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Cristina Gutiérrez

Ingeniera de alimentos y
nutricionista

Inteligencia de
Salud y Bienestar:
Los 7 pasos claves de la
salud preventiva
CIENSALUD
Ciencia, Salud y Bienestar 1

1
Inteligencia de Salud y Bienestar:
Los 7 pasos claves de la salud preventiva

Por Cristina Gutiérrez


Ingeniera de alimentos y nutricionista

Edición digital a cargo de


Colección
Controla tu Salud
1

CIENSALUD
Copyright ©2008, Cristina Gutiérrez
Todos los derechos reservados
ciensalud@gmail.com
ideaccion.dr@gmail.com

Primera edición Febrero 2008


Santo Domingo, República Dominicana

Este libro es cortesía de:

IDEACCION
IDE
Desarrollo del Capital
Humano

Cul de Sac Vista del Cerro No. 2, Edif. Robert Collier, Suite 3-B, Altos de Arroyo Hondo III,
Santo Domingo, D.N., República Dominicana. Tels. 809-227-6099 y 809-565-3164
Email: ideacción.dr@gmail.com

Se autoriza la libre reproducción y distribución del presente libro, siempre y cuando se haga
gratuitamente y sin modificación de su contenido y autor.
Si se solicita, se enviarán copias en formato PDF vía email. Para solicitarlo, enviar e-mail a
ciensalud@gmail.com

2
Contenido
De qué trata la inteligencia de salud y bienestar 4
Inteligentes para unas cosas, y con la inteligencia de 5
Homero Simpson para otras
Administradores, no dueños 6
Tu salud es tu responsabilidad 7
La inteligencia de salud y bienestar y la teoría de las 8
inteligencias múltiples.
Enfermedades carenciales y degenerativas 9
Los siete pasos de la inteligencia nutricional o del bienestar 10
Primer paso: Nutrición apropiada 11
Segundo paso: Activar el cuerpo 12
Tercer paso: suplementación complementaria 12
Cuarto paso: autoeducación y conciencia 13
Quinto paso: actitud mental sana 14
Sexto paso: higiene personal y ambiental 15
Séptimo paso: Revisión médica periódica 16
La salud es un continuum 17

Sobre la autora 21

3
¿De qué trata la inteligencia de salud y
bienestar?
Tu salud, tu bienestar, sentirte llena de energía, de buen ánimo, alegre,
confiada y motivada, en armonía contigo
misma y con tu entorno, apreciando las
pequeñas maravillas de la vida, desde el color
del cielo hasta el de hierbas y flores, el frescor
del aire y la tibieza de la luz, el cariño de tu
familiares y el aprecio de tus amigas… ¿Hay
algo mejor? ¿Hay algo más valioso? ¿No es la
máxima calidad de vida?

De lograr y disfrutar de eso es de lo que quiero


hablarte.

La inteligencia de salud y bienestar (health


and wellness intelligence) es la que consiste en
• nutrirse de forma apropiada,
• cuidar y ejercitar nuestro cuerpo,
• mantenerlo higienizado tanto en sí mismo,
• como higienizar el entorno,
• procurar niveles óptimos de energía, armonía y bienestar, así como
• un estado emocional interno positivo, congruente y equilibrado,
• buscando disfrutar un alto nivel de calidad de vida.

La baja inteligencia de salud y bienestar, se refleja en cuerpos desnutridos


o en sobrepeso, envejecidos prematuramente, con escasos niveles de
energía, intoxicados e inflamados, enmohecidos y descuidados,
deshidratados, que desarrollan distintos grados de enfermedades
carenciales o degenerativas, adoloridos y en proceso de deterioro, lo que
representan para sus dueños malestar y molestias, se encaminan a

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enfermedades y padecimientos y sufren un muy bajo nivel de calidad de
vida.

Cada persona hace la elección de cuál de las dos realidades de salud escoge
y la reafirma día a día con sus conductas, aunque de palabra diga que
prefiere la primera. En realidad, sorprendentemente, la mayoría se decide
por la segunda, a causa de su ignorancia.

