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NeLty RICHARD REsIDUOS Y METAFORAS (ENsavOs DE CRETICA CULTURAL SOBRE EL CHILE DE LA TRANSICION) o EDITORIAL CUARTO PROMO RESIDUOS ¥ METAFORAS (Ensayos de erftica cultural sobre el Chile de Is Transicién) © Nelly Richard Inscripci6n N® 104.189 ISBN, 956-260-126-9 ultozal Cuarto Propio Keller 1175, Providencia, Santiago ono: (56-2) 2047695 / Fax: (56-2) 2067622 E-mail: clie@netup.ct Concepto de portada: Eugenio Dittborn Ejecucion de portada: Fugenia Prado Imagen de porada: fragmento de la obra Elcadéver, el wsoro (1991) de B. Dittborn Retrato de solapa: Paz Eerizuciz ‘Composicién: Producciones EM." Impresiéa: Dolmen Ediciones IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE VP edicién, julio de 1998 Se protibe la repraduccién de este libro en Chile yen el exterior sin autorizacién previa de la editorial Mis agradecimiensos a la Fundacidn Jobn Simon Guggenbeim por la beca que me fue oforgada en 1996 para escribir este libro. INDICE INTRODUCCION ut I. POLITICAS DE LA MEMORIA Y TECNICAS DEL OLVIDO_ La cita de la violenci convulsiones del sentido y rutinas oficiales 27 Tormentos y obscenidades ..nnesinnnn II. LO POPULAR, LO URBANO: FRAGMENTOS DE ESCENAS Desecho neobarroco: costra y ad0mM08 -..on 7 Congelamiento de la pose y velocidades urbanas rnin 93 Desensamblajes de identidad, perversiones de c6digos..... 111 Il, BORDES ACADEMICOS Y SABERES CRUZADOS La cita académica y sus 01108... 127 Antidisciplina, transdisciplina y redisciplinamientos del saber connninnnnnnones MEL IV. POLEMICAS, TRAVESTISMOS El modelaje grifico de una identidad publicitaria 163 ‘Turbiedad, anacronismo y degeneraciones .... sone 1T9 Género, valores y diferencia(s) ss oe 199 ‘Y. PUNTOS DE FUGA Y LINEAS DE ESCAPE ‘Tomarse el cielo por asalto: transgresion politica y vuelo de metiforas.. 21 Por amor al arte: rupturas criticas y fagas de imaginarios. 243 SELECCION BIBLIOGRAFICA .. srennnnnnne 269 NOTA Y AGRADECIMIENTOS: LUGARES, PERSONAS. 271 140 ‘NELLY RICHARD que deberia encargarse de analizar el nuevo discurso unive-si- tario, al menos aquel discurso convencido de que la universi- dad “consiste en la tensi6n entre un saber legitimado, regular, y una pluralidad de saberes dispersos”™ que se salen de los con- trolados perimetros de validez de la raz6n magisterial. Analizar estos saberes dispersos sus cédigos tedricos, sus maquinas de escritura~ sirve para pensar sobre la “crisis de la universidad” no s6lo (referencialmente) como “tema”, sino desconstruyendo la jerarquia de poder-saber que separa el hablar “sobre” la crisis del hablar “desde” ella para que na se contagien las formas del discurso académico tradicional con una radicalidad de la sospe- cha critica que afectarfa, también, su sistema de nominaciones y denominaciones. % Pablo Oyaratn, ‘Fragmentos de ura conversacién en tomno a la universidad” sntre P.Oyarrtin yA. Valdés, en revista Lo, N 1, noviembre de 192, Santiago, ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINAMIENTOS DEL SABER Vuelvo sobre la discustén entre trabajo in- telectual y trabsjo académico: coinciden en parte... pero no son Jo mismo. Vuelvo sobre la dificultad de instituir una reat préctica de critica cultural. que no debe tratar de reinscribirse en Ia metanarrati- a del conocimiento alcanzado dentro de Jas instituciones. Yuelvo sobre teoria y po- liticas, sobre las politics de la teor‘a..No 1a teorka como voluntad de verdad, sino 1a teoria como wn conjunto de conocimien- {os en pugnas, localizados y coyunturales. Stuart Hall Aunque todavia escasos y muchas veces precarios en sus realizaciones, ciertos gestos destinados a modificar las reglas de configuracién del saber tradicional buscan perfilarse ea el con- texto de una actual reflexi6n sobre la critica del modelo acadé- mico en las universidades chilenas de la postdictadura’. Estas experiencias que aspiran a descentrar los mecanismos de jerar- quia y control del conocimiento oficial -pluralizando las formas y los estilos de hacer teorfa— hablan de “miradas transversales ‘que propician cruces inter y multidisciplinarios, asi como puen- 1 A modo de ejemplos, quisiera mencionar el Progzama Género y Cultura en ‘Aaérica Latin de la Facultad de Filosofia y Humanidades de la Universidad de Chile y el Diplomsdo en Grice Cultural de la Universidad Arcis, como dos espacios inreresados en desobedecer los sistemas de fideidad discipli- aria y en anicular ura tension ~politica y terica~ ene las rontera de la academia y saberes heterocoxos que provienen de otras partes. 