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CAPITULO I

DEFINICION DE HISTORIA

El término “Historia” deriva de una antigua expresión griega que significa “conocimiento
adquirido mediante una investigación”. La búsqueda de datos se expresa en una narración,
por lo que “Historia” viene a significar el “relato de los hechos en forma ordenada y
cronológica”.

Con el transcurso del tiempo surgieron nuevas interpretaciones de lo que es realmente la


Historia. Para algunos especialistas es la ciencia que se ocupa de los hechos de los hombres.
A través de esos hechos se llega al conocimiento del pasado en el que el ser humano ha
intervenido directa o indirectamente y al relatarlos o narrarlos por escrito, se intenta analizar
sus causas y consecuencias. Para muchos expertos, la Historia es una ciencia que interpreta
las causas y el sentido de los hechos del hombre a través del tiempo.

En consecuencia, se puede definir a la Historia como la ciencia que describe, explica y


comprende las causas del los fenómenos trascendentales de la humanidad en
épocas sucesivas.

Sin embargo, hay quienes sostienen que la Historia no es una ciencia porque es imposible
someter los hechos y el conocimiento a análisis exactos o de laboratorio para luego formular
leyes. La historia no es un sistema inteligente. La historia es un concepto. No tiene objetivo
alguno y no puede actuar con respecto a su objeto: El hecho histórico

De esta definición y siguiendo a Henry I. Marrou la historia tiene que ver con los hechos
acontecidos en el pasado, con lo real. El historiador narra los hechos tal como acontecieron, y
toma de ese pasado el hecho histórico para reconstruirlo desde su presente, es decir hace
presente ese pasado.

La historia es el resultado del esfuerzo, en un sentido creador por el que el historiador


establece esa relación entre el pasado que evoca y el presente que es el suyo. El historiador
es un vector del conocimiento, Sin él no hay historia, por eso es inseparable.

Objeto y método de la Historia

La misión y el principal objetivo de la Historia son sistematizar y ordenar la gran cantidad de


datos, destacando por sobre todos, los más importantes. El historiador estudia y selecciona
esos datos de acuerdo a su importancia.

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Como disciplina, la Historia posee sus propias técnicas y métodos, entendiéndose por
“método” al conjunto de procedimientos a seguir durante una investigación, en su anhelo por
alcanzar la verdad.

Cuando el historiador investiga, debe disponer de una amplia información, reunir la mayor
cantidad de datos posibles y, por sobre todas las cosas, dominar el método y las técnicas de
investigación. Su meta principal es ofrecer resultados concretos y fidedignos, desprovistos de
toda parcialidad. Para ello deberá dejar de lado sus propias ideas y convicciones y trabajar
fríamente y lejos de todo interés particular.

Las etapas de la investigación histórica son:

1. La heurística: es el trabajo de la búsqueda de datos.


2. La crítica: que es el examen y análisis de los datos hallados.
3. El ordenamiento y la exposición: forma adecuada de relatar la investigación realzada.

Importancia y necesidad de la Historia:

Fuentes de la Historia

Las fuentes de la Historia son las huellas del pasado; constituyen el material que permite la
reconstrucción de los hechos y el medio indispensable que el historiador utiliza para cumplir
su tarea.

Esas fuentes pueden ser:

1. Las tradiciones: noticias, rituales, costumbres, mitos y leyendas. Son las más
inseguras e imperfectas.
2. Los monumentos: obras erigidas por el hombre (edificios, esculturas, grabados,
imágenes) que el investigador analiza para extraer conclusiones. Muchos pueblos del pasado,
como los calchaquíes y los diaguitas, que no han desarrollado ningún tipo de escritura, son
estudiados a través de sus monumentos.
3. Los documentos: son los testimonios escritos (manuscritos, inscripciones, impresos) y
constituyen la fuente principal, aunque no del todo definitiva, de la Historia.

Ciencias auxiliares de la Historia

Para su mejor desarrollo, la Historia recurre a otras disciplinas del saber humano, algunas de
ellas puramente históricas y otras independientes. Son ellas:

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1. Las específicamente históricas:
1. La Cronología: estudia el tiempo en el que tuvieron lugar los acontecimientos.
2. La Arqueología: Investiga ruinas y monumentos antiguos.
3. La Epigrafía: descifra las antiguas inscripciones sobre restos duros (piedras,
muros, lápidas, metales).
4. La Paleografía: descifra escrituras antiguas sobre papel.
5. La Numismática: estudia monedas y medallas antiguas.
6. La Sigilografía: se ocupa del estudio de antiguos sellos.
7. La Heráldica: estudia escudos y blasones nobiliarios.
8. La Genealogía: ciencia que trata la serie de ascendientes de un individuo y su
familia y establece sus parentescos y vinculaciones.
9. La Iconografía: es el reconocimiento de imágenes a través de retratos.
10. La Filología: ciencia que estudia la lengua y los fenómenos culturales de un
pueblo.

1. Ciencias independientes que auxilian a la Historia


1. La Geografía: disciplina que se dedica a estudiar los lugares en los que se
desarrollaron los hechos.
2. La Cartografía: muy vinculada a la anterior, estudia y/o confecciona los mapas
donde acontecieron los hechos.
3. La Demografía: analiza la población de cada lugar, sus ocupaciones,
actividades, censos, etc.
4. La Antropología: ciencia que se ocupa del hombre en todos sus aspectos,
incluyendo sus restos.
5. La Paleontología: que estudia los seres del pasado o las muestras de su
actividad que se encuentran fosilizadas en los estratos de la corteza terrestre.
6. La Etnología: disciplina que clasifica las diferentes razas humanas.
7. La Economía: que se transforma en herramienta para la Historia cuando analiza
hechos del pasado.

La Historia y las Ciencias Sociales

Ciencias Sociales son el conjunto de disciplinas que estudian el individuo como componente
de la sociedad. Se las llama también Ciencias Humanas. Son ellas: la Historia, la Sociología,
la Geografía, la Antropología, la Demografía, el Derecho, la Filosofía, la Psicología y la
Economía. Sus vínculos son muy estrechos ya que cada una se ocupa del hombre en su
respectivo terreno. Por ejemplo, la Historia lo hace a través del tiempo, colaborando en el
estudio de su evolución en los procesos sociales con aquellas que tratan al hombre en el
presente.

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De acuerdo a cada tema, los estudios históricos requieren de aquellas ciencias para su
tratamiento; la Geografía para ubicar a los distintos pueblos, la Cartografía para reproducir
los lugares en los que se movieron y así las restantes.

División del tiempo por Eras

Se cuenta el comienzo de los tiempos históricos a partir de un año determinado, en el que se


produjo un suceso memorable y trascendente. Los romanos lo hicieron a partir del año de la
fundación de su capital y a partir del siglo VI, se lo empezó a hacer desde el año del
nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, hecho establecido por Dionisio el Exiguo, monje del
medioevo que determinó que el hecho aconteció el 25 de diciembre del año 753 de la
fundación de Roma. Todo lo ocurrido anteriormente se indica con la trascripción (a. C.) es
decir, “antes de Cristo” o anteponiendo un signo negativo al año en cuestión (ej: -753). Las
fechas, anteriores a Jesús se cuentan a la inversa; las posteriores ascienden a partir del
número 1 y marcan el comienzo de la Era Cristiana.

HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA:

La historiografía es la ciencia de la historia; de donde resulta que la historia es el objeto de la


historiografía; sin embargo, no habría historia sin historiografía. Es decir, lo que singulariza el
fenómeno que llamamos historia es que consiste en un proceso de autoconciencia, de
reflexión sobre sí mismo. Y la historiografía es la forma más elaborada de esa conciencia. De
otro modo, toda nuestra conciencia viene determinada por el pasado y nuestro hacer en el
presente depende de esa conciencia histórica. Y es justamente a ese hacer con conciencia,
ese hacer humano, a lo que llamamos historia; otra cosa sería mera biología.

En primer lugar, tenemos un proceso vasto y complejo; es decir, tenemos algo que sucede en
el tiempo y tiene, por tanto, un carácter asimétrico, vectorial, cuya amplitud abarca a toda la
especie humana y en el que intervienen múltiples y diversos elementos.

La historia, además, como la vida de donde procede, es crecimiento. Basta para comprobarlo
comparar los miles de millones de individuos que hoy pueblan el planeta Tierra con los
escasos miles de las primeras culturas paleolíticas. Por supuesto que el crecimiento se puede
decir en otros sentidos; pero parece que este modo de crecimiento es el más evidente y fácil
de evaluar.

La historia, en consecuencia, es organización de la vida humana, lo que resulta claro al


observar la mayor diferenciación de funciones, y de organismos e instituciones que se ocupan

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de ellas, en las modernas sociedades posindustriales al lado de las primitivas comunidades de
cazadores, lo cual se traduce en una creciente complejidad de la vida social.

La historia como conciencia: El continuo desarrollo de las ciencias humanas y de la


naturaleza, y la divulgación del saber y de la información a capas cada vez más amplias de la
población, explican suficientemente este aspecto del devenir histórico.

La historia como personalización: En la historia el individuo va conquistando penosamente


el derecho a que se le reconozca y considere por sí mismo, como ser humano, y no como
miembro pasivo de una estructura superior, como extraño (es lo que hoy llamamos Derechos
Humanos). Los profetas y filósofos ya enseñaron hace tiempo que todas las personas tienen
derecho a que se les considere como tales, que todos somos hijos del mismo Dios, y hoy no
son pocos los territorios en que la teoría jurídica, política e ideológica asume este
reconocimiento; pero su realización es siempre incompleta (acaso porque su logro tiene ese
carácter de horizonte utópico que tantas veces ha inspirado a filósofos y profetas).

¿Para que el estudio de la Historia?

Toda acción personal está cargada de sentido, lo que supone un conocimiento y concepción
de la Historia (ya sea activa o pasiva, lo más normal); de ahí la necesidad de entender lo que
somos y hacemos en el presente. Dicho de otro modo, nuestra mente se ha formado con los
materiales que la historia ha arrastrado hasta nosotros y todas nuestras acciones tienden a
mantener o subvertir, lo sepamos o no, nos guste o no, un determinado orden social.

Pero todo presente es a la vez el pasado (y en el pasado sólo buscamos el presente); es


decir, el pasado que el historiador interpreta no es un pasado fijo, sino que se mueve
según el tiempo desde el que el historiador observa y la perspectiva social que el
historiador adopta, de modo semejante a como se mueve un paisaje según el montañero
asciende a la cumbre. O lo que es lo mismo, la historia que al historiador interesa es la que le
permite entender su presente y no otra; porque para nosotros nada hay tan importante como
nuestra propia vida y todo lo que hacemos cobra sentido en función de su conservación y
mejora. Por tanto, aún cuando no seamos conscientes de ello, estudiamos e interpretamos el
pasado desde la preocupación por el presente y al mismo tiempo el presente ilumina nuestra
percepción del pasado.

A todo lo cual podemos añadir una nueva matización; porque el presente no es unívoco, sino
que aparece atravesado de múltiples tensiones que son resultado del choque de intereses
también múltiples. ¿Qué perspectiva debe elegir el historiador? Sin duda aquella que le

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permita desvelar la estructura de poder subyacente en la sociedad de su tiempo. Decía Tuñón
de Lara que el historiador debe responder siempre a una triple pregunta: ¿Quién tiene el
poder? ¿Quién y cómo lo ejerce? ¿En nombre de quién? La perspectiva que permita
responder a esa triple pregunta será la del historiador. La elección no es fácil y en ocasiones
puede ser arriesgada, porque al poder nunca le ha gustado que se descubran sus
interioridades.

Lo cual nos descubre una dimensión inesperada en el historiador, su dimensión política, es


decir, colectiva, y ética, es decir, personal. Porque somos humanos en tanto que
ciudadanos, en tanto que seres históricos, y como seres humanos somos herederos de la
historia y sólo en la historia podremos dar sentido a nuestra vida asumiendo conscientemente
(o sea, libremente, al margen de los imperativos del poder) el proceso de personalización que
pasa a través de nosotros; es decir, conquistando el derecho a la libertad, el derecho a ser
personas.

Dicho de otro modo, estudiamos historia porque vivimos en la historia y necesitamos conocer
su funcionamiento para cambiarla y hacerla mejor, para adaptarla a nuestras necesidades en
definitiva. Podemos vivir sin saber física, química o matemáticas; porque el universo no
necesita de nuestra intervención para funcionar.

Pero, si en la historia no intervenimos ni tomamos decisiones, otros lo harán por nosotros y


nos obligarán, incluso contra nuestra opinión y voluntad. Por eso, si queremos construir la
historia en vez de padecerla, si queremos cambiar y humanizar el mundo, si queremos crecer
como personas, necesitamos intervenir conscientemente sobre la historia.

¿Acaso no te gustaría diseñar tu propia ropa y decorar tu cuarto o tu propia casa en vez de
aceptar los que te dan ya hechos sin haberte consultado? Necesitamos estudiar historia para
ser más, pero también para aprender a gozar del patrimonio que la historia, la humanidad
que nos ha precedido, nos ha legado, del mismo modo que aprendemos a saborear las
comidas que rechazamos en la infancia y adolescencia.

ESTRUCTURA DE LA HISTORIA:

La historia es un proceso de sentido único, o sea, vectorial (de lo simple a lo complejo, etc.);
pero este movimiento no es uniforme ni homogéneo, sino que se concreta en el espacio y en
el tiempo en culturas y civilizaciones, que constituyeron a modo de ramificaciones del gran
tronco de la Historia al que hoy, cuando la Historia se hace Universal, planetaria o global,
vuelven a la manera de afluentes.

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Unas y otras constituyen la respuesta (los medios materiales y formales desarrollados por la
comunidad humana para mantener y mejorar sus condiciones de vida) que determinados
grupos humanos han dado al problema de la vida en sociedad, válida en tanto que posibilitó
la duración de esas comunidades hasta su disolución o integración en otras posteriores.

