VARIOS AUTORES: Francisco Elias de Tejada y Spinola: Figura y pensamien-
40°)
En la coleccién «Maestros Complutenses de Derecho», dirigida por el Cate~
drético de Filosofia del Derecho y Director del Departamento de Filosofia del
Derecho, Moral y Politica de la Facultad de Derecho de la Universidad Com-
plucense de Madrid, Angel Sanchez de la Torre, tras los voluimenes dedicados a
Luis Legaz Lacambra y a Joaquin Garrigues, aparece éste dedicado a la figura y
al pensamiento de Francisco Elias de Tejada y Spinola, fallecido en 1978 siendo
catedrético de dicha disciplina, La idea de elaborar una coleccién que dé 2 co-
nocet a los alumnos a aquellos profesores cuyo magisterio directo, pot evidente
ley de vida, no podzian conocer de otro modo, nunca ser& suficientemente en-
‘comiada. Si el perfodo universitario es, desgraciadamente, més de introduccién
a diversas materias que de formacién en ellas, pot lo que no cabe esperar que
los alumnos puedan profundizar en el pensamiento de dichos maestros familia-
rizindose con la lectura directa de sus obras, s{ es posible, en cambio, con obras
de esta naturaleza, conocerles lo suficiente para que no queden en el olvido, y
sea acicate pata algunos cl acudir directamente a las obras que dejaron, iiiles no
sélo pata sus dias, sino rambién para la posteridad. Si, en idea grata al profesor
Elfas de Tejada, la civilizacién y la convivencia es obra de siglos y de tradicién,
‘esto se acusa de modo muy particular en la educacién y en la ensefianza,
El volumen se compone de veinte conttibuciones, precedidas de una presen-
tacién del catedrético Angel Sénchez de la Torre, director de la coleccién.
() Facultad de Derecho, Universidad Complutense (Servicio de publicaciones), Madrid,
1995, 16.5 x 24 cm, X+ 243 pigs.
Precedido de una preseatacidn de Angel Sinchex de la Torce (pigs. IX-X), contiene las s-
sguientes contribuciones: Pablo Becillo O'Farell, las de Tejada como historiador de las ideas
pollticase (pigs. 1-4): Rafael Gambra, «Blfas de Tejada en el tradicionalismo politico espafiol»
(Gigs. 5.9)5 Juan Vallee de Goytisolo, «Blas de Tejada, flésofo de Ix sociedad (pigs. 11-24);
Ennio Susé Llina, «Filosofla policay ciencia politica: en homenaje 2 Francisco Flas de Tejs-
ddan (pigs. 25-48}; Juan Anconio Sardina Péramo, «Mis recuerdos personales de Francisco Ellas de
Rejada y Spinola (pig. 49-55); Manel Fernindez de Escalante, sEl Estado no es la Naciém por
fortuna» (pigs. 57-59); Miguel Ayuso, Los fueros en el pensamiento jutidico y politico de Elias
de Tejadar (pigs. 61-73); Consuelo Marines-Siluna y Sepiveda, eLa ancinomia Europs-Espaia
seein Ella de Tejadav (pgs. 75-93); Francisco Canals Vidal, La Cataua que pelea contra Eu-
topo» (pigs. 95-101}; Jose F. Lores Navarre, «La tradicida sedaluza segin Ellas de Tejadar
(igs. 103-108); Bernardino Montsjano, sas Espatss Americanas segin Flas de Tejadae (pigs.
