2R 21, 10. 14 y 2 24, 2). En dos estudios publicados en 1975 y 1977, Timo Veijola aplicé este nuevo modelo de tres redacciones deuteronomistas sucesivas alos libros de Samuel’ Segtin él, el modelo diacrénico sostenido por la escuela de Gotinga podia explicar satisfactoriamente el problema de la compleja (y en ocasiones, contradictoria) posicién del Dtr con relacién a la institucién mondrquica. Mien- tras DtrH considera atin positivamente a la monarquia (15 9-10), DtrP adopts tuna posicién critica respecto de la dinastfa davidica (cf. 25 12); finalmente, DtrN, aunque también rechaza la instituci6n mondrquica como tal, intent6 jus tificar a los fundadores de la dinastfa de Judé, David y Salomén (cf. 15 8, 6-22; TR 1, 35-37; 2, 3.4aB). Laescuela de Smend se acerca a Noth en cuanto al marco exilico de los di versos estratos deuteronomisticos. Pero abandona la idea de un autor-redactor. Smend, por ejemplo, considers a DirN como una especie de sigla, que podria subdividirse probablemente en DtrN', DtrN? y asi sucesivamente. Esta idea ge- era una inflacién de los estiatos deutcronomistas, lo cual contradice teética- mente la idea de una Historia deuteronomista unificada y coherent, 3.3 Los Nuevos seguidores de Noth Bibliograffa selecta McKexzr, S. L. The Trouble with Kings: The Composition of the Books of Kings in Deute- ronomistic History. SVT 42; Bill, Leiden, 1991; “The Trouble with Kinship”. En: Pury, A. de; Rower, T. y Macci, J. D. (eds). Israel Constructs its History: Deuteronomistic Historiography in Recent Research. JSOTSup 306; Sheffield Academic Press, Shef- field, 2000, pp. 266-314 Van Sertns J. In Search of History: History in the Ancient World and the Origin of Biblical History. Yale University Press, New Haven, 1983. % Daewoo, W Prophetie und Geschichte. FRLANT 106; Vandenhoeck & Ruprecht, Gotinga, 1972, ® Vou, T Die ewige Dynastie: David und de Enstehung seiner Dynastie ach der deuteronomistischen Darstellung. Annales Academiae Scientirum Fennicae, Series 8, 193; Suomalainentiedeakatem'a, Helsinki, 1975; Das Kénigtum n der Beurtellung de devteronomistchen Historiograpie ene redaktonsgeschichiche Untersuchung. Annales Academie’ Scentistum Fennicae, Series 8, 198, Suomalainen Tiedeakatemia, Helsink, 1977, f A pesar de (y quiza precisamente por eso) tales refinamientos, algunos es- tudiosos han expresado recientemente su desacuerdo respecto de las diversas evoluciones de la hipstesis de la Historia deuteronomista, sosteniendo en cam- bio un retorno al modelo de Noth de un nico Dtr, en el periodo del exilio. fste es el caso concreto de John Van Seters, aunque mejora el modelo de Noth en dos puntos importantes y relacionados entre sf: la concepci6n de un Dtr como “autor creativo” y el asunto de las adiciones posteriores al Dt En el pensamiento de Noth, como se ha indicado, Dtr fue principalmente un “honesto agente co- rredor”, que mantuvo fielmente en su propio trabajo una considerable cantidad de tradiciones antiguas; para Van Seters, al contrario, Dtr deberfa considerarse mds bien como un autor que emple6 de modo muy libre los documentos de que disponia para elaborar su presentacién de la historia de Israel, de modo que, en muchos casos, el intento de reconstruir tales documentos es indtil. Esto nos lleva al segundo aspecto en el que Van Seters difiere de Noth. Mientras para Noth las, contradicciones y tensiones que hay en los libros Deuteronomio-Reyes se deben sobre todo al respeto de Dtr por sus fuentes, las que copia a pesar de que con- tradigan su visi6n de la historia de Israel, en opiniGn de Van Seters la mayorfa de la divergencias ideolégicas y teolégicas en la Historia deuteronomista deberfan explicarse como adiciones tardfas a la obra del Dir. Este es el caso, en concreto, de la llamada “Historia de la sucesién de David” o “Historia de la Corte” en 25 2-4*; 9 20%; 1R 1 24, Esta historia presenta a David como un asesino (25 12), también como un rey débil e irresoluto. Una imagen tal es completamente con- traria al retrato deuteronomista de David, ya que para el Dir David es el modelo para los otros reyes. Por lo tanto, la Historia de la Corte deberfa identificarse, segtin Van Seters, como una