14a [NELLY RICHARD tes entre lo académico y las polifontas socio-culturales; de sa- eres que no estin ni autorizados ni consolidados, sino mis bien abiertos a las errancias critico-creativas de los inestables y luidos imaginarios de fin de siglo”. Pluralidad, movilidad y flexibilidad del conocimiento son algunos de los rasgos que estas pricticas del saber reciente- mente disefiadas oponen a la rigidez del formato académico tradicional, recurriendo a la transdisciplinariedad como vector experimental y creativo de reconfiguracién de nuevos instru- mentos teéricos para el andlisis critico de la cultura. Los estudios culturales y la critica cultural representarian dos nuevas précticas que participan de esta misma biisqueda de transversalidad tanto en el redisefio de las fronteras del cono- cimiento académico (los estudios culturales) como en las rearti- culaciones criticas del discurso te6rico (la critica cultural). Am- bas pricticas ~y las relaciones de didlogo, resistencia 0 cues- tionamiento que las vinculan entre si- invitan a una reflexi6n, necesaria de producirse hoy, que desborda el formato del saber universitario y del discurso académico para interrogar los bor des ctiticos del trabajo intelectual. Textos intermedios, saberes fronterizos 2A qué llamarle “critica cultural” y como evitar que la repe- ticién del nombre suene taxativamente a programa como si de- signara un modelo a aplicar supuestamente dotado de una ho- mogencidad de forma y contenidos? ‘Aunque dejiramos en suspenso la definicién de qué es la “critica cultural” (primero, porque dicho término designa un con- junto variable de précticas y escrituras que no responden aun disefio uniforme y, segundo, porque no cerrar esta movilidad Kemy Oyarain, “Invoduccin’, evista Nomadlas N* 1, Elta CuztoPro- Pio/PGAL,dicemine de 1996, Sestiago p. 7. ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINAMIENTOS, 6 de posiciones diferenciadas que arma contrastes entre discursos heterogéneos contribuye a desalinear la voluntad académica de querer siempre ordenar tipologias y nomenclaturas), valdria I: pena precisar algunos de los rasgos que, pese a esta hetero: geneidad de formas y disimilitud de contenidos, comparten va- rios textos de hoy que suelen idemtficarse como textos de “crt tica cultural”: textos que se encuentran a mitad de camino en- tre el ensayo, el anilisis desconstructivo y Ia critica te6rica, y ‘que mezclan estos diferentes registros para examinar los cruces, entre discursividades sociales, simbotizaciones culturales, for- maciones de poder y construcciones de subjetividad. Digamos, primero, que se trata de “textos que -sobre todo en su momento de producci6n y circulacién— desbordan una inscripei6n facil en la reticula del saber y que vindican para st esa condicién de margen. Margen respecto a los campos disci- plinarios constituidos -sociologia, psicoanilisis, semiologia, antropologia, teoria literaria, etc.— aun cuando se parasite de los conceptos generadlos en esos campos; se trata de textos ani: ‘mados por el propésito de desplegar ~en un registro verbal que premeditadamente se aparta de las doxas institucionalizadas- una mirada conceptual sobre coyunturas significantes que, o bien: 1) no estin analizadas todavia; 2) estén consideradas has- ta ahi segtin marcos discursivos cuyos presupuestos ideologicos no han sido sometidos a critica; o bien 3) estin excluidas de todo anilisis por la acotacién de campo reproducida inercial mente a través de la formaci6n disciplinaria. Textos que se des. pliegan al margen del aval institucional, esto es, en cuyos enun- ciados no habla ain ~a través de sus soportes, formatos, sin- taxis y gramética- {a institucién convertida en sujeto, sino que, + Junto con insstir en el carécter provisoso y tentatvo del término “ettcs cultural” que designa un conjunto multiforme de textos imprecisos en sus contornos, prefiero dezar ala imaginacién del lecor Ia resporsabilidad de lege, dent de las lecruras que conforman cada bibliografa os textos que compurtian més feizmente algunos de los rasgos aqui deserts. 14 [NALLY RICHARD todo lo contrario, se definen, ya en su cuerpo significante, en tensi6n critica con ella”. Los textos de critica cultural serfan entonces textos inter- ‘medios que no quieren dejarse localizar segin los parmetros institucionales que definen el saber oriodoxo; textos que reivin- dican su im-propiedad en relaci6n a las disciplinas tradicionales y Ia noci6n tredicional de “disciplina” entendida como un cor pus de ensefianza cuyas reglas de especializaci6n fijan y con- trolan la relacién (disciplinaria, técnica y profesional) entre ob- jetos, saberes ¥ métodos’, Lejos de ser una disciplina, la critica cultural seria una practica, es decir, un modo de haces, una forma de actuzr, una estrategia de intervencién tebrico-discursi- va que seleccona sus instrumentos critics en funcién de la coyuntura de signos que se propone analizar y desmontar. “Hay ‘una politica de las armas en la critica cultural, una politica del recurso de que se echa mano postestructuralismo, semiologta, psicoanalisis, discurso de géncro, ctc."6, segiin la especificidad local de los materiales y de las significaciones a intervenit. Ligado a esta dimensién coyuntural, deberiamos también cenfatizar el caticter de éntervencién que anima el proyecto de la critica cultural, No le bastarfa a dicho proyecto analizar los textos de la cultura cn su dimensi6n intradiscursiva, sino que buscaria siempre comprometer a su destinatario en un trabajo critico de desmontaje y rearticulaci6n del sentido para examinar las conexiones