109-119); Clovis Lema Garcia, «As Bspanhas Luso-Brasileiras (pig. 121-126); Silvio Vitale, -La
[Napoli Ispanico» (pigs. 127-133); Guy Augé, «Enuremdlemenc des successions carliste Espagne
et legitimise de Erance (1883-1936) (pigs. 135-142); Estanislao Cantero, «Francisco Ellas de
‘Tejada y la teadicibn espafolas (pigs. 143-176); Evaristo Palomar Maldonado, «La Monarguia
‘Tradicioaa en dl pensamicnto de Ells de Tejada» (pigs. 177-196); Mariano Hiyreado Baus,
«La teoria dela Justicia en el pensamiento del profesor Francisco Ellas de Tejada (pig. 197°
205}: Francisco Pay, «El t6pico del Derecho en Francisco Elias de Tejada» (rigs
ruck Portas del Corral, Los saberes juridicos segin Fllas de Tejada» (pigs. 22
‘Medina Morales, «Uns especial concepeidn tridimensional del Detechor (pigs. 239-243).‘Como en toda obra de esta naturaleza, las aportaciones son de muy diversa fac~
tura, tanto en extensién como en contenido. Sin embargo, tienen en comin
tanto el compartir, en todo o en parte, la amistad, el discipulado, la influencia 0
las ideas, bien conjunta o separadamente, con el maestro fallecido, como el ana-
lizar alguna faceta del pensamiento o de la figura y el cardcter del egregio extze-
mefio. Consticuyen excepcién la de Emilio Suté —discipulo de discipulo—, la
de Fernindez. de Escalante —discipulo directo—, Canals —amigo y conmili-
tén—, aunque ambas tratan temas muy querides para Elias, y la de Guy Augé,
amigo de Elfas y con el que enlaza directamence, dada la importancia que tuvo
cl carlismo en su vida y en su obra. Ast, se trata de un auténtico liber amicorum,
sin que por ello falten las observaciones eriticas al maestro ni las interpretacio-
nes, en cierto modo divergentes entre los diversos contribuyentes, que no dire
contradictorias, porque creo que son compatibles en el conjunto del magno —
tanto conceptual como enciclopédico— pensamiento tejadiano, en el cual pue-
den ser armonizadas.
Francisco Elias de Tejada y Spinola (1917-1978) fue fil6sofo del derecho en
la corriente ininterrumpida del iusmaturalismo clisico, tomista e hispénico; fl6-
sofo de la politica, en la I{nea del pensamiento tradicional espaol, e historiador
del pensamiento politico hispinico. Fue un aucéntico polfgrafo, hasta el punto
que Miguel Ayuso, en monograffa admirable, le ha definido como «el Menén-
dez Pelayo de la historia y de la tradicién politica» (Miguel Ayuso Torres: La
filosofta juridica y politica de Francisco Elias de Tejada, Fundacién Francisco Eli-
as de Tejada y Frasmo Pércopo, Madrid, 1994, pag. 271).
Esta obra abarca principalmente dos de los aspectos sefalados —Ia filosofia
del derecho y la filosofia politica—, dejando pricticamente fuera al historiador
del pensamiento politico, que sdlo aparece especificamente en una de las contri-
buciones ¢ indirectamente en alguna otra, lo que no deja de scr paradéjico,
Pues este aspecto es probablemente el més importante, no slo cuantitativa-
mente, en la voluminosa obra del profesor extremefio, sino porque nadie como
1 se dedicé a este menester, alumbrando sistemdticamente el pensamiento poli-
tico de las Espafias, en obras como Las doctrinas politicas en Portugal, Napoles
hispdnico, Cerdeia bispdnica, El Franco-Condado hispdnico, El seiorto de Vizcaya,
Historia del pensamiento politico catalén, La provincia de Guiptizcoa, Historia de
a literatura politica en las Expanas, 0 las dedicadas al pensamiento politico de
diversos autores, desde la ptimera, con Castillo de Bovadilla, hasta la sltima,
dedicada a Vico.
Y sc le ha dado més relieve, quizd también en consonancia con su importan-
cia en el propio Elfas de Tejada, a la segunda faceta que a la primera, no s6lo en
cuanto al niimero de contribuciones, sino incluso en su ordenacién en el volu-
‘men, pues se incluyen al final los trabajos sobre sus concepciones juridicas, qui-
24 también porque implicitamente se reconozca més valor a aquel aspecto de su
obra que a éste, lo que me parece ajustado a la realidad, por las aportaciones,
188innovaciones y sistematizaciones realizadas en el conjunto de su obra. Sin em-
bargo, tanto porque lo politico es conceptualmence tributario de lo jurfdico
como por estimar que también era as{ en el pensamiento de Elias de Tejada,
daré cuenta en primer lugar de las contribuciones que se refieren a su pensa-
miento jurfdico, si bien ira precedida por aquella contribucién que, sin referirse
«a estas cuestiones, se limita a recordar la personalidad del maestro.
‘Sardina Péramo evoca sus recuerdos personales, en los que destacan los ras-
‘gos mds sobresalientes de Elias de Tejada, ante cuya personalidad era imposible
permanecer indiferente. Resulea una semblanza intimista y humana digna de set
meditada.