adicién antidavidica, puramente ficticia, a la Histo- tia deuteronomista, escrita hacia el 550 a. C. En consecuencia, la Historia deu- teronomista de Van Seters es mucho més breve que la de Noth, ya que muchos de los textos que de ordinario se etiquetan como “deuteronomistas” ahora son atribuidos a adiciones tardias posdeuteronomistas (por ej., Jos 2; 1R 13*). Steve L. McKenzie toma una posicién cercana a la de Van Seters, pues tam- bién él sostiene la idea de un Ginico autor deuteronomista exilico. En su articulo de 1996 (publicado en inglés en el afio 2000) dedicado a 15 8-12, sostiene como marco para el historiador deuteronomista a Mispa después del 587/586, lo cual explicarfa en la Historia deuteronomista, la presencia de textos que expresan un creciente interés por la dinastia davidica’*. De modo parecido a Van Seters, McKenzie también elimina un importante ntimero de textos de la > Ens obra Trouble with Kings, McKenzie ain abogaba por una primera edicin en tiempo de Jostas en {8 contin a sacl Constives ts History ublea al istoriador deuteronomista en Palestina poco despues {ellos acontacimientos del 2n0 587. primera edicién de la Historia deuteronomista (por ejemplo, la mayoria de las historias proféticas de los libros de los Reyes}. El enfoque de Van Seters y de McKenzie reafirma la coherencia de la obra deuteronomista, incluso si su Historia deuteronomista es més limitada que la de Noth. Sin embargo, el problema principal con esta posicién es que muchas de las adiciones posdeuteronomistas a la Historia deuteronomista carecen de una ubicacién precisa y dan asf la impresién de que flotan en el limbo. Otra cues- tin es el modo como estos estratos se relacionan con la edicién del Deuterono- mista en el Tetrateuco o en elgunos libros de los Profetas anteriores. 3.4 La Historia deuteronomista y otras redacciones deuteronomistas Bibliograffa selecta ‘Ausear2, R, Israel in Exile: The History and Literature of the Sixth Century BCE (trad. D. Green). Studies in Biblical Literature 3; Society of Biblical Literature, Atlanta, 2003 Buenxinsorr, J. The Pentateuch: An Introduction to the First Five Books of the Bible. ABRL; Doubleday, Nueva York, 1992. , A. H.W. y Rowe, T. (eds). The Book of Jeremia and its Reception. Le livre de Jérémie et sa réception. BETL 128; Peeters, Lovaina, 1997. ‘VAN SETS, J." Ihe So-called Devteronomistic Redaction of the Pentateuch”. En: Ernt0%, J ‘A. (ed). Congress Volume Leuven 1989. SVT 43; Brill, Leiden, 1991, pp. 58-77, cur Hoy es frecuente argumentar que las redacciones deuteronomistas pueden encontrarse también en el Tetrateuco (Génesis-Némeros) y en algunos libros proféticos. Asi, algunos estudiosos consideran que el llamado documento Yah- vista ()), que tradicionalmente se situaba en el s. X a. C., es, de hecho, la obra de un Deuteronomista de segunda o tercera generacién”®, aunque otros autores nieguen tal caracterizacién®. Otro modelo explica la formacién del Pentateuco como un compromiso entre una composicién Ditr) y una P(sacerdotal), y con- sidera una importante parte de los textos no sacerdotales como producto de un ambiente deuteronomista®. Si la presencia de la redaccién deuteronomista se da por garantizada en el Pentateuco, deberfa, sin embargo, responderse otra 2 aaa "Historia dela Cot” 6l considera solamente la isoria de Betsabéen 1512 como una adicién posdeuteronomisa, cf. MeKexzt, S|. "The Soalled Succession Native inthe Deuteronomisi istry” En: Pury, A dey Rov, (eds). ie soenannte Thonkegegeschicte Davis Neue Ene und Anfager (080 176; Uniersttsverag Vandentoec& Ruprech, FesburgSwiaeland-Coviga, 2000, pp, 12335 ™ Ch, Rost, M. Deuteronomist und Jahwist: Untersuchungen zu den Berdhwungspunkten beider Lerturwerke. NTANT 67; Theologecher Veta, Zirch, 1981 ae > kspecialmenteVan Sete. 2 Cf Buus. Studien zur Kompostion des Pentateuch.BZAW 89; de Grae, Berlin Nueva York, 1990; ase igualmente 2 Albee y Blenkinsopo. pregunta relacionada (jpero no en este libro!) si serfa mejor que hubiera habido Un intento de crear una “gran historia” de los origenes que abarcara desde el Génesis hasta los Reyes y en caso afirmativo, dénde (en qué estadio de la com- posicién del Pentateuco y de