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SIEMPRE CONTIGO, MADEIRA

POR NINO ACOSTA


E-mail: portugalaovivo@hotmail.com
Cel: 0414 321 37 20

SIEMPRE CONTIGO.

Cuando la naturaleza habla


El hombre cae de rodillas a sus pies.

Madeira, Madeira… En primer lugar me expreso conmovido y


entristecido por lo acontecido, pero no es sólo lo que podemos decir,
sino que hay que abrir nuestro corazón para desear paz a los que se
fueron y firmeza y fortaleza a los que quedamos frente a esta realidad
que es una lección de vida. Debemos sensibilizarnos y atender mucho
más a nuestro medio ambiente y no maltratarlo ni acorralarlo, antes
bien liberar los canales de fluido y drenaje de la madre naturaleza para
que ella realmente respire, cante, descargue su furia y desahogue su
dolor, pero tratando de evitar o minimizar en lo posible los inevitables
daños colaterales que esto acarrea a la humanidad. Tenemos que
entender la naturaleza, respetarla y amarla, y ser más responsables con
ella. Estos preocupantes fenómenos naturales que han acontecido
últimamente en Madeira, Portugal continental, Francia, Haití y más
recientemente en Chile, no son cosas de la casualidad, sino causalidad.

Está escrito: “No se moverá la hoja del árbol sin que sea Mi
voluntad”.

Nada sucede por suceder, nada pasa por pasar. Todo tiene un
porqué, una causa para que ocurra un efecto, un antes y un después.
Entendamos entonces, con la cabeza y el corazón, que nada es
casualidad.

Debemos parar, detenernos en nuestros quehaceres cotidianos


para analizar, reflexionar y aprender de estas cosas terribles que son
una señal, una luz roja de alarma que se enciende y comienza a titilar
intermitentemente, previniéndonos en el presente para que nos
preparemos para el futuro. Debemos sincerarnos y corregir lo que hay
que corregir para dirigirnos a paso firme y seguro hacia ese futuro de
bienestar esperado y ansiado por todos; prepararnos en mente, cuerpo y
alma para evitar lo más que podamos cualquier pérdida o daño a
personas y bienes, y sobretodo sobrevivir a cualquier nuevo evento
natural que nos pueda sobrevenir. Les digo entonces, les canto y
cantaré que estos sucesos han sido alarmas de alerta. Es tiempo, es el
momento de cambiar lo que hay que cambiar, tumbar lo que haya que
tumbar y corregir lo que es preciso corregir, sin prisa, más sin pausa. A
nuestras autoridades, a nuestros gobernantes debemos exigirles que se
desnuden de privilegios, orgullos estúpidos y amiguismos inútiles,
porque no es tiempo para eso. Cuando vamos al médico para
someternos a un diagnóstico y el doctor nos dice que la solución es
operar y cortar para sacar del cuerpo el mal, uno lo acepta y agradece,
pues sabemos que una pequeña manzana podrida pudre toda la cesta;
los gobernantes, en estos tiempos, tienen que ser sumamente dóciles y
respetuosos con los gobernados, porque fueron ellos los que los
eligieron, pero tienen que tomar medidas firmes y si es preciso,
radicales. Si ellos en verdad nos respetan, deberían hacernos reflexionar
y comprender, por la vía que sea, que este o aquél camino, este o aquél
cauce natural no puede ser desviado y menos sembrado de viviendas,
que esta o aquella casa no podrá ser edificada en tal o cual lugar por
razones de riesgo para las personas o posibles daños ambientales. Esto
es sólo un ejemplo de conciencia y respeto a nuestro entorno. No somos
nada fuera de la naturaleza. Ella necesita de nosotros pero nosotros
necesitamos mucho más de ella.
Lo que pasó, pasó, y nada cambiaremos con maldiciones, golpes de
pecho y lágrimas, los que estamos en Venezuela o en cualquier otro
lugar del mundo, pero con los que están allá, en la zona de desastre,
debemos solidarizarnos y unirnos en una sola voz, agradecer al Creador
por esta grande enseñanza, atender esta alerta y, acopiando torrentes
de amor, océanos de fe y vigorosas jornadas de acción, esfuerzo y
trabajo, cada quien aportando lo que pueda y lo que deba, desde su
trinchera, sea cual fuere. Así, todos para uno y uno para todos,
transformaremos las lágrimas en esperanza, reconstruiremos lo
destruido y nos prepararemos para enfrentar el futuro mejor prevenido y
preparado. Madeira volverá nuevamente a ser el bellísimo jardín de
todos y de siempre:

Madeira, Madeira, sempre contigo


Sempre contigo, minha Madeira
Nada pasa por pasar.
Reflexionemos: desde el principio de los tiempos, la naturaleza ha
sabido ejecutar sus propias depuraciones, ha corregido sus errores y
seguido su rumbo pase lo que pase, suceda lo que suceda. La Tierra no
deja de girar ni nosotros de impresionarnos ante su fuerza y grandeza.
Ella sana sus propias heridas, entierra a sus muertos y desde las cenizas
y los desiertos genera y recrea coloridos jardines llenos de delicadas
flores y majestuosos edenes paradisíacos donde abunda la vida y su
sustento: alimento, agua, oxigeno, luz y calor. Vida de toda forma y
especie existe, respira, se alegra, canta y ama… Todo tipo de especies,
hasta la nuestra.
Por el amor de tus hijos, por el orgullo de ser madeirense, por la
sangre de nuestros héroes, sé que tú, oh Madeira, volverás más
hermosa y perfumada, grácil, esbelta y airosa que antes, como la más
radiante novia, esta primavera.
Madeira, Madeira, pedacito de tierra, corazón de todo madeirense,
orgullo de Portugal.

SEMPRE CONTIGO

Do teu seio eu venho


Com teu amor cresci
Nas tuas riveiras brimquei
A sombra das bananeiras dormí

Como nao hei de amarte


Se es toda encanto
Es minha terra mae
Graças a Deus e ou Espíritu Santo

Cuando de min pressisares


Mae nao pressisas chamar
Somente susurra meu nome
A teus pes me verás chegar

Madeira, Madeira sempre contigo


Sempre contigo, minha Madeira
Madeira, Madeira sempre contigo
Sempre contigo, minha Madeira
Disfruto do teu perfeme
Da tua beleza florida
Es fogo, paixao e vida
Minha Madeira querida.

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