Mencién aparte debe hacerse de Ia alusi6n a la tensidn existente entre Elias y
a Ciudad Catélica de la pagina 53, que no refleja mds que la errénea captacién
de la relacién de Elias con dicho movimiento, pues de otra modo no se explica
la intensa y cordial relacién que existié hasta su muerte —trayendo a sus Con-
gresos a buen niimero de sus discipulos—, escribiendo en la revista, ni la amis-
tad sincera con muchos de los amigos de la Ciudad Catélica, especialmente con
Juan Vallec de Goytisolo, dindose la paradoja que quizé sea este grupo, por me-
dio de algunos de sus componentes, el. inico que ha recibido, recogido y acep-
tado su discipulado, como se refleja en buena parte de las obras de éstos.
En relaciéa con su filosofta juridica, en primer lugar, Mariano Hurtado trata
de precisar la teorfa de la justicia en el pensamiento de Flas de Tejada, para lo
‘que se sirve de su primera obra impresa sobre esta materia, que daca del afio
1942, su Introduccién al estudio de la ontologia juridica. E\ profesor Hurtado
parce de la base de que, para Elfas, lo justo es contenido real objetivo de la justi-
cia (pag. 197), cuyo criterio objetivo ordenador es el suum euique tribuendi
(pag. 198); en el momento practico de determinacién de lo justo concrezo (pag.
198), se entrelazan los dos érdenes normativos de la ética y de la politica, de
caya unidad ha de resultar el derecho, que se distingue de un tercer orden nor-
mativo, el de la religién. Esquema que se articula segiin dos ejes conceptuales,
vertical y horizontal, referidos a las relaciones con Dios —que informa el orden
de la ética— y a las relaciones interhumanas de la vida social como orden nor-
‘mativo de la policita, en el que se coordinan las diversas vocaciones de los hom-
bres de modo que cada cual pueda hallar el camino de la salvacién (pig. 199),
dando as{ lugar al orden juridico. En éste se armonizan la seguridad y Ia justicia
(pags. 202-203); la primera corresponde a la politica y la segunda a la ética, de
ah{ que el derecho sea la fusién de ética y politica.
Francisco Puy estudia ef concepto de derecho en Eltas de Tejada, contrado
en la definicién de «norma politica con contenido ético», para lo cual analiza
diversas definiciones efectuadas por Elfas de Tejada 2 lo largo del tiempo, dis-
tinguiendo las que considera originales de las ajenas aceptadas y de las ajenas re
chazadas (pégs. 207-213). A continuacién se refiere a los ecos que tal definicién
ha suscitado, indicando que ha sido recibida por sus discipulos en la cétedra,
189‘mientras que ha sido rechazada o ignorada por ottos aucores ajenos a ella, como
Steinecke, Zarcone, Ayuso y Vallet (pags. 213-217). ‘Teas realizar un recorrido
sobre las vicisitudes en que elabora Elias de Tejada su filosofia juridica (pags.
217-221), se establecen diversas conclusiones que responden principalmente a
las cucstiones de si tal definici6n es sélida, si refleja la visién propia del aucor y
a qué se debe su escaso eco en la comunidad cieneifica, asf como otras subsidia-
ras de ellas (pags. 222-227).
Porras del Corral se ocupa de los saberes juridicos en ef maestro extremeio.
En primer lugar, pone de manifiesto los presupuestos filoséficos y antropoldgi-
cos del pensamiento tejadiano, afincados en una concepeién catélica de toda la
realidad y tributarios de Aristételes y, més especialmente, de Santo Tomis
(pags. 230-231); a continuacién expone su teoria de los saberes (pigs. 232-
233), para continuar con Ia de los saberes juridicos (comin, técnico, cienttfico
y filos6fico) (pags. 233-236), las relaciones entre ellos, ocupando el saber filos6-
fico del derecho el lugar jerarquicamente superior (pags. 236-237) y las diversas
ramas de éste: ontologla juridica, sociologta jurfdica, ldgica jurfdica y axiologia
juridica (pég. 237), sin omitir mencionar el plus de certeza que Elias atcibufa a
la Filosofia cristiana del Derecho, de cuya realidad estaba firmemente convenci
do (pags. 237-238). Concluye el autor indicando los méritos que, a su juicio,
encrafia [a concepcién tejadiana: la propia formulacién de tal teoria de forma
coherente, el establecimiento del orden jerdrquico de los saberes, la proclama-
cién del saber filoséfico del derecho como el supremo de todos los juridicos, Ia
exposicién critica de las corrientes que a lo largo de la historia han precendido
subvertir dicho orden, y el entiquecimiento que su teorla supone para el pensar
miento juridico e iusfiloséfico en particular (pég. 238).