locales y especificas que unen los signos 2 sus redes politico-nstitucionales. Se trataria de colocar bajo sospe- «carlos Pérez V., Introducein at Seminario de Critica Cultural, Universidad Aci, ab de 1997. > Segiin M. Foucauit “una discipina se define por un Ambito de objtos, un conjunto de métodos, un corpus de proposiciones consideradas verdaderas, un juego de eas y de definiciones, de téencas y de instumentos", Miche Foucault, H orden del discurs, Barcelons, Tusquets, 1973, p. 27. © Willy Thayer Introduccién al Serrinario de Ctica Cultural, Universidad Aris, abril de 1997 ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINAMIENTOS. us cha los resortes discursivos de las construcciones de poder que ‘raman las distintas cadenas de produccién y revepcidn sociales de los enunciados en circulaci6n; de involucraral lector en una tarea compartida de vigilancia erica que le ensefie a desocultar los artificios de representacién dominantes y a producir, a la vez, contralecturas susceptibles de impugnar su sistema de va~ lores y de jerarquizaciones can6nicas. En una linea derivada del postestructura'ismo, la critica cultural trabajaria en politizar la cuestion del discurso haci dolo ver como trama de violencia, control y lucha en torno a la autoridad simbélica del poder de la palabra y del control de la representacion. Pero la critica cultural no se conformaria con s6lo desconstruir las figuras discursivas de impcsici6n del seati- do en las que las ideologias sociales basan su poder normaliza- dor. Pretenderia también descubrir y activar criticamente lo que se resiste a ellas: la potencialidad discordante de las entrelineas mis rebeldes de los textos de la cultura que entran en disputa con sus relatos legitimadores’ A la eritica cultural, le interesasfa tomar partido a favor de las significaciones antihegem6nicas ~no centréles~ que emer- gen de escrituras y lecturas en pugna con la tradici6a oficial, el canon dominante, la normativa institucional, y que apelan a tuna politica y a una estética de los bordes, de los margenes y de las fronteras. (Por eso las alianzas que suelen teerse en desor- den de programas- entre la critica cultural, la desconstrucci6n y la teoria feminista: por sus comunes propésitos de desorganizar las maquinas binarias que giran alrededor de una “funci6n-cen- tro" de la representacién hegem6nica para rescatar lo plural y diseminado que habitan, minoritariamente, en las franjas de ex clusion y subalternidad de la geografia del conocimicnto oficial). > Dike . Bové: “la accién ertica no puede s6lo descabery minar e discurso opreso, sino también abrir espacios de ayuda 2 otros para formar sus pro- pas subjetivdades en oposicion a las defniiones discursiva e instituconales| _generadasy Bjeds por has estructuras dorinantes y sus agentes". Paul Bove, Ta extola do a oorta, Mads, Cateden, 1992, p. 78. 146 (NELLY RICHARD Los estudios culturales -tal como han sido definidos*- tam- bién se mucven en la direcci6n transdisciplinaria de un modelo de reorganizacién académica del conocimiento que incorpora saberes hasta ahora marginados por el canon de las disciplinas tradicionales. La critica cultural y los estudios culturales com- partirian un mismo interés por ciertas combinaciones tedricas que les sirven 2 ambos para analizar (y defender) representa- ciones sociales y formaciones de identidad habitualmente se- ‘gregadas por las jerarquias de la cultura oficial. Ambas pricticas estarian interesadas en provocar una “insurreccién de los sabe- res sometidos" (Foucault) destinada a potenciar la fuerza de descentramiento de los margenes y de las periferias que bor- dean la cultura institucionalizada. Pero quiz4s, mientras los es- tudios culturales defienden el objetivo prictico de rearticular _universitariamente programas de transmisién de los nuevos cono- ‘cimientos, la critica cultural gozarla de una mayor libertad de movimiento para entrar y salir del mapa académico para mo- + Son miiples y diversas las dfinciones que se pueden proponer de este nuevo modelo de reorganizacién académica del conocimiento lamado "ES- tudios Caltuales": un modelo ya ampliamente formalizado en la academia {ntemacional (principalmente, anglo-norteamericana) y de crecinte imple- ‘mentacin en varias universidades lanoamericanas. A modo de referencia, ‘ofrezco dos deeripcones que definen el proyecto de los estudio culsrales desde dos diferentes latitudes: J. Beverley habla de los “studios culturales* ‘como de “un programa vinealado mis 0 menos cirectamente con la milkancia politica de los sesenta, la Nueva Lzquierda, el marismo altusseriano 0 ne0- _gramsciano, fa teoria feminsta y el movimiento de mujeres, el movimiento de derechos cies, la resistencia conta las guerra coloniaes o imperiales, la descdnstruccén’ John Beverley, "Estudios culturales y vocacion politica’, ‘en Revista de Critica Cultural, N* 12, julio de 1996, Sasiago, . 