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Obras completas Sigmund Freud Ordenamiento, comentarios y notas de James Strachey con la colaboracién de Anna Freud, asistidos por Alix Strachey y Alan Tyson Traduccién directa del aleman de José L. Etcheverry Volumen 14 (1914-16) Contribucién a la historia del movimiento psicoanalitico Trabajos sobre metapsicologia y otras obras Amorrortu editores IV. Topica y dinamica de la represion Llegamos entonces a este resultado: la represién es en lo esencial un proceso que se cumple sobre representaciones en la frontera de los sistemas Ice y Pree (Cc). Ahora’ podemos hacer un renovado intento por describir mds a fondo ese proceso. Ha de tratarse de una sustraccién de investidura, pero nos resta averiguar el sistema dentro del cual se realiza esa sustraccién y aquel al cual pertenece la investidura sus- traida. La representacién reprimida sigue teniendo capacidad de accién dentro del Icc; por tanto, debe de haber conservado su investidura. Lo sustrafdo ha de ser algo diverso. [Cf. pég. 198.] Consideremos el caso de la represién propiamente dicha (del «esfuerzo de dar caza»),* tal como se ejerce sobre la representacién preconciente o aun sobre la ya conciente; entonces la represién sélo puede consistir en que a la re- presentacién se le sustraiga la investidura (pre)conciente que pertenece al sistema Prec. La representacién queda en- tonces desinvestida, o recibe investidura del Icc, 0 conserva la investidura icc que ya tenfa. Por tanto, hay sustraccién de la investidura preconciente, conservacion de la investidura inconciente o sustitucién de la investidura preconciente por una inconciente. Notemos, ademds, que hemos puesto en la base de esta observacién, como al descuido, este supuesto: el paso desde el sistema Ice a uno contiguo no acontece mediante una trascripcién nueva, sino mediante un cambio de estado, una mudanza en la investidura. El supuesto fun- cional ha arrojado aqui del campo, con poco esfuetzo, al su- puesto tépico. [Cf. supra, pag. 170.1 Empero, este proceso de sustraccién de libido? no basta pata hacer inteligible otro cardcter de la represién. No se adviette la tazén por la cual la tepresentacién que sigue investida o que es provista de investidura desde el Icc no harfa intentos renovados por penetrar en el sistema Prec, valida de su investidura. En tal caso la sustraccién de libido 1 (CE, «La represién» (19154), supra, pdg, 143.] 2 [Sobre el empleo de «libido» aqui, véase tres pérrafos més adelante.] Led tendrfa que repetirse en ella y ese juego idéntico se prose- guiria interminablemente, pero el resultado no serfa la ‘Te. presidn. De igual modo, el aludido mecanismo de sustraccién de una investidura preconciente no funcionarfa cuando estu- viera en juego la figuracién de la represién primordial; es que en ese caso estd presente una representacién inconciente que atin no ha recibido investidura alguna del Prec y, por tanto, ella no puede serle sustraida. Aqui necesitamos entonces de otro proceso, que en el primer caso [el del esfuetzo de dar caza] mantenga la re- presién, y en el segundo [el de la represidn primordial] cuide de su produccién_y de su petmanencia, y slo podemos hallarlo en el supuesto de una comtrainvestidura mediante la cual el sistema Prcc se protege contra el asedio de la repre- sentacién inconciente, En ejemplos clinicos yeremos el modo en que se exterioriza una contrainvestidura asi, que opera en el interior del sistema Prec. Ella representa {reprasentiert} el gasto permanente [de energia] de una represién primor- dial, pero es también lo que garantiza su permanencia. La contrainvestiduta es el tinico mecanismo de la represién primordial; en Ja represién propiamente dicha (el esfuerzo de dar caza) se suma la sustraccién de la investidura prec. Y es muy posible que precisamente la investidura sustrafda de la representacién se aplique a la contrainvestidura. Reparamos en que poco a poco hemos ido delineando, en la exposicién de ciertos fenémenos psfquicos, un tercer pun- to de vista ademés del dindémico y del tépico, a saber, el econdmico, que aspira a perseguir los destinos de las magni- tudes de excitacién y a obtener una estimacién por lo menos relativa de ellos. No juzgamos inadecuado designar mediante un nombre particular este modo de consideracién que es el coronamiento de la investigacién psicoanalitica. Propongo que cuando consigamos describir un proceso psiquico en sus aspectos dindmicos, tépicos y econdmicos eso se llame una exposicién metapsicoldégica.