los Profetas anteriores) y por quién. Mas precisamente, el debate sobre las redacciones deuteronomistas y del “Deuteronomismo” en el Pentateuco plantea una pregunta importante respecto de los criterios para definir un texto como “deuteronomista”. La nica manera de cevitar definiciones arbitrarias es combinar criterios estilsticos con ideolégicos. Si hacemos eso, es muy dificil encontrar muchos textos deuteronémicos en las narra- cciones patriarcales del Génesis, La convivencia supremamente pacifica de Abra- hn con sus vecinos, que con frecuencia eran también sus parientes, contradice la visidn deuteronomista de una estricta separaci6n de los pobladores del pats, la que incluso implica su exterminio (cf. Dt 7, 1-5). El Unico texto que se acerca al estilo y a la ideologa deuteronomista en el Génesis, es el relato del . 24. La historia del siervo que debe encontrar una esposa para Isaac en la familia de Abra- én en Mesopotamia, refleja con mayor probabilidad los intereses del perfodo persa cuando parte de los antiguos deportados se consideraban a s{ mismos y a la Golah babilonia (la comunidad judia que permanecié en Mesopotamia luego del imperio babilonio) como el Gnico verdadero Israel". Pero esa sola historia no hace del Génesis un libro deuteronomista. La situacién es muy diferente en el libro del Exodo, donde encontramos numerosos textos y temas deuterondmicos, por ejem- plo la “lista de los pueblos” en la historia de la vocacién de Moisés (Ex 3, 8) 0 las, prescripciones de Ex 23, 23-33 sobre la separacién de los pueblos extranjeros y stu expulsin, Estas observaciones podrian indicar la posibilidad de una Historia deu- teronomista que abarcara desde Ex 2 hasta el final de 2Reyes”. Esta cuestién ha de ser mds investigada. Lo que parece claro hoy en dia es la existencia de una brecha mayor entre los libros del Génesis y el Exodo; estos libros contienen, de hecho, dos mitos de origen en competencia (e! mito genealdgico y el mito del éxodo), que quizé fueron combinados muy tardiamente por los redactores sacerdotales”. Deberfamos mencionar brevemente el problema de las redacciones deute- ronomistas en los libros proféticos. Que en el libro de Jeremfas haya redaccién deuteronomista es aceptado ampliamente, mientras que la cuestién es bastante ° Ck, por ejemplo, Ror, A. “An Inquiry Into the Betrothal of Rebeka”. En: Blum, E. et a eds. Die ebraische Bibel und ihre sweifache Nachgeschchte. FS R. Rendon Neukrchener Verlag, Neukirchen- Vay, 1990, pp. 27-39 "sta solucién es delendida por Sciao, K. Ervater und Exodus: Untersuchungen zur doppelion Begrindang der Ursprnge Israels innerhalb der Geschichtsbicher des Alten Testaments. WMANT 81; [Naukirchener Verlag, Neukirchen-Viuyn, 1999. Par lapresentacién del debate, cf. Catt, D. M. “Genesis in Relation to the Moses Story. Diachronic and Synchuonie Perspectives. Em: Win, A. (ed). Studies in the Book of Cenesis: Literature, Redaction ad stony. BETL 155, Leuven Unversity Pres Peters, Leuven, 2001, pp. 273-295 discutida en relacién con Isafas™. Pueden observarse algunos nexos ideolégicos ¢ incluso editoriales entre Isaias y la Historia deuteronomista, especialmente entre 1s 36-39 y 2R 18-20, pero, por otra parte, hay poca evidencia de termino- logia deuteronomista en isavas. El libro de Ezequiel es igualmente un caso dificil, ya que manifiesta mezcla de influencias deuteronomistas y sacerdotales, tanto a nivel de lenguaje como de temas teol6gicos (véase sobre todo el c. 20). En los libros de los Doce profetas, Oseas, Amds y Miqueas son los més probables candidatos para haber sufrido redacciones deuteronomistas™, pero no es claro si estos textos deuteronomistas provengan del mismo comienzo del Deuterono- mismo o de un periodo mas tardio. En todo caso, hay prueba suficiente de una edici6n deuteronomista en partes del corpus profético, lo que puede explicar también la raz6n por la cual los libros Josué-Reyes fueron considerados por la tradicién judia como la primera parte de los profetas (nebiim), 3.5 La crttica reciente de la hipétesis de la Historia deuteronomista Bibliografia selecta Auto, A. G, "The Deuteronomiits and the Former Prophets, or ‘What Makes the Former Prophets Deuteronomistic?”