46. Mientras '. Delfino se seflere a ellos en funcién de los problemas que permiten ana- Jizan problemas relacionados con “vida cotidiana e informacion, géneros audiovisuales y consumo de bienes simbslicos, recomridos urbanos como transformaciones perceptivas, pasae de la democracia de masas aun uso pollco de la vsibilidad de las minorias © la proliferaciia de demands por decechos localzados concreos’, Silvia Delfino (comp), ‘Prologo’ en La mirada oblicua estudios culturates y democracta, Buenos Aires, La Marca, 1983, p.5. ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINAMIENTOS. air verse en sus bordes~ poniendo especialmente el acento en la transversalidad critica de su priictica del texto. Por un lado, los estudios culturales y la critica cultural ela- borarfan una respuesta solidaria si los confrontéramos a la pre- gunta de cuales pricticas son capaces de abrir nuevos contex- tos de descubrimiento que modifiquen el trazado de inclusiéa- exclusién del saber dominante, ya que ambos se inclinan hacia sujetos y objetos discriminados por el abusivo predominio de lo central (lo metropolitano, lo occidental, lo masculino, etc.). Pero a la critica cultural le interesaria, ademés y sobre todo, pregun- tarse mas especificamente cémo deben abordarse estos nuevos objetos (@ través de qué nuevos registros de conocimiento y también de escritura) para que la relacién entre teoria y nova~ in pase por un cuestionamiento no s6lo conceptual sino tam- bién retérico de las formas de habla que sobredeterminan los saberes heredados de las disciplinas, ya que son estas formas Jas que los ponen en situaci6n de “exclusi6n o inclusi6n, com- plicidad o resistencia, dominacién 0 relajo, abstracci6n 0 co- yunturalidad, monGlogo o polilogo, quietismo o activismo, mis- medad u otredad, opresién o emancipacin, centralizacién 0 descentralizacién’® frente al lenguaje codificadar del programa académico. Frente a los estudios culturales bésicamente preocupados de ampliar y diversificar los trazados universitarios del conoci- miento, la critica cultural acentuarfa la necesidad de reflexionar no s6lo sobre la formulaci6n social de los nuevos objetos a teorizar (democracia, feminismo, globalizaci6n, ciudadanfa, post- colonialismo, etc.), sino también sobre sus propios dispositivos de teorizaci6n: sobre lo que el uso de la teorfa moviliza y trans- forma eny delas redes del conocimiento disciplinario; sobre las respectivas posiciones de autoridad académico-institucionales que obedecen 0 desobedecen los textos segin donde coloque ) Vincent Leitch, Cultural Critfcom, Literary Teor, Pasbiructuralism, New ‘York, Columbia Univesity Press, 1992, p. 9 (La tadueciin es mia). is [NBLLY RICHARD la vor el saber critico, Estas posiciones de vor, estos registros de habla definen y articulan las politcas de la escritura del tex- to ertico. La teoria como escritura El tema de las relaciones entre saber académico y des-aca~ demizaciGn del saber también pasa por esta cuestidn de Ia es- critura critica, de las politicas del texto escrito. Sin embargo, dicho tema es generalmente desatendido por los estudios cultu- rales cuyo standard académico tience a producir una suma uni- forme de materiales investigativos -regidos por la operatividad tecnocultural del dato- que encuentra su simbolo desapasiona- do en el paper. La reducci6n funcionaria del Texto al paper ha roto el emblema de una densa tradici6n ensayistica con el nue- vo predominio de la investigaci6n sociolégica que sacrifica la espesura ret6rica y figurativa del lerguaje en el sentido (fuerte) de lo que Barthes lamaba “la teoria como escritura™, es decir, la teoria que piensa sus formas y dice cémo se dice, para desins- trumentalizar el simple “referirse a” del saber prictico con pala- bras que retienen, en su urdimbre reflexiva, la memoria del deshacer y del rehacerse de la significaci6n, Contra la funciona- lidad del paper que predomina en los departamentos de estu- dios culturales donde se persigue la mera calculabilidad de la significaciOn, la manipulabilidad de la informaci6n cultural para su conversion econdmica en un sabe: descriptivo, la “teorfa como ‘escritura” fantasea con abrir lineas de fuga por donde la subje- ® Decia R, Barthes: “me pregunio si, en tima instancia, no podria identificar- se tear y esrtura, La escritura en el sentido actual que puede concederse ‘ala palabra, es una teoda, Tene una dimensi6n te6rica, y ninguna teorka debe rehusar lz escritura, ninguna teora debe moverse (nicamente en el {nteior de una pura ‘escribancla’, es deck, desde una perspeciva puramente inssrumental respeao 2] lenguaje.. La teoria seria un lenguafe que... s© ‘observa asi mismo en na especie de auxecriea permanente”. Role] Barthes, en Ia tear, vatios autores, Barcelona, Anagrama, 1971 p. 9. ANTIDISCIFLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISGPLINAMIENTOS.... 