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Amparo Grisales:

"Los hombres me quieren cortar las alas”

Por Margarita Vidal


El Tiempo, 13 de mayo de 2009

Espléndida y envidiable en su madurez, Amparo Grisales regresó a Colombia tras ocho años de
búsquedas que le templaron el carácter y le serenaron el ímpetu, sin desvirtuar su esencia. Esa que
le hizo escribir a Florence Thomas cuando vio sus últimos, asombrosos, desnudos: "Dios, cómo son
de bellas las mujeres de 50 años -ya por encima del bien y el mal, pues han resuelto los nudos de sus
vidas-, cuya sonrisa parece decir: ya nada nos asusta, ya somos libres, ya logramos cambiar la
histeria por la Historia". Hoy, por vez primera acaso, tenemos aquí un retrato de Amparo en el único
papel que no había representado: la anti-diva, o sea, ella misma.

1 Amparo Grisales
Los hombres me quieren quitar las alas
¿Por qué se devolvió?

- Los Ángeles es una ciudad despersonalizada, frívola y superficial. Si no eres alguien, ni te miran.
Pero hice buenos amigos y aprendí a hablar inglés bien y sin acento. Y porque cada vez quiero más a
Colombia.
¿No le preocupó volver a vivir en Colombia, un país azotado por todas las plagas?

- El presidente Uribe ha tenido resultados interesantes con la guerrilla, pero el problema sigue
vigente. El peligro acecha y está en todas partes porque el mundo se volvió muy inseguro. Mire la
situación en Brasil y en México. Mi convicción es que el Planeta está en crisis y a eso añádale los
problemas económicos y la velocidad con que estamos acabando con la naturaleza.
¿Qué le impresiona más aquí?

- Resolví no volver a ver noticieros porque me atraganto. La gota final fue ver cómo la Policía sacaba
de sus casas a una cantidad de gente, incluidos viejitos y niños, a punta de garrote. El gobierno ha
hecho cosas buenas, pero descuida la atención a miles y miles de personas desplazadas, despojadas
y agredidas. No es posible que los colombianos no nos conmovamos con esa exhibición de hambre,
de pobreza, de personas que viven en la mierda y en los pantanos, que se inundan en los inviernos y,
¡además de eso, llegan a sacarlas a palo! Pero aquí todo se va en peleas, burocracia, corrupción y
politiquería.
¡Uff! Coincido con usted. Por lo que oigo, ¿no votará por un tercer gobierno de Uribe?

- El otro día que me preguntaron qué opinaba de la reelección dije que me preguntaran mejor por la
reerección (Risas). Es que en estos temas, Margarita, uno se siente coartado porque es tal la
inseguridad y la polarización que no se sabe adónde vamos a desembocar, si esto se va a volver una
dictadura en la cual no tendremos derecho a opinar ni a disentir, porque nos convertimos
automáticamente en enemigos o guerrilleros.
¿Tiene alguna otra opción para Presidente?

- Todas ellas, que hay muy buenas, me tienen desilusionada porque están renunciando para dejarle
el campo abierto a Uribe. Me da rabia verlos aculillados frente a la ambigüedad del Presidente. Yo
creo que él tiene muchas ganas de repetir y me da miedo de que se convierta en un Chávez, aun
cuando no sean comparables en muchas cosas. Una segunda reelección comprometería la
democracia y, por otra parte, nadie es irremplazable.
¿Tiene novio ahora?

- Desde hace 3 años tengo una relación con muy buena química. Como la madurez permite descartar
celos, inseguridades y obsesiones, ya uno no sufre y afortunadamente se enamora y se apasiona
igual. Claro que es más difícil encontrar la persona indicada porque se es más sereno, más exigente
y crítico.

2 Amparo Grisales
Los hombres me quieren quitar las alas
¿Los hombres colombianos se sienten intimidados por usted?

- Exacto. No se atreven y si lo hacen siento -sea verdad o mentira- que quieren es el trofeo. Cuando
lo he intentado, por culipronta, ha sido terrible porque he descubierto, de repente, que lo que quieren
es darse bombo. Es una sensación desagradable, pero ya ando con radar incorporado.
¿Su imagen intimida también a la familia del 'prospecto'?

- Así es, por lo que represento, que hace parte de mi trabajo y que desde luego es una consecuencia
de la exposición permanente en los medios, muy deferentes conmigo pero que rara vez se aproximan
a la persona que realmente soy.
¿Tal vez no ha llegado el amor definitivo?

- Me llegó una vez -y no renuncié- con Jorge Rivero, que me enseñó todo, me abrió los ojos al
mundo, me demostró la importancia del ejercicio físico y de la disciplina, de quererme y tener
confianza en mí misma, pero quería que no trabajara más. Los hombres me quieren cortar las alas y,
aun cuando es terrible perder un amor, yo las tengo muy grandes y siempre he querido volar muy
lejos.
Las mujeres hoy dan alaridos porque los hombres no quieren compromiso.

- Eso es exacto. Si eres muy cariñosa eres 'intensa'. Están siempre hablando de 'sus' espacios y 'su'
libertad. Si tratas de ser más moderada, eres 'distante'. Hoy la juventud no se da la oportunidad del
contacto con la mirada, con la piel, con las conversaciones, con la lúdica, con un sexo compenetrado
y hermoso. Los chicos ya no conversan, todo es a base de signos y símbolos. Me parece regia la
tecnología, pero creo que deshumaniza y arruina las relaciones personales.
¿Cuántos años tiene usted de verdad? ¿No le da miedo quedarse sola el resto de la vida?