. En: Scueanina, L. S. y McKenze, S. L. (eds.). Those Elusi- ve Deuteronomists: The Phenomenon of Pan-Deuteronomism. JSGTSup 268; Sheffield Academic Press, Sheffield, 1999, pp, 116-126 = Samuel and the Threshold Selected Works of Grame Auld. SOTSM, Ashgate, Hants and Burlington, 2004, pp. 185-192. Knaur, E. A. “Does Deuteronomistic Historiography” (DtrH) Exist?”. En: Pure, A. des Rowen, T. y Maceu, J. D. (eds). Israel Constructs its History: Deuteronomistic His. ‘oriography in Recent Resesrch. |SOTSup 306; Sheffield Academic Press, Sheffield, 2000, pp. 388-398. La proliferacién de numerosos estratos deuteronomistas, especialmente en las obras de los eruditos de la Escuela de Gotinga, es realmente un verdadero desafio a la idea de una obra deuteronomista coherente. Y sorprende grande. mente que la existencia de una Historia deuteronomista esté recientemente bajo un pesado ataque y un grupo bastante numeroso de estudiosos parecen estar tentados de abandonar la idea de una Historia deuteronomista unificada, Un % Ver ls diferentes contbuconesen Curtis y Rémer, The Book of eremiah and ts Reception 2% Para Oseas, cf Yes, G. A. Compostion and Traltion in the Book of Hosea: A Redaction Critical ‘vestigation. SBLDS 102; Scholars Press Atlanta, 1987; Pra Ams, Miquees (y Jeremias Asvots Beran ob Relectura deuteronomisicas de Amds, queasy Jeremias. Publicaciones del insite lealipes Face avs 10, Espigns, Murcia, 1993; Puede haber igualmante redaccion deuteronomita en Zacaras cf Pesca F. Second Zecharich andthe Deuteronome choo. ISOTSup 187; Sheed Academie Press, Sheff, 9% Para una coleccin deuteronomista com predecesora de it liros de los Doce profetas, cl Aust, “Exe 25 Purification. Reconstructing the ‘Book ofthe Four En: Rt, Py Sone, A ed). Thematic Tread ‘he Book ofthe Twelve. BZAW 325; de Gruyter, Berin-Nueva Wrk, 2003, po, S32-251 >on ete epee | | | punto del debate es la comprensién de “historiografia”, el otro punto es el asun- to de la coherencia de la llamada Historia deuteronomista. 3.5.1 Historia deuteronomista e historiografia Con bastante frecuencia la “deuteronomistisches Geschichtswerk” de Noth se traduce por “Historiograffa deuteronomista” y no es de admirar que tal ex- presin haya generado fuertes objeciones. No podemos tratar detalladamente el debate bastante apasionado y en ocasiones también ideol6gico sobre si existe una historiograffa bfblica como tal. Nos limitaremos al problema de la defini cién de historiografia. Si adoptamos la concepcién griega de historia parece bien dificil caracterizar como “historiograffa” obras tales como la Historia deuteronomista. Segtin Tucil des”, una historia debe emplear Gnicamente fuentes fidedignas, evitar las explica- iones milagrosas basadas en intervenciones divinas e intentar dar explicaciones objetivas de los hechos ocurridos en el pasado. De acuerdo con esto, es bastante adecuado describir a los Profetas anteriores como ciertamente “miticos” ya que, por ejemplo, relatos de intervencién divina aparecen constantemente en la His- toria deuteronomista. Otra diferencia entre las historias biblicas y las griegas es la concepcién de autorfa. Todas las historias biblicas son obras anénimas, lo cual indica que tienen una funcién diferente de la que se da cn los autores griegos. En estas historias, la individualidad y la singularidad del narrador no se subraya; ellos estén ocultos, ya que los autores de las historias biblicas procuran ofrecer una vi- sin enigmética del pasado, es decir, una interpretacién, en modo alguno, critica. Entonces, jc6mo llamariamos a tal obra Historia deuteronomista? Siguiendo a Van Seters, que adopta la definicién del historiador holandés Huizinga, para quien “historia es la forma intelectual por la cual una civilizacién convierte Para sf en relato, su pasado", es posible caracterizar la obra deuteronomista como historiografia. Si, por el contrario, se quiere subrayar las diferencias entre las historias de la Biblia hebrea y la historiografia griega o moderna, se hablaria mejor de “historia narrativa”; con esto se quiere significar “la organizacién del material en un orden secuencial cronolégico y concentréndose en una tnica historia coherente, aunque con tramas secundarias”®. De hecho, hay una es- tructura secuencial clara en la Historia Dir, como lo indicé Noth: los origenes (Deuteronomio), la conquista (delimitada por Jos 1 y 23), el tiempo de los Jueces ® Véase, por ejemplo, THowrson,T. L"tsalite Historiography", ABD 3, 1992, pp. 206-212, » Tuco, 121-22; C Smith ad), Thucyeldes. CL; Harvard Univesity Press, Cambridge, 1956, pp. 37.41. 