Así, emplearemos los términos

• CULTURA para los pueblos que aún no han alcanzado la revolución urbana,

• CIVILIZACIÓN para designar los logros, tanto materiales como


espirituales, de aquellos pueblos que ya la han rebasado

Esta diferencia suele implicar otra: Los pueblos que han permanecido o permanecen en el
estadio de la cultura interpretan la realidad mediante mitos (pensamiento mítico) y tienen una
concepción cíclica del tiempo; en cambio, los pueblos que acceden a la civilización, sin
renunciar a los mitos, desarrollan la ciencia (pensamiento científico) como instrumento para
explicar lo real y una idea vectorial del tiempo, lo que aplicado a su propia realidad da como
resultado la aparición de la conciencia histórica, de la historiografía y de la Historia.

Por tanto, si el objeto de la historiografía es la Historia, debemos añadir que el estudio de la


historia se concreta en el estudio de las civilizaciones.

Hay además otra diferencia fundamental. Con la revolución urbana y la aparición ya de


importantes excedentes de producción, consiguiente a la revolución tecnológica desarrollada
entre los milenios –V y –III (invención de la rueda, arado, riego artificial, navegación a vela,
metalurgia, ladrillo, calendario solar, escritura...), determinados grupos humanos encuentran
más rentable apropiarse de lo que producen otros en vez de producirlo ellos con su propio
esfuerzo. Para asegurarse el control de la producción y el dominio de las personas, idearán
toda una serie de instituciones, el Estado, que les permitirán gozar permanentemente de
este poder. Aparece por tanto la ciudad como centro de intercambio o mercado, y sede del
Estado. La costumbre del poder generará tal alienación, enajenación o locura, que llevará a
los poderosos a toda clase de violencias para conquistarlo y conservarlo.

CIVILIZACIONES

El concepto cultura es un término amplio y es frecuentemente utilizado para denominar a


todas las manifestaciones materiales y espirituales que cualquier agrupación de personas
posee como características propias. Por el contrario, el concepto civilización es usado para

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referirse únicamente a las poblaciones que alcanzaron un determinado nivel de desarrollo
cultural.

En un sentido estricto, el concepto civilización proviene del término latino civitas, el cual
quiere decir ciudad; debido a esta circunstancia, tradicionalmente se suele entender que las
primeras civilizaciones son aquellas que construyeron ciudades. Sin embargo, existen casos
en que se han descubierto ciudades sin encontrarse rastros de una civilización, como ocurre
con las ruinas de Jericó; por el contrario, hay casos en los que se han detectado civilizaciones
que no construyeron grandes ciudades, como es el caso de la civilización Khmer, que se
desarrolló en la actual Camboya durante el siglo XI.

Actualmente se considera como la definición más acertada la propuesta por el antropólogo


Clyde Kluckhohn, quién señaló que para que una cultura sea denominada civilización es
necesario que cumpla una serie de requisitos.

Requisitos para que una cultura sea denominada civilización

En primer lugar, este autor estadounidense plantea como requisito la existencia de


aglomeraciones de al menos 5.000 habitantes, es decir, que hayan formado un sistema
urbano. Como segundo requisito, señala la existencia de una lengua y un sistema de escritura
que sea de conocimiento y uso colectivo. Un tercer aspecto que Kluckhohn identifica, son los
centros ceremoniales, utilizados para practicar cultos religiosos. Y finalmente, este
antropólogo ha establecido como cuarta característica de una civilización, la existencia de una
autoridad central con la capacidad suficiente para ejercer control sobre la población, es decir
la presencia de cualquier forma de Estado.

Primeras civilizaciones

Los primeros pueblos que poseyeron estas características en la historia de la Humanidad


fueron las civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, India y China.

La primera civilización que desarrolló un sistema urbano y un sistema de escritura fue la de


Sumer, que se ubicaba en la zona que antiguamente se conocía como Mesopotamia y en la
actualidad ocupa Irak. Las primeras ciudades sumerias, como Ur o Uruk datan del año 3.500
antes de Cristo. Posteriormente, hacia el año 3.200 a. de C. aparecieron aglomeraciones
urbanas en el actual territorio de Egipto, en las riberas del río Nilo. Hacia el año 2.500 a. de
C. se han detectado sistemas urbanos en el valle del río Indo en el subcontinente indio, y en
China se registran indicios de civilización en el año 1.800 a. de C. No obstante, la distancia
entre cada una de las civilizaciones que acabamos de enunciar, y al escaso contacto entre
ellas (Mesopotamia con Egipto, India con China), compartieron varias características:

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• Estas cuatro civilizaciones se establecieron en las riberas de grandes ríos y se
desarrollaron en extensos valles fluviales, por tanto la base de sus economías fueron la
agricultura y la ganadería.

• Todas estas civilizaciones tuvieron importantes centros urbanos, que en casos como
Mesopotamia y Egipto funcionaron como grandes complejos políticos, comerciales y religiosos.

• Mesopotamia, Egipto, India y China desarrollaron sociedades jerarquizadas y


estratificadas en estamentos clasificados de acuerdo a su especialización. En estas sociedades
no existía la movilidad social, puesto que practicaban un estricto respeto por las tradiciones y
la herencia.

• Estas cuatro civilizaciones son reconocidas por poseer enormes monumentos


arquitectónicos, los que están principalmente asociados al poder político y a las
manifestaciones espirituales y religiosas, como por ejemplo la construcción de necrópolis o
cementerios.

• Todas estas civilizaciones lograron grandes avances en el aspecto científico,


especialmente en el campo de la astronomía, las matemáticas y la medicina. Estos avances
fueron aplicados a la construcción de sus grandes monumentos y en obras de uso público.

• Estas cuatro civilizaciones fueron marcadamente esclavistas y generalmente la


construcción de sus obras arquitectónicas y de ingeniería se realizaron con mano de obra
esclavizada, la que obtenían como botín de sus guerras de conquista sobre pueblos menos
desarrollados.

• Mesopotamia, Egipto, India y China son llamadas civilizaciones hidráulicas ya que


construyeron sistemas de regadío, debido a la dependencia que tenían de los ríos para
desarrollar sus actividades agrícolas y para asegurar su subsistencia.

Civilización Semita

El término semita hace referencia a los pueblos citados en la Biblia descendientes de Sem,
hijo primogénito de Noé. En la Biblia, en el libro del Génesis se encuentra la narración del
diluvio y en ella está la genealogía en la tabla de los pueblos donde se hace referencia a los
semitas. Los antiguos pueblos de habla semítica incluyen a los habitantes de Aram, Asiria,
Babilonia, Siria, Canaán, incluidos los hebreos y Fenicia. Las poblaciones actuales que tienen
lenguas semíticas incluyen a los árabes, los judíos, los etíopes y los arameos (comunidades
del Líbano y norte de Iraq).

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El término semita fue propuesto inicialmente para referirse a las lenguas emparentadas con el
hebreo por Ludwig Schlözer, en el "Repertorium" de Eichhorn, vol. VIII (Leipzig, 1781). A
partir de Eichhorn el término se generalizó y consta en la Enciclopedia Católica que ya en
1807 había sido adoptado como término étnico. Por extensión, semita se empezó a utilizar
para designar a los pueblos hablantes de las lenguas semíticas y sus realizaciones culturales.