Medina Morales se ocupa de la, a su juicio, especial concepcién ttidimensio-
nal del Derecho de Elias de Tejada, partiendo de esta definicién: «La norma ju-
Hidica es norma politica con contenido justo». Ast, entiende que evoca una con-
cepcién tridimensionalista, «si bien indiscutiblemente peculiar, a pesar de que
a su autor no le preocupara en absoluto tal teorfa (pag. 239). Ast, Medina inter
preta que «norma» alude al aspecto formal; «politica», a la dimensién féctica, y
contenido justo» se refiere a la dimensién axiolégica, por lo que entiende que
Elias concibe el derecho como «una realidad I6gica-formal, fictica y axiolégi-
‘cay, en la que las tres caracteristicas deben darse conjuntamente, so pena de no
ser derecho (pdg. 241). Para el autor, no cabe duda alguna la existencia de una
concepcién bidimensional (Fictica-valiosa), que razona a partir del discutso te-
jadiano sobre la relacién «seguridad-justicia» (pag. 242); y cree confirmada la
tesis de la tridimensionalidad no slo por el empleo de la palabra enorma», sino
explicitamente por la siguiente afirmacién: «Una tercera consideracién del De-
echo es la que afecta a su forma, a los datos extremos que se expresan en st
formulaciéns (pags. 242-243).
Badillo O'Farrel nos introduce en Elias como «hi
iador de las ideas polti-
190cas», destacando, con gran acierto, junto a la importancia de este aspecto en la
obra del maestro, el modo de abordarlo, en el que se combinan la amplitud de
las fuentes con textos de todo tipo —no sélo estrictamente politicos—, la con-
cepcién metafisica trascendental del autor, su visién espacial, en cuanto el en-
ccuadte histérico resulta fundamental, y el marco de la tradici6n en que ese pen-
samiento sc desenvuelve (pigs. 2-3). Actitud que Badillo considera como «gran
y fundamental aportacién» para el estudio de la materia, y que atribuye a la
perspectiva filoséfico-politica que posefa Elias de Tejada (pag. 3).
‘Tres conttibuciones se dedican a las Espafias no peninsulares. Montejano
evoca las Espafias Americanas moscrando la herencia comin, dilapidada en el
XVIII, y reafirmada en los poemas Patria y Martin Fierro, de Carlos Obligado y
José Hernindez. Lema Garcia, las luso-brasilefias, y recuerda el comin sentido
de lo hispénico compartido por Portugal trasladado, también al otto lado del
Atlntico, en Brasil; su sentido misionero evangelizador y en defensa de la fe ca~
télica, el sentimiento integrador de razas, la igualdad juridica que rigié para to-
dos, [as atitonomias municipales, las libertades concretas, Y muestra cémo en
tun proceso similar al espafiol, la politica ancirreligiosa de Pombal, y las Cortes
de 1820, de modo similar a las nuestras de Cédiz, inttodujeron la rupeura y la
Europa moderna. Silvio Vitale, la napolitana; partiendo de la concepcién teja-
diana de tradicién y nacién, sefiala, siguiendo al maestro, que Napoles hispéni-
co fue verdadero reino mientras estuvo vinculado a las Espafias, parcicipe de la
misma tradicién catélica, de la misma cosmovisién y, por tanto, del mismo an-
tieuropefsmos tradicién rota en el siglo Xxvitt, hasta el punto que cuando se pro-
duce la unidad del risorgimensto, Napoles ha desaparecido para convertirse en la
posterior questione meridionale.
Las contribuciones relativas a su filosofia politica son las mds abundances.
Rafael Gambra evoca la figura del amigo con anécdotas reveladoras de su
gran fe, humanidad y generosidad; refiere que fue uno de los pilares del carlis-
mo posterior a la victoria nacional, especialmente cuando tuvo que afroncar la
ctisis producida por la actitud suicida de Carlos Hugo y su «partido carlista»s
igualmente, indica su importancia fundamental en el pensamiento cradicional,
al extender st: horizonce espacial al estudiar Ia cradicién hispana a los pueblos
herencia de la casa de Austria y de la Corona de Aragén: Napoles, Cerdefia, el
Franco-Condado...
