Una rosa roja tuve en mis manos ardiendo de sabor y color,
poco a poco, esa rosa se fue marchitando y entre lgrimas se fue despidiendo de m. Sus ptalos de terciopelo y oro se fueron entre mis dedos, y una lgrima cay al suelo de desolacin. Nunca una flor tan bella dur dos primaveras, ni de mis ojos cayeron tantas lgrimas al decir adis a esa rosa tan amada. Te vas, sin mirar atrs, caminando por el sendero que no tiene camino de vuelta atrs. Y tu adis, me deja anclada en la oscuridad y en la desolacin como el capitn del barco perdido en alta mar y en la tempestad. Ya no late mi corazn, al sentir tu voz dulce y suave ni sonren mis mejillas al contemplar tu sonrisa, amarga pena, es la que siento dentro de mi interior cuando veo tu huella clavada en mi ser. por qu te tuviste que ir t?... Cuando empezaba a respirar despus del llanto amargo y lento en la oscuridad de la vida, que me toc vivir. Despedida amarga, de lo ms grande que tena. Ana Mara Serrano Piedra (Pintora y Poetisa)