2 Clado por Van Setes en In Search of History. 1 2» Siove L. “The Revival of Narrative: Reflections on a New Old Histor”, Pst and Present 85,1979, pp. 24.24, agu.3 Gado po Barsiad HM. “History andthe Hebvew Bible. En: Guan LL. (ed). Cana ‘sory of seek Be Witton? SOTSUp 245; Sheol Academic Press, Seti, 1997, pp. 37-64 Agpl op, S49 (delimitada por Jc 2, 6-19 y 15 12), los orfgenes de la monarquia (15 12-18 8), la historia de los reinos (delimitada por 1K 9 y 2R 17) la historia de Juda hasta su caida (con un final abierto en 2R 25), Esta es verdaderamente una historia narrada, que elabora una cronologia y crea su pasado". Fuera de la Historia deuteronomista, el otro ejemplo biblico de una “historia narrativa” tal, serfa la obra del Cronista, quien al parecer intenta presentar una visidn alternativa de la historia de Israel, con otra organizacién secuencial y una ideologia mucho més optimista". Para evitar equivocos, parece preferible hablar de una Historia deuteronomista més que de una historiograffa deuteronomista. Sin embargo, Gn persiste la pregunta de si una historia tal exist. 3.5.2 Los libros que van desde el Deuteronomio hasta los Reyes manifiestan una redaccién deuteronomista coherente? C. Westermann® retoma antiguas criticas a Noth, argumentando que los di- ferentes libros que constituyen la llamada Historia deuteronomista no presentan los signos del mismo estilo o la misma ideologia deuteronomistas. Jueces, a di ferencia de los Reyes, presenta una visién ciclica de la historia, mientras Samuel tiene muy pocas caracteristicas de lenguaje deuteronomista. Por consiguiente, Westermann afirma que cada uno de los libros de los Profetas anteriores proce- de de un contexto social e histérico diferente. Incluso si hubiera algunos redac- tores, ellos transmitieron fielmente las tadiciones urales; por lo tanto, lus textos, de los libros hist6ricos han de considerarse provenientes de testigos oculares de Jos hechos narrados. Pero la idea de Westermann de una “tradicién oral” no se adecda con los resultados de las investigaciones antropol6gicas y sociolégicas, que muestran claramente que la escritura de lo que se llama “tradicién oral” su- pone transformacién tanto en el contenido como en el material seleccionado®. E, Wairthwein“ y A. G. Auld afirman que el nticleo més antiguo de la edi- cidn deuteronomista se encuentra en los libros de los Reyes. Mas tarde, en un proceso que implica diversas elapas, se afiadieron progresivamente los libros de © Véase tambidn Barta, History’ pS. Ch. arr, 5. *Posteilc Historiography: How and Why. Er: Pu, A. de; Rests, T.y Macc | D- feds.) lsraal Constructs ts History: Deuteronomitc Histonography in Recent Research. ISOSup 306, Shefiid ‘Academic Pres, Shefeld, 2000, pp. 148-173. © Wisrerun, C. Die Geschichisbicher des Alen Testaments: Gab es ein deuteronomistsches Geschichiswerk? TH AT 87; Kase, Gtesloh, 1994 © Cf. Knaranex,P. G. The Old Testament and Folkiore Study SOTSup 62; Sheffield Academic Press, Sheffield, 1988; Wa, H. M. Die akobseraahlngen: Stadien 2u ihrer mundichlen Uberfiferang Verschriftng lund Histozat. BZAW 258; de Gruyter, Berlin-Nueva York, 1997. Véase también el trabajo muy importante dde Nexo, 5, Oral Word and Wten Word: Ancient zeit Literature. Library of Ancient israel, Westminster Jahn Knox Press, Lovisville, 1996 y su echazo de a “romsntca nocién de un pefodo oral en la historia de Israel, p. 134. “= Womaen, E “Erwigungen zum sop. deveronomiatichen Geschichswerk. Eine Skizze*, En: dem, Studlen zum deuteranomistischen Geschickswerk BZAW 227; de Gruyter, Berlit-Nueva York, 1994, pp. 111. ‘samuel, Jueces y finalmente Josué; el Deuteronomio y el Tetrateuco llegaron mas tarde y fueron influenciados por textos y figuras de los Profetas anteriores. E. A. Knauf