- Me inventan toda clase de edades, pero la verdad monda y lironda es que tengo 52 años y, no, no
tengo ese miedo que plantea. Yo sé que me va a llegar muy pronto la persona que siempre he
deseado y que me merezco. También sé que ambos nos tendremos que ganar el uno al otro y no le
tengo miedo a esa apuesta.
¿Qué espera de ese hombre?

- Sentir plenitud, libertad y al mismo tiempo compromiso. Que haya una corriente de alegría en esa
relación, de la felicidad que deparan ciertos momentos, de compartir las cosas buenas y malas con
inteligencia y hacer un camino con esa persona.
¿Y su novio actual?

- Tenemos una relación rica y a la vez no, porque hay lunas de miel en cualquier parte del mundo,
pero siempre queda un vacío cuando no existe la convivencia y no se llega al conocimiento mutuo a
fondo. Ojalá esto no lo lea él, pero siento que tampoco es el hombre de mi vida.

3 Amparo Grisales
Los hombres me quieren quitar las alas
¿Será que la ven como una 'devoradora de hombres'?

- Claro. Esa es la imagen que tienen, nunca se fijan en mi corazón ni en mí como una persona
honesta, dedicada, leal, con todos los valores que me inculcaron en mi familia. Otro problema es que
la gente tiene una percepción mía a través de los personajes que interpreto.
Vamos a otro esquina. Cuando usted grabó 'Los Pecados de Inés de Hinojosa' con Margarita
Rosa De Francisco tuvieron una escena que le valió excomunión, porque insinuaba una
relación lesbiana.

- Sí, me excomulgaron y 60 señores del Santo Sepulcro de Manizales, que se la pasaban en los
prostíbulos, me vetaron. Yo decidí ir de todas maneras porque es mi ciudad y mi tatarabuelo -Manuel
Grisales- fue uno de sus fundadores. Salió una multitud impresionante a recibirme con flores y
ofrendas. Algo muy emocionante. ¡Imagínese semejante escándalo por un desnudo tan inocente!
Hoy que se ve hasta porno del más duro y vulgar.
A eso iba. Se ha desmitificado mucho el sexo y ya todas las niñas lindas quieren empelotarse
en las revistas. Usted abrió esa brecha.

- Fue importante ser pionera pero me parece que hoy existe tal proliferación, que a veces se cae en el
mal gusto. Cuando hay tanto, por todo lado, ya ni siquiera impactan. En mis escenas con Margarita
Rosa, que eran totalmente tímidas, yo creo que lo que más funcionó fue el morbo en la mente de la
gente, porque se dejaba mucho a la imaginación.
¿Por qué cree que hoy los jóvenes experimentan con ambos sexos?

- Porque tienen tanto acceso al sexo en vivo y en directo en revistas, películas e Internet, que van
perdiendo el interés y quieren tener sensaciones cada vez más excitantes, como los adictos que
empiezan con un cacho de marihuana y terminan en las drogas duras y la vida vuelta una miseria.
Giro de 180 grados: en una entrevista reciente le preguntaron si nunca le hizo falta un hijo y
usted contestó tajantemente que no.

- Lo decidí desde muy joven. Tengo ternura pero no instinto maternal. Adoro a mis tres sobrinos y me
gustan los bebés, pero de lejitos.
Con toda la pena que me da contradecirla, usted en el año 90 me dijo que quería tener un hijo y
que estaba buscando al padre ideal. ¿En qué quedamos?

- Seguramente fue porque a esa edad uno tiene muchas expectativas y lo veía como una posibilidad.
Me atrevo a confesarle que tal vez yo sentía que me agredían las mujeres, porque no era
políticamente correcto decir que no quería tener un hijo, cuando la locura de todos era verme
preñada. La verdad es que si hubiera querido tener un hijo, lo habría tenido, aun sin una pareja
estable. Hoy le digo con toda tranquilidad: siempre le tuve miedo a ser mamá. Me agobia la
sobrepoblación del mundo y vivir una época caótica en la que los jóvenes se sienten perdidos y
arrastrados ante tentaciones como la droga y el alcohol, o un sexo mal manejado que se traduce en

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Los hombres me quieren quitar las alas
el horror de las niñitas de 12 años embarazadas. Pueden pensar, tal vez, que fui cobarde, pero no me
arrepiento.
¿Cómo ve entonces la maternidad?

- Tengo una madre maravillosa y por eso sé que ser mamá implica un amor incondicional, que
muchas veces hace a las mujeres renunciar a sus propios intereses, posibilidades y deseos. Ser
buena mamá es una especie de renunciación.
Y ¿cómo le pareció la declaración del Papa en África, de que el condón ayuda a agravar los
problemas del sida?

- La tradicional política de la Iglesia Católica es controlar al pueblo con el miedo, con el sentido de
culpa y con la idea del pecado, frente a todo lo que huela, así sea a kilómetros, a sexo. No me gusta
esa manipulación, ni ciertos fanatismos de las diferentes iglesias. La Católica es retardataria y
alérgica a ponerse a tono con la mentalidad de una época que dejo atrás muchos dogmas. Para
decirle la verdad yo estoy en contra del condón a nivel personal. No voy a decir como el Papa que no
hay que usarlo, porque me parece que frente a temas como el sida es definitivo, pero sí creo que
quita espontaneidad y que cuando uno está enamorado y viviendo en pareja, no usarlo procura un
contacto inigualable. Lo importante es no porfueriar. Además el ritual es insoportable, demorado y
antiestético.
Sí, se cae en el peligro de que el señor quede "presa de singular recogimiento"...

(Risas) Sí, ¡eso puede ser una hecatombe!

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