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La memoria de que hablamos aqu no est esencialmente orientada hacia el pasado, hacia

un presente pasado del que se juzga que existi real y previamente. La memoria permanece
con huellas, con el objeto de preservarlas, pero huellas de un pasado que nunca ha sido
presente, huellas que en s mismas nunca ocupan la forma de la presencia y siempre
permanecen, por as decirlo, venideras: vienen del futuro, del porvenir. La resurreccin, que
es siempre el elemento formal de la verdad, una diferencia recurrente entre un presente y
su presencia, no resucita un pasado que haba sido presente; compromete el futuro. (J.
Derrida 1986/1989, 69)

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