149 tividad critica pueda desviar la recta del conocimiento dil para explorar ciertos meandros del lenguaje que recargan los bordes de la palabra de intensidad opaca. Los estudios literarios, lo sabemos, se vieron bruscamente ‘sacudidos por el descentramiento de la ideologia moderna de la literatura que fund6, en América Latina, la conciencia critica de Jo continental y de lo nacional, tal como aparece simbolizada, por ejemplo, en La ciudad letrada de Ange! Rama. Esta con- ciencia ideolégico-literaria de la modemidad latinoamericana (us imagenes de la funcién intelectual y del pensamiento criti- co) se ven hoy amenazadas por el efecto dispersivo de las redes globales cuyas imagenes massmediiticas fragmentan diariamente los trazados de integraci6n de la naci6n y de la ciudadanta vol- viéndolos cada vex mis difusos inestables*, La literatura y los estudios literarios han debido acostumbrarse a este desplaza- miento de protagonismo que coloca ahora lo visual y sus tecno- logias de la imagen en el lugar antes ocupado por lo textual. La sustitucién del espesor de lo verbal por ‘a planitud de lo visual marcaria el triunfo irreflexivo de superficies sin hendiduras ni rasgaduras simbolicas, s6lo hechas para consagrar “le desilusién de la metéfora™, al eliminar todas las marcas de profundlidad (el cenigma del pliegue, los dobleces de la multivocidad) que asocia- ban lo literario 2 sutiles protocolos de desciframiento estético. Pero los estudios literarios han resentido, ademis, los efec- Al refleonar sobre los cambios ocutios en el diseio que asociaba el proyecto de as humanidades en América Latina los modelos de iendicactén ‘ludadan, J. Ramos dice: "en ese fin de siglo, marcado por la globalizacion distinva de las sociedades meciticas, acasa las formaciones sociales, no ‘equieran ya de la iatervencia legtimadora de esos relatos modeladores de 1a invegraién nacional, ena medida en que el Estado se revae de los contatos| republicanos de la representacin del ‘bienester comin’ y en que los medios ‘det comunicacién masiva y el eonsimo entetejen otros parimetros para la dentificacién cudadana y sus mitiples excusiones’, Julio Ramos, “El proceso de Alberto Mendoza: poesia y subjetivacion’ en Revista de Critica Cultarah, NF 13, noviembre de 1996, Santiago, D.34 Jean Baudeland, La ransparencta del ma, Barcelona, Anagrama, 1991, p.14. 150 [NELLY RICHARD tos de otra confusién, Se haa visto afectados por el gesto que realizaron los estudios culturales de ampliar y extender la no- cin de “texto" a cualquier prictica social -o red articulada de _mensajes~ sin ya precisar la distinci6n entre "narraci6n’ (volu- men) ¢ “informacién’ (superficie) que antes separaba lo direc- to de lo indirecto, lo literal de lo metaf6rico, los trémites sim. plemente decodificadores de la comunicacion de los complejos juegos interpretativos de la simbolizacién estética, El ‘giro lingaistico” que llevé la nocién de texto a desbor- dar las fronteras de exclusividad de lo consagradamente litera- rio para abarcar ahora cualquier prictica de discurso, nos ha trafdo el beneficio de una mirada teérica sobre Io social més atenta al detalle de cémo signos, cédigos y representaciones, van urdiendo su trama simb6iica, discursiva e institucional. Pero, por otra parte, esta apertura sin limites del Texto (en el sentido barthesiano de la palabra) a la “textualidad” de cualquier pric- tica significante ha suprimido la necesidad de discriminar entre “texto” y *discurso’, y también ha disuelto la especificidad de lo estético-literario en torno 2 la cual giran los estudios de Ja lite- ratura, La semiotizacién de lo cotidiano social que nos lama a descifrar los artficios retbricas de una moda vestimentaria 0 de tun programa televisivo con las mismas técnicas con las que, antes, analizébamos un poeria o una novela, ha subordinado lz pregunta por el valor de lo atistico y de lo literario “al punto de vista relativista de la sociologia de la cultura": un punto de 3 Beatriz Saro, “10s estuckos cultural y la erica Iterarla en la encrucijada vraloratva’, en Resa de rice Cultural N* 15, noviembre de 1997, Santiago, p36 En a linea de Adorno para quien “una eséticavalorativamerte neutra es un ‘contasentido", B. Sarlo argumenta a favor de los valores diciendo lo siguien- te: “si Ia socldlogfa de la cultura logra desalojar una idea bobalicona de esinters ¥ sacerdocio exten, al mismo tlempo evacéa ripidamente ¢ andllsis de as resistencias propiamente estticas que producen la densidad seméntica y formal del ae. E problema de los valores es liquidado junto com los mos de a lbenad absolua def creaién. La perspecivasociologica dlisuelve la buena concienca autojstificatoria, pero también coroe a densi- ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIFLINAMIENTOS. at vista que admite comentarios sobre los efectos institucionales de produccién-circulacién-recepci6n de las obras, pero que no nos permite dejarnos sorprender por la voluntad de forma y estilo que define las tomas de partido ideolégico-criticas con las, que cada obra elige oponerse a otras apostando a determinados valores de significacién. La sociologia de la cultura -cuyo regis- tro predomina ampliamente en varias regiones del mapa aca mico de los estudios culturales— falla en hacerse cargo de la disputa de fuerzas entre lo ideol6gico, Io critico y lo estético, cuando es precisamente esta tensionalidad la que dramatiza el arte en su apuesta val6rica contra “el relativismo estético, carga- do de indiferencia” que fomentan el pluralismo en serie del mercado y Ia industria culturales. La sociologia de la cultura y los estucios culturales trivializaron la reflexiOn sobre los textos Yy sus estéticas al desatender el valor de la diferencia entre “tex- to” y “discurso” y al renunciar a especificar por qué ciertos len- guajes indirectos (Ilenos de ambigiedad y multivocidad) dicen Jo que dicen, con Ia intensidad formal y seméntica de un mas completamente irreductible a lz practicidad comunicativa del signo que s6lo transporta el valor-informaci6n del conocimiento. 