se acerca a esta posicidn, pues cree que Gnicamente los libros de los Reyes (amuel-Reyes) podrian llamarse “Historia deuteronomista”. El no considera al Deuteronomio como un comienzo adecuado para los libros hist6ricos siguientes; puesto que, segtin la ideologia deuteronomista la historia de Israel comienza con ‘el Exodo, parecerfa mucho més ldgico comenzar con esa historia. Pero si se adop- ta la idea de que esta “gran Historia deuteronomista” habria incluido siempre los libros del Exodo y los Nuimeros, surgen otros problemas. Como se explicaria, en- tonces, la presencia de textos como Dt 1-3, que recapitulan los acontecimientos del Exodo y de los Nuimeros? Si el Deuteronomio siempre ha seguido a Exodo y ‘Naimeros, simplemente no habrfa raz6n para que el Deuteronomio comenzara con un resumen de los acontecimientos reportados en los libros anteriores. Finalmen- te Knauf comenta que la llamada Historia deuteronomista (Deuteronomio-Reyes) nunca aparece atestiguada en los restimenes o en los salmos “hist6ricos’, contra- riamente al Pentateuco (por e., Sal 74; 95), al Hexateuco (por ej, Sal 105, 114), 0a la “Historia primera” que abarca los libros desde el Génesis hasta los Reyes (por ¢j., Sal 78, 106). Pero, si todas estas colecciones estén documentadas en los. Salmos, no contienen mencién alguna de tradiciones narrativas, excepto el tardio Salmo 105. De modo que parece bastante dudoso que se pueda reivindicar que estas colecciones estén atestiguadas firmemente en los Salmos. Seguramente, hay algunos textos tardios que intentan resumir o incluso crear un Hexateuco (Jos 24) ‘0 una “Primera Historia” (Ne 9). Pero también se tiene en el Sa/ 136 un resumen del Tetrateuco (que termina con la conquista de la Transjordania, como lo hace el libro de los Nameros; este salmo al parecer considera que el Deuteronomio per- tenece a los libros siguientes. Finalmente, 2R 17, 7-23 bien podria considerarse ‘como un resumen de la Historia deuteronomista. De hecho, el texto comienza con la tradicién del éxodo. Pero dado que no hay otro tema del Tetrateuco al que en él se haga alusion, el versiculo del inicio puede tomarse como un resumen del libro del Deuteronomio: “...los israelitas habfan pecado contra Yahvé, su Dios, que los habia sacado de Egipto. Habfan dado culto a otros dioses' (v. 7). La identi- ficacién de Yahvé como el Dios que sacé a Israel de Egipto y la advertencia contra otros dioses, son dos temas principales del Deuteronomio®. El v. 8 hace alusién a la conquista; en los versiculos siguientes hay alusiones al tiempo de los Jueces y de Samuel; [os vv. 16-17 se tefieren a acontecimientos narrados en el libro de los Reyes. Podemos concluir, entonces, que 2R 17, 7-23 presupone o sintetiza la extensién de la Historia deuteronomista’. * CL, por ejemplo, D5, 6-7; 6, 12-14; 28, 14.15. Para més detalles sobre 2R 17, cf. V2 y Row, T. “The Form-Critical Prblem of the So-called Deuteronomisic History”. En Swiser A.A. y Bek Zu, E (eds). The Changing Face of Form Criticism forthe TwentyFist Century. Eerdmans, Grand Rapids Cambridge, 2003, pp. 240-252 Al contrario de Rise!” y oiros que afirman que no existen temas deuterono- mistas que unan a los libros Deuteronomio-Reyes, no se puede negar la existen- cia de tales temas. Hay algunos de estos temas que faltan casi por completo en el Tetrateuco. Es el caso de “lohim *hérim, “otros dioses”. Esta es una expresion estndar deuteronomista que aparece en toda la Historia deuteronomista; en el Tetrateuco esta atestiguada s6\0 dos o tres veces en el Exodo*. El tema del culto a otros dioses y el abandono de Yahvé corre a lo largo de los libros Deutero- nomio-Reyes y ofrece una explicacién mayor para la catdstrofe del exilio y la destruccién de Israel y de Juds. El exilio mismo, la deportacién fuera de la tierra dada a Israel, es otro “leit- ‘motiv comprehensivo” en la Historia deuteronomista. Excepto Lv 26, 27-33, que 5 un texto bastante tardio, no hay una directa alusi6n al exilo en el Tetrateuco. Naturalmente, un grupo de textos en este corpus puede comprenderse a la luz de los acontecimientos de los afios 597/587, por ejemplo, Ex 32, Nm 13-14 y muchos otros, pero estos textos nunca