Juan Vallet le caracteriza como filésofo realista integral, en cuanto que su
perspectiva partia del orden universal y abarcaba toda la realidad, contemplada
tanto estética como dindmicamente (pégs. 9-14). A concinuacién se refiere 2
su filosofia de la sociedad, mostrando su concepcién anteopolégica en sus di-
mensiones social e histérica, creado por Dios, set concreto ¢ histérico y natu-
ralmente sociable (pags. 14-16); su concepcién de la sociedad, diferenciada del
Escado en perspectivas politica (dominio ¢ imperio), sociolégica (poder y auto-
ridad), hist6rica (las comunidades naturales incermedias y el Estado) (pags. 18-
19120) y juridica, indicando la imporeancia de las libertades concretas, los fueros,
el bien comin (pags. 20-21) y la cradicién en la concepcién tejadiana (pags
23.24),
‘Miguel Ayuso dedica su estudio a tema tan crucial en el pensamiento de Blt-
as como fue el de los fueros. Indica lo que significan en el pensamiento tejadia-
no desde la perspectiva filoséfica (pigs. 61-63), juridica (pags. 63-68), social y
politica, que suponen una concepcién orginica de la sociedad, expresién de un
régimen de convivencia, de una concepcién y manifestacién de la comunidad
politica, de libertades concretas, de circulos de poderes a los que el poder del
Estado ha de reconocer y respetar (pags. 68-72), para concluir con la preocupa-
cidn tejadiana de la actualizacién del foralismo (pégs. 72-73). La aportacién de
Ayuso est4 enriquecida por la alusién al desarrollo paralelo de estos temas en
‘otros aurores como Vallet, Puy, D’Ors 0 Gamba,
Martinez-Sicluna se ocupa de una cuestién también nuclear en el pensa-
miento de Eltas de Tejada y que consticuyé uno de sus /eit mosiven durante toda
su vida: la antinomia Europa-Espafia. Desarrolla la cuestién, con toda fidelidad,
al hilo de la exposicion de Elias en diversas obras; muestra que ambos concep-
tos no son geogréficos, sino histéricos; destaca cémo en ese antagonismo la
«claves esc4 en que Espafa representa, aun hasta nuestros dias (pags. 92-93), la
civilizacién de la tradicién cristiana, heredera de la Cristiandad, mientras que
Europa, en enfretamiento con ella, significa la civilizacién de la revolucién
(pag. 88). Y asi, Espafia se empefia en mantener y defender, frente a Europa,
tuna cosmovisién catdlica de la vida, con libertades, limitacién del poder y el so-
berano limitado por el derecho en aras del bien comiin; es decis, todo aquello
que Europa rechazé en cinco fracturas sucesivas (pags. 85-87). Antes, la autora
muestra cémo se ha ido formando Espafia —las Espafias— y lo que ello signifi
ca (pigs. 79-84), para lo que se ha servido de la distinci6n de Elfas entre nacién
y tradicién (pigs. 76-78).
Lorca Navarrete, tras la evocacién personal del amigo y del maestro, sefiala
que, para Elias, la tradicién andaluza estaba constituida por un tipo humano
perfectamente definido, pues si bien la tradicién era patente en lo psicoldgico y
‘en lo sociol6gico, en cambio, era inexistente en lo politico. Con un texto de su
ponencia en las «Primetas Jornadas Andaluzas del Reino de Sevilla», celebradas
‘en mayo de 1977, muestra la oposicién de Elfas a una Andalucia de ascendencia
islamica, pues no hay histéricamente otra que la cristiana y espafiola, que cstd
Isjos de suponer intransigencia histérica alguna por parte del maestro, como
muestra Lorca al compararlo con unas reflexiones de Dominguez Ortiz sobre la
jidentidad andaluza.
Estanislao Cantero en su estudio, que junto con el de Puy son los dnicos
que se acercan al maestro con espiritu erftico, aunque de diversa indole, y por
ello resultan mas abiertos a la polémica, se ocupa de la tradicién, De modo pre-
liminar muestra la influencia indudable de Menéndez Pelayo en la obra de Elias
192y [a suscancial identidad —salvo la cuestién dindstica— encre la de éste y la an-
terior de Accién Expafiola (143-149). Seguidamente se ocupa de reconstruir ef
itinerario tejadiano para claborar un esquema tedrico de la tradicién (pégs.