1a crisis del paradigms de lo literario, exacerbada por los flujos medifticos de la cultura audiovisual, ha motivado la inte- rrogante ~formulada por J. Beverley- de saber “qué pasaré cuan- do la literatura sea simplemente un discurso entre muchos", es decir, cuando se disuelva enteramente la frontera entre el len- guaje ordinario del mensaje instrumental y la poética del len- ‘guaje que carga el signo de autorreflexividad y de plurivocidad, Bs decir, cuando todo lo hablado y lo escrito terminen uniformé dose bajo el mismo registro banalizado de una mortal destatenst- ficacién del sentido; un registro en el que la palabra habré dej dad de las zones Gel ae”, Beatriz Siro, Bicenas de la vida pasmoderna, Buenos Aies, Arc, 1994, p. 156 “Theodor W. Adorno, Teoria esétca, Madrid, Taurus, 1992, p. 367. John Beverley, “Hay vida més all dela literatura", en revista Extudis N*6, 1995, Caracas, p. 39 ‘i D 12 NBLLY RICHARI do de ser teatro o acontecimiento para volverse simple moneda de intercambio prictico ya carente de todo brillo, fulgor © dramaticidad. Esta pregunta por el destino de lo estético-litera- rio en cuanto dimensi6n figurativa de un signo estallado (di- fractado y plural) capaz de criticar la homogeneidad de las ha- blas meramente notificantes que forman Ia masa comunicol6gica, también concieme la suerte de la escritura critica hoy amenaza- da por la dominante instrumental de un saber prictico que cen- sura los pliegues autorreflexivos de la escritura en cuya reserva se trama la relaci6n entre sujeto, lengua y malestar crtico™ Las politicas del acto critico Hl leitmotiv del “trans” (‘mas alli de”, “del otro lado”, “a través de”, etc.) hoy recorre méltiples latitudes de la cultura académica para hablamos de los cruces de fronteras, de las migeaciones de identidades y de las hibridaciones del conoci- miento que estin desplazando y reformulando los lugares geo- ‘grificos, Ins clases sociales, los géneros sexuales y los saberes te6ricos, Y los estudios culturales recogen, en su primer diseio, cl impulso crtitico de esta diagonalidad de cortes trazados en el mapa de las disciplinas tradicionales”. Pero Ia répida acade- “can plata que pan que los es cata sean algo mis que Mec events smnstacne deo el en so diension tt iavendamorte adap, fac ala que telecon srt Sebi Se priate pe enlaaa ia anenaza el ca aera cat yeaya mene hace a" probintia ca tal quo conc congas egy tnt 0 Grune ormaee de va donde todo aparece como vacbaneste Sie tmupareatblepacudoerc. donde lecular insti, ‘retell, venora fc sfmatanet, en cada enc, das Ratan pars expla el mundo Nols Cavill, “nvetigiines Shuey pentane rts en eit Soledad 5, oe de 94, Grn aca de Cnt scales dea Viera de Bens Ae, 88 >» mosque rel prc fod seus cles en ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINAMIEN7OS. 133 mizaci6n del "trans" nos esté diciendo que ya no es tal 1a inco- modidad del no-refugio exaltada por esta primera voluntad cri- tica de nomadismo ¢ itinerancia que sefiala el prefijo en contra de las formaciones sedentarias del saber institucional. Lo veni- do de otra parte y |a alteridad critica de los saberes que nacie- ron batallando contra la centralidad académica estarian hoy reintegrindose (al menos en la academia internacional) a un standard discursive que administra ‘los efectos politicos institu- cionales de la inscripcién del trabajo intelectual en el interior de Ia academia" por medio del idioma profesionelizante de la critica universitaria 1a transdisciplinariedad es una de las reglas tebricas que hoy impulsa los sistemas de conocimiento a querer extender y diversificar el campo de sus objetos de estudio para mejorar su comprensién de una realidad crecientemente mévil y compleja Pero la mayor pluralidad de objetos a estudiar que los estudios culturales buscan conquistar, no siempre implica un reflexion sobre c6mo plusalizar los modos de configuracién discursiva del saber para que las palabras de lo nuevo no sigan cautivas de los viejos moldes de exposici6n. Es como si la nueva zona de libre comercio entre las disciplinas anunciada por el método de la interdisciplinariedad, se conformara simplemente con or- los siguientes trminos: “en la medide en que cortan dlagoralmente el mar co epistémico de las dscplina, los estdios culturales suponen el cues ramiento, a veces radical, del principio de autonoma -e pencipio de ina neneia que regula lz validacién de enunciados producidos por los campos sacionalizados de! saber modemo- con efectos tanto en las esrategias para dl recorte de nuevos objets de investigacgn y diseio curiculares, como en Jas concepciones de lz compa relacdn entre el saber y el poder que sobre ‘determina las invesigaciones mismas", Ramos, 0. ctl, p. 35 “Habla P, Bové de cémo la profesionalizacion actdémica del trabajo cxtico hhace que “ls erticns lamades de oposicién manejen ‘profesionalmente’ el ppeueno valor significant 0 funcién de opasicién’y 'tansioeman los valo- fes inteloctuales en capital econdmicoy socal’ de acuerdo alos ats indices de ‘mercantlizacion y fetichismo dentto de las profesiones que afectan el valor contestataio del dlscussoexkico”. Bov€, op ft, pp. 17-18. 