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Hay maanas en que me levanto, miro por la ventana, veo la cara del da y me niego
terminantemente a recibirlo.// Hay algo en l de turbio, de solapado, de mezquino, de
hipcrita que me impide darle cabida. Son das acreedores, los que llegan para llevarse
algo y no para dejarnos algo.// Les tiro entonces las puertas en las narices, como a
cualquier vendedor de pacotilla o como a esos viejos conocidos que nos caen de
improviso para que les firmemos un manifiesto o para reavivar una amistad ya
extinguida.// Das sellados, muertos, transcurren fuera de nuestra vida y nos confinan a
la cavilacin y al silencio. //Pero a ellos les debemos quizs lo mejor de nosotros

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