Inteligentes para unas cosas, y


con la inteligencia de Homero
Simpson para otras.
Es sorprendente como muchas personas que han alcanzado
niveles sobresalientes en distintos tipos de inteligencia
(lógica, musical, espacial, verbal, financiera, etc.), son prácticamente
analfabetos o sorprendentemente tontos en cuanto al mantenimiento de un
nivel adecuado de su propia salud y bienestar.

Tan brillantes, eficientes y prácticos en unas inteligencias, en cuanto a


cómo cuidan su salud, su higiene y su bienestar, parecemos tener el mismo
grado de inteligencia de Homero Simpson. ¡Tremenda
paradoja!

El asunto es que la ignorancia, el descuido o el abuso


en cuanto a la inteligencia de salud y bienestar,
pueden tener consecuencias nefastas, cuando no
fatales. Muertes prematuras, deterioro del cerebro o el
cuerpo, enfermedades degenerativas, daños
irreparables…

Alrededor nuestro se mueven personas que se


intoxican, que abusan de sus cuerpos, que descuidan
su higiene, que se exponen a distintos peligros o a
niveles de estrés insoportables, que destruyen sus
oídos con descargas de decibeles dañinos, que asan su
piel exponiéndolas irresponsablemente al sol, sin protección; que ceban sus
cuerpos con comida chatarra y desnutren sus células provocando una
renovación celular con deficiencias…

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Son personas a las que queremos, podemos ser nosotros mismos, que
demuestran niveles de inteligencia y racionalidad
adecuados en sus campos profesionales, y que, sin
embargo, en cuanto a cuidarse, proteger su salud,
mantener niveles apropiados de salud y bienestar, se
demuestran fuertemente incompetentes, cuando no
francamente autodestructivos.

¿Cómo esto es posible? Se debe a que, si hay una


inteligencia subestimada, pese a su importancia vital
para cualquier individuo, es la inteligencia de salud y
bienestar.

¿Cuál es tu grado de desarrollo de


esta inteligencia?

Mantener un nivel satisfactorio u óptimo de salud y


energía es una meta que cada persona, tú, yo, todos, nos
conviene tener en común. La salud es parte fundamental
de la calidad de vida.

La salud física, mental y espiritual es un factor que está


bajo nuestra responsabilidad personal. Uno es
responsable de mantener y ampliar su nivel de
salud. Y el objetivo de este pequeño libro digital
es ayudarte a conocer cómo lograr esta meta.

Administradores, no
dueños
No somos los dueños de nuestros cuerpos y
nuestros cerebros, somos sus administradores.
La vida y sus elementos constitutivos: el cuerpo,
el cerebro, el medio ambiente, nos fueron dados
por Dios para que los administremos.

No somos dueños de nuestras vidas, ni de nuestros cuerpos, ni de nuestros


cerebros, ni del medio ambiente. Nos fueron dados en mayordomía, para
cuidarlos. No decidimos nacer. No podemos decidir qué tanto tiempo de
vida tendremos (pues incluso, si queremos suicidarnos, podemos fallar).

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¿Por qué tantos nos empecinamos en arruinar nuestra salud, dañar
nuestros cerebros, envenenar y destruir el medio ambiente? No estamos
apreciando el privilegio de vivir, el don de pensar, aprender y crear, el
regalo de la naturaleza, la tierra, las plantas, el aire, las distintas
especies de animales… Creemos que podemos impunemente
lacerar nuestros cuerpos, desnutrirlos, exponerlos a distintos
tóxicos y que no sucederá nada. Creemos que podemos castigar
el medio ambiente y que no pagaremos las consecuencias.

Diariamente vemos cómo personas a nuestro alrededor caen


víctimas de hábitos autodestructivos de los que no tienen
conciencia.

Hay incluso padecimientos como la diabetes que son


autoprovocados por la ingesta descontrolada de azúcares y
carbohidratos (harinas, almidones, féculas, etc.). La industria
del azúcar y la harina son culpables de inducir a millones de
personas a padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares,
obesidad, hipertensión, cáncer y otras patologías. Pero los principales
culpables siempre seremos nosotros mismos por nuestra indolencia,
nuestro descuido, nuestra inconciencia, nuestra ignorancia.