154 [NELLY RICHARD denar una suma pacifica de saberes complementarios destina- dos 2 integrar una nueva totalidad de conocimientos més abar- cadora y funcional que deja finalmente intocados los contornos de cada saber heredado, Sin embargo, Roland Barthes ya nos prevenfa de que [a interdisciplinariedad ‘no puede levarse a cabo por la simple confrontacién de saberes especiales; la inter- disciplinariedad no es una cosa reposada: comienza efectiva- mente... cuando se deshace la solidaridad de las antiguas disci- plinas, quizés hasta violentamente... en provecho de un objeto auevo, de un lenguaje auevo”®, La formalizacién académica de la transdisciplinariedad lle- vada a cabo por buena parte de los estudios culturales ha termi- nado borrando de sus procesos de reorganizacion del saber lo que Barthes llamaba “el malestar de la clasificacién”™, es decir, la experiencia critica de un desajuste necesario de tener siem- pre en cuenta para conjurar el peligro de que s¢ reinstalen nue- yas programaticidades de conocimiento cuando la renovacién de los objetos de estudio termina complaciendo el llamado téc- nico a sélo producir un nuevo saber-en-orcien (un saber que re- lasifica) sin que la lengua encargada de transmitir ese saber acepte dejarse interrogar por la fuerza extrafante de lo desclasi- ficado, de lo inclasificable, que encuentra su lugar en el destra- ‘mar y retramarse de la escritura critica. Los estudios culturales nacieron con la idea de mezclar, colaborativamente, la pluridisciplinariedad (combinacién plu- ral de saberes flexibles) y la transculturalidad (apertura de las fronteras del conocimiento 2 probleméticas hasta ahora margi- nadas del paradigma monocultural de la raz6n occidental-domi- nante). Responden asf a los nuevos deslizamientos de catego- ras entre lo dominante y lo subalterno, lo masculino y lo feme- tino, lo culto y lo popular, lo central y lo periférico, lo global y fo local, que recorren hoy las territorialidades geopoliticas, las Roland! Barthes, Hl susurvo del lenguaje, Barcelona, Paid, 1987, p. 73. ™ Ii ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINAMIENTOS, 135 simbolizaciones identtarias, las representaciones sexuales y las clasificaciones sociales. Los estudios culturales reformulan ast un nuevo proyecto democratizador de transformacién académi- ca que permite leer la subalternidad (exclusiones, discrimina- ciones, censuras, periferizaciones) en los craces de “un amplio rango de disciplinas académicas y de posiciones sociales”. Es decir que los estudios culturales -en su versi6n mis fuertemen- te motivada por lo que J. Beverley llama una “vocacion polit ca"®_ pretenden, al menos, dos cosas 1) desjerarquizar el conoc miento y modificar las fronteras entee disciplinas para producir tun nuevo saber mas plural y flexible, es decir, un saber mezcla- do que permita comprender mas adecuadamente las nuevas rea- lidades —hibridas- de un paisaje social en extensa mutacin de categorfas e identidades, y 2) no s6lo estudiar este paisaje sino que intervenir en él, haciendo explicito, contra la voluntad de autonomia de las disciplinas tradicionales, su compromiso con Jos movimientos sociales y las pricticas culturates de sujetos contrahegeménicos (post-colonialismo, feminismo, multicultu- ralismo, etc). Esta vocacién politica de los estudios culturales los Hevé a construir una especie ce "saber orgdnico” (Stuart Hall) destinado a fortalecer la demanda de ciudadania de los ‘grupos minoritarios en un contexto de transformaciones democra- tizadoras, y también a rearticular politicamente las significacio- nes culturales que plantean sus nuevas condi gencia social en el terreno de la academia. La idea de un saber que usa la interdisciplinariedad para combinar diferentes modelos de anilisis de las nucvas proble- méticas de género, multiculturales, postcoloniales, etc., nos ha- bla de un saber constructivo y organizativo, de un saber que busca perfeccionar la utilidad de ciertos instrumentos de re- ones de emer- 11 John Bevetley, “Whiting in reverse: on the project of the Latin American Subaltemn Group", en Digpsition XIX, 194, Universty of Michigan, p. 285, 2 5. Beveriey, “Esuidos culturales y vocackin poles’, en Revisia de Critca (Cultural, 8°12, julio de 1996, Santiago. RICHARD = NELLY flexién teérica y social para hacerlos “funcionales"® a ciertas dindmicas de cambio académicas ¥ extra académicas. Bn su affn dde “criticar a las disciplinas, demccratizar estructuras, modificar requisites, desmantelar el canon crear nuevos espacios para trabajar con libertad, los estudios culturales pelean por la efec- tividad préctica de cambios que deberén modificar las reglas més conservadoras de la ensefianza Universitaria tradicional que siguen gobemnando departamentes y programas. “Democratizar el conocimiento” (Beverley) significa, entonces, favorecer !a in- corporacion plural de saberes hasta ahora desvalorizados por las jerarquias de conocimiento de la cultura canonica: saberes cuyo potencial emancipatorio es capaz de desbordar el texto ‘académico con nuevas energias de transformacién social en conexiones de flujos te6rico-politicos con el afuera vivo de la universidad. Y no cabe duda que el movimiento democratiza- dor de los estudios culturales que reorganiza el conocimiento ten complicidad de voces con identidades hasta ahora subrepre- sentadas por el canon de la acaéemia metropolitana, ba altera- do el sistema de autoridad de la instituci6n universitaria con su revalosizaci6n de lo no-centtal y de lo contrahegeménico. Pero ‘es también cierto que la practicidad de saber de los estudios culturales tiende generalmente a anular la tensi6n entre sujelo, teoriay escritura, que deberia hacer vibrar la reflexion sobre el texto critico hoy reprimida por la dominante sociol6gica de las nuevas investigaciones académicas. % El comentario de B. Sttlo, efrido a esta fimctonalidad de los estadios tculturales, dic lo siguiente; “en los itimos dex o quince abs, jos studios Solturales aparecieron como na soiucin apropiada para los rasgos de Is Sjueva escena. Sin voluntad de extemar lz caracterizacion,difa que mov Imientos sociales y estadios culturnes faeron comparieos de ruta extvema- tdamente funcionales ala transicin democrtica, por una pare, y al nauira- {go de has totlizaciones moderna, por ia ot.” Sarl, “Los estadoscultara- Tes y la etc iteraria en la encrucjada valorativa’, op. cit p. 33. ohn Beverey,“Esmdios cultural y vocacién polities’, p. 48 ANTIDISCIPLINA, TRANSDISCIPLINA Y REDISCIPLINANIENTOS. 157 F, Galende discute este punto" afirmando que los estudios culturales no hatfan sino “poner a circular lo otto... en el mer- cado de lo conocido”; “destituir la heterogeneidad de lo otro, el episodio inaudito del otro, todo lo que ese otro es cuando no es, s6lo su vida Gil” para finalmente “citarlo a comparecer en la categoria” y domesticar asi su surgimiento rebelde con un re- ordenamiento funcional a las burocracias discursivas de la eriti- ‘ca que hacen progresar el conocimiento de lo nuevo en la ex- clusiva direcci6n de significaciones, todas ellas, calculables y administrables, en lugar de abritlo al riesgo de lo intempestivo. Segin F. Galende, la critica académica institucionalizada por los estudios culturales s6lo les permitiria ilustrar ‘la metéfora ofi- cial de un inerte realismo de época”® que busca ajustar su sa ber 2 los cambios, en lugar de potenciar e! cambio como la fuerza de des-ajuste que debe sacudir la lengua normalizada del conocimiento y su disciplina acadkémica*, Es cierto que muchos exponentes de los estudios culturales creen hacer acto de cono- cimiento al s6lo describir lo real transformado, sin nunca pre- guntarse por el efecto de disrupcién que deberfan causar las transformaciones en el interior de la lengua misma, perturban- do ridicalmente la adecuaci6n satisfecha entre raz6n, méiodo y objetividad con todo lo que separa, inquieta, divide y conmo- ciona los léxicos demasiado en regia consigo mismos, con el verosimil dominante de la academia y sus indices de legibilidad Remito ala réplica del autor que polemiza con la postura de Bevetle sobre Js estudios culturales: Federieo Galende, "Un desmemoriado espiits de ‘Epoca: ibulacionesy desdichas en torno a ls estudios cutuales’, en Revis- 1a de Crttca Cultural, N* 13, noviembre de 1996, Santiago, p. 52 = Tid Tod Decia M. de Certeau, a propésito dels peligras que representan, para cual ‘quer especialista, “la irupcion de lo impensade: algin elemento tacto agi- ‘ado invalida las Rerramientas mentales elaboradas en funcidn de una etabi- lidad. Pero los instrumentos tambléa formaban parte de lo que se ha agita- do", Michel de Certeau, Ia toma de a palabra, 9 otros escrtos polices, Mii co, Universidad Theroamericana, 1995, p. 30. [NELLY RICHARD 158 mayoritariamente aprobados, Quizés una posible diferencia en tre los estudios culturales y Ia critica cultural ~entendida, esta “ltima, como “critica de la critica’-, tenga que ver con esta ten- sion entre el saber explicativo que formula y expone las razones de porqué nuestro presente es como es, el saber iferroganiva que no se conforma con estas demostraciones sino que busca perforar el orden de sus pruebas y certezas con el tao (espect- Iativo) de la duda, de la conjetura o bien de la utopia hechas, fen cada caso, reclamos de escritura contra la didactica del saber ‘con s6lo aplicar técnicas ensefantes.

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