La famosa teoría de Robert Hooke decía que los semitas cruzaron desde las islas asiáticas por
el Océano Pacífico hasta llegar a América y establecer su población.

Los pueblos de lengua semita estaban constituidos por un conjunto heterogéneo de pueblos y
etnias, todos ellos pertenecientes a la antigua familia lingüística semita. La acepción racial de
semita es hoy considerada pseudo científica, y su uso desaconsejado. La relación entre los
pueblos semitas se debe exclusivamente a su origen lingüístico y cultural, por lo que el uso de
semita se debe circunscribir a estos ámbitos. Es pues impropio hablar de "razas"
indoeuropeas o de "razas" semitas, sino que debe hablarse de pueblos que hablaron alguna
de estas lenguas.

Civilización Indoeuropea

Lenguas indoeuropeas es el nombre con el que se engloba a un grupo de lenguas


emparentadas, que deben su parentesco a derivar de la protolengua indoeuropea hablada
hacia el IV milenio a. C.. El parentesco y la idea de que dichas lenguas procedían de una
fuente común fue reconocido ya por Willima Jones en el siglo XVIII, durante el siglo XIX
diversos filólogos iniciaron el estudio comparado de las lenguas indoeuropeas desarrollando el
método comparativo que permitió reconstruir ciertos aspectos de la lengua original.

Fuera del trabajo estrictamente lingüístico durante el mismo siglo XIX se empezó a especular
sobre el pueblo o pueblos originarios que hablaron el protoindoeuropeo. En esa época se
concebía que dicho pueblo pudiera ser un supuesto grupo étnico homogéneo racialmente y
con tradiciones uniformes, al que se llamó raza aria.

Aunque esa propuesta no era estrictamente científica ni correctamente asentada rápidamente


dio lugar a interpretaciones racistas de la "mentalidad aria" que supuestamente contrastará
con la mentalidad de los semitas, que a su vez hablarían otro grupo de lenguas. El abuso y
utilización política de esa hipótesis intelectual condujo al racismo que fundamentó parte de la
ideología del nazismo alemán.

Es muy importante señalar que no existen razas indoeuropeas sino lenguas indoeuropeas. Las
similitudes entre diferentes pueblos indoeuropeos a nivel cultural, religioso y lingüístico no

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implican la existencia de una raza homogénea, por ende, el concepto indoeuropeo pertenece
por completo a la lingüística y no a la genética poblacional.

Por tanto, aunque puede considerarse la posibilidad de que existieran migraciones de pueblos
indoeuropeos que difundieran rasgos culturales, entre otros la lengua, en un periodo de la
Edad Antigua, y en un espacio que iría de Europa al norte de la India e Irán, es
completamente impropio hablar de pueblos indoeuropeos en la actualidad.

ESTRUCTURA DE LAS CIVILIZACIONES

Las sociedades humanas son sistemas vivos; es decir, conjuntos de familias organizados
para asegurar la supervivencia y crecimiento de la comunidad, con capacidad para obtener,
elaborar e integrar materiales del medio natural y de otras sociedades.

A. El Contexto Internacional

La última cualidad citada supone que toda sociedad es, al mismo tiempo, un subsistema
dentro del sistema que forman las sociedades de su civilización, y ésta, a su vez, otro
subsistema en el sistema de todas las civilizaciones.

Por tanto, antes de iniciar el estudio de una sociedad concreta en un tiempo concreto, es
preciso situarla dentro de las coordenadas históricas del momento y hacer referencia
al tipo de relaciones que mantendrá con las otras sociedades de su entorno, lo que
nos dará los parámetros para evaluar su desarrollo.

Establecido ya el marco de referencia internacional, abordaremos el estudio de nuestra


sociedad de dos maneras distintas:

• sincrónicamente; es decir, su situación en un momento determinado de su historia,


y
• diacrónicamente; vale decir, su evolución a lo largo del tiempo.

B. El Estudio Sincrónico

Al analizar cualquier formación o sistema social debemos considerar que estudiamos el modo
de vida de personas que, básicamente, tenían los mismos problemas que nosotros; es decir,
nacían, crecían, se emparejaban, sufrían y gozaban, tenían hijos y morían; se relacionaban
con otras personas, trabajaban y se encontraban integrados en jerarquías sociales y políticas
que estimulaban o bloqueaban su desarrollo humano o social; finalmente participaban de un

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complejo sistema de valores, normas, costumbres, hábitos y creencias, de unas mentalidades
en fin, cuya comprensión nos permitirá entender no sólo su mundo, sino también el nuestro,
que en definitiva es el objetivo de toda historia como más adelante veremos.

Todas las actividades y situaciones enunciadas, para un estudio más cómodo, las podemos
agrupar en tres estructuras sectoriales básicas:

1. Estructura socioeconómica: Integrada por dos subestructuras complementarias.

a) Estructura económica: Llamamos así al conjunto de medios humanos y materiales, y de


relaciones sociales encaminadas a producir y distribuir bienes y servicios; es decir, todo lo
necesario para la vida de los individuos y de la comunidad. En ella conviene distinguir:

• Medio natural: El espacio geográfico (ubicación, relieve, clima, recursos...) donde se


desarrolla una sociedad.
• Población: La protagonista de toda historia, portadora de la fuerza de trabajo, cuyo
potencial biológico y capacitación científico-técnica importa destacar.
• Medios de producción: También llamados capital, están constituidos por todo el
equipamiento material y científico-técnico con que cuenta la sociedad. Su diverso desarrollo
influirá decisivamente en las
• Relaciones de producción: Son las relaciones que se establecen entre los grupos
humanos que se apropian de los excedentes de producción y los productores directos
(amos y esclavos, señores y siervos, empresarios y asalariados...), y muestran de qué
manera se efectúa la apropiación.
• Carácter de la producción: La producción puede estar orientada hacia actividades
muy diversas: agricultura, ganadería, industria, servicios, etc.

Medios de producción y relaciones de producción constituyen el núcleo de toda


estructura económica y determinan a largo plazo la índole y desarrollo de una sociedad.

b) Estructura social: Llamamos sociedad a un conjunto humano estable organizado


primariamente en familias, pero susceptible, además, de otros tipos de organización
(estamentos, parroquias, gremios, sindicatos, iglesias...), que comparte un territorio, unas
instituciones y una cultura.

Desde que, con la revolución urbana, aparecen los primeros excedentes de producción, toda
sociedad se halla estructurada en clases sociales; es decir, presenta un determinado orden
social.

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Una clase social está constituida por el conjunto de familias que ocupan el mismo lugar en
unas relaciones de producción dadas; esto es, se delimita por el modo y proporción en que
sus miembros participan de la riqueza o renta social, lo que determina un estilo peculiar de
vida que se manifiesta en comportamientos, hábitos, creencias, grados de bienestar y de
formación, opciones políticas...; aunque todas las clases sociales tienden a imitar los
comportamientos de la clase dominante.

Básicamente encontramos dos grupos de clases:

• Clase dominante: Es la que controla la distribución y se apropia de los excedentes;


posee, por tanto, el poder económico (nobleza feudal, grandes terratenientes, burguesía
industrial, burguesía financiera...) y controla el poder político.