Tu salud es tu responsabilidad
De alguna manera, se ha extendido la falsa creencia de que el Estado o los
médicos son los responsables de mantenernos sanos. Eso, claro, es un
disparate. La salud personal es responsabilidad de uno mismo, y de más
nadie. Y cumplir esa responsabilidad implica llevar
a cabo una serie de pasos.

Pensemos juiciosamente: Si caemos enfermos,


¿quién es el principal perjudicado? ¡Uno mismo! Si,
por desgracia, un accidente cerebro-vascular (ACV,
que puede ser un derrame cerebral o un trombo
cerebral) nos postra y nos deja inválidos, ¿quién se
quedará a merced de la ayuda de los demás? ¡Uno! Si
perdemos la vida, ¿quién más se entierra con
nosotros? ¡Nadie más, sólo uno!

Asumir la responsabilidad propia por la salud de


uno es un acto básico de asumir la responsabilidad
y control de la propia vida. Nada es más absurdo que alguien que se queja
del daño que él o ella misma se autoinflingió. En realidad, más del 85% de

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las enfermedades y padecimientos de salud son autoprovocados y
perfectamente evitables. ¿Ustedes se imaginan? ¡Más del 85% de todas las
enfermades y padecimientos nos los provocamos nosotros mismos! ¡Eso es
una locura!

La inteligencia de salud y bienestar, y la


teoría de las inteligencias múltiples
El psicólogo e investigador de la
Universidad de Harvard, Howard
Gardner redefinió el concepto de
inteligencia.

Antes de su aporte, la inteligencia


era algo que sólo se limitaba a la
lógico-matemática y a la verbal.
Esto fue reformulado por Gardner,
quien definió la
inteligencia como “un
potencial
biopsicológico para
procesar información,
que se puede activar
en un marco cultural,
para resolver problemas o crear productos que tienen valor
para una cultura”.

Evaluando esa capacidad de resolver problemas o crear


productos con valor para una cultura, Gardner definió en
Frames of Mind las distintas inteligencias, mismas que se han
visto ampliadas por él y otros investigadores posteriormente:

• Lógica-matemática (que desarrollan los científicos)


• Verbal (desarrollada por escritores y oradores)
• Musical (desarrollada por intérpretes y compositores)
• Espacial (desarrollada por arquitectos y escultores)
• Kinestésica (desarrollada por deportistas y bailarines)
• Intrapersonal (desarrollada por personas equilibradas)
• Interpersonal (desarrollada por líderes, vendedores)
• Naturalista-ecológica (desarrollada por ecologistas)
• Espiritual (desarrollada por místicos y religiosos)

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• De salud y bienestar (desarrollada por personas con salud
óptima)

Cada inteligencia existe como potencial en nuestro cerebro. Es cuestión de


permitirle y facilitarle su desarrollo.

Podemos poseer un alto desarrollo en una o


varias de estas inteligencias y ser, por otro
lado, altamente subdesarrollados en una o
varias. De hecho, si vemos los cuerpos en
sobrepeso o desnutridos, tensos y estresados,
estragados por el envejecimiento prematuro,
deshidratados, intoxicados sin misericordia y
en progresivo deterioro de la inmensa mayoría
de las personas, comprobaremos que, aunque
poseen inteligencias que operan de manera
apropiada y exitosa en unas áreas, en cuando
a la inteligencia de salud y bienestar estamos
en pininos. De hecho, nos autodestruimos y nos autoflagelamos con una
inconsciencia y una indolencia que asustan.

Enfermedades carenciales y
degenerativas
Existen las enfermedades
carenciales producidas por una falta
recurrente de nutrientes esenciales
que no adquirimos con nuestra
dieta.

Muchas personas comen sólo lo que


les gusta. ¿Y los nutrientes de
aquellos alimentos que no les gustan?
Simplemente, no los ingieren.

Millones de personas, escandiladas por los anuncios, se


llenan de grasas trans, de carbohidratos vacíos, de comida chatarra con
escaso o nulo valor nutricional.