mencionan explicitamente al exilio. Sélo en el libro del Deuteronomio se habla claramente de la expulsién de Is- rael de la tierra (véase, por e., Dt 28, 63-64). Y a partir de ahi, el anuncio de la deportacién aparece repetidamente, sobre todo en los discursos y comentarios deuteronomistas. Relacionado con esto, est el empleo de la rafz “smd ("ser ex- terminado”), que aparece frecuentemente atestiguado en el Deuteronomio y los Nebiim, pero no en el Tetrateuco". Dt 28, 63 y 68 hacen los siguientes anuncios: ”...Sern arrancados de la tie- rra a donde vas a entrar para :omarla en posesién. (...) Yahvé volverd a llevarte a Egipto en barcos, por ese camino que yo te habia dicho: ‘No volverds a verlo més”. Estas amenazas se cumplieron al final del libro de los Reyes: “...Ast fue como Judé partié al exilio, lejos de su tierra, Entonces todo el pueblo (que no habia sido deportado a Babilonia)... se pusieron en marcha y fueron a Egipto...” QR 25, 21.26). Los libros desde el Deuteronomio hasta los Reyes estan bien Unidos a tal punto que juntos explican por qué Israel y Judé no pudieron escapar del destino que habia anuncizdo Moisés desde el principio mismo. Este es también un argumento de critica de las formas a favor de Deuterono- ‘mio-Reyes, En cuanto el Deuteronomio esta compuesto deliberadamente como tun tinico y gran discurso de Moisés al final de su vida, proporciona la verdadera, forma para los discursos y testamentos en el resto de los libros histéricos (esp. Jos 23; 15 12; 1R 8). © Ross, H.N. “Does a Comprehensive ‘Leimotv’ Exist in the Deuteronomisic History?" Ene Revs, T (ed), The Future ofthe Deutoronomistic History. BETL 147; Lewen University Press Peeters, Leuven, 2000, pp. 195211 B20, 3 DE 5, 7); 22, 13; 634, 14 (sogular). Fuera deta Historia deuteronomista, la expresién aparece 18 veces en las partes deuteroncists de feremas, una vez en Oseus (3,1) yen las Crea © Enel Tetrateuco silo en Gn 34, 36; Lv 16, 33; Nm 33, 52. Estas observaciones ciertamente garantizan la afirmacién que los libros Deu- teronomio-Reyes forman una “Historia deuteronomista”, pero de un modo dife- rente al de Noth. 4, El estado actual de la discusién: Un tiempo de compromiso? Bibliograffa selecta O'Brien, M.A. The Deuteronomistic History Hypothesis: A Reassessment. OBO 92; Uni- ‘versitatsverlag y Vandenhoeck & Ruprecht, Freiburg (Switzerland)-Gottingen, 1989. Provan, |. W, Hezekiah and the Book of Kings: A Contribution to the Debate about the ‘Composition of the Deuteronomistic History. BZAW 172; de Gruyter, Berlin-Nueva York, 1988. ‘Al considerar la diversidad de modelos de la Historia deuteronomista defendi- daen el titimo medio siglo y el reciente rechazo de la hipétesis, un estudiante de |a Biblia hebrea podria preguntarse c6mo él o ella podria manejar estas concep- ciones contrarias. Es cierto que, por mucho tiempo, hubo poco debate entre las fescuelas de Cross y de S mend, sus posiciones se parecieron a una guerra religiosa, por llamarlo de alguna manera, lo cual dificulta evaluar criticamente ambos mo- delos. También es cierto que los puntos débiles de la teor‘a esbozada hace poco por algunos estudiosos, con frecuencia fueron muy fécilmente descuidados, Cada posicién presentada anteriormente, contiene, sin embargo, ideas valio- sas, El modelo de Cross ofrece una explicacién adecuada para aquellos textos que parecen presuponer una ideologia mondrquica y son més optimistas res- pecto del Estado y del pafs. Textos como 25 7 (que Noth no tomé mucho en Consideracién) o los relatos de la conquista en Jos 6-11 no parecen reflejar la experiencia del exilio, sino que se adectian mejor con el Gitimo periodo pre- exilico, en un momento en el que la hegemonfa asiria estaba en decadencia y el reino de Juda podia lograr cierta autonomfa politica (es decir, hacia el final del s. Vil a. C., especialmente en el reinado de Josias), Sin embargo, un marco en tiempo de Josias para muchos de los textos de la Historia deuteronomista como lo defiende Cross, no explica satisfactoriamente las numerosas alusio- nes a la destruccién de Jerusalén y al exilio babilonio que pueden hallarse en la Historia deuteronomista, alusiones que no pueden explicarse