• Clases dominadas: Son las que, por carecer de dicho control, se hallan en total
dependencia de la clase dominante (esclavos, siervos, proletariado rural y urbano,
asalariados...)

Es frecuente a veces que la estructura social básica esté reforzada por una estructura jurídica,
e incluso religiosa, que trata de consolidar la organización clasista; tenemos así los:

• estamentos, el segmento social delimitado y defendido por un estatuto jurídico


propio, y las

• castas, el grupo humano caracterizado por su pertenencia a una determinada religión


o creencia cuando no tiene comunicación con otros grupos.

2. Estructura jurídico-política: Se concreta en el régimen político que, constituido y


definido por el sistema político y el sistema de poder, es la manera con que la clase
dominante se organiza y organiza a la sociedad para mantener su poder.

• El sistema político es el conjunto de individuos (de la alta nobleza, del alto clero,
electores...) y de instituciones (Rey, Cortes, Consejos, Ministerios...) que participan en la
formulación de decisiones (órdenes, decretos...) y de normas (fueros, constituciones,
leyes...), así como esas mismas normas, que regulan el funcionamiento de la sociedad para
asegurar la conservación de las relaciones de producción que se dan en la estructura
económica.

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• El sistema de poder lo constituyen las instituciones (administrativas, judiciales,
educativas y en última instancia la fuerza) encargadas de imponer a la sociedad la aceptación
y realización de tales decisiones y normas.

No siempre coinciden poder económico y poder político en el mismo grupo social; pero
siempre, salvo en las coyunturas revolucionarias, existe armonía y complementariedad entre
el poder político y el poder económico.

3. Estructura ideológica: Constituida por la ideología y los medios de difusión y control


ideológicos.

La ideología es la representación ideal que de sí misma tiene una sociedad, de sus valores y
de sus fines, y está inspirada por los intereses de la clase dominante a los cuales justifica y
legitima.

• Los medios de difusión ideológica son las instituciones o instrumentos por medio de
los cuales se socializa la ideología: la religión, las fiestas y ritos, el arte, la literatura, la
prensa, la escuela, etc.; es decir, todo aquello que comúnmente se llama cultura.

• Los medios de control son las instituciones establecidas para perseguir y penalizar
las desviaciones de carácter ideológico: tabúes, Inquisición, tribunales de honor...

La ideología, como los mitos, se interpone de tal manera entre nosotros y la realidad, que
deforma completamente la visión que de ella tenemos dificultando su conocimiento.

Sólo la confluencia de los tres poderes —económico, político e ideológico— hacia la


conservación del desigual reparto de la renta o riqueza social podrá darnos la clave para
entender la trama de cualquier sociedad.

C. El Estudio Diacrónico

Si la estructura socioeconómica es la determinante a largo plazo de la evolución de la


sociedad, cualquier intento de periodizar el desarrollo de una civilización debe basarse en los
cambios que surjan en esta estructura y, sobre todo, en las relaciones de producción.

Atendiendo, pues, a la naturaleza de las relaciones de producción es posible distinguir


provisionalmente tres modelos de sociedad (en la llamada civilización de Occidente), o

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modos de producción, distintos que se suceden cronológicamente: esclavista, feudal y
capitalista liberal.

El paso de un sistema a otro siempre tiene lugar mediante revoluciones en que las clases
dominadas se rebelan para cambiar unas relaciones de producción que consideran injustas.

Sin embargo, en el desarrollo de un modo de producción también debemos establecer


períodos distintos basados en los cambios en el equilibrio de fuerzas sociales que se dan en
las relaciones de producción, los cuales repercuten en la aparición de distintos regímenes
políticos: monarquía feudal, autoritaria y absoluta en el modo de producción feudal.

Por otro lado, el desarrollo de un modo de producción, como el de la Historia, tampoco es


homogéneo; así, dentro del período de vigencia de un modo de producción, siempre será
posible encontrar distintas formaciones sociales que rivalizan entre sí, en el seno de las cuales
pugnan modos de producción diferentes que protagonizan clases diferentes.

De todo lo anterior puede deducirse que, en el tiempo, el eje que vértebra la historia de las
sociedades es el esfuerzo por conseguir mayores excedentes o renta social y la pugna por su
distribución, lo que se traduce en lucha por o contra el poder, dado que su control supone el
control de la distribución de excedentes. En consecuencia:

El eje argumental del estudio diacrónico debe ser esta lucha por o contra el poder y la
consecuente ampliación o disminución de la cuota de participación en la distribución de la
renta social.

Llevada esta conclusión al ámbito de las relaciones internacionales, la defensa del territorio y
los recursos y su contrario, la conquista de territorios y de recursos, serán las líneas
argumentales que las expliquen.

LAS EDADES HISTORICAS: Periodización

La Historia se divide en edades. Eso significa “periodizar” el tiempo, es decir, dividirlo en


etapas cronológicas para comprender mejor las fases cambiantes de un determinado proceso
y entenderlo mejor.

El límite de esas etapas, indicado por un año determinado, no implica una línea de separación
absoluta sino una especie de franja que abarca un período donde los hechos se entrelazan e
invaden recíprocamente.

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Las edades históricas son cuatro:

1. Edad Antigua: comienza alrededor del año 4000 a. C., con la aparición de los primeros
documentos escritos y finaliza con la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476
de la Era Cristiana.
2. Edad Media: abarca desde el fin de la Edad Antigua (año 476) hasta la caída del
Imperio Romano de Oriente en 1453, aunque para muchos historiadores se extiende hasta
1492, fecha del descubrimiento de América.
3. Edad Moderna: comprende desde el fin de la Edad Media hasta 1789, año en que se
produjo la Revolución Francesa.
4. Edad Contemporánea: va desde el fin de la anterior hasta nuestros días.

PREHISTORIA, PROTOHISTORIA e HISTORIA

Los estudiosos han dividido el estudio de los tiempos pasados en Prehistoria: etapa anterior a
la aparición de los primeros documentos escritos; Protohistoria: período de transición
inmediato al anterior en el que, además de los restos antropológicos y arqueológicos, se
valorizan leyendas, mitos y tradiciones y, finalmente, la Historia: que comienza con la
aparición de los primeros escritos del hombre, entre el 5000 y 4000 a. C.

Las Etapas de la Prehistoria

Es la narración que se hace por escrito, de los hechos del pasado. Requiere de una correcta
expresión y mucha precisión en la exposición. Se trata del registro escrito de lo que se conoce
sobre las vidas y las sociedades del pasado y la forma en que los historiadores han intentado
analizarlas.

Como todos sabemos, la historia estudia el pasado del hombre desde que éste apareció sobre
la Tierra. Sin embargo, los historiadores acordaron organizar este pasado en dos grandes
períodos: la prehistoria y la historia, señalando como división entre ambos la aparición de la

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escritura, hecho sucedido aproximadamente en el 4.000 a.C. En la actualidad, esta separación
es replanteada por la comunidad científica pues los investigadores reconocen que no todos los
pueblos del mundo conocieron la escritura en el mismo momento, por lo tanto, no entraron
en los tiempos históricos todos juntos.

Métodos para fechar el pasado

El investigador que se dedica a estudiar la prehistoria, al no poder contar con documentos


escritos, trata de reconstruir el pasado basándose en los restos culturales encontrados. Para
poder establecer la antigüedad de estos restos, se utilizan métodos especiales. Sin embargo,
las fechas en el período prehistórico son siempre aproximaciones.

Uno de los primeros métodos desarrollados fue la dendrocronología, que consiste en observar
los anillos de crecimiento presentes al cortar un tronco de árbol. Analizando entonces los
troncos, o los elementos hechos con madera de los mismos, es posible deducir su antigüedad
pues a cada año corresponde un determinado tipo de anillo presente en todos los árboles.

Otra forma de datación es el análisis de los sedimentos de materiales de origen glacial, que
han sido arrastrados por los ríos y torrentes en los deshielos primaverales, hacia el fondo de
los lagos. Estudiándolos, se pueden conocer fechas relativas a la vida de los hombres que
habitaron sobre esos materiales.

Sin embargo, los métodos más exactos son los desarrollados en tos últimos años, gracias a
los adelantos de la física nuclear, como el del carbono-14, que mide lo que queda de carbono-
14 en los restos encontrados, ya que todos los organismos vivos incorporan este elemento
durante su vida y lo van perdiendo paulatinamente luego de muertos. Como el ritmo de esta
pérdida puede ser medido, conociendo lo que queda en los diferentes materiales se sabrá su
antigüedad. Otros métodos basados en la física nuclear son el del potasio argón, que se utiliza
para poner fecha a las rocas volcánicas muy antiguas, y la termoluminiscencia que posibilita
establecer la fecha de cocción de las cerámicas.

La Prehistoria

La prehistoria estudia la vida del ser humano desde su aparición en el planeta hasta la
aparición de la escritura. Cuando el hombre comienza a utilizar la escritura, cuenta lo que le
pasa y de esta manera es posible saber más cosas pero con un fundamento es decir
documentado.

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Si no hay documentos escritos es más difícil saber como vivían nuestros antepasados.
Debemos descubrir los objetos que utilizaron en los lugares donde vivieron para tratar de
reconstruir su forma de vida y poder estudiarla.

Pero la pregunta es: ¿Cuándo aparece el ser humano en la tierra? Para tratar de encontrar
una explicación, veremos que no hay contradicciones sobre su aparición en el planeta entre la
religión y la ciencia. Las interpretaciones pueden variar pero veremos que se asemejan
demasiado. Como ejemplos compararemos un mensaje histórico La Biblia y la interpretación
científica más aceptada en la actualidad.

Dibujos del Valle del Nazca (Perú)

1. Dios creó el universo dentro de un circulo en expansión hacia el infinito


2. Primero formó la célula vegetal que dio origen a las plantas
3. Después un ser orgánico acuático, del cual, tras una larga cadena de transformaciones
se generaron los animales y os seres humanos

La Biblia

1. Dios antes que otra cosa creó la luz

2. Luego creó el firmamento con sus cuerpos celestes.

3. Creó Dios la vida: aparecen las plantas, los animales en el agua, más tarde en la tierra y
por último el ser humano.

Investigaciones Científicas

1. Al principio se produjo una Gran Explosión conocida con el nombre de Big Bang. De
ella surgió el universo con sus estrellas y planetas
2. En la tierra la vida comenzó en el agua. Se desarrollan los vegetales y los peces
3. Luego la vida se desarrolla en la tierra, aves y animales de todo tipo van
evolucionando hasta que aparece el ser humano.

La edad de piedra

Es la etapa más antigua de la humanidad, en ella aparece la piedra como el principal material
trabajado por el hombre.

Esta edad comprende dos períodos bien definidos, el paleolítico (de paleo: “antiguo” y litos:
“piedra) o edad de piedra antigua y el neolítico (de neo: “nuevo” y litos: “piedra’) o edad de

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piedra nueva. Entre uno y otro período, se encuentra un período de transición: el mesolítico
(de meso. “entre” y litos: “piedra”).

El Paleolítico: Es el período que se extiende desde hace aproximadamente 2.000.000 de años,


hasta 10.000 años atrás. Durante el mismo, los hombres comienzan a fabricar las primeras
herramientas, en un principio muy simples, las que fueron perfeccionando cada vez más.

La preocupación principal era conseguir alimentos y defenderse de los grandes animales que
recorrían la Tierra, o de cualquier otro peligro que la naturaleza presentara. La forma de vida
era nómade y los hombres se alimentaban de la carne que obtenían de animales muertos, y
de los frutos, hojas o raíces que pudiesen recolectar. No producían su alimento, sólo lo
consumían. Con el tiempo aprendieron a cazar y entonces fabricaron armas y elaboraron
técnicas de caza, actividad que realizaban en cuadrillas, que requerían de una mínima
organización social. Para su mejor estudio, el período paleolítico puede separarse en tres
etapas: paleolítico interior, medio y superior.

Paleolítico inferior: En esta etapa el hombre vagaba por la Tierra en pequeños grupos,
probablemente construyendo chozas para protegerse cuando el clima era cálido y
refugiándose en cuevas o en cavernas si el clima era frío, pues la naturaleza ha provocado en
los últimos 3.000.000 de años importantes cambios climáticos en los que se sucedieron
períodos cálidos, seguidos de períodos fríos conocido como glaciaciones, en la que grandes
masas de hielo cubrieron extensas superficies continentales.

La principal herramienta era el hacha de mano que se usaba para cazar, raspar, y cortar. En
esta época el hombre descubrió, tal vez la de manera accidental, el fuego, que le permitió
cocinar sus alimentos , alejar a las fieras, protegerse del frío e iluminarse en la oscuridad.

Paleolítico Medio: En esta etapa los grupos humanos se hacen más numerosos y perfeccionan
sus herramientas fabricando puntas de flechas, raspadores y hachas de mano. Aparecen
también los primeros vestigios de una cultura espiritual pues idearon ritos fúnebres.
Enterraban a sus muertos en tumbas especiales junto a trozos de carne y otros elementos, lo
que mostraría que los hombres, ya en esta época, habían imaginado alguna forma de
continuación de la vida.

Paleolítico superior: Aquí los hombres están mejor equipados para enfrentar los peligros y
sacar ventajas de la naturaleza. A la piedra se agregan el uso del hueso y del marfil,
materiales con Los que se fabrican instrumentos cada vez más específicos, apareciendo
entonces punzones o buriles para agujerear, raspadores, arpones para pescar (ya que se
incorpora esta actividad), lámparas de mano en las que se quemaba grasa, para iluminación,
y primitivas agujas que, enhebradas con crines, permitían coser pieles.

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Se cazaban mamuts, renos, bisontes, vacunos salvajes y caballos. Para ello el hombre
incorporó el arco y la flecha y los dardos. La caza se realizaba en grupo, existiendo una cierta
división de trabajo entre los sexos. Había algunos intercambios entre las comunidades, lo que
mostraría que los grupos no estaban totalmente aislados entre sí.

Los enterramientos continúan con ritos más complejos. Se han encontrado pequeñas
esculturas que se usaban, probablemente en ritos relacionados con la fertilidad y pinturas de
animales, sobre todo mamuts, bisontes y renos, en la superficie rocosa de algunas cuevas. A
este tipo de pintura sobre roca se la denomina “rupestre” y constituye una de las primeras
manifestaciones artísticas de la humanidad.

El Mesolítico: Cuando finalizó la Era Glacial, la selva avanzó e invadió las grandes estepas.
Esto produjo la emigración y algunas veces la desaparición de los animales que vivían en ella
y que servían al hombre de alimento. Los grupos humanos, entonces, se diseminaron por la
selva y se ubicaron en las orillas de los ríos. Sobrevivieron cazando animales salvajes, aves y
peces. La madera, obtenida fácilmente en las selvas, se utilizó con intensidad. En las zonas
frías aparecen los trineos, tirados primero por hombres y luego por perros. Los hombres
continuaron siendo nómades, pero en algunas regiones, con suficiente agua y alimentos,
aparecen asentamientos más estables.

El Neolítico: Comenzó hace aproximadamente 10.000 años y sus transformaciones son tan
importantes que los historiadores las llaman “la revolución neolítica”. El hombre comienza a
producir sus alimentos a partir de la domesticación de plantas y animales: el paso decisivo
fue plantar deliberadamente semillas en un suelo adecuado y cultivar la tierra. Las primeras
plantas obtenidas fueron el trigo y la cebada, a las que se incorporaron luego el arroz y las
arvejas. Los excedentes de la cosecha se almacenaban en graneros, permitiendo que los
hombres pudiesen guardar alimentos para los períodos de escasez. También aparece la
alfarería, como una necesidad, pues había que fabricar recipientes para contener las semillas
y los granos.

De algunas plantas, como por ejemplo el lino y el algodón, se obtendrán posteriormente


fibras, que hiladas en los husos y tejidas en telares se convertirán en telas, dando inicio a la
industria textil.

Con respecto a los animales, probablemente haya sido la observación de los mismos lo que
puso de manifiesto que esas bestias podían ser domesticadas y convertirse en una importante
reserva de alimentos y pieles sin necesidad de matarlos, como es el caso del ovino, que
provee lana y leche.

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Las viviendas estuvieron hechas en barro, cañas, leños o piedras, y las herramientas para
construirlas fueron más específicas. Entre ellas se destacó el “hacha de piedra pulida’, que se
realizaba en una roca de grano fino y luego se afilaba por medio de un pulido a base de
arena. El dominio de la agricultura hizo a los hombres sedentarios y aparecen, entonces, las
primeras aldeas y con ellas el crecimiento de los grupos familiares, la división del trabajo y la
organización social.

Edad de los metales

Es la etapa en la cual el hombre descubre el uso de los metales y ¡os incorpora a su cultura
para fabricar distintos elementos. Aparece entonces la metalurgia. Los historiadores
reconocen tres edades de los metales, según el material usado con más intensidad: Edad de
cobre, Edad de bronce y Edad de Hierro.

El cobre fue el primer metal utilizado, seguido del bronce, cuando el hombre aprendió a fundir
cobre con estaño. Con estos metales se hicieron cuchillos, espadas, puñales, vasijas, adornos,
herramientas, etc. Por último apareció el hierro, pero el uso de este metal, que permitió la
fabricación de armas, herramientas y otros elementos de gran dureza, se logró alcanzar
recién en los tiempos históricos.

La prehistoria es entonces, es período fascinante de la humanidad donde todo está por


hacerse y donde todo es posible:

“pero no es parte de la historia”.

EL ESTUDIO DE LOS RESTOS MATERIALES

Para reconstruir el pasado de los hombres que todavía no habían inventado la escritura sólo
es posible apoyarse en técnicas especiales de investigación. Estas técnicas permiten extraer
información de los restos materiales dejados por esos hombres, como por ejemplo sus
huesos, los instrumentos que fabricaron con piedras, o los restos de alimentos.

La arqueología es la disciplina que estudia esos restos materiales. Pero el arqueólogo no se


limita a recoger objetos hermosos como si fuera un coleccionista. Su trabajo consiste en
reconstruir la vida de los grupos humanos que dejaron restos materiales: debe deducir su
antigüedad, reconstruir las formas de subsistencia, sus costumbres y ritos, su organización
social.

Luego de realizar investigaciones bibliográficas y sobre el terreno, el arqueólogo llega al sitio


donde supone que hallará restos materiales de culturas desaparecidas. Siglos, milenios de

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vida humana descansan bajo algunos metros de tierra. "Toda la historia no escrita de la
humanidad se encierra en las hojas superpuestas del libro de la tierra, y la técnica de la
excavación tiene como primer objetivo asegurar su lectura correcta", dijo un arqueólogo
contemporáneo. Por esto, la tarea del arqueólogo consiste en ir abriendo ese libro, hoja por
hoja, cuidando de no dejar que desaparezca una sola palabra, porque se corre el riesgo de
hacer quizás incomprensible el texto. Para lograrlo, se deben registrar con la mayor precisión
posible las características de cada hallazgo (medirlo, dibujarlo, fotografiarlo); y establecer con
exactitud el orden de sucesión de las distintas capas de tierra que contienen los restos.

APARICION DEL HOMBRE EN EL PLANETA

Hace 65 millones de años desaparecieron los grandes reptiles dinosaurios y comenzó el


desarrollo de los mamíferos. Estos pequeños animales que dejaron el suelo para trepar a los
árboles. El salto a la vida sobre los árboles se debió, posiblemente, a la necesidad de
sobrevivir.

Surgimiento de los primates

Hace 40 millones de años, entre los mamíferos se desarrollaron diferentes tipos de monos
llamados primates. Los primeros primates fueron animales pequeños, de hábitos nocturnos,
que vivían (casi siempre) en los árboles. Con el tiempo, algunos de éstos fueron cambiando
sus hábitos y características físicas: su cráneo fue mayor, creció su cerebro, podían tomar
objetos con las manos, adaptarse al día y alimentarse de frutas y vegetales.

Los homínidos

Se llama así a una de las dos familias de monos en que se dividió el grupo de los primates.
Mientras que en la familia del orangután, del gorila y del chimpancé no hubo cambios, hace
15 millones de años en la familia de los homínidos comenzó la evolución hasta el hombre
actual.

Los primeros homínidos y el largo camino hacia el hombre: Diversas fueron las
especies que unieron al hombre actual con los primeros homínido. Las especies que
representaron verdaderos saltos evolutivos, es decir, verdaderos momentos de cambio,
fueron las siguientes:

Australopithecus: fue el primer homínido bípedo (caminaba en dos patas y podía correr en
terreno llano). Poseía mandíbulas poderosas y fuertes molares. Su cerebro tenía un volumen
inferior a los 400 centímetros cúbicos. De aquí se deduce que el andar erguido se produjo
mucho antes que la expansión del cerebro.

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El primer australopithecus fue encontrado en la década de 1960 en África oriental.

Homo habilis: coexistiendo con el australopithecus apareció esta especie de homínidos.


Tenían un cerebro más grande, alrededor de 700 centímetros cúbicos. Su característica más
importante fue el cambio en su forma de alimentación: ya no sólo comían frutas y vegetales
sino también animales. Actualmente los investigadores no están de acuerdo sobre si el homo
habilis cazaba intencionalmente y fabricaba utensilios para hacerlo.

Homo erectus: algunos lo consideraron el representante directo del hombre, pero hoy se
sabe que muchos austratopithecus anteriores poseían rasgos semejantes. Son los primeros
homínidos que se distribuyeron ampliamente por la superficie del planeta, llegando hasta el
sudeste y este de Asia. Poseían un cerebro mayor que el del homo habilis: alrededor de 800
centímetros cúbicos. Conocían el uso del fuego y fabricaron la primera hacha de mano. El
primer homo erectus fue encontrado en java (Oceanía) a fines del siglo pasado. El hallazgo
de restos de homínidos de esta especie en las cavernas de Pekín permitió la reconstrucción de
algunos aspectos de su vida.

Homo sapiens: vivió en Europa, en África y en Asia. Los hallazgos arqueológicos reflejan
cambios importantes en el comportamiento de esta especie: utilización de instrumentos de
piedra y hueso más trabajados, cambios en las formas de cazar, uso y dominio del fuego,
empleo del vestido, aumento en el tamaño de las poblaciones, manifestaciones rituales y
artísticas. El representante del homo sapiens más antiguo es el hombre de Neanderthal
(Alemania), y en tiempos más modernos, el hombre de CroMagnon (Francia).

Homo sapiens sapiens: Sus características físicas son las mismas que las del hombre
actual. Su capacidad cerebral es de alrededor de 1400 centímetros cúbicos. Se cree que
apareció en Europa hace alrededor de 40.000 años. El homo sapiens sapiens es el que
protagonizó, a partir del año 10.000 a.C., cambios muy importantes en la organización
económica y social, como las primeras formas de agricultura y domesticación de animales, y
la vida en ciudades.

TEORIAS DEL POBLAMIENTO AMERICANO ¿De donde venimos?

A través de los años se han sucedido distintas teorías sobre el poblamiento de nuestro
continente. Teorías Alóctonas y Autóctonas

1.- Alóctonas

Provenientes de otros continentes. Hoy sabemos con certeza que el hombre americano
primitivo es alóctono, o sea provino de otros continentes. Es más, el Océano Pacífico, en

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tiempos muy remotos, parece haber sido un gran centro de comunicaciones e intercambios
culturales, a pesar de los rudimentarios métodos de navegación existentes entonces. Los
navegantes más intrépidos se lanzaban a la aventura, y aunque muchos murieran en el
intento, algunos, contando con un poco de suerte y buenos vientos, podían llegar a parajes
donde asentarse y reproducirse.

ALEX HRDLICKA (1869-1943) • Antropólogo checo que afirmó que el puente para el
poblamiento americano fue el istmo formado por las tierras que hoy están cubiertas por el
mar en el estrecho de Bering y que durante la última glaciación emergían formando un paso
entre Siberia (Asia, Rusia actualmente) y Alaska (Norteamérica). Afirmó al establecer el
origen asiático del hombre americano que no hubo una sola migración, sino varias, y en
épocas diferentes. Sostiene además, que este camino del Norte no sólo era el más
practicable, sino el único que permitió al hombre llegar a América en los primeros estadios
culturales

Los protagonistas de este poblamiento eran recolectores y cazadores que abandonaron sus
lugares de origen debido a profundos cambios climáticos que provocaron la aridez de las
tierras. Los animales se desplazaron hacia el Este en busca de alimentos, seguidos por los
grupos humanos cazadores que iniciaron la penetración por el Norte de nuestro continente.
Para certificar el origen asiático del hombre americano Hrdlicka enumera, además, las
características más o menos comunes entre el mongólico y el amerindio: color amarillo de la
piel, escasa barba, ojo mongólico –ligera inclinación hacia las sienes y parte superior del
párpado plegado a la nariz-, pelo negro, lacio y rígido, etc. Esta teoría cuenta con respaldo,
aunque los investigadores no descartan la posibilidad de que en los últimos tres milenios
antes de Cristo, hayan podido llegar al continente americano inmigrantes por vía de la
navegación transpacífica.

PAUL RIVET (1876-1958): • Médico y etnólogo francés. Está de acuerdo con Hrdlicka en que
los amerindios no son autóctonos, pero supone un origen múltiple, o sea; que han venido de
varios lugares distintos. Algunos habrían llegado de Siberia a través de Alaska; otros habrían
venido de las islas de la Polinesia hasta llegar a las costas del Perú (algunos quedaron en el
camino, en la isla de Pascua, donde construyeron los famosos monumentos de piedra en
forma humana, que hoy son una misteriosa atracción turística), y otros, finalmente, serían
originarios de Australia y habrían llegado juntamente con los anteriores a través del Pacífico
casi bordeando las costas de Antártida en embarcaciones primitivas. Esta teoría parece ser la
más verosímil, ya que explica satisfactoriamente las grandes diferencias tanto físicas como
culturales existentes entre los pueblos primitivos americanos.

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MENDEZ CORREA • El portugués Méndez Correa fue el principal defensor de una inmigración
australiana, a través de la Antártida. Según el antropólogo lusitano, los australianos utilizaron
sencillas balsas para llegar a Tasmania, las islas Auckland y la Antártida. Este gélido
continente pudo ser atravesado cuando gozaba de un “óptimun climáticus” (periodo de clima
óptimo), unos 5 000 años a. C., durante el Holoceno. Después de varios siglos de recorrido
por las costas antárticas, arribaron al Cabo de Hornos en la Tierra del Fuego y, más tarde,
poblaron la Patagonia.

2.- Autóctonas

Originaria del lugar La teoría que afirma el origen autóctono (que los habitantes de América
se desarrollaron en el continente americano y no vinieron de otros lugares) tiene dos
referentes. Encontramos el aporte de:

SAMUEL MORTON: Este norteamericano afirmaba que el ser humano evolucionó


paralelamente en América, Asia, África y Europa. La teoría del origen autóctono ya fue
descartada hace mucho tiempo. Por el estado actual de las investigaciones científicas
podemos afirmar lo apuntado anteriormente... el ser humano apareció en África y desde allí
se expandió por todo el planeta entrando a América, ya con seguridad, por el Estrecho de
Bearing.

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FLORENTINO AMEGHINO (1854-1911) • Este paleontólogo y geólogo argentino sostuvo que
los amerindios son originarios de nuestro continente. Según Ameghino en 1976. Es un
asentamiento humano del pleistoceno tardío ubicado en el sur de Chile 12.500 años un
pequeño grupo humano habitaba las inmediaciones de la actual ciudad de Puerto Montt en las
cercanías del río Maullín. Sus restos arqueológicos fueron excepcionalmente bien conservados
por causas naturales fortuitas que permitieron la formación del sitio. En 1997, luego de la
verificación de sus datos por un grupo de científicos, reconociéndolo como el sitio más antiguo
de América habitado por seres humanos que se haya podido verificar hasta el presente, el
descubrimiento puso fin al Consenso de Clovis que postulaba el poblamiento tardío del
continente americano y dio inicio a nuevas ideas como la del poblamiento temprano.

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