149-156), para continuar con el concepto y la realidad de la tradicién politica
espafiola: su formacién (pigs. 157-162), el sentido providencialista de la histo-
tia de Espana que tenfa Elfas, los elementos consticutivos de esa tradicién —la
religién catdlica, la monarquta federativa y misionera y los fueros— y el pensa-
miento politico como contenido concreto de esa tradicién (pigs. 163-168). En
un amplio epigrafe se ocupa de realizar un balance critico interpretative de su
pensamiento, distinguiendo al politico del intelectual, centrado en su rechazo
final de Balmes al no considerarlo tradicional, indicando que, cn tal cuestién,
se dejé llevar por su apasionamiento y militancia politica (pégs. 168-174).
Palomar Maldonado analiza la monarquia tradicional defendida por Elfas de
‘Tejada, encarnada concretamente en el carlismo, parangonando su obra, ex-
puesca principalmente en La monarguta tradicional (1954) y en :Qué es el carlis-
‘mo? (1971), con El manifiesto de los persas, de 1814, y con ta Manifescaciin de
os ideales sradicionalistas al Genenalisimo y Jefe del Estado espaftol, de 1939, de
Fal Conde. Tradicién contra Revolucién (pags. 185-188), Europa contra la
Cristiandad (188-190), Espafta contra Europa, el carlismo como continuador
exclusivo de esa tradicién y los fuetos como sistema de libertades (pags. 190-
193), son cuestiones esenciales en Elias, que Palomar desgrana, para concluir en
el concepto de Monarquia tradicional: la Corona y sus instituciones. El rey rei-
na y gobierna sometido a las leyes fundamentales del reino; las Cortes orgénicas
con verdadera representacién, con voto de sus diputados de efecrividad obliga-
totia y mandato imperativo y los diversos Consejos ocupindose de lo técnico-
administrativo, y Juntas y Cortes en los diferentes reinos y tertitorios con sus
consejos regionales. Y, para todos, el juicio de residencia, para evitar y, en su
caso, corregir todo enriquecimicnto injusto (pigs. 193-196).
Por iltimo, daremos cuenta de las que no tratan directamente de la obra de
Elias de Tejada.
‘SutSé Llinas realiza un estudio analitico de los saberes politicos partiendo de
un personal planteamiento metodolégico estructuralista.
Fernandez de Escalante efecnia una severa critica a Sabine Arana —y a los
actuales separatistas—, al haber confundido imperdonablemente Nacién y Es-
tado, y haber dirigido sus agravios contra aquélla, en lugar de haberlo hecho
contra éste, tal como los carlistas —que representaban de verdad a la nacién—
habfan hecho, ¢ hicieron en el 36, contra el Estado liberal.
Canals se ocupa de una cuestién no desarrollada monogréficamente por
Elias, pero casi con toda seguridad compartida en cuanto a la tesis sustentada:
Ia continuacién del enfrentamiento Espafa-Europa en Catalufia, que hereda de
la cristiandad, como constitutivo sustancial, el espiritu tradicional, antimoder-
no y antieuropeo. Canals, en apretada sintesis, se refiere a la tradicién catalana
193cn el Xvill, que pervive hasta nuestros dias, y al origen extrinseco del moderno
nacionalismo.
“Augé muestra el cruce de la sucesién carlista y el legitimismo francés, cuan-
do ala muerte del conde de Chambord (1883) y la de Juan II (1887), el pre-
tendiente espafiol Carlos VII pas6 a serlo tambie
como Carlos XI, aunque mantuvo ante una delegacién legicimista Francesa que
no podia aspirar al trono de Francia siendo rey legftimo de Espafia, si bien con-
servaba los derechos para transmitirlos a su familia y, a su muerte, pasaron a Jai-
‘me Ill, Jaime I para los franceses, y de ahi a Alfonso Carlos, Carlos XII para los
franceses.
Esperamos que este volumen contribuya a un mayor conocimiento de la
obra de Elias de Tejada y, gpor qué no?, a que se investigue en él con nuevas te-
sis docrorales, pues su pensamiento no s6lo da para investigaciones de carfcter
histético, sino que tiene vitalidad suficiente para posteriores desarrollos basados
en sus ideas. Buena prueba de ello es este mismo libro, donde se percibe su ma-
gisterio, y otras sedes como la revista Verbo o el Seminario de Filosofia del De-
echo de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislacién, como se puede per-
cibir en los voliimenes ya publicados por la editorial Actas: Los principios gene-
rales del Derecho (1993), Guerra, Moral y Derecho (1994) y El Estado de Derecho
2996).
MARIA DEL CARMEN FERNANDEZ DE LA CIGONA
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