* Cabe predecir que, dado el es- tado actual de nuestros conocimientos, lo conseguiremos sélo en unos pocos lugares. Hagamos un timido intento de dar una descripcién meta- psicolégica del proceso de la tepresién en las tres neurosis 3 [Freud habfa empleado este término por primera vez unos veinte afios antes, en una carta a Fliess del 13 de febrero de 1896 (Freud, 19502, Carta 41), pero en sus trabajos publicados sélo lo habia utilizado en una oportunidad, en Psicopatologia de la vida cotidiana (19015), AE, 6, pag. 251.1 178 de trasferencia conocidas. Nos esté permitido sustituir «in vestidura» por «libido»,* pues, como sabemos, se trata de los destinos de las pulsiones. sexuales. En el caso de la histeria de angustia, una primera fase del proceso suele descuidarse; quizdy ni’ siquiera se la advierte, pero es bien notable para una observacién més cuidadosa. Consiste en que la angustia surge sin que ‘se perciba ante qué. Cabe suponer que dentro del Icc existié una mocién de amor que demandaba trasponerse al sistema Prec; peto la in- vestidura volcada a ella desde este sistema se le retird al modo de un intento de huida, y la investidura libidinal in- conciente de la representacién asf techazada fue descargada como angustia. A raiz de una eventual repeticidn del proceso, se dio un primer paso para domefar ese desagradable desa- rrollo de angustia.® La investidura [prec] fugada se voleé a una tepresentacidn sustitutiva que, a su vez, por una parte se entramé por via asociativa con Ja representacién rechazada y, por la otra, se sustrajo de la represién por su distancia- miento respecto-de aquella (sustituto por desplazamiento Lf. pég. 152]) y permitié una racionalizacién del desarrollo de angustia todavia no inhibible. La representacién sustitu- tiva juega ahora para el sistema Ce (Prec)® el papel de una contrainvestidura; en efecto, Jo asegura contra la emergencia en la Ce de la representacién reprimida. Por otra parte, es el lugar de donde attanca el desptendimiento de afecto, ahora no inhibible, y en mayor medida; al menos, se comporta como si fuera ese lugar de atranque. La observacién clinica muestta, por ejemplo, que un nifio afectado de fobia a los animales siente angustia cuando se da una de estas dos con- diciones: Ia primera, cuando la mocién de amor {hacia su padre} reprimida experimenta un tefuetzo; la segunda, cuan- do es percibido el animal angustiante, La representacién sus- titutiva se comporta, en un caso, como el lugar de una tras- misién desde el sistema Ice al interior del sistema Co y, enel otro, como una fuente auténoma de desprendimiento de an- gustia. La expansién del imperio del sistema Cc suele exte- tiorizarse en el hecho de que el primer modo de excitacién de la representacién sustitutiva retrocede cada vex més frente al segundo. Quizés al final el nifio se compotte como si no tuviera ninguna inclinacién hacia el padre, como si se hubic- ta emancipado por completo de él y realmente experimentara angustia frente al animal. Sélo que esa angustia frente al animal, alimentada desde la fuente pulsional inconciente, se * [Ya lo habfa hecho tres pérrafos atrés.] 5 [Ecta 2s la «segunda fase» del proceso.] ® [En Ia edicién de 1915 no figura «(Prec)».] 179 muestra refractatia e hipertréfica frente a todas las influen- cias que parten del sistema Cc, en lo cual deja traslucir que su origen se sittia en el sistema Icc. Por tanto, en la segunda fase de la histeria de angustia la contrainvestidura desde el sistema Ce ha Ilevado a la for- macién sustitutiva. El mismo mecanismo encuentra pronto un nuevo empleo. Como sabemos, el proceso de la represién no est4 todavia concluido; tiene un cometido ulterior: inhi- bir el desarrollo de angustia que parte del sustituto.’ Esto acontece del siguiente modo: todo el entorno asociado de la representacién sustitutiva es investidg con una intensidad particular, de suerte que puede exhibir una elevada sensibi- lidad a la excitacidn. Una excitacién en cualquier lugar de este patapeto darf, a consecuencia del enlace con la repre- sentacién sustitutiva, el envién para un pequefio desarrollo de angustia que ahora es aprovechade como sefial a fin de inhibir el ulterior avance de este tiltimo mediante una teno- vada huida de la investidura [prec].8 Cuanto més lejos del sustituto temido se dispongan las contrainvestiduras sensi- bles y alertas, con precisién tanto mayor podré funcionar este mecanismo destinado a aislar la representacién sustitutiva y a coartar nuevas excitaciones de ella. Estas precauciones sdlo protegen, desde luego, contra excitaciones que apuntan a la representacién sustitutiva desde fuera, por la percepcidn, pero jamds contra la mocién pulsional que alcanza a la pet- cepcién sustitutiva desde su conexién con la representacion teprimida. Por tanto, sélo empiezan a producir efectos cuan- do el sustituto ha tomado cabalmente sobre sf la subrogacién de lo reprimido, mas nunca pueden ser del todo confiables. A tafz de cada acrecimiento de la mocién pulsional, la mu- talla protectora que rodea a la representacién sustitutiva debe ser trasladada un tramo més alld. El conjunto de esa consttuccién, establecida de manera andloga en las otras neu- tosis, leva el nombre de fobia. La expresién de la huida frente a la investidura conciente de la representacién sustitu- tiva son las evitaciones, renuncias y prohibiciones que permi- ten individualizar a la histeria de angustia. Si abarcamos con la mitada todo el proceso, podemos decir que la tercera fase ha repetido el trabajo de la segunda en 7 [La atercera fase>.] 