Al no darle a nuestro cuerpo, a nuestras células, los nutrientes que


requieren para un desempeño celular apropiado, estas se multiplican con

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deficiencias, creando células cada vez más débiles y cada vez más
vulnerables a las infecciones y al ataque de los radicales libres.

La deficiencia de nutrimentos (la parte nutricional de los alimentos,


compuesta por las vitaminas, los minerales, los ácidos grasos esenciales, los
fitonutrientes y otros compuestos orgánicos vitales para la salud), va
produciendo organismos poco resistentes, de
salud precaria, que sucumben con cierta facilidad
al ataque de virus, bacterias, hongos y parásitos.

Vemos la proliferación de enfermedades


carenciales que colapsan órganos como el
corazón, el hígado, los riñones, los ojos, etc., y
también miramos aterradas cómo se expanden las
enfermedades degenerativas, tales como el
envejecimiento prematuro, el cáncer, la cirrosis
hepática, la insuficiencia renal, úlceras, glaucoma
y otros males.

Los siete pasos de la inteligencia


nutricional o del bienestar
Para asumir con responsabilidad el control de nuestra propia
salud, tenemos que combinar los siguientes factores:

1. Nutrición apropiada
2. Actividad física
3. Suplementación complementaria
4. Autoeducación y conciencia
5. Actitud mental sana
6. Higiene personal y ambiental
7. Revisión médica periódica

La salud es un hecho sistémico, es un resultado de la


interacción de estos siete pasos. Hay quienes sólo atienden a
uno o a dos de estos pasos. Sin embargo, lo correcto es la combinación de
estos siete pasos para una salud óptima.

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Primer paso: nutrición apropiada
Comer es una cosa, nutrirse, otra
distinta. Podemos nutrirnos al
comer, pero normalmente
comemos sin nutrirnos. Eso
depende de qué comamos.

Al elegir qué comer es importante


evaluar los distintos nutrimentos
que el cuerpo requiere, su
equilibrio apropiado (balance o
combinación adecuada), la calidad
de su fuente, su tiempo y su época.

Es importante aquí no sólo establecer qué nos conviene integrar o


aumentar en nuestra dieta, sino también qué es conveniente reducir o
eliminar de nuestra dieta. Y al desarrollar el paso cuarto: autoeducación
nutricional y sobre salud preventiva, que es el desarrollo de nuestra
inteligencia de salud y bienestar, vamos a ampliar el
conocimiento del por qué de estas elecciones.

Así, es evidentemente que tenemos que integrar o


aumentar en cantidad, variedad y calidad, en nuestra
dieta diaria los vegetales, las frutas, sobre todo las
alcalinas como la sandía y el melón, las hortalizas, las
nueces y frutos secos, los zumos de frutas y vegetales, el
agua mineralizada y purificada, las ensaladas, los
alimentos orgánicos, el pescado…

Y, simultáneamente, tenemos que reducir o eliminar las


comidas chatarras, el azúcar (especialmente la
refinada), las calorías vacías, el agua desmineralizada,
los productos cargados de azúcar y carbohidratos sin nutrientes, los
productos tóxicos, el tabaco, el alcohol, los vegetales cargados de pesticidas
y agroquímicos, todo aquello que intoxique, desequilibre, dañe o
perjudique la salud.

Son pequeñas decisiones diarias, elecciones que nos dirigirán hacia la salud
o hacia la enfermedad, pasos que damos en una dirección u otra, y que son
nuestra responsabilidad. Elegimos sanar o enfermarnos, disfrutar o
padecer, vivir o morir.

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Segundo paso: Activar el cuerpo
¡Hay que reducir la pasividad, el sedentarismo! ¡El cuerpo
necesita moverse! La vida urbana nos mantiene sentados o
acostados (la oficina, el automóvil, la sala, el dormitorio,
etc.), pero nuestros cuerpos requieren moverse.

Tenemos todo un sistema, el linfático, que


depende de nuestros movimientos para
activarse y este sistema es importantísimo
para la eliminación de desechos tóxicos
provenientes de nuestras células.