simplemente por la “previsién” del exilio en un documento previo. La escuela de Gotinga tiene raz6n cuando subraya cudnto permea el desastre del exilio en gran parte de la Historia deuteronomista, como se evidencia sobre todo en las constantes advertencias que Yahvé dirige al pueblo y a sus reyes. También la identificacion de tres (e incluso més) estratos redaccionales hecha por la Escuela de Gotinga puede apuntar a una supersimplificacion de la hipétesis de las dos ediciones. ‘Al mismo tiempo, la multiplicacién de los estratos deuteronomistas, sobre todo en los estudiosos alemanes, esté, en cierto sentido, conectada con la critica reciente de la teoria de la Historia deuteronomista; de hecho, hay ciertamente diferencias entre la edicién deuteronomista en los Jueces y en los Reyes, por ejemplo, y estas diferencias deberfan tomarse en serio. Asi, podriamos pensar si los puntos subrayados por las diversas posiciones de los estudiosos garantizan la posibilidad de un nuevo y prometedor compromiso. En su estudio del libro de los Reyes, lain W. Provan afirma que el interés mayor de la Escuela deuteronomista se refiere a la abolicién de las bamét (santuarios al aire libre) realizada, segin el informe biblico, por Ezequias. Segtin la opi- niién de Provan, la edicin ce la Historia deuteronomista en tiempos de Josfas, terminarfa en 2R 18-19. Ademas, esta primera edicién no estaba compuesta por Deuteronomio-Reyes, sino que incluia tinicamente una primera versién de los libros de Samuel y Reyes. Los libros del Deuteronomio, Josué y Jueces, se afadieron mas tarde, durante el perfodo babilonio. La Historia deuteronomista primitiva se limitaba a la historia de las monarquias israelita y judatta. Esto coin- cide con la posicién de Auld, Knauf y otros, mencionada antes. Norbert Lohfink® postulé la existencia de una narracién de la conquista, limitada a los libros del Deueronomio y de Josué (Dt 1-Jos 22’). El llamé a esta narraci6n original de la conquista ‘Dirl. (L = Landeroberung, “conquista”) y considera que deberfa haber sido escrita en tiempos de Josfas como propagan- da para la politica expansionista del rey. ‘Tomadas en conjunto todas estas observaciones pueden fundamentar la idea de que el perfodo neoasirio (mas especificamente el s. VIl a. C.) deberfa consi- deratse como el punto de partida para la produccién literaria deuteronomista. La existencia de la actividad de escribas deuteronomistas en el tiempo de Josias no significa que podamos remontarnos hasta el tiempo de la elaboracién de la Historia deuteronomista en su forma actual, que se extiende desde los funda- mentos mosaicos (Deuteronomio) hasta la caida de Judé (2Reyes). En cambio, es mucho més verosimil que tal “historia” no haya sido concebida antes del pe- rfodo preexilico, en un intenio de los antiguos escribas reales para tratar la crisis teolégica nacional de 597/587. Como se verd, hay también algunos indicios de que tal Historia experimenté una nueva redaccién en el periodo persa. Si los escribas deuteronomistas estuvieron activos realmente en el reinado de Josias, su actividad literaria debié haber estado relacionada de una u otra forma con los intereses de la corte real: no fue, por lo tanto, un ejercicio sofisti- cado de escribir historia sinc mejor una literatura de propaganda. Una primera versi6n de Samuel-Reyes* pudo haber sido compuesta para reforzar la legitimi- ® Levamox, N. *Korygmata des Deuteronomistschen Geschichtawerk" (publicado por primera vez ‘en 1981). Er: idem. Studien 2um Devtronomium und zur deuteronomisischen Literatur Il. SAAT 12, Katholsches Bibelwerk, Stuttgart, 1991, pp. 125-142. dad de Josfas, presentandolo como el verdadero sucesor de David, mientras un documento escrito en el espiritu de los relatos de la conquista asiria (Deutero- nomio-Josué*) habria respaldado la politica de Josias, legitimando la posesién de la tierra por parte de Jud en nombre de Yahvé mismo. Tal acuerdo entre las, diversas visiones sobre la composicién de la Historia deuteronomista parece prometedor. La presentacién que sigue es, en parte, un intento de explorar esta orientaci6n de la investigaci6n.

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