8 [La nocién de que un pequefio desprendimiento de displace: acttia como «sefialy para impedir un desprendimiento mucho mayor figura ya en el «Proyecto de psicologian de 1895 (19504), AE, 1, pags. 404.6, y cn Le interpretacién de los suefios (19002), AE, 5, pag. 592. Por supuesta, esta idea se desarrolla mucho més en Inhibici6n, sintoma y angustia (1926d), por ejemplo en el capitulo XT, AE, 20, pags, 150-2.] 180 escala ampliada. El sistema Ce se protege ahora contra Ja activacién de la representacién sustitutiva mediante la contra- investidura de su entorno, asi como antes se habia asegurado contra la emergencia de la representacién reprimida mediante la investidura de la represéntacién sustitutiva. De ese modo encuentra su prosecucién Ja formacidn sustitutiva por des- plazamiento. Debe agregarse que el sistema Ce poseia antes sélo un pequefio lugar que servia de puerta de entrada para la invasién de la mocién pulsional teprimida, a saber, la re- ptesentacién sustitutiva, pero al final todo el parapeto fé6- bico es un enclave de Ja influencia inconciente. Puede desta- carse, ademés, este interesante punto de vista: mediante todo el mecanismo de defensa puesto en accidn se ha conseguido proyectar hacia afuera el peligro pulsional. El yo se compor- ta como si el peligro del desarrollo de angustia no le amena- zase desde una mocién pulsional, sino desde una percepcién, y por eso puede reaccionar contra ese peligro externo con intentos de huida: las evitaciones fébicas. Algo se logra con este proceso de la represién; de algtin modo puede ponerse dique al desprendimiento de angustia, aunque sdélo a costa de graves sacrificios en materia de libertad personal. En ge- neral, los intentos de huida frente a las exigencias pulsionales son infructuosos, y el resultado de Ja huida fébica sigue sien- do, a pesar de todo, insatisfactorio. . De las constelaciones que hemos discernido en Ja histeria de angustia, buena parte vale también para las otras dos neurosis, de suerte que podemos citcunscribir su elucidacién a las diferencias y al papel de la contrainvestidura. En la his- teria de conversién, la investidura pulsional de la represen- tacién reprimida es traspuesta a Ia inervacién del sfntoma, En cuanto a la medida y a las circunstancias en que la represen- tacién inconciente es drenada mediante esta descarga hacia la inervacién, para que pueda desistir de su esfuerzo de asedio {Andrdngen} contra el sistema Cc, seré mejor reservar esa y parecidas cuestiones pata una investigacién especial sobre 1a histeria.® El papel de la contrainvestidura que parte del sis- tema Ce (Prec)*° es nitido en Ia histeria de conversién; sale a la luz en la formacién de sintoma. La contrainvestidura es lo que selecciona aquel fragmento de la agencia representante de pulsién sobre el cual se permite concentrarse a toda la investidura de esta tiltima. Ese fragmento escogido como sin- ® [Probablemente una referencia al articulo metapsicolégico extra- viado sobre Ia histeria de conversién. (Cf. mi «Introducciéns, supra, pag. 102.) — Freud ya habfa tocado la cuestién en Estudios sobre la bisteria (18954), AE, 2, pags. 17981.] 10 TEn la edicién de 1915 no figura «(Prec)>.1 181 toma satisface la condicién de expresar tanto Ja meta deside- rativa de la mocién pulsional cuanto los afanes defensivos 0 punitorios del sistema Cc; asi es sobreinvestido y apoyado desde ambos lados, como sucede en el caso de la represen- tacién sustitutiva en la histeria de angustia. De esta situacién podemos inferir sin més que el gasto represivo del sistema Cc no necesita set tan grande como Ia energia de investiduta del sintoma; en efecto, la fuerza de la represién se mide por la contrainvestidura gastada, y el sintoma no se apoya sdlo en esta, sino, ademés, en la investidura pulsional condensada en él que le viene del sistema Ice. Con respecto a la neurosis obsesiva, sélo deberiamos agre- gat a las observaciones contenidas' en el ensayo anterior #4 que en este caso la contrainvestidura del sistema Cc sale al primer plano de la manera més palmaria. Organizada como formacién reactiva, es ella Ja que procura la primeta repte- sién; y en ella se consuma més tarde Ia irrupcién de la te- presentacidn reprimida, Podemos aventurar esta conjetura: al predominio de la contrainvestidura y a la falta de una des- carga se debe que la obra de la represién apatezca en Ia his- teria de angustia y en la neurosis obsesiva mucho menos lograda que en la histeria de conversién.? 11 [La represidn> (19154), supra, pags. 151-2.] 12 [Los temas de la presente seccién fueron teconsiderados por Freud en Inbibicién, stntoma y angustia (1926d), AE, 20, esp. pags. 126 y sigs., 1347, y 1378.) 182

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