Hay quienes son fanáticos de los gimnasios y de estar en


forma, pero ¡todos podemos mejorar nuestro estado físico
con simplemente dedicar 20 minutos diarios a caminar,
bailar o hacer gimnasia! No es mucho, no es exagerado, no
es demandante, y nos devolverá en calidad de vida y
disfrute, esa modesta inversión de tiempo en nosotros
mismos.

Movernos puede ser incómodo al inicio: tenemos el cuerpo


oxidado, nos duelen los músculos… pero, si persistimos, las
molestias ceden y podemos descubrir un gran placer al
ejercitarnos, porque la actividad corporal descarga endorfinas en el
torrente sanguíneo y podemos experimentar un estado de euforia y
satisfacción que no lo producen ninguno de los tóxicos con que las
personas buscan estimularse, tratando de conseguir un estado que la
naturaleza te lo proporciona de gratis.

Tercer paso:
suplementación
complementaria
Es totalmente lógico que no ingerimos
todos los nutrientes que nuestro cuerpo
y salud requieren en la cantidad, calidad y variedad adecuadas. Nuestra
alimentación, debido a distintos factores (tiempo, disponibilidad, etc.), es
desbalanceada. De ahí la importancia de reforzarla con suplementos
nutricionales.

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Es importante, aquí, ocuparnos de que la suplementación sea natural y
orgánica, de marcas reconocidas y certificadas como orgánicas, que
garanticen la calidad del nutriente y no nos expongan a
riesgos secundarios. Tenemos que alejarnos de las
“soluciones” químicas por su baja biodisponibilidad,
escasa asimilación, posibilidad de generar secuelas
desagradables y no ser naturales.

Y eso significa aprender a evaluar


las formulaciones, indagar sobre el
fabricante y sus fuentes de materia
prima (¿Las cultivan ellos mismos
en granjas orgánicas certificadas o
la compran en el mercado?), grado de biodisponibilidad,
y evaluar el costo dividiendo el precio pagado entre el
número de tabletas, para obtener un costo por unidad
que nos sirva de referencia. Nada suplantará tu propia
investigación y aprendizaje. ¡Hazlo!

Pero no subestimes la importancia de complementar tu nutrición con


suplementos orgánicos naturales. Actualmente, las principales
instituciones de salud recomiendan consumir un multinutrientes. Y a eso
se une la importancia de reforzar la ingesta de vitaminas C y del complejo
B, así como fórmulas de vitamina E y selenio, ácido graso Omega 3, Calcio
Magnesio y algunas fórmulas especiales como la Seranoa Repens para la
próstata, por ejemplo.

Si necesitas información adicional, con gusto te la


proporcionaré, si me escribes a ciensalud@gmail.com

Cuarto paso: autoeducación y


conciencia
Es imposible asumir la responsabilidad por la propia
salud sin aprender sobre nutrición, salud preventiva y
desarrollar una conciencia de la responsabilidad propia
sobre mantener y fortalecer nuestra salud.

Eso significa leer, estudiar, contrastar información, indagar, mantenerse al


día.

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No importa cuál sea tu profesión, tienes un cuerpo que cuidar, fortalecer,
nutrir y preservar en óptimo estado.

Es una responsabilidad que te debes a ti misma y a


Dios. Y una muestra de amor hacia los tuyos, pues tu
familia: padres, hermanos, pareja, hijos, tus amigos y
todas las personas que te aprecian ¿cómo crees que se
sentirán si te enfermas, quedas postrada o mueres?

Aprende y comparte lo que aprendas, sobre salud,


prevención, higiene y bienestar. Eso es ser agradecida
de Dios, que nos da la vida.

Quinto paso: actitud mental sana


Eso significa elegir pensar de forma constructiva, positiva, sana. Visualizar
y anticipar lo mejor. Reír, celebrar, agradecer.

La sabiduría divina está en la base de esta actitud.

Sólo en lo sano, en lo bueno, en lo


agradable, en lo que edifica debemos
pensar. Esto ha sido evaluado
científicamente y se han demostrado
diversas bondades y beneficios. Es la
base de la Ley de la Atracción, una
de las leyes universales del éxito.

Desarrollar una actitud de servicio,


ver todo como bendición, agradecer,
aceptar, mantener la fe activa, saber
que todo pasa para bien, vivir con
propósito, estar alegre, ser un haz de
luz en las vidas de quienes comparten
contigo, reconocer a los demás, esperar siempre lo mejor, hacerles sentir
mejor que como los encontramos, ayudar, cooperar, colaborar y ser útil…
Todos estos aspectos generarán una personalidad magnética y atractiva,
que las personas a tu alrededor apreciarán y buscarán.

La salud mental empieza con el desarrollo de la actitud positiva,


constructiva y sana. Y está bajo tu responsabilidad desarrollarla, porque tú
eres responsable de lo que piensas, tú eliges la interpretación que le das a

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los acontecimientos, tú eres la dueña de tus estados de ánimo y eres quien
seleccionas tu actitud esencial. Todo comienza por ti.

Sexto paso: la higiene personal


y ambiental
Tendría poco sentido nutrirnos y cuidarnos si,
simultáneamente, no cuidamos tanto la higiene personal
como la higiene del entorno familiar, residencial y
laboral.

Mantener nuestro cuerpo, ropas, enseres del hogar, pisos


y ambientes libres de virus, bacterias, hongos y parásitos,
tanto a nivel del hogar, como del sector y del lugar de
trabajo, es fundamental para nuestra salud.

Eso implica no sólo bañarnos sino


hacerlo con un jabón antibacterial
orgánico para limpiar la piel de
estafilococo aureus y otras bacterias
como la escherichia coli, que podamos
adquirir por el manejo de dinero,
saludar a otras personas, etc.

Igualmente importante es el aseo


frecuente de las manos con un jabón
antibacterial apropiado, sobre todo antes de ingerir alimentos o
luego de ir al baño o de saludar a varias personas.

También es de gran importancia la higiene de la boca mediante


el cepillado, y el cuidado de la piel, utilizando lociones con
protección solar, cremas hidrantantes, etc. Es algo que tenemos
que hacer tanto hombres como mujeres.

La limpieza de las ropas utilizando detergentes orgánicos que


eliminen no sólo la mugre, sino bacterias, ácaros, etc., y que no
dañen el medio ambiente, así como la desinfección de colchones,
sillones y muebles, se une a la limpieza de pisos y paredes, al fregado
correcto de utensilios de cocina y a la creación de un ambiente no sólo
despolvado, sino principalmente higienizado y sanitizado.

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A través de nuestra interacción con vecinos y residentes próximos, es
conveniente transmitir estos conceptos de salud, limpieza e higiene, de
manera que se eliminen potenciales focos de contaminación así como de
propagación de plagas (mosquitos, moscas, ratas, etc.).

Séptimo paso: revisión médica periódica


El chequeo médico periódico, según lo
recomienden los facultativos, es un séptimo paso
de gran importancia. La opinión externa
autorizada de un especialista sirve para
corroborar el éxito de nuestro programa de
salud preventiva y lo atinado de nuestra toma de
conciencia al asumir la responsabilidad personal
por el mantenimiento de nuestra salud.

Los exámenes y otros procedimientos clínicos


que el médico nos realice nos ayudarán a
confirmar la calidad del programa de salud
preventiva que estemos llevando.

Es obvio que la responsabilidad de este programa es propia. Seleccionar


los alimentos que ingieres, cuidar de la hidratación del cuerpo, mantener la
higiene preventiva, pensar de forma positiva, alegre y constructiva,
mantener el cuerpo activo y suplementarnos, así como ir periódicamente al
médico para que evalúe nuestro estado, son
actos personales que caen bajo nuestra
responsabilidad.

Un análisis de sangre, de la presión,


cardiovascular, de la orina y las heces fecales
y otros exámenes (de las mamas, de la
próstata, según sea el caso), hechos de
manera periódica por un profesional de la
salud calificado (un médico, por supuesto),
es un componente importantísimo dentro de
un programa personal de salud preventiva.

Si hacemos los seis pasos previos y postergamos o desdeñamos el examen


médico, estamos cometiendo un grave error.

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La opinión externa del médico nos ayuda a comprobar los resultados de
nuestras seis iniciativas previas, las corrobora y valida, aporta orientación,
guía, consejo y recomendaciones. Es un paso fundamental, esencial,
irrenunciable y que no debemos ni podemos subestimar o infravalorar. No
importa cómo nos sintamos ni qué nivel de salud creamos disfrutar,
necesitamos la validación especializada de un facultativo autorizado.
Necesitamos examinarnos periódicamente con un médico.

La salud es un continuum
Sí, la salud es un continuum. Y podemos graficarlo.

Niveles de buena salud Niveles de mala salud

1 2 3 4 5 6
Óptima Buena Aceptable Deficiente Mala Pésima

Bienestar Energía Autonomía

Va desde el nivel óptimo al pésimo. En cada nivel vemos dos categorías que
se vinculan a tres etapas del nivel de salud:

• Etapa de bienestar: Cubre nivel 1: Óptimo y 2: Bueno


• Etapa de energía: Cubre nivel 3: Aceptable y 4: Deficiente
• Etapa de autonomía: Cubre nivel 5: Mala y 6: Pésima

Las personas que están en los niveles 1 y 2, la


etapa del bienestar, son las que están
auténticamente sanas, en plena posesión de sus
recursos físicos, mentales, emocionales y
anímicos. Disfrutan la vida al máximo porque
sus sentidos operan correctamente, tienen
conciencia de su propio cuerpo y de su entorno.

En esta etapa las personas se mantienen en un


estado de ánimo alegre, positivo, entusiasta. Sus

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sentidos les llenan de sensaciones: aromas, colores, texturas, sabores,
imágenes, melodías… Sus relaciones interpersonales son sanas,
reconfortantes. Es el nivel máximo de calidad de vida.

Cuando se afecta la salud mediante la mala nutrición, el sedentarismo y la


pasividad, la falta de higiene y el descuido, los pensamientos negativos y
tóxicos, la ignorancia y la superstición, suplementación escasa o nula, y
cero chequeo médico, el estado de bienestar se afecta y destruye.

Dependiendo del grado y duración del daño,


caemos a la etapa de falta de energía que va
desde un nivel aceptable, el menos malo, a un
nivel deficiente en que la astenia o falta de
energía se agudiza. Aquí
ya no hay bienestar. Es el
nivel que prevalece en la
inmensa mayoría de las
personas.

En este nivel las personas


tienen un ánimo irritado o resignado, viven
incómodos, se quejan, tienen niveles de energía
fluctuantes, experimentan molestias corporales,
tienen una visión negativa de la vida y sus
circunstancias, sus relaciones familiares y sociales
suelen padecer roces molestos, hacen comentarios
desafortunados e hirientes y su nivel de energía vital va en decadencia.

Quienes están en la etapa dos: niveles aceptable o deficiente de salud,


suelen sustituir el bienestar real provocándose un
falso bienestar mediante la intoxicación
(cigarrillos), la borrachera (alcohol), otros vicios
(juegos), adicción a drogas ilegales, conductas
extremas (deportes de alto riesgo, competiciones
ilegales, etc.), o una
mezcla de todo eso.

Se intenta experimentar
la plenitud y calidad de
experiencia del
bienestar, provocándolo por medios artificiales.
Evidentemente, esto sólo produce una caricatura
de bienestar, una sensación artificial y falsa que
sustituye a la verdadera experiencia de plenitud y

18
valor vital que genera el bienestar real. Todo este experimentar en busca de
un emoción sustituta lleva al individuo a un deterioro mayor de su salud,
mientras el supuesto estimulador es cada vez
más ineficaz y demanda una mayor cantidad
para volver a experimentar ese valor deteriorado
de sensación. De ahí por qué quienes caen en
vicios como el tabaquismo, el alcoholismo, la
adicción a narcóticos, el juego, los “deportes
extremos” y otros hábitos perniciosos cada vez
necesitan más.

Si las personas no reaccionan y toman el control


de su salud y su vida en esta etapa, la situación
puede degradarse a niveles peligrosos. Y se
puede evolucionar patológicamente a los niveles
de la etapa tercera: la pérdida de autonomía,
con niveles de salud malo y pésimo.

Al entrar en esta fase, el organismo, que ha luchado durante años con las
consecuencias del descuido y el abuso, se
resiente y colapsa. La persona, formalmente,
según los parámetros de la sociedad, enferma y
se agrava.

Es importante que tomemos en cuenta que la


enfermedad comienza cuando perdemos el
bienestar y caemos en la etapa dos, donde se
afecta el nivel de energía. Pero la sociedad sólo
reconoce como enfermos a las personas que
pierden la autonomía y caen en la etapa tres:
mala o pésima salud.

De ahí que, esta etapa en donde se oscila en torno a la energía, porque sólo
esporádicamente experimentamos momentos de bienestar y plenitud vital,
y donde nos encontramos la inmensa mayoría de seres
humanos, es una etapa crítica: podemos evolucionar
hacia el bienestar o desbarrancarnos en la
enfermedad.

Y todo depende de dos factores:

• Asumir conciencia, desarrollando inteligencia


de salud y bienestar

19
• Actuar de forma inteligente y sensata,
nutriéndonos, cuidándonos, brindándonos amor y
protección, cuidando el medio ambiente y
desarrollando una relación positiva y constructiva
con los demás.

Vamos a detenernos aquí. Queremos exhortarte a que te


unas a la creciente minoría de los que priorizamos el
bienestar y la salud, que reevaluamos nuestros hábitos de
alimentación, que investigamos y aprendemos, que
mejoramos nuestra higiene y cuidamos el medio ambiente,
que superamos nuestras actitudes negativas y
autodestructivas y desarrollamos nuevas maneras de
tratarnos a nosotros mismos y a los demás.

Es la elección del amor. Amar a Dios, amar a tus


prójimos, amarte a ti, amar a la naturaleza, amar la vida y construir,
mejorar, limpiar, arreglar, perfeccionar, edificar, haciendo que el mundo sea
mejor, que uno sea mejor, que la vida sea mejor.

Espero que tú también hagas esa elección.

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y salud preventiva?

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salud óptima!

Cristina Gutiérrez
CIENSALUD
Ciencia, Salud & Bienestar
809-565-3164
ciensalud@gmail.com

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Sobre la autora

Cristina Gutiérrez
Campos
Colombiana. Ingeniera de alimentos.
Egresada de la Universidad de La
Salle, de Bogotá, Colombia, en 1996.
Hizo una maestría en docencia
universitaria en la Universidad Santo
Tomás, Bogotá.

En Colombia ejerció profesionalmente en varias empresas del área de


alimentación e impartió docencia en la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia y en la Universidad Nacional Abierta y a
Distancia, Colombia. Dirigió la instalación del laboratorio de alimentos y
control de calidad en la Universidad Pedagógica y Tecnológica.

En el año 2001 se traslada a la República Dominicana como directora de


IDEACCION,
IDE S.A. compañía especializada en formación del capital
humano, a la vez que labora como consultora y asesora en el ramo de
nutrición y salud preventiva.

Junto a su esposo, el especialista en mercadotecnia y desarrollo personal,


Aquiles Julián, comparte la dirección de CIENSALUD, organización
dirigida a promover la sana nutrición, la salud preventiva y la higiene
personal y ambiental.

Ha impartido talleres y charlas sobre diversos tópicos de salud preventiva e


higiene, tales como prevención del cáncer de mamas, prevención de la
osteoporosis, cómo controlar el peso, prevención del envejecimiento
prematuro, charlas de higiene personal, cómo higienizar y sanitizar el
hogar o la oficina, etc.

Reside junto a su esposo en Altos de Arroyo Hondo III, Santo Domingo.

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CIENSALUD
Ciencia, Salud